[Pasado]Buscando al revolucionario (Alice y Natsuki)

La albina se ajustó su coleta y se miró en el espejo de su habitación. Ese día llevaba una blusa de tirantes blancas y tenía sus pechos apretados usando unas vendas; siempre hacía eso cuando tenía que pelear (eso o era mas liberal, pero viendo que era su primera misión comandando, no podía ser tan sugerente). Llevaba unos pantalones negros ajustados que le llegaban hasta un poco más abajo de sus rodillas. Para terminar, a su lado tenía su bolso negro, done llevaba sus diales, pastillas y demás. Parecía como si fuera una misión típica y normal, excepto por una cosa. El gobierno había mandado solo a dos agentes experimentados hacía donde se encontraba el objetivo, u objetivos, en este caso; los demás agentes eran unos novatos que apenas terminaron su entrenamiento, y el gobierno había dicho que sería bueno para ellos ver como era el trabajo en la práctica. El problema era que ella era la que tenía el rango más alto, por lo que ella sería la líder durante el transcurso de la misión. Nunca había hecho ese papel, y eso le ponía algo nerviosa.

Alice suspiro y salió de la habitación; no valía la pena pensar mucho en eso. Tan solo iría como si fuera cualquier misión normal, aunque ella daría las ordenes en este caso. Sería fácil si se tratase de reclutas normales, pero en la agencia le habían advertido que el otro experimentado era... rebelde, por no decirlo de otro modo. Costaba que siguiese las ordenes de sus superiores, y eso hacía que fuera alguien difícil de tratar. Eso picó la curiosidad de la albina, y cuando leyó el informe de dicho agente, se largó a reír. Natsuki Subaru... Reconocía ese nombre. Si mal no recordaba, ella le había gastado una broma usando un dial de pedo en una misión conjunto que tuvieron antes. Si, sería una misión interesante.

Al llegar a cubierta, se dirigió a la baranda del barco y se puso a contemplar el océano. Faltaba poco para llegar a la isla, por lo que empezó a hacer un resumen mental de los puntos más importantes de la misión. Dos revolucionarios escaparon de uno de los cuarteles cercanos, y su misión era devolverlos al lugar al que pertenecían. Era una misión algo sencilla, si no fuera porque la isla hacia donde escaparon estaba lleno de bosques frondosos. Eso y sin contar la gente de poca monta que solía recurrir dicho lugar. Esa fue una de las razones por las que fue elegida. Podía usar su sentido del olfato para buscar a esos dos, ya que poseía una prenda de cada uno de ellos, cortesía del cuartel marine.

La peliblanca volvió a suspirar y esperó a su acompañante para dar un resumen completo de lo que había que hacer. Era algo tedioso, sí, pero desafortunadamente tenía que seguir con el protocolo... de momento. Ya cambiaría todo cuando subiera a los rangos altos.

Soltó un ligero suspiro mientras veía, desde el mástil principal, la isla objetivo. El gobierno debía ser idiota si mandaba a dos de los suyos por unos buenas para nada. De partida… ¿Por qué dejaba escapar a esos idiotas? Volvió a suspirar con desgana. No le interesaba mucho aquella misión y, siendo honestos, no le interesaba para nada. Menos si no era él el líder de esta. ”Otra vez teniendo que soportar a inútiles” – no tenía que ser un genio para darse cuenta que lo seguían probando… Poniendo a prueba su lealtad, compromiso y sus habilidades. ”Es una buena oportunidad para probar eso” – miró su mano unos segundos e hizo que un aura rojiza la envolviera. No quiso que nadie viera su poder en acción, pero sentía que era un momento de averiguar de lo que era capaz.

– Bueno… Vamos.

Dio un salto y cayó en la cubierta con tranquilidad. Notó que algunos de los agentes más novatos se asustaban por tal acto. Suspiró con calma y miró a la albina. Según lo que recordaba, fue una de las agentes seleccionadas para ir a esa extraña isla. No tenía mucha información más que su nombre, Alice Branwen. No se veía de mucha confianza, pero para tener el ambiente en paz y evitar peleas innecesarias, no opinaría nada al respecto y, seguramente, acataría las órdenes sin mucho que decir. Tenía ciertas ganas de empezar ya con la cacería y probar su Akuma no mi. Por supuesto, trataría de no llamar mucho la atención, pero con su personalidad y actitud era bien improbable que no la llamara.

– Entonces, ¿cuál es el plan?

Preguntó mientras se cruzaba de brazos. Su vestimenta era la de siempre: Una camiseta azul sin mangas, unos pantalones del mismo color, botas y guantes blancos. Estaba preparado y dispuesto a pelear. El barco no iba a tardar en llegar y, la verdad, estaba algo ansioso. Las ganas de llevar su fruta a un nuevo límite o conocer sus verdaderos poderes era interesante y divertido. Usar a esos dos sería una buena prueba.

Escuchó las palabras del pelinegro, pero se limitó a esperar que el resto de los agentes novatos hicieran acto de presencia. Una vez que todos se encontraban reunidos, la albina empezó a observarlos. Como era de esperarse, la mayoría de los presentes se encontraban nerviosos. Casi todos eran nuevos en esto, o sea que esta sería su primera misión oficial. Había excepciones, claro está; un claro ejemplo sería Subaru. Alice suspiró con calma y contempló sus opciones. Al cabo de unos segundos, terminó de idear el plan a seguir una vez que llegase a la isla. De su bolso sacó dos fotos, e hizo que corriera entre los agentes. En uno salía un hombro de rubio y amarrado en una coleta, mientras que el otro era calvo y llevaba unas gafas de sol.

– Muy bien, el plan es sencillo. Debemos capturar a esos dos revolucionarios que se escaparon de uno de los cuarteles cercanos – dijo mientras señalaba los carteles de antes. – La isla es montañosa y boscosa, por lo que es sencillo esconderse por ahí – la albina tomó una pausa y prosiguió.

– Además de eso, la gente que frecuenta esta isla suele ser... difícil de tratar, por lo que prepárense para un ambiente hostil. Nos dividiremos en tres grupos: unos se encargaran de hacer guardia en el barco, otros irán de incógnito y se aseguraran que los lugareños no se entrometan en la misión. Digo ahora que no esta permitido provocar o atacar a menos que sea en defensa propia – advirtió seriamente la albina.

Alice escaneó el grupo una vez más y su mirada terminó posándose en Subaru.

– Yo me encargaré de los revolucionarios, y me llevaré a Subaru-kun conmigo. ¿Alguna duda? – Era la decisión mas acertada. Según el informe, el pelinegro era alguien difícil de tratar. Era mejor tenerlo a su lado que dejar que fuera solo por ahí. Alice suspiró y se fijo que el barco estaba próximo a arribar. Se ajustó su coleta y sus dos tantos, esperando seriamente lo que sería el comienzo de otra misión. Ya llevaba muchas en solo pocas semanas, y sinceramente no creía que fueran a terminar.

Escuchó las palabras de Alice y no pudo evitar mostrar una pequeña mueca de desapruebo. ¿Por qué tenía que ser así de aburrida? ¿Lograba algo siendo tan buen gente? Dudaba que los civiles normales serían tan idiotas como para interferir, pero si lo hacían… Siempre podía alegar defensa personal. Suspiró con tranquilidad y escuchó el resto del plan. Era bastante simple, por no decir algo bastante obvio… Ella y él serían los encargados de buscar a los revolucionarios, mientras que otro grupo se infiltraría en el pueblo y evitaría que los pueblerinos molestaran en la misión; el tercero y último grupo, solo haría de guardia para el barco. ”Se nota que le falta experiencia liderando gente” – pensó con una suave sonrisa.

– Ya escucharon a la señorita – empezó a decir con un tono algo sarcástico. – Protejan el barco y traten de no morir, pequeñas basuras. – Dijo en un cargado tono altanero, arrogante y narcisista.

El barco llegó a tierra y dio un fuerte salto para llegar a la isla. Miró al buque y notó las miradas despectivas del resto de sus compañeros, se encogió de hombros y sonrió con arrogancia… Esperaba que alguno de ellos, quien sea, bajara de ahí y le plantara cara. Esperaba, de todo corazón, que alguno de esos malditos insectos tratara de hacerle frente. Sería menos laborioso y podría probar su fruta con alguno de esos idiotas. Esperaría a la peliblanca y la seguiría por el bosque. ¿Qué tanto se irían a tardar en encontrar a esos imbéciles? ¿Qué tan fuertes serían?

– Ya lo comprobaré, ¿no? – Susurró con calma. Su objetivo seguía siendo el mismo, ver qué tan lejos podía llegar con su fruta y ver si de verdad le sería de utilidad a futuro, explorar todas sus capacidades y analizar su potencia.

Alice escuchó las palabras de Natsuki, pero no dijo nada al respecto, prefiriendo seguir meditando acerca de cierto tema que le había estado incomodando desde hace un par de semanas. Las reglas dentro de la Cipher Pol habían cambiado, y ahora todo era mucho más riguroso que antes. No solo eso, matar dentro del trabajo se volvió algo... habitual, por no decirlo de otra forma. Todo eso estaba poniendo subía los niveles de estrés de la joven albina, cosa que notó su mentor. Por naturaleza, la Alice no era una persona sanguinaria o violenta,prefiriendo minimizar el daño lo más posible. La única forma que matase, era cuando se descontrolaba o cuando ya no quedaba opción alguna. Era por eso que las nuevas leyes, que incitaban al asesinato en casi todas las misiones, estaban teniendo su efecto en ella. Incluso contemplaba cierta idea desde hace un par de días atrás, pero no lo había comentado con nadie todavía.

La peliblanca suspiró y se fijó que el barco había tocado tierra. No pensaría en esas cosas y se dedicaría a cumplir la misión al pie de la letra, aunque ahora que era líder, lo haría a su manera y no como le ordenasen. Ajustó su lazo para el cabello y sus dos tantos, preparándose mentalmente para lo que vendría a continuación. Bajó del barco y le hizo una ceña con la mano a Subaru para que la siguiera, pero no sin antes dejar en claro sus ordenes a los otros dos grupos.

Una vez en el bosque, Alice suspiró y cerró los ojos, concentrándose para llamar a su poder. En un instante, la mayor parte del cuerpo de la albina fue cubierto por cabello blanco como la nieve, y sus ojos se volvieron azules oscuros, casi negros.

– Voy a intentar localizar a esos dos con mi olfato, para poder acabar con todo esto rápidamente – naturalmente, ya guardó la esencia de ambos revolucionarios gracias a objetos que pertenecía a ellos, cortesía del cuartel del cual escaparon. – Como son dos, supongo que cada uno tendrá a su propia presa, y mantente alerta mientras busco, Subaru-kun – lo cierto era que había un deje algo... salvaje en el tono de la voz de la albina. Había oído que las tipo zoan cambiaban la personalidad del usuario en algunas ocasiones, pero no lo supo con exactitud hasta que lo vivió en carne propia. Cuando se transformaba, sus instintos animales salían a flote, así como su propio sadismo que tenía guardado dentro de ella (aunque Alice denegase esto último con toda la fibra de su alma). La albina suspiró y siguió oliendo. Mientras más rápido encontrasen a esos dos, menos tiempo estaría transformada, y menos tiempo para que la gente se hiciera preguntas acerca de su extraña personalidad.

¿No podían solamente empezar a caminar y buscarlos de esa forma? Para la peliblanca, al parecer, no era necesario. Confiaba en su olfato o algo así. ”Una zoan, carnívora… Interesante” – pensó mientras veía que ella olfateaba el aire. Su plan, si llegaba a decirlo cosa que dudaba, era más simple aunque más laborioso. Si esos dos se estaban escondiendo aquí, entonces, seguramente, uno de los civiles de esta isla debía saber algo. ¿Por qué no torturarlo y que dijera dónde carajos estaban? Mucho más sencillo, más práctico y sin tantos quehaceres de por medio. Un olor podía ser camuflado muy fácilmente y hasta un mono con un poco de inteligencia podría lograrlo con facilidad. No, claramente, no confiaba en la habilidad de Alice.

– Es una pérdida de tiempo.

Su tono fue inaudible hasta para él. Se cruzó de brazos y esperó a que la “líder”, alguien que parecía ser bastante débil, muy fácil de romper psicológicamente e, incluso, con una actitud un tanto inmadura, dijera que hacer. ¿Por qué no lo habían elegido a él como líder? Tenía sus motivos y cada cual le parecía más lógico que el anterior. Pero, a pesar de todo ello, le gustaba pensar que no le ponían a cargo de un grupo porque tenían miedo que sus métodos no garantizarían la seguridad, sobrevivencia e incluso, el éxito de la misión. Quizás era lo más obvio o quizá era por el simple hecho de que temían el no poder controlarlo. Pero de algo estaba bastante seguro, con ella al mando era poco probable que la misión fuera exitosa. ”Poco me interesa si resulta o no” – solo le importaba el probar su fruta y ya. El resto del mundo o la misión se podían ir a la mierda o, incluso, la peliblanca podía morir y poco le iba a importar.

– Solo espero que funcione, no quiero esperar más. – Dijo, mientras activaba su mantra y se enfocaba en la isla. Iba a atacar al primer movimiento, a la primera seña de que algo viniera por ellos. ¿No matar a nadie? Patrañas, los débiles no podían elegir su forma de morir.

Si hubiera estado en forma humana, la albina hubiera arqueado una ceja al percibir cierto detalle en el ambiente. Como oso polar, su olfato podía percibir presencias a kilómetros de distancia, dependiendo del tipo de olor y lo fuerte que era. Ahora mismo, la joven podía oler como... dos presencias se acercaban a la posición de ambos agentes. Eso no le importaría mucho, pero... el olor era el mismo que adquirió de las prendas de las dos presas que debían cazar. Una leve sonrisa se formó en sus labios, aunque era imperceptible debido a que se encontraba en forma completa, y volvió a su forma humana. Estiró sus brazos y retiró sus dos tantos de las fundas.

– Ara, tenemos compañía – le dijo a Natsuki.

En efecto, al cabo de unos segundos, dos hombre fornidos aparecieron de entre los árboles. Un silbido se escapó de sus labios mientras miraba a esos dos sujetos. No lo había notado en la foto, pero eran más grandes de lo que parecía. Ambos observaban a los agentes con miradas nada amigables en sus rostros. La albina suspiró y miró tranquilamente. Internamente, agradecía el hecho que no tuvieron que pasar el rato buscándolos por el bosque. Las presas se habían acercado a los cazadores, quien lo diría.

– Miren lo que tenemos aquí. Una mujerzuela y un tipo con aspecto de idiota con más entradas que un calvo – dijo uno de los criminales.

La albina río nerviosamente y miró de reojo a su compañero. No le conocía de mucho, pero por su expediente y lo que se conocía de él, no sabía si se iba a tomar ese insulto tan a pecho o no. Aunque... debía darle la razón. Subaru tenía entradas muy profundas. A lo mejor le daba un shampoo especial para prevenir la caída del cabello, luego de la misión.