[Moderado nivel 3] Tareas sencillas [privado Tobías Thorn]

Aquel peculiar sonido consiguió arrancarme un sonrisa de felicidad. El muro de sirope aguantó al hombre bestia y pude realizar el ataque aprovechando que el enemigo estaba desorientado. Recibió los dos ataques de forma inevitable y terminó incrustado en el suelo. La verdad es que esperaba más de alguien que había ocasionado tal caos, pero no me arrepentía de verlo caer ante mis ataques. No sabía que era tan débil hasta que Tobías dio una explicación de como lo había conseguido. Si lo hubiese sabido me hubiese limitado a reducirlo sin más, pero ya era tarde y su debilidad no lo exculpaba de lo que acababa de hacer. Además, unos quejidos provenientes de los escombros eran más importantes ahora.

Tobías comenzó a generar unos chorros color verde con los que consiguió retirar los cascotes y rescatar a varias personas. Pude comprobar que se trataba del mismo hombre que nos encontró en la salida de las cavernas y no pude evitar cabrearme al ver su estado. Estaba completamente herido, al igual que el resto de rescatados, y le costaba articular palabra. Iba a decirle a aquel hombre que no se preocupase y que no gastase energías. Que buscaríamos a un médico y que luego podría explicarse con tranquilidae, pero entonces Tobías lanzó aquel líquido verdoso sobre todos los heridos que había ido rescatando. El capitán enseguida pareció recuperar fuerzas y pudo explicar bien lo sucedido. Debía preguntarle a Tobías cual era exactamente el poder de su akuma, ya que aseguraba que con aquella técnica y conocimientos los hombres se repondrían, aunque de momento eso tendría que esperar.

- Muy bien capitán. Entonces habrá que prepararse para su llegada - dije con un tono de voz serio molesto por ls circunstancias. -No podemos permitir que el caos reine entre vuestras filas y debemos hurdir algún plan para cuando llegue.

Esperaba que me escuchase. Se me había ocurrido una idea para hacerme más fácil el encuentro, pero necesitaba unas cosillas.

- He pensado que si me pudieses conseguir un montón de barriles vacíos podemos intentar montar una trampa. Podría ir rellenándolos de sirope en el tiempo que nos queda y repartirlos de forma estratégica. Intentaríamos llevarlo hacia donde los colocásemos y así no tendría que perder tanto tiempo y energías en crearlo, como también podríamos piyarlo desprevenido con múltiples ataques sorpresa. Incluso no sería mala idea que Tobías hiciese algo similar si es capaz de usar en él su poder curativo. Sería un apoyo extra que nos vendría muy bien.

Con un poco de suerte podríamos decantar la batalla a nuestro a favor. Debía darlo todo y no dejarme llevar. Esta vez intentaría hacer las cosas bien y tirando de la ayuda que disponía.

- Si eres capaz de organizar todo eso con tus hombres yo me centraría en seguir entrenando. Estoy contento con los progresos que he tenido, pero todo lo que me prepare será poco... Es más Tobías, si quieres podemos entrenar juntos y fortalecernos para el día que llegue el enemigo - terminé ya mirando al mugroso.

Una vez estuviese todo listo pediría otro lugar donde terminar mi entrenamiento y me pondría a ello.

Durante unos instantes mi tocayo pareció dudar sobre el tema. Parecía que algún tipo de reparo lo carcomía par dar el paso a prepararnos juntos, pero por suerte tras sopesarlo un instante terminó aceptando mi proposición y me contó más sobre sus poderes curativos. Por sus palabras imaginé que se habría preparado para ser médico.

- Pues ahora tienes la opción de usar ese conocimiento para el bien Tobías. Hay que aprovechar las segundas oportunidades que da la vida - fueron mis palabras intentando infundirle ánimos.

Una vez terminamos la conversación las cosas comenzaron a ponerse en marcha. Consiguieron varios barriles que llené poco a poco y rápidamente se pusieron a distribuirlos por el pueblo. Podía verse a la gente que allí habitaba algo molesta por la disposición que el capitán había elegido para colocarlos. La verdad es que yo tampoco estaba muy conforme con su elección. Esperaba que al menos desalojara la zona donde pensaba desplazar la batalla, aunque poco más podía hacer que arrepentirme por no haber pensado en todos los detalles una vez más. Aparté aquellos malos pensamientos que ya escapaban a mi control y me centré en perfeccionar la técnica.

El tiempo pasó más rápido de lo que quería. Cuando quise darme cuenta el día que nadie quería que llegase por fin lo hizo. Al parecer nadie se percató del ataque hasta que ya fue tarde. Una vez más un estruendo fue la señal que desencadenó todo, aunque esta vez al menos todo estaba medianamente planeado... O eso creía yo. Pobre iluso. El capitán no había vaciado las zonas colindantes del poblado y rápidamente se formó el caos entre todos ellos, mientras por otro lado todo se descontrolaba aún más. El estúpido de Tobías no supo mantener la compostura, ni asumir su papel en todo esto, por lo que todo lo que habíamos planeado se fue al garete nada más empezar cuando el muy estúpido se marchó enojado.

-Desde luego terminaré siendo reconocido como un agente estrella... - pensé durante un segundo de forma sarcástica mientras echaba a correr tras el desquiciado Tobías. Si sigo cagándola así terminaré como Iniciado de nuevo. Al menos mientras avanzaba pude alegrarme de algo. Los heridos estaban siendo atendidos por el momento y no tenía que centrar mis pensamientos en ellos, al igual que había adquirido soltura con la técnica entrenada. Había llegado el momento de ponerlo todo en práctica.

Cuando por fin alcancé a Tobías observé como el muy imbécil había estropeado todo el plan para nada, ya que a pesar que lucía una pose de combate delante de todas las huestes del mastodonte, este se había quedado sin habla. Aunque tampoco me extrañaba. El tipo venía con un enorme séquito bien pertrechado y de lo más variopinto, incluso los había con una fisionomía extraña, pero todos ellos parecían bien armados. Uno de ellos llevaba un bazooka con el que no dudaba un segundo en disparar hacia los edificios colindantes.

- Serán bastardos - pensé malhumorado al comprobar como una víctima salía despedida de uno de ellos.

Los muy bastardos querían arrasar con todo y no dejar ni una sola piedra intacta. No iba a permitir que todo esto pasase de forma indemne, así que mientras todo comenzaba y el mastodonte se centraba en mi llegada comencé a mover todo el sirope que hubiese en mi rango de acción hacia nuestra posición. El grandullón parecía recordarme con cierta nitidez y no dudó en avanzar en línea recta a por mí a la vez que arrasaba con todo lo que había en el medio, incluyendo al otro Tobías que lo apartó con una de sus enormes manos como si de un simple insecto se tratara. Ya había probado en mis carnes lo fuerte que llegaba a ser, por lo que esta vez no me iba a dejar pillar tan fácilmente. Me elevé del suelo usando el Geppou para intentar evadirlo, para luego concentrar unas gotas de sirope en la punta de mis dedos si había salido bien.

Apunté con una mano al mastodonte y con la otra al tipo del lanzacohetes. Al primero solo quería mantenerlo ocupado, mientras que al segundo quería eliminarlo rápidamente antes de que causase más estragos con aquel terrorífico arma que parecía no necesitar recargarse siquiera.

- Sweet Shot - mascullé entre dientes viendo como las balas de sirope viajaban a sus respectivos objetivos mientras adquirían el característico tono metalizado del haki armadura. - ¡Tobías! - grité intentado llamar la atención del mugroso desquiciado y aturdido. - ¡Sé qué este cabrón es el culpable de tus desgracias! Pero debes controlarte, es tu momento de hacer las cosas bien - terminé sin dejar de vigilar al mastodonte en todo momento. Necesitaba ayuda y no problemas... Y de momento el médico solo daba de lo segundo.

Gracias al Geppou fui capaz de evadir al mastodonte y poder realizar mi ofensiva con los proyectiles de sirope. Estos sesgaron el aire buscando a mis objetivos, hasta impactar de forma satisfactoria en sus cuerpos. El mastodonte no sufrió nada más que alguna molestia que consiguió cabrearlo aún más, pero el tipo del bazooka cayó bajo el fuego de su propia arma tras haber sido impactado por mi "bala" y terminó siendo un amasijo de carne y huesos que volaron por todos lados... Aunque tampoco pude tomarlo como victoria, ya que el edificio colindante se vino abajo de forma inevitable. -Espero que la agencia tenga un buen seguro.

Desde mi nueva perspectiva pude comprobar como la batalla iba avanzando sin declararse un vencedor por ninguno de los dos bandos. La gente del pueblo subsanaba su falta de experiencia militar con el arrojo que solo podía dar el tener tu vida a punto de desmoronarse por completo, aunque aún así el ejercito del loco estaba acostumbrado a luchar y mantenían a raya el combate. Por otro lado el otro Tobías aprovechó el momento de confusión y volvió a atacar al mastodonte con todas sus ganas mientras este me amenazaba, pero aún así solo consiguió caer otra vez al suelo tras haber manchado un poco con su mugre al grandullón. -¿Acaso tiene algo planeado que se me escapa? - pensé durante un instante al no terminar de entender sus movimientos. Me hubiese gustado seguir intentado descifrar aquella incógnita, pero la batalla volvió a reclamar mi atención. El enemigo parecía querer acabar con el mugroso de un potente golpe, así que sin pensar mucho en las consecuencias actué por instinto.

Me dejé caer tras desactivar mi técnica de levitación, haciendo que adornase el suelo como un manchurrón marrón, al mismo tiempo que terminaba de acercar parte del sirope que habíamos ido guardando y que ya había ido atrayendo hacia mí. No había terminado de generarme por completo cuando lo hice pasar por encima mía a la vez que lo moldeaba y endurecía como había entrenado hasta darle la forma de un enorme martillo de guerra que recubrí con mi haki armadura. Una vez tuve piernas, agarré el arma y activé el Soru para colocarme en un instante justo a su espalda e intenté golpearlo con todas mis ganas en la coronilla ahora que estaba distraído con el mugroso. Esperaba que todo acabase más rápido y sencillo si conseguía vencer al cabecilla.

-Esto por toda la gente que llevas aterrorizando tanto tiempo.

El bastardo fue capaz de bloquear mi golpe furtivo con solo sus brazos y con su haki, aunque esta vez a diferencia de nuestro primer encuentro fui capaz de hacerlo retroceder. Podía leer la sorpresa en su rostro de loco, al igual que su instinto asesino cuando apartó mi martillo de sirope con un ademán. Por suerte Tobías reaccionó como nunca hubiese imaginado de él y tras terminar de recubrir al mastodonte con su mugre fue capaz de prenderle fuego con una última artimaña. Al parecer su plan había sido ese desde el principio, cosa que me hubiese gustado saber antes de que se lanzase como un loco, aunque este a pesar de ser bastante efectivo tuvo un desenlace bastante crudo para él.

El grandullón comenzó a transformarse en una enorme tea humana, pero aún así se las ingenió para propinarle un último puñetazo al mugroso con consecuencias devastadoras. Una furia ciega se cernió sobre mí cuando mi a tocayo comenzó a surcar el aire hasta chocar contra el edificio más cercano, el cual pareció atravesar por la potencia del golpe. Esperaba que su condición de Logia lo ayudase aguantar, pero aun así no iba a dejar que aquel cabronazo se saliese con la suya como si nada. -¡Maldito hijo de puta! - espeté de forma brusca mientras generaba más sirope, lo más rápido posible, y lo añadía al martillo ya fabricado, haciéndolo aún más grande y volcando todos mis sentimientos en él para endurecerlo todo lo que pudiese.

Era hora de acabar de una vez por todas con toda esta locura, así que descargué el arma con todas mis fuerzas sobre el coloso en llamas tras dar un potente salto hacia él. Si el ataque culminaba con su vida como esperaba, no perdería un segundo más e iría a comprobar el estado de Tobías. Ese golpe lo habría dejado en las últimas y temía lo peor por él. -No mueras aún imbécil. Todavía tienes que utilizar tu segunda oportunidad.

Mi martillazo por fin fue certero y consiguió mandar a volar al enorme mastodonte que tantos problemas había causado en la ciudad y a sus habitantes. Nunca antes había conseguido golpear a nadie de esta manera y estaba un tanto sorprendido con aquel despliegue de poder latente, aunque también era cierto que nunca antes había estado tan cabreado. Las otras veces siempre había tenido a mis nakamas para apoyarme en ellos y mitigar mi frustraciones con sus compañías, pero aquí estaba solo y tuve que llenar ese vacío con fuerzas extras.

Tras eso comencé a correr en dirección al mugroso para comprobar su estado. Sentí el corazón en un puño al ver lo malherido que estaba, pero pude relajarme cuando noté aún algo de pulso en él. -Aguanta campeón... Lo has hecho genial. Sin ti esta gente hubiese acabado subyugada, así que aguanta para ayudar a hacer de este sitio algo mejor - susurré a su lado mientras la batalla terminaba de decidirse a nuestro favor gracias al esfuerzo y coraje de las personas que allí vivían. Me hubiese encantado quedarme a su lado y acompañarlo mientras lo trasladaban y ovacionaban, pero entonces las palabras de un ciudadano completamente destrozado por la situación consiguió sumirme en un estado de melancolía.

Sus palabras consiguieron que la boca me supiese a ceniza a pesar de que varias contestaciones plausibles rondaban mi mente... Pero decirle cualquier cosa de esa solo conseguiría acrecentar su odio y que yo me sintiese aún peor. Además comprendía todo el dolor que los embargaba, así que pensé que mejor que focalizasen su odio en mí mientras alababan a mi tocayo. Al fin de cuentas no sabía ni siquiera si volvería aquí y si abría la boca solo durante un segundo les terminaría echando mi propia mierda. -Estúpidos... Si yo no hubiese venido, este cabrón habría asaltado el lugar y Tobías estaría en su bando - pensé algo enfadado sin poderlo evitar. ¿Acaso creían que yo quería algo de esto?

La victoria consiguió hacerme sentirme tan mal como si hubiese perdido. Caminé cabizbajo sin atreverme a mirar a nadie más por evitar una confrontación directa. Bastante mal había asolado a la ciudad y no quería echarle más gasolina al fuego. Fui hasta donde tenía mis cosas y cogí un papel para dejar un mensaje

Querido Tobías:

Siento no poder quedarme a tu lado para mantener una conversación que creo que quedó pendiente, pero de momento creo que lo mejor será que me vaya cuanto antes. Mi presencia aquí parece que ha causado más dolor que alivio y tengo que volver para seguir con mi camino.

Solo espero que no desperdicies el amor que esta gente va a depositar en ti. Parece que están dispuestos a olvidar tu pasado y darte una nueva oportunidad... Así que no les falles y ayuda a que esta ciudad sea un lugar mejor de lo que era. Recuerda que no todos tienen la gran suerte de una segunda opción y ahora es tu momento.

Por último, no voy a reclamar la captura del mastodonte ni de sus hombres. Solo reportaré que lo vencimos, así que usa el dinero que recibas del gobierno para ayudar a las personas que hoy han perdido tanto por aquel que los intimidaba.

Atentamente, tu tocayo.

Al acabarla la metí en un pequeño sobre y puse el nombre de Tobías fuera. Luego solo tuve que buscar a un joven deseoso por seguir haciendo algo y le entregué la misiva junto a unas cuantas monedas. -Ahora... Es hora que me marche - rumié con evidente melancolía mientras viajaba al puerto en busca de cualquier barco mercante que me llevase por un pasaje. Ni siquiera esperaría a que me diesen un navío en el que viajar. Las palabras del hombre diciendo que todo era culpa mía aún resonaba en mi cabeza y solo tenía ganas de encerrarme en un camarote oscuro donde poder soltar mis penas sin que nadie me viese. Ni siquiera quería que mis nakamas supieran de esto, pues no podría aguantar que ellos me mirasen de la misma manera que los habitantes del lugar... - Si algo he aprendido hoy... Es que mi criterio deja mucho que desear - rumié entre dientes para mí mismo sin prestar atención a nada más que a mis oscuros pensamientos. -Ya van dos Tobi... ¿Cuantas veces tienes que liarla más para aprender que no vales para esto? - seguí recriminándome por el camino.