Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Por recomendación de mis superiores tuve que tomar unas pequeñas vacaciones y, causa de mi ignorancia, terminé en la peor isla para un marine: Jaya. El caos reinaba y todos hacían lo que querían; en una isla donde solo gobernaba la fuerza, los débiles no tenían ninguna opción de sobrevivir. Si no fuera por el persistente odio hacia la Marina, ese lugar no me quedaba del todo mal... Pensaba que cada persona tenía que defenderse con sus propias garras; no discriminaba ni despreciaba a los débiles, pero pertenecían a un lugar en donde yo no quería estar. Esta isla lo demostraba... Estaba en el paraíso de los piratas.
Estaba en una taberna de Mock Town, lucia normal... Mesas ovaladas ordenadas, una barra, un tabernero; vamos, lo de siempre. Sin embargo, lo molestoso de todo esto era el excesivo ruido que los mismos piratas provocaban. No esperaba relajarme en un lugar así y de seguro que terminaba en problemas, había detenido a varios criminales que seguramente ya estarían en esta isla. Si uno de ellos me reconocía, podía dar por hecho que mi cabeza estaría en una pica. Lo único bueno era que los piratas respetaban la fuerza, y me veía bastante intimidante con la enorme guadaña que llevaba en la espalda.
–Pero qué tetas más buenas, ¿por qué no me dejas tocarlas?
Volteé la mirada hacia el origen de la voz. Era un hombre que vestía un gorro rojo, enormes ojos verdes y una larga y gruesa nariz; no dejaba que ningún hombre me tocara, menos uno tan poco agraciado como él. Me gustaba, en cierta forma, estar en una tierra sin leyes... Podía cortar cabezas como se me diera la gana. No, espera. Solo fue una broma.
–Preferiría que un cerdo me tocara, ve a buscarte a otra –le respondí con indiferencia.
–¡¿CÓMO TE ATREVES?! –Rugió, completamente enfurecido. Estaba más que claro que se le había subido el alcohol– Ven aquí, pequeña putita.
El hombre se abalanzó y cayó sobre mí, me tenía sujetada de las muñecas y con el peso de su cuerpo se me hacía difícil escaparme. Tenía muchas formas de liberarme de él, incluso de matarle, pero noté que su tripulación se estaba acercando a mí. Me miraban como un trozo de carne, y aquel feo hombre babeaba y pasaba su lengua por mi piel. Activé el conjuro Telequinesis y las cosas comenzaron a vibrar violentamente, si alguien no intervenía, terminaría destruyendo todo el edificio.
Estaba en una taberna de Mock Town, lucia normal... Mesas ovaladas ordenadas, una barra, un tabernero; vamos, lo de siempre. Sin embargo, lo molestoso de todo esto era el excesivo ruido que los mismos piratas provocaban. No esperaba relajarme en un lugar así y de seguro que terminaba en problemas, había detenido a varios criminales que seguramente ya estarían en esta isla. Si uno de ellos me reconocía, podía dar por hecho que mi cabeza estaría en una pica. Lo único bueno era que los piratas respetaban la fuerza, y me veía bastante intimidante con la enorme guadaña que llevaba en la espalda.
–Pero qué tetas más buenas, ¿por qué no me dejas tocarlas?
Volteé la mirada hacia el origen de la voz. Era un hombre que vestía un gorro rojo, enormes ojos verdes y una larga y gruesa nariz; no dejaba que ningún hombre me tocara, menos uno tan poco agraciado como él. Me gustaba, en cierta forma, estar en una tierra sin leyes... Podía cortar cabezas como se me diera la gana. No, espera. Solo fue una broma.
–Preferiría que un cerdo me tocara, ve a buscarte a otra –le respondí con indiferencia.
–¡¿CÓMO TE ATREVES?! –Rugió, completamente enfurecido. Estaba más que claro que se le había subido el alcohol– Ven aquí, pequeña putita.
El hombre se abalanzó y cayó sobre mí, me tenía sujetada de las muñecas y con el peso de su cuerpo se me hacía difícil escaparme. Tenía muchas formas de liberarme de él, incluso de matarle, pero noté que su tripulación se estaba acercando a mí. Me miraban como un trozo de carne, y aquel feo hombre babeaba y pasaba su lengua por mi piel. Activé el conjuro Telequinesis y las cosas comenzaron a vibrar violentamente, si alguien no intervenía, terminaría destruyendo todo el edificio.
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-Sumire, estoy bien, en serio. No tienes por qué... - Un suspiro se escapó de la chica de cabellos anaranjados, al tiempo que su "pequeña" acompañante la miraba con una sonrisa mientras paseaban por el puerto de Mock Town. ¿Quién diría que después de tanto tiempo podría volver a pasarse por aquel lugar? Aunque la última vez que estuvo ahí fue en medio de una guerra. ¿Cómo había acabado ahí? Ah, cierto, algo de ayudar a un conocido...¡Oh, Dexter! Es verdad... En aquella época ella era una niña más revolucionaria que pirata, buscando un mundo mejor y una justicia, que si aún añoraba, ya la había dejado un poco de lado, persiguiendo unos ideales más realistas y personales. Como fuera, no era tiempo de memorar cosas del pasado. La chica tan solo se encontraba de paso para reponer los víveres que necesitarían en su viaje hacia la próxima isla. Ella y su nueva e improvisada tripulación pretendían salir del Grand Line para visitar cierta isla antes de despedirse.
-¿Estás disfrutando de este paseo?- La pregunta sonó con tono infantil, haciendo que la pelirroja bajará la cabeza y sonriera bajo su capucha, al tiempo que asentía.
-Hacía mucho tiempo que no podía salir del barco por eso de: "te pueden capturar" y esas cosas que siempre me decís. Sin embargo, esta isla es segura para gente como yo.- Dijo con un tono bastante animado. -¡Al menos durante unas horas, me siento libre y joven de nuevo!- Exclamó, antes de que su estómago rugiese, causando que la dragona se echará a reír. -¡Eh! ¡No tiene gracia!- Se quejó Mura, hinchado las mejillas y llevando una mano al cabello de la pequeña, despeinandola. Tras aquello, ambas se encaminaron a una taberna para saciar el apetito de la felina.
-Esta estará bien, supongo...Aunque...- Dijo Mura, acercandose a la entrada de un pequeño bar, deteniendose al escuchar los ruidos del interior. La joven, activó su mantra, notando entonces varias presencias, las cuales estaban amenazando a otra. Esta no parecía ser débil, pero sin duda, un poco de ayuda no le vendría mal. -Parece que vamos a tener que sacar la basura antes de poder comer. Sumire, espera aquí de momento, ¿vale?- Y tras decir eso, le puso su capa a la niña, cubriendo su menudo cuerpo y su cabeza con ella y se adentro al lugar.
Una mueca de repulsión y rabia se formó en su rostro al contemplar aquella escena. Un patetico grupo de hombres acosando a una chica. Por si fuera poco, el que parecía ser el cabecilla, por los comentarios de quienes estaban mirando, recordaba desde atrás al torturador que la chica tuvo que aguantar al ser esclavizada. No se lo pensó ni un segundo. Ni siquiera le importaba si aquel cerdo moría de lo mucho que iba a ser golpeada por ello, al contrario. Lo disfrutaría hasta su último aliento. La joven se metió entre la multitud y llegó hasta donde se encontraban ambos, pegando una patada con todas sus fuerzas al costado hombre que estaba babeando sobre la chica, haciendo el golpe más potente aún con los diales de aire que de sus botas. -Disculpa, ¿pero te importaría dejar de molestar a esta dama, escoria?- Tras eso miró a la albina y le ofreció una mano. -¿Estás bien?-
Ante aquello, obviamente, los que debían ser sus amigos, tratarían de devolverle el golpe. Mura llevó la mano al paraguas que tenía a la espalda, y activo su mantra de nuevo, preparandose para cualquier posible ataque y buscando la presencia de Sumire, quien tal vez irrumpiera para ayudar.
-¿Estás disfrutando de este paseo?- La pregunta sonó con tono infantil, haciendo que la pelirroja bajará la cabeza y sonriera bajo su capucha, al tiempo que asentía.
-Hacía mucho tiempo que no podía salir del barco por eso de: "te pueden capturar" y esas cosas que siempre me decís. Sin embargo, esta isla es segura para gente como yo.- Dijo con un tono bastante animado. -¡Al menos durante unas horas, me siento libre y joven de nuevo!- Exclamó, antes de que su estómago rugiese, causando que la dragona se echará a reír. -¡Eh! ¡No tiene gracia!- Se quejó Mura, hinchado las mejillas y llevando una mano al cabello de la pequeña, despeinandola. Tras aquello, ambas se encaminaron a una taberna para saciar el apetito de la felina.
-Esta estará bien, supongo...Aunque...- Dijo Mura, acercandose a la entrada de un pequeño bar, deteniendose al escuchar los ruidos del interior. La joven, activó su mantra, notando entonces varias presencias, las cuales estaban amenazando a otra. Esta no parecía ser débil, pero sin duda, un poco de ayuda no le vendría mal. -Parece que vamos a tener que sacar la basura antes de poder comer. Sumire, espera aquí de momento, ¿vale?- Y tras decir eso, le puso su capa a la niña, cubriendo su menudo cuerpo y su cabeza con ella y se adentro al lugar.
Una mueca de repulsión y rabia se formó en su rostro al contemplar aquella escena. Un patetico grupo de hombres acosando a una chica. Por si fuera poco, el que parecía ser el cabecilla, por los comentarios de quienes estaban mirando, recordaba desde atrás al torturador que la chica tuvo que aguantar al ser esclavizada. No se lo pensó ni un segundo. Ni siquiera le importaba si aquel cerdo moría de lo mucho que iba a ser golpeada por ello, al contrario. Lo disfrutaría hasta su último aliento. La joven se metió entre la multitud y llegó hasta donde se encontraban ambos, pegando una patada con todas sus fuerzas al costado hombre que estaba babeando sobre la chica, haciendo el golpe más potente aún con los diales de aire que de sus botas. -Disculpa, ¿pero te importaría dejar de molestar a esta dama, escoria?- Tras eso miró a la albina y le ofreció una mano. -¿Estás bien?-
Ante aquello, obviamente, los que debían ser sus amigos, tratarían de devolverle el golpe. Mura llevó la mano al paraguas que tenía a la espalda, y activo su mantra de nuevo, preparandose para cualquier posible ataque y buscando la presencia de Sumire, quien tal vez irrumpiera para ayudar.
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
En el momento que tenía pensado usar todo el poder de la telequinesis, escuché una voz femenina y tras ello el hombre salió disparado estrellándose directamente contra la pared, dejando un enorme agujero. Tomé la mano que la mujer estaba entregándome, y no la vi hasta que estuve completamente de pie. Se trataba de una mujer, un poco mayor que yo y de cabellos anaranjados; inmediatamente noté la increíble fuerza que esta poseía, pero no era tiempo de fijarme en detalles... Lo que hizo ella, nos metió en un problema mayor. Los compañeros del hombre desenfundaron sus sables y nos apuntaron con sus fusiles, dispuestos a destruir todo el edificio con tal de vengarle. Sin embargo, no dejaría que nada de eso sucediera.
Sin necesidad de moverme (y usando el poder de la telequinesis), direccioné los fusiles hacia ellos mismos y los obligué a disparar, dejando a varios heridos. Aterrados, los espadachines cargaron hacia nosotras gritando y lanzando insultos al aire. Busqué con la mirada algún objeto que pudiera usar y terminé encontrando unos cuchillos, los cuales suspendí en el aire y los lancé a toda velocidad hacia los cuerpos de los piratas quienes cayeron hacia atrás, maldiciendo. El resto de ellos no quiso seguir una pelea que no podían ganar y, como si hubieran perdido todo el interés y las ganas de vengar a su compañero, salieron de allí murmurando cosas. Desde mi punto de vista, podían ser malvados piratas... pero lo cierto era que no eran más que bandidos de mar, carentes de honor y valentía.
–Gracias –le dije a la chica–. Podía encargarme de esto yo sola, pero te agradezco que lo hayas pateado.
Quería beber algo, lo que fuera, pero ya todo estaba derrumbado y seguro que el tabernero no tenía nada que decir, considerando que estaba en un pueblo donde la única ley era ser fuerte. Tenía que buscar un lugar dónde pasar la noche e intentar disfrutar del resto de mis “vacaciones”, esperando no tener más problemas. Pero esto último era por lo menos imposible y en el peor de los casos terminaría matando a alguien, aunque también podía conseguir una que otra alma.
Caminé hacia la salida, dándole la espalda a la mujer de cabellos anaranjados, pero detuve secamente y luego de un par de segundos volteé, con un poco de confusión. Me acerqué lentamente hacia ella, un tanto nerviosa, con la intención de preguntarle si conocía la ciudad y dónde podía pasar la noche. Antes de encontrarme a unos cuántos centímetros de ella suspiré e intenté relajarme, no se me daba bien hablar con desconocidos.
–D-Disculpa, ¿conoces algún... algún lugar donde pueda pasar la noche? –Le pregunté, sin mirarla directamente a los ojos– Por cierto, me llamo Katharina.
Dar una patada tan fuerte como esa indicaba que no era cualquier persona y si tenía más problemas, me gustaría contar con la fuerza de alguien como ella. Era estúpido pensar que podía encargarme de todo yo sola, considerando que aún no aprendía a manejar toda mi fuerza ni mucho menos crear ni dominar los conjuros más poderosos. ¿Qué respondería? ¿Sería solo una mujer que andaba de paseo?
Sin necesidad de moverme (y usando el poder de la telequinesis), direccioné los fusiles hacia ellos mismos y los obligué a disparar, dejando a varios heridos. Aterrados, los espadachines cargaron hacia nosotras gritando y lanzando insultos al aire. Busqué con la mirada algún objeto que pudiera usar y terminé encontrando unos cuchillos, los cuales suspendí en el aire y los lancé a toda velocidad hacia los cuerpos de los piratas quienes cayeron hacia atrás, maldiciendo. El resto de ellos no quiso seguir una pelea que no podían ganar y, como si hubieran perdido todo el interés y las ganas de vengar a su compañero, salieron de allí murmurando cosas. Desde mi punto de vista, podían ser malvados piratas... pero lo cierto era que no eran más que bandidos de mar, carentes de honor y valentía.
–Gracias –le dije a la chica–. Podía encargarme de esto yo sola, pero te agradezco que lo hayas pateado.
Quería beber algo, lo que fuera, pero ya todo estaba derrumbado y seguro que el tabernero no tenía nada que decir, considerando que estaba en un pueblo donde la única ley era ser fuerte. Tenía que buscar un lugar dónde pasar la noche e intentar disfrutar del resto de mis “vacaciones”, esperando no tener más problemas. Pero esto último era por lo menos imposible y en el peor de los casos terminaría matando a alguien, aunque también podía conseguir una que otra alma.
Caminé hacia la salida, dándole la espalda a la mujer de cabellos anaranjados, pero detuve secamente y luego de un par de segundos volteé, con un poco de confusión. Me acerqué lentamente hacia ella, un tanto nerviosa, con la intención de preguntarle si conocía la ciudad y dónde podía pasar la noche. Antes de encontrarme a unos cuántos centímetros de ella suspiré e intenté relajarme, no se me daba bien hablar con desconocidos.
–D-Disculpa, ¿conoces algún... algún lugar donde pueda pasar la noche? –Le pregunté, sin mirarla directamente a los ojos– Por cierto, me llamo Katharina.
Dar una patada tan fuerte como esa indicaba que no era cualquier persona y si tenía más problemas, me gustaría contar con la fuerza de alguien como ella. Era estúpido pensar que podía encargarme de todo yo sola, considerando que aún no aprendía a manejar toda mi fuerza ni mucho menos crear ni dominar los conjuros más poderosos. ¿Qué respondería? ¿Sería solo una mujer que andaba de paseo?
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Mura arqueó una ceja ante el comentario de la chica. "Lo llego a saber y no la ayudo". Pensó, bufando por lo bajo. -Bueno, me alegra haber sido de ayuda igualmente.- Comentó antes de encaminarse a la puerta también. siendo adelantada por la chica, al haberse quedado observando el desastre que acababa de causar un poco embobada. -Lamento lo de su bar.- Exclamó la chica, antes de voltear, dispuesta a salir y tropezándose con la Albina de nuevo, quién parecía un tanto perdida. Y... Efectivamente. La desconocida se había quedado para preguntarle si sabía de algún lugar donde pudiera pasar la noche. No es que no supiera de ninguno, ya que no era la primera vez que se pasaba por aquella isla. Hay fue donde conoció a Dexter... Incluso acabó en medio de una guerra civil por su culpa... -Supongo que podría guiarte a algún lugar. Aunque no sé que tan seguro será para ti, Katharina. Por cierto, yo me llamo...- Se detuvo un momento para pensarselo un par de veces. Dar su nombre a alguien que desconocía, teniendo un cartel de se busca no era inteligente, aunque no pusiera su nombre en este. -Saki, llamame Saki.- Finalizó, dedicandole una sonrisa mientras por dentro rogaba que Sumire hubiera escuchado todo y le siguiera la corriente. Al fn y al cabo, tampoco era mentira. Ya que la llamaban Mura, por Murasaki, ¿por qué no usar Saki como apodo?
La pelinaranja hizo un gesto con la cabeza, indicando a Katharina que saliera con ella. Al salir, se detuvo a buscara Sumire con la mirada. No le costó mucho encontrar, sentada a un lado de la puerta. -Parece que la has liado bien nada más poner los pies en tierra, Sa-ki-nee- Mura suspiró, en parte por el alivio, aunque sabía que su pequeña era muy inteligente y no la decepcionará, por otra parte, con desgana. No necesitaba que una cría, por mucho que fuese un dragón, le echara la bronca.
-Sí, sí. Como sea. Sumire, esta es Kat, estaba en problemas y he decidido ayudarla. Kat, mi hermana pequeña.- Dijo despeinando a Sumire, a quien sacaba unas dos cabezas. -Bien, echas las presentaciones...¿Nos vamos? -
La pelinaranja hizo un gesto con la cabeza, indicando a Katharina que saliera con ella. Al salir, se detuvo a buscara Sumire con la mirada. No le costó mucho encontrar, sentada a un lado de la puerta. -Parece que la has liado bien nada más poner los pies en tierra, Sa-ki-nee- Mura suspiró, en parte por el alivio, aunque sabía que su pequeña era muy inteligente y no la decepcionará, por otra parte, con desgana. No necesitaba que una cría, por mucho que fuese un dragón, le echara la bronca.
-Sí, sí. Como sea. Sumire, esta es Kat, estaba en problemas y he decidido ayudarla. Kat, mi hermana pequeña.- Dijo despeinando a Sumire, a quien sacaba unas dos cabezas. -Bien, echas las presentaciones...¿Nos vamos? -
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Realizó una pequeña detención en su presentación, como si no estuviera segura de su propio nombre. “¿Quién no está seguro de su propio nombre? Qué raro”, pensé mientras observaba su rostro. Finalmente se presentó como Saki, un nombre bastante peculiar. Me gustaba. Le hubiera puesto Saki a uno de mis gatos, y no era que estuviera ofendiendo a la chica que estaba frente a mí, de hecho, era todo lo contrario. Me gustaban mis gatos y no permitiría llamarlos con un nombre feo, así que sí, básicamente era un halago. La pelinaranja hizo un gesto con la cabeza, indicándome que saliera junto a ella. Observé la visa de la chica y parecía que buscaba a alguien, y... efectivamente se trataba de eso.
Miré con expresión seria a la pequeña hermana de Saki, quién, supuestamente, se llamaba Samire. Había algo que me molestaba y era que había demasiados supuestos, nada era cien por ciento concreto. Pero no tenía tiempo de preocuparme por ello, era marine y resultaba estar en una situación muy irónica. “Las vueltas de la vida, ¿no?”, pensé mientras observaba mi alrededor. Era una marine en territorio pirata, era como si yo fuera la criminal en vez de ellos y si alguien sabía de mi existencia, estaría en graves problemas. Por otro lado, Saki se veía una buena persona, pero no podía contar con que volviera a ayudarme si me metía en una situación de vida o muerte. Claro que no.
Me hubiera encantado decidir al lugar al que iríamos, puesto que me gustaba mandar y esas cosas, pero no estaba en posición para hacerlo. No conocía el lugar y yo le pedí a Saki que me guiara, así que yo sería la que la estaría siguiendo. Bueno, no me molestaba seguir a alguien como ella... Se veía distinta a las personas que solía conocer, de hecho, me parecía haberla visto en algún lugar. ¿Dónde? Cerré los ojos y suspiré, dándome por vencida. Generalmente cuando olvidaba algo tenía que dejar de intentar acordarme, de esa forma simplemente el recuerdo volvía.
–Te sigo, Saki-san –le dije con tono respetuoso, mezclando sarcasmo con sinceridad; una mezcla que no pegaba mucho.
Miré con expresión seria a la pequeña hermana de Saki, quién, supuestamente, se llamaba Samire. Había algo que me molestaba y era que había demasiados supuestos, nada era cien por ciento concreto. Pero no tenía tiempo de preocuparme por ello, era marine y resultaba estar en una situación muy irónica. “Las vueltas de la vida, ¿no?”, pensé mientras observaba mi alrededor. Era una marine en territorio pirata, era como si yo fuera la criminal en vez de ellos y si alguien sabía de mi existencia, estaría en graves problemas. Por otro lado, Saki se veía una buena persona, pero no podía contar con que volviera a ayudarme si me metía en una situación de vida o muerte. Claro que no.
Me hubiera encantado decidir al lugar al que iríamos, puesto que me gustaba mandar y esas cosas, pero no estaba en posición para hacerlo. No conocía el lugar y yo le pedí a Saki que me guiara, así que yo sería la que la estaría siguiendo. Bueno, no me molestaba seguir a alguien como ella... Se veía distinta a las personas que solía conocer, de hecho, me parecía haberla visto en algún lugar. ¿Dónde? Cerré los ojos y suspiré, dándome por vencida. Generalmente cuando olvidaba algo tenía que dejar de intentar acordarme, de esa forma simplemente el recuerdo volvía.
–Te sigo, Saki-san –le dije con tono respetuoso, mezclando sarcasmo con sinceridad; una mezcla que no pegaba mucho.
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La chica rodó los ojos ante ese tono de voz, pero no lo comentó. Se puso a caminar, con Sumire al lado y, esperando, que la chica de verdad la siguiese. No quería perder tiempo. Tardaron un poco en llegar, teniendo que recorrer las calles hasta las afueras de la ciudad. Era una zona poco transitada y de edificios un tanto degradados, aunque por dentro quizás no estuviesen en tal mal estado, es lo que tiene que hubiera una guerra hacía unos años, no toda la ciudad se había podido restaurar aún. Pero bueno. Tras andar durante varios minutos más, la chica de cabellos cobrizos se detuvo frente a un edificio. Sin duda, no era un hotel de tres estrellas... Ni de ninguna estrella en verdad. Era pequeño, la fachada estaba toda sucia y poca gente se hubiera adentrado a ese lugar, a no ser que no tuvieran nada mejor... Pero justamente por eso era un sitio seguro. ¿Quién iría hasta ahí para saquear ese lugar?
-Bueno, hemos llegado.- Dijo con tono satisfactorio la chica. -Espero que no te molesten las apariencias, porque te aseguro que no encontraras nada mejor en la ciudad, a no ser que quieras que te intenten robar todo. No tienes pinta de haber estado aquí antes.- Se volteó a mirarla. -hmmm... y tampoco tienes mucha pinta de pirata, ni hueles como uno.- Dijo olisqueando "disimuladamente" a la albina. -Dicho esto, puedes elegir entre quedarte o marcharte.-
Una vez terminó su charla, Mura se dirigió al interior de la construcción, seguida de la enana. Sí, esta siempre iba a su lado. Una vez dentro, Sumire le preguntó si no deberían regresar ya al barco, ante lo que la felina negó. -Ya que estamos, tomémonos unas vacaciones. Estoy harta de estar ahí encerrada.- Dicho esto, se dirigió a la barra, donde saludo a quien llevaba el local, era un viejo conocido suyo, así que regateó el precio de su habitación, dejandolo en unos cuantos berries la noche, y la comida gratis a cambio de ambientar el local con sus canciones. Mura, no se preocupó por ver si su otra acompañante había entrado o no, por lo que accedió y se puso con su primer trabajo de la noche, pidiendo como adelanto una jarra de Ron, para enjuagarse la boca antes. Tenía sed después de su paseo.
-Bueno, hemos llegado.- Dijo con tono satisfactorio la chica. -Espero que no te molesten las apariencias, porque te aseguro que no encontraras nada mejor en la ciudad, a no ser que quieras que te intenten robar todo. No tienes pinta de haber estado aquí antes.- Se volteó a mirarla. -hmmm... y tampoco tienes mucha pinta de pirata, ni hueles como uno.- Dijo olisqueando "disimuladamente" a la albina. -Dicho esto, puedes elegir entre quedarte o marcharte.-
Una vez terminó su charla, Mura se dirigió al interior de la construcción, seguida de la enana. Sí, esta siempre iba a su lado. Una vez dentro, Sumire le preguntó si no deberían regresar ya al barco, ante lo que la felina negó. -Ya que estamos, tomémonos unas vacaciones. Estoy harta de estar ahí encerrada.- Dicho esto, se dirigió a la barra, donde saludo a quien llevaba el local, era un viejo conocido suyo, así que regateó el precio de su habitación, dejandolo en unos cuantos berries la noche, y la comida gratis a cambio de ambientar el local con sus canciones. Mura, no se preocupó por ver si su otra acompañante había entrado o no, por lo que accedió y se puso con su primer trabajo de la noche, pidiendo como adelanto una jarra de Ron, para enjuagarse la boca antes. Tenía sed después de su paseo.
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Las calles por donde caminábamos eran por lo menos feas; desagradables visualmente. Ni siquiera se acercaban a los Cuarteles de la Marina, lugares en donde el orden predominaba por sobre todas las cosas. Parecía que todo estaba acabado… violentamente. En mi vida había visto muchas ciudades azotadas por la guerra y, en base a mi opinión, podía decir que Jaya era una de esas. “Me gustaría saber el por qué… Quizás esta chica lo sabe”, pensé mientras observaba a mi “compañera” desde detrás. Tras caminar durante varios minutos, Saki se detuvo frente a un edificio que estaba lejos de ser a lo que yo estaba acostumbrada. Cuando era pequeña, solía viajar con mi padre a distintas islas del mundo y nos quedábamos en los mejores hoteles de la zona. Ya como marine, siempre que podía, me permitía quedarme en un edificio lujoso con la última tecnología de la región.
–De mi parte no hay problema –respondí con sinceridad. En cierta parte me daba igual la descuidada fachada del edificio que estaba ante mis ojos. Mientras no tuviera problemas… – Jamás he estado en esta isla. Y no, Saki-san, no soy pirata.
Si le decía que era marine, o aludía a que pertenecía al Gobierno, las cosas se descontrolarían y probablemente terminaría muriendo. “La ignorancia sí que es un arma de doble filo”, pensé mientras intentaba buscar alguna excusa para explicarle cómo acabé en una isla como esta. Por otra parte, según sus palabras, pude deducir que ella sí que era una pirata y, de hecho, su rostro se me hacía familiar. ¿Dónde la vi? La pregunta surgió en mi cabeza. Me hubiera gustado tener la habilidad de recordar todo lo que veía, pero no era así. Como una vez dijo Fenrir: “Mientras más lo intentas recordar, más se te olvida”. ¿O no lo dijo él?
Seguí los pasos de la mujer que me guiaba por la ciudad y me senté frente a la barra. Aparentemente Saki conocía al hombre (posible dueño del local) y regateó el precio de la bebida. ¿Alcohol? No, no pediría algo como eso. Me bastaba con algo simple; tal vez un poco de agua. Observé al hombre tras la barra y me di cuenta que estaba lejos de pertenecer a un lugar como ese. Más allá de si era marine o no, pirata jamás sería lo mío. Demasiada libertad puede causar problemas.
–Solo un vaso de agua –le dije con los ojos cerrados y los brazos cruzados, bajo mi pecho.
Mis ojos cayeron directamente sobre Saki y entonces una imagen vino a mi mente: ya la recordaba. Un miedo se apoderó de mí, avanzando rápidamente por todo mi cuerpo. Una tenebrosa imagen acudió a mi cabeza, alertándome lo tonta que había sido al venir a una isla como esta. ¿Una pirata con esa recompensa? Era demasiado para mí. Si aquella mujer sabía que yo pertenecía a la Marina, sería imposible evitar un enfrentamiento y no tenía ningún conjuro que me permitiese huir. Aunque… Últimamente me había hecho más fuerte y había podido derrotar a un ex capitán de la Marina, tal vez tenía una oportunidad. “Murasaki… 120.000.000 millones de recompensa…”, recordé. Esa cifra no era lo suficientemente alta como para arriesgar mi cabeza.
Después de unos segundos de analizar a la mujer, recordé cómo se enfrentó a un pirata para salvarme. No me conocía, ni siquiera sabía por qué había empezado la pelea, pero simplemente saltó directamente para ayudarme. Ese recuerdo me tranquilizó, permitiendo convencerme de que no era una chica mala. “Tal vez no todos los piratas son crueles hombres que solo buscan poder”, pensé.
–De mi parte no hay problema –respondí con sinceridad. En cierta parte me daba igual la descuidada fachada del edificio que estaba ante mis ojos. Mientras no tuviera problemas… – Jamás he estado en esta isla. Y no, Saki-san, no soy pirata.
Si le decía que era marine, o aludía a que pertenecía al Gobierno, las cosas se descontrolarían y probablemente terminaría muriendo. “La ignorancia sí que es un arma de doble filo”, pensé mientras intentaba buscar alguna excusa para explicarle cómo acabé en una isla como esta. Por otra parte, según sus palabras, pude deducir que ella sí que era una pirata y, de hecho, su rostro se me hacía familiar. ¿Dónde la vi? La pregunta surgió en mi cabeza. Me hubiera gustado tener la habilidad de recordar todo lo que veía, pero no era así. Como una vez dijo Fenrir: “Mientras más lo intentas recordar, más se te olvida”. ¿O no lo dijo él?
Seguí los pasos de la mujer que me guiaba por la ciudad y me senté frente a la barra. Aparentemente Saki conocía al hombre (posible dueño del local) y regateó el precio de la bebida. ¿Alcohol? No, no pediría algo como eso. Me bastaba con algo simple; tal vez un poco de agua. Observé al hombre tras la barra y me di cuenta que estaba lejos de pertenecer a un lugar como ese. Más allá de si era marine o no, pirata jamás sería lo mío. Demasiada libertad puede causar problemas.
–Solo un vaso de agua –le dije con los ojos cerrados y los brazos cruzados, bajo mi pecho.
Mis ojos cayeron directamente sobre Saki y entonces una imagen vino a mi mente: ya la recordaba. Un miedo se apoderó de mí, avanzando rápidamente por todo mi cuerpo. Una tenebrosa imagen acudió a mi cabeza, alertándome lo tonta que había sido al venir a una isla como esta. ¿Una pirata con esa recompensa? Era demasiado para mí. Si aquella mujer sabía que yo pertenecía a la Marina, sería imposible evitar un enfrentamiento y no tenía ningún conjuro que me permitiese huir. Aunque… Últimamente me había hecho más fuerte y había podido derrotar a un ex capitán de la Marina, tal vez tenía una oportunidad. “Murasaki… 120.000.000 millones de recompensa…”, recordé. Esa cifra no era lo suficientemente alta como para arriesgar mi cabeza.
Después de unos segundos de analizar a la mujer, recordé cómo se enfrentó a un pirata para salvarme. No me conocía, ni siquiera sabía por qué había empezado la pelea, pero simplemente saltó directamente para ayudarme. Ese recuerdo me tranquilizó, permitiendo convencerme de que no era una chica mala. “Tal vez no todos los piratas son crueles hombres que solo buscan poder”, pensé.
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Pasaron varias horas antes de que Mura decidiese acabar su actuación, animada por los vitores y el hecho de que no sabía cuando tendría ocasión de volver a disfrutar haciendo alarde de su voz. De hecho, si no fuera porque se encontraba acompañada, se hubiera quedado de fiesta hasta que no quedará nadie en el bar, pero las cosas eran así. Decidió finalizar su pequeño concierto con el que años atrás fue el himno de su banda, el cual nadie más que los antiguos miembros de los Red demons debía conocer... o entender su significado. Una vez terminó, se puso en pie y fue hacia la barra, donde creía divisar a su acompañante, si no estaba muy ebria, y con un solo trago era difícil que lo estuviese. Una vez ahí, pidió un vaso de agua para calmar la sed. El camarero no tardó mucho en traérselo, y ella se lo agradeció con una sonrisa, tras lo que tomó el vaso con una mano y se puso a juguetear con el, moviendo un cubo de hielo que se encontraba dentro de este. Se pasó varios segundos así, sin decir nada.
Cuando se cansó de continuar ese movimiento, llevó el vaso a los labios y bebió un sorbo, tras lo que dejó el recipiente sobre la mesa y entornó los ojos en dirección a Kat. -Y bien, ¿qué te ha parecido mi actuación? He de decir que llevaba bastante sin soltarme y cantar, así que quizá no haya sido la mejor que haya hecho nunca. ¿Por cierto, te han dado las llaves de nuestros cuartos? Sería un problema tener que dormir en la calle, al menos para ti, no? No tienes pinta de... bueno, de pirata, ni de ermitaña, así que imagino que acostumbras a dormir en cama. - Añadió antes de seguir bebiendo, dejando solo el hielo en el vaso. No tardó mucho en llevarse una mano a la cabeza y hacer una mueca de molestia, debido al frío.
Cuando se cansó de continuar ese movimiento, llevó el vaso a los labios y bebió un sorbo, tras lo que dejó el recipiente sobre la mesa y entornó los ojos en dirección a Kat. -Y bien, ¿qué te ha parecido mi actuación? He de decir que llevaba bastante sin soltarme y cantar, así que quizá no haya sido la mejor que haya hecho nunca. ¿Por cierto, te han dado las llaves de nuestros cuartos? Sería un problema tener que dormir en la calle, al menos para ti, no? No tienes pinta de... bueno, de pirata, ni de ermitaña, así que imagino que acostumbras a dormir en cama. - Añadió antes de seguir bebiendo, dejando solo el hielo en el vaso. No tardó mucho en llevarse una mano a la cabeza y hacer una mueca de molestia, debido al frío.
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La mujer de cabellos rojizos se acercó hacia mí, aunque mejor dicho se acercó a la barra a pedir un vaso de agua, probablemente para hidratar la garganta. Dio un espectáculo genial y era difícil pensar que una mujer como ella era una temible pirata, de esos personajes que irradian miedo y crueldad. En La Marina nos hacían creer que todos los piratas eran personas crueles y ambiciosas, enemigas del Gobierno. Tal vez Saki podía hacerme creer otra cosa, y ya estaba deseando que fuera así.
–Ha estado bien –le dije con una mueca; intentaba simular una sonrisa pero simplemente no salió–. He dormido en lugares incómodos y peligrosos, pero siempre tengo la intención de dormir en una cama. Y estás en lo cierto: no soy pirata ni ermitaña, me dedico a otras cosas.
Decirle que estaba en el ejército del Gobierno y que mi trabajo era perseguir y atrapar piratas no era una buena idea, seguramente terminaría en una pelea. Probablemente yo era la peor marine de todos los tiempos pues ni siquiera sentía pasión por lo que hacía, de hecho, si tuviera opciones de estar en otro bando… Cuando acepté entrar a la Marina solo lo hice para deshacerme rápidamente de las garras de la Orden Carmesí, quería estar lejos de ella y sus manipuladores personalidades. No tenía muchas opciones, pero ahora comenzaba a pensar que sí las tenía.
De mi bolsillo saqué las llaves que el hombre me entregó y se las mostré a mi acompañante, quien parecía tener frío. “¿Acaso hace frío? Estoy acostumbrada a vivir en tierras frías, pero supongo que lo mejor será subir a las habitaciones”, pensé. Miré a Saki-san y suspiré, cerré los ojos y los volví a abrir. Mi corazón, por alguna extraña razón, estaba más agitado de lo normal.
–Deberíamos subir a nuestras habitaciones, puedo ver que tienes un poco de frío. Si quieres, te puedo acompañar hasta que se te pase.
–Ha estado bien –le dije con una mueca; intentaba simular una sonrisa pero simplemente no salió–. He dormido en lugares incómodos y peligrosos, pero siempre tengo la intención de dormir en una cama. Y estás en lo cierto: no soy pirata ni ermitaña, me dedico a otras cosas.
Decirle que estaba en el ejército del Gobierno y que mi trabajo era perseguir y atrapar piratas no era una buena idea, seguramente terminaría en una pelea. Probablemente yo era la peor marine de todos los tiempos pues ni siquiera sentía pasión por lo que hacía, de hecho, si tuviera opciones de estar en otro bando… Cuando acepté entrar a la Marina solo lo hice para deshacerme rápidamente de las garras de la Orden Carmesí, quería estar lejos de ella y sus manipuladores personalidades. No tenía muchas opciones, pero ahora comenzaba a pensar que sí las tenía.
De mi bolsillo saqué las llaves que el hombre me entregó y se las mostré a mi acompañante, quien parecía tener frío. “¿Acaso hace frío? Estoy acostumbrada a vivir en tierras frías, pero supongo que lo mejor será subir a las habitaciones”, pensé. Miré a Saki-san y suspiré, cerré los ojos y los volví a abrir. Mi corazón, por alguna extraña razón, estaba más agitado de lo normal.
–Deberíamos subir a nuestras habitaciones, puedo ver que tienes un poco de frío. Si quieres, te puedo acompañar hasta que se te pase.
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Mura trató de ocultar un leve rubor ante el comentario de la peliblanca mediante un intento de risa, algo forzada. La verdad, no era que la chica tuviese frío como para necesitar abrigarse, pero la brisa que entrase por la puerta cuando otro comensal entró al local había provocado un escalofrío a la pelirroja. Y por bien que pudiera soportar las temperaturas, no le gustaba notar el fresco. Todo lo relacionado con el frío le provocaba cierto desagrado. -Estoy bien, tranquila. Eso sí, si lo ves necesario puedes ir a descansar. Yo probablemente me quede un rato conversando con el tabernero.- Mura miró al hombre de reojo. -Ya le veo venir a pedirme un bis.- Añadió, suspirando con pesadez fingida. En verdad, el ir de local en local ofreciendo sus servicios como música era algo que le gustaba. Lo llevaba haciendo desde pequeña. Así era como se había ganado la vida hasta que entró en la banda de los Red Demons.
-Y bueno, te agradecería si llevas a mi hermanita a dormir contigo. La he estado llevando de un lado a otro últimamente y se ve que está agotada.- Añadió, señalando a la pequeña que se encontraba sobre una silla a varios metros, apoyando la cabeza en una pared mientras cabeceaba. A Akane esa visión no pudo parecerle más tierna. -Sino, ya me ocuparé yo de dejarla en la habitación.- Añadió rápidamente. No tenía intención de molestar a alguien que acababa de conocer. Independientemente de lo que decidiera la albina, Mura acabaría por llevar a su habitación a la dragona y arroparla.
Habían conseguid dos cuartos en el segundo piso, uno de ellos con balcón. Ambos eran de tamaño pequeño y apenas constaban de una cama y una mesilla de noche. Lo bueno era que ambos tenían un diminuto baño, en caso de querer asearse y todo estaba limpio. Puede que parezca raro resaltar este hecho, ya que debería ser lo normal en cualquier hostal, pero solo por la fachada, como ya dijo antes Akane, aquel lugar no atraía clientes. Era un edificio entre escombros, de apariencia sucia y pobre. Teniendo costosas posadas cerca del puerto, solo los más pobres de los piratas deberían de ir a aquel hostal. Pero a Mura eso le gustaba. Era pequeño pero acogedor y la comida sabía mejor que en cualquier otro lugar de la isla. Motivo por el que luego bajaría a cenar por ella y por Sumire, quizás acompañada por Kath.
-Y bueno, te agradecería si llevas a mi hermanita a dormir contigo. La he estado llevando de un lado a otro últimamente y se ve que está agotada.- Añadió, señalando a la pequeña que se encontraba sobre una silla a varios metros, apoyando la cabeza en una pared mientras cabeceaba. A Akane esa visión no pudo parecerle más tierna. -Sino, ya me ocuparé yo de dejarla en la habitación.- Añadió rápidamente. No tenía intención de molestar a alguien que acababa de conocer. Independientemente de lo que decidiera la albina, Mura acabaría por llevar a su habitación a la dragona y arroparla.
Habían conseguid dos cuartos en el segundo piso, uno de ellos con balcón. Ambos eran de tamaño pequeño y apenas constaban de una cama y una mesilla de noche. Lo bueno era que ambos tenían un diminuto baño, en caso de querer asearse y todo estaba limpio. Puede que parezca raro resaltar este hecho, ya que debería ser lo normal en cualquier hostal, pero solo por la fachada, como ya dijo antes Akane, aquel lugar no atraía clientes. Era un edificio entre escombros, de apariencia sucia y pobre. Teniendo costosas posadas cerca del puerto, solo los más pobres de los piratas deberían de ir a aquel hostal. Pero a Mura eso le gustaba. Era pequeño pero acogedor y la comida sabía mejor que en cualquier otro lugar de la isla. Motivo por el que luego bajaría a cenar por ella y por Sumire, quizás acompañada por Kath.
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Katharina sonrió suavemente, sin que la pelirroja lo notase, cuando mencionó lo de ir a acostar a la pequeña que la acompañaba. En un pasado lejano, la brujilla luchaba por mantenerse despierta hasta altas horas de la noche con tal de acompañar a su madre en las aburridas reuniones familiares. Pero, como cualquier niño, ya pasado las once de la noche la chiquilla de cabellos plateados caía rendida ante el sueño en los muslos de su madre. Fuese como fuese, Kath siempre terminaba despertando en su cama con un montón de peluches dispuestos ordenadamente alrededor de ella. «Qué recuerdos», se dijo a sí misma con la vista vacía.
—Aún tengo muchas energías para seguir despierta —comentó mientras jugueteaba con un mechón de su cabello—. Estaré aquí mismo para cuando bajes.
Mientras Saki acostaba a la pequeña, la bruja sacó uno de sus libros y lo dejó en la mesa de madera. Pasó sus suaves dedos por sobre la opaca cubierta de piel negra del libro y luego lo abrió. «Quién iba a pensar que existen libros de magia, ¿eh?», pensó mientras iba hojeando lentamente el libro. Cada vez que tenía tiempo libre —y dudas— se ponía a leer el Necronomicón; había veces que encontraba conjuros realmente oscuros e interesantes, pero no estaba preparada para aprenderlos.
Pese a vivir en un mundo donde los hombres de gomas existían, los gigantes eran temibles piratas y en algún momento los almirantes botaban lava por la boca, la magia seguía siendo un misterio para casi todos. Por suerte, para Katharina no. Tenía mucho que aprender acerca de ella, pero cada palabra que leía, cada segundo que invertía en sus libros, sentía que estaba más cerca de comprender un secreto muy profundo.
De repente un fuerte golpe la despertó de sus pensamientos. Volteó rápidamente la cabeza y se encontró con un grupo bastante heterogéneo. Constaba de tres hombres y dos mujeres, además de un… ¿Aquello era un peluche parlante? «Vaya cosas más raras tengo que ver por estas tierras...». El grupo, conformado probablemente por piratas, entró violentamente al hostal echando risas y golpeando la puerta. Seguro que el cantinero estaba acostumbrado a cosas así, pero Katharina no. No le gustaba el ruido ni los parlanchines, mucho menos los… No le gustaban la mayoría de los piratas, Saki era una excepción. Ella le agradaba.
—Qué molestos —comentó casi en un susurro, pero tenía toda la intención de que la escucharan. Y así fue, pues uno de los hombres se volteó hacia ella y comenzó a caminar.
El hombre debía tener por lo menos unos treinta años. Sus ojos rasgados y negros miraban descaradamente el escote de la bruja, mientras su mano se deslizaba suavemente por el pomo de la espada que llevaba en el cinto. Parecía un pirata cualquiera. Apestaba a vino rancio y despedía otros aromas para nada agradables.
—Ni siquiera te esfuerces en colocar tu mano sobre mi hombro —le dijo la bruja, como sabiendo lo que iba a hacer—. A las mujeres no nos gustan los hombres como tú.
El rostro del hombre se retorció por la furia y en un acto desesperado —y borracho— desenvainó la espada y la colocó en el cuello de la mujer. Katharina sintió el frío del acero y no se movió de donde estaba.
—Y a nosotros los hombres no nos gustan las presumidas como tú —respondió él, creyendo que había ganado el encuentro verbal—. Antes mencionaste que éramos molestos, ¿qué dices ahora? ¿Te estoy molestando?
Mientras el hombre se reía, uno de ellos se acercó y le dijo a su compañero que apaciguara las pasiones. Katharina no lo comprendió inmediatamente, pero se refería a que se tranquilizara. «Vaya forma más vulgar de hablar… Estos piratas...», pensó ella. Para la sorpresa de la bruja, el hombre le hizo caso y bajó la espada del cuello de la mujer.
—Espero que puedas disculpar a mi compañero —mencionó el hombre justo antes de disponerse a observar el rostro de la mujer. Cuando sus miradas se encontraron, el pirata se puso pálido como si hubiese visto a un fantasma—. A-Aléjate de esta mujer… ¡Trabaja para la Marina!
¿Qué? ¡¿Cómo fue descubierta?! El corazón de Katharina dio un vuelco y su mano se movió inconscientemente hasta la pistola de 9 mm que llevaba bajo su capa. Cuando alzó la mirada, allí se encontraba ella… Descendiendo de las escaleras…
—Aún tengo muchas energías para seguir despierta —comentó mientras jugueteaba con un mechón de su cabello—. Estaré aquí mismo para cuando bajes.
Mientras Saki acostaba a la pequeña, la bruja sacó uno de sus libros y lo dejó en la mesa de madera. Pasó sus suaves dedos por sobre la opaca cubierta de piel negra del libro y luego lo abrió. «Quién iba a pensar que existen libros de magia, ¿eh?», pensó mientras iba hojeando lentamente el libro. Cada vez que tenía tiempo libre —y dudas— se ponía a leer el Necronomicón; había veces que encontraba conjuros realmente oscuros e interesantes, pero no estaba preparada para aprenderlos.
Pese a vivir en un mundo donde los hombres de gomas existían, los gigantes eran temibles piratas y en algún momento los almirantes botaban lava por la boca, la magia seguía siendo un misterio para casi todos. Por suerte, para Katharina no. Tenía mucho que aprender acerca de ella, pero cada palabra que leía, cada segundo que invertía en sus libros, sentía que estaba más cerca de comprender un secreto muy profundo.
De repente un fuerte golpe la despertó de sus pensamientos. Volteó rápidamente la cabeza y se encontró con un grupo bastante heterogéneo. Constaba de tres hombres y dos mujeres, además de un… ¿Aquello era un peluche parlante? «Vaya cosas más raras tengo que ver por estas tierras...». El grupo, conformado probablemente por piratas, entró violentamente al hostal echando risas y golpeando la puerta. Seguro que el cantinero estaba acostumbrado a cosas así, pero Katharina no. No le gustaba el ruido ni los parlanchines, mucho menos los… No le gustaban la mayoría de los piratas, Saki era una excepción. Ella le agradaba.
—Qué molestos —comentó casi en un susurro, pero tenía toda la intención de que la escucharan. Y así fue, pues uno de los hombres se volteó hacia ella y comenzó a caminar.
El hombre debía tener por lo menos unos treinta años. Sus ojos rasgados y negros miraban descaradamente el escote de la bruja, mientras su mano se deslizaba suavemente por el pomo de la espada que llevaba en el cinto. Parecía un pirata cualquiera. Apestaba a vino rancio y despedía otros aromas para nada agradables.
—Ni siquiera te esfuerces en colocar tu mano sobre mi hombro —le dijo la bruja, como sabiendo lo que iba a hacer—. A las mujeres no nos gustan los hombres como tú.
El rostro del hombre se retorció por la furia y en un acto desesperado —y borracho— desenvainó la espada y la colocó en el cuello de la mujer. Katharina sintió el frío del acero y no se movió de donde estaba.
—Y a nosotros los hombres no nos gustan las presumidas como tú —respondió él, creyendo que había ganado el encuentro verbal—. Antes mencionaste que éramos molestos, ¿qué dices ahora? ¿Te estoy molestando?
Mientras el hombre se reía, uno de ellos se acercó y le dijo a su compañero que apaciguara las pasiones. Katharina no lo comprendió inmediatamente, pero se refería a que se tranquilizara. «Vaya forma más vulgar de hablar… Estos piratas...», pensó ella. Para la sorpresa de la bruja, el hombre le hizo caso y bajó la espada del cuello de la mujer.
—Espero que puedas disculpar a mi compañero —mencionó el hombre justo antes de disponerse a observar el rostro de la mujer. Cuando sus miradas se encontraron, el pirata se puso pálido como si hubiese visto a un fantasma—. A-Aléjate de esta mujer… ¡Trabaja para la Marina!
¿Qué? ¡¿Cómo fue descubierta?! El corazón de Katharina dio un vuelco y su mano se movió inconscientemente hasta la pistola de 9 mm que llevaba bajo su capa. Cuando alzó la mirada, allí se encontraba ella… Descendiendo de las escaleras…
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La pelinaranja se tomó su tiempo acostando a la dragona, que no parecía estar muy de acuerdo con como había acabado su salida. En un principio iban a comprar y dar una vuelta. Mura llevaba tiempo sin poder mostrarse fuera del barco e incluso en este había estado "oculta", con tal de no meter en problemas a los demás. Pero aquello era Jaya, un lugar para piratas que nunca la traicionaría. El lugar perfecto para pasar un par de días. Lo que no se esperaba era acabar ayudando a otra persona, que ni siquiera era pirata.
-No deberías mostrarte tan reacia. No parece una mala persona.- Comentó Mura sentándose en el borde de la cama para apartar el plateado cabello del rostro de la dragona. Era un ser grandioso en el cuerpo de una frágil niña.
-Sigue sin parecerme bien. Puedes estar poniéndote en peligro.- Reprochó Sumire, cerrando los ojos. Trataba de aparentar indignada para no demostrar que estaba cansada.
-Eso lo hago siempre.- Contestó divertida. -No te preocupes, nos quedaremos solo el tiempo que necesites para descansar. Luego volveremos al barco y nos iremos.- Sentencio, levantándose para volver a bajar. Aunque Sumire la tuvo entretenida otros cinco minutos para que le cantase una nana.
Cuando bajó, lo primero que pudo encontrarse la chica era con varios piratas intimidando a la albina y esta a punto de defenderse, justo antes que de uno de ellos gritara que era una marine. "¿En serio?" Aquel comentario tomó por sorpresa a la chica, cuya mirada se cruzo con la de la contraria, con la mano sobre su arma, preparada para dispararles y aterrada. ¿Qué debía entender Mura de esta situación? LA acusación de ser marine en Jaya bien podría igualarse a la de ser pirata en... la mayor parte del mundo, realmente. Pero era una acusación en principio sin fundamento. Sin embargo....
"Ya habrá tiempo para pensar en eso luego". Se dijo a sí misma, antes de saltar el tramo que le quedaba de escalera y caer en pie, con las piernas flexionadas y su haki de armadura activado. Al caer, pisó con fuerza, como si así pudiese llamar la atención de las personas en la sala. -Perdonad.. ¿Os importaría dejar de soltar estupideces por vuestras sucias bocas y alejaros de mi acompañante?- Sus palabras salieron con un tono desafiante, mientras agarraba con disimulo una de sus dagas. Además, trató de subir el tono todo lo posible para que la escuchase todo el mundo. Era una pirata reconocida, aunque no por los méritos adecuados. ¿Escapar de un alto rango marine? Eso era no había sido nada en comparación a todo lo que había hecho. Pero eso bastaría. Fuera verdad o no la afirmación del pirata, de nada serviría contra la palabra de Akane. Al fin y al cabo... ¿Qué pirata se junta con marines?
-No deberías mostrarte tan reacia. No parece una mala persona.- Comentó Mura sentándose en el borde de la cama para apartar el plateado cabello del rostro de la dragona. Era un ser grandioso en el cuerpo de una frágil niña.
-Sigue sin parecerme bien. Puedes estar poniéndote en peligro.- Reprochó Sumire, cerrando los ojos. Trataba de aparentar indignada para no demostrar que estaba cansada.
-Eso lo hago siempre.- Contestó divertida. -No te preocupes, nos quedaremos solo el tiempo que necesites para descansar. Luego volveremos al barco y nos iremos.- Sentencio, levantándose para volver a bajar. Aunque Sumire la tuvo entretenida otros cinco minutos para que le cantase una nana.
Cuando bajó, lo primero que pudo encontrarse la chica era con varios piratas intimidando a la albina y esta a punto de defenderse, justo antes que de uno de ellos gritara que era una marine. "¿En serio?" Aquel comentario tomó por sorpresa a la chica, cuya mirada se cruzo con la de la contraria, con la mano sobre su arma, preparada para dispararles y aterrada. ¿Qué debía entender Mura de esta situación? LA acusación de ser marine en Jaya bien podría igualarse a la de ser pirata en... la mayor parte del mundo, realmente. Pero era una acusación en principio sin fundamento. Sin embargo....
"Ya habrá tiempo para pensar en eso luego". Se dijo a sí misma, antes de saltar el tramo que le quedaba de escalera y caer en pie, con las piernas flexionadas y su haki de armadura activado. Al caer, pisó con fuerza, como si así pudiese llamar la atención de las personas en la sala. -Perdonad.. ¿Os importaría dejar de soltar estupideces por vuestras sucias bocas y alejaros de mi acompañante?- Sus palabras salieron con un tono desafiante, mientras agarraba con disimulo una de sus dagas. Además, trató de subir el tono todo lo posible para que la escuchase todo el mundo. Era una pirata reconocida, aunque no por los méritos adecuados. ¿Escapar de un alto rango marine? Eso era no había sido nada en comparación a todo lo que había hecho. Pero eso bastaría. Fuera verdad o no la afirmación del pirata, de nada serviría contra la palabra de Akane. Al fin y al cabo... ¿Qué pirata se junta con marines?
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Por un momento el mundo completo se detuvo a su alrededor. El corazón le latía rápidamente y sus ojos se dilataron un tanto, sus manos temblaban y una gota de sudor helado recorrió su tenso rostro. Le preocupaba lo que los piratas podían hacerle. Le preocupaba lo que Saki haría con ella. Además de las infinitas preocupaciones que aparecieron en ese momento, también tenía muchas dudas. ¿Cómo la reconocieron? ¿Cómo sabían que era una Marine…?
De repente la acompañante de la brujilla dio un salto y cayó al suelo, entrando épicamente a la escena. Katharina buscó la mirada de la pelinaranja, deseando que se pusiera de su lado… Todo el miedo se disipó cuando Saki habló y exigió que dejaran en paz a la chica de cabellos plateados.
—¡Vámonos de aquí! —Dijo uno de ellos— No saldrás viva de aquí, marine, eso te lo puedo asegurar.
Los hombres y mujeres intercambiaron palabras y luego salieron por donde mismo entraron. Habían hecho una acusación problemática, pues si más piratas se enteraban que había un marine en aquella isla, Katharina estaría en aprietos. Muchos simplemente le ignoraran, pero había muchos otros que odiaban a la Marina y a todos aquellos que se relacionaban de alguna forma con el Gobierno Mundial. ¿Qué clase de persona era Saki?
Guardó disimuladamente su arma y respiró hondamente para calmar su agitado corazón. Estaba completamente dispuesta a disparar en caso de ser necesario, de hecho, ya estaba pensando en usar alguno de sus conjuros y comenzar algo más que solo una pelea de borrachos. Afortunadamente nada de eso sucedió. Katharina no era una persona que fuese fácil de reconocer, no por sus rasgos, sino porque toda su vida había trabajado en las sombras y cuando se unió a las filas del ejército del Gobierno jamás destacó mucho. ¿Qué había conseguido…? Claro, venció a un ex capitán de la Marina y contribuyó notablemente con su captura, pero más allá de eso no había hecho nada.
—Parece que tengo guardaespalda —comentó nerviosamente Katharina—. Gracias —confesó después de un rato en silencio—, normalmente no hay nadie que tenga intenciones de protegerme. Espero que no se vuelva una rutina —terminó diciendo.
Aún había dudas que responder, por ejemplo por qué los hombres la acusaron de ser marine. Al menos eso debía estar pensando Saki, pero Katharina tenía sus propias preguntas. Debía averiguar si alguien había filtrado información del cuartel, pues le era bastante extraño que unos hombres desconocidos la reconocieran. ¿Qué estaba sucediendo?
De repente la acompañante de la brujilla dio un salto y cayó al suelo, entrando épicamente a la escena. Katharina buscó la mirada de la pelinaranja, deseando que se pusiera de su lado… Todo el miedo se disipó cuando Saki habló y exigió que dejaran en paz a la chica de cabellos plateados.
—¡Vámonos de aquí! —Dijo uno de ellos— No saldrás viva de aquí, marine, eso te lo puedo asegurar.
Los hombres y mujeres intercambiaron palabras y luego salieron por donde mismo entraron. Habían hecho una acusación problemática, pues si más piratas se enteraban que había un marine en aquella isla, Katharina estaría en aprietos. Muchos simplemente le ignoraran, pero había muchos otros que odiaban a la Marina y a todos aquellos que se relacionaban de alguna forma con el Gobierno Mundial. ¿Qué clase de persona era Saki?
Guardó disimuladamente su arma y respiró hondamente para calmar su agitado corazón. Estaba completamente dispuesta a disparar en caso de ser necesario, de hecho, ya estaba pensando en usar alguno de sus conjuros y comenzar algo más que solo una pelea de borrachos. Afortunadamente nada de eso sucedió. Katharina no era una persona que fuese fácil de reconocer, no por sus rasgos, sino porque toda su vida había trabajado en las sombras y cuando se unió a las filas del ejército del Gobierno jamás destacó mucho. ¿Qué había conseguido…? Claro, venció a un ex capitán de la Marina y contribuyó notablemente con su captura, pero más allá de eso no había hecho nada.
—Parece que tengo guardaespalda —comentó nerviosamente Katharina—. Gracias —confesó después de un rato en silencio—, normalmente no hay nadie que tenga intenciones de protegerme. Espero que no se vuelva una rutina —terminó diciendo.
Aún había dudas que responder, por ejemplo por qué los hombres la acusaron de ser marine. Al menos eso debía estar pensando Saki, pero Katharina tenía sus propias preguntas. Debía averiguar si alguien había filtrado información del cuartel, pues le era bastante extraño que unos hombres desconocidos la reconocieran. ¿Qué estaba sucediendo?
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-Así que... ¿Eres una marine?- La pregunta sonó divertida en los labios de la pirata, mientras dibujaba una mueca. No quería creerlo, sin embargo, su rostro indicaba que aquellas palabras dichas en broma o no eran ciertas. Mura suspiró. No le gustaban los marines, pero tampoco los abusones... y ella había decidido ya ayudar a al albina. "Parece que Sumire tenía razón". Pensó, antes de soltar una carcajada sonora. -Por favor, ¿no os lo habréis creído, verdad? - Las palabras iban dirigidas al resto de comensales y al tabernero. -Por favor. Llega un grupo de borrachos intimidando a una chica y la tachan de marine al no conseguir lo que querían. ¿Acaso creéis que alguien como yo. El Berserker Rojo que escapó se vio cara a cara con un sucio Almirante iba a ayudar a ese tipo de ratas?- Posiblemente sí... Pero su voz indicaba todo lo contrario y su ceño fruncido indicaba más de lo mismo.
Esperaba lograr con esto que la joven quedase a salvo hasta mañana. Si hacía falta siempre podría llevarla volando fuera de la isla. ¿Por qué la ayudaría? Bueno, tampoco es que le hubiese mentido sobre su identidad. Así que era su responsabilidad. Pero seguramente si se encontraban en un futuro no podrían pararse a tomar una copa juntas. O eso pensaba en aquella época. No preguntaría hasta que la gente no se fuese a dormir. Esperando poder sacarla fuera para hablar tranquilamente. Si iba a ayudarla tendría que saber alguna cosa sobre ella.
Saldrían a dar un paseo, paseando por las afueras de la ciudad, donde apenas un par de luces alumbraban el lugar. -Imagino que tendrás cosas que contarme, ¿no?- Expuso al fin, cruzándose de brazos y clavando su mirada en ella. Sus ojos violáceos centelleaban molestos. -Sabes, si hubieras reaccionado de otra forma, las palabras que dije en el bar me las creería de verdad. Pero tu forma de actuar no fue la normal para alguien inocente. Eso o que eres demasiado miedosa, pero no lo pareces... Así que tu me dirás quién eres y de la misma forma lo haré yo.- Frunció el ceño. -Y no te aconsejo intentar nada extraño o mentir.-
Esperaba lograr con esto que la joven quedase a salvo hasta mañana. Si hacía falta siempre podría llevarla volando fuera de la isla. ¿Por qué la ayudaría? Bueno, tampoco es que le hubiese mentido sobre su identidad. Así que era su responsabilidad. Pero seguramente si se encontraban en un futuro no podrían pararse a tomar una copa juntas. O eso pensaba en aquella época. No preguntaría hasta que la gente no se fuese a dormir. Esperando poder sacarla fuera para hablar tranquilamente. Si iba a ayudarla tendría que saber alguna cosa sobre ella.
Saldrían a dar un paseo, paseando por las afueras de la ciudad, donde apenas un par de luces alumbraban el lugar. -Imagino que tendrás cosas que contarme, ¿no?- Expuso al fin, cruzándose de brazos y clavando su mirada en ella. Sus ojos violáceos centelleaban molestos. -Sabes, si hubieras reaccionado de otra forma, las palabras que dije en el bar me las creería de verdad. Pero tu forma de actuar no fue la normal para alguien inocente. Eso o que eres demasiado miedosa, pero no lo pareces... Así que tu me dirás quién eres y de la misma forma lo haré yo.- Frunció el ceño. -Y no te aconsejo intentar nada extraño o mentir.-
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Miró detenidamente a su acompañante y asintió, pensando en que tendría que enfrentar cara a cara a Saki. La había conocido hace pocas horas, pero extrañamente le agradaba mucho, aunque no era más que una desconocida. Katharina había mentido muchas veces, mentía sobre su nombre e historia, pero parecía que ahora tenía que intentar otra cosa.
Atravesó en silencio la puerta y luego se detuvo un segundo para contemplar la templada noche. El cielo, distante e infinito, se veía hermoso aquella noche. Como ella. Miró de reojo a la pelirroja, deseando que ella no se diera cuenta. Suspiró e intentó calmar su agitado corazón, alejar aquellos cálidos pensamientos que de repente aparecían en su cabeza.
Caminaron hasta llegar a un lugar en donde casi todo estaba oscuro, apenas había un par de luces. Era el lugar perfecto para cometer un asesinato, pues ¿qué pirata le perdonaría la vida a un marine? Katharina no contaba con su arma, pero tenía sus hechizos para defenderse. Tal vez podía salir viva de aquella isla y luego regresaría contando que fueron unas extraordinarias vacaciones.
—¿Es que acaso hay alguien inocente en esta isla?—Respondió a la defensiva, como si ella fuese la criminal. En un momento de su vida lo fue y no le importaba romper las normas impuestas por el Gobierno, pero esa parte de su vida había terminado— Cuando me uní a la Marina no sabía lo que hacía, fue la primera vía de escape que tuve. Y no dudé un segundo en aceptarla mientras pudiera estar lejos de ellos —comenzó a hablar después de tomar asiento en una roca bastante incómoda—. Los piratas y criminales me dan igual, yo sólo hago lo necesario para vivir un día más.
Katharina jamás distinguió entre buenos y malos, pues para ella sólo existían objetivos y no objetivos. Si algún nombre aprecía en su lista, se convertía en un hombre muerto. ¿Qué tan distinto era en la Marina? Cuando un criminal aparecía en la lista todos los marines se daban el trabajo de atraparlo. No eran muy diferentes a los asesinos a sueldo; ellos también recibían una paga. Pero Katharina era muy diferente a los demás marines, pues jamás sintió amor por el ejército ni el Gobierno. No eran más que instituciones que querían mantener el poder.
—Te puedo asegurar que no soy inocente —terminó diciendo con un leve dejo de tristeza. Todo lo que había hecho tenía una buena razón de ser: su hermana. Pero aquello era algo que no contaría... En cualquier molento la pelinaranja podía convertirse en su enemiga y dar a conocer su punto débil no era la opción más inteligente—. Todos actuamos motivados por diferentes razones. Algunos son motivados por el amor, otros por la furia y el odio. ¿Y tú? ¿Cuáles son tus motivaciones para continuar adelante? —Katharina miró fija y agudamente a Saki— ¿Qué es lo que te detiene para no matarme aquí mismo?
Atravesó en silencio la puerta y luego se detuvo un segundo para contemplar la templada noche. El cielo, distante e infinito, se veía hermoso aquella noche. Como ella. Miró de reojo a la pelirroja, deseando que ella no se diera cuenta. Suspiró e intentó calmar su agitado corazón, alejar aquellos cálidos pensamientos que de repente aparecían en su cabeza.
Caminaron hasta llegar a un lugar en donde casi todo estaba oscuro, apenas había un par de luces. Era el lugar perfecto para cometer un asesinato, pues ¿qué pirata le perdonaría la vida a un marine? Katharina no contaba con su arma, pero tenía sus hechizos para defenderse. Tal vez podía salir viva de aquella isla y luego regresaría contando que fueron unas extraordinarias vacaciones.
—¿Es que acaso hay alguien inocente en esta isla?—Respondió a la defensiva, como si ella fuese la criminal. En un momento de su vida lo fue y no le importaba romper las normas impuestas por el Gobierno, pero esa parte de su vida había terminado— Cuando me uní a la Marina no sabía lo que hacía, fue la primera vía de escape que tuve. Y no dudé un segundo en aceptarla mientras pudiera estar lejos de ellos —comenzó a hablar después de tomar asiento en una roca bastante incómoda—. Los piratas y criminales me dan igual, yo sólo hago lo necesario para vivir un día más.
Katharina jamás distinguió entre buenos y malos, pues para ella sólo existían objetivos y no objetivos. Si algún nombre aprecía en su lista, se convertía en un hombre muerto. ¿Qué tan distinto era en la Marina? Cuando un criminal aparecía en la lista todos los marines se daban el trabajo de atraparlo. No eran muy diferentes a los asesinos a sueldo; ellos también recibían una paga. Pero Katharina era muy diferente a los demás marines, pues jamás sintió amor por el ejército ni el Gobierno. No eran más que instituciones que querían mantener el poder.
—Te puedo asegurar que no soy inocente —terminó diciendo con un leve dejo de tristeza. Todo lo que había hecho tenía una buena razón de ser: su hermana. Pero aquello era algo que no contaría... En cualquier molento la pelinaranja podía convertirse en su enemiga y dar a conocer su punto débil no era la opción más inteligente—. Todos actuamos motivados por diferentes razones. Algunos son motivados por el amor, otros por la furia y el odio. ¿Y tú? ¿Cuáles son tus motivaciones para continuar adelante? —Katharina miró fija y agudamente a Saki— ¿Qué es lo que te detiene para no matarme aquí mismo?
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
"¿Qué es lo que me detiene?" Una sonrisa se dibujo en su rostro ante esta pregunta. Aunque no era una sonrisa divertida o maliciosa. Era amarga. -Cierto... Es estúpido que un pirata deje escapar a un marine... Y más si se trata de una asesina. ¿Quieres saberlo? Porque no me gusta ser una asesina. No mato por diversión, aunque cuando estoy en medio de la batalla pueda hacerlo con una sonrisa en mi rostro. Y no me gusta matar a gente inocente.- Explicó con tono tranquilo, mientras sus brazos dejaban de estar cruzados para caer a ambos lados de su cuerpo. Se había relajado en apariencia, pero su mantra se encontraba a la alerta. -Mi nombre es Akane... Es una información privilegiada que espero no reveles, aunque realmente no significa nada... Ya no, al menos. Hasta hace unos doce años era el nombre de una niña que acabó en un orfanato... Como mucho otros niños esperaba el día que se marchase de ahí...Aunque ella pensaba que volvería a estar con sus padres. Sin embargo, el final fue otro.-
Esta era una historia pasada y era toda verdad. El tono de su voz, nostalgico y su mirada triste que se había centrado en el cielo lo demostraba. -Después de aquello, todo se volvió negro y simplemente desperté sin saber ni recordar nada. Lo primero que alcancé a ver fue a hombres con batas blancas y Marines... Luego más niños como yo. Eramos la futura generación de soldados. Unos niños que se volverían armas perfectas... Pero no queríamos eso.- Hizo una pausa... No quería seguir recordando, pero sentía que diciendo eso, ambas tendrían un punto en común y por ello, un motivo para no matarla. ¿Sería la primera marine que saliese viva de un encuentro con ella sin tener que huir? -Como tu dices...Hacemos lo que es necesario para sobrevivir. Siendo así, mientras no me causes problemas no tengo porque matarte. Y si no sigues fielmente al a marina... Podrías hasta caerme bien.- Añadió, con una sonrisa algo más animada, mientras se sentaba en el suelo.
-Si quieres ayuda para marcharte, puedo llevarte al alba lejos de la isla... Aunque, si prefieres intentar cobrarte mi cabeza, siempre podemos tener una pequeña riña.- Añadió, como si dejase claro que ella no había bajado la guardia a pesar de sus palabras.
Esta era una historia pasada y era toda verdad. El tono de su voz, nostalgico y su mirada triste que se había centrado en el cielo lo demostraba. -Después de aquello, todo se volvió negro y simplemente desperté sin saber ni recordar nada. Lo primero que alcancé a ver fue a hombres con batas blancas y Marines... Luego más niños como yo. Eramos la futura generación de soldados. Unos niños que se volverían armas perfectas... Pero no queríamos eso.- Hizo una pausa... No quería seguir recordando, pero sentía que diciendo eso, ambas tendrían un punto en común y por ello, un motivo para no matarla. ¿Sería la primera marine que saliese viva de un encuentro con ella sin tener que huir? -Como tu dices...Hacemos lo que es necesario para sobrevivir. Siendo así, mientras no me causes problemas no tengo porque matarte. Y si no sigues fielmente al a marina... Podrías hasta caerme bien.- Añadió, con una sonrisa algo más animada, mientras se sentaba en el suelo.
-Si quieres ayuda para marcharte, puedo llevarte al alba lejos de la isla... Aunque, si prefieres intentar cobrarte mi cabeza, siempre podemos tener una pequeña riña.- Añadió, como si dejase claro que ella no había bajado la guardia a pesar de sus palabras.
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
¿Asesinar a alguien con una sonrisa en el rostro? Sonaba un tanto perturbador. La bruja había tomado la vida de decenas de personas, hombres y mujeres, niños y ancianos, pero jamás lo hizo con una sonrisa. Más bien atravesaba sus corazones con un dejo de amargura. Escuchó atentamente lo que ella tenía que decir, intentando descubrir algo más que solo lo que escuchaba.
Cuando escuchó que su acompañante, ahora posible rival, era algo así como un experimento no pudo evitar sentir un poco de empatía. Katharina había tenido que dejar su hogar y darle la espalda a todo lo que conocía para volverse una asesina realmente formidable, todo con tal de tener una oportunidad de recuperar a su hermana. Finalmente, la albina contempló la sonrisa animada de su acompañante.
—Realmente espero que así sea —reconoció después de un rato en silencio. Katharina no necesitaba ganar más enemigos, sino todo lo contrario. Apenas contaba con uno o dos amigos en un vasto mundo, y estaba muy consciente de que pronto necesitaría la ayuda de ellos—. Tal vez en un futuro nos encontremos.
Cuando la pelinaranja mencionó lo de cobrar la recompensa por su cabeza, Katharina sonrió. ¿En serio? La albina sabía que no tenía oportunidades contra una pirata como ella, de hecho, si luchaban, la única posibilidad que tenía era escapar. Últimamente había progresado mucho y se había vuelto más fuerte, pero tenía un largo camino por recorrer.
—No te preocupes, no estoy tan falta de dinero como para desperdiciar mi vida de esa forma —confesó—. Parece que no todos los piratas son crueles y sanguinarios. La Marina se encarga de que la gente y sus propios soldados los vean así, después de todo, estamos en guerra —así era como Katharina veía el mundo, una permanente guerra entre el Gobierno y la piratería.
La bruja observó el firmamento. Todo parecía tan tranquilo que no podía imaginar un mundo lleno de peligros, aunque las aventuras eran algo que la motivaban a seguir adelante.
—Aceptaré tu ayuda, Akane-san —terminó por decir.
Cuando escuchó que su acompañante, ahora posible rival, era algo así como un experimento no pudo evitar sentir un poco de empatía. Katharina había tenido que dejar su hogar y darle la espalda a todo lo que conocía para volverse una asesina realmente formidable, todo con tal de tener una oportunidad de recuperar a su hermana. Finalmente, la albina contempló la sonrisa animada de su acompañante.
—Realmente espero que así sea —reconoció después de un rato en silencio. Katharina no necesitaba ganar más enemigos, sino todo lo contrario. Apenas contaba con uno o dos amigos en un vasto mundo, y estaba muy consciente de que pronto necesitaría la ayuda de ellos—. Tal vez en un futuro nos encontremos.
Cuando la pelinaranja mencionó lo de cobrar la recompensa por su cabeza, Katharina sonrió. ¿En serio? La albina sabía que no tenía oportunidades contra una pirata como ella, de hecho, si luchaban, la única posibilidad que tenía era escapar. Últimamente había progresado mucho y se había vuelto más fuerte, pero tenía un largo camino por recorrer.
—No te preocupes, no estoy tan falta de dinero como para desperdiciar mi vida de esa forma —confesó—. Parece que no todos los piratas son crueles y sanguinarios. La Marina se encarga de que la gente y sus propios soldados los vean así, después de todo, estamos en guerra —así era como Katharina veía el mundo, una permanente guerra entre el Gobierno y la piratería.
La bruja observó el firmamento. Todo parecía tan tranquilo que no podía imaginar un mundo lleno de peligros, aunque las aventuras eran algo que la motivaban a seguir adelante.
—Aceptaré tu ayuda, Akane-san —terminó por decir.
Maze
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Mura asintió y tras esto le ofreció la mano para estrechársela. No se podía decir que fuesen amigas, pero tampoco eran lo contrario y esto era un avance. Ahora solo quedaría esperar un poco más. Al final no iban a necesitar las habitaciones alquiladas. Una vez la albina estuviese descansada, le mostraría su pequeño secreto a la marine. La niña que decía ser la hermana de Akane siendo convertida en una magnifica bestia alada de escamas plateadas. Con ella, dependiendo de la resistencia que tuviese la bruja para los vuelos, no tardarían más de medio día en alcanzar otra isla.
-Bueno, ha sido un encuentro... Interesante.- Dijo antes la chica, descendiendo de lomos de Sumire cuando esta aterrizo, dando un grácil salto para después ayudar a Katharina en su descenso. -Es una pena que haya tenido que acabar así, pero siempre puedes volver a visitar el lugar... Con un disfraz o algo más de carácter para soportar acusaciones.- Trató de bromear. Nunca se le dieron bien las despedidas, aunque fueran con alguien a quien no esperaba volver a ver nunca. Se rascó la nuca, dibujando una sonrisa nerviosa. -En fin... como sea, espero que te vaya mejor por aquí y, que si lo que me dijiste era real, te replantees si de verdad vale la pena seguir en ese bando. Sería bueno poder charlar, si nos volvemos a ver, sin que nuestras cabezas corran peligro.-
No añadió nada más, no era necesario. Dicho esto, espero escasos segundos a la respuesta de la marine, antes de volver a subir a lomos de la dragona, quien se había tendido en el suelo de la costa tan larga como era. Esta se desperezó, incorporándose y no tardo en alzar de nuevo el vuelo, causando una buena polvareda. Ahora tendrían que regresar y retomar su camino. ¿Se volverían a encontrar con gente así?
-Bueno, ha sido un encuentro... Interesante.- Dijo antes la chica, descendiendo de lomos de Sumire cuando esta aterrizo, dando un grácil salto para después ayudar a Katharina en su descenso. -Es una pena que haya tenido que acabar así, pero siempre puedes volver a visitar el lugar... Con un disfraz o algo más de carácter para soportar acusaciones.- Trató de bromear. Nunca se le dieron bien las despedidas, aunque fueran con alguien a quien no esperaba volver a ver nunca. Se rascó la nuca, dibujando una sonrisa nerviosa. -En fin... como sea, espero que te vaya mejor por aquí y, que si lo que me dijiste era real, te replantees si de verdad vale la pena seguir en ese bando. Sería bueno poder charlar, si nos volvemos a ver, sin que nuestras cabezas corran peligro.-
No añadió nada más, no era necesario. Dicho esto, espero escasos segundos a la respuesta de la marine, antes de volver a subir a lomos de la dragona, quien se había tendido en el suelo de la costa tan larga como era. Esta se desperezó, incorporándose y no tardo en alzar de nuevo el vuelo, causando una buena polvareda. Ahora tendrían que regresar y retomar su camino. ¿Se volverían a encontrar con gente así?
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.