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Conociendo al Sr. Black. [Privado Dexter-Haruka] Empty Conociendo al Sr. Black. [Privado Dexter-Haruka] {Jue 1 Dic 2016 - 16:38}

Me desperecé y miré a mi alrededor con aire adormilado.

Después de un extraño secuestro que todavía estaba por resolver, mi informante me había enviado un halcón con una carta especialmente interesante. Llevaba un tiempo buscando a una persona en particular y le había pedido a mi informante, traficante del mercado negro con contactos y extensos conocimientos sobre las noticias más actuales, que me enviase un mensaje si la encontraba.

Tras meses de ardua búsqueda y lejanas noticias de su presencia en el Nuevo Mundo, los nuevos rumores la situaban relativamente más cerca. Así que me dirigí hacia allí sin mayor demora y, tras pagar a un marinero mercante y navegar durante días, llegué a mi destino.

Odiaba aquel lugar con toda mi alma. El Archipiélago Shabaody había sido el primer lugar al que había ido después de mi infancia en Wano. Allí me habían llevado los esclavistas y me habían vendido a un pederasta. En aquel lugar, siete años antes, había comenzado mi pesadilla.

Pero en fin, los negocios son negocios.
Emití un suspiro de resignación y eché a caminar por el húmedo islote en busca de una taberna.

La persona a la que buscaba era probablemente conocida en todos los mares. Si había alguien que no hubiese escuchado nunca su nombre, sería un ignorante. Esa persona no sólo era conocida, temida y respetada, sino que contaba con una posición al que no cualquiera puede optar: nada más y nada menos que el yonkou, Dexter Black.

Con ayuda de mi informante, había investigado lo que había podido sobre su historia y su personalidad, para averiguar la manera más eficaz de acercarme a él sin ser rechazada o provocar desconfianza. Para mi suerte, compartíamos profesión y al menos tendríamos un tema del que hablar.
Por supuesto, no esperaba ser reconocida por aquel pirata, ni mucho menos. A su lado era tan sólo una pequeña hormiga insignificante, incapaz de hacer nada por sí misma.

Pero aquel hombre en particular tenía dos características que habían llamado mi atención, y me habían impulsado a encontrarlo y conocerlo en persona. Por un lado, su posición como pirata. Nunca está de más trabar amistad con los poderosos. Por el otro, y más importante, aquel hombre poseía un poder especial, un poder que parecía muy similar al mío.

Y a pesar de haber renegado de mis poderes todos esos años, me avergonzaba el haber consumido la akuma con once años y ser con mis dieciocho todavía incapaz de controlarla del todo y exprimir eficazmente su potencial. Así que quizá me vendría bien aprender del señor Black, si él estaba dispuesto a ayudarme.

Por lo poco que había podido descubrir, sin embargo, aquello no parecía una tarea sencilla. El yonkou había vivido una serie de experiencias poco agradables en el pasado reciente, lo que probablemente lo habría vuelto reticente a nuevas relaciones con completos desconocidos. Tendría que esforzarme por llamar su atención y ganarme su agrado.

Tras preguntar por los alrededores y visitar varias tabernas, finalmente lo encontré. La sola visión de su figura era imponente. De alguna manera, con sólo mirarlo era capaz de determinar el ingente poder que rezumaba por los poros de su piel. Quizá era su postura, o quizá era el haki de observación. Quizá sólo imponía su presencia con haki del rey y yo estaba siendo afectada.
Y era tan alto como me habían contado, sino más.

Con mis ciento sesenta y dos centímetros de altura, probablemente le llegaría a la cintura y dando gracias.
Era tremendamente alto, demasiado alto.

"¿Pero cómo puede ser tan alto? ¿Tiene parientes gigantes o qué? ¿Cómo puede un ser humano crecer tanto? ¿Qué hay que comer para crecer así?", me preguntaba con sorpresa para mis adentros, al tiempo que me acercaba a él con calma.

Un nuevo reto se alzaba ante mí, ya que era complicado entrar dentro del campo visual de una persona tan alta para poder llamar su atención.
El hecho de sentirme bajita me hizo sentir una punzada de odio en el pecho, pero lo reprimí y procuré actuar tal y como había planeado.

Me senté en un taburete frente a la barra y llamé la atención del camarero con una mano.

- Una cerveza, por favor -pedí. El camarero asintió y cogió una jarra de cristal para luego acercarla al grifo de cerveza.

Al tiempo que me servía, esbocé una sonrisa reprimida.

"He tenido que reprimir el impulso de ponerme de pie sobre el taburete para estar a la altura del yonkou..."

Seguidamente me daría media vuelta y me quedaría mirando fijamente a Dexter Black, cosa a la que probablemente estaría acostumbrado, para luego fingir timidez y acercarme a él con cara de no haber roto un plato en mi vida.

- Disculpe si le molesto, no es mi intención en absoluto y si le molesto me iré enseguida. Además, estoy segura de que está harto de escuchar preguntas de este estilo y de que la gente le moleste y no le deje en paz, pero... ¿es usted el señor Black? -pregunté con rapidez, utilizando un tono inocente y nervioso y fingiendo vergüenza.
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Conociendo al Sr. Black. [Privado Dexter-Haruka] Empty Re: Conociendo al Sr. Black. [Privado Dexter-Haruka] {Dom 4 Dic 2016 - 1:36}

¿Cuánto quedaba? ¿Quince días? Tal vez catorce, no lo tenía muy claro. Por un lado, al Ojo había llegado un mensaje de ayuda desde una tribu que se hacía llamar Balt, pidiendo ayuda de todo lo que se pudiera ofrecer para llevar la luz de nuevo a Síderos, un archipiélago de gran tamaño en el Paraíso. Y por otro lado, Ushio hacía una llamada a su Den Den mushi privado por la que un tipo que lo secuestró le estaba pidiendo ayuda. Tal vez fuera él el tonto, pero lo más probable era que no fuese trigo limpio y mereciera perder la guerra civil que, por lo que contaban en la carta esos Balt, habían provocado. No era muy de dar crédito a las palabras de fanáticos religiosos, pero en eso hacía una excepción; mentirle a medio mundo podría ser un problema si los descubrían en medio de la lucha. Las traiciones surgirían de la nada.

Por otro lado, no había sido precisamente discreto a la hora de dirigirse a la contienda. De las cinco facciones, había una que le interesaba no tanto por su legitimidad en el trono de Encuentro, sino por lo que podría encontrar en su bastión. Nunca venía de más tener tecnología a mano, hombres listos para la lucha y, si se terciaba, maquinaria de guerra. La Joya había sido preparada con todas las armas y hasta habían colocado un segundo generador por si necesitaban energía extra, aunque estaba seguro de que no lo necesitarían; al fin y al cabo, él era el generador del barco. Pero era obvio que él no iba a estar siempre abordo, por lo que podía llegar a ser útil... Aunque se le ocurrían pocas cosas que pudiesen gastar un mes de electricidad. El Émile era una de ellas, pero encenderlo durante un minuto entero era estúpido, cuanto menos.

Y allí estaba él. Sabaody, una vez más. Los últimos recuerdos que tenía de la isla eran un tenryubito con la cabeza incrustada en una pared y Stoiko pagando el tratamiento de su hija, pero los anteriores eran, quizá, algo más oscuros. No pudo evitar llevarse la mano al pecho y recorrer una de las infinitas cicatrices que le habían ido quedando a lo largo del tiempo en aquella habitación... "Nada se va si cicatriza antes de curar", pensó, y lanzó con cierta fuerza el dardo.

-Otra fuera. Menudo día llevo- suspiró. Todos los tripulantes de la Joya estaban con él en aquella taberna, bebiendo como si no hubiera un mañana sin control. Cuando llegara ese día, en unas horas, se iba a divertir mucho despertándolos con una cacerola y haciéndolos trabajar a pesar de la resaca. Pero de momento le tocaba perder dinero en el maldito juego. Molestar a los tripulantes quedaba para más adelante.

El ambiente era festivo. El único que parecía algo tenso en un principio era el tabernero, y se había relajado rápidamente al entender que no iban a hacer nada malo. Ya estaba acostumbrado a tratar con piratas, al fin y al cabo; podía darle problemas la Marina, pero la vieja excusa de "Me amenazaron" estaba patente siempre y ningún ciudadano perdía su honor y su dignidad habiendo servido a piratas. A pesar de que no hicieran nada malo y dejaran una buena propina, ese hombre se lavaría las manos y fingiría que jamás habían estado allí. Qué bonito era todo, en realidad.

La puerta del local se abrió una vez más, pero el jolgorio no cesó. Todos estaban entre los dardos y un futbolín, un par con billar y los más tranquilos jugando una partida de cartas. Por un momento él dejó de atender a la diana, esperando que lo peor entrase por ese umbral, pero sólo fue una niña. Parecía muy delicada, y no había que ser muy espabilado para ver que era lo menos medio metro más baja que él. Aunque bueno, para ser una chica era de edad media, claro. No obstante, no parecía una amenaza y tampoco iba a atender demasiado. Sus hombres debían ser capaces de atenderla con modales y convencerla de retirarse... Y bueno, si no siempre había alguna forma de disuadirla de que lo dejase en paz. Aunque siendo lógicos, ¿De verdad alguien entraría a atacarlo en solitario? Tenía que ser como mínimo tan alocado como él. Y eso era imposible.

"Vale, se pide una cerveza. Todo normal", dijo para sí, y siguió con la partida. No se le daban para nada bien los dardos, y de todos modos... "¿Por qué me está mirando?". Otro dardo que se le iba a tomar viento. En fin, no era su día. Y la chiquilla comenzó a hablar.

-¿Señor Black?- las palabras de uno de los tripulantes rompió el silencio que se formó cuando la mujercita terminó de hablar-. ¡Este hombre tiene de señor lo que yo de cerdo!

-Entonces deberías volver a tu cochiquera- miró hacia la niña-. No le hagas caso, trampea a los dardos.

Se acercó lentamente a ella, y dobló las rodillas hasta que la cabeza quedó a su altura. ¿Quién podía ser? Era mona, pero no recordaba atraer a adolescentes desde que había dejado de ser uno, y aunque su barco estaba atracado en el puerto, tomarse el riesgo de acercarse a alguien que crees podría matarte... ¿Qué estaría pasando por la cabeza de la jovencita? Porque, definitivamente, no podía ser muy mayor. ¿Quince, dieciséis como mucho?

-La gente no suele llamarme señor- dijo, volviendo a erguirse-. ¿A qué debo el gusto?

Tras decir eso se sentó, y mientras el ambiente festivo volvía al lugar él observó el cabello morado de la chiquilla. En realidad la observaba de arriba abajo, aunque nada delataba en su mente qué podía querer la pequeña. Para llamarlo Señor, tratarlo con esa cortesía, preocuparse por si lo molestaba... La gente no era así gratuitamente, no normalmente. Parecía avergonzada al no saber si realmente era él, o avergonzada por algo. ¿Tal vez no le gustase su tono de voz? Eso sería muy raro, pero por qué no.
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Conociendo al Sr. Black. [Privado Dexter-Haruka] Empty Re: Conociendo al Sr. Black. [Privado Dexter-Haruka] {Lun 5 Dic 2016 - 17:53}

Tal y como esperaba, la taberna estaba ocupada íntegramente por los camaradas y tripulantes del Yonkou, motivo por el cual el tabernero me había mirado raro al tiempo que me servía. No fui capaz de comprender lo que significaba esa mirada. Quizá quería decirme que me fuera, advertirme del peligro. O quizá sólo estaba sorprendido de mi valentía. O de mi estupidez. O simplemente asustado.

Después de todo, una chiquilla menuda como yo no pegaba nada en un lugar como aquel, y mucho menos rodeada de todos aquellos maleantes. Por millonésima vez en mi existencia, me alegré de mantener ese aspecto aniñado y poco peligroso. Me venía genial para situaciones como aquella.
Lo había complementado con ropas de civil con las que pasar medianamente desapercibida como una chiquilla adolescente más. El vestido largo solo se ajustaba hasta la cintura, y luego caía disimulando mis marcadas caderas y cubría hasta los tobillos, donde se ajustaban las sandalias que había decidido vestir para el clima tropical y húmedo de aquel archipiélago. Incluso llevaba un sombrerito para darle un toque más infantil al atuendo.

En teoría, el aspecto poco amenazador y la actuación nerviosa y dulce debían funcionar con aquel hombre. Pero eso no implicaba que, por dentro, fuese capaz de permanecer impasible. A pesar de mi incapacidad para comprender sentimientos ajenos, tenía una buena experiencia acerca de los míos. Y, en aquel momento, mis neuronas me estaban gritando que echase a correr. Sólo el autocontrol evitaba que mis músculos temblasen.

Después de todo, me había metido en la boca del lobo. Si las cosas salían mal, o resultaba desagradable para aquel hombre de pelo bicolor, podía terminar muerta con la facilidad con la que se aplasta una hormiga. Pero precisamente por ese poder había ido en su busca.

En cuanto comencé a hablar, la totalidad del bar quedó en completo silencio, lo que me convenció de que todos y cada uno de los presentes eran miembros de la tripulación de Dexter Black. El súbito silencio, en comparación con el bullicio de unos momentos atrás, me tensó ligeramente, lo que en cierta medida facilitó mi actuación y la hizo más creíble.

Al tiempo que esperaba una respuesta, repasé mentalmente todas las posibles vías de escape y las armas que tenía a mi disposición. Por supuesto, no podía entrar a un lugar como aquel armada hasta los dientes, o despertaría desconfianza. Lo lógico era entrar desarmada para dar impresión de serenidad y poco peligro. Sin embargo, entrar completamente desarmada en aquel lugar era de locos. Y, aunque no sería la primera vez que dudaba de mi propia salud mental, en aquella ocasión había tenido la cordura de ocultar las dagas bajo el vestido. Podía luchar cuerpo a cuerpo de ser necesario, no por ir sin armas eras menos peligroso, pero nunca venía del todo mal tener algo que clavar en el corazón de tu enemigo.

Las pistolas se habían quedado ocultas con el resto de mi equipaje en la primera taberna a la que había entrado, que había resultado ser además una modesta posada. Tampoco tenía conmigo la dinamita, aunque me había costado separarme de ella.

Uno de los tripulantes de Black rompió el silencio enseguida con un comentario que probablemente consideró gracioso y, seguidamente, el yonkou en cuestión se agachó para quedar a mi altura unos segundos, antes de volver a enderezarse y luego sentarse en una de las sillas. A pesar de estar sentado, era probablemente más alto que yo.

- Mi nombre es Haruka Kanata. Soy tan sólo una... persona que ha terminado en la mira del gobierno por llevarle la contraria -me presenté con esa media mentira, todavía con tono nervioso, y apretando las manos en pequeños puños para acentuar mi actuación. Por dentro, comenzaba a calmarme. Había superado el primer obstáculo y había conseguido su atención. Ahora quedaba lo más difícil, y necesitaba a mi cerebro plenamente calmado y funcional-. Oí hablar de ti en alguna parte del Grand Line, cuando todavía era una niña sin futuro -carraspeé para aclarar la garganta a propósito, a pesar de que la sentía clara-. Y creo que tenemos varias cosas en común, así que... me pareció oportuno vernos las caras. Sé que suena absurdo y poco creíble, y que todo pirata narcisista se cree igual o mejor que tú, pero... En este caso es cierto, y puedo demostrarlo. Para ello, tengo dos cosas que enseñarte pero... -miré a mi alrededor para echar un vistazo a todos los tripulantes, que todavía me miraban fijamente-. No me siento cómoda siendo observada por tantos ojos. Comprendo que no estés dispuesto a conversar en solitario y que no te importe si me siento cómoda o no, pero esta información es confidencial. Estoy dispuesta a compartirla contigo, pero con nadie más. También comprendo que puedas desconfiar de mis palabras, y pensar que es tan sólo un truco o una artimaña barata para conseguir separarte de tu tripulación. Puedes usar tu mantra si lo ves oportuno, y verás que no supongo en absoluto un peligro para ti, y probablemente tampoco para ningún miembro de tu tripulación. Todavía soy débil e inexperta. También espero que comprendas el peligro al que me estoy exponiendo a mí misma al presentarme aquí, y lo tengas en cuenta a la hora de valorar si merezco la pena o no. Esto es una apuesta arriesgada por ambas partes. Y yo ya he apostado -terminé, todavía apretando los puños y hablando con rapidez. Tras una pequeña pausa, lo miré con gesto implorante-. Así que... ¿me escucharás?

No creo que haya estado tan nerviosa desde que era pequeña.
Y no me gusta estar nerviosa. Pero aquel hombre era mi única posibilidad para desentrañar los secretos de mi akuma. Sin su ayuda, quizá nunca podría aprender a controlarla adecuadamente. Con su ayuda... Si obtenía su ayuda... No podía imaginar el límite de mi poder.
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Conociendo al Sr. Black. [Privado Dexter-Haruka] Empty Re: Conociendo al Sr. Black. [Privado Dexter-Haruka] {Miér 7 Dic 2016 - 0:33}

"Típico", pensó mientras la escuchaba. El Gobierno Mundial tendía a poner en su punto de mira a cualquiera que le replicase, aunque muchos no fueran lo más pacíficos que uno esperaría. Era bastante habitual que muchos hombres bastante escandalosos se hicieran los santurrones con aquel mismo mantra. El Gobierno era bastante corrupto, pero su organización descentralizada y las diversas guerras perdidas en los últimos años los habían vuelto algo más laxos en ese tema. Aunque aún había excepciones, lo más habitual era que los carteles se dedicaran a verdaderos criminales. Con mayor o menor grado de peligrosidad, pero con al menos relativa certeza. Aunque tal vez el aspecto nervioso era, sin duda, lo que le hacía dudar de si sería una actuación. ¿Por qué iba a estar nerviosa si fuese una desalmada? No tendría por qué estarlo, y aunque con recelo, lo diría con orgullo... ¿Qué debía pensar? Tampoco tenía muchos motivos para desconfiar de alguien que se presentaba así ante él.

-Aún eres una niña- debió puntualizar en cierto punto. De hecho, oír hablar de él implicaba no más de tres años atrás, desde que el Shirokami desapareció . Eso no dejaba mucho tiempo a hablar de un pasado lejano, y más cuando su mayor momento de fama fue cuando, tras el último año, se encontró expulsado del Ouka Shichibukai. ¿O tal vez eran esos rumores que se habían propagado de que él había matado a Derian? No eran falsos, pero la fuerza de la leyenda de Byakuro era una sombra que ocultaba esa verdad que con tanto mimo había intentado acallar. El mundo no podía saber que el rey había muerto en sus manos.

Siguió escuchándola, y algo raro sonó. Varias cosas en común... Eso era tan tautológico... Ambos respiraban, comían, hablaban un idioma, tenían piel... Seguramente no se refería a esa clase de cosas, aunque realmente le preocupó que sobre piel fuera el asunto cuando dijo que lo que quería enseñarle, dos cosas, debía ser en privado. No había que ser un genio para recordar lo que sucede cuando una persona busca estar en privado con alguien, y más teniendo en cuenta la cantidad de miembros pares que había en el cuerpo humano, y que no eran visibles a pesar de la ropa. No obstante, era muy probable que una persona dispuesta a perseguir a un pirata para desnudarse ante él tuviera también cierta predisposición a desnudarse en público, por lo que de momento tendría que descartarlo. Estaría atento para ver adónde llegaba y cuándo la frenaba, pero por el momento quería saber más.

-¿Mantra? ¿Qué es eso?- era casi imposible que alguien creyese que no sabía de qué hablaban, pero una forma tan extraña de llamar al Haki de observación podía ser desconocido incluso para él. No obstante, no pensaba evaluar a una persona en función de lo que un sexto sentido supusiera. No sería la primera vez que le fallaba, además de que era muy descortés examinar con él a la gente si no se iba a combatir con ella-. Supongo que sabes que el Haki no es algo que se deba utilizar frívolamente, ¿verdad?

Se levantó de su asiento. De haber alguna amenaza inminente probablemente su sentido se activaría de forma natural, pero analizarla en base a la fuerza de su voz se le antojaba estúpido. De hecho, Kirito era una de las personas con la voz más fuerte que conoció y había resultado un rival muy triste, al contrario que gente bastante más débil aparentemente, como fue Zero o el propio Karl la primera vez que se cruzó con él. Era una buena lección que había aprendido hacía mucho, cuando aún se podía decir que era un novato, y es que el Haki de Observación es impreciso si alguien no pretende atacarte. Un secreto más para sus memorias...

-En fin, tú quieres enseñarme dos cosas y yo estoy dispuesto a verlas. Esta taberna tiene habitaciones arriba, imagino que no habrá problema en que usemos una unos minutos.

-¡Tú siempre tan rápido, capitán!- gritó Jack Jackson, uno de los más viejos tripulantes de la Joya.

-Al menos tengo oportunidades de correr- respondió Dexter, y dedicándole una mirada a Haruka, señaló hacia arriba-. Vamos a hablar en privado. Pero si te desnudas o esperas cualquier cosa rara, ya te aviso de que no- esperaba tener fuerza de voluntad para cumplir esas palabras si de verdad pretendía algo.

Comenzó a avanzar hacia las escaleras, cerciorándose de que la chica lo seguía. De no ser así, se detendría en el vano de la puerta y la instaría a seguirlo.
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Conociendo al Sr. Black. [Privado Dexter-Haruka] Empty Re: Conociendo al Sr. Black. [Privado Dexter-Haruka] {Miér 14 Dic 2016 - 18:19}

Al tiempo que esperaba la respuesta del pirata, a una parte de mi ser le asaltaron las dudas.
Por un lado, no había inconvenientes en desvelar ser usuaria de akuma no mi. Aunque supiese que era un dragón y estuviese al tanto de mis poderes básicos, nunca sería capaz de averiguar la extensión auténtica de mi poder. Ni siquiera yo sabía eso por aquel entonces.
Además, quizá el tener en mi posesión un poder tan peligroso y medianamente similar al suyo le hiciese simpatizar, o quizá tomarme respeto.

¿Qué era eso de que todavía era una niña? El aspecto infantil a veces podía resultar molesto.

Sin embargo, y volviendo al tema en cuestión, ¿era acaso correcto enseñarle la Dominator?
¿De qué me servía enseñársela ahora, que tenía sus poderes restringidos? ¿Creería mis palabras? ¿De veras iba a fiarse de mi historia y creer que aquel arma era una de las más peligrosas jamás creadas? ¿Y si me la pedía como moneda de cambio?
¿Y si me pedía examinarla y luego no me la devolvía? ¿Y si me la pedía con la excusa de quitarle la restricción y devolverle todo su potencial, y luego se la quedaba? ¿Y si la devolvía a su estado original y luego la utilizaba en mí para probar la verdad de mis palabras? ¿Y si me la robaba? ¿Y si me mataba para quedársela?
No había terminado de analizar aquella oferta racionalmente. No había conseguido plantearme todas las posibilidades.
¿Qué narices funcionaba mal en mi cabeza?
Primero había perdonado la vida de un hombre que había intentado asesinarme cruelmente y por mera diversión. Luego había hecho "migas" con una panda de piratas despreocupados, un pollo en llamas, un repelente y un ladrón. Y antes de todo eso, había aceptado de buena gana que el pesado de mi abuelo me entrenase durante un año entero.

Algo malo estaba pasando en mi cabeza.
Quizá comenzaba a perder la razón. Después de tantos años de tortura y sufrimiento, sería plausible. Pero, ¿perder la razón justo cuando la tortura y el sufrimiento se terminan? ¿O quizá la había perdido antes y sólo me estaba dando cuenta entonces?

El hombre se levantó, arrancándome de cuajo de las paranoias que se arremolinaban en mi mente como un montón de voces susurrantes que hablaban a la vez. Parecía... resignado.

¿Estaba dispuesto a llevarme a una habitación del piso superior? En un espacio tan reducido sólo podría mostrarle la forma híbrida...
Aunque, por supuesto, el señor Black todavía no sabía lo que quería mostrarle.
No obstante, parecía tener sus propias ideas al respecto.

Las palabras de Dexter me sobresaltaron ligeramente, y el comentario de uno de sus tripulantes me paralizó por unos segundos.
¿Él pensaba que... yo quería...?
¿De veras se podía malinterpretar?

Repasando las líneas de nuevo en mi cabeza, me di cuenta de lo sencillo que era malinterpretar la situación, y de que el misterio y la búsqueda de privacidad no ayudaban en absoluto a la causa.
Me llevé una mano al rostro en señal de frustración y meneé negativamente la cabeza.

Sin lugar a dudas, algo me estaba pasando. No solía ser tan imprudente.
Al apartar la mano de la cara pude ver al hombre esperándome al pie de las escaleras, y me apresuré por alcanzarlo.

Ascendimos al piso superior sin siquiera pedir permiso, seguidos por la fija mirada del tabernero y parte de la tripulación del yonkou, y entramos en el primer cuarto que vimos libre.
Una vez la puerta estuvo cerrada, emití un suspiro de resignación.

- Sólo para tu información, no me refería a tener sexo contigo. No estoy interesada, no soy una groupie del temerario yonkou Dexter Black -intenté decirlo con amabilidad y un toque de gracia, pero no pude evitar dejar escapar un pelín del cinismo que solía caracterizarme-. Pero, en fin, lo primero que quería enseñarte es como prueba de mi buena voluntad. Trabajé para el Gobierno Mundial un tiempo, y me asignaron como auxiliar de un científico llamado Frederick Weiss, pero más conocida como Frederika. Ella llevaba años investigando un arma sónica que poder implantar en los pacifistas y, en el tiempo que estuve con ella, logró perfeccionarla y hacerla funcionar. Pude ver con mis propios ojos cómo la pistola, en su nivel más alto, envía una onda sónica de tal poder que revienta la materia orgánica desde el interior -relaté, al tiempo que rebuscaba en el bolso en busca de la Dominator. No me costó encontrarla, y se la mostré-. Imagina el poder aterrador de los pacifistas si son capaces de hacer explotar a sus enemigos con un sólo disparo. No me pareció precisamente agradable, así que... maté a Frederika y escapé con el arma. Por eso me persigue el Gobierno -carraspeé ligeramente, al tiempo que le ofrecía la pistola sónica-. Antes de escapar me las ingenié para reducir su poder al mínimo posible y ahora hace poco más que cosquillas, pero soy incapaz de devolverla a su estado original por mis propios medios, así que no es peligrosa y no puedo demostrar que lo que he contado es cierto. Sin embargo, si la examinas quizá puedas ver el limitador, y comprendas mejor que yo su funcionamiento.

Dominator:

Me mantuve en silencio unos segundos, esperando una reacción del yonkou y dejándole el arma en caso de que quisiera examinarla con más detenimiento.

- Espero que comprendas el peligro al que me estoy exponiendo contándote todo esto, al igual que yo comprendo y acepto la posibilidad de que no me creas. Pero, ¿de veras crees que alguien vendría a buscarte, se metería en una taberna ocupada exclusivamente por tus tripulantes y te diría todo esto si no fuese verdad? ¿Que alguien arriesgaría su propio pellejo de esta manera sólo por una sarta de mentiras? Bueno, quizá si tienes un plan maestro y maquiavélico... -me desvié, planteándome la posibilidad-. Conozco a alguien que podría... Pero yo no soy ese alguien. Y nadie excepto yo, y ahora tú, sabe nada acerca de lo que te estoy contando -retomé con rapidez, antes de perderme en mis propias divagaciones-. En conclusión, la primera cosa que tenemos en común es que, a menos que me equivoque, ambos somos científicos. Y, como decía, te muestro la Dominator y te cuento su historia y la mía como prueba de buena fe. En cuanto a la segunda cosa que tenemos en común...

Al tiempo que terminaba esas palabras, mi aspecto comenzó a cambiar. Mis huesos se estiraron hasta alcanzar el 1,75 m al tiempo que mi piel se recubría de escamas blancas y brillantes como la nieve y mis músculos se fortalecían y se agrandaban ligeramente. Mi pelo morado se escondió con rapidez dentro de mi cuero cabelludo como si huyese despavorido de algo, mientras la estructura de mi cráneo se deformaba ligeramente para sobresalir formando una especie de cuernos. Por último, mis colmillos se alargaron para darme apariencia más fiera, al tiempo que las uñas de mis manos se convertían en garras.

Aspecto forma híbrida:

-...ambos somos dragones -finalicé, con tono solemne.

Todas las cartas estaban sobre la mesa ahora.
Sólo faltaba la petición.
Tragué saliva, y me sorprendí nerviosa de nuevo. Nunca había usado mis poderes de dragón ante nadie que no hubiese acabado muerto a mis manos. Y era la primera que lo mostraba sin intención de asesinar a quien me estaba observando.
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Conociendo al Sr. Black. [Privado Dexter-Haruka] Empty Re: Conociendo al Sr. Black. [Privado Dexter-Haruka] {Miér 4 Ene 2017 - 0:47}

Se quedó esperando durante un instante, mientras ella avanzaba deprisa. Con esos saltitos de oveja descarriada cualquier atisbo de inocencia se habrían perdido, de no ser por el sonoro golpe de su mano contra la frente, significando dos posibles cosas: O tenía algo de frío y había decidido calentarse la cabeza de manera poco convencional, o bien la posibilidad de sexo estaba descartada. Por un momento se sintió algo decepcionado, aunque no tardó mucho en recordar que se trataba de una niña. "Bueno, niña niña...". Contempló una vez más a la muchacha. Se vestía de una forma que, aunque poco provocativa, era sexy. No era el atractivo exuberante que usualmente lo atraía, pero para gustos colores, y en cualquier caso... Bueno, que no iba a suceder nada, diantre.

Dejó que pasara delante, y mientras sus escasamente prominentes caderas se movían discretamente de un lado a otro con sutileza la mente del pirata voló lejos. Caminó por instinto detrás de ella, perdido en una extraña hipnosis de la que le hizo salir el tropezarse con un escalón que no estaba allí. Bueno, lo más justo sería decir que intentó subir uno de más, inconsciente de que Haru debía seguir siendo más alta que él mientras el ascenso no terminase, pero los detalles no son importantes en este caso.

-¿Tengo groupies?- preguntó, parpadeando varias veces y abriendo los ojos de par en par. ¿Tenía un grupo de admiradoras y no había sido informado? Es más, ¿Tenía un grupo de admiradoras dispuesto a acostarse con él y no se había enterado? El Ojo tenía un problema de seguridad. Demasiada seguridad. No importaba en aquel momento, de todas maneras. No iba a acostarse con él, y aunque el comentario de "Ella se lo pierde" rondó su cabeza, lo cierto era que él también se lo perdía. Al menos estaba tan emocionado por aquel club de chicas ligeras de cascos que su decepción no se notó. ¿Pero existiría de verdad?

Sólo escuchó partes separadas de la primera parte del discurso, pero se quedó con los datos fundamentales: ¿Científico transexual? Frederik o Frederika, una discusión mental interrumpida por el anuncio del arma, a la que prestó algo más de atención. Sónica, potente, hecha para introducir en pacifistas... Peligro. Si decía la verdad, a pesar de su aspecto de escopeta de feria lo que acababa de coger entre manos era algo terriblemente peligroso. Era hora de ponerse manos a la obra. Sacó del bolsillo su lupa de joyería y comenzó a investigar.

-¿Sabes el verdadero problema de credibilidad que tiene esta cosa?- comentó mientras lo examinaba-. El cuerpo humano, aunque no lo parezca, es muy poroso. ¿Has tocado corcho alguna vez?- miró a través del cañón, fijándose en el amplificador. "Precioso", pensó, antes de seguir examinando cada milímetro del aparato-. Pues la carne es parecida, sólo que más blanda. Nadie va a usar una pared de filetes para aislar su casa, pero podría.

Era difícil de concebir ese aparato, casi como un emisor de radio en miniatura... Pero con la misma potencia. Bueno, en realidad bastante más, si no se equivocaba, aunque debía consumir una cantidad de energía enfermiza. Al menos a su máximo funcionamiento.

-Vale, parece interesante- dijo, finalmente, quitándose la lupa del ojo-. No entiendo por qué querrías enseñárselo a un completo desconocido- se disparó en el brazo derecho con ella, y sintió la sensación adormecedora recorrer la extremidad-. Corrijo: es interesante- mantuvo silencio ante la retahíla de preguntas, seguramente retóricas, de Haru. Conocía a demasiada gente, incluyendo al hombre que vivió en la Marina durante una década para tener su oportunidad de matar al Gorosei. Finalmente, volvió a hablar-. Sinceramente, has entrado aquí esperando enseñarle un arma que podría matarte en nada a una persona que creías podría entenderla y, por extensión, manipularla. O confiabas en mi buena fe desde un principio o bien no mides muy bien el riesgo. En cualquier caso, sí; somos científicos. Aunque esto es una aberración- le devolvió el arma-. Deberías destruirlo cuanto antes, pero tu juguete tus normas.

Lo siguiente que sucedió no lo esperaba. Si bien empezaba a hacerse un poco repetitivo, siempre era una sorpresa descubrir que alguien más había consumido una Akuma no mi de dragón. Se acercó un poco y la rodeó, examinando el cuerpo del ser. ¿Sin alas? Una curiosidad respecto a los demás, aunque no reseñable. A través de la ropa no podía verlo, pero parecía ser así de forma natural, y su altura... Era extremadamente pequeña. Aunque teniendo en cuenta el tamaño de Haru era casi normal. De todas formas, asumir que los dos eran dragones como si nada era capcioso. ¿Por qué de repente tenía la sensación de que intentaba despertar empatía en él? Odio al Gobierno, Científicos, Dragones... Casi parecía ensayado, y cuando se dejó caer sobre una silla no le quitó el ojo de encima.

-Y con esto- comenzó-, ¿Hemos roto el hielo por fin?- hizo una pausa, sin encontrar palabras para continuar. ¿Cuándo se había vuelto tan desconfiado? Ah, cierto. Tras aquello-. Como entenderás, haber consumido por casualidad una fruta del diablo no nos hace iguales. Llevo trece años navegando y créeme, ya he creído que otra gente era como yo. Y siempre me he equivocado- su tono se había ido haciendo serio poco a poco sin que se diera cuenta, y tuvo que relajar el ceño que poco a poco se había ido frunciendo-. Disculpa, últimamente estoy algo estresado. ¿Adónde querías llegar con todo esto?

Se pasó las manos por la cara, como frotándosela, y terminó por recorrer su cráneo al completo. Esperaba una respuesta, si no la había asustado.
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Conociendo al Sr. Black. [Privado Dexter-Haruka] Empty Re: Conociendo al Sr. Black. [Privado Dexter-Haruka] {Dom 8 Ene 2017 - 17:22}

El pirata examinó el arma con detenimiento, y no pude hacer otra cosa que observar expectante al tiempo que se sacaba una lupa y se la colocaba en el ojo para ver mejor. Incluso la probó en sí mismo, lo que me dejó claro que había visto la inutilidad práctica del arma en un combate real. De no haberlo visto, podría haberse arrancado el brazo. De no haber estado seguro, no se habría disparado.

Al tiempo que me devolvía el arma, reprimí una mueca cínica y me limité a aprovechar que la guardaba de nuevo en el bolso para dejar que mis ojos, fijos en el interior del complemento, se oscureciesen. Por supuesto que sabía el peligro al que me estaba exponiendo al ir allí. Le había dado mil vueltas y había hecho miles de ensayos en mi cabeza, escogiendo la ruta ideal a seguir, las palabras correctas que decir, las acciones que omitir. En el ochenta por ciento de los casos, acababa muerta.

Después de transformarme, Dexter caminó a mi alrededor, examinándome como si fuese una atracción de feria. Me mantuve quieta, manteniendo la respiración serena, controlando mi propio ritmo cardíaco en la medida de lo posible. Para ayudarme a relajarme, recordé una canción sosegada tocada en piano. Realmente, la primera que se me vino a la cabeza. ¿De dónde la había sacado? No lo recordaba con claridad. Pero hizo su trabajo.

En la mente de Haruka Kanata:

Cuando estuvo satisfecho, el yonkou se sentó y me dirigió una mirada seria.

“Haber consumido por casualidad”. Casualidad. Tuve que reprimir una carcajada amarga. Ciertamente, el hecho de que aquel yonkou hubiese consumido una akuma de características similares a la mía era cuanto menos casualidad. Pero aquellas palabras resultaron ligeramente ofensivas, debido a la implícita libertad de la acción de consumir la fruta del diablo. Si hubiese tenido elección, no me habría metido aquel melocotón lleno de espirales en la boca. Si hubiese tenido elección, no estaría frente al yonkou en aquel momento. Precisamente era quien era en aquellos momentos, y me encontraba frente a aquella persona, porque no había tenido elección. No había sido “casualidad”. Me habían forzado. Me había visto obligada a tomar las decisiones que me habían llevado a terminar en aquel motel de mala muerte, en aquella isla que odiaba con todo mi ser.
Pero aquello el capitán de los Blue Rose no lo sabía.

El ceño fruncido del pirata me hizo reprimir una mueca de descontento. ¿Se estaba enfadando? Desconfiaba, sin duda. Mi estrategia no había funcionado. Había sido mucho más amable antes de mostrarle la pistola y mi forma híbrida. ¿En qué había fallado?
Repasé mis acciones una por una mentalmente al tiempo que Dexter se disculpaba, pero no encontré ningún fallo. Alguno imprevisto, sin duda. Había hecho algo, o dicho algo, o quizá el problema estaba en la omisión.

¿Qué debía hacer entonces? ¿Cortar por lo sano con la actuación de buena, dulce e inofensiva chiquilla? ¿Mostrar mis verdaderas intenciones? Si le mentía y lo descubría…
No podía hacer más que seguir apostando.
Aunque odio apostar cuando mi vida es la que está en juego.

- No intento hacerte pensar que soy como tú -comencé a hablar con delicadeza, y el tono lo más amable posible, al tiempo que regresaba a mi forma humana-. Yo no soy como tú. Mi meta no es convertirme en alguien como tú. Probablemente nunca encuentres a nadie como tú. Porque, en cierta medida, somos únicos. Aunque dos personas experimentes exactamente las mismas cosas y cuenten con los mismos conocimientos... seguirán siendo diferentes. Porque cada una lo vivirá desde su propio e irreemplazable punto de vista. Dos personas no tienen por qué responder de la misma manera al mismo estímulo. Tampoco reaccionan de la misma forma ante la misma experiencia traumática. Lo que puede causar la muerte o locura de uno, puede resultar en el fortalecimiento de otro. No. Definitivamente no soy como tú -recogí el sombrero, que se me había caído al suelo al transformarme, y me lo volví a colocar sobre la cabeza-. Parece que le das mucha menos importancia a todo lo que te he dicho que yo pero, por supuesto, no tienes por qué dársela. Sin embargo, he hablado con sinceridad. Nadie, absolutamente nadie en todo el planeta, está al corriente de lo que te acabo de decir. No intento situarte como una persona privilegiada, ni mucho menos. Pero protejo esa información con mi vida, y no se la revelo a nadie que no tenga intención de matar. Usted, señor yonkou, ha sido la excepción. He venido aquí, a poner en peligro mi vida, lo cual puede parecer estúpido, o quizá brillante. Todavía no lo sé –me senté sobre el borde de la cama antes de continuar-. La finalidad última de este encuentro no es otra que… pedir ayuda. Lo cierto es que, a pesar de haber consumido la akuma hace ya siete años, todavía soy incapaz de exprimir todo su potencial. Y, con un poder similar al mío, razoné que eras el maestro perfecto. No voy a pedirte unirme a tu tripulación porque llamáis demasiado la atención para alguien que prefiere vivir en las sombras como yo. Tampoco tengo interés en convertirme en tu discípula por un tiempo prolongado. No voy a darte algún razonamiento inventado de por qué quiero hacerme más fuerte, y por qué pido tu ayuda para conseguirlo. No voy a mentir y decir que hay alguien a quien quiero proteger, o alguien por quien quiero hacerme más fuerte. No tengo una motivación tan noble -hice una pequeña pausa, en la que no pude evitar esbozar una expresión melancólica. Acababa de recordar a Yurai. Si ella siguiese a mi lado, seguramente… seguramente querría hacerme más fuerte por ella. Para protegerla a ella. Pero ya no tenía a nadie a quien proteger-. Lo único que intento es sobrevivir en un mundo que me viene demasiado grande. Soy débil, soy cobarde y soy lo suficientemente lista como para ser consciente de ello. Si salgo ahí fuera, al Nuevo Mundo, sin alguien que me proteja, me comerán viva. Viviré insegura, viviré aterrada y cada día se convertirá en una lucha por la supervivencia. Pero puede llegar el día en que mi inteligencia no sea suficiente. El día en que no sea lo suficientemente lista, lo suficientemente espabilada, lo suficientemente rápida. Y moriré, porque eso es todo lo que soy ahora mismo. Si quiero regresar al otro lado de la Red Line, si quiero sentirme un poquito segura, si quiero sobrevivir en este planeta injusto y oscuro… necesito hacerme más fuerte. Y razoné útil la ayuda de un hombre mucho más poderoso que yo, cuyos poderes han resultado ser… casualmente similares -finalicé, con una ligera sonrisa irónica-. Ahora bien, siempre puedes negarte. Estás en tu derecho. ¿Qué te importa si sobrevivo o no? La culpa será enteramente mía. Puedes negarte, salir de esta habitación y proclamar a los cuatro vientos que Haruka Kanata es una dragona. Puedes descubrir toda la información que llevo años guardando con el más delicado celo, y puedes destruirme con sólo unas palabras. O puedes matarme aquí y ahora. La cuestión es, señor Black, que tiene ante usted a una mujer que está arriesgando su vida para conseguir su propósito. Pero, si no lo hago… moriré igualmente. Así que lo diré una vez más. Me gustaría que me ayudaras a controlar mejor mis poderes.

Con las cartas sobre la mesa y la apuesta hecha, no podía hacer otra cosa que esperar. Podía ganar, o podía perder. No obstante, en aquella metáfora, perder era mayormente sinónimo de morir.
Sin embargo, al menos así moriría sin remordimientos ni nada de lo que arrepentirme. Y a manos de un yonkou ni más ni menos. Eso le da caché a cualquier muerte.
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Conociendo al Sr. Black. [Privado Dexter-Haruka] Empty Re: Conociendo al Sr. Black. [Privado Dexter-Haruka] {Dom 22 Ene 2017 - 1:26}

"Me quiere sonar a algo", dijo en su mente Dexter, con una mueca amarga mientras recordaba su vida años atrás, convulsa y marcada por la huida constante de la autoridad, Todo eso había cambiado de un plumazo, con un tiro al que siguió otro, y con un corazón roto que culminó en otro arrancado. Había perdido un pedacito de corazón con Nadia, aunque no quisiera reconocerlo, y no era ni de lejos un precio justo por la tranquilidad relativa de un asiento en el Ouka Shichibukai. No, nunca le perdonaría al Gobierno haber permitido eso, ni muchas otras cosas. Habría dicho como excusa para su enfado que había servido fielmente, pero desde la guerra de Mariejoa había planeado un golpe de Estado que arrebatara el control del mundo a los Nobles Mundiales.

Se había distraído, y creyó haber ignorado un largo rato a la muchacha, aunque no creyó que se diera cuenta. Un mundo demasiado grande era lo que parecía en un principio, y entendía a la perfección aquella sensación. Al final era lo único a lo que se resumía, ¿No? Los débiles arrastrados por el fango y los más fuertes sobre tronos de cráneos. No le gustaba aquello, ni le gustaría. Era muy bueno para los grandes poderes, aplastando todo bajo ellos en una lucha irremediablemente abocada a la destrucción...

Otra vez su mente había volado, y Haruka de repente dio en el clavo. ¿Qué le importaba a él? No era su responsabilidad, cierto. Pero ella sabía al decirlo que no funcionaba así; ella era plenamente consciente de que él no dejaría a nadie abandonado. Nadie llegaría hasta otra persona a pedirle ayuda sin un mínimo convencimiento de poder lograrlo, y la muchacha del pelo violeta tenía claro que estaba en su mano. Cada palabra parecía de repente meticulosamente ensayada, a pesar de que se veía muy... ¿Cuál era la palabra? Espontáneo. Tal vez había ensayado todas las variables posibles; tal vez simplemente tenía una mente preclara, o simplemente había tenido un brote de inspiración divina, pero lo que estaba claro era que controlaba la situación. La había controlado desde el principio. Eso no estaba bien.

-Bien, supongo que no me queda otro remedio, pues.

Apoyó las manos sobre sus rodillas mientras se levantaba con pereza del asiento, y se estiró hasta que cada una de sus vértebras crujió, dejando que los trapecios inundaran de un sonoro "clac" la estancia cuando chocó sus manos a través de la espalda. Entonces su cuerpo comenzó a envolverse de escamas azules, y sus rasgos a estilizarse más y más mientras el cuerpo iba alargándose. Una cola de su espalda, y un par de alas en sus hombros. Colmillos afilados como agujas y garras peligrosas como cuchillos hacían ver temible la forma híbrida del pirata, que ahora observaba con sus pupilas rasgadas a la chiquilla.

-Lo siento- alzó el brazo, y una esfera dorada se materializó ante ella, a poca distancia de Haru. De repente un agujero se abrió, y un rayo de luz pareció comenzar a derretir la pared allí donde la había tocado. Sin esperar a que pudiese reaccionar, empujó el globo contra ella, que explotó en una nova de color blanco haciendo que todo alrededor quedase desolado. La explosión fue sonora, y el pitido duró hasta que el brillo blanco se disipó por completo.

Y en ese momento, la ilusión terminó. Dexter seguía sentado, la habitación en perfectas condiciones y la muchacha de una pieza. Aunque igual con un susto y acordándose de más de siete generaciones de su familia. Ahora era él quién tenía el control.

-No te preocupes, ha sido sólo una broma- dijo, entre risas-. Sobrevivir es una meta tan aceptable como cualquier otra, pero tu fruta no quiere que trates sólo de sobrevivir. El dragón que hay dentro de ti aspira a la grandeza, y si quieres que te sirva deberás propiciar algo que pueda complacer a su orgullo. No sé si me entiendes.

Se recostó en la silla. Era sorprendente el hecho de que, a pesar de estar sentado, era más alto que ella. Casi debió contener otra risa más, que pareció ser sumamente inadecuada tras intentar darle un susto de muerte.

-No me gusta el chantaje emocional- terminó diciendo, no sin dirigir una mirada seria a la dragona-. Cualquiera que haya oído hablar de Fiordia sabe que me preocupan las vidas de todo el mundo, no es ningún secreto- respiró hondo mientras dejaba que su vista se perdiese en el techo-. No sé qué esperas que te enseñe ni cómo pretendes que te entrene, pero el mero hecho de estar cerca de mí ya hace que tu presencia sea detectada. ¿Crees acaso que no me espían cuando dejo el Ojo? Si vienes conmigo un tiempo, si aprendes de mí... Lo sabrán, no te quepa la menor duda.

Nunca había sido maestro de nadie, aunque había prometido adiestrar a Zuko cuando él estuviese preparado. Todavía no era el momento, pero lo más importante era que él no se sentía listo. Mucha responsabilidad puesta en él, que no la había buscado. ¿Debía decirle que sí? ¿Tal vez que no? Ella tenía que conocer sus opciones antes de continuar.

-Si yo te entreno no aceptaré ninguna excusa. Ni moratones, ni heridas, ni...- cosas de chicas. Evitó decir cosas de chicas. Habría quedado terriblemente fuera de lugar decirle eso, aunque fuera una excusa que escuchó en el Dojo varias veces mientras era un aprendiz-. Y antes de que decida entrenarte, tendrás que ofrecerme algo que me pueda interesar- hizo una pausa. Una muy larga pausa-. Y quiero algo único, que sólo tú me puedas dar.

Había leído eso una vez en un libro, y el protagonista se embarcaba en un viaje de autodescubrimiento para presentar algo único a sus maestros. Tras aquello era mucho más receptivo, y había iniciado el camino hacia la madurez tanto mental como en el estilo de lucha. Si Haruka Kanata era digna de ser entrenada, encontraría algo. Y seguramente fuese útil para ambos ese descubrimiento.
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Conociendo al Sr. Black. [Privado Dexter-Haruka] Empty Re: Conociendo al Sr. Black. [Privado Dexter-Haruka] {Sáb 28 Ene 2017 - 20:03}

El yonkou se incorporó tras un comentario resuelto y empezó a estirarse con parsimonia. Parpadeé. ¿No queda otro remedio de qué? ¿Qué era lo que había decidido? ¿Había conseguido convencerlo? ¿Así? ¿Tan fácil?

Cuando me di cuenta de que se estaba transformando, mi cuerpo se tensó automáticamente, pero desconocía sus intenciones. No podía moverme. Cualquier movimiento en falso podría significar un cambio de opinión. Podría echar a la basura todo lo que había conseguido. Pero, ¿realmente lo había conseguido? ¿Por qué se transformaba? ¿Qué motivo había? Ninguno. Yo ya sabía que él era un dragón, no necesitaba enseñármelo. ¿Por qué se transformaba? Quería matarme. ¿Por qué se transformaba? Quería pelear. ¿Por qué se transformaba? Quería empezar a entrenarme. Quizá quería enseñarme algo. ¿Por qué se transformaba?

Se disculpaba. Se estaba disculpando. ¿Por qué se transformaba?

Repetía esa pregunta en mi cerebro y me daba cada vez una respuesta diferente, sopesando las probabilidades. Pero ya era demasiado tarde. No. No, no, no. Quería matarme. Iba a matarme. Mi cuerpo no reaccionaba. Estaba completamente paralizada por el pánico. Sólo pude observar la esfera de luz al tiempo que se acercaba a mí, condenándome a la muerte sin remedio.
Con los ojos como platos y expresión de pavor, me eché hacia atrás sobre la cama en un intento inútil por retardar el impacto.
¿Paralizada por el pánico? Acababa de moverme, ¿o no?

Una luz blanca inundó la estancia, y pude ver el fin de mi vida.
Morir sin haber vuelto a ver a Yurai una vez más. Sin saber si estaba viva o muerta. Menudo desperdicio.

Entonces, la luz se disipó.
Dexter seguía sentado, y yo no estaba muerta.
Aunque tampoco estaba sobre la cama.
Presa del pánico, mi instinto de supervivencia había tomado control de mi cuerpo, y me había hecho saltar hacia la pared, justo en el momento previo a que la esfera me alcanzase. Me encontraba en una esquina, cerca del techo, aprovechando el punto donde las tres paredes se unían para usarlas de apoyo de brazos y piernas.

Al cerciorarme de que seguía viva y darme cuenta de lo tensos que tenía los músculos, bajé de un salto al suelo y emití un suspiro de alivio. El corazón me latía a mil por hora.
Dexter soltó una carcajada al tiempo que le restaba importancia. Sin mediar palabra, volví a sentarme en el borde de la cama.
Escuché en silencio sus palabras, controlando el ritmo de mi respiración para tranquilizar mi acelerado corazón.
Hacía tiempo que nada me asustaba. Ya no recordaba lo poco que me agradaba aquella sensación.

Pero, ¿por qué lo había hecho? ¿Qué le había llevado a actuar de aquella manera? Era consciente del comportamiento poco predecible de aquel hombre. Precisamente por eso tenía tantas variables en juego, y había sido tan complicado trazar un plan. Pero, desde luego, no me había planteado aquella posibilidad. Ni siquiera se me había pasado por la cabeza.
Me di cuenta entonces de lo cómodo que parecía sentirse.

"Ah... ¿es un friki del control como yo? Lo hizo para tomar el control de la situación. Con todo mi discurso, lo único que podía hacer era ser receptor pasivo de información. Sentarse y escuchar. El control lo tenía yo. Y no le gustaba.", lo miré a los ojos, mientras Dexter me dirigía una mirada seria y afirmaba que no le gustaba el chantaje emocional. "Entonces, ¿qué es lo que acabas de hacer?", sonreí para mis adentros.

- Prefiero vivir en las sombras porque no soy lo suficientemente fuerte como para defenderme ahí fuera. Si aceptas entrenarme, estoy dispuesta a aceptar ese riesgo. De hecho... en un tiempo será hora de revelar mi identidad al mundo. Pero aún no. No hasta que sea más fuerte -aseguré, con renovada decisión. Mi corazón volvía a latir a un ritmo normal al fin. ¿Moratones? ¿Heridas? No pude evitar soltar una carcajada-. Te aseguro que no me quejaré por esas tonterías.

Dexter Black finalizó su discurso de manera inesperada. Parpadeé de nuevo, ahora incapaz de creer lo que escuchaban mis oídos. No, no, no había oído bien. No podía ser que me hubiese dicho que... Pero, tras una pausa, insistió.
Tras unos segundos de silencio, esbocé una mueca de incredulidad.

-¿Eeeeeeh...? -fue todo lo que pronunciaron mis labios. Sintiéndome estúpida ante tal reacción, carraspeé para retomar la compostura-. ¿Algo que solo yo pueda darte? Te lo dije antes, ¿no? Somos únicos. Eso es lo que puedo darte. La oportunidad única de compartir experiencias con una persona única, que soy yo. ¿No te vale? -pregunté al instante. Ni siquiera yo misma me creía aquella sarta de narcisismo-. ¿No vale? Eres un Yonkou, y yo una novata. No hay nada que pueda ofrecerte que no puedas conseguir tú mismo. ¿O acaso esperas que me vaya a un viaje de autodescubrimiento como en uno de esos libros con protagonistas patéticos? ¿Lo has dicho porque te parecía guay? ¿Porque sonaba chulo? ¿Porque crees que así quedas bien? ¿De veras esperas que una novata como yo sea capaz de darle a un yonkou algo que él no pueda conseguir por sus propios medios mucho más rápido? ¿Qué puedo darte yo? Menuda estupidez -me levanté y comencé a caminar por la estancia, totalmente ensimismada, y hablando con rapidez-. Si esperabas que te soltase algo gracioso para aligerar el ambiente como "te ofrezco mi virginidad", lo siento pero ese barco hace años que zarpó. No estoy para tonterías, acabo de tener una experiencia cercana a la muerte porque un idiota obseso del control no se sentía cómodo con la situación, y ahora esperas que acepte esa estupidez con cara ilusionada y te diga algo como "Oh, maestro, por supuesto, maestro, buscaré algo que sólo yo puedo darte y volveré, lo juro" -dije eso último entrelazando las manos sobre el pecho y poniendo voz aguda, dramática-. Pues eso no va a pasar. Mira, no tengo tiempo que perder. Si aceptas entrenarme, está bien. No voy a quejarme como un niño pequeño porque me rompas unos cuantos huesos o me produzcas un par de quemaduras de segundo grado. Entrenaré como si mi vida dependiera de ello, porque puedes estar seguro de que así es. Y si no quieres entrenarme, está bien. Mátame, márchate, haz lo que quieras, no me importa. Pero no me des largas -lo señalé con un índice acusador, y el ceño fruncido.

Entonces me di cuenta de que me había dejado llevar. Y de que estaba regañando a un yonkou. Parpadeé, bajé el dedo, solté un ligero "oh" y carraspeé de nuevo.

- Perdón, estaba un poquito alterada por lo de morir y esas cosas, y perdí los papeles. Es posible que dijese algo insultante o... diese por verdaderas teorías que había en mi cabeza. Ehm... Ehm... ¿Entonces vas a entrenarme o... o no? -me atreví a preguntar, con una risa nerviosa.

"La has cagado, Mirai. La has cagado."
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Conociendo al Sr. Black. [Privado Dexter-Haruka] Empty Re: Conociendo al Sr. Black. [Privado Dexter-Haruka] {Sáb 29 Jul 2017 - 18:42}

Cada vez que parecía que su cuerda se agotaba, volvía a la carga. Alzó la mano en varias ocasiones, cerrada en un puño con tan sólo el dedo levantado, carraspeando y tratando de intervenir. Palabras como "efectivam..." o "Eso m..." nunca se completarían, y su significado quedaría perdido en el olvido. ¿No le daba vergüenza? Con cada palabra que decía mataba una interrupción suya, una interpelación o incluso un chascarrillo ingenioso. Al parecer no era virgen, aunque tampoco lo esperaba. Las chicas en aquellos tiempos la perdían muy rápido, y sobre todo las que más cara de inocente tenían. Usualmente eso se debía a que las mejores máscaras venían de las mejores actrices, aunque la que tenía delante había perdido los papeles por completo.

-Para empezar, cualquier guarrilla lo suficientemente borracha u obnubilada por el sonido metálico de mis bolsillos me daría su virginidad encantada- dijo. Ser rico podía abrir a una persona cualquier puerta. Cualquier Puerta-. Del mismo modo, cualquier persona única podría compartir conmigo la misma experiencia que tú, o hacerme igual de feliz. No soy una persona que se conforme con vulgaridades de ese estilo como "escalaríamos una montaña juntos" o "Podría darte el mayor orgasmo de tu vida". Soy un dragón, y quiero un tesoro.

Se levantó de la silla y caminó a su alrededor de nuevo, pero sin mirarla. Sólo quería respirar su tensión por un momento. Era increíble lo reconfortante que llegaba a ser pasear cerca de alguien que sabía que la había cagado, pero aunque se sintió un poco mal por esa reflexión, continuó hasta estar a su espalda.

-Oro, riquezas, experiencias compartidas... Cada persona, por muy única que sea, tiene pocas cosas que nadie más pueda dar. En cada botín sólo hay un tesoro, y de cada tesoro, sólo uno puede ser el más valioso- siguió caminando a su alrededor sin dejar de hablar, tratando de explicarle una vez más lo que le estaba pidiendo-. Yo, por ejemplo, puedo darte entrenamiento que nadie más podría darte... Respecto a tu fruta. Físicamente, hay unos doscientos monjes venerando al sol y deseosos de adiestrar nueva carne- no se detuvo aun cuando pasó ante ella de nuevo, simplemente reflexionando-. Podría darte pocas cosas más que otro no pudiera darte. Amor, cariño, felicidad... Son cosas que cualquiera puede ofrecer, pero nadie puede elegir a quién quiere dárselo. Eso sería interesante de ver, una persona que puede elegir a quién ama, pero dudo que exista. Yo, por mi parte, siempre he querido poder volver a nadar. Algo que tampoco puedes darme- hizo una pausa cuando se quedó frente a la puerta, mirándola fijamente-. Y me has dicho que haga lo que quiera.

Abrió la puerta y atravesó el umbral, cerrando a su espalda con cierta delicadeza. Tenía que llegar hasta Síderos y decidir de parte de quién se ponía. Habían tenido la cara dura de secuestrar a su gente, y no lo iba a consentir. Pensarlo le ponía furioso, pero se fue serenando mientras bajaba las escaleras hasta sentirse bastante tranquilo una vez la gente de su banda lo recibió a grito pelado.

-Venga, la última y seguimos el camino, panda de gandules.
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