Un día de playa (Privado - Pasado) (Sarah - Hatake)

Luz, sol y calor, ese era el día que hacía. Me tuve que duchar varias veces en agua fría. Parecía que pasábamos una ola de calor. Como siempre que pasa esto, me hecho más tiempo debajo del agua, que fuera de ella. Todas las ventanas de mi casa abiertas, hasta la puerta de entrada.

-Creo que me voy a ir a dar un baño, esto es insoportable -dije para mí, poniéndome un bikini negro, para ir a bañarme al mar. Finalmente, puse una toalla en la arena, con una bolsa donde guardaba mi ropa. En realidad hacía tiempo que quería nadar, y este es el momento.

Comencé a meterme en el agua, en comparación con la temperatura, el agua estaba helada, pero hasta se agradecía. Era increíble el calor que estaba haciendo. Nadé haciendo unos cuantos largos, buceando un rato para ver el fondo, donde había muchas algas, y un sinfín de plantas marinas.

-Que bien se está, así mucho mejor -dije de nuevo para mí, saliendo bien fresquita del agua. Me tumbé en la toalla, y...¿porque no?, también me puse a tomar un poco el sol, mientras dejaba que secase mi piel y mi pelo húmedo.

Después de tantas aventuras siempre es bueno tomarse unas pequeñas vacaciones y descansar. Aproveché que me encontraba viajando por el East Blue y decidí parar en la isla más cercana para disfrutar del buen día que hacía. Saqué un mapa que tenía de este mar y marqué mi destino. De los lugares más cercanos el que mejor pinta tenía era la villa de Syrup. Ese sitio parecía bastante tranquilo, y era ideal para dormirse en la playa mientras tomas un poco el sol. También tenía intención de hacer una compras algo importantes, y daba la impresión de que allí había buenos comercios. Era un lugar muy habitado por los turistas y era casi seguro de que encontraría todo lo que necesitaba. Lo malo era que la isla pertenece al gobierno mundial, y al ser pirata debía andar con mucho ojo y no liar ninguna buena.

Veinte minuto fue lo que me costó llegar a la isla. Llevé mi pequeño barco al puerto y lo primero que hice fue comprar un bañador y una toalla para relajarme. El lado malo de ir a la playa era que al ser usuario de una fruta no me podía bañar, pero la tranquilidad y el aire fresco que se respiraba hacía eliminar el lado malo.

Nada más llegar a la playa, estiré mi toalla nueva, me puse el bañador para estrenarlo y me tumbe boca abajo. En menos de treinta segundos me dormí.

Mis sentidos me estaban avisando de una llegada inesperada. Me sentía ligeramente nerviosa, y eso era algo extraño en mí. Me incorporé apoyando mis brazos en la toalla, y alcé la vista, mirando a mi alrededor.

-¡BINGO!, por eso me sentía nerviosa -me dije a mí misma, al ver a un chico de piel más bien blanca boca abajo. No tenía idea de quién era, ni si estaba vivo, o si simplemente estaba durmiendo.

Me levanté y me encaminé hacía él con la toalla. Puse mi toalla a un metro de la suya, y me acosté a su lado. Durante un rato lo miré, y lo intenté despertar.

-Eh chico, despierta, si sigues durmiendo boca abajo, tu espalda se va a achicharrar -dije moviendo su cuerpo levemente. Me senté en modo loto, y me quedé un rato mirándole, observando su cuerpo.

El sol calentaba demasiado y yo seguía tumbado, como si no me afectara. Poco después de haberme tumbado una chica se me acercó y empezó a hablarme con intención de despertarme para que no me quemara.

-¿Quién anda ahí? -Dije con una voz de dormido que no podía con ella. Abrí los ojos poco a poco y de repente vi a una mujer enorme delante mío. Era una mujer el doble de alta que yo y bastante delgada. Su pelo era rubio y gris y lo llevaba recogido. Su tono de piel era oscuro y sus ojos eran algo más pequeños que los míos. A primera vista me asusté bastante, que te despierte una chica gigante nunca es agradable. A pesar de su estatura parecía buena persona y confiable, pero debía andar con ojo ya que podía ser alguien de la marina o del gobierno mundial. Traté de ser amable con ella, pues a primera impresión parecía alguien muy fuerte físicamente hablando.

-¿Quién eres tú y por qué me despiertas? Estoy aquí de vacaciones, y si no te importa me gustaría dormir. Si te he molestado o te he quitado el sitio de la playa porque lo tenías reservado no te preocupes, ahora mismo me echo a un lado.

Lo miro extrañada por su reacción, en realidad no creo que tuviese que ponerse así. Me levanto enfadada conmigo misma por querer ayudar a alguien.

-De acuerdo, perdona, no pretendía molestarte, solo que te vi dormido, y no quería que te quemases -dije cogiendo la toalla y poniéndome un poco más alejada de él.

``Ya no se puede ser buena, es increíble´´ -balbuceé alejada de él. Esperando que no me oyera, y a la vez que si lo hiciese, para que entendiese que no lo hacía por molestarle. Me senté con la piernas dobladas y ligeramente separadas, con mis brazos apoyados en mis rodillas, mirando al horizonte del mar. Me dolía la cabeza de llevar la coleta demasiado apretada, así que me lo solté.

-Bueno, me voy a dar otro baño -dije para mí, levantándome hacia el agua.

Después de mi reacción me sentí mal conmigo mismo, pero normalmente tengo muy mal despertar. Vi como la chica se alejaba un poco de mí y a continuación se fue al agua. Yo traté de volverme a dormir pero no pude, ya me había despejado demasiado. Mi idea fue estar tranquilamente tumbado mientras miraba lo que hacía la chica por simple curiosidad. A lo lejos vi un barco de la marina bastante pequeño dirigiéndose hacia aquí. Según tenía entendido esta isla era muy tranquila y la marina no solía venir muy a menudo, no entendía porque venían justo ahora. Yo al ser un pirata no podía correr riesgos, cogí mis cosas y me largué después de despedirme de aquella mujer con un "hasta la vista".

Con el poco dinero que me quedaba alquilé una casa para un par de días y me refugié allí hasta que la marina se marchara. No tenía nada de comer ni de beber y me estaba aburriendo como nunca, pero no sabía que clase de marines habían venido y no quería ser molestado en mis días libres.

Después de irme al agua, vi que el chico me miraba, y poco después que se levantaba bruscamente. Miré detrás de mí, y un barco marine vi acercarse. Rápidamente salí del agua y cogí mi toalla y me sequé. Vi que el chico se fue, después de como se comportó no sabía si ayudarlo, pero mi lado bueno afloró.

Antes de que desapareciera de mi vista, lo alcancé por detrás, y lo subí a mi hombro.

-Te llevaré a mi casa, por tu reacción está claro que no deben encontrarte -dije yendo de camino a mi casa, con el chico saltando en mi hombro.

-Por cierto, me llamo Sarah, y no tengo intención ni de pelear contigo, ni de hacerte daño -dije entrando por la puerta de mi casa, con el muchacho a hombros, dejándolo en el sofá.

Me dirigía lejos de la playa con intención de huir de la marina cuando de repente la chica de antes me cogió en brazos. Me dijo que al verme escapar de la marina decidió ayudarme y me llevó a su casa. Entrando a esta se presentó y me dijo que no tenía intención de pelear conmigo.

-Antes de nada debo darte las gracias por haberme traído aquí, de no ser así no hubiera sabido a donde ir. No soy de aquí y mi sentido de orientación es más bien malo, esconderme aquí me será de gran ayuda. Por lo que veo tú también estás huyendo de la marina, así que no tengo problemas para presentarme. Mi nombre es Shawn Glace y soy un pirata. Generalmente peleo con espada, pero las habilidades que me otorgó la fruta que comí también me ayudan mucho a la hora de pelear. Comí la hito hito no mi modelo leprechaun y ahora soy una especie de duende. -Le dije mientras le mostraba una de mis habilidades. Me hice muy pequeño (del tamaño de un duende) y a los cinco segundos volví a la normalidad para enseñarle de que era capaz. -Bueno, si no te importa me gustaría saber más sobre ti y haber si sabes por qué está la marina en una isla tan tranquila como esta.

Una vez llegamos a mi casa, se presentó como Shawn, dándome las gracias por acogerlo en mi casa. Me comentaba que el es pirata, y que como el, también escapaba de la marina.

-Si, de hecho tengo casi 6 millones de recompensa por mi cabeza -dije en la cocina, mientras tomaba un vaso de agua.

-¿Quieres tomar algo? -le pregunté, mirándole a los ojos.

-¿Que puedo decirte?, nací en una familia pirata, así que llevo la piratería en las venas, mis padres se conocieron mientras navegaban, eramos 4 hermanos, mis padres, y la tripulación del barco, eramos una gran familia -dije mientras seguía bebiendo agua, mirando por la ventana. Una punzada de dolor en el pecho, y una lagrima en cada ojo, que sequé rápidamente, no quería que me viese así.

Me ofreció tomar algo y me contó algo acerca suyo, que sus padres eran piratas y que tenía tres hermanos. Yo acepté su petición y cogí una pinta.

-Gracias por la bebida. -Dije mientras le daba un trago. -Tienes suerte de que tus padres sean piratas, a mi padre no le he llegado a conocer, incluso puede que muriera antes de que yo naciera pero nunca me lo han dicho. A mi madre, en cambio, la mataron unos bandidos que nos entraron a robar cuando yo tan solo tenía 5 años. Por ese motivo empecé a hacerme fuerte, para tratar de ayudar a la gente que me importa y para que no me vuelva a pasar lo de aquel día.

Su casa vino bien para escondernos, pero no nos aseguraba total protección ya que en cualquier momento podrían entrar. Decidí abrir un poco la puerta y mirar por la rendija que se quedaba para ver que estaba ocurriendo fuera. Lo que vi me sorprendió bastante.

-Sarah, este lugar ya no es seguro, ahí fuera hay muchísimos marines cuidando las calles, algo debe de estar sucediendo y no tiene muy buena pinta. ¿Qué podemos hacer? -Le pregunté algo preocupado.

Mientras el bebía, yo me había ido un momento a mi cuarto, necesitaba refrescarme un poco, hacía calor, y yo ya estaba empezando a sudar demasiado. Me mojé un poco la cara y el cuello, y salí así, un poco húmeda.

Cuando salí, vi a Shawn mirando por la puerta, diciendo que mi casa ya no era un lugar seguro.

-¿Puedes contar cuantos hay?, si no son muchos prefiero pelear, e intentar irnos de aquí con mi barco -agarré a Lucas*, a Marec* y a Zico. Lucas me protegería, mientras Marec y Zico estarían por si acaso. Eran un seguro contra peleas frente a frente.

Lucas Marec y Zico:

En cuanto dejé de mirar por la rendija de la puerta me encontré con tres perros algo más grandes de lo habitual. La verdad es que me sorprendió bastante su inusual tamaño y estar al lado de ellos me tranquilizó bastante. Ella me dijo que si eran pocos lo mejor era combatirlos.

-No son pocos, pero yo creo que podemos con ellos, no tienen pinta de ser muy fuertes como para derrotarnos. Lo único, estos son solo los de esta zona, no sabemos cuantos más puede haber por la isla, ya que el barco que vimos era bastante grande. -Le dije algo confiado a pesar de la situación. -Yo me encargaré de todos los de la derecha, tú encárgate de los del otro lado. Si es verdad que los perros saben pelear que ayuden en lo que puedan, y si tienes algún problema grita para poder ir a ayudarte. Es más probable que lo necesite yo, pero bueno, siempre hay que tener un plan de escape o de ayuda. Cuando acabemos nos encontraremos aquí y luego ya decidiremos que hacer. Es un plan que se me acaba de ocurrir, no es el mejor del mundo, pero creo que puede funcionar. Hasta ahora.

Me dirigí al lado que me correspondía y con mi fruta me hice lo más pequeño que pude para que no me viera nadie. Una vez así, empecé a subirme encima de los marines y les fui cortando el cuello uno a uno gracias a mi espada, la cual se había encogido a mi mismo tamaño. Acabar con los de mi lado fue pan comido. Inmediatamente volví a donde habíamos quedado a la espera de Sarah.

Una vez tuvimos el plan preparado, me dirigí al lado que me correspondía, viendo como el se hacía más pequeño. Yo avisé a Lucas que viniera conmigo, mientras que Zico se subía al lomo de Marec para vigilar de que no entrase nadie en mi casa. Me dirigí con Lucas a mi lado, corriendo, con una mirada agresiva en sus ojos.

-¡Lucas!, tú ve a por esos, yo me encargo de estos -le dije, a lo que el pequeño me miro y me ladró, como aceptando la orden. Yo me acerqué al resto, con mi cuchillo de caza en mi mano derecha, y una katana en la otra, en este caso prefería luchar con hojas afiladas. Comencé una sangrienta cacería contra ellos, matándolos a todos, a lo lejos veía como los marines caían al momento, sin ver a nadie, suponía que el chico se había echo muy pequeño, como para no verlo.

Luego miré al otro lado, donde vi a Lucas mordiendo los culos de los marines, gruñendo, veía rastros de sangre por el suelo, quizás le hayan herido. Terminé con todos, y pronto fui a echarle una mano al bueno de Lucas, pues estaba herido, y lo matarían si no le protegía. Los marines eran de tamaño humano, así que a alguno le daba una patada, y lo mandaba al otro lado del planeta.

-¡SHAWN!, ¿has terminado?, ¿necesitas ayuda? -dije ayudando al pobre Lucas a andar hasta casa, para poder mirarle las curas.