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Al principio no parece más que una mancha, casi como algo que se te ha metido en el ojo; luego, un mosquito que revolotea a tu alrededor; según se va aproximando, quizás pueda ser un ave marina, aunque una un tanto extraña. El diminuto punto negro se mueve rítmicamente por el aire, manchando el impoluto azul del cielo. Se dirige hacia ti.
No tardas en darte cuenta de que es un murciélago. Pero no, no es el bueno de Derian que ha reaparecido, es tan solo un animal normal, que parece agotado tras un largo vuelo. Negro, grande y cubierto de pelo, sujeta una bolsa y un papel entre sus afiladas garras. Si lees lo que dice la nota, sin duda te llevarás una sorpresa.
A la atención de Ivan Roux, es lo primero que dice. Al menos parece que es para ti.
Dada la naturaleza de sus habilidades y en virtud de su linaje, queda convocado en el Cuartel General de la Marina, en la Grand Line, para asumir un puesto vacante en el Saigo Yokaikyo, como corsario al servicio del Gobierno Mundial. Dicho nombramiento únicamente se hará oficial en el momento en que acuda a los cuarteles. Dicho nombramiento se revocará ante cualquier acto de piratería o cualquier delito contra la paz mundial. Dicho nombramiento dejará de tener validez en caso de no presentarse en los cuarteles.
Se le adjunta un Log Pose que apunta en dirección a cierto lugar, desde donde será escoltado y guiado hasta los cuarteles por un buque naval. Se le emplaza en dicho lugar en tres días.
Ni firma, ni un saludo cordial... Bastante fríos estos del gobierno. ¿No te inquieta que hayan sabido encontrarte? Más de uno se lo tomaría como una amenaza, como un ultimatum más que como una oferta.
Si miras en la bolsa verás el Log Pose que te han prometido, con la aguja apuntando hacia el ancho mar. A otro lado de esa aguja se encuentra tu puesto en el Yonkaikyo; los gobernantes del mundo te han elegido para luchar por su paz, ¿responderás a su llamada?
Ivan Markov
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Ivan arqueó una ceja y extendió una mano para coger el papel del agotado animal. ¿Un murciélago como mensajero? Curioso, cuanto menos. Tal vez debía plantearse conseguir uno para sí mismo. Desenrolló el papel y lo leyó frunciendo el ceño. ¿Un puesto de Yonkaikyo? Curioso, llevaba un tiempo planteándose montar un poco de ruido capturando a dos o tres criminales famosos y luego solicitar el puesto. Aquello le ahorraba muchos quebraderos de cabeza... si es que realmente era una carta del Gobierno, ¿no? La observó detenidamente, algo suspicaz. Estaba hecho a máquina, pero carecía de ninguna clase de enseña, sello o marca. Ni siquiera estaba firmada. La verdad era que apestaba a todos lados a trampa y con todo lo que había hecho últimamente no era de extrañar. Se había hecho unos cuantos enemigos con sus capturas y no le hacía falta pensar mucho para que se le vinieran a la cabeza los nombres de algunas cuantas personas que querrían echarle el guante. "El jefe del espadachín al que capturé, por ejemplo. ¿Cuál era el nombre de su mafia? ¿Mongola? ¿Pongorra?" Se acercó el papel y lo olisqueó. Aparte de apestar a murciélago, captaba sal, pólvora y un leve deje de sangre. Se relamió al sentirlo, despertando su hambre. Por desgracia no tenía ningún aperitivo a mano, pero qué iba a hacerle. Se había alimentado la noche pasada y tampoco era cosa de ir llamando la atención. Vio una mancha en una esquina del papel y la observó con curiosidad y preguntándose si debería comprobarlo. ¿Sangre vieja o...?
- Efectivamente... mierda de murciélago - murmuró, escupiendo y apartando la lengua del papel.
Arrugo la nota y la tiró a un lado, acomodándose en su hamaca. Estaba en una playa, en un islote despoblado disfrutando de una tarde de descanso. Sin embargo aquel acontecimiento había dado al traste con su paz y tranquilidad. De vez en cuando dirigía miradas furtivas al papel, tratando de sacarse la nota de la cabeza. Sin embargo, no era tan sencillo... ¿y si era realmente algo relacionado con el Gobierno? Tal vez lo estaban poniendo a prueba. Sacudió la cabeza y chistó. No tenía sentido. Estaba claro que aquello no era ninguna notificación oficial, sino alguien tratando de tenderle una trampa. ¿Qué ganaba yendo hasta allí? Se mordió el labio inferior, dándose cuenta de que la respuesta a esa pregunta... no le desagradaba. Le esperaban presas, estúpidas presas que se creían capaces de capturarle. Todo un buffet libre a su disposición, si es que el que quería capturarle había tenido el "buen juicio" de llevarse consigo a un buen número de personas. "Da igual cuántos sean. Me los comeré a todos." Parecía que ya tenía un plan. Esbozando una media sonrisa, se levantó y recogió sus cosas, dirigiéndose al barco. Al llegar a la orilla comenzó a levitar y voló hasta la embarcación, posándose suavemente en cubierta. Animado, comenzó a tararear una canción mientras recogía el ancla y desplegaba las velas, preparándose para la travesía.
Con el log pose en la muñeca para no perder la dirección de vista en ningún momento, tomó el timón y puso rumbo a lo desconocido. ¿Qué más daba lo que le esperase al otro lado del mar? La aventura era la aventura, siempre había incógnitas y lo divertido era precisamente desvelarlas. Arrancó el corcho de una botella de vino de un mordisco y le dio un generoso trago, soltando una carcajada a continuación. "Y si al final resulta que sí es una convocatoria del Gobierno Mundial, incluso mejor." Comenzó a silbar alegremente mientras dirigía la nave, alejándose de tierra en dirección hacia el horizonte.
- Efectivamente... mierda de murciélago - murmuró, escupiendo y apartando la lengua del papel.
Arrugo la nota y la tiró a un lado, acomodándose en su hamaca. Estaba en una playa, en un islote despoblado disfrutando de una tarde de descanso. Sin embargo aquel acontecimiento había dado al traste con su paz y tranquilidad. De vez en cuando dirigía miradas furtivas al papel, tratando de sacarse la nota de la cabeza. Sin embargo, no era tan sencillo... ¿y si era realmente algo relacionado con el Gobierno? Tal vez lo estaban poniendo a prueba. Sacudió la cabeza y chistó. No tenía sentido. Estaba claro que aquello no era ninguna notificación oficial, sino alguien tratando de tenderle una trampa. ¿Qué ganaba yendo hasta allí? Se mordió el labio inferior, dándose cuenta de que la respuesta a esa pregunta... no le desagradaba. Le esperaban presas, estúpidas presas que se creían capaces de capturarle. Todo un buffet libre a su disposición, si es que el que quería capturarle había tenido el "buen juicio" de llevarse consigo a un buen número de personas. "Da igual cuántos sean. Me los comeré a todos." Parecía que ya tenía un plan. Esbozando una media sonrisa, se levantó y recogió sus cosas, dirigiéndose al barco. Al llegar a la orilla comenzó a levitar y voló hasta la embarcación, posándose suavemente en cubierta. Animado, comenzó a tararear una canción mientras recogía el ancla y desplegaba las velas, preparándose para la travesía.
Con el log pose en la muñeca para no perder la dirección de vista en ningún momento, tomó el timón y puso rumbo a lo desconocido. ¿Qué más daba lo que le esperase al otro lado del mar? La aventura era la aventura, siempre había incógnitas y lo divertido era precisamente desvelarlas. Arrancó el corcho de una botella de vino de un mordisco y le dio un generoso trago, soltando una carcajada a continuación. "Y si al final resulta que sí es una convocatoria del Gobierno Mundial, incluso mejor." Comenzó a silbar alegremente mientras dirigía la nave, alejándose de tierra en dirección hacia el horizonte.
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La Corona del Rey del Mar no es más que un montón de pedruscos en medio de la nada que emergen del agua. Lo que antaño fuera una isla ahora no es más que un conjunto de peñones que sobresalen de la superficie del mismo mar que engulló la isla a la que pertenecían. Los antiguos marineros decían que eran las púas de la corona del rey del mar, que vivía allí abajo. Obviamente, no es así, pero sigue teniendo un campo magnético que el Log puede captar. Cuando los ves en la lejanía, no aparentan nada del lujo que sugiere su nombre, sino que parecen poco más que dos docenas de rocas yermas sobre las que sobrevuelan escasos pájaros.
Una densa columna de humo surge de entre ellas. Una bandera pirata pasa flotando junto a tu barco, aún atada a un trozo de mástil. Los cañonazos pueden oírse cada vez más claramente, al igual que los disparos y los gritos. Quizás sí sea una trampa al fin y al cabo, y alguno de tus enemigos trate de hacerte comer ajo. O una bala.
En ese momento, un bote sale de detrás de una de las rocas; sus ocupantes reman desesperados para alejarse de la Corona y no les importa pasar cerca de tu navío. Pobres insensatos, igual hasta puedes ayudarles. Son media docena, aunque uno no se mueve y otro parece haber intercambiado uno de sus brazos por un chorro de sangre. No llevan nada que los identifique, y están todos ensangrentados. La única mujer del grupo, que rema más rápido que el resto haciendo así que el bote se desvíe cómicamente hacia un lado, lleva un casco dorado muy brillante y una larga capa raída. Espera, no es una capa, es una red.
El murciélago, que vuela hasta posarse en tu hombro, emite un chillido agudo que seguro que significa algo muy profundo. El animal debería haberse largado volando tras darte la carta, pero parece haberse encaprichado de ti. Pero bueno, eso no es importante.
Ivan Markov
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La travesía había sido corta y al mismo tiempo larga. Estar pendiente del barco en el impredecible clima del Grand Line era una tarea que requería de la mayor parte de su atención, con lo que no había tenido demasiado tiempo para aburrirse. Sin embargo la impaciencia por llegar había contrarrestado el efecto de tener su tiempo ocupado. Aún así había invertido su tiempo en otras tareas para matar el rato, como cuidar a Cooper-chan, su cerdito, y al murciélago. Este parecía haberse encariñado a él, pues ahora lo seguía a todos lados. Le había costado elegir su nombre; al principio al ver que era un murciélago había pensado en llamarlo como su padre, pero no le gustaba la idea de deshonrar su memoria de aquella manera. Tras pensarlo algo más, había decidido llamarlo Lorian, como su tío paterno. Cuando al fin vio la "isla" en el horizonte estaba poniéndoles la comida. Con una sonrisa, cogió su cena (un paquete de sangre de donaciones) y la bebió con rapidez. No sabía ni la mitad de bien que hacerlo de una víctima, pero era mejor que nada. Y pronto tendría comidas mucho más deliciosas a mano. Entró corriendo en la cabina y cogió el manto de la sombras, echándoselo por encima de los hombros. Comprobó que tenía todas sus armas y herramientas dentro y salió de nuevo a cubierta.
- Hora de la acción.
Al acercarse se fue haciendo patente que una batalla se libraba en el lugar. Tanto el olor como los sonidos eran como volver a estar en Síderos... apestaba a guerra. Observó un jolly roger flotando en el mar, junto a su barco, pero no reconoció la enseña. ¿Piratas? Ahora sí que estaba interesado en lo que estaba ocurriendo allí. Se fijó en una pequeña barca que huía del lugar, llevando consigo cinco hombres y una mujer. Estaban en pésimo estado, especialmente uno que había perdido un brazo. Por un instante tembló de emoción y ansia, pensando en saltar sobre la embarcación y abalanzarse a beber de la herida abierta, pero logró controlarse. "Calma... primero dispara y luego pregunta. ¿O era al revés?" Se relamió con hambre y se acercó a la borda, sentándose en la barandilla a esperar que estuvieran a su altura. Podía aprovecharse de esos seis para enterarse de qué estaba sucediendo a la isla. Hablando de eso... él había oído hablar de aquel lugar. Un montón de islotes de roca en mitad de la nada con campo magnético, con forma de corona. La Corona del Rey del Mar. Un nombre poco apropiado y demasiado grandilocuente para un lugar como aquel. "Con la preparación adecuada sería un lugar perfecto como base. Y una corona para un rey sin reino... es casi poético" soltó una risa para sí mismo y se centró de nuevo en la barca.
- Buenas tardes, dama y caballeros. Veo que están en apuros.
Al hablarles trató de adoptar una actitud amable y educada. Puede que luego tal vez se convirtieran en su cena y posiblemente en sus esclavos no muertos, pero hasta entonces necesitaba que cooperaran. Posiblemente se convertirían en su manera de informarse de la situación. Los miró a los ojos mientras ejercía su influencia sobre ellos, intentando manipular sus mentes y corazones. "Quieran o no, pronto serán mis amigos. ¡Seremos buenos camaradas!" contuvo una risa diabólica. No era el momento de desvelarse, primero tenía que sacarles todo lo que sabían. Con una mano acarició la cabeza de Lorian y continuó hablando:
- Puedo socorrerles, pero antes desearía que me informasen de qué está sucediendo en esa isla. ¿Quiénes se están enfrentando y quiénes son ustedes?
- Hora de la acción.
Al acercarse se fue haciendo patente que una batalla se libraba en el lugar. Tanto el olor como los sonidos eran como volver a estar en Síderos... apestaba a guerra. Observó un jolly roger flotando en el mar, junto a su barco, pero no reconoció la enseña. ¿Piratas? Ahora sí que estaba interesado en lo que estaba ocurriendo allí. Se fijó en una pequeña barca que huía del lugar, llevando consigo cinco hombres y una mujer. Estaban en pésimo estado, especialmente uno que había perdido un brazo. Por un instante tembló de emoción y ansia, pensando en saltar sobre la embarcación y abalanzarse a beber de la herida abierta, pero logró controlarse. "Calma... primero dispara y luego pregunta. ¿O era al revés?" Se relamió con hambre y se acercó a la borda, sentándose en la barandilla a esperar que estuvieran a su altura. Podía aprovecharse de esos seis para enterarse de qué estaba sucediendo a la isla. Hablando de eso... él había oído hablar de aquel lugar. Un montón de islotes de roca en mitad de la nada con campo magnético, con forma de corona. La Corona del Rey del Mar. Un nombre poco apropiado y demasiado grandilocuente para un lugar como aquel. "Con la preparación adecuada sería un lugar perfecto como base. Y una corona para un rey sin reino... es casi poético" soltó una risa para sí mismo y se centró de nuevo en la barca.
- Buenas tardes, dama y caballeros. Veo que están en apuros.
Al hablarles trató de adoptar una actitud amable y educada. Puede que luego tal vez se convirtieran en su cena y posiblemente en sus esclavos no muertos, pero hasta entonces necesitaba que cooperaran. Posiblemente se convertirían en su manera de informarse de la situación. Los miró a los ojos mientras ejercía su influencia sobre ellos, intentando manipular sus mentes y corazones. "Quieran o no, pronto serán mis amigos. ¡Seremos buenos camaradas!" contuvo una risa diabólica. No era el momento de desvelarse, primero tenía que sacarles todo lo que sabían. Con una mano acarició la cabeza de Lorian y continuó hablando:
- Puedo socorrerles, pero antes desearía que me informasen de qué está sucediendo en esa isla. ¿Quiénes se están enfrentando y quiénes son ustedes?
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-Marines, imbécil, ¿qué crees que pasa si no? -te contesta uno de los hombres de muy malos modos. Parece muy alterado.
-Cállate, ¿quieres? -le recrimina otro. Luego se gira hacia ti y te saluda con educación.
-Necesitamos ese barco -dice un tercero.
-¡Déjanos subir! -te grita un cuarto, el del brazo cortado, que intenta detener la hemorragia como mejor puede.
La mujer manda callar a los demás con un brusco ademán y te estudia con detenimiento. Su casco dorado brilla a la luz del sol y, si te fijas, podrás ver que la red que ondea a su espalda no es ni mucho menos una capa extraña, sino que está enroscada a su cuello. ¿Una nueva moda, quizás?
-Solo somos humildes piratas -empieza-. Intentamos huir de los marines, y nos vendría muy bien que nos dejases subir a tu barco -Echa un largo vistazo al murciélago antes de continuar-. Y quizás a ti también te venga bien. No podrás enfrentarte a ellos tú solo, pero podemos huir de aquí todos juntos. Cualquier navío navega más rápido con seis personas que con una.
Suena razonable. Tal vez sean piratas pero parece que son simpá... Oh espera, uno de ellos se toma la libertad de dar un fuerte salto hasta agarrarse a la baranda de cubierta e intenta subir cual polizón. Su líder lo fulmina con la mirada y antes de lo que parece posible desenfunda un revólver y dispara seis veces contra ti. Se acabó la diplomacia, supongo.
Si las balas no te han matado, te convendría saber que los otros dos -ya que el muerto y el manco están poco dispuestos a luchar- también preparan sus armas: uno con un remo, y otro con un sable roto y una pistola. Y mientras, el que ha saltado a tu barco consigue auparse hasta caer sobre la cubierta y salta contra ti, desarmado, dando alaridos.
- Spoiler:
- Puedes hacerles acciones cerradas a todos. La mujer es Asesina (Sombra) de nivel 35; el que va a puño limpio es luchador (Buey) nivel 30; el resto son tan débiles que no merecen ni tener nivel.
Ivan Markov
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La sangre empapó la ropa del cazarrecompensas, que se desplomó sobre la cubierta aparentemente muerto. Sin embargo, su piel se había vuelto extrañamente pálida y su cabello blanco plateado. ¿O siempre había sido así? Qué extraña manera de morir, ¿no? De repente, el "cadáver" desapareció del suelo. Fue en apenas un instante. Si alguien con buen ojo hubiese estado atento a él lo hubiese visto moverse velozmente, alejándose hacia el interior del barco, pero no parecían haberse percatado. Asustados comenzaron a retroceder, mientras uno mencionaba algo de fantasmas.
- ¡No os asustéis! Sólo es un truco barato. ¡Manteneos alerta!
De repente Ivan apareció tras el del sable, susurrándole al oído con una sonrisa macabra:
- Buh.
Con un grito, el tipo se giró de golpe y vació su pistola contra el aire. Agazapado en lo alto del mástil, el joven Markov observó cómo sus enemigos se iban poniendo más paranoicos mientras la mujer intentaba poner orden. "Pobres y estúpidos piratas... habéis ido a caer en manos de la persona equivocada." Se relamió, impaciente y esperó al momento idóneo. Podría haberlos masacrado en un instante por lo que podía percibir con su haki, pero... ¿qué gracia tendría eso? Prefería jugar con sus mentes y luego deshacerse de ellos uno por uno. En cierto momento el que había tomado la iniciativa alzó la vista hacia él, pero para cuando lo hizo Ivan ya no estaba allí. El del remo había tenido la osadía de intentar entrar en la cabina y no iba a tolerar eso. El pobre hombre estaba abriendo la puerta, cuando de repente algo tiró de él hacia dentro y la cerró. Uno de sus compañeros se percató del asunto y salió corriendo hacia allí, dando gritos de alarma, pero para cuando abrió la puerta no vio nada.
- Iba a jugar algo más, pero sinceramente no se me ocurre nada interesante - dijo una voz a su espalda - ¿Bailamos?
Ivan tiró a un lado la cabeza que llevaba en la mano y sonrió al tipo. Este con una exclamación de sorpresa intentó darle un sablazo, pero agarrándole por la muñeca, Ivan le hincó los colmillos en el cuello y tras agarrarlo con el otro brazo comenzó a ascender. Escuchaba los gritos y tiros bajo él, pero le importaban entre poco y menos. En aquel momento todo lo que sentía era la vida que iba consumiendo, el sonido de sus frenéticos latidos debilitándose rápidamente, sus débiles y patéticos intentos de liberarse... pronto dejó de debatirse, sometido por la pérdida de sangre y la letal habilidad de su mordisco. El pirata se puso a balbucear palabras sin sentido, suplicando que le perdonara la vida entre tartamudeos. ¿Perdonarle la vida? Vaya chiste. Las balas podían no ser mortales para él, pero le dolían a horrores y pensaba vengarse de todos ellos por haber intentado atacarle por sorpresa cuando había intentado ser amable con ellos. Hasta se había planteado no matarlos de entrada, de no haber sido piratas claro está. Por ello siguió succionando hasta dejarlo seco, tras lo que lo dejó caer al mar. Bajo él los dos restantes se habían puesto a cubierto, y la mujer intentaba hacer blanco contra él con su revólver. Ellos dos serían mucho más molestos que aquella escoria... tendría que esforzarse algo más. De hecho eliminaría rápidamente al hombre y luego se entretendría con ella.
- En cualquier combate, dejar sin su arma al enemigo es una estrategia muy válida - dijo sonriente, apareciendo junto al hombre.
Este reaccionó casi al momento con un veloz puñetazo a la cara, pero viéndolo venir con su mantra, Ivan se echó ágilmente a un lado. Agarrándole el antebrazo con una mano, generó unas garras de energía en la otra imbuidas con su haki y le seccionó limpiamente la extremidad a la altura del hombro. Su rival retrocedió llevándose una mano al muñón, con un aullido de dolor.
- Una clásica maniobra de desarme - esbozó una sonrisa burlona.
Tras hacer el chiste, no perdió más tiempo, pues sentía a la mujer a su espalda. Rápidamente hundió sus garras en su pecho, atravesando su corazón. Sin pararse a ver cómo el hombre se desplomaba, se giró lanzándole una patada al pecho a la mujer. Esta llegó a meterle un tiro a quemarropa el pecho. Ivan retrocedió un par de pasos y frunció el ceño.
- ¡Joder! ¿Pero qué coño te pasa en la cabeza? ¡Eso duele!
- ¿Qué clase de monstruo eres? ¿Cómo puedes seguir en pie? ¡Sé que antes te vacié el cargador encima!
Ivan sonrió siniestramente. Las balas no eran más que dolorosas para él. Entre su haki para frenarlas un poco y su regeneración, no le suponían problema alguno. En su forma completa, ni aunque le dieran en puntos vitales deberían suponer un problema siempre y cuando no fuesen de kairoseki o le dieran en el corazón... bueno, en ese último caso no tenía claro en qué resultaría, pero prefería no averiguarlo. En ambas ráfagas de la tipa se había movido lo justo para evitar un impacto en esa zona, frenando el golpe con haki para que la bala no penetrara muy profundo y tardase menos en sanar. Avanzó hacia la mujer, que intentó apuntarle a la cabeza aterrada, pero esta vez no le dejó disparar. Con una nueva patada le reventó la muñeca y mandó a volar el revólver lejos. Acto seguido la agarró por la herida y apretó, arrancándole un grito de dolor.
- Tú y yo vamos a pasar un rato divertido... y me contarás a qué banda pertenecéis y esos detallitos. Compláceme y tal vez te deje vivir.
Era mentira, por supuesto. No ganaba nada dejándola viva... al menos no una vez le hubiese sacado todo lo que quería. Con una daga atravesó sus manos y la clavó al mástil, tras lo cual empezó a divertirse desnudándola y mutilándola sólo por ver cuánto podía aguantar antes de quebrarse mentalmente. Procuró no causarle heridas muy graves para evitar matarla antes de tiempo o causarle tanto dolor como para que se desmayara, tratando de causarle el máximo sufrimiento dentro de esos límites. El olor de la sangre y los lamentos de la chica lo excitaron y aprovechándose de su situación comenzó a divertirse con ella en otros sentidos, sin dejar de cortarla con otra daga mientras tanto. No iba a dejar que disfrutase lo más mínimo de aquello... pretendía romper totalmente su mente, lograr que suplicara y se sometiera totalmente a su voluntad. En medio de su éxtasis, le agarró un brazo y lo retorció hacia atrás hasta que sonó a roto, acercándolo a su boca. Un corte en la muñeca y el rojizo líquido comenzó brotar. Bebió varios tragos sin clavarle los colmillos y se apartó de ella.
- Y bien, ¿hablarás? - preguntó, subiéndose los pantalones.
Una vez hubiese hablado, dijera lo que dijera, le metería un tiro en el pecho y la dejaría ahogarse en su propia sangre. Animado, se acercó a la cabina y la abrió de nuevo.
- ¡Cooper-chan! Te he preparado una segunda cena. ¡Ven aquí, pequeño glotón!
Hozando y olisqueando con su rosado morro, el pequeño cerdito salió al exterior trotando y se acercó a la mujer, empezando a comerla animadamente, con ella aún viva. "Es tan adorable cuando come..." pensó con una sonrisa casi paternal, tras lo que se arrebujó en su capa para tapar la ropa ensangrentada y destrozada y se dirigió al timón, poniendo rumbo a la isla. Si había marines en el lugar, eso significaba una cosa: era probable que no se dirigiera a una trampa. Lorian en ese momento volvió a posarse en su hombro.
¿Qué habría sido del moribundo de la barca, el que había llegado sin un brazo? "Qué más dará... me da igual que muera o sobreviva." Por otro lado... eran piratas. Tal vez alguno tuviera recompensa. Echó a volar y se dirigió a la barca, que había quedado algo atrás y se posó junto al moribundo y al cadáver.
- Tú te vienes conmigo.
De un puñetazo le reventaría la cabeza, y tras eso se llevaría a ambos volando hasta la cubierta de su navío, para continuar el trayecto hasta los barcos marines.
- ¡No os asustéis! Sólo es un truco barato. ¡Manteneos alerta!
De repente Ivan apareció tras el del sable, susurrándole al oído con una sonrisa macabra:
- Buh.
Con un grito, el tipo se giró de golpe y vació su pistola contra el aire. Agazapado en lo alto del mástil, el joven Markov observó cómo sus enemigos se iban poniendo más paranoicos mientras la mujer intentaba poner orden. "Pobres y estúpidos piratas... habéis ido a caer en manos de la persona equivocada." Se relamió, impaciente y esperó al momento idóneo. Podría haberlos masacrado en un instante por lo que podía percibir con su haki, pero... ¿qué gracia tendría eso? Prefería jugar con sus mentes y luego deshacerse de ellos uno por uno. En cierto momento el que había tomado la iniciativa alzó la vista hacia él, pero para cuando lo hizo Ivan ya no estaba allí. El del remo había tenido la osadía de intentar entrar en la cabina y no iba a tolerar eso. El pobre hombre estaba abriendo la puerta, cuando de repente algo tiró de él hacia dentro y la cerró. Uno de sus compañeros se percató del asunto y salió corriendo hacia allí, dando gritos de alarma, pero para cuando abrió la puerta no vio nada.
- Iba a jugar algo más, pero sinceramente no se me ocurre nada interesante - dijo una voz a su espalda - ¿Bailamos?
Ivan tiró a un lado la cabeza que llevaba en la mano y sonrió al tipo. Este con una exclamación de sorpresa intentó darle un sablazo, pero agarrándole por la muñeca, Ivan le hincó los colmillos en el cuello y tras agarrarlo con el otro brazo comenzó a ascender. Escuchaba los gritos y tiros bajo él, pero le importaban entre poco y menos. En aquel momento todo lo que sentía era la vida que iba consumiendo, el sonido de sus frenéticos latidos debilitándose rápidamente, sus débiles y patéticos intentos de liberarse... pronto dejó de debatirse, sometido por la pérdida de sangre y la letal habilidad de su mordisco. El pirata se puso a balbucear palabras sin sentido, suplicando que le perdonara la vida entre tartamudeos. ¿Perdonarle la vida? Vaya chiste. Las balas podían no ser mortales para él, pero le dolían a horrores y pensaba vengarse de todos ellos por haber intentado atacarle por sorpresa cuando había intentado ser amable con ellos. Hasta se había planteado no matarlos de entrada, de no haber sido piratas claro está. Por ello siguió succionando hasta dejarlo seco, tras lo que lo dejó caer al mar. Bajo él los dos restantes se habían puesto a cubierto, y la mujer intentaba hacer blanco contra él con su revólver. Ellos dos serían mucho más molestos que aquella escoria... tendría que esforzarse algo más. De hecho eliminaría rápidamente al hombre y luego se entretendría con ella.
- En cualquier combate, dejar sin su arma al enemigo es una estrategia muy válida - dijo sonriente, apareciendo junto al hombre.
Este reaccionó casi al momento con un veloz puñetazo a la cara, pero viéndolo venir con su mantra, Ivan se echó ágilmente a un lado. Agarrándole el antebrazo con una mano, generó unas garras de energía en la otra imbuidas con su haki y le seccionó limpiamente la extremidad a la altura del hombro. Su rival retrocedió llevándose una mano al muñón, con un aullido de dolor.
- Una clásica maniobra de desarme - esbozó una sonrisa burlona.
Tras hacer el chiste, no perdió más tiempo, pues sentía a la mujer a su espalda. Rápidamente hundió sus garras en su pecho, atravesando su corazón. Sin pararse a ver cómo el hombre se desplomaba, se giró lanzándole una patada al pecho a la mujer. Esta llegó a meterle un tiro a quemarropa el pecho. Ivan retrocedió un par de pasos y frunció el ceño.
- ¡Joder! ¿Pero qué coño te pasa en la cabeza? ¡Eso duele!
- ¿Qué clase de monstruo eres? ¿Cómo puedes seguir en pie? ¡Sé que antes te vacié el cargador encima!
Ivan sonrió siniestramente. Las balas no eran más que dolorosas para él. Entre su haki para frenarlas un poco y su regeneración, no le suponían problema alguno. En su forma completa, ni aunque le dieran en puntos vitales deberían suponer un problema siempre y cuando no fuesen de kairoseki o le dieran en el corazón... bueno, en ese último caso no tenía claro en qué resultaría, pero prefería no averiguarlo. En ambas ráfagas de la tipa se había movido lo justo para evitar un impacto en esa zona, frenando el golpe con haki para que la bala no penetrara muy profundo y tardase menos en sanar. Avanzó hacia la mujer, que intentó apuntarle a la cabeza aterrada, pero esta vez no le dejó disparar. Con una nueva patada le reventó la muñeca y mandó a volar el revólver lejos. Acto seguido la agarró por la herida y apretó, arrancándole un grito de dolor.
- Tú y yo vamos a pasar un rato divertido... y me contarás a qué banda pertenecéis y esos detallitos. Compláceme y tal vez te deje vivir.
Era mentira, por supuesto. No ganaba nada dejándola viva... al menos no una vez le hubiese sacado todo lo que quería. Con una daga atravesó sus manos y la clavó al mástil, tras lo cual empezó a divertirse desnudándola y mutilándola sólo por ver cuánto podía aguantar antes de quebrarse mentalmente. Procuró no causarle heridas muy graves para evitar matarla antes de tiempo o causarle tanto dolor como para que se desmayara, tratando de causarle el máximo sufrimiento dentro de esos límites. El olor de la sangre y los lamentos de la chica lo excitaron y aprovechándose de su situación comenzó a divertirse con ella en otros sentidos, sin dejar de cortarla con otra daga mientras tanto. No iba a dejar que disfrutase lo más mínimo de aquello... pretendía romper totalmente su mente, lograr que suplicara y se sometiera totalmente a su voluntad. En medio de su éxtasis, le agarró un brazo y lo retorció hacia atrás hasta que sonó a roto, acercándolo a su boca. Un corte en la muñeca y el rojizo líquido comenzó brotar. Bebió varios tragos sin clavarle los colmillos y se apartó de ella.
- Y bien, ¿hablarás? - preguntó, subiéndose los pantalones.
Una vez hubiese hablado, dijera lo que dijera, le metería un tiro en el pecho y la dejaría ahogarse en su propia sangre. Animado, se acercó a la cabina y la abrió de nuevo.
- ¡Cooper-chan! Te he preparado una segunda cena. ¡Ven aquí, pequeño glotón!
Hozando y olisqueando con su rosado morro, el pequeño cerdito salió al exterior trotando y se acercó a la mujer, empezando a comerla animadamente, con ella aún viva. "Es tan adorable cuando come..." pensó con una sonrisa casi paternal, tras lo que se arrebujó en su capa para tapar la ropa ensangrentada y destrozada y se dirigió al timón, poniendo rumbo a la isla. Si había marines en el lugar, eso significaba una cosa: era probable que no se dirigiera a una trampa. Lorian en ese momento volvió a posarse en su hombro.
¿Qué habría sido del moribundo de la barca, el que había llegado sin un brazo? "Qué más dará... me da igual que muera o sobreviva." Por otro lado... eran piratas. Tal vez alguno tuviera recompensa. Echó a volar y se dirigió a la barca, que había quedado algo atrás y se posó junto al moribundo y al cadáver.
- Tú te vienes conmigo.
De un puñetazo le reventaría la cabeza, y tras eso se llevaría a ambos volando hasta la cubierta de su navío, para continuar el trayecto hasta los barcos marines.
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Oh, vamos, ¿de verdad hacía falta todo eso? Ya verás luego para limpiar. Y el olor a muerto no sale ni de coña. En fin, no sacas nada en claro aparte de que son piratas y los marines han acabado con todos los demás. De vez en cuando llama a un tal capitán Porter y poco más. En cierto momento decide morderse la lengua, o tal vez lo hace sin querer, quién sabe, pero en cualquier caso no vuelve a decir nada más hasta que, ya sabes, se muere y eso.
Por otro lado, no sé si te habrás percatado de que el ruido de la batalla ha terminado hace rato. A poco que te acercas a la Corona puedes oler la sangre y el humo y ver el incendiado barco pirata que se hunde. Y justo a su lado, allí está. Tal como decía la carta, el navío que te escoltará hasta los cuarteles se yergue orgulloso, con su colosal tamaño, su infinidad de cañones, sus cientos de marines deambulando por cubierta y sus dos hermanos gemelos fondeados a poca distancia.
Vale, tal vez el gobierno decidiera que no era buena idea explicarte que te escoltarían varios buques de guerra repletos de soldados, pero es que igual así te asustabas y no venías. Aunque viendo que ya han sido atacados, tal vez sea buena idea contar con tanta protección. En el barco más cercano, anclado justo al lado de una de las púas de la Corona, alguien comienza a hacer señas y alertar de tu llegada. Algunos marines empuñan sus armas, pero por lo general no aparecen inquietos. Solo un barco y con un único tripulante a la vista.... no te tomarán como una gran amenaza. Aun así, antes de que te des cuenta ya te apunta más de un cañón.
Mientras varios de los piratas supervivientes son llevados al interior de uno de los buques, alguien salta -sí, salta- desde su cubierta. Vuela por los aires un buen trecho y se posa en lo más alto del mástil de tu nave, que se balancea un poco ante el repentino aterrizaje. Es un hombre con cara de pocos amigos. Alto, fuerte, con un peinado estrafalario y una barba frondosa, que viste una capa de oficial. El marine cae sin ninguna elegancia a cubierta y se acerca a ti sin desfruncir el ceño en ningún momento.
Se planta ante ti durante unos segundos, en completo silencio. ¿Irá a besarte? Parece que no, por lo menos todavía. En su lugar mira con desprecio la sangre y los cadáveres, escupe en el suelo, y por último se fija en el murciélago que revolotea de nuevo a tu alrededor.
-Ah -dice, secamente, con su voz grave y gutural-, eres tú. Te estábamos esperando- El marine se da la vuelta, hace una señal hacia sus compañeros y vuelve a girarse hacia ti-. Has matado a los que huían. Bien. Eso es importante si quieres el puesto -Luego empieza a hablar para sí mismo-. Que asco de tío, ya verás como... Mierda, me dijeron que no hablara. Bah, al cuerno.
El desagradable marine se da la vuelta y, en completo silencio, empieza a registrar tu barco sin demasiados modales. Toquetea una cuerda aquí, abre una puerta allá. Quizás deberías dárselo al cerdo también. Claro que también puedes tratar de hablar con ese tipo o acercarte a algún buque de guerra a hablar con alguien que mande más que él, pero éso nos ería tan divertido.
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Con un gruñido, hizo palanca con la daga y la bala ensangrentada salió de la herida. "La inmortalidad duele" pensó, frunciendo el ceño y apretando los dientes para aguantar. Pero daba igual, todo el daño que había recibido pronto habría sanado del todo. Con un suspiro metió la mano en el interior de su capa y extrajo de esta una botella de whisky, dándole un generoso trago. Estaba deseando salir de su forma completa para que el sol dejase de molestarle en los ojos, pero mientras estuviese herido no se atrevía. Quería esperar a que se curara del todo para no empezar a sangrar como un cerdo. En la isla parecía que la batalla había concluido, seguramente a favor de los marines. En otro caso aquellos piratas no hubiesen intentado huir, arriesgándose luego a la cólera de su capitán. Así pues cruzó entre los islotes de roca, encontrándose con tres navíos de guerra de la Marina que dejaban a su pequeño velero como casi un barquito de juguete. No tuvo mucho tiempo para admirarlos, pues pronto todos los marines del más cercano le estaban apuntando con fusiles y cañones. "Mierda... no tener enseña propia es una auténtica putada. Menudo contratiempo." Ni su fruta le salvaría de estar en serios problemas si toda esa gente le atacaba a la vez con tal cantidad de armamento.
- Tan sólo espero que no disparen sin identificarme...
Entonces una figura corpulenta dio un poderoso salto ¿o estaba volando? y se posó en su barco, haciéndolo balancearse. Era un oficial de la Marina con un peinado extraño y barba, que bajó a cubierta con cara de pocos amigos y se dirigió hacia él. Durante unos interminables segundos se miraron en tensión, estando Ivan en alerta total por si el hombre intentaba atacarle. Recordó tardíamente que se suponía que no eran enemigos y se dispuso a identificarse, cuando el hombre miró a Lorian y lo reconoció. Había sido por el murciélago, ¿no? Tenía sentido que reconociera al mensajero, lo que no lo tenía tanto... sus palabras le preocuparon un poco y le dieron a entender que aún le aguardaban sorpresas desagradables. ¿Lo estaban poniendo a prueba? Tenía sentido, pero no era algo agradable. No era ningún conejillo de indias ni un colegial al que pudieran someter a evaluación. Si le ofrecían el puesto que fueran consecuentes. Aún así no hizo comentario alguno al respecto.
- Efectivamente, soy Ivan Roux. ¿Podéis darme vuestro nombre y rango, oficial?
Frunció ligeramente el ceño al verlo empezar a revisar su nave sin reparo ninguno, pero contuvo su mal genio. "No encontrarás nada comprometedor si es lo que buscas. Todas mis pertenencias valiosas están en el interior de mi manto de sombras, y sólo una podría llegar a ser problemática." El anillo de plata que lo identificaba como miembro de la familia Markov y señor del castillo de Markovia. Nunca lo llevaba a la vista por motivos obvios; se conformaba con llevarlo guardado consigo y enseñarlo cuando era estrictamente necesario. Ahora no hubo de contener mal humor, sino una sonrisa al pensar en que buscaba en vano.
- ¿Ponemos rumbo pues, marine-san? Por cierto, ¿quién es el líder de esta flota?
- Tan sólo espero que no disparen sin identificarme...
Entonces una figura corpulenta dio un poderoso salto ¿o estaba volando? y se posó en su barco, haciéndolo balancearse. Era un oficial de la Marina con un peinado extraño y barba, que bajó a cubierta con cara de pocos amigos y se dirigió hacia él. Durante unos interminables segundos se miraron en tensión, estando Ivan en alerta total por si el hombre intentaba atacarle. Recordó tardíamente que se suponía que no eran enemigos y se dispuso a identificarse, cuando el hombre miró a Lorian y lo reconoció. Había sido por el murciélago, ¿no? Tenía sentido que reconociera al mensajero, lo que no lo tenía tanto... sus palabras le preocuparon un poco y le dieron a entender que aún le aguardaban sorpresas desagradables. ¿Lo estaban poniendo a prueba? Tenía sentido, pero no era algo agradable. No era ningún conejillo de indias ni un colegial al que pudieran someter a evaluación. Si le ofrecían el puesto que fueran consecuentes. Aún así no hizo comentario alguno al respecto.
- Efectivamente, soy Ivan Roux. ¿Podéis darme vuestro nombre y rango, oficial?
Frunció ligeramente el ceño al verlo empezar a revisar su nave sin reparo ninguno, pero contuvo su mal genio. "No encontrarás nada comprometedor si es lo que buscas. Todas mis pertenencias valiosas están en el interior de mi manto de sombras, y sólo una podría llegar a ser problemática." El anillo de plata que lo identificaba como miembro de la familia Markov y señor del castillo de Markovia. Nunca lo llevaba a la vista por motivos obvios; se conformaba con llevarlo guardado consigo y enseñarlo cuando era estrictamente necesario. Ahora no hubo de contener mal humor, sino una sonrisa al pensar en que buscaba en vano.
- ¿Ponemos rumbo pues, marine-san? Por cierto, ¿quién es el líder de esta flota?
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Pues... no da señales de haberte oído. O eso, o simplemente prefiere ignorarte. Lo oyes murmurar algo por lo bajo pero no alza la voz en ningún momento. Por lo menos sí que se digna a hacerte un brusco gesto con el brazo para que acerques tu barco hacia el buque del que él ha salido. Allí te está esperando alguien con la lengua un poco más suelta.
Es ni más ni menos que... un travesti. Ten cuidado, dicen que son gente peligrosa y seguro que es más fuerte de lo que parece. El okama es una cabeza más alto que tú, con una musculatura que sería la envidia de cualquier toro y una lustrosa melena azabache que le llega hasta la parte baja de la espalda. Tiene la barba bastante más cuidada que el otro marine y su vestuario también es más llamativo. Un apretado top carmesí con adornos dorados, unos slips azules con estrellitas, unas botas altas de rojo y oro y una capa de marine teñida del mismo rojo. Aunque la diadema de oro que se ciñe a la frente también es lo más llamativo; casi tanto como el látigo dorado que cuelga de su cadera.
Y como puedes comprobar por los dos besos que te deposita en las mejillas, es también más efusivo que su colega.
-Así que este es nuestro candidato, ¿eh? El murciélago si que tiene suerte de haber viajado contigo -Un sensual guiño de ojos adorna sus palabras. Mientras habla contigo no deja de mirarte de arriba abajo, como quien comprueba si un caballo tiene todos los dientes-. Espero que seas tan fuerte como aparentas, amor. Aunque desde luego das miedo. Esos ojos... Ahh...
El okama finge un desmayo y antes de caer se recompone con dramatismo. A sus espaldas alguien se ríe. Si echas un vistazo verás las actividades cotidianas de un barco, sumadas a las actividades cotidianas de un ejército. Gente por todas partes con esas capas tan blancas, cajas que transportan desde el barco que acaban de destruir, piratas ensangrentados maldiciendo a gritos a los "malditos-traidores-de-la-marina", una mujer verde paseando por ahí... Por suerte, luego aparece alguien más normal para orientarte.
-El Vicealmirante no está aquí ahora mismo, ha ido a ocuparse de otros piratas que también nos han atacado. Llevamos esperándote tres días aquí y hemos tenido más de un problema-. Quien te habla es un chico de unos veintitantos, de pelo castaño y corto y que lleva un antifaz. Aunque es el único adorno que se permite al uniforme-. Hola, soy Peter, bienvenido al Heroico. No soy más que un recluta, pero el Vicealmirante Rage me ha pedido que trate contigo hasta que él llegue. Perdona por mi compañero, pero no le dejamos hablar mucho con los desconocidos. Tiene una enfermedad en la cabeza y siempre está diciendo cosas desagradables. Por favor, espera un poco hasta que terminemos de encerrar a los prisioneros y luego podremos hablar. Mientras puedes echar un vistazo por ahí o pedir que te traigan algo de comer o beber. Pero ten cuidado, esos a los que hemos arrestado son piratas y aún no están rehabilitados, así que son peligrosos.
Que majo. El buenazo de Peter está algo ocupado pero seguro que se detendrá a atender tus preguntas si es que eres tan maleducado como para interrumpirle. Por lo demás, puedes hacer lo que te plazca, siempre bajo la atenta mirada de algún que otro marine que no te quita el ojo de encima. No parecen fiarse mucho dado que no bajan del todo las armas. Normal, teniendo en cuenta las manchas rojas de tu barco.
Ivan Markov
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"Pero qué diablo..." Acababa de posarse en el buque marine, cuando de repente un okama había salido de la nada, le había plantado dos besos y había empezado a echarle los tejos e intentar ligar con él, aparentemente. Trató de sonreír amablemente, conteniendo las ganas de apartarlo de un empujón. No se le escapó el detalle de los piratas siendo transportados no muy lejos de él, que iban quejándose de algo de que la Marina les había traicionado. ¿Qué diablos? ¿Piratas traicionados por la Marina? Algo muy extraño estaba ocurriendo en aquel lugar. Ya desde un primer lugar, ¿qué hacían pactando con criminales? ¿Los habrían engañado para luego atraparlos? Parecía lo más factible. ¿Pero por qué justo en el lugar donde se reunirían con él? ¿El mismo día que le habían citado? Algo olía a podrido en todo aquello, pero mientras no le llegara a afectar negativamente... aún así estaría ojo avizor. Por suerte para su salud mental apareció una persona medianamente normal en medio de aquella espiral de caos y locura, un recluta con un antifaz que lo puso en situación.
- Gracias por la bienvenida, recluta Peter - dijo, esbozando una media sonrisa - La verdad es que agradecería algo para beber, sí. Si lleva alcohol mejor. ¿Puedo saber cuándo partiremos, y si debo atracar mi barco en la zona o si debo seguiros con él?
Una vez le hubiera contestado lo dejaría trabajando. Al poco rato estaba sentado en la barandilla del castillo de popa, observando a los marines trabajar. Procuró como quien no quería la cosa, aprovechando sus sentidos superiores, atender a las palabras de los piratas y a alguna conversación entre marines que pudiera resultar interesante. A pesar del ruido del trabajo, su oído era lo bastante fino para escuchar conversaciones a una buena distancia de él. No se le había escapado el detalle de que le vigilaban y siempre que algún marine pasaba cerca procuraba tener su arma presta. "Las presas reconocen instintivamente al cazador cuando lo tienen cerca" pensó, esbozando una sonrisa para sí mismo. Pronto llegó un recluta con una petaca llena de grog. El ron con el que había sido hecho no era muy bueno, pero era mejor que nada. No era como si lo estuviera haciendo por sed o por ganas de beber alcohol, lo hacía por pura gula. Al fin y al cabo en forma completa ni sentía hambre o sed (salvo de sangre) ni podía emborracharse.
- Ron, ron, la botella de ron... - canturreó en voz baja.
- Gracias por la bienvenida, recluta Peter - dijo, esbozando una media sonrisa - La verdad es que agradecería algo para beber, sí. Si lleva alcohol mejor. ¿Puedo saber cuándo partiremos, y si debo atracar mi barco en la zona o si debo seguiros con él?
Una vez le hubiera contestado lo dejaría trabajando. Al poco rato estaba sentado en la barandilla del castillo de popa, observando a los marines trabajar. Procuró como quien no quería la cosa, aprovechando sus sentidos superiores, atender a las palabras de los piratas y a alguna conversación entre marines que pudiera resultar interesante. A pesar del ruido del trabajo, su oído era lo bastante fino para escuchar conversaciones a una buena distancia de él. No se le había escapado el detalle de que le vigilaban y siempre que algún marine pasaba cerca procuraba tener su arma presta. "Las presas reconocen instintivamente al cazador cuando lo tienen cerca" pensó, esbozando una sonrisa para sí mismo. Pronto llegó un recluta con una petaca llena de grog. El ron con el que había sido hecho no era muy bueno, pero era mejor que nada. No era como si lo estuviera haciendo por sed o por ganas de beber alcohol, lo hacía por pura gula. Al fin y al cabo en forma completa ni sentía hambre o sed (salvo de sangre) ni podía emborracharse.
- Ron, ron, la botella de ron... - canturreó en voz baja.
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-Por el momento esperaremos aquí al vice-almirante, no creo que tarde en llegar. Puede echar el ancla donde quiera aunque cuando partamos hacia Marineford usted irá en este barco. El suyo lo llevaremos nosotros, por precaución -te dice Peter antes de marcharse a cumplir con sus deberes con dedicación.
Por otro lado, a los soldados les gusta cotorrear, ya sabes, así que oyes una buena cantidad de cosas; la parte mala es que hay tanta gente en el barco que es un todo un poco confuso. Muchas cosas llegan a tus oídos, y quizás encuentres alguna de tu interés.
-¿Cuántos van ya? -dice alguien.
-Siete esta semana -le responde otra voz.
-Aiss, que guapo soy -¿Esa no es la voz del Okama?
-Estoy deseando irme de una vez. Empiezo a odiar estas maldita piedras.
Pero no solo eso. Aparte de alguna que otra canción obscena, del sonido de alguien meando por la borda y de un tipo que parece hablar consigo mismo, cuentas con un montón de información más. “Ese tío da miedo.” “¿Te puedes creer que no sea viernes?” “Joder, tiene el barco lleno de muertos.” “No deberíamos perderlo de vista.” “Quiere quedarse con la custodia del perro. ¡Del perro! ¿Te lo puedes creer?” “¿Qué pasa con esos bichos? Todos se pegan a ellos como si fuesen lapas con alas.” “La Verde me ordenó librarme de ellos, pero no sé... Me parece mal matar murciélagos.” “Tío, ¿Estás escupiendo en la sopa?” “Tranquilo, es para el cabrón de Logan.” “No recuerdo haber enviado tantos de esos bichos.” "Pues el secreto de la vida eterna es..."
En ese momento tu sutil espionaje es interrumpido. Un potente estruendo, como un súbito trueno, inunda el mundo de repente. Es un cañonazo. Si miras hacia el este verás la inconfundible figura de un barco que se aproxima entre los peñones más lejanos de la Corona del Rey del Mar.
-¿Otra vez? -exclama alguien.
Todos los soldados se preparan para la batalla, y los otros dos buques zarpan para interceptar a sus atacantes. Nadie te pide ayuda, así que no deben estar muy preocupados. El murciélago, que revolotea sobre tu cabeza, sí que parece inquieto con el ruido. Poco después, una mujer de pelo plateado se planta a tu lado con una libretita llena de garabatos. Dios, qué letra tan horrible.
-¿Cómo estás? Soy Karina, Peter me ha dicho que pase a verte para no hacerte esperar más. Estos ataques nos tienen muy ocupados. Tú debes ser nuestro preciado candidato, ¿no? Tienes suerte, estos puestos son muy exclusivos y hay mucha competencia -La chica parece simpática. Consulta sus apuntes unos segundos, pasa varias hojas y por fin encuentra lo que busca-. El capitán Willas, ¿verdad? ¿Has venido sin tu tripulación? Bueno, es igual, ven conmigo.
La marine que no se sabe tu nombre -debe ser normal, son muchos y no todos te han oído presentarte- te guía hacia el interior del barco. Ya no se ve a ningún prisionero ser trasladado, a pesar de que si han dejado alguna que otra mancha de sangre en las paredes de camino a las mazmorras. El ruido de los cañones queda ligeramente amortiguado según descendéis. Por cierto, ése chico que friega los suelos te lanza una extraña mirada de forma descarada. ¡Qué osadía!
Tras atravesar largos pasillos con todas las puertas cerradas por fin llegáis a las mazmorras. Hay varias celdas abarrotadas y una docena de guardias armados custodiando a los prisioneros. El hombre que saltó antes a tu barco también está ahí. La tal Karina te señala una amplia pequeña, en cuyo interior esperan diez hombres apelotonados por la falta de espacio; por su aspecto parecen piratas. Los guardias les ordenan pegarse a la pared del fondo y la marine abre la puerta.
-Entra, por favor. Éste es el primer filtro: demuéstranos tus poderes, demuéstranos que eres digno.
Creo que te está dejando vía libre para... bueno, para ser tú. ¿Es una prueba? Eso parece. No creo que sea tan mala persona como para encerrarte, sobre todo porque la celda no parece de kairoseki y ¿qué Yonkaikyo no podría salir de una simple jaula? Los piratas de la celda parecen asustados, pero se les pasa enseguida cuando los marines les pasan varias espadas entre los barrotes.
- Spoiler:
- Tienes vía libre para hacer lo que gustes con ellos. Únicamente, ten en cuenta que deberás pelear dentro de la diminuta celda (3x3 metros)
Ivan Markov
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Ivan comenzó a hilar conceptos. De las conversaciones no sacó nada en concreto, salvo que aquel barco estaba lleno de cobardes e idiotas. Pero hubo algo que le preocupó: ¿por qué estaban tan pendientes de él? Era un cazador de recompensas, no un criminal. Es más, debía tener ya cierto renombre tras la captura del oficial Tom Miller, de 340.000.000 de recompensa por su cabeza. Los marines llamados traidores... ¿por qué motivo? Frunció el ceño y se rascó la barbilla. "Bueno, en el peor caso siempre puedo irme. No parece que haya ninguno de los fuertes cerca." Salvo por Peter el recluta destructor de mundos, el okama narcisista y alguno más, no había nadie que estuviera siquiera cerca de su nivel de poder. Sin embargo el vigoréxico que estaba registrando su barco si que era tan poderoso como él. Pero los marines no tenían ningún motivo para ir contra él, ¿verdad? Finalmente llegó alguien a hablarle, una marine de bajo rango llamada Karina. Parecía bastante simpática y alegre. Todo muy bien hasta que dijo su "nombre." ¿Willas? ¿Capitán?
- Creo que ha habido un error - dijo, frunciendo el ceño - Soy Ivan Roux y no traigo a mi tripulación porque no soy capitán de nada.
Capitán... comenzaba a hacerse una idea de lo que estaba sucediendo allí. Pero era demasiado raro, ¿para qué lo habían llamado si ese era el plan de la Marina? Siguió a la marine en silencio, pensando en el tema y preguntándose hasta qué punto estaba siendo paranoico. "Sé desconfiado y te mantendrás vivo" le había dicho Thelor en su día. Frunció ligeramente el ceño y terminó la petaca de grog, guardándosela en su capa. No tenía intención de devolverla, aunque tampoco creía que se acordaran de reclamársela. Pronto llegaron a una estancia llena de presos en jaulas y la mujer le indicó que debía entrar en una a demostrar su poder eliminando a los presos. Una prueba lamentablemente sencilla. No creía que fuesen tan idiotas como para pretender encerrarlo en una jaula y que eso fuese a retenerlo. Tampoco parecía kairoseki. Así pues, ¿cuál era su idea? Tal vez debería aclararles su error y decirles que era cazador de recompensas, pero... tal vez sería más interesante ver qué pretendía. Llegado ese punto, su teoría estaba casi confirmada; era un cebo para piratas. ¿Le llamaban diciendo que había sido elegido como Yonkaikyo y ahora querían ponerlo a prueba? Lamentable. "Si el Gobierno Mundial hubiese escogido a un Yonkaikyo no pondrían a un recluta a hacerle realizar una tarea sencillísima que se daba por hecho que alguien de esa categoría podía realizar."
- Muy bien, encanto. Te recomiendo abrigarte, va a llover - dijo sonriendo siniestramente.
Podría hacerlo rápido y limpio. Podría haberlos eliminado sin más. Incluso podría haber dejado a la mitad KO con su haki del rey y luego matar al resto. Pero empezaba a estar cabreado con esos marines: lo convocaban, lo hacían cruzar el mar, los piratas a los que habían dejado escapar le disparaban en su propio barco, un oficial le trataba de manera desagradable y se ponía a registrar su barco como si fuera un criminal y ahora lo hacían enfrentarse a un montón de piratuchos para demostrar que no era un incompetente. Estaba harto. Pensaba sumir sus corazones en el terror y hacerlos temblar ante su presencia. Así como la jaula se abrió, empleó la habilidad del manto de sombras en conjunción con la baja iluminación de la zona y su elevada velocidad para dirigirse hacia el centro del grupo de piratas. El resultado fue que visualmente desapareció, para luego aparecer en el centro de la formación.
- Contemplad la danza de las lunas...
Acto seguido se escuchó un silbido de algo cortando el viento, y al instante siguiente Ivan tenía en la mano una katana de filo oscuro ensangrentada. Los piratas, o más bien los cachos en que habían sido despedazados, salieron disparados manchando toda la jaula y la estancia cercana de sangre, vísceras y trozos de pirata. Con una mirada fría, se acercó a los barrotes, trazó dos cortes horizonales para abrir un boquete y salió de la jaula.
- ¿Os habéis divertido? - preguntó, con un tono de voz falto de emoción, intentando inquietarlos.
- Creo que ha habido un error - dijo, frunciendo el ceño - Soy Ivan Roux y no traigo a mi tripulación porque no soy capitán de nada.
Capitán... comenzaba a hacerse una idea de lo que estaba sucediendo allí. Pero era demasiado raro, ¿para qué lo habían llamado si ese era el plan de la Marina? Siguió a la marine en silencio, pensando en el tema y preguntándose hasta qué punto estaba siendo paranoico. "Sé desconfiado y te mantendrás vivo" le había dicho Thelor en su día. Frunció ligeramente el ceño y terminó la petaca de grog, guardándosela en su capa. No tenía intención de devolverla, aunque tampoco creía que se acordaran de reclamársela. Pronto llegaron a una estancia llena de presos en jaulas y la mujer le indicó que debía entrar en una a demostrar su poder eliminando a los presos. Una prueba lamentablemente sencilla. No creía que fuesen tan idiotas como para pretender encerrarlo en una jaula y que eso fuese a retenerlo. Tampoco parecía kairoseki. Así pues, ¿cuál era su idea? Tal vez debería aclararles su error y decirles que era cazador de recompensas, pero... tal vez sería más interesante ver qué pretendía. Llegado ese punto, su teoría estaba casi confirmada; era un cebo para piratas. ¿Le llamaban diciendo que había sido elegido como Yonkaikyo y ahora querían ponerlo a prueba? Lamentable. "Si el Gobierno Mundial hubiese escogido a un Yonkaikyo no pondrían a un recluta a hacerle realizar una tarea sencillísima que se daba por hecho que alguien de esa categoría podía realizar."
- Muy bien, encanto. Te recomiendo abrigarte, va a llover - dijo sonriendo siniestramente.
Podría hacerlo rápido y limpio. Podría haberlos eliminado sin más. Incluso podría haber dejado a la mitad KO con su haki del rey y luego matar al resto. Pero empezaba a estar cabreado con esos marines: lo convocaban, lo hacían cruzar el mar, los piratas a los que habían dejado escapar le disparaban en su propio barco, un oficial le trataba de manera desagradable y se ponía a registrar su barco como si fuera un criminal y ahora lo hacían enfrentarse a un montón de piratuchos para demostrar que no era un incompetente. Estaba harto. Pensaba sumir sus corazones en el terror y hacerlos temblar ante su presencia. Así como la jaula se abrió, empleó la habilidad del manto de sombras en conjunción con la baja iluminación de la zona y su elevada velocidad para dirigirse hacia el centro del grupo de piratas. El resultado fue que visualmente desapareció, para luego aparecer en el centro de la formación.
- Contemplad la danza de las lunas...
Acto seguido se escuchó un silbido de algo cortando el viento, y al instante siguiente Ivan tenía en la mano una katana de filo oscuro ensangrentada. Los piratas, o más bien los cachos en que habían sido despedazados, salieron disparados manchando toda la jaula y la estancia cercana de sangre, vísceras y trozos de pirata. Con una mirada fría, se acercó a los barrotes, trazó dos cortes horizonales para abrir un boquete y salió de la jaula.
- ¿Os habéis divertido? - preguntó, con un tono de voz falto de emoción, intentando inquietarlos.
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El barco se tambalea violentamente, lo que no quita que todos los presentes, presos y carceleros, estén pendientes de tu espectáculo. Karina se pasa un dedo por la cara y lo retira manchado de rojo. La sangre prácticamente la ha bañado, al igual que a sus compañeros. Varios de ellos parecen a punto de vomitar, pero ella no. Se lleva el dedo a la boca y saborea la sangre con gusto. Y eso que parecía una chica normal. Su expresión ha cambiado completamente; ha pasado de ser una amigable joven, a mostrar su lado sádico y oscuro.
El murciélago se posa en tu hombro una vez terminas tu... prueba. Suelta un chillido agudo y alguien le responde. Es otro murciélago, que entra en la celda por la parte que has roto y se posa sobre uno de los cadáveres. En la celda de al lado hay otro murciélago, que se apoya en la calva de otro de los presos.
-Menudo monstruo. Es asqueroso -comenta el marine del pelo raro. Oyes como alguien lo llama Logan y le dice que se calle.
-Muy bien, señor... Roux -dice Karina sin dejar de mirar los restos sanguinolentos de los pobres prisioneros, aunque si te fijas verás que hace una mueca al pronunciar tu nombre. Igual es que Willas le gustaba más-. El vice-almirante estará muy complacido. Puede ir a lavarse si lo desea.
Uno de los soldados te guía hacia un cuarto de baño donde podrás quitarte la sangre de encima. O no, tu verás. Por el camino, verás al hombre de la limpieza, un tipo delgaducho de aspecto casi famélico, con los ojos hundidos y el pelo dorado quebradizo. Parece que con un soplido te lo cargas. El pobre chico entra en la mazmorra con su cubo y su fregona y esboza una sonrisa ante lo que le tocará limpiar.
Si entras al cuarto de baño, gracias a tu fino oído puedes oír como algunos hablan en voz baja, confiados en que el pasillo ocultará sus palabras de oídos indeseados -aunque si prefieres no hacerlo e ir por ahí oliendo a muerto, tú mismo-.
- ¿Roux? ¿Quién demonios es Roux? -pregunta uno.
-Que yo sepa no estaba en la lista. Ni siquiera me suena que sea un pirata.
-No, no lo es -aclara una tercera voz-. Yo lo conozco, es un cazarrecompensas.
-¿Y qué pinta un cazarrecompensas aquí? Si no es pirata no nos interesa. ¿Será cosa del vice-almirante?
-A veces hace cosas raras pero no creo. Acordaos de que ayer...
-Callaos -ordena por fin alguien con autoridad.
Lástima, un poco más y tal vez hubieras salido de dudas. ¿Cómo puedes desconfiar de los marines? En cualquier caso, cuando sales del baño ves que Logan, el más poderoso a bordo por lo que sabes, lleva enfundado un guante de acero del que sobresalen tres cuchillas. También le han puesto una mordaza para conseguir que se calle y deje de decir burradas. Parece que tu numerito le ha impresionado porque está tenso como una vara.
Y en todo este tiempo no dejas de oír cañonazos, cada vez más y más cercanos.
-¡Capitán! ¡Capitán Bezno! -Una marine aparece corriendo y se para delante de Logan. Te echa una mirada pero continúa hablando-. Han llegado más enemigos, hay una docena de barcos que llegan al mismo tiempo.
-Acompáñeme, señor Roux -te pide alguien que te coge del brazo y tira de ti para alejarte de esa conversación.
-Varios son de piratas conocidos, pero por lo que sabemos hay al menos dos que parecen ser de los revolucionarios, y otro está liderado por un asesino en serie. No son piratas pero aún así están atacándonos. ¡Van a abordarnos!
Logan se quita la mordaza, suelta una inconmensurable cantidad de tacos, y sale fuera a paso vivo mientras grita tanto órdenes como obscenidades. Y el joven marine sigue tirando de ti para guiarte a un lugar seguro, según te dice. Los cañonazos y los disparos continúan, y ahora incluso se oye el choque de las espadas en la cubierta sobre vuestras cabezas. Un agujero del tamaño de una vaca se abre en una pared, reventando el cuarto de baño.
En fin, ¿vas a ir a un lugar seguro?
- spoiler:
- Si subes a cubierta verás que bastantes atacantes han abordado ya el barco. Siéntete libre de matar a alguno si te apetece (todos son espadachines y luchadores de niveles entre 25 y 30)
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"Exactamente como sospechaba" mostró una sonrisa de triunfo mientras se limpiaba la sangre de la cara. La euforia por confirmar sus sospechas le duró muy poco, pues pronto fue sustituida por irritación al darse cuenta de que efectivamente esos idiotas habían pretendido arrestarlo pensando que era un pirata. Al menos parecía que se habían dado cuenta de que era cazador de recompensas. Eso desde luego ayudaría a resolver el entuerto. Tras limpiarse a conciencia a sí mismo (tanto como pudo al menos) limpió su katana y la volvió a hacer desaparecer en el interior de su manto. Con un suspiro, abrió la puerta del baño exhibiendo su mejor sonrisa falsa, no haciendo ningún esfuerzo para ocultar que estaba terriblemente molesto.
- Caballeros, les felicito por la eficiencia de la Marina engañando a sus aliados para intentar arrestarlos como si fueran meros piratas. Agradezcan que sea un hombre - remarcó la palabra hombre - sensato y un firme defensor de la ley y la justicia, pues si fuera un monstruo como decían algunos de ustedes ahora mismo estaría tomando represalias por haber tratado de matarme. O incluso, como noble del Imperio del Norte que soy, exigiendo la degradación de todos los responsables por haber tratado así a un mandatario extranjero. Y dudo que el Gobierno se hubiera arriesgado a un conflicto diplomático... - sacudió la cabeza - En todo caso como he dicho no pienso tomar represalia ninguna por esto.
Realmente no lo hacía porque no se veía en posición para hacerlo sin perjudicar sus propios intereses, o acabar él mismo en problemas. Por ahora se contentaría con liberar parte de su ira echándoles en cara su error. Algo más calmado, se dispuso a seguir hablando, cuando de repente llegó un marine alertando de la llegada de un gran contigente de enemigos, además de revolucionarios y un asesino en serio. Escuchó con atención las palabras, bastante interesado. Parecía una ocasión perfecta para cazar cabezas con recompensa y llevarse un buen pellizco. Al final iba a sacar algo en claro de aquella visita y todo. Cuando el marine se acercó para llevárselo, le apartó la mano no sin cierta brusquedad.
- Soy un cazador de recompensas. Mi lugar está arriba.
Aprovechando el boquete creado por el cañonazo, comenzó a correr y saltó por este, elevándose rápidamente hacia la cubierta. Metió las manos en el interior de su capa y extrajo dos katanas, una de filo oscuro y otra con el mango violeta y descendió hacia la reyerta. Pronto se vio envuelto en medio de la melé, danzando por la cubierta lanzando una feroz lluvia de cortes y ondas cortantes contra cuanto pirata se ponía a su alcance. Las superiores capacidades físicas de su forma completa le convirtieron en apenas un manchón borroso que recorría la cubierta a gran velocidad. "No es suficiente. Necesito un ataque abarque bastante área si quiero eliminar más." Rápidamente avanzó de nuevo entre los combatientes, evitando los ataques fortuitos con su haki de observación y se situó a un lado con la borda a su derecha. Su mirada era fría como el hielo, y una fina capa de niebla que parecía brotar de sus armas lo rodeaba. Alzando la katana de su mano derecha, apuntó a un grupo numeroso de enemigos y dijo:
- Bóreas: Lluvia de sangre.
Una nube de murciélagos de energía azules salió de su arma, yendo directamente a por los asaltantes. Las alas de los seres eran cuchillas imbuidas en una llama blanca. Cuando esta impactase en algo, en lugar de quemar comenzaría a congelar lo que tocara. Ivan bajó el arma y miró a los enemigos con una expresión totalmente impasible poco habitual en él. En aquel momento era la viva imagen de su padre de joven,
impávido y calmado aún en medio del campo de batalla.
- Caballeros, les felicito por la eficiencia de la Marina engañando a sus aliados para intentar arrestarlos como si fueran meros piratas. Agradezcan que sea un hombre - remarcó la palabra hombre - sensato y un firme defensor de la ley y la justicia, pues si fuera un monstruo como decían algunos de ustedes ahora mismo estaría tomando represalias por haber tratado de matarme. O incluso, como noble del Imperio del Norte que soy, exigiendo la degradación de todos los responsables por haber tratado así a un mandatario extranjero. Y dudo que el Gobierno se hubiera arriesgado a un conflicto diplomático... - sacudió la cabeza - En todo caso como he dicho no pienso tomar represalia ninguna por esto.
Realmente no lo hacía porque no se veía en posición para hacerlo sin perjudicar sus propios intereses, o acabar él mismo en problemas. Por ahora se contentaría con liberar parte de su ira echándoles en cara su error. Algo más calmado, se dispuso a seguir hablando, cuando de repente llegó un marine alertando de la llegada de un gran contigente de enemigos, además de revolucionarios y un asesino en serio. Escuchó con atención las palabras, bastante interesado. Parecía una ocasión perfecta para cazar cabezas con recompensa y llevarse un buen pellizco. Al final iba a sacar algo en claro de aquella visita y todo. Cuando el marine se acercó para llevárselo, le apartó la mano no sin cierta brusquedad.
- Soy un cazador de recompensas. Mi lugar está arriba.
Aprovechando el boquete creado por el cañonazo, comenzó a correr y saltó por este, elevándose rápidamente hacia la cubierta. Metió las manos en el interior de su capa y extrajo dos katanas, una de filo oscuro y otra con el mango violeta y descendió hacia la reyerta. Pronto se vio envuelto en medio de la melé, danzando por la cubierta lanzando una feroz lluvia de cortes y ondas cortantes contra cuanto pirata se ponía a su alcance. Las superiores capacidades físicas de su forma completa le convirtieron en apenas un manchón borroso que recorría la cubierta a gran velocidad. "No es suficiente. Necesito un ataque abarque bastante área si quiero eliminar más." Rápidamente avanzó de nuevo entre los combatientes, evitando los ataques fortuitos con su haki de observación y se situó a un lado con la borda a su derecha. Su mirada era fría como el hielo, y una fina capa de niebla que parecía brotar de sus armas lo rodeaba. Alzando la katana de su mano derecha, apuntó a un grupo numeroso de enemigos y dijo:
- Bóreas: Lluvia de sangre.
Una nube de murciélagos de energía azules salió de su arma, yendo directamente a por los asaltantes. Las alas de los seres eran cuchillas imbuidas en una llama blanca. Cuando esta impactase en algo, en lugar de quemar comenzaría a congelar lo que tocara. Ivan bajó el arma y miró a los enemigos con una expresión totalmente impasible poco habitual en él. En aquel momento era la viva imagen de su padre de joven,
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Los piratas van menguando en número gracias a tu contribución. Más de un marine se fija en ti y se aparta de tu camino cuando te ven en acción. Por el momento, un único barco a abordado el buque de guerra, mas otros tres se acercan a buen ritmo. Los otros dos buques no pueden contener a toda la flota de enemigos que parecen haberse puesto de acuerdo para atacar al mismo tiempo. Pero todavía hay lucha a tu alrededor, así que no te despistes mucho.
Ves como el joven Peter atrapa a dos enemigos en una red que... ¿sale de sus manos? Interesante. Al mismo tiempo, Logan da un salto al barco pirata y hace pedazos tanto el mástil como a un buen número de adversarios con sus cuchillas, mientras que a tu lado una mujer con la piel de color verde lanza por los aires a un tipo que la triplica en tamaño. La artillería dispara sin pausa, mientras muchos de los soldados se preguntan de dónde salen tantos atacantes. Lo cierto es que es una buena pregunta.
Según se aproximan, quizás distingas algunas enseñas piratas. Un enorme galeón en cuya bandera se ve una calavera con cuernos de toro, otro de los barcos muestra el cráneo con dientes afilados propio de los Piratas Tiger y un par de rápidas y ligeras galeras lucen el mismo símbolo en sus velas: dos cráneos con antifaz. El resto aún están lejos y el humo no deja entrever sus símbolos. No sé si recuerdas a muchos piratas, pero para que lo sepas, el capitán Tiger tiene una recompensa de 90 millones sobre su cabeza, y las dos hermanas gemelas de los Piratas del Antifaz valen 35 cada una.
Y en ese momento el suelo de la cubierta se hace pedazos, al menos un buen trozo, haciendo que muchos combatientes pierdan el equilibrio y se precipiten al nivel inferior del navío. Incluido tú, por cierto. Y hablando de peligro, cuidado con el hacha que vuela hacia tu cuello. Sí, esa de acero negro sedienta de tu sangre. La acaba de lanzar el que seguramente sea el hombre más feo de la tierra. Unos tres metros de altura, delgado como un palo, barba sucia plagada de migas de pan, ojos estrábicos y el rostro picado de viruela. Eso y que tiene un agujero en la mejilla que deja sus dientes al descubierto. Que fuerte, te la lanza justo cuando estás cayendo. Hay muy mala gente por el mundo.
- Spoiler:
- El Hombre Feo es un devastador bárbaro nivel 45. Y por si te lo preguntas, su cabeza no vale nada.
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Eran simplemente demasiados. Pese a sus reflejos, su haki y su gran habilidad en combate no podía estar pendiente a todo lo que le rodeaba. Cuando el suelo se rompió bajo él no se lo esperó y empezó a caer, totalmente pillado por sorpresa. Localizó con su mantra al supuesto responsable (o al menos a un cafre que pretendía atacarle), un hombre enorme y extremadamente feo, percibiendo una intención hostil. Tuvo una visión del hacha que empuñaba volando hasta él a gran velocidad y seccionando su cuello. Inmediatamente se frenó en el aire empleando su levitación y se llevó a Warrior's Poem, la katana violeta, a la boca para sujetarla por el mango, agarrando la otra a dos manos. Así como el hacha salió, Ivan reforzó el filo de kairoseki de la suya con haki de armadura y trazó un veloz corte vertical con intención de partir el hacha. El golpe fue violento y como resultado un fragmento de esta le golpeó en el lado derecho de la cara, haciéndole una fea herida desde la mejilla hasta bajo la oreja. El golpe debió seccionar algún músculo o reventar huesos, pues aparte de doler a horrores la mandíbula inferior le quedó paralizada de ese lado, con lo que le quedó la boca medio abierta en un cómico gesto. La katana que llevaba se le cayó, pero logró reaccionar a tiempo y recogerla con la mano izquierda.
- ¡Me lah vah a pafáh! - declaró, furioso.
Al instante siguiente apareció levitando a la espalda del hombre, con las espadas cruzadas. De estas brotaba una ligera capa de niebla, y su filo parecía estar alargado por una extensión fantasmal, aumentando la longitud de estas en un medio. Además en sus filos se estaba apagando en aquel momento la misma llama blanca azulada que había empleado antes. Lo que había hecho en apenas décimas de segundo había sido pasar volando a la derecha del tipo, lanzándole un corte con ambas katanas ampliando el tamaño de estas con su técnica Érebo y envolviéndolas en haki y fuego congelador de su técnica Bóreas. Una vez hecho eso, concentró sus energías en potenciar su regeneración en torno a la mandíbula [Manual Micaiah]. Una vez hecho eso quedó claro que la herida no era tan seria y fue capaz de volver a moverla, aunque aún le dolía algo. Sin embargo su regeneración natural ya estaba sanando los daños que quedaban.
- Debo andarme con más ojo... - murmuró, mientras el corte de su mejilla se cerraba.
En caso de que no hubiese logrado partirlo por la mitad (o simplemente dejarlo fuera de combate) se pondría en guardia con su haki de observación activo. En caso de que lo hubiese eliminado, alzaría el vuelo y pondría rumbo a las galeras de los Piratas del Antifaz. Una vez sobre ellas comenzaría a mover enloquecidamente sus dos katanas lanzando ondas cortantes en dirección a los remos y a las velas. Si la situación aún se lo permitía, volaría hasta la parte trasera y empezaría a lanzar ondas también a los timones. Su intención era, evidentemente, dejar ambas naves sin capacidad de maniobra y a la deriva.
- ¡Me lah vah a pafáh! - declaró, furioso.
Al instante siguiente apareció levitando a la espalda del hombre, con las espadas cruzadas. De estas brotaba una ligera capa de niebla, y su filo parecía estar alargado por una extensión fantasmal, aumentando la longitud de estas en un medio. Además en sus filos se estaba apagando en aquel momento la misma llama blanca azulada que había empleado antes. Lo que había hecho en apenas décimas de segundo había sido pasar volando a la derecha del tipo, lanzándole un corte con ambas katanas ampliando el tamaño de estas con su técnica Érebo y envolviéndolas en haki y fuego congelador de su técnica Bóreas. Una vez hecho eso, concentró sus energías en potenciar su regeneración en torno a la mandíbula [Manual Micaiah]. Una vez hecho eso quedó claro que la herida no era tan seria y fue capaz de volver a moverla, aunque aún le dolía algo. Sin embargo su regeneración natural ya estaba sanando los daños que quedaban.
- Debo andarme con más ojo... - murmuró, mientras el corte de su mejilla se cerraba.
En caso de que no hubiese logrado partirlo por la mitad (o simplemente dejarlo fuera de combate) se pondría en guardia con su haki de observación activo. En caso de que lo hubiese eliminado, alzaría el vuelo y pondría rumbo a las galeras de los Piratas del Antifaz. Una vez sobre ellas comenzaría a mover enloquecidamente sus dos katanas lanzando ondas cortantes en dirección a los remos y a las velas. Si la situación aún se lo permitía, volaría hasta la parte trasera y empezaría a lanzar ondas también a los timones. Su intención era, evidentemente, dejar ambas naves sin capacidad de maniobra y a la deriva.
- técnicas usadas:
- - Reserva de energías [Manual Micaiah]: Ivan se centra en potenciar su regeneración, curando algo más rápido una herida. Esta, en el mismo turno, bajará un nivel. Herida grave > Herida moderada > Herida leve > Herida superficial.
- Ámbito: Primera Luna, Erebo: Ivan puede alargar el filo de sus armas hasta en un 50% de su tamaño original. El filo alargado es transparente y aunque visible, algo difícil de percibir. Puede canalizar sus técnicas a través de él. Como parte pasiva, una fina niebla tétrica brota de su armas cuando tiene ansias de matar.
- Ámbito: Tercera Luna, Bóreas [Manual de Canalización]: Con este poder Ivan canaliza el frío de la técnica base del "Estilo de las Doce Lunas" para generar una llama fría en torno a un arma, sus manos o munición de una pistola. Esta llama está a -20º, y congela en vez de quemar. Como componente escénico, es capaz de generar una desagradable sensación de frío al tocar a alguien.
- Media Luna [Excalibur]: Trazando un corte con la espada, crea una onda cortante azul con forma de media luna. Posee un arco creciente según la distancia, y se disipa a lo largo de diez metros, más un metro cada diez niveles. Esta onda abarcará, como mucho, un ángulo de 60 grados.
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El número de piratas que invaden el Heroico mengua por momentos; tnta desventaja numérica les pasa factura. En cuanto al Hombre Feo, parece que realmente le has hecho daño. Tus espadas se hunden en su carne, que cae de rodillas gimiendo de dolor. Pero a pesar de ser delgado, sus músculos están duros como piedras, y tus armas no penetran tanto como habría sido normal. Aun así, se queda en el suelo hecho una bola, maldiciendo y lloriqueando. En realidad solo se lamenta por la pérdida de su hacha pero al menos te deja en paz por ahora. De hecho, no da nuestras que sus heridas le importen demasiado.
Las galeras de los Piratas Antifaz están tripuladas por una veintena de piratas cada una. No son muchos, pero lo compensan con sus cañones de largo alcance, que los mantienen fuera del rango de ataque de buena parte de la artillería marine. No sé si tendrás tiempo para caer en el delicioso detalle de que los barcos están tripulados por parejas de gemelos, cada uno en una nave.
Tus ondas cortantes vuelan en dirección a las partes vitales del barco, pero en ese instante aparecen dos figuras idénticas que detienen una parte importante de tu ataque. Rasgas las velas y rompes un montón de remos, sí, pero las capitanas gemelas Ayla y Layla consiguen defender sus preciados timones. Una de ellas, la de la derecha, patea las ondas cortantes como balones de fútbol; la otra las detiene a puñetazos.
Por cierto, se me olvidaba. En cuanto has salido volando -vaya, cuantas miradas de envidia has atraído haciendo eso- el Hombre Feo se ha acordado de que aún no te ha matado y ahora va en pos de ti. Aplasta un par de cabezas por el camino y en cuanto llega a la baranda del buque se impulsa para dar un salto absurdamente largo. Tan largo, que se clava en una de las galeras como un torpedo y hace un agujero del tamaño de una casa. El barco se tambalea y varios hombres caen al agua. ¿Crees que si un gemelo se ahoga, matarán al otro para seguir siendo simétricos? Nah, déjalo, eso no es importante.
Lo importante es que, mientras una de las gemelas -vete a saber cuál- va a enseñarle modales al Hombre Feo, la otra salta por el aire para ir a tu encuentro. Es delgada y alta, de pelo cobrizo y ropa a lunares, totalmente simétricos. Ah, y el murciélago te ha seguido. Ha tardado un poco más, pero ahí lo tienes, a tu vera.
-¿Tú no eres un marine, verdad? -afirma con seguridad. Ese maldito bicho siempre te delata. Ojalá no fuese tu mejor amigo. Espera, ¿lo es?- No sé por qué luchas con nosotras cuando deberías ayudarnos, pero nos has atacado. Ya no hay vuelta atrás -La pirata lleva una docena de bolas de acerco con púas colgando de su cintura. Coge tres de ellas y las va lanzando hacia arriba tras sopesarlas un momento-. Mi nombre es Layla, y voy a destruirte con la Sokka Sokka no mi.
En cuanto las bolas de acero caen a su altura, la chica las patea como si no fuesen más que balones de fútbol. Vaya, quizás ése sea su poder. Y mientras las mortales pelotas vuelan hacia ti a la velocidad de una bala, el Hombre Feo comienza a lanzar por lo aires a algunos de los Piratas Antifaz, la mayoría en tu dirección. Ese tío te arroja todo lo que pilla, incluso un cañón. Pero seguro que puedes... oh, espera. La primera de las bolas de acero impacta con el cañón, y éste debía estar cargado, porque revienta como un globo de agua. Solo que con fuego humo y metralla a menos de un metro de tus narices. El resto de los "balones" siguen volando a por ti, por cierto.
- Spoiler:
- Nuestra querida Layla es una luchadora del mono de nivel 40.
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Observó un tanto estupefacto como el bruto del hacha se estrellaba contra la galera, jurando venganza por su hacha. ¿En serio se había molestado tanto por la pérdida de su arma? Tan buena no podía ser si había podido cortarla con su katana. Notó un ligero escozor en la mejilla mientras el tejido terminada de juntarse y regenerarse, dejándolo nuevamente intacto. Sin embargo algo le decía que no tardaría en tener que volver a echar mano de sus poderes, pues una de las gemelas se le había encarado y había declarado su intención de destrozarle. Esbozó una sonrisa fiera y empuñó sus armas, dispuesto a aceptar el reto.
- Ninguna piratuela como tú va a vencerme. ¿Treinta y cinco millones? Menudo chiste. He vencido a criminales mucho más poderosos que tú - lamió el filo ensangrentado de la katana morada - Pero ya que te has presentado... haré lo mismo. Mi nombre es Ivan Roux, usuario de la Hito Hito no mi modelo vampiro.
Nuevamente la llama blanca azulada de bóreas recubrió el filo de sus armas, mientras una fina capa de niebla brotaba de estas nublando parcialmente su figura. Entonces un hombre con la cara desencajada por el terror pasó volando frente a él. ¿Qué coj...? Miró en la dirección de la que había venido y vio a cinco piratas voladores más... y tres cajas, un baúl, un cacho de cubierta, una cabra... ¿pero qué diablos estaba ocurriendo? Se apartó en el aire para evitar toda esa lluvia de cosas, y entonces una veloz bola de pinchos le dio de refilón, trazándole un doloroso desgarrón en su brazo izquierdo. "Maldita sea... en un uno para uno podría con estos insectos." Activó su mantra y se centró en las intenciones hostiles hacia él, percibiendo que además de Layla, era el gigantón de antes el que le estaba lanzando cosas. Se giró hacia él para dirigirle una mirada iracunda, encontrándose con un enorme cañón que iba directo a su cara. ¡Me cago en...!" Movido por una intuición de su mantra, see echó a un lado cubriéndose la cara con un brazo, cuando de repente escuchó un golpe metálico seguido por una intensa quemazón y dolor por diferentes partes de su cuerpo. Notaba un molesto pitido en los oídos, dañados por la cercanía de la explosión, y tenía quemaduras y metralla tanto en sus extremidades como su torso.
- Sucias presas... - murmuró, en un tono de ira contenida.
Ocultó aún en la nube de humo, se envolvió en el manto de sombras (parcialmente quemado, pero en proceso de reconstruirse) para volverse invisible y buscó las presencias de sus enemigos con su haki. Poco a poco iba recuperando la audición, pero hasta entonces y mientras permaneciera en el humo tendría que guiarse con su otra percepción. ¿Layla o el gigante? ¿A quién mataría primero? "Él es un dolor en el culo, pero ella una usuaria de fruta. Podría ser muy problemática." Se movió en el interior de la nube, evitando un nuevo golpe. Si mataba al otro podría ser muy útil como ghoul con aquella inmensa fuerza que tenía, pero entre que lo mataba y lo reanimaba se vería atacado por las dos gemelas. No, perder el tiempo en eso no merecía la pena. Sonrió malévolamente y se centró en la presencia de la mujer, listo para atacar. Salió entonces volando a su máxima velocidad hacia ella, zigzagueando para evitar posibles ataques y se plantó frente a ella.
- Segunda Luna: Legión.
Al tiempo que colocaba sus dos katanas hacia el frente, con intención de atravesarla, dos espadas fantasmales aparecieron a la espalda de ella. Estas saldrían disparadas hacia la espalda de la chica una vez se hubiera resuelto el ataque, con intención de rematarla o bien de pillarla por detrás con la guardia baja en caso de que hubiese esquivado el golpe.
- Ninguna piratuela como tú va a vencerme. ¿Treinta y cinco millones? Menudo chiste. He vencido a criminales mucho más poderosos que tú - lamió el filo ensangrentado de la katana morada - Pero ya que te has presentado... haré lo mismo. Mi nombre es Ivan Roux, usuario de la Hito Hito no mi modelo vampiro.
Nuevamente la llama blanca azulada de bóreas recubrió el filo de sus armas, mientras una fina capa de niebla brotaba de estas nublando parcialmente su figura. Entonces un hombre con la cara desencajada por el terror pasó volando frente a él. ¿Qué coj...? Miró en la dirección de la que había venido y vio a cinco piratas voladores más... y tres cajas, un baúl, un cacho de cubierta, una cabra... ¿pero qué diablos estaba ocurriendo? Se apartó en el aire para evitar toda esa lluvia de cosas, y entonces una veloz bola de pinchos le dio de refilón, trazándole un doloroso desgarrón en su brazo izquierdo. "Maldita sea... en un uno para uno podría con estos insectos." Activó su mantra y se centró en las intenciones hostiles hacia él, percibiendo que además de Layla, era el gigantón de antes el que le estaba lanzando cosas. Se giró hacia él para dirigirle una mirada iracunda, encontrándose con un enorme cañón que iba directo a su cara. ¡Me cago en...!" Movido por una intuición de su mantra, see echó a un lado cubriéndose la cara con un brazo, cuando de repente escuchó un golpe metálico seguido por una intensa quemazón y dolor por diferentes partes de su cuerpo. Notaba un molesto pitido en los oídos, dañados por la cercanía de la explosión, y tenía quemaduras y metralla tanto en sus extremidades como su torso.
- Sucias presas... - murmuró, en un tono de ira contenida.
Ocultó aún en la nube de humo, se envolvió en el manto de sombras (parcialmente quemado, pero en proceso de reconstruirse) para volverse invisible y buscó las presencias de sus enemigos con su haki. Poco a poco iba recuperando la audición, pero hasta entonces y mientras permaneciera en el humo tendría que guiarse con su otra percepción. ¿Layla o el gigante? ¿A quién mataría primero? "Él es un dolor en el culo, pero ella una usuaria de fruta. Podría ser muy problemática." Se movió en el interior de la nube, evitando un nuevo golpe. Si mataba al otro podría ser muy útil como ghoul con aquella inmensa fuerza que tenía, pero entre que lo mataba y lo reanimaba se vería atacado por las dos gemelas. No, perder el tiempo en eso no merecía la pena. Sonrió malévolamente y se centró en la presencia de la mujer, listo para atacar. Salió entonces volando a su máxima velocidad hacia ella, zigzagueando para evitar posibles ataques y se plantó frente a ella.
- Segunda Luna: Legión.
Al tiempo que colocaba sus dos katanas hacia el frente, con intención de atravesarla, dos espadas fantasmales aparecieron a la espalda de ella. Estas saldrían disparadas hacia la espalda de la chica una vez se hubiera resuelto el ataque, con intención de rematarla o bien de pillarla por detrás con la guardia baja en caso de que hubiese esquivado el golpe.
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El Heroico ha ganado. Han terminado con los que los abordaban y se preparan para lidiar con la siguiente ola. Más allá, los otros dos buques de guerra parecen condenados al fracaso, ya que están rodeados por media docena de barcos enemigos y muchos de ellos empiezan el abordaje. Aunque no tendrás mucho tiempo para fijarte en esas cosas.
Otra cosa no, pero Layla sabe dar patadas. Desvía tus dos katanas con las piernas sin importar lo afiladas que están, pero como no tiene ojos en al nuca no logra reaccionar a tu ataque desde su espalda. Y así es como tus dos espadas fantasmales terminan ensartando a... ¿al grandullón feo del hacha? Vaya, eso sí que es curioso. Una de ellas se clava en su garganta mientras que otra logra atravesarle el bíceps y de paso herir a la pirata futbolista en el abdomen.
Pero, espera, ¿cómo ha pasado esto? Ha dado la sensación de que el Hombre Feo ha saltado voluntariamente con su gran fuerza para interponerse en tu ataque. Con lo antipático que parecía.
Por cierto, ten cuidado. Layla acaba de lanzarte un patadón brutal al rostro. Si con sigue darte acabarás volando como un balón de fútbol hasta chocar contra uno de los barcos.
En cualquier caso, algo comienza a salir del cuerpo del Hombre Feo. Es ¿Layla? No, debe ser su hermana gemela. Ayla se “despega” del grandullón y se agarra a su hermana. Mientras el hombre cae muerto al mar, las gemelas se mantienen en el aire gracias a las potentes piernas de la gemela futbolista. Y de repente sus cuerpos se pegan, se fusionan en uno solo. En la espalda de una está la otra, mirando en la otra dirección. Cuatro brazos, cuatro piernas, dos cabezas... Es un rollo muy raro.
-Yo también me presentaré -dice la que acaba de aparecer de una forma tan rara-. Mi nombre es Ayla, y comí la Shamu Shamu no mi, lo que me convierte en una mujer-siamesa. Puedo unirme a cualquiera como si fuésemos hermanos siameses, unidos por nuestros propios cuerpos. Juntas, mi hermana y yo somos una. Y juntas te mataremos.
Antes de poder seguir con la cháchara, empieza a mover los brazos con una fuerza y velocidad tal que incendia el aire y lanza ondas de choque ardientes contra ti. Y en medio de todo ese caos, una figura negra revolotea sobre las gemelas unidas, idéntica a la que te sigue a todas partes: un murciélago.
- Spoiler:
- Ayla es luchadora del buey de nivel 40. Por si te interesa, su baja recompensa se debe a que son individuales. La recompensa que tendrían juntas sería muy superior.
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Rápidamente interpuso sus katanas formando una X con ellas, pero el golpe fue tan fuerte que estas retrocedieron y el lado sin filo le golpeó en la cara rompiéndole la nariz. Acto seguido mar y cielo invirtieron rápidamente sus posiciones y comenzaron a confundirse el uno con el otro, hasta que finalmente algo detuvo su avance con un choque brutal. Momentos antes se protegió con haki para evitar un golpe que lo dejara fuera de combate, pero aún así sintió un intenso dolor cuando su cuerpo atravesó el casco del barco y cayó bajo cubierta. Con una débil tos escupió un esputo de sangre y se levantó temblorosamente, notando horribles molestias en el pecho. Debía tener rota una costilla o dos... nada que no fuera a curársele, pero un auténtico engorro en medio de un combate. Más aún cuando las heridas de la explosión aún estaban en pleno proceso de regeneración. También tenía la nariz rota y un hombro fuera de sitio, que se recolocó con un gesto despectivo. Eso le provocó aún más dolor, pero sabía que pronto sanaría así que no le dio mayor importancia. Buscó sus espadas con la mirada y se acercó tambaleante a recogerlas. Guardó la normal en el interior de su capa y se quedó con la de kairoseki, extrayendo a continuación el frasco con el veneno de Cooper-chan. Sin mayor ceremonia, atravesó la tapa con la katana y dejó que el líquido bañara la hoja. Rápidamente sacó una de sus dagas y la bañó también en el líquido que caía del bote.
- Ahora nos veremos las caras...
Comenzó a levitar y salió del interior del barco, con una mueca de ira. Nuevamente niebla brotaba de su arma, en una especie de silencioso preámbulo a la batalla que se avecinaba. Empuñó el arma a dos manos, estoico frente a lo que se avecinaba, e imbuyendo la hoja en haki trazó un corte descendente. Una media luna azulada envuelta en llamas blancas salió de esta, partiendo por la mitad la primera de las ondas y contrarrestándola. El precio a pagar fue en sangre, y nuevamente tosió manchándose la boca de esta. Sin embargo esbozó una mueca fiera y comenzó a volar hacia ellas, esquivando los ataques o cortándolos de nuevo.
- ¡¿Eso es todo?!
No debió haber gritado, pues nuevamente se hizo daño. Sin embargo contuvo las toses y el tormento, continuando su ataque pese a todo. Se limitó a dejar de respirar para que la sangre no fuera un problema (al fin y al cabo no necesitaba hacerlo) y preparó el golpe. En el último momento llevó su mano izquierda rápidamente a la capa y sacó la daga envenenada, lanzándola contra las siamesas con intención de darle en el estómago a Ayla, dirigiendo el lanzamiento con su técnica "daga voladora." Tras eso imbuyó su katana nuevamente en haki y fingió preparar un corte descendente, para en el último momento fintar, reposicionarse a un flanco de las gemelas y ampliando el filo con su técnica Érebo las estocó empleando toda su agilidad intentando atravesarlas a las dos a la vez. El kairoseki y el veneno harían el resto del trabajo.
- Ahora nos veremos las caras...
Comenzó a levitar y salió del interior del barco, con una mueca de ira. Nuevamente niebla brotaba de su arma, en una especie de silencioso preámbulo a la batalla que se avecinaba. Empuñó el arma a dos manos, estoico frente a lo que se avecinaba, e imbuyendo la hoja en haki trazó un corte descendente. Una media luna azulada envuelta en llamas blancas salió de esta, partiendo por la mitad la primera de las ondas y contrarrestándola. El precio a pagar fue en sangre, y nuevamente tosió manchándose la boca de esta. Sin embargo esbozó una mueca fiera y comenzó a volar hacia ellas, esquivando los ataques o cortándolos de nuevo.
- ¡¿Eso es todo?!
No debió haber gritado, pues nuevamente se hizo daño. Sin embargo contuvo las toses y el tormento, continuando su ataque pese a todo. Se limitó a dejar de respirar para que la sangre no fuera un problema (al fin y al cabo no necesitaba hacerlo) y preparó el golpe. En el último momento llevó su mano izquierda rápidamente a la capa y sacó la daga envenenada, lanzándola contra las siamesas con intención de darle en el estómago a Ayla, dirigiendo el lanzamiento con su técnica "daga voladora." Tras eso imbuyó su katana nuevamente en haki y fingió preparar un corte descendente, para en el último momento fintar, reposicionarse a un flanco de las gemelas y ampliando el filo con su técnica Érebo las estocó empleando toda su agilidad intentando atravesarlas a las dos a la vez. El kairoseki y el veneno harían el resto del trabajo.
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Ayla te observa desafiante mientras lidias con su ataque; a su espalda, su hermana se impulsa en el aire con las piernas para ir a tu encuentro. Si te fijas verás que ambas están unidas por la espalda pero solo por una zona muy pequeña, de manera que tienen mucha libertad de movimiento. La daga venenosa vuela hacia las gemelas pero las hermanas se giran y Layla desvía el arma de un puntapié. La daga se clava en el mástil de uno de sus barcos sin causar más daño.
En cuanto os encontráis en el aire, vuelven a darse la vuelta y Ayla queda frente a ti. Se dispone a bloquear tu espada con sus manos desnudas, pero con la finta logras pillarlas por sorpresa. El brazo cercenado de Ayla cae al mar mientras que tu espada de energía atraviesa la carne de ambas, justo por encima del corazón. Un poco más abajo y las habrías matado. La buena noticia es que logras envenenarlas. No creo que duren mucho a no ser que tengan más ases bajo la manga o un buen médico a bordo.
Pero el éxito dura poco, porque Layla se impulsa desde detrás de su gemela, como si intentase dar una voltereta por encima. Pero en lugar de eso, trata de propinarte otra de sus fuertes patadas en el brazo para desarmarte. Y ese es el menor de tus problemas, porque Ayla está intentando tocarte. Se abalanza sobre ti, despegándose de su hermana, y si consigue agarrarte se unirá a tu cuerpo como tu siamesa, desenfundará su preciosa daga de kairoseki y... Bueno, intentará hacerte un par de agujeros nuevos en la cara. Menudo engorro sería...
En cuanto a lo demás... No sé si tendrás tiempo de echar un vistazo, pero quizás distingas como una de las púas de la Corona se hace trizas. Alguien está luchando sobre ella: uno de ellos parece Logan y el otro se da un aire al capitán Tiger. Además, los dos barcos restantes están condenados, asumámoslo. Por si fuera poco, tanto los buques como los barcos con los que combaten comienzan a bañarse en una luz verdosa cuya intensidad va creciendo. ¿Qué será? Mientras tanto, los demás navíos atacantes, cerca de una veintena, rodean la Corona completamente. La cosa se pone fea.
- Spoiler:
- Para que conste, si Ayla consigue unirse a ti ambos podéis mataros el uno al otro sin que eso signifique que el otro también muera.
Ivan Markov
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Una mueca salvaje, más propia de una bestia que de un ser humano, se dibujó en el rostro de Ivan. Su cuerpo había sufrido muchas heridas que hubiesen incapacitado ya a otros, pero en su caso podía seguir luchando y sobreviviría a ellas sin lugar a dudas. Sin embargo eso no significaba que no sintiera todo aquel arrasador dolor, peleando aún con él. Y eso junto a la adrenalina, el olor a sangre, las emociones de la batalla... poco a poco iba abandonándose a sus instintos. Mantenía la consciencia de sus acciones, pero difícilmente algo podría apartarlo ahora de su deseo de asesinar a aquellas dos mujeres. La idea de capturarlas y destrozarlas hacía que le entrasen ganas de temblar de pura excitación y alegría. Y por ello, cuando su katana cercenó la extremidad de la pirata y las atravesó, dio una risotada cruel y fría, relamiéndose a continuación ante el delicioso aroma de su sangre. Sin embargo no había logrado matarlas... sus corazones seguían latiendo. Al percibir con su mantra las intenciones de ellas, sonrió y se echó a un lado velozmente evitando la patada, y dejando que Ayla se fusionara con él.
- Craso error, chiquilla... ¿me concedes este baile? - le dijo, con una sonrisa maníaca.
Rápidamente se alejó de Layla volando, mientras alzaba su mano izquierda para frenar las puñaladas de Ayla agarrándola por la muñeca. Era condenadamente fuerte, tanto que se vio obligado a emplear toda su fuerza para evitar que ignorase su bloqueo y lo hiriera igual. Entonces, con una sonrisa, recubrió su mano con haki y comenzó a hacer presión con intención de destrozarle la articulación. Podía ser fuerte, pero además de que él también lo era, no esperaba que fuese tan resistente como para aguantar tal presión en su muñeca. Y por lo que había visto, aquellas gemelas no poseían el haki. Una llama blanca comenzó a brotar de su mano, extendiéndose rápidamente por sus dedos. Si lograba mantener el agarre, pronto se transmitiría al brazo de ella y empezaría a congelarla. Amplió aún más su sonrisa, disfrutando de la idea de devolverle el dolor que le habían causado, y buscó con la mirada a Layla. Deseaba hacerla ver sufrir a su hermana, ver su reacción y deleitarse con ella. Había pocas cosas mejores que las expresiones de desesperación de las personas cuando estaban a punto de perder a un ser querido.
- ¿Qué harás, mi buena Layla? Si no te apresuras, tu hermanita morirá.
Para reforzar sus palabras, si había logrado la presa, rápidamente le doblaría el brazo con intención de dislocarle el codo o incluso romperle algún hueso. Entonces se relamió los labios y mantuvo especial atención tanto a su haki como a las dos piratas, listo para la posible ofensiva de la otra gemela. En cuanto esta se iniciara, respondería lanzando una onda cortante en su dirección. Su intención no era otra que pillarla en plena carga hacia él y dejarle poco margen de reacción, usando a su hermana como cebo para tentarla a atacarle sin pensárselo.
- Craso error, chiquilla... ¿me concedes este baile? - le dijo, con una sonrisa maníaca.
Rápidamente se alejó de Layla volando, mientras alzaba su mano izquierda para frenar las puñaladas de Ayla agarrándola por la muñeca. Era condenadamente fuerte, tanto que se vio obligado a emplear toda su fuerza para evitar que ignorase su bloqueo y lo hiriera igual. Entonces, con una sonrisa, recubrió su mano con haki y comenzó a hacer presión con intención de destrozarle la articulación. Podía ser fuerte, pero además de que él también lo era, no esperaba que fuese tan resistente como para aguantar tal presión en su muñeca. Y por lo que había visto, aquellas gemelas no poseían el haki. Una llama blanca comenzó a brotar de su mano, extendiéndose rápidamente por sus dedos. Si lograba mantener el agarre, pronto se transmitiría al brazo de ella y empezaría a congelarla. Amplió aún más su sonrisa, disfrutando de la idea de devolverle el dolor que le habían causado, y buscó con la mirada a Layla. Deseaba hacerla ver sufrir a su hermana, ver su reacción y deleitarse con ella. Había pocas cosas mejores que las expresiones de desesperación de las personas cuando estaban a punto de perder a un ser querido.
- ¿Qué harás, mi buena Layla? Si no te apresuras, tu hermanita morirá.
Para reforzar sus palabras, si había logrado la presa, rápidamente le doblaría el brazo con intención de dislocarle el codo o incluso romperle algún hueso. Entonces se relamió los labios y mantuvo especial atención tanto a su haki como a las dos piratas, listo para la posible ofensiva de la otra gemela. En cuanto esta se iniciara, respondería lanzando una onda cortante en su dirección. Su intención no era otra que pillarla en plena carga hacia él y dejarle poco margen de reacción, usando a su hermana como cebo para tentarla a atacarle sin pensárselo.
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Eres un ser cruel, mira que hacer eso a la pobre Ayla... En fin, tienes a la que ahora es tu hermana siamesa cogida por su único brazo y seguro que no te ha pasado desapercibido el crujido de su articulación. Sin embargo, eso no al amilana lo más mínimo. De hecho, alza la pierna derecha y te suelta una patada hacia el brazo con el que la estás sujetando. Su intención es pegar su extremidad a la suya y obligarte a soltarla.
Por otro lado, su gemela no se queda quietecita tampoco. En cuanto echas a volar, ella te sigue, pateando el aire para impulsarse y chutando el resto de sus bolas de acero; son nueve, para ser exactos, aunque al estar herida no es ni tan rápida ni tan fuerte como antes.
Además, ves que le brillan las piernas y de repente su velocidad aumenta. Por desgracia para ella, tu onda cortante la alcanza de lleno, dejándole una nueva herida bastante fea del hombro a la cintura; de no haber sido por su capacidad de reacción, que le ha permitido apartarse tan solo un par de centímetros, habría terminado partida en dos. La sangre mana a borbotones de las heridas de Layla, pero en lugar de prestarles atención, hace un esfuerzo soberbio y se pone a tu altura en cuestión de un segundo, tras el cual comienza a caer sobre ti una tormenta de patadas. Solo tiene fuerzas para atacar de esa forma unos cinco o seis segundos antes de perder la consciencia y caer a plomo, pero es más que suficiente para que las bolas de acero lleguen a ti.
Y mientras, la buena de Ayla decide atacarte de la única forma que puede: te lanza un mordisco al cuello con todas sus fuerzas. Que ironía...
Por cierto, poco a poco os veis bañados por una luz verde que proviene de encima de vuestras cabezas. Sería un buen momento para que tu haki te avise de que es peligroso. Yo terminaría rápido...
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"Joder... son insistentes." Frunció el ceño cuando Ayla pegó su pierna a su brazo, pero al instante se le ocurrió una idea la mar de divertida. Al menos para él, claro. Así como Layla comenzó a lanzar las pelotas contra él, el vampiro tiró de ella con el brazo que tenía "atrapado", usándola como escudo humano frente a los ataques de su hermana. "¿No es hasta poético? Las dos gemelas muriendo juntas, peleando una por salvar a la otra y matándola sin querer." Se le escapó una risotada al pensarlo, que poco duró al ver a Layla cargando contra él. Guardando la katana en el interior de su capa de nuevo para quedar con ambas manos libres, centró su mantra en la atacante y empezó a esquivar sus ataques y a continuar interponiendo a Ayla en el camino de sus patadas. Fue entonces cuando la otra, aprovechando que estaba ocupado decidió cambiar de táctica y le metió un mordisco... en el cuello. ¿Pero qué cojones?
- ¡Ay! ¡Maldita zorra! ¡Suéltame!
Imbuyendo su puño en haki, comenzó a lanzar repetidos puñetazos contra su cabeza, intentando noquearla de una vez y que dejara de morderla. Para colmo, la otra aprovechó ese momento para darle una fuerte patada en el costillar. El dolor, que acababa de desaparecer segundos antes gracias a su regeneración, reapareció ahora con más fuerza. Fue a hablar, pero sólo salió de su boca una tos entrecortada y unas gotas de sangre. "Mierda... me han dejado los pulmones bonitos." En fin, no era nada de lo que no fuera a recuperarse, pero tardaría un rato más en hacerlo. Entonces tuvo una sensación de peligro mortal inminente. ¿Qué...? Había sentido peligro durante toda la batalla, pero, ¿mortal? No siendo él un vampiro. ¿Qué podría estar avecinándose? Una luz verde poco agradable comenzó a cubrirlo todo, y según la alerta de su haki pronto se avecinaría aquel desastre.
- Mierd... - tosió.
En aquel momento, sin fuerzas, Layla perdió el sentido y empezó a caer. Pero no iba a dejar que su recompensa se escapara tan fácilmente, oh no. Con un veloz movimiento desplegó las garras de sus manos, y unos filos de energía azul de treinta centímetros de largo se extendieron desde sus dedos. Pasó velozmente junto a la pirata inconsciente y trató de atravesarle el pecho con la mano para rematarla, para luego agarrarla. Si su hermana seguía consciente trataría de acabar con ella también destrozándole el cuello con las garras de la otra mano. Acto seguido se llevaría a ambas volando a máxima velocidad al barco marine donde había estado antes, uno de los pocos lugares que no parecía estar iluminado por aquella extraña luz. ¿Sería un ataque de la Marina? ¿Y qué habría sido del murciélago? ¿Seguiría a su lado? Lo buscó con la mirada, pero iba demasiado rápido para asegurarlo.
- ¡Ay! ¡Maldita zorra! ¡Suéltame!
Imbuyendo su puño en haki, comenzó a lanzar repetidos puñetazos contra su cabeza, intentando noquearla de una vez y que dejara de morderla. Para colmo, la otra aprovechó ese momento para darle una fuerte patada en el costillar. El dolor, que acababa de desaparecer segundos antes gracias a su regeneración, reapareció ahora con más fuerza. Fue a hablar, pero sólo salió de su boca una tos entrecortada y unas gotas de sangre. "Mierda... me han dejado los pulmones bonitos." En fin, no era nada de lo que no fuera a recuperarse, pero tardaría un rato más en hacerlo. Entonces tuvo una sensación de peligro mortal inminente. ¿Qué...? Había sentido peligro durante toda la batalla, pero, ¿mortal? No siendo él un vampiro. ¿Qué podría estar avecinándose? Una luz verde poco agradable comenzó a cubrirlo todo, y según la alerta de su haki pronto se avecinaría aquel desastre.
- Mierd... - tosió.
En aquel momento, sin fuerzas, Layla perdió el sentido y empezó a caer. Pero no iba a dejar que su recompensa se escapara tan fácilmente, oh no. Con un veloz movimiento desplegó las garras de sus manos, y unos filos de energía azul de treinta centímetros de largo se extendieron desde sus dedos. Pasó velozmente junto a la pirata inconsciente y trató de atravesarle el pecho con la mano para rematarla, para luego agarrarla. Si su hermana seguía consciente trataría de acabar con ella también destrozándole el cuello con las garras de la otra mano. Acto seguido se llevaría a ambas volando a máxima velocidad al barco marine donde había estado antes, uno de los pocos lugares que no parecía estar iluminado por aquella extraña luz. ¿Sería un ataque de la Marina? ¿Y qué habría sido del murciélago? ¿Seguiría a su lado? Lo buscó con la mirada, pero iba demasiado rápido para asegurarlo.
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Cuando Layla cae, su hermana decide despegarse de ti y dejarse caer también al mar. Todo muy emotivo... excepto porque acabas con sus vidas de forma sangrienta y desagradable. Que manera de romper el encanto del momento. La parte buena es que el murciélago está bien. Poco después de que subas al Heroico ya lo tienes ahí, a tu lado, a los tres. Sí, ahora hay tres. Aparte del que parece haberse convertido en tu mejor amigo, cada gemela tiene a uno revoloteando sobre sus cuerpos sin vida. Cosas más raras se han visto.
-Vaya espectáculo -te dice alguien. Es el okama, que lleva sobre sus hombros a dos piratas inconscientes-. ¿Estás bien, chico guapo?
-No te preocupes, el vice-almirante ya está aquí -añade Peter.
El marine te señala la luz verde que se extiende por el cielo. La mayoría de los barcos enemigos se han mantenido al margen y se limitan a rodear la Corona, pero hay tres que son más osados que los demás. Sobre ellos se cierne la muerte verde. Fluyendo por el cielo como una nube líquida y brillante, la luz se condensa hasta formar tres pilares de tamaño colosal. Cuando caen sobre las naves, las despedazan como un huevo al que aplastan con un martillo. Un martillo verde. Algunos supervivientes salen a flote mientras otros se ahogan. Sobre los primeros, la luz cambia de nuevo de forma. Se alarga y se estrecha, se transforma en un techo sobre sus cabezas, empujándolos de nuevo hacia las frías aguas e impidiéndoles salir a por aire. Allí permanece durante unos minutos, hasta que en el mar no quedan más que restos y se acaban las burbujas.
-Que duro ha sido... -dice Peter. Parece afectado y contrariado-. Debería haberles dado un juicio justo.
-Eres un blando -comenta el hombre de las garras. Logan, recuerdas que se llama. Está limpiando la sangre de sus armas.
Por suerte, parece haber vuelto la calma. Los marines lanzan los cadáveres por la borda y encierran a los prisioneros, la mayoría de ellos envueltas en redes. ¿De dónde demonios salen tantas redes? Bueno, al menos están vivos, aunque viendo lo que has hecho con los anteriores presos, de poco les va a servir. Y mientras un cuarto buque de guerra se aproxima, las tropas del Heroico toman posiciones para prepararse antes del próximo ataque. Poco después llega él. Oyes murmurar a los hombres y así sabes con quién debes tratar si quieres tu puesto.
El vice-almirante Nicolas Rage es tan intimidante como dicen las historias. Alto, fuerte, con una prótesis cibernética en lugar del ojo izquierdo y una espada colgando de su cadera. Sus hombres dicen que es un héroe; las malas lenguas susurran que jamás ha usado su espada en combate, solamente para ejecutar a aquellos a los que captura. De hecho, se dice que gracias a sus poderes jamás ha tenido que mancharse las manos en batalla. La gente se aparta de su camino cuando sube a bordo, y tras intercambiar unas breves palabras con el una mujer... ¿verde?, se dirige a ti.
-Ha llegado otro -oyes que le dice ella a su líder-. Aunque no entiendo quién...
Ni siquiera le deja acabar. Rage no se presenta ni te saluda, tan solo te mira fijamente, a ti y al murciélago. Parece molesto por tu mera presencia allí, aunque quizás también sienta algo de curiosidad.
-¿Vienes por el puesto de Yonkaikyo? Veo que al menos sabes luchar -añade tras echar un vistazo a los cadáveres de las gemelas. Su voz grave rezuma desconfianza-. No eres el único... No, ni mucho menos. Dime quién eres y por qué estás aquí. ¿Por qué debería darte el puesto a ti en lugar de acabar contigo, escoria pirata?
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