Un regreso oportuno

Después de tanto volvía a casa, volvía a la isla donde me forme y crecí, ahora como miembro de la marina. Estaba en un destacamento preparado para ayudar a cazar a un grupo de piratas algo numeroso en la zona este de la isla. Ni siquiera pasaríamos por la ciudad, lo que me apenaba bastante. El barco, al mando del Vice-almirante Danio Rerio, un hijo del mar, nos transportaba a unos doscientos marines hacia el puesto avanzado de la guardia de Ares.

Cuando el barco atracó me quedé muy asombrada, pues una gran extensión del bosque había sido quemada y sustituida por estructuras de madera y piedra. Los guardias de la isla estaban asentados en la playa, en una especie de campamento defensivo. ¿Qué estaba pasando allí? Como habían sido capaces aquellos hombres de hacer tanto sin que nadie se diera cuenta de nada.

-Señor, recluta Corinna Athenais a su servicio. – Me presenté ante el Vice-almirante.- Me gustaría servir de ayuda en las comunicaciones con la gente de mi pueblo, podemos ser…... especiales.

Esperaba que el Gyojin lo entendiera y diera su permiso, por mi parte yo hablaría bien de la marina a la guardia de Ares, conociéndome como la hacían muchos tomarían en serio mi recomendación.

Me había tocado llevar un contingente hacia la isla llamada la Atlántida, en el West Blue. Al parecer el gobierno estaba en trámites de adhesión de la misma y ahora tenían un problema con piratas en la misma. Sabía que no había sido casualidad que mandaran aquel barco, pues teníamos a una de las guerreras de la misma abordo. La chica no tardó en venir a verme, quería que la dejara hacer de enlace entre sus compatriotas y nosotros. Me agradó bastante su iniciativa, por lo que accedí a que estuviera junto a los mandos durante esta campaña.

Nada más llegar a la playa vi el motivo de la llamada, los piratas, o revos, o lo que fueran habían conseguido hacerse una especie de fortaleza. A juzgar por el terreno, habían deforestado una gran cantidad de terreno de forma muy rápida. Pusieron la rampa para bajar del buque, en principio solo lo haríamos la joven y su mascota, dos capitanes y yo, al menos hasta saber que podíamos hacer. Esperaría la presentación de la chica, dado que seguramente ya conociera al que estuviera al mando del lugar, tras lo cual me presentaría yo mismo.

-Buenas, soy el Vicealmirante Danio Rerio, podría contarnos la situación y cómo podemos ayudarles. Dispongo de doscientos hombres y por la cercanía al mar, de bastante potencia con el agua. – El tipo miro de forma rara, creyéndome un loco. Por lo que atraje un poco cantidad de agua e hice formas con ellas.- Bien, ¿Puedo desembarcar a mis chicos?

Puede que hubiera sido excesivo y cabía la posibilidad de haber herido algún sentimiento, pero podría soportarlo si nos dejaba participar y me ganaba su respeto en el campo de batalla. Que viendo como estaban sus tropas sería algo complicado. Había pocos ejércitos con tropas tan firmes y tan disciplinadas como estaba viendo en aquel campamento Atlante.

-¡Gerz! Te dejo unos meses a solas en la isla y cuando vuelvo está hecha un desastre. -Tras un saludo militar al ponerme a su lado continuo. – Estos marines son buenos soldados, su oficial es un buen líder y estratega también.

Tras terminar el vicealmirante se presentó de manera oficial ante el líder del escuadrón de los hijos de Ares. Haciendo una pequeña demostración de su manejo del agua el Gyojin seguramente se ganó el respeto de aquel hombre. El guerrero valoraba muy positivamente habilidades raras, la iniciativa y el liderazgo.

-Muy bien Vicealmirante, pueden montar su campamento al lado del nuestro. Tenemos mucho de qué hablar. Mandaré a alguien a avisar a las cazadoras de Artemisa de que son aliados. Pasen a la tienda por favor.

Esperé a que mi superior actuara primero, no creo que tuviera problemas, pero debía respetar la jerarquía. Si el hombre pez entraba le seguiría, o cumpliría las ordenes que me mandara al pie de la letra.

Mandé avisar a la tripulación para el desembarco, indicando donde sería el lugar, mientras veía ir a varios de los hombres de nuestro anfitrión hacia los bosques. A eso se referiría, tendrían batidores por ellos esparcidos, una buena forma de evitar ataques sorpresa sin duda. Dentro de la tienda había una mesa con una maqueta de la zona, sobre la cual figuritas de madera tallada y pintada descansaban en distintas zonas. El hombre me indicó lo que se habían hasta ahora, las fuerzas enemigas y que armamento tenían. También como estaba hecha aquella “fortaleza” y los materiales usados, madera principalmente.

-Muy bien, un ataque frontal contra ellos sería desastroso, pero podríamos usar algún tipo de cobertura durante el mismo, eso evitaría perdidas incensarías. Además, si vuestras hijas de Artemisa pudieran distraerlos con unas cuantas flechas incendiarias, la cosa sería aún más fácil.

Mientras hablaba esperaba que no hubiera faltado a sus costumbres, aunque para eso estaba allí la recluta, para evitar que metiera la pata hasta el fondo. Nos enfrentábamos a una banda bastante organizada de piratas, cuyo capitán pasaba algo de los cien millones, tendríamos bajas casi seguro, pero debíamos tratar de minimizarlas.