De visita en los mares menores [Privado Sarah - Death]

No había hecho muchas cosas tras volver de mis dos años de entrenamiento y aun así decidí dejar de nuevo el barco para ir a ver otras zonas del mundo. Unas buenas vacaciones tranquilitas en las que no hubiese problemas; por eso mismo dejé todas las armas en el camarote, donde estarían bien guardadas y protegidas de que no me las quitasen. La idea era visitar algunas islas del East Blue, y cuyo último lugar en visitar sería Loguetown. Lugar donde había habido una gran guerra en la que murió un Yonkuo, sin duda era un lugar interesante para visitar y ver la gran destrucción que se provocó. Aunque la destrucción de la guerra la había visto ya y bastante de cerca, ya que había sobrevivido a alguna ya.

En este viaje me había detenido en Orange Town, una isla que por lo que había escuchado también había sido destruida y reconstruida hacía ya mucho tiempo, aunque no por la guerra, sino por unos piratas. Tras dar unas vueltas por el pueblo al que llegué en un barco civil, haciéndome pasar por uno de estos al no llevar la armadura puesta. Vestía con ropa normal, una camisa de color azul claro que me quedaba no demasiado ajustada, aunque lo justo de holgada para que me dejase estar ventilado, unos pantalones largos que no eran de arreglar, pero tampoco los típicos para hacer trabajos sucios de color negro y las botas negras que solía usar, aunque algo más limpias.

Saqué una moneda del bolsillo del pantalón y la lancé al aire dando vueltas, y antes de que cayese al suelo la cogí “cara, voy a la taberna, cruz, voy a ver la ciudad” pensé antes de abrir la mano en la que tenía la moneda. Abrí la mano y allí estaba la cifra de la moneda, “cruz, toca caminar un rato, pero no voy a perdonar un trago más tarde” pensé mirando una taberna que tenía a la vista a un par de calles de donde estaba. Y con esto salí a caminar un rato y ver la ciudad.

Después de medio día de viaje, llegué a Villa Orange, junto con Villa Syrup, eran mis lugares favoritos. Me acercaba ya al puerto, para atracar el barco, pues tenía ganas de bajarme ya del barco. No me mareaba ni mucho menos, pero era muy cansado ir en el, controlando todo. Al llegar, recogí las velas, até las cuerdas, y eché el ancla. Hecho esto, me bajé del barco, hacía calor, así que llevaba puesto un pantalón corto de color verde oscuro, y una camiseta holgada de hombro descubierto, de color blanco, con un dibujo de una mancha de sangre, y por supuesto, mis botas, llevaba encima mi bö, el cuchillo de caza, la cerbatana con sus dardos, y la navaja mariposa en la bota.

-Que tranquila está la ciudad, ojala se quedé así toda mi estadía -dije para mí mientras observaba a un hombre, que lanzaba una moneda. Me llamó la atención ese gesto, así que me decidí a seguirla, quizás pudiese entablar conversación con él. Lo seguí durante un rato, paseaba por las calles, observándolo todo, y yo observándole a él.

En un momento me acerqué, y me presenté, agachándome un poco para ponerme a su altura.

-Hola, me llamo Sarah -dije dándole la mano, para que viese que a pesar de llevar armas, no era amenazante.

Había callejeado un poco por las calles del lugar, no había una cosa que me llamase la atención más que otra, una zona rural, un pueblo de pescadores con un mercado local, no se podía pedir mucho más que eso, quizás un historiador le viese algo más interesante, pero por mi parte era un simple pueblo, en el que como mucho me retiraría a pasar el reto de mis días, pero para ello quedaba mucho tiempo si no hacía demasiadas estupideces.

Había pasado ya un rato y era la hora de hacer la visita obligatoria a la taberna pero algo me impidió hacerlo, en ese momento, nada más y nada menos que una mujer que se había tenido que agachar para saludarme ¿Cuánto mediría? Estaba claro que su altura no le hacía tener un cuerpo que envidiase a otras mujeres más pequeñas, de hacho estas a lo mejor le tendrían envidia. La chica extendió la mano en señal de amistad pero era evidente que de alguna forma era guerrera, por las armas que portaba, siendo precavido activé el haki de observación y le tendí la mano, no había motivo para ser maleducado, pero por desconfiar por el momento no pasaba nada.

-Buenos días, Sarah, yo soy Slade. – le respondí – ¿qué te ha traído hasta mí? Si es por alguna señalización del lugar no soy de aquí y no puedo ayudarte – continué siendo amistoso con la chica.

Una vez el chico se puso delante de mí, extendió su mano en mi dirección, y las estrechamos. Al hacer eso, sonreí, pues pocos son los hombres que no se quedan impresionados por mi altura, o por mis armas.

-No, no, no es una indicación, es que me has llamado la atención, ¿te gustaría que fuésemos a tomar algo?, hay un bar aquí mismo, invito yo -dije sonriendo, mientras me levantaba. Vería a una chica de casi 5 metros de altura. Algo que probablemente nunca habría visto.

La chica mantuvo una actitud amable y no sentí nada con el haki de observación y lo desactivé una vez me respondió a lo que le había dicho, resultaba ser alguien que no buscaba una indicación como había pensado en un principio y que tan solo le había llamado la atención. Y con eso me invitó a ir a comer algo, incluso decía de invitar ella.

-Lamento darte una negativa, pero solo a lo de que me invites, yo pagaré tranquila. Lo que me interesa es que tengan un buen whisky para acompañar – le dije mientras se incorporaba, era una mujer tremendamente alta, según mi ojo ciborg era de unos cinco metros, solo había visto a una persona casi tan alta y no lo era de continuo, a mi capitán Dexter – supongo que será a tu tamaño, en la que vi al lado del puerto no entrarías por la puerta a no ser que fueses contorsionista, haha – bromeé para evitar que se me notase sorprendido.

Dicho esto esperé que le hubiese sentado bien la broma y a que pusiese rumbo a la taberna donde quería ir a comer, la verdad era que tenía algo de hambre después de haber estado caminando por todo el pueblo aunque no hubiese sido demasiado.

Después de estrechar nuestras manos, me dio una negativa, en ese momento cuando me dijo eso me quedé sorprendida, hasta que dijo que solo era por la invitación, quería invitarme el a mí.

-De acuerdo, como gustes -dije sonriendo, mientras me encaminaba hacía el bar, uno de los pocos en esta isla donde yo podía entrar, y donde él encontraría un buen whisky, al menos de los que yo había tomado.

A mayores también me hizo una broma, que no entraría en ese bar a no ser que fuese contorsionista. Me reí ante la broma, pues el chico parecía agradable, y no lo había hecho con mala intención.

-No tranquilo, iremos a uno adecuado para mi, y donde tu tendrás el mejor whisky de este pueblo, como mínimo -le prometí con una sonrisa, y un guiño de ojo. Anduvimos por la calle, a unos metros estaba un bar, uno con unas puertas enormes, para mi tamaño pequeñas, para el gigantescas.

-Aquí es, espero que te guste el lugar -abrí la puerta para que entrásemos, al entrar, estaban casi todas las mesas cubiertas, a excepción de una para mi tamaño. Allí olía a comida, alchohol, y un poco pirata desaliñado. Pero no era un olor potente, no más que el de la deliciosa comida que hacían. Nos sentamos, y al momento vino una mujer, de unos 50 años, a tomarnos la nota.

-Bienvenidos, ¿que van a tomar? -nos dijo con una sonrisa, aunque se notaba que la chica estaba cansada.

La mujer acepto mi ofrecimiento de invitarle yo a comer, siendo ella la que me iba a enseñar un sitio donde comer era lo mínimo que podía hacer para compensarlo y dicho eso se puso en camino, supuse que al restaurante en cuestión. Además se tomó a buenas la broma que le hice sobre su tamaño y el restaurante.

Por lo que dijo iríamos a un lugar donde ella entrase sin problemas y donde me prometió el mejor whisky del pueblo, seguido de un guiño, no hice ningún comentario al respecto, pero me sorprendió un poco. Tras un rato caminando llegamos al susodicho lugar, con una enorme puerta, y aunque era más grande de lo normal, para la chica era algo pequeña.

El lugar era amplio ya que permitían a gente de gran tamaño, por otro lugar el lugar tenía los típicos olores de una taberna a las que normalmente iba, un olor que mezclaba el de la comida, que predominaba en este caso sobre los otros, el alcohol y a pirata desaliñado, era como estar en casa. Nos dirigimos a la única mesa que estaba libre y en la que ella se podía sentar. Al poco tiempo un mujer de mediana edad se acercó a tomarnos nota, por mi parte, pedí un par de platos de lo que tuviesen ese día, y una botella de whisky, pero antes de pedir yo dejé que mi acompañante pidiese primero por educación.

Me quedaba anonadada mirando a aquel chico, ¿de donde había salido?.

-Yo tomaré unos bistecs de pollo a la plancha y puré de patatas, y para beber, una cerveza -le dije con una sonrisa agradecida, miraba a mi alrededor, por si hubiese alguien que conocía, nunca estaba de más observarlo todo, para no llevarte sorpresas.

El pidió lo suyo, y esperamos pacientemente a que la mujer viniera con todo.

-Si no eres de aquí, ¿entonces que haces aquí? -dije amablemente, no quería que sonase brusco lo que preguntaba, era mera curiosidad, pues lo normal es que alguien busque a alguien en un lugar desconocido.

La chica pidió su comida con calma aunque parecía sorprendida por algo y cauta mirando los alrededores, ¿acaso pretendía robarme con ayuda de otros?, me curé de espantos y activé nuevamente el mantra tras pedir la comida, lo mismo que la chica pero con una botella de whisky en vez de cerveza. Luego comenzó una conversación preguntado por mi procedencia.

-Bueno, de aquí, de allí, no suelo estar nunca suelo estar mucho tiempo en el mismo sitio, pero sí, tengo un lugar al que volver muy lejos de aquí en caso de que lo necesite. Y bueno, estoy aquí por casualidad, me dije a mí mismo que era bueno tomar unas vacaciones y ver mundo, así que decidí venir a este mar a ver como se movía la cosa por aquí.

Cuando terminé de decir esto justó llegó la comida, a lo que tras abrir la botella de whisky y echar un poco en un vaso lo levanté y miré a mi acompañante.

-Por una vida tranquila – dije de de brindis y me lo bebí de un trago, tras el brindis comencé a comer, tranquilo, después de todo había que comportarse un poco para aparentar ser alguien normal.

Aunque quería aparentar lo contrario, me pareció que estaba un poco nervioso, sin duda serían cosas mías. No me contó de donde era concretamente, pero si me dijo que tenía a donde ir en caso de necesitarlo.

Después de eso llegó la comida, iba a empezar a comer, pero justo levantó su vaso con el whisky, y brindó por una vida tranquila.

-Y por la salud, por supuesto -alcé mi jarra en su dirección para brindar, pues me parecía buena idea hacerlo. Igual que el, después de eso, comencé a comer mi pollo, estaba jugoso, sabroso, delicioso en fin.

-No quería decirte nada, pero..., siento que nos vigilan -dije mirando de nuevo a mi alrededor, hablando claramente en bajo. Mientras seguía comiendo el pollo, bocados pequeños, bien masticados, y después un buen trago de mi jarra. Esto y con la buena compañía que tenía, sentaba mejor que cualquier otra cosa.

La semigigante alzó su jarra después de mí y añadió que también salud. Cierto era que para estar tranquilo, el gozar de una buena salud era imprescindible, hecho el brindis, me bebí el vaso de un solo trago. La verdad no era un mal whisky, tenía un buen sabor y una textura que nunca había probado antes, aunque supuse que sería por ser de un mar distinto, también dudaba que tuviese demasiados años conservado para mejorar su sabor, pero me conformaba su sabor y lo disfrutaría mientras durase.

Luego empecé a comer con calma, está jugosa y sabía bien, lo cual me sorprendió gratamente pues en lugares así casi siempre la comida se dejaba un poco de lado ya que la venta de alcohol era el sustento principal del local, y para mí encontrar un lugar con buena comida era algo de agradecer. Sin embargo estaba acostumbrado a la cocina de la banda, Hinori, cuya comida superaba la del lugar, pero debía de hacerme a todo. La joven de pronto me avisó de que sentía que nos vigilaban, no sabía quién, pero ahora que lo decía sí y era una sensación incómoda, me recordaba a cuando me acechaban los dinosaurios cuando entrenaba en una isla remota.

-No te preocupes, se preguntarán cómo es que alguien como yo, come junto a alguien como tú – no pretendía ofenderla con mis palabras si las interpretaba a malas, pero quería quitarle hierro al asunto para disfrutar de la comida, además en caso de que se le ocurriese algo tendrían más problemas ellos que nosotros casi con toda la certeza del mundo.

Después de llegar la comida, empezamos a comer ambos a la vez. Estaba delicioso, no recordaba lo bien que cocinaban aquí. Recordaba que estaba bueno, pero no tanto. Me sorprendí a misma cerrando los ojos, con la cabeza echada hacía atrás, soltando un pequeño gemido de satisfacción por lo que estaba saboreando.

- No recordaba que esto estuviese tan bueno -dije mirando de nuevo hacía Slade. Mientras comíamos, me fijaba en que casi todas las miradas estaban centradas en nosotros.


-¿Que demonios le ocurre a esta gente?, ¿tan raro es ver a una semigigante? -le dije en voz baja a Slade, que seguramente estaba notando lo mismo que yo. No creía que fuese por que creyeran que estábamos juntos, simplemente era la diferencia entre nuestras razas, que sinceramente, tampoco veo tanta. Si, yo soy de raza semigigante, pero en lo que se refiero al físico somos iguales. Solo cambia la altura.

-No es que me sorprenda, pero si que me molesta que se me queden mirando así, noto que violan mi intimidad -digo mirando de reojo con una visible molestia en los ojos. Mirando así quizás dejen de atender a lo que no les incumbe. 

-Cambiando de tema, ¿que te parece el lugar, la comida y la bebida? -pregunté curiosa, y sonriendo como una niña pequeña, mirándole con mi cabeza apoyada en mi mano derecha, y este sobre la mesa.

La semigigante parecía disfrutar de la comida mucho, pues cerraba los ojos con cada bocado y echaba la cabeza hacia atrás soltando un pequeño gemido, me resultó un poco extraño ya que me había dicho que ella había ido allí antes, aunque con su reacción me parecía que no era algo muy habitual. La joven admitió que la comida estaba mejor de lo que recordaba confirmando que hacía bastante que no venía por aquí.

La comida tenía un buen sabor, cocinada en su punto justo para no estropear el sabor de ninguno de los ingredientes que llevaba. La joven tras esto me dijo que voz baja que por qué la miraba todo el mundo, no le sorprendía por ser de una raza distinta a la nuestra, aunque realmente solo era una persona pero más grande, aunque creía llegar a entender lo mal que se sentía. La chica cambió tras eso radicalmente de tema y me pidió mi opinión sobre el lugar y la comida

-Bueno, llevamos aquí un rato supongo que podrían haberse acostumbrado ya a tu presencia, quizás el gemido que acabas de dar con la comida junto a tus gestos al hacerlo les hayan llamado más aun la atención. Si quieres puedo hacer que nos dejen de mirar, o terminamos esto y nos vamos – le respondí en el mismo tono bajo que había empleado ella – el lugar es agradable a pesar de que nos observen de continuo, como tú has dicho. En cuanto a la comida, no entiendo mucho, tan solo si me gusta o no, y te puedo decir que esta me está gustando mucho, tiene un sabor bueno y agradable. Bueno, y qué me cuentas de ti.

Me sorprendió que dijera que podría ser por los gestos que estaba haciendo.

-Pero si algo me gusta, ¿por que no demostrarlo? -le contesté sonriendo, pues no me parecía nada raro que alguien disfrutase con el sabor de algo. Terminé rápidamente de comer, en realidad me estaba agobiando un poco que me mirasen tanto, me quería ir de allí. 

-Tienes razón, mejor nos vamos -dije mientras le hacía una señal con el brazo a la camarera para que nos cobrase Recordaba que Slade había comentado que el quería pagar, pero igualmente saqué la bolsa, e hice el amago de pagar.

La chica aunque mostró una sonrisa en su cara, no pareció gustarle mi contestación sobre el gemido que había soltado tras probar la comida, una reacción interesante para haberle explicado lo que yo creía, pero bueno, no entraría en una discusión con mi acompañante que estaba haciendo de anfitriona, y hacerlo sería algo poco educado.

-Lo siento, si no te ha gustado mi respuesta, no era mi intención que te sintieses ofendida – le dije mientras me limpiaba la boca una vez terminé la comida.

La chica también se apresuró en terminar su plato y aceptó mi propuesta de marcharnos cuanto antes del lugar, la joven se me adelantó y llamó a la camarera para pagar la cuenta dejando a la vista su monedero.

-Como te dije yo invito, así que guarda eso, por favor – dije sacando algunos billetes y extendiendo la mano a la camarera que se acercaba – con eso creo que es de sobra para pagar lo que hemos pedido, lo que sobre lo dejo de propina por la buena atención y la buena comida que han servido, gracias.

Una vez la camarera me cogiese el dinero de la mano cogería la botella de whisky y me la terminaría de un trago. Una vez la terminé solté un suspiro, me levanté de mi asiento y miré a la semi-gigante.

-¿Cuándo quieras nos vamos? – le dije tranquilamente - ¿hay algo más por ver en esta isla? – seguí con el mismo tono, me había dado cuenta de que había eludido mi pregunta por saber de ella, y no iba insistir, si no quería hablar de ello no la obligaría, al fin y al cabo yo tampoco le había dado una respuesta concreta.

Cuando estaba a punto de pagar, me dijo que no lo hiciera, pues dijo que pagaría el. Le sonreí amablemente y me guarde la bolsa. En cuanto la camarera se fue, me levanté, pues Slade ya estaba de pie antes que yo.

-Gracias por invitarme, y aquí no es que haya mucho que ver, pero es un lugar precioso para dar un paseo, y hacer la digestión -dije saliendo por la puerta, delante de el. 

Me puse a andar, despacio, mirando a mi alrededor, un día veraniego con mucho calor, eso era a lo que me recordaba andar por aquí.

-Por cierto, no te preocupes por lo que me has dicho, no me lo he tomado a mal, no de ti, si no de los que me miraban -dije sonriendo posando mi mano derecha sobre su hombro izquierdo a modo de que no se preocupara. 

Al pesar por delante de una tienda, vi una ballesta decorativa de oro, me llamó bastante la atención, pues nunca había visto un arma así. Con el sol dando en el oro del arma, me deslumbraba.

-Que bonita, ¿verdad? -pregunté con aire asombrado a Slade, agachada ante el cristal que tenía protegiendo el arma. -¿Y ahora que quieres hacer? -pregunté esta vez, levantándome y mirando al frente.

La joven semi-gigante, afirmo que la isla era un buen lugar para dar un paseo y hacer la digestión mientras tanto, la verdad era que con ir a ver las zonas principales del lugar no había podido disfrutar de paisajes que hubiese en la isla, y que mejor momento para verlos que con un tranquilo paseo.

Comenzamos a caminar por las calles, yo a un ritmo normal, y la joven posiblemente a uno más lento dado que sus pasos eran bastante más largos que los míos, y así poder ir pareja a mí. La verdad y ahora que me fijaba la isla tenía algunas zonas con grandes paisajes, hermosos incluso con un clima cálido como hacía, propio del verano, aunque yo lo hubiese preferido de otra forma, ese clima era de los que menos me preocupaba, me había acabado haciendo al calor insoportable del desierto de Arabasta hacía mucho tiempo, cuando el capitán nos lo había enseñado al vikingo y a mí. Comparado con eso, el calor veraniego de una isla de un Blue o era nada.

De pronto la chica puso una mano sobre mi hombro, acompañado de unas palaras para que no me preocupase por lo que había dicho hacia un poco pues a ella no le habían parecido mal. Aunque eso se pasó rápido pues una ballesta de oro que había en un escaparate llamo su atención y se dirigió a este para verla.

-Si te gusta, ¿por qué no la compras?, podrás con ella seguro, pero ten cuidado es un arma peligrosa – le comenté a la semi-gigante acercándome al escaparate con ella – y para hacer, no se me ocurre nada, bueno, quizás si compras el arma podrías usarme de blanco para aprender a usarla. Tranquila no me harás nada – le comenté para que no se preocupase.

Nos pusimos a andar, yo de forma más lenta, para que pudiese ir acorde con él. Cuando le puse la mano sobre el hombro, pareció pillarle por sorpresa, hasta que me llamó la atención la ballesta.

-Es de oro, y decorativa, creo que no sirve para usar tal cual, pero, de todos modos, es de tamaño humano, no vale para mí -dije sonriéndole, agachándome para verlo más de cerca.

- ¿Cómo es eso de que no puedo hacerte daño? -le pregunté levantándome de nuevo, me sorprendió eso que dijo, pues no me lo esperaba en absoluto. Seguía caminando hacia delante, reitero el hecho de que es demasiado pequeño para mí.

-Por cierto, solo en un lugar puedo comprar armas, muebles, y demás cosas para mi tamaño -dije sonriendo, acordándome del bueno de Ika.

-Por si preguntas, es la tienda de un amigo, en Villa Syrup, si no tiene lo que busco, lo pide y me lo consigue -dije mirando al frente, mientras seguía caminando, de forma lenta, si no retumbaba el suelo.

La joven me comentó que esa arma tan solo era decorativa, además de que ella no podría usarla por el tamaño que tenía, era sin duda pequeña para su tamaño. Había cometido el error de olvidarme por un momento de su tamaño.

-Perdón, no quise ofender – le comenté rápidamente por mi error – se me olvidó que eras más alta de lo normal.

Luego me preguntó por mi último comentario de que no me haría nada, aunque ella lo tomo como que no me haría daño, quizás hubiese buscado mal las palabras para ello, pero ahora lo solucionaba.

-No quería decir que me no me hagas daño, si me disparan me herirán igual que al resto, pero confío en mi experiencia para poder evitar ese daño. Además, en caso de que acabe herido, soy bastante buen médico, seguro que podría hacerme algo.

La semi-gigante, me comentó que hacía ella para conseguir armas hechas a su medida, al parecer una persona de una villa se las pedía y vendía, en mi opinión eso le debía de salir caro a la chica, porque si el negocio de su amigo se sustentaba solo de ella posiblemente le fuera caro el comprarlas.

-Entonces es un buen contacto, por lo que cuentas – le dije a la joven amablemente – yo hace unos años también me aseguraba de ir bien armado, pero las tradiciones de un nakama se me han ido pegando un poco y ya apenas las uso. Dime, ¿eres aventurera o algo así? Por eso de necesitar armas.

Sonreí al ver como pedía perdón, no esperaba que fuese a hacer eso, pues no solía pedirme perdón nadie, y menos cuando se reían de mi estatura.

-No pasa nada, no me lo tomo a mal -dije, con una sincera sonrisa, para que viese que no me molestaba.

Cuando le pregunté por su último comentario, me miró de forma extraña. Me explicó que se refería a que tenía confianza en si mismo para poder evitar el golpe.

-Yo también soy médica, para el caso me ocuparía yo de ti -dije sonriendo, mientras seguíamos caminando.

Decía al contarle de que tenía un amigo con una tienda para gigantes y semigigantes, que seguramente solo yo le compraría, no era el caso, había más.

-No, hay algunos más que yo, él mismo es semigigante también, y en la villa hay algunos más que también lo son -dije mientras continuaba mi camino.

Quería llegar a mi barco, para poder preparar las cosas para la cena, y poder dejar todo listo, era una buena forma de preguntarle si quería venir conmigo a Villa Syrup.

-Si, es un gran amigo, siempre estuvo ahí para ayudarme en todo, en buenos y malos momentos -dije cerrando los ojos, y respirando profundamente -no es que sea aventurera, soy pirata, y una precavida -dije sacando de mi bota una navaja mariposa, que a su tamaño era como una espada -prefiero ir bien ataviada que sufrir daño por no llevar ni una sola arma, por mi altura suelo encontrarme con indecentes que quiere capturarme, o hacerme daño -dije mirando al frente, camino al puerto.

-Me gustaría ir a mi barco, quería preparar las cosas para la cena, ¿te gustaría venir conmigo a Villa Syrup? -pregunté, parando, y mirándole a los ojos, esperaba impaciente su respuesta, sobre todo para saber cuánta cantidad de comida preparar para aquella noche.

La semi-gigante se tomó a bien mi error sobre su tamaño mostrándome una sonrisa. Le chica también me dijo que en el caso de que mi hiciese daño, ella también podría atenderme pues era médica. Mientras caminábamos también me explicó que en aquella tienda no era ella la única que compraba armas a medidas especiales, y que además el vendedor era también un semi-gigante. Era extraño ver a gigantes y semigigantes en el mundo, sobre todo en los Blues, sin embargo, ahí tenía a una chica y por si fuese poco en otra isla había otro que vendía armas a más, era algo increíble, aunque yo no era nadie para decirles donde vivir su vida.

Mientras caminábamos dejé que la joven fuese guiando la marcha dado que ella parecía conocer el lugar mejor que yo, mientras le iba escuchando. De pronto soltó algo que me impresión bastante, la joven era una pirata, y según ella una precavida añadió mostrándome una navaja de mariposa oculta en la bota. La joven me decía que prefería ir bien armada a que le atacasen y no tener nada.

-Está bien que estés armada, pero no me suena de alguien ser precavido cuando tras unas horas de conversación sueltas que eres un pirata – le dije a la chica parándome un momento – quiero decir, y si fuese un agente del gobierno, o un marine, me acabas de dar una razón para que te detenga, y por lo que acabas de decir no vendrías por las buenas – seguí explicándole y volviendo a retomar el paso – creo que todos los piratas son aventureros, unos mejores y otros peores, prácticamente todos con un objetivo - dije recordando los míos.

Después del pequeño sermón que le di a la joven, esta comentó que le gustaría ir a su barco para hacer algo para la cena, además, me ofreció ir a otra isla, la isla donde estaba el vendedor de armas para semi-gigantes.

-Te acompañaré al barco, pero me temo que no te acompañaré a la isla, acabo de recordar que tengo cosas que hacer para un gran amigo, quizás en otro momento me pase por la isla algún día.

Me rio después del comentario de que no soy precavida por decir que soy pirata.

-Tampoco sabes si te estoy engañando -digo sonriendo, con evidente ironía.

-Si, solemos ser aventureros, y me da la sensación de que tú también, que eres aventurero, y piratilla -digo mirándole, no pretendo juzgarle, ni que me juzgue.

Una vez cerca del barco, me dice que si a la cena, pero que no al viaje.

-Lo comprendo, no hay problema, si quieres entra, y mientras preparo la cena -digo yendo para mi barco, esperaba de buena gana que aceptase el viaje, pero tampoco pasaba nada, ya habría otra oportunidad.

Entro en el barco, y me dirijo a la cocina, saco un solomillo de cerdo, que tenía marinando.

La chica se rió de mi comentario, debía de ser fuerte si se tomaba a risa aquello, eso o le gustaba correr el riesgo de ver lo que pasaba. Una imprudencia en mi opinión, pero cada uno es como es, así que acepté la risa de la joven. Por otra parte, la chica dedujo que era un pirata aventurero, la verdad no sabía que le hacía pensar eso, más aún cuando iba sin mi armadura característica e iba con un aspecto que tan solo mis nakamas conocían. Quizás fuesen las barbas lo que me delataba.

-Bueno, realmente soy aventurero, lo de pirata no es del todo cierto, viajo con mis nakamas y superamos los problemas que nos van surgiendo juntos – le respondí a la joven ante su comentario.

Después de un rato caminando, llegamos al puerto donde la semi-gigante tenía el barco que le llevaría a la próxima isla. Le acompañé hasta este, donde aceptó el hecho de que no iría con ella hasta aquella isla y me ofreció a pasar mientras ella preparaba la cena.

-Te ayudaría, pero nunca se me ha dado bien la cocina, por lo que posiblemente la estropease – le dije mientras embarcaba.

-No te preocupes, está prácticamente todo listo, solo debo poner la carne al horno y preparar unas verduras en la sartén -comenté mientras ponía ya el lomo sobre una bandeja de horno. Limpié unas patatas, y las puse cortadas por la mitad con un corte en cruz, con un adobo de aceite, pimentón y algunas especias más. Las junté con el lomo.

-Bueno, en un rato esto estará listo -comenté mientras preparaba la mesa.

Una hora después…

-Bien, esto ya está listo, ¿cenamos? -comenté poniendo la comida en una tabla de cortar, con varios trozos de aquella carne que llenaba todo el barco.

Serví primero al chico, y luego me serví yo, con una copa de vino tinto en la mano comencé a comer, junto con aquel desconocido hombre. Esperaba que le gustase la comida.