Siniestro, Salvaje y Un Recluta Con buen olor. [Kotaro-Eric-Zuko]

Una sonrisa tétrica se formó en el rostro de aquel tipo. Una figura vestida únicamente de negro. Disponía de un traje, una corbata, una camisa, unos zapatos y un sombrero bastante grande con un corte. Se desplazaba sin hacer apenas ruido. Sus cabellos podía notarse alborotados y despeinados. Sus ojos eran de un color azul pálido y su piel bastante blanca. Era una persona que podía ser clasificada como siniestra. Dentro de su ropa portaba bastante armas, pero prefería tenerlas ocultas por lo que pudiese pasar. El asesino que avanzaba por el césped de aquella zona, respondía al hombre de Kotaro Surfer. Por ese nombre pocos los podrían conocer, pues cuando cazaba a sus presas por dinero, usaba el seudónimo de Jackal. La pregunta era ¿Qué hacía aquel tipo por aquella isla del Grand Line?

Kotaro no solía salir del mar del Sur, pero esta vez merecía la ocasión. Se había involucrado con una mafia en los últimos trabajos y ahora le perseguían por no querer devolver una fruta del diablo que le dieron por error. De hecho, ya se la había comido y había encontrado aquel poder bastante interesante. El poder detectar los miedos de las personas y convertirlos en su propio cuerpo era demasiado divertido. No solía hacerlo con los inocentes, tan solo con los capullos que se pasaban de listos con él. En esos momentos quería reunirse con un viejo pirata conocido como “El Gorro”. Su objetivo era cargárselo o que fuese encerrado de alguna forma. Él cobraba por eso y mientras recibiera el dinero, le daba igual. Había quedado con aquel tipo pidiéndole una entrevista para entrar en su banda, todo falso.

Eran como las ocho de la tarde y el cielo estaba nublado, por lo que mucha gente estaría dentro de sus casas. El tipo trajeado llegó a un parque y se dio cuenta de que quedaban diez minutos para que aquel hombre llegase. Al menos había quedado con él en aquel laxo de tiempo. Kotaro se sentó en un tobogán, manteniendo una sonrisa amable en todo momento y con ambas manos en los bolsillos. En la soldad del lugar daba toda la pinta de un perturbado, aunque también de un agente del gobierno mundial. No pensaba cambiar su atuendo por ser parecido al de esos hombres. Vestir bien era una de las cosas que más le gustaba y estaba claro que ese color era perfecto para él. De hecho, las armas que había comprado recientemente tenían el mango negro.

- Espero poder divertirme en esta ocasión…

¿Qué era aquella cosa saltando desde el edificio? El asesino pudo ver a un chico que aterrizó a la perfección. Llevaba un uniforme de marine y encima el de recluta. Sabía que un novato no podía hacer lo que ese tipo acababa de hacer y eso le hizo alzar una ceja. Era una verdadera lástima que estuviese ocupado esperando a aquel pirata, de lo contrario habría ido a saludarle. El hombre trajeado mostró una sonrisa siniestra entonces. Se rascó un poco la cabeza y después colocó ambas manos en su pecho, estando ansioso por hacer algo. En ese momento pudo ver a un tipo de cabellera blanca acercarse al marine. A lo mejor eran amigos o ese chico iba a pedirle algún tipo de ayuda.

Unos pasos le sacaron de sus pensamientos. El moreno miró entonces a una persona que entraba al parque. Era un hombre de estatura media, dueño de un bigote poblado y rubio. No tenía ni un solo pelo en la cabeza y sus ojos verdosos mostraban desconfianza. Su expresión será demasiado engreída. Tendría unos treinta años. Vestía con una camiseta blanca un poco sucia y unos pantalones rojos. En su mano portaba una especie de vaso con cerveza. En la otra un gorro de color azulado. Una sonrisa se formó en el rostro de Kotaro cuando vio aquel objeto para la cabeza. Estaba claro que era el tipo que debía cargarse. En ese momento, seis hombres más aparecieron, sentándose en diversos columpios. Eso provocó que el asesino maldijese por dentro aquel momento.

- Usted debe de ser “el gorro”. Es todo un honor poder tener esta entrevista con el pirata que causa temor en el Sur.

Aquellas palabras pelotas hicieron que aquel tío mostrase una sonrisa confiable. Al parecer había picado el anzuelo. Lo malo era toda aquella gente que estaba en el parque, armados con pistolas, espadas y demás. Era una verdadera lástima y al parecer el Surfer iba a tener que buscar una buena excusa para estar a solas con él. Entonces se acordó del marine que estaba por la zona y decidió hablar en voz baja en todo momento. Tal vez podía aprovechar su presencia para poder eliminar a todos de una sola vez. No necesitaba llevarse una prueba, pues aquel tipo saldría en los periódicos si era encarcelado o asesinado. Tan solo esperó un poco mientras alzaba las manos hacia su cabeza.

Todo estaba saliendo bastante bien, hasta que una persona nueva hizo acto de presencia en aquel parque. Parecía ser un chico de cabellos blancos y aspecto salvaje. Aquello le hizo gracia al asesino y no pudo evitar mostrar una sonrisa amigable en todo momento. Tal vez era uno de los hombres del tío del bigote. Era su oportunidad para hacer cumplidos e infiltrarse en la banda de aquella persona. Matarlo allí no era una opción con todos los aliados que tenía el pirata. Kotaro metió ambas manos en sus bolsillos de forma calmada y mantuvo su mirada en la del pirata del bigote, el cual ahora estaba bastante serio ¿Qué diablos estaba pasando allí? El nuevo no parecía conocer al terror del Sur y además, le había nombrado el jodido bigote y la palabra “marine”. El moreno se mantuvo callado mientras una pequeña gota de sudor bajaba por su cabeza. Aquel chico la había liado un poco.

“El gorro” entonces frunció el ceño y chasqueó los dedos. Dos hombres de los que estaban en la zona se levantaron al mismo tiempo que metían la mano en las fundas de sus armas. Kotaro no pudo aguantar la idea de que asesinaran al chico delante de sus ojos. Sacó las manos de los bolsillos a toda velocidad y lanzó tres agujar por mano. Aquellos objetos se clavaron en los cuellos de los dos hombres, los cuales cayeron al suelo con los ojos cerrados al momento. El moreno entonces dio un veloz paso hacia delante y de una patada aérea derribó a otro de los hombres del pirata. Fue entonces que se colocó al lado del chico peliblanco y sacó un par de puñales de su chaqueta.

- Retrocede despacio, chico. Esta gente son asesinos sin escrúpulos, no dudarán en matarte si no pueden sacar nada bueno de ti. – Dijo de forma amable mientras sonreía mirando el hombre del bigote.

- Maldito perro traidor. Os voy a matar a los dos ahora mismo. – Respondió el capitán pirata mosqueado mientras alzaba ambos puños.

Kotaro sonrió de forma siniestra mientras se ajustaba bien sus guantes y jugaba un poco con sus puñales al lado del chico peliblanco. Su estrategia se había ido al traste y todavía quedaban unos cuantos hombres armados junto al líder. Ahora debería luchar al máximo por su vida y terminar con la vida de todos aquellos corsarios para poder cobrar.

Kotaro no puedo evitar mostrar una sonrisa cuando el hombre de cabellos blancos dijo aquellos sobre no retroceder. Muy seguro de sí mismo debía estar para no tener miedo de alguien como el “Gorro” que no tenía fama de ser el más poderoso, pero sí de sus contactos. El moreno se mantuvo muy callado mientras analizaba despacio la situación. Detectó los miedos de aquellos hombres y casi le da un ataque de risa cuando vio que uno le daba miedo las mariquitas. Esos pobres insectos rojos con puntos negros. Era el momento de usar el poder de su fruta. El asesino se relamió despacio y después alzó el puño. Una sonrisa siniestra se formó en su rostro.

- Muy bien, juguemos un poco si es lo que deseas, amigo de cabellos hermosos.

Aquello fue dirigido al albino, que había demostrado una habilidad muy buena rompiendo el brazo del Gorro con su rodilla. Unas alas transparentes se formaron a la espalda del moreno. Unas antenas salieron de su frente y un color rojo pigmentó su cuerpo. El hombre con miedo a las mariquitas empezó a temblar. Al fruta del miedo del asesino podía convertirle en lo que más temiesen los demás. Con una voz algo grave, empezó a relamerse.

- ¡Hehehehe!

Kotaro entonces tras haber asustado al chico, volvió a su forma humana y lanzó varias agujas a diversos sitios. También se movió lo más rápido que pudo y usó sus puñales para realizar algunos cortes en sus enemigos. La garganta del Gorro fue cortada y la de sus hombres también. Algunas agujas en las frentes, ojos y bocas. Otros con heridas muy graves. Kotaro había usado su gran capacidad de asesino para lucirse en un momento. No pudo evitar acercarse al chico de cabellos blancos y colocarse frente a él.

- Si no te importa, me gustaría tener el gustazo de estrechar tu mano. Has sido una persona bastante valiente, mi querido albino-san. – Mencionó de forma tétrica, pero amable mientras estiraba su mano hacia él.