Una Duda ¿Tú Pendiente Sabe A Mora? [Drake-Asderdeker]

El luchador avanzaba despacio por las calles de aquella isla. Después de lo pasado en Síderos, lo mejor era relajarse un poco por aquel lugar. Sus batallas fueron pocas, pero exageradamente terribles y difíciles. Pudo incluso vencer al guardián de la isla empleando los poderes de las puertas del Zan Nin Na, pero le salió caro. Algunas heridas de más y unos cuantos moratones que no le gustaron. Sus nudillos algo dañados y sus hombros demasiado heridos por aquellas plumas que se le clavaron. Al menos todo había pasado y el lobo blanco había vuelto a sobrevivir a otra guerra. Lástima que no supiera nada de Ivan o de su hermano, aunque sabía que el segundo se habría pirado y en un estado mejor al de él.

No pudo evitar bostezar al mismo tiempo se estiraba un poco mientras continuaba caminando. Vestía con una enorme túnica blanca que además le quedaba grande. Era como si hubiese cogido una manta de un colchón abismal y se la hubiese puesto por encima. En realidad la compró en una tienda de ropa para semigigantes. En sus pies llevaba unas botas y por dentro unos pantalones negros. En su frente podía verse su cinta roja y sus cabellos estaban alborotados. El musculoso joven avanzaba despacio mientras estiraba sus brazos y hacía algunos ejercicios de calentamiento. No tardó mucho en pasar por al lado de un puesto de manzanas. Las ganas de vomitar le vinieron de repente, odiaba aquellas cabronas. Desde lo pasado en la isla con aquella fruta venenosa, le había cogido asco.

- Es raro, pero en estos momentos no tengo mucha hambre que digamos. Es una basura pasarte los días aburrido. Deberíamos irnos con Arribor de una vez. – Dijo el chico al mismo tiempo que su ojo derecho tomaba un tono rojizo.

- De hecho, eres el segundo al mando por una vez en algo, deberías comportarte como tal y ponerte a lanzar gente por la borda, digo, lanzar órdenes… – Respondió Slayer en su mente con un tono serio.

Drake no pudo evitar soltar una pequeña carcajada mientras su ojo volvía a ponerse de color verde. Su demonio interior tenía razón y era el momento de irse de una buena vez. Estiró los brazos hacia atrás y acto seguido unas alas negras salieron de su espalda, como si se tratase de un diablo o algo similar. Estuvo a punto de alzar el vuelo cuando de repente escuchó una pequeña explosión en una pescadería cercana. Quedó algo descolocado y le entró un poco de curiosidad, a saber qué era aquello. Sin pensárselo empezó a avanzar despacio hasta aquella zona llena de pescados.

- Otro día más en alta mar… - Sonaba la voz del joven en el amplio océano. - ¿Alguien podría traerme un Gintonic? Bueno, mejor no, es muy de postureo. Prefiero una buena copa de Jax Donie’s con Nuck Kola. – Al parecer se encontraba en una especie de barco de alto lujo, pero… ¿Cómo había conseguido entrar en aquel lugar? Para alguien sin dinero y de una isla con poco poder económico, se las gastaba bien. Gracias a un par de contactos que tenía consiguió una buena plaza. Se dirigía a una de las islas en las cuáles ya había estado, pero… ¿Por qué? Ya había conseguido todo lo que quería y, bueno, en aquel lugar no lo iban a tratar muy bien. Pero eso poco le importaba, se dirigía a Skyros para tratar de zanjar un asunto pendiente. ¿Cuál era? Todo a su debido tiempo, Invitado. – Mmm… Delicioso. Me podría tirar años bebiendo de esta mierda. – Dijo mientras, tumbado en una hamaca y con la copa en la mano, tocaba con su mano libre un extraño animal, pequeño y con forma de cangrejo o bicho bola, aunque tan grande como un cachorro de perro. Era un engendro realmente raro que había conocido horas atrás.

Unos cubatas antes…

- ¡Hey, esta historia la contaré yo, así que bienvenido a mi historia, válgame la redundancia. Estaba yo tranquilamente sentado en la barra del bar, cuando de pronto una mujer espeluznante con ropas caras se me acercó. Tenía arrugas que intentaba disimular con grandes cantidades de maquillaje. Intentó ligar conmigo, se acercó y me insinuó. No podía hacer nada, no era una criminal, sino gustosamente le habría cortado la cabeza. Entonces me fijé en algo, llevaba con una correa al pobre animalito y por si fuera poco, lo trataba mal. ¡Era demasiado bonito! Necesitaba salvarlo de aquella opresión, pero al parecer sólo tenía una opción; acostarme con ella. Bueno, pues un rato después, tras una charla, nos fuimos para su gran y lujoso camarote y… El resto de la historia ya te lo puedes imaginar, Invitado… Fue realmente asqueroso, repugnante.

En la actualidad…

- ¡Tierra a la vista! – Gritaba el capitán del barco.

- ¡Vamos Escurri! ¡Es hora de volver a pisar tierra firme! – Gritaba mientras le acariciaba la cabeza. Saltó del barco y comenzó a caminar, dirigiéndose a uno de los puestos de comida rápida que habían por el poblado, cuando de pronto una explosión invadió la tranquilidad. - ¿Qué ha sido eso? ¿No te habrás asustado, no? ¡Vamos a mirar que ha pasado! – Dijo para así sujetar a su nuevo aliado y correr en dirección a la explosión.

Drake no tardó mucho en llegar a la pescadería y ver lo que había sucedido. La explosión había sido a causa de un accidente con una bombona de butano, aunque el mayor problema era el motivo por el que reventó. Un tipo con pasamontañas, pistolas y ropa sucia apuntaba a varias personas mientras temblaba. Parecía estar nervioso y el lobo ya supo al momento lo que sucedió. Un ladrón se había puesto nervioso y había disparado contra lo primero que pilló. Encima, había varios heridos por el suelo. El chico no pudo evitar soltar un suspiro y apretar los puños ¿Desde cuándo le importaban los demás? Pues no mucho, pero el mero hecho de que aquel tipo usase armas de fuego le hizo enfadar. El chico lobo impactó su puño contra el aire para formar una terrible onda de choque que hizo a aquella persona salir volando como un globo.

El luchador entonces caminó hacia él con el gesto serio. Su presa había ido a parar al muelle y no había caído al agua de milagro. Parecía dolido en la zona de la rodilla, pues se la tocaba mientras soltaba algunos quejidos. Lo primero que hizo el Lars fue tomar la pistola, la cual había caído al suelo. De un apretón la hizo polvo y después de aquello tiró los restos al océano. Sus verdosos ojos se clavaron en los de aquella persona y fue entonces cuando se acercó lo suficiente como para tomarlo del cuello y elevarlo. Los orbes del chico empezaron a tomar un color dorado intenso y acto seguido frunció un poco el ceño. Estaba a punto de hacer una locura, pero en ese momento negó con la cabeza y dejó al payaso tirado en el suelo. De una patada floja lo lanzó dos metros hacia el puerto.

- Fuera de mi camino.

Dijo simplemente mientras se quedaba un poco pensativo. Realmente no se había replanteado si ayudar a los demás era bueno o malo, de hecho, no sabía si le daban igual las vidas ajenas. Él se dedicaba a ir a lo suyo de un lado a otro sin rumbo fijo. Se rascó un poco la mejilla derecha y acto seguido soltó un bostezo mientras caminaba de nuevo hacia la pescadería. Algunos ciudadanos se habían ayudado entre ellos para apagar las llamas. El olor a salmón asado llegó al olfato del lobo y no pudo evitar negar con la cabeza.

- Menudo estropicio se ha montado.

Asder corría con su nuevo compañero, el adorable Escurri, hacia el lugar de la explosión. Una llamarada volaba hacia el cielo, haciendo que el fuego bailara al son de los gritos de aquellos que corrían. Un ladrón, o eso parecía por sus pintas y su pistola, amenazaba a otros. ¿Cuál había sido el motivo de todo aquello? El cazador no era un héroe, mucho menos un súper héroe, pero sabía que debía hacer algo. Dejó a su pequeño amigo en el suelo y posó su mano sobre la empuñadura de su arma. No podía dejar que se desatara el caos, ya que tanto él como Escurri podían salir heridos, y eso no lo iba a permitir. Estaba más que preparado, calculaba la distancia entre ambos para poder avanzar a su máxima velocidad y cortar el brazo del atacante. Estaba a punto de hacerlo, pero entonces algo que no se esperaba, ocurrió. Una enorme ráfaga de viento, como si de una onda concentrada se tratase, envió a volar a aquel forajido. Nadie sabía lo que había ocurrido, pero el joven se fijó en algo. Un enorme luchador, casi gigantesco, había estampado su puño contra el aire, creando dicha onda de choque. Asder sonrió, se ahorró trabajo, pero…

- ¡¿Qué?! – Gritó Asder.

Había reconocido a aquel luchador, sabía lo suficiente como para saber que el ladrón iba a morir tarde o temprano. Aquel hombre era un luchador famoso en los mares, un pirata temible que hacía poco se había unido a una banda, después de la muerte de Derian. Se trataba de Drake, una bestia indomable. Pero… ¿Qué hacía ayudando a todos aquellas personas? No lo entendía. ¿Tal vez tenía un asunto pendiente con aquel ladrón? Sabía que, por mucho que valiese la cabeza de aquel hombre, no podía hacer nada. Tampoco es que le importase cazarlo, a no ser que poseyese información sobre su padre. La bestia comenzó a caminar hacia el delincuente, con una expresión seria. Agarró la pistola del suelo y con su gran mano y un poco de su fuerza la hizo polvo. Sin duda, Asder no estaba preparado para enfrentarse a semejante bestia. Lo tomó del cuello y lo elevó en el aire, como si de un pequeño peso se tratase. Lo arrojó al suelo y entonces lo pateó. Asder caminó hacia el criminal y le quitó el pasamontañas, descubriendo que se trataba de un estúpido delincuente de no más de mil berries por su cabeza. Una escoria.

- Bueno, contigo ya tengo para pasar la noche hoy. – Dijo mientras con su katana separaba la cabeza del cuerpo y la metía en una bolsa. Caminó hacia el puesto de pescado. Escurri parecía emocionado y hambriento, así que debía hacer algo. Miraba de reojo como la bestia avanzaba también, no podía quitarle los ojos de encima, o algo malo podría ocurrir. El joven se dirigió al pescadero y le lanzó la cabeza en la bolsa. – Ese hombre costaba mil berries. Espero que me des algo de pescado para mi pequeño compañero. – El pescadero asintió con la cabeza y le ofreció una bolsa con pescado. Asder agarró uno y se lo dio a Escurri, mientras le acariciaba la cabeza. – Vamos, chiquitín, no seas tan rápido comiendo, o te atragantarás. – Asder siguió observando a Drake y, sin poder evitarlo, se dirigió a él. – Oye, me importa poco lo que cueste tu cabeza, tan sólo espero que tengas piedad con todo los que están aquí y no montes un numerito, porque me veré obligado… - Entonces no dijo nada más, no quería que aquello sonase como una amenaza. – Me veré obligado a invitarte a comer.

La salvaje mirada del lobo blanco había pasado a ser la de una persona impresionada. En menos de un minuto, aquel chico que había cortado la cabeza del tipo que él mismo lanzó por los aires. Lejos de correr o hablar, se acercó al pescadero empezando a hacer una especie de trueque a cambio de pescado. El luchador se mantuvo confuso en todo momento con la boca algo más abierta de lo normal. No entendía qué diablos estaba pasando y tan solo se dedicó a observar todo lo que sus ojos le ofrecían. Lo que se había liado por un simple ladrón. La sangre fría del chico fue legendaria al cortar de cuajo una cabeza humana. Él mismo usaba los puños para romper huesos, pero nunca había arrancado una cabeza de esa forma. Tan solo había una que destrozar por el momento, pero no había visto a Bleyd desde hacía mucho tiempo. Soltó un suspiro y se cruzó de brazos.

El joven se acercó al lobo pidiendo piedad por las gentes del lugar y además dijo que se vería obligado a invitarle a comer. Drake no entendía la petición, pues él no se había cargado inocentes. Tan solo los marines que atacaban a su familia y eso ya no los hacía personas inocentes, más bien, enemigos. El enorme luchador mostró una sonrisa enorme mientras pensaba en la invitación. Había pillado a una persona generosa por lo que se veía y no tardó mucho en soltar una pequeña carcajada. Era su día de suerte y entonces se quitó la túnica blanca. La tiró a un lado y desveló su cuerpo sobrehumano. Se relamió y se dio unos leves golpes en el estómago mientras se acercaba al chico.

- ¡Me parece estupendo! Quiero quince boles de arroz y diez hamburguesas de pollo. Se nota que eres una buena persona, chico erizo. – Dijo de forma animada.

El apodo fue más bien por la forma de sus cabellos. El lobo blanco se relamió una y otra vez mientras daba saltos de alegría y reía. Entonces se fijó en el pendiente que poseía esa persona. Era exacto al de Zero, pero en color morado. Recordó el día que mordió el de su hijo pensando que debía saber a melón, pero se equivocó. Tenía ahora la duda y por ello se quedó un poco pensativo. Acto seguido, se quedó mirando al chico y avanzó un poco hacia él. Clavó sus verdosos ojos en los suyos y le preguntó de forma seria.

- Una duda ¿Tu pendiente sabe a mora? – Su pregunta iba en serio y eso se notaba por la mirada que estaba lanzándole en ese momento.

Drake entonces desvió la mirada hacia aquel cangrejo que iba con el chico y no pudo evitar sonreír de forma amable. Trató de tomar al pequeño ser entre sus brazos y si lo lograba empezaría a olisquearlo. Centró su haki en el animal por si trataba de pillarle la nariz con la pinza o algo así y después volvió a mirar al chico.

- Esto al vapor y con queso debe estar bueno ¿Lo incluyes en la invitación? – Mencionó babeando un poco y empezando a emocionarse.

Tras las palabras de Asder, Drake comenzó a soltar una pequeña carcajada. ¿Era su fin? El joven cazador movió poco a poco su mano hacia el mango de su katana, pretendiendo defenderse en caso de un ataque. Vio cómo su ahora rival se quitó su túnica y la dejó en un lado, dejando así ver sus enormes músculos de una bestia, relamiéndose los labios y dándose unos golpes en el estómago, como si de un gorila se tratase. Asder frunció el ceño, pero se calmó al escuchar la petición del lobo. ¿Quince boles de arroz y diez hamburguesas de pollo? Estaba pelado, no tenía ni un solo berrie, iba a tener que inventarse algo tras la comida, o incluso antes.

- B-Bien, por mí bien. ¿Tanto comes? Te pareces a mi padre… Malditos estómagos sobrehumanos. – Soltó mientras dejaba su arma de lado y volvía su mano a su bolsillo.

Aquello era demasiado, tal vez si sólo pidiese una hamburguesa podría pagarla fregando algún que otro plato, o algo. Debía haberlo imaginado, que aquel hombre enorme iba a comer tanto como su padre, de algo debía alimentar a su fuerza. Drake se relamía sin parar mientras daba saltos, al parecer estaba emocionada. Pero la mirada del lobo se fijó en algo, en el pendiente que llevaba Asder. ¿Tal vez también quería aquello? Si lo quería, debía dárselo, antes que meterse en una pelea contra él. Sabía perfectamente que no estaba a su nivel, ni por asomo. Pero la pregunta de Drake le sorprendió, dando un paso hacia atrás.

- Espera… ¿Qué? ¿Cómo va a saber a mora un pendiente? – Al principio creía que era en broma, pero como un experto en trampas sabía que iba en serio. – Está hecho de cristal o una aleación extraña que le da ese color. Tendrá un sabor metálico o algo por el estilo… - Ahora tenía curiosidad por saber a qué sabría. ¿Salado, dulce, amargo o ácido? Pero ahora la mirada de Drake se centró en el compañero de Asder: Escurri. Tenía una sonrisa extraña en su cara y agarró al pequeño animal. Intentó escaparse, pero las manos fuertes lo sujetaban. ¿Planeaba comérselo? - ¡Eh! ¡Eso sí que no! – Gritó Asder. Posó su mano, de nuevo, en el mango de su katana y la desenvainó. – No te dejaré que le hagas nada, aunque eso me cueste la vida. – Sujetaba su arma con ambas manos, amenazando, por así decirlo, al lobo. – Si le haces algo, no te invito a comer.

El lobo blanco escuchó algo desilusionado las palabras del joven respecto al pendiente. No sabía a mora, tal y como el de Zero. Soltó un pequeño suspiro y acto seguido clavó su mirada en el cangrejo que tenía entre sus brazos. Debía estar delicioso al vapor con setas. Las ganas de comérselo le invadían y ya no podía evitar babear mucho más. Entrecerró los ojos despacio y luchó contra la tentación de darle un enorme bocado en la cabeza. Una muerte rápida y que no haría sufrir al pobre animal. Como buen cazador sabía bien los puntos de los animales. Un lobo tenía que alimentarse bien y por el momento solo había probado jabalíes, pollo, vaca, cerdo y oso. Era la oportunidad perfecta para debutar con el marisco tras las gambas. Abrió su boca todo lo posible y se dispuso a morder. Entonces escuchó las palabras del chico y escuchó el metálico sonido de la espada de aquella persona.

El chico entonces detuvo el mordisco y miró con una sonrisa siniestra a aquella persona. Se tronó los huesos del cuello y apretó al cangrejo contra él sin intención de soltarlo. Sus ojos se entrecerraron y sus bíceps se apretaron a causa de que él lo hizo. Aquel ser parecía ser valioso para el chico de la katana. Tal vez era su mascota y en ese caso no haría nada con el pobre ser. Miró a los ojos de aquel bicho unos segundos y acto seguido volvió a mirar al chico que tenía delante de sus ojos. Mostró una sonrisa demasiado siniestra y después pasó su lengua por la cabeza del rico cangrejo. Después empezó a reír suavemente.

- Chico, o me amenazas con el puño, u os devoro a los dos. Las armas son repugnantes, de modo que compórtate como un luchador. Dejando eso de lado, no haré daño a este pequeño si es tu mascota, yo también he tenido animales a mi cargo. – Dijo el lobo mientras volvía a lamer la cabeza del bicho para asustarlo.

Entonces lo colocó despacio en el suelo y después caminó hacia aquel chico con paso calmado. Cuando estuvo frente a él se quedó mirando su espada y él estiro la mano hacia él, mostrándole la palma de esta y sonriéndole de forma arrogante.

- Nada puede derrotarme. Soy Drake, la bestia. Oculta tu estúpida arma cortante y vamos a comer de una vez. Debo alimentarme para crecer grande y fuerte.

Dijo el capullo. Ya había crecido todo lo que podía, pero él estaba empeñado en que seguiría aumentando su crecimiento hasta los treinta años. Una estúpida manía que se le había metido en la cabeza. Justo entonces empezó a caminar junto al chico con ambas manos en los bolsillos. Miraba los puestos de comida de forma calmada y después de unos momentos se frenó delante de uno de brochetas de cerdo. Ladeó un poco la cabeza y empezó a tocar el hombro de su compañero repetidas veces mientras las señalaba.

- Oe oe oe, señor del cangrejo, quiero un poco de eso. – Dijo con una expresión que mostraba mucha felicidad y con los ojos brillando.

- Por 120.000 berries puede llevarse veinte, es una oferta genial. – Dijo el vendedor entusiasmado, el cual tenía cabellos blancos como la nieve y ojos azules. Era un anciano de unos sesenta años.

Drake miró de nuevo al señor del cangrejo con ojitos felices al escuchar semejante oferta y sacó la lengua. Había tenido un antojo y al chico de la espada le tocaba saciar su antojo si quería que no se comiese al pequeño cangrejo, aunque tampoco pensaba hacerlo de verdad. Por el momento pensaba de esa forma.

- ¡Yo quiero! – Gritó dándole más toques en el hombro al joven.

La mirada que Drake echó a Asder tras sus palabras daba miedo. El cazador estaba casi temblando, pero no debía verse débil. Estaba intentando espachurrar a Escurri. Estaba probando al pobre animal que a punto estaba de desmayarse por el miedo. La lengua pasó por la cabeza del cangrejo y tras eso, se puso a reír. El joven estaba nervioso, usaría su arma aunque no fuera capaz de provocarle ni un solo corte a aquella bestia, iba a hacer lo posible para salvar a su ahora fiel compañero. Las palabras del lobo llegaron a oídos del cazador. Al parecer estaba siendo amenazado, a aquel hombre no le gustaban nada las armas, y mucho menos que le amenazasen con ella. Debía ser el día de suerte de Asderdeker, ya que no iba a ser golpeado ni devorado, de momento. Envainó su arma y vio a su rival, que relamió a Escurri, haciendo que este se desmayase del miedo. Lo dejó en el suelo, y el animal, tras notar el frio asfalto, despertó. Corrió más rápido que nadie hacia los pies de su amo. Drake caminaba despacio hacia el joven y después le extendió la mano. Las palabras eran intimidatorias, sin duda. Asder asintió con la cabeza.

Comenzaron a caminar ambos entre los puestos de comida rápida callejera. El cazador estaba atento en todo momento, aún no se podía fiar de aquella persona. Se pararon frente a un puesto que vendía todo tipo de comida hecha de cerdo. El plato más famoso y el que más se mostraba eran unas deliciosas brochetas con todo tipo de salsas. Incluso él estaba babeando al ver aquella brocheta oscura con una salsa dorada que brillaba con luz propia. Drake estaba dando pequeños toques en las hombreras del cazador, que se llevó la mano a su cara, sabiendo que iba a pedir algo. Entonces escuchó la oferta que ofrecía aquel hombre. ¿120.000 berries? Asder miró al viejo vendedor. Sus ojos rojos se clavaron en los ojos azules del anciano. Sus cejas se inclinaron y su boca se encogió. La nariz se arrugó un poco y mostró una cara típica de un asesino. Drake seguía dándole toquecitos, y entonces se le ocurrió algo. Se acercó al vendedor y se puso a su oreja, contándole alguna artimaña.

- Hey… - Decía en voz baja mientras tapaba su boca. - ¿No conoces a este hombre musculoso? Es un criminal muy buscado… Se dice que incluso sería capaz de enfrentarse a un almirante y salir ileso. Fíjate en esos músculos. – El vendedor abrió los ojos. Estaba sorprendido, asustado. – Yo de ti le daría el doble de lo que pide, o sinceramente… Destrozará todo por gula, y perderás mucho más dinero que doscientos cuarenta berries. – Estaba convenciéndolo a base de meter miedo. – Y dame a mi diez, e intentaré que no haga nada raro…

El anciano, entonces, muy asustado, preparó cincuenta brochetas de cerdo a la velocidad de la luz. En un momento ya estaba la comida preparada, y cuando Asder hizo el paripé de buscar su cartera, el vendedor negó con la cabeza los berries.

- Bien, ya tienes lo que querías, musculitos. – Dijo con un tono burlón mientras le daba sus cuarenta brochetas. – Y llámame Asderdeker. Tengo nombre, como cualquier persona normal.

El sudor caía por los hermosos pectorales del hombre lobo, el cual luego goteaba desde los pezones a la zona abdominal, una imagen hermosa digan de una persona llamada Gabriel. Rara comparación, pero bueno. El chico parecía estar hablando algo con el vendedor, pero el lobo estaba más atento al movimiento sensual de los deliciosos trozos de carne que del resto de personas que había en el mundo. Fue entonces cuando se sorprendió de recibir una suculenta cantidad de pinchitos que no sabía por donde coger. Sus ojos cambiaron a un tono dorado debido a la emoción y los cogió todos. Su risa se escuchó incluso en la lejanía. Ahora era un tío feliz y se puso a comer como un jodido loco. Su velocidad tragando era enorme y los palitos vacíos empezaban a volar por los aires. El anciano miraba alucinado y temía que le pidiese más. El resto de negocios también temblaban.

El lobo devoraba todo como podía y notaba un sabor increíblemente delicioso. Llegó un momento en el que dejó de masticar al escuchar el nombre del chico del cangrejo. Se quedó un poco pensativo durante unos momentos. Aquella forma de llamarse le sonaba de algo, pues había alguien entre sus conocidos que también se llamaba así. Empezó a pensar de quién se trataba. Entonces recordó el combate en el coliseo, donde se batió con Dark D. Rose, Midorima… Y el hombre animal. Recordó al momento a aquella persona que convirtió su cuerpo en una mezcla de seres raros. Amaba el pescado. De aquellos tres rivales ya no quedaba nadie. La pelirroja desapareció de los mares, el peliverde murió debido a uno de sus golpes sin querer y el último dejó de dar señales de vida desde la guerra que él había provocado. El hombre león estaba como una cabra y ocupaba un puesto importante en el Ouka. Se rascó la cabeza y después miró al chico sonriendo.

- Te llamas igual que uno de mis colegas de combate, bueno ahora no sé dónde cojones está. Seguramente se casó con una gorila y después se retiró a comer pescado de por vida. – Sonaba muy convencido de lo que estaba diciendo.

Terminó de comerse varias de aquellas brochetas y después de unos momentos se estiró un poco. El monstruoso luchador parecía ser muy salvaje, pero se controlaba bien. De un salto pasó a forma completa y un enorme lobo blanco surgió de la nada. Su tamaño era mayor a uno normal, incluso demasiado musculoso, el cabrón parecía un toro. En ese momento la bestia empezó a relamerse mientras estiraba las patas y entrecerraba los ojos. Movió la cola de un lado a otro y después de unos momentos cambió a la forma humana. Miró de nuevo al nuevo Asderdeker y se cruzó de brazos.

- La espada es un arma cabrona, al igual que las pistolas. Lo mejor sería que aprendieses artes marciales y dejases el reino de los tóxicos bien alto. – No supo la razón de la comparación

Drake comenzó a reír, al parecer de felicidad. El tener cuarenta de aquellas brochetas era algo increíble, más de lo que creía que iba a recibir. Asder suspiró y probó bocado de una de las suyas, saboreando aquel delicioso néctar de los Dioses, era cerdo fusionado con salsa barbacoa caramelizada. Mientras tanto, la bestia, comía como un loco y a una gran velocidad. Sí, definitivamente en ese aspecto era como su padre: un pozo sin fondo. Pero, tras presentarse el joven cazador, el pirata dejó de comer. ¿Había ocurrido algo? ¿Su nombre no le agradaba. Comenzó a rascarse la cabeza y entonces se dirigió al joven. Asder abrió los ojos, estaba sorprendido al escuchar las palabras de aquel hombre. ¿Había sido compañero de peleas de su padre? Necesitaba saber más, tal vez tuviese alguna pista sobre el paradero de la bestia salvaje. Aunque no lo supiese, la información era clave.

- Espera… ¿Conocías a mi padre? – Debía de saber más…

Entonces Drake se transformó en un lobo plateado de un salto y, tras estirarse y relamerse, volvió a su forma humana. Asder tenía algo claro, aquel hombre poseía una zoan, un modelo de akuma no mi. Volvió a escuchar a aquel tipo, esta vez diciendo algo sobre las armas. Era un obsesionado de las artes marciales. Asder miró a su alrededor y vio un pequeño puesto justo al lado, a un par de metros. Tenía una pequeña terraza con sillas resistentes y unas buenas mesas, al aire libre. – Ven, si quieres descansar o ir a por el postre. – Dijo mientras caminaba hacia allá y cogía sitio.

Esperaba que el pirata le siguiese. Se sacó una pequeña bolsa de entre la pechera y se hizo un cigarrillo, que más tarde se encendería. Sí, era fumador, y necesitaba uno para poder conversas con aquel tipo.

- Bien, necesito que me cuentes más sobre tu compañero de peleas. Posiblemente sea mi padre… - Debía interrogarlo de forma pausada y calmada. - ¿Tienes alguna idea, por muy pequeña que sea, de dónde podría estar?

Entonces el camarero de aquel puesto se acercó. Era un hombre bastante alto pero muy delgado, con un bigote negro y frondoso, al igual que sus cejas. Poseía un traje negro con camisa blanca y una corbata roja. - ¿Deseáis algo?

- Un café americano, con hielo. – Dijo sin pensar el joven. - ¿Quieres algo, lobito? Tal vez algo de beber te vendrá bien, para charlar. – Le soltó el cazador. Esperaba poder sacar algo de aquel encuentro.

Cuando el joven dijo que el tal Asderdeker podía ser su padre, el lobo blanco alzó una ceja. Era posible que… ¿Hubiese pasado algo parecido a lo de Zero? Las edades no parecían concordar con aquellos datos, pero dado el mundo en el que estaban, ya se creía cualquier cosa que pudiese llegar a pasar. Las brochetas habían sido devoradas por el luchador, aunque debía admitir que las prefería sin salsa, pues era muy tradicional con sus cosas. Notó unas gotas de sudor bajar por su frente y aquello le hizo suspirar. No era posible que hiciese semejante calor. Frunció un poco el ceño y después soltó un pequeño suspiro. El chico empezaba a ponerse curioso y a él le daba mucha pereza hablar tanto rato. Miró a otro lado para ver si podía escaparse, en verdad era un jodido vago para aquel tipo de cosas que solían hacer las personas políticas o de cargos importantes.

Siguió al joven hasta una pequeña terraza y cuando vio lo que había pedido soltó un suspiro. Aquello le recordó a lo que los nobles tomaban en las reuniones con Derian. Nunca le agradó aquel jodido sabor de mala muerte. El lobo entonces se quedó mirando al camarero con una expresión seria, pero no dijo nada. El tipo le devolvió la mirada pese a saber de sobra quien era y el silencio reinó por unos momentos. El luchador entonces sonrió de forma siniestra y asintió con la cabeza. El camarero le copió el gesto y después se fue. No sabía qué cojones había pasado, pero supuso que aquel tipo leería su mente y se sorprendió cuando volvió. Le trajo un vaso de agua bien fresquito y una hamburguesa. Drake le guiñó el ojo y el tipo del bigote de nuevo asintió. Entre verdaderos hombres se entendía, valiente gilipollez, pero efectiva cuando Drake sonreía. Era famoso por devorar hamburguesas. Miró entonces al chico y le empezó a contar lo que sabía.

- Era un tipo curioso. Usaba puños y explosiones y por eso me gustaba luchar con él. Su dominio del haki era muy bueno y amaba el pescado. No me lo crucé mucho, pero lo justo para entablar rivalidad amistosa. Lo último que supe de él, es que fue miembro del Ouka shichibukai y se modificó el cuerpo. Eso ya no me gustó, pues parecía mil animales en lugar de él. Después de la gran guerra contra los peces, que yo provoqué al matar a su líder dos años antes, desapareció.

En cuanto dijo aquello le dio un enorme bocado a su hamburguesa y después le dio un trago al vaso de agua. El lobo se limpió el sudor de la frente con la mano y acto seguido mostró una sonrisa irónica. A saber qué era de aquel luchador explosivo. Se moría de ganas de volver a luchar con él, pero había desaparecido de la historia.

- La bestia salvaje, le decían. Curioso, a mí me decían la bestia. Teníamos cosas en común, pero ahora mismo no sé nada sobre él. Todos aquellos que un día abrace murieron. Soy el último superviviente de una cadena de monstruos. – Terminó de decir mientras mordía la hamburguesa de nuevo.

Tras una batallas de miradas entre Drake y el camarero dónde el primero ganaba sin dudarlo, el segundo le trajo un vaso de agua y una hamburguesa. Comenzaron a charlar sobre lo que el pirata sabía. Decía que el padre del joven peleaba con puños y explosiones. Las descripciones concordaban perfectamente con las de su padre y su estilo de pelea soul explosion. Siempre envidió el poder del Shichibukai, sabía que era muchísimo más fuerte que cualquier otro criminal de alto rango. Recordó entonces una de sus memorias: Un vídeo de una gran batalla de la cual habló Drake. Aparecía Asderdeker a una grandiosa velocidad, como si de un meteorito se tratase. Entonces, de golpe atravesó un extraño monstruo marino gigantesco. Se acercó a un joven, un joven CP… Ese joven…

- Argh… - Soltó un quejido Asder. El pensar en aquel joven miembro del CP con una armadura extraña le daban dolores de cabeza. Terminó de escuchar toda la información que Drake poseía. – Dudo que mi padre haya muerto. Esa mala bestia… Es realmente persistente, con muy poco cerebro. – Dijo mientras llevaba la mano a su cabeza. Aún notaba algo extraño, una pequeña molestia. Le dio un sorbo a su café y una calada a su cigarro, para después expulsar el humo tranquilamente. Había paz en el ambiente, sin duda.

Pero de pronto todo se torció. Un hombre borracho apareció entre gritos, acompañado de unos cuantos más. Asder frunció el ceño, estaban a sus espaldas, pero no iba a inmiscuirse en nada. Los hombres comenzaban a reírse del camarero y uno de ellos partió una mesa por la mitad con tan sólo un dedo de su mano. Entonces el joven se giró y los vio claramente. Eran varios criminales, tres de ellos tenían precio por su cabeza. Eran unos piratas famosos por aquellos lares, sin duda, y el cabecilla costaba sesenta millones de berries. Los otros dos costaban veinte millones cada uno, y los demás eran simples idiotas que los seguían para mantenerse protegidos. Asder se levantó de la silla y desenvainó su katana. Dejó atrás a su compañero Escurri. La verdad es que en aquella situación y con su fuerza actual no iba a ser capaz de vencerlos por lo que no se iba a meter con ellos, pero tenía un arma secreta de su lado: Drake.

- Hey, tú, pelocho bigotudo. Estamos manteniendo una conversación por aquí. ¿Podrías enredar tu bigote a tu boca y así dejar de abrir la boca para soltar chorradas? Bocachanclas… - Los había amenazado, no iba a pelear, al menos con el capitán. Los otros serían pan comido, aunque dos de ellos costarían horrores. Su arma se envolvió en llamas rojas.

El capitán, un hombre blanco con un gran cabello negro y afro y con un pequeño bigote pareció enfadarse. Todos sacaron los típicos sables piratas y, mientras escupía tras gritar groserías, trató de imponer respeto. Lanzó un corte al aire que chocó contra una mesa vacía, cortándose en mil pedazos. – Ataquen a ese idiota. ¡Ahora! – Uno de los piratas, de los que no tenían precio, se abalanzó hacia Asder con su sable, tratando de cortarlo en dos. Entonces el joven cazador con gran pericia se movió a un lado mientras lanzaba un que cortaba el brazo de aquel estúpido, quemando también sus ropas.

- Hey. ¿Te hecho una mano? – Soltó Asder de forma graciosa al ahora manco. Retrocedió con un salto para guardar las distancias con aquellos malhechores.

Café y tabaco, una combinación fatal. Drake estaba en contra de todo eso y del alcohol también. Claramente, prefería su estilo sano y dedicado a entrenar su cuerpo, convirtiéndolo en un templo para él. Terminó de comerse la hamburguesa y se bebió el resto del vaso de agua mientras escuchaba al chico. El hijo de aquella masa de animales estaba frente a él y esperaba que no hubiese muerto, aunque no le extrañaría. Todo el mundo que conocía ya no estaba y por ello siempre solía estar un poco solo. Suerte que podía estar con Arribor de vez en cuando y pasarlo bien con él. Se rascó un poco la cabeza y acto seguido cerró los ojos despacio. Odiaba aquella maldita calor que hacía y ver a Asder tomarse un puto café no mejoraba las cosas, un puto café, por un puto café. Esa frase le sonaba de algo, pero en ese momento no caía en qué.

La ceja derecha del lobo se alzó cuando llegaron aquellos pesados a molestarles. Ellos estaban allí hablando y venían a dar por culo. Encima iba a tener que sudar con el jodido calor que tenía. Soltó un suspiro y miró lo que estaba pasando. Un tipo que estaba haciendo el tonto con el pelo afro y un bigote raro empezó a hacer el imbécil con más ansia. Mientras que el chico empezaba a lanzar cortes con su espada, el lobo simplemente miró un poco la carta del local para ver si tenían más hamburguesas. En ese momento sintió un olor desagradable acercarse a él con malas intenciones. Era el hombre del pelo afro y posible capitán de aquellos idiotas. Él se estuvo quieto y cuando el sable estaba rozando su cabeza interpuso el puño derecho. El brazo del chico tomó un color negro metálico y aquella arma se partió en dos. Los ojos del hombre se abrieron como platos y al ver a Drake empezó a temblar.

- Es la bestia…

- Para ti será el señor bestia. – Añadió el luchador mirando la carta y suspirando.

- C-claro señor bestia… – Repitió el capitán rápidamente mientras daba unos pasos hacia atrás y quedaba en vergüenza delante de sus hombres.

La situación parecía algo cómica, pero el lobo blanco continuaba a lo suyo mientras leía la carta o al menos lo intentaba. No sabía leer muy bien y aprovechaba lo que Derian le había enseñado más o menos como podía. No tardó mucho en hacerle una señal al capitán del pelo afro para que se acercase y el tipo acudió de forma obediente mientras temblaba un poco. Entonces el luchador señaló el menú completo de carne.

- ¿Me puedes decir lo que pone aquí?

- ¡Con gusto, bestia-san! – Añadió el pobre hombre mientras le explicaba.

Cuando terminó de decir las cosas el lobo negó con la cabeza, pues no estaba muy convencido sobre lo que tomar. Escuchaba la pelea del espadachín con los otros y no le dio mucha importancia. Fue en ese momento cuando se puso a ver el combate algo desanimado al no ser de cuerpo a cuerpo, pero no tardó en decirle al tío de pelo afro que animara a Asder. Así fue como el capitán de aquellos tipos se puso a animar al joven señor del cangrejo antes que a sus propios hombres. Aquello era ridículo, pero el miedo que sentían ante Drake hacía todo posible. El luchador entonces miró a Escurri de forma siniestra y se relamió. Acto seguido le guiñó el ojo al pobre cangrejo. A saber lo que pensaba el animal de él, pero algo le decía que nada bueno.

Al parecer aquel chiste no le hizo nada de gracia al ahora manco. ¿Tan poco sentido del humor tiene? Asder soltó un bostezó y apartó al pirata de una patada. ”Tengui.” Pensó mientras lo miraba. Siguió mirando a los otros tipos, los que no tenían recompensa. ”Tengui, tengui, tengui…” Su mirada seguía buscando algo, hasta que lo encontró. Se trataba de uno de ellos, uno de los piratas de veinte millones de berries por su cabeza. Era un tipo no muy grande, algo musculado. Su cabello era rosa, y tenía una cicatriz en su ojo derecho. Poseía dos katanas, una en cada mano y por último una pequeña daga en su boca. ¿A quién intentaba imitar? ”Falti…” Con su katana en llamas se dispuso a atacar a aquel hombre, pero…

- ¡A-Asder! ¡Asder-kun! ¡Tú puedes! – Gritaba el capitán de los piratas.

Asder se paró en seco, los otros piratas también estaban sorprendidos. El joven cazador se dio media vuelta y vio como Drake intimidaba al pelocho. – Tío, esto no es serio… - Dijo la promesa, indignado. - ¡¿Qué cojones haces animándome a mí?! Dios, vergüenza ajena… - Se llevó una de sus manos a la cabeza y, de reojo, vio como uno de los NPCs irrelevantes se lanzaba hacia él. – Vamos… Esto parece una comedia…

Paró el ataque de aquel hombre, interponiendo su katana con el sable del pirata. Entonces una sonrisa sádica se dibujó en el rostro del cazador y, tras un movimiento circular, mandó a volar el arma de su rival. Se clavó en el suelo tras aterrizar. Pillando entonces boquiabierto a su enemigo, atravesó su estómago con la katana, matándolo en el acto y produciéndole quemaduras. – Venga. ¿Algún idiota más? Por favor, ven tú, peligrosa… Digo, pelirrosa. ¡Cara fresa! – Gritó provocando al espadachín.

Éste sonrió y con una gran velocidad se lanzó al ataque. – Voy yo sólo contra ese fanfarrón. – La katanas de ambos chocaron entre sí, creando un sonido ensordecedor. Con dicho impacto, Asder retrocedió un paso. Su rival era más fuerte, pero el cazador poseía algo que su rival no tenía. Un corte hirió el antebrazo izquierdo de Asderdeker. Trató de empujarlo cuando ambas katanas volvieron a chocar y así consiguió ganar un poco de terreno.

- ¡Cuidado! – Gritó Asder muy sorprendido, señalando a la espalda de su enemigo. Entonces el espadachín dio media vuelta, sorprendido por cualquier ataque que pudiese venir de aquella dirección. Asder dibujó una sonrisa de pura felicidad en su rostro. Lanzó un corte al cuello del cabeza fresa, haciendo que sangrara sin parar y cayese al suelo de rodillas, muerto…

Drake miraba el combate algo aburrido al no haber puñetazos o patadas de por medio y simplemente se dedicó a bostezar mientras se rascaba la cabeza. El hombre de su lado estaba sumido en el más profundo de los miedos y no se atrevía a hacer nada raro. Simplemente, miraba la escena con la boca abierta al ver a sus hombres ser derrotados. El lobo blanco empezó a jugar con una mosca mientras admiraba su vuelo. Eran insectos hermosos para aquellas situaciones, pues ayudaban a que el aburrimiento no existiese en el mundo. Lo malo es que tenía entendido que vivían poco tiempo y eso quizás le jodía un poco. Las pobres no tenía una vida feliz después de todo y se pasaban el día en la mierda. Soltó un enorme bostezo y después volvió a mirar el combate. Ya habían caído varios y eso era buena señal por parte del joven tramposo, bueno, todos lo eran, armas…

El lobo entonces volvió a mirar a Escurri con una sonrisa sádica y de vez en cuando acercaba más al cangrejo hacia él con la pierna si este lo permitía y de forma disimulada. Estaba claro que la había tomado con el animal. Dejó de mirarlo por un momento y se fijó en que el tipo que tenía a su lado estaba empezando a ponerse más nervioso de la cuenta. Tragaba saliva despacio y además sudaba al ver a sus hombres morir. Fue entonces cuando el chico lobo sintió algo de pena y quiso ahorrarle el sufrimiento. Se había portado muy bien, así que no se lo cargaría. Lo siguiente que hizo fue colocar la mano detrás de él y de un golpe seco en el cogote lo dejó inconsciente. A lo mejor se pasó un poco y el pobre hombre quedó tirado en el suelo bocabajo. Una gota de sudor cayó por su cabeza y acto seguido se estiró un poco. Se levantó y miró hacia Asderdeker.

- Bueno, no soy partidario de asesinar en las peleas, pero supongo que es tu estilo. – Entonces pensó en Bleyd y se le pasó la decepción que tuvo. A veces era muy bueno asesinar en algunas ocasiones.

Drake caminó un poco mirando los cuerpos que había tirados por el suelo. No le afectó mucho al parecer, pues eran criminales. Aunque él también lo era, no solía matar a lo loco. Se relamió un poco y se fijó en que una de las mesas vacías del sitio tenía un donut medio empezado. Se acercó a ella y se lo comió con toda la tranquilidad del mundo. Debió admitir que el sabor estaba bueno, pues parecía chocolate mezclado con coco. Dejando aquello atrás, se acercó hacia la posición del espadachín y después de unos momentos le habló con un tono muy relajado.

- Todo esto por hacer el idiota, es una lástima que haya sujetos así. Ya has notado que no todos los que tenemos precio por la cabeza somos iguales, estos nos ensucian al resto. – Terminó de decir dándole una leve y suave patada al cuerpo del tío del pelo rosa en la pierna.

Asder escuchaba las palabras de Drake a sus espaldas y notó como caminaba hacia él. Los demás piratas, menos el último con recompensa, corrieron con miedo en sus cuerpos, tal vez por ver a su capitán caer tan fácilmente. El último pirata era un tipo grande, en todos los sentidos. Su estómago hacía que se viese como un tipo con brazos y piernas cortas. Su cabeza era redonda, con una enorme barba blanca que ocultaba su papada y, su cabello rapado al cero por los lados y un pequeño tupé negro, le hacía ver como alguien duro. Apretó su arma con fuerza, y lo que era un sable, se transformó en un enorme espadón que no poseía filo, más bien parecía el ala en miniatura de un avión, pero con mango. Se le notaba nervioso, estaba sudando y no sólo por el calor. Se lanzó con no mucha velocidad hacia el cazador y trató de golpearlo con su arma. Asder se dio cuenta que no podía parar dicho golpe, que aquel tipo tenía mucha más fuerza de lo normal, por lo que con un salto hacia atrás esquivó el ataque. El hombre, con el golpe al suelo, formó una pequeña grieta. El joven se sorprendió, no se esperaba tal brutalidad, así que debía vencer con uno de sus puntos fuertes: La velocidad. Sabía que no podía vencerle en fuerza ni resistencia, pero la velocidad era algo en lo que le ganaba por mucho, ya que aquel gran hombre era demasiado lento.

- Ey, tú. ¿Eres una tortuga gigante, o qué? – Le dijo intentando provocarle.

Funcionó. Cabrear a piratas era demasiado fácil. Se lanzó contra Asder con su gran arma, lanzando ahora un golpe horizontal que a duras penas esquivó. Ambas armas chocaron y, la katana de Asder, salió disparada. Ahora estaba sin un arma y a puños no podía vencer aquella pelea, era imposible. De nuevo un ataque horizontal, esta vez era más lento, tal vez por su masa corporal se cansaba con rapidez. El cazador se agachó y rodó por el suelo, agarrando una de las katanas que el pelirrosa poseía y, tras levantarse, lanzó un corte ascendente a la espalda de su enemigo. Aquello le hirió, pero no era suficiente. Parecía estar drogado aquel hombre para no sentir el dolor, ni siquiera soltó un quejido. Sangraba, sí, pero no parecía molestarle. Ahora un golpe en diagonal de parte del grandullón y Asder lo esquivó dando un giro y posicionándose a la derecha de aquel hombre. Lanzo con velocidad un corte a su pierna, y el tipo cayó al suelo, sin poder moverse.

- Siento decírtelo, Drake, pero a veces se necesita matar. Si no lo hago, estos hombres seguirán asesinando a inocentes, robando en tabernas… - Dijo a Drake. – Se perfectamente que no todos los criminales son iguales, hay de todo tipo. – Entonces pensó en su padre. – Mi padre es la excepción, también. Pero al igual que tú, si tiene recompensa por su cabeza, es porque algo ha hecho. No soy juez, soy cazarrecompensas. – Siguió hablando mientras caminaba hacia el capitán de los piratas. – Tampoco me importa el dinero, solo cazo para vivir bien y para encontrar información sobre mi padre. – Elevó la katana y la clavó en la pierna del pelocho. – Ser cazarrecompensas es una excusa para poder hacer lo que quiera con los criminales. Interrogarlos… - Se acercó a su katana, la levantó del suelo y la envainó. – Sacarles información de diversas maneras… Y todo sin que el gobierno me busque.

El viento sopló entonces con algo de fuerza mientras los cabellos del chico lobo empezaron a ondear levemente. En su rostro pudo verse una sonrisa amable y sádica al mismo tiempo. Era algo raro de creer, pero debido a la personalidad de Drake, podía sonreír de esa forma y parecer buena persona. Era cuestión de acostumbrarse a él. La verdad, desde que había tenido que vivir sin su maestro y familia, se había vuelto quizás algo más calmado y solitario. Estaba como en sus inicios, un lobo que iba a su jodida bola por el mundo. Aunque en aquella época era más joven. Se relamió despacio y después comprobó de nuevo los cuerpos de la zona. Aquello podría llamar la atención de cualquiera, pero el tipo del bigote estaba bien. Ese camarero era alguien genial. El chico terminó de ver al cazador terminar con todos los oponentes y eso le hizo reír un poco. De modo que cazar recompensas, igual que su hijo.

- Está claro que te falta mucho mundo por ver, Asderdeker.

Dijo de repente mientras separaba un poco las piernas. Era el momento de darle una lección de espamear humildad. Le mostraría el poder que había en seres como él y que muy pocos alcanzaban. Así le daría un motivo para que continuase entrenándose al máximo. La energía del lobo empezó a salir de su cuerpo en forma de aura azulada. Drake abrió la boca empezando a gritar con fuerza y al mismo tiempo los árboles de la zona empezaron a temblar un poco debido al poder de su haki del rey. El suelo se agrietó levemente y los brazos del chico aumentaron su grosor. Los cabellos del luchador se pusieron de punta y tomaron un color intenso de tono azulado. Sus ojos tomaron dicho color también. El lobo rugió con fuerza mientras su energía echaba los cuerpos de los criminales a un lado. Era como si su mero grito produjera viento. Alzó el poder de la puerta de Balak y las venas de sus músculos se inflaron.

- ¡Haaaaaaaaaaaaaaa!

Gritó al mismo tiempo que apretaba los puños y miraba hacia el cielo. Todo temblaba de forma exagerada y alrededor del chico se formó una pequeña nube de polvo. Su presencia para todo aquel que tuviese mantra sería algo terrorífico, incluso para los que no. El cabrón imponía con cojones. Fue en ese momento cuando clavó su mirada en el chico usando su nuevo aspecto y después de unos instantes se relamió despacio. Se tronó los nudillos y el cuello y acto seguido dio un par de saltos. El poder que desprendía era increíble. En aquella forma era capaz de partir un barco gigante con una mano. Se pasó la mano por sus salvajes cabellos y después de unos momentos le habló con una mirada algo más seria. Era como si el lobo atontado hubiese desaparecido.

- Bienvenido al mundo real entonces, joven. Mi mujer fallecida también era cazadora y mi hijo hoy en día también. Tiene un pendiente como tú, pero de color verde. Estoy seguro de que os llevaríais bien, pues vuestros padres nunca se llevaron mal. – Dijo con una sonrisa seria.

El lobo entonces anuló su poder y sus cabellos volvieron a la normalidad. Perdió algo de musculatura y la tierra dejó de temblar. Todo parecía haber vuelto a la normalidad y lo siguiente que hizo fue meter ambas manos en los bolsillos.

- Sois la nueva generación, pero os queda mucho camino… – Terminó de decir sonriéndole de forma amistosa, aunque como siempre, con ese toque sádico.

Las palabras de Drake inundaron la mente de Asder. Era obvio que el joven aún necesitaba más poder, a pesar de que pudiera vencer a unos estúpidos piratas. Aquellos no eran nada comparados a su padre, ni siquiera eran un 0’1% igual de fuertes. Estaba tan por debajo de los grandes… Se sentía frustrado y algo cabreado, deseaba ser más fuerte y demostrar a su padre que sí que podía ser alguien; iba a vencerle tarde o temprano. Deseaba batirse en un duelo con él, poder chocar su katana con el puño del exshichibukai. Quería más que nada en el mundo poder vencerle y demostrarle que ya no era un niño; a su padre, a su madre y a toda la tripulación de ambos. Pero de pronto sintió un sentimiento aún peor. La bestia estaba liberando todo su poder, un aura azulada le rodeaba. Sus ojos y sus cabellos se volvieron de un tono azul cielo brillante, su musculatura aumentó y sus venos se hincharon. El grito que Drake soltó hizo temblar el lugar, creando una ráfaga de viento que levantaba el polvo. El cuerpo de Asder se arrastraba mientras se protegía con sus brazos de la humareda. Su mera presencia hacía temblar a todos los de aquel lugar. Asder temblaba también, era una mezcla entre terror y emoción. Quería conseguir aquel poder también, tenía ganas de volverse fuete. Al parecer la mujer y el hijo de la bestia también eran cazadores, incluso el hijo poseía el mismo pendiente pero de otro color. Entonces volvió a la normalidad y volvió a pronunciar unas palabras.

- Aún me queda un largo camino. – Dijo el cazador mientras volvía a su posición. Entre la pelea y el viento que creó Drake, su cigarrillo había salido volando. Así que se lió otro y comenzó a fumar. – Soy la nueva generación, y no me pienso quedar atrás. Algún día nos volveremos a encontrar, y espero que ese día sea para enfrentarnos. – Una calada… - Buff… Y ten claro que yo ganaré. Tanto a ti, como a mi padre. Os demostraré que seré alguien. – En realidad tenía ganas de enfrentarse, pero sabía que no era el momento. Aún era un debilucho que no aguantaría ni un soplido. Asder agarró su cigarro recién empezado y lo lanzó al suelo, pisoteándolo. – Aplastaré a todo el que se interponga en mi camino. – Entonces sonrió. – Me gustaría ver la fuerza de tu hijo, también…

De pronto, entre la charla de ambos, se pudo escuchar unos gritos de autoridad. Eran un grupo de marines, entre ellos un cabo y un oficial. - ¡Ey, atrapen a los criminales! – Gritaban mientras balanceaban sus armas de un lado a otro.

- Bueno, creo que es hora de que te marches. No quiero que mueran más personas, y menos personas inocentes. Los marines son otra escoria que hay que o barrer, o limpiar. – Dijo mientras estiraba sus brazos.

Drake se sentía un poco viejo y eso le hizo ladear la cabeza. Igualmente, no tenía ni veintiséis años, por lo que debía de dejar de pensar de aquella forma. Era una persona muy joven y debía hacerse a la idea de que le quedaban muchísimos años como luchador y ahora como pirata de los Sin Corazón junto a Arribor. Mostró una expresión feliz y después de unos momentos soltó un suspiro. Notó los olores de los putos uniformes, aquella tela ya le había marcado para siempre. Se mantuvo en silencio y entonces escuchó las palabras del joven. No pudo evitar reír un poco por lo bajo y acto seguido se relamió.

- No lo creo. Hablas como si fuera a estar quieto. Mientras tú entrenas, yo lo haré también. Cuando estés a mi nivel, yo estaré a uno muy superior.

Dijo entonces al mismo tiempo que lanzaba un par de golpes al aire y provocaba que los árboles se moviesen un poco. El olor a pólvora nació en el ambiente y se dio cuenta de que aquellos tipos estaban muy cerca ya, pero decidió que no le podían toser. Se mantuvo mirando a Asderdeker con una tranquilidad absoluta y después de unos momentos dio un paso hacia él. Quería conocer a Zero y él sabía bien que el poder de su hijo ya era muy avanzado para su corta edad. Entonces fue cuando empezó a reír un poco por lo bajo.

- Mi hijo ha seguido mis pasos y mi estilo, por lo que ya domina algunas formas muy peligrosas. Estoy seguro de que algún día me vencerá, pero por el momento le digo lo mismo que a ti. No tenéis posibilidad alguna.

Dijo con un tono burlón sacándole la lengua. Escuchó la voz de los marines y entonces se dio la vuelta. Ni de coña se iba. A una velocidad superior incluso al soru, se colocó tras ellos. Mostró una expresión sádica y de una patada mandó al grupo entero a volar. Su pierna abarcaba por lo menos a los dos rangos superiores. Nada más hacer aquello se quedó mirándoles unos momentos y acto seguido entrecerró los ojos. El lobo formó una especie de esfera blanca en su mano y entonces la estampó en el suelo. Una terrible explosión mezcla de energía de choque y vibratoria surgió. El suelo estalló dejando un inmenso cráter y una humareda enorme. Cuando dicho humo desapareció, el lobo blanco ya no estaba allí.

A unos doscientos metros de la zona, un lobo blanco volaba por los cielos con un par de alas negras hechas de energía en su espalda. La bestia poseía una sonrisa algo espeluznante y parecía feliz, pues antes de irse había tratado de lamerle la cabeza a Escurri en aquella forma. Aumentó su velocidad y se perdió en los cielos entre aullidos con los que se mofaba de la marina. La bestia era un ser de lo más curioso y cada día mucho más poderoso que el anterior. Ahora tocaba volver al barco y molestar a su capitán un poco. Era lo que tocaba. Estaba seguro de que Zero en aquel momento estaba haciendo lo mismo que Asderdeker, cazar.

Drake se reía tras la conversación que tenía con Asder. Al parecer seguía con la idea que no iba a ser superado por el cazador. Pero entonces vio cómo se dio la vuelta y, en un instante, se colocó detrás de los marines. Asder se llevó la mano a la cabeza y dio un suspiro al ver como el pirata lanzaba volando a todos los marines, hacia él. El cazador debía hacer algo, pero no podía hacer nada. Se fijó en los dos que más rango tenían y trató de levantarlos, pero entonces una enorme explosión hizo vibrar el lugar, haciendo que se tambalease. Una humareda enorme apareció y, cuando ya no estaba, Drake tampoco. ”Ya ha tenido que hacer de las suyas…” Pensó el joven. Aquel hombre le recordaba bastante a su padre, una persona sin leyes, sólo la de sus puños, y cómo no… Una persona problemática. Asder levantó al cabo y acto seguido se hizo un cigarrillo que comenzó a fumar. Tenía pensado algo.

- Ey, habéis espantado a la bestia… Mi dinero ahora se fue volando. Suerte que cacé a estos tres. – Entonces metió la mano en su bolsillo y sacó su insignia de cazador. Iba a cobrar algo por las molestias y eso lo tenía más que claro. – Son cien millones entre esos tres… - Sabía que como era un novato no iba a cobrar la recompensa íntegra, pero sí cobraría un diez por ciento.

Una hora después…

Los marines habían abandonado el lugar tras buscar a la bestia. Se habían llevado a los criminales y le habían dado una bolsa a Asder. Ahora él estaba sentado en una silla, junto a su nuevo y pequeño compañero. En su mano poseía un coco con un agujero, de donde salía una cañita de plástico y una sombrillita. Estaba bebiendo un coctel de whisky con agua de coco. Delicioso para él, sin duda. Estaba disfrutando de su nueva caza, y también disfrutaría de su dinero. Mientras tanto, Escurri estaba comiendo un bol con el mejor pescado asado que había conseguido. Lo bueno era que, como salvó el puesto de comida rápida, el dueño decidió invitarle a todo lo que quería. Tenía planeado salir de aquella isla, otra vez, pero antes disfrutaría de un par de días de vacaciones. Con un cigarro en la mano izquierda y el coco en la derecha, desfrutaría del sol, por unos diítas…