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– ¿No crees que es exagerado? – dijo mientras dejaba el informe a un lado. – ¿Un batallón entero para un pirata que apenas tiene treinta millones de wanted? – tomó una leve pausa mientras miraba los carteles de wanted. – El otro apenas tiene cincuenta. – Dijo, desanimada por lo sencillo que iba a ser detenerlos.
– Preferimos no correr riesgos, capitana – le respondieron por el otro lado de la línea. Hablaba con el que le había encargado aquella misión. – Tú vas solo por si las cosas se van de control. Pero, con los reclutas que elegimos, debe ser suficiente.
– Si tú lo dices…
Colgó con calma y miró por la ventanilla. Se vistió de forma bastante casual, una camiseta roja y unos pantalones a juego con esa, sobre sus hombros, la gabardina que mostraba su rango. La isla ya estaba cerca y el barco no iba a tardar en llegar. La misión era sencilla, atrapar a dos piratas. Xavier, de treinta millones y el otro, Dwigth, de cincuenta. Nada de otro mundo, pero la marina no consideraba normal que ellos aún estuvieran en el East Blue. ”Siguen siendo debiluchos” – se levantó de la silla y fue a cubierta. No iba a necesitar muchos hombres, de hecho, tenía en sus manos el pequeño informe de la chica a la que iba a requerir. No porque destacara sobre el resto, pero le agradaba la idea de ir con una mujer a su lado. Había llamado a todos los reclutas mientras aún estaba en su habitación, de ese modo, todos estarían en la cubierta… O la mayoría.
– Bien – empezó a decir con calma mientras se ganaba al centro del buque. – Iremos Elya Edelweiss y yo – su tono era bastante fuerte como para que todos la escucharan. Estar en la marina le ayudaba para ganar un poco más de confianza y dejar su timidez de lado. – No creo que se necesiten más hombres, de todos modos, me iré comunicando por den den mushi – el barco, finalmente, llegó a la tranquila isla de Orange Town. No tardó mucho en bajar de este. – Vamos, Elya. – Se cruzó de brazos y esperó a que llegara aquella chica.
– Preferimos no correr riesgos, capitana – le respondieron por el otro lado de la línea. Hablaba con el que le había encargado aquella misión. – Tú vas solo por si las cosas se van de control. Pero, con los reclutas que elegimos, debe ser suficiente.
– Si tú lo dices…
Colgó con calma y miró por la ventanilla. Se vistió de forma bastante casual, una camiseta roja y unos pantalones a juego con esa, sobre sus hombros, la gabardina que mostraba su rango. La isla ya estaba cerca y el barco no iba a tardar en llegar. La misión era sencilla, atrapar a dos piratas. Xavier, de treinta millones y el otro, Dwigth, de cincuenta. Nada de otro mundo, pero la marina no consideraba normal que ellos aún estuvieran en el East Blue. ”Siguen siendo debiluchos” – se levantó de la silla y fue a cubierta. No iba a necesitar muchos hombres, de hecho, tenía en sus manos el pequeño informe de la chica a la que iba a requerir. No porque destacara sobre el resto, pero le agradaba la idea de ir con una mujer a su lado. Había llamado a todos los reclutas mientras aún estaba en su habitación, de ese modo, todos estarían en la cubierta… O la mayoría.
– Bien – empezó a decir con calma mientras se ganaba al centro del buque. – Iremos Elya Edelweiss y yo – su tono era bastante fuerte como para que todos la escucharan. Estar en la marina le ayudaba para ganar un poco más de confianza y dejar su timidez de lado. – No creo que se necesiten más hombres, de todos modos, me iré comunicando por den den mushi – el barco, finalmente, llegó a la tranquila isla de Orange Town. No tardó mucho en bajar de este. – Vamos, Elya. – Se cruzó de brazos y esperó a que llegara aquella chica.
Elya Edelweiss
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La joven ya estaba vestida, pero seguía en cama. O al menos apoyada sobre esta, erguida para mirar por la escotilla. El viaje había sido largo hasta el East Blue y el cambio de barco había sido toda una sorpresa. Llevaba ya dos días en él, pero todavía no le era familiar. Su pequeño camarote parecía demasiado limpio y ajeno y aunque fueran desconocidos, por lo menos reconocía la cara de los reclutas en su barco. Aquí no tenía ni siquiera al Comandante. Se levantó en cuanto oyó que los llamaban a cubierta. Cumpliría con lo que fuera que se requiriese como le había pedido y volvería allá.
Caminó hasta allá mientras se alisaba la ropa. Como siempre, llevaba lo imprescindible. No era la ropa con la que había crecido, pero casi. No había querido buscar algo diferente. Su falda larga azul abierta a los lados y el top del mismo color sujetando su pecho. En el llevaba prendada también la insignia con el logo de la marina, que la revelaba como recluta. Eso y un par de tiiras de tela blanca y azul anudadas a su arma era todo el uniforme que necesitaba. Esperaba que no le llamaran la atención.
Llegó a la cubierta y aguardó a que llegara su superior. Fue al grano y la requirió a ella. ¿Casualidad o sería cosa de su Comandante? Aunque eso era irrelevante. Fue detrás de la Capitana mientras bajaba del barco. Tenía un cuerpo esbelto y aparentaba confianza al caminar. Cuando ella se quedó esperando, aprovechó para presentarse y hacer el saludo.
-Aquí me tiene, capitana. Espero serle de ayuda.
Caminó hasta allá mientras se alisaba la ropa. Como siempre, llevaba lo imprescindible. No era la ropa con la que había crecido, pero casi. No había querido buscar algo diferente. Su falda larga azul abierta a los lados y el top del mismo color sujetando su pecho. En el llevaba prendada también la insignia con el logo de la marina, que la revelaba como recluta. Eso y un par de tiiras de tela blanca y azul anudadas a su arma era todo el uniforme que necesitaba. Esperaba que no le llamaran la atención.
Llegó a la cubierta y aguardó a que llegara su superior. Fue al grano y la requirió a ella. ¿Casualidad o sería cosa de su Comandante? Aunque eso era irrelevante. Fue detrás de la Capitana mientras bajaba del barco. Tenía un cuerpo esbelto y aparentaba confianza al caminar. Cuando ella se quedó esperando, aprovechó para presentarse y hacer el saludo.
-Aquí me tiene, capitana. Espero serle de ayuda.
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Misa suspiró. ”¿Por qué eligen lugares tan pacíficos?” – en cierta parte, le recordaba a su isla antes de bueno… Ser arrasada por un dragón y quedar sola. Negó con la cabeza y pensó en otras cosas, no podía dejar que la vieran vulnerable de alguna forma. ¿Quién confiaría en ella de ser así? Se quedó de brazos cruzados, con los ojos cerrados y esperando a la que iba a ser su compañera de misión. No tardó mucho en llegar y se presentó. La miró y la analizó con calma. Sí, era lo que buscaba. Sonrió de forma calmada y empezó a caminar con ambas manos en la espalda, bastante relajada.
– Por cierto, trátame de tú a tú – le dijo con dulzura. – Conmigo puedes olvidar las formalidades – nunca le había agradado que la trataran de usted o que por un rango, sintieran que ella estaba en un lugar mucho más alto. – Además, si crees que me equivoco, puedes corregirme o advertirme – era humana, podía cometer errores, así que aceptaba sugerencias de todos. – Solo relájate. Te aseguro que no te pasará nada.
La idea de tener que luchar en un sitio tan tranquilo, no le gustaba. Las personas, a medida que pasaban, se hacían a un lado. Algunos apartaban la mirada, otros solo agachaban la cabeza, otros, en cambio, las aplaudían y celebraban. Ellos estaban levantando sus puestos, limpiando sus hogares o solo conversando de forma amable. ”¿Por qué ellos?” – era cierto, quizá era un buen escondite, después de todo, el East seguía siendo un mar débil y no muchos lograban destacar de sobre manera.
– Supongo que sabes, Elya, pero lo diré por si acaso – le dijo mientras le mostraba los dos wanted de los piratas que buscaban. – Capturaremos a estos dos. No estoy de acuerdo en que un batallón entero sea necesario para dos novatos – su tono no mostraba arrogancia o un exceso de confianza. Era lo que de verdad sentía. – Solo debemos tener cuidado con una cosa – inquirió con un poco más de seriedad. – No lucharemos en el pueblo. Supongo que alejarlos a otro sitio es lo mejor. No tenemos que involucrar a inocentes – su mantra estaba activado, así que no se le escapaban muchas presencias. – Además, seguramente, ya sepan que estamos aquí. Así que no tenemos el factor sorpresa – su tono era un tanto más serio que antes. – No bajes la guardia.
– Por cierto, trátame de tú a tú – le dijo con dulzura. – Conmigo puedes olvidar las formalidades – nunca le había agradado que la trataran de usted o que por un rango, sintieran que ella estaba en un lugar mucho más alto. – Además, si crees que me equivoco, puedes corregirme o advertirme – era humana, podía cometer errores, así que aceptaba sugerencias de todos. – Solo relájate. Te aseguro que no te pasará nada.
La idea de tener que luchar en un sitio tan tranquilo, no le gustaba. Las personas, a medida que pasaban, se hacían a un lado. Algunos apartaban la mirada, otros solo agachaban la cabeza, otros, en cambio, las aplaudían y celebraban. Ellos estaban levantando sus puestos, limpiando sus hogares o solo conversando de forma amable. ”¿Por qué ellos?” – era cierto, quizá era un buen escondite, después de todo, el East seguía siendo un mar débil y no muchos lograban destacar de sobre manera.
– Supongo que sabes, Elya, pero lo diré por si acaso – le dijo mientras le mostraba los dos wanted de los piratas que buscaban. – Capturaremos a estos dos. No estoy de acuerdo en que un batallón entero sea necesario para dos novatos – su tono no mostraba arrogancia o un exceso de confianza. Era lo que de verdad sentía. – Solo debemos tener cuidado con una cosa – inquirió con un poco más de seriedad. – No lucharemos en el pueblo. Supongo que alejarlos a otro sitio es lo mejor. No tenemos que involucrar a inocentes – su mantra estaba activado, así que no se le escapaban muchas presencias. – Además, seguramente, ya sepan que estamos aquí. Así que no tenemos el factor sorpresa – su tono era un tanto más serio que antes. – No bajes la guardia.
Elya Edelweiss
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Comenzaron a caminar por el pueblo. Elya escuchó en silencio lo que decía su superiora. Le gustaba como era, alegre y amable para con ella. Además se preocupaba de los civiles, lo que hizo que se sintiera más segura de estar con ella. Normalmente ir con desconocidos a una misión... bueno. Prefería actuar por su cuenta. Pero si la chica tenía las mismas prioridades que ella había menos posibilidades de que algo saliera mal. Esbozó una sonrisa diminuta y mientras estudiaba las reacciones de la gente, le respondió sin alzar la voz:
- Lo lamento pero no podría tratarle con tanta familiaridad. Me criaron así y de esta manera me siento más cómoda. Por favor, entiéndalo.- Añadió por toda explicación. - Pero le haré caso.
Le pareció curioso que le dijera que no pasaría nada. Elya era más alta y su arma imponía un poquito más. No podía evitar pensar que de ocurrir algo sería ella quien la protegería y no al revés... pero no lo comentó. Si llegaba el momento haría lo que tenía que hacer y nada más. Esa era la manera. Asintió a sus palabras, poniéndose seria ella también.
-Nunca lo hago, capitana. Pierda cuidado.
Siguieron caminando por las calles de Villa Orange. Pronto se apartaron de la avenida principal y comenzaron a indagar por los callejones. Llegó un punto en que ya apenas había aldeanos que las miraran de forma extraña, ya fuera para bien... o para mal. De repente, Elya creyó ver como alguien salía de un portal y se colaba por una esquina a toda prisa. Como si huyera de algo. En lugar de salir corriendo detrás de él, se inclinó lo justo sin dejar de caminar y le susurró a Alexandra al oído lo que acababa de ver.
-Alguien se ha escabullido por allí. Quizás sepa donde encontrar a quienes buscamos.
Conteniéndose, aguardó su reacción. Por más que quisiera tomarse la justicia por su mano, no quería defraudar al Comandante. Contó hasta tres mentalmente sin apartar los ojos del rincón por el que había desaparecido el hombre. ¿Era un callejón cerrado? Quizás hubiera un local en una de las puertas. ¿U otra cosa? Su mente discurría a toda velocidad, pero ni su respiración ni el ritmo de sus pasos se vieron afectados. Siguió caminando pausadamente, como una pantera al acecho.
- Lo lamento pero no podría tratarle con tanta familiaridad. Me criaron así y de esta manera me siento más cómoda. Por favor, entiéndalo.- Añadió por toda explicación. - Pero le haré caso.
Le pareció curioso que le dijera que no pasaría nada. Elya era más alta y su arma imponía un poquito más. No podía evitar pensar que de ocurrir algo sería ella quien la protegería y no al revés... pero no lo comentó. Si llegaba el momento haría lo que tenía que hacer y nada más. Esa era la manera. Asintió a sus palabras, poniéndose seria ella también.
-Nunca lo hago, capitana. Pierda cuidado.
Siguieron caminando por las calles de Villa Orange. Pronto se apartaron de la avenida principal y comenzaron a indagar por los callejones. Llegó un punto en que ya apenas había aldeanos que las miraran de forma extraña, ya fuera para bien... o para mal. De repente, Elya creyó ver como alguien salía de un portal y se colaba por una esquina a toda prisa. Como si huyera de algo. En lugar de salir corriendo detrás de él, se inclinó lo justo sin dejar de caminar y le susurró a Alexandra al oído lo que acababa de ver.
-Alguien se ha escabullido por allí. Quizás sepa donde encontrar a quienes buscamos.
Conteniéndose, aguardó su reacción. Por más que quisiera tomarse la justicia por su mano, no quería defraudar al Comandante. Contó hasta tres mentalmente sin apartar los ojos del rincón por el que había desaparecido el hombre. ¿Era un callejón cerrado? Quizás hubiera un local en una de las puertas. ¿U otra cosa? Su mente discurría a toda velocidad, pero ni su respiración ni el ritmo de sus pasos se vieron afectados. Siguió caminando pausadamente, como una pantera al acecho.
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