Descanso en las termas [Grupal Xella]

La guerra había terminado. Los tres estaban cansados y heridos, quien más quien menos. Debería haber partido hacia Samirn de inmediato, pero no le parecía buena idea desaparecer sin antes hacer algo por ellos. Ambos habían estado a su lado en la batalla y en las negociaciones; un día de soberano descanso era lo mínimo que podía regalarles.

Tras darle un par de vueltas, terminó llevándolos a Zábalam. Entre desierto y oasis, había varios establecimientos en la ciudad perfectos para lo que tenía planeado. Además, siempre era buena idea aprovechar y conocerse todos algo mejor. Raghersir no había estado en su mejor actuación en la guerra; vendría bien que cogiera algo de confianza con Dranser.

En todo esto pensaba la pelirroja mientras les guiaba entre las calles. Era la primera vez que pisaba la isla, pero tenía la dirección y sabía exactamente como llegar. Al fin, el lugar se mostró ante ellos. ''The great palm''.- Balneario. Rozaba el título. El edificio era amplio y elegante. Aki se volvió sonriente y se lo señaló a quienes la acompañaban.

- Creo que esto es una buena recompensa por un duro trabajo. Hay tres habitaciones encargadas y la cena va incluida. Pero si os parece bien, nos veremos en la piscina de agua caliente en el exterior. Los miembros del servicio se ocuparan de todo, por lo que me han dicho. ¡Qué ganas de un buen baño!

Sin esperar respuesta, entró al lugar emocionada. Tras unos minutos hablando con una señora bajita y feliz, recogió la llave de su habitación y se dirigió hacia allí. Tras ponerse el bañador, volvió a bajar en busca de la piscina. Se estaba apresurando, pero no le importaba. Hacía mucho que no se daba un buen baño. El agua le haría sentirse débil y alejada, pero hasta eso lo esperaba con ansia. Estaba demasiado tensa desde la guerra. Con suerte, eso haría que se relajase.

El oficial había terminado con sus cosas en la revolución. Había puesto a salvo a sus alumnos, había comido algo de pizza y rellenó los informes adecuados debido a que Krauser no estaba en condiciones. Después de haber dormido bien tras el por culo que le dieron Galia y Ryuken la noche anterior, estaba descansado por fin. Se había reunido de nuevo con su jefa y su compañero Raguersis, nunca hubiese imaginado que aquel tipo fuera parte de Xella. Avanzaba junto a ellos a un ritmo muy calmado. Sin duda la idea de un balneario parecía ser demasiado agradable para ser cierta. Esperaba que no estuviesen los imbéciles del gobierno dando por culo o los cortaría en dos. Bastante tenía sabiendo que el trono se lo quedó un sucio marine. Se rascó la cabeza y soltó un pequeño bostezo.

Dranser vestía con una camiseta negra de manga larga, un chaleco de color canela por encima, un pantalón y unas sandalias de madera. Llevaba un total de tres fundas repartidas por su espalda y cintura. El espadachín había terminado de forjar sus preciosidades por fin. Ahora podría adsorber la vida y energía de sus oponentes con su Green Life. Sonrió un poco y después de aquello escuchó las palabras de Aki. Asintió con toda la calma del mundo y después de aquello empezó a caminar hacia una de las habitaciones con ambas manos en los bolsillos.

- Nos veremos entonces allí, portaos bien por el camino.

Dijo despreocupado mientras continuaba a lo suyo. El espadachín les dedicó una última sonrisa a los dos y finalmente llegó a la habitación. En cuanto estuvo allí guardó sus cosas y empezó a quitarse la ropa tranquilamente. Se quedó tan solo con una toalla puesta alrededor de la cintura y después de aquello simplemente salió de la sala echando la llave primero. Nadie sabe dónde la guardó, pero teniendo solo una toalla como prenda, muchos podían imaginarse cosas. El oficial silbó tranquilamente hasta llegar a la enorme piscina de agua caliente del exterior. Ladeó un poco la cabeza al ver que no había casi gente, por no decir que nadie. Eso le hizo soltar un suspiro, pues tendrían mucha más calma.

- Esto va a ser bueno.

Mencionó estirando los brazos hacia arriba. Todo su torso, espalda, brazos y piernas estaban llenas de cicatrices y de cortes. Se notaba que había estado en cientos de batallas pese a su corta edad y en todas había salido vivo. Sin embargo, por su decisión de no curarse como era debido, estaba lleno de marcas. Sinceramente, a él le daba lo mismo, pues sabía cómo era su propia forma de ser. Sin decir nada más comprobó la profundidad con su pierna y al ver que no le cubría entero se tiró al agua. Notó aquel gustazo recorrer su cuerpo y terminó tirando la toalla a un lado. Como un macho ibérico, los baños había que hacerlos desnudos. Esperaba que nadie le lanzase algo a la cabeza, pues no tenía allí sus espadas. Aunque teniendo sus poderes animales, tampoco las necesitaba.

Cuando Aki nos instó al oficial Dranser y a mí a acompañarla en la marcha de Síderos no había imaginado que era para esto. Había pensado que quizá me expulsaba de Xella por mi patética actuación, incluso imaginé que podría querer castigarme; sin embargo, lo que la pelirroja había decidido hacer era llevarnos a un balneario. Toda la actitud depresiva y solitaria que había mantenido durante el viaje en barco había sido injustificada. Al parecer aún tenía gente que me apreciaba.

El edificio era increíblemente lujoso… y grande sobre todo grande. Me perdí un par de veces antes de encontrar mi habitación. De no ser por los miembros del servicio puede que no la hubiese encontrado nunca. Al menos eso me sirvió para ver una buena parte del complejo. Tenía todo lo que se podía desear, desde una gran variedad de piscinas hasta un gimnasio, pasando por un servicio de masajes y un gran salón de eventos. Estaba alucinando, sin duda en cuanto volviese al trabajo mandaría a Dante construir algo así.

No pasé mucho tiempo en la habitación, no quería hacer esperar a mis compañeros. Tan sólo dejé mi equipaje y me di una ducha rápida para quitarme la suciedad del viaje. Estaba listo para ir a la piscina caliente donde habíamos quedado, pero entonces mi percaté de un detalle muy importante. No tenía bañador.

Algo inseguro, pues no sabía si lo que estaba haciendo era una idiotez, tomé el denden mushi de la habitación y llamé al servicio de habitaciones.

-Perdone, ¿sería posible que me trajesen un bañador?- pregunté en cuanto una muchacha atendió a la llamada.

-Claro señor, en unos instantes lo tendrá ahí.- respondió en un tono extremadamente servicial.

A penas pasaron unos segundos y alguien estaba tocando a la puerta. Era increíble la velocidad a la que me habían atendido. Además el bañador que me trajeron era bastante chulo, azul con flores blancas. Porque seguramente la estancia era cara, si no me quedaría allí a vivir para siempre.

Ya con el bañador puesto y una toalla en la mano bajé finalmente a la piscina. Allí pude ver al revolucionario en el agua. En un principio me dio un poco de vergüenza acercarme, pues estaba completamente desnudo. ¿Por qué estaba desnudo? ¿No iba eso contra las normas de un lugar tan lujoso? Quizá tenía que ser así, yo nunca había estado en un lugar como ese. Tras unos segundos de duda finalmente me decidí a hacerlo. Tranquilamente me quité el bañador, aunque lo dejé junto a mi toalla por si acaso luego me hacía falta. Entonces me acerqué y comencé a entrar en el agua.

-Buenas. Que gusto, ¿no?- dije dirigiéndome al oficial mientras me sumergía poco a poco.

Era extraña la sensación que me producía el meterme en el agua, sentía como si mi cuerpo se aflojase. Sin duda debía ser cosa de la akuma no mi que había consumido. Era un poco desagradable; pero al fín y al cabo iba a tener que vivir con ello el resto de mi vida, era mejor empezar a acostumbrarse cuanto antes.

-¿Está Aki ya por aquí?- pregunté a mi compañero esperando que dijese que sí para que la situación fuera un poco menos incómoda.

Ya conocía a Dranser y me parecía una buena persona; sin embargo no nos conocíamos mucho, era mejor tener a alguien que hiciese de enlace para que nos soltásemos un poco.

Para su sorpresa, el complejo era más grande de lo que parecía. Lo que en principio era la simple ruta hacia el baño exterior terminó convirtiéndose en toda una odisea de diez minutos. Pasillos, pisos, salas recreativas y saloncitos para tomar el té se entrecruzaban en el área de ocio del lugar creando una entramada semejante a un laberinto. La pelirroja volvió dos y hasta tres veces sobre sus pasos antes de rendirse y dedicarse simplemente a buscar a alguien a quien preguntar.

Cuando al fin llegó a la puerta de los vestuarios femeninos estaba un poco alterada, preocupada por tardarles demasiado a sus compañeros. Aunque no creía que les molestara demasiado. Al fin y al cabo el lugar invitaba a relajarse durante cuanto más tiempo mejor. Tras dejar la toalla en el casillero, se recogió el pelo en una coleta y se dirigió afuera.

La vista era espectacular. La piscina o poza de agua caliente era enorme y bordeada de piedras igual que el fondo. Había plantas aquí y allá y pronto podrían ver el atardecer en todo su esplendor a lo lejos. El agua estaba en calma, cristalina y un suave vapor flotaba en el ambiente. Sin embargo, eso no le impidió ver que tanto Rag como Dranser estaban en estado avanzado de desnudez. Dedicándoles una pequeña sonrisa, se acercó a la orilla y se sentó en el borde. Con cuidado, metió las piernas en el agua y soltó un suspiro de satisfacción. Estaba tan calentita que picaba, pero también daba gusto.

No iba a decirles nada, por supuesto. Sabía que Silver era un samurái; tenían sus propias normas. Desde luego Raghersir debía de tener sus propias razones para haberse quedado en cueros, ella no era quién de cuestionarle. No había nadie más en el lugar, así que tampoco molestaban. Con cuidado, Aki se fue sumergiendo poco a poco, hasta que el agua cubrió la parte de arriba de su bikini y comenzó a formar pequeñas olas que le acariciaban el cuello. Qué delicia.

-Bueno, chicos...-Les dijo afable.- ¿Qué os parece el lugar?

El depredador estaba en la gloria. Debía admitir que se sentía muy bien allí metido con todo su cuerpo vulnerable por el calor del agua. Sus ojos estaban entrecerrados y sentía una ligera sensación de alegría recorrerle por unos momentos. A continuación, escuchó la voz de su compañero hablarle. Se fijó en que también se había quedado sin ropa como buen macho ibérico. Al parecer, también seguía las tradiciones samuráis y eso le hizo sonreír un poco. El chico preguntó por la pelirroja, pero ni si quiera el castaño sabía dónde se había metido. Negó con la cabeza activando el haki de observación y detectándola a una distancia no muy lejana. Entonces bostezó un poco y acto seguido señaló hacia el interior del edificio.

- Está a punto de salir. La verdad es que se está bastante bien. Por cierto, ten más cuidado en las guerras, hombre. Casi pierdes el brazo de forma permanente.

Dijo mientras se rascaba la cabeza. Recordó haberle visto herido mientras combatían y discutían en la sala del trono. De no ser por las estupideces del Yonkaikyo y los piratas que le apoyaron, él mismo habría atacado al pretor con todo su poder, pero no merecieron su ayuda. Menos mal que no pasó nada malo. Dranser en aquellos momentos había estado muy mosqueado y había dejado salir toda su mala uva hacia el gobierno. Estuvo unas horas sin hablar con nadie debido a que al final un maldito marine se había hecho con el poder. Empezaba a perderle el respeto a mucha gente. Gobierno y criminales aliados, por favor, les faltaba meterse mano. Soltó un suspiro y observó a la jefa llegar. Escuchó sus palabras y su forma de vestir. En ningún momento cambió su expresión.

- Se le agradece el premio, Boss. Este sitio es genial y se nota que lo has hecho pensando en nosotros. Por cierto, no usé aquel frasco, lo siento por eso, pero no debo ser curado por nada. – Dijo con un tono perezoso mientras estiraba los brazos.

Esperaba que ella no se lo tomase a mal, pero él había hecho una promesa así mismo aquel fatídico día y la cumpliría hasta el final. Una sonrisa maligna se formó en su rostro y no tardó en meter sus manos en el agua al mismo tiempo que activaba una de sus habilidades animales. El ser elegido fue el topo y por ello así como escarbaba la tierra se puso a hacerlo en el agua. Empezó a salpicar a los dos a toda velocidad mientras sonreía de lado y pasaba a tener una expresión seria, pero siniestra al mismo tiempo.

- Sentid el poder de un topo cuando las lombrices se hacen donantes de tierra.

Sabía que aquel comentario debía costarle perder un brazo mínimo, pero le salió del alma y continuó riendo de forma seria mientras continuaba lanzando agua a modo de juego a aquellas dos personas. Con lo serio que era, aquello no iba a durar mucho y tal vez fue uno de aquellos momentos de locura que le daban sin motivo alguno.

Como ya había notado la pelirroja estaba completamente desaparecida, aunque mi compañero no tardó en encontrarla. No tenía bien claro si lo había hecho mediante el uso del haki o con los poderes de su fruta, pero me habían quedado claras dos cosas. La primera es que la pelirroja estaba saliendo del edificio, por lo que debía comenzar a prepararme mentalmente para no tener ningún “accidente”. La segunda es que mi compañero no parecía que fuese a ser capaz de relajarse completamente. En cierto modo era entendible, como oficial revolucionario siempre debía mantenerse alerta; además, tenía sus poderes muy normalizados.

-Sí, la verdad es que actué como un loco durante la guerra. La verdad es que ser secuestrado y encerrado tanto tiempo no me sentó muy bien a la cabeza. Aun así te agradecería que evitásemos el tema, no fue nada agradable como entenderás.- respondí al comentario de mi compañero mientras me pasaba la mano por la cicatriz.

Finalmente nuestra jefa llegó, haciendo que casi me diese un infarto. No era suficiente con su deliciosa figura, además se había recogido el pelo en una coleta y estaba haciendo unos ruiditos muy raros mientras entraba en el agua. Fue una suerte que me hubiese preparado, mi plan de meter la boca en el agua y hacer burbujitas para distraerme estaba funcionando. Eso no quitaba que estuviese algo nervioso, pero al menos no me iban a explotar las narices en un riachuelo de sangre.

Una vez todos acomodados Aki nos preguntó que nos parecía el sitio, a lo que Dranser se me adelantó a contestar. Una respuesta de agradecimiento seguida por un comentario muy masculino. Sin duda el carácter de mi compañero me agradaba mucho. Sabía cómo comportarse, cosa que no podían decir la mayoría de guerreros.

-Si, la verdad es que el sitio es increíble. Muchísimas gracias prugrof…- fui a contestar cuando una mezcla de barro y agua me entro en la boca.

A mi compañero se le había ido la cabeza, se había puesto a salpicarnos como si le fuera la vida en ellos. La situación debía ser un tanto graciosa; sin embargo, quería acabar mi respuesta antes de seguir con aquello, por lo que usé mi poder para detenerle.

-Muchas gracias por este… descanso.- le dije a aquí sonriente tras limpiarme la cara con la mano.

Instantáneamente tras esto me giré hacia el alborotador de cara siniestra y le miré seriamente.

-Parece que ya no puedes seguir lanzándonos cosas, ¿eh?- dije comenzando a sonreír mientras le miraba intentando ver su siguiente movimiento con mi haki.

Fuera cual fuera su intención aprovecharía la ventaja que me otorgaba mi poder para salir de la piscina rápidamente, dar un salto mortal hacia atrás y valerme de una onda de energía para hacer que el agua a mi alrededor saliese disparada a los lados cubriéndole por completo.

Tenía los ojos cerrados mientras disfrutaba del agua caliente. La sensación era deliciosamente relajante. Echó la cabeza hacia atrás y se hundió otro poco, acomodándose. De repente, oyó la voz de Dranser. Sabía que tenía que responder, pero abrir los ojos parecía demasiado trabajo para un par de frases. Así que con una inconexa cabezada simplemente le corrigió:

- No te habría curado... tan solo habría coagulado tu sangre para que no perdieras demasiada. De todas formas, consérvalo. Tú o a quién se lo hayas dado. Es el único que hay y nunca se sabe cuando puede ser útil.

Y tanto que era el único, la gente no iba por ahí metiendo su saliva en frascos. Que la de Aki tuviera esa propiedad no lo hacía menos asqueroso. En eso pensaba cuando de repente algo la sacó de su ensueño. Parpadeó y levantó los brazos, protegiéndose de las olas de agua que llegaban de repente. Pero antes de que hubiera ubicado su origen, paró. Aún pasaron unos segundos hasta que la pelirroja pudo procesar lo que acababa de suceder. Para entonces ya era demasiado tarde.

El agua fría también la salpicó a ella, pero esta vez estaba preparada y simplemente se apartó. En la orilla de la piscina había un gigantesco barreño con una niña pegada a él. O quizás al revés. Pero los miraba enfadada y estaba claro que acababa de duchar a los dos chicos en agua fría con una agilidad sumamente inusitada. ¿Tendrían muchos huéspedes problemáticos? Aki la miró con curiosidad, ignorando la reprimenda que le estaba echando a sus dos hombres.

- ¡... así no se puede pyon! ¡Me espantaréis a los clientes, pyon! ¡Etto es para relajarse pyon!

Cuando al fin volvió en sí, dio un par de brazadas hasta quedar a los pies de la niña. Alzó las manos para interrumpirla y trató de calmar los ánimos con una pequeña sonrisa.

- No te preocupes, pequeña. Estos dos ya no lo volverán a hacer... ¿Verdad?

Se giró hacia ellos, ladeando la cabeza y helando la sonrisa por apenas un segundo antes de mirarlos risueña. No estaba bien que causaran problemas, pero entendía que necesitaran deshacerse de tanta energía contenida. Quizás después podrían buscar la manera de soltarla y hacer algo de ejercicio.

- ¿Usando algún tipo de poder sobre mí? Que sucio y rastrero eres, no mereces llamarte hombre. Debería cortarte el pelo por semejante cobardía.

Dijo Dranser mientras miraba de forma seria al que era su compañero. Debía de poseer alguna fruta especial, pues no sentía las fuerzas como para atacarle, aunque de un golpe podía dejarlo fuera de juego. Estiró las manos hacia los lados y observó el agua que se le echaba encima. Las ganas de atacarle habían vuelto y aunque no tuviese sus armas allí, podía hacerlo perfectamente. Usó el poder de la araña y de cada uno de sus dedos formó un hilo fino, pero recubierto de haki armadura para hacerlo letal. Empezó a mover las manos a toda velocidad cortando el agua y formando una red que hizo que el ataque quedara en gotitas pequeñas que impactaron sobre él. Dranser entonces se puso en pie, pero algo raro ocurrió.

Mientras la jefa hablaba con la persona que se quejaba, el espadachín observó un trozo de jabón en forma de pastilla que debía estar como una piedra. Con una fuerza increíble activando la capacidad del gorila, lanzó dicho objeto buscando la cabeza de su compañero para dejarlo ko en el suelo directamente. Entonces notó la mirada de la pelirroja sobre él y una gotita de sudor bajó por su cabeza. Parecía enfadada y su sonrisa posterior no hizo al rebelde relajarse. Se volvió a sentar y después le dedicó a ella una sonrisa dulce y exageradamente amable, como si estuviese intentando parecer el bueno de la película.

- Claro no que no, jefa. No va a pasar nada más, total, los amigos no se quejan por salpicarles gotitas. – Dijo cruzándose de brazos recordando lo nenaza que había sido Raguersir considerando aquello un ataque. Debió cortarle los cataplines para mostrarle lo que era el dolor.

Dranser miró a la extraña niña de reojo y su muletilla le hizo algo de gracia. Lo siguiente que hizo fue avanzar despacio por la zona que no cubría y después mirar a la pelirroja. Su expresión era demasiado simple, como si estuviese en babia. Dranser era un tipo que tan solo se ponía serio en situaciones de riesgo, de tensión o en mitad de combates.

- Oye Jefa ¿Qué tipo de gel usas? Tus cabellos parecen suaves. Cuando yo me ducho, los míos pueden llegar a pinchar incluso. Confiese ¿Dónde lo compra? – No era a coña, el espadachín quería saberlo.

Lo siguiente que hizo fue estirarse un poco mientras se colocaba en pie. Tal vez debía buscar algo de ropa interior, pues la niña de antes parecía mirarle acojonada. Entonces se le ocurrió una enorme idea. No sabía bien sobre los poderes de Aki, pero tal vez ella tenía la solución.

- Oe ¿Sabes algún poder de crear gayumbos? Me da pereza ir dentro a por unos. No quiero que me miren como un enfermo, pero es cultura propia el bañarme así.

Me había girado esperando verlos avergonzados y algo más calmados, pero nada más lejos de la realidad. Raghersir se encontraba inconsciente sobre el borde de la piscina y Dranser le estaba sonriendo como si no hubiera pasado nada. Ni corta ni perezosa caminó el par de pasos que la separaban del samurái y le dio con la palma de la mano en la cabeza. ¿Cuántos años tenía?

Agarró al otro por debajo de los brazos y le tumbó fuera del agua. Si se quedaba desmayado ahí le sentaría muy mal. Le abanicó un poco la cara y volvió al agua sin perderle de vista. Le habían dado con una pastilla de jabón, no podía tardar mucho en despertar. ¿No? De repente, se dio cuenta de que Dranser la estaba mirando con expresión curiosa. No era deseo, podía decirlo, ni tampoco nada romántico. Pero sus pupilas estaban fijas en ella y no parecía darse cuenta de ello. Cuando habló, una sonrisa amable se extendió por el rostro de Aki al escucharle. Así que solo era eso. Fingiendo que no le había encantado el piropo, se deshizo la coleta dejando que parte de su pelo acariciara el agua. Se cogió uno de los mechones y lo pasó entre sus dedos mientras miraba al espadachín.

- En realidad utilizo una mezcla con plantas. Viajo mucho, si dependiera de una marca me quedaría sin ello en cualquier momento. Pero mi champú puedo fabricarlo casi en cualquier lugar y de todas formas siempre llevo una bolsita con lo esencial. Puedo darte un poco después, si lo quieres. ¿Qué utilizas tú? Ni siquiera el peor champú que he probado hacía que el cabello pinchara. Y he probado muchos, te lo aseguro.

Se quedó meditando unos segundos, pensando en si tendría suficiente para ambos. Ninguno tenía el pelo precisamente corto, pero bastaría. De repente, él la sorprendió con otra petición. Pensativa, se llevó un dedo a los labios. Podía cambiar su propia imagen, en realidad, pero nunca lo había probado en alguien más.

- Quizás... déjame probar.

Sabía como lo hacía consigo misma. Quizás bastara con replicarlo sobre él. Algo titubeante, extendió la mano apuntando a su entrepierna. Durante unos segundos no pasó nada, pero entonces algo comenzó a cubrir las vergüenzas del espadachín. Una vez terminados se apreciaban unos preciosos calzoncillos ajustados, de color rojo y con un elefante dibujado en el frente. Divino.

- Creo que así estarás bien. Y... te seguiré ahora, quiero ver si Rag despierta. Si no, terminaré por avisar a alguien para que se lo lleve. ¿Nos vemos en las salas de descanso?

Y así fue como Dranser se hizo con otra fácil victoria y por ello mostró una sonrisa siniestra. No tenía que ponerse tan serio, pero esa miserable rata se lo merecía. El chico soltó un enorme bostezo y después se rascó la cabeza mientras escuchaba las palabras de la jefa. Se quedó un poco pensativo y entonces recordó lo que solía usar. Siempre era lo que tenía en el cuarto de baño de su habitación en la revolución. Pensó un poco mejor que aspecto tenía y después soltó un suspiro. No había cojones a acordarse del nombre del producto, pero siempre podría describirle como era. Entonces soltó una pequeña carcajada y le habló con una calma asombrosa.

- Es un bote morado con letras verdes y con algunas ramas en la pegatina. No recuerdo ahora el hombre, pero está claro que tiene que ser bastante malo. Creo que voy a pedirte un poco de esa cosa que usas.

Escuchó las palabras de ella y entonces observó cómo le señalaba. Se quedó quieto y pudo ver como se formaba aquella cosa en su entrepierna. Sonrió de forma calmada y el hizo una leve reverencia mientras asentía a sus palabras. No tardó mucho en llegar a su habitación y ponerse un pantalón blanco corto. Después salió por los pasillos de aquel sitio y se acercó a una máquina de refrescos. No tenía ganas de meter dinero, de hecho, ni tenía encima. Le dio un leve golpe y cayó una lata de gaseosa de limón. La tomó despacio y la abrió con calma. Le dio un enorme trago y notó aquella deliciosa sensación recorrer su garganta. Entonces caminó hasta las salas de descanso y vio un enorme sofá para tres personas y se sentó en una esquina. No parecía haber nadie y sería mejor así, nadie le molestaría.

Ahora solo debía esperar a que Aki llegase. Cerró los ojos y llevó las manos hasta detrás de su nuca. Tampoco llevaba sus armas, pues no creía que pasase nada allí. Tampoco es que no pudiera defenderse, tenía varias armas de energía y sus habilidades animales. Finalmente se tumbó a lo largo bocarriba y se quedó allí echado esperando a la jefa. No se arrepentía de haber dejado a Raguersir ko. Ese idiota se lo merecía. Sonrió de forma un poco cínica y después soltó un enorme bostezo.

- Me he quedado en la gloria. Creo que ahora solo falta… Pues no sé lo que falta. – Pensó algo perezoso mientras volvía a dar un enorme trago a su deliciosa gaseosa de limón. Era un sabor increíble.

Raghersir no despertaba. Le di un par de palmaditas en la cara, pero no pareció surtir efecto. Al final decidí dejarle descansar y le hice una seña a la chica encargada del lugar. Era la misma que nos había reñido antes por montar alboroto, pero al ver el percal se calmó. Me cargué a Rag al hombro y la seguí hasta lo que parecía una pequeña enfermería. Le tumbé en la camilla y le dejé una cuartilla doblada sobre el pecho. ''Te desmayaste en el agua, llámame cuando despiertes. A''. Con eso debería bastar.

Tras darle las gracias a la enfermera, volví a mi cuarto. Seguramente Dranser ya me estuviera esperando, así que debería darme prisa. Me quité el bikini mojado y tras secarme me puse uno de los kimonos que el centro dejaba a disposición de los usuarios. Era bastante fresco, lo que se agradecía y mucho. Antes de salir pasé por el baño rápidamente y agarré el bote de champú; este sería un regalo.

Deambulé un poco entre los pasillos hasta encontrar las salas de descanso. Dranser ya estaba allí, bebiendo algún refresco y tirado en el sofá. Le sonreí y me acerqué , levantando el bote de champú en el aire.

-Espero no haber tardado demasiado, he llevado a Rag a la enfermería para que duerma sin molestar al resto de clientes. Y... te he traído algo de mi champú, espero que te sea útil.

Se lo tendió antes de mirar en derredor. No le apetecía demasiado sentarse después de estar tirada en el agua y sus ojos se posaron en una mesa de pin pon. Se acercó a ella despacio, muy despacio, con cautela. Agarró una de las palas con suavidad y la acarició con la yema de los dedos. Alzando los ojos, miró a Dranser y le dedicó una pequeña sonrisa.

- Ey, ¿Te apetece jugar? Apostemos algo.

Su deliciosa bebida se había terminado y eso provocó que el espadachín soltase un suspiro. Tenía ganas de ir a por otra, pero esta vez de sabor naranja. De aquella forma podría probar dos distintas y decidir cuál era la que más le agradaba. Pudo ver incluso una de sabor menta, pero esa podía ser algo demasiado raro incluso para él. Tal vez el mero hecho de beberse algo que podía considerarse una planta podía ser enfermizo. De todas formas, no iba a pensar mucho con la pereza que tenía encima. Soltó un bostezo considerable y después de unos segundos pudo notar el olor de la pelirroja acercarse despacio. Cuando escuchó sus palabras asintió con la cabeza. El capullo del otro soldado estaba en la enfermería y vencido por una pastilla de jabón, ridículo. Había que ser un poco cafre, pero eso no era problema suyo.

No tardó mucho en ver aquel bote que ella le tendía, pensó mientras tanto en una melena sedosa y suave. Le dio algo de cosa coger aquello, pero finalmente lo agarró y lo puso a un lado, no sin antes ponerse a leerlo y a mirarlo. Tal vez debía pedirle algunos más para su hermoso cabello castaño, pues pese a que Aki tenía un pelo hermoso, adoraba el suyo como ningún otro. Se rascó un poco detrás de la cabeza y se colocó en pie. Caminó hasta el otro lado de la mesa y tomó la otra pala. Él quería usar dos como buen maestro de la espada, pero parecía ser ilegal en aquel juego. Entonces escuchó lo de la apuesta y miró a la chica de forma calmada. No tenía nada que apostar y por ello ladeó la cabeza algo confuso.

- Pues no tengo nada de valor, así que supongo que si pierdo haré lo que desees. Aunque siendo ya tu soldado, creo que eso es algo que ya posees… Mmmm…

Dranser se quedó algo confuso, pues no sabía lo que apostar contra ella. Tal vez podía forjarle un arma de su agrado y que le gustase o quizá enviarle a Ryuken a limpiarle la casa. Lo último podía parecer un poco cruel, pero no le pareció tan mala idea después de todo. Lo siguiente que hizo fue alzar la pelota en el aire y entonces mostró una sonrisa confiada. Cuando el pequeño objeto circular bajó, el revolucionario lo golpeó con violencia enviándola a la zona enemiga de aquella mesa y mostrando una pequeña expresión siniestra.

- ¡Apuesto lo que tú elijas! – Así se quitaba de problemas, esperaba de hecho marcar el primer punto con facilidad, aunque conociendo a la pelirroja, tal vez aquello no iba a funcionar como planeaba.

Había estado pendiente de los movimientos de Silver desde el momento mismo en que se había levantado. Por ello, no le fue muy complicado reaccionar a tiempo y devolver la bola al campo de su contrincante. Alzó el brazo en perfecta armonía con su postura, mirándole a los ojos mientras la pala en su mano chocaba con la esfera de color blanco. Por un instante pareció que el tiempo se había detenido, para volver a la normalidad en el momento en el que la pelota rebotaba. El sonido le hizo sonreír, hacía demasiado que no jugaba a algo así.

Seguía pensando mientras jugaban. ¿Qué podían apostar? Sus ojos paseaban por la estancia a ratos, pendiente del partido. Sin embargo, cuando al fin descubrió un objetivo a la altura Silver utilizó el despiste para colarle el primer punto. Sin perder la calma, ni la inocente y aaamplia sonrisa, Aki se agachó para recogerla y le miró radiante.

-Silveeer....- canturreó.

Se acercó a él los dos pasos que los separaban y le dejó la pelota en la mano. Acto seguido, señaló a la puerta. En la estancia de enfrente se encontraba uno de los dueños del lugar, leyendo el periódico en uno de los sofás. Seguramente estuviera en su hora libre.

-El que pierda ha de ligar con el señor para que la estancia nos salga gratis. ¿No es una idea genial? Venga, sigamos.

Volvió a su puesto sin dejarle responder y se puso en posición para recibir la pelota. Pensaba utilizar cada medio a su alcance, solo porque la escena valía la pena. No dejó de sonreírle, sabiendo que sería una ardua y merecida pelea.

¿Qué cojones? El espadachín observó a la pelirroja meter el primer punto sin permiso alguno. Alzó una ceja durante algunos segundos y después suspiró. Iba a tener que usar sus mejores técnicas para vencerla. Entonces ella abandonó su puesto y él se mantuvo calmado. Cuando ella estuvo a su lado para hablarle, él lanzó la bola al campo enemigo al no estar su oponente.

- Te jodes por abandonar tu puesto.

Dijo mientras sonreía de forma siniestra. Entonces escuchó lo que mencionó sobre ligar con el tío de la habitación de al lado. Los ojos del espadachín se abrieron como platos y después una venita se marcó en su frente. No pensaba perder contra ella. Asintió a sus palabras y entonces cogió el cajón de las pelotas. Lo primero que hizo fue lanzarlo al aire y coger una pala con la boca y otra con su mano libre. Saltó con fuerza hacia arriba y empezó a lanzar proyectiles al campo enemigo sin parar.

- ¡Lobo! ¡Perezoso! ¡Topo! ¡Águila! ¡Escarabajo tigre! ¡Araña! ¡Gorila! – Gritaba usando todos sus poderes animales al mismo tiempo que golpeaba las bolas hacia ella con su bestial velocidad.

No pensaba dejarse ganar de ninguna forma y se notaba que el pique era insano, pues parecía estar dispuesto a quedarse sin energía. De hecho, imbuyó las bolas en haki armadura mientras gritaba con furia y continuaba el ataque. Su honor le impedía dejarse ganar aunque fuese la jefa. En mitad del bosque de bolas voladoras, el espadachín sonrió mientras observaba a la líder, esperado que ella hiciese su movimiento.

- ¡Jefa! ¿En serio confías en Raguersir? En la guerra apareció de la nada con un aspecto raro. Tampoco suele estar mucho en las pocas situaciones que nos vemos y… ¡Se ha quedado fuera de juego con una pastilla de jabón! – Exigió al mismo tiempo que aterrizaba desde el aire y preparaba las palas de nuevo.

-“¡Despierta! ¡Despierta!”- escuché decir a una voz conocida mientras me abofeteaba la cara.

-¿Qué…?- pregunté abriendo los ojos algo aturdido.

-“Menos mal, pensé que ya habían acabado contigo.”- dijo aliviado mi amigo.

Tarde unos segundo en reaccionar, no entendía nada de lo que estaba pasando. Hasta hace unos segundos estaba en una amistosa pelea acuática con mis compañeros. Cómo había llegado a aquella pequeña sala y que hacía Tomefis allí era un completo misterio.

-“Venga arriba, no hay tiempo. Tienes que salir de la isla cuanto antes.”- me apresuró.

-¿Qué está pasando? Estaba descansando en las termas.- le respondí.

-“Tú mismo lo has dicho, estabas. Tus compañeros de Xella te han traicionado. Te dejaron fuera de combate y te tiraron al agua para que sus lacayos pudieran acabar fácilmente contigo. Menos mal que no confié en ellos y te seguí, si no estarías muerto.”- me explicó.

-No puede ser, son mis compañeros.- le contesté algo confuso.

Para mí no tenía ningún sentido lo que estaba diciendo, tanto Aki como Dranser me habían tratado bien desde el día en que los conocí. Por muy malas decisiones que hubiera tomado durante la guerra, ninguna podía darles ningún motivo para matarme.

-“Sé que es difícil de asimilar, pero todo el tema de las termas era una trampa. Por favor confía en lo que te digo y márchate ahora.”- siguió insistiendo mi amigo.

El dilema en mi cabeza era cada vez mayor. Por muy miembro que fuera, nadie de la organización había hecho tanto por mí como Tomefis. De no ser por él seguramente habría acabado con todo yo mismo hace tiempo. Sí, sin duda si se había tomado la molestia de ir hasta allí y enfrentarse a Xella por mí era porque estaba en peligro de verdad.

-De acuerdo, me marcharé.- accedí finalmente con algo de pena.

-¿Hay alguien ahí?- dijo una voz desconocida mientras tocaba a la puerta.

-“Rápido, por la ventana. Yo los entretendré.”- me dijo en voz baja mientras me hacía un gesto con la mano para que me fuera.

-No puedo dejarte sólo, nos abriremos paso juntos.- le respondí también en un tono suave.

-¡Abrid la puerta y salid! ¡Sé que estáis ahí!- volvió a intervenir la voz aporreando la puerta.

-“¡Calla y márchate ya!”- me ordeno Tomefis con voz enfadada.

No quería dejarlo, pero sabía que era mucho más poderoso de lo que aparentaba. Si me quedaba con él no sería más que una molestia. Aún no estaba totalmente recuperado de mis heridas, sólo había que ver lo fácil que me habían dejado fuera de combate. Lo único que me quedaba por hacer era por escabullirme y así lo hice esperando volver a ver a mi amigo pronto.

Notas:

Aki agarró otra pala mientras trataba de aguantarse la risa. Había dado en un punto sensible, estaba claro. Pero no iba a dejarle vencer así como así. Con energías renovadas, empleó en la batalla todos sus reflejos, toda su velocidad. Las pelotas volaban y para cuando devolvía una otras dos llegaban. Notaba el sudor en su frente, pero no se paró por un instante. Oía a su ahora rival enumerar todas sus técnicas, pero para ella solo eran pelotas a devolver. De vez en cuando alguna se escapaba en ambos lados, pero por algún motivo siempre había más y pronto perdió la cuenta de las puntuaciones. Eso no importaba. Solo tenía que seguir golpeando.

En el bosque de pelotas, algunas comenzaron a volverse casi negras. Haki armadura, hasta aquí hemos llegado. Aki pasó a su forma completa y se alzó sobre el tablero para continuar la poderosa contienda. Hizo lo propio imbuyendo sus palas para dar todavía más velocidad a las bolas que no dejaban de llegar. Podía ver desde el aire la mesa de ping pong, llena de muescas, golpes y arañazos producto del bestial encuentro.

-¡Tengo mis razones! De todas maneras... quizás no sería... mala idea... echarle un... ¡¡vistazo!!.

Apenas se despistó un segundo para contestarle y una de las esferas le pasó rozando la oreja. Eso habría hecho daño. Oyó el silbido que hizo al pasar y acto seguido activó el mantra. No perdería. Se enfocó en su totalidad a las pelotas, previendo adónde irían a parar para devolverlas ipso facto y por unos segundos pareció que ganaría. Pero entonces, notó otra cosa y el juego se detuvo abruptamente. Pasando del resto, descendió y dio un último golpe. La bola escogida atravesó la mesa, rebotó en el suelo y la volvió a atravesar hasta dar el punto y final. Tiró las palas y dejó que el bosque de esferas blancas cayera al suelo rebotando. Volvió a su forma normal y abandonó la sala. Sabía que Dranser la seguiría.

Cuando llegó a la enfermería él ya no estaba allí. ¿Por qué? No tenía razones para huir de ellos, pero lo había hecho. No le habían tratado mal, así que el resentimiento no podía entrar en juego. Sin embargo... quizás había alguien más jugando con él.

- Algo me dice que se han terminado las vacaciones.

No era posible. Aki se había convertido en un jodido demonio y había metido un golpe descendente a la bola. El espadachín imbuyó sus palas en haki armadura y cuando salió aquel objeto hacia arriba trató de meterle un palazo. Cuando lo hizo, aquellos objetos de madera se partieron por la zona del mango y la pelota casi le vuela la cabeza. El revolucionario tragó saliva y después de unos momentos aterrizó en el suelo con algunas gotas de sudor bajándole por la frente. Clavó una rodilla en el suelo y observó el ser en el que su jefa se había transformado. Debía admitir que los poderes de las frutas mitológicas daban miedo. Soltó un pequeño suspiro y después escuchó lo que dijo.

El depredador caminó tras ella cuando la vio largarse hacia la enfermería. Su propio haki mantra le había advertido que la presencia de aquel capullo se alejaba a toda velocidad. Dranser ladeó la cabeza y supuso que era lo más normal del mundo; Una traición. No había motivo para que saliera corriendo sin decir nada. Empezaba a pensar que tal vez Raguersir trabajaba con alguien más. No quería pensar que era un espía, pero lo sucedido en Síderos le había extrañado muchísimo. Ahora, nada más nombrarlo salía disparado. Una casualidad enorme y además abandonándoles allí sin decir nada. Algo iba demasiado mal, pero él dejarías las cosas a la pelirroja. Escuchó sus palabras y después de unos momentos se rascó la cabeza.

- ¿Se han terminado en media hora? Debería tomarse más descanso jefa, pero en fin, supongo que ahora hay dos opciones. O voy a por él y te lo traigo o no voy a por él, y por lo tanto no te lo traigo. – Mencionó mostrando una sonrisa algo engreída.

La verdad, el espadachín no sabía cómo funcionaba la mente de la pelirroja, pero estaba seguro que no dejaría aquello pasar. Aunque tal vez se equivocaba. Canceló sus habilidades animales y el haki para después cruzarse de brazos. Lo siguiente que hizo fue mirar en la dirección en la que aquella persona huía cagando leches. Frunció un poco el ceño y su expresión pasó algo más seria.

- Anda, relájate un poco. Si tienes alguna misión o trabajo puedo ocuparme perfectamente. Después de la guerra debes de estar hechas un poco…Polvo. – Dijo el tío con el cuerpo lleno de cortes y bastantes heridas.

La pelirroja se cruzó de brazos y se apoyó en la pared. Estaba claro que Raghersir se había ido por la ventana. ¿Tan desesperado estaba? No valía la pena perseguirlo ahora, desde luego. No... había que afrontar el asunto con algo más de tacto. Sin embargo, mientras iba trazando los pasos a seguir en su mente, Dranser le interrumpió. Le miró un par de segundos antes de sonreírle ligeramente.

-No te preocupes. Te mereces descansar por el momento. Al menos hasta que te cures del todo. Y en cuanto a Raghersir... no vayas a por él. Quiero saber la historia detrás de esto antes de hacer nada.

Al fin y al cabo, si había alguien ayudándole o recibiendo información de él quería enterarse antes de eliminarle. Podía ser una complicación más adelante y no estaba para nada dispuesta a lidiar con algo así. No habría brechas en la seguridad, estaba decidida. Inconscientemente se llevó la mano al cuello, donde descansaba el anillo dorado que la identificaba como cabeza de Xella. En cuanto salieran de allí llamaría a Jester y reuniría los datos que Raghersir les había facilitado. Iba a llegar hasta el fondo del asunto. Pero todavía quedaba un cabo suelto.

-Lo que sí podemos hacer por el momento es hacernos cargo de una cosa, ven conmigo.

Salió de la enfermería y se dirigió hacia la recepción atusándose el pelo y recolocándose el kimono. Indicándole a Dranser que esperara y observase, se acercó al mostrador principal. Le dedicó una enorme sonrisa al encargado antes de decirle:

-Sí.. lo siento mucho, tuvimos un incidente con la mesa de ping pong. Me gustaría que los cargos corrieran de mano de mi amigo, ¿Es posible? Oh claro... Raghersir, Raghersir Perk. Su numero de cuenta es...

Volvió unos minutos más tarde con Dranser, con la estancia y los destrozos pagados y una sonrisa en la cara.

- Ven. Te invitó a la cena en el buffet, cortesía suya también. Mañana me pondré manos a la obra, pero creo que unas horas no harán gran diferencia.

Pues sí que había que estar desesperado para tirarse por una ventana. El espadachín se mantenía sonriente mientras observaba a su jefa y esperaba las órdenes. Parecía ser que lo iban a dejar en paz. El chico asintió con la cabeza y empezó a pensar en que Raguersir no tenía precio. Esperaba que no fuese un espía del gobierno o él mismo le cortaría el corazón en siete partes. Escuchó las palabras de la pelirroja y la siguió con ambas manos en los bolsillos. Esperaba que fuesen a un sitio divertido donde poder hacer algo similar a la mesa de ping pong. Estuvo gracioso el partido, pero su cabeza peligró en varios momentos. Esa sensación de sentir el peligro tan cerca le hizo sentirse demasiado cómodo.

Cuando la pelirroja volvió, el espadachín no pudo evitar reír por lo bajo. Estaba por cargarse más cosas y dejarlo todo a cargo del supuesto traidor. Se había quedado con su aura de todas formas, no sería difícil pillarlo. Su olor tampoco era un secreto para él, pues con su poder del lobo podía olfatearle si estaba cerca. Entonces se mantuvo calmado y observó a su jefa.

- Si te vas a poner manos a la obra, yo también quiero empezar a trabajar. No veo justo que por culpa de una persona estropees tus vacaciones. Ya habrá tiempo de descansar. – Mencionó indicando que pasaba él también del descanso.

Lo del buffet estaría genial y no tardó mucho en ir junto a ella. Nada más llegar pudo ver aquella enorme sala donde la gente iba de un lado a otro con platos. Una sonrisa se formó en su rostro y divisó todo lo que deseaba comer. Cuando el camarero les preguntó, fue él quien le indicó todo.

- Mesa para dos, menú de buffet y yo de beber quiero una botella de agua. Le dejo con ella mientras voy a por el arroz con pollo. – Le dijo largándose y dejándole con Aki para que ella eligiese su bebida.

Dranser volvió a los cinco minutos con siete platos en sus brazos y los dejó por toda la mesa. Había gambas asadas, arroz, carne, patatas, verduras salteadas, algunas salsas y fritos. También una ensalada aliñada y todo. Estaba claro que lo puso en medio por si ella también quería coger. Así no tendrían que estar dando viajes. Cogió los palillos de madera y empezó a comer arroz tranquilamente.

- El día no ha ido tan mal. Baño relajante, champó nuevo, partido intenso, comida rica. Ya nada podría mejorarlo, esto es el paraíso. ¡Gracias, jefa! – Exclamó alzando su botella de agua dispuesto a brindar con lo que ella hubiese pedido.

Mientras caminaban hacia la sala del buffet, Aki sonreía escuchando las palabras de Dranser. Había hecho bien en escogerle y el chico se lo recordaba sin saberlo a cada momento. Su lealtad era más que admirable, pero de momento había hecho más que suficiente.

-Para nada, no tienes de qué preocuparte. Céntrate en recuperarte, te avisaré cuando descubra algo.

''Cuando'', no ''si'', pensó para ella mientras seguían caminando. En las palabras siempre había cosas ocultas; Raghersir no escaparía. Obtendría todas las piezas del puzzle y su cabeza sería la imagen final. Se había ido sin motivo, seguramente siguiendo a algún aliado del que no tenían noticia. ¿Lo tendría planeado? Y de ser así, ¿Desde cuándo? Circunspecta, no se dio cuenta de que ya habían llegado hasta que el camarero le preguntó por qué comería. Alzó la cabeza, un poco confusa. Habían llegado al restaurante y al fondo, Dranser estaba entre los puestos sirviéndose de todo aquello que tuviera buena pinta. Esbozó una sonrisa, antes de contestar al encargado.

-Un agua, por favor. De todo lo demás me sirvo yo.

Paseó entre las diferentes bandejas de comida; lo cierto es que tenía mucho apetito. Sin embargo, algo al fondo llamó poderosamente su atención. Veloz como una centella, adelantó a Dranser olvidando entrantes, primeros y segundos platos. Poco después, se hallaba en la mesa con un plato enorme lleno de melón con jamón y cara de deleite. Comenzó a comer con alegría, incitando a Silver a probar una pequeña porción. El resto de melón debía de ser suyo.

Pero todo lo bueno se acaba y aquel plato no fue la excepción. Contenta de que él hubiera traído más comida, ignoró el hecho de que había comenzado por el postre y comenzó a picotear de todo un poco. Gambas, arroz, pollo y salsas fueron todas degustadas. Un buen rato después, ambos estaban llenos y felices en un mar de platos vacíos. Antes de levantarse, dio un último sorbo a su botella de agua.

- Esta noche me iré de la isla. Si necesitas un viaje a algún lado ya sabes cómo pedirlo. De momento nuestros caminos se separan; tengo algunas cosas que comprobar además de lo de Rag y será más fácil si voy sola. Pero estate atento; volveremos a vernos.

Comenzó a caminar y se paró en el quicio de la puerta para girarse y dedicarle una sonrisa.

- OH y Silver... gracias por todo. Buen trabajo.