Mantén el ritmo... si puedes [Rol maestro-alumno] [Edward y Karl]

El ex-Almirante rasgó las cuerdas de la guitarra y comprobó que estaba afinada. Con una sonrisa, empezó a tocar, acompañando la melodía con su voz. No era una canción que hubiese compuesto él, pero igualmente era hermosa y cargada de sentimientos y emociones. Se dejó llevar por la música, poniendo todo su corazón en ella, dejando que sus sentimientos fluyeran a través de ella. Mientras tocaba, tenía en todo momento un rostro en su mente. No era la canción más apropiada para ellos... pero era cierto que no se lo había puesto fácil en ocasiones y en cierto modo se identificaba con la letra. Así pues, continuó dejando que sus dedos acariciaran el instrumento y le arrancaran desgarradoras y emotivas notas, mientras su voz las acompañaba, casi sin que el propio músico pudiera evitarlo. Una vez acabó se quedó en silencio, con el corazón aún latiendo con fuerza por la emoción del momento. Poco a poco fue volviendo a la realidad, y recordó qué hacía allí.

Había convocado a uno de los miembros jóvenes de la Venganza de la Quimera, Edward. Debido a la falta de poder y experiencia que tenía y a que tenían cierta afinidad al ser ambos luchadores, había decidido entrenarlo personalmente. Además, llevaba tiempo deseando tomarse unas "vacaciones" en Samirn para tener a Aki cerca y aquella era la excusa perfecta. Entrenaría al joven revolucionario en las zonas más alejadas y despobladas, y de vez en cuando se pasaría por el palacio a visitar a su amada. Desde que se habían reencontrado intentaban verse habitualmente, pero lo hacían bastante menos de lo que le gustaría, con ella ocupada en los asuntos de su enigmática organización y él con las misiones de la Armada Revolucionaria. De todos modos solían hablar frecuentemente por den den mushi. Si no estaban ocupados, lo hacían a las noches un rato antes de irse a dormir.

En aquel momento estaba en el linde del bosque, sentado en una rama baja de un árbol. Había convocado al joven en aquel lugar, donde se presentaría formalmente y le desvelaría su auténtica identidad... si es que lo reconocía, claro. No le diría su nombre completo, dejaría que fuese él quien adivinara quién era. Dado que se suponía que llevaba años muerto, era posible que no lo relacionara. Más aún si no era alguien que soliese leer el periódico. En todo caso, en aquel momento estaba vestido con una camiseta negra ajustada, pantalones militares de camuflaje, botas y su máscara de oni, con una tela negra en la cabeza con agujero para la boca y ojos bajo esta. En cuanto notase la presencia de Ed con su mantra, le diría sin siquiera girarse hacia él:

- Al fin has llegado, chico. Empezaba a preguntarme si te habrías perdido.

Con un suspiro, Karl apoyó la guitarra contra el árbol y se levantó, examinando con la mirada al chico. Demasiado escuchimizado... si no lo hubiese visto combatir ya, pensaría que sería tirando a flojo. Sin embargo había resultado demostrar tener potencial. Había logrado llamar su atención, tanto por su extraña akuma como por su habilidad. Además combatía a puño desnudo, sin ninguna clase de arma o ayuda externa. Como luchador del Sokudan, Karl valoraba muchísimo eso y estaba más que dispuesto a ponerlo a prueba. Dado que pronto aquello no sería un secreto y que eran miembros del mismo grupo... decidió que le haría un regalo especial, pero sólo si se lo ganaba.

- Bien, Edward, antes de nada tengo algo que decirte. Dije que te entrenaría, pero... ese es un derecho que tienes que ganarte. Para ello tengo un par de condiciones antes.

Comenzó a estirar y calentar el cuerpo, haciendo algunos ejercicios ligeros para ir preparándose. Con eso esperaba ya estar dándole una indirecta de lo que les iba a tocar, pues una de sus condiciones era que le demostrase su verdadero potenciar en un combate directo. En este no valoraría sólo su poder, sino su carácter como luchador. Quería ver cuánto se parecían y si se merecía ser entrenado por él. Otra de sus condiciones iba implícita en su condición de monje y maestro del Sokudan; si quería que le entrenara, debía aceptar respetar las tradiciones de su Orden.

- Nos enfrentaremos en un combate uno contra uno. Terminará cuando yo lo decida y deberás atacarme como si estuvieras en un combate real, a matar y empleando todo lo que sea necesario. No te preocupes... me contendré.

Para irle metiendo presión y asustarlo un poco, tensó su brazo derecho. La musculatura se marcó tanto que pareció que la camiseta fuera a reventa, mientras su antebrazo se volvía de color negro metálico. A continuación le dio un fuerte golpe a un árbol que tenía al lado. La madera estalló y el tronco cedió, cayendo entre ellos con un golpe sordo.

- Si me demuestras merecer la pena... te mostraré mi rostro y te revelaré mi verdadero nombre. También te ofreceré enseñarte las técnicas de la Orden a la que pertenezco, pero eso sólo será si aceptas nuestros preceptos. Eso te lo explicaré cuando hayamos acabado.

Sin preámbulos, el chico se lanzó a él. Bien, eso era buena señal... tal vez algo impetuoso de más, pero le gustaba aquella actitud. Una sucesión de rápidas imágenes se cruzaron en su mente: Edward lanzándole una serie de golpes y luego tratando de apresarlo convirtiendo su brazo en una cadena. Se puso en guardia y se preparó para defenderse, trazando un movimiento circular con la mano para golpear su antebrazo con la palma abierta, desviando su primer golpe. No sería fuerte ni doloroso, pero en el proceso generaría vibraciones tratando de emplear su Yowai Shindo Tenohira. Era una técnica que se servía de la vibración para entumecer y paralizar los músculos de la zona afectada. De esta manera iría poniendo en apuros al revolucionario y lo obligaría a ser ingenioso.

- He dicho que te pongas en serio, o que lo contrario...

Supo al momento que el golpe era una finta gracias a su haki, y en respuesta a la patada que iba a intentar darle se apartó hacia un lado con un veloz juego de pies y adelantó su pierna izquierda tratando de enganchar su tobillo con el derecho de Edward, para luego tirar hacia él desequilibrándolo, aprovechando que estaba con una pierna en el aire. Acto seguido, sabiendo ya la maniobra de la cadena, la atrapó en el aire. Al momento sintió una dolorosa descargar que recorrió su brazo y recorrió su torso hasta la pierna, pero aquello no era algo que fuese a causarle un daño real. Su cuerpo era resistente a la electricidad gracias a su entrenamiento y a que estaba acostumbrado a manipularla. Frunciendo el ceño, tiró de él por la cadena tratando de levantarlo en el aire mientras daba un paso hacia un árbol cercano y trataba de estrellarlo contra el tronco.

- ...tal vez no salgas entero - dijo, con seriedad.

Acto seguido lo soltó y chasqueó los dedos apuntando hacia él, generando una onda de choque para golpearlo y aplastarlo aún más contra el árbol en caso de que hubiese logrado hacerlo. ¿Cuál era el verdadero motivo de todo aquello? Era evidente que Edward no iba a poder con él, posiblemente ni siquiera pudiera herirlo de verdad. El objetivo no era otro que ver cómo reaccionaba y se desenvolvía en una situación extrema como aquella, por eso lo sometía a unos ataques tan duros (que seguía siendo suaves para su estándar) y le insistía en que considerara aquello un combate real.

- Cuando yo entreno, no hay medias tintas - su tono de voz era severo - Si no das el cien por cien de ti, saldrás mal parado, chico.