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El puño de Krauser reventó la pared de aquel despacho. La sangre empezó a manar de sus nudillos y su expresión era la de una bestia. Sus ojos estaban abiertos como platos y poseían una mirada que mostraba un odio impresionante. Tenía sus vendajes habituales cubriéndole la boca y la nariz. A parte de eso, vestía con una camiseta de manga larga negra, un pantalón militar verdoso y unas botas. De los ojos del ex marine empezaron a surgir algunas lágrimas que no tardaron en bajar por sus mejillas. Todo su cuerpo estaba temblando y sentía la necesidad de liarse a golpes con todo lo que encontrase a su alrededor. Un grito de rabia salió de su boca y sin previo aviso estampó de nuevo puño, pero esta vez contra su escritorio. El mueble quedó partido en dos y unas cuantas astillas salieron disparadas hacia el suelo.
- ¡Hijo de puta! ¡Lo mataré! ¡Juro que voy a terminar con su puta vida!
El demonio gritaba de furia al mismo tiempo que lanzaba las estanterías contra el suelo de forma violenta. Una terrible aura blanca rodeó todo su cuerpo y de una patada hizo un agujero en otra de las paredes. Dos rebeldes entraron a toda prisa, mirando a su líder asustados y tratando de relajarle. Cuando estuvieron a punto de agarrarlo, el diablo se deshizo en niebla evitando el contacto y después los tomó de los cuellos de las camisetas.
- ¡Largo de aquí ahora mismo! ¡Fuera! – Gritó mosqueado.
Los dos revolucionarios salieron corriendo sin pensárselo. Krauser empezó a imbuirse en un aura cada vez más potente al mismo tiempo que gritaba de ira. Sobre el suelo podía verse una carta escrita con tinta roja, la cual ponía:
Creo que deberías dejar de buscar a tú mujer y a tu hija, Krau-chan. Mi guadaña ha sabido tratarlas como es debido. Te dije que la próxima vez que te metieras en mi camino, me ocuparía de hacértelo pagar. -------- Vader ---------
La realidad era demasiado dura y el ex almirante no podía aceptar aquello. Ese hijo de puta tenía los días contados. Solo él sabía que Minako estaba embarazada y si él también lo supo, es que estaba en lo cierto. El demonio se tiró al suelo, sintiendo ganas de hacer una locura. A continuación tomó su pistola y apuntó a su propia cabeza. Cerró los ojos despacio y mostró una sonrisa irónica. Los recuerdos de la tiradora invadían su mente sin parar. Aquella vez en las duchas, la misión en la isla prehistórica, e incluso todas las reuniones que tuvieron juntos en la marina. Si hubiese continuado en su puesto, nada de aquello hubiese pasado. Podría haberla protegido de aquel puto enfermo. El asesino soltó un enorme suspiro y después de unos momentos apretó el gatillo.
Su cabeza quedó deformada con un agujero considerable, pero enseguida se regeneró con niebla. No había imbuido con haki el arma. El demonio trató de calmarse de alguna forma, pero le estaba costando demasiado. Primero la muerte de su hermano, después la desaparición de Alex, la traición de La Élite y ahora aquello. Era como si el destino quisiera matarlo a base de disgustos. Puta marina de los cojones. Puto gobierno de mierda y putos criminales. Krauser apretó el puño derecho al mismo tiempo que la sangre resbalaba desde sus nudillos. Se quitó la camiseta de forma violenta y la arrojó a un lado. Su fornido cuerpo estaba lleno totalmente de heridas ya cicatrizadas.
- Tomaré mi venganza… En esta vida o en la otra, Vader… ¡Te voy a arrancar la puta cabeza! – Gritó colocándose en pie. Su respiración era bastante agitada y se notaba que su enfado era sobresaliente. Las venas de su frente estaban marcadas de forma exagerada. – Kaguya… – Susurró entonces agachando la cabeza.
- ¡Hijo de puta! ¡Lo mataré! ¡Juro que voy a terminar con su puta vida!
El demonio gritaba de furia al mismo tiempo que lanzaba las estanterías contra el suelo de forma violenta. Una terrible aura blanca rodeó todo su cuerpo y de una patada hizo un agujero en otra de las paredes. Dos rebeldes entraron a toda prisa, mirando a su líder asustados y tratando de relajarle. Cuando estuvieron a punto de agarrarlo, el diablo se deshizo en niebla evitando el contacto y después los tomó de los cuellos de las camisetas.
- ¡Largo de aquí ahora mismo! ¡Fuera! – Gritó mosqueado.
Los dos revolucionarios salieron corriendo sin pensárselo. Krauser empezó a imbuirse en un aura cada vez más potente al mismo tiempo que gritaba de ira. Sobre el suelo podía verse una carta escrita con tinta roja, la cual ponía:
Creo que deberías dejar de buscar a tú mujer y a tu hija, Krau-chan. Mi guadaña ha sabido tratarlas como es debido. Te dije que la próxima vez que te metieras en mi camino, me ocuparía de hacértelo pagar. -------- Vader ---------
La realidad era demasiado dura y el ex almirante no podía aceptar aquello. Ese hijo de puta tenía los días contados. Solo él sabía que Minako estaba embarazada y si él también lo supo, es que estaba en lo cierto. El demonio se tiró al suelo, sintiendo ganas de hacer una locura. A continuación tomó su pistola y apuntó a su propia cabeza. Cerró los ojos despacio y mostró una sonrisa irónica. Los recuerdos de la tiradora invadían su mente sin parar. Aquella vez en las duchas, la misión en la isla prehistórica, e incluso todas las reuniones que tuvieron juntos en la marina. Si hubiese continuado en su puesto, nada de aquello hubiese pasado. Podría haberla protegido de aquel puto enfermo. El asesino soltó un enorme suspiro y después de unos momentos apretó el gatillo.
Su cabeza quedó deformada con un agujero considerable, pero enseguida se regeneró con niebla. No había imbuido con haki el arma. El demonio trató de calmarse de alguna forma, pero le estaba costando demasiado. Primero la muerte de su hermano, después la desaparición de Alex, la traición de La Élite y ahora aquello. Era como si el destino quisiera matarlo a base de disgustos. Puta marina de los cojones. Puto gobierno de mierda y putos criminales. Krauser apretó el puño derecho al mismo tiempo que la sangre resbalaba desde sus nudillos. Se quitó la camiseta de forma violenta y la arrojó a un lado. Su fornido cuerpo estaba lleno totalmente de heridas ya cicatrizadas.
- Tomaré mi venganza… En esta vida o en la otra, Vader… ¡Te voy a arrancar la puta cabeza! – Gritó colocándose en pie. Su respiración era bastante agitada y se notaba que su enfado era sobresaliente. Las venas de su frente estaban marcadas de forma exagerada. – Kaguya… – Susurró entonces agachando la cabeza.
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Re: Cuando Un Hombre Pierde Todo Lo Que Le Importaba [Pasado] [Krauser-Ai] {Dom 18 Dic 2016 - 21:44}
Ai dejó la taza de café en la mesa. Estaba en el comedor, tratando de… Hacer algo. Suspiró con calma y empezó a balancearse en la silla. Estaba en Baltigo; en la base marine donde tenía que estar junto a Krauser. ”Al menos, aquí estamos en paz” – pensó con una suave sonrisa. Era uno de esos pocos momentos en los cuales podía descansar y poder… Disfrutar unos instantes de paz. El comedor estaba bastante vacío. Apenas estaban ella y unos dos o tres más. Pero… Todos estaban en calma y conversando de cosas que, a la mayoría, no le interesarían. ”A veces tener el oído mejorado es un mal” – se dijo de forma divertida. Escuchaba muchas cosas que, a veces, no le gustaba escuchar.
– ¡Ai! – escuchó de la puerta del comedor. De la impresión, casi se cae de la silla y casi botó su taza de café. Por la cara del que acababa de gritar su nombre, supo que se trataba de algo malo. ¿Un ataque enemigo? No… Eso era bastante improbable. – Krauser… – No quiso escuchar más y salió corriendo a toda velocidad. ”¿Qué te pasa, hermanito?” – estaba preocupada… Activo su mantra para detectar la presencia del oficial. No tardó mucho en hacerla, era la más fuerte en esa base y nadie, si quiera, podía acercarse a ese poder. ”Debo darme prisa” – si la habían llamado a ella era por algo urgente… Chasqueó con la lengua mientras giraba en una esquina. Su oído ya escuchaba los ruidos y uno que otro grito. ”¿Qué le pasa?” – nunca lo había escuchado de esa forma… Escuchó un disparo y aceleró, apartó con fuerza a algunos de los hombres que le estorbaban el paso y llegó a tiempo para ver como la cabeza del oficial se regeneraba.
– ¡Todos fuera, ya! – gritó con fuerza. – ¡Largo! – Gritó una segunda vez y todos se fueron del lugar. Solo quedaron ella y Krauser… ”¿Qué debo hacer…?” – pensó mientras trataba de comenzar una conversación con él. En el suelo vio una nota con rojo y su contenido le hizo entender todo. Él tenía la culpa… No sabía que el oficial tenía una esposa y una hija… Empezó a acercarse a él a paso calmado, sin hacer mucho ruido. Cerró la puerta y esperó unos segundos, tratando de hilar sus ideas o palabras… Se apoyó en una de las paredes que aún quedaban de pie y miró al oficial. Debía calmarlo de alguna forma.
– Puedes gritarme o maldecirme, Krau – le dijo con un tono bastante tranquilo. – Pero no te dejaré solo. Ni ahora ni nunca… No volveré a irme – sonrió de forma calmada y elevó su vista. Sus dos manos estaban apoyadas en la pared y una pierna cruzaba la otra. – Me quedaré contigo y nadie me va a decir lo contrario, ni siquiera tú.
– ¡Ai! – escuchó de la puerta del comedor. De la impresión, casi se cae de la silla y casi botó su taza de café. Por la cara del que acababa de gritar su nombre, supo que se trataba de algo malo. ¿Un ataque enemigo? No… Eso era bastante improbable. – Krauser… – No quiso escuchar más y salió corriendo a toda velocidad. ”¿Qué te pasa, hermanito?” – estaba preocupada… Activo su mantra para detectar la presencia del oficial. No tardó mucho en hacerla, era la más fuerte en esa base y nadie, si quiera, podía acercarse a ese poder. ”Debo darme prisa” – si la habían llamado a ella era por algo urgente… Chasqueó con la lengua mientras giraba en una esquina. Su oído ya escuchaba los ruidos y uno que otro grito. ”¿Qué le pasa?” – nunca lo había escuchado de esa forma… Escuchó un disparo y aceleró, apartó con fuerza a algunos de los hombres que le estorbaban el paso y llegó a tiempo para ver como la cabeza del oficial se regeneraba.
– ¡Todos fuera, ya! – gritó con fuerza. – ¡Largo! – Gritó una segunda vez y todos se fueron del lugar. Solo quedaron ella y Krauser… ”¿Qué debo hacer…?” – pensó mientras trataba de comenzar una conversación con él. En el suelo vio una nota con rojo y su contenido le hizo entender todo. Él tenía la culpa… No sabía que el oficial tenía una esposa y una hija… Empezó a acercarse a él a paso calmado, sin hacer mucho ruido. Cerró la puerta y esperó unos segundos, tratando de hilar sus ideas o palabras… Se apoyó en una de las paredes que aún quedaban de pie y miró al oficial. Debía calmarlo de alguna forma.
– Puedes gritarme o maldecirme, Krau – le dijo con un tono bastante tranquilo. – Pero no te dejaré solo. Ni ahora ni nunca… No volveré a irme – sonrió de forma calmada y elevó su vista. Sus dos manos estaban apoyadas en la pared y una pierna cruzaba la otra. – Me quedaré contigo y nadie me va a decir lo contrario, ni siquiera tú.
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La mirada perdida del oficial se centró en una pequeña carpeta que se hallaba en el suelo, nada más tomarla se puso a ver de qué se trataba. Era su plan de conquista sobre el enorme barco del Grand Line. De un rápido movimiento lo partió en dos pedazos y lo pisó con fuerza. Lo tenía memorizado y no le importaba romperlo, pero tenía que desahogarse de alguna forma. Algo de niebla empezaba a rodearle levemente mientras el aura blanca iba calmándose poco a poco. El diablo de la niebla notó entonces el aura de la joven espadachín acercarse a su despacho. Lo primero que hizo fue darse la vuelta y mirar fijamente una de las destrozadas paredes. No le hacía gracia que le viera en ese estado. Se pasó el dedo índice por la mejilla unos momentos y después se quedó algo callado. Su pulso iba muy acelerado debido al disgusto.
- De modo que por eso no contactabas conmigo… Minako… – El oficial cerró los ojos sintiendo a la joven detrás de él.
Sus palabras solo le hicieron mostrar una expresión más fría. Todo estaba terminado, a tomar por culo el papeleo y todas aquellas gilipolleces. Lo primero que hizo fue arrancar la puerta de un armario y tomar su enorme espadón. Se colocó sus machetes e hilo de piano y lo siguiente que hizo fue colocarse su capa de almirante en los hombros. El demonio se dio la vuelta observando a la joven con una expresión seria. Estaba hecho mierda, pero de todas formas, Krauser quería hacer lo que mejor sabía cuándo tenía problemas, trabajar. Pudo coger también su armadura y aquellas garras de bestia que había fabricado. Todo su arsenal fue colocándose poco a poco en su cuerpo gracias a él. Parecía como si fuese a enfrentarse a un jodido ejército él solo. El demonio entonces se quedó mirando a la joven con una mirada calmada.
- Esa isla llena de niebla de la que me hablaste… Vamos a ir hasta aquel lugar donde despertaste. Es algo demasiado grande para dejarlo pasar y estoy seguro de que mi presa estará allí.
Las últimas palabras las dijo en un tono siniestro. Lo que hizo a continuación fue coger su comunicador y empezó a marcar un número. Era el momento de convocar a todos sus hombres. Había tres números conectados a aquel Den den mushi en especial y como pensó, los tres lo cogieron. Quitando a los demonios, tenía su propio escuadrón personal. Unos hombres que no pensaban traicionarlo nunca.
- Hydro, Richard, Dranser. Quiero que os preparéis para la guerra. En dos días nos reuniremos en el Grand Line. Estaremos en contacto.
Nada más decir aquello colgó y acto seguido miró a la chica con seriedad.
- De modo que por eso no contactabas conmigo… Minako… – El oficial cerró los ojos sintiendo a la joven detrás de él.
Sus palabras solo le hicieron mostrar una expresión más fría. Todo estaba terminado, a tomar por culo el papeleo y todas aquellas gilipolleces. Lo primero que hizo fue arrancar la puerta de un armario y tomar su enorme espadón. Se colocó sus machetes e hilo de piano y lo siguiente que hizo fue colocarse su capa de almirante en los hombros. El demonio se dio la vuelta observando a la joven con una expresión seria. Estaba hecho mierda, pero de todas formas, Krauser quería hacer lo que mejor sabía cuándo tenía problemas, trabajar. Pudo coger también su armadura y aquellas garras de bestia que había fabricado. Todo su arsenal fue colocándose poco a poco en su cuerpo gracias a él. Parecía como si fuese a enfrentarse a un jodido ejército él solo. El demonio entonces se quedó mirando a la joven con una mirada calmada.
- Esa isla llena de niebla de la que me hablaste… Vamos a ir hasta aquel lugar donde despertaste. Es algo demasiado grande para dejarlo pasar y estoy seguro de que mi presa estará allí.
Las últimas palabras las dijo en un tono siniestro. Lo que hizo a continuación fue coger su comunicador y empezó a marcar un número. Era el momento de convocar a todos sus hombres. Había tres números conectados a aquel Den den mushi en especial y como pensó, los tres lo cogieron. Quitando a los demonios, tenía su propio escuadrón personal. Unos hombres que no pensaban traicionarlo nunca.
- Hydro, Richard, Dranser. Quiero que os preparéis para la guerra. En dos días nos reuniremos en el Grand Line. Estaremos en contacto.
Nada más decir aquello colgó y acto seguido miró a la chica con seriedad.
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Suspiró con calma y se quedó callada mientras veía lo que hacía el oficial. También lo escuchaba con tranquilidad. ”Supongo que iré para evitar que haga alguna locura” – no lo negaba, ella también querría ver muerto a Vader, pero el único que podía contra él era Krauser, pero no en ese estado. Debía estar más calmado, en esa forma, era vulnerable ante alguien como ese asesino. Iban a ir a la guerra de la que había hecho mención una vez volvió de aquella extraña isla. Lo vio colocarse la gabardina de Almirante y guardó silencio, eso era una declaración más que pública de guerra. Él ya no era de la marina y su recompensa así lo indicaba, pero de alguna estaba bastante segura… Su hermano podía contra muchos de los actuales almirantes. Escuchó como llamaba a unos cuantos hombres y les decía que se prepararan… Dos días para su nueva misión.
– Claro que iré contigo – hizo una leve pausa mientras lo miraba a los ojos de la misma forma que él la miraba. – Conmigo no tienes que hacerte el tipo duro… – tomó una leve pausa mientras dejaba sus dos espadas en el suelo, le estaban molestando al estar apoyada en la pared. No se había movido de ese lugar y tampoco lo haría, ya estaba bastante cómoda. – Puedes ser sincero conmigo. Si vamos a ir a una guerra, primero quiero asegurarme de que te sientas bien y no actúes en base a la rabia. – Su tono era calmado, lo conocía y sabía que solo estaba actuando en base al enojo.
”Supongo que eso pone fin a la paz del momento” – pensó con calma y una suave sonrisa se esbozó en sus labios. Debía admitirlo, se estaba emocionando de ir, pero no por el hecho de que iría a una guerra, sino por el simple hecho de ir en una misión con Krauser. ¿Cuánto tiempo había pasado? Muchos años y mucha agua había corrido debajo del puente. Muchas cosas sucedieron, pero había regresado para quedarse.
– ¿Al menos tienes un plan? – preguntó con tranquilidad sin quitarle los ojos de encima. Muchos eran los cobardes que corrían al ver esa mirada de Krauser, incluso ella, cuando lo conoció por primera vez, sintió miedo de esos ojos. – Porque solo te he visto armarte hasta los dientes, ponerte una gabardina que le dirá a todo el mundo que te ataquen y eso es un suicidio – tomó una leve pausa. – No toleraría perderte, hermanito. – Trataba de disimularlo lo mejor que podía, pero estaba nerviosa… Nerviosa de que él cometiera una locura y ella no lo pudiera frenar a tiempo.
– Claro que iré contigo – hizo una leve pausa mientras lo miraba a los ojos de la misma forma que él la miraba. – Conmigo no tienes que hacerte el tipo duro… – tomó una leve pausa mientras dejaba sus dos espadas en el suelo, le estaban molestando al estar apoyada en la pared. No se había movido de ese lugar y tampoco lo haría, ya estaba bastante cómoda. – Puedes ser sincero conmigo. Si vamos a ir a una guerra, primero quiero asegurarme de que te sientas bien y no actúes en base a la rabia. – Su tono era calmado, lo conocía y sabía que solo estaba actuando en base al enojo.
”Supongo que eso pone fin a la paz del momento” – pensó con calma y una suave sonrisa se esbozó en sus labios. Debía admitirlo, se estaba emocionando de ir, pero no por el hecho de que iría a una guerra, sino por el simple hecho de ir en una misión con Krauser. ¿Cuánto tiempo había pasado? Muchos años y mucha agua había corrido debajo del puente. Muchas cosas sucedieron, pero había regresado para quedarse.
– ¿Al menos tienes un plan? – preguntó con tranquilidad sin quitarle los ojos de encima. Muchos eran los cobardes que corrían al ver esa mirada de Krauser, incluso ella, cuando lo conoció por primera vez, sintió miedo de esos ojos. – Porque solo te he visto armarte hasta los dientes, ponerte una gabardina que le dirá a todo el mundo que te ataquen y eso es un suicidio – tomó una leve pausa. – No toleraría perderte, hermanito. – Trataba de disimularlo lo mejor que podía, pero estaba nerviosa… Nerviosa de que él cometiera una locura y ella no lo pudiera frenar a tiempo.
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Krauser miraba a la chica con una expresión seria en todo momento y no pensaba cambiarla en mucho tiempo. Sus fríos ojos tenían algo distinto esta vez. Ira, odio, rabia y todos los sentimientos negativos existentes. Quería acabar con aquel cabrón de una vez por todas y vengar a toda su familia. Notó que la joven estaba en calma total y eso era algo que no comprendía, pues la gente no solía ponerse feliz antes del principio de una guerra. Él sabía que podría ser la última para él y por ello iba a ir con todo su arsenal. Las armas que él mismo había creado estaban por todo su cuerpo, incluidos aquellos guanteletes con cuchillas enormes. Todo tenía una calidad inmensa y algunas piezas eran totalmente indestructibles, como por ejemplo su querida Kurotora. La espada legendaria que había creado él mismo con ayuda de aquel cristal legendario.
A continuación escuchó lo que dijo la chica. Tener un plan era demasiado ridículo, pues su mente podía pensar uno en menos de cinco minutos mientras viajaban. Lo de su capa de almirante lo veía lógico, pero esa había sido su decisión. Si alguien tenía los huevos de atacarle, lo partiría en dos sin pensárselo. Se quedó mirando a la chica a los ojos en todo momento y pensando en qué decirle.
- No necesito planes por ahora. Dranser se infiltrará en uno de los bandos y nosotros en el otro. Llegado el momento nos reuniremos y tomaremos la decisión más acertada. Empezaremos de observadores, terminaremos de aniquiladores. El mal caerá pase lo que pase.
Dijo con un tono serio para después apretar de nuevo el puño. La sangre continuaba cayendo de su mano y formando gotas por aquel suelo del despacho. El asesino entonces se colocó frente a la chica y dejó su mano caer suavemente sobre sus cabellos. Se acercó a ella y entonces colocó su dedo índice sobre la frente de la tigresa. Bajó despacio hasta su nariz y finalmente sus labios, terminando en la barbilla.
- Por si pasa lo peor, quiero que sepas que me iré al infierno sabiendo que tú has sido mi mejor soldado, Ai. Muchas gracias por tu lealtad.
Esta vez fue él quien le hizo una reverencia respetuosa a la chica. A continuación se ajustó bien una cinta metálica en su frente y después soltó un enorme suspiro.
A continuación escuchó lo que dijo la chica. Tener un plan era demasiado ridículo, pues su mente podía pensar uno en menos de cinco minutos mientras viajaban. Lo de su capa de almirante lo veía lógico, pero esa había sido su decisión. Si alguien tenía los huevos de atacarle, lo partiría en dos sin pensárselo. Se quedó mirando a la chica a los ojos en todo momento y pensando en qué decirle.
- No necesito planes por ahora. Dranser se infiltrará en uno de los bandos y nosotros en el otro. Llegado el momento nos reuniremos y tomaremos la decisión más acertada. Empezaremos de observadores, terminaremos de aniquiladores. El mal caerá pase lo que pase.
Dijo con un tono serio para después apretar de nuevo el puño. La sangre continuaba cayendo de su mano y formando gotas por aquel suelo del despacho. El asesino entonces se colocó frente a la chica y dejó su mano caer suavemente sobre sus cabellos. Se acercó a ella y entonces colocó su dedo índice sobre la frente de la tigresa. Bajó despacio hasta su nariz y finalmente sus labios, terminando en la barbilla.
- Por si pasa lo peor, quiero que sepas que me iré al infierno sabiendo que tú has sido mi mejor soldado, Ai. Muchas gracias por tu lealtad.
Esta vez fue él quien le hizo una reverencia respetuosa a la chica. A continuación se ajustó bien una cinta metálica en su frente y después soltó un enorme suspiro.
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Suspiró con calma y rio por lo bajo. Quizá no era necesario un plan, pero ella solo quería estar segura de que Krauser iría enfocado. Lo conocía bastante bien y sus ojos estaban inyectados en furia. ”Todo por su culpa…” – chasqueó la lengua y guardó silencio. Gracias al agujero que estaba en la pared, una suave brisa recorría la sala. Esta estaba hecha un desastre, pero… Lo entendía, entendía su dolor y cómo es que se debería estar sintiendo. No despegaba su mirada del oficial. Se mordió el labio inferior… Estaba preocupada, pero… Debía confiar en él. Sabía que él podía sobrevivir y enfrentarse a los peores demonios y tenía fe absoluta en que podría acabar a Vader. Sí… Solo debía depositar su confianza, como siempre lo hacía, en Krauser.
Lo siguiente que él hizo la pilló desprevenida. Notó su mano en sus cabellos y como luego, empezaba a tocarla con su dedo índice. Primero la frente, luego la nariz, sus labios y luego la barbilla. Sus palabras la hicieron sonrojarse un poco. ¿Cómo no serle leal? Él era la persona más importante que tenía y era imposible no seguirlo. Era imposible no ayudarle o no confiar en él. ”Idiota” – pensó con tranquilidad. Vio su mano y como sangraba. Sonrió con suavidad y golpeó, suavemente, el pectoral izquierdo del oficial, justo en su corazón.
– La única que debe agradecerte soy yo, Krau – le dijo. – Siempre estaré a tu lado. Trataré de no ser una carga para ti y daré mi mejor esfuerzo – su tono era tranquilo y bastante sereno. Le gustaría pensar que todo había mejorado, mas sabía que no era así. – Como en los viejos tiempos, ¿recuerdas? – No esperaba una respuesta de su parte, solo quería que supiera que ella siempre iba a estar ahí cuando él lo necesitara. No iba a dejarlo de nuevo solo… No más y mucho menos ahora.
Suspiró con calma y se apartó de él. Buscó, en el desorden, un pequeño botiquín. No tardó mucho en encontrarlo. Sacó de él un par de vendas, no tenía muchos conocimientos médicos, pero tenía una ligera noción de primeros auxilios.
– Ahora… Te curaré la mano – le dijo con una suave sonrisa. De todos modos, esperaría un gesto afirmativo o alguna respuesta. Si le decía que sí, solo tendría que echar un poco de alcohol en las heridas y luego vendarlas. – No tienes que lidiar con toda la carga tú solo. Pero… Tienes razón, él va a estar ahí – dijo un tanto más seria. – Es hora de que pague por todo lo que ha hecho. – Finalizó.
Lo siguiente que él hizo la pilló desprevenida. Notó su mano en sus cabellos y como luego, empezaba a tocarla con su dedo índice. Primero la frente, luego la nariz, sus labios y luego la barbilla. Sus palabras la hicieron sonrojarse un poco. ¿Cómo no serle leal? Él era la persona más importante que tenía y era imposible no seguirlo. Era imposible no ayudarle o no confiar en él. ”Idiota” – pensó con tranquilidad. Vio su mano y como sangraba. Sonrió con suavidad y golpeó, suavemente, el pectoral izquierdo del oficial, justo en su corazón.
– La única que debe agradecerte soy yo, Krau – le dijo. – Siempre estaré a tu lado. Trataré de no ser una carga para ti y daré mi mejor esfuerzo – su tono era tranquilo y bastante sereno. Le gustaría pensar que todo había mejorado, mas sabía que no era así. – Como en los viejos tiempos, ¿recuerdas? – No esperaba una respuesta de su parte, solo quería que supiera que ella siempre iba a estar ahí cuando él lo necesitara. No iba a dejarlo de nuevo solo… No más y mucho menos ahora.
Suspiró con calma y se apartó de él. Buscó, en el desorden, un pequeño botiquín. No tardó mucho en encontrarlo. Sacó de él un par de vendas, no tenía muchos conocimientos médicos, pero tenía una ligera noción de primeros auxilios.
– Ahora… Te curaré la mano – le dijo con una suave sonrisa. De todos modos, esperaría un gesto afirmativo o alguna respuesta. Si le decía que sí, solo tendría que echar un poco de alcohol en las heridas y luego vendarlas. – No tienes que lidiar con toda la carga tú solo. Pero… Tienes razón, él va a estar ahí – dijo un tanto más seria. – Es hora de que pague por todo lo que ha hecho. – Finalizó.
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El oficial observó aquel maldito alcohol caer en las heridas, pero no sintió nada de dolor. Nada podía dolerle más que su propia alma. Escuchó las palabras de la chica y lo siguiente que hizo fue soltar un enorme suspiro. Tenían que prepararse para terminar de una vez con las tonterías de ese puto asesino y de paso ganar la guerra. El bando que eligiesen dependería de la situación y la información recaudada por los revolucionarios. Fue entonces cuando el ex marine le hizo un gesto a la chica para que el siguiera tranquilamente. Empezó a andar saliendo de aquella habitación con la cabeza bien alta. Por el camino notaba a los demás hombres retirarse a su paso, cosa que le daba lo mismo en ese preciso momento.
No tardó en llegar a una enorme habitación que era suya. Al fondo parecía haber algo que no podía verse desde aquel sitio. El almirante le hizo a la chica un gesto para que no se moviese y a continuación salió corriendo hacia el fondo. Las paredes se abrieron dejando paso a torretas que empezaron a disparar contra él. El asesino entonces se frenó en seco y comenzó a evadirlas mostrando una agilidad impresionante. Las pocas que le deban atravesaban su cuerpo de niebla. Poco a poco fue avanzando entre volteretas y movimientos aéreos. Cuando por fin estuvo en el fondo pulsó un botón y las armas pararon. Entonces tomó el objeto que tenía allí y volvió a donde estaba la chica.
Se trataba de una caja negra con el símbolo de la marina. En cuanto la abrió sacó unas siete medallas al mérito, las cuales se colocó en el pectoral de la armadura y por último cerró la caja. La lanzó con una buena precisión hasta el armario donde estaba y después continuó caminando con la chica hacia el exterior.
- Estás a tiempo de pedir cualquier cosa antes de salir. Un entrenamiento rápido, algo en especial, consejos sobre algo o cualquier otra cosa.
Era el momento de que tomasen el barco. Una vez salieron fuera pudo ver a Dranser volar por los aires hacia otro de los barcos. Unos cuantos hombres más corrían tras él. Iban a tardar una hora más en salir con los preparativos, pero siempre era bueno estar cerca de los vehículos.
No tardó en llegar a una enorme habitación que era suya. Al fondo parecía haber algo que no podía verse desde aquel sitio. El almirante le hizo a la chica un gesto para que no se moviese y a continuación salió corriendo hacia el fondo. Las paredes se abrieron dejando paso a torretas que empezaron a disparar contra él. El asesino entonces se frenó en seco y comenzó a evadirlas mostrando una agilidad impresionante. Las pocas que le deban atravesaban su cuerpo de niebla. Poco a poco fue avanzando entre volteretas y movimientos aéreos. Cuando por fin estuvo en el fondo pulsó un botón y las armas pararon. Entonces tomó el objeto que tenía allí y volvió a donde estaba la chica.
Se trataba de una caja negra con el símbolo de la marina. En cuanto la abrió sacó unas siete medallas al mérito, las cuales se colocó en el pectoral de la armadura y por último cerró la caja. La lanzó con una buena precisión hasta el armario donde estaba y después continuó caminando con la chica hacia el exterior.
- Estás a tiempo de pedir cualquier cosa antes de salir. Un entrenamiento rápido, algo en especial, consejos sobre algo o cualquier otra cosa.
Era el momento de que tomasen el barco. Una vez salieron fuera pudo ver a Dranser volar por los aires hacia otro de los barcos. Unos cuantos hombres más corrían tras él. Iban a tardar una hora más en salir con los preparativos, pero siempre era bueno estar cerca de los vehículos.
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Una vez acabó con las curaciones, guardó todo en el botiquín y trató, de forma rápida, de ordenar un poco el suelo. Levantar algunos papeles… Agarró la nota de ese loco y la rompió en mil pedazos, incluso, a los pedazos les prendió fuego… Ya no era necesaria. Suspiró con calma y empezó a seguir al oficial con total tranquilidad, no sin antes coger sus dos espadas y colocárselas en su espalda. Como si nada hubiera pasado, notó que algunos se apartaban de su camino, pero no importaban. Otros, en cambio, trataban de frenarla y preguntarle qué había sucedido o las razones del por qué estaba actuando así el ex almirante; solo los ignoraba y seguía su caminar. A algunos, de todos modos, tuvo que apartar con sus manos.
No tardaron en llegar a una habitación y haciendo caso al gesto de Krauser, ella se detuvo. Escuchó los disparos y ella, usando la funda de sus armas, desviaba las pocas que iban en su dirección. Una vez Krauser activó el botón, ella volvió a colocar sus espadas donde debía. Notó como sacaba unas siete insignias de la marina y se las colocaba en la armadura. Volvió a seguir al oficial en completo silencio. ”Es hora…” – iba pensando cada vez más seguido, casi mentalizándose en lo que estaba por ocurrir. Suspiró con calma y salieron. Escuchó sus palabras y sonrió con suavidad, solo le interesaba saber una sola cosa. ”Ese debe ser Dranser” – pensó mientras lo veía volando directo a los barcos y otros hombres, corriendo, lo iban siguiendo.
– Solo quiero saber más cosas de Vader – pronunciar su nombre significaba que todo su estómago se le revolviese. – ¿A qué tipo de enemigo nos enfrentamos? – le preguntó… No conocía nada de él y los pocos rumores que había escuchado, eran bastante difusos y poco creíbles. Tampoco había tenido alguna forma de investigarlo, era perseguir un fantasma… Pero, estaba segura que Krauser lo debía conocer. Al menos… Sus habilidades o esas cosas. – ¿Qué tipo de precauciones tomaremos? – Inquirió con franqueza. Observaba como los demás iban preparando los barcos. Quedaba poco para partir.
No tardaron en llegar a una habitación y haciendo caso al gesto de Krauser, ella se detuvo. Escuchó los disparos y ella, usando la funda de sus armas, desviaba las pocas que iban en su dirección. Una vez Krauser activó el botón, ella volvió a colocar sus espadas donde debía. Notó como sacaba unas siete insignias de la marina y se las colocaba en la armadura. Volvió a seguir al oficial en completo silencio. ”Es hora…” – iba pensando cada vez más seguido, casi mentalizándose en lo que estaba por ocurrir. Suspiró con calma y salieron. Escuchó sus palabras y sonrió con suavidad, solo le interesaba saber una sola cosa. ”Ese debe ser Dranser” – pensó mientras lo veía volando directo a los barcos y otros hombres, corriendo, lo iban siguiendo.
– Solo quiero saber más cosas de Vader – pronunciar su nombre significaba que todo su estómago se le revolviese. – ¿A qué tipo de enemigo nos enfrentamos? – le preguntó… No conocía nada de él y los pocos rumores que había escuchado, eran bastante difusos y poco creíbles. Tampoco había tenido alguna forma de investigarlo, era perseguir un fantasma… Pero, estaba segura que Krauser lo debía conocer. Al menos… Sus habilidades o esas cosas. – ¿Qué tipo de precauciones tomaremos? – Inquirió con franqueza. Observaba como los demás iban preparando los barcos. Quedaba poco para partir.
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- Hablamos de un hombre que estuvo en la rebelión hace cinco años bajo el nombre de Jin Surfer. Creó una organización llamada Akatsuki y pasó a llamarse Vader. Su precio se disparó cuando comenzó con sus actos terroristas y a quemar gente. Encaró al yonkou Émile en un torneo y empató contra él.
Una vez dijo aquello continuó caminando tranquilamente hasta estar en el puerto de la isla. Uno de los rebeldes se acercó a él, Richard. Era un tipo un metro ochenta, pelo moreno recogido en una coleta y ropas amazónicas. Portaba un arco en la espalda y tenía unos inquietantes ojos verdes. Dicho hombre le entregó al demonio una carpeta y después de unos momentos se retiró de allí dirigiéndose al otro barco. El ex marine le echó una ojeada a aquella información y después de unos momentos arrancó la hoja principal y la metió en su bolsillo. Eran una serie de números y códigos para comunicarse con los demás revolucionarios. El asesino entonces miró a la chica con tranquilidad.
- Unos años después fue asesinado por la pesadilla, Kedra. Sin embargo, un agente del gobierno desveló que era él y cuando mató al líder del CP9 junto a mi hermano, huyó de allí. Unos meses después llegó a ser vice-almirante con una nueva identidad y hasta ahora está en paradero desconocido tras amenazar al mundo. Tiene el poder de los antiguos Ifrit y domina más de veinte habilidades molestas a parte del rokushiki. Es un enemigo odioso y formidable.
En cuanto terminó con aquellas palabras le pasó la hoja que había metido en su bolsillo. En ella estaban los números de Hydro, Richard y Dranser. De esa forma podría contactar con ellos cuanto estuviese en problemas y durante aquella guerra por si debían separarse de alguna forma. El asesino entonces se cruzó de brazos.
- Yo nunca lo he enfrentado de forma directa salvo hace poco cuando te salvé, pero está claro que ese hijo de puta está convencido de que es un Dios.
Una vez dijo aquello continuó caminando tranquilamente hasta estar en el puerto de la isla. Uno de los rebeldes se acercó a él, Richard. Era un tipo un metro ochenta, pelo moreno recogido en una coleta y ropas amazónicas. Portaba un arco en la espalda y tenía unos inquietantes ojos verdes. Dicho hombre le entregó al demonio una carpeta y después de unos momentos se retiró de allí dirigiéndose al otro barco. El ex marine le echó una ojeada a aquella información y después de unos momentos arrancó la hoja principal y la metió en su bolsillo. Eran una serie de números y códigos para comunicarse con los demás revolucionarios. El asesino entonces miró a la chica con tranquilidad.
- Unos años después fue asesinado por la pesadilla, Kedra. Sin embargo, un agente del gobierno desveló que era él y cuando mató al líder del CP9 junto a mi hermano, huyó de allí. Unos meses después llegó a ser vice-almirante con una nueva identidad y hasta ahora está en paradero desconocido tras amenazar al mundo. Tiene el poder de los antiguos Ifrit y domina más de veinte habilidades molestas a parte del rokushiki. Es un enemigo odioso y formidable.
En cuanto terminó con aquellas palabras le pasó la hoja que había metido en su bolsillo. En ella estaban los números de Hydro, Richard y Dranser. De esa forma podría contactar con ellos cuanto estuviese en problemas y durante aquella guerra por si debían separarse de alguna forma. El asesino entonces se cruzó de brazos.
- Yo nunca lo he enfrentado de forma directa salvo hace poco cuando te salvé, pero está claro que ese hijo de puta está convencido de que es un Dios.
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