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La explosión había provocado una buena destrucción a su paso, pero no había rastro alguno de su ahora presa. Quería arrancarle la cabeza del pecho y jugar con ella al baloncesto. La ira que sentía hacia su puto enemigo, el cual no sabía nada de él, no paraba de crecer por momentos. Se dio cuenta de que la música había vuelto a empezar y esta vez decidió cortar el problema de raíz. Pudo ver allí arriba a la figura que cantaba y lo siguiente que hizo fue apuntar hacia ella con el enorme espadón. Si se trataba de un puto usuario de las frutas del diablo, el kairouseki puro de su arma se ocuparía de ello. Sus ojos se clavaron en su presa y entonces convirtió sus piernas en niebla. Era la única forma de llegar hasta aquel capullo que se hallaba en lo más alto de puto edificio. No pensaba dejarlo escapar de ninguna forma.
- Demon Killed…
Susurró entonces mientras se concentraba. El demonio salió despedido hacia las alturas convirtiendo en niebla su cuerpo por debajo de los pectorales. Tan solo necesitaba sus brazos para ejecutar aquel ataque como era debido. Analizó la altura de su objetivo, la anchura y sobre todo las vías de escape. El asesino tenía todo preparado y entonces trató de colocarse frente a él. Alzó su arma, pero no atacó, quería ver su reacción. Trató de fijar su haki de observación hacia su presa y ver su reacción. Si trataba de evadir el ataque, cambiaría la posición del arma hacia donde huyese. Su fuerza y habilidades con aquel espadón eran increíble y tenía el manejo suficiente por mucho que pesase el arma y más en aquella forma. Entonces el demonio lanzó un poderoso tajo con fuerza. Trató de trazar un corte que abarcase desde la cabeza hasta la entrepierna de su enemigo. Quería partirlo en dos con toda su potencia. El haki armadura y el kairouseki del filo tal vez le ayudaban a lograrlo de una maldita vez.
- ¡Red Death!
Krauser se echó hacia atrás independientemente de su ataque y se quedó mirando hacia sus hombres ¿Durmiendo? Aquello ya era el colmo. No les culpaba si habían recibido algún ataque químico o frutal (Si, Krauser llamaba ataques frutales a los que venían de akumas) pero no era excusa. Desde que llegaron no estaban colaborando lo suficiente. Edward y Ryuken se quedaron fuera en lugar de entrar al primer edificio. Karl ni siquiera estaba por la zona, para variar. Osuka le echó cojones a la cosa, pero en lugar de seguirle a vengar a Ai, se quedó allí también. Nadie le siguió en ningún momento. Tal solo el sargento se libraba un poco ¿Qué coño les pasaba? Iba a tener que darles una puta sesión de entrenamiento disciplinario. No podía ser que sus hombres no tuviesen el valor para luchar como era debido. Se dio con la palma de su mano en la frente a modo de enojo y salió disparado hacia ellos. Estaban rodeados de una especie de sombras que surgían de la nada. Empezaba a pensar que algún ilusionista jugaba con ellos. Ya se había golpeado con el machete, por lo que debía ser imposible.
- ¡Todo el mundo en pie!
Dijo materializándose en medio de los cuerpos. Guardó el espadón y de nuevo sacó el machete eléctrico. No pensaba dejarlos en aquel estado, los despertaría al estilo Krauser. Impactó la hoja de su arma por la zona ancha en el pectoral derecho de Osuka. A continuación, lo hizo sin piedad en el brazo del rubio y por último en el estómago de Ryuken. La fuerza sería considerable para que el calambrazo fuese mayor. Entonces volvería a su tamaño normal y sacaría el segundo machete, el de kairouseki. Como si fuese un tornado, se lanzó a por las figuras que se acercaban y todavía imbuido en haki empezó su ataque. Lanzaba tajos rápidos y fuertes a todas, tratando de cortarlas mientras su mantra continuaba activado. Su ira continuaba apoderándose de él, pero se notaba que no bajaba la guardia en ningún momento.
- ¡Echadle cojones de una puta vez! ¡Venga ya, coño!
Gritó con rabia mirando a sus hombres para que espabilasen. Estaba un poco harto de las actitudes poco bélicas. Él mismo se metió con Takeshi y Kirito siendo un jodido recluta cuando ellos eran Shichibukais. Estaba claro que pocos tenían su mentalidad. Buscaba a Karl con la mirada, deseando que apareciera también. Lo siguiente que hizo fue seguir combatiendo mientras gritaba con rabia tras cada machetazo.
- Demon Killed…
Susurró entonces mientras se concentraba. El demonio salió despedido hacia las alturas convirtiendo en niebla su cuerpo por debajo de los pectorales. Tan solo necesitaba sus brazos para ejecutar aquel ataque como era debido. Analizó la altura de su objetivo, la anchura y sobre todo las vías de escape. El asesino tenía todo preparado y entonces trató de colocarse frente a él. Alzó su arma, pero no atacó, quería ver su reacción. Trató de fijar su haki de observación hacia su presa y ver su reacción. Si trataba de evadir el ataque, cambiaría la posición del arma hacia donde huyese. Su fuerza y habilidades con aquel espadón eran increíble y tenía el manejo suficiente por mucho que pesase el arma y más en aquella forma. Entonces el demonio lanzó un poderoso tajo con fuerza. Trató de trazar un corte que abarcase desde la cabeza hasta la entrepierna de su enemigo. Quería partirlo en dos con toda su potencia. El haki armadura y el kairouseki del filo tal vez le ayudaban a lograrlo de una maldita vez.
- ¡Red Death!
Krauser se echó hacia atrás independientemente de su ataque y se quedó mirando hacia sus hombres ¿Durmiendo? Aquello ya era el colmo. No les culpaba si habían recibido algún ataque químico o frutal (Si, Krauser llamaba ataques frutales a los que venían de akumas) pero no era excusa. Desde que llegaron no estaban colaborando lo suficiente. Edward y Ryuken se quedaron fuera en lugar de entrar al primer edificio. Karl ni siquiera estaba por la zona, para variar. Osuka le echó cojones a la cosa, pero en lugar de seguirle a vengar a Ai, se quedó allí también. Nadie le siguió en ningún momento. Tal solo el sargento se libraba un poco ¿Qué coño les pasaba? Iba a tener que darles una puta sesión de entrenamiento disciplinario. No podía ser que sus hombres no tuviesen el valor para luchar como era debido. Se dio con la palma de su mano en la frente a modo de enojo y salió disparado hacia ellos. Estaban rodeados de una especie de sombras que surgían de la nada. Empezaba a pensar que algún ilusionista jugaba con ellos. Ya se había golpeado con el machete, por lo que debía ser imposible.
- ¡Todo el mundo en pie!
Dijo materializándose en medio de los cuerpos. Guardó el espadón y de nuevo sacó el machete eléctrico. No pensaba dejarlos en aquel estado, los despertaría al estilo Krauser. Impactó la hoja de su arma por la zona ancha en el pectoral derecho de Osuka. A continuación, lo hizo sin piedad en el brazo del rubio y por último en el estómago de Ryuken. La fuerza sería considerable para que el calambrazo fuese mayor. Entonces volvería a su tamaño normal y sacaría el segundo machete, el de kairouseki. Como si fuese un tornado, se lanzó a por las figuras que se acercaban y todavía imbuido en haki empezó su ataque. Lanzaba tajos rápidos y fuertes a todas, tratando de cortarlas mientras su mantra continuaba activado. Su ira continuaba apoderándose de él, pero se notaba que no bajaba la guardia en ningún momento.
- ¡Echadle cojones de una puta vez! ¡Venga ya, coño!
Gritó con rabia mirando a sus hombres para que espabilasen. Estaba un poco harto de las actitudes poco bélicas. Él mismo se metió con Takeshi y Kirito siendo un jodido recluta cuando ellos eran Shichibukais. Estaba claro que pocos tenían su mentalidad. Buscaba a Karl con la mirada, deseando que apareciera también. Lo siguiente que hizo fue seguir combatiendo mientras gritaba con rabia tras cada machetazo.
Tenebrex
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En un instante, todo se volvió negro. No es que perdiera la vista o se le nublara, sino que cayó inconsciente por completo. Lo último que sintió fue una presión en el pecho y un miedo incomprensible a Krauser que apareció de la nada. ¿Qué había sido eso?
Después de eso, el demonio amarillo abrió los ojos, algo desorientado y con un pequeño grito. Le había entrado un dolor repentino en el brazo que lo había hecho volver en sí. Aunque él no lo sabía, pues cuando alcanzó a ver al demonio de la niebla este ya estaba de espaldas, andando hacia Ryuken, había recibido una descarga (algo atenuada por su resistencia) y eso es lo que lo había traído de vuelta a la realidad... Una realidad que no quería aceptar y que le inspiraba temor. Podían morir. En cualquier momento, por cualquier razón, podían morir, la posibilidad siempre estaba presente, aunque él no lo había creído hasta entonces.
Lentamente, se fue reincorporando, mientras observaba con todo su cuerpo tembloroso que estaban rodeados por un misterioso humo del que parecían surgir figuras deformes e inhumanas. ¿Qué demonios?
Krauser los... "instó amablemente" a unirse al combate. Edward suspiró y se esforzó por controlar su respiración y hacer que su cuerpo dejara de temblar.
-¡Lo-lo siento! -Respondió algo avergonzado a su superior. De inmediato se puso en guardia, observando a los enemigos acercarse. ¿Eran ilusiones? ¿Eran tangibles? Sin tener dato alguno, sería difícil saberlo, por lo que esperó a que estuvieran cerca. Se concentró, inspiró hondo y... abrió los ojos, lanzándose a la acción tan rápido como pudo.
Sabía que cualquier error, cualquier traspiés, podía acabar en otra muerte más, pero no actuar tampoco era una opción mejor. Era una apuesta, ¿cuán bueno eres? ¿Lo suficiente para hacer que todos sobrevivan? ¿Eres lo suficientemente listo?
Las preguntas seguían apareciendo en su mente, pero el demonio amarillo intentaba hacerlas desaparecer. No podía permitirse distracciones. Había muchas figuras y tenía que ser más rápido si pretendían acabar con todas, en caso de ser posible derrotarlas, claro.
-"Más, más, más rápido" -Se repetía, mientras lanzaba una sucesión incansable de puñetazos y patadas.
Después de eso, el demonio amarillo abrió los ojos, algo desorientado y con un pequeño grito. Le había entrado un dolor repentino en el brazo que lo había hecho volver en sí. Aunque él no lo sabía, pues cuando alcanzó a ver al demonio de la niebla este ya estaba de espaldas, andando hacia Ryuken, había recibido una descarga (algo atenuada por su resistencia) y eso es lo que lo había traído de vuelta a la realidad... Una realidad que no quería aceptar y que le inspiraba temor. Podían morir. En cualquier momento, por cualquier razón, podían morir, la posibilidad siempre estaba presente, aunque él no lo había creído hasta entonces.
Lentamente, se fue reincorporando, mientras observaba con todo su cuerpo tembloroso que estaban rodeados por un misterioso humo del que parecían surgir figuras deformes e inhumanas. ¿Qué demonios?
Krauser los... "instó amablemente" a unirse al combate. Edward suspiró y se esforzó por controlar su respiración y hacer que su cuerpo dejara de temblar.
-¡Lo-lo siento! -Respondió algo avergonzado a su superior. De inmediato se puso en guardia, observando a los enemigos acercarse. ¿Eran ilusiones? ¿Eran tangibles? Sin tener dato alguno, sería difícil saberlo, por lo que esperó a que estuvieran cerca. Se concentró, inspiró hondo y... abrió los ojos, lanzándose a la acción tan rápido como pudo.
Sabía que cualquier error, cualquier traspiés, podía acabar en otra muerte más, pero no actuar tampoco era una opción mejor. Era una apuesta, ¿cuán bueno eres? ¿Lo suficiente para hacer que todos sobrevivan? ¿Eres lo suficientemente listo?
Las preguntas seguían apareciendo en su mente, pero el demonio amarillo intentaba hacerlas desaparecer. No podía permitirse distracciones. Había muchas figuras y tenía que ser más rápido si pretendían acabar con todas, en caso de ser posible derrotarlas, claro.
-"Más, más, más rápido" -Se repetía, mientras lanzaba una sucesión incansable de puñetazos y patadas.
- Cosas usadas:
[Ámbito corriente natural] De manera pasiva, Edward tiene capacidad para bastante más electricidad estática de lo normal, pudiendo absorber pequeñas cantidades de electricidad dirigidas a él (Resistencia elemental al rayo del 10%).
[Ámbito luchador demencial] Activa, velocidad x 1.5 (Así era antes del capítulo).
[Ámbito pulmones de acero] Pasivamente, puede respirar de manera normal en situaciones de aire algo más adversas (quizás a mayores alturas con menos oxígeno, no con gases venenosos ni nada por el estilo).
Activamente, puede mejorar su respiración para soportar dos post haciendo esfuerzos físicos grandes sin cansarse ni producir agujetas (no se está cansando al atacar).
Ryuken Shirou
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Ryuken se quejó al recibir un golpe en su estómago. Si había una mala forma de despertar, entonces era esa. Y a todo esto, ¿cómo fue que se había quedado dormido? El rebelde tardó unos cuantos segundos en recordar lo sucedido y suspiró. Claro, la presión que emanaba de Krauser fue tal, que incluso él tuvo miedo, algo que no sentía desde hace ya un tiempo ya. Él sabía que no debía, pero fue algo completamente instintivo y no pudo controlarlo. Se estremeció un poco y negó con la cabeza. Pensaría en eso más adelante, ahora lo importante era seguir con todo esto... En cuanto se le pasara el calambre, claro está.
– No tenía porque haber golpeado tan fuerte, siendo que no fue nuestra culpa – pensó mientras se quejaba mentalmente un poco.
Una vez que recuperó la sensación en su parte baja, el joven rápidamente se levantó. Fue una suerte que sus poderes no eran logias, de lo contrario la electricidad le abría afectado muchísimo más. Frunció el ceño, desvainó su espada y escuchó las palabras de la Gran Espada. No tenía porque decirlo, era lo que planeaba hacer. Quería terminar lo más rápido posible con todo esto y largarse a Saint Reia para pensar en ciertas cosas. Principalmente en lo que sintió cuando Ai fue asesinada y escuchó los gritos de sus dos compañeros de banda.
– Ya es suficiente – murmuró fríamente el espadachín. Entrecerró sus ojos y se concentró. Una aura rojiza cubrió sus piernas y sintió como los músculos de sus piernas se potenciaban. – Crimson Arts, Tercera Apertura – declaró el rebelde.
Con su velocidad duplicada por algunos minutos, el joven salió despedido hacia las sombras y empezó a cortar con furia a todas las que encontraba, con cuidado para no golpear por accidente a un compañero. No se detuvo allí, sino que siguió avanzando y no se fijo en que sis sus ataques los afectaban o no. Si se detenía, sería el fin para él. Era tan sencillo como eso, y el joven lo entendí muy bien. Aquí solo sobrevivían los más fuertes, después de todo.
– No tenía porque haber golpeado tan fuerte, siendo que no fue nuestra culpa – pensó mientras se quejaba mentalmente un poco.
Una vez que recuperó la sensación en su parte baja, el joven rápidamente se levantó. Fue una suerte que sus poderes no eran logias, de lo contrario la electricidad le abría afectado muchísimo más. Frunció el ceño, desvainó su espada y escuchó las palabras de la Gran Espada. No tenía porque decirlo, era lo que planeaba hacer. Quería terminar lo más rápido posible con todo esto y largarse a Saint Reia para pensar en ciertas cosas. Principalmente en lo que sintió cuando Ai fue asesinada y escuchó los gritos de sus dos compañeros de banda.
– Ya es suficiente – murmuró fríamente el espadachín. Entrecerró sus ojos y se concentró. Una aura rojiza cubrió sus piernas y sintió como los músculos de sus piernas se potenciaban. – Crimson Arts, Tercera Apertura – declaró el rebelde.
Con su velocidad duplicada por algunos minutos, el joven salió despedido hacia las sombras y empezó a cortar con furia a todas las que encontraba, con cuidado para no golpear por accidente a un compañero. No se detuvo allí, sino que siguió avanzando y no se fijo en que sis sus ataques los afectaban o no. Si se detenía, sería el fin para él. Era tan sencillo como eso, y el joven lo entendí muy bien. Aquí solo sobrevivían los más fuertes, después de todo.
Osuka Sumisu
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Ah, PapeoLandia, un lugar de sueño mágico; las montañas de pan, los bosque de embutidos y los ríos de cerveza… Una maravilla.
Osu paseaba por los caminos de migas y los arbustos de espaguetis, buscando lo que él consideraba el mejor lugar de que sitio; El Monte Curry, un kilómetro de altura de arroz con salsa picante deliciosa. El revolucionario no dudo en escalarlo, hasta que llegó casi a la fina e hizo lo obvio que haría cualquiera; empezar a comer.
- ¡Me cago en la leche, podría estar una eternidad atiborrandome de esto! -entre bocados, el demonio plateado expresaba felicidad a la vez que una nube ennegrecida se colocó encima de su cabeza.- ¿Eh? ¿Y eso?
La nube soltó unas chispas a su alrededor de su nubosa forma para luego azotar al revolucionario con un potente relámpago de una forma incluso cómica.
Osu se desperto. Se encontraba de nuevo en aquel sitio maldito, y por el parecer aquel calambrazo se lo había propinado su superior con machete de las narices. Si hubiese sido otro de sus compañeros, ya le inflado a collejas. Odiaba que le jodieran una cabezada, pero eso no ocurría con Krauser, ya que le tenía cierto respeto, por no decir miedo. Por cierto, ¿Porque diantres había estado dormido? Le gustaba dormir, pero no este tipo de situaciones. Algo raro habia detras, pero solo podía concentrarse en el dolor de cabeza que tenia ahora.
- Aunque no lo hayas hecho de forma directa… Me habéis hecho que Krau me joda la siesta -les decía a las sombras, apoyando las yemas de sus dedos en el suelo-. Y ODIO que me jodan las siestas.
La piedra se su alrededor empezó a envolverlo hasta convertirse en un coloso pétreo que triplicaba la altura de sus compañeros, incluido el Oficial. Se golpeó el pecho, como de un gorila furioso se tratase, y cargó contra las figuras oscuras con el movimiento de un jugador de rugby y la fuerza de una locomotora.
Osu paseaba por los caminos de migas y los arbustos de espaguetis, buscando lo que él consideraba el mejor lugar de que sitio; El Monte Curry, un kilómetro de altura de arroz con salsa picante deliciosa. El revolucionario no dudo en escalarlo, hasta que llegó casi a la fina e hizo lo obvio que haría cualquiera; empezar a comer.
- ¡Me cago en la leche, podría estar una eternidad atiborrandome de esto! -entre bocados, el demonio plateado expresaba felicidad a la vez que una nube ennegrecida se colocó encima de su cabeza.- ¿Eh? ¿Y eso?
La nube soltó unas chispas a su alrededor de su nubosa forma para luego azotar al revolucionario con un potente relámpago de una forma incluso cómica.
Osu se desperto. Se encontraba de nuevo en aquel sitio maldito, y por el parecer aquel calambrazo se lo había propinado su superior con machete de las narices. Si hubiese sido otro de sus compañeros, ya le inflado a collejas. Odiaba que le jodieran una cabezada, pero eso no ocurría con Krauser, ya que le tenía cierto respeto, por no decir miedo. Por cierto, ¿Porque diantres había estado dormido? Le gustaba dormir, pero no este tipo de situaciones. Algo raro habia detras, pero solo podía concentrarse en el dolor de cabeza que tenia ahora.
- Aunque no lo hayas hecho de forma directa… Me habéis hecho que Krau me joda la siesta -les decía a las sombras, apoyando las yemas de sus dedos en el suelo-. Y ODIO que me jodan las siestas.
La piedra se su alrededor empezó a envolverlo hasta convertirse en un coloso pétreo que triplicaba la altura de sus compañeros, incluido el Oficial. Se golpeó el pecho, como de un gorila furioso se tratase, y cargó contra las figuras oscuras con el movimiento de un jugador de rugby y la fuerza de una locomotora.
Las sombras se deshacen como humo, como si fueran humo. De hecho, una vez las golpeáis se desvanecen en humo, dejando simplemente una oscura estela tras ellas. Es una sensación molesta, caliente y muy desagradable que os hacen toser, y de repente por todo Thriller Bark se encienden luces, desde tenues hasta muy luminosas, hasta llegar al lugar donde el tipo extraño os espera. Tiene un piano al lado, y a sus espaldas un tejado humea. Con una voz hermosa os pregunta, cantando:
-¿Quiénes sois y a qué venís? ¡Laralalá la Lalá!
Cuando entona sus "las" una onda sónica tan potente que hace estallar todas las luces entre él y vosotros se acerca. Estáis completamente a oscuras, sólo podéis verlo a él, y ni siquiera las siluetas de los edificios pueden contemplarse bajo la negrura que se ha iniciado.
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Ahora que todos sus hombres estaban en pie, podían empezar a ponerse serios de una maldita vez. Las sombras que golpearon se deshicieron en una especie de humareda negra, lo que estuviera detrás de aquello se lo estaba pasando de lo lindo. Krauser continuaba mosqueado y no pensaba dejar que continuasen riéndose de él de aquella forma. Escupió a un lado y se quedó mirando a sus hombres de forma seria. El Gran Espada entonces ocultó sus machetes y se mantuvo atento a cualquier cosa mientras miraba a varios sitios. Debía encontrar el origen de todo aquello y su haki de observación no ayudaba lo suficiente. El ex marine entonces trató de relajarse e hizo algo para llamar la atención de sus hombres. Impactó un puñetazo en el suelo agrietándolo un poco por la zona del impacto. Cuando tuviese la atención de los demás se quedó mirándolos de forma seria.
- ¡Todos alerta! ¡No quiero tonterías, estamos en situación crítica!
Entonces todo empezó a iluminar por una especie de focos, algunos con más intensidad que otros. Eso provocó que el revolucionario se llevase las manos a la cara y después de unos momentos frunciese el ceño. Una voz algo irritable, pero más que nada por la situación, hizo que Krauser apretase los puños. No sabía quién era aquella persona, pero había aparecido en el momento menos indicado ¿Sería el culpable de todo? El demonio de la niebla chasqueó la lengua y se quedó mirándolo con el ceño fruncido. Parecía ser una especie de cantante. Sus palabras le hicieron pensar que vivía en la isla, pero eso le iba a costar caro. La muerte de Ai no iba a ser en vano. El castaño entonces pudo predecir con su mantra un ataque directo de aquella persona y eso le hizo mirar a sus hombres.
- ¡Apartaos! – Gritó lanzando una patada hacia Ryuken para tirarlo lejos e impactando un puñetazo en el aire hacia Osuka y Ed [Manual Genkidama]
Trató de formar una onda de choque para mandarlos también volando de aquella trayectoria. Las luces estallaron entonces y aquel ataque impactó en el demonio lanzándolo hacia atrás y produciéndole un dolor intenso en los oídos y la cabeza. El asesino golpeó el suelo con los puños. Soltó algunos quejidos de dolor y empezó a rodar por el suelo con los ojos cerrados. La cabeza la daba vueltas y sentía un sonido agudo invadiendo su mente. Se pasó la mano por la frente unos momentos y abrió los ojos sin ver nada, todo estaba oscuro. El revolucionario trató de colocarse en pie, pero perdió el apellido cayendo al suelo. Todo sumido en la oscuridad… No pensaba dejar que ese tío jodiese a los suyos. Si quería anular la visión, él se ocuparía de hacer aquello justo.
Redfield colocó la mano derecha en el suelo estando algo mareado y comenzó a usar su poder al máximo. Entendió su niebla por el máximo rango posible y después de aquello gruñó. Parpadeó un par de veces con el ojo izquierdo y activó su lentilla térmica. Debería proteger a los suyos de la mejor forma posible. La figura de aquella persona era lo único que podía verse. El demonio mediante el mantra lo tenía fijado y como puso empezó a volar hacia arriba. Una vez estuvo allí miró con seriedad a aquel cabrón.
- Esto se ha terminado…
Krauser estiró la mano derecha hacia arriba y después de aquello comenzó a canalizar energía en ella sin parar. Un brillo blanco comenzó a formarse en su palma, como si una figura se estuviese formando. El tamaño de aquella cosa resultó ser impresionante, al menos para ser un shuriken. Tenía cinco puntas y cada una enorme. El rebelde entonces aumentó y concentró su poder en su mano mientras continuaba dándole poder como nunca a su ataque. Tras unos momentos salió despedido hacia su oponente. Su plan entonces empezó, si lo lanzaba y daba en un edificio oculto todo se iría al garete o estando algo mareado podía fallar. Empezó a volar con las piernas convertidas en niebla hacia su objetivo lo más rápido que podía. Las aspas de arribas cortarían todo lo que hubiese en medio y mientras canalizara energía y no lo soltara, aquella cosa no reventaría. Cuando estuvo ya cerca de aquel tipo no se lo pensó mucho.
- ¡Sayonara, hijo de puta!
Gritó entonces lanzándolo con toda su fuerza hacia él. La enorme estrella se estrellaría contra aquel tipo, pero al haberla lanzado de arriba abajo, si la evadía reventaría igualmente en el suelo y formaría aquella explosión de siete metros. Por supuesto, lo había imbuido en su máximo haki armadura. Entonces el asesino salió disparado hacia atrás a toda velocidad nada más lanzarlo, recibiendo un impacto que lo tiró al suelo con fuerza. Krauser notó sus brazos sangrar debido a los cortes de su propia explosión, que tan solo le había rozado. Quedó tirado en el suelo con el ojo derecho cerrado y el izquierdo con visión térmica centrado en su objetivo.
- ¡Todos alerta! ¡No quiero tonterías, estamos en situación crítica!
Entonces todo empezó a iluminar por una especie de focos, algunos con más intensidad que otros. Eso provocó que el revolucionario se llevase las manos a la cara y después de unos momentos frunciese el ceño. Una voz algo irritable, pero más que nada por la situación, hizo que Krauser apretase los puños. No sabía quién era aquella persona, pero había aparecido en el momento menos indicado ¿Sería el culpable de todo? El demonio de la niebla chasqueó la lengua y se quedó mirándolo con el ceño fruncido. Parecía ser una especie de cantante. Sus palabras le hicieron pensar que vivía en la isla, pero eso le iba a costar caro. La muerte de Ai no iba a ser en vano. El castaño entonces pudo predecir con su mantra un ataque directo de aquella persona y eso le hizo mirar a sus hombres.
- ¡Apartaos! – Gritó lanzando una patada hacia Ryuken para tirarlo lejos e impactando un puñetazo en el aire hacia Osuka y Ed [Manual Genkidama]
Trató de formar una onda de choque para mandarlos también volando de aquella trayectoria. Las luces estallaron entonces y aquel ataque impactó en el demonio lanzándolo hacia atrás y produciéndole un dolor intenso en los oídos y la cabeza. El asesino golpeó el suelo con los puños. Soltó algunos quejidos de dolor y empezó a rodar por el suelo con los ojos cerrados. La cabeza la daba vueltas y sentía un sonido agudo invadiendo su mente. Se pasó la mano por la frente unos momentos y abrió los ojos sin ver nada, todo estaba oscuro. El revolucionario trató de colocarse en pie, pero perdió el apellido cayendo al suelo. Todo sumido en la oscuridad… No pensaba dejar que ese tío jodiese a los suyos. Si quería anular la visión, él se ocuparía de hacer aquello justo.
Redfield colocó la mano derecha en el suelo estando algo mareado y comenzó a usar su poder al máximo. Entendió su niebla por el máximo rango posible y después de aquello gruñó. Parpadeó un par de veces con el ojo izquierdo y activó su lentilla térmica. Debería proteger a los suyos de la mejor forma posible. La figura de aquella persona era lo único que podía verse. El demonio mediante el mantra lo tenía fijado y como puso empezó a volar hacia arriba. Una vez estuvo allí miró con seriedad a aquel cabrón.
- Esto se ha terminado…
Krauser estiró la mano derecha hacia arriba y después de aquello comenzó a canalizar energía en ella sin parar. Un brillo blanco comenzó a formarse en su palma, como si una figura se estuviese formando. El tamaño de aquella cosa resultó ser impresionante, al menos para ser un shuriken. Tenía cinco puntas y cada una enorme. El rebelde entonces aumentó y concentró su poder en su mano mientras continuaba dándole poder como nunca a su ataque. Tras unos momentos salió despedido hacia su oponente. Su plan entonces empezó, si lo lanzaba y daba en un edificio oculto todo se iría al garete o estando algo mareado podía fallar. Empezó a volar con las piernas convertidas en niebla hacia su objetivo lo más rápido que podía. Las aspas de arribas cortarían todo lo que hubiese en medio y mientras canalizara energía y no lo soltara, aquella cosa no reventaría. Cuando estuvo ya cerca de aquel tipo no se lo pensó mucho.
- ¡Sayonara, hijo de puta!
Gritó entonces lanzándolo con toda su fuerza hacia él. La enorme estrella se estrellaría contra aquel tipo, pero al haberla lanzado de arriba abajo, si la evadía reventaría igualmente en el suelo y formaría aquella explosión de siete metros. Por supuesto, lo había imbuido en su máximo haki armadura. Entonces el asesino salió disparado hacia atrás a toda velocidad nada más lanzarlo, recibiendo un impacto que lo tiró al suelo con fuerza. Krauser notó sus brazos sangrar debido a los cortes de su propia explosión, que tan solo le había rozado. Quedó tirado en el suelo con el ojo derecho cerrado y el izquierdo con visión térmica centrado en su objetivo.
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
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Las sombras se deshacen con los golpes y, al final, solo queda un molesto humo que hace que el demonio amarillo empiece a toser un poco. Tenía una desagradable sensación que solo fue a peor cuando las luces lo cegaron y, tras unos segundos para recuperar la vista, vio la extraña escena que tenía ante él. Un hombre con una voz que no le pegaba para nada tocaba el piano con una mano y con la otra sujetaba un micrófono, a la vez que, cantando, les preguntaba quienes eran y el motivo de su venida.
-"¿Este es nuestro enemigo? ¿Él ha matado a Ai? No me lo creo... ¿¡Este estúpido ataca y después hace las preguntas!?" -Pensó el joven Edward mientras apretaba con fuerza sus puños. Tan rápido como pudo, se preparó y: -¡¡Hebi Kōsen!!
Una cobra eléctrica de metro y medio de largo salió de entre sus manos en dirección al extraño. Este lanzó justo en ese momento unas ondas sonoras muy fuertes que reventaron los focos y dejaron todo a oscuras. Gracias a la "ayuda" de Krauser, el demonio amarillo, al igual que sus otros compañeros, pudieron alejarse del ataque, aunque no pudo ver si el suyo había tenido éxito o no.
Rodó un poco por el suelo y, en cuanto tuvo la oportunidad, se puso de pie de un salto. Convirtió sus ojos en faros de coche para así iluminar un poco el lugar y los enfocó hacia el enemigo. Esperaba que con ello pudiera ser de ayuda para que lo demás hicieran algo, pues él no tenía ningún otro ataque a distancia ni podía usar la electricidad en presencia de la niebla del Gran Espada.
Entonces pudo ver como este, el demonio de la niebla, se alzaba con su característico shuriken de tamaño XXL, dispuesto a acabar de un solo golpe con ese molesto cantante. Quizás con la luz estaba ayudándolo, pero estaba seguro de que su Haki de Observación le estaba siendo mucho más útil. Entusiasmado y tenso a la par, observó la ofensiva de su líder, repitiéndose una y otra vez: "¡Vamos, vamos, vamos...!"
No estaba echándoles cuenta a los demás miembros de la Quimera, pero, si todo marchaba como planeado, el combate estaría acabado en breve y, después, podría ver si Osu y Ryuken necesitaban atención médica.
-"¿Este es nuestro enemigo? ¿Él ha matado a Ai? No me lo creo... ¿¡Este estúpido ataca y después hace las preguntas!?" -Pensó el joven Edward mientras apretaba con fuerza sus puños. Tan rápido como pudo, se preparó y: -¡¡Hebi Kōsen!!
Una cobra eléctrica de metro y medio de largo salió de entre sus manos en dirección al extraño. Este lanzó justo en ese momento unas ondas sonoras muy fuertes que reventaron los focos y dejaron todo a oscuras. Gracias a la "ayuda" de Krauser, el demonio amarillo, al igual que sus otros compañeros, pudieron alejarse del ataque, aunque no pudo ver si el suyo había tenido éxito o no.
Rodó un poco por el suelo y, en cuanto tuvo la oportunidad, se puso de pie de un salto. Convirtió sus ojos en faros de coche para así iluminar un poco el lugar y los enfocó hacia el enemigo. Esperaba que con ello pudiera ser de ayuda para que lo demás hicieran algo, pues él no tenía ningún otro ataque a distancia ni podía usar la electricidad en presencia de la niebla del Gran Espada.
Entonces pudo ver como este, el demonio de la niebla, se alzaba con su característico shuriken de tamaño XXL, dispuesto a acabar de un solo golpe con ese molesto cantante. Quizás con la luz estaba ayudándolo, pero estaba seguro de que su Haki de Observación le estaba siendo mucho más útil. Entusiasmado y tenso a la par, observó la ofensiva de su líder, repitiéndose una y otra vez: "¡Vamos, vamos, vamos...!"
No estaba echándoles cuenta a los demás miembros de la Quimera, pero, si todo marchaba como planeado, el combate estaría acabado en breve y, después, podría ver si Osu y Ryuken necesitaban atención médica.
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¿De modo que ese tipo era el enemigo final? Lo veía un poco simple y ridículo, pero sabía que las apariencias podían engañar. El no era alguien que subestimara a sus enemigos solo por eso. Simplemente juzgaría en combate, como siempre lo hacía. Observó como se ponía a cantar, desestabilizándolo un poco. Debido a eso, vio tarde que se trataba de una onda sonora que iba dirigido hacia todo el grupo. Viendo que no lo podía esquivar, el joven se dispuso a defenderse, pero no fue necesario. Krauser había advertido el peligro y lanzó una patada en contra del rebelde, lanzando su cuerpo un par de metros más allá. Pese al ligero dolor en su cuerpo, eso no era nada comparada con lo que se hubiera llevado si recibía de lleno ese ataque.
De por si, la situación era crítica considerando que a penas podían ver al tipo que tenían en frente. Al menos, Edward podía iluminar en algo gracias a su fruta. Entonces vio lo que se disponía a hacer la gran espada, y sabía que ya no podía lanzar un ataque cercano. De lo contrario, también él terminaría pagando el precio de su técnica.
– No queda otra que probar algo a distancia... aunque dudo que sea necesario – murmuró.
El ataque del líder sería colosal, así que dudaba que el enemigo saliera vivo de eso. De todas formas, se aseguraría de rematarlo con algo a distancia. Desvainó su espada y apuntó hacia el hombre. Se concentró por algunos segundos y la hoja empezó a brillar con intensidad. Ryuken abrió sus ojos de par en par, pegó un grito y lanzó una poderosa onda cortante en dirección al enemigo (manual excalibur).
De por si, la situación era crítica considerando que a penas podían ver al tipo que tenían en frente. Al menos, Edward podía iluminar en algo gracias a su fruta. Entonces vio lo que se disponía a hacer la gran espada, y sabía que ya no podía lanzar un ataque cercano. De lo contrario, también él terminaría pagando el precio de su técnica.
– No queda otra que probar algo a distancia... aunque dudo que sea necesario – murmuró.
El ataque del líder sería colosal, así que dudaba que el enemigo saliera vivo de eso. De todas formas, se aseguraría de rematarlo con algo a distancia. Desvainó su espada y apuntó hacia el hombre. Se concentró por algunos segundos y la hoja empezó a brillar con intensidad. Ryuken abrió sus ojos de par en par, pegó un grito y lanzó una poderosa onda cortante en dirección al enemigo (manual excalibur).
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Tenían que estar de coña. Aquel pargela con bigote era, o al menos lo parecía, el responsable de lo que les había ocurrido a los miembros de la división en Thriller Bark. El lugar se convirtió en un espectáculo de luz y color al ritmo de un piano.
- Te voy a a decir quiénes somos... ¡Los que te van a arrancar ese mostacho pelo por pelo por lo que has hecho a Ai! –dijo con cierto enfado, viendo que el bigotudo quería más cantar que tomarle en serio a él y al resto del grupo.
Las luces empezaron a estallar debido a la onda sónica que provoco el cantante. El Oficial con un puñetazo en el aire logro alejarlos; tanto a Ed como a Osu, que a pesar de seguir en la forma golem, de dicha explosión de luces. Era impresionante como Krau tenía fuerza suficiente como para mover aquella mole de piedra que era Osu. Al principio el demonio plateado no le parecía demasiado preocupante ver como explotaban unas simples bombillas, pero habían dejado a Krauser ciertamente tocado. Habría que ir con pies de plomo por si acaso.
Tanto como el demonio de la niebla, como los dos rubios, desataron sus ataques a distancia. Osu, no contaba con nada suficientemente eficaz a distancia, así que pensó que era mejor cubrir a sus compañeros. Podían ser ondas sónicas pero aun así, seguían siendo sonido, Y una buena pared de granito era un buen aislante.
Convirtió el gran brazo derecho de piedra, para adaptarlo como si fuera un escudo antidisturbios y se puso delante del resto, cubriendo de paso a Krau que estaba en el suelo como si un muro hoplita se tratase además de tener a punto el haki si hacía falta.
- ¡Ed! ¡Al mi lado derecho! ¡Necesitó tu mantra en alerta o radar o sonar o lo que coño tengas! –debido al estado de Krau, asumió por el momento el liderazgo y no sabíamos con certeza si ese ataque había acabado con ellos-. ¡Ryuken, izquierda! ¡Corta a todo lo que se acerque como si fuera una salchicha! ¡Aun puede quedar alguno! ¡Si veis que no podéis parar un ataque, poneros detrás de mí! ¡No dejaremos que toquen a Krauser!
- Te voy a a decir quiénes somos... ¡Los que te van a arrancar ese mostacho pelo por pelo por lo que has hecho a Ai! –dijo con cierto enfado, viendo que el bigotudo quería más cantar que tomarle en serio a él y al resto del grupo.
Las luces empezaron a estallar debido a la onda sónica que provoco el cantante. El Oficial con un puñetazo en el aire logro alejarlos; tanto a Ed como a Osu, que a pesar de seguir en la forma golem, de dicha explosión de luces. Era impresionante como Krau tenía fuerza suficiente como para mover aquella mole de piedra que era Osu. Al principio el demonio plateado no le parecía demasiado preocupante ver como explotaban unas simples bombillas, pero habían dejado a Krauser ciertamente tocado. Habría que ir con pies de plomo por si acaso.
Tanto como el demonio de la niebla, como los dos rubios, desataron sus ataques a distancia. Osu, no contaba con nada suficientemente eficaz a distancia, así que pensó que era mejor cubrir a sus compañeros. Podían ser ondas sónicas pero aun así, seguían siendo sonido, Y una buena pared de granito era un buen aislante.
Convirtió el gran brazo derecho de piedra, para adaptarlo como si fuera un escudo antidisturbios y se puso delante del resto, cubriendo de paso a Krau que estaba en el suelo como si un muro hoplita se tratase además de tener a punto el haki si hacía falta.
- ¡Ed! ¡Al mi lado derecho! ¡Necesitó tu mantra en alerta o radar o sonar o lo que coño tengas! –debido al estado de Krau, asumió por el momento el liderazgo y no sabíamos con certeza si ese ataque había acabado con ellos-. ¡Ryuken, izquierda! ¡Corta a todo lo que se acerque como si fuera una salchicha! ¡Aun puede quedar alguno! ¡Si veis que no podéis parar un ataque, poneros detrás de mí! ¡No dejaremos que toquen a Krauser!
Y murió. La escena es tan sangrienta que no voy a describirla, pero podéis ver cachos de Freddie por todas partes. Sin embargo, podéis escuchar a su cabeza cantar mientras cae. Es una melodía motivadora tan increíble que lamentáis casi haberlo matado, pues tenía talento el jodido.
Podéis explorar lo que queráis, pero no queda nadie vivo. Si seguís podéis comprobar cómo la isla es de quien la quiera, así que explorad. Divertíos.
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La respiración de Krauser era agitada. Su corazón latía con fuerza debido al gasto de energía que hizo, pues aquel fue su tercer shuriken en menos de una hora. Se encontraba bastante cansado y se alegró cuando vio salir fragmentos de carne volando por varias zonas. Su mantra le indicó que no había nada más. Que la cabeza cantase le impresionó y de hecho, lo hacía bastante bien, pero ese cabrón merecía la muerte. El demonio de la niebla continuaba sangrando un poco por sus brazos. Sus ojos se entrecerraron un poco y por fin pudo desactivar la lentilla térmica. Otra batalla más para el historial de Quimera. Estaba claro que Krauser necesitaba un buen descanso después de lo que había pasado. Para ser un enemigo tan débil, había conseguido desgastarle con estupideces. Irónico, su niebla cumplía la misma función en todas las guerras que libraba. Gruñó un poco por el escozor que le causaban sus heridas.
El ex marine entonces pudo ver una especie de muro de piedra cuando abrió los ojos. Ladeó un poco la cabeza sin entender bien lo que había ocurrido y entonces se dio cuenta de que se trataba de Osuka. El asesino escuchó las palabras del sargento y no pudo evitar mostrar una sonrisa. Había tardado lo suyo, pero por fin estaba espabilando como segundo al mando. Estiró su mano débilmente hasta colocarla sobre la pierna del hombre de piedra. Entonces negaría un poco con la cabeza, indicándole de esa forma que ya era suficiente.
- No detecto ningún enemigo más, Osu. Has tardado lo tuyo en mostrar que eres un buen líder. Me alegro de que haya alguien para sustituirme cuando yo no esté. – Dijo entonces mientras bostezaba un poco.
Redfield se levantó del suelo despacio, anulando su niebla y mirando a su alrededor. Pudo ver los trozos de carne de aquel tipo esparcidos por el suelo. Justo en ese momento miró a sus hombres y se alejó un poco de ellos. Llegaba el momento del pequeño análisis sobre cada uno de ellos. Se cruzó de brazos y estuvo unos diez segundos callado. Tenía que pensar bien lo que iba a decir sobre cada uno de ellos. Hubo momentos que le gustaron, los finales, el resto del tiempo no estuvo muy conforme con sus actividades. Llevó ambas manos a los bolsillos y entonces tosió un poco.
- Osuka, tienes un nueve. Fuiste el único que me siguió cuando entré al primer edificio y además cubriste bien todos los flancos. Tú última actuación conmigo herido fue magistral y supiste mantener las formas, enhorabuena.
Una vez dijo aquello cerró los ojos unos segundos. A los otros dos los iba a analizar juntos, pues habían hecho lo mismo. No iban a tener un sobresaliente como el hombre de piedra, pero la idea que tuvo Edward y el valor de Ryuken con las sombras le hizo ver que no eran casos perdidos.
- Amarillo y Dorado. Al principio debisteis seguirnos a nosotros al interior del edificio. Entre todos podríamos haber hecho mucha más presión. Vuestra tontería de quedaros fuera nos costó un poco cara. – No pensaba culparlos de la muerte de Ai. – Dejando eso de lado, los focos que me iluminaron el camino me fueron muy útiles, al igual que la onda cortantes y tu actitud con las sombras, Ryuken. Ambos tenéis un siete. Si os sirve de consuelo, yo en mi primera misión tuve un cero. – Dijo entonces acercándose a ellos para darles un toquecito en el hombro.
La nota de aquella vez se la autoimpuso él mismo, era un idiota descerebrado. Recordó cuando junto a Emperador Amarillo eliminó a unos rebeldes crucificándolos a lo bestia. Quería olvidar aquella crueldad que tuvo en su día. Fue entonces cuando buscó a Karl con la mirada. Frunció el ceño al darse cuenta de que tampoco notaba su presencia. Los había abandonado en mitad de una misión, pero no era la primera vez. Durante una misión de La Élite hizo lo mismo. Soltó un suspiro estando un poco enfadado y después se cruzó de brazos.
- Karl tiene un diez. – Dijo con sarcasmo mientras sacaba su comunicador. Se lo pasó a Osuka para que informara a sus superiores que habían logrado conquistar la isla.
Él por su parte empezó a caminar hacia el interior para ver unas cuantas cosas. La misión había sido un éxito y pareció haber terminado. Ahora su división tenía una nueva base desde la que operar en el Grand Line. Mostró una sonrisa entonces mientras avanzaba para explorar lo que quedaba. Se sentía fatal por la muerte de su hermanita y pensaba llorarla muchísimo más, pero no era el momento. Ahora continuaría con sus labores de líder. Ordenó también al resto investigar por su cuenta si lo deseaban o volver al barco a matar el tiempo.
El ex marine entonces pudo ver una especie de muro de piedra cuando abrió los ojos. Ladeó un poco la cabeza sin entender bien lo que había ocurrido y entonces se dio cuenta de que se trataba de Osuka. El asesino escuchó las palabras del sargento y no pudo evitar mostrar una sonrisa. Había tardado lo suyo, pero por fin estaba espabilando como segundo al mando. Estiró su mano débilmente hasta colocarla sobre la pierna del hombre de piedra. Entonces negaría un poco con la cabeza, indicándole de esa forma que ya era suficiente.
- No detecto ningún enemigo más, Osu. Has tardado lo tuyo en mostrar que eres un buen líder. Me alegro de que haya alguien para sustituirme cuando yo no esté. – Dijo entonces mientras bostezaba un poco.
Redfield se levantó del suelo despacio, anulando su niebla y mirando a su alrededor. Pudo ver los trozos de carne de aquel tipo esparcidos por el suelo. Justo en ese momento miró a sus hombres y se alejó un poco de ellos. Llegaba el momento del pequeño análisis sobre cada uno de ellos. Se cruzó de brazos y estuvo unos diez segundos callado. Tenía que pensar bien lo que iba a decir sobre cada uno de ellos. Hubo momentos que le gustaron, los finales, el resto del tiempo no estuvo muy conforme con sus actividades. Llevó ambas manos a los bolsillos y entonces tosió un poco.
- Osuka, tienes un nueve. Fuiste el único que me siguió cuando entré al primer edificio y además cubriste bien todos los flancos. Tú última actuación conmigo herido fue magistral y supiste mantener las formas, enhorabuena.
Una vez dijo aquello cerró los ojos unos segundos. A los otros dos los iba a analizar juntos, pues habían hecho lo mismo. No iban a tener un sobresaliente como el hombre de piedra, pero la idea que tuvo Edward y el valor de Ryuken con las sombras le hizo ver que no eran casos perdidos.
- Amarillo y Dorado. Al principio debisteis seguirnos a nosotros al interior del edificio. Entre todos podríamos haber hecho mucha más presión. Vuestra tontería de quedaros fuera nos costó un poco cara. – No pensaba culparlos de la muerte de Ai. – Dejando eso de lado, los focos que me iluminaron el camino me fueron muy útiles, al igual que la onda cortantes y tu actitud con las sombras, Ryuken. Ambos tenéis un siete. Si os sirve de consuelo, yo en mi primera misión tuve un cero. – Dijo entonces acercándose a ellos para darles un toquecito en el hombro.
La nota de aquella vez se la autoimpuso él mismo, era un idiota descerebrado. Recordó cuando junto a Emperador Amarillo eliminó a unos rebeldes crucificándolos a lo bestia. Quería olvidar aquella crueldad que tuvo en su día. Fue entonces cuando buscó a Karl con la mirada. Frunció el ceño al darse cuenta de que tampoco notaba su presencia. Los había abandonado en mitad de una misión, pero no era la primera vez. Durante una misión de La Élite hizo lo mismo. Soltó un suspiro estando un poco enfadado y después se cruzó de brazos.
- Karl tiene un diez. – Dijo con sarcasmo mientras sacaba su comunicador. Se lo pasó a Osuka para que informara a sus superiores que habían logrado conquistar la isla.
Él por su parte empezó a caminar hacia el interior para ver unas cuantas cosas. La misión había sido un éxito y pareció haber terminado. Ahora su división tenía una nueva base desde la que operar en el Grand Line. Mostró una sonrisa entonces mientras avanzaba para explorar lo que quedaba. Se sentía fatal por la muerte de su hermanita y pensaba llorarla muchísimo más, pero no era el momento. Ahora continuaría con sus labores de líder. Ordenó también al resto investigar por su cuenta si lo deseaban o volver al barco a matar el tiempo.
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La explosión de carne y sangre, junto con la bizarra escena de la cabeza amputada parlanchina, hicieron que a Edward le entraran unas enormes ganas de vomitar que a duras penas contuvo. Se puso muy pálido y se llevó las manos a la boca mientras una asquerosa sensación subía lentamente por su garganta. Intentó calmarse y se sentó, respirando profundamente.
Para cuando Krauser comenzó a hablar, el joven ya se sentía algo mejor y pudo volver a ponerse en pie. Escuchó atentamente a su líder y, cuando escuchó la valoración al sargento, se puso nervioso. No eran unos nervios que denotaran miedo, era más bien de expectación, como el que espera a saber los resultados de un examen. Entonces, al recibirla junto con Ryuken, sonrió (sobre todo por el comentario final acerca del supuesto suspenso de Krau en su primera misión).
-Bueno, un siete no está tan mal. -Declaró.- ¿Qué te parece? ¿Estás bien? -Preguntó al colmillo, interesándose por su opinión y por su estado físico y de ánimo al mismo tiempo. Era la primera vez que hacían una misión juntos, pero al joven revolucionario le hubiera gustado conocerlo más a fondo, pues para ser su compañero, lo único que sabía era lo poco que había podido deducir analizándolo y que era un espadachín, nada más.
Entonces, tras el toquecito del demonio de la niebla al que Edward respondió con su más amplia y cálida sonrisa, lo siguió, ofreciéndose para curar sus heridas.
-Krauser, si no te curas esas heridas se te pueden infectar, déjame un segundo... Esa del brazo tiene mala pinta, podemos explorar después, has dicho que no hay nadie más ¿no? -Dijo mientras, si lo dejaba, lo atendería y lo vendaría un poco más de lo que él ya acostumbraba a ir vendado. Intentando distraer la atención de la muerte de Ai, le preguntó a su líder, el Gran Espada, acerca de ese hombre enmascarado que supuestamente había venido a ayudarles y había desaparecido misteriosamente... ¿Karl había dicho que se llamaba?
-Por cierto, este Ao... ¿Karl? ¿Quién era? -El demonio amarillo hacía lo posible por evitar que pensara sobre Ai, pero se dio cuenta, por su rostro, que eso era imposible. Estaba siendo fuerte, un líder de primera, pero seguía siendo humano y Edward podía verlo perfectamente, quizás por sus conocimientos de psicología... Si solo pudiera ayudarlo un poco, si pudiera hacer que dejara de estar tan depresivo... Pero no era el momento, él mismo se sentía destrozado, por lo que después de los primeros auxilios, se retiró al barco a descansar.
Tenía mucho en lo que pensar: la muerte de Ai y como le había afectado, lo que había sucedido en ese momento cuando explotó de impotencia, lo que pasó con Krau inmediatamente después que hizo que se desmayaran, la súbita aparición de aquel cantante, sus extraños poderes, su canción post-decapitación... Solo pensar en ello ya le daba fatiga, definitivamente lo primero era descansar.
Para cuando Krauser comenzó a hablar, el joven ya se sentía algo mejor y pudo volver a ponerse en pie. Escuchó atentamente a su líder y, cuando escuchó la valoración al sargento, se puso nervioso. No eran unos nervios que denotaran miedo, era más bien de expectación, como el que espera a saber los resultados de un examen. Entonces, al recibirla junto con Ryuken, sonrió (sobre todo por el comentario final acerca del supuesto suspenso de Krau en su primera misión).
-Bueno, un siete no está tan mal. -Declaró.- ¿Qué te parece? ¿Estás bien? -Preguntó al colmillo, interesándose por su opinión y por su estado físico y de ánimo al mismo tiempo. Era la primera vez que hacían una misión juntos, pero al joven revolucionario le hubiera gustado conocerlo más a fondo, pues para ser su compañero, lo único que sabía era lo poco que había podido deducir analizándolo y que era un espadachín, nada más.
Entonces, tras el toquecito del demonio de la niebla al que Edward respondió con su más amplia y cálida sonrisa, lo siguió, ofreciéndose para curar sus heridas.
-Krauser, si no te curas esas heridas se te pueden infectar, déjame un segundo... Esa del brazo tiene mala pinta, podemos explorar después, has dicho que no hay nadie más ¿no? -Dijo mientras, si lo dejaba, lo atendería y lo vendaría un poco más de lo que él ya acostumbraba a ir vendado. Intentando distraer la atención de la muerte de Ai, le preguntó a su líder, el Gran Espada, acerca de ese hombre enmascarado que supuestamente había venido a ayudarles y había desaparecido misteriosamente... ¿Karl había dicho que se llamaba?
-Por cierto, este Ao... ¿Karl? ¿Quién era? -El demonio amarillo hacía lo posible por evitar que pensara sobre Ai, pero se dio cuenta, por su rostro, que eso era imposible. Estaba siendo fuerte, un líder de primera, pero seguía siendo humano y Edward podía verlo perfectamente, quizás por sus conocimientos de psicología... Si solo pudiera ayudarlo un poco, si pudiera hacer que dejara de estar tan depresivo... Pero no era el momento, él mismo se sentía destrozado, por lo que después de los primeros auxilios, se retiró al barco a descansar.
Tenía mucho en lo que pensar: la muerte de Ai y como le había afectado, lo que había sucedido en ese momento cuando explotó de impotencia, lo que pasó con Krau inmediatamente después que hizo que se desmayaran, la súbita aparición de aquel cantante, sus extraños poderes, su canción post-decapitación... Solo pensar en ello ya le daba fatiga, definitivamente lo primero era descansar.
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El bigotudo explotó en un espectáculo de fuegos artificiales de sangre y vísceras. Que asco. Aunque la cabeza cantaba bastante bien, a pesar de no tener donde coger aire y todo eso.
Por otra parte, Krau ya le avisó de que el lugar ya estaba despejado. Por una parte era desilusionante porque por fin podría haber destacado un poco, pero por otra, significaba que la isla/barco era ya propiedad de la división. Sería un acto de celebración si no hubiesen perdido a alguien durante la misión.
El demonio de la niebla empezó a analizar a toda la división, como si de un examen se hubiese tratado. Un nueve. No está mal, aunque eso no le reconfortaba el no haber salvado a su compañero.
Pudo escuchar como Krau mencionaba un nombre, que al momento también pregunto Ed sobre quien era. Ese nombre solo lo había escuchado una vez, y estaba relacionado con el Krauser, pero era imposible. Ese hombre estaba muerto en Mariejoa. Krau sabía que estaba muerto, él sabía que estaba muerto, todo el mundo que miro el periódico en su momento sabía que Lion D Karl estaba en el otro barrio.
Recibió un comunicador por parte del Oficial, para informar del éxito de la misión.
- Aquí el Sargento Sumisu. La división Quimera ha despejado el lugar. Tenemos a un herido leve y una baja -decir la palabra “baja” le estaba haciendo un agujero en el pecho de la pena.
Volvió hacia Krauser para mirar la inmensidad del lugar. Sorprendido de que el barco, pese teniendo casi dos siglos, aun no se había hundido.
- Y yo pensando que al menos podriamos habernos pegado con algún zombi o algo... -se urgo un poco la nariz, pero no podían quejarse. Después de todo, Thriller Bark ahora era territorio de la Quimera.
Por otra parte, Krau ya le avisó de que el lugar ya estaba despejado. Por una parte era desilusionante porque por fin podría haber destacado un poco, pero por otra, significaba que la isla/barco era ya propiedad de la división. Sería un acto de celebración si no hubiesen perdido a alguien durante la misión.
El demonio de la niebla empezó a analizar a toda la división, como si de un examen se hubiese tratado. Un nueve. No está mal, aunque eso no le reconfortaba el no haber salvado a su compañero.
Pudo escuchar como Krau mencionaba un nombre, que al momento también pregunto Ed sobre quien era. Ese nombre solo lo había escuchado una vez, y estaba relacionado con el Krauser, pero era imposible. Ese hombre estaba muerto en Mariejoa. Krau sabía que estaba muerto, él sabía que estaba muerto, todo el mundo que miro el periódico en su momento sabía que Lion D Karl estaba en el otro barrio.
Recibió un comunicador por parte del Oficial, para informar del éxito de la misión.
- Aquí el Sargento Sumisu. La división Quimera ha despejado el lugar. Tenemos a un herido leve y una baja -decir la palabra “baja” le estaba haciendo un agujero en el pecho de la pena.
Volvió hacia Krauser para mirar la inmensidad del lugar. Sorprendido de que el barco, pese teniendo casi dos siglos, aun no se había hundido.
- Y yo pensando que al menos podriamos habernos pegado con algún zombi o algo... -se urgo un poco la nariz, pero no podían quejarse. Después de todo, Thriller Bark ahora era territorio de la Quimera.
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Por algunos instantes, el rebelde mostró una expresión sádica al ver la masa irreconocible de partes en la que se había convertido el sujeto, pero consiguió ocultarla al cabo de unos segundos. Su otra parte estaba despertando luego de un largo sueño, y eso era malo. Debía evitarlo, sino terminaría siendo expulsado por ser el causante de varias bajas civiles. No era como si le importaran demasiado, pero tenía una promesa que cumplir hacia su madre adoptiva y a sí mismo. Además... no quería alejarse de sus seres queridos, no ahora que tenía algo que proteger con su vida. Galia y Dranser eran su mundo ahora, y daría la vida por ellos sin rechistar.
Escuchó entonces el comentario de la Gran Espada y asintió, aceptando la nota. Sabía que poco había hecho, pero no tenía otra. Sabía muy bien hasta donde llegaban sus habilidades, y no hubiera sido de utilidad si se hubiera metido antes. Sería un estorbo, pero ya poco y nada se podía hacer. Las palabras de Edward lo hicieron volver a aterrizar. Miró al rubio durante algunos segundos, recordando exactamente como se sintió cuando vio morir a Ai. Un poco de culpa lo invadió, pero no podía ocultar su verdadera naturaleza del todo.
– Para haber sido una primera conquista, no estuvo tan mal – le respondió mientras suspiraba.
Ryuken se encogió de hombros y se dirigió a la salida. Luego de todo esto, tan solo quería un buen merecido descanso para reponer energías. El despertar de su otro lado, la muerte de Ai y la cabeza cantante, habían terminado de pasarle la cuenta de una manera muy épica.
Escuchó entonces el comentario de la Gran Espada y asintió, aceptando la nota. Sabía que poco había hecho, pero no tenía otra. Sabía muy bien hasta donde llegaban sus habilidades, y no hubiera sido de utilidad si se hubiera metido antes. Sería un estorbo, pero ya poco y nada se podía hacer. Las palabras de Edward lo hicieron volver a aterrizar. Miró al rubio durante algunos segundos, recordando exactamente como se sintió cuando vio morir a Ai. Un poco de culpa lo invadió, pero no podía ocultar su verdadera naturaleza del todo.
– Para haber sido una primera conquista, no estuvo tan mal – le respondió mientras suspiraba.
Ryuken se encogió de hombros y se dirigió a la salida. Luego de todo esto, tan solo quería un buen merecido descanso para reponer energías. El despertar de su otro lado, la muerte de Ai y la cabeza cantante, habían terminado de pasarle la cuenta de una manera muy épica.
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