Un Trueno En La Noche !Ban Midou vs Juka! [Privado-Pasado]

El Sol ya estaba ocultándose, a punto de dar paso a una noche algo oscura, debido a que la luna iba a ser cuarto creciente. Esos datos los había escuchado el espadachín por parte de su amigo Tetsuyo. En esos momentos, Ban estaba sentado en la barra de un bar un poco cutre. En su vaso había una bebida de un tono morado, la cual estaba probando por primera vez. Supuestamente, era vodca con zumo de arándano. Se llevó la mano a la frente, y después de unos segundos, le dio un trago a la bebida. Sintió una sensación incómoda al principio, y por ello frunció el ceño un poco. Estaba bastante fuerte.

Ese día vestía con su habitual camisa blanca de manga corta. También poseía unos pantalones negros, y unos zapatos oscuros. Portaba una funda en la espalda, y otra a cada lado de la cintura, donde ocultaba sus tres armas. El espadachín no salía de casa sin ellas, pues eran sus compañeras de viaje. Decidió acompañar aquel mal trago con una comida que le alegrase un poco, y por ello levantó la mano con toda la calma del mundo. El camarero no tardó en acercarse, mirándole con una sonrisa amable. Esperó una respuesta del joven entonces. Al parecer había pocas personas, y le gustaba tratar bien a todos los clientes posibles. Eso era un punto a su favor.

- Me gustaría una ración de patatas cocidas con atún, maíz, y un poco de huevo duro. Un buen aliño para mejorar el sabor, y si es posible quiero alioli.

Una vez dijo aquello, el camarero, el cual era un joven de cabellos rojizos, asintió con la cabeza. El mafioso entonces entrecerró los ojos despacio, esperando el pedido mientras colocaba la mano en su mejilla, estando de esa forma apoyado en la barra.

Archipiélago Shabaody. Nunca imaginé llegar hasta aquí, era mi última parada antes de ingresar a las ligas mayores, pero... ¿lo lograría? El futuro era incierto y por el momento no podía leerlo, por lo que dejé las preocupaciones a un lado y desembarqué en una de las pequeñas islas del lugar. Sabía que cada islita tenía un número para diferenciarlas, pero yo no tenía ni la más mínima idea de que número tenía la mía, por lo que le quité importancia y continué hacia adelante.

Al desembarcar, mi abrigo de piel se sacudió tanto que parecía el protagonista de una película de acción. Además del abrigo, vestía con mi característica camisa bordó, un pantalón azul oscuro y unos zapatos negros que terminaban en punta. Mi espada estaba a mi lado como siempre y su vaina cruzada en mi cinturón al lado derecho de mi cuerpo.

Caminé por la tierra fangosa del archipiélago hasta toparme con lo que supuse era una taberna o algo por el estilo. Cuando vi el cartel, mi estómago rugió y supe que eso era señal de que debía entrar para alimentarme y no morir de hambre.

Al abrir la puerta del lugar, pude notar como todos me miraron por un segundo y luego volvieron a lo suyo, seguramente mis pintas eran normales por esos lares. El interior era bastante acogedor, todo era de madera menos la base de la construcción, las maderas, la barra, los sillones y el techo todo era de madera de buena calidad, eso hablaba bastante bien de los dueños.

Luego de analizar durante unos segundos el interior, avancé unos pasos para sentarme en la barra. Una vez allí, le dije al cantinero que quería cualquier pedazo de carne que tuviera, sinceramente no me importaba la calidad, pero necesitaba algo de carne para poder vivir un tiempo más. El mozo asintió y se fue rápidamente hacia la cocina con los pedidos.

Al mirar a mi izquierda, pude notar a otro individuo. Eramos los únicos en la barra, por lo que me pareció una buena idea comenzar una conversación para olvidarme un poco del hambre que tenía.

- Lindo lugar ¿no? ¿Qué te has pedido tú? -

El chico de lava permanecía con los ojos entrecerrados, sabiendo que su comida iba a tardar un poco, pues el tiempo de cocción de las patatas era algo a tener en cuenta. Era un hombre que no sabía mucho de comida, pero de todas formas atendía a la comida que se hacía en su mafia, por lo que no le importaba para nada darse el gusto de saber un poco. Se llevó la mano derecha a la cabeza de nuevo, soltando unos cuantos suspiros. Empezaba a aburrirse bastante, y encima tenía un calor horrible. En cuanto saliese de allí debía de ir a una piscina o algo por el estilo. No quería cocerse vivo. Era curioso, pues su fruta le hacía eso precisamente. En otra ocasión se habría reído, pero no era el momento de hacerlo. Se relamió despacio, para finalmente apretar su puño derecho. Aquella señal puso un poco nervioso al camarero, pero no era nada malo para él.

El sonido de la puerta abriéndose llamó la atención del mafioso, que esperaba que no fuese algún pesado detrás de su cabeza. Costar cincuenta millones no era algo fácil, y muchos empezaban a interesarse por su cabeza. El tipo que entró tenía incluso más pinta de criminal que él, aunque si así era, no lo sabía. No se dedicaba a mirar los carteles de la gente, pues no le interesaban mucho. Ese hombre se sentó a su lado, pero tampoco le importó mucho. Pidió un buen plato de carne, y entendió que debía de estar hambriento. En ese momento aquel tío sin conocerle de nada, le preguntó sobre lo que él había pedido.

No tuvo que decir nada, pues en ese mismo momento el camarero le sirvió su plato. Era una lógica cantidad de patatas cocidas y cortadas en trozos. Tenían sal, pimienta, aceite, y quizás vinagre. Estaban acompañadas con atún, huevo duro, maíz, la salsa pedida, y además le habían echado zanahoria rayada y fresca. Sonrió de lado ante aquel regalo, y sin pensárselo pinchó una con el tenedor. Se la metió en la boca junto con un poco de atún, y sintió el delicioso sabor que poseía aquel hidrato de carbono. A continuación miró a su acompañante con una expresión tranquila, y contestó en un tono algo serio.

- Pues esta delicia que estás viendo. El futuro mejor mafioso del mundo debe alimentarse correctamente.

Vegetales, no es que no me agradaran las patatas, pero solo como acompañamiento de un buen pedazo de carne. Pero todos eramos diferentes, estaba bien que le gustaran las patatas, lo respetaba. Mientras pensaba en eso mi comida llegó de mano del hombre que recibió mi orden. Un plato de carne asada con puré a un lado se apoyó sobre la barra frente a mí. El olor se adentró por mis narinas dándome ganas de devorarlo, pero debía comer lento, hacer lo contrario no hace nada bien y debía respetar esas reglas, después de todo soy cocinero y un cocinero debe saber como comer.

Tomé mis cubiertos y comencé a cortar un trozo de ese pedazo de carne rojiza y mientras lo hacía dije: - Mafioso no es una palabra que me guste, la mayoría no tienen valores morales y son asesinos y criminales sin piedad - Era la verdad, no me gustaban los mafiosos, eran personas que no respetaban ninguna ley moral, quizás caían más bajo aún que los piratas malignos. Aunque siempre estaba la posibilidad de que fuera un mafioso con buenas intenciones, como Madara, si no te metías con su dinero, sus intenciones no eran malas.

Aunque obviamente la posibilidad de que fuera el típico mafioso asesino y sin valores era bastante grande, por lo que mientras metía el pedazo de carne cortado en mi boca, acercaba con mi mano derecha la katana que reposaba en su vaina atada a mi cinturón. Quizás fuera sensato y no buscara ningún tipo de pelea ya que me daba un poco de pereza teniendo tal delicia frente a mí, pero estaba la posibilidad de que fuera impulsivo y que atacara por el simple hecho de criticar su profesión.

Unas palabras equivocadas por parte de aquel tipo. La patata que estaban masticando el mafioso le supo un poco rara debido a lo que había escuchado. El joven entonces cerró un momento los ojos, para después abrirlos de golpe. Sabía de sobra que a lo mejor no iba por él, pero cuando había mencionado a la mayoría de los mafiosos, no pudo evitar pensar en su familia entera. Eran más de cien y por ello se sintió ofendido con semejantes palabras. El chico entonces tomó un poco de atún, relajando su paladar con el gusto salado. Había estado a punto de decirle un par de cosas a aquel hombre que iba de entendido. Decidió dejarlo pasar y concentrarse en su comida de una vez.

No pudo evitar fijarse en aquel tipo, el cual parecía un hombre de libros de historia. Tenía un aspecto demasiado raro. Entonces pudo ver lo que hizo con la mano y eso provocó que Ban masticase un poco más fuerte de lo normal. El joven entonces miró un poco a su alrededor, comprobando que todo estaba en orden. No parecía haber autoridades cercanas y entonces no se lo pensó. Aumentó la velocidad a la que comía y se deleitó con unas patatas mojadas en mayonesa. Cerró los ojos disfrutando de aquel sabor tan delicioso para entonces soltar un pequeño gemido debido a lo rico que estaba.

Llevó la mano derecha a la funda de su katana Azazel y sin pensarlo la desenvainó a toda velocidad. El precioso sonido metálico llamó la atención del camarero, pero la velocidad del príncipe era demasiado rápida. En poco tiempo estaba apuntando a aquel hombre que tenía frente a sus ojos con su arma. Su mirada ante todo era seria y entonces fue cuando tras relamerse un poco, le habló en un tono amenazante.

- Mi familia está compuesta por más de cien mafiosos y todos tienen valores. Antes de hablar del trabajo de otros, deberías asegurarte de que no puedan cortarte en pedazos, señor carnívoro.

No me sorprendió en absoluto la reacción del mafioso, al fin y al cabo cada vez que me adentraba en una taberna algo salía mal y terminaba derramando sangre innecesaria, pero esta me la había buscado, pero de eso no me arrepentía, mi forma de pensar era mi forma de pensar, nadie podía negármela ni decirme lo contrario, por lo que en el momento en que sentí su acero rozando con el interior de su vaina, hice lo mismo con mi arma. Mientras ésto ocurría, el amante de las patatas habló. No puedo decir que me sorprendió, pero la verdad es que tener a cientos de familiares y que a su vez sean mafiosos es casi un récord, quizás eran alguna banda conocida o de gran poder, pero la verdad es que no me importaba mucho, allí estaba solo él y era una pelea que no podía rechazar puesto que era un espadachín. Amo pelear contra espadachines.

Mientras su espada se mantenía recta amenazándome, yo terminé de desenvainar la mía. De tanto alardear con la amenaza, olvidó dejar su espada relativamente cerca de su cuerpo, por lo que su defensa no estaba del todo preparada. Con mi pie izquierdo enganché las "baranditas" inferiores del banco que se interponía entre nosotros, para luego levantarlo a toda velocidad con la fuerza de mis cuádriceps. La parte superior del banco chocó contra su espada, haciendo que ésta fuera hacia arriba y hacia atrás al mismo tiempo por el impacto. Ahora su espada estaba en una posición ventajosa para mí, dejando su cuerpo sin defensa alguna, por lo que decidí aprovechar esa oportunidad. Me paré lo más rápido que pude del banco en donde me encontraba y avancé hacia él. Mientras lo hacía, una bola de rayos del tamaño de mi palma surgió en mi mano izquierda. Milésimas de segundo después ésta salió disparada hacia mi contrincante como un disparo de luz eléctrica. A su vez, mientras mi rayo avanzaba, yo me acerqué cada vez más a él, colocando mi espada a la altura de mi pecho con la punta mirando hacia mi enemigo e intenté clavarla en su estómago. 

Si era rápido podría zafar de alguno de mis ataques, pero era casi imposible escapar de ambos ya que se encontraba en una posición desventajosa y no podía bloquear dos ataques tan veloces.

Habilidad utilizada:

La mirada de Ban continuaba siendo seria ante todo momento. Nadie osaba meterse con su profesión de aquella forma tan gratuita, aunque estaba dispuesto a olvidarlo si ese tipo pedía perdón. Sin embargo, ese hombre pareció picarse al sacar otra espada. Si se trataba de un espadachín, iba a demostrarle quién mandaba en aquella taberna. El tipo entonces trató de alzar el banco hacia su espada para quizás tirarla. Midou la bajó de forma violenta, cortando el banco con suma facilidad debido a su propia fuerza. Aquella espada de la cual salía un pequeño humo se trataba de un Ryo Wazamono. En cuanto lo hizo se quedó mirando a aquel tipo de forma tranquila. Era como si aquel ataque hubiese sido demasiado fácil de parar. Su velocidad como duelista era prodigiosa.

No tardó mucho en ver a su oponente lanzar un destello azulado contra él, el cual atravesó su pecho de forma violenta. Los ojos de Ban se abrieron como platos al sentir después la espada de su adversario clavarse en su estómago. Justo entonces unas gotas de magma empezaron a salir de sus heridas, desvelando que nada le había hecho daño. Un usuario del tipo logia como él, estaba a salvo ante esa clase de ataques. Tratando de no darle tiempo a actuar, se lanzó hacia él con el soru. Trató de colocarse tras él a una velocidad impresionante. Si lo lograba, lanzaría un corte con su katana envenenada hacia su brazo derecho. Al mismo tiempo, trataría de colocar su mano en la cabeza de ese tipo, dejando salir de sus dedos una buena cantidad de magma y quemarle la cabeza.

Lo hiciese o no, se echaría después hacia atrás y le miraría a los ojos de forma seria. Ban era un tipo que se tomaba aquellas cosas muy en serio. – Por el momento me gustaría saber el nombre del espadachín más débil que he conocido. – Mencionó relamiéndose y tratando de picar a aquel tipo que había osado enfrentarse a él. – Sin el dominio del haki armadura, no puedes hacerme nada… – Terminó de decir entonces.

Al parecer el espadachín era hábil, de un simple movimiento abrió en dos el banco que previamente había elevado intentando mover su arma. Me había dejado impresionado lo rápido que pudo reaccionar, pero quizás poseía haki de observación y le daría la capacidad de hacerlo sin problemas.

Por suerte mis ataques dieron en el blanco, tanto su estómago como su pecho fueron perforados en ambas partes, una por mi rayo y la otra por mi espada. Parecía que la victoria era mía. Pero todo cambió cuando pude ver que de sus heridas comenzaban a caer gotas de magma. ¡Era un usuario! No había nada que pudiera hacer contra un usuario logia, si no poseía haki de armadura era imposible que le venciera y yo no lo poseía. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que esa pelea ya la tenía ganada el mafioso, pero al menos debía intentar que no me matara.

Pude ver como mi rival se movió rápidamente hacia mi retaguardia, no podía hacer demasiado por mi posición desventajosa, pero cuando vi su katana aproximándose, moví mi arma hacia arriba y bloqueé el impacto chocando acero con acero. A su vez pude percibir que con su otra mano avanzaba hacia mi cabeza para quemarme con su magma. No podía permitir morir de esa manera, por lo que salté hacia adelante con fuerza intentando que su ataque no me diera. Mientras estaba en el aire, pude sentir una quemadura líquida sobre la zona izquierda de mi cadera. Me había dado, pero al menos no en la cabeza. Ahora estaba débil y con una herida en el cuerpo, tenía todas las de perder. ¿Qué podía hacer ahora para zafar de esta?

Sabía que no estábamos muy lejos del agua ya que cada isla era muy pequeña, por lo que tomé mi espada con rapidez y la lancé por la ventana más cercana a mí. Mientras mi acero volaba, yo seguí su trayectoria y atravesé la ventana destrozada. 

Una vez fuera del lugar comencé a correr lo más rápido que podía hacia las aguas, siendo usuario jamás podría entrar en el agua, por lo que allí tendría gran ventaja. Sabía que no era lo más honorable o fuerte, pero no podía ganar y ya estaba bastante herido, no podía morir allí.

La espada del chico fue parada por la de su oponente, y eso le hizo mostrar una sonrisa ladeada. Al parecer iba a darle un poco de guerra y eso significaba un poco de diversión. Sus azulados ojos se clavaron en su oponente de forma siniestra. Era el momento de continuar con aquella batalla contra su oponente. Su mano había sido evadida también, pero pudo quemar parte de la carne de aquel tipo. Una vez pasó aquello, el chico se quedó mirándolo al mismo tiempo que esperaba un ataque por parte de su oponente. Si su oponente no era un usuario del haki armadura, aquella pelea ya había finalizado. El chico era bastante listo y no pensaba dejar de usar aquella ventaja que poseía sobre los demás. La mafia era un mundo cruel en la mayoría de los casos.

De repente, aquel tipo salió como un cobarde por la ventana. El ceño de Ban se frunció entonces, pues no iba a escapar de él. Ahora había demostrado tener un honor penoso con esa acción, y fue por ello que el chico guardó su katana. Activó el soru a toda velocidad y no tardó en salir por la puerta. A esa impresionante capacidad de movimiento se pondría frente a él. Entonces sacaría su espada larga, Hudoku. Aquella arma estaba hecha de kairouseki puro y sería capaz de cortar su espada si la metía en medio.

- Primero pretendéis atacarme a traición y ahora tenéis el poco honor de salir corriendo. No sois más que una basura, caballero. Incluso en la mafia tenemos el honor de dar la cara en una pelea que hemos comenzado.

Si aquel tipo no podía superar los veinte metros por segundo, no iba a poder avanzar mucho en una huida contra él. Ban entonces introdujo su arma en la funda, pero mantuvo ambas manos sobre esta, observándole con el rostro serio en todo momento. De repente, un aura morada comenzó a rodear a Midou. Estaba a punto de realizar su ataque más bestia para demostrarle a aquel tipo como eran las cosas. Sin pensárselo, dio un paso hacia él y activó el haki de observación para poder preverlo bien. Al mismo tiempo, su espada tomó un color negro azabache, dando a entender que había activado el haki armadura. A una velocidad considerable, lanzó un potente tajo que buscaba trazar un corte por encima del estómago de su oponente.

- ¡Ryukai!

Cosas:

Un par de vidrios pequeños se clavaron en mis codos cuando salí por la ventana, pero no me importaba, debía continuar corriendo hacia el agua. Al parecer el mafioso era mucho más fuerte que yo, no solo poseía una fruta del diablo sino que poseía armas potentes y hakis, yo era bastante inteligente como para darme cuenta cuando tenía que retirarme de una batalla sin sentido, pero debería haberlo sido como para darme cuenta del tipo de persona con la que me metía.

De la nada, un destello pasó a mi lado y pude ver como mi enemigo se encontraba "mágicamente" frente a mí. Apenas apareció frente a mi y habló. No se si eso puede ser llamado cobardía, supongo que era más un sentido común, no era ningún suicida, por lo que me guié por mi cabeza. 

Intenté correr por otro lado, evadiéndolo, pero antes de que pudiera girar, un aura violeta surgió a su alrededor y avanzó hacia mi con su espada embuída en haki de armadura. Era muy rápido, no podría esquivarlo, pero aún así lo intenté. Me lancé a la mayor velocidad que pude hacia la derecha intentando que su corte no me diera. Mientras estaba en el aire, pude sentir como una parte de mi cuerpo se desprendía de mi. Al caer, un frío seco invadió mi cuerpo con centro en mi lateral izquierdo. Al mirar la zona pude notar un gran corte en la zona de mis costillas que gracias a mi salto y movimiento no me había tocado ningún órgano, pero quizás había roto alguna costilla. La sangre corría sobre mi camisa y por más que apretaba con mi mano la herida, el líquido rojizo salía entre mis dedos. Con mi mano libre, tomé mi espada envainada y la apoyé de punta en el suelo. Ya no podía correr, mi cuerpo no lo soportaría, solo me quedaba hablar con el mafioso.

- Me parece que debo aprender haki - dije con un tono sarcástico mientras una pequeña tos con sangre llegaba a mi boca.

Luego simplemente caí al suelo sin ganas de moverme debido a la pérdida de sangre. Quien sabe que haría el mafioso, quizás me mataría o quizás se diera cuenta de que habíamos empezado con el pie izquierdo por un capricho de generalidad por mi parte, si sobrevivía debía cambiar ese pensamiento en el futuro.

La fría mirada del espadachín se clavó en aquel tipo que yacía en el suelo. Su estado parecía ser bastante malo debido al potente corte de su espada. El aura morada desapareció entonces del cuerpo del mafioso, quedando en su estado normal. Lo siguiente que hizo fue guardar las espadas en sus fundas. Acto seguido miró a aquel tipo con un gesto bastante serio. En su mirada no parecía haber piedad alguna. La seriedad era algo bastante normal en Ban. Sacó un mechero plateado de su bolsillo y a continuación tomó un cigarro de su oreja izquierda. Lo metió en su boca para después encenderlo. Sin duda sabía mejor con el fuego que con el magma. Tomó una potente calada y después echó el humo al aire.

- Te has metido con la profesión del tipo equivocado. En estos momentos tu vida depende de mi filo. No voy a matarte, no al menos hoy.

Dijo con un tono calmado. A continuación le dio la espalda, cerrando los ojos y notando su presencia debido al haki de observación. Ban sabía bien que no tener cuidado de su propia espalda podía costarle caro. En el mundo de la mafia, las cosas eran bastante duras. Al menos lo eran para él. Trató de empezar a caminar, pero entonces se frenó en seco. Miró un momento los cristales rotos del mar y supo enseguida lo que iba a pasar. El dueño querría que se los pagasen, pero siendo él un tipo con precio, seguramente llamó a la marina. Estaba seguro de que aquel sitio iba a ser pronto un hervidero de idiotas uniformados dando tiros.

Midou entrecerró los ojos un momento, ajustándose bien sus gafas de Sol. Dio otra calada y después se dio la vuelta, mirando al hombre que tenía frente a sus ojos. Sacó su katana Azazel y le apuntó con ella. Un pequeño humo verde salía de aquella arma envenenada y además, parecía tener un brillo especial. El joven príncipe apuntó a su antiguo adversario con ella, mostrándole una expresión bastante fría ¿Qué pensaba hacer a continuación? ¿Iba a matarlo? No, Ban no pensaba decir una cosa y luego hacer otra.

- Este sitio se va a llenar de marines. Lo mejor será que te largues de aquí cuanto antes. Será mejor que entrenes y te hagas fuerte, has resultado ser un hombre muy débil para ser tan engreído.