Dütälün [Bizvan y Tobías] [Privado][Pasado]

La travesía transcurría tranquila, el tiempo acompañaba y era agradable escuchar el trajín en la cubierta del barco marine. Estaba viajando con un pequeño destacamento destinado a English Garden para atrapar a uno de nuestros científicos, que al parecer estaba vendiendo los planos de una de las últimas investigaciones en el gobierno. Mis superiores aprovecharon que tenía estrechas relaciones con uno de los integrantes de aquel destacamento, nada más y nada menos que Bizvan, por lo que no dudé en aceptar el trabajo. Bien es cierto que me avisaron que mis órdenes eran algo distintas que la de los marines y que debía cumplirlas si se daba el caso, pero confiaba en la discreción de mi nakama. Ya habíamos trabajado juntos y podría confiar en él si se daba el caso, aunque esperaba que todo saliese bien...

-Toc Toc - sonó la puerta de mi camarote cortando el hilo de mis pensamientos.

Me levanté con un movimiento grácil y fui a mirar quien era. No era otro que mi nakama.

-Buenas Biz. Veo que por fin hemos llegado - dije a modo de saludo. Llevaba ya rato listo y algo ansioso para desembarcar, asique salí del camarote dirección a cubierta mientras seguía hablando con el moreno. - Espero que no tengas inconveniente en despegarte de tus compañeros... Tengo algo planeado para ir más rápido a un sitio donde nos espera un informante. Por otro lado siempre puedo ir yo a asesorarme y quedamos en algún sitio, pero creo que sería retrasarnos.

Una vez pisamos cubierta dejé tiempo a mi compañero para decidir sobre sus siguientes pasos, mientras yo, sin previo aviso y para expectación de todos, comencé a subir usando el Geppou hasta subir al palo más alto de la embarcación. Me encantaba sentir el aire agitando mis largos cabellos como la noche, aunque no había subido por placer. Hinché los pulmones con todo el aire que podía y lancé un enorme graznido de cuervo hacia el cielo. Mi fino oído captó alguna risilla, al igual que algún comentario mordaz por parte de los grumetes de más abajo, pero una fina sonrisa ladeada cruzaba mi rostro, que no tardó en ensancharse cuando un graznido similar al que yo había proferido, seguido de otro más grande cortó todo murmullo.

Dos sombras aparecieron en nuestro campo visual atravesando las pocas nubes que en el cielo escaseaban, directos a nuestra dirección. Una era bastante grande y algo menos familiar, pero el batir de las alas de la más pequeña podría reconocerlo entre una bandada de cincuenta animales igual que él.

- ¡Biz, llega nuestro transporte! - grité mientras saltaba desde donde estaba para aterrizar en el suelo transformándome en charco por instante. -Tengo que avisarte que a veces tiene mal carácter y no es como Croc, pero tengo que comenzar a montarlo... Sino terminará salvaje - dije como si nada tras recuperar mi forma justo en el momento en el que aterrizaba en la cubierta un precioso espécimen de hipogrifo.

Azkar, como el animal se llama, aterrizó como pudo sin llevarse a ninguno de los marines que no se apartaron para dejarle hacerlo, aunque dejó varios arañazos en la cubierta. El animal enseguida miró hacia a su alrededor iracundo, mientras que Croc se posaba en mi hombro para saludarme con un pequeño pellizco en el lóbulo de la oreja. Rápidamente me acerqué a él con actitud apaciguadora, llamando su atención para que me reconociese. Al verme el imponente animal se acercó a mi posición para restregar su pico en mi pecho a la vez que lo correspondía con unas palmaditas en el cuello.

- Buen trabajo pequeño - susurré al animal antes de dirigirme a mi nakama de nuevo mientras me montaba sobre Azkar. -¿Entonces te vienes o te mando a Croc cuando acabe? - dije usando un tono un poco desafiante. Sabía que mi compañero a pesar de su apariencia era bastante impresionable con cosas así y no sabía muy bien como reaccionaría. Aunque siendo sinceros siempre he pensado que le gustaría volar, ya que ha mostrado más de una vez interés en mi habilidad con el Geppou.

Azkar dio un pequeño resoplido cuando notó la intranquilidad por parte de la tripulación. Aún no estaba acostumbrado a las personas y aquello debía estarlo poniendo nervioso, por lo que agradecí que Bizvan no tardase en decidirse. Al principio creí que no aceptaría cuando vi su cara de incredulidad inicial, pero esta enseguida mutó según se acercaba hablando. Azkar lo olisqueó unos segundo y pareció gustarle, ya que no puso pegas cuando el chico se subió a su grupa. Sabía que los dos éramos un gran peso y el animal debería hacer un esfuerzo para llevarnos, pero el robusto animal tras coger carrendilla y pequeño tambaleo por fin consiguió despegar.

El aire rápidamente azotó nuestros rostros, haciendo que en mi caso mi melena ondease al mismo compás, al mismo tiempo que esa peculiar sensación de vértigo que uno sentía cuando despegaba fuertemente del suelo se atenazaba a mi estómago. Las vistas eran impresionantes desde allí arriba y una vez que el animal encontró una corriente de aire estable que nos llevaba en buena dirección, el vuelo podría incluso tacharse de agradable. Nuestro destino era una de las varias catedrales que se encontraban en el distrito este, Marblesquare, donde nos esperaba uno de nuestros enlaces para proporcionarnos más información. Ordenaría a Azkar aterrizar más a las afueras para que no llamásemos tanto la atención, cosa que me hizo preocuparme al pensar en el aterrizaje. No siempre le salía bien al pobre cuando iba cargado, cosa que a mí no me importaba porque no tenía problema en saltar mientras fuese a tierra firme, pero una fina hebra de preocupación por la integridad de mi nakama recorrió mi mente. Gracias a ser Logia el impacto no tenía problema para mí, dejando de lado que con el Geppou también podría intentar salvar el culo sino. ¿Si se daba el caso el marine podría hacer algo? Aunque mejor no pensarlo mucho no fuese a pasar. Tenía que confiar en nuestra montura.

Como esperaba el aterrizaje fue algo forzoso, haciendo que cada molécula de mi cuerpo de sirope se convulsionase durante un instante al mismo tiempo que cerré los ojos por la impresión. Era un absurdo reflejo dada la situación por mi condición, pero fue el acto que consiguió que no viese como mi nakama salía despedido atravesando mi cuerpo. Temí que se hubiese roto algo por tal estrepitosa caída, pero el marine no tardó en lucir su normal seriedad levantándose como si nada intentando limpiarse lo mejor que podía. Intenté despegar los pegotes de sirope de su uniforme con mi poder, pero aún así no se salvó su impoluto uniforme.

- Perdona a Azkar, aún tenemos que dominar el tema del despege y del aterrizaje... Pero ha estado bastante bien dadas las circunstancias - dije mientras me bajaba de nuestra montura.

Estaríamos a unos treinta minutos de nuestro objetivo y no quería perder más tiempo del necesario, por lo que no tardé en sacar un roedor de uno de mis bolsillos y se lo lancé al imponente animal como premio por su trabajo bien hecho. El cuervo no tardó en bajar y reclamar su parte del botín, así que tras rebuscar en otro bolsillo para satisfacer a aquel pequeño caprichoso los mandé que volviesen a la base tras despedirme afectuosamente de ellos. En otras circunstancias quizás hubiese dejado al grande aquí y llevarme al chico como intermediario, pero el hipogrifo aún no estaba preparado para quedarse solo tanto tiempo en un entorno desconocido. Me costaba separarme de ellos, pero era la mejor opción.

- Vamos compañero, nos queda aún un trecho - dije antes de comenzar a andar en dirección a nuestro punto de control. Aprovecharía aquel trayecto para ponerme al día con mi compañero, desde que habíamos realizado la misión para ayudar a Bianca no nos veíamos y quería saber si le había ocurrido algún suceso interesante.

Durante nuestro trayecto Bizvan me puso al día sobre todos sus progresos, fascinándome en como había acrecentado su poder de una forma tan exponencial en tan poco tiempo y con ayuda nada menos que de el peliblanco impredecible. Al oírle no pude sentir una sensación de pesar por mi parte, sentía que era el que menos estaba avanzando de mis nakamas en lo que se refería a poder y si seguía así solo conseguiría quedarme atrás. Me había prometido no ser débil y no ser un lastre para los demás sino una ayuda, pero las palabras del marine fueron como un jarro de agua fría que me devolvieron a una realidad de la que estaba escapando.

Llevaba demasiado tiempo apotronado sin hacer nada, realizando el mínimo de misiones posible y dejando la mejora física a un lado, centrándome en relajarme y llevar una buena vida. Quizás se debía a que nunca me había sentido feliz desde que me vendieron en el orfanato y conseguí librarme de mi comprador, pero precisamente para poder mantener todo como estaba debía hacerme más fuerte. Los mares estaban plagados de tipos de los más poderosos y todos no querían que las Blues fueran un lugar tranquilo. Estaban dispuesto a arrasarlo todo por sus intereses y nosotros debíamos de impedírselo.

Si la caminata se hubiese alargado más hubiese terminado auto deprimiéndome, pero por suerte para mi salud mental por fin llegamos a la zona civilizada y mi mente comenzó a centrarse de nuevo en lo que teníamos que hacer. Aún quedaban escasos minutos para la hora acordada, pero al fijarme en Bizvan no pude reprimir una sonrisa, mitigando parte de mi mal humor.

- Creo que así llamas demasiado la atención Biz, sé que los marines sentís cosas raras por vuestros uniformes, pero ese está demasiado sucio y llamas la atención de todo el mundo. Si quieres paramos un instante a que te cambies, así no propagamos que la marina deambula por aquí - propuse a mi nakama al ver las miradas que nos lanzaban los viandantes.

Yo estaba acostumbrado a pasar desapercibido, ser espía era una parte de mí, pero ni siquiera mis cualidades servirían para que la gente no mirase a aquel tipo uniformado. Si el moreno me hacía caso pararíamos un instante, para luego seguir directos a una enorme catedral. Dos grandes cimborrios podían vislumbrarse imponentes en todo lo alto y el rosetón con magníficos acabados en el pórtico de entrada daban cuenta de la todo el trabajo arquitectónico que allí había. Al entrar una sensación de solemnidad me embargó, haciendo que me sintiese algo pequeño en la estancia. Cruzamos la nave principal seguidos del eco de nuestras pisadas, hasta llegar a la cabecera donde se encontraba el atril. Allí había un hombre vestido con las túnicas de la orden religiosa que allí imperaba, al cual no dudé en acercarme nada más reconocerlo. Estaba acompañado de un joven que lo ayudaba en sus tares.

- Buenas padre, el viento aciago nos trajo hasta aquí para intentar llevarnos la mala marea que asola vuestras orillas -dije como saludo.

El tipo me miró durante unos instantes a mí y a mi compañero, pero al final dio un leve cabeceo e hizo una señal al joven para que se marchase. Una vez a solas no tardó en deleitarnos con su peculiar voz.

- Veo que has llegado bien Agente, pasemos a mi despacho y allí os daré más detalles.

Tras eso echó a andar esperando a que lo siguiésemos.

- No se preocupe. Entendemos la urgencia del asunto, asique ilústrenos - respondí tras tomar asiento en aquel austero despacho.

- Muy bien entonces, iré directo al grano - comenzó el hombre tras aclararse la garganta. - El hombre al que buscáis lleva escondido sin salir del Distrito Central, donde está instalado cómodamente en casa de una de las personas acaudaladas de la ciudad. Se sabe que tienen línea de parentesco con él y no tiene problema con el asilo ni con su comodidad

Arrugué el entrecejo un instante al ser consecuente de lo difícil que sería sacar a aquel hombre de allí sin un escándalo, cuando el hombre tuvo que notar mi preocupación.

-Sé que todo parecen malas noticias, pero aún hay más y tenéis una oportunidad. Su estancia aquí dura hasta mañana. Esta madrugada es cuando tiene planeado hacer el trato y luego marcharse. Según nuestras fuentes sus familiares están en desconocimiento de sus tejemanejes y va a realizarlo en la parte más sórdida de la ciudad. Mudleaf, en el Distrito Oeste. El lugar es peligroso sin duda, pero acostumbrado a que haya percances por todos lados - prosiguió el hombre poniéndonos en situación.

- Eso parecen mejores noticias. Ahí todo podrá pasar más desapercibido, pero nos hará más difícil la búsqueda.

- Por eso no se preocupe agente. Sabemos que el punto de reunión va a ser en "La Silla Coja". Está en la zona más interior del lugar, aunque también más peligrosa. Sería incluso temerario para el hombre al que buscáis, sino fuese por la pareja de conrads que lo escoltan a todos lados.

Una vez más mi rostro tuvo que traicionarme y hablar por mí antes que mis labios, pues el tipo volvió a esclarecer la pregunta que se formaba en mi mente.

- Son de una tribu de guerreros autóctonos del lugar bastante temibles por su tamaño y ferocidad. Viven en una zona apartada de la isla y normalmente no se juntan con nadie, pero bien sabe el todopoderoso que hay de todo en los mares. Y vuestro hombre a tenido la mala suerte para vosotros de encontrar a dos de ellos con pocos escrúpulos.

No se podía negar que el hombre tenía toda la razón en sus afirmaciones sobre la condición humana, pero no era momento de filosofear.

- Agradezco mucho su información señor. Si eso es todo, nos ponemos en marcha - dije agradeciendo la información con un inclinamiento de cabeza y dispuesto a salir si mi nakama no tenía nada que preguntar.

Terminamos de despedirnos del informante una vez que mi nakama terminó de resolver sus dudas y comenzamos a desandar el camino que habíamos hecho minutos atrás. Bizvan parecía ansioso por seguir adquiriendo más información, pero me abstuve de contestarle a sus preguntas. No me fiaba del sitio a pesar de acabar de recibir ayuda de su parte. Alguien que vendía información se dedicaba a saber de todo y de todos, por lo que contesté otra cosa.

- Ahora no nakama, nunca se sabe que paredes pueden oír y cuales no - dije en tono calmado mientras seguía caminando al exterior, precedido por el eco de nuestros pasos.

Me alegré cuando por fin comenzamos a entremezclarnos entre los viandantes una vez más, dejando atrás aquel lugar cargado de aromas vegetales y misterios. Ahora estaba más seguro y podía contestar abiertamente al marine.

- Creo que no hará falta que te enseñe nada de forma precipitada amigo. Si es cierto la mitad de cosas que dicen de ese lugar... Ni aunque lleves la espada desenfundada llamarás la atención ahora que no vas uniformado - dije contestando así al tema del entrenamiento exprés. - Eso sí, ahora que sé que te dedicas a entrenar con Gusi... No puede quedar así. Después de esta misión tendremos que pasar más tiempo junto compañero - proseguí mientras sonreía de forma amigable.

No quería entrenar con él solo por celos, que también, sino que veía que todos mis nakamas se esforzaban por mejorar mientras yo me conformaba con realizar alguna misión que otra cuando se me asignaba. Si seguía así terminaría quedándoseme el culo cuadrado de tanto estar sentado leyendo en compañía de mis mascotas.

-Aunque primero tenemos que sobrevivir a esto. El tema de esos guardianes no me ha terminado de gustar, por lo que aprovecharemos el tiempo que tenemos para ir a comer a algún sitio y recabar más información sobre dicha tribu. Cuanto más averigüemos, menos sorpresas desagradables tendremos - terminé exponiendo lo que pensaba sobre el tema. -Y sabes que no me gusta que me llames jefe, somos nakamas.

Me alegré al comprobar que mi nakama no había cambiado su forma de ser durante el tiempo que habíamos pasado separados. Seguía mostrándose igual de amigable que siempre, escondiendo su personalidad afable bajo esa fachada de seriedad que transmitía su rostro, por lo que me entusiasmé cuando aceptó que entrenásemos juntos. ¿Se habría vuelto más fuerte que yo durante este tiempo? Seguramente el peliblanco le habría enseñado un par de trucos nuevos y mi curiosidad innata deseaba averiguar dichos datos. Mi mente vagaba imaginando todo lo que podría hacer mi nakama con sus nuevos poderes mientras él se dedicaba a intentar recolectar algo de información sobre la tribu de la que nos habló el informante.

Después de muchas vueltas y de escuchar varias historias de lo más variopintas, por fin llegamos a un lugar tranquilo donde comer y detallar nuestro siguiente paso.

- Creo que con lo que nos han contado no adelantamos nada... Así que mejor diseñamos un plan de acción - dije una vez nos acomodamos en una mesa apartada del resto. - La idea es que demos con el traidor antes de su reunión... Si llega a vender la información tendremos un doble problema, ya que nuestro objetivo es conseguir que no se filtre nada. Según nuestras opciones, creo que lo mejor sería ir a "La Silla Coja" y acechar a nuestro objetivo en el local nada más se asome... Sé que vamos a montar un gran espolio, pero aquí nadie nos conoce y vamos a un lugar en que las peleas son el día a día. Si somos capaces de montar suficiente ruido, podemos usar la distracción para llevarnos al tipo en medio del caos... - expuse mi improvisado plan al moreno. - Admito que no es nada sutil y que aún nos faltan datos, pero siendo sinceros no se me ocurre nada mejor.

La idea del marine consiguió que enarcase una ceja mientras repasaba mentalmente cada palabra que decía.

- La verdad Biz, no es mal plan para nada... Pero creo que no deberías ser tú quien realice el papel.

No quería ofender a mi nakama, ya que realmente me gustaba su plan, pero dudaba de sus cualidades como actor. Él mismo me había pedido hace unos minutos que le diese un cursillo rápido de espionaje para mejorar algo en ese ámbito, pero no creía que fuese momento para hacer unas "prácticas" en mitad de una misión.

- No podemos permitirnos fallos en la misión. Es de vital importancia que completemos nuestro objetivo y retroceder no es una opción. Ese hombre debe de salir de allí con nosotros o... No salir.

La última parte la expresé con el lenguaje de signos que el propio Bizvan me enseñó durante una de nuestras misiones. Tenía que dejar claro al marine la importancia de nuestra tarea y del por qué de no poder experimentar mientras la realizamos.

- Creo que deberías de fabricar el veneno, pero si alguien se tiene que acercar tanto seré yo. Mis facciones suelen confundir a la gente y me infravaloran, cosa de la que estoy acostumbrado a aprovecharme. Además no olvides la defensa extra de mi akuma.

Esperaba que mis explicaciones fuesen suficientes para mi nakama, ya que no quería tener que tirar de mi rango superior en los CW para que me obedeciese.

- Piensa que por muy ebrio que quieras parecer, si tienes que luchar necesitas de tu espada... Mientras que como bien sabes yo no necesito armas para luchar si es necesario... Así que una vez que terminemos con esto - dije señalando a la comida de la mesa. - Vamos a buscar los ingredientes que te hagan falta para tu combinado.

Tras eso, esperé a la reacción del marine ante mi negativa de dejarle exponerse así a la par que terminaba con los restos de mi plato.

- ¡A ti, si se te ocurre... Bebes delante mía trabajando¡... - dije bromeando a sabiendas que el moreno también bromeaba. O eso quería creer, no podía ser que Gusi lo hubiese pervertido tanto. - Creo que conocerías otra faceta mía... - terminé luciendo una sonrisa un tanto siniestra.

Era agradable ver que no se tomó a malas mis instrucciones y supo encajarlas como era debido. Uno tiene que conocer sus límites y de cuando mostrar la compostura adecuada, cosa que el marine hizo a la perfección. Incluso después de unos segundos ya parecía que tenía pensado que veneno realizar.

- Recuerda que de inicio lo queremos vivo. La información que posee es importante y de ahí la importancia de todo... Pero si vemos que todo se nos va de las manos tenemos permiso para actuar como sea necesario - dije mientras me levantaba para acompañar al marine a comprar los ingredientes. Quizás también viese algo que pudiese necesitar yo. - Por cierto Biz, ¿recuerdas las bombas de humo que hicimos en nuestra primera misión? Creo que no sería mala idea fabricar algo así de nuevo. Podríamos usarlas como distracción . - proseguí una vez estuvimos ya en el exterior.

Algo así desorientaría a todo el local y podríamos desvanecernos sin que se diesen cuenta. Si conseguíamos enlazar bien cada cabo del plan todo saldría bien.

El moreno pareció captar mi indirecta a pesar del buen tono de la conversación, aunque tampoco nos recreamos sobre ese tema puesto que nos centramos en el plan que teníamos entre manos. Pareció gustarle la idea a pesar de que evidenció la falla de que esta vez no teníamos máscara, aunque no me desilusioné ante la idea ya que íbamos a comprar ingredientes y quizás encontrásemos algo que nos sirviese para taparnos.

Deambulamos por la ciudad dando un pequeño paseo. Curioseando todos los escaparates con los que nos cruzamos hasta encontrarnos una tienda que llamó la atención de mi nakama. Esta estaba regentada por un hombre anciano que no tardó en caer en el equívoco de tomarme por mujer. Era algo a lo que estaba acostumbrado y de lo que no me costaba aprovecharme en multitud de ocasiones. Dejé que me enseñase ese producto de belleza y otros muchos más que prometían en ocasiones unos efectos que dudase que fuesen reales, pero adulé al vejestorio y sus mejunjes mientras Biz terminaba de adquirir todos los ingredientes que quisiese. Este tras terminar su selección se adentró en un pequeño almacén que tenía el hombre allí dispuesto para casos como este. Algo que me sorprendió un poco al no encontrarle mucho sentido a aquello, pero el anciano volvió a centrar su atención en mí una vez terminó de guardar el dinero del marine.

- Jovencita, ahora que su pareja está entretenido con sus experimentos... Quizás le pueda ofrecer un brebaje que te puede interesar - comenzó a decir de forma un tanto misteriosa. Se notaba que llevaba tiempo en su oficio y se desenvolvía a la perfección. - Sé que ahora los jóvenes son más... "Imprudentes" que en mi época y esto podría ayudaros en algún "desliz" - prosiguió haciendo un juego de palabras.

- Creo que sé por donde va buen hombre, pero mi chico y yo estamos deseando tener un pequeño mozalbete - contesté con voz de falsete tras simular un pequeña risilla histérica tan tópica de las damas. ] Pero viendo que usted tiene cosas poco inusuales en su local... Quizás pueda ayudarme con algo que llevo buscando un tiempo[/color] - dije usando un falso tono de necesidad captando así la atención del viejo.

La verdad es que llevaba tiempo buscando partes de una planta en concreto que podía ser complicada de conseguir por el peligro que había en torno a ella por varios motivos. No todo el mundo se atrevía a manipularla, pero durante nuestro pequeño recorrido me había parecido distinguir varias hierbas o plantas que podrían tacharse de peligrosas... Aunque ninguna como la que iba a pedir.

-Resulta que como habrá podido usted comprobar mi pareja es un entusiasta de este mundillo. Yo no conozco mucho del tema, pero él es escritor e investigador de botánica y esas cosas. Viajamos de un lado para otro buscando especímenes raros para que los estudie mientras rellena un folio tras otro de un libro que escribe - comencé a mentir allanando el terreno antes de pedir nada. - En otro lugares ya hemos preguntado y dimos con negativas en todos ellos, por lo que él ya ha desistido en preguntar y espera encontrarlas salvajes... Pero yo aún soy positiva y sigo intentándolo. Sé que le haría gran ilusión y algún día me encantaría poder hacerle un regalo especial.

-Pues dígame entonces jovencita. Puede que yo pueda ayudarla, ya que a mi vejez he conseguido aunar un gran número de especímenes - insistió el hombre.

-Lo cierto es que solo recuerdo un par de ellos o tres... Tienen todas nombres tan raros que suelo olvidarlos, pero estas sí que las recuerdo - comencé a decir de forma inocente mientras pensaba alguna planta que pudiese valerme además de la ya pensada. - Son Clathrus archeru... O archeri, Actaea pachypoda y Hippomane mancinella.

- Parece que su novio tiene un gusto un tanto peligroso por las plantas jovencita... Pero resulta que una de ellas sí que la tengo. Hace unos meses realicé un trueque con un calderero que pasó por aquí y conseguí un esqueje de la manzanilla... Me costó lo suyo, ¿sabes?

Claramente el hombre parecía dispuesto a sacar un buen precio a cambio de uno de sus pequeños tesoro, pero no me importaba. Esa especie era bastante peculiar y me encantaría tenerla a pesar de que no era la que quería, pero si la mitad de las cosas que había leído sobre ella eran verdad podría darle varios usos. Supuestamente no había nada desaprovechadle en ella si sabías darle uso y se me antojaba como un caramelito.

-¡Oh! No puedo creerme que usted tenga una de ellas. Nuestro aniversario es pronto y sería un regalo perfecto... - dejé caer intentando que el viejo terminase de dar el paso y comenzase la negociación.

-Me ha convencido usted señorita. Estoy seguro de que llegaremos a un acuerdo.

Tras unos minutos de ardua negociación por fin el anciano fue a buscar a un patio exterior el pequeño esqueje. Tenía tres yemas y solo una de ellas con hojas, pero la forma y color de esta parecía indicar que era la planta que estaba buscando. Luego me relató los múltiples cuidados que tenía que tener con ella y quedamos en que me la enviaría por correspondencia a una dirección que le di. Puse la excusa de que era para que mi novio no la viese y fuese una sorpresa aún mayor, pero la verdad es que no quería que la planta que me había costado lo suyo terminase estropeado mientras realizábamos la misión. Por suerte mi compañero apareció cuando el viejete se puso a contarme anécdotas de tiempos anteriores.

-Bueno cariño, si ya has terminado de jugar con tus cosas podemos irnos. Hemos quedado para cenar y el tiempo se nos echa encima - dije mientras le guiñaba un ojo sin darle tiempo a que dijese nada. No fuese a joder la mentira que llevaba minutos sosteniendo, por lo que sin más aviso lo agarré del brazo y salimos de la tienda donde me separé de él una vez adelantamos unos metros.

-Bueno compañero, espero que todo esté listo... Lo del tiempo no era broma - dije observando como había cambiado la claridad del día.

Agarré el estuche con las agujas junto a las bombas de humo que el marine me postraba y comenzamos a caminar en dirección a la parte baja de la isla. Guardé las cosas entre los pliegues de mi yukata mientras escuchaba al moreno. Al parecer Bizvan debía albergar algún tipo de duda en su interior, ya que quiso repasar una vez más el plan. Tampoco es que me importase hacerlo. Nos valdría como pasatiempo hasta llegar a nuestro destino.

- La idea es llegar antes de que la reunión comience. Adoptaremos posiciones teniendo a mano las salidas, para tenerlas controladas, y esperaré al momento adecuado para intentar suministrarle el veneno. Si hasta ahí todo va bien, solo queda que cubramos nuestra retirada y huyamos con el objetivo.

Hablando de la idea general y de los posibles imprevistos avanzamos por la isla hasta llegar a nuestro destino. Se notaba que habíamos cambiado de barriada. Las calles estaban más sucias y la gente ya no vestía con tanta opulencia. Las miradas iban cargadas con más desagrado y descaro que antes, al igual que había muchas más armas por viandante. Según nos adentrábamos más en el barrio y el ambiente olía más a orín por fin llegamos a nuestro objetivo.

- Bien compañero, entra tú primero y posiciónate. Luego entraré yo y haré lo mismo - dije a una calle del tugurio.

La hora de la verdad llegaba y aunque varias misiones cargaban ya a mis espaldas... Era inevitable sentir una punzada de duda si me paraba a pensar todo lo que podría pasar mal. Había muchas cosas en el aire que escapaban de nuestro control y el simple hecho de que eso fuese así me incomodaba bastante, pero no era momento para centrarse que podía salir mal.

Como era de esperar el interior del tugurio tenía un aspecto deprimente. El ambiente estaba cargado de un fuerte olor a nicotina, orín, alcohol y sudor; mientras que el suelo de madera estaba abombado por algunas zonas por la humedad, al igual que algunas sillas, mesas y vigas carcomidas por la dejadez y los insectos. Desde luego no sería mi sitio favorito para tomarme algo, pero la gran tasca estaba abarrotada de alcohólicos y drogatas dando rienda suelta a sus vicios.

- Que desperdicio de vida... - pensé mientras caminaba entre todos ellos buscando a nuestro objetivo tras pedir una copa que no me pensaba beber. No había visto un vaso tan sucio nunca.

Agucé el oído a cada paso que daba en dirección al baño, intentando captar algún retazo de conversación que nos valiese para algo. Quería comprobar si allí había algún ventanuco por donde salir, pero entonces oí algo que le contaba una camarera a otra.

- ¿De verdad no has visto a los dos tipos que están en el reservado? Han venido con otro que parecía minúsculo a su lado - dijo la primera. Una joven un tanto fea pero con buen cuerpo.

- Que va, Jack me ha tenido hasta ahora descargando el último cargamento de cerveza - contestó la segunda que era aún menos agraciada. Ni las camareras son guapas aquí.

- Pues son para verlos hija. Parecen...

- ¡Eh vosotras! ¡Menos parlotear y más trabajar! - gritó el que seguramente fuese el tal Jack desde la barra.

Maldito fuese Jack o quien narices fuese. Me había quedado con la información a la mitad, aunque parecía de lo más interesante. Debía de avisar a Biz, así que me marché a la barra y pensé como mandarle el mensaje de que debíamos subir sin acercarme a él. Se me había ocurrido algo, así que le pedí un trozo de papel y bolígrafo al tal Jack. Arriba - reservado - 3. Primera parte hecha, ahora tocaba lo enrevesado. Creé un pequeño monigote de sirope sin que nadie me viese y le pegué el papel doblado en sus manos. Lo dirigí sorteando a los borrachos. Tuve que esforzarme para que no lo pisasen varias veces, pero con un poco de destreza y suerte el monigote llegó hasta el marine de una pieza y con el mensaje. Ahora solo quedaba que subiese, yo lo haría un par de minutos después... Eso claro está, si entendía el mensaje.