Esto no puede acabar bien... [Rol moderado lvl 4][Kimura - Kasan]

La subida bien, ¿no? Luego de ver su vida en segundos un par de veces, llegan a la isla que querían… En parte. ¿Acaso nadie les dijo sobre cómo llegar? Les cuesta respirar, por eso de la diferencia de altura e incluso a ambos les pitan los oídos. Están en la cubierta y no saben si siguen vivos o muertos luego de enfrentar eso. Kasan, por cierto, la subida por esa monstruosa corriente ha hecho volar tus pantalones y los ves encima de uno de los mástiles. ¿Cómo carajos llegaron ahí? Por cierto, bonitos calzoncillos de ositos. En fin, por tu parte, Kimura… Digamos que salvo uno que otro recluta que está encima de ti, estás entero, pero oye, lo mismo les pides que se alejen de ti son varios y pesan.

En fin, el caso… Un skypiano aterrado, bajo al Mar Azul y les pidió ayuda. Bueno, no a ustedes directamente, pero se entiende… Espero. Sea como sea, el informe y lo que dijo él, es que hay unos cuantos piratas haciendo de las suyas aprovechando que nadie viene a esa isla. ¿Quién en su sano juicio vendría aquí? La isla es bonita, pero no sé si valga tanto la pena. Perdón, que desvarío. Ambos, cuando logren levantarse y acostumbrarse al poco aire, tienen una foto del que sería el capitán y el sub capitán de la banda. Menuda coincidencia, son como sus gemelos, pero en versión mala. El primero, es muy parecido a Kimura salvo por unos detalles: Su pelo es largo y de un tono rubio, sus ojos son verdes y tiene una cicatriz en su brazo izquierdo. El segundo, por otro lado, es como Kasan, pero en versión femenina. ¿No serán sus hermanos perdidos? Nah, no lo creo.

El barco no va a tardar en llegar a tierra. Creo que ya es hora de ser un poco más serios, ya saben, dar órdenes, formar los grupos, recuperar pantalones perdidos y todo lo que les enseñaron. O bien, pueden hacer cualquier otra cosa, total, siempre pueden volver… De algún modo, ¿habrá una forma de bajar? Lo mismo se tienen que quedar aquí toda una vida. ¿Qué harán, defensores de la ley, honor y buenas costumbres? La aventura está a nada de empezar, que emocionante, ¿no?

Abrí los ojos como buenamente pude. La presión era realmente fuerte y el dolor y la oscuridad se hacían cada vez más patentes en el entorno. No podía moverme, sentía como si algo o alguien estuviera oprimiendo cada parte de mi cuerpo, y parecía ser que así fuera, al menos no me extrañaría dadas las circunstancias. Lo último que recordaba era una brutal sacudida antes de golpearme en la cabeza y perder el conocimiento de una forma demasiado fácil. ¿Acaso había muerto? ¿Estaba ahogándome en el fondo del mar y por eso sentía esa pesadez? Tal vez ya había muerto y todavía no había logrado abandonar la consciencia.

Lo último que recordaba que había pasado era que viajaba junto a Noa. ¿Por qué siempre que estoy al lado de esta persona veo peligrar mi vida? Un skypieano había pedido ayuda y la marina, en conjunto con el gobierno mundial, decidieron llevarnos a nosotros en conjunto con otros tantos reclutas para deshacer ese entuerto. Al parecer una tripulación de piratas estaba causando estragos. Y ahora ahí estaba yo, mi vista se acostumbraba, notaba un pitido exagerado en los oídos, apenas ni puedo respirar. Cuando mi vista se acostumbra al lugar puedo ver que encima de mí hay unos cuantos hombres tumbados. Eso podría explicar el peso extra sobre mi cuerpo, como si no tuviera bastante con mis propias armas.

Moví mi cuerpo como pude, tratando de levantar y despertar a esos hombres, realmente me estaba ahogando, no podía moverme y sentía desvanecerme. Finalmente uno de los hombres comenzó a abrir los ojos, su cara estaba frente a la mía, y tal vez fuera por el morado de mi rostro que se alertó y se levantó corriendo y ayudó a apartar el resto de hombres que estaban inconscientes encima de mí. El alivio fue realmente acogedor, di una bocanada de aire, aunque sentía que me seguía faltando el aire, realmente me alivió el poder volver a respirar.

Me puse en pie y agradecí a ese hombre por ayudarme. Habría sido realmente triste morir ahogado por el peso de los reclutas sobre uno. Me quedé mirando a Noa, estaba al lado de pie ya, no sabía si todavía andaba algo mareado, o le había dado por hacer nudismo ahora mismo, pero le veía un poco ligero de ropa.

-Oye Noa. Vale que estemos en una isla extraña, pero no por eso tienes que vestir extraño, apuesto a que incluso aquí la gente lleva pantalones.

Obervé alrededor y me quedé mirando a los reclutas. El barco había sufrido un poco, pero no sabía hasta qué punto podría estar dañado. Esperaba estar próximo a la costa, no sabría decir claramente dónde nos encontrábamos, andaba bastante aturdido todavía, pero parecía ser que todos los hombres estaban allí, y sobre todo estaban enteros. Lo más importante, de modo que mientras todo el mundo se recuperaba, yo tan solo me apoyé sobre el palo mayor y me senté.

-Noa, recuérdame que la próxima vez tome otro camino.

No era el momento de gastar bromas, pero era un momento en el que pensé que sería bueno soltar alguna tontería para liberar tensiones y quitarle un poco de hierro al asunto. Al cabo de un rato ya me sentí mejor, y los reclutas parecían estar ya en movimiento, de modo que, como persona de mayor rango dentro de la tripulación, hice un llamado de atención, preparado para comenzar a dar órdenes.

-¡Atención! -todo el mundo comenzó a formar casi inmediatamente. Que poco me gustaba verlos tan rectos a todos- Relajaos soldados. Bien, quiero un informe de daños en cuanto sea posible. Un grupo de hombres, revisad el velamen, que no haya cabos sueltos ni flojos, y recoged los juanetes y el velamen del trinquete, quiero solo la vela mayor, estamos próximos a la isla. El resto, intentemos arreglar los desperfectos que veamos.

Tras esas palabras todo el mundo se puso manos a la obra, yo me acerqué a Noa, todavía estaba algo mareado, pero también lo estaría el resto de mis hombres, no pensaba dejarles cargar con todo ellos solos. Hice recuento de mis armas, todas estaban allí, al menos todas las que había portado, las tres dagas, mi arco y guadaña, las dos hojas y la espada maestra, amén de los diales, que según tenía entendido eran originarios de este lugar.

-Noa, echemos una mano a los hombres con el velamen, vayamos al trinquete, apuesto que no tendrás problemas. Debemos asegurar el barco para poder regresar después. Espero que no esté muy dañado.