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El pelirrojo observaba aquella isla desde el barco. Su ceño estaba bastante fruncido y parecía que las venas de su frente se estaban marcando más de la cuenta. El cielo estaba perfecto y eran las siete de la mañana, por lo que hacía bastante fresquito. Venom iba vestido con una camiseta verde de manga corta, unos pantalones militares del mismo tono y unas botas. En su frente tenía el protector de acero con el símbolo de la marina como de costumbre y a su espalda portaba una enorme mochila. El sargento estaba algo mosqueado y el motivo era fácil de explicar, pues no solo lo habían enviado a entrenar a una jodida isla lejos del cuartel, encima con un compañero. Aquello ya parecía una puta broma, pues en lugar de mandarle a Corinna o a alguien razonable, le habían puesto a entrenar con la maldita lagartija de hielo. No podía creer su mala suerte. Alguien le tenía manía.
El luchador no esperó a que su compañero saliese del barco y lo siguiente que hizo fue colocarse en la borda, dispuesto a caer sobre aquel muelle que había en la zona. Entonces su pierna resbaló y soltó un enorme quejido mientras se aproximaba a la madera. Pudo colocar su mano a tiempo y de una voltereta evitar los daños, pero su brazo había sufrido un poco. Agradecía tener aquella prodigiosa fuerza. Al menos el sitio era bonito y podrían estar separados en caso de dormir o comer, hasta que entonces su Den Den Mushi comenzó a sonar. Al cogerlo soltó un suspiro y empezó a escuchar las palabras de la persona al otro lado. Se presentó como un comodoro que iba de parte de un Vice-Almirnate y lo que dijo hizo que Venom apretase los dientes.
- Tenéis pagada la posada “Tiburón Negro” por lo que compartid habitación y vigilaros las espaldas el uno al otro, no sabemos si podéis correr peligro. – En cuanto dijo aquello, aquella persona colgó.
El pelirrojo se arrancó la cinta de hierro de la frente y la guardó en la mochila, de esa forma no podrían relacionarle con un miembro de la marina. El tipo pálido miró hacia el barco, esperando a que el jodido lagarto saliera de una maldita vez de aquel sitio. Continuaba siendo el tío más lento del mundo y a lo mejor estaba cagando o algo así. Venom por su parte apretó el puño y después de unos momentos comenzó a tomar aire. Iba a dar un enorme grito que acojonaría a los pobres pescadores, pero era la mejor forma de avisar al estúpido peliplateado. Esperaba que no se hubiese quedado dormido por su bien o entraría a cogerlo de la cabeza. Bastante tenía el pobre con tener que entrenar con un imbécil.
- ¡Sal de una vez, gato asustadizo!
Tal vez se había pasado un poco, pero no estaba para tonterías. Debería aprender el secreto del haki de observación cuanto antes para poder localizarlo, pero por el momento les habían enviado allí con el propósito de mejorar su forma física y que ganasen más fuerza. A la serpiente además se le habían ocurrido un par de ideas para mejorar un par de cosillas más.
El luchador no esperó a que su compañero saliese del barco y lo siguiente que hizo fue colocarse en la borda, dispuesto a caer sobre aquel muelle que había en la zona. Entonces su pierna resbaló y soltó un enorme quejido mientras se aproximaba a la madera. Pudo colocar su mano a tiempo y de una voltereta evitar los daños, pero su brazo había sufrido un poco. Agradecía tener aquella prodigiosa fuerza. Al menos el sitio era bonito y podrían estar separados en caso de dormir o comer, hasta que entonces su Den Den Mushi comenzó a sonar. Al cogerlo soltó un suspiro y empezó a escuchar las palabras de la persona al otro lado. Se presentó como un comodoro que iba de parte de un Vice-Almirnate y lo que dijo hizo que Venom apretase los dientes.
- Tenéis pagada la posada “Tiburón Negro” por lo que compartid habitación y vigilaros las espaldas el uno al otro, no sabemos si podéis correr peligro. – En cuanto dijo aquello, aquella persona colgó.
El pelirrojo se arrancó la cinta de hierro de la frente y la guardó en la mochila, de esa forma no podrían relacionarle con un miembro de la marina. El tipo pálido miró hacia el barco, esperando a que el jodido lagarto saliera de una maldita vez de aquel sitio. Continuaba siendo el tío más lento del mundo y a lo mejor estaba cagando o algo así. Venom por su parte apretó el puño y después de unos momentos comenzó a tomar aire. Iba a dar un enorme grito que acojonaría a los pobres pescadores, pero era la mejor forma de avisar al estúpido peliplateado. Esperaba que no se hubiese quedado dormido por su bien o entraría a cogerlo de la cabeza. Bastante tenía el pobre con tener que entrenar con un imbécil.
- ¡Sal de una vez, gato asustadizo!
Tal vez se había pasado un poco, pero no estaba para tonterías. Debería aprender el secreto del haki de observación cuanto antes para poder localizarlo, pero por el momento les habían enviado allí con el propósito de mejorar su forma física y que ganasen más fuerza. A la serpiente además se le habían ocurrido un par de ideas para mejorar un par de cosillas más.
Keith S. Branwen
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Sonidos de golpes podían escucharse por la zona de entrenamiento de aquel barco. Estos pertenecían al Sargento Keith, que en este momento estaba abusando de un saco de arena. Se le podía notar furioso, puesto que tenía el ceño fruncido y varias venas parecía resaltar en su frente. ¿Razón de ello? Había estado así desde que se enteró de cuál sería su próxima misión, o más bien tarea, en este caso. La orden fue ir a una isla alejada del cuartel para poder mejorar su condición física. Aquello estaba bien, ya que el joven de cabellos grisáceos nunca rechazaba un entrenamiento. La cosa fue que le asignaron un compañero para esta asignación. Normalmente, no le importaría eso, pero al enterarse de quien sería… maldijo a todos los dioses que existieran. En vez de mandarle a alguien como Hikaru o alguien más, tenían que asignarle a una de las personas que más detestaba en el mundo. Aquello debía ser una puta broma. Primero fue la pelea, luego la misión… ¿Y ahora esto? ¿Por qué mierda debía entrenar con la maldita serpiente? No podía creer la mala suerte que tenía.
Keith chasqueó su lengua y, con un último puñetazo, destruyó el costal de arena. Se dio la media vuelta y salió de la zona de entrenamiento. Mientras menos se demorasen en terminar con todo eso, mejor para los dos. Mientras caminaba, escuchó el grito que pegó Slicerin. ¿Acaso era idiota? No necesitaba hacer eso para llamarlo. Usando el comunicador, bastaba y sobraba. El sargento se rascó la cabeza y suspiró. Aquello había sido una orden de los de arriba, por lo que no podían hacer nada más que intentar no matarse entre ellos y acatar las órdenes.
– Menuda mierda – pensó mientras suspiraba debido a la frustración.
– Al menos podrás entrenar. Por cierto, ¿qué es lo que harás? – preguntó curiosamente el dragón.
Al escuchar la pregunta de Argentum, el joven marine se puso a pensar. Además de entrenar su condición física, lo cierto era que tenía una que otra idea para mejorar su poder de dragón. No era nada concreto, pero al menos tenía una pauta por dónde empezar. Quitando eso, el sargento intentaría desarrollar el Bushoshoku Haki por cualquier medio posible. Luego de verlo en acción en la academia, supo de inmediato que debía tener ese poder en sus manos. De por sí, su propia fuerza y resistencia era superior al de una persona normal, por lo que podría obtener resultados devastadores si lo combinaba con aquella armadura.
– Bueno, con mis objetos de entrenamiento esto será más desafiante – pensó con una pequeña sonrisa en su rostro.
Le pidió prestado a Rick las pulseras de Kairoseki y las de resistencia. Lo primero era para bloquear sus poderes de la fruta y, por ende, que su propia fuerza y resistencia sea casi la de un humano normal. Lo otro… era algo un poco más complicado. Según Rick, estas eran mucho mejores que las pesas normales. El joven no tenía idea sobre lo que quiso decir, pero intuyó que el mismo lo probaría cuando lo activara durante el entrenamiento.
– No tenías porqué gritar – le dijo con indiferencia al pelirrojo una vez que bajó del barco. Honestamente, no sentía ganas para pelear verbalmente con la estúpida serpiente. – Mira, Slicerin. Tú me odias y yo te odio, pero de momento intentemos terminar con todo esto lo más rápido posible; es lo mejor para los dos – terminó de decir de forma aburrida mientras emprendía rumbo a la posada.
Keith chasqueó su lengua y, con un último puñetazo, destruyó el costal de arena. Se dio la media vuelta y salió de la zona de entrenamiento. Mientras menos se demorasen en terminar con todo eso, mejor para los dos. Mientras caminaba, escuchó el grito que pegó Slicerin. ¿Acaso era idiota? No necesitaba hacer eso para llamarlo. Usando el comunicador, bastaba y sobraba. El sargento se rascó la cabeza y suspiró. Aquello había sido una orden de los de arriba, por lo que no podían hacer nada más que intentar no matarse entre ellos y acatar las órdenes.
– Menuda mierda – pensó mientras suspiraba debido a la frustración.
– Al menos podrás entrenar. Por cierto, ¿qué es lo que harás? – preguntó curiosamente el dragón.
Al escuchar la pregunta de Argentum, el joven marine se puso a pensar. Además de entrenar su condición física, lo cierto era que tenía una que otra idea para mejorar su poder de dragón. No era nada concreto, pero al menos tenía una pauta por dónde empezar. Quitando eso, el sargento intentaría desarrollar el Bushoshoku Haki por cualquier medio posible. Luego de verlo en acción en la academia, supo de inmediato que debía tener ese poder en sus manos. De por sí, su propia fuerza y resistencia era superior al de una persona normal, por lo que podría obtener resultados devastadores si lo combinaba con aquella armadura.
– Bueno, con mis objetos de entrenamiento esto será más desafiante – pensó con una pequeña sonrisa en su rostro.
Le pidió prestado a Rick las pulseras de Kairoseki y las de resistencia. Lo primero era para bloquear sus poderes de la fruta y, por ende, que su propia fuerza y resistencia sea casi la de un humano normal. Lo otro… era algo un poco más complicado. Según Rick, estas eran mucho mejores que las pesas normales. El joven no tenía idea sobre lo que quiso decir, pero intuyó que el mismo lo probaría cuando lo activara durante el entrenamiento.
– No tenías porqué gritar – le dijo con indiferencia al pelirrojo una vez que bajó del barco. Honestamente, no sentía ganas para pelear verbalmente con la estúpida serpiente. – Mira, Slicerin. Tú me odias y yo te odio, pero de momento intentemos terminar con todo esto lo más rápido posible; es lo mejor para los dos – terminó de decir de forma aburrida mientras emprendía rumbo a la posada.
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La mirada de Venom se puso más seria de lo normal cuando aquel maldito dragón bajó hasta su posición. Tenía algo de sudor y eso solo podía significar que ya había empezado a entrenar sin permiso. No era algo que tuviese que pedir, pero lo justo era que empezaran juntos. El cabellos del pelirrojo se meció con el viento de forma impresionante y pese a eso, sus dorados ojos continuaron fijos en su adversario. El puño derecho de la serpiente se apretó de forma impresionante hasta el punto de hacerse daño. Tenía ganas de golpearle por el mero hecho de existir. Maldijo el día en que tuvo que luchar contra él en la arena de combate. Algo le decía que algún superior habría espiado sus formas de llevarse y por ellos les hacían aquellas putadas. De todas formas, el pelirrojo podría controlarse lo suficiente como para no pisarle la cabeza de nuevo.
- De modo que… ¿Me odias? Es curioso, pero yo a ti no. – Dijo entonces con un tono frío como el hielo.
Venom era alguien que si odiaba, mataba. No tenía un odio enorme por el dragón, pero si le tenía algo de tirria y manía. La cosa era muy distinta y su padre le enseñó bien la diferencia antes de morir. El pelirrojo entonces mostró una sonrisa ladeada entonces y después le dio la espalda al otro sargento. Le hizo una señal con el dedo para que le siguiera y lo siguiente que hizo fue empezar a caminar hacia las coordenadas que le habían asignado sus jefes. La taberna no debía estar muy lejos. Tras unos minutos andando llegaron y lo primero que hizo el luchador fue mirar a su supuesto compañero con una expresión de superioridad increíble. A continuación le habló en un tono serio.
- Hay que compartir habitación, quédate la cama, no necesito esa basura. – Dijo mientras abría la puerta.
El tabernero se quedó mirándoles fijamente y le levantó el pulgar a Venom, indicándoles que ya sabía sobretodo. La serpiente quedó impresionada ante aquello, pero tampoco le dio mucha importancia. El tipo entonces, el cual era algo gordo y sin pelo, les tiró una llave. El sargento la tomó al vuelo y miró que el número que correspondía era el cuarenta. Una vez llegaron a la habitación, el luchador abrió y pudo ver un cuarto enorme. Había una cama enorme, pero ni de coña pensaba estar allí con ese capullo. Dejó su mochila a un lado y lo siguiente que hizo fue lanzarles las llaves al joven peliplateado a la cabeza. Si no las cogía le haría un buen chichón. Entonces el pelirrojo se quedó mirando al chico de forma bastante seria.
- Keith, me voy al bosque a empezar. Nos veremos esta noche, en cuanto coma me iré a otro sitio a pasar la noche. De esa forma estaremos mejor.
Sorprendentemente le había llamado por su nombre. Lo siguiente que hizo fue saltar por la ventana de forma calmada. A continuación empezó a caminar con ambas manos en los bolsillos hacia el bosque que había dicho. Tenía en mente cual iba a ser su propio entrenamiento y no quería que nadie le molestase de ninguna forma. Además, tenía cosas que pensar en solitario y lo último que quería era al pesado del gato molestándole. Escupió a un lado y cerró los ojos mientras avanzaba.
- De modo que… ¿Me odias? Es curioso, pero yo a ti no. – Dijo entonces con un tono frío como el hielo.
Venom era alguien que si odiaba, mataba. No tenía un odio enorme por el dragón, pero si le tenía algo de tirria y manía. La cosa era muy distinta y su padre le enseñó bien la diferencia antes de morir. El pelirrojo entonces mostró una sonrisa ladeada entonces y después le dio la espalda al otro sargento. Le hizo una señal con el dedo para que le siguiera y lo siguiente que hizo fue empezar a caminar hacia las coordenadas que le habían asignado sus jefes. La taberna no debía estar muy lejos. Tras unos minutos andando llegaron y lo primero que hizo el luchador fue mirar a su supuesto compañero con una expresión de superioridad increíble. A continuación le habló en un tono serio.
- Hay que compartir habitación, quédate la cama, no necesito esa basura. – Dijo mientras abría la puerta.
El tabernero se quedó mirándoles fijamente y le levantó el pulgar a Venom, indicándoles que ya sabía sobretodo. La serpiente quedó impresionada ante aquello, pero tampoco le dio mucha importancia. El tipo entonces, el cual era algo gordo y sin pelo, les tiró una llave. El sargento la tomó al vuelo y miró que el número que correspondía era el cuarenta. Una vez llegaron a la habitación, el luchador abrió y pudo ver un cuarto enorme. Había una cama enorme, pero ni de coña pensaba estar allí con ese capullo. Dejó su mochila a un lado y lo siguiente que hizo fue lanzarles las llaves al joven peliplateado a la cabeza. Si no las cogía le haría un buen chichón. Entonces el pelirrojo se quedó mirando al chico de forma bastante seria.
- Keith, me voy al bosque a empezar. Nos veremos esta noche, en cuanto coma me iré a otro sitio a pasar la noche. De esa forma estaremos mejor.
Sorprendentemente le había llamado por su nombre. Lo siguiente que hizo fue saltar por la ventana de forma calmada. A continuación empezó a caminar con ambas manos en los bolsillos hacia el bosque que había dicho. Tenía en mente cual iba a ser su propio entrenamiento y no quería que nadie le molestase de ninguna forma. Además, tenía cosas que pensar en solitario y lo último que quería era al pesado del gato molestándole. Escupió a un lado y cerró los ojos mientras avanzaba.
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El joven sargento levantó una ceja al escuchar como el pelirrojo le llamaba por su nombre, pero no dijo nada. Quizás se pasó un poco con lo que dijo anteriormente. ¿Sentía en verdad odio hacia la serpiente? La verdad… era que no. Ese sentimiento estaba destinado solo para personas como el bastardo que tenía como padre. Simplemente, el pelirrojo le irritaba y nada más. Keith suspiró pesadamente y vio que Slicerin se iba al bosque a entrenar. Al parecer, cada uno iría por su lado. Eso estaba bien; no quería que la serpiente viera lo que iba a entrenar. Quería guardarse sus mejores cartas hasta último momento, después de todo. Ahora… ¿Dónde debería ir? El bosque quedaba descartado, viendo que el pelirrojo iba a entrenar allí.
– Ah, lo tengo – pensó el joven mientras una sonrisa se formaba en su rostro.
Mientras navegaban cerca de la isla, el sargento observó una montaña a la distancia. Era muy pequeña en comparación con otras que había visto, pero serviría para su entrenamiento. A más altura, más complicado era entrenar debido al oxígeno y viento. Echó todo lo necesario a su mochila y salió del hostal donde se hospedaba. No tardó mucho en llegar a las afueras de la ciudad y, al llegar al pie de la montaña, entró en su forma híbrida. No podía volar bien en aquel estado, pero viendo que el monte no era tan grande, debería lograrlo sin mayores complicaciones. Al cabo de unos minutos, pudo llegar a la cima.
– Perfecto – pensó mientras una sonrisa se formaba en su rostro.
La cumbre era lo bastante amplia para poder entrenar sin contenerse. De lo único que debería preocuparse, sería de manejar bien los tiempos para no cansarse. El sargento dejó su mochila a un lado y sacó las pulseras de Kairoseki refinado. Había decidido no usar las otras de momento, ya que su superior le dijo que no las utilizara hasta que su estado físico fuera muy superior a la media.
– Bueno, supongo que estas es una despedida hasta que te saques esas cosas – dijo tranquilamente el dragón, sabiendo muy bien el efecto que tenía ese material en los usuarios como Keith o la serpiente.
El joven cerró sus ojos y pulsó el botón de los objetos. Instantáneamente, estas se adhirieron a sus muñecas y sintió como sus poderes le abandonaban. Ahora mismo, su estado físico era un poco superior a la media. Hacía tiempo que no se sentía como un humano normal y eso, en parte, le alegraba un poco. Le hacía recordar que aún conservaba su humanidad, pese a todo lo sucedido.
– Bueno, empecemos – el joven abrió de golpe sus ojos y se puso manos a la obra.
Según su mentor, el haki tenía que ver con la voluntad del individuo. En el caso del Busoshoku, la intención de la persona debía formar, en un principio, una especie de armadura invisible alrededor del usuario. Debido a la naturaleza de ese Haki en específico, era necesario entrenar tanto su cuerpo como mente. Siguiendo esa pauta, pensó en una rutina de entrenamiento inicial. Puesto que debería acostumbrarse primero a las condiciones de la montaña, lo normal sería hacer algunos ejercicios leves durante el primer día para ver hasta dónde podía llegar. Con eso en mente, el sargento hizo unos trabajos para calentar su cuerpo y empezó a trotar alrededor de la cima.
En un principio, no notaba la diferencia de entrenar en tierra y en un lugar elevado. Conforme pasaba al tiempo, su cuerpo empezó a cansarse más rápido de lo común. Luego de la quinta vuelta, el joven cayó de rodillas y empezó a jadear.
– No pensé que la escasez de oxígeno influiría tanto – pensó el joven, sintiéndose algo atónito por la monumental diferencia.
Al cabo de unos minutos, el marine logró controlar su respiración y se colocó de pie. Cinco vueltas eran su límite por el momento, pero ya lograría aumentar su ritmo a medida que pasase el tiempo. De momento, dejaría ese tema aparte y se concentraría en otra cosa.
Un agotado joven intentaba llegar como pudiese a la posada. El primer día fue completamente duro. Luego de hacer esas vueltas, el sargento inició un trabajo de sombras para mejorar la coordinación de sus ataques y defensas. Como lo esperaba en un principio, tampoco pudo aguantar el ritmo debido a la falta de oxígeno. No pasó ni una hora y ya se encontraba completamente agotado. Viendo que no podría seguir entrenando en el ámbito físico por el momento, a no ser que quisiera morir de agotamiento, empezó a meditar para mejorar su condición mental. Ambas partes debían estar coordinaras para aprender Haki, después de todo. Así estuvo durante algunas horas, luego volvió a su entrenamiento de acondicionamiento físico por el resto de la tarde. Pese a la desventaja que tenía entrenar en condiciones como esas, sabía muy bien que los resultados serían satisfactorios. Si no tuviera sus poderes bloqueados, probablemente no sentiría los efectos secundarios debido a la inmunidad del dragón plateado a este tipo de climas
– Me pregunto… ¿Cómo le habrá ido a Venom? – pensó el joven dragón mientras entraba a su habitación, sin darse cuenta que se refirió a la serpiente por su nombre.
– Ah, lo tengo – pensó el joven mientras una sonrisa se formaba en su rostro.
Mientras navegaban cerca de la isla, el sargento observó una montaña a la distancia. Era muy pequeña en comparación con otras que había visto, pero serviría para su entrenamiento. A más altura, más complicado era entrenar debido al oxígeno y viento. Echó todo lo necesario a su mochila y salió del hostal donde se hospedaba. No tardó mucho en llegar a las afueras de la ciudad y, al llegar al pie de la montaña, entró en su forma híbrida. No podía volar bien en aquel estado, pero viendo que el monte no era tan grande, debería lograrlo sin mayores complicaciones. Al cabo de unos minutos, pudo llegar a la cima.
– Perfecto – pensó mientras una sonrisa se formaba en su rostro.
La cumbre era lo bastante amplia para poder entrenar sin contenerse. De lo único que debería preocuparse, sería de manejar bien los tiempos para no cansarse. El sargento dejó su mochila a un lado y sacó las pulseras de Kairoseki refinado. Había decidido no usar las otras de momento, ya que su superior le dijo que no las utilizara hasta que su estado físico fuera muy superior a la media.
– Bueno, supongo que estas es una despedida hasta que te saques esas cosas – dijo tranquilamente el dragón, sabiendo muy bien el efecto que tenía ese material en los usuarios como Keith o la serpiente.
El joven cerró sus ojos y pulsó el botón de los objetos. Instantáneamente, estas se adhirieron a sus muñecas y sintió como sus poderes le abandonaban. Ahora mismo, su estado físico era un poco superior a la media. Hacía tiempo que no se sentía como un humano normal y eso, en parte, le alegraba un poco. Le hacía recordar que aún conservaba su humanidad, pese a todo lo sucedido.
– Bueno, empecemos – el joven abrió de golpe sus ojos y se puso manos a la obra.
Según su mentor, el haki tenía que ver con la voluntad del individuo. En el caso del Busoshoku, la intención de la persona debía formar, en un principio, una especie de armadura invisible alrededor del usuario. Debido a la naturaleza de ese Haki en específico, era necesario entrenar tanto su cuerpo como mente. Siguiendo esa pauta, pensó en una rutina de entrenamiento inicial. Puesto que debería acostumbrarse primero a las condiciones de la montaña, lo normal sería hacer algunos ejercicios leves durante el primer día para ver hasta dónde podía llegar. Con eso en mente, el sargento hizo unos trabajos para calentar su cuerpo y empezó a trotar alrededor de la cima.
En un principio, no notaba la diferencia de entrenar en tierra y en un lugar elevado. Conforme pasaba al tiempo, su cuerpo empezó a cansarse más rápido de lo común. Luego de la quinta vuelta, el joven cayó de rodillas y empezó a jadear.
– No pensé que la escasez de oxígeno influiría tanto – pensó el joven, sintiéndose algo atónito por la monumental diferencia.
Al cabo de unos minutos, el marine logró controlar su respiración y se colocó de pie. Cinco vueltas eran su límite por el momento, pero ya lograría aumentar su ritmo a medida que pasase el tiempo. De momento, dejaría ese tema aparte y se concentraría en otra cosa.
Varias horas más tarde
Un agotado joven intentaba llegar como pudiese a la posada. El primer día fue completamente duro. Luego de hacer esas vueltas, el sargento inició un trabajo de sombras para mejorar la coordinación de sus ataques y defensas. Como lo esperaba en un principio, tampoco pudo aguantar el ritmo debido a la falta de oxígeno. No pasó ni una hora y ya se encontraba completamente agotado. Viendo que no podría seguir entrenando en el ámbito físico por el momento, a no ser que quisiera morir de agotamiento, empezó a meditar para mejorar su condición mental. Ambas partes debían estar coordinaras para aprender Haki, después de todo. Así estuvo durante algunas horas, luego volvió a su entrenamiento de acondicionamiento físico por el resto de la tarde. Pese a la desventaja que tenía entrenar en condiciones como esas, sabía muy bien que los resultados serían satisfactorios. Si no tuviera sus poderes bloqueados, probablemente no sentiría los efectos secundarios debido a la inmunidad del dragón plateado a este tipo de climas
– Me pregunto… ¿Cómo le habrá ido a Venom? – pensó el joven dragón mientras entraba a su habitación, sin darse cuenta que se refirió a la serpiente por su nombre.
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El sudor caía por el cuerpo de Venom, el cual llevaba un buen rato entrenando en aquel bosque. No llevaba la camiseta puesta, dejando ver una zona abdominal trabajada y unos pectorales más o menos considerables. Parecía estar bastante agotado, pero lo siguiente que hizo fue soltar un enorme rugido al mismo tiempo que colocaba su mano izquierda sobre su brazo. Empezó a realizar una especie de aura rojiza al mismo tiempo que apretaba los puños. Su carne empezó a echar algo de vapor y además de eso parecía dolerle un poco, pues gruñía por lo bajo tratando de controlar aquel poder ¿Qué trataba de hacer? Venom estaba tratando de realizar una técnica especial de su fruta. Deseaba poder convertir su propio brazo en el de un demonio y de esa forma hacerlo más fuerte. La cosa se estaba complicando bastante, pues incluso estaba sangrando por aquella extremidad.
Quitando eso, también había estado realizando ejercicios de fuerza como flexiones, dominadas en las ramas de los árboles e incluso levantamiento de troncos. Gracias a su mala leche, podría ejercer una fuerza considerable, pero no mantenerla mucho tiempo. Lo hacía todo en su forma humana para desarrollar mucho más su poder.
Dejó de pensar en el entrenamiento que había tenido que soportar y volvió a colocar la mano sobre su brazo, tratando de convertirlo en un demonio. Usaba el mismo principio que cuando invocaba a sus pequeños perros demoníacos, pero no parecía surgir efecto. El dolor era considerable y no entendía la razón de ello. Escupió a un lado tratando de contener sus ganas de gritar y entonces empleó un poco más de energía. De repente, de la palma de su mano, salió una especie de pincho negro afilado, pero en menos de dos segundos desapareció. Venom cayó al suelo soltando un enorme jadeo y lo próximo que hizo fue toser de forma violenta. No pensaba que sus habilidades de invocador fueran a fastidiarle tanto con aquel método de entrenamiento que tenía pensado.
- Esto no ha terminado…
Dijo en un tono siniestro al mismo tiempo que se sentaba en un tronco y volvía a colocar su mano sobre el brazo derecho. Era un ejercicio sencillo y mental más que físico, pues para ejercicio ya estaba su rutina. Trataba de visualizar su brazo convirtiéndose en los demonios que invocaba y aunque parecía complicado, quería lograrlo. Frunció el ceño ante la impotencia y después de unos momentos empezó a aumentar su energía mientras rugía un poco. No pensaba darse por vencido. La serpiente no iba a rendirse de ninguna manera. Encima le venían a la mente las palabras del dragón. Si ese tipo le odiaba, haría que estuviera siempre por debajo de él para joderle un poco. Su habilidad estaba pensada para generar calor y de esa forma fastidiar un poco a la lagartija, pero le quedaba algo de entrenamiento, por no decir bastante. Chasqueó la lengua y después se colocó en pie, dispuesto a descansar el brazo y ponerse a correr un poco por aquel bosque.
Tras unas horas…
Venom jadeaba agotado mientras subía por las escaleras a la habitación. No tenía ganas de comer ni siquiera y por ello quería dormir. Se había reventado de lo lindo y eso se notaba en la cantidad de suciedad y heridas que tenía. Su brazo derecho estaba un poco enrojecido y sus ojos estaban entrecerrados. En cuanto abrió la puerta de su habitación pudo ver al joven del cabello plateado. Sin decirle nada simplemente caminó hasta una esquina y después de unos momentos se tumbó en el suelo, jadeando bastante y empezando a sentirse mejor. Estaba hecho mierda sin duda alguna y ya se hartaría de desayunar por la mañana en aquel sitio.
- Maldita rutina…
Dijo mirando al techo, para después cerrar los ojos despacio y sentirse mejor. No iba a ponerse a discutir con el gato en su estado y lo único que le importaba era poder descansar lo máximo posible. Escupió a un lado de la habitación, dando en la alfombra y pisándolo después para no manchar. Algo de humo continuaba saliendo de su brazo, pero eso por el momento era una buena señal, de hecho, manaba un poco de calor, pero casi nada. Lo siguiente que hizo fue empezar a roncar despacio mientras su boca quedaba abierta totalmente.
Quitando eso, también había estado realizando ejercicios de fuerza como flexiones, dominadas en las ramas de los árboles e incluso levantamiento de troncos. Gracias a su mala leche, podría ejercer una fuerza considerable, pero no mantenerla mucho tiempo. Lo hacía todo en su forma humana para desarrollar mucho más su poder.
Dejó de pensar en el entrenamiento que había tenido que soportar y volvió a colocar la mano sobre su brazo, tratando de convertirlo en un demonio. Usaba el mismo principio que cuando invocaba a sus pequeños perros demoníacos, pero no parecía surgir efecto. El dolor era considerable y no entendía la razón de ello. Escupió a un lado tratando de contener sus ganas de gritar y entonces empleó un poco más de energía. De repente, de la palma de su mano, salió una especie de pincho negro afilado, pero en menos de dos segundos desapareció. Venom cayó al suelo soltando un enorme jadeo y lo próximo que hizo fue toser de forma violenta. No pensaba que sus habilidades de invocador fueran a fastidiarle tanto con aquel método de entrenamiento que tenía pensado.
- Esto no ha terminado…
Dijo en un tono siniestro al mismo tiempo que se sentaba en un tronco y volvía a colocar su mano sobre el brazo derecho. Era un ejercicio sencillo y mental más que físico, pues para ejercicio ya estaba su rutina. Trataba de visualizar su brazo convirtiéndose en los demonios que invocaba y aunque parecía complicado, quería lograrlo. Frunció el ceño ante la impotencia y después de unos momentos empezó a aumentar su energía mientras rugía un poco. No pensaba darse por vencido. La serpiente no iba a rendirse de ninguna manera. Encima le venían a la mente las palabras del dragón. Si ese tipo le odiaba, haría que estuviera siempre por debajo de él para joderle un poco. Su habilidad estaba pensada para generar calor y de esa forma fastidiar un poco a la lagartija, pero le quedaba algo de entrenamiento, por no decir bastante. Chasqueó la lengua y después se colocó en pie, dispuesto a descansar el brazo y ponerse a correr un poco por aquel bosque.
Tras unas horas…
Venom jadeaba agotado mientras subía por las escaleras a la habitación. No tenía ganas de comer ni siquiera y por ello quería dormir. Se había reventado de lo lindo y eso se notaba en la cantidad de suciedad y heridas que tenía. Su brazo derecho estaba un poco enrojecido y sus ojos estaban entrecerrados. En cuanto abrió la puerta de su habitación pudo ver al joven del cabello plateado. Sin decirle nada simplemente caminó hasta una esquina y después de unos momentos se tumbó en el suelo, jadeando bastante y empezando a sentirse mejor. Estaba hecho mierda sin duda alguna y ya se hartaría de desayunar por la mañana en aquel sitio.
- Maldita rutina…
Dijo mirando al techo, para después cerrar los ojos despacio y sentirse mejor. No iba a ponerse a discutir con el gato en su estado y lo único que le importaba era poder descansar lo máximo posible. Escupió a un lado de la habitación, dando en la alfombra y pisándolo después para no manchar. Algo de humo continuaba saliendo de su brazo, pero eso por el momento era una buena señal, de hecho, manaba un poco de calor, pero casi nada. Lo siguiente que hizo fue empezar a roncar despacio mientras su boca quedaba abierta totalmente.
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Precisión
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El joven abrió lentamente sus ojos mientras soltaba un quejido. La noche anterior llegó muy cansado luego del primer día de entrenamiento. Fue cosa de entrar la habitación, poner su cabeza en la almohada y quedar inconsciente. No tuvo chance alguna para resistirse a los brazos de Morfeo, y tampoco pudo comer para reponer energías. Keith suspiró pesadamente y se levantó como pudo de la cama. El dragón no era una persona mañanera. Eso y sumando al hecho que sentía una dolencia en todo el cuerpo debido a la rutina, era de esperarse que esta fuera una de las peores mañanas que el sargento había experimentado en su vida. Nada se podía hacer, puesto que todos los días iba a entrenar y a sufrir lo mismo. Solo quedaba acostumbrarse a todo eso y ya. Los resultados vendrían por si solo al cabo de algunas semanas. El joven chasqueó su lengua y se dio una ducha rápida. Se puso su ropa limpia en el baño y salió de la habitación. Lo primero que haría, sería comer para reponer toda la energía perdida del día anterior.
– Vamos allá – pensó mientras suspiraba.
Movió su cuello para relajar un poco la tensión y empezó a caminar por los pasillos. Al cabo de unos minutos, consiguió llegar a la cafetería del hostal. Sus ojos se iluminaron al ver toda la comida que había preparada. Por lo que pudo ver, parecía que el servicio era del tipo buffet. Eso significaba que tendría que tomar un plato y comer todo lo que le apeteciera. El joven sargento se relamió despacio y se puso manos a la obra. Tomó la bandeja más cercana y empezó a buscar por el lugar. Al terminar su recorrido, la fuente estaba llena de distintos alimentos. Yogurt, huevos revueltos, tostadas, jamón, queso, panqueques, tartas y una botella de jugo de naranja.
– Delicioso – pensó mientras se relamía.
Una vez que encontró una mesa donde poder sentarse, empezó con su “masacre”. Normalmente comería más lento, pero no estaba para cosas como eso luego de tantas horas sin ingerir algo. Al cabo de unos pocos minutos, terminó con todo lo que consiguió, ignorando las miradas de las personas que se encontraban en el comedor. Se rascó la cabeza un poco y se bebió la mitad del jugo de naranja de una. Viendo que su inmunidad estaba bloqueada de momento, pudo sentir el frío de aquel delicioso líquido.
– Bueno… ¿Y ahora qué hago? –
El joven sargento miró la hora y suspiró. Aún era demasiado temprano como para poner rumbo a la montaña. Además, aún tenía que reponer fuerzas y buscar cosas para llevarse a la cima. No iba a cometer el mismo error del día de ayer, por lo que se aseguraría de llevar agua y comida hacia allí para que su cuerpo no se cansara tan rápido.
– Vamos allá – pensó mientras suspiraba.
Movió su cuello para relajar un poco la tensión y empezó a caminar por los pasillos. Al cabo de unos minutos, consiguió llegar a la cafetería del hostal. Sus ojos se iluminaron al ver toda la comida que había preparada. Por lo que pudo ver, parecía que el servicio era del tipo buffet. Eso significaba que tendría que tomar un plato y comer todo lo que le apeteciera. El joven sargento se relamió despacio y se puso manos a la obra. Tomó la bandeja más cercana y empezó a buscar por el lugar. Al terminar su recorrido, la fuente estaba llena de distintos alimentos. Yogurt, huevos revueltos, tostadas, jamón, queso, panqueques, tartas y una botella de jugo de naranja.
– Delicioso – pensó mientras se relamía.
Una vez que encontró una mesa donde poder sentarse, empezó con su “masacre”. Normalmente comería más lento, pero no estaba para cosas como eso luego de tantas horas sin ingerir algo. Al cabo de unos pocos minutos, terminó con todo lo que consiguió, ignorando las miradas de las personas que se encontraban en el comedor. Se rascó la cabeza un poco y se bebió la mitad del jugo de naranja de una. Viendo que su inmunidad estaba bloqueada de momento, pudo sentir el frío de aquel delicioso líquido.
– Bueno… ¿Y ahora qué hago? –
El joven sargento miró la hora y suspiró. Aún era demasiado temprano como para poner rumbo a la montaña. Además, aún tenía que reponer fuerzas y buscar cosas para llevarse a la cima. No iba a cometer el mismo error del día de ayer, por lo que se aseguraría de llevar agua y comida hacia allí para que su cuerpo no se cansara tan rápido.
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Los ojos de la serpiente se abrieron lentamente, observando que a su alrededor no había nadie. Al parecer, el otro sargento se había largado ya y eso le hizo mostrar una expresión de indiferencia. A continuación se colocó en pie con algo de pereza y soltó un increíble bostezo. Debía admitir que estaba bastante cansado debido al entrenamiento del día anterior, pero no pensaba rendirse y para ello iba a tener que ignorar el dolor de las agujetas. Se estiró un poco y después de unos momentos se cambió de ropa, pues en su mochila tenía algunos repuestos. Se puso una camiseta azul de manga larga y un pantalón largo del mismo tono. La serpiente roja entonces decidió bajar a comer algo antes de irse a entrenar. Era bueno que su cuerpo tuviese proteínas que quemar y algunos hidratos de carbono le vendrían genial.
Mientras bajaba las escaleras, el adormilado luchador tropezó con uno de los escalones y entonces soltó un enorme grito. El sargento rodó de forma un poco violenta por aquellas cabronas de madera y después de todo quedó tirado bocarriba en la cafetería, delante de todo el mundo. Le dolía bastante, pero la zona de la cabeza parecía no haber sufrido daños. Cuando se colocó en pie, la mitad de su cara tenía un color negro metálico y también parte de su mano. El luchador se quedó mirando un poco confuso aquel cambio y entonces se dio unos toquecitos en la palma, notando que estaba dura. Entonces abrió los ojos como platos. El famoso haki armadura del que había oído hablar se había hecho presente en su cuerpo por una estúpida caída, y más delante del dragón.
- ¿Esto es en serio? Yo no planeaba esto…
Dijo algo impresionado, pero soltando una pequeña carcajada después. Entonces aquel tono desapareció de su piel y lo siguiente que hizo fue mirar de forma algo engreída al chico. Se acercó despacio a una de las bandejas y lo primero que se echó fue una enorme cantidad de arroz. También añadió trozos de carne, zumo de piña y algunas tostadas de tomate. La serpiente se sentó frente a Keith y sin decir nada se llevó un poco de arroz a la boca. Lo masticó delante de sus ojos como si estuviese muy calmado y después lo tragó. Lo siguiente que hizo fue mirar con una sonrisa siniestra al marine y después hablarle en un tono calmado.
- Incluso el propio haki viene a mí sin yo desearlo. No puedo hacerle el feo, de modo que trataré de controlarlo cuando termine con lo que planeo.
Dijo para después beber un poco de aquel zumo de piña. Estaba un poco ácido, pero para su gusto era más que suficiente. Lo siguiente que hizo fue peinarse con la mano derecha y después mostrar una expresión siniestra. Era como si ese día estuviese más feliz de la cuenta y todo por una caída. Debía superar de cualquier forma al dragón plateado y no iba a ser nada bondadoso con él. Su propio cuerpo iba a ser forzado de forma exagerada para conseguir resultados lo antes posible. La serpiente roja esperó respuesta mientras masticaba aquellos granos de arroz con toda la calma del mundo.
- Esta comida está deliciosa. – Terminó de decir mientras ponía una expresión un poco más de pasota.
Mientras bajaba las escaleras, el adormilado luchador tropezó con uno de los escalones y entonces soltó un enorme grito. El sargento rodó de forma un poco violenta por aquellas cabronas de madera y después de todo quedó tirado bocarriba en la cafetería, delante de todo el mundo. Le dolía bastante, pero la zona de la cabeza parecía no haber sufrido daños. Cuando se colocó en pie, la mitad de su cara tenía un color negro metálico y también parte de su mano. El luchador se quedó mirando un poco confuso aquel cambio y entonces se dio unos toquecitos en la palma, notando que estaba dura. Entonces abrió los ojos como platos. El famoso haki armadura del que había oído hablar se había hecho presente en su cuerpo por una estúpida caída, y más delante del dragón.
- ¿Esto es en serio? Yo no planeaba esto…
Dijo algo impresionado, pero soltando una pequeña carcajada después. Entonces aquel tono desapareció de su piel y lo siguiente que hizo fue mirar de forma algo engreída al chico. Se acercó despacio a una de las bandejas y lo primero que se echó fue una enorme cantidad de arroz. También añadió trozos de carne, zumo de piña y algunas tostadas de tomate. La serpiente se sentó frente a Keith y sin decir nada se llevó un poco de arroz a la boca. Lo masticó delante de sus ojos como si estuviese muy calmado y después lo tragó. Lo siguiente que hizo fue mirar con una sonrisa siniestra al marine y después hablarle en un tono calmado.
- Incluso el propio haki viene a mí sin yo desearlo. No puedo hacerle el feo, de modo que trataré de controlarlo cuando termine con lo que planeo.
Dijo para después beber un poco de aquel zumo de piña. Estaba un poco ácido, pero para su gusto era más que suficiente. Lo siguiente que hizo fue peinarse con la mano derecha y después mostrar una expresión siniestra. Era como si ese día estuviese más feliz de la cuenta y todo por una caída. Debía superar de cualquier forma al dragón plateado y no iba a ser nada bondadoso con él. Su propio cuerpo iba a ser forzado de forma exagerada para conseguir resultados lo antes posible. La serpiente roja esperó respuesta mientras masticaba aquellos granos de arroz con toda la calma del mundo.
- Esta comida está deliciosa. – Terminó de decir mientras ponía una expresión un poco más de pasota.
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El joven parpadeó al ver ese bizarro espectáculo. Tomaba tranquilamente de su jugo de naranja cuando, en eso, la serpiente hizo su aparición de la forma más bochornosa posible. ¿Qué mierda había sucedido? La mente prodigiosa del sargento estaba intentando buscar explicación a eso, llegando a solo una conjetura. El estúpido debió haber estado tan adormilado, que no se dio cuenta por donde pisaba y terminó cayendo por aquellas escaleras de madera. Se hubiera reído, sino hubiera sido por dos sencillas razones. La primera fue porque aún tenía jugo en su boca, por lo que lo hubiese escupido si hacía eso. Lo otro… fue porque notó algo en la cara de la serpiente que hizo que el marine se quedara algo atónito. ¿Enserio la jodida serpiente tuvo tanta suerte? Despertar el haki armadura de esa forma hubiera sido chistoso si tratara de otra persona, pero era Venom para disgusto del dragón.
– Apuesto todo lo que tengo a que ahora se va jactar – pensó mientras rodaba sus ojos.
En efecto, la jodida serpiente hizo de las suyas al sentarse delante del sargento. ¿Enserio debía sentarse en la misma mesa que él? Bufó por lo bajo mientras escuchaba sus palabras. Se negaba a creer que el pelirrojo tuviera más voluntad que él, simplemente era inaceptable. No, no se iba a quedar atrás. Al diablo con las preocupaciones, iba a exigir más su cuerpo de ahora en adelante. No se iba a quedar atrás simplemente porque desistía cada vez que se sintiera cansado. Lo primero que haría, sería despertar ese maldito haki de una vez por todas. Para eso tendría que inventarse alguna situación donde se diera, pero ya se le ocurriría algo. Tenía varias semanas por delante, así que daba igual. Levantó su mano, dejando a la vista sus pulseras. Primero debería acondicionar su propio físico, luego retiraría esas cosas de las muñecas cuando tuviera los resultados esperados.
– Te felicito, Venom – le dijo en un tono seco mientras mantenía su rostro inexpresivo.
En alguna otra ocasión, probablemente hubiera respondido a esa provocación indirecta. Ayer pasó varias horas meditando, por lo que pudo calmar su mente a tiempo. Simplemente suspiró y se acomodó en la silla, al tiempo que pensaba en lo que haría ahora. Obviamente no iba a tener resultados de un día para otro, por lo que solo quedaba repetir su rutina habitual, por muy jodido que fuese.
– Ya se dará una situación donde pueda despertarlo – dijo con algo de aburrimiento.
Keith suspiró de forma pesada y vio la hora. Parpadeó al darse cuenta que el tiempo había pasado más rápido de lo previsto. Tan solo quedaba menos de una hora para emprender rumbo a esa pequeña montaña. El sargento bostezó y se puso de pie, al tiempo que estiraba sus brazos un poco para hacer que la sangre corriese por estos.
– Iré a comprar unas cosas, no quiero se vuelva a repetir lo mismo de ayer – le dijo en un tono tranquilo. Esperaría para ver si la serpiente respondía y luego iría hacia el sector comercial para abastecerse.
– Apuesto todo lo que tengo a que ahora se va jactar – pensó mientras rodaba sus ojos.
En efecto, la jodida serpiente hizo de las suyas al sentarse delante del sargento. ¿Enserio debía sentarse en la misma mesa que él? Bufó por lo bajo mientras escuchaba sus palabras. Se negaba a creer que el pelirrojo tuviera más voluntad que él, simplemente era inaceptable. No, no se iba a quedar atrás. Al diablo con las preocupaciones, iba a exigir más su cuerpo de ahora en adelante. No se iba a quedar atrás simplemente porque desistía cada vez que se sintiera cansado. Lo primero que haría, sería despertar ese maldito haki de una vez por todas. Para eso tendría que inventarse alguna situación donde se diera, pero ya se le ocurriría algo. Tenía varias semanas por delante, así que daba igual. Levantó su mano, dejando a la vista sus pulseras. Primero debería acondicionar su propio físico, luego retiraría esas cosas de las muñecas cuando tuviera los resultados esperados.
– Te felicito, Venom – le dijo en un tono seco mientras mantenía su rostro inexpresivo.
En alguna otra ocasión, probablemente hubiera respondido a esa provocación indirecta. Ayer pasó varias horas meditando, por lo que pudo calmar su mente a tiempo. Simplemente suspiró y se acomodó en la silla, al tiempo que pensaba en lo que haría ahora. Obviamente no iba a tener resultados de un día para otro, por lo que solo quedaba repetir su rutina habitual, por muy jodido que fuese.
– Ya se dará una situación donde pueda despertarlo – dijo con algo de aburrimiento.
Keith suspiró de forma pesada y vio la hora. Parpadeó al darse cuenta que el tiempo había pasado más rápido de lo previsto. Tan solo quedaba menos de una hora para emprender rumbo a esa pequeña montaña. El sargento bostezó y se puso de pie, al tiempo que estiraba sus brazos un poco para hacer que la sangre corriese por estos.
– Iré a comprar unas cosas, no quiero se vuelva a repetir lo mismo de ayer – le dijo en un tono tranquilo. Esperaría para ver si la serpiente respondía y luego iría hacia el sector comercial para abastecerse.
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El chico no había respondido como la serpiente quería, por lo que no fue nada divertido el continuar pavoneándose de haber despertado semejante poder. Continuó comiendo pasando tanto del tema como del chico. Lo siguiente que debía hacer, era encontrar otro método un poco más acertado para seguir mejorando el poder de su técnica, pero le iba a costar muchísimo. El dolor que sentía al realizarla era demasiado jodido y encima le hacía sentirse un poco mal al no mostrar lo que buscaba desde un inicio. Debía de ser un poco listo y tratar de controlar su energía “demoníaca” a la hora de poder hacer algunas cosas. Fue entonces cuando soltó un suspiro y decidió continuar con lo suyo. Sin decir nada más se colocó en pie, ignorando la poca comida que le quedaba. Su oponente quería irse de compras como las mujeres, por lo que era el momento de que él continuase por su cuenta.
No tardó mucho en caminar a la salida mientras observaba un poco a su alrededor y después de unos momentos observó un pequeño barril de cerveza. Aquello le dio una pequeña idea y entonces miró en su bolsillo. El dinero de su sueldo estaba allí y con eso podría hacer algo maravilloso para su entrenamiento. Mostró una sonrisa siniestra y se acercó despacio al dueño. Debía de ser listo por una vez y debía admitir que tenía la solución a sus problemas con quemarse el brazo.
- Me llevo este barril. – Dijo con un tono siniestro mientras dejaba el dinero en la barra. El hombre de la taberna no dudó en sonreír al saber que iba a llenar su caja con algunos billetes. Por supuesto, dejó que el pelirrojo se lo llevara sin oponerse a ello de ninguna forma.
Dos horas después, el luchador ya se hallaba en el bosque con los ojos cerrados. Su brazo izquierdo estaba metido dentro del agua y con la otra mano trataba de convertir aquella extremidad en la de un demonio, intentado formar a sus diablos dentro de él sin reventarlo. La temperatura empezó a aumentar, pero el frescor la anulaba al mismo tiempo y por ello no tuvo mucho que hacer, tan solo controlar dicha energía. Ahora tendría mucho más tiempo y no sería molestado por el dolor o la sensación de estar incómodo por esa gilipollez. Soltó un pequeño suspiro y permaneció en aquella posición. Más tarde haría algo de ejercicio físico para poder entrenar sus habilidades corporales. El poder de su cuerpo debía de ser algo bueno si quería llegar a ser un gran marine.
- Siento que pronto seré mucho más poderoso. – Mencionó al mismo tiempo que abría los ojos despacio y continuaba realizando aquel poder especial.
El cielo ese día parecía estar algo más oscuro de la cuenta y unos feos nubarrones se acercaban a su posición de forma intimidante. Sabía de sobra que iba a llover o algo por el estilo, como una tormenta. Aquello le daba lo mismo y se sentiría mucho mejor luchando bajo la lluvia contra el bosque entero, pues eso planeaba. La serpiente roja sonrió de lado y después de unos momentos aumentó su energía sobre el brazo. Lentamente, aquella extremidad fue emanando algo de humo bajo el agua y además pareció aumentar de grosor.
No tardó mucho en caminar a la salida mientras observaba un poco a su alrededor y después de unos momentos observó un pequeño barril de cerveza. Aquello le dio una pequeña idea y entonces miró en su bolsillo. El dinero de su sueldo estaba allí y con eso podría hacer algo maravilloso para su entrenamiento. Mostró una sonrisa siniestra y se acercó despacio al dueño. Debía de ser listo por una vez y debía admitir que tenía la solución a sus problemas con quemarse el brazo.
- Me llevo este barril. – Dijo con un tono siniestro mientras dejaba el dinero en la barra. El hombre de la taberna no dudó en sonreír al saber que iba a llenar su caja con algunos billetes. Por supuesto, dejó que el pelirrojo se lo llevara sin oponerse a ello de ninguna forma.
Dos horas después, el luchador ya se hallaba en el bosque con los ojos cerrados. Su brazo izquierdo estaba metido dentro del agua y con la otra mano trataba de convertir aquella extremidad en la de un demonio, intentado formar a sus diablos dentro de él sin reventarlo. La temperatura empezó a aumentar, pero el frescor la anulaba al mismo tiempo y por ello no tuvo mucho que hacer, tan solo controlar dicha energía. Ahora tendría mucho más tiempo y no sería molestado por el dolor o la sensación de estar incómodo por esa gilipollez. Soltó un pequeño suspiro y permaneció en aquella posición. Más tarde haría algo de ejercicio físico para poder entrenar sus habilidades corporales. El poder de su cuerpo debía de ser algo bueno si quería llegar a ser un gran marine.
- Siento que pronto seré mucho más poderoso. – Mencionó al mismo tiempo que abría los ojos despacio y continuaba realizando aquel poder especial.
El cielo ese día parecía estar algo más oscuro de la cuenta y unos feos nubarrones se acercaban a su posición de forma intimidante. Sabía de sobra que iba a llover o algo por el estilo, como una tormenta. Aquello le daba lo mismo y se sentiría mucho mejor luchando bajo la lluvia contra el bosque entero, pues eso planeaba. La serpiente roja sonrió de lado y después de unos momentos aumentó su energía sobre el brazo. Lentamente, aquella extremidad fue emanando algo de humo bajo el agua y además pareció aumentar de grosor.
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El joven marine suspiró mientras recorría las calles de la ciudad. Habían pasado varios minutos desde que abandonó la posada. Hasta ahora había podido comprar varias cosas que le serían útiles en su entrenamiento. Varias botellas de agua, toallas y comida enlatada. Lo más básico para sobrevivir en una montaña durante un día completo de entrenamiento. El dragón no quería volver a sufrir un desgaste físico sin que éste tuviera los medios para reponer más energías. Keith suspiró pesadamente y miró hacia donde se encontraba el monte. Sin tener reloj, no tenía idea de la hora que era, pero viendo la posición en la que se encontraba el sol... supuso que era tiempo para volver al entrenamiento. Por muy pesado que fuese, no iba a desistir. El joven de cabellos grisáceos no iba a dejar que esa serpiente le superara. Ya bastante tuvo con la derrota en Marineford, no iba a dejar que algo como eso volviera a ocurrir.
– Bueno, empecemos de una vez. –
Con la mochila cargada, el joven se dispuso a ir a su lugar de entrenamiento, pero hubo algo que le detuvo. Curiosamente observó cómo varias personas cuchicheaban entre ellas mientras leían lo que parecía ser un periódico. Por alguna razón, tenían una expresión de temor en sus rostros. Keith frunció el ceño al notar eso y se dispuso a comprar uno de los papeles. Le pagó al vendedor y se despidió cortésmente de éste. Una vez que se encontraba lo suficientemente alejado, el joven se dispuso a leer lo que decía en la página frontal. Lo que vio hizo que sus cejas se alzaran notablemente. Al parecer, se habían reportado varias desapariciones desde hacía ya un par de días. La gente estaba atemorizada, puesto que no sabían lo que sucedía. Keith frunció el ceño y se llevó una mano al mentón. Podría intentar averiguar lo que sucedía, pero él no estaba aquí por eso. Además, no tenía idea por dónde empezar su búsqueda. El dragón suspiró pesadamente y se dirigió hacia el pequeño monte. De momento mantendría un perfil bajo y seguiría recolectando información los siguientes días. Si conseguía algunas pistas sobre el caso, intentaría solucionarlo. Sino, mala suerte para los habitantes de la isla.
El dragón llego a la montaña y contempló su apariencia. Era pequeña, pero servía para su cometido. De por sí, era un milagro que hubiese encontrado un lugar como ese. La isla estaba formada, en su mayoría, por prados y colinas. El propio monte tenía una peculiaridad que la diferenciaba con las otras que había visto. En vez de ser solo rocas, también estaba constituida por hierbas y flores. Si el sargento no estuviera aquí por el entrenamiento, probablemente hubiese contemplado con más admiración aquella elevación.
Keith suspiró y sacó una cosa de su mochila; se trataba de unas pesas para los brazos y piernas. Normalmente no las usaría luego del primer día, pero esa jodida serpiente hizo que su vena competitiva despertara. No iba a quedarse atrás, incluso si debía llevar su cuerpo más allá de los límites. Además, esos objetos eran más sencillos de usar que esos sellos de resistencia que le dio su superior. No tenía idea de lo que hacían, así que era mejor ir a lo seguro por el momento. Se puso esos objetos y miró determinadamente la cima. Viendo que no podía volar por culpa de las pulseras, tendría que ir caminando… o corriendo, en su caso. Sería difícil, pero eso ayudaría mucho en su entrenamiento.
Al cabo de unas horas, consiguió llegar a la cumbre. Una vez allí, sus piernas cedieron y tuvo que clavar una rodilla en el suelo. Fue una completa tortura subir el monte, pero sabía muy bien cuales sería los resultados. Le demostraría a su padre y a Slicerin que su voluntad era mucho más poderosa que la de ellos.
– Bueno, empecemos de una vez. –
Con la mochila cargada, el joven se dispuso a ir a su lugar de entrenamiento, pero hubo algo que le detuvo. Curiosamente observó cómo varias personas cuchicheaban entre ellas mientras leían lo que parecía ser un periódico. Por alguna razón, tenían una expresión de temor en sus rostros. Keith frunció el ceño al notar eso y se dispuso a comprar uno de los papeles. Le pagó al vendedor y se despidió cortésmente de éste. Una vez que se encontraba lo suficientemente alejado, el joven se dispuso a leer lo que decía en la página frontal. Lo que vio hizo que sus cejas se alzaran notablemente. Al parecer, se habían reportado varias desapariciones desde hacía ya un par de días. La gente estaba atemorizada, puesto que no sabían lo que sucedía. Keith frunció el ceño y se llevó una mano al mentón. Podría intentar averiguar lo que sucedía, pero él no estaba aquí por eso. Además, no tenía idea por dónde empezar su búsqueda. El dragón suspiró pesadamente y se dirigió hacia el pequeño monte. De momento mantendría un perfil bajo y seguiría recolectando información los siguientes días. Si conseguía algunas pistas sobre el caso, intentaría solucionarlo. Sino, mala suerte para los habitantes de la isla.
El dragón llego a la montaña y contempló su apariencia. Era pequeña, pero servía para su cometido. De por sí, era un milagro que hubiese encontrado un lugar como ese. La isla estaba formada, en su mayoría, por prados y colinas. El propio monte tenía una peculiaridad que la diferenciaba con las otras que había visto. En vez de ser solo rocas, también estaba constituida por hierbas y flores. Si el sargento no estuviera aquí por el entrenamiento, probablemente hubiese contemplado con más admiración aquella elevación.
Keith suspiró y sacó una cosa de su mochila; se trataba de unas pesas para los brazos y piernas. Normalmente no las usaría luego del primer día, pero esa jodida serpiente hizo que su vena competitiva despertara. No iba a quedarse atrás, incluso si debía llevar su cuerpo más allá de los límites. Además, esos objetos eran más sencillos de usar que esos sellos de resistencia que le dio su superior. No tenía idea de lo que hacían, así que era mejor ir a lo seguro por el momento. Se puso esos objetos y miró determinadamente la cima. Viendo que no podía volar por culpa de las pulseras, tendría que ir caminando… o corriendo, en su caso. Sería difícil, pero eso ayudaría mucho en su entrenamiento.
Al cabo de unas horas, consiguió llegar a la cumbre. Una vez allí, sus piernas cedieron y tuvo que clavar una rodilla en el suelo. Fue una completa tortura subir el monte, pero sabía muy bien cuales sería los resultados. Le demostraría a su padre y a Slicerin que su voluntad era mucho más poderosa que la de ellos.
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Tras unas horas, Venom se encontraba tremendamente agotado. El sudor bajaba por su frente y parecía estar un poco contento, pues su sonrisa era algo amplia. Algo raro había en él ahora. Su brazo derecho había tomado un grosor mayor, se volvió rojizo y varias púas negras salieron de él. Entonces lanzó un puñetazo contra uno de aquellos árboles. Quebró la corteza con facilidad y además dejó una marca de tizne, como si hubiese emitido calor. Le dolía un poco, pues era tener su extremidad a una temperatura superior, pero parecía acostumbrarse gracias al control de su energía. El método había sido el siguiente: Venom había creado la esencia de los diablillos que invocaba en su propio ser y había mutado su brazo al resultado que podía verse. El poder de su fruta era genial y estaba convencido de que aquello solo era el principio. Mostró una expresión siniestra y después convirtió su extremidad en humana. Ahora debía de continuar con otra cosa, pues el primer paso estaba hecho.
- No puedo creerme que haya funcionado. A continuación me ocuparé de llevar mi cuerpo a unos límites superiores… – Dijo en un tono siniestro.
La serpiente roja había dominado la primera de sus técnicas y lo que seguía ahora era mejorar su forma física. Escupió a un lado y se puso de pie. Estaba bastante cansado y pensó que lo mejor sería descansar un poco en la taberna, pero de camino a ella iría haciendo ejercicio. Quería celebrar el control de su nuevo poder y estaba seguro que una rica hamburguesa con un refresco le vendrían de perlas. Empezó a correr en su forma híbrida, pues pensaba reventarse usando también sus transformaciones para lentamente ir adaptándose mejor a ellas y mejorándolas. El ver a un ser de cuatro metros, con tres cabezas alargadas y corriendo con la lengua fuera debía de ser poco agradable, pero era su forma de hacer las cosas. El pelirrojo además estuvo haciendo dominadas y algunas flexiones pesen al agotamiento. Las agujetas se quitaban con más agujetas y eso lo podría saber cualquier persona culta.
El chico llegó a la media hora al establecimiento, en su forma humana y bastante cansado. El sudor caía por su cuello y su respiración estaba algo agitada, pero había logrado su meta. Una de las habilidades que planeaba había funcionado a la perfección. Se sentó en la barra y se quedó mirando al dueño con tranquilidad. Apenas había gente y eso le iba a facilitar entablar conversación con él. Venom no era mucho de hablar con los demás, pero debido al entusiasmo que tenía no pudo evitar querer compartir aquel sentimiento.
- Jefe, ponme enseguida una hamburguesa doble y un refresco de naranja con gas. También me gustaría que bajase del cuarto el otro marine.
- Lo lamento, señor, pero el otro chico no ha llegado aún. Ya está anocheciendo, de modo que puede que haya ido a otro sitio o esté al venir…
Mencionó aquel tipo preparando la carne en el asado que había allí. Venom alzó una ceja al escuchar aquello y después de unos momentos se quedó callado. Miró a la puerta unos momentos y acto seguido cerró los ojos. Esperaba poder meterse un poco con el sargento y de paso ver si también iba progresando. Entonces frunció el ceño al darse cuenta de que estaba pensando en él más de la cuenta y agitó la cabeza varias veces.
- Estúpido lagarto…
- No puedo creerme que haya funcionado. A continuación me ocuparé de llevar mi cuerpo a unos límites superiores… – Dijo en un tono siniestro.
La serpiente roja había dominado la primera de sus técnicas y lo que seguía ahora era mejorar su forma física. Escupió a un lado y se puso de pie. Estaba bastante cansado y pensó que lo mejor sería descansar un poco en la taberna, pero de camino a ella iría haciendo ejercicio. Quería celebrar el control de su nuevo poder y estaba seguro que una rica hamburguesa con un refresco le vendrían de perlas. Empezó a correr en su forma híbrida, pues pensaba reventarse usando también sus transformaciones para lentamente ir adaptándose mejor a ellas y mejorándolas. El ver a un ser de cuatro metros, con tres cabezas alargadas y corriendo con la lengua fuera debía de ser poco agradable, pero era su forma de hacer las cosas. El pelirrojo además estuvo haciendo dominadas y algunas flexiones pesen al agotamiento. Las agujetas se quitaban con más agujetas y eso lo podría saber cualquier persona culta.
El chico llegó a la media hora al establecimiento, en su forma humana y bastante cansado. El sudor caía por su cuello y su respiración estaba algo agitada, pero había logrado su meta. Una de las habilidades que planeaba había funcionado a la perfección. Se sentó en la barra y se quedó mirando al dueño con tranquilidad. Apenas había gente y eso le iba a facilitar entablar conversación con él. Venom no era mucho de hablar con los demás, pero debido al entusiasmo que tenía no pudo evitar querer compartir aquel sentimiento.
- Jefe, ponme enseguida una hamburguesa doble y un refresco de naranja con gas. También me gustaría que bajase del cuarto el otro marine.
- Lo lamento, señor, pero el otro chico no ha llegado aún. Ya está anocheciendo, de modo que puede que haya ido a otro sitio o esté al venir…
Mencionó aquel tipo preparando la carne en el asado que había allí. Venom alzó una ceja al escuchar aquello y después de unos momentos se quedó callado. Miró a la puerta unos momentos y acto seguido cerró los ojos. Esperaba poder meterse un poco con el sargento y de paso ver si también iba progresando. Entonces frunció el ceño al darse cuenta de que estaba pensando en él más de la cuenta y agitó la cabeza varias veces.
- Estúpido lagarto…
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El sol se ponía en el horizonte y Keith se encontraba tumbado en el pasto. Luego de varias horas entrenando, por fin había alcanzado su límite. El joven estaba satisfecho con todo lo que hizo, incluso llegó a superarse a sí mismo. Vueltas alrededor del monte, trabajo de sombras, lagartijas, sentadillas, intentar caminar con rocas atadas a una cuerda en sus pies... El dragón hizo de todo durante la tarde. Si bien solo habían pasado dos días, el sargento ya empezaba a notar cambios. Tardaba un poco más en cansarse ahora, pero supuso que esto se debía a toda el agua y alimento que consumió durante su estadía en la montaña. Keith miró atentamente el cielo anaranjado y suspiró; debía admitir que se trataba de una hermosa vista. Se quedó allí durante algunos minutos más y luego se levantó para ir hacia la posada. Tan solo quería dormir en una cama, porque en verdad se encontraba totalmente cansado.
Hacía tan solo una semana que había decidido quitarse las pulseras de Kairoseki, y los resultados fueron sorprendentes. Debido a que entrenó su base, no tenía idea de cuánto aumentaría su poder físico cuando volviera a liberar su poder. Se sentía más fuerte, más resistente, más... veloz. Pasó una semana acostumbrándose a su nuevo poder en sus tres formas. Mirando lo que antes fue una roca, supo que el entrenamiento en la montaña tuvo sus frutos. Le preguntó a Argentum acerca del enorme cambio y su respuesta fue algo que le descolocó un poco.
Si bien adquirió una potente mejora en fuerza y resistencia cuando consumió la fruta, estos atributos eran independientes de los suyos propios. Básicamente, no aumentaba su propio potencial físico, sino que adquiría un bono de varios humanos promedios juntos y eso se sumaba a sus propios atributos. La razón del porque sucedía eso, fue que su cuerpo no hubiera resistido si ambas partes se hubieran combinado al principio de todo. Luego de todo el entrenamiento físico que hizo con su base durante todas estas semanas, Argentum decidió que su cuerpo podría soportar eso y la combinación se llevó a cabo. Fue doloroso, en un principio, pero pudo superarlo. No se quejaba, puesto que su fuerza y resistencia de dragón iban en torno a sí mismo en vez de las de un humano normal. Lo mejor era que eso se multiplicaba con su base propia, lo que significaba que su poder físico ahora era absurdo.
– ¿Piensas hacer el otro entrenamiento? Porque ya te dije lo que creo de eso – dijo el dragón.
Keith, simplemente, frunció el ceño ante ese comentario. Cerró sus ojos y se concentró. Gracias a varias noches de meditación, el joven empezó a utilizar su energía para otros fines. En un principio, simplemente lo dejaba fluir para bajar un poco el cansancio y relajarse. Ahora quería usarlo para ampliar su poder físico a niveles insospechados.
El sargento, aún con los ojos cerrados, empezó a manipular lo que fluía dentro de él. Lo redirigió a todos los músculos de su cuerpo, intentando sobrecargarlos para aumentar su fuerza natural. Al cabo de unos minutos, el marine dejó escapar un quejido de dolor y cayó de rodillas. ¿Qué demonios había sido eso? En un principio todo iba bien, pero de repente sus músculos empezaron a dolerle cuando perdió el control de su energía.
– Te lo dije, Keith. Es peligroso aumentar tus propios límites naturales fuera de tu capacidad. Un movimiento en falso mientras intentas manipular tu energía, y será fatal. Ahora solo sufriste unos dolores intensos, pero puedes llegar romperte algo si lo sigues sobrecargando de esa forma – se explicó Argentum.
Keith cerró los ojos y se levantó. Sabía de sobra los riesgos que conllevaba la manipulación de energía, pero no le importaba. Debía hacerse más fuerte, a como dé lugar. Sería difícil aprender eso, pero no era imposible. Mientras tuviera su voluntad intacta, no iba a desistir.
Varias semanas después
Hacía tan solo una semana que había decidido quitarse las pulseras de Kairoseki, y los resultados fueron sorprendentes. Debido a que entrenó su base, no tenía idea de cuánto aumentaría su poder físico cuando volviera a liberar su poder. Se sentía más fuerte, más resistente, más... veloz. Pasó una semana acostumbrándose a su nuevo poder en sus tres formas. Mirando lo que antes fue una roca, supo que el entrenamiento en la montaña tuvo sus frutos. Le preguntó a Argentum acerca del enorme cambio y su respuesta fue algo que le descolocó un poco.
Si bien adquirió una potente mejora en fuerza y resistencia cuando consumió la fruta, estos atributos eran independientes de los suyos propios. Básicamente, no aumentaba su propio potencial físico, sino que adquiría un bono de varios humanos promedios juntos y eso se sumaba a sus propios atributos. La razón del porque sucedía eso, fue que su cuerpo no hubiera resistido si ambas partes se hubieran combinado al principio de todo. Luego de todo el entrenamiento físico que hizo con su base durante todas estas semanas, Argentum decidió que su cuerpo podría soportar eso y la combinación se llevó a cabo. Fue doloroso, en un principio, pero pudo superarlo. No se quejaba, puesto que su fuerza y resistencia de dragón iban en torno a sí mismo en vez de las de un humano normal. Lo mejor era que eso se multiplicaba con su base propia, lo que significaba que su poder físico ahora era absurdo.
– ¿Piensas hacer el otro entrenamiento? Porque ya te dije lo que creo de eso – dijo el dragón.
Keith, simplemente, frunció el ceño ante ese comentario. Cerró sus ojos y se concentró. Gracias a varias noches de meditación, el joven empezó a utilizar su energía para otros fines. En un principio, simplemente lo dejaba fluir para bajar un poco el cansancio y relajarse. Ahora quería usarlo para ampliar su poder físico a niveles insospechados.
El sargento, aún con los ojos cerrados, empezó a manipular lo que fluía dentro de él. Lo redirigió a todos los músculos de su cuerpo, intentando sobrecargarlos para aumentar su fuerza natural. Al cabo de unos minutos, el marine dejó escapar un quejido de dolor y cayó de rodillas. ¿Qué demonios había sido eso? En un principio todo iba bien, pero de repente sus músculos empezaron a dolerle cuando perdió el control de su energía.
– Te lo dije, Keith. Es peligroso aumentar tus propios límites naturales fuera de tu capacidad. Un movimiento en falso mientras intentas manipular tu energía, y será fatal. Ahora solo sufriste unos dolores intensos, pero puedes llegar romperte algo si lo sigues sobrecargando de esa forma – se explicó Argentum.
Keith cerró los ojos y se levantó. Sabía de sobra los riesgos que conllevaba la manipulación de energía, pero no le importaba. Debía hacerse más fuerte, a como dé lugar. Sería difícil aprender eso, pero no era imposible. Mientras tuviera su voluntad intacta, no iba a desistir.
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El marine terminó su cena con toda la calma del mundo y momentos después se dio cuenta de que el chico de cabellos plateados no llegaba, lo que hizo que soltase un pequeño suspiro. Seguramente iba a tardar más o se habría quedado en otro sitio. Venom no pudo evitar empezar a caminar hacia la habitación con los ojos entrecerrados. Estaba muy cansado y quería dormir como nunca. El sueño le estaba invadiendo y aquello se notaba. Sus ojeras eran considerables, pues la noche anterior había aprovechado muy pocas horas de sueño. Nada más llegar se lanzó a la cama y pegó la frente a la almohada. Estaba demasiado destrozado como para irse al suelo. Su objetivo sería dormir todo lo posible, ducharse a la mañana siguiente, largarse a desayunar y después continuar con su entrenamiento físico. Su fuerza era buena, pero se notaba que necesitaba muchísima más. Soltó una pequeña carcajada más y finalmente se durmió.
Un rugido se escuchó en la parte más profunda del bosque. Un terrible ser se movía por la zona a una velocidad considerable, tratando de mejorar su resistencia y velocidad. Medía al menos cuatro metros y además de aquello tenía tres jodidas cabezas de serpiente. La del medio parecía tener algo de pelo. Su cuerpo entero era blanco y recubierto de escamas. Poseía un chaleco verde de entrenamiento y la cinta de metal en la frente del medio. Venom estaba usando su forma híbrida para adaptarse mejor a su cuerpo. Ya había practicado con la forma completa el día anterior en una zona más amplia y lejana. Lo mejor de no ver a Keith, era que cuando combatiesen podrían mostrarse sus avances con ilusión. No iba a dejarse vencer por el lagarto de frío y eso era una realidad para él. El terrible monstruo se frenó a la orilla de un lago y empezó a jadear debido al cansancio.
No tardó mucho en abrir la boca despacio y empezar a escupir algo de cabello rojizo. Finalmente, su mandíbula se desencajó y dejó salir a una persona. Se trataba de él mismo, pero en forma humana. El cuerpo anterior quedó tirado en el suelo como si se tratase de un simple cadáver, el cual cambió hasta ser su aspecto anterior. Se levantó despacio del suelo, lleno de una especie de fluidos verdes y blancos. Parecía estar pringado, pero las heridas superficiales realizadas con las ramas del bosque habían desaparecido. Mostró una sonrisa tranquila y después de unos momentos se quitó la ropa. Quedó tan solo con unos bóxer rojizos y a continuación se tiró al lago. Ya había comprobado aquel sitio y sabía que el agua le llegaba hasta el estómago. Se sentó quedando el líquido por su cuello y cerrando los ojos. Aquello era muy relajante y la serpiente solía descansar allí.
- Pronto habré terminado esta mierda…
Mencionó al mismo tiempo que chasqueaba los dedos. Una pequeña humareda se formó a su espalda y de ella surgió una especie de lobo blanco de ojos azulados. La bestia tenía un tercer ojo rojizo en la frente y parecía más grande de lo normal. El pelirrojo mostró una sonrisa ladeada y estiró su mano hacia él para acariciarle la cabeza. Adoraba invocar demonios y tenía planeado mejorar aquel poder para hacerlos más grandes y perfectos. Soltó un enorme suspiro y después de unos momentos se preguntó cómo le iría al cazurro del chico peliplateado. Un olor extraño comenzó a llegar a sus fosas nasales y no pudo evitar relamerse. Por el momento parecía ser él, a no ser que se hubiese equivocado.
Varias semanas después
Un rugido se escuchó en la parte más profunda del bosque. Un terrible ser se movía por la zona a una velocidad considerable, tratando de mejorar su resistencia y velocidad. Medía al menos cuatro metros y además de aquello tenía tres jodidas cabezas de serpiente. La del medio parecía tener algo de pelo. Su cuerpo entero era blanco y recubierto de escamas. Poseía un chaleco verde de entrenamiento y la cinta de metal en la frente del medio. Venom estaba usando su forma híbrida para adaptarse mejor a su cuerpo. Ya había practicado con la forma completa el día anterior en una zona más amplia y lejana. Lo mejor de no ver a Keith, era que cuando combatiesen podrían mostrarse sus avances con ilusión. No iba a dejarse vencer por el lagarto de frío y eso era una realidad para él. El terrible monstruo se frenó a la orilla de un lago y empezó a jadear debido al cansancio.
No tardó mucho en abrir la boca despacio y empezar a escupir algo de cabello rojizo. Finalmente, su mandíbula se desencajó y dejó salir a una persona. Se trataba de él mismo, pero en forma humana. El cuerpo anterior quedó tirado en el suelo como si se tratase de un simple cadáver, el cual cambió hasta ser su aspecto anterior. Se levantó despacio del suelo, lleno de una especie de fluidos verdes y blancos. Parecía estar pringado, pero las heridas superficiales realizadas con las ramas del bosque habían desaparecido. Mostró una sonrisa tranquila y después de unos momentos se quitó la ropa. Quedó tan solo con unos bóxer rojizos y a continuación se tiró al lago. Ya había comprobado aquel sitio y sabía que el agua le llegaba hasta el estómago. Se sentó quedando el líquido por su cuello y cerrando los ojos. Aquello era muy relajante y la serpiente solía descansar allí.
- Pronto habré terminado esta mierda…
Mencionó al mismo tiempo que chasqueaba los dedos. Una pequeña humareda se formó a su espalda y de ella surgió una especie de lobo blanco de ojos azulados. La bestia tenía un tercer ojo rojizo en la frente y parecía más grande de lo normal. El pelirrojo mostró una sonrisa ladeada y estiró su mano hacia él para acariciarle la cabeza. Adoraba invocar demonios y tenía planeado mejorar aquel poder para hacerlos más grandes y perfectos. Soltó un enorme suspiro y después de unos momentos se preguntó cómo le iría al cazurro del chico peliplateado. Un olor extraño comenzó a llegar a sus fosas nasales y no pudo evitar relamerse. Por el momento parecía ser él, a no ser que se hubiese equivocado.
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El joven dragón tenía sus ojos cerrados, al tiempo que mantenía una completa concentración en lo que estaba haciendo. Podía sentir como la energía recorría su cuerpo, recorriendo todos sus músculos sin dejar espacio alguno. Había decido entrenar lentamente para potenciar de mejor forma su fuerza. No solo no sucederían accidentes letales como su primer intento, sino que además podría recordar con certeza la sensación de la técnica. No estaba cerca de lograrlo, la verdad, pero seguía mejorando cada vez que pasaban los minutos. Iba de forma lenta, pero segura. Al cabo de unos segundos, el sargento notó que sus músculos empezaron a dolerle y canceló la técnica. Clavó una rodilla en el suelo e intentó recuperar el aliento.
– Maldición – se quejó mentalmente el joven.
¿Qué era lo que le faltaba? Supuso que era equilibrio para mantener activa la técnica sin que tuviera que recibir los efectos secundarios. También podía ser que su propio poder aún no era lo suficientemente poderosa para soportar la manipulación de energía de forma prolongada, aunque lo dudaba. Su fuerza era absurda luego del entrenamiento inicial, además que había recuperado lo que su fruta le otorgaba luego de quitarse las pulseras. De todas formas, por si las dudas, iba a inventarse un entrenamiento físico exclusivo para fuerza. No lo iba a tener como prioridad, pero puede que acelerara lo principal.
– Keith, ¿sabes que aún te falta por dominar “eso”, no? – dijo de repente Argentum.
El joven de cabellos grisáceos sonrío levemente mientras se reincorporaba. Hace un par de días atrás, ocurrió algo que hizo despertar su Busoshoku. Siempre pensó que lo lograría en medio de un épico combate, pero supuso que, al fin y al cabo, un momento de necesidad podía llegar a abarcar desde algo peligroso hasta cosas absurdas. Lo sucedido con Venom fue un claro ejemplo de lo último. En su caso, la situación no fue tan peligrosa (para él), pero si fue necesario. Cuando iba de regreso al hostal luego de un día de entrenamiento, hubo algo que llamó su atención y prendió alarmas dentro de su mente. Una niña se separó de su madre mientras ésta se encontraba distraída y, sin darse cuenta, pasó al lado de una zona de construcción. Justo en ese momento, uno de los obreros dejó caer una viga de metal… y caería justo encima de la pequeña. Keith no tuvo tiempo de pensar, tan solo actuó para salvarle la vida a esa niña. Sabía muy bien que, a pesar de su resistencia de dragón, el impacto dolería un huevo, pero no tuvo elección. Así que abrazó a la niña de tal forma que su espalda recibiría el golpe, por lo que intentó concentrar toda su resistencia en ese punto.
¿Resultado? El impacto no dolió mucho, para su sorpresa. Incluso pudo notar que, luego de separarse de la pequeña, la viga se abolló un poco. Solo cuando la madre vino frenéticamente a recoger a su hija, que notó lo que había pasado. Una especie de armadura metálica morada cubría la zona donde fue golpeado. Reconoció lo que sucedió, pero pudo contener las ganas de reír para no hacer el ridículo en medio de la calle.
– Lo dejaré para el final, Argen – respondió finalmente Keith.
El sargento suspiró y se dispuso a bajar del monte. Ya había terminado su entrenamiento por ese día, por lo que era hora de descansar. Mientras bajaba, se preguntaba como le estaría yendo a la jodida serpiente.
– Maldición – se quejó mentalmente el joven.
¿Qué era lo que le faltaba? Supuso que era equilibrio para mantener activa la técnica sin que tuviera que recibir los efectos secundarios. También podía ser que su propio poder aún no era lo suficientemente poderosa para soportar la manipulación de energía de forma prolongada, aunque lo dudaba. Su fuerza era absurda luego del entrenamiento inicial, además que había recuperado lo que su fruta le otorgaba luego de quitarse las pulseras. De todas formas, por si las dudas, iba a inventarse un entrenamiento físico exclusivo para fuerza. No lo iba a tener como prioridad, pero puede que acelerara lo principal.
– Keith, ¿sabes que aún te falta por dominar “eso”, no? – dijo de repente Argentum.
El joven de cabellos grisáceos sonrío levemente mientras se reincorporaba. Hace un par de días atrás, ocurrió algo que hizo despertar su Busoshoku. Siempre pensó que lo lograría en medio de un épico combate, pero supuso que, al fin y al cabo, un momento de necesidad podía llegar a abarcar desde algo peligroso hasta cosas absurdas. Lo sucedido con Venom fue un claro ejemplo de lo último. En su caso, la situación no fue tan peligrosa (para él), pero si fue necesario. Cuando iba de regreso al hostal luego de un día de entrenamiento, hubo algo que llamó su atención y prendió alarmas dentro de su mente. Una niña se separó de su madre mientras ésta se encontraba distraída y, sin darse cuenta, pasó al lado de una zona de construcción. Justo en ese momento, uno de los obreros dejó caer una viga de metal… y caería justo encima de la pequeña. Keith no tuvo tiempo de pensar, tan solo actuó para salvarle la vida a esa niña. Sabía muy bien que, a pesar de su resistencia de dragón, el impacto dolería un huevo, pero no tuvo elección. Así que abrazó a la niña de tal forma que su espalda recibiría el golpe, por lo que intentó concentrar toda su resistencia en ese punto.
¿Resultado? El impacto no dolió mucho, para su sorpresa. Incluso pudo notar que, luego de separarse de la pequeña, la viga se abolló un poco. Solo cuando la madre vino frenéticamente a recoger a su hija, que notó lo que había pasado. Una especie de armadura metálica morada cubría la zona donde fue golpeado. Reconoció lo que sucedió, pero pudo contener las ganas de reír para no hacer el ridículo en medio de la calle.
– Lo dejaré para el final, Argen – respondió finalmente Keith.
El sargento suspiró y se dispuso a bajar del monte. Ya había terminado su entrenamiento por ese día, por lo que era hora de descansar. Mientras bajaba, se preguntaba como le estaría yendo a la jodida serpiente.
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Se había equivocado, pues cuando siguió aquel olor, se dio cuenta de que era un hombre de cabellos rubios que estaba enterrando algo en mitad del bosque. Se aproximó despacio hacia él para ver qué estaba haciendo y entonces pudo ver algo que le hizo quedar confuso. Ese tipo estaba enterrando lo que parecían ser una serie de pedazos de carne, piernas, brazos y demás. Los ojos de la serpiente se abrieron como platos. No entendía que clase de enfermo podía hacer cosas así. Entonces se dio cuenta de que era una persona de barba prominente, ojos pardos y portaba un hacha en su mano derecha. Estaba fumando un cigarro de un tono negruzco y además sonreía de forma enfermiza. Sin previo aviso, aquel tipo lanzó un corte a la cabeza del pelirrojo, el cual esquivó el ataque con facilidad. Lo miró de nuevo y no pudo evitar sonreír de lado.
- Donald Smith. No me imaginaba que el destripador más buscado del Sur estaría en esta isla. Tus cien millones de precio son algo que muchos buscan. Ahora yo tendré el honor de hacer justicia a la muerte de esas personas.
Mencionó de forma fría al mismo tiempo que avanzaba hacia él. Aquel imbécil entonces imbuyó sus armas en haki armadura y se tiró hacia él, lanzándole tajos violentos sin parar. Su intención era claramente matar a la serpiente roja. El luchador entonces empezó a moverse de un lado a otro sin parar, pues no pretendía dejarse matar por aquel enfermo. Se llevó unos cuantos cortes superficiales y aquello le hizo enfadar. Entonces se desplazó hacia su presa a toda velocidad y sin pensárselo trató de impactarle una fuerte patada en la boca. Su ataque funcionó a la perfección y le rompió dos dientes. El tipo cayó al suelo de espaldas frunciendo el ceño y después de aquello miró al chico de forma seria. Era como si tratase de ser una persona que en realidad no era.
- De modo que piensas que la justicia te hará mejor persona. Tanto tú como yo somos de lo peor del mundo. Ambos matamos aunque sea a gente distinta. No has de sentirte mejor por esto, chaval. Deberías dejar de ser un imbécil y dedicarte a vivir por ti mismo, así como hago yo.
- Mi objetivo no es ser mejor persona. Simplemente quiero una justicia absoluta que a base de miedo repela a gente como tú. Vivo como me da la gana, pero para ello no mato a inocentes que buscan vivir la vida sin hacer daño… ¡Ahora muere!
Venom se lanzó hacia su oponente a una velocidad ridículamente enorme, se colocó detrás de él y sin piedad hundió su cabeza en el suelo con el pie. Su fuerza era demasiado poderosa. El asesino quedó con los ojos en blanco y los brazos en cruz. Su nariz estaba rota y sangraba por la boca. El pelirrojo entonces ladeó la cabeza y lo siguiente que hizo fue sentarse en el suelo. Se dio cuenta de que tenía un corte en su costado, el cual no era grave, pero tampoco leve. Había gastado su curación hacía muy poco y no podía hacer nada. Sacó el den den mushi como pudo y después llamó al idiota.
- Avisa a la marina. He capturado a Donald Smith en el bosque Noroeste de la posada. Será mejor que vengas cuanto antes, gatito. – Dijo las últimas palabras en un tono algo siniestro.
- Donald Smith. No me imaginaba que el destripador más buscado del Sur estaría en esta isla. Tus cien millones de precio son algo que muchos buscan. Ahora yo tendré el honor de hacer justicia a la muerte de esas personas.
Mencionó de forma fría al mismo tiempo que avanzaba hacia él. Aquel imbécil entonces imbuyó sus armas en haki armadura y se tiró hacia él, lanzándole tajos violentos sin parar. Su intención era claramente matar a la serpiente roja. El luchador entonces empezó a moverse de un lado a otro sin parar, pues no pretendía dejarse matar por aquel enfermo. Se llevó unos cuantos cortes superficiales y aquello le hizo enfadar. Entonces se desplazó hacia su presa a toda velocidad y sin pensárselo trató de impactarle una fuerte patada en la boca. Su ataque funcionó a la perfección y le rompió dos dientes. El tipo cayó al suelo de espaldas frunciendo el ceño y después de aquello miró al chico de forma seria. Era como si tratase de ser una persona que en realidad no era.
- De modo que piensas que la justicia te hará mejor persona. Tanto tú como yo somos de lo peor del mundo. Ambos matamos aunque sea a gente distinta. No has de sentirte mejor por esto, chaval. Deberías dejar de ser un imbécil y dedicarte a vivir por ti mismo, así como hago yo.
- Mi objetivo no es ser mejor persona. Simplemente quiero una justicia absoluta que a base de miedo repela a gente como tú. Vivo como me da la gana, pero para ello no mato a inocentes que buscan vivir la vida sin hacer daño… ¡Ahora muere!
Venom se lanzó hacia su oponente a una velocidad ridículamente enorme, se colocó detrás de él y sin piedad hundió su cabeza en el suelo con el pie. Su fuerza era demasiado poderosa. El asesino quedó con los ojos en blanco y los brazos en cruz. Su nariz estaba rota y sangraba por la boca. El pelirrojo entonces ladeó la cabeza y lo siguiente que hizo fue sentarse en el suelo. Se dio cuenta de que tenía un corte en su costado, el cual no era grave, pero tampoco leve. Había gastado su curación hacía muy poco y no podía hacer nada. Sacó el den den mushi como pudo y después llamó al idiota.
- Avisa a la marina. He capturado a Donald Smith en el bosque Noroeste de la posada. Será mejor que vengas cuanto antes, gatito. – Dijo las últimas palabras en un tono algo siniestro.
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Re: Que Bueno Sería Vivir Sin Ti... !Dobe! [Keith-Venom] [Rol Entrenamiento] {Vie 3 Mar 2017 - 7:43}
Al llegar al pie del monte, el joven desactivó su forma híbrida y estiró sus piernas. Con el pasar de los días, cada vez terminaba menos cansado luego del entrenamiento. Quizá se estaba acostumbrando al ritmo, o puede que haya bajado la intensidad sin darse cuenta, aunque lo dudaba. Lo único que le estaba afectando ahora, era el mal uso de la energía para potenciar sus músculos. Aún seguía sin entender lo que hacía mal, pero no iba a matarse por averiguarlo tan rápido. Aún le quedaban varias semanas en la isla, después de todo. Podría proseguir con calma todavía, además a parte de esa técnica, solo le quedaba entrenar el Bushoshoku de manera más efectiva. Eso no debería llevarle más de una semana, en la teoría.
Keith suspiró y se dispuso a volver a la posada, pero un sonido le distrajo. Alzó una ceja y empezó a buscar entre sus cosas. Arqueó una ceja al ver que se trataba de su DDM. Casi nadie solía llamarle, salvo cuando debían darle una misión o cuando Hikaru quería molestarlo por algo. Dudaba que fuera lo primero, así que debía ser su querida capitana para preguntarle algo… u hostigarlo, como siempre. El dragón suspiró y tomó el comunicador, solo para fruncir el ceño al escuchar la voz molesta de Venom. No le duró mucho la molestia, puesto que lo que dijo la serpiente le intrigó. ¿A lo mejor esa era la razón por todas esas desapariciones? Puede que lo fuera, pero igual mantendría su guardia en alta durante los próximos días. Si Donald Smith era el culpable, entonces las noticias deberían parar.
– Aquí el Sargento Keith – le habló al DDM luego de marcar al número del cuartel del sur. – Mi compañero – casi vomita al decir eso – ha capturado al criminal Donald Smith. Solicito un transporte para llevarlo a prisión – finalizó para luego esperar alguna respuesta.
Frunció el ceño al escuchar lo que le dijeron. Al parecer había algunos problemas por este mar, de modo que no tenían barcos para mandar hacia aquí solo por un criminal. Aquello era problemático, puesto que deberían mantener a ese tipo con ellos para que no siguiera haciendo de las suyas… O no.
Sin nada más que decir, el dragón colgó y guardó el DDM, solo para después entrar en su forma híbrida. Abrió sus alas y alzó el vuelo en dirección hacia el bosque, donde sabía que Venom se hallaba entrenando. Gracias a eso y a sus sentidos, pudo localizarlo rápidamente sin mayores complicaciones. Descendió y volvió a la humana, para luego clavar sus azulados orbes en el cuerpo del criminal. Pese al estado que se encontraba, aún seguía con vida.
– Tenemos un pequeño problema – empezó a hablar mientras se cruzaba de brazos. – Al parecer hay problemas en el cuartel, por lo que no pueden mandar a un barco con personal para que se lleven a este criminal… De modo que deberíamos dejárselo a las autoridades de la isla hasta que puedan venir por él – explicó para luego bostezar. Solo quería volver a la posada y echarse en la cama a dormir un buen rato.
Keith suspiró y se dispuso a volver a la posada, pero un sonido le distrajo. Alzó una ceja y empezó a buscar entre sus cosas. Arqueó una ceja al ver que se trataba de su DDM. Casi nadie solía llamarle, salvo cuando debían darle una misión o cuando Hikaru quería molestarlo por algo. Dudaba que fuera lo primero, así que debía ser su querida capitana para preguntarle algo… u hostigarlo, como siempre. El dragón suspiró y tomó el comunicador, solo para fruncir el ceño al escuchar la voz molesta de Venom. No le duró mucho la molestia, puesto que lo que dijo la serpiente le intrigó. ¿A lo mejor esa era la razón por todas esas desapariciones? Puede que lo fuera, pero igual mantendría su guardia en alta durante los próximos días. Si Donald Smith era el culpable, entonces las noticias deberían parar.
– Aquí el Sargento Keith – le habló al DDM luego de marcar al número del cuartel del sur. – Mi compañero – casi vomita al decir eso – ha capturado al criminal Donald Smith. Solicito un transporte para llevarlo a prisión – finalizó para luego esperar alguna respuesta.
Frunció el ceño al escuchar lo que le dijeron. Al parecer había algunos problemas por este mar, de modo que no tenían barcos para mandar hacia aquí solo por un criminal. Aquello era problemático, puesto que deberían mantener a ese tipo con ellos para que no siguiera haciendo de las suyas… O no.
Sin nada más que decir, el dragón colgó y guardó el DDM, solo para después entrar en su forma híbrida. Abrió sus alas y alzó el vuelo en dirección hacia el bosque, donde sabía que Venom se hallaba entrenando. Gracias a eso y a sus sentidos, pudo localizarlo rápidamente sin mayores complicaciones. Descendió y volvió a la humana, para luego clavar sus azulados orbes en el cuerpo del criminal. Pese al estado que se encontraba, aún seguía con vida.
– Tenemos un pequeño problema – empezó a hablar mientras se cruzaba de brazos. – Al parecer hay problemas en el cuartel, por lo que no pueden mandar a un barco con personal para que se lleven a este criminal… De modo que deberíamos dejárselo a las autoridades de la isla hasta que puedan venir por él – explicó para luego bostezar. Solo quería volver a la posada y echarse en la cama a dormir un buen rato.
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Re: Que Bueno Sería Vivir Sin Ti... !Dobe! [Keith-Venom] [Rol Entrenamiento] {Sáb 4 Mar 2017 - 3:02}
Los azulados ojos del pelirrojo se clavaron en el dragón en cuanto empezó a descender sobre la zona. No le había pedido que fuese él, más bien el resto de marines, pero se veía que no había podido resistirse a aparecer. Venom permanecía calmado con la mano derecha en la zona de las costillas debido al ataque que recibió anteriormente. Su semblante era frío como el hielo y se notaba que pasaba de todo. No tardó en escuchar la noticia de que sus líderes estaban ocupados y eso hizo al pelirrojo apretar los puños. Era buena la idea de dejar a aquel imbécil en manos de las autoridades cercanas. Entonces pensó que si ese criminal se escapaba, no tendría su jugosa recompensa. El luchador se colocó en pie y se acercó al cuerpo. Sin pensarlo, lanzó una patada brutal que partió el cuello de aquella persona, escuchándose un potente “crak” en la zona.
- Que se queden entonces con él, pero no dejaré que escape. La muerte es la opción para aquellos que incumplan la justicia de los mares.
Mencionó en un tono realmente siniestro. No le costó mucho echarse el cuerpo al hombro derecho, llevándolo con la otra mano y tapando el corte con la restante. Necesitaba vendarse pronto o la herida podía ir a peor. Sabía que cerca de la posada donde se hospedaban había una especie de “cuartel” de la “policía” del lugar. Allí estaría seguro seguramente, solo debían meter un cuerpo en un calabozo. El pelirrojo no tardó en llegar entonces al sitio y mucho menos tardó en dejar la mercancía en el suelo. En ese momento se daría la vuelta mirando al dragón a los ojos de forma bastante fría.
- Espero que te esté yendo bastante bien. Sería aburrido que apenas puedas llegar a teniente en un futuro, gatito-chan. – En cuanto le dijo aquello empezó a caminar hacia la posada con una sonrisa tétrica.
Nada más llegar al cuarto se tumbó en el suelo. No sabía si el dragón estaba con él o no. Venom había cogido un pequeño maletín de curas del cuarto de baño y por ello ahora sacó el agua oxigenada y sin pensarlo ni un momento se roció con ella. Aguantó el dolor apretando los dientes y frunciendo el ceño. Finalmente se le escapó un pequeño quejido, pero era normal debido al escozor. Finalmente tomó unos vendajes y se vendó la herida hecha por aquel criminal. Había merecido la pena. Lo que hizo a continuación fue colocarse en pie, solo para volverse a tirar de nuevo al suelo en un acto de pereza. No le apetecía moverse para nada, pues estando allí tumbado era feliz.
Le vino a la mente el momento en el que le partía el cuello al criminal. No había sido la primera vez que había hecho algo así, ni iba a ser la última. No sentía remordimientos ni nada parecido, pues para él solo era una cucaracha que merecía la muerte. No tardó en relamerse despacio y quedarse bocarriba mirando el techo, algo pensativo.
- Que se queden entonces con él, pero no dejaré que escape. La muerte es la opción para aquellos que incumplan la justicia de los mares.
Mencionó en un tono realmente siniestro. No le costó mucho echarse el cuerpo al hombro derecho, llevándolo con la otra mano y tapando el corte con la restante. Necesitaba vendarse pronto o la herida podía ir a peor. Sabía que cerca de la posada donde se hospedaban había una especie de “cuartel” de la “policía” del lugar. Allí estaría seguro seguramente, solo debían meter un cuerpo en un calabozo. El pelirrojo no tardó en llegar entonces al sitio y mucho menos tardó en dejar la mercancía en el suelo. En ese momento se daría la vuelta mirando al dragón a los ojos de forma bastante fría.
- Espero que te esté yendo bastante bien. Sería aburrido que apenas puedas llegar a teniente en un futuro, gatito-chan. – En cuanto le dijo aquello empezó a caminar hacia la posada con una sonrisa tétrica.
Nada más llegar al cuarto se tumbó en el suelo. No sabía si el dragón estaba con él o no. Venom había cogido un pequeño maletín de curas del cuarto de baño y por ello ahora sacó el agua oxigenada y sin pensarlo ni un momento se roció con ella. Aguantó el dolor apretando los dientes y frunciendo el ceño. Finalmente se le escapó un pequeño quejido, pero era normal debido al escozor. Finalmente tomó unos vendajes y se vendó la herida hecha por aquel criminal. Había merecido la pena. Lo que hizo a continuación fue colocarse en pie, solo para volverse a tirar de nuevo al suelo en un acto de pereza. No le apetecía moverse para nada, pues estando allí tumbado era feliz.
Le vino a la mente el momento en el que le partía el cuello al criminal. No había sido la primera vez que había hecho algo así, ni iba a ser la última. No sentía remordimientos ni nada parecido, pues para él solo era una cucaracha que merecía la muerte. No tardó en relamerse despacio y quedarse bocarriba mirando el techo, algo pensativo.
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Re: Que Bueno Sería Vivir Sin Ti... !Dobe! [Keith-Venom] [Rol Entrenamiento] {Sáb 4 Mar 2017 - 3:59}
El joven no cambió su semblante al ver lo que hizo Venom con el criminal. No era necesario llegar hasta esos extremos, pero no podía recriminarle en nada en su forma de actuar. Era alguien que atentó contra la ley, al fin y al cabo. Además, el dragón tampoco era alguien tan inocente que digamos. Él mismo tenía varias muertes a su nombre, varias de estas sucedieron en la misión que tuvo con la serpiente hace un par de semanas atrás. En su defensa, no estaba en su mejor momento en ese entonces. Cuando se encontraba frustrado, solía hacer cosas fuera de lo común… En lo que respectaba a la forma de actuar del sargento, más bien. Ahora que estaba en la flota de Hikaru, solía ser más flexible a la hora de cazar malhechores. No los mataba a menos que no tuviera otra opción… Eso o si osaban atentar contra lo que consideraba suyo, ahí sí que sería una sentencia de muerte para esos pobres “afortunados”.
– No vale la pena pensar en esas cosas ahora – pensó mientras suspiraba.
Keith estiró sus brazos y empezó a seguir al pelirrojo una vez que éste se echó al criminal al hombro. Por lo que sabía, los encargados de la seguridad de la isla se encontraban cerca de donde se hospedan, así que igual tendría que ir hacia aquella dirección… Por mucho que le disgustara estar cerca de Venom más de lo necesario. Tardaron poco en llegar hacia su destino y, luego de dejar el cuerpo del criminal en una celda, pusieron marcha hacia la posada. No sin antes que el dragón le respondiera a la serpiente.
– Mejor de lo esperado, al menos ya desperté el Busushoku – le dijo mientras bostezaba un poco.
No era una mentira, al menos en parte. Tenía problemas con su entrenamiento actual, aunque no era nada que no pudiera arreglar más adelante. Lo otro fue algo completamente accidental, pero tampoco iba a quejarse. Solo quedaba entrenarlo para poder usarlo en medio de un combate, además de terminar de dominar su técnica especial, y concluiría con todo.
– Aunque se me ocurrió una idea, pero eso lo veré otro día – le dijo a su dragón interior, aunque no siguió elaborando su explicación.
Al llegar a la posada, el joven rápidamente se acercó hacia la cama y se echó sin más, con toda la ropa puesta. Keith suspiró y lentamente se sentó en una posición del loto. Pese a que había concluido con todo el entrenamiento físico del día, aún podía seguir con el espiritual. Además, servía para mantener equilibrado su energía por todo el cuerpo. Ayudaría a largo plazo para manipularlo de otra forma distinta que no fueran para potenciar sus cualidades físicas. Pese a que le dolía admitirlo, ese ataque de onda que usó Venom durante su combate le moló un montón. No lo copiaría tal cual, pero si crearía una variación a futuro.
– No vale la pena pensar en esas cosas ahora – pensó mientras suspiraba.
Keith estiró sus brazos y empezó a seguir al pelirrojo una vez que éste se echó al criminal al hombro. Por lo que sabía, los encargados de la seguridad de la isla se encontraban cerca de donde se hospedan, así que igual tendría que ir hacia aquella dirección… Por mucho que le disgustara estar cerca de Venom más de lo necesario. Tardaron poco en llegar hacia su destino y, luego de dejar el cuerpo del criminal en una celda, pusieron marcha hacia la posada. No sin antes que el dragón le respondiera a la serpiente.
– Mejor de lo esperado, al menos ya desperté el Busushoku – le dijo mientras bostezaba un poco.
No era una mentira, al menos en parte. Tenía problemas con su entrenamiento actual, aunque no era nada que no pudiera arreglar más adelante. Lo otro fue algo completamente accidental, pero tampoco iba a quejarse. Solo quedaba entrenarlo para poder usarlo en medio de un combate, además de terminar de dominar su técnica especial, y concluiría con todo.
– Aunque se me ocurrió una idea, pero eso lo veré otro día – le dijo a su dragón interior, aunque no siguió elaborando su explicación.
Al llegar a la posada, el joven rápidamente se acercó hacia la cama y se echó sin más, con toda la ropa puesta. Keith suspiró y lentamente se sentó en una posición del loto. Pese a que había concluido con todo el entrenamiento físico del día, aún podía seguir con el espiritual. Además, servía para mantener equilibrado su energía por todo el cuerpo. Ayudaría a largo plazo para manipularlo de otra forma distinta que no fueran para potenciar sus cualidades físicas. Pese a que le dolía admitirlo, ese ataque de onda que usó Venom durante su combate le moló un montón. No lo copiaría tal cual, pero si crearía una variación a futuro.
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Re: Que Bueno Sería Vivir Sin Ti... !Dobe! [Keith-Venom] [Rol Entrenamiento] {Sáb 4 Mar 2017 - 4:23}
El marine no tardó mucho en tener una idea interesante. Mientras que el otro chico estaba meditando en la cama, él no iba a ser menos y a dejarse superar. Tuvo la maravillosa idea de irse a correr para continuar potenciando sus características en forma híbrida, pero el destino no estaba de su parte aquel día. Una increíble tormenta empezó a llegar a la isla y en poco tiempo la lluvia hizo acto de presencia. La cantidad era encima considerable y eso hizo que el luchador apretase los puños. Su suerte era horrible. Chasqueó la lengua un momento y después se quedó mirando fijamente a su compañero. No iba a dejar que meditase a gusto y él quedarse sin hacer nada. La idea de dormir también era tentadora para la serpiente roja.
No pudo evitar soltar un suspiro cuando se enteró de que su máximo rival también había despertado el haki armadura. Debería continuar intentando dominar aquel poder tan maravilloso. Fue en ese preciso momento cuando abrió el armario para ver qué encontraba en aquel jodido sitio. Una impresionante cantidad de mantas y futones cayeron sobre el pelirrojo, aplastándolo al momento contra el suelo. Venom quedó tirado con todo encima, salvo por su brazo izquierdo, el cual sobresalía extendido hacia Keith. Las venas de la frente de la serpiente se marcaron por aquella osadía. Encima habían sido tontos. Había camas de sobra allí dentro. El marine entonces empezó a notar la falta de aire. Aquellas cosas pesaban y se estaba ahogando. Sin previo aviso, hizo presión con las piernas y levantó aquellos objetos, echándolos a un lado.
- Mantas asesinas…
Susurró una vez tomó aire. Entonces fue cuando empezó a ordenarlas un poco hasta formar en el suelo un nido de mantas y cojines. Había formado una cama para ocho personas o más y ahora era toda suya. El aspecto era maravilloso, pero ocupaba todo el cuarto, dejando a Keith en una esquina junto a la cama normal. Soltó una pequeña carcajada y después de eso decidió ir un momento al bar de abajo. Le había entrado un poco de hambre con la tontería. Antes de irse le dedicó una mirada siniestra al dragón. Le interrumpiría de nuevo en su meditación y se quedaría en la gloria.
- Voy abajo a por algo de comida ¿Quieres algo de pienso o atún?
Puso una expresión seria, pero por dentro estaba partiéndose de risa. Esperaba con ansias la respuesta del supuesto compañero que tenía frente a él. De hecho, había escuchado que se había unido a una división capitaneada por una adolescente provocativa. De modo que eso era lo que le iba al dragón, las perversiones. Venom mostró un rostro siniestro y pensó en conocer personalmente a la tal Hikaru. Tal vez encontraba una mente débil con la que jugar y usar para sus experimentos, aunque eso era un secreto que por el momento solo él conocía. En ese momento volvió a hablar para picarlo.
- ¿Cómo es tu capitana? – Mencionó simplemente en un tono desinteresado. Estaba esperando las últimas palabras antes de ir a por la comida.
No pudo evitar soltar un suspiro cuando se enteró de que su máximo rival también había despertado el haki armadura. Debería continuar intentando dominar aquel poder tan maravilloso. Fue en ese preciso momento cuando abrió el armario para ver qué encontraba en aquel jodido sitio. Una impresionante cantidad de mantas y futones cayeron sobre el pelirrojo, aplastándolo al momento contra el suelo. Venom quedó tirado con todo encima, salvo por su brazo izquierdo, el cual sobresalía extendido hacia Keith. Las venas de la frente de la serpiente se marcaron por aquella osadía. Encima habían sido tontos. Había camas de sobra allí dentro. El marine entonces empezó a notar la falta de aire. Aquellas cosas pesaban y se estaba ahogando. Sin previo aviso, hizo presión con las piernas y levantó aquellos objetos, echándolos a un lado.
- Mantas asesinas…
Susurró una vez tomó aire. Entonces fue cuando empezó a ordenarlas un poco hasta formar en el suelo un nido de mantas y cojines. Había formado una cama para ocho personas o más y ahora era toda suya. El aspecto era maravilloso, pero ocupaba todo el cuarto, dejando a Keith en una esquina junto a la cama normal. Soltó una pequeña carcajada y después de eso decidió ir un momento al bar de abajo. Le había entrado un poco de hambre con la tontería. Antes de irse le dedicó una mirada siniestra al dragón. Le interrumpiría de nuevo en su meditación y se quedaría en la gloria.
- Voy abajo a por algo de comida ¿Quieres algo de pienso o atún?
Puso una expresión seria, pero por dentro estaba partiéndose de risa. Esperaba con ansias la respuesta del supuesto compañero que tenía frente a él. De hecho, había escuchado que se había unido a una división capitaneada por una adolescente provocativa. De modo que eso era lo que le iba al dragón, las perversiones. Venom mostró un rostro siniestro y pensó en conocer personalmente a la tal Hikaru. Tal vez encontraba una mente débil con la que jugar y usar para sus experimentos, aunque eso era un secreto que por el momento solo él conocía. En ese momento volvió a hablar para picarlo.
- ¿Cómo es tu capitana? – Mencionó simplemente en un tono desinteresado. Estaba esperando las últimas palabras antes de ir a por la comida.
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Re: Que Bueno Sería Vivir Sin Ti... !Dobe! [Keith-Venom] [Rol Entrenamiento] {Sáb 4 Mar 2017 - 5:25}
La ceja del dragón tembló con violencia al escuchar todo el ruido que había en la habitación. Sintiéndose mosqueado, Keith abrió sus ojos para ver lo que sucedía. Lo primero que notó, fue como una mano sobresalía desde un montón de sabanas, apuntando en su dirección. Al ver el armario abierto y que Venom ya no “estaba” allí, supo lo que sucedió. No pudo evitar reírse de él, encontrando toda aquella situación de lo más divertido. Al cabo de unos segundos, se calmó y miró siniestramente como el pelirrojo salía cual topo de entre todo ese tumulto. Todo eso le pasó por puta, a ver si aprendía la lección de una vez. Incluso su dragón interior estaba de acuerdo con él, y eso casi nunca pasaba.
– Ten cuidado, no quiero un cadáver de serpiente pudriéndose aquí – se burló el sargento.
Al escuchar el comentario del atún, no pudo evitar bufar. Enserio, las bromas de gatos ya se estaban volviendo antiguas. Iba a responder, pero lo otro que dijo... Hizo que sus ojos se volvieran completamente gélidos. Fulminó con la mirada al pelirrojo, haciendo que la temperatura de la habitación descendiera de forma crítica. Una cosa era meterse con él, y otra muy distinta era meterse con las personas que apreciaba. Ya había perdido demasiado como para que venga otra persona, fuera de su padre, a joderle la existencia.
– No es de tu incumbencia, Slicerin – sus ojos se rasgaron y miró salvajemente a la serpiente. – Pero que te quede claro esto; una cosa es joderme a mí, y otra muy distinta es meterte con ella. Si me entero que le pusiste una mano encima, nadie te salvará de mi ira – le amenazó mientras chasqueaba la lengua.
Desactivó su control del clima, haciendo que la temperatura volviera a la normalidad, aunque la sensación de frío perduraría por algunos minutos más. Le dedicó una última mirada fría al pelirrojo, abrió la ventana, entró en su forma híbrida y salió de allí. Aterrizó en el techo de la posada y volvió su forma humana, recostándose encima para poder mirar de mejor manera el cielo. Era una noche despejada y se podía apreciar tanto la luna llena, como la estrellas. Keith suspiró y se rascó la cabeza. Había perdido el control hace un rato, pero no pudo evitarlo. Esa jodida serpiente cruzó la línea con ese comentario.
– Tranquilízate, Keith. No dejes que su comentario desequilibre tu mentalidad –
El sargento cerró sus ojos, decidido a echarse una pequeña siesta a la luz de la luna. Argentum tenía razón: no valía la pena enojarse con personas como esas.
– Ten cuidado, no quiero un cadáver de serpiente pudriéndose aquí – se burló el sargento.
Al escuchar el comentario del atún, no pudo evitar bufar. Enserio, las bromas de gatos ya se estaban volviendo antiguas. Iba a responder, pero lo otro que dijo... Hizo que sus ojos se volvieran completamente gélidos. Fulminó con la mirada al pelirrojo, haciendo que la temperatura de la habitación descendiera de forma crítica. Una cosa era meterse con él, y otra muy distinta era meterse con las personas que apreciaba. Ya había perdido demasiado como para que venga otra persona, fuera de su padre, a joderle la existencia.
– No es de tu incumbencia, Slicerin – sus ojos se rasgaron y miró salvajemente a la serpiente. – Pero que te quede claro esto; una cosa es joderme a mí, y otra muy distinta es meterte con ella. Si me entero que le pusiste una mano encima, nadie te salvará de mi ira – le amenazó mientras chasqueaba la lengua.
Desactivó su control del clima, haciendo que la temperatura volviera a la normalidad, aunque la sensación de frío perduraría por algunos minutos más. Le dedicó una última mirada fría al pelirrojo, abrió la ventana, entró en su forma híbrida y salió de allí. Aterrizó en el techo de la posada y volvió su forma humana, recostándose encima para poder mirar de mejor manera el cielo. Era una noche despejada y se podía apreciar tanto la luna llena, como la estrellas. Keith suspiró y se rascó la cabeza. Había perdido el control hace un rato, pero no pudo evitarlo. Esa jodida serpiente cruzó la línea con ese comentario.
– Tranquilízate, Keith. No dejes que su comentario desequilibre tu mentalidad –
El sargento cerró sus ojos, decidido a echarse una pequeña siesta a la luz de la luna. Argentum tenía razón: no valía la pena enojarse con personas como esas.
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Re: Que Bueno Sería Vivir Sin Ti... !Dobe! [Keith-Venom] [Rol Entrenamiento] {Sáb 4 Mar 2017 - 5:48}
- En ese caso quiero probar tú ira… ¡¿Quieres que te humille de nuevo, sucio insecto!? – Dijo la serpiente iluminando sus ojos en un tono rojizo.
Apretó los puños con rabia deseando lanzarse a por aquella escoria que tenía frente a sus ojos. Tan solo había preguntado, pero ahora todo sería mucho peor. El ceño de Venom estaba exageradamente fruncido y pese al frío que hubo se controló. Fulminó también al reptil con su mirada y por un momento el suelo empezó a ponerse un poco oscuro, indicando que una bestia iba a salir de allí. Al ver cómo se largaba por la ventana, el leve humo oscuro desapareció y el color de ojos de la serpiente volvió a ser azul. Chasqueó la lengua y entonces no se lo pensó, pateó con fuerza la cama tirándola contra un lado. El sonido hizo un enorme estruendo, pero le dio lo mismo. A continuación escupió a un lado y después de unos momentos se colocó bien la cinta de la marina que portaba en su cabeza.
- Miserable rata de cloaca…
Susurró al mismo tiempo que daba la espalda a la ventana y después avanzaba por las escaleras hasta la planta de abajo. El calorcito del ambiente mejoró un poco su carácter. Estuvo a punto de reventar el techo y a pisarle la cabeza al maldito lagarto alado. Una lástima que ambos tuviesen el mismo rango ahora. Se sentó en la barra de aquella posada, observando que había poca gente. Viendo el tiempo que hacía fuera, podía ser a causa de toda la lluvia y seguramente estaban en sus casas. El luchador entonces soltó un pequeño suspiro y miró al camarero, el cual le saludó con una sonrisa. No debía pagarla con él y menos en el estado que se encontraba. Hizo un esfuerzo sobrehumano e hizo que su mirada se calmase, observando a aquella persona en todo momento. Finalmente alzó la voz para hablarle y pedirse algo.
- Quiero un refresco de limón con gas y un bocadillo de carne asada. También ponme una ración de patatas con mayonesa si es posible.
Dijo el hombre serpiente. El camarero asintió a sus palabras y no tardó nada en ponerse manos a la obra. El pelirrojo simplemente pegó la frente a la barra para intentar relajarse un poco después de lo sucedido. La sangre le hervía y quería arrancar la cabeza de aquel idiota. Una verdadera pena que fuera algo ilegal, se quedaría con las ganas del asesinato. Lo siguiente que hizo fue olisquear el ambiente y sentir un aroma delicioso. El camarero le puso la comida en sus narices y no tardó nada en darle un enorme bocado al su delicioso bocadillo de carne. El sabor hizo que dejara el odio a un lado durante unos momentos y se puso a disfrutar de lo lindo. No tardó mucho en beber también de la bebida y a masticar algunas patatas. Mientras le durase aquel manjar estaría un poco más calmado.
Apretó los puños con rabia deseando lanzarse a por aquella escoria que tenía frente a sus ojos. Tan solo había preguntado, pero ahora todo sería mucho peor. El ceño de Venom estaba exageradamente fruncido y pese al frío que hubo se controló. Fulminó también al reptil con su mirada y por un momento el suelo empezó a ponerse un poco oscuro, indicando que una bestia iba a salir de allí. Al ver cómo se largaba por la ventana, el leve humo oscuro desapareció y el color de ojos de la serpiente volvió a ser azul. Chasqueó la lengua y entonces no se lo pensó, pateó con fuerza la cama tirándola contra un lado. El sonido hizo un enorme estruendo, pero le dio lo mismo. A continuación escupió a un lado y después de unos momentos se colocó bien la cinta de la marina que portaba en su cabeza.
- Miserable rata de cloaca…
Susurró al mismo tiempo que daba la espalda a la ventana y después avanzaba por las escaleras hasta la planta de abajo. El calorcito del ambiente mejoró un poco su carácter. Estuvo a punto de reventar el techo y a pisarle la cabeza al maldito lagarto alado. Una lástima que ambos tuviesen el mismo rango ahora. Se sentó en la barra de aquella posada, observando que había poca gente. Viendo el tiempo que hacía fuera, podía ser a causa de toda la lluvia y seguramente estaban en sus casas. El luchador entonces soltó un pequeño suspiro y miró al camarero, el cual le saludó con una sonrisa. No debía pagarla con él y menos en el estado que se encontraba. Hizo un esfuerzo sobrehumano e hizo que su mirada se calmase, observando a aquella persona en todo momento. Finalmente alzó la voz para hablarle y pedirse algo.
- Quiero un refresco de limón con gas y un bocadillo de carne asada. También ponme una ración de patatas con mayonesa si es posible.
Dijo el hombre serpiente. El camarero asintió a sus palabras y no tardó nada en ponerse manos a la obra. El pelirrojo simplemente pegó la frente a la barra para intentar relajarse un poco después de lo sucedido. La sangre le hervía y quería arrancar la cabeza de aquel idiota. Una verdadera pena que fuera algo ilegal, se quedaría con las ganas del asesinato. Lo siguiente que hizo fue olisquear el ambiente y sentir un aroma delicioso. El camarero le puso la comida en sus narices y no tardó nada en darle un enorme bocado al su delicioso bocadillo de carne. El sabor hizo que dejara el odio a un lado durante unos momentos y se puso a disfrutar de lo lindo. No tardó mucho en beber también de la bebida y a masticar algunas patatas. Mientras le durase aquel manjar estaría un poco más calmado.
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Algunas semanas después
El sudor caía por el rostro de cierto dragón mientras este intentaba correr… O más bien trotar en la cima del monte. ¿Razón de ello? Keith tenía atado una cuerda en sus tobillos y estas, a su vez, estaban amarradas a dos rocas gigantes. El sargento intentaba correr jalando de esas dos pesadas formas. Luego de varios días haciendo el mismo ejercicio, se había acostumbrado a usar este extremo método. Su velocidad, fuerza y resistencia nuevamente se vieron aumentadas, algo que el joven no creía posible. En verdad el cuerpo humano no tenía límites para alcanzar su potencial. Más que lo físico, era la mentalidad lo que impedía que la mayoría desatara su máximo poder. Era algo que aprendió hace bien poco cuando logró superar sus barreras y liberó su cien por ciento por primera vez. De aquello pasaron unos meses, pero nunca iba a olvidar la sensación.
Keith dio un suspiro de alivio al desatar, finalmente, las cuerdas de sus pies. Llevaba dos o tres horas repitiendo lo mismo y, si bien era máquina resistente, debía admitir que era uno de los ejercicios más agotadores que había hecho en su vida. “Pero los resultados fueron los esperados”, pensó mientras sonreía con suficiencia. Para probar su punto, una vez que hubiera descansado varios minutos, activó la técnica que había estado practicando durante estas semanas. Había aprendido a la perfección como controlar el flujo a través de su cuerpo sin que este empezara a autodestruirse. El problema era que, pese a sus intentos, igual terminaba algo hecho mierda luego de usarlo. Era normal, puesto que estaba forzando su cuerpo más allá de sus límites naturales.
– Sigo pensando que fue una estupidez hacer eso, pero al menos eres lo suficiente sensato para usar esa técnica solo una vez por combate – dijo su dragón interior.
El sargento se encogió de hombros y desactivó la técnica. Inmediatamente sus músculos empezaron a pesar, pero ya se había acostumbrado a la sensación posterior… Seguía siendo demasiado incómodo, eso sí. Suspiró un poco y una media sonrisa se formó en sus labios. Por fin, solo quedaba algo por aprender antes de dar por concluido el viaje de entrenamiento: dominar el Busoshoku para usarlo en combate. No debería ser tan difícil, considerando los requisitos. Voluntad le sobraba, de hecho su vida giraba en torno a eso. No iba a detenerse hasta lograr su objetivo. Llegar hasta lo más alto, ayudar a Hikaru a realizar sus objetivos y destruir por completo la reputación de su padre.
– Y tal vez solo allí, pueda a volver a disfrutar de la vida y sonreír con sinceridad –
Keith suspiró y empezó a bajar por el monte. Había concluido su entrenamiento en la montaña en lo que duraba su estadía en esta isla. No era necesario usar métodos tan extremistas para entrenar el haki. Una vez despertado, era cosa de práctica para dominarlo y usarlo en combate.
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El sudor bajaba por la frente del pelirrojo hacia su rostro. Todo a su alrededor estaba destrozado y lleno de enormes huellas suyas. Había estado de nuevo transformándose todo el tiempo que en sus formas y matándose a entrenar en ellas. Quería dominar el poder de su fruta lo antes posible y empezaría entonces a dar por culo de verdad en la marina. El luchador se relamió despacio y lo siguiente que hizo fue quitarse la camiseta. Su cuerpo tonificado estaba también lleno de sudor y lo mejor era darse una ducha. No podía aguantar más todo el jodido entrenamiento que estaba dándose y esperaba que no fuese en vano o mataría a Keith ¿Motivo? Era un gato sucio. Escupió a un lado y empezó a bajar por aquel monte. Algo le decía que la rata estaba cerca, pues había escuchado ruidos mientras realizaba sus ejercicios.
Venom bajaba despacio y con calma, hasta que al final de la pendiente pudo divisar al sucio insecto. Una sonrisa más que siniestra se formó en su rostro y continuó avanzando despacio. Llevaba sin verlo semanas, puesto que él mismo se había dedicado a ir a su bola. Eso sí, sus banquetes en la posada no se los quitaba nadie. No tardó mucho en alcanzarlo a paso ligero, hasta que quedó tan solo a unos tres metros a su espalda. Los cabellos rojizos de la serpiente fueron ondeados por el viento de forma algo exagerada. Sus azulados y siniestros ojos se clavaron en la figura del lagarto. Soltó una pequeña carcajada mientras trataba de mantener las distancias y estar a su espalda todo el tiempo.
- Queda muy poco tiempo para que esta basura termine. Creo que entonces se sabrá quién ha aprovechado mejor el entrenamiento. De todas formas, supongo que ahora vas a meterte en alguna poza de agua para lavarte, aunque los gatos odian el agua…
Dijo dando por culo como siempre mientras continuaba caminando despacio. Era increíble que el encantase tanto molestar y sobre todo a él. Su objetivo era llegar a un puesto alto en la marina y de paso superior al de él. Se sabía por la mayoría de personas que Almirante no era nada fácil, pero Venom estaba seguro de que podría serlo. Akaihebi era un tipo demasiado frío, pero mucho más frío podía ser para conseguir sus metas. No tardó mucho en relamerse despacio mientras llevaba la mano a su bolsillo y sacaba una pequeña píldora. La metió en su boca y empezó a masticarla. Era una pequeña vitamina con sabor a pollo para no terminar tan cansado. Aquello le ayudaría a recuperarse un poco. Lo siguiente que hizo fue estirarse un poco mientras continuaba avanzando.
- Me estoy aburriendo demasiado, cuéntame algo interesante ¿Tienes familia? ¿Algún tipo de sueño en especial? No me sirve el de encontrar la comida de gato perfecta. – Respondió un poco pensativo mientras se rascaba un poco la cabeza. Estaba claro que incluso en sus preguntas adoraba molestar al chico que tenía delante de sus ojos.
Venom bajaba despacio y con calma, hasta que al final de la pendiente pudo divisar al sucio insecto. Una sonrisa más que siniestra se formó en su rostro y continuó avanzando despacio. Llevaba sin verlo semanas, puesto que él mismo se había dedicado a ir a su bola. Eso sí, sus banquetes en la posada no se los quitaba nadie. No tardó mucho en alcanzarlo a paso ligero, hasta que quedó tan solo a unos tres metros a su espalda. Los cabellos rojizos de la serpiente fueron ondeados por el viento de forma algo exagerada. Sus azulados y siniestros ojos se clavaron en la figura del lagarto. Soltó una pequeña carcajada mientras trataba de mantener las distancias y estar a su espalda todo el tiempo.
- Queda muy poco tiempo para que esta basura termine. Creo que entonces se sabrá quién ha aprovechado mejor el entrenamiento. De todas formas, supongo que ahora vas a meterte en alguna poza de agua para lavarte, aunque los gatos odian el agua…
Dijo dando por culo como siempre mientras continuaba caminando despacio. Era increíble que el encantase tanto molestar y sobre todo a él. Su objetivo era llegar a un puesto alto en la marina y de paso superior al de él. Se sabía por la mayoría de personas que Almirante no era nada fácil, pero Venom estaba seguro de que podría serlo. Akaihebi era un tipo demasiado frío, pero mucho más frío podía ser para conseguir sus metas. No tardó mucho en relamerse despacio mientras llevaba la mano a su bolsillo y sacaba una pequeña píldora. La metió en su boca y empezó a masticarla. Era una pequeña vitamina con sabor a pollo para no terminar tan cansado. Aquello le ayudaría a recuperarse un poco. Lo siguiente que hizo fue estirarse un poco mientras continuaba avanzando.
- Me estoy aburriendo demasiado, cuéntame algo interesante ¿Tienes familia? ¿Algún tipo de sueño en especial? No me sirve el de encontrar la comida de gato perfecta. – Respondió un poco pensativo mientras se rascaba un poco la cabeza. Estaba claro que incluso en sus preguntas adoraba molestar al chico que tenía delante de sus ojos.
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Keith pausó un poco para hacer elongaciones y, luego, siguió caminando sin rumbo fijo. No tenía ganas de volver a la posada, realmente. Quizá era por la poca vergüenza que sintió al explotar de esa forma. Siempre le fue enseñado que tenía que mantener un completo control de sus emociones. De lo contrario, podía ser perjudicial para él y para las personas que le rodean, debido a que perdería el juicio y haría las cosas sin pensar. El sargento cerró sus ojos y una sonrisa algo siniestra se formó en su rostro. Bueno, tener diversión de vez en cuando no era malo. Solo tenía que cuidarse para no perder de vista su objetivo final.
– Además… queda muy poco para que esta farsa termine – pensó el peligris.
Activó su control de clima y observó como escarcha se iba formando lentamente encima el pasto. La adaptación de la akuma seguía su proceso natural y, una vez que terminara, pronto Argentum desaparecería. El marine cerró sus puños y desactivó su poder. No, aún era pronto para pensar en eso. Quizá no sucedería en días, meses… Incluso años. Era un tema muy aleatorio, a fin de cuentas. Incluso podía llegar a pillarte desprevenido si no estás preparado.
Keith le dirigió una última mirada al paisaje helado y se marchó de allí… antes que viniera alguien a arrestarlo por dañar la flora de la isla. Al cabo de unos minutos, un olor familiar inundó sus fosas nasales. Lo reconoció antes que pudiera decir alguna palabra. Después de todo, tuvo que convivir varias semanas con esa serpiente. No sé quien tuvo la idea de todo eso, pero sospechaba que Rick tuvo algo que ver con todo esto.
– Digo lo mismo. ¿Usualmente las serpientes no deberían estar arrastrándose cerca de un pantano? – Keith negó con la cabeza y miró hacia el frente. – ¿Sabes qué? Ya no importa. Estoy casando de tantos insultos innecesarios. –
Escuchó las preguntas del pelirrojo y detuvo su andar. Le dedicó una seria mirada y suspiró, ignorando completamente el insulto. Debía estar loco para responder, pero últimamente se encontraba demasiado aburrido. Quizá esto podría ayudar a que el tiempo se le pasara más rápido, porque en verdad quería terminar con todo esto lo más pronto posible.
– Una hermana desaparecida… y un padre que preferiría que estuviera varios metros bajo tierra. Y en cuanto lo otro… No es sueño, es una ambición. Simplemente quiero ver a cierta persona de rodillas, pidiendo perdón mientras la justicia triunfa sobre él – Keith suspiró y se encogió de hombros. – ¿Y tú?¿Algún familiar, sueño… lo que sea? –
– Además… queda muy poco para que esta farsa termine – pensó el peligris.
Activó su control de clima y observó como escarcha se iba formando lentamente encima el pasto. La adaptación de la akuma seguía su proceso natural y, una vez que terminara, pronto Argentum desaparecería. El marine cerró sus puños y desactivó su poder. No, aún era pronto para pensar en eso. Quizá no sucedería en días, meses… Incluso años. Era un tema muy aleatorio, a fin de cuentas. Incluso podía llegar a pillarte desprevenido si no estás preparado.
Keith le dirigió una última mirada al paisaje helado y se marchó de allí… antes que viniera alguien a arrestarlo por dañar la flora de la isla. Al cabo de unos minutos, un olor familiar inundó sus fosas nasales. Lo reconoció antes que pudiera decir alguna palabra. Después de todo, tuvo que convivir varias semanas con esa serpiente. No sé quien tuvo la idea de todo eso, pero sospechaba que Rick tuvo algo que ver con todo esto.
– Digo lo mismo. ¿Usualmente las serpientes no deberían estar arrastrándose cerca de un pantano? – Keith negó con la cabeza y miró hacia el frente. – ¿Sabes qué? Ya no importa. Estoy casando de tantos insultos innecesarios. –
Escuchó las preguntas del pelirrojo y detuvo su andar. Le dedicó una seria mirada y suspiró, ignorando completamente el insulto. Debía estar loco para responder, pero últimamente se encontraba demasiado aburrido. Quizá esto podría ayudar a que el tiempo se le pasara más rápido, porque en verdad quería terminar con todo esto lo más pronto posible.
– Una hermana desaparecida… y un padre que preferiría que estuviera varios metros bajo tierra. Y en cuanto lo otro… No es sueño, es una ambición. Simplemente quiero ver a cierta persona de rodillas, pidiendo perdón mientras la justicia triunfa sobre él – Keith suspiró y se encogió de hombros. – ¿Y tú?¿Algún familiar, sueño… lo que sea? –
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Los pasos del pelirrojo continuaban llevándole tras el lagarto. Sus manos estaban en los bolsillos del pantalón y sus azulados ojos estaban clavados en aquella persona que no parecía molestarse por lo que decía. Lo del pantano le hizo algo de gracia, pues las serpientes solían estar en el agua o en las ramas en aquellos sitios, maldito inculto. Soltó una pequeña carcajada siniestra mientras avanzaba. No tenía nada que esconder y menos del gatito. Debía admitir que la sangre le hervía un poco, pero sabía controlarse muy bien. Era normal teniendo en cuanta su rango. No tardó mucho en escuchar las palabras del chico y se quedó callado durante unos momentos. Tenían algunas similitudes y eso le hizo ladear un poco la cabeza y momentos después entrecerrar los ojos. Lo de la hermana desaparecida no se lo esperó y le hizo mostrar una sonrisa siniestra. Tenía que conocerla. Esperaba que no fuese una idiota egocéntrica y sin cabeza como Amane, pero eso daba lo mismo. Últimamente se hallaba rodeado de inútiles. Estornudó de repente y acto seguido se pasó la mano por la nariz. Esperaba no estar resfriándose o tendría que cancelar el jodido entrenamiento. Después de unos momentos escuchó lo que dijo y soltó un pequeño suspiro.
- Una hermana desaparecida y un padre que por desgracia está varios metros bajo tierra. Y en cuanto a lo otro… No es un sueño, es una ambición. Crear las mayores armas biológicas del mundo y encontrar la manera de consumir todas las frutas del diablo existentes sin morir. – Dijo entonces con una sonrisa siniestra y mirándole de frente.
Sus sueños eran enormes, pero estaba claro que no pensaba abandonarlos. Había imitado incluso la forma de hablar de él cuando lo dijo, pero cambiando algunos conceptos. En lo de la hermana coincidían, pero los padres era una historia totalmente contraria. De hecho, quería resucitar al suyo de alguna forma, aunque eso se lo calló para él. Lo siguiente que hizo fue entrecerrar los ojos despacio y soltar un pequeño bostezo. Era como si se estuviese aburriendo y su expresión no cambiaba lo más mínimo. El lagarto no le daba el juego necesario como para iniciar una guerra allí mismo. Debería esperar a mucho más adelante. De nuevo, clavó sus azulados y reptilianos ojo en los del chico. Parecía estar analizándole totalmente con la mirada. Lo de la justicia absoluta también se lo había callado, pero eso más bien era algo que tenía que pensarse mejor. El viento meció sus cabellos de forma calmada y acto seguido dio un paso hacia el joven. Parecía que también se había estado entrenando al máximo y eso era bueno para él. Así la futura pelea no sería aburrida y podría usar todas sus cartas contra él. Muchos trucos ocultaba la serpiente bajo la manga y eso no era ningún tipo de secreto. Se notaba con solo mirar a los ojos de aquel tipo. Venom era alguien en peligro de extinción por así decirlo.
- Es curioso que ambos tengamos una hermana desaparecida y que lo paternal sea totalmente contrario. Debo admitir que es lo más interesante sobre ti que he descubierto hasta este momento. – Dijo entonces al mismo tiempo que cerraba despacio los ojos y bajaba la cabeza con una sonrisa siniestra.
Tal vez debían dirigirse hacia la taberna de una maldita vez. Él empezaba a estar harto de estar todos los días fuera matándose y en el “tiburón negro” se estaba muy bien. Allí se podía descansar y relajar. Además, él había mejorado todas sus habilidades a la perfección y por eso estaba seguro de que todo había salido bien. Lo siguiente que hizo fue relamerse despacio y colocarse al lado del peliplateado mientras señalaba con la mano la posada a lo lejos y avanzaba. Lo mejor sería estar en aquella zona por si a sus superiores se les ocurría vigilarlos. Aunque tenía en mente ser él la persona a la que los demás llamasen superior. Estaban tan solo a unos cinco minutos y no iban a tardar mucho en llegar. El pelirrojo sentía curiosidad por la respuesta que le daría el otro marine. Quería saber todo sobre él, tanto lo bueno como lo malo. Así creían mucho mejor las rivalidades.
- Una hermana desaparecida y un padre que por desgracia está varios metros bajo tierra. Y en cuanto a lo otro… No es un sueño, es una ambición. Crear las mayores armas biológicas del mundo y encontrar la manera de consumir todas las frutas del diablo existentes sin morir. – Dijo entonces con una sonrisa siniestra y mirándole de frente.
Sus sueños eran enormes, pero estaba claro que no pensaba abandonarlos. Había imitado incluso la forma de hablar de él cuando lo dijo, pero cambiando algunos conceptos. En lo de la hermana coincidían, pero los padres era una historia totalmente contraria. De hecho, quería resucitar al suyo de alguna forma, aunque eso se lo calló para él. Lo siguiente que hizo fue entrecerrar los ojos despacio y soltar un pequeño bostezo. Era como si se estuviese aburriendo y su expresión no cambiaba lo más mínimo. El lagarto no le daba el juego necesario como para iniciar una guerra allí mismo. Debería esperar a mucho más adelante. De nuevo, clavó sus azulados y reptilianos ojo en los del chico. Parecía estar analizándole totalmente con la mirada. Lo de la justicia absoluta también se lo había callado, pero eso más bien era algo que tenía que pensarse mejor. El viento meció sus cabellos de forma calmada y acto seguido dio un paso hacia el joven. Parecía que también se había estado entrenando al máximo y eso era bueno para él. Así la futura pelea no sería aburrida y podría usar todas sus cartas contra él. Muchos trucos ocultaba la serpiente bajo la manga y eso no era ningún tipo de secreto. Se notaba con solo mirar a los ojos de aquel tipo. Venom era alguien en peligro de extinción por así decirlo.
- Es curioso que ambos tengamos una hermana desaparecida y que lo paternal sea totalmente contrario. Debo admitir que es lo más interesante sobre ti que he descubierto hasta este momento. – Dijo entonces al mismo tiempo que cerraba despacio los ojos y bajaba la cabeza con una sonrisa siniestra.
Tal vez debían dirigirse hacia la taberna de una maldita vez. Él empezaba a estar harto de estar todos los días fuera matándose y en el “tiburón negro” se estaba muy bien. Allí se podía descansar y relajar. Además, él había mejorado todas sus habilidades a la perfección y por eso estaba seguro de que todo había salido bien. Lo siguiente que hizo fue relamerse despacio y colocarse al lado del peliplateado mientras señalaba con la mano la posada a lo lejos y avanzaba. Lo mejor sería estar en aquella zona por si a sus superiores se les ocurría vigilarlos. Aunque tenía en mente ser él la persona a la que los demás llamasen superior. Estaban tan solo a unos cinco minutos y no iban a tardar mucho en llegar. El pelirrojo sentía curiosidad por la respuesta que le daría el otro marine. Quería saber todo sobre él, tanto lo bueno como lo malo. Así creían mucho mejor las rivalidades.
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