Espíritus de libertad [Priv. Aslaug - Misa]

La cara de la muchacha estaba hecha un cuadro. Los pelos todo se le habían despeinado e incluso las marcas de pintura de su cara se borraron un poco. ¡Qué caída tan brutal! Pensó extasiada. Nunca había sentido ese subidón en su cuerpo y quería probarlo más veces. Miró a todo su alrededor. Corría de un lado a otro en la cubierta. El agua mecía lentamente el barco. Que... que bonita. Su cabeza no daba a basto con lo que veía. Demasiada emoción en un solo día.

Estaba amaneciendo. Que rápido había pasado el tiempo para la muchacha, le parecieron tan solo minutos con lo que ocurrió y pasaron las horas. Los cielos se tiñeron de un color rosado y ya se podía ver perfectamente. A lo lejos se divisaba una isla.

-Tierra... - Musitó asombrada Aslaug, como si nunca hubiese visto algo igual.

La emoción corría por sus venas. Era libre, lo que llevaba ansiando tanto tiempo se había cumplido. Estaba en el mundo nuevo y era completamente diferente a la isla del cielo. No estaban los mares de nubes, aquí eran de agua. No más bestias de la noche acechando, paz... o eso creía ella por ingenua.

Al parecer habían dado órdenes por parar en aquella isla. Aslaug quería tocarla con sus pies, sentir la nueva tierra, contactar espiritualmente con ella... Shiro estaba tan contento como ella, que la seguía a todas partes y no paraba de ladrar. Aslaug lo cogió en brazos para que admirase la belleza que los rodeaba. Tal para cual.

Se dirigió a Misa con una sonrisa.

-Gracias - Esas fueron sus palabras por haberla sacado de la isla del cielo y, ella, no podía estar más agradecida.

– Menuda locura… – Susurró mientras se levantaba. Una caída de unos diez mil metros no era sano para nadie. Su corazón estaba aún acelerado y la adrenalina a tope. Sintió que su alma se despegaba de su cuerpo y que, incluso, perdía años de vida con esa maldita caída. ”Debiste decirnos antes…” – suspiró y empezó a mirar por la cubierta. Al parecer, todos estaban bien, ya luego tendría que checar su estado de salud y ver que no faltaba nadie. ”Nunca esperé que uno bajaba de aquella forma” – respiró de forma profunda y logró calmarse, su corazón iba retomando su ritmo normal y la adrenalina, poco a poco, iba bajando.

– Haremos lo mismo que cuando subimos – le dijo a uno de sus compañeros. – Chequear que no falta nadie y el estado del barco – su tono era tranquilo. Se arregló la gabardina. – Otra cosa, tomaremos un pequeño descanso antes de dirigirnos al cuartel más cercano. Nos detendremos en la primera isla que veamos. – El joven recluta asintió y se puso en marcha. Ella mientras tanto se apoyó en el mástil. ”¿Hice bien en sacarla de esa isla?” – ya era tarde para lamentos. Si había hecho bien o no, lo iba a averiguar en unos minutos más. Era hora de las preguntas incómodas.

Escuchó el agradecimiento de Aslaug mientras notaba que sus compañeros ya estaban preparando todo para bajar. Suspiró con calma y miró a la chica. Empezó a caminar y le hizo una seña para que la siguiera y recorrieran la isla juntas. Recibió el mismo informe que cuando subieron y todos estaban bien, incluso el buque estaba en las perfectas condiciones. ”Supongo que una parte sea de Kairoseki es la clave para eso” – suspiró con calma y bajó a la isla. Lo primero que notó era que… La pradera era muy larga, incluso los árboles. Agarró una especie de manzana que estaba tirada en el suelo y… ”Interesante” – se dijo mientras notaba que era bastante más grande que una normal.

– No tienes que agradecerme por nada, Asla – le dijo con calma. – Te podemos llevar por el tiempo que quieras, por si acaso – su tono era tranquilo. Le indicó una sombra que se generaba entre dos árboles. Se sentó en el suelo, apoyando su espalda en el tronco de uno de ellos. – Pero, quiero saber… ¿Por qué escapaste?

Bajaron el puente del barco. Aslaug caminó con cierta timidez hasta llegar a tierra. Pasó la mano por el suelo, tocando la hierba y tierra. Quién la viese se quedaría boquiabierto por su comportamiento e, incluso, se mofaría de ella, pero la muchacha era ingenua e inexperta y no sabía como comportarse ante nuevas cosas. A base de saltos exploraba todo lo que había. Una gran pradera larga, árboles alargados, todo era alargado. Debía ser un lugar especial ¿o serían todas las islas así?

Al lado de la rampa se agachó y tocó el agua. Estaba helada. La quitó y se quedó mirando su mano. Se reflejaba perfectamente en ella. Sonrió y fue junto a Misa de nuevo. Ella se sentó junto a un árbol y, Aslaug, en el suelo. Que agradable era la temperatura, hacía más calor que en la isla de los cielos y eso se agradecía.

Escuchó atentamente las palabras de Misa. Al parecer quería saber más sobre el pasado de la muchacha, pero la cara que puso al saber la pregunta fue un poco de tristeza. Nunca había hablado con nadie sobre escapar, pero ahora que lo había hecho ya no corría ningún peligro.

-Yo... Yo querer encontrar a hermano mío. Él huir antes que yo de hogar. Echar de menos... - Musitó.

Esa había sido la primera razón por huir. Ella quería ser como Eric y la única manera que tenía de conseguirlo era seguir sus pasos. También tenía más razones y, la más importante hasta ahora era la de su prometido.

-Hace unas semanas, padre de clan ordenar mi matrimonio y, y yo pasarlo mal. Cuando él estar en tribu él hacer daño, sobre todo a yo. Por eso huir - Estaba asustada al hablar de eso.

”Vaya…” – las razones de Aslaug eran… Triste. Ella no escapó por un deseo propio, más bien parecía ser una obligación. Casi parecía que estuviera buscando su propia felicidad y a su hermano. ¿Él también estaría por ahí dando vueltas sin destino? No podía dejarla sola, menos ahora que la había sacado de su isla. Poco le interesaban sus costumbres o el tiempo que ella se tardara en acostumbrarse a las nuevas normas del mundo que ella estaba por descubrir. ”No dejaré que le pase nada malo” – su consciencia nunca estaría limpia o tranquila si no era capaz de ayudarla, al menos, a estar bien.

– Puedes relajarte, Asla – le dijo con una suave sonrisa. – No te haremos daño y yo te ayudaré en todo lo que pueda – suspiró con calma y guardó silencio unos segundos. – Puedes confiar en mi para todo. – Le aclaró, casi por obligación. Se notaba que era una niña y que apenas sabía cómo funcionaban las cosas aquí.

– Capitana, la comida ya está lista – escuchó de uno de los reclutas. – Además, los médicos ya han informado que todos están bien. – Suspiró aliviada. Miró a Aslaug con calma y luego al recluta.

– Bien, ella y yo comeremos aquí – le dijo con un tono suave. – Por el resto, quiero que le preparen una habitación a Asla, viajará con nosotros un tiempo – el recluta miró a Aslaug y luego a ella. – Por el resto, comuníquense con el cuartel más cercano. En breves partiremos. – Le hizo una seña y él se fue.

El clima era bastante agradable. Luego de aquella mini aventura en la isla del cielo, necesitaba un pequeño relajo. Ayudarla a escapar y bajar de esa forma había sido demasiado… Emocionante y tenía que calmarse. Fueron muchas emociones en una sola noche y aún notaba como su corazón se aceleraba si recordaba todo eso. ”Quizá pueda volver” – Solo debía saber encontrar el momento y que no la pillara de sorpresa. El recluta no tardó en traer la comida: un gran pedazo de carne, unas patatas fritas y una salsa que cubría la proteína. Le pasó uno a ella y otro a Aslaug y luego se fue.

– ¿Tienes alguna pista de tu hermano? – le preguntó con calma. – Si no la tienes, puedes dejar ese asunto en mis manos y yo puedo ayudarte a encontrarlo – ser capitana tenía sus beneficios y uno de ellos era la información. – Por el resto… Solo come, debes estar hambrienta. Y hay suficiente para tu mascota.

Era una buena chica, dispuesta a ayudar en todo a la pequeña salvaje provenida de la isla del cielo. Aslaug sonrió tímidamente al ver como se preocupaba por ella, la verdad es que había tenido suerte de toparse con alguien así. Si no hubiese aprovechado la oportunidad de irse con Misa aún seguiría atrapada en la tribu y lo peor, seguiría viviendo con el energúmeno de su prometido que tan solo se dedicaba hacer daño a la gente.

Misa se encargó de organizar toda la comida, al parecer comerían junto al árbol. Cuando hablaron de la comida sus tripas rugieron como un león hambriento. En poco rato les trajeron la comida. A Aslaug se le hizo la boca agua al ver aquellos manjares en el plato. La manera de hacer la comida era muy distinta a la de arriba. Cogió unas cuantas patatas con la mano y después le dio también a Shiro. Compartían la comida del mismo.

A saber qué opinaba Misa sobre aquello, ya que no era algo saludable, pero Aslaug llevaba haciéndolo desde que Eric le dio a Shiro. Mientras comía, Misa le hizo unas cuantas preguntas. Tragó la comida y le respondió, negando con la cabeza.

-Nada - Cogió otra patata y se sorprendió. - ¿¡En serio!? - Los ojos se le habían iluminado al decir aquello.

Encontrar a su hermano era lo que más deseaba, pero él estaba demasiado lejos y tenía dudas. ¿Cómo podría hacer eso la rubia?

-¿Cómo hacer tú? ¿Tener poder para encontrar? ¿Ser importante? - La cabeza de la muchacha estaba llena de mil dudas, a la espera de que Misa se las respondiera todas.

Misa iba comiendo despacio, mientras observaba con cierto interés como es que Aslaug le daba comida a su mascota. No le interesaba mucho, después de todo, comprendía que iban a existir ese tipo de… Diferencias culturales. ¿Qué más habría de diferente? ¿Qué tipo de creencias religiosas? Tragó su comida con calma y no pudo evitar reírse ante sus preguntas. Era cierto, no se había presentado como correspondía y debía explicarle un par de cosas. Suspiró con calma y trató de hilar sus ideas. Aunque, a decir verdad, ella se explicaba bastante bien y su nueva amiga entendía todo de forma perfecta y no le había hecho muchas preguntas.

– Verás, Asla – le empezó a decir mientras dejaba su bandeja a un lado, ya había acabado y había quedado satisfecha. – Soy una marine y ostento el rango de capitana. Gracias a ello, tengo cierto grado de influencia y puedo buscar información más rápido que alguien… Normal, por decirlo de alguna manera – era curioso, pero aún no encontraba ninguna pista sobre su pasado. Ignoró ese hecho y siguió. – En este mundo hay distintas facciones o bandos. Piratas, revolucionarios, el Cipher Pol, los cazadores de recompensa y la marina – tomó una leve pausa. Su tono era lento y trató de hacerse entender. – Los primeros, en cierta parte, hacen lo que quieren y puedes ser buenos o malos. Los revolucionarios van en contra del Gobierno Mundial y tratan de hacer un mundo más justo según su punto de vista. – Muchas veces pensó que ella encajaba mejor siendo piratas, nunca le había gustado seguir órdenes y menos si no le agradaban.

– Los cazadores viven cazando a los piratas cobrando sus recompensas, dichas se ganan cuando haces algo malo, como, por ejemplo, asesinar a otra persona – sonrió de medio lado y tomó un poco de aire. Iba tomando algunas pausas, pero toda esa información de golpe podía ser algo confusa para Aslaug. Debía darle cierto tiempo para que la procesara y entendiera. – Los miembros del Cipher Pol son los encargados de las misiones oscuras del Gobierno Mundial, asesinato y espionaje son sus especialidades – no le agradaban ellos, eran muy misteriosos y era un ente muy… Enigmático, lleno de secretos. – Los marines, como yo o mis compañeros, somos los que luchamos por el bien de las personas. – Finalizó esbozando una leve sonrisa.

– Es un mundo cruel, Asla – le dijo mientras miraba al cielo. – Habrá muchas personas que te harán daño solo porque quieren, otras que te ayudarán tratando de beneficiarse a largo plazo u otras que lo harán sin buscar nada a cambio – su tono, por momentos, casi era maternal. Era un pequeño gran consejo que le iba a funcionar para poder sobrevivir. – Debes estar preparada para todo. – Le dijo clavando sus azulados ojos en los suyos.

– Necesitaré, al menos, un nombre o una foto de él para poder buscarlo. – Terminó por aclarar.