Sarah Foxxx
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Akuma no mi
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Camino por Villa Orange, buscando una tienda donde comprar cierta arma. Miro todas y cada una de las tiendas con atención, y aún así no lo encuentro. De todos modos, tengo que andar con cuidado, pues me parece que aquí puede haber marines, y si es así, para mí será un fastidio. Veo una tienda donde venden comida, aprovecho para hacer las compras pertinentes, he de abastecer al Lawdanum.
Una vez dentro, cojo comida para varios meses, no se lo que tardaré en volver, ni si tendré que llevar a alguien conmigo, así que cojo una gran cantidad de todo lo que hay. Comida, bebida, y un poco de todo lo demás. Al salir de allí, me siento en un banco, la gente me mira raro, no parece que hayan visto nunca a una mujer de 5 metros. Quizás no sea muy usual, pero tampoco creo que sea tan raro.
A junto de mi, viene un pequeño de unos 6 años, se me queda mirando un largo rato. Me agacho sonriendo y con un dedo comienzo a hacerle cosquillas por debajo de las costillas. Después de un rato jugando así con el pequeño, una señora, que parecía su madre, le agarró de la mano, y se lo llevó, con cara de miedo.
-En fin, es lo que me toca por ser una chica de 5 metros de altura -digo para mí, relajándome, apoyando mi cuerpo en el banco, con mis brazos detrás de mi cabeza, y los ojos cerrados. Respirando profundamente de vez en cuando.
Una vez dentro, cojo comida para varios meses, no se lo que tardaré en volver, ni si tendré que llevar a alguien conmigo, así que cojo una gran cantidad de todo lo que hay. Comida, bebida, y un poco de todo lo demás. Al salir de allí, me siento en un banco, la gente me mira raro, no parece que hayan visto nunca a una mujer de 5 metros. Quizás no sea muy usual, pero tampoco creo que sea tan raro.
A junto de mi, viene un pequeño de unos 6 años, se me queda mirando un largo rato. Me agacho sonriendo y con un dedo comienzo a hacerle cosquillas por debajo de las costillas. Después de un rato jugando así con el pequeño, una señora, que parecía su madre, le agarró de la mano, y se lo llevó, con cara de miedo.
-En fin, es lo que me toca por ser una chica de 5 metros de altura -digo para mí, relajándome, apoyando mi cuerpo en el banco, con mis brazos detrás de mi cabeza, y los ojos cerrados. Respirando profundamente de vez en cuando.
Vinnie Estacado
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Akuma no mi
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- Aquí tienes -dijo el hombre, tirando a los pies del moreno una bolsa negra de deporte.
Vinnie se quitó el cigarro de la boca y dejó escapar una bocanada de humo. Sin apartar la mirada de su contacto, se agachó y abrió la cremallera de la bolsa. En su interior habían tres frutas grandes y con espirales, redondas y de colores vivos. Akuma no mi. El mafioso levantó una ceja y cogió una de las frutas con una mano, volviendo a erguir su espalda.
- ¿Tú me has tomado por imbécil?
- ¿Perdona?
El mafioso frunció el ceño. Apretó la fruta con la mano con fuerza hasta que esta se rompió, cayendo al suelo y dejando trozos blancos de yeso tras de si. Se agachó y agarró la bolsa, para lanzarla de nuevo contra el pecho del vendedor.
- ¿Creías que me iba a largar de aquí con tres putas frutas de yeso creyendo que son de verdad?
- En realidad... Creía que te distraerías con el yeso mientras mis amigos se encargan de ti.
El sonido de pistolas cargándose tras él llamó su atención. Miró hacia atrás sin girarse del todo para ver a dos hombres apuntándolo con sus armas en la entrada del callejón. Cuando volvió a girarse, el vendedor lo estaba apuntando también con su propia arma. Vinnie sonrió.
- ¿Ya? Qué poco han tardado...
- Vinnie Estacado... Uno de los aliados del Yonko Émile... No hay recompensa por ti, sin embargo, estás empezando a hacerte notar como seguidor del Yonko... Tal vez podamos ganar algo por ti.
La sonrisa de Vinnie se ensanchó y se mantuvo en silencio, con las manos dentro de los bolsillos.
- Tal vez incluso podamos ganarnos un puesto en las filas del Yonko.
Vinnie, entonces, empezó a reír. Echó atrás la cabeza y se cubrió la cara con la mano. Estuvo así varios segundos hasta que agachó la cabeza en silencio.
- ¡¿De qué te ríes?!
- Simplemente...- alzó la mirada con una sonrisa siniestra en el rostro, mientras a su espalda empezaban a brotar dos monstruosas serpientes negras de enormes colmillos-. Me preguntaba si un gilipollas que piensa que puede amenazar al aliado de un Yonko sabe igual que el ser humano promedio.
Los gritos y varios disparos inundaron el callejón. Cuando el ruido cesó, Vinnie dejó el callejón, limpiando una mancha roja que había quedado en el puño de su americana y las serpientes negras volvían a introducirse en su cuerpo. Se pasó la mano por la boca, quitándose cualquier resto de comida que pudiese quedar. Con tranquilidad empezó a alejarse del callejón, hasta que... Vio a una mujer gigantesca sentada, de forma bastante hosca e incluso cómica, en un banco.
"Vaya... lo mismo no me han hecho perder el tiempo."
Vinnie se quitó el cigarro de la boca y dejó escapar una bocanada de humo. Sin apartar la mirada de su contacto, se agachó y abrió la cremallera de la bolsa. En su interior habían tres frutas grandes y con espirales, redondas y de colores vivos. Akuma no mi. El mafioso levantó una ceja y cogió una de las frutas con una mano, volviendo a erguir su espalda.
- ¿Tú me has tomado por imbécil?
- ¿Perdona?
El mafioso frunció el ceño. Apretó la fruta con la mano con fuerza hasta que esta se rompió, cayendo al suelo y dejando trozos blancos de yeso tras de si. Se agachó y agarró la bolsa, para lanzarla de nuevo contra el pecho del vendedor.
- ¿Creías que me iba a largar de aquí con tres putas frutas de yeso creyendo que son de verdad?
- En realidad... Creía que te distraerías con el yeso mientras mis amigos se encargan de ti.
El sonido de pistolas cargándose tras él llamó su atención. Miró hacia atrás sin girarse del todo para ver a dos hombres apuntándolo con sus armas en la entrada del callejón. Cuando volvió a girarse, el vendedor lo estaba apuntando también con su propia arma. Vinnie sonrió.
- ¿Ya? Qué poco han tardado...
- Vinnie Estacado... Uno de los aliados del Yonko Émile... No hay recompensa por ti, sin embargo, estás empezando a hacerte notar como seguidor del Yonko... Tal vez podamos ganar algo por ti.
La sonrisa de Vinnie se ensanchó y se mantuvo en silencio, con las manos dentro de los bolsillos.
- Tal vez incluso podamos ganarnos un puesto en las filas del Yonko.
Vinnie, entonces, empezó a reír. Echó atrás la cabeza y se cubrió la cara con la mano. Estuvo así varios segundos hasta que agachó la cabeza en silencio.
- ¡¿De qué te ríes?!
- Simplemente...- alzó la mirada con una sonrisa siniestra en el rostro, mientras a su espalda empezaban a brotar dos monstruosas serpientes negras de enormes colmillos-. Me preguntaba si un gilipollas que piensa que puede amenazar al aliado de un Yonko sabe igual que el ser humano promedio.
Los gritos y varios disparos inundaron el callejón. Cuando el ruido cesó, Vinnie dejó el callejón, limpiando una mancha roja que había quedado en el puño de su americana y las serpientes negras volvían a introducirse en su cuerpo. Se pasó la mano por la boca, quitándose cualquier resto de comida que pudiese quedar. Con tranquilidad empezó a alejarse del callejón, hasta que... Vio a una mujer gigantesca sentada, de forma bastante hosca e incluso cómica, en un banco.
"Vaya... lo mismo no me han hecho perder el tiempo."
Sarah Foxxx
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Akuma no mi
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Mientras descansaba en el banco, escuché algo de ruido, no le di mucha importancia, pues al cabo de un rato salió un chico, un tanto sospechoso. Me di cuenta de que me miraba de una forma extraña, como si creyese que soy el aperitivo.
-Hola amigo, me llamo Sarah, ¿necesitas algo? -dije mirándole de reojo, incorporándome para verle bien. Apoyando mis brazos en mis piernas. Para mi altura, parecía un chico alto. Tiene una mirada extraña, como si hubiese acabado de saciar algo..., no sabría decir el que.
No me daba buena espina, así que me levanté despacio, cogiendo mis bolsas, y mirándole de nuevo con una sonrisa, esperando que no se ofendiera.
-¿Te gustaría pasear conmigo? -dije dirigiéndome hacia mi barco. Observándole cada dos por tres.
-Hola amigo, me llamo Sarah, ¿necesitas algo? -dije mirándole de reojo, incorporándome para verle bien. Apoyando mis brazos en mis piernas. Para mi altura, parecía un chico alto. Tiene una mirada extraña, como si hubiese acabado de saciar algo..., no sabría decir el que.
No me daba buena espina, así que me levanté despacio, cogiendo mis bolsas, y mirándole de nuevo con una sonrisa, esperando que no se ofendiera.
-¿Te gustaría pasear conmigo? -dije dirigiéndome hacia mi barco. Observándole cada dos por tres.
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