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Tobías Thorn
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Mis pulmones recuperaron parte del oxígeno cuando los ataques combinados hicieron que el enemigo soltase mi cuello, aunque el resultado de mi ataque fue bastante menos efectivo de lo que esperaba. Reculé un par de pasos intentando recuperar la posición mientras me echaba mano a la pierna herida queriéndome quitar aquel maldito virote que no me dejaba luchar con todas mis facultades, pero todo quedó en un intento fútil cuando comprobé que más que dañar a mi adversario simplemente lo había sorprendido y enfurecido.
El mastodonte volvió a moverse a pasmosa velocidad, recubierto con aquel haki armadura que tan temible lo hacía, colocándose a escasos centímetros de donde me encontraba para golpearme con un terrible revés, el cual hizo que me castañeasen hasta los dientes mientras salía despedido contra un muro.
Un profundo grito acompañado de saliva y sangre salió de mi boca nada más notar como un par de huesos crujían por el golpe. Llevaba demasiado tiempo siendo Logia y ya no me acordaba de cuando fue la última vez que sentí dolor por algo así y desde luego no tenía ganas de volver a repetirlo. Intenté incorporarme usando las fuerzas que me quedaban, pero la herida de mi pierna sumado al nuevo sufrimiento me hizo la tarea imposible, aunque en unos segundos tras un nuevo tirón de aquel tipo que no me daba tregua, me encontré con que despegaba del suelo durante unos instantes mientras todo se volvía borroso.
Varios quejidos más de dolor salieron inevitablemente de mi cuerpo, mientras notaba como varios de mis huesos crujían con cada golpe que aquel tipo me daba contra el suelo. Había recibido disparos, cortes y otros golpes que habían dejado fuertes huellas en mí, tanto con el sufrimiento recibido como con varias marcas en la piel, pero nunca antes algo como esto. El sentimiento era desgarrador, como si miles de agujas taladrasen mis músculos a la vez que un martillo machacaba mis huesos, arrancándome una sinfonía espeluznante de quejidos de dolor a pesar de que estaba intentando usar mi propio haki armadura para minimizar los daños.
Sentí como uno de los golpes me lo llevé en la cabeza, haciendo que todo comenzase a darme vueltas, llevándome a un peligroso mundo de tinieblas del cual no sabría si podría salir si me sumergía en él, aunque al menos en aquel estado estaba dejando de sentir más dolor del ya causado, sustituyéndolo por una sensación de vacío. Abrí los ojos buscando encontrarme con aquella luz al final del túnel de la que tanto hablaban en las historias, cuando me encontré con una situación similar pero a la vez contraria.
Sí que veía un foco de luz al final de mi campo visual, pero esta se alejaba y no se acercaba, cosa que hizo a mi cerebro magullado reaccionar. El muy bastardo tenía que haberme lanzado por uno de aquellos desfiladeros que había visto al entrar, pensando que ya estaría muerto. La verdad es que muy equivocado no estaba si pensaba eso, ya que notaba mis energías más débiles que nunca, pero la voluntad innata de todo ser vivo por sobrevivir me hizo reaccionar, haciendo que mis últimas fuerzas las gastase en intentar arrancarme el virote que tenía clavado en la pierna.
El mastodonte volvió a moverse a pasmosa velocidad, recubierto con aquel haki armadura que tan temible lo hacía, colocándose a escasos centímetros de donde me encontraba para golpearme con un terrible revés, el cual hizo que me castañeasen hasta los dientes mientras salía despedido contra un muro.
Un profundo grito acompañado de saliva y sangre salió de mi boca nada más notar como un par de huesos crujían por el golpe. Llevaba demasiado tiempo siendo Logia y ya no me acordaba de cuando fue la última vez que sentí dolor por algo así y desde luego no tenía ganas de volver a repetirlo. Intenté incorporarme usando las fuerzas que me quedaban, pero la herida de mi pierna sumado al nuevo sufrimiento me hizo la tarea imposible, aunque en unos segundos tras un nuevo tirón de aquel tipo que no me daba tregua, me encontré con que despegaba del suelo durante unos instantes mientras todo se volvía borroso.
Varios quejidos más de dolor salieron inevitablemente de mi cuerpo, mientras notaba como varios de mis huesos crujían con cada golpe que aquel tipo me daba contra el suelo. Había recibido disparos, cortes y otros golpes que habían dejado fuertes huellas en mí, tanto con el sufrimiento recibido como con varias marcas en la piel, pero nunca antes algo como esto. El sentimiento era desgarrador, como si miles de agujas taladrasen mis músculos a la vez que un martillo machacaba mis huesos, arrancándome una sinfonía espeluznante de quejidos de dolor a pesar de que estaba intentando usar mi propio haki armadura para minimizar los daños.
Sentí como uno de los golpes me lo llevé en la cabeza, haciendo que todo comenzase a darme vueltas, llevándome a un peligroso mundo de tinieblas del cual no sabría si podría salir si me sumergía en él, aunque al menos en aquel estado estaba dejando de sentir más dolor del ya causado, sustituyéndolo por una sensación de vacío. Abrí los ojos buscando encontrarme con aquella luz al final del túnel de la que tanto hablaban en las historias, cuando me encontré con una situación similar pero a la vez contraria.
Sí que veía un foco de luz al final de mi campo visual, pero esta se alejaba y no se acercaba, cosa que hizo a mi cerebro magullado reaccionar. El muy bastardo tenía que haberme lanzado por uno de aquellos desfiladeros que había visto al entrar, pensando que ya estaría muerto. La verdad es que muy equivocado no estaba si pensaba eso, ya que notaba mis energías más débiles que nunca, pero la voluntad innata de todo ser vivo por sobrevivir me hizo reaccionar, haciendo que mis últimas fuerzas las gastase en intentar arrancarme el virote que tenía clavado en la pierna.
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Un segundo. Eso es el tiempo que te ha sobrado desde que has conseguido quitarte el kairouseki y pensar en que debes de soltarlo para que te deje de hacer efecto. Como un charco viscoso y espeso caes y embadurnas el fondo de esa cueva. A la vez escuchas un sonido extraño, como un quejido.
Pero la hostia, aquello está más oscuro que el sobaco de un grillo, aunque no creo que necesites la visión para guiarte y saber quién puede estar por ahí cerca, desde luego ese hedor irremediablemente vomitivo solo podría provenir de una persona.
-Q... Quie... Quién está ahí!!
Por su voz reconoces al raquítico saco de pesticida que te ha guiado hasta la cueva. Desde luego todo lo valiente que antes parecía, ahora lo estaba de acojonado. ¿Pues no lo habían llevado a los calabozos? ¿O acaso tú has llegado a ellos por arte de magia?
¡Ah! Por cierto. No paras de pincharte con tu pie derecho, parece que no solo tu pantalón se ha desgarrado, sino que tu zapato también voló. ¿Y ahora qué? No ves un pimiento y estás en una especie de calabozos con un tío que está más acojonado que una gamba en un chiringuito de playa.
Pero la hostia, aquello está más oscuro que el sobaco de un grillo, aunque no creo que necesites la visión para guiarte y saber quién puede estar por ahí cerca, desde luego ese hedor irremediablemente vomitivo solo podría provenir de una persona.
-Q... Quie... Quién está ahí!!
Por su voz reconoces al raquítico saco de pesticida que te ha guiado hasta la cueva. Desde luego todo lo valiente que antes parecía, ahora lo estaba de acojonado. ¿Pues no lo habían llevado a los calabozos? ¿O acaso tú has llegado a ellos por arte de magia?
¡Ah! Por cierto. No paras de pincharte con tu pie derecho, parece que no solo tu pantalón se ha desgarrado, sino que tu zapato también voló. ¿Y ahora qué? No ves un pimiento y estás en una especie de calabozos con un tío que está más acojonado que una gamba en un chiringuito de playa.
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El dolor del proyectil saliendo de mi carne fue aterrador a la vez que esclarecedor. Nada más sacarlo y soltarlo noté un gran alivio, justo en el momento que terminaba desparramado por los suelos. Por un momento no sabía si me había dado tiempo a activar mis poderes y por lo tanto quizás eso que notaba desparramándose por el suelo fuesen mis tripas en vez sirope, ya que mi sentido del olfato sólo captaba un olor nauseabundo. ¿Estaría funcionando mi cerebro un último segundo para que mi último viaje terminase siendo de la peor forma?¿Era una última broma cruel...?
-Q... Quie... Quién está ahí!! - dijo una voz extrañamente familiar que hizo que reaccionase cuando las pocas alertas mentales que me quedaban se activaron.
Comencé a recuperar mi forma corpórea, sintiendo como me dolían huesos y músculos que desconocía que tenía, mientras recurría a mi técnica de sanación [Manual Micaiah] para hacer más leve mi carga. Me arrinconé contra lo que parecía ser una pared de fría roca y activé la visión nocturna de mi ojo robot en busca de más información. Esperaba que no se hubiese estropeado con tanto golpe, ya que todo estaba sumido en una gran penumbra y no veía un carajo. Quería saber si tenía más compañía que aquel andrajoso que había escuchado. Él era el culpable de este embrollo... Sino fuese porque no tenía fuerzas y porque la mejor opción era intentar sacar información de él... Usaría hasta mi última gota de poder en matarlo por haberme arrastrado hasta aquí, pero como valoraba mi vida decidí optar por preguntarle e intentar sacarle información. Lo más seguro es que él estuviese igual de resentido conmigo, pero quizás lo estaba aún más con su jefe y encontraba algo de ayuda o información. Tenía cualidad para la palabra gracias a mi oficio y por qué no explotarlo. Necesitaba saber donde nos encontrábamos exactamente, quien era aquel tipo y que poderes tenía... O incluso si había alguna manera de salir de donde nos encontrábamos. Cualquier de esos detalles me darían una base sobre la que comenzar a trabajar, puesto que me negaba a desfallecer en este inmundo lugar.
-Q... Quie... Quién está ahí!! - dijo una voz extrañamente familiar que hizo que reaccionase cuando las pocas alertas mentales que me quedaban se activaron.
Comencé a recuperar mi forma corpórea, sintiendo como me dolían huesos y músculos que desconocía que tenía, mientras recurría a mi técnica de sanación [Manual Micaiah] para hacer más leve mi carga. Me arrinconé contra lo que parecía ser una pared de fría roca y activé la visión nocturna de mi ojo robot en busca de más información. Esperaba que no se hubiese estropeado con tanto golpe, ya que todo estaba sumido en una gran penumbra y no veía un carajo. Quería saber si tenía más compañía que aquel andrajoso que había escuchado. Él era el culpable de este embrollo... Sino fuese porque no tenía fuerzas y porque la mejor opción era intentar sacar información de él... Usaría hasta mi última gota de poder en matarlo por haberme arrastrado hasta aquí, pero como valoraba mi vida decidí optar por preguntarle e intentar sacarle información. Lo más seguro es que él estuviese igual de resentido conmigo, pero quizás lo estaba aún más con su jefe y encontraba algo de ayuda o información. Tenía cualidad para la palabra gracias a mi oficio y por qué no explotarlo. Necesitaba saber donde nos encontrábamos exactamente, quien era aquel tipo y que poderes tenía... O incluso si había alguna manera de salir de donde nos encontrábamos. Cualquier de esos detalles me darían una base sobre la que comenzar a trabajar, puesto que me negaba a desfallecer en este inmundo lugar.
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Al parecer tu palabrería no es tan buena como crees, pues ni siquiera parece haber escuchado más que el tono de tu voz.
-¿Eres el chico ese que traje? Oye, por favor, tienes que ayudarme -parece estar buscándote, pero no ve un pijo, te de la sensación que se queda olisqueando y de pronto encuentra tu rastro y se acerca. Se le ve desesperado-. No quería hacer eso, pero no me quedaba otra opción, este hombre me extorsiona, yo antes era un hombre influente en el pueblo, sabes? Podría ayudarte a huir si me ayudas...
Bla, bla bla... No para de hablar de que te ayudará si le ayudas, que si él no sabía lo que hacía, que si le pusieron una pistola en la cabeza... Realmente parece desesperado por algo, si es verdad o mentira ya es otra cosa. Eso si, no para de decir que estáis en peligro y que por favor le ayudes, que hará lo que sea si sobrevive a eso.
De pronto notas con esa maravillosa visión, cierto movimiento extraño. Hay algo moviéndose en la oscuridad, una especie de criatura arácnida de un tamaño considerable. En ese momento te sorprende sus palabras.
-Pero hay que irse rápido, si nos encuentra la araña estamos acabados.
Justo te das cuenta que os mira fijamente. Si tuviese lengua la verías relamerse incluso. En fin, algo me dice que sus intenciones no son las mejores, y te toca salir por patas o cargártela.
¡Ah! La pierna te duele, por eso del agujero y tal. Podrías correr, pero no mejor que el Dr. House.
-¿Eres el chico ese que traje? Oye, por favor, tienes que ayudarme -parece estar buscándote, pero no ve un pijo, te de la sensación que se queda olisqueando y de pronto encuentra tu rastro y se acerca. Se le ve desesperado-. No quería hacer eso, pero no me quedaba otra opción, este hombre me extorsiona, yo antes era un hombre influente en el pueblo, sabes? Podría ayudarte a huir si me ayudas...
Bla, bla bla... No para de hablar de que te ayudará si le ayudas, que si él no sabía lo que hacía, que si le pusieron una pistola en la cabeza... Realmente parece desesperado por algo, si es verdad o mentira ya es otra cosa. Eso si, no para de decir que estáis en peligro y que por favor le ayudes, que hará lo que sea si sobrevive a eso.
De pronto notas con esa maravillosa visión, cierto movimiento extraño. Hay algo moviéndose en la oscuridad, una especie de criatura arácnida de un tamaño considerable. En ese momento te sorprende sus palabras.
-Pero hay que irse rápido, si nos encuentra la araña estamos acabados.
Justo te das cuenta que os mira fijamente. Si tuviese lengua la verías relamerse incluso. En fin, algo me dice que sus intenciones no son las mejores, y te toca salir por patas o cargártela.
¡Ah! La pierna te duele, por eso del agujero y tal. Podrías correr, pero no mejor que el Dr. House.
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Debía estar demasiado dolorido o conmocionado, ya que cuando pregunté a aquel asqueroso tipo para sacarle cualquier tipo de información, sólo pude proferir una verborrea inteligible. Intenté relajarme y poner mis ideas en orden para no cometer el mismo fallo, pero parecía que aquel tipo había reconocido mi voz y comenzó a buscarme a tientas.
Podía verlo claramente gracias a mi implante ciborg. Nunca me arrepentiré de haberme colocado este cacharro, me había sido útil en múltiples ocasiones y ahora estaba dándome la vida. Me daba una gran ventaja sobre aquel tipo al que me entraron ganas de reventar mientras oía sus torpes excusas. No me creía nada de lo que estaba diciendo, pero lo necesitaba si quería salir de allí. Además de que sus últimas palabras me alertaron y me hicieron ver una gran silueta de lo más peculiar deambulando por nuestros alrededores.
Claramente parecía una araña como bien había dicho mi acompañante y esta no tenía buena intenciones. El tipo hablaba de huir, pero esa opción no la veía viable. Nos encontrábamos en una sala sin salida, ya que no me encontraba en cualidades de realizar el Geppou y salir por donde había llegado. Por otro lado cabía la posibilidad de que pudiese adherirme a las paredes si la superficie me lo permitía, pero dudaba que en estado líquido fuese más rápido que aquel ser. Mi cabeza discurría varias posibilidades con las opciones que tenía, incluso usar al delincuente como cebo mientras intentaba pasar desapercibido o incluso intentar matarla directamente dejando de lado mi amor hacia los animales dada mi situación.
Todo sonaba demasiado loco o con pocas posibilidades de éxito por mucho que intentaba exprimir las milésimas de segundo de las que disponía, asique opté por seguir mi instinto y dejarme llevar como tantas otras veces había hecho. Cierto era que pocas veces me salían las cosas como yo quería en esas situaciones, pero nunca había que perder la esencia de uno mismo.
- Mantente callado y no te muevas - susurré al tipo en un tono calmado mientras me ponía en pie lentamente aguantando el dolor que sentía en la pierna herida, al igual que una mueca por el frío en el pie que tenía descalzo.
Comencé a generar una gran bola de sirope en una de mis manos, del tamaño de una pelota emulando su forma, para lanzársela rodando por el suelo en dirección a la supuesta araña. Había decidido que no quería dañarla si no era necesario, no podía evitar recordar a todas mis mascotas y todo el cariño que daban. Seguramente sólo tuviese hambre y podía intentar usar mis dotes de domador para intentar apaciguarla. Con un poco de suerte no tendría que usar ninguna de mis habilidades contra ella, quizás fuese él, pero por si acaso me mantuve en alerta a cada movimiento del animal.
Podía verlo claramente gracias a mi implante ciborg. Nunca me arrepentiré de haberme colocado este cacharro, me había sido útil en múltiples ocasiones y ahora estaba dándome la vida. Me daba una gran ventaja sobre aquel tipo al que me entraron ganas de reventar mientras oía sus torpes excusas. No me creía nada de lo que estaba diciendo, pero lo necesitaba si quería salir de allí. Además de que sus últimas palabras me alertaron y me hicieron ver una gran silueta de lo más peculiar deambulando por nuestros alrededores.
Claramente parecía una araña como bien había dicho mi acompañante y esta no tenía buena intenciones. El tipo hablaba de huir, pero esa opción no la veía viable. Nos encontrábamos en una sala sin salida, ya que no me encontraba en cualidades de realizar el Geppou y salir por donde había llegado. Por otro lado cabía la posibilidad de que pudiese adherirme a las paredes si la superficie me lo permitía, pero dudaba que en estado líquido fuese más rápido que aquel ser. Mi cabeza discurría varias posibilidades con las opciones que tenía, incluso usar al delincuente como cebo mientras intentaba pasar desapercibido o incluso intentar matarla directamente dejando de lado mi amor hacia los animales dada mi situación.
Todo sonaba demasiado loco o con pocas posibilidades de éxito por mucho que intentaba exprimir las milésimas de segundo de las que disponía, asique opté por seguir mi instinto y dejarme llevar como tantas otras veces había hecho. Cierto era que pocas veces me salían las cosas como yo quería en esas situaciones, pero nunca había que perder la esencia de uno mismo.
- Mantente callado y no te muevas - susurré al tipo en un tono calmado mientras me ponía en pie lentamente aguantando el dolor que sentía en la pierna herida, al igual que una mueca por el frío en el pie que tenía descalzo.
Comencé a generar una gran bola de sirope en una de mis manos, del tamaño de una pelota emulando su forma, para lanzársela rodando por el suelo en dirección a la supuesta araña. Había decidido que no quería dañarla si no era necesario, no podía evitar recordar a todas mis mascotas y todo el cariño que daban. Seguramente sólo tuviese hambre y podía intentar usar mis dotes de domador para intentar apaciguarla. Con un poco de suerte no tendría que usar ninguna de mis habilidades contra ella, quizás fuese él, pero por si acaso me mantuve en alerta a cada movimiento del animal.
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Enhorabuena, la araña parece entretenerse con esa pedazo de pelotita de Sirope, con eso por lo menos la tendrás entretenida unos minutos si no llamáis mucho la atención. El otro no abre la boca, está más acojonado que nada, pues ahora se escucha el movimiento de la araña tratando de comerse esa pelota dulce. ¿Tratas de escapar? ¿Te la juegas e intentas domarla? La decisión es tuya, tienes unos minutos antes de que se pueda cansar de la pelota. Pueden ser uno, pueden ser veinte... Eso jamás lo sabremos tal vez.
- Spoiler:
- No te pongo más moderación por que no has hecho nada más que tirar esa pelotita de sirope.
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Parecía que la actitud del tipo había cambiado radicalmente de cuando nos habíamos conocido, ya que su interminable verborrea con la que se había presentado al inicio de nuestro encuentro había desaparecido. Mostró una actitud completamente sumisa, manteniéndose en silencio y sin mover ni un solo músculo de su cochambroso cuerpo. Eso me facilitó la tarea de vigilar a aquel animal tan magnífico a la par que aterrador.
Gracias a la visión nocturna de mi ojo robot podía observar como la araña se había acercado curiosa a la bola de sirope, tanteándola primero con sus patas delanteras. En cualquier otra ocasión me hubiese encantado quedarme a estudiar aquel magnífico ser, incluso de tratar de simpatizar con él y hacerle un hueco entre mis compañeros, pero no era ni mucho menos el momento.
El dolor de la pierna era algo incesante, haciendo que una sensación de incomodidad e inseguridad por la falta de libertad de movimientos parase mi vena amante de los animales. La situación no era propicia para andar encariñándome del bicho, aunque mi estúpida mente ya imaginaba que nombre ponerle... Tendría que averiguar si es macho o hembra para terminar de decidirme.
-¡Joder, Tobías! Contrólate - pensé auto recriminándome.
Respiré un segundo profundamente, serenándome, y comencé a andar sin hacer movimientos bruscos para no llamar la atención del animal. Tampoco es que estuviese para dar un sprint, pero no era buena idea llamar su atención ahora que estaba entretenida con la pelota de sirope, así que tras agarrar al tipo para que anduviese a mi mismo ritmo avancé por la gruta que abría ante nosotros en la piedra. Si notaba que el animal reanudaba la marcha otra vez a por nosotros, intentaría la misma técnica y le dejaría pequeños bocados de sirope con los que entretenerse hasta que encontrásemos un lugar donde escondernos o por donde poder escapar. Y eso que el día se planteaba tranquilo.
Gracias a la visión nocturna de mi ojo robot podía observar como la araña se había acercado curiosa a la bola de sirope, tanteándola primero con sus patas delanteras. En cualquier otra ocasión me hubiese encantado quedarme a estudiar aquel magnífico ser, incluso de tratar de simpatizar con él y hacerle un hueco entre mis compañeros, pero no era ni mucho menos el momento.
El dolor de la pierna era algo incesante, haciendo que una sensación de incomodidad e inseguridad por la falta de libertad de movimientos parase mi vena amante de los animales. La situación no era propicia para andar encariñándome del bicho, aunque mi estúpida mente ya imaginaba que nombre ponerle... Tendría que averiguar si es macho o hembra para terminar de decidirme.
-¡Joder, Tobías! Contrólate - pensé auto recriminándome.
Respiré un segundo profundamente, serenándome, y comencé a andar sin hacer movimientos bruscos para no llamar la atención del animal. Tampoco es que estuviese para dar un sprint, pero no era buena idea llamar su atención ahora que estaba entretenida con la pelota de sirope, así que tras agarrar al tipo para que anduviese a mi mismo ritmo avancé por la gruta que abría ante nosotros en la piedra. Si notaba que el animal reanudaba la marcha otra vez a por nosotros, intentaría la misma técnica y le dejaría pequeños bocados de sirope con los que entretenerse hasta que encontrásemos un lugar donde escondernos o por donde poder escapar. Y eso que el día se planteaba tranquilo.
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Aquella gran y enorme serpiente está entretenida y os ignora por completo durante un rato. Agarras al tipo apestoso, sientes como si tu mano se quedase pegada en mugre nada más tocarle, a él parece que le da un espasmo en cuanto tu mano le toca, suelta un pequeño gritito de susto que parece no llamar la atención de esa araña, parece que por lo menos algo de suerte has tenido.
Os vais moviendo y, cuando os alejáis alcanzas a divisar una pequeña gruta en la pared, lo suficientemente grande como para que podáis entrar vosotros, pero la araña no podría meter más que las patas. Podría ser vuestra opción de esconderos hasta que pase el peligro, podría ser una ruta de escape... Lo único que ves al acercarte es que va hacia adelante, y parece bastante profunda, por lo menos a la araña la podríais despistar si vais con cuidado.
Ese tipo está aterrado, notas tu mano pegada a él y si tuviera cascabeles ahora mismo estaría montando ahí la fiesta él solo. Desde luego no es que esté para robar panderetas, incluso le cuesta moverse.
Os vais moviendo y, cuando os alejáis alcanzas a divisar una pequeña gruta en la pared, lo suficientemente grande como para que podáis entrar vosotros, pero la araña no podría meter más que las patas. Podría ser vuestra opción de esconderos hasta que pase el peligro, podría ser una ruta de escape... Lo único que ves al acercarte es que va hacia adelante, y parece bastante profunda, por lo menos a la araña la podríais despistar si vais con cuidado.
Ese tipo está aterrado, notas tu mano pegada a él y si tuviera cascabeles ahora mismo estaría montando ahí la fiesta él solo. Desde luego no es que esté para robar panderetas, incluso le cuesta moverse.
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Una mueca de asco cruzó mi rostro al notar que los dedos se me pegaban al agarrar a mi apestoso compañero, llegando a replantearme el plan por un segundo. ¿Cómo podía montar escándalo en una situación así? Seguramente hasta la araña fuese mejor acompañante que el delincuente en mi situación, mínimo parecía más limpia a pesar de vivir en una cueva, pero no había tiempo para ese tipo de escrúpulos ni para echárselo de comer al animal. Aún lo necesitaba y por eso tras apremiarlo a que caminase por fin avanzamos.
El camino fue tortuoso. La pierna no dejaba de molestarme a cada paso que daba por el empedrado suelo y temía que estuviésemos adentrándonos en un gruta sin salida. Podríamos estar gastando unas energías que a lo mejor necesitaríamos más adelante si al final necesitábamos enfrentar al animal, bueno, visto lo visto para luchar yo contra él, ya que dudaba que mi nauseabundo amigo fuese de ayuda con la araña. Seguramente echaría a correr o se mearía encima en vez de luchar hasta el final, pero que podía esperar de alguien de su calaña. Suerte tenía de que necesitase información de él, suerte tenía de que aún cojeaba y lo necesitaba como apoyo momentáneo y más suerte tuvo, y yo con él, cuando nos cruzamos con una grieta lo suficientemente grande para que entrásemos los dos y nuestra "pequeña" amiga no. Desde luego no sabía o no recordaba el nombre del delincuente, pero de momento lo llamaría "El Suertes".
- Espera aquí un momento - susurré al suertudo mientras me adelantaba unos cuantos metros para hacer una cosa.
Generé una vez más otra bola de sirope y la lancé hacia delante. Si el animal iba siguiendo el rastro del dulce quizás conseguía desviarla de nuestra trayectoria si doblábamos nuestro rastro. Una vez me aseguré de que estaba lo suficientemente lejos me acerqué al Suertes y lo empujé al interior de la grieta que había visto. Bendita visión nocturna. El lugar era bastante angosto y pasábamos de milagro, pero parecía que era lo suficiente profundo para que pudiese albergar alguna esperanza en él. También podía ser una encerrona por completo, pero al menos estaríamos alejados del animal con "suerte".
El camino fue tortuoso. La pierna no dejaba de molestarme a cada paso que daba por el empedrado suelo y temía que estuviésemos adentrándonos en un gruta sin salida. Podríamos estar gastando unas energías que a lo mejor necesitaríamos más adelante si al final necesitábamos enfrentar al animal, bueno, visto lo visto para luchar yo contra él, ya que dudaba que mi nauseabundo amigo fuese de ayuda con la araña. Seguramente echaría a correr o se mearía encima en vez de luchar hasta el final, pero que podía esperar de alguien de su calaña. Suerte tenía de que necesitase información de él, suerte tenía de que aún cojeaba y lo necesitaba como apoyo momentáneo y más suerte tuvo, y yo con él, cuando nos cruzamos con una grieta lo suficientemente grande para que entrásemos los dos y nuestra "pequeña" amiga no. Desde luego no sabía o no recordaba el nombre del delincuente, pero de momento lo llamaría "El Suertes".
- Espera aquí un momento - susurré al suertudo mientras me adelantaba unos cuantos metros para hacer una cosa.
Generé una vez más otra bola de sirope y la lancé hacia delante. Si el animal iba siguiendo el rastro del dulce quizás conseguía desviarla de nuestra trayectoria si doblábamos nuestro rastro. Una vez me aseguré de que estaba lo suficientemente lejos me acerqué al Suertes y lo empujé al interior de la grieta que había visto. Bendita visión nocturna. El lugar era bastante angosto y pasábamos de milagro, pero parecía que era lo suficiente profundo para que pudiese albergar alguna esperanza en él. También podía ser una encerrona por completo, pero al menos estaríamos alejados del animal con "suerte".
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Tiras la pelota y entras en la gruta empujando a ese tipo. Cada vez te parece más frágil y acojonado, ya ni siquiera habla, solo tiembla, y ves sus ojos abiertos como platos, aunque no ve un pijo.
Dentro de la gruta vais avanzando, parece meterse en lo profundo de la roca y poco a poco va ensanchándose. Al final te parece divisar algo de luz, una estancia circular se ha abierto y desde el techo, aproximadamente a unos doscientos metros de altura, puedes ver que los rayos del sol entran por una pequeña rendija. Ante la tenue luz, ese hombre parece animarse un poco y entra en euforia.
-Lo has conseguido, has conseguido que nos libremos de la araña, y por allí arriba podremos salir.
Se le ve esperanzado y te mira con profundo agradecimiento, dará puto asco ese tipo, pero sabe ser agradecido. De pronto se fija en tu herida en la pierna y se lleva la mano al bolsillo, sacando una... cosa, realmente a saber qué diantres puede parecer eso, pero te lo tiende.
-Estás herido, te debo la vida, por favor, esto puede darte asco, pero puede curarte si te lo pones en esa herida. Verás como en un santiamén podrás volver a andar con normalidad.
Depende de tí fiarte o no... Por cierto, dice que por la rendija podéis escapar, aunque no parece estar muy abierta, tal vez no quepáis. Por otro lado... ¿Le dejarás marcharse ya o le intentarás sonsacar información?
Dentro de la gruta vais avanzando, parece meterse en lo profundo de la roca y poco a poco va ensanchándose. Al final te parece divisar algo de luz, una estancia circular se ha abierto y desde el techo, aproximadamente a unos doscientos metros de altura, puedes ver que los rayos del sol entran por una pequeña rendija. Ante la tenue luz, ese hombre parece animarse un poco y entra en euforia.
-Lo has conseguido, has conseguido que nos libremos de la araña, y por allí arriba podremos salir.
Se le ve esperanzado y te mira con profundo agradecimiento, dará puto asco ese tipo, pero sabe ser agradecido. De pronto se fija en tu herida en la pierna y se lleva la mano al bolsillo, sacando una... cosa, realmente a saber qué diantres puede parecer eso, pero te lo tiende.
-Estás herido, te debo la vida, por favor, esto puede darte asco, pero puede curarte si te lo pones en esa herida. Verás como en un santiamén podrás volver a andar con normalidad.
Depende de tí fiarte o no... Por cierto, dice que por la rendija podéis escapar, aunque no parece estar muy abierta, tal vez no quepáis. Por otro lado... ¿Le dejarás marcharse ya o le intentarás sonsacar información?
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Avanzamos a trompicones por la oscura grieta hasta que esta comenzó a ensancharse y el trayecto fue haciéndose más cómodo según la sensación de claustrofobia iba desapareciendo, incluso se notaba que el mugroso delincuente mejoraba su carácter cuando la luz comenzó a hacerse patente, pudiendo así desactivar la función visión nocturna de mi ojo robot.
El tipo enseguida perdió su mutismo y comenzó a emocionarse mientras señalaba una especie de reja a una altura considerable. Parecía que se tratase de otra persona ahora que se sentía seguro y aseguraba que saldríamos de allí por aquella rendija. Yo tenía mis dudas al respecto, ya que aún me dolía la pierna como para usar el Geppou y subir, al igual que dudaba si de podría pegarme a aquella superficie para subir en mi forma líquida. Debía pensar algo para solucionar alguno de esos problemas, cuando una vez más el tipo volvió hablar mientras me tendía algo que acababa de sacarse del bolsillo. -¿Qué mierdas será esto? -pensé desconfiado a la vez que tendía mi mano tapada por la manga de mi yukata para recoger lo que me daba y observarlo detenidamente. No pensaba aplicarme eso sobre una herida abierta. Mi desconfianza natural sumado a que el delincuente minutos atrás había querido matarme me lo impedían... Pero aún debía representar parte de mi papel.
- Gracias, pero de momento aguanto. Solo necesito sentarme un poco - dije tranquilamente mientras efectivamente me sentaba en el empedrado suelo. - Aún no sé como quieres que lleguemos ahí arriba y creo que puedes agradecerme lo de la araña de otra forma. Quiero que me cuentes todo lo que sabes de ese asqueroso que nos ha lanzado a morir aquí. Luego ya veremos como subimos - dije mirando fijamente al mugroso.
No pensaba perder la oportunidad de averiguar todo lo posible sobre aquel matón. Era peligroso que alguien de esa categoría anduviese suelto haciendo de la suyas y más teniendo en su posesión kairoseki. Ese material es más que preciado para el gobierno mundial y es un problema que gente como esa lo posea... Aunque para detenerlo tenía que salir de aquí.
El tipo enseguida perdió su mutismo y comenzó a emocionarse mientras señalaba una especie de reja a una altura considerable. Parecía que se tratase de otra persona ahora que se sentía seguro y aseguraba que saldríamos de allí por aquella rendija. Yo tenía mis dudas al respecto, ya que aún me dolía la pierna como para usar el Geppou y subir, al igual que dudaba si de podría pegarme a aquella superficie para subir en mi forma líquida. Debía pensar algo para solucionar alguno de esos problemas, cuando una vez más el tipo volvió hablar mientras me tendía algo que acababa de sacarse del bolsillo. -¿Qué mierdas será esto? -pensé desconfiado a la vez que tendía mi mano tapada por la manga de mi yukata para recoger lo que me daba y observarlo detenidamente. No pensaba aplicarme eso sobre una herida abierta. Mi desconfianza natural sumado a que el delincuente minutos atrás había querido matarme me lo impedían... Pero aún debía representar parte de mi papel.
- Gracias, pero de momento aguanto. Solo necesito sentarme un poco - dije tranquilamente mientras efectivamente me sentaba en el empedrado suelo. - Aún no sé como quieres que lleguemos ahí arriba y creo que puedes agradecerme lo de la araña de otra forma. Quiero que me cuentes todo lo que sabes de ese asqueroso que nos ha lanzado a morir aquí. Luego ya veremos como subimos - dije mirando fijamente al mugroso.
No pensaba perder la oportunidad de averiguar todo lo posible sobre aquel matón. Era peligroso que alguien de esa categoría anduviese suelto haciendo de la suyas y más teniendo en su posesión kairoseki. Ese material es más que preciado para el gobierno mundial y es un problema que gente como esa lo posea... Aunque para detenerlo tenía que salir de aquí.
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El tipo, en cuanto le nombras al mastodonte, cambia su rostro, como si hubiese olvidado de su existencia. Comienzas a verle abatido, como si toda esperanza se hubiera perdido. Se comienza a hacer hacia atrás, como asustado de nuevo. En cuanto choca contra la pared se deja caer hasta quedar sentado.
-Es cierto, lo había olvidado... Jamás podremos escapar de él, tiene un poder increíble, es un tipo inmortal. Hagas lo que hagas, no podrás golpearle, y es muy ágil para su aspecto. Tendrías que ser capaz de darle con la fuerza de un mazo tan grande como él para causarle algún tipo de dolor, y un mazo bien duro, sino será en vano... Oye, tú pareces un tipo fuerte. ¿No podrías hacer algo contra él?
Joder, ya da hasta penica el pobre. O está realmente acojonado o es un actor de puta madre. ¿Tanto miedo puede dar ese pedazo de mastodonte que te vapuleó con una facilidad pasmosa? En fin, qué cosas tiene la vida.
-Es cierto, lo había olvidado... Jamás podremos escapar de él, tiene un poder increíble, es un tipo inmortal. Hagas lo que hagas, no podrás golpearle, y es muy ágil para su aspecto. Tendrías que ser capaz de darle con la fuerza de un mazo tan grande como él para causarle algún tipo de dolor, y un mazo bien duro, sino será en vano... Oye, tú pareces un tipo fuerte. ¿No podrías hacer algo contra él?
Joder, ya da hasta penica el pobre. O está realmente acojonado o es un actor de puta madre. ¿Tanto miedo puede dar ese pedazo de mastodonte que te vapuleó con una facilidad pasmosa? En fin, qué cosas tiene la vida.
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El buen carácter del mugroso volvió a esfumarse igual de rápido que vino. La simple mención del mastodonte consiguió amilanarlo de nuevo, aunque escuchando sus palabras casi me ocurre lo mismo y me dejo llevar por su pesimismo... Y es que no era para menos. Veía mis capacidades muy lejos de poder herir a aquel tipo, ya que aún no sabía endurecer mi sirope más allá de cuando usaba el Sweet Shot... El simple repaso mental sobre mis habilidades me acaba de ocasionar una respuesta ¿Y si ahí residía el truco?
- Siendo sinceros... Solo puedo elucubrar sobre el tema - dije entre dientes mientas me colocaba en pie ayudándome de la pared de la gruta. Tenía que concentrarme y mejorar mis habilidades si quería salir con vida de esta. - ¿Sabes exactamente hacia donde va ese hueco? - pregunté para mantenerlo entretenido y que no se viniese abajo.
Me coloqué en el centro de la estancia y comencé a preparar mi técnica para lanzar sirope como si fuesen balas, pero esta vez mantuve el material que estaba generando en la punta de uno de mis dedos y comencé a aumentar la cantidad que había en este de forma paulatina manteniendo la consistencia que caracterizaba al ataque. Exigía una enorme concentración, pero tras unos minutos lo que había comenzado siendo una pequeña gota terminó convirtiéndose en una especie de lanza de tono parduzco. No era el mazo que el mugroso aseguraba que iba a necesitar para abatir al tipo, pero quería comprobar si a mitad de camino aún se mantenía la dureza de lo que había creado... Tampoco quería realizar un gasto inútil de energías creando algo con tres veces más de sirope, así que primero realizaría una prueba a menor escala. Debía de asegurarme antes de jugarme la vida una vez más, por lo que lancé la "lanza" contra una de las paredes con todo el empuje que mi poder me permitía.
- Siendo sinceros... Solo puedo elucubrar sobre el tema - dije entre dientes mientas me colocaba en pie ayudándome de la pared de la gruta. Tenía que concentrarme y mejorar mis habilidades si quería salir con vida de esta. - ¿Sabes exactamente hacia donde va ese hueco? - pregunté para mantenerlo entretenido y que no se viniese abajo.
Me coloqué en el centro de la estancia y comencé a preparar mi técnica para lanzar sirope como si fuesen balas, pero esta vez mantuve el material que estaba generando en la punta de uno de mis dedos y comencé a aumentar la cantidad que había en este de forma paulatina manteniendo la consistencia que caracterizaba al ataque. Exigía una enorme concentración, pero tras unos minutos lo que había comenzado siendo una pequeña gota terminó convirtiéndose en una especie de lanza de tono parduzco. No era el mazo que el mugroso aseguraba que iba a necesitar para abatir al tipo, pero quería comprobar si a mitad de camino aún se mantenía la dureza de lo que había creado... Tampoco quería realizar un gasto inútil de energías creando algo con tres veces más de sirope, así que primero realizaría una prueba a menor escala. Debía de asegurarme antes de jugarme la vida una vez más, por lo que lancé la "lanza" contra una de las paredes con todo el empuje que mi poder me permitía.
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La lanza se estrella contra la pared y se quiebra, pero no la pared, la lanza. Se ve que has conseguido endurecerla un poco, pero simplemente lo suficiente para que mantener la lanza consistente y que no se descuajeringue... Eso si, al caer al suelo se queda como pequeños charquitos de Sirope. Eso tiene pinta de que te va a costar algo más.
El tipo ese se te queda mirando con una pequeña sonrisa.
-Sabía que eras un usuario de logia. ¿Pero de qué tipo? No se que es eso, aunque huele demasiado dulce y apetecible -escuchas su estómago rugir cual león hambriento-. Si puedes volver eso duro como la propia roca, podrás llegar a él... Pero no te confíes. Tiene muchos soldados manipulados por el miedo. Y no tienes mucho tiempo, creo que estaba pensando reclamar la isla para él. Tiene el pueblo atemorizado y se va a aprovechar de eso.
Nuevamente parece que te está dando alguna pista, aunque eso no es bueno, solo te indica que tienes un tiempo limitado, por lo menos si quieres salvar al pueblo de ese gordaco cabrón. De pronto notas como que vas teniendo algo de gusa, como que se te ha pegado el rugir de tripas de ese tipo. ¿Cómo diablos saldréis de ahí? Tú podrías salir con mayor facilidad... ¿pero vas a dejar al mugroso morirse ahí? Pobrecito, ¿no? Si hasta te ha ayudado. No seas mala gente... O si, tú mismo.
El tipo ese se te queda mirando con una pequeña sonrisa.
-Sabía que eras un usuario de logia. ¿Pero de qué tipo? No se que es eso, aunque huele demasiado dulce y apetecible -escuchas su estómago rugir cual león hambriento-. Si puedes volver eso duro como la propia roca, podrás llegar a él... Pero no te confíes. Tiene muchos soldados manipulados por el miedo. Y no tienes mucho tiempo, creo que estaba pensando reclamar la isla para él. Tiene el pueblo atemorizado y se va a aprovechar de eso.
Nuevamente parece que te está dando alguna pista, aunque eso no es bueno, solo te indica que tienes un tiempo limitado, por lo menos si quieres salvar al pueblo de ese gordaco cabrón. De pronto notas como que vas teniendo algo de gusa, como que se te ha pegado el rugir de tripas de ese tipo. ¿Cómo diablos saldréis de ahí? Tú podrías salir con mayor facilidad... ¿pero vas a dejar al mugroso morirse ahí? Pobrecito, ¿no? Si hasta te ha ayudado. No seas mala gente... O si, tú mismo.
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-¡Insuficiente! - espeté asqueado viendo como el arma de sirope se quebraba.
Había conseguido lanzarla con bastante fuerza, pero la resistencia del material solo había mejorado un poco. Tampoco podía esperar gran cosa del primer intento, aunque tampoco tenía demasiado tiempo para experimentar por lo que mi acompañante decía. A las malas había pensado en escabullirme e informar a la agencia para que viniese un grupo más grande. La situación me venía demasiado grande para mis cualidades, pero por desgracia según el esbirro no iba a tener otra opción. El tipo estaba dispuesto a reclamar la isla para sí mismo en un periodo corto de tiempo y cada minuto que pasaba podía ser el comienzo del asalto. Había llegado el momento de la verdad y decidir si arriesgar mi vida a pesar de que no las tenía todas conmigo o si marcharme y dejarlo en manos de mis superiores y que ellos se las apañasen con lo que sucediese en este lugar... Decisiones y más decisiones... Y encima para colmo las tripas comenzaban a corear pidiendo sustento.
- Ahora el tipo de usuario que yo sea no importa. Tú sigue contándome cada detalle que se te ocurra sobre la invasión... Que yo voy a probar otra cosa. - dije al tipo ignorando el apetito que tenía.
Me levanté y fui cojeando hacia la pared más cercana para una vez transformarme en sirope comenzar a subir por la pared. Si esta era demasiado resbaladiza o cualquier otra cosa que me impidiese ascender así, haría un esfuerzo y usaría el Geppou como buenamente pudiese para ir cogiendo altura. La luz de la rendija prometía un día alejado de delincuentes rebeldes y de compañías apestosas, haciendo que cada metro que ascendía una de las decisiones fuese más apetecible que ninguna... Pero por desgracia para mí salud tenía una moralidad que me impedía escaparme de todo esto. El día que me uní al CP decidí que no toleraría más abusos. Ni sobre mi persona, ni sobre nadie que pudiese intentar proteger. Además había encontrado gente por la que no podía fallar... Un retazo de todos ellos vinieron a mi mente cuando cerré los ojos mientras terminaba de coger la altura que deseaba y comenzaba a generar sirope una vez más. Pensando en todos ellos y por lo que luchaba... Concentré mis esfuerzos y energía en todo lo que el mugroso decía y en todo lo que sentía, hasta que noté que ya estaba listo y que si seguía lo que tenía entre manos se descontrolaría.
Cuando abrí los ojos vi justo lo que quería. Un enorme mazo de guerra de sirope se encontraba ahí. En él iban puestos todos mis sentimientos... Era hora de comprobar si estos podían ser tan duros "como la roca". Me dejé caer llevándome conmigo todo aquella masa de sirope endurecido mientras gritaba con un fuerte alarido a la vez que canalizaba mi energía por el arma. Nunca antes había probado a dejar fluir mi propia energía por dicho elemento y era hora de probar.
- ¡Aparta! - fue mi único aviso para el tipo un par de segundos antes de caer al suelo y descargar un golpe con el arma gigante. Yo nada más tocar el suelo me deshice en sirope, pero rápidamente intenté recomponerme para ver el resultado una vez más. No iba a marcharme sin luchar. Debía hacer honor al gobierno a los CW.
Había conseguido lanzarla con bastante fuerza, pero la resistencia del material solo había mejorado un poco. Tampoco podía esperar gran cosa del primer intento, aunque tampoco tenía demasiado tiempo para experimentar por lo que mi acompañante decía. A las malas había pensado en escabullirme e informar a la agencia para que viniese un grupo más grande. La situación me venía demasiado grande para mis cualidades, pero por desgracia según el esbirro no iba a tener otra opción. El tipo estaba dispuesto a reclamar la isla para sí mismo en un periodo corto de tiempo y cada minuto que pasaba podía ser el comienzo del asalto. Había llegado el momento de la verdad y decidir si arriesgar mi vida a pesar de que no las tenía todas conmigo o si marcharme y dejarlo en manos de mis superiores y que ellos se las apañasen con lo que sucediese en este lugar... Decisiones y más decisiones... Y encima para colmo las tripas comenzaban a corear pidiendo sustento.
- Ahora el tipo de usuario que yo sea no importa. Tú sigue contándome cada detalle que se te ocurra sobre la invasión... Que yo voy a probar otra cosa. - dije al tipo ignorando el apetito que tenía.
Me levanté y fui cojeando hacia la pared más cercana para una vez transformarme en sirope comenzar a subir por la pared. Si esta era demasiado resbaladiza o cualquier otra cosa que me impidiese ascender así, haría un esfuerzo y usaría el Geppou como buenamente pudiese para ir cogiendo altura. La luz de la rendija prometía un día alejado de delincuentes rebeldes y de compañías apestosas, haciendo que cada metro que ascendía una de las decisiones fuese más apetecible que ninguna... Pero por desgracia para mí salud tenía una moralidad que me impedía escaparme de todo esto. El día que me uní al CP decidí que no toleraría más abusos. Ni sobre mi persona, ni sobre nadie que pudiese intentar proteger. Además había encontrado gente por la que no podía fallar... Un retazo de todos ellos vinieron a mi mente cuando cerré los ojos mientras terminaba de coger la altura que deseaba y comenzaba a generar sirope una vez más. Pensando en todos ellos y por lo que luchaba... Concentré mis esfuerzos y energía en todo lo que el mugroso decía y en todo lo que sentía, hasta que noté que ya estaba listo y que si seguía lo que tenía entre manos se descontrolaría.
Cuando abrí los ojos vi justo lo que quería. Un enorme mazo de guerra de sirope se encontraba ahí. En él iban puestos todos mis sentimientos... Era hora de comprobar si estos podían ser tan duros "como la roca". Me dejé caer llevándome conmigo todo aquella masa de sirope endurecido mientras gritaba con un fuerte alarido a la vez que canalizaba mi energía por el arma. Nunca antes había probado a dejar fluir mi propia energía por dicho elemento y era hora de probar.
- ¡Aparta! - fue mi único aviso para el tipo un par de segundos antes de caer al suelo y descargar un golpe con el arma gigante. Yo nada más tocar el suelo me deshice en sirope, pero rápidamente intenté recomponerme para ver el resultado una vez más. No iba a marcharme sin luchar. Debía hacer honor al gobierno a los CW.
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Golpeas en el suelo y un fuerte estruendo suena, el terreno se queda ligeramente agrietado, pero de momento no te das cuenta de eso, pues todo el sirope se ha quedado hecho un charco al instante del golpe. Parece que la idea la tienes clara, pero te falta un poco de... Algo para tener la técnica. Miras hacia los lados pero no ves al apestoso. De pronto lo ves levantarse del charco que has hecho de Sirope. ¿Tan grande era ese charco? No lo parecía al principio. Por cierto, ahora no huele tan mal, parece que el baño de sirope le ha limpiado un poco la mugre.
-Vaya. ¿Qué diablos ha sido eso? -se muestra asombrado- Con algo así podrías derrotarle. Has dejado el suelo machacado... Pero necesitarás aguantarlo más tiempo endurecido, sino solo podrás darle un golpe. Y no creo que te deje muchas oportunidades para sacar tanto de... -se lame la cara que la tiene repleta de tu sirope- ¿Sirope? ¿Esto es sirope?
Empieza a lamerse las manos, parece que le gusta tu sabor... O por lo menos el de tu sirope. O lo haces mu rico o bien está tan hambriento que le da todo igual. Y hablando de eso. Tus tripas comienzan a rugir, escuchas a la lejanía el chillido de la pequeña araña que habéis dejado atrás. Parece que ha encontrado vuestra posición, aunque es complicado que llegue allí... Se supone.
¡Ah! Notas que el hambre te está dejando sin fuerzas. Mucho esfuerzo y energías gastadas y tú sin reponer fuerzas... Te parecerá bonito.
-Vaya. ¿Qué diablos ha sido eso? -se muestra asombrado- Con algo así podrías derrotarle. Has dejado el suelo machacado... Pero necesitarás aguantarlo más tiempo endurecido, sino solo podrás darle un golpe. Y no creo que te deje muchas oportunidades para sacar tanto de... -se lame la cara que la tiene repleta de tu sirope- ¿Sirope? ¿Esto es sirope?
Empieza a lamerse las manos, parece que le gusta tu sabor... O por lo menos el de tu sirope. O lo haces mu rico o bien está tan hambriento que le da todo igual. Y hablando de eso. Tus tripas comienzan a rugir, escuchas a la lejanía el chillido de la pequeña araña que habéis dejado atrás. Parece que ha encontrado vuestra posición, aunque es complicado que llegue allí... Se supone.
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El estruendo ocasionado ya precedía el resultado de mi ataque, aunque la gran cantidad de sirope que había generado no me dejaba vislumbrar bien mi alrededor. Incluso había perdido de vista a mi acompañante. ¿No habrá tenido tiempo de apartarse y estaría ahí aplastado? La verdad es que no era un gran acompañante que digamos, pero no me gustaría haberlo matado sin motivo. Por suerte el interrogante duró poco y el tipo salió entre todo el sirope que allí había hablando con algo más de confianza. Parecía que se sentía más relajado y estaba bajando la guardia.
- Eso he intentado... Pero hay algo que falla. No sé que más intentar para endurecerlo aún más - contesté con tono molesto mientras comenzaba a apartar el sirope que había con mis poderes para observar el estado del terreno. - Habría que distraerlo de alguna manera mientras me concentro para realizar... ¿Pero qué haces comiéndote mi sirope? - pregunté repentinamente al ver al tipo relamiéndose con gusto. No sabía exactamente por qué, pero me repelía la escena... Aunque por otra parte también podía entenderlo, ya que un fuerte rugido proveniente de mi estómago recordó lo hambriento que yo mismo estaba. No sabía si podría considerarse auto canibalismo lo que iba a hacer... Pero no pensé mucho en ello y también comí algo del sirope que allí había. Necesitaba mitigar el hambre de alguna manera. - Puede que haya encontrado el motivo por lo que no cuaje la técnica... ¿Sabes dónde puedo reponer energías? El grandullón me ha dado una buena antes y necesito recargar las pilas antes de seguir con esto - terminé preguntando al notar que era bastante poco lo que me estaba aportando el sirope.
Otra cosa no se me ocurría y era cierto que necesitaba un chute de fuerzas. No había parado de estar en tensión desde que me había encontrado con él en aquella calle y toda la situación comenzaba a pasar factura.
- Además parece que tu amiga nos ha encontrado - comenté al escuchar el inequívoco ruido que hacía el enorme insecto. - Así que piensa en como podemos recuperarnos mientras intento que salgamos de aquí.
Aproveché todo el sirope que había generado para formar el mazo y lo moví hacia la grieta, intentando taponarla con el, mientras yo comenzaba a subir otra vez hacia la parte superior de la misma forma que antes. Sabía que no podía cargar con aquel peso muerto en el estado en el que me encontraba, por lo que una vez me encontrase arriba intentaría subir al mugroso endulzado de alguna otra manera. Primero intentaría usar parte del sirope ya generado y darle forma de cuerda hasta la salida, pero para que funcionase debía hacer el sirope de nuevo más fuerte. Esta vez por suerte no tenía que ser tan duro como para machacar roca, puesto que solo tenía que aguantar el peso del tipo hasta que subiese. Por lo que opté en vez de insuflarle energía en concentrarme en la composición con la que estaba hecho el sirope. Quizás el fallo estaba en la estructura de este, así que comencé a concentrarme en comprimir el sirope sobre sí mismo para darle consistencia. El sirope estaba formado en su mayor parte de azúcar y este tiene un nivel alto de carbono en su composición molecular. De ese mismo material estaban formado los diamantes... Por lo que esperaba que ese fundamento ayudase en lo que iba a hacer.
- Por cierto, ¿qué era eso que me has dado antes? - pregunté de forma repentina al acordarme del ungüento pegajoso.
- Eso he intentado... Pero hay algo que falla. No sé que más intentar para endurecerlo aún más - contesté con tono molesto mientras comenzaba a apartar el sirope que había con mis poderes para observar el estado del terreno. - Habría que distraerlo de alguna manera mientras me concentro para realizar... ¿Pero qué haces comiéndote mi sirope? - pregunté repentinamente al ver al tipo relamiéndose con gusto. No sabía exactamente por qué, pero me repelía la escena... Aunque por otra parte también podía entenderlo, ya que un fuerte rugido proveniente de mi estómago recordó lo hambriento que yo mismo estaba. No sabía si podría considerarse auto canibalismo lo que iba a hacer... Pero no pensé mucho en ello y también comí algo del sirope que allí había. Necesitaba mitigar el hambre de alguna manera. - Puede que haya encontrado el motivo por lo que no cuaje la técnica... ¿Sabes dónde puedo reponer energías? El grandullón me ha dado una buena antes y necesito recargar las pilas antes de seguir con esto - terminé preguntando al notar que era bastante poco lo que me estaba aportando el sirope.
Otra cosa no se me ocurría y era cierto que necesitaba un chute de fuerzas. No había parado de estar en tensión desde que me había encontrado con él en aquella calle y toda la situación comenzaba a pasar factura.
- Además parece que tu amiga nos ha encontrado - comenté al escuchar el inequívoco ruido que hacía el enorme insecto. - Así que piensa en como podemos recuperarnos mientras intento que salgamos de aquí.
Aproveché todo el sirope que había generado para formar el mazo y lo moví hacia la grieta, intentando taponarla con el, mientras yo comenzaba a subir otra vez hacia la parte superior de la misma forma que antes. Sabía que no podía cargar con aquel peso muerto en el estado en el que me encontraba, por lo que una vez me encontrase arriba intentaría subir al mugroso endulzado de alguna otra manera. Primero intentaría usar parte del sirope ya generado y darle forma de cuerda hasta la salida, pero para que funcionase debía hacer el sirope de nuevo más fuerte. Esta vez por suerte no tenía que ser tan duro como para machacar roca, puesto que solo tenía que aguantar el peso del tipo hasta que subiese. Por lo que opté en vez de insuflarle energía en concentrarme en la composición con la que estaba hecho el sirope. Quizás el fallo estaba en la estructura de este, así que comencé a concentrarme en comprimir el sirope sobre sí mismo para darle consistencia. El sirope estaba formado en su mayor parte de azúcar y este tiene un nivel alto de carbono en su composición molecular. De ese mismo material estaban formado los diamantes... Por lo que esperaba que ese fundamento ayudase en lo que iba a hacer.
- Por cierto, ¿qué era eso que me has dado antes? - pregunté de forma repentina al acordarme del ungüento pegajoso.
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El tipo está un poco ocupado comiendo, pero de pronto para para responderte.
-Perdona pero estoy que me muero de hambre. Si salimos de aquí conozco un buen restaurante en el pueblo. El jefe me ha querido matar, pero allí no lo saben, si me reúno con mis hombres podremos tener alguna ayuda.
Comienzas a subir, puedes ver como de reojo el mugroso parece hacer el spiderman, va trepando por las paredes como quien gatea por el suelo. ¿Qué cojones?
Llegáis arriba del todo, por desgracia el agujero no es lo suficientemente ancho como para que quepáis... No pasa nada, te deshaces y sales por ahí. Puedes ver como el tipo ese sale igual que tú. La hostia. ¿Es un usuario? Podrías tratar de averiguarlo... O bien podrías estar más atento por donde estás, te sientes observado, tal vez sea por ese rifle que tienes a escasos centímetros de los ojos. Por supuesto acompañado de unos cuantos tipos... Lo único que sabes es que hay más de los que puedes contar en ese momento. El tipo del rifle te habla.
-No es de esperar que nadie sobreviva por ahí abajo, y menos todavía que salgan por aquí de esa forma. Quienes sois y qué hacéis aquí. Y te advierto, no intentes nada, la bala es de Kairouseki, y hay hombres que conocen el haki. No podréis huir.
Tu compañero mugroso está nuevamente temblando a tu espalda, se junta a tí y notas que te quedas pegado a él. Es una sensación bastante desagradable. A ello sumado que tu nivel de azucar en sangre no está mal, pero tu cuerpo te dice que no le engañes, que eso no es comida. Si, tu estómago está como un león voraz.
-Perdona pero estoy que me muero de hambre. Si salimos de aquí conozco un buen restaurante en el pueblo. El jefe me ha querido matar, pero allí no lo saben, si me reúno con mis hombres podremos tener alguna ayuda.
Comienzas a subir, puedes ver como de reojo el mugroso parece hacer el spiderman, va trepando por las paredes como quien gatea por el suelo. ¿Qué cojones?
Llegáis arriba del todo, por desgracia el agujero no es lo suficientemente ancho como para que quepáis... No pasa nada, te deshaces y sales por ahí. Puedes ver como el tipo ese sale igual que tú. La hostia. ¿Es un usuario? Podrías tratar de averiguarlo... O bien podrías estar más atento por donde estás, te sientes observado, tal vez sea por ese rifle que tienes a escasos centímetros de los ojos. Por supuesto acompañado de unos cuantos tipos... Lo único que sabes es que hay más de los que puedes contar en ese momento. El tipo del rifle te habla.
-No es de esperar que nadie sobreviva por ahí abajo, y menos todavía que salgan por aquí de esa forma. Quienes sois y qué hacéis aquí. Y te advierto, no intentes nada, la bala es de Kairouseki, y hay hombres que conocen el haki. No podréis huir.
Tu compañero mugroso está nuevamente temblando a tu espalda, se junta a tí y notas que te quedas pegado a él. Es una sensación bastante desagradable. A ello sumado que tu nivel de azucar en sangre no está mal, pero tu cuerpo te dice que no le engañes, que eso no es comida. Si, tu estómago está como un león voraz.
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Al escuchar los comentarios del tipo tuve que reprimir un suspiro de desesperación. Casi toda la información que me daba solía ir cargada de detalles que no valían para nada y esta vez con lo del restaurante casi hace que lo mande a la mierda, aunque cuando mi cerebro procesó toda la información me quedé con que el tipo aseguraba tener un grupo de hombres en la ciudad. En otras circunstancias podría plantearme usarlos para acabar con este cabecilla descerebrado, pero si no había otra que volver a la ciudad para recuperar energías no perdería el tiempo con ellos. Iría a la base de la agencia en la isla para dar informe de todo... Solo esperaba que el mastodonte no comenzase su ataque antes.
Todas esa posibilidades iban dibujándose en mi cabeza mientras subía a la parte superior. Allí había una rendija demasiada pequeña para pasar un hombre normal. Me coloqué para realizar lo planeado para hacer subir al mugroso y entonces me percaté de que todos mis esfuerzos para pensar una forma de subir al mugroso endulzado fueron inútiles, ya que este consiguió sorprenderme subiendo más rápido que yo y de una forma un tanto peculiar. Me callé comentario alguno por aquel despliegue de cualidades cuando hasta ahora se había mostrado de forma sumisa. Ya habría momento de preguntarle más sobre aquello si conseguíamos alguna forma de que cupiese por aquella pequeña abertura. No veía forma de hacer nada desde este lado, por lo que pasé en mi forma líquida al exterior para buscar alguna alternativa. Estaba terminando de recomponerme cuando me percaté de que el mugroso se había deshecho en algún tipo de material y pasaba por la fisura con la misma facilidad que yo.
-¡Será hijo puta! - pensé malhumorado completamente fijo en el delincuente. Bien podría haberme dicho que él también era usuario.
Iba a decírselo que bien podría haberme ayudado con la araña u algo cuando una mala sensación recorrió mi espina dorsal haciendo que me girase justo en el momento que un arma de fuego me apuntaba a quemarropa. Mi providencial suerte ahora quería que nos encontrásemos con un grupo de tíos que aseguraban portar munición de kairoseki y pedían explicaciones. El detalle del material de la munición me hizo pensar en que eran subordinados del mastodonte, por no hablar de que el mugroso se puso a temblar como un flan al verlos. Una gran ayuda sí. Aún no comprendía como no se lo di de comer a la araña en su momento, pero tampoco era momento de pensar en ello otra vez. Un brillante caño captaba ahora toda mi atención.
- Perdona tío, pero ya te digo si es difícil salir de ahí - comencé a decir mientras levantaba las manos de forma sumisa.
No tenía fuerzas para enfrentarme a un grupo así de grande y menos si la mitad de la información de la que daba era realidad. Los retortijones se hacían cada vez más voraces, gritándome que si seguía gastando energía así sin recuperarme me iba a pasar factura. No podía dar un paso en falso y tenía que medir todo lo que iba a decir y a hacer.
- Un enorme monstruo nos atacó y casi no salimos vivos... Ahora pienso que el tipo que nos aseguró que ahí dentro había piedras preciosas era un cabrón - proseguí intentando montar una nueva mentira sobre la marcha. Al fin y al cabo mi trabajo como espía me obligaba a adoptar múltiples facetas. -No queremos causar problemas. Solo volver y recuperarnos dando un largo trago... Y con suerte con el calor de una turgente mujer al lado.
La idea era convencer a los tipos con el embuste e intentar salir de allí con la excusa. Seguramente el aspecto que dábamos no era el más aparente y con un poco de suerte no les mereceríamos ni la pena. Por otro lado tampoco me podía fiar de la buena voluntad de las personas, así que me preparé localizando el sirope que había en el agujero. Dispuesto a gastar mis últimas energías si todo se torcía. Con un poco de suerte dentro de la mala, quizás no se esperarían un ataque desde aquel agujero mientras nos mostrábamos colaboradores. Solo esperaba que no tuviese que recurrir a esta última parte del plan, ya que no sabía si podría mantener la consciencia tras realizarlo. Necesitaba comer algo ya.
Todas esa posibilidades iban dibujándose en mi cabeza mientras subía a la parte superior. Allí había una rendija demasiada pequeña para pasar un hombre normal. Me coloqué para realizar lo planeado para hacer subir al mugroso y entonces me percaté de que todos mis esfuerzos para pensar una forma de subir al mugroso endulzado fueron inútiles, ya que este consiguió sorprenderme subiendo más rápido que yo y de una forma un tanto peculiar. Me callé comentario alguno por aquel despliegue de cualidades cuando hasta ahora se había mostrado de forma sumisa. Ya habría momento de preguntarle más sobre aquello si conseguíamos alguna forma de que cupiese por aquella pequeña abertura. No veía forma de hacer nada desde este lado, por lo que pasé en mi forma líquida al exterior para buscar alguna alternativa. Estaba terminando de recomponerme cuando me percaté de que el mugroso se había deshecho en algún tipo de material y pasaba por la fisura con la misma facilidad que yo.
-¡Será hijo puta! - pensé malhumorado completamente fijo en el delincuente. Bien podría haberme dicho que él también era usuario.
Iba a decírselo que bien podría haberme ayudado con la araña u algo cuando una mala sensación recorrió mi espina dorsal haciendo que me girase justo en el momento que un arma de fuego me apuntaba a quemarropa. Mi providencial suerte ahora quería que nos encontrásemos con un grupo de tíos que aseguraban portar munición de kairoseki y pedían explicaciones. El detalle del material de la munición me hizo pensar en que eran subordinados del mastodonte, por no hablar de que el mugroso se puso a temblar como un flan al verlos. Una gran ayuda sí. Aún no comprendía como no se lo di de comer a la araña en su momento, pero tampoco era momento de pensar en ello otra vez. Un brillante caño captaba ahora toda mi atención.
- Perdona tío, pero ya te digo si es difícil salir de ahí - comencé a decir mientras levantaba las manos de forma sumisa.
No tenía fuerzas para enfrentarme a un grupo así de grande y menos si la mitad de la información de la que daba era realidad. Los retortijones se hacían cada vez más voraces, gritándome que si seguía gastando energía así sin recuperarme me iba a pasar factura. No podía dar un paso en falso y tenía que medir todo lo que iba a decir y a hacer.
- Un enorme monstruo nos atacó y casi no salimos vivos... Ahora pienso que el tipo que nos aseguró que ahí dentro había piedras preciosas era un cabrón - proseguí intentando montar una nueva mentira sobre la marcha. Al fin y al cabo mi trabajo como espía me obligaba a adoptar múltiples facetas. -No queremos causar problemas. Solo volver y recuperarnos dando un largo trago... Y con suerte con el calor de una turgente mujer al lado.
La idea era convencer a los tipos con el embuste e intentar salir de allí con la excusa. Seguramente el aspecto que dábamos no era el más aparente y con un poco de suerte no les mereceríamos ni la pena. Por otro lado tampoco me podía fiar de la buena voluntad de las personas, así que me preparé localizando el sirope que había en el agujero. Dispuesto a gastar mis últimas energías si todo se torcía. Con un poco de suerte dentro de la mala, quizás no se esperarían un ataque desde aquel agujero mientras nos mostrábamos colaboradores. Solo esperaba que no tuviese que recurrir a esta última parte del plan, ya que no sabía si podría mantener la consciencia tras realizarlo. Necesitaba comer algo ya.
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El tipo que te apunta se te queda mirando con cara de pocos amigos, o no le ha gustado cómo has respondido, o no te ha creído una mierda. De pronto un hombre se queda a su lado y se le queda susurrando algo. Tras esas palabras frunce el ceño y te vuelve a mirar, algo no le cuadra.
-Al parecer esta mañana has sido visto en el puerto. Desembarcabas de un navío con la bandera del gobierno mundial ondeando en su pabellón. ¿Qué explicación le das?
Parece que están bien informados. Al fin y al cabo, un barco con esa bandera, y un tipo como tú son bastante llamativos. De pronto escuchas la voz del mugroso por detrás. Por cierto, es desagradable, está completamente pegado a tí.
-¿Go-Gobierno mundial? ¿Eres un agente? ¿Entonces ya venías a por el jefe?
Parece que tu tapadera se ha destapado. Ese hombre no parece hacer más que tocar las narices. Aunque esa confesión ha hecho que alguno de los soldados que veías apuntándote se mirasen entre ellos y comenzasen a murmurar. Con tus super oídos aguzados por tus dotes de espía te parece escuchar algo como: "¿Es este el hombre del gobierno?", "¿Por qué coño no vino a vernos antes?" y "No parece él, es un mierda escuchimizado y raquítico, seguro que miente". Vaya, por lo menos dos de los tres comentarios parecen alentadores, siempre que no te siente mal lo que digan de tí...
-Al parecer esta mañana has sido visto en el puerto. Desembarcabas de un navío con la bandera del gobierno mundial ondeando en su pabellón. ¿Qué explicación le das?
Parece que están bien informados. Al fin y al cabo, un barco con esa bandera, y un tipo como tú son bastante llamativos. De pronto escuchas la voz del mugroso por detrás. Por cierto, es desagradable, está completamente pegado a tí.
-¿Go-Gobierno mundial? ¿Eres un agente? ¿Entonces ya venías a por el jefe?
Parece que tu tapadera se ha destapado. Ese hombre no parece hacer más que tocar las narices. Aunque esa confesión ha hecho que alguno de los soldados que veías apuntándote se mirasen entre ellos y comenzasen a murmurar. Con tus super oídos aguzados por tus dotes de espía te parece escuchar algo como: "¿Es este el hombre del gobierno?", "¿Por qué coño no vino a vernos antes?" y "No parece él, es un mierda escuchimizado y raquítico, seguro que miente". Vaya, por lo menos dos de los tres comentarios parecen alentadores, siempre que no te siente mal lo que digan de tí...
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A cada palabra que salía de mi boca podía observar como los tipos iban poniendo mala cara. Se notaba que la historia no les estaba pareciendo creíble para nada y eso que intentaba mantenerme en el papel como era debido. Quizás estaba tan cansado que ya no sabía ni lo que decía por lo que comencé a temerme lo peor y pensé que al final tendría que gastar las fuerzas que me quedaban. Ya estaba dispuesto a ello cuando las palabras que soltó el tipo del rifle hicieron que fuese yo el que cambiase de cara.
- Mierda... Se acabó la ristra de mentiras - pensé dejándome llevar por el desánimo aún pegado al mugroso que parecía desesperado por la información que estaban dando.
Ya estaba preparándome para atacar a estos tíos que yo tomaba como ayudantes del mastodonte cuando mi fino oído captó parte de los cuchicheos. Por un instante casi me desmayo al perder gran parte de la presión que llevaba conmigo cuando comprendí que eran aliados y no enemigos, pero hice un último esfuerzo para mantenerme lúcido, ya que por esas mismas palabras sabía que no se fiaban de mí. Me levanté lentamente manteniendo las manos en alto mientras me despegaba del mugroso como bien podía. Si veía que este se negaba simplemente me imbuiría en haki armadura en la zona que nuestros cuerpos se juntasen, esperando que eso funcionase a las malas.
- Efectivamente ese era yo - dije confirmando las palabras del tipo del rifle. Sabía que con esto perdía la tapadera que tanto me había costado mantener, pero ya me parecía estúpido seguir con ella. Si seguía mintiendo solo iba a acabar con una bala de kairo entre ceja y ceja. - Soy el agente Thorn y vine porque recibí un mensaje con instrucciones explícitas. Sé que tenía que haberme presentado cuanto antes, pero de camino me encontré con este tipo y una vorágine de acontecimientos me arrastraron hasta aquí.
No sabía que pasaría ahora porque todo empezaba a escaparse de mis manos. Un ligero recuerdo de lo sucedido en Dark Dome vino a mi mente. A pesar de dar lo máximo de mí fracasé y no quería que esta vez pasase algo similar. Tenía que decirle a los tipos que el mastodonte planeaba un ataque inminente contra la ciudad para tomar el control.
- Entiendo que desconfiéis de mí, pero mentí al principio al creer que eráis hombres del delincuente que me ha vapuleado. He de deciros que este planea algo gordo y que debemos prepararnos. Están bien armados y son bastantes, pero sé donde está la base - proseguí de forma seria. -Él me guio hasta allí y me dio bastante información de ayuda, incluso quisieron matarlo al igual que a mí. Quizás sepa algo más que nos ayude tanto a nosotros como a él para expiar sus temeridades, pero eso ya lo dejo a juicio de otro.
Había algo dentro de mí que se debatía sobre como tratar al mugroso ahora que ya no tenía que hacerme pasar por otra persona. En cierta medida había ensalzado la actuación del cobarde delincuente, pero era cierto que me había ayudado... Aunque también era cierto que solo lo había hecho porque temía por su vida. Se veía que solo era un maleante de tres al cuarto que seguramente no hubiese cometido muchos delitos. Si fuese así los tipos lo hubiesen reconocido, pero aún así había una parte de mi mente que se repetía una y otra vez lo mismo. No es lo malo que es ahora, sino lo malo que pueda llegar a ser en el futuro. Ese maldito pensamiento taladraba mi cabeza y por ello dejó la decisión de juzgarlo a otro, ya que dependiendo de como lo mirase no podía mostrarme de forma objetiva. Yo mismo había tenido una infancia cargada de delitos menores y aquí estaba, pero bien sabía que si no me hubiese alejado de ese mundo mi vida ahora sería otra. Quizás mi rostro hubiese adornado uno de los cientos de wanted que adornaban las bases de la mayoría de los blues.
- Mierda... Se acabó la ristra de mentiras - pensé dejándome llevar por el desánimo aún pegado al mugroso que parecía desesperado por la información que estaban dando.
Ya estaba preparándome para atacar a estos tíos que yo tomaba como ayudantes del mastodonte cuando mi fino oído captó parte de los cuchicheos. Por un instante casi me desmayo al perder gran parte de la presión que llevaba conmigo cuando comprendí que eran aliados y no enemigos, pero hice un último esfuerzo para mantenerme lúcido, ya que por esas mismas palabras sabía que no se fiaban de mí. Me levanté lentamente manteniendo las manos en alto mientras me despegaba del mugroso como bien podía. Si veía que este se negaba simplemente me imbuiría en haki armadura en la zona que nuestros cuerpos se juntasen, esperando que eso funcionase a las malas.
- Efectivamente ese era yo - dije confirmando las palabras del tipo del rifle. Sabía que con esto perdía la tapadera que tanto me había costado mantener, pero ya me parecía estúpido seguir con ella. Si seguía mintiendo solo iba a acabar con una bala de kairo entre ceja y ceja. - Soy el agente Thorn y vine porque recibí un mensaje con instrucciones explícitas. Sé que tenía que haberme presentado cuanto antes, pero de camino me encontré con este tipo y una vorágine de acontecimientos me arrastraron hasta aquí.
No sabía que pasaría ahora porque todo empezaba a escaparse de mis manos. Un ligero recuerdo de lo sucedido en Dark Dome vino a mi mente. A pesar de dar lo máximo de mí fracasé y no quería que esta vez pasase algo similar. Tenía que decirle a los tipos que el mastodonte planeaba un ataque inminente contra la ciudad para tomar el control.
- Entiendo que desconfiéis de mí, pero mentí al principio al creer que eráis hombres del delincuente que me ha vapuleado. He de deciros que este planea algo gordo y que debemos prepararnos. Están bien armados y son bastantes, pero sé donde está la base - proseguí de forma seria. -Él me guio hasta allí y me dio bastante información de ayuda, incluso quisieron matarlo al igual que a mí. Quizás sepa algo más que nos ayude tanto a nosotros como a él para expiar sus temeridades, pero eso ya lo dejo a juicio de otro.
Había algo dentro de mí que se debatía sobre como tratar al mugroso ahora que ya no tenía que hacerme pasar por otra persona. En cierta medida había ensalzado la actuación del cobarde delincuente, pero era cierto que me había ayudado... Aunque también era cierto que solo lo había hecho porque temía por su vida. Se veía que solo era un maleante de tres al cuarto que seguramente no hubiese cometido muchos delitos. Si fuese así los tipos lo hubiesen reconocido, pero aún así había una parte de mi mente que se repetía una y otra vez lo mismo. No es lo malo que es ahora, sino lo malo que pueda llegar a ser en el futuro. Ese maldito pensamiento taladraba mi cabeza y por ello dejó la decisión de juzgarlo a otro, ya que dependiendo de como lo mirase no podía mostrarme de forma objetiva. Yo mismo había tenido una infancia cargada de delitos menores y aquí estaba, pero bien sabía que si no me hubiese alejado de ese mundo mi vida ahora sería otra. Quizás mi rostro hubiese adornado uno de los cientos de wanted que adornaban las bases de la mayoría de los blues.
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El hombre que te apunta baja el arma y te tiende la mano.
-Disculpe, pero necesitábamos asegurarnos. Debió venir directo hacia nosotros, sabemos donde está la base, sabemos de sus planes, incluso sabemos el número de hombres con el que cuenta. Y por supuesto este hombre es uno de ellos, por eso debíamos asegurarnos de que no estabas con ellos.
Todos los hombres bajan las armas, se puede notar como la tensión del ambiente desaparece un poco, aunque tu compañero mugroso sigue acojonado, al fin y al cabo se trata de uno de los hombres del enemigo. Aunque puede que ahora no lo sea tanto...
-Señor -el mugroso se planta delante de tí-. En efecto, era uno de sus hombres, y tengo unos cuantos súbditos leales.
-Lo sabemos, tienes quince a tu mando, Tobías el mugre. -Vaya, encima parece que se llama igual que tú, maldita casualidad.
-Así es, son más amigos que otra cosa, gente que me gané su respeto. Vendrán conmigo haga lo que haga. Estaba con ese cabrón malnacido por que me tiene chantajeado, pero ahora que ha intentado matarme no me importa ya nada, pienso ayudaros a acabar con él. Se que en un mes hará un ataque masivo a la ciudad.
Parece que esa última noticia parece haberles cerrado la garganta a todos. ¿No decía que estaban al tanto de sus planes? Pues no del todo.
-¿Un mes? Mierda, tenemos que prepararnos, no sabíamos que fuera a ser tan pronto. Debemos preparar la seguridad de la ciudad. Y usted debe prepararse para la batalla. Esperemos que pueda ser capaz de derrotarle, igualmente tiene un mes para prepararse. ¿Podrá hacer algo?
Parece que están muy esperanzados con tu llegada allí, aunque también acojonados. Si les dices palabras bonitas seguramente os lleven a tí y al mugroso a su base, donde podrás entrenar lo que quieras, al fin y al cabo tienes un mes. O también podrías irte de la isla y pasar de ellos... Pero pobrecitos, ¿no? ¿Qué harás?
-Disculpe, pero necesitábamos asegurarnos. Debió venir directo hacia nosotros, sabemos donde está la base, sabemos de sus planes, incluso sabemos el número de hombres con el que cuenta. Y por supuesto este hombre es uno de ellos, por eso debíamos asegurarnos de que no estabas con ellos.
Todos los hombres bajan las armas, se puede notar como la tensión del ambiente desaparece un poco, aunque tu compañero mugroso sigue acojonado, al fin y al cabo se trata de uno de los hombres del enemigo. Aunque puede que ahora no lo sea tanto...
-Señor -el mugroso se planta delante de tí-. En efecto, era uno de sus hombres, y tengo unos cuantos súbditos leales.
-Lo sabemos, tienes quince a tu mando, Tobías el mugre. -Vaya, encima parece que se llama igual que tú, maldita casualidad.
-Así es, son más amigos que otra cosa, gente que me gané su respeto. Vendrán conmigo haga lo que haga. Estaba con ese cabrón malnacido por que me tiene chantajeado, pero ahora que ha intentado matarme no me importa ya nada, pienso ayudaros a acabar con él. Se que en un mes hará un ataque masivo a la ciudad.
Parece que esa última noticia parece haberles cerrado la garganta a todos. ¿No decía que estaban al tanto de sus planes? Pues no del todo.
-¿Un mes? Mierda, tenemos que prepararnos, no sabíamos que fuera a ser tan pronto. Debemos preparar la seguridad de la ciudad. Y usted debe prepararse para la batalla. Esperemos que pueda ser capaz de derrotarle, igualmente tiene un mes para prepararse. ¿Podrá hacer algo?
Parece que están muy esperanzados con tu llegada allí, aunque también acojonados. Si les dices palabras bonitas seguramente os lleven a tí y al mugroso a su base, donde podrás entrenar lo que quieras, al fin y al cabo tienes un mes. O también podrías irte de la isla y pasar de ellos... Pero pobrecitos, ¿no? ¿Qué harás?
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No dudé en aceptar el apoyo que me tendía el hombre para incorporarme mientras escuchaba atentamente sus palabras. Al parecer había hecho un poco bastante el idiota, ya que casi toda la información que había obtenido pagando con sangre ya la tenían ellos. Vaya canelo. Hubiese intentado hacer algún apunte más, pero el mugroso se adelantó y comenzó a tener una charla de lo más esclarecedora con el tirador.
- ¡Vamos anda! Igual que yo se tenía que llamar - pensé al oír su nombre, aunque eso no era lo más importante ni mucho menos.
Finalmente se había destapado el tiempo que quedaba para el ataque. Si queríamos estar listos para el momento debíamos ponernos en marcha como bien decía el tipo.
- No sé si podré hacer algo, pero lo intentaré. Sé como puedo herirlo, así que vayamos a un lugar donde pueda sanar mis heridas y reponer fuerzas. Luego me pondré a entrenar hasta poder equipararme a él - fue mi respuesta.
Los hombres parecían un poco escépticos al escuchar mis palabras, pero aún así nos escoltaron a la base de la ciudad donde atendieron mis heridas y saciaron mi hambre. No sabía que pasaría al final con el otro Tobías, aunque tampoco fue una cosa que me quitase el sueño. Estaba demasiado exhausto para pensar siquiera, quizás por eso dormí hasta quedar la silueta de mi cuerpo tatuada en el colchón.
El primer día fue el más costoso de todos. Tuve que dar las mismas explicaciones a los superiores de la base. Me preguntaron por todos los detalles de lo sucedido en la cueva, buscando si algún detalle podría servirles para montar la seguridad del lugar. Yo intenté ser lo más explícito posible, ya que no quería que un cabronazo como el mastodonte lo arrasase todo para imponer su tiranía. Tras mi charla con los mandatarios un joven guardia me guio donde sería mi lugar de entrenamiento. Aún estaba dolorido de la pierna, por lo que los primeros días me dediqué a perfeccionar lo que había comenzado en la caverna. Me centré exclusivamente en perfeccionar el endurecimiento del sirope. Intentaba imprimir todas mis energías y sentimientos en cada intento, plasmando mi deseo de acabar con el mastodonte y de defender la ciudad de él. Tenía que volver mi elemento lo suficiente duro para que fuese un arma lo suficiente fuerte y una defensa lo suficiente resistente. Usaba blancos fabricados con sirope para entrenar las dos cosas, hasta que caía rendido y tenía que retirarme hasta el día siguiente. Una vez mis heridas terminaron de sanar incorporé una especie de carrera de obstáculos que fui creando con más sirope, debía a acostumbrarme a usar la técnica aunque estuviese en movimiento, y así sucedieron el resto de días hasta que llegase el día señalado.
- ¡Vamos anda! Igual que yo se tenía que llamar - pensé al oír su nombre, aunque eso no era lo más importante ni mucho menos.
Finalmente se había destapado el tiempo que quedaba para el ataque. Si queríamos estar listos para el momento debíamos ponernos en marcha como bien decía el tipo.
- No sé si podré hacer algo, pero lo intentaré. Sé como puedo herirlo, así que vayamos a un lugar donde pueda sanar mis heridas y reponer fuerzas. Luego me pondré a entrenar hasta poder equipararme a él - fue mi respuesta.
Los hombres parecían un poco escépticos al escuchar mis palabras, pero aún así nos escoltaron a la base de la ciudad donde atendieron mis heridas y saciaron mi hambre. No sabía que pasaría al final con el otro Tobías, aunque tampoco fue una cosa que me quitase el sueño. Estaba demasiado exhausto para pensar siquiera, quizás por eso dormí hasta quedar la silueta de mi cuerpo tatuada en el colchón.
El primer día fue el más costoso de todos. Tuve que dar las mismas explicaciones a los superiores de la base. Me preguntaron por todos los detalles de lo sucedido en la cueva, buscando si algún detalle podría servirles para montar la seguridad del lugar. Yo intenté ser lo más explícito posible, ya que no quería que un cabronazo como el mastodonte lo arrasase todo para imponer su tiranía. Tras mi charla con los mandatarios un joven guardia me guio donde sería mi lugar de entrenamiento. Aún estaba dolorido de la pierna, por lo que los primeros días me dediqué a perfeccionar lo que había comenzado en la caverna. Me centré exclusivamente en perfeccionar el endurecimiento del sirope. Intentaba imprimir todas mis energías y sentimientos en cada intento, plasmando mi deseo de acabar con el mastodonte y de defender la ciudad de él. Tenía que volver mi elemento lo suficiente duro para que fuese un arma lo suficiente fuerte y una defensa lo suficiente resistente. Usaba blancos fabricados con sirope para entrenar las dos cosas, hasta que caía rendido y tenía que retirarme hasta el día siguiente. Una vez mis heridas terminaron de sanar incorporé una especie de carrera de obstáculos que fui creando con más sirope, debía a acostumbrarme a usar la técnica aunque estuviese en movimiento, y así sucedieron el resto de días hasta que llegase el día señalado.
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La base es un edificio corriente, te recuerda a un cuartel de los cutres, pero por dentro hay tecnología que no te esperarías ver para nada y esas cosas. El centro de entrenamiento especial es un recinto cerrado en el subsuelo, una cámara acorazada preparada para todo tipo de cosas, te comentan que ahí hacía tiempo hacían pruebas de pequeños explosivos, y en efecto ves que hay unas zonas bastante ennegrecidas en el suelo, además de abombadas hacia abajo. No serían demasiado potentes esas explosiones al parecer.
Es allí donde te dicen que puedes entrenar, además te dan datos de interés sobre el malo malote. O al menos son de interés para ellos pues a tí no te parecen resultar muy relevantes, cosas como sus gustos, lo que conocen de su historia (Un breve resumen, era un soldado desertor que se dio un golpe en la cabeza y se volvió loco y trastornado, a partir de ese entonces solo quería ganar influencia y poder para someter a toda la isla a su voluntad). También te ponen sus habilidades, en las cuales recomiendan atizarle con un mazo tan grande como él y del más duro de los aceros, alegando que tal vez con 20 golpes logres hacerle algo de daño. Eso no inspira mucha confianza, además teniendo en cuenta esos reportes, a tí te dio la sensación de que era muchísimo más ágil y veloz. En fin.
Te pones a entrenar, el tiempo pasa, entrenas solito. No vuelves a ver a Tobías el Mugre hasta que dos semanas después baja contigo a la sala de entrenamiento, se le ve completamente cambiado, incluso parece que se ha duchado... Aunque eso no quiere decir que huela bien.
-Agente Tobías. Creo que te debo una disculpa. -¿Le han lavado el cerebro acaso?- Fui chantajeado por este hombre, pensando que tenía algo de inmenso valor para mí, pero... -puedes notar una profunda tristeza y nostalgia en su voz-. Pero todo era mentira. He dado mi palabra, si es necesario daré mi vida ayudándote a acabar con ese malnacido.
Te tiende la mano, no parece dar mucho asco, tiene un guante alrededor. Si le miras a los ojos verás la firme determinación, no ha mentido con esas palabras, o al menos eso es lo que te da a entender, eso es lo que sientes en ese preciso instante.
De pronto se escucha un fuerte estruendo en la superficie. Polvo cae del techo, algo te dice que deberíais marcharos de allí lo antes posible, tal vez esa pedazo de grieta que ha aparecido en el techo y que ha hecho que se vaya la escasa luz que había. Vaya, de nuevo en una cueva a oscuras junto al mugroso, pues que gracioso, no? En este caso es él quien toma la iniciativa, te agarra del brazo y tira de tí hasta la salida. Cuando subís las escaleras veis que lo que viene a ser el cuartel está completamente destrozado. Veis enfrente un tio con cara de hiena riéndose como un loco. Tu compañero apestoso se planta delante de tí.
-Qué has hecho Karth.
-¿Tobías? Te creía muerto. Bueno, el jefe me recompensará si ahora le muestro tu cadáver que se le escapó a la mascotita.
Ese tipo se lanza a por él, sus manos parecen garras, está completamente tocado del melón. ¿Pero será duro? Bueno, parece ser que por lo menos ha destrozado el cuartel...
Es allí donde te dicen que puedes entrenar, además te dan datos de interés sobre el malo malote. O al menos son de interés para ellos pues a tí no te parecen resultar muy relevantes, cosas como sus gustos, lo que conocen de su historia (Un breve resumen, era un soldado desertor que se dio un golpe en la cabeza y se volvió loco y trastornado, a partir de ese entonces solo quería ganar influencia y poder para someter a toda la isla a su voluntad). También te ponen sus habilidades, en las cuales recomiendan atizarle con un mazo tan grande como él y del más duro de los aceros, alegando que tal vez con 20 golpes logres hacerle algo de daño. Eso no inspira mucha confianza, además teniendo en cuenta esos reportes, a tí te dio la sensación de que era muchísimo más ágil y veloz. En fin.
Te pones a entrenar, el tiempo pasa, entrenas solito. No vuelves a ver a Tobías el Mugre hasta que dos semanas después baja contigo a la sala de entrenamiento, se le ve completamente cambiado, incluso parece que se ha duchado... Aunque eso no quiere decir que huela bien.
-Agente Tobías. Creo que te debo una disculpa. -¿Le han lavado el cerebro acaso?- Fui chantajeado por este hombre, pensando que tenía algo de inmenso valor para mí, pero... -puedes notar una profunda tristeza y nostalgia en su voz-. Pero todo era mentira. He dado mi palabra, si es necesario daré mi vida ayudándote a acabar con ese malnacido.
Te tiende la mano, no parece dar mucho asco, tiene un guante alrededor. Si le miras a los ojos verás la firme determinación, no ha mentido con esas palabras, o al menos eso es lo que te da a entender, eso es lo que sientes en ese preciso instante.
De pronto se escucha un fuerte estruendo en la superficie. Polvo cae del techo, algo te dice que deberíais marcharos de allí lo antes posible, tal vez esa pedazo de grieta que ha aparecido en el techo y que ha hecho que se vaya la escasa luz que había. Vaya, de nuevo en una cueva a oscuras junto al mugroso, pues que gracioso, no? En este caso es él quien toma la iniciativa, te agarra del brazo y tira de tí hasta la salida. Cuando subís las escaleras veis que lo que viene a ser el cuartel está completamente destrozado. Veis enfrente un tio con cara de hiena riéndose como un loco. Tu compañero apestoso se planta delante de tí.
-Qué has hecho Karth.
-¿Tobías? Te creía muerto. Bueno, el jefe me recompensará si ahora le muestro tu cadáver que se le escapó a la mascotita.
Ese tipo se lanza a por él, sus manos parecen garras, está completamente tocado del melón. ¿Pero será duro? Bueno, parece ser que por lo menos ha destrozado el cuartel...
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Los días pasaban y la mejoría se iba haciendo patente. Las armas que creaba resistían muchos más golpes antes de quebrarse y a mí ya no me costaba tanta concentración para poder hacerlo. Por suerte el lugar que me dispensaron para entrenar era resistente. Había dañado algunos lugares, pero nada que desentonase con las hendiduras que ya había. Se notaba que habían usado el lugar para algún tipo de pruebas, pero por suerte disponía de él para mí solito... O eso pensaba hasta que un día llegó el otro Tobías justo cuando estaba apunto de comenzar otra sesión. Al principio por su nuevo aspecto dudé de si se trataba de él, pero una vez lo olí las dudas se disiparon. Aunque otras diferentes vinieron a mi cabeza cuando escuché su discurso. No había vuelto a pensar en él, pero ahí estaba, esperando con la mano tendida. Sabía que no tenía que contestar siquiera si no quería. Solo con que realizase el gesto mostraba mi postura, por lo que me tomé un par de segundos antes de hacerlo. No había ni un solo titubeo en sus palabras y su mirada atestiguaba su veracidad. Puede que fuese bueno que recibiese esa segunda oportunidad que todos necesitamos de vez en cuando.
- Está bien Tobías. Entonces si tan claro lo tienes entrenemos juntos para poder derrotarlo. Si nos aunamos, podremos con él - dije mientras apretaba su enguantada mano.
Justo en el momento en el que nuestras extremidades se tocaron un enorme estruendo inundó todo el habitáculo. Las paredes temblaron durante unos instantes y varias fisuras adornaron el techo como aviso de lo que se avecinaba. El otro Tobías actuó esta vez primero y sin soltarme avanzó con paso decidido hacia la planta superior antes de terminar sepultados. Al llegar arriba nos encontramos con un tipo con aspecto fiera, rodeado de los restos que quedaban de la base en donde tan bien me habían acogido. Tobías volvió a mostrar una actitud que no creía que pudiese ver en él, pero haciendo alarde de su palabra encaró al tipo e incluso me protegió con su cuerpo. El tal Karth, como el mugroso lo había identificado, enseguida entró en cólera y se lanzó a por nosotros con las manos por delante... Si a eso podían llamarse manos. Más bien parecían zarpas de animal y tenían pinta de poder despedazar carne.
Era el momento de probar si el entrenamiento había dado sus frutos, por lo que no me quedé escondido detrás de mi tocayo, sino que tras ponerme delante con un movimiento rápido planté las dos palmas de las manos en el suelo y generé sirope una vez más. Creé en un santiamén un muro que nos cubría del alocado Karth y plasmé una vez más todos mis esfuerzos en endurecerlo. Si quería que todo el mundo en esta isla no acabase como la base que tenía ante mis ojos tenía que mejorar. Por ellos y por todos los que vendrán después. Porque si tenía claro una cosa era que no pensaba rendirme.
Si el muro de sirope había aguantado la embestida del delincuente lo cambiaría de forma. Lo dividiría en dos partes y crearía dos grandes mazos con el líquido parduzco e intentaría lanzarle dos fuertes golpes tras endurecerlo de nuevo. El primero iría dirigido a las piernas y el segundo al tórax. Pasase lo que pasase, adoptaría una pose defensiva esperando el resultado de mi defensa y ataque.
-Es hora que demuestres que tus palabras no son solo eso - dije al mugroso.
- Está bien Tobías. Entonces si tan claro lo tienes entrenemos juntos para poder derrotarlo. Si nos aunamos, podremos con él - dije mientras apretaba su enguantada mano.
Justo en el momento en el que nuestras extremidades se tocaron un enorme estruendo inundó todo el habitáculo. Las paredes temblaron durante unos instantes y varias fisuras adornaron el techo como aviso de lo que se avecinaba. El otro Tobías actuó esta vez primero y sin soltarme avanzó con paso decidido hacia la planta superior antes de terminar sepultados. Al llegar arriba nos encontramos con un tipo con aspecto fiera, rodeado de los restos que quedaban de la base en donde tan bien me habían acogido. Tobías volvió a mostrar una actitud que no creía que pudiese ver en él, pero haciendo alarde de su palabra encaró al tipo e incluso me protegió con su cuerpo. El tal Karth, como el mugroso lo había identificado, enseguida entró en cólera y se lanzó a por nosotros con las manos por delante... Si a eso podían llamarse manos. Más bien parecían zarpas de animal y tenían pinta de poder despedazar carne.
Era el momento de probar si el entrenamiento había dado sus frutos, por lo que no me quedé escondido detrás de mi tocayo, sino que tras ponerme delante con un movimiento rápido planté las dos palmas de las manos en el suelo y generé sirope una vez más. Creé en un santiamén un muro que nos cubría del alocado Karth y plasmé una vez más todos mis esfuerzos en endurecerlo. Si quería que todo el mundo en esta isla no acabase como la base que tenía ante mis ojos tenía que mejorar. Por ellos y por todos los que vendrán después. Porque si tenía claro una cosa era que no pensaba rendirme.
Si el muro de sirope había aguantado la embestida del delincuente lo cambiaría de forma. Lo dividiría en dos partes y crearía dos grandes mazos con el líquido parduzco e intentaría lanzarle dos fuertes golpes tras endurecerlo de nuevo. El primero iría dirigido a las piernas y el segundo al tórax. Pasase lo que pasase, adoptaría una pose defensiva esperando el resultado de mi defensa y ataque.
-Es hora que demuestres que tus palabras no son solo eso - dije al mugroso.
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