You're welcome [Aki/Raghersir]

La pelirroja caminaba sin prisa. Él llegaría hoy, pero aún faltaba un rato para que su barco atracara. Alguien le había reclutado, no recordaba ahora en donde. Al parecer tenía mucho que ofrecer y Jester ya había dado su visto bueno, pero de todas maneras tenía que conocerle. Comprobarlo. Asegurarse de que no era alguien peligroso, o al menos no en el mal sentido.

Bostezó mientras enfilaba la calle principal. Ya veía el puerto a lo lejos, llegaba bien. Saludó a un par de conocidos con una sonrisa, disfrutando del sol en la cara. Era un bonito día, no había nubes. Habrían tenido un viaje fácil, o por lo menos un buen llegar. Eso estaba bien, le convenía que el chico estuviera relajado. De nuevo, ¿Cuál era su nombre? Oh, si. Raghersir.

Antes de darse cuenta había llegado al puerto. Había un montón de barcos, la gran mayoría pesqueros. De hecho, aquél que le traía también era pesquero, si no recordaba mal. Había leído los informes la noche anterior, pero había madrugado y todavía estaba algo dormida. Karl andaba por la isla y solían pegársele las sábanas cuando él andaba por ahí. Sonrió al recordarlo, pero decidió que tenía que centrarse.

Curioseó por el lugar hasta dar con un puesto de rosquillas y compró un par para tomar mientras le esperaba. Tenía su descripción y aunque él no sabía cómo era ella esperaba reconocerle sin muchos problemas. Entre bocado y bocado, se preguntó cómo iría la mañana. Esperaba que no tardase; estaba impaciente por conocerle.

Estaba nervioso. El jefe de la organización quería verme. No sabía cómo interpretarlo, ¿acaso había hecho algo que no debiera? No había pasado nada de tiempo, no podía haberlo fastidiado tan pronto.

-Ya casi estamos.- me indicó la voz del hombre que me acompañaba.

Era cierto, ya se podía ver la isla a la que nos dirigíamos. Era bonita, más de lo que había pensado; aunque la verdad es que encajaba con la idea de libertad que representaba Xella para mí. Tenía que ir a recoger mis cosas, pero no pude evitar quedarme pensativo. Aquella situación me recordaba a la primera vez que visité isla Mailén para ayudar a los libertos.

Era una isla preciosa como esta; sin embargo la desolación, el hambre y el miedo podían verse en cada rincón de su ciudad. Todo era por el maldito gobierno. Hasta yo quedé atrapado en sus garras por un momento de descuido. Aquellos malditos esclavistas sin respeto por la vida se merecían un castigo. Es por esto, que cuando escuché a un par de hombres hablar sobre Xella y sus intenciones no dudé en intentar unirme.

Pasaron varios días desde que cogí uno de sus carteles hasta que sus miembros contactaron conmigo. En un principio fueron algo reservados y no manteníamos contacto directo, algo entendible teniendo en cuenta el carácter de la organización; sin embargo, tras un poco de tiempo me integré perfectamente en sus filas. La colaboración y camaradería que había entre sus hombres era increíble. No había duda que había hecho bien en unirme a ellos en su labor. Ahora sólo me quedaba esperar que su líder fuera tan agradable como los demás.

El barco ya estaba a punto de atracar, pero yo no tenía prisa. Lo llevaba todo en mi mochila, no tenía que cargar mucho equipaje. Para cuando estuve listo aún estaban amarrando el barco al muelle. No quería llamar mucho la atención, por lo que tan sólo me volví a apoyar en la baranda a esperar.

-¿Listo?- me dijo mi guía una vez todo estuvo preparado para el desembarco.

-Vamos a ello.- le contesté sonriendo.

No tenía muy claro a donde nos dirigíamos, pero confiaba en aquel hombre. A pesar de no haberme comportado de forma extrovertida y abierta; el hombre se había mantenido amable y respetuoso conmigo. No veía motivos para que eso cambiase ahora.

Por fin llegaron. La pelirroja les vio a lo lejos y sonrió. Tiró el envoltorio de las rosquillas y se despidió del tendero antes de acercarse. Vestía de blanco, para variar. Un vestido de media manga con los hombros al aire, que caía suelto hasta las rodillas. Algo informal, pero que realzaba sus ojos y la hacía más elegante que de costumbre.

Al llegar a su encuentro, tomó la mano del hombre que había acompañado al novato hasta Samirn. En el dedo de ella relucía el anillo de oro que la identificaba como la cabeza de Xella. El hombre lo besó y con una inclinación de cabeza, se dio la vuelta y regresó al barco en el que había venido. Aki volvió a sonreír y habló amablemente al desconocido.

- Creo que hablar en un sitio más privado sería una excelente idea, pero me alegro de que hayas llegado sano y salvo. Raghersir, ¿Cierto? Mi nombre es Aki, encantada.

Escucharía su respuesta, pero comenzaría a andar sin prisa por las calles de la ciudad. Había niños correteando y como estaban en la zona del mercado, al lado del puerto, todo era un griterío y una algarabía de colores y olores. Daba un efecto acogedor y eufórico a un tiempo. Aki aprovechó para observar de reojo a su invitado. Era un joven alto, bien formado. Se movía con confianza aunque parecía un poco perdido. No era de extrañar. Pero si los informes eran correctos, no sería una mala adquisición.

Al fin, le guió entre dos calles y llegaron a una diminuta plaza con una fuente y varios bancos. La pelirroja se sentó y le hizo un ademán para que la imitara.

- Bien, aquí estaremos a salvo de miradas indiscretas. En realidad, en cualquier rincón, pero no creo que te apetezca que te miren con curiosidad mientras hablamos. No acuden muchos viajeros. Ahora bien... Xella, ¿Cierto? Te han reclutado en una de las islas al sur, lejos de aquí.

Aki le miró con interés, aguardando su respuesta.

A penas nos habíamos alejado del muelle cuando finalmente nos encontramos con nuestro recibimiento. Era una mujer pelirroja, con unos ojos preciosos y un vestido que resaltaba su belleza natural. Pensé que era la ayudante del jefe, pero no podría haber estado más equivocado. En cuanto estuvimos lo suficientemente cerca, esta cogió la mano de mi guía, que respondió besando su anillo e inclinándose ante ella. No quería creerlo, no podía estar pasándome eso a mí. Ya estaba bastante nervioso por el hecho de ir a presentarme ante el líder; ver que este era una mujer tan preciosa… me dejaba fuera de juego.

-Gracias por todo.- me despedí del hombre que tan bien se había portado conmigo.

Era una suerte que hubiera vuelto en mí justo a tiempo para decirle adiós. Bien podría haberme quedado en modo estatua para siempre. En cualquier caso las presentaciones ya habían comenzado. Como era de esperar ella ya sabía mi nombre, lo cual me ponía un poco más nervioso si cabe. Entonces se presentó como Aki.

-Correcto, Raghersir Perk.- contesté sonriente aunque sin poder evitar ponerme colorado. -Es un placer.- continué haciendo una pequeña inclinación.

Muchas dudas asaltaron mi cabeza en ese momento. ¿Había estado de más la inclinación? La había hecho sin pensar, pero el hombre le había besado el anillo. ¿Debía hacerlo yo también? No sabía qué hacer, aunque lo disimulaba bastante bien. Por suerte la belleza roja echó a andar, quitando algo de presión a la situación.

En un principio me quedé un poco atrás, pero no tardé en darme cuenta que mi vista se estaba desviando hacia donde no debía. Es por esto que avancé y me puse a su nivel. En esa posición me era mucho más fácil controlarme. Con algo más de libertad en mi cabeza pude comenzar a admirar la belleza de la ciudad. Era prácticamente lo contrario a lo que había visto en Mailén, debía cuanto estuviese en mi mano para conseguir que esa felicidad se expandiese por el resto del mundo.

Finalmente, tras una caminata silenciosa a través del ajetreo de la tarde, acabamos llegando a una pequeña plaza. Era algo sombría y bastante simple, pues solo tenía una fuente y un par de bancos; pero supongo que era perfecta para que dos personas de una organización secreta hablasen. Tranquilamente la chica se sentó y me hizo un gesto para que la imitase a la par que comenzaba la conversación.

-Una isla del norte en realidad, pero queda igual de lejos.- respondí mientras me sentaba a su lado.

Era curioso que hubiese cometido un error así, aunque no tenía mayor importancia. En cualquier caso no tenía intención de andarme mucho por las ramas. Aún no tenía claro del todo por qué quería verme. Además, estaba interesado en saber más de la organización, cosa que me llevó a ser un poco más directo.

-La verdad me sorprendió bastante que quisieras verme. ¿Hay algún motivo especial? No parece lo más normal en una organización que va en contra del gobierno, podría ser un marine encubierto o algo así.- le dije con tono tranquilo mientras miraba al cielo para evitar la presión.

La pelirroja asintió al escucharle. Cierto, una isla del norte. Qué fallo más tonto, aunque tenía tantas cosas en la cabeza que casi era de esperar. Sin darle importancia, pasó a comunicarle el por qué de su visita. Había notado mientras caminaban que al chico le había gustado la ciudad; eso era bueno, las primeras impresiones siempre eran importantes.

-Precisamente.- Le dijo con una pequeña sonrisa.- No te ofendas, pero esta es mi casa. No podrías escapar si yo no quiero que lo hagas. En caso de que fueras un espía o pretendieras entregarme a la marina no saldrías de aquí. Sin embargo, algo me dice que eso no será un problema. Así que, volviendo al tema... ¿Qué te impulsó a meterte en Xella?

Normalmente reclutaba ella a sus propios miembros, evaluándolos y juzgando sus motivos. Pero esta vez la decisión había sido tomada antes de que ella pudiera opinar. Así pues, la única forma que tenía de asegurarse de que no era alguien perjudicial era con esta pequeña entrevista. Pero había más motivos, claro. En cuanto se asegurase de que era quien decía ser le mostraría la Fortaleza, así como su habitación. Todos los miembros tenían derecho a hospedarse ahí, por lo que era conveniente que se familiarizase con ella y aprendiera pronto por donde debía y por donde no debía andar.

La respuesta de la pelirroja vino acompañada de una sonrisa, aunque eso no la hacía menos amenazadora. Al parecer toda la isla le pertenecía, y si no era así al menos controlaba a los que tenían el poder. Tampoco venía a cuento darle más vueltas a ese tema. No era ningún espía así que no tenía de que preocuparme. Estas palabras, sumadas al interés que mostró por mis motivos para ingresar en Xella, me dieron la respuesta a la primera de mis dudas. La chica quería conocerme, saber mi historia para comprobar si realmente encajaba en la organización. Si quería saber el por qué, no tenía problema en contárselo. Al fin y al cabo íbamos a ser compañeros, no sería bueno mantener en secreto cosas de ese tipo.

-Según tengo entendido Xella pretende derrocar al gobierno mundial. Es un objetivo que tengo en común.- comencé a explicar. -En cuanto a por qué Xella y no la revolución o cualquier otra organización. Bueno… Supongo que esta isla es un buen ejemplo del por qué. Allá donde alguien ha enfrentado al gobierno sólo se ha logrado caos y desolación. Esta organización parece distinta, no necesita montar una batalla por cada acción que va a hacer. Es capaz de influir sin destruir, eso es lo que me gusta.- continué.- Si quieres puedo continuar contándote por qué odio al gobierno, pero quizá me alargue. ¿Debería resumirlo?- terminé preguntando.

Aki escuchó con paciencia mientras el chico le exponía sus dudas e impresiones. Sonrió orgullosa al oírle comentar lo mucho que le había gustado la ciudad. Si la hubiera visto hace un par de años no habría pensado eso exactamente, y se alegraba de haber podido cambiarlo. Era un espacio seguro, tanto para ella como para los habitantes y las personas a las que quería. No había mucho más que pudiera pedir en esta vida. Pero algunas personas tienen sueños e ideales más grandes, razón por la que...

-Quizás debería matizar algo. La misión principal de Xella no es derrocar al gobierno. Podrías decir que ese es mi objetivo principal. ¿Por qué? Demasiado mal han causado ya y además... lo necesito.- Hizo una pequeña pausa, bajando un poco el tono de voz. No podía contarle todo a ese hombre, era poco más que un desconocido. Si lo supiera... derrocar al gobierno era el sueño de Karl, y hasta que eso no sucediera, ella no podría llevar una vida tranquila junto a él. Ayudarle era la única opción que había contemplado, desde el principio.- Sin embargo,- dijo recobrándose.- me sirvo de Xella para ello, no es algo que oculte. Pero en verdad esta asociación es mucho más antigua de lo que podrías creer. Y todo lo que busca son la información y el control, no en busca del poder si no de la seguridad. Conocer lo que va a suceder antes de que pase y ser capaz de reaccionar con un buen margen de tiempo es la única manera de mantener a salvo a los que quieres. Para eso necesitas contactos, necesitas dinero y recursos... Xella tiene y busca todo eso. Por eso esta ciudad es tan próspera. Es un reflejo de lo que quiero.

Miró alrededor, disfrutando de la calidez del sol. Dejó pasar unos segundos y escuchó su respuesta, antes de añadir:

- No hace falta que lo resumas. No te ofendas pero todo lo que tenía que saber de ti, lo conozco ya... como comprenderás. Sin embargo, cuéntame. ¿Por qué crees que te hemos reclutado? ¿Por qué puedes serme útil? Conozco la versión de tu aval, pero me gustaría escuchar la tuya.

La respuesta de la pelirroja me dejó un poco descolocado. Pensaba que la intención de la organización era destruir al gobierno, pero estaba confundido. Al parecer la organización sólo establecía una red de información e influencia alrededor del mundo, permitiendo que cada miembro la usase para sus propios objetivos. No era lo que había pensado en un primer momento, pero me valía. Además la líder sí que tenía intención de derrocar al gobierno, por lo que sin duda había acudido al sitio idóneo.

-Entiendo.- respondí a su explicación.

Tras esto continuó la conversación interesándose un poco en qué podía aportar. Era una cuestión interesante, ni yo mismo tenía claro que podía darles. Lo que sí que tenía claro es que podía ser útil en una organización como esa.

-¿Sabéis todo lo que necesitáis sobre mí? No creo, mi historia se ha reescrito unas cuantas veces. Jaja. Aunque bueno, no creo que mi juventud importe mucho para lo que nos ocupa.- dije antes de responder a su pregunta.- O quizá sí. Desde niño he sido siempre una sombra. Nunca he llamado mucho la atención aunque siempre he acabado logrando lo que quería. Crucé medio mundo sin que nadie supiera quien era, esa actitud está ya muy arraigada en mí. Incluso ahora, mi identidad es un misterio para muchos.- continué.- Supongo que es por eso por lo que la organización me ha aceptado. Encajo a la perfección en el perfil. Y además tengo una barba bonita.- finalicé sonriendo.

Lo de la barba había sobrado, pero quería parecer simpático. No se me notaba, pero realmente quería ser aceptado en Xella. Por primera vez en mi vida sentía que había encontrado un grupo en el que encajaba.

-Si quieres puedes probarme. Mándame a conseguir cualquier información en la ciudad y te la traeré.- propuse esperando poder demostrar que lo que decía era verdad.

Escuché con tranquilidad las palabras del chico. Para empezar no parecía decepcionado por el malentendido, tan solo sorprendido. Eso era algo bueno, porque habiendo llegado tan lejos dejarle marchar no parecía una buena idea. Y las otras opciones no eran muy halagüeñas para ninguno de los dos presentes.

Por otra parte, se le veía motivado y con las ideas claras. Sin embargo su discurso era un tanto caótico. Pensativa, Aki dio un par de vueltas a su alrededor. ¿Una sombra? ¿Su identidad un misterio? En realidad eso complicaba las cosas. Alguien desconocido podía llevar muy bien a cabo ciertas tareas, pero no sería tan eficaz a la hora de trabajar de cara al público. Y teniendo en cuenta las premisas de Xella... aunque claro, ese dilema desaparecería una vez tuviera una identificación. No importaría él como individuo, si no solo que representaría a Xella. Podría valer. Sï, podía intentarse. Quizás fuera útil tener a alguien así. Se paró frente a él y dio una palmada, decidida.

- En realidad, antes de eso hay otra cosa que necesito. Sin salir de la isla, puedes utilizar todos los recursos, palabras o artimañas que se te ocurran. La tarea es sencilla y entenderás que más que necesaria. Necesito que me pruebes tu fidelidad. A la agencia, pero sobre todo a mí. Al fin y al cabo, yo responderé sobre tu persona.

Mientras decía esto, meditaba sobre lo que había dicho el chico. Que supiera conseguir información podía ser una cualidad valiosa, dado que se movía por círculos poco frecuentes. Sí, sin duda su segunda tarea sería comprobar eso. Estaba decidido, al fin y al cabo. El anillo de plata oculto en su bolsillo ya tenía dueño.

Logré mantener la compostura, pero la petición de mi nueva líder acababa de destrozarme. Un escalofrío me había recorrido el cuerpo al darme cuenta que no solo podía fallar, si no que estaba casi seguro de que iba a hacerlo. No es que no estuviera dispuesto a serle fiel tanto a ella como a la causa, el problema es que yo nunca había tenido que ser fiel a nada. No era capaz de imaginar una forma de mostrar que podía serlo.

En cualquier caso, era algo que debía hacer. No solo porque realmente quería formar parte de la organización, sino porque había llegado demasiado lejos para que mandarme en un barco de vuelta a casa fuera una opción para ellos.

-Así lo haré.- respondí a la pelirroja mientras mi rostro se tornaba algo más serio y pensativo.

Por unos instantes me inhibí del mundo buscando maneras de probar que era digno de su confianza. Comencé pensando la utilidad mi identidad de cazador. Podía usarla para liberar a miembros de Xella, o incluso hacer creer a la marina que los había atrapado. Eran cosas útiles, pero no podía hacerlas sin dejar la isla. Por otro lado estaban mis conocimientos. Podía ayudar a otros miembros a conocer técnicas de lucha o a trabajar con tecnología; sin embargo, eso no probaba nada. Por último pensé en la mayor ventaja que tenía, Red Life, mi empresa. Llegaba a la mitad de las tabernas del norte y la marina no tenía motivos para sospechar de ella. Sin duda, si se quería traficar con cualquier cosa, sería la herramienta perfecta.

-Si lo deseas, puedo hacer que mi empresa este bajo tu mando. De cara al público nadie lo sabrá, pero podrás usar sus barcos y sus hombres sin necesidad de decirme nada.- dije con un tono confiado que se iba desvaneciendo a medida que acababa de hablar.

Le acababa de ofrecer todo lo que tenía, pero no me parecía suficiente. La confianza no es algo que se pueda comprar. Debía darle algo de verdad, algo que mostrase que realmente estaba dispuesto a darlo todo.

-Además…- comencé mientras sacaba papel y lápiz de mi mochila.- Aquí tienes las coordenadas de lo que más me importa en el mundo.- continué pasándole el papel con las coordenadas de Archipiélago Bellota.- Espero que con esto veas que realmente confío en Xella.

Había hecho una jugada muy arriesgada, tanto mi último familiar vivo como el legado de mi tierra se encontraban en esa isla. Si decidían que no merecía la pena tenerme en sus filas… preferí no pensar en ello.

-La verdad no sé qué más puedo ofrecer sin conocernos más. Si hay algo que creas que pueda valer para probar mi lealtad solo dilo. Información, un nombre, un objeto; estoy listo para hacer cualquier cosa por la causa por la que voy a luchar.