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Akuma no mi
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Galuna, me habían hablado bastante de ella pero jamás había tenido la oportunidad de visitarla. Aunque me hayan advertido de antemano que la isla era inusualmente aburrida aquello no era de mucha importancia para mi, después de todo no era nada malo estar tranquilo al menos un día. “A no ser que las explosiones me sigan hasta aquí”, pensaba mientras me adentraba al primer pueblito de la isla. La mayoría de personas eran ganaderos o agricultores que era algo normal en una isla con bastantes recursos. Así que pensé en buscar plantas y materiales útiles si los llegaba a necesitar en algún momento, pero antes quería ver si en aquel pueblo se encontraba algún tipo de bar o semejante.
-Se que quieres jugar, pero será después. (Le dije al lobo que intentaba llamar mi atención)
Se llamaba kuroten y aunque era divertido también era molesto, después de todo parece no cansarse nunca. Estaba por regañarle cuando de pronto encontré lo que parecía ser un bar, algo pequeño pero era mejor que nada. Sin embargo el lugar no permitía animales por lo que decidí mandar al lobo al bosque más cercano, allí él se encargaría de buscar algunas plantas que pudieran servir. El hecho de que el animal supiera cuales eran las plantas que necesitaba era un puntazo, me ayudaba bastante. Mientras tanto yo podría tomar algo y quién sabe, obtener información que me interesase, o no. Al entrar note que no había muchas personas, algunas mujeres otros hombres, pero nada particular. Aunque el “particular” podría ser yo con todo ese conjunto de ropa negra que llevaba, chaqueta, remera, pantalones.
Pedí algo ligero para tomar y una comida para acompañar, nada del otro mundo. Aunque pude notar que no más sentarme en una de las mesas desocupadas todo el mundo intentaba mirarme disimuladamente. Vaya que eran malos disimulando, aunque aquello era algo normal en mi vida.
-Se que quieres jugar, pero será después. (Le dije al lobo que intentaba llamar mi atención)
Se llamaba kuroten y aunque era divertido también era molesto, después de todo parece no cansarse nunca. Estaba por regañarle cuando de pronto encontré lo que parecía ser un bar, algo pequeño pero era mejor que nada. Sin embargo el lugar no permitía animales por lo que decidí mandar al lobo al bosque más cercano, allí él se encargaría de buscar algunas plantas que pudieran servir. El hecho de que el animal supiera cuales eran las plantas que necesitaba era un puntazo, me ayudaba bastante. Mientras tanto yo podría tomar algo y quién sabe, obtener información que me interesase, o no. Al entrar note que no había muchas personas, algunas mujeres otros hombres, pero nada particular. Aunque el “particular” podría ser yo con todo ese conjunto de ropa negra que llevaba, chaqueta, remera, pantalones.
Pedí algo ligero para tomar y una comida para acompañar, nada del otro mundo. Aunque pude notar que no más sentarme en una de las mesas desocupadas todo el mundo intentaba mirarme disimuladamente. Vaya que eran malos disimulando, aunque aquello era algo normal en mi vida.
Narahí Collins
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Allá estaba yo, saliendo de un barco en el que iba como polizon, que remedio me quedaba, por ahora no tenía barco, así que me tenía que colar. En cuanto llegamos a Galuna, me bajé del barco tan rápido como pude, por aquello de que no me viesen. No iba demasiado llamativa, todo ropa blanca, y mis botitas marrones, que no falten. Por supuesto armada con mi Bötana, y la cerbatana con dardos. Llevaba cuatro bolsitas encima, una con dinero que llevaba a mi izquierda, y otros tres a mi derecha, donde llevaba dardos narcóticos, envenenados y normales.
Me puse a dar una vuelta por la zona, un lugar espectacular, nunca había estado. Tenía bastante sed, asi que me dispuse a ir a un bar, necesitaba beber, o moriría de sed.
Me senté a la barra, y pedí aguamiel, algo fresco, y sin alcohol. No tenía ninguna intención de emborracharme. Al sentarme me fijé que detrás de mi había un chico sentado, ropa negra como la boca de un lobo. Me llamó tanto la atención que me quedé un rato largo observandole sin ningún tipo de disimulo.
Me puse a dar una vuelta por la zona, un lugar espectacular, nunca había estado. Tenía bastante sed, asi que me dispuse a ir a un bar, necesitaba beber, o moriría de sed.
Me senté a la barra, y pedí aguamiel, algo fresco, y sin alcohol. No tenía ninguna intención de emborracharme. Al sentarme me fijé que detrás de mi había un chico sentado, ropa negra como la boca de un lobo. Me llamó tanto la atención que me quedé un rato largo observandole sin ningún tipo de disimulo.
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Ojala estuviera aquí Kuroten, le encanta la atención y que lo miren sin disimulo. A mi no me disgustaba del todo, pero no me creía tan importante como para ser un objeto de atención. Y peor aún, parecía no haber valido la pena sentarse relativamente cerca de los demás, pues si hablaban era de cosas que poco me importaban. Sin embargo, muchos trabajadores de la zona y visitantes de otros pueblos de la isla mencionaban repetidamente los problemas que causan los conflictos, tanto marines como piratas y revolucionarios. “La guerra trajo consigo mucha desgracia” pensaba, aquel conflicto ocurrido hace no más de dos años atrás aun tenía huellas en las vidas de los habitantes del North Blue.
-Detesto estas guerras. (Dije en voz baja para mí) -¿Cuál será la siguiente?
No tenia caso preguntarme eso, las posibilidades eran enormes, el camino parecía estar lleno de guerras. Solo esperaba que fueran hechas con un propósito con el que valga la pena tomar tantas vidas. Y de pronto, cuando me estaba poniendo sentimental, escuche a un grupo de pescaderos hablar sobre muchos bandidos que se refugiaban de la justicia en la isla aprovechándose de los ciudadanos. Aquello fue algo que me llamo la atención, esos bandidos podrían tener dinero que no necesitaran después de que les haga una visita, después de todo no tienen un código de honor, ni de moral. Desde mi punto de vista merecían ser pagados con la misma moneda.
Al terminar mi comida me prepare para salir e ir a donde vieron por última vez a la basura, en el bosque más cercano, en un camino que se dirige a otro pueblo pesquero. El lugar estaba bastante cerca, esperaba que aquel lobo no se haya cruzado con ellos. Es día seria como muchos otros.
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Al ver que se estaba levantando para irse, me levanté yo también, dejando unas monedas de más para pagar lo que había pedido. Me acerqué al chico, y me dispuse a presentarme.
-Hola, me llamo Narahí, aunque me suelen llamar Nara o Naí, ¿puedo acompañarte?, no he podido evitar fijarme en tí -dije colocandome la bötana en mi espalda. Esperando que el chico no rechazase que fuera con el.
-Hola, me llamo Narahí, aunque me suelen llamar Nara o Naí, ¿puedo acompañarte?, no he podido evitar fijarme en tí -dije colocandome la bötana en mi espalda. Esperando que el chico no rechazase que fuera con el.
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De pronto y sin escrúpulos una mujer se acerco a mi y detuvo mi salida del local, aunque ya me había pasado varias veces tampoco era muy usual que la gente hiciera tal cosa en estos tiempos. Por alguna razón la mujer, que no estaba nada mal físicamente, tenia un interés en mi y quería acompañarme. No había problema para mi, sin embargo a donde iba y a lo que iba a hacer era algo peligroso para alguien que no estaba preparado.
-Buenas Narahí, un gusto me llamo Max. (Me presente lo mas educadamente posible) -Al lugar al que iré es un poco peligroso, ¿tienes habilidades en el combate? (Tuve que preguntar)
No estaba apurado pero tampoco había tiempo que perder, podrían haber marines en los alrededores, y aunque no era muy conocido de todas formas mi cabeza tenia un precio.
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El chico se presentó como Max, muy educado por lo que veía. Me dijo que a donde iba era un lugar peligroso, que si tenía habilidades de combate. Sonreí cuando hizo esa pregunta. Mi respuesta fue sacar de mi espalda mi bötana, desenroscar rápidamente ambas katanas, y mostrarselas. Haciendo un amago de ataque hacía el.
-¿Tu que opinas? -le dije con las hojas de mis katanas muy cerca de su cuello, obviamente no pensaba hacerle daño, simplemente quería que viera si tenía o no habilidades. Alguien sin habilidades nunca llevaría un arma así.
-¿Tu que opinas? -le dije con las hojas de mis katanas muy cerca de su cuello, obviamente no pensaba hacerle daño, simplemente quería que viera si tenía o no habilidades. Alguien sin habilidades nunca llevaría un arma así.
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Al parecer mi pregunta había avivado a la mujer, ¿sacar sus armas a plena vista y simular un ataque hacia mí? Tenía agallas, y realmente no importaba si me acompañaba, así que no tuve más elección que aceptar. Tome con mis manos las katanas que tenía cerca del cuello, eran de buena calidad, y las aparte de mí con cuidado.
-Puedes seguirme. (Le dije con una sonrisa) –Pero no hagas nada raro. (Termine de decir con una pequeña risa)
Tenía suerte de que el camino fuera sencillo y cercano, pero si algo muy ruidoso pasara los habitantes de este pueblo lo escucharían y no sería nada bueno. En fin, tratare de ser lo más delicado que pueda, tiene que ser sencillo ¿no? Estaba inmerso en mis pensamientos cuando de repente, mientras seguía el camino dentro del bosque, que escuche unos gritos leves. “Son voces femeninas” pensé, esperaba que nadie estuviera en peligro.
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Sonreía mientras apartaba mis katanas de su cuello, yo sonreía también, mientras enroscaba las mismas, y me ponía la bötana a la espalda. Me dijo que le siguiera, pero que no hiciese nada extraño. Simplemente asentí con mi cabeza, y con mi mano derecha le abrí paso, cual rey del lugar.
Le seguí pacientemente en su camino, escuchamos unas voces femeninas, eran grito.
-¿Que ha sido eso? -dije agarrando mi bötana, para desenroscar en cualquier momento. Lo dije en voz baja, para que no se me oyera.
Le seguí pacientemente en su camino, escuchamos unas voces femeninas, eran grito.
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Me predispuse a mantenerme en sigilo mientras me acercaba mas al sonido, provenían del bosque a un lado izquierdo del camino que estábamos siguiendo. Al acercarme y esconderme lo mas cerca posible detrás de un árbol pude ver a dos hombres, ambos con ropas gastadas y sucias. "Vayas pintas tienen", eran típicos bandidos de cuarta. Sin embargo aparte de ellos dos se encontraban también una mujer en el suelo, parecía estar siendo asaltada por los hombres. Muy discretos no eran, por supuesto.
-Es una oportunidad perfecta, veamos tus habilidades. (Le susurre Narahí mientras sonreía y apuntaba con la mirada a los bandidos)
Aquella solo era escoria, la mujer que me acompañaba no parecía tan débil como se veía, aunque en este mundo pasaba a menudo. Habilidades en la batalla tiene, y esos dos pedazos de basura serian mas que ineficientes contra ella, o así lo sentía. Con mi nivel de haki era difícil ver su fuerza, pero ahí estaba presente.
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Los sonido venían de la izquierda del camino, se veían dos hombre asaltando a una mujer. Desde luego ya no saben que hacer, en vez de ir a por los hombres, van a por las mujeres creyendolas más fáciles para un ataque. Max me dijo mirando hacía los hombres que quería ver mis habilidades. De acuerdo, se las enseñaré.
-Perfecto, estate atento -le dije con sigilo, avanzando para alejarme de él. Agachada aún para que no me viesen. Me convertí en mi híbrido de tucán, pues quería darles un pequeño sustillo. Me eché a volar, llegué lo más arriba posible, y cuando ya estaba sobre estos dos bichejos, caí en picado, dejando caer antes un dial de humo. Entre el humo aparecí con mi bötana en la mano. Para ellos seguiría siendo un simple bö, y ahí residía la gracia, ellos no sabían ese factor sorpresa.
-Vaya, vaya, ¿que hacéis con esta mujer? -dije poniendome delante de la chica, puesto que con el susto estos pedazo de idiotas se echaron para atrás.
-¿Que coño...?, ¿quien cojones eres? -dijo uno de ellos, amenazandome con un cuchillo en la mano derecha. Eran poco más altos que yo, muy desgarbados, y gorditos. Sonreía ante aquella amenaza, dejando ver mis dientes de sierra, mirandoles con mis ojos negros como el azabache.
-Me llamo Narahí, y voy a mataros -dije friamente, mientras me acercaba por detrás de uno de ellos, poniendole mi bö en el cuello.
-Verás, he visto a lo lejos que estábais molestando a esta chica, así que me he... ``dejado caer´´ por aquí, para daros una lección -dije desenroscando rápidamente el bö, y poniéndole las hojas de mis katanas en el cuello. Haciendo un corte limpio.
-No mires esto querída, podrías tener pesadillas -dije avanzando hacía el otro, agarrandolo de la ropa, para después tirarlo en el aire hacía un lado. Rápidamente llegué ajunto de él, y lo tiré al suelo, agarrandole del cuello con la garra que antes era mi pie.
-Bien amigo, aqui termina tu viaje -dije sacando una de las katanas, y clavandosela por la garganta, atravesando la tierra por el otro lado, moviendo la misma para que entrase aire. Una vez ambos en el otro barrio, me volví a mi forma normal. Y fui a ayudar a la chica.
-¿Estás bien? -le dije ayudandola a levantarse, mientras cogía un trozo de la ropa mugrienta de uno de esos hombres, y limpiaba ambas katanas, y acto seguido, las enroscaba para dejarlas en un precioso bö. La chica se registraba, mirandose a sí misma si tenía alguna herida, o si le faltaba algo.
-Creo que estoy bien -dijo mirandose y de vuelta mirandome a mí -gracias por salvarme -agradeció con una sonrisa.
-Perfecto, estate atento -le dije con sigilo, avanzando para alejarme de él. Agachada aún para que no me viesen. Me convertí en mi híbrido de tucán, pues quería darles un pequeño sustillo. Me eché a volar, llegué lo más arriba posible, y cuando ya estaba sobre estos dos bichejos, caí en picado, dejando caer antes un dial de humo. Entre el humo aparecí con mi bötana en la mano. Para ellos seguiría siendo un simple bö, y ahí residía la gracia, ellos no sabían ese factor sorpresa.
-Vaya, vaya, ¿que hacéis con esta mujer? -dije poniendome delante de la chica, puesto que con el susto estos pedazo de idiotas se echaron para atrás.
-¿Que coño...?, ¿quien cojones eres? -dijo uno de ellos, amenazandome con un cuchillo en la mano derecha. Eran poco más altos que yo, muy desgarbados, y gorditos. Sonreía ante aquella amenaza, dejando ver mis dientes de sierra, mirandoles con mis ojos negros como el azabache.
-Me llamo Narahí, y voy a mataros -dije friamente, mientras me acercaba por detrás de uno de ellos, poniendole mi bö en el cuello.
-Verás, he visto a lo lejos que estábais molestando a esta chica, así que me he... ``dejado caer´´ por aquí, para daros una lección -dije desenroscando rápidamente el bö, y poniéndole las hojas de mis katanas en el cuello. Haciendo un corte limpio.
-No mires esto querída, podrías tener pesadillas -dije avanzando hacía el otro, agarrandolo de la ropa, para después tirarlo en el aire hacía un lado. Rápidamente llegué ajunto de él, y lo tiré al suelo, agarrandole del cuello con la garra que antes era mi pie.
-Bien amigo, aqui termina tu viaje -dije sacando una de las katanas, y clavandosela por la garganta, atravesando la tierra por el otro lado, moviendo la misma para que entrase aire. Una vez ambos en el otro barrio, me volví a mi forma normal. Y fui a ayudar a la chica.
-¿Estás bien? -le dije ayudandola a levantarse, mientras cogía un trozo de la ropa mugrienta de uno de esos hombres, y limpiaba ambas katanas, y acto seguido, las enroscaba para dejarlas en un precioso bö. La chica se registraba, mirandose a sí misma si tenía alguna herida, o si le faltaba algo.
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La mujer parecía confiarse bastante, era buena señal. Sin embargo me impresiono bastante cuando se convierto en lo que parecía ser un hibrido entre humano y ave. Su rapidez era la suficiente, la reacción de los bandidos era la esperada. Narahí acabo con los hombres más rápido de lo que pensé, ambos directo hacia el cuello, vaya. “Tuve que haberle dicho que dejara vivo al menos a uno”, pensé con un suspiro, pero ya no importaba, después de todo iba a morir de igual forma. Quitando todo aquello de lado, las habilidades de la mujer eran más que notorias, tenía una akuma no mi después de todo. El potencial estaba.
Al terminar la pelea me acerque tranquilamente mientras veía los cuerpos y los inspeccionaba. Tal vez pueda encontrar algo que nos ayude en la aventura, hasta incluso algún tesoro. Daba igual lo que fuera, nunca perdía la esperanza de encontrar algo que valiera la pena encontrar, era un pirata después de todo.
-Además de bandidos también pobres. (Dije al notar que no tenían nada de valor encima) –Nunca me dijiste que eras poseedora de una fruta del diablo. (Sabía que era tonto lo que decía, pues jamás se lo había preguntado, sin embargo me divertía entablar conversaciones así)
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Miraba de reojo a Max, que se acercaba a nosotras, pensaba registrarles para encontrar algo que pudiese ayudarnos a ver que es lo que abía ocurrido. Aunque también estaba la chica, que realmente tampoco nos diría mucho. Me limpié las manos, y me acerqué de nuevo a Max, viendo como se alejaba de nosotros la chica.
Ahora se interesa por mi Akuma, vaya, algo curioso, casi nadie me suele preguntar por ella.
-No me has preguntado, y tampoco creí necesario darte una lista de mis habilidades -dije sonriendo, pretendía que sonase a broma, pero con ese tono no se si lo habría conseguido.
-Ahora en serio, si, tengo una fruta, es muy simple, útil no se si es, pero como me encanta volar, pues mira, me divierto mucho, si quieres te puedo agarrar de los hombros y te llevo volando al cielo -le dije con una sonrisa, en parte era una broma, pero si quería que lo hiciese, por mi no había problema, en mi forma tucán tengo bastante más fuerza.
Ahora se interesa por mi Akuma, vaya, algo curioso, casi nadie me suele preguntar por ella.
-No me has preguntado, y tampoco creí necesario darte una lista de mis habilidades -dije sonriendo, pretendía que sonase a broma, pero con ese tono no se si lo habría conseguido.
-Ahora en serio, si, tengo una fruta, es muy simple, útil no se si es, pero como me encanta volar, pues mira, me divierto mucho, si quieres te puedo agarrar de los hombros y te llevo volando al cielo -le dije con una sonrisa, en parte era una broma, pero si quería que lo hiciese, por mi no había problema, en mi forma tucán tengo bastante más fuerza.
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-Tienes razón, volar tiene que ser muy divertido. (Dije con una sonrisa)
A quien no le gustaría volar después de todo, sentir el viento y poder presenciar el paisaje en una perspectiva única para las demás personas. “Bueno, tal vez los que tengan miedo a las alturas no se entusiasman tanto con esa idea”, pensé mientras me rascaba la cabeza, debíamos de apurarnos a llegar a alguna parte. El escondite de aquellos bandidos no podía estar muy lejos. Intentaba repetidas veces sentir algo con mi haki de observación, sin embargo no podía presenciar “voces” que sobresaliesen, aparte de los animales del bosque.
-Ahora que lo dices, sería buena idea que surcaras los cielos para tener una mejor perspectiva, seguro que ves algo desde las alturas. (Su habilidad era bastante útil en momentos como esos)
Mientras dejaba a la mujer decidir si hacer lo que dije o no, me propuse a hablar con la victima de esos bandidos que estaban por robarle. Parecía nerviosa, posiblemente tuviera algo de información.
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Cuando dijo de sobrevolar la zona, me pareció buena idea, con mi vista desarrollada probablemente encontraría algo.
-De acuerdo, vuelvo en un rato -dije mientras salía corriendo delante de él, di un salto, y en el aire me convertí en mi forma completa de tucán. Comencé a sobrevolar la zona, unos pocos kilometros.
Por ahora no encontraba nada, pero a medida que avanzaba por el bosque, veía varias cabañas, un poco tenebrosas, y muy ocultas por las copas de los árboles, para bien o mal las podía ver. Me quedé sobre un árbol observando lo que ocurría. Vi salir y entrar un par de veces a dos hombres sujetando a unas chicas, igual que había ocurrido con la que salvé. Esas dos casas no me gustaban, y no sabía si podía haber más por la zona, pero en este momento, era lo que teníamos.
De vuelta ajunto de Max, bajé en picado a unos pocos metros de él, y a otros poco metros de altitud, me volví en mi cuerpo humano.
-Encontré dos cabañas, vi entrar y salid un par de veces a dos hombres, llevando a las chicas a la fuerza, no me gusta nada -dije mientras cogía aire, pues volar podía ser divertido, pero cansaba un poco.
-De acuerdo, vuelvo en un rato -dije mientras salía corriendo delante de él, di un salto, y en el aire me convertí en mi forma completa de tucán. Comencé a sobrevolar la zona, unos pocos kilometros.
Por ahora no encontraba nada, pero a medida que avanzaba por el bosque, veía varias cabañas, un poco tenebrosas, y muy ocultas por las copas de los árboles, para bien o mal las podía ver. Me quedé sobre un árbol observando lo que ocurría. Vi salir y entrar un par de veces a dos hombres sujetando a unas chicas, igual que había ocurrido con la que salvé. Esas dos casas no me gustaban, y no sabía si podía haber más por la zona, pero en este momento, era lo que teníamos.
De vuelta ajunto de Max, bajé en picado a unos pocos metros de él, y a otros poco metros de altitud, me volví en mi cuerpo humano.
-Encontré dos cabañas, vi entrar y salid un par de veces a dos hombres, llevando a las chicas a la fuerza, no me gusta nada -dije mientras cogía aire, pues volar podía ser divertido, pero cansaba un poco.
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La mujer que había salvado Narahí estaba notoriamente nerviosa, no parecía tener la suficiente calma que tendría una persona al ser rescatada. Es más parecía deprimida, pero no era nadie para juzgar a una persona por su rostro, tal vez ella era así de nacimiento.
-No pareces muy feliz. (Dije sin escrúpulos, pensaba que era mejor hablar sin disimulo, entablar algún tipo de confianza) –Si sabes algo sobre estos bandidos debes decírmelo, se comportan de una forma extraña. (Era extraño, usualmente iban en grupos mayores que dos)
Se había mantenido callada durante bastante tiempo, pero de pronto pareció haberse decidido a hablar. –Paso mucho tiempo desde ellos llegaron, raptando a mujeres y niños. Son muchos y no podemos hacer nada contra ellos, la mayoría somos pescadores, no sabemos pelear hábilmente- dijo con una voz entrecortada, ahora que lo decía, aquel pueblo donde estaba antes parecía sombrío, como si la felicidad de todos hubiera sido arrebatada. “Están siendo hostigados por la basura”, tenía sentido. La mujer a la que habíamos salvado estaba por ser secuestrada, por lo que no sabía lo que le hacían a los que no lograban salvarse. Algo era seguro, cerca de allí tendría que haber más bandidos y por ende, más personas secuestradas.
Pude ver como Narahí bajaba hacia mí, la espere sin problema hasta que volviera a transformarse a su forma humana y trajera consigo buenas noticias. Y lo eran, en parte, lo bueno era que sabíamos donde estaban algunas de sus escondrijos, lo malo es que tenían más de un rehén.
-Vamos, hay que sacar la basura. (Quería parecer “guay” al decir aquellas palabras) –Iré adelante. (No creía que fueran nada peligrosos, menos para mí, sin embargo no sabíamos cuantos eran)
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Simplemente me digné a seguirle, el quería ir delante, y no iba a sacarle su puesto. Yo iba detrás de él, siempre con mi mano en la bötana. Nunca estaba de más ir preparado.
-Ve sigilosamente, a pesar de entrar cada dos por tres, hay que ser muy sigilosos -le dije en voz baja, era una lastima que no tuviesemos forma de comunicarnos. No era mala idea, yo iría volando, y mientras lo avisaría por si alguien se le acercaba.
-Ve sigilosamente, a pesar de entrar cada dos por tres, hay que ser muy sigilosos -le dije en voz baja, era una lastima que no tuviesemos forma de comunicarnos. No era mala idea, yo iría volando, y mientras lo avisaría por si alguien se le acercaba.
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No tardamos mucho en encontrar una de esas famosas cabañas que parecían utilizar los bandidos como escondrijo, con ese nivel de degradación nadie se esperaría que un ser viviente se estableciera en ese lugar. "Un buen lugar para que no te pillen", pensaba a medias, después de todo no era cien porciento seguro, debías de ser cauteloso para que aquel escondite sea efectivo. Cuando me acerque lo suficiente mientras me escondía en los numerosos arboles, pude ver a un hombre sospechoso salir de la cabaña, fue bastante fácil neutralizarlo. Sin embargo intente mantenerlo consciente pues necesitaba saber el "verdadero" escondite de esos bandidos. Sabia que aunque fuesen basura, no eran del todo imbéciles y unas simples casuchas con tanto moho no podían ser sus establecimientos definitivos.
No era muy bueno a la hora de torturar, debía de aceptarlo, pero hombres como ese eran sencillos de asustar hasta el punto de volverse un lengua suelta. Como lo habia sospechado, la gran mayoría de bandidos y el líder, se mantenían ocultos en un asentamiento mas alejado. Después de que me diera la información que necesitaba lo noquee, y me dirigí a la cabaña que estaba en frente de mi. Al abrir la puerta pude ver a unas cuantas mujeres, como también niñas. Estaban heridas, dañadas, maltratadas. Intente ayudarlas pero tan rápido como me acerque una de ellas salto gritando a pulmón. -¡No hay salvación, no la hay! ¡Si tan solo el destino no me hubiera quitado a mi pequeña, tenia una larga vida, tenia grandes sueños y esperanzas¡...hasta que se los quitaron con filo de una espada...- no pude medir palabra, era una escena típica provocada por la escoria que puede llegar a ser una persona.
No hubo mucho que decir, le pedí que a Narahí que pusiese a salvo a las mujeres, o que al menos pudiese protegerlas si alguien volvía. Yo en cambio, estaría bastante ocupado, aunque no esperaba tardar demasiado.
-Los matare a todos... (Mi expresión, que no mostraba felicidad, desprendía ira) -Ya no tienen salvación... No tardare mucho. (Termine de decir, mientras me dirigía a la dirección que habia recibido por parte de uno de esos bandidos)
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Me quedé detrás de él, mirando a nuestro alrededor por si un hijo de su madre intentaba atacarnos por la espalda. Llevaba la bötana en la mano, en forma de bö simple, no quería que viesen que en realidad había dos katanas ocultas en su interior.
Cuando avanzamos hasta la cabaña, me quedé atónita, no podía creer lo que veían mis ojos, mujeres y niñas secuestradas, con miedo en sus ojos. Escuché a Max que me dijo que las pusiera a salvo, y por supuesto lo iba a hacer, sin sacar la bötana de mi espalda, desenrosqué una de las katanas, debía desatarlas lo antes posible. De la misma manera, presté mi otra katana a la chica que había acabado de soltar para que me ayudase a soltarlas. Una vez estaban todas libres, y mi katana de vuelta conmigo, les dije a todas que se quedasen cerca de la pared, pues iba a resgistrar la otra puerta para ver si encontraba a algún secuestrador. Debía matarle, y sacar de allí a las chicas.
De un rápido golpe, maté a dos guardias que estaban vigilando la puerta. Miré de nuevo por si acaso. Ya no había moros en la costa.
-Seguirme sin hacer ruido -dije poniendo mi dedo indice en la boca, con mis dos katanas en las manos. Comenzamos a salir de allí despacio, mirando a todas partes, en el camino y por precaución, me convertí en mi hibrido de tucán, pues debía mejorar mi vista de esa manera.
Cuando avanzamos hasta la cabaña, me quedé atónita, no podía creer lo que veían mis ojos, mujeres y niñas secuestradas, con miedo en sus ojos. Escuché a Max que me dijo que las pusiera a salvo, y por supuesto lo iba a hacer, sin sacar la bötana de mi espalda, desenrosqué una de las katanas, debía desatarlas lo antes posible. De la misma manera, presté mi otra katana a la chica que había acabado de soltar para que me ayudase a soltarlas. Una vez estaban todas libres, y mi katana de vuelta conmigo, les dije a todas que se quedasen cerca de la pared, pues iba a resgistrar la otra puerta para ver si encontraba a algún secuestrador. Debía matarle, y sacar de allí a las chicas.
De un rápido golpe, maté a dos guardias que estaban vigilando la puerta. Miré de nuevo por si acaso. Ya no había moros en la costa.
-Seguirme sin hacer ruido -dije poniendo mi dedo indice en la boca, con mis dos katanas en las manos. Comenzamos a salir de allí despacio, mirando a todas partes, en el camino y por precaución, me convertí en mi hibrido de tucán, pues debía mejorar mi vista de esa manera.
Max D Dexer
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No solía quitarle la vida a un enemigo, creía que dejarlo con vida y demostrarle su derrota lo haría cambiar o como mucho le daría una lección. Sin embargo si algo he aprendido con el tiempo, es que no puedes meterte con la familia de alguien y destrozarla hasta que desaparezca el más mínimo rastro de vida. Me había cansado, no podría aguantar dejarlos con vida, debía darles una lección mandándolos al otro mundo. En ocasiones pensé que aquella información que me había proporcionado aquel bandido era falsa, pero al llegar hasta un campamento sospechoso y sentir esa “suciedad” en el aire, me di cuenta que llegue al lugar de origen de la plaga. “A llegado el exterminador”, no pretendía perdonar ni a uno solo.
Como había predicho no eran más que basura, sus habilidades no eran tan buenas y no resistían muy bien. No era ni necesario desenfundar mi katana contra los más débiles, sencillamente daban lastima. Así fue durante un tiempo, intentaba ser lo más sigiloso posible y matar a los que podrían darme problemas a la hora de luchar frente a frente. Simplemente reduje el número un poco para tener más ventaja. Cuando eran lo suficientemente pocos salí de mi escondite con rapidez hasta un bandido que se encontraba un poco mas delante de la entrada al campamento, cuando llegue a él lo atravesé con mi espada quitándole la vida al instante. Al hacer eso llame la atención de todos los que se encontraban en el centro del campamento, dirigiéndose todos hacia mí. Solo basto utilizar mi “Cutting Fire Attack” para derrotarlos y quemarlos a todos, al mismo tiempo que quemaba el campamento.
-Es una vista deplorable. (Dije con tranquilidad, ver aquel infierno de fuego producía malestar)
Se oían gritos de agonía de muchos que habían sobrevivido a los cortes de mi katana, para pasar a quemarse y carbonizarse hasta morir. Fui rápido y saque todo lo que veía de valor, monedas, joyas, lo típico que roban los bandidos. Y suerte la mía el haber encontrado un cofre lleno de dinero, parecía como si estuvieran recolectando para algo importante, pero no le puse tanta atención a ese pensamiento y simplemente tome el cofre y me lo lleve. Era pesado pero tenía la fuerza suficiente como para levantarlo y apoyarlo en mi hombro. Así empecé a salir caminando del campamento enemigo, esperando a que Narahí haya logrado poner a salvo a aquellas mujeres.
Narahí Collins
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Después de convertirme en mi híbrido, empecé a oír mucho ruído, gente gritando, y un intenso olor a humo también había. Miré a mi alrededor, y detrás de nosotros ví una gran humareada.
``Seguro que fue Max´´ -pensé mientras seguía adelante con la mujeres y las niñas, observando a mi alrededor sin pararme. Un poco más adelante, vi a dos hombre, las mandé callar a todos con el dedo en la boca, cogí mi cerbatana y les lancé dos somníferos. En cosa de 10 segundos se quedaron fritos en el suelo.
-¿Sabéis si aquí cerca hay algún pueblo donde podáis quedaros?, yo he de volver rápidamente -pregunté en voz baja, pues no sabía si había más gente que puediera oirnos.
-Si, si sigues ese sendero irémos al pueblo, tardaremos solo 10 minutos -dijo la chica en voz baja.
-¿Por que no lo has dicho antes?, vamos entonces -dije encaminando a las chicas hacia el sendero, debía controlar que todas entrasen bien. Después fui detrás de ellas. Como dijo la chica, en 10 minutos ya estabamos en el pueblo. Nos encontramos con una casa, a la que peté a la puerta.
-¿Si? -dijo una voz fuerte de hombre, se acercó a la puerta un chico alto, de pelo corto y castaño, de ojos avellana.
-¿Podría usted esconder a las chicas?, ¿y alguien más del pueblo?, estás chicas han sido secuestradas, y las he liberado -dije mirando a mi alrededor.
-Claro, pasar unas cuantas, avisaré a los demás -dijo el chico saliendo de su casa, para avisar al resto.
-Cuidaos chicas, yo me tengo que ir ya -dije yendome de nuevo por el sendero, para encontrarme con Max.
-Gracias por todo, te debemos la vida -dijo la chica con lagrimas en los ojos. Por fín salvamos a las chicas. Ahora toca ir a buscar a Max.
Pasé por el mismo sendero, y cuando volví me dirigí a la parte delantera del lugar que estaba ardiendo. Donde suponía que estaba Max esperandome.
``Seguro que fue Max´´ -pensé mientras seguía adelante con la mujeres y las niñas, observando a mi alrededor sin pararme. Un poco más adelante, vi a dos hombre, las mandé callar a todos con el dedo en la boca, cogí mi cerbatana y les lancé dos somníferos. En cosa de 10 segundos se quedaron fritos en el suelo.
-¿Sabéis si aquí cerca hay algún pueblo donde podáis quedaros?, yo he de volver rápidamente -pregunté en voz baja, pues no sabía si había más gente que puediera oirnos.
-Si, si sigues ese sendero irémos al pueblo, tardaremos solo 10 minutos -dijo la chica en voz baja.
-¿Por que no lo has dicho antes?, vamos entonces -dije encaminando a las chicas hacia el sendero, debía controlar que todas entrasen bien. Después fui detrás de ellas. Como dijo la chica, en 10 minutos ya estabamos en el pueblo. Nos encontramos con una casa, a la que peté a la puerta.
-¿Si? -dijo una voz fuerte de hombre, se acercó a la puerta un chico alto, de pelo corto y castaño, de ojos avellana.
-¿Podría usted esconder a las chicas?, ¿y alguien más del pueblo?, estás chicas han sido secuestradas, y las he liberado -dije mirando a mi alrededor.
-Claro, pasar unas cuantas, avisaré a los demás -dijo el chico saliendo de su casa, para avisar al resto.
-Cuidaos chicas, yo me tengo que ir ya -dije yendome de nuevo por el sendero, para encontrarme con Max.
-Gracias por todo, te debemos la vida -dijo la chica con lagrimas en los ojos. Por fín salvamos a las chicas. Ahora toca ir a buscar a Max.
Pasé por el mismo sendero, y cuando volví me dirigí a la parte delantera del lugar que estaba ardiendo. Donde suponía que estaba Max esperandome.
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Tenía pensado caminar devuelta hasta aquella cabaña en donde nos separamos Narahí y yo, sin embargo no hizo falta pues la mujer apareció de la nada acercándose a mí. “Posiblemente ya haya puesto a salvo a las chicas” pensé con una sonrisa en mis labios, aquella historia de terror parecía llegar a su fin. No había momento más feliz que estropear el plan de un desgraciado y no dejar que por nada en el mundo termine ganando. Lamentablemente no siempre era así, no siempre el mal perdía y era algo que aunque me molestaba, también pensaba que era una especie de equilibrio. Un pensamiento tonto, al fin y al cabo.
-¿Lograste poner a salvo a las mujeres? (Pregunte mientras sonreía y cargaba con aquel cofre) –Estoy bastante entusiasmado por repartir este cofre contigo, te has portado excepcional y quiero recompensarte por ello. (Mi sonrisa esbozaba felicidad)
Empecé a caminar por el sendero, mientras le decía a Narahí que volvamos al pueblo. Planeaba repartir con ella la ganancia antes de llegar al pueblito, no podíamos arriesgarnos a que alguien nos vea y nos delate a la marina. Todo el camino era tranquilo, a pesar de los gritos de aquellos hombres que morían quemados, y de la nada un animal con pelaje blanco salto de los arbusto y me embistió cayendo así el cofre. Era Kuroten y parecía bastante feliz de verme. En aquel momento me percate de que Narahí desconocía la existencia de aquel lobo blanco, así que me volvi a parar inmediatamente y lo presente.
-Narahí, este es mi compañero Kuroten, di hola. (Al decir eso el lobo comenzó a aullar a la mujer, era su forma de saludar, aparte de las lamidas)
El animal tenía un collar donde se encontraba una pequeña bolsa, que le había puesto para que pudiese guardar las plantas y hojas que sirvieran para medicina y vendajes. Me di cuenta de que estaba casi llena, una buena recolección. Acaricie su cabeza en modo de recompensa.
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Después de un rato, me encontré de frente a Max, cargaba un cofre. Me fijé que al verme sonrió, desde luego estaba complacido con la que lio con el incendio. Le devolví la sonrisa, y nos acercamos.
-Si, están ya a salvo, a través de ese sendero hay un pueblo, un hombre, y la gente del pueblo se encargarán de ellas -dije mientras caminaba a su lado.
-Gracias por compartirlo conmigo, te lo agradezco -le dije sonriendo, cuando de pronto, un lobo blanco tiró al suelo a Max, y el cofre. Pensando que lo estaba atacando estaba a punto de sacar una de mis armas, hasta que vi que Max ya le conocía.
Me presentó a su compañero Kuroten.
-Encantada Kuroten -dije haciendo una reverencia de broma, y luego acariciándole la cabeza, un pelo muy suave le rodeaba. Me hacía cosquillas al sentir su lengua en mi mano. Me aulló a modo de saludo.
-Que bonito es -le dije a Max mientras seguíamos hacía el pueblo. Me fijé que en su cuello llevaba muchas plantas.
-Vaya, plantas medicinales, ¿se te da bien curar? -dije enseñándole un corte que tenía en el brazo.
-Si, están ya a salvo, a través de ese sendero hay un pueblo, un hombre, y la gente del pueblo se encargarán de ellas -dije mientras caminaba a su lado.
-Gracias por compartirlo conmigo, te lo agradezco -le dije sonriendo, cuando de pronto, un lobo blanco tiró al suelo a Max, y el cofre. Pensando que lo estaba atacando estaba a punto de sacar una de mis armas, hasta que vi que Max ya le conocía.
Me presentó a su compañero Kuroten.
-Encantada Kuroten -dije haciendo una reverencia de broma, y luego acariciándole la cabeza, un pelo muy suave le rodeaba. Me hacía cosquillas al sentir su lengua en mi mano. Me aulló a modo de saludo.
-Que bonito es -le dije a Max mientras seguíamos hacía el pueblo. Me fijé que en su cuello llevaba muchas plantas.
-Vaya, plantas medicinales, ¿se te da bien curar? -dije enseñándole un corte que tenía en el brazo.
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Narahí se había comportado bien, como una buena compañera, algo que se perdía cada vez más. Me sentiría terriblemente mal si no se lo agradecía lo suficiente, por lo que parte del dinero obtuve tendría que ser para ella; después de todo no trabaje solo en aquella “misión”. Me parecía, ante cualquier observación física anterior, una buena persona.
-No es nada, a veces no es malo compartir. (Dije con una sonrisa, esperaba que esa isla estuviera más tranquila desde ahora, sin embargo viniendo del North Blue no tenía muchas esperanzas)
Al escuchar la pregunta de la muchacha me di por pronunciar algunas carcajadas, no podría decir si me daba bien curar o no, eso dependía de muchas cosas. Al fin y al cabo no era medico, aunque las facultades en si las tenia pero no los conocimientos suficientes para serlo. Los conocimientos que si tenía eran más que suficientes para una persona que viajaba, en la mayoría de los casos, solo. La vida no era tan mala, tenía a Kuroten para hacerme reír con sus payasadas.
-Se podría decir que sí, es necesario saber cómo curar heridas y algunas enfermedades cuando viajas por el mar. (Algo bastante obvio, tenía que ser seguro, aparte de saber navegar, lo más importante cuando vas por el mar)
Al terminar de hablar nos dirigimos de nuevo hasta la entrada al pueblito en donde nos habíamos conocido, por suerte el cofre contaba con dos bolsas lo suficientemente grandes para que cupieran la parte que correspondía a cada uno.
-Aquí acaba mi camino, regresare al muelle y volveré al mar, no hay mucho más que pueda hacer en esta isla. (Me rascaba la cabeza mientras suspiraba, aun pensaba sobre los bandidos, eran extrañamente débiles) –Ademas no quiero arriesgarme a que la marina o quien sea un peligro para mi llegase, soy un pirata con recompensa después de todo. (Termine con otro suspiro más largo que el anterior) -¿Tu que harás?
Narahí Collins
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Rompí un trozo de mi camiseta para vendarme la herida, pues sangraba, no demasiado, pero tampoco paraba. Dijo que se le daba bien curar heridas, tampoco pretendía que me curase. Así que ante el comentario sonreí. Dijo que se dirigiría al puerto, a por su barco, y que se iría antes de que apareciese por allí algún marine. No se fue sin antes preguntarme a donde iría. Dando varios suspiros entre comentarios.
-Aun no lo se, tengo el brazo herido, y no tengo barco, así que me tendré que meter a algún barco de polizón -dije sonriendo, cogiendo con la otra mano las bolsas de dinero.
-Gracias por todo, y hasta otra, valiente guerrero -dije diciendole adiós con la mano, -Y tu cuidale bien ¿eh? -dije dirigiendome a Kuroten, que cerraba los ojos mientras le acariciaba la cabecita, recibiendo de el unos cuantos lametones.
-Aun no lo se, tengo el brazo herido, y no tengo barco, así que me tendré que meter a algún barco de polizón -dije sonriendo, cogiendo con la otra mano las bolsas de dinero.
-Gracias por todo, y hasta otra, valiente guerrero -dije diciendole adiós con la mano, -Y tu cuidale bien ¿eh? -dije dirigiendome a Kuroten, que cerraba los ojos mientras le acariciaba la cabecita, recibiendo de el unos cuantos lametones.
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