Encuentros familiares (Privado Rezvan y Galia)

El North blue, mar en el que nací y del que me apartaron muchos años atrás. Había regresado en un barco de mercaderes, estos habían accedido a traerme a cambio de que los protegiera durante el viaje, lo que sin duda fue un gran trato, ya que incluyeron la comida y bebida y no sufrimos ningún ataque. Ahora, sin embargo, estaba el tema de mi identidad. ¿Tendría precio mi cabeza en el imperio? Sin duda, la de mi padre lo tendría cuando reinaba Derian, pero ahora con la nueva emperatriz era probables que tales cosas se hubieran perdido.

El buque atracó en Lvneel, una de las islas más prosperas y antiguo reino. Sin duda, un lugar con total lealtad al imperio a juzgar por las banderas colgadas por todas partes. Finalmente decidir usar el apellido, seguro que me abría muchas puertas, y muchos corazones de damas también. Aunque estaba allí por otro motivo, necesitaba seguirle la pista a mi padre, averiguar donde se encontraba. Tendría que ser discreto con él, no podría preguntarle a cualquiera.

Al rato de caminar por las abarrotadas calles, terminé en una de las tabernas. Sentado en una mesa oscura, donde me sentía más cómodo, observando a los demás parroquianos. Cuando estuvieran mucho más borrachos comenzaría a preguntar a alguno por historias de Lorian Markov, esperando muchas historias de él, que luego tendría que cribar a ver si había algo útil.

Galia había vuelto de nuevo a aquella isla a terminar de explorarla, pues tras la primera visita tan solo se largó con su nuevo compañero. Esta vez había decidido ir sola y sin llevarse a Dranser en el barco. De esa forma podría estar allí el tiempo que quisiera y sin problema alguno. Soltó un pequeño suspiro y se dirigió a una taberna para ver cómo eran las gentes de aquel sitio. Esperaba que no fuesen estúpidos borrachos sedientos de más alcohol y de hacer el tonto con las chicas que pasasen por allí. Ella pese a tener la mayoría de edad justa, todavía tenía la mentalidad de repeler a todos aquellos estúpidos que quisieran cosas con ella. Ya se había ocupado en la rebelión y podría ocuparse allí sin problema alguno.

Llevaba puesta su chaqueta blanca de manga corta, unos pantalones negros también bastante cortos y unas botas marrones. En las piernas tenía unas mallas que tapaban su piel de cualquier mirada rara. En su cintura poseía una funda con un arma que parecía ir dentro. En la zona del cuello portaba un broche con el escudo de los Markov. Esperaba que alguien pudiese reconocerla con aquello. La joven soltó un pequeño suspiro y se sentó en una mesa vacía del local. El camarero no tardó en atenderla con una sonrisa amable, pidiéndole lo que deseaba tomar. Ella respondió que quería un refresco con gas de limón. Entonces el hombre la saludó con respeto y se fue.

Ella empezaba a sospechar que era por el broche que portaba con ella. Soltó un pequeño suspiro y después de unos momentos empezó a mirar a la gente de su alrededor. No parecían ser muy peligrosos y por suerte para ella no la miraban mucho. Ahora comprobaría si los refrescos eran buenos, pues aquel sitio le había llamado muchísimo la atención. Parecía bastante agradable y todas sus gentes buenas. Ella se mantuvo callada hasta que vino su bebida. Enseguida le dio un sorbo y sintió aquella sensación tan deliciosa recorrerle la garganta. Era delicioso y eso provocó una sonrisa amable en ella. A continuación metió la mano en su bolsillo y sacó el comunicador que le había dado el oficial de la rebelión.

- Este sitio es fantástico…

Parecía que hoy sería mi día de suerte, una preciosa chica entro al local y se sentó en una mesa vacía del mismo. El color de su pelo, pues era rosado, me llamó mucho la atención, al igual que sus profundos y preciosos ojos azules. La joven llevaba una chaqueta de manga corta y pantalones negros. Comencé a mentalizarme para entrar en acción, observe que había pedido; pues eso me daría una pista inicial sobre ella. Me levanté, empezando a caminar hacia ella despacio. Cuando casi estaba a su lado pude verle el colgante, un emblema de la casa Markov, tras unos segundos de duda terminé sentándome a su lado.

-Discúlpeme señorita, no he podido evitar fijarme en su colgante. – y era cierto, se me había olvidado todo lo anterior al verlo. – ¿Pertenece usted a la casa Markov? ¿Conoce a Lorian Markov por un casual? – Demasiado tarde me di cuenta de lo ansioso que había sonado, debía practicar eso para el futuro.

Esperaba que la joven no me reconociera, o si lo hacía, que al menos no usara ningún truco sucio durante el combate. También cabía la posibilidad de que me reconociera e informara después a su majestad. No había pensado en esa opción, puede que debiera abandonar la ciudad tras este encuentro y vigilar a ver que pasaba.

Galia notó a una persona sentarse a su lado y eso la hizo alzar una ceja, pues había quedado un poco confusa. Era la primera vez que estaba en un sitio sola y estaba un poco nerviosa. Soltó un pequeño suspiro. Ahora debía tratar de reconocer a ese tipo, pues a lo mejor era parte del ejército revolucionario. Sus cabellos le llamaron la atención, pues hacía unos días también encontró a un chico con semejante color. De todas formas, ella no juzgaba a nadie por el tipo de pelo, no era la más indicada para hablar de eso. Le dio otro trago a su bebida y después se quedó mirando a aquel hombre. Justo cuando iba a hablar, él se la adelantó. Dijo unas palabras que la hicieron abrir los ojos como platos.

- Sé que pertenezco a ellos, pero…

Se cortó entonces al no saber qué decirle. Empezó a pensar un poco en cómo podía decirle aquella persona que no sabía nada de ellos. Entonces se rascó un momento la cabeza buscando la manera de hacerlo lo más rápido posible. Finalmente soltó un pequeño suspiro y le habló en un tono calmado para no ponerse más nerviosa de lo que ya estaba.

- De pequeña fui secuestrada y ahora busco respuestas. No conozco a nadie de ellos y por eso estoy aquí.

Dijo por fin encontrando las palabras adecuadas. Acto seguido le miró de nuevo esperando sus palabras. Esperaba que ese tipo pudiese ayudarla de alguna forma y entonces se llevó la mano derecha a la nuca. Esperaba que sus palabras hubiesen sido creídas por aquel hombre, pues estaba diciendo la verdad por muy raro que fuese todo en aquel momento. Tomó otro sorbo de su bebida y después le miró de nuevo con una mirada calmada.

- Me llamo Galia Markov.

Menuda suerte o mala pata la mía, la joven no podría darme información útil, pero tampoco me dilataría ante mi prima, al menos de momento. Tenía que decirle algo rápido o aquella situación se convertiría rápidamente en algo muy muy incómodo. Aunque sin duda, ya lo era. Esa joven era de la familia, pero ¿Era prima o hermana? Según mis cuentas era difícil que fuera otra cosa, aunque nunca se sabe que te puede deparar el futuro. Me decidí por presentarme formalmente, ante ella, usando mi verdadero nombre y apellido y rezando para que todo saliera bien.

-Me llamo Rezvan Markov, hijo de Lorian, y primo de la emperatriz. Llevo fuera de estos mares casi tanto como tú, aunque por distinto motivo. Me temo que no podré serte de gran ayuda en tu búsqueda. Lo que puede ofrecerte es compañía familiar mientras las buscas en esta isla, y de paso puede que yo me enteres de algo acerca de mi pasado también.

Se me había ocurrido sobre la marcha, si la acompañaba en su búsqueda como alguien en busca de respuestas sobre su pasado yo también no levantaría tantas sospechas y lo más seguro es que evitara muchos de los posibles odios hacia mi padre, a fin de cuentas, siendo Markov nadie me atacaría abiertamente.