James Mortimer
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Akuma no mi
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- Puff, lluvia, ¿en serio? - dije mientras miraba con desdén al cielo nocturno, mientras mi lujosa ropa de marca se iba empapando irremediablemente. Le había pedido a la Marina que uno de sus barcos me llevara a la isla Johota, lo que tiene tirar de algunos viejos contactos y que te deban un par de favores. Una de las cosas que más odiaba,odio muchas cosas, es la lluvia porque destroza mi precioso pelo y mi linda ropa. Al caso, me aventuraba en esa isla del North Blue simplemente para cambiar de aires; estaba harto de estar en las islas del East Blue. Y aparte, algo me decía que ir a la isla que estaba asomándose tímidamente en el infinito horizonte, podría ser algo bastante interesante y prometedor.
Hacía bastante que no pasaba tiempo con alguna fémina, ya estaba anhelando el calor de una joven en una cama y el exquisito perfume que desprendían sus atractivos cuerpos, era una de las pocas cosas que me gustaba hacer realmente. Me quedé mirando a la isla con una sonrisa un tanto pícara mientras un grupos de soldados marines me miraban con cierto recelo. *- Si se me quedan mirando bastante tiempo, voy a acabar por cobrarles por contemplar mi grandiosa presencia-* pensé mientras los miraba de reojo y me pasaba la mano por mi blanco pelo. Ignoré las miradas de aquellos hombres y me dispuse a sacar mi reloj de bolsillo de la chaqueta, luego accioné el botón para activar la caja de música y quedarme absorto en los recuerdos del pasado a la vez que pensaba en todo y a la vez en nada. Distantes retazos de un sueño que parecen recuerdos lejanos, recuerdos lejanos que parecen retazos de un sueño. La melodía seguía sonando, los recuerdos de Beatrice no paraban de invadir mi cabeza, mi vida como un triste marginado al cual su padre odiaba. Justo cuando me quería dar cuenta, el grito de uno de los Marines llamó mi atención; habíamos llegado a tierra y todos se disponían a desembarcar. Nada más caminar por el puerto, me dió nauseas al oler un olor a pescado podrido. - Arggg, que asco.- Dije mientras me ponía un clinex con olor a menta, cubriendo mi boca y mi nariz. -*¿Adónde debería ir ahora?-* me pregunté mirando alrededor. Al final decidí dejar que el destino guiara mis pasos y acabé marchando hacia la plaza.
Hacía bastante que no pasaba tiempo con alguna fémina, ya estaba anhelando el calor de una joven en una cama y el exquisito perfume que desprendían sus atractivos cuerpos, era una de las pocas cosas que me gustaba hacer realmente. Me quedé mirando a la isla con una sonrisa un tanto pícara mientras un grupos de soldados marines me miraban con cierto recelo. *- Si se me quedan mirando bastante tiempo, voy a acabar por cobrarles por contemplar mi grandiosa presencia-* pensé mientras los miraba de reojo y me pasaba la mano por mi blanco pelo. Ignoré las miradas de aquellos hombres y me dispuse a sacar mi reloj de bolsillo de la chaqueta, luego accioné el botón para activar la caja de música y quedarme absorto en los recuerdos del pasado a la vez que pensaba en todo y a la vez en nada. Distantes retazos de un sueño que parecen recuerdos lejanos, recuerdos lejanos que parecen retazos de un sueño. La melodía seguía sonando, los recuerdos de Beatrice no paraban de invadir mi cabeza, mi vida como un triste marginado al cual su padre odiaba. Justo cuando me quería dar cuenta, el grito de uno de los Marines llamó mi atención; habíamos llegado a tierra y todos se disponían a desembarcar. Nada más caminar por el puerto, me dió nauseas al oler un olor a pescado podrido. - Arggg, que asco.- Dije mientras me ponía un clinex con olor a menta, cubriendo mi boca y mi nariz. -*¿Adónde debería ir ahora?-* me pregunté mirando alrededor. Al final decidí dejar que el destino guiara mis pasos y acabé marchando hacia la plaza.
Neo
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Akuma no mi
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La lluvia seguía cayendo con persistencia, pero esto no hizo que la joven revolucionaria dejara sus quehaceres de lado. Protegida del agua con un paraguas negro, miraba por la borda cómo el trozo de tierra que había distinguido tiempo atrás cada vez se hacía más y más grande hasta formar lo que era su destino ; la isla Johota. Repasó mentalmente el porqué estaba allí y qué era lo que tenía que hacer. Investigar la casa de un noble que según sus fuentes estaba de vacaciones en isla Kyuuka. Aprovechando su ausencia, debía infiltrarse en su casa y robar uno de los tesoros que allí guardaba y del que se había apoderado a la fuerza. Vale, la teoría la tenía bastante clara, pero lo que no sabía era cómo iba a sortear la seguridad de la casa de un noble. Las cerraduras no eran algo que se le diera especialmente bien. Agitó la cabeza mientras andaba bajo la lluvia, intentando aclarar su mente. Ya se las arreglaría cuando se viera en el problema.
Caminando por la ciudad llegó a una plaza, que a pesar del mal día que hacía, estaba bastante llena de gente. Estuvo un rato deambulando por allí en busca de algo de información, hasta que encontró unos datos bastante interesantes ; alguien estaba curioseando los alrededores de la casa del noble. Parecía que tenía competencia, y Enit supuso que se trataría de un bandido o un pirata, posiblemente en busca también del tesoro.
-Con un poco de suerte, habrá abierto un camino para mí. Sólo tendré que robarle el tesoro y todos felices.-pensó para sí, alegrándose de la "suerte" que tenía. Se paró un momento frente a una pared llena de Wanted, en la que aparecían varios rostros de piratas buscados. No era su trabajo, pero los miró con curiosidad. ¿Y si uno de ellos era el que se le había adelantado?
Miró hacia la derecha, por donde se alzaba la casa del noble. A esas personas con dinero les gustaba resaltar, y era bastante obvio que su casa era aquella enorme mansión en lo alto de una colina. Alejado del pueblo. Enit soltó un pequeño suspiro. Simplemente despreciable.-no pudo controlar ese pequeño pensamiento de repulsión. Aquel que lo quería todo para sí y menospreciaba a las demás personas era simplemente... un pobre idiota.
Se puso en camino dejando la plaza atrás, y comenzó a subir por la colina para llegar hasta la morada del noble. No había rastros de nadie, y quizás estando ella sola allí llamaba más la atención de lo que debería. Pero bueno, había tenido cuidado de no desvelar su identidad ni su propósito mientras investigaba por la plaza, así que no debería tener muchos problemas. Al menos no alertarían a la Marine. O eso esperaba, porque no le hacía nada de ilusión tener que enfrentarse a ellos además de al pirata que perseguía su mismo objetivo.
Continuó caminando hasta llegar a lo alto de la colina y se encontró de frente con un enorme portón de hierro. Lo único que veía era lujo por todos lados, y sólo era el exterior de la casa. Miró alrededor y encontró que la mansión estaba rodeada de enormes arbustos y vegetación. ¿Habría algún lugar por donde pudiera escabullirse y entrar? Enit se quedó un rato mirando a su alrededor, para después soltar un pequeño bufido. Tendría que pensar en alguna forma de subir la verja si no quería tener que arrastrarse por todo el barro.
-¿No hay ninguna manera de entrar sin mojarme?-se quedó pensativa mirando la entrada que tenía delante de ella, cubriéndose de la lluvia con su querido paraguas.
Caminando por la ciudad llegó a una plaza, que a pesar del mal día que hacía, estaba bastante llena de gente. Estuvo un rato deambulando por allí en busca de algo de información, hasta que encontró unos datos bastante interesantes ; alguien estaba curioseando los alrededores de la casa del noble. Parecía que tenía competencia, y Enit supuso que se trataría de un bandido o un pirata, posiblemente en busca también del tesoro.
-Con un poco de suerte, habrá abierto un camino para mí. Sólo tendré que robarle el tesoro y todos felices.-pensó para sí, alegrándose de la "suerte" que tenía. Se paró un momento frente a una pared llena de Wanted, en la que aparecían varios rostros de piratas buscados. No era su trabajo, pero los miró con curiosidad. ¿Y si uno de ellos era el que se le había adelantado?
Miró hacia la derecha, por donde se alzaba la casa del noble. A esas personas con dinero les gustaba resaltar, y era bastante obvio que su casa era aquella enorme mansión en lo alto de una colina. Alejado del pueblo. Enit soltó un pequeño suspiro. Simplemente despreciable.-no pudo controlar ese pequeño pensamiento de repulsión. Aquel que lo quería todo para sí y menospreciaba a las demás personas era simplemente... un pobre idiota.
Se puso en camino dejando la plaza atrás, y comenzó a subir por la colina para llegar hasta la morada del noble. No había rastros de nadie, y quizás estando ella sola allí llamaba más la atención de lo que debería. Pero bueno, había tenido cuidado de no desvelar su identidad ni su propósito mientras investigaba por la plaza, así que no debería tener muchos problemas. Al menos no alertarían a la Marine. O eso esperaba, porque no le hacía nada de ilusión tener que enfrentarse a ellos además de al pirata que perseguía su mismo objetivo.
Continuó caminando hasta llegar a lo alto de la colina y se encontró de frente con un enorme portón de hierro. Lo único que veía era lujo por todos lados, y sólo era el exterior de la casa. Miró alrededor y encontró que la mansión estaba rodeada de enormes arbustos y vegetación. ¿Habría algún lugar por donde pudiera escabullirse y entrar? Enit se quedó un rato mirando a su alrededor, para después soltar un pequeño bufido. Tendría que pensar en alguna forma de subir la verja si no quería tener que arrastrarse por todo el barro.
-¿No hay ninguna manera de entrar sin mojarme?-se quedó pensativa mirando la entrada que tenía delante de ella, cubriéndose de la lluvia con su querido paraguas.
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