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Leiren Evans
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Las normas están aquí. Solo como recordatorio para no estar pegándolas. Lamento el retraso, he tenido un día ajetreado. Gomen e ^^''
Gazia, una isla cercana a Arabasta con grandes y famosas lineas de comercio, es el destino de vuestra próxima misión. Hacía mucho tiempo, por un altercado con marines, estos habían dejado de tener el permiso de la emperatriz para acercarse siquiera a la isla; las relaciones comerciales se rompieron y por mucho que la marina intentó arreglar la situación, no logró nada. Hasta hace unos días. La emperatriz ha contactado con la marina queriendo volver a formar una alianza que beneficie a ambas partes. Pero los altos cargos de la marina sospechan que algo no va bien; es demasiado extraño.
Y aquí es donde entráis vosotros. Sois los encargados de llevar a cabo tanto la comprobación de que la alianza se va a llevar a cabo, formalizándola de así serlo, como de investigar el por qué de ese cambio de mentalidad. Os toca descubrir si de verdad quieren la alianza o de si es una simple treta.
En cualquier caso, la idea no os ha impedido quedaros dormidos la noche antes de llegar a vuestro destino. Está amaneciendo y probablemente la mayoría de vosotros estéis aún durmiendo, o puede que de entrenamiento matutino o tomándoos ya el café. Sea lo que sea que estéis haciendo os empiezan a avisar -y a despertar, malditos vagos- de que estáis a apenas unos diez minutos del puerto.
La ciudad que veis delante, de edificios en su mayoría blancos, tiene un encanto extraño. Es bella a la par que simple. Acá y allá veis templos que se distinguen bien del resto de edificios por sus altas columnas. Las primeras casas se mezclan rápidamente con el puerto, que consta de poco más que la zona de atadura de los barcos, de un par de zonas marineras con botes pesqueros y las aduanas; gracias a dios que os dijeron que podíais entrar sin pasar por ahí. Quizá luego podáis disfrutar de un descanso y dar una vuelta por la ciudad y sus cercanías. Aunque lo primero es lo primero. Pero... ¿Qué es lo primero? Puede que queráis investigar un poco antes que nada, separaros por grupos para abarcar la máxima zona posible, o a lo mejor queréis ir directos al tema y encontraros con la emperatriz del lugar. Sea como sea, nada más posar un pie en tierra un señor regordete, que no medirá mucho más de metro sesenta, ataviado con una túnica blanca se os acerca con una gran sonrisa en el rostro, dándoos la bienvenida y presentándose como Tiburius, el consejero de su emperatriz Claudia. Os invita a visitar la ciudad, aunque parece estar esperando a que le digáis qué queréis hacer antes de marchar. Así que... ¿Qué queréis hacer?
Nota: Recordad que, a menos que yo lo diga específicamente, tenéis libre albedrío para hacer lo que gustéis. Si doy los detalles justos de los personajes o de las zonas podéis -sin pasarse- inventaros vosotros el resto de lo que veis. La gran mayoría de los eventos que ocurran los tengo pensados, pero aún así iré haciendo -o en el foro o en mi casa- tiradas de dados para darle cierto toque de aleatoriedad; entre eso y vuestras acciones, el rol puede tomar cursos totalmente inesperados. Simplemente espero que los disfrutéis aunque sea un poco y que consigáis aquello por lo que lucháis.
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Gazia, una isla cercana a Arabasta con grandes y famosas lineas de comercio, es el destino de vuestra próxima misión. Hacía mucho tiempo, por un altercado con marines, estos habían dejado de tener el permiso de la emperatriz para acercarse siquiera a la isla; las relaciones comerciales se rompieron y por mucho que la marina intentó arreglar la situación, no logró nada. Hasta hace unos días. La emperatriz ha contactado con la marina queriendo volver a formar una alianza que beneficie a ambas partes. Pero los altos cargos de la marina sospechan que algo no va bien; es demasiado extraño.
Y aquí es donde entráis vosotros. Sois los encargados de llevar a cabo tanto la comprobación de que la alianza se va a llevar a cabo, formalizándola de así serlo, como de investigar el por qué de ese cambio de mentalidad. Os toca descubrir si de verdad quieren la alianza o de si es una simple treta.
En cualquier caso, la idea no os ha impedido quedaros dormidos la noche antes de llegar a vuestro destino. Está amaneciendo y probablemente la mayoría de vosotros estéis aún durmiendo, o puede que de entrenamiento matutino o tomándoos ya el café. Sea lo que sea que estéis haciendo os empiezan a avisar -y a despertar, malditos vagos- de que estáis a apenas unos diez minutos del puerto.
La ciudad que veis delante, de edificios en su mayoría blancos, tiene un encanto extraño. Es bella a la par que simple. Acá y allá veis templos que se distinguen bien del resto de edificios por sus altas columnas. Las primeras casas se mezclan rápidamente con el puerto, que consta de poco más que la zona de atadura de los barcos, de un par de zonas marineras con botes pesqueros y las aduanas; gracias a dios que os dijeron que podíais entrar sin pasar por ahí. Quizá luego podáis disfrutar de un descanso y dar una vuelta por la ciudad y sus cercanías. Aunque lo primero es lo primero. Pero... ¿Qué es lo primero? Puede que queráis investigar un poco antes que nada, separaros por grupos para abarcar la máxima zona posible, o a lo mejor queréis ir directos al tema y encontraros con la emperatriz del lugar. Sea como sea, nada más posar un pie en tierra un señor regordete, que no medirá mucho más de metro sesenta, ataviado con una túnica blanca se os acerca con una gran sonrisa en el rostro, dándoos la bienvenida y presentándose como Tiburius, el consejero de su emperatriz Claudia. Os invita a visitar la ciudad, aunque parece estar esperando a que le digáis qué queréis hacer antes de marchar. Así que... ¿Qué queréis hacer?
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Nota: Recordad que, a menos que yo lo diga específicamente, tenéis libre albedrío para hacer lo que gustéis. Si doy los detalles justos de los personajes o de las zonas podéis -sin pasarse- inventaros vosotros el resto de lo que veis. La gran mayoría de los eventos que ocurran los tengo pensados, pero aún así iré haciendo -o en el foro o en mi casa- tiradas de dados para darle cierto toque de aleatoriedad; entre eso y vuestras acciones, el rol puede tomar cursos totalmente inesperados. Simplemente espero que los disfrutéis aunque sea un poco y que consigáis aquello por lo que lucháis.
Gusi
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¿Qué era aquel extraño ruido? ¿Qué era ese extraño sabor? ¿Qué era esa sensación cálida que tocaba mi brazo?...Todas estas preguntas, y más, rondaban mi mente mientras poco a poco iba abriendo los ojos para encontrarme con el panorama.
Parecía que aquella sensación cálida provenía de un par de jovencitas, algo faltas de ropa, que se acurrucaban dulcemente entre mis brazos. Una cara de pervertido se reflejo en mi rostro, haciendo que me despertara con alegría, además sentir ese fuerte olor a sexo que inundaba la habitación. De repente, un sonido extraño me hizo volver a la realidad. Alcé la vista como pude, ya que me encontraba atrapado entre dos bellas doncellas, vislumbrando una cosa esponjosa que iba de un lado a otro de la cama. En un principio no tenía ni idea de lo que era, pero al escuchar un claro “beee…”, me hizo darme cuenta del grado que había llegado mis perversiones. Me llevé la mano horrorizado a la boca, fingiendo un asombro infundido. Me incorporé, como pude, dado que mis manos se deslizaron por el cuerpo de las mozas hasta acabar libres y observé con cara de póker una imagen que destrozaría mi mente el resto de mi vida. Ante mis ojos se presentaba a Dick, sumergido en un vaso de whisky (o eso deduje por la botella vacía que se encontraba a su lado), mientras sollozaba y veía unos dibujos de una niña morena que vivía con su abuelo, a través de un den den mushi.
No sabía cómo romper el momento, sin que mi amigo dorado se mosqueara y se pusiera a gritar como hacía normalmente. Decidí alargarlo todo lo posible y me dirigí a un espejo que había en la habitación, observando como tenía un pequeño morado en el ojo y una sustancia pegajosa en los labios. Me acerque los dedos a los labios y lo chupe, dándome cuenta enseguida de que se trataba de sirope (o caramelo), haciendo que me cabreará a descubrir que había partes de Tobías en mi rostro. Golpeé a la oveja con una patada y esta salió volando por la habitación, haciendo que varias bolitas de caca salieran disparadas por el aire. Al observarlas, una sonrisa sádica se reflejo en mi rostro, mientras me frotaba las manos a modo de villano. Me agaché y cogí varias de esas caquitas en mi mano, pero en ese momento noté una extraña presencia que me miraba. Alcé la vista y pude ver a Dick mirándome fijamente por encima del vaso, un escalofrío recorrió mi cuerpo al pensar que se iba a poner a gritar como hacía de costumbre, pero en vez de eso, vomito.
-Por fin encue…hip... entras un trabajo que te favorece.- dijo con la voz rasgada y alcoholizada. -Necesi…hip…ito ir al servicio.
Acto seguido se desplomó contra el suelo y se puso a roncar. Terminé de coger el resto de caquitas y reduje el tamaño de Dick a una medida que entrara en mis pantalones. Terminé de vestirme y salí con cuidado de la habitación, en la cual todavía se encontraban las chicas terriblemente dormidas y la oveja medio muerta en una esquina. Caminé con sigilo hasta la cocina y cogí la caja de cereales, propia de mi compañero melenudo, introduciendo las caquitas de oveja en su interior. El parecido entre esos cereales y las caquitas era casi idéntico, era imposible que Tobías se diera cuenta. Guardé la caja en su sitio y me dirigí al servicio para saciar mis ansias de orinar, mientras Dick aún seguía dormido y sin dar guerra. ¿Me pregunto cuento le durara el sueño al pequeñín? Dije mirándole con ternura y acariciándolo como si fuera un mascota.
Parecía que aquella sensación cálida provenía de un par de jovencitas, algo faltas de ropa, que se acurrucaban dulcemente entre mis brazos. Una cara de pervertido se reflejo en mi rostro, haciendo que me despertara con alegría, además sentir ese fuerte olor a sexo que inundaba la habitación. De repente, un sonido extraño me hizo volver a la realidad. Alcé la vista como pude, ya que me encontraba atrapado entre dos bellas doncellas, vislumbrando una cosa esponjosa que iba de un lado a otro de la cama. En un principio no tenía ni idea de lo que era, pero al escuchar un claro “beee…”, me hizo darme cuenta del grado que había llegado mis perversiones. Me llevé la mano horrorizado a la boca, fingiendo un asombro infundido. Me incorporé, como pude, dado que mis manos se deslizaron por el cuerpo de las mozas hasta acabar libres y observé con cara de póker una imagen que destrozaría mi mente el resto de mi vida. Ante mis ojos se presentaba a Dick, sumergido en un vaso de whisky (o eso deduje por la botella vacía que se encontraba a su lado), mientras sollozaba y veía unos dibujos de una niña morena que vivía con su abuelo, a través de un den den mushi.
No sabía cómo romper el momento, sin que mi amigo dorado se mosqueara y se pusiera a gritar como hacía normalmente. Decidí alargarlo todo lo posible y me dirigí a un espejo que había en la habitación, observando como tenía un pequeño morado en el ojo y una sustancia pegajosa en los labios. Me acerque los dedos a los labios y lo chupe, dándome cuenta enseguida de que se trataba de sirope (o caramelo), haciendo que me cabreará a descubrir que había partes de Tobías en mi rostro. Golpeé a la oveja con una patada y esta salió volando por la habitación, haciendo que varias bolitas de caca salieran disparadas por el aire. Al observarlas, una sonrisa sádica se reflejo en mi rostro, mientras me frotaba las manos a modo de villano. Me agaché y cogí varias de esas caquitas en mi mano, pero en ese momento noté una extraña presencia que me miraba. Alcé la vista y pude ver a Dick mirándome fijamente por encima del vaso, un escalofrío recorrió mi cuerpo al pensar que se iba a poner a gritar como hacía de costumbre, pero en vez de eso, vomito.
-Por fin encue…hip... entras un trabajo que te favorece.- dijo con la voz rasgada y alcoholizada. -Necesi…hip…ito ir al servicio.
Acto seguido se desplomó contra el suelo y se puso a roncar. Terminé de coger el resto de caquitas y reduje el tamaño de Dick a una medida que entrara en mis pantalones. Terminé de vestirme y salí con cuidado de la habitación, en la cual todavía se encontraban las chicas terriblemente dormidas y la oveja medio muerta en una esquina. Caminé con sigilo hasta la cocina y cogí la caja de cereales, propia de mi compañero melenudo, introduciendo las caquitas de oveja en su interior. El parecido entre esos cereales y las caquitas era casi idéntico, era imposible que Tobías se diera cuenta. Guardé la caja en su sitio y me dirigí al servicio para saciar mis ansias de orinar, mientras Dick aún seguía dormido y sin dar guerra. ¿Me pregunto cuento le durara el sueño al pequeñín? Dije mirándole con ternura y acariciándolo como si fuera un mascota.
Bizvan
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Pequeños sonidos de metal siendo golpeado repetidamente podían escucharse desde el interior de una habitación alejada de los camarotes. Esta fungía como taller y contaba con una gran cantidad de herramientas con las cuales se podía trabajar de manera cómoda.
Un largo suspiro se me escapó mientras dejaba el mazo sobre la mesa de trabajo. Estiré mis brazos para relajarme un poco tras haber estado realizando los mismos pasos una y otra vez.- Bien, me parece que esta vez lo conseguí. –tomé un pequeño cilindro metálico y comencé a inspeccionarlo.- Muh… Mi habilidad no es tan buena para este tipo de trabajos, si utilizo esto hay peligro de explosión. –Tras mirar a través del cilindro me percaté de la calidad del surcado interior era malo, no se comparaba a mi habilidad para crear armas como espadas.- Supongo que será necesario continuar practicando antes de pensar incorporarlos a mis creaciones. –dejé caer el cilindro en una caja de madera con un cartel pegado a un costado que decía "Reciclar" llena de estos (los cuales también eran prototipos fallidos), más tarde los fundiría de nuevo para crear lingotes.
Miré por la pequeña ventana, estaba comenzando a amanecer.- El tiempo vuela cuando te diviertes. –la razón por la cual me encontraba en este taller era Gusi… Su habitación se encontraba cerca de la mía, por lo cual era capaz de escuchar todo (TODO) lo que ocurría dentro de su cuarto, incluso estoy seguro de haber escuchado a una oveja. Incomodo con eso salí de mi habitación y me dirigí a este lugar para dormir, aunque al estar cerca de la forja no pude evitar comenzar a trabajar con el metal después de dormir las horas necesarias.
Me aseguré de colocar todas las herramientas en su lugar y apagar todo, para luego salir y dirigirme a cubierta (no sin antes haber tomado mis pertenencias) mientras pensaba ligeramente sobre la misión que debíamos llevar a cabo hoy. No recordaba todos los detalles, creo que era algo sobre buscar a un traidor, no, ¿era algo de ser los sujetos de prueba para determinar si alguien era un traidor? Solté otro suspiro al ser incapaz de recordar el motivo de nuestra visita a estos mares.* Kimura se encargará de darnos nuestras ordenes, así que no habrá problemas con eso.
Al llegar a cubierta, la sensación de la brisa marina era bastante agradable, en especial en una zona tan calurosa como esta.- Soy yo, o el calor siempre se hace presente a todas horas en estas zonas. –me dije a mi mismo mientras utilizaba mi gorra para abanicarme. Era raro que yo siendo un herrero acostumbrado a trabajar cerca de hornos de fundición, se viera afectado por cambios de temperatura ambientales como este.
No tenía nada mejor que hacer, así subí que hasta el carajo del barco para tener una mejor visión de la ciudad a la cual nos acercábamos. Si en algún momento escuchaba la voz del capitán o alguno de mis compañeros, bajaría para saludar y preguntar sutilmente sobre nuestra misión.
Un largo suspiro se me escapó mientras dejaba el mazo sobre la mesa de trabajo. Estiré mis brazos para relajarme un poco tras haber estado realizando los mismos pasos una y otra vez.- Bien, me parece que esta vez lo conseguí. –tomé un pequeño cilindro metálico y comencé a inspeccionarlo.- Muh… Mi habilidad no es tan buena para este tipo de trabajos, si utilizo esto hay peligro de explosión. –Tras mirar a través del cilindro me percaté de la calidad del surcado interior era malo, no se comparaba a mi habilidad para crear armas como espadas.- Supongo que será necesario continuar practicando antes de pensar incorporarlos a mis creaciones. –dejé caer el cilindro en una caja de madera con un cartel pegado a un costado que decía "Reciclar" llena de estos (los cuales también eran prototipos fallidos), más tarde los fundiría de nuevo para crear lingotes.
Miré por la pequeña ventana, estaba comenzando a amanecer.- El tiempo vuela cuando te diviertes. –la razón por la cual me encontraba en este taller era Gusi… Su habitación se encontraba cerca de la mía, por lo cual era capaz de escuchar todo (TODO) lo que ocurría dentro de su cuarto, incluso estoy seguro de haber escuchado a una oveja. Incomodo con eso salí de mi habitación y me dirigí a este lugar para dormir, aunque al estar cerca de la forja no pude evitar comenzar a trabajar con el metal después de dormir las horas necesarias.
Me aseguré de colocar todas las herramientas en su lugar y apagar todo, para luego salir y dirigirme a cubierta (no sin antes haber tomado mis pertenencias) mientras pensaba ligeramente sobre la misión que debíamos llevar a cabo hoy. No recordaba todos los detalles, creo que era algo sobre buscar a un traidor, no, ¿era algo de ser los sujetos de prueba para determinar si alguien era un traidor? Solté otro suspiro al ser incapaz de recordar el motivo de nuestra visita a estos mares.* Kimura se encargará de darnos nuestras ordenes, así que no habrá problemas con eso.
Al llegar a cubierta, la sensación de la brisa marina era bastante agradable, en especial en una zona tan calurosa como esta.- Soy yo, o el calor siempre se hace presente a todas horas en estas zonas. –me dije a mi mismo mientras utilizaba mi gorra para abanicarme. Era raro que yo siendo un herrero acostumbrado a trabajar cerca de hornos de fundición, se viera afectado por cambios de temperatura ambientales como este.
No tenía nada mejor que hacer, así subí que hasta el carajo del barco para tener una mejor visión de la ciudad a la cual nos acercábamos. Si en algún momento escuchaba la voz del capitán o alguno de mis compañeros, bajaría para saludar y preguntar sutilmente sobre nuestra misión.
Nocturne93
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Desperté sin problemas. Estaba algo nervioso por todo aquello, tan solo el crujir de la madera antes de que su causa llegase a la puerta me hizo abrir los ojos. Casi como un brinco, como si estuviese deseando ese momento, me quedé incorporado justo en el momento en el que un hombre entraba a la habitación a despertarme. Le saludé con un gesto con mi mano izquierda y entendió que ya estaba bien despierto sin necesidad de que me dijera absolutamente nada. Ese hombre marchó de allí sin mediar palabra, de la habitación contigua escuché ruidos, al parecer dos de los inquilinos se habían despertado también.
-Maldita sea, este Gusi siempre tan escandaloso de buena mañana.
Menuda nochecita me había hecho pasar, todavía no sabía de donde diablos salían esas chicas, pero siempre tenía alguna con él vaya donde vaya. La fama precede a este hombre, y su éxito con las mujeres parece ser bastante llamativo para otras mujeres que todavía no han pasado por su cama. Este hombre desde luego nunca dejará de sorprenderme, a la vez que cansarme.
Claro que no podía quejarme tampoco. Llevé la mirada al otro lado de la cama y ella todavía estaba allí, durmiendo tan plácidamente que consideraba un crimen total lo que pensaba hacer a continuación, no obstante, no había otra opción más que hacerlo. Me incliné hacia ella y le di un tierno beso en la mejilla mientras le susurraba para despertarla.
-Yoshi, amor. Estamos llegando. Despierta.
Temía su reacción, pero ver abrir sus ojos, completamente embriagada por el sueño. Acaricié su rostro y cuando la vi darse cuenta de la situación, le di un intenso beso en sus carnosos labios, un tierno besito de buenos días para asegurarme que su reacción nada más despertar no sería más que agradable, y que se despertara contenta. Aunque lo cierto es que con lo ocurrido en esa noche tan solo se levantaría con cansancio, tal y como yo. Al fin y al cabo, los dos lo tuvimos complicado para dormir.
Me levanté y me vestí, me equipé con tres de mis espadas al cinturón, el arnés con los múltiples diales cargados en sus respectivos bolsillos, y las dagas gemelas a los costados, y el arco y guadañas en mi espalda. La daga Tsume la tuve que dejar, con tantas armas al final uno debe dejar algunas. Joder si parezco una armería andante en lugar de un miembro de la marina. A Yoshi sin embargo parecía que le iba a costar un poco más. La ayudé un poquito destapándola y repitiendo ese beso de buenos días para asegurarme de que se levantara, una vez la vi incorporarse.
-Te espero fuera querida. Voy a ir preparándolo todo.
Salí de la habitación a la vez que lo hacía Gusi mientras llevaba una caja de cereales y se acariciaba... en ciertas partes todavía visibles. Le ignoré, hice como que no le había visto y subí a cubierta, estábamos llegando a los muelles, alcé la mirada y estaba Bizvan en el carajo. ¿Habría sido capaz de dormir? Nuestros camarotes son los que daban justamente a los laterales de Gusi. Que pena no haber podido salir a esta aventura con Atlas, pero se trataba de una misión de gran interés para la marina, y los Crimson Wolves junto al capitán Amaiar Silverfang habíamos sido asignados a esta tarea. Aunque todavía no le veía por ninguna parte, y estabamos ya amarrados al muelle.
Me asomé por estribor y pude ver que ya había una persona esperándonos, como capitán de los Crimson Wolves tomé la responsabilidad de ser el primero en bajar a saludarle, por lo menos al no ver al capitán Silverfang. En cuanto se formó la pasarela indiqué a los presentes que me siguieran, creo haberlos visto a todos justo en el último momento antes de poner un pie en la madera que conectaba el barco con el muelle. En cuanto bajé ese hombre se presentó Tiburius, el consejero de la emperatriz Claudia, el motivo por el cual estábamos allí. Su propuesta parece dejar claro que quiere hacernos una ruta turística por el pueblo, pero su gesto deja claro que nosotros tendremos la última palabra antes de ello.
-Saludos Tiburius. Soy Kimura Hayate, capitán de los Crimson Wolves, estos son mis hombres. También nos acompaña un capitán de la marina. Si no os importa, antes de partir me gustaría hablar con usted un momento. Chicos -me dirigí a los Crimson Wolves-, estad preparados.
Traté de indicarle que quería hablar en privado, aunque no me importaba que mis camaradas escuchasen, pero era algo un tanto personal. Traté de alejarme un par de metros antes de hablar de nuevo con él, ni siquiera me molesté en si había orejas espías escuchando la conversación.
-Tengo cierto interés sobre la isla en sí. He escuchado que hay numerosos jardines que son la alegría hacia cualquiera que pose su mirada en ellos. Supongo que esas son las cosas que piensa enseñarnos. ¿Pero no cree que sería más importante ir directos al grano? Se que la emperatriz no tenía demasiado afecto por la marina, desearía hablar con ella cuanto antes.
Esperaba no haber sido muy directo. Por otra parte era justo lo que quería, y el hecho de que las relaciones con la marina no habían sido muy buenas hasta el momento no es ningún secreto. No sabía por qué, pero la marina había atacado a la emperatriz antaño, mi misión era comprobar si todavía existían esas hostilidades de algún modo, aunque de ser así estaba claro que no sería nada fácil descubrirlo. Pero no había nada imposible.
-Maldita sea, este Gusi siempre tan escandaloso de buena mañana.
Menuda nochecita me había hecho pasar, todavía no sabía de donde diablos salían esas chicas, pero siempre tenía alguna con él vaya donde vaya. La fama precede a este hombre, y su éxito con las mujeres parece ser bastante llamativo para otras mujeres que todavía no han pasado por su cama. Este hombre desde luego nunca dejará de sorprenderme, a la vez que cansarme.
Claro que no podía quejarme tampoco. Llevé la mirada al otro lado de la cama y ella todavía estaba allí, durmiendo tan plácidamente que consideraba un crimen total lo que pensaba hacer a continuación, no obstante, no había otra opción más que hacerlo. Me incliné hacia ella y le di un tierno beso en la mejilla mientras le susurraba para despertarla.
-Yoshi, amor. Estamos llegando. Despierta.
Temía su reacción, pero ver abrir sus ojos, completamente embriagada por el sueño. Acaricié su rostro y cuando la vi darse cuenta de la situación, le di un intenso beso en sus carnosos labios, un tierno besito de buenos días para asegurarme que su reacción nada más despertar no sería más que agradable, y que se despertara contenta. Aunque lo cierto es que con lo ocurrido en esa noche tan solo se levantaría con cansancio, tal y como yo. Al fin y al cabo, los dos lo tuvimos complicado para dormir.
Me levanté y me vestí, me equipé con tres de mis espadas al cinturón, el arnés con los múltiples diales cargados en sus respectivos bolsillos, y las dagas gemelas a los costados, y el arco y guadañas en mi espalda. La daga Tsume la tuve que dejar, con tantas armas al final uno debe dejar algunas. Joder si parezco una armería andante en lugar de un miembro de la marina. A Yoshi sin embargo parecía que le iba a costar un poco más. La ayudé un poquito destapándola y repitiendo ese beso de buenos días para asegurarme de que se levantara, una vez la vi incorporarse.
-Te espero fuera querida. Voy a ir preparándolo todo.
Salí de la habitación a la vez que lo hacía Gusi mientras llevaba una caja de cereales y se acariciaba... en ciertas partes todavía visibles. Le ignoré, hice como que no le había visto y subí a cubierta, estábamos llegando a los muelles, alcé la mirada y estaba Bizvan en el carajo. ¿Habría sido capaz de dormir? Nuestros camarotes son los que daban justamente a los laterales de Gusi. Que pena no haber podido salir a esta aventura con Atlas, pero se trataba de una misión de gran interés para la marina, y los Crimson Wolves junto al capitán Amaiar Silverfang habíamos sido asignados a esta tarea. Aunque todavía no le veía por ninguna parte, y estabamos ya amarrados al muelle.
Me asomé por estribor y pude ver que ya había una persona esperándonos, como capitán de los Crimson Wolves tomé la responsabilidad de ser el primero en bajar a saludarle, por lo menos al no ver al capitán Silverfang. En cuanto se formó la pasarela indiqué a los presentes que me siguieran, creo haberlos visto a todos justo en el último momento antes de poner un pie en la madera que conectaba el barco con el muelle. En cuanto bajé ese hombre se presentó Tiburius, el consejero de la emperatriz Claudia, el motivo por el cual estábamos allí. Su propuesta parece dejar claro que quiere hacernos una ruta turística por el pueblo, pero su gesto deja claro que nosotros tendremos la última palabra antes de ello.
-Saludos Tiburius. Soy Kimura Hayate, capitán de los Crimson Wolves, estos son mis hombres. También nos acompaña un capitán de la marina. Si no os importa, antes de partir me gustaría hablar con usted un momento. Chicos -me dirigí a los Crimson Wolves-, estad preparados.
Traté de indicarle que quería hablar en privado, aunque no me importaba que mis camaradas escuchasen, pero era algo un tanto personal. Traté de alejarme un par de metros antes de hablar de nuevo con él, ni siquiera me molesté en si había orejas espías escuchando la conversación.
-Tengo cierto interés sobre la isla en sí. He escuchado que hay numerosos jardines que son la alegría hacia cualquiera que pose su mirada en ellos. Supongo que esas son las cosas que piensa enseñarnos. ¿Pero no cree que sería más importante ir directos al grano? Se que la emperatriz no tenía demasiado afecto por la marina, desearía hablar con ella cuanto antes.
Esperaba no haber sido muy directo. Por otra parte era justo lo que quería, y el hecho de que las relaciones con la marina no habían sido muy buenas hasta el momento no es ningún secreto. No sabía por qué, pero la marina había atacado a la emperatriz antaño, mi misión era comprobar si todavía existían esas hostilidades de algún modo, aunque de ser así estaba claro que no sería nada fácil descubrirlo. Pero no había nada imposible.
Pyros Silver
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Precisión
Intelecto
Agudeza
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Saberes
Akuma no mi
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Había pasado la mayoría de la noche consultando un libro de medicina y un par de libros de historia sobre el lugar al que estábamos yendo, una isla del Paraíso situada cerca de Arabasta. En lo personal me habría gustado ir a Arabasta, era un lugar lleno de maravillas arqueológicas, con muchos secretos dejados por los albores del tiempo, pero supongo que Gazia era un buen lugar también para mis estudios en el campo de la Historia. Había leído sobre sus famosos "Jardines de los Dioses" y quería verlos con mis propios ojos para admirar su legendaria belleza.
Me miré en un espejo que había en mi camarote, tenía unas ojeras más negras que el carbón. - Supongo que es lo que pasa cuando te pasas la noche en vela... - dejé escapar un ligero suspiro mientras me llevaba las manos a los ojos. Tenía el pelo hecho un asco y sumado a las lagañas que florecían debajo de mis ojos, mi reflejo me daba un poco de asco. Paseé desnuda por la habitación colocando los diversos tomos en sus respectivas estanterías, me gustaba que estuviesen ordenados por orden alfabético y separados por sus respectivos campos.
¿Por qué estaba desnuda? Bueno, la única ropa que usualmente llevaba diariamente consistía en una armadura blanca que , en ese momento, se encontraba en la cama y una cota de malla en el suelo junto a mi espadón que descansaba en la pared próximo a ella. Me volví a detener ante el espejo. Había desarrollado mis músculos en gran medida, cuando recién me había alistado a la Marina, apenas estaba marcada pero ahora parecía un maldito Adonnis con pechos grandes.
Dí gracias a la Marina por haber incluido baños con ducha en los camarotes, una buena ducha de agua fría haría que me despertase y dejase de parar a mirarme en el espejo... temía que me pasase lo mismo con el del baño. Tras unos largos minutos bajo el agua, salí de la ducha y me dispuse a secarme con una toalla blanca que había colgada cerca. Cogí un peine y con cierta gracia, arreglé mi pelo dándole su toque original pero rompiendo el peine en el camino... había momentos en los que no controlaba mi propia fuerza y eso me entristecía. En caso de que me enamorara, ¿ le partiría la espalda sin querer a mi amante en un acto de cariño?
Volví a mi habitación y me puse la brillante armadura que me habían regalado en una fiesta en el negocio de Gusi para luego envainar mi recién adquirido espadón, que lo conseguí en la guerra de Síderos, en la espalda. También había ingerido una fruta del demonio que le pedí a un misterioso genio de aspecto malvado, por lo menos de esa forma podría ser útil a mis compañeros. Salí de la habitación rumbo a cubierta, quería apreciar un poco de la brisa marina antes de que embarcásemos a tierra y empezáramos con la misión que el Gobierno nos había asignado. Me quedé mirando al vasto océano mientras el sonido de las olas y el graznido de las gaviotas deleitaban mi oídos. - Esta es la calma antes de la tempestad - dije cerrando los ojos.
Más tarde, todos nos reunimos en la cubierta listos para desembarcar. Un extraño hombre vistiendo una túnica blanca estaba esperando por nosotros, se identificó como Tiderius, consejero de la emperatriz de la isla. Pero algo me resultaba extraño, normalmente se recibían a los invitados con una escolta de soldados pero aquel hombre estaba solo. "-Supongo que no siguen el protocolo de mi tierra-" pensé mientras esperaba a que el capitán Kimura terminara de hablar con el consejero. Mientras esperaba, me peinaba el pelo con mi mano de forma suave. Quería ir a ver los jardines cuanto antes pero, conociendo al capitán, de seguro iriamos a ver a la emperatriz directamente.
Me miré en un espejo que había en mi camarote, tenía unas ojeras más negras que el carbón. - Supongo que es lo que pasa cuando te pasas la noche en vela... - dejé escapar un ligero suspiro mientras me llevaba las manos a los ojos. Tenía el pelo hecho un asco y sumado a las lagañas que florecían debajo de mis ojos, mi reflejo me daba un poco de asco. Paseé desnuda por la habitación colocando los diversos tomos en sus respectivas estanterías, me gustaba que estuviesen ordenados por orden alfabético y separados por sus respectivos campos.
¿Por qué estaba desnuda? Bueno, la única ropa que usualmente llevaba diariamente consistía en una armadura blanca que , en ese momento, se encontraba en la cama y una cota de malla en el suelo junto a mi espadón que descansaba en la pared próximo a ella. Me volví a detener ante el espejo. Había desarrollado mis músculos en gran medida, cuando recién me había alistado a la Marina, apenas estaba marcada pero ahora parecía un maldito Adonnis con pechos grandes.
Dí gracias a la Marina por haber incluido baños con ducha en los camarotes, una buena ducha de agua fría haría que me despertase y dejase de parar a mirarme en el espejo... temía que me pasase lo mismo con el del baño. Tras unos largos minutos bajo el agua, salí de la ducha y me dispuse a secarme con una toalla blanca que había colgada cerca. Cogí un peine y con cierta gracia, arreglé mi pelo dándole su toque original pero rompiendo el peine en el camino... había momentos en los que no controlaba mi propia fuerza y eso me entristecía. En caso de que me enamorara, ¿ le partiría la espalda sin querer a mi amante en un acto de cariño?
Volví a mi habitación y me puse la brillante armadura que me habían regalado en una fiesta en el negocio de Gusi para luego envainar mi recién adquirido espadón, que lo conseguí en la guerra de Síderos, en la espalda. También había ingerido una fruta del demonio que le pedí a un misterioso genio de aspecto malvado, por lo menos de esa forma podría ser útil a mis compañeros. Salí de la habitación rumbo a cubierta, quería apreciar un poco de la brisa marina antes de que embarcásemos a tierra y empezáramos con la misión que el Gobierno nos había asignado. Me quedé mirando al vasto océano mientras el sonido de las olas y el graznido de las gaviotas deleitaban mi oídos. - Esta es la calma antes de la tempestad - dije cerrando los ojos.
Más tarde, todos nos reunimos en la cubierta listos para desembarcar. Un extraño hombre vistiendo una túnica blanca estaba esperando por nosotros, se identificó como Tiderius, consejero de la emperatriz de la isla. Pero algo me resultaba extraño, normalmente se recibían a los invitados con una escolta de soldados pero aquel hombre estaba solo. "-Supongo que no siguen el protocolo de mi tierra-" pensé mientras esperaba a que el capitán Kimura terminara de hablar con el consejero. Mientras esperaba, me peinaba el pelo con mi mano de forma suave. Quería ir a ver los jardines cuanto antes pero, conociendo al capitán, de seguro iriamos a ver a la emperatriz directamente.
Amaiar Silverfang
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Cuando desperté, lo hice notando tal cantidad de sopor en mí que pensé sinceramente que me había pasado bebiendo la noche anterior. Lo cual era una idea rara, pues no suelo beber casi nunca... pero en este caso no podía estar más en lo cierto. El botito con la etiqueta de "stamina" a mi lado lo confirmaba, y poco después empecé a recordar.
Estaba en una sala prácticamente vacía, situada en los niveles más bajos del barco marine. En ella había dispuesto mi pequeño "espacio personal" para entrenar durante el viaje, y me aseguraba de no molestar ni ser molestado por los de arriba. Llevaba puesta aún mi ropa habitual, y me había levantado allí mismo en el piso, por lo que todo indicaba que había caído exhausto en medio de la sesión, y por desgracia allí no tenía forma de ver el exterior o de calcular el momento del día que sería. Miré de nuevo al bote de líquido verduzco transparente, frunciendo el ceño. El genio que me lo dio me había comentado que era adictivo, pero no había sido eso lo que me había hecho tomar más de una dosis el día anterior (el límite impuesto por dicho genio), sino mi propia impaciencia y ansia de hacer progreso. El mismo tipo de cosas que me hicieron pedir aquel deseo en primer lugar, y que había subestimado.
¿Cuánto tiempo habría caído inconsciente? Ya que aún no había dado mucho uso del objeto, no podía ser demasiado, pero juntado a las horas naturales de sueño que debía descansar como compensación, no me extrañaría que alguien me hubiera dado por desaparecido si caía en aquel coma artificial durante más horas de las necesarias. Debía darme prisa, el navío parecía estar detenido por lo que tal vez fuera buena idea salir a ver qué ocurría.
Tras un aseo rápido salí a cubierta, siendo bienvenido por la cegadora luz del sol en mis ojos. Tras unos momentos para acostumbrar la vista de nuevo al cambio de iluminación, pude contemplar que estábamos junto a la isla de destino: Gazia, hogar de mitologías y leyendas conocidas en todo el mundo. Y un lugar que seguro que Syxel disfrutaría si viniera de visita. Me pregunté cómo le iría al pobre diablo con su compañero, no los veía desde lo de Síderos, y no me había podido ni despedir.
Un chequeo rutinario me hizo percatarme de que gran parte de los operativos de los Crimson ya estaban en tierra y esperando instrucciones, algunos con mejor aspecto que otros pero en general todos preparados. Con toda la entereza y solemnidad que pude reunir, me uní a ellos en silencio, dando ejemplo de la disciplina que un Marine debía ejercer, al menos en mi rango. Lo cual me recordó que...
Kimura estaba hablando con un hombre bajito y vestido con túnica, supuse que era quien nos había ido a dar la bienvenida. Ahora que estaba más despejado podía recordar con claridad la razón de nuestra visita a aquella isla, y no era por turismo. No me cabía duda de que el capitán de los Lobos estaría tan intrigado como yo por la situación, y desearía llegar al fondo del asunto lo antes posible. Tal vez fuera por eso que se había apartado un poco del resto a hablar con el hombrecillo local, para pedirle algo directo como una audiencia con la reina o algo así. Él era ese tipo de personas, las sutilezas no eran su punto fuerte. Suprimiendo con dificultades una sonrisa irónica, esperé hasta que hubiera vuelto a reunirse con su grupo (y por ende conmigo) antes de realizar el tradicional saludo Marine.
- Teniente-comandante... - Dije en tono neutro. - Lamento el retraso, circunstancias imprevistas me impidieron estar listo a tiempo. Quisiera aprovechar para recordarle que en esta misión usted es el asignado responsable de su cumplimiento, y yo no soy su superior sino un subordinado y aliado de su flota. - Casi todos allí eran como de la familia ya, y la confianza que tenía con Kimura era algo que muy pocas otras personas se habían ganado. Así pues, el protocolo podía parecer innecesario, pero de cara al público prefería mantener las formas. El mensaje estaba claro: "Trátame como al resto, no como alguien especial, y ponme tareas como a cualquier otro. Hoy mandas tú." - Marine Silverfang a su servicio, señor. - Concluí con una sonrisa de complicidad que sólo mi amigo podría ver. - ¿Cuáles son sus órdenes?
Estaba en una sala prácticamente vacía, situada en los niveles más bajos del barco marine. En ella había dispuesto mi pequeño "espacio personal" para entrenar durante el viaje, y me aseguraba de no molestar ni ser molestado por los de arriba. Llevaba puesta aún mi ropa habitual, y me había levantado allí mismo en el piso, por lo que todo indicaba que había caído exhausto en medio de la sesión, y por desgracia allí no tenía forma de ver el exterior o de calcular el momento del día que sería. Miré de nuevo al bote de líquido verduzco transparente, frunciendo el ceño. El genio que me lo dio me había comentado que era adictivo, pero no había sido eso lo que me había hecho tomar más de una dosis el día anterior (el límite impuesto por dicho genio), sino mi propia impaciencia y ansia de hacer progreso. El mismo tipo de cosas que me hicieron pedir aquel deseo en primer lugar, y que había subestimado.
¿Cuánto tiempo habría caído inconsciente? Ya que aún no había dado mucho uso del objeto, no podía ser demasiado, pero juntado a las horas naturales de sueño que debía descansar como compensación, no me extrañaría que alguien me hubiera dado por desaparecido si caía en aquel coma artificial durante más horas de las necesarias. Debía darme prisa, el navío parecía estar detenido por lo que tal vez fuera buena idea salir a ver qué ocurría.
Tras un aseo rápido salí a cubierta, siendo bienvenido por la cegadora luz del sol en mis ojos. Tras unos momentos para acostumbrar la vista de nuevo al cambio de iluminación, pude contemplar que estábamos junto a la isla de destino: Gazia, hogar de mitologías y leyendas conocidas en todo el mundo. Y un lugar que seguro que Syxel disfrutaría si viniera de visita. Me pregunté cómo le iría al pobre diablo con su compañero, no los veía desde lo de Síderos, y no me había podido ni despedir.
Un chequeo rutinario me hizo percatarme de que gran parte de los operativos de los Crimson ya estaban en tierra y esperando instrucciones, algunos con mejor aspecto que otros pero en general todos preparados. Con toda la entereza y solemnidad que pude reunir, me uní a ellos en silencio, dando ejemplo de la disciplina que un Marine debía ejercer, al menos en mi rango. Lo cual me recordó que...
Kimura estaba hablando con un hombre bajito y vestido con túnica, supuse que era quien nos había ido a dar la bienvenida. Ahora que estaba más despejado podía recordar con claridad la razón de nuestra visita a aquella isla, y no era por turismo. No me cabía duda de que el capitán de los Lobos estaría tan intrigado como yo por la situación, y desearía llegar al fondo del asunto lo antes posible. Tal vez fuera por eso que se había apartado un poco del resto a hablar con el hombrecillo local, para pedirle algo directo como una audiencia con la reina o algo así. Él era ese tipo de personas, las sutilezas no eran su punto fuerte. Suprimiendo con dificultades una sonrisa irónica, esperé hasta que hubiera vuelto a reunirse con su grupo (y por ende conmigo) antes de realizar el tradicional saludo Marine.
- Teniente-comandante... - Dije en tono neutro. - Lamento el retraso, circunstancias imprevistas me impidieron estar listo a tiempo. Quisiera aprovechar para recordarle que en esta misión usted es el asignado responsable de su cumplimiento, y yo no soy su superior sino un subordinado y aliado de su flota. - Casi todos allí eran como de la familia ya, y la confianza que tenía con Kimura era algo que muy pocas otras personas se habían ganado. Así pues, el protocolo podía parecer innecesario, pero de cara al público prefería mantener las formas. El mensaje estaba claro: "Trátame como al resto, no como alguien especial, y ponme tareas como a cualquier otro. Hoy mandas tú." - Marine Silverfang a su servicio, señor. - Concluí con una sonrisa de complicidad que sólo mi amigo podría ver. - ¿Cuáles son sus órdenes?
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- ¡Uah...! - solté un gran bostezo mientras me estiraba aún sentado en la cama de mi camarote sin saber muy bien que hora era, pero hacía un rato que uno de los jóvenes que navegaban con nosotros vino a llamarme con el mensaje de que habíamos llegado a puerto. Tardé unos minutos en asearme y ponerme mi característico yukata negro que hacia juego con el extraño colgante que había conseguido en Síderos. Una vez listo y armado, ya que había enfundado mis dagas en su sitio y colocado el urumi a forma de cinturón bajos los ropajes sobre un acolchado, me dispuse a echar un vistazo a la zona del almacén antes de subir a cubierta. En el transcurso del viaje había comprado un par de ovejas para dárselas de comer a Azkar cuando volviésemos de esta extraña misión a la que nos habían encomendado en Gazia. Había detalles de esta que me escamaban, pero aún era pronto para cavilaciones y tenía unos minutos para atender a los animales mientras terminábamos de llegar al muelle para desembarcar.
-¿Qué narices? - pensé asombrado al comprobar que faltaba una.
No entendía que podría haber pasado y me puse a buscarla rápidamente por el navío. Esos animalitos son unas máquinas de hacer caca y famosas por comerse casi cualquier cosa... Y no quería tener que limpiar ningún estropicio que causase. Poniéndome en la peor de las situaciones imaginé que la oveja se había colado en el camarote que compartían el capitán y Yoshi, directa a comerse su ropa interior u algo así, por lo que me apresuré a investigar. Tuve suerte y mi fino oído escuchó un balido proveniente de uno de los camarotes, aunque no del que creía. Maldito Gusi. Ante mí me encontré una escena que los más puritanos tacharían de dantesca, haciendo que me plantease si mi compañero tenía límites. Había dos jóvenes desnudas en el interior, una completamente dormida en la cama con sus encantos al aire, la otra a medio vestir y mi extraviada oveja con cara de traumatizada. Simplemente reaccioné enarcando una ceja ante la perturbadora escena mientras musitaba una escueta respuesta antes de volver a cerrar a la puerta y salir de allí cuanto antes para intentar parar las imágenes recurrentes y nada agradables que acudían a mi mente al pensar en que habría pasado ahí dentro... Fuese lo que fuese, esa oveja ya no iba a ser la comida de mi preciada mascota. Ni de coña.
Al salir a cubierta para despejar mis ideas vi que ya habíamos llegado a nuestro destino y varios de mis nakamas estaban listos para desembarcar. Primero me acerqué a Biz para saludarlo en forma de apoyo porque sabía que dormía al lado del peliblanco y luego bajé tras el pelirrojo y el marine que nos acompañaba de vez en cuando, Amaiar, para mantenerme cerca de ellos y enterarme de lo que pudiese de la conversación. Lo mío era oír y callar, la burocracia para los que mandaban.
-¿Qué narices? - pensé asombrado al comprobar que faltaba una.
No entendía que podría haber pasado y me puse a buscarla rápidamente por el navío. Esos animalitos son unas máquinas de hacer caca y famosas por comerse casi cualquier cosa... Y no quería tener que limpiar ningún estropicio que causase. Poniéndome en la peor de las situaciones imaginé que la oveja se había colado en el camarote que compartían el capitán y Yoshi, directa a comerse su ropa interior u algo así, por lo que me apresuré a investigar. Tuve suerte y mi fino oído escuchó un balido proveniente de uno de los camarotes, aunque no del que creía. Maldito Gusi. Ante mí me encontré una escena que los más puritanos tacharían de dantesca, haciendo que me plantease si mi compañero tenía límites. Había dos jóvenes desnudas en el interior, una completamente dormida en la cama con sus encantos al aire, la otra a medio vestir y mi extraviada oveja con cara de traumatizada. Simplemente reaccioné enarcando una ceja ante la perturbadora escena mientras musitaba una escueta respuesta antes de volver a cerrar a la puerta y salir de allí cuanto antes para intentar parar las imágenes recurrentes y nada agradables que acudían a mi mente al pensar en que habría pasado ahí dentro... Fuese lo que fuese, esa oveja ya no iba a ser la comida de mi preciada mascota. Ni de coña.
Al salir a cubierta para despejar mis ideas vi que ya habíamos llegado a nuestro destino y varios de mis nakamas estaban listos para desembarcar. Primero me acerqué a Biz para saludarlo en forma de apoyo porque sabía que dormía al lado del peliblanco y luego bajé tras el pelirrojo y el marine que nos acompañaba de vez en cuando, Amaiar, para mantenerme cerca de ellos y enterarme de lo que pudiese de la conversación. Lo mío era oír y callar, la burocracia para los que mandaban.
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- Oh, por favor, no me malinterprete -te dice una vez apartado del resto del grupo-, la emperatriz está deseando reunirse con ustedes y así poder dar comienzo a una época de paz entre nosotros y la marina. Simplemente consideró que descansar un poco después de tan largo viaje sería buena idea. Pero si preferís ir a hablar con ella ya mismo, así se hará.
Una vez termina, no sin antes esbozarte una sonrisa -quizá algo forzada-, da media vuelta y empieza a caminar a un ritmo que, para muchos de vosotros, es jodidamente lento. Durante el camino, que hay que decir que con el ritmo que lleva os está resultando mucho más agotador que habiéndolo hecho corriendo, no para de contaros historias sobre la ciudad. Hubiera sido interesante si hubieran sido mitos o leyendas, pero la gran mayoría de las cosas que os dice tienen que ver más bien con la vida diaria... La suya (cosas como que la peluquería por la que estáis pasando no le gusta porque siempre dejan un lado más largo que otro o que la cafetería que estáis dejando atrás tiene los mejores gofres de todo el lugar).
Tras lo que creéis que han sido cinco horas de sufrimiento -los que tengáis reloj sabréis que solo han sido dos- llegáis a uno de los templos de la ciudad, aunque parece de los más recientes de todos. Aunque hay algunos al aire libre que cuentan solo con las columnas para ocultar el interior, este tiene paredes normales. Es de los edificios más grandes que habéis visto y empezáis a sospechar por qué.
- Aquí reside su majestad y será el lugar donde se discuta la alianza comercial.
Os invita a entrar y a esperar en la entrada mientras él va a buscar a la emperatriz. A esa velocidad puede que os de tiempo de echar una cabezadita, pero creéis que no es profesional hacerlo. Mientras esperáis comenzáis a ver bien vuestro alrededor. Solo la sala de espera es posiblemente más grande que la mayoría de vuestras casas. Unas escaleras a mitad de la sala llevan a una segunda planta que veis perfectamente y otras en esa planta dan a una superior, la cual solo podéis intuir que está tras mirar encima de vosotros. Tanto en la primera planta como en la segunda hay puertas a la izquierda, la derecha y en frente. Hay dos guardias quietos vigilando la estancia y otros dos que parecen estar patrullando los pasillos. Además de estos hay una mujer ataviada también con una túnica blanca como la de Tiburius -solo que mucho mejor llevada- que está limpiando, muy a prisa, el lugar.
No sabéis cuánto tiempo vais a tener que esperar ahí dentro. Quizá queráis hacer algo... ¿Preguntar por el baño, las cocinas? Quizá queráis algo de picar. O quizá queráis preguntar alguna otra cosa. También puede que solo queráis hablar entre vosotros. O quedaros callados. Eso también es una opción.
Tanto Yoshi como Kasan tienen un aviso.
Una vez termina, no sin antes esbozarte una sonrisa -quizá algo forzada-, da media vuelta y empieza a caminar a un ritmo que, para muchos de vosotros, es jodidamente lento. Durante el camino, que hay que decir que con el ritmo que lleva os está resultando mucho más agotador que habiéndolo hecho corriendo, no para de contaros historias sobre la ciudad. Hubiera sido interesante si hubieran sido mitos o leyendas, pero la gran mayoría de las cosas que os dice tienen que ver más bien con la vida diaria... La suya (cosas como que la peluquería por la que estáis pasando no le gusta porque siempre dejan un lado más largo que otro o que la cafetería que estáis dejando atrás tiene los mejores gofres de todo el lugar).
Tras lo que creéis que han sido cinco horas de sufrimiento -los que tengáis reloj sabréis que solo han sido dos- llegáis a uno de los templos de la ciudad, aunque parece de los más recientes de todos. Aunque hay algunos al aire libre que cuentan solo con las columnas para ocultar el interior, este tiene paredes normales. Es de los edificios más grandes que habéis visto y empezáis a sospechar por qué.
- Aquí reside su majestad y será el lugar donde se discuta la alianza comercial.
Os invita a entrar y a esperar en la entrada mientras él va a buscar a la emperatriz. A esa velocidad puede que os de tiempo de echar una cabezadita, pero creéis que no es profesional hacerlo. Mientras esperáis comenzáis a ver bien vuestro alrededor. Solo la sala de espera es posiblemente más grande que la mayoría de vuestras casas. Unas escaleras a mitad de la sala llevan a una segunda planta que veis perfectamente y otras en esa planta dan a una superior, la cual solo podéis intuir que está tras mirar encima de vosotros. Tanto en la primera planta como en la segunda hay puertas a la izquierda, la derecha y en frente. Hay dos guardias quietos vigilando la estancia y otros dos que parecen estar patrullando los pasillos. Además de estos hay una mujer ataviada también con una túnica blanca como la de Tiburius -solo que mucho mejor llevada- que está limpiando, muy a prisa, el lugar.
No sabéis cuánto tiempo vais a tener que esperar ahí dentro. Quizá queráis hacer algo... ¿Preguntar por el baño, las cocinas? Quizá queráis algo de picar. O quizá queráis preguntar alguna otra cosa. También puede que solo queráis hablar entre vosotros. O quedaros callados. Eso también es una opción.
- Para Yoshi y Kasan:
- Cuando os queréis dar cuenta el resto se ha ido sin vosotros. Puede que haya sido un fallo de cálculos, pero ahí estáis, solos. Puede que queráis quedaros a cuidar el barco, o puede que prefiráis ir a buscar al grupo. Aunque nada dice que vayáis a encontrarlos fácilmente. Esta ciudad parece un laberinto.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Tanto Yoshi como Kasan tienen un aviso.
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Tras notar la llegada de mis compañeros bajé para saludarlos y reunirme con ellos.* Al parecer ha llegado el momento de comenzar a trabajar. *pensé mientras miraba a Kimura comenzar a hablar con nuestro guía.
Mientras el capitán hablaba con el hombre, miré a mi alrededor.* No veo a Joshi y Kasan. *el resto de los lobos e incluso el capitán Silver se encontraban aquí.* No puedo hablar por parte de Kasan, pero siempre pensé que Yoshi y Kimura eran inseparables… ¿Estarán peleados? *no sería amable pregunta sobre la vida íntima de otros, por lo cual no realicé comentario alguno sobre el tema.
Silver intercambió unas cuantas palabras con el capitán.
Por mi parte prestaría completa atención si es que Kimura decidía darnos indicaciones a seguir.
Comenzamos a seguir al hombre, quien avanzaba con la velocidad de una tortuga, no, creo que esos animales era más rápidos que nuestro guía. Traté de no demostrarlo, pero me encontraba bastante aburrido y en más de una ocasión dejé escapar un bostezo. Para intentar entretenerme comencé a jugar con el anillo de mi brazalete, al retirarlo y colocarlo de manera repetida de mi dedo. No presté atención a ninguna de las explicaciones ofrecidas y en su lugar comencé a divagar sobre los planos de un proyecto que deseaba llevar a cabo cuanto antes.* El peso puede ser un problema, aunque quizás para ese entonces mi habilidad me permita solucionar eso. *de ese modo conseguí evitar la monotonía del recorrido.
Después de unas horas llegamos a nuestro destino. Incliné mi cabeza ligeramente hacia un lado mientras apreciaba el edificio. Cuando el hombre explicó que la majestad se encontraba ahí, todo cobró sentido.* ¿Qué clase de complejo obliga a todos los ricos a construir edificios tan grandes? *en lo personal mi definición de comodidad era un lugar seco donde poder dormir, todo lo demás era un agradable extra.
Ya estando en la sala se nos indicó que dentro de poco se llevaría a cabo la reunión. Era obvio que contábamos con algo de tiempo antes de la llegada de nuestra anfitriona.
El lugar parecía grande, explorar podría ser una buena opción para matar el tiempo. Tratar de entablar una conversación con alguna de las personas presentes (la mujer o uno de los guardias) era otra forma de pasar el tiempo.
Me acerqué a Tobías mientras estiraba mis brazos.- Tobí, aún tengo las manos entumecidas, ¿no tienes más de ese ungüento? –comenté mientras continuaba realizando estiramientos. Mientras hacía esto, de manera sutil comencé a utilizar el lenguaje de señas que él ya conocía. “Si noto algo sospechoso, de nuevo me quejaré”. Esperaba que mi compañero notara el ligero movimiento de mi mano camuflado entre los estiramientos.
Dejé de mover las manos y lancé un largo bostezo.* Veamos si conseguimos obtener algo de información. *activé mi mantra para intentar encontrar presencias ocultas. En caso de no encontrar nada centraría mi atención en los guardias y en la mujer, aunque para ser precisos mi objetivo era intentar determinar sus emociones y si había un cambio en estas mientras estuviéramos en ese lugar.
Mientras el capitán hablaba con el hombre, miré a mi alrededor.* No veo a Joshi y Kasan. *el resto de los lobos e incluso el capitán Silver se encontraban aquí.* No puedo hablar por parte de Kasan, pero siempre pensé que Yoshi y Kimura eran inseparables… ¿Estarán peleados? *no sería amable pregunta sobre la vida íntima de otros, por lo cual no realicé comentario alguno sobre el tema.
Silver intercambió unas cuantas palabras con el capitán.
Por mi parte prestaría completa atención si es que Kimura decidía darnos indicaciones a seguir.
Comenzamos a seguir al hombre, quien avanzaba con la velocidad de una tortuga, no, creo que esos animales era más rápidos que nuestro guía. Traté de no demostrarlo, pero me encontraba bastante aburrido y en más de una ocasión dejé escapar un bostezo. Para intentar entretenerme comencé a jugar con el anillo de mi brazalete, al retirarlo y colocarlo de manera repetida de mi dedo. No presté atención a ninguna de las explicaciones ofrecidas y en su lugar comencé a divagar sobre los planos de un proyecto que deseaba llevar a cabo cuanto antes.* El peso puede ser un problema, aunque quizás para ese entonces mi habilidad me permita solucionar eso. *de ese modo conseguí evitar la monotonía del recorrido.
Después de unas horas llegamos a nuestro destino. Incliné mi cabeza ligeramente hacia un lado mientras apreciaba el edificio. Cuando el hombre explicó que la majestad se encontraba ahí, todo cobró sentido.* ¿Qué clase de complejo obliga a todos los ricos a construir edificios tan grandes? *en lo personal mi definición de comodidad era un lugar seco donde poder dormir, todo lo demás era un agradable extra.
Ya estando en la sala se nos indicó que dentro de poco se llevaría a cabo la reunión. Era obvio que contábamos con algo de tiempo antes de la llegada de nuestra anfitriona.
El lugar parecía grande, explorar podría ser una buena opción para matar el tiempo. Tratar de entablar una conversación con alguna de las personas presentes (la mujer o uno de los guardias) era otra forma de pasar el tiempo.
Me acerqué a Tobías mientras estiraba mis brazos.- Tobí, aún tengo las manos entumecidas, ¿no tienes más de ese ungüento? –comenté mientras continuaba realizando estiramientos. Mientras hacía esto, de manera sutil comencé a utilizar el lenguaje de señas que él ya conocía. “Si noto algo sospechoso, de nuevo me quejaré”. Esperaba que mi compañero notara el ligero movimiento de mi mano camuflado entre los estiramientos.
Dejé de mover las manos y lancé un largo bostezo.* Veamos si conseguimos obtener algo de información. *activé mi mantra para intentar encontrar presencias ocultas. En caso de no encontrar nada centraría mi atención en los guardias y en la mujer, aunque para ser precisos mi objetivo era intentar determinar sus emociones y si había un cambio en estas mientras estuviéramos en ese lugar.
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Tras tanto tiempo de tiranteces entre Gazia y la Marina, la emperatriz de la isla, Claudia, había considerado volver a estrechar lazos entre ambos. Sin duda esto eran buenas noticias para todos pero algo me decía que algo iba mal. ¿Porqué ahora? Luego de tanto, ¿Qué habría ocurrido en la isla para querer ahora volver a los viejos tiempos? Aquello hacía desconfiar al Gobierno Mundial y por ellos nos habían enviado al agente Tobias, a los Crimson Wolves y a mi para que todo fuera por buen camino. Era una oportunidad que no podíamos desaprovechar.
El viaje se me antojó corto a la par que placentero, no tuvimos contratiempos relevantes, el mar nos dejó navegar a placer... Aquello parecían unas vacaciones improvisadas, al menos eso sentía hasta la noche anterior a llegar a puerto. Algo dentro de mi me impedía descansar, hasta el punto de que a las cuatro de la mañana salí del camarote para ponerme a estirar y contemplar el paisaje, conforme pasaba el tiempo la noche aclaraba dando paso al amanecer. Mas pronto que tarde, Gazia se dejó ver en el horizonte. Ahí fue cuando la tripulación se puso en movimiento haciendo los preparativos para alcanzar la isla. Aprovechando ese momento en que todo el mundo se despertaba, volví al camarote a coger mis armas y pertenencias. Realmente era una suerte que mi arma principal estuviera oculta en un anillo, no llamaba la atención en absoluto.
Por fin alcanzábamos el muelle, mientras nos acercábamos a la isla pude comprobar el relieve de la isla. Algunos edificios eran altas columnas, desde ahí, podría observar la ciudad para dar detalles a mis compañeros gracias al DDM que compartía con el capitán Hayate.
Ya en el muelle y con la pasarela colocada, Kimura fue el primero en bajar mientras el resto marchábamos detrás suya, por lo visto antes de nuestra llegada ya nos esperaba un portavoz de la emperatriz. Mierda... ¿Ya hay alguien esperándonos?. Algo me hacía desconfiar, seguramente solo fuesen paranoias mías, pero no me gustaba que hubiera tanto control sobre cuando llegaríamos. Vale que vayamos a tratar con alguien de la realeza y necesiten tomar precauciones pero aún así... Igual estaba desconfiando demasiado, pero ya lo dice el dicho, "sabe más el diablo por viejo que por diablo". Había sufrido ya varias emboscadas a lo largo de mi trayectoria como agente.
Por el momento me mantendría con el grupo en la retaguardia, por detrás de los Crimson y atento a los trabajadores del puerto, no me daban buena espina. Tanto, que se me pasó por alto comentarle al capitán el ir a otear el horizonte desde los enormes edificios. Por otro lado... ¿Que calor era este? Apenas pisar la isla notaba como se me cocía la entrepierna, ¡¡Que asco!! Necesitaba ropa más cómoda que esta, a ver si con un poco de suerte encontraba un mercadillo y me hacía con los típicos ropajes de Gazia
El viaje se me antojó corto a la par que placentero, no tuvimos contratiempos relevantes, el mar nos dejó navegar a placer... Aquello parecían unas vacaciones improvisadas, al menos eso sentía hasta la noche anterior a llegar a puerto. Algo dentro de mi me impedía descansar, hasta el punto de que a las cuatro de la mañana salí del camarote para ponerme a estirar y contemplar el paisaje, conforme pasaba el tiempo la noche aclaraba dando paso al amanecer. Mas pronto que tarde, Gazia se dejó ver en el horizonte. Ahí fue cuando la tripulación se puso en movimiento haciendo los preparativos para alcanzar la isla. Aprovechando ese momento en que todo el mundo se despertaba, volví al camarote a coger mis armas y pertenencias. Realmente era una suerte que mi arma principal estuviera oculta en un anillo, no llamaba la atención en absoluto.
Por fin alcanzábamos el muelle, mientras nos acercábamos a la isla pude comprobar el relieve de la isla. Algunos edificios eran altas columnas, desde ahí, podría observar la ciudad para dar detalles a mis compañeros gracias al DDM que compartía con el capitán Hayate.
Ya en el muelle y con la pasarela colocada, Kimura fue el primero en bajar mientras el resto marchábamos detrás suya, por lo visto antes de nuestra llegada ya nos esperaba un portavoz de la emperatriz. Mierda... ¿Ya hay alguien esperándonos?. Algo me hacía desconfiar, seguramente solo fuesen paranoias mías, pero no me gustaba que hubiera tanto control sobre cuando llegaríamos. Vale que vayamos a tratar con alguien de la realeza y necesiten tomar precauciones pero aún así... Igual estaba desconfiando demasiado, pero ya lo dice el dicho, "sabe más el diablo por viejo que por diablo". Había sufrido ya varias emboscadas a lo largo de mi trayectoria como agente.
Por el momento me mantendría con el grupo en la retaguardia, por detrás de los Crimson y atento a los trabajadores del puerto, no me daban buena espina. Tanto, que se me pasó por alto comentarle al capitán el ir a otear el horizonte desde los enormes edificios. Por otro lado... ¿Que calor era este? Apenas pisar la isla notaba como se me cocía la entrepierna, ¡¡Que asco!! Necesitaba ropa más cómoda que esta, a ver si con un poco de suerte encontraba un mercadillo y me hacía con los típicos ropajes de Gazia
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Mientras el capitán y aquel hombre conversaban, yo me dediqué a hacer unas flexiones para matar el tiempo. Hacía un calor terrible, empecé a sudar un poco a la vez que me iba ejercitando meramente por aburrimiento. El emisario de la emperatriz empezó a caminar y nos indicó que le siguiéramos a través de la ciudad. Habían dos cosas que me estaban molestando en ese instante, una de ellas era el hecho de que el hombre de la túnica se hubiera presentado solo a recibirnos y el otro era el maldito ritmo al que estaba andando. *- Dios mío... ¿no podría aumentar la marcha?-* me pregunté sin decirlo, ya que sería una falta de educación por mi parte.
Anduvimos un largo rato a través de numerosas calles mientras aquel extraño individuo nos hacía un pequeño tour del lugar, pero no nos enseñó nada interesante, sólo edificios y locales de la vida cotidiana como una peluquería o una cafetería. Un delicioso aroma a gofres con crema de chocolate me llamó la atención, no había desayunado nada por lo que ahora al oler a comida, mi estomágo empezó a protestar con tres rugidos sonoros de los cuales me avergoncé un poco. Más tarde, después de una eternidad mirando edificios normales y corrientes sin ningún valor que resaltara, llegamos a las puertas de un enorme templo. Fijándome en sus paredes y en la base, se notaba que no era tan antiguo como los que habíamos visto antes además de que este parecía ser de calidad.
- Aquí reside su majestad - dijo el hombrecillo. Nos quedamos en lo que parecía ser una sala de espera mientras esperábamos a que el señor de la túnica blanca fuese a avisar a la emperatriz de nuestra llegada. - A ese paso, nos van a dar las uvas - murmuré a la vez que me sentaba en el suelo con las piernas cruzadas. Me estaba dando un hambre atroz, así que me acerqué a una criada que andaba limpiando el suelo. - Perdona que te interrumpa, ¿ podrías hacer que me trajeran un aperitivo? No he desayunado nada esta mañana y agradecería cualquier alimento para al menos engañar a mi estómago - dije con un tono amable y una sonrisa dulce.
Anduvimos un largo rato a través de numerosas calles mientras aquel extraño individuo nos hacía un pequeño tour del lugar, pero no nos enseñó nada interesante, sólo edificios y locales de la vida cotidiana como una peluquería o una cafetería. Un delicioso aroma a gofres con crema de chocolate me llamó la atención, no había desayunado nada por lo que ahora al oler a comida, mi estomágo empezó a protestar con tres rugidos sonoros de los cuales me avergoncé un poco. Más tarde, después de una eternidad mirando edificios normales y corrientes sin ningún valor que resaltara, llegamos a las puertas de un enorme templo. Fijándome en sus paredes y en la base, se notaba que no era tan antiguo como los que habíamos visto antes además de que este parecía ser de calidad.
- Aquí reside su majestad - dijo el hombrecillo. Nos quedamos en lo que parecía ser una sala de espera mientras esperábamos a que el señor de la túnica blanca fuese a avisar a la emperatriz de nuestra llegada. - A ese paso, nos van a dar las uvas - murmuré a la vez que me sentaba en el suelo con las piernas cruzadas. Me estaba dando un hambre atroz, así que me acerqué a una criada que andaba limpiando el suelo. - Perdona que te interrumpa, ¿ podrías hacer que me trajeran un aperitivo? No he desayunado nada esta mañana y agradecería cualquier alimento para al menos engañar a mi estómago - dije con un tono amable y una sonrisa dulce.
Gusi
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Una vez terminé de acariciar y saciar mis ansías matutinas de orinar, me dirigí con pasos de tortuga de vuelta a mi camarote. En el transcurso del viaje, el cual fue bastante entretenido al intentar quitarme una costra sin hacerme daño(algo imposible), pude apreciar que el movimiento del resto de los marines era más acelerado de lo normal. No le di mucha importaría, pues el barco seguía tenía el mismo bamboleo habitual, dándome a entender que nadie nos atacaba. Pero, cuando estaba a punto de atravesar el marcó a mi cuarto, un impresentable recluta se me acercó informándome de la llegada a la isla Gazia (la cual ni me sonaba) Le aparté con un manotazo/caricia en la cara y me metí en mi habitación, cerrando la puerta con sumo cuidado.
Una vez dentro me estiré lo que pude y observé con asombro (y algo de excitación) como la oveja y las chicas se encontrabas plácidamente dormidas en mi cama. Me quedé un buen rato observando las curvas y sensualidad de las doncellas, pero lo que más me atrajo fue el subir y bajar de la respiración de aquel tierno animal. Poco a poco empecé a excitarme, al imaginarme mi cuerpo desnudo acariciando aquel esponjoso pelaje. Pero el ruido de los marines corriendo de un lado a otro me hizo volver a la realidad. Me abofeteé un par de veces en la cara (con esperanzas de que eso tampoco me excitara) y recogí mis cuatro baratijas que me gustaba portar en una misión (el escudo, penetrador, pistolas de telarañas, guantes, etc...) A simple vista parecía que llevaba muchos objetos encimas, pero gracias a las lecciones de cómo vestirse de Kimura pude acoplar todo en su sitio sin que me molestara.
Salí a cubierta, con la esperanza de que Tobías hubiera desayunado fuerte, y para mi asombro todos mis nakamas ya habían partido rumbo a la misión. No fue muy difícil alcanzarlos, pues por alguna extraña razón seguían a un viejo, que parecía salir de una secta, que no paraba de hablar gilipolleces. Lo cual, como era de esperar, consiguió aburrirme enormemente. Decidí por el bien de la misión seguir con mis nakamas, dado que la última vez acabe sin pene, por lo que mi mente maestra pensó en poner a prueba un método para que el viaje fuera más ameno.
Me coloqué al final de la banda, justo detrás de Bizvan, al cual sutilmente até un fina cuerda a su espada. Después me até la cuerda al tobillo y me deje caer con delicadeza, haciendo uso de mis habilidades de levitar para emular una cama esponjosa. Mi cuerpo se quedó flotando a medio metro del suelo, mientras era transportado por mi enorme compañero. Solo quedaba relajarme y disfrutar del viaje, aunque para ser sinceros me dormí a los pocos minutos.
Cuando desperté aun seguíamos de camino (si es que habíamos avanzado algo). Decidí soltarme de mi nakama, el cual parecía que no se había percatado de mi inventó y proseguí el camino andando. No muy lejos de nuestra posición se apreciaba como nos acercábamos a un gran caserón, el cual intuía que era nuestra meta a seguir, pero algo ocurrió de repente. Mis ojos no pudieron evitar encontrarse con el mayor de las aberraciones del mundo, el plagio. Ante mis narices se mostraba un establecimiento, que parecía ser un bar, que tenía el nombre de OMG (haciendo referencia a mi local en el nuevo mundo), a excepción de que significaba "Oh My German". Esto me hizo cabrear y cuando quise darme cuenta ya me encontraba sentado en la barra, pidiendo explicaciones al camarero y gritando a todo el mundo que el OMG (Oh My Gusi) era mucho mejor lugar que ese antro.
Una vez dentro me estiré lo que pude y observé con asombro (y algo de excitación) como la oveja y las chicas se encontrabas plácidamente dormidas en mi cama. Me quedé un buen rato observando las curvas y sensualidad de las doncellas, pero lo que más me atrajo fue el subir y bajar de la respiración de aquel tierno animal. Poco a poco empecé a excitarme, al imaginarme mi cuerpo desnudo acariciando aquel esponjoso pelaje. Pero el ruido de los marines corriendo de un lado a otro me hizo volver a la realidad. Me abofeteé un par de veces en la cara (con esperanzas de que eso tampoco me excitara) y recogí mis cuatro baratijas que me gustaba portar en una misión (el escudo, penetrador, pistolas de telarañas, guantes, etc...) A simple vista parecía que llevaba muchos objetos encimas, pero gracias a las lecciones de cómo vestirse de Kimura pude acoplar todo en su sitio sin que me molestara.
Salí a cubierta, con la esperanza de que Tobías hubiera desayunado fuerte, y para mi asombro todos mis nakamas ya habían partido rumbo a la misión. No fue muy difícil alcanzarlos, pues por alguna extraña razón seguían a un viejo, que parecía salir de una secta, que no paraba de hablar gilipolleces. Lo cual, como era de esperar, consiguió aburrirme enormemente. Decidí por el bien de la misión seguir con mis nakamas, dado que la última vez acabe sin pene, por lo que mi mente maestra pensó en poner a prueba un método para que el viaje fuera más ameno.
Me coloqué al final de la banda, justo detrás de Bizvan, al cual sutilmente até un fina cuerda a su espada. Después me até la cuerda al tobillo y me deje caer con delicadeza, haciendo uso de mis habilidades de levitar para emular una cama esponjosa. Mi cuerpo se quedó flotando a medio metro del suelo, mientras era transportado por mi enorme compañero. Solo quedaba relajarme y disfrutar del viaje, aunque para ser sinceros me dormí a los pocos minutos.
Cuando desperté aun seguíamos de camino (si es que habíamos avanzado algo). Decidí soltarme de mi nakama, el cual parecía que no se había percatado de mi inventó y proseguí el camino andando. No muy lejos de nuestra posición se apreciaba como nos acercábamos a un gran caserón, el cual intuía que era nuestra meta a seguir, pero algo ocurrió de repente. Mis ojos no pudieron evitar encontrarse con el mayor de las aberraciones del mundo, el plagio. Ante mis narices se mostraba un establecimiento, que parecía ser un bar, que tenía el nombre de OMG (haciendo referencia a mi local en el nuevo mundo), a excepción de que significaba "Oh My German". Esto me hizo cabrear y cuando quise darme cuenta ya me encontraba sentado en la barra, pidiendo explicaciones al camarero y gritando a todo el mundo que el OMG (Oh My Gusi) era mucho mejor lugar que ese antro.
Nocturne93
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Tras unas horas en las que sentí que me iba a morir del aburrimiento y del paso tan lento que llevábamos, llegamos a lo que parecía ser una gran catedral. Esto me recordaba a los hechos ocurridos en Síderos, donde la gran batalla tuvo lugar en un sitio parecido, aunque la ciudad estaba más sumida en el caos que este lugar. Nos dijo que ahí era donde residía la emperatriz, y donde se hablaría todo. Entonces se marchó, presuntamente en busca de esa mujer de la cual tanto desconfiaba.
Me quedé mirando a mis camaradas, algo extraño ocurría, faltaban varias personas. Lo primero que me di cuenta es que Yoshi no estaba entre nosotros, tal vez se había quedado en el barco, presuntamente dormida de nuevo. A esa mujer hay días que no hay quien la levante de la cama. Pero otro hecho que me dejó bastante preocupado es que tampoco estaba Gusi. No sabía en qué momento había desaparecido, pues estaba seguro de haberle visto justamente detrás de nosotros, incluso siendo arrastrado por Bizvan.
Eso era preocupante, se había desviado, o se había perdido por el pueblo, y eso no me gustaba en lo más mínimo, la última vez que acabó separado sin dar aviso alguno a nadie, acabó mutilado en ciertas partes masculinas, a saber lo que podría pasarle ahora. Alguien tenía que ir a buscarle, ¿pero a quién mando? Tobías solo lograría enfadarle, Noa... Maldita sea, este hombre tampoco estaba ahí mismo... El capitán Amaiar, sería capitán, un superior, pero apostaba a que Gusi no le haría caso ni aunque sea almirante, y más con lo que me había dicho hacía un momento, que él ahora mismo no era más que otro miembro aliado junto a los Crimson Wolves, y que yo era el superior al cargo de todo esto. Palabras que sinceramente no esperaba de él. Bizvan y Ciaran son miembros que tal vez podrían convencerle para volver, pero el único al que haría caso sin importar el qué sería a mí, y siendo sinceros, soy quien más facilidades tendría para encontrarle. Bueno, tal vez el capitán Amaiar lo tuviera igual de facil o más que yo, pero no podía mandarle a él. Tan solo me quedaba una cosa por hacer...
-Capitán Amaiar. Mi segundo de abordo se ha quedado rezagado, no puedo dejarle atrás. No se cuánto me demoraré en encontrarle, y no se cuánto tardarán en venir. Si no llegásemos a tiempo, en mi ausencia tiene el control. Y si me lo permite -me acerqué para susurrarle al oído-, tenga muy en cuenta las palabras del agente Tobías, puede sorprender, y si no tiene el respeto de los Crimson, será a él a quien hagan caso. Intente llevarse bien.
Tras decir eso sonreí al capitán Amaiar y me di la vuelta tras decirles a los lobos que no tardaría mucho en volver, aunque realmente no estaba seguro de cuánto me iba a demorar en encontrar al comandante Gusi. Maldita sea. ¿Por qué este hombre siempre tenía que complicar las cosas? Vayamos donde vayamos siempre habían problemas relacionados con él. Desaparecía sin dejar rastro y provocaba complicaciones. No pensaba permitirle que volviera a liarla y hacernos perder la alianza que se nos había asignado asegurar.
Salí a la entrada y cerré los ojos, concentrándome en mi haki de observación, tenía la vaga esperanza de que estuviese próximo. Comencé a sentir presencias, algunas de ellas conocidas, mis camaradas estaban dentro, les sentía. No muy lejano sentí una presencia fuerte rodeada de otras mucho menores. No cabía duda, era Gusi, y parecía que ya la estaba liando. Por suerte estaba cerca.
Comencé a correr hacia aquella dirección, cuando llegué a la entrada, era un bar con las mismas siglas del local de Gusi. Eso lo explicaba todo, seguramente estaba reclamando derechos de autor o alguna chorrada de esas. ¿Acaso no podía simplemente dejarlo correr y limitarse a la misión que nos habían asignado? No se trataba de algo menor, es una tarea de gran riesgo con la cual la marina puede llegar a ganar un nuevo territorio, y sería gracias a nosotros, eso podría significar ganar cierto reconocimiento, o podría llevarnos a ser el hazmerreír.
Entré abriendo la puerta con firmeza y con un gesto malhumorado. Pude ver a Gusi sentado en la barra discutiendo con el barman, y encima solo decía que su "Oh My Gusi" era un local con mucha más clase que este, mientras que el otro hombre apenas ni sabía de qué le estaba hablando. No pude evitar sentirme algo enfurecido. Me acerqué a él y a pocos metros tan solo le hablé malhumorado.
-Comandante Park. ¿Por qué te has separado del grupo? ¿Tienes idea de la importancia de nuestra tarea en este lugar?
Pocas veces me ponía así con uno de mis camaradas de tripulación, pero ese hombre ya me había visto cabreado en dos ocasiones con ésta, y la primera vez recibió un buen puñetazo, del cual después me arrepentí, pero no pude evitarlo en ese momento. No sería algo que volvería a hacer hoy en día, pero esperaba que Gusi comprendiese de mi frustración.
Me quedé mirando a mis camaradas, algo extraño ocurría, faltaban varias personas. Lo primero que me di cuenta es que Yoshi no estaba entre nosotros, tal vez se había quedado en el barco, presuntamente dormida de nuevo. A esa mujer hay días que no hay quien la levante de la cama. Pero otro hecho que me dejó bastante preocupado es que tampoco estaba Gusi. No sabía en qué momento había desaparecido, pues estaba seguro de haberle visto justamente detrás de nosotros, incluso siendo arrastrado por Bizvan.
Eso era preocupante, se había desviado, o se había perdido por el pueblo, y eso no me gustaba en lo más mínimo, la última vez que acabó separado sin dar aviso alguno a nadie, acabó mutilado en ciertas partes masculinas, a saber lo que podría pasarle ahora. Alguien tenía que ir a buscarle, ¿pero a quién mando? Tobías solo lograría enfadarle, Noa... Maldita sea, este hombre tampoco estaba ahí mismo... El capitán Amaiar, sería capitán, un superior, pero apostaba a que Gusi no le haría caso ni aunque sea almirante, y más con lo que me había dicho hacía un momento, que él ahora mismo no era más que otro miembro aliado junto a los Crimson Wolves, y que yo era el superior al cargo de todo esto. Palabras que sinceramente no esperaba de él. Bizvan y Ciaran son miembros que tal vez podrían convencerle para volver, pero el único al que haría caso sin importar el qué sería a mí, y siendo sinceros, soy quien más facilidades tendría para encontrarle. Bueno, tal vez el capitán Amaiar lo tuviera igual de facil o más que yo, pero no podía mandarle a él. Tan solo me quedaba una cosa por hacer...
-Capitán Amaiar. Mi segundo de abordo se ha quedado rezagado, no puedo dejarle atrás. No se cuánto me demoraré en encontrarle, y no se cuánto tardarán en venir. Si no llegásemos a tiempo, en mi ausencia tiene el control. Y si me lo permite -me acerqué para susurrarle al oído-, tenga muy en cuenta las palabras del agente Tobías, puede sorprender, y si no tiene el respeto de los Crimson, será a él a quien hagan caso. Intente llevarse bien.
Tras decir eso sonreí al capitán Amaiar y me di la vuelta tras decirles a los lobos que no tardaría mucho en volver, aunque realmente no estaba seguro de cuánto me iba a demorar en encontrar al comandante Gusi. Maldita sea. ¿Por qué este hombre siempre tenía que complicar las cosas? Vayamos donde vayamos siempre habían problemas relacionados con él. Desaparecía sin dejar rastro y provocaba complicaciones. No pensaba permitirle que volviera a liarla y hacernos perder la alianza que se nos había asignado asegurar.
Salí a la entrada y cerré los ojos, concentrándome en mi haki de observación, tenía la vaga esperanza de que estuviese próximo. Comencé a sentir presencias, algunas de ellas conocidas, mis camaradas estaban dentro, les sentía. No muy lejano sentí una presencia fuerte rodeada de otras mucho menores. No cabía duda, era Gusi, y parecía que ya la estaba liando. Por suerte estaba cerca.
Comencé a correr hacia aquella dirección, cuando llegué a la entrada, era un bar con las mismas siglas del local de Gusi. Eso lo explicaba todo, seguramente estaba reclamando derechos de autor o alguna chorrada de esas. ¿Acaso no podía simplemente dejarlo correr y limitarse a la misión que nos habían asignado? No se trataba de algo menor, es una tarea de gran riesgo con la cual la marina puede llegar a ganar un nuevo territorio, y sería gracias a nosotros, eso podría significar ganar cierto reconocimiento, o podría llevarnos a ser el hazmerreír.
Entré abriendo la puerta con firmeza y con un gesto malhumorado. Pude ver a Gusi sentado en la barra discutiendo con el barman, y encima solo decía que su "Oh My Gusi" era un local con mucha más clase que este, mientras que el otro hombre apenas ni sabía de qué le estaba hablando. No pude evitar sentirme algo enfurecido. Me acerqué a él y a pocos metros tan solo le hablé malhumorado.
-Comandante Park. ¿Por qué te has separado del grupo? ¿Tienes idea de la importancia de nuestra tarea en este lugar?
Pocas veces me ponía así con uno de mis camaradas de tripulación, pero ese hombre ya me había visto cabreado en dos ocasiones con ésta, y la primera vez recibió un buen puñetazo, del cual después me arrepentí, pero no pude evitarlo en ese momento. No sería algo que volvería a hacer hoy en día, pero esperaba que Gusi comprendiese de mi frustración.
Yoshi
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Me removí entre las sabanas, eran suaves y cómodas, muy cómodas, no quería despertarme de allí nunca... Espera, ya estaba despierta ¿Por qué? ¿Quien me había despertado? Abrí un poco los ojos y vi al pelirrojo con el torso completamente destapado y mirándome dulcemente, sonreí al recordar la noche anterior de un insomnio en pareja muy conveniente y divertido, tenía que tener una cara de pervertida total pero no me importo. Recibí su tierno beso pero el estar allí tan a gusto solo me hizo darme cuenta de lo bien que se estaba entre las sábanas y de las pocas ganas que tenia de levantarme de allí, así que volví a enterrar la cara en la almohada y me quede allí medio gruñendo por la luz, el ruido del chico vistiéndose, por el hecho de que se vistiera y por que quería dormir. Estaba cansada y no me apetecía nada hacer aquella misión, mentiría si dijera que no estaba nerviosa en parte por aquella nueva condición de mi piel, pero bueno si estaba con los alocados de mis compañeros no podía pasar nada.
Otro zarandeo me acabó de despertar y vi delante de mi a Kimura ya equipado quien después de otro beso, uno que significaba "Venga cacho vaga despierta ya", después de esta pequeña interrupción me dijo que me esperaba fuera y se fue del camarote, quedando yo completamente sola. Debería levantarme, vestirme e ir a reunirme con mi capitán y mis compañeros, esto era todo lo que pensaba mientras me volvía a enredar entre las sabanas, la realidad se distorsionaba, mis ojos se cerraban y el sueño nuevamente se apoderaba de mi.
Esta vez no hubo interrupciones pero aún así me desperté, ahora si había dormido mis horas necesarias y estaba lista para enfrentarme a emperatrices alocadas y pactos con la marina. Solo había un único problema, no se oía ni un ruido a mi alrededor en todo el barco y aquello era extraño, muy extraño, dado que la tranquilidad y el silencio no era el punto fuerte de mis compañeros, ni siquiera cuando dormía, Gusi lo había estado demostrando toda la noche. Me giré en la cama y observé el reloj en la mesilla de noche... Aquello debía estar mal, ¡¿Dos horas?! ¡¿Había estado dormida dos horas?!
Casi me caí de la cama precipitadamente para levantarme con una rapidez sobre humana y vestirme a toda prisa, me puse unos pantalones de color blanco, una camiseta rosa y la chaqueta de la marina, no era una indumentaria muy habitual en mi pero no había tiempo para más, aquello era lo que estaba más a mi alcance.
Recorrí el barco a una velocidad pasmosa y como bien había predicho en el puerto no había nadie, mis compañeros se habían ido sin mi... maldito Kimura ¡¿Así es como él esperaba a la gente?!
No me lo pensé, estaba sola en una isla que no conocía de nada y con mi legendario sentido de la orientación "Infalible", vamos que iba a ser imposible de encontrarles, a saber donde estaban. Pero quedarme allí, sola y quieta sin hacer nada, sin ayudar a mis compañeros y sin ser participe de toda la fiesta no era una opción. Finalmente elegí como mejor opción el buscarles por aire así que tras transformarme en la forma completa de mi akuma me elevé por el cielo y comencé a apreciar la belleza de las calles, de los templos y de todo lo que ofrecía esa ciudad, pero no era el momento de hacer turismo, a vista de pájaro (Nunca mejor dicho) comencé a intentar localizar a mis compañeros.
Otro zarandeo me acabó de despertar y vi delante de mi a Kimura ya equipado quien después de otro beso, uno que significaba "Venga cacho vaga despierta ya", después de esta pequeña interrupción me dijo que me esperaba fuera y se fue del camarote, quedando yo completamente sola. Debería levantarme, vestirme e ir a reunirme con mi capitán y mis compañeros, esto era todo lo que pensaba mientras me volvía a enredar entre las sabanas, la realidad se distorsionaba, mis ojos se cerraban y el sueño nuevamente se apoderaba de mi.
Esta vez no hubo interrupciones pero aún así me desperté, ahora si había dormido mis horas necesarias y estaba lista para enfrentarme a emperatrices alocadas y pactos con la marina. Solo había un único problema, no se oía ni un ruido a mi alrededor en todo el barco y aquello era extraño, muy extraño, dado que la tranquilidad y el silencio no era el punto fuerte de mis compañeros, ni siquiera cuando dormía, Gusi lo había estado demostrando toda la noche. Me giré en la cama y observé el reloj en la mesilla de noche... Aquello debía estar mal, ¡¿Dos horas?! ¡¿Había estado dormida dos horas?!
Casi me caí de la cama precipitadamente para levantarme con una rapidez sobre humana y vestirme a toda prisa, me puse unos pantalones de color blanco, una camiseta rosa y la chaqueta de la marina, no era una indumentaria muy habitual en mi pero no había tiempo para más, aquello era lo que estaba más a mi alcance.
Recorrí el barco a una velocidad pasmosa y como bien había predicho en el puerto no había nadie, mis compañeros se habían ido sin mi... maldito Kimura ¡¿Así es como él esperaba a la gente?!
No me lo pensé, estaba sola en una isla que no conocía de nada y con mi legendario sentido de la orientación "Infalible", vamos que iba a ser imposible de encontrarles, a saber donde estaban. Pero quedarme allí, sola y quieta sin hacer nada, sin ayudar a mis compañeros y sin ser participe de toda la fiesta no era una opción. Finalmente elegí como mejor opción el buscarles por aire así que tras transformarme en la forma completa de mi akuma me elevé por el cielo y comencé a apreciar la belleza de las calles, de los templos y de todo lo que ofrecía esa ciudad, pero no era el momento de hacer turismo, a vista de pájaro (Nunca mejor dicho) comencé a intentar localizar a mis compañeros.
Amaiar Silverfang
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A pesar de que Kimura no me respondió directamente, su sonrisa y expresión de sorpresa fueron suficiente para decirme lo que necesitaba. Sin mayor dilación, Tiburius (así resultó llamarse el hombrecillo que nos recibió en puerto) se puso a guiarnos hasta nuestro destino... O eso quería suponer, pues la velocidad a la que lo hacía y la irrelevancia de los detalles que mencionaba me hacía imposible determinar si nuestro trayecto era seriamente el estipulado. Me ponía sinceramente de los nervios, pero pude aguantarme y no hacer comentarios al respecto. En su lugar decidí pasar lo que parecieron cinco horas atendiendo a los puntos que me parecieron más relevantes de la explicación de Tiburius, hasta que de aburrimiento acabé caminando en "modo automático" mientras mi cabeza se iba a otra parte, a pensar en diseños e ideas de armas o en recetas que quería probar allí en Gazia en cuanto terminásemos la misión. Podría haberme quejado, pero me pareció oportuno no decir nada que pudiera poner en entredicho el éxito de la operación. Eso, y que a diferencia de otros yo sabía cuándo callarme por respeto.
Respeto que al parecer Gusi no tenía intención de mostrar, a juzgar por la comodidad con la que se había planteado "viajar." De hecho hasta hubiera jurado que se había quedado dormido. Quise llamarle la atención, pero recordé que estaba tratando con Gusi, y que seguramente no me haría ni puñetero caso. El único que podría decirle algo sería Kimura, que no pareció darle mayor importancia. Bueno, de todas formas le había dicho ya que ese día yo era uno más de los Crimson, no un superior... así que también por eso técnicamente había perdido el derecho a darle sermones al segundo de abordo Park.
No obstante, cuando por fin logramos llegar al templo más grande a la vista y se nos dijo que allí habitaba la emperatriz, Kimura me sorprendió a mí diciéndome que el susodicho había desaparecido. ¿En qué momento? No lo sabía, pero el caso es que ya no estaba allí.
- Lo haré lo mejor posible. - Respondí haciendo el mismo saludo de cinco horas antes. - Y lo tendré en cuenta. - Murmuré brevemente como respuesta a su sugerencia. No creí relevante recordarle que ya había pasado por varias experiencias "personales" con casi todos los miembros, por lo que no me preocupaba que confiaran o no en mí. Contaba con ello.
En cuanto el teniente se fue, me quedé pensando en varias cosas. La verdad es que Tiburius estaba logrando ponerme en un auténtico aprieto, mi necesidad de estar haciendo cosas productivas en lugar de perder el tiempo iba a conseguir que le cogiera manía al pequeño y regordete hombre. ¿Cuánto tiempo tendríamos que esperar? Con suerte suficiente como para que Kimura regresase... Mientras tanto decidí hacer una pasada rápida de mi Haki por el área, estudiando cada aura que encontré. Analicé el nivel de poder de los guardias, por puro reflejo, y comprobé el estado de mis compañeros. Parecían estar bien, al menos los presentes... Y entonces fue cuando caí en la cuenta de que me estaba faltando un aura.
- ¿Dónde está Yoshi? - Pregunté alarmado en voz alta. Ignorando el hecho de que Ciaran se había acomodado en el suelo, busqué con la mirada, aunque asumiendo que con lo pequeña que era no iba a encontrarla a simple vista. Volví a buscar su presencia, sin éxito, y entonces sí que me preocupé de verdad. ¿Se habría perdido de nuevo? - Chicos, ¿alguno de vosotros ha visto a Yoshi? - Pregunté, con esperanza de que alguno me diera una respuesta satisfactoria.
Ante la negativa de ellos, amplié el rango de mi Mantra tanto como pude, perdiendo en calidad de detalle pero intentando al menos captar algo familiar. Ni siquiera con los más de doscientos metros de alcance pude sentir a la novia/amante de Hayate, y eso fue la gota que colmó al vaso. No podía simplemente irme también y abandonar el grupo, menos aún cuando era el encargado de hacer que las cosas procedieran correctamente en ausencia del verdadero capitán de la banda, pero me estaba exasperando de verdad. "Se fueron a juntar el cazo y la sartén..." Pensé angustiado, comparando a la desaparecida con el otro sujeto que había decidido separarse del grupo en el mejor de los momentos. Nótese la ironía.
- ¡Tobías! - Me dirigí al hombre que menos conocía personalmente del grupo, exceptuando a Kasan. - He leído tu ficha técnica. Tengo entendido que tienes cierta habilidad para la creación de material... - Dije de forma sutil. No iba a gritar a los cuatro vientos que sabía lo de su logia de sirope. -... y que puedes solidificarlo. ¿Crees que podrías recrear el símbolo de la banda por fuera del palacio? No directamente en sus muros, claro, no vayan a tomarlo como una ofensa, pero que sea bien visible si Yoshi pasa cerca. No puedo pediros a ninguno que salgáis a buscarla en persona, pero tampoco puedo dejar las cosas como están, una elección comprometería la misión y la otra comprometería a un compañero. Creo que esto que te pido es la mejor solución, pero si tienes otra sugerencia soy todo oídos. El tiempo apremia. - Le recordé, por si acaso.
Podría haber hecho yo algo parecido también, claro, una escultura de espadas o algo así... Pero eso era mucho más arriesgado, era más probable que vieran el gesto como una declaración de guerra o algo que si simplemente aparecía una masa negra y sólida con la forma de un lobo. Así que mientras no goteara y dejase el lugar hecho un asco, el sirope era la mejor opción en mi opinión. Al menos mientras esperábamos a que finalmente nos llamaran para acudir a la audiencia con su majestad, que por primera vez en todo el día esperaba que se retrasase un poco más.
Respeto que al parecer Gusi no tenía intención de mostrar, a juzgar por la comodidad con la que se había planteado "viajar." De hecho hasta hubiera jurado que se había quedado dormido. Quise llamarle la atención, pero recordé que estaba tratando con Gusi, y que seguramente no me haría ni puñetero caso. El único que podría decirle algo sería Kimura, que no pareció darle mayor importancia. Bueno, de todas formas le había dicho ya que ese día yo era uno más de los Crimson, no un superior... así que también por eso técnicamente había perdido el derecho a darle sermones al segundo de abordo Park.
No obstante, cuando por fin logramos llegar al templo más grande a la vista y se nos dijo que allí habitaba la emperatriz, Kimura me sorprendió a mí diciéndome que el susodicho había desaparecido. ¿En qué momento? No lo sabía, pero el caso es que ya no estaba allí.
- Lo haré lo mejor posible. - Respondí haciendo el mismo saludo de cinco horas antes. - Y lo tendré en cuenta. - Murmuré brevemente como respuesta a su sugerencia. No creí relevante recordarle que ya había pasado por varias experiencias "personales" con casi todos los miembros, por lo que no me preocupaba que confiaran o no en mí. Contaba con ello.
En cuanto el teniente se fue, me quedé pensando en varias cosas. La verdad es que Tiburius estaba logrando ponerme en un auténtico aprieto, mi necesidad de estar haciendo cosas productivas en lugar de perder el tiempo iba a conseguir que le cogiera manía al pequeño y regordete hombre. ¿Cuánto tiempo tendríamos que esperar? Con suerte suficiente como para que Kimura regresase... Mientras tanto decidí hacer una pasada rápida de mi Haki por el área, estudiando cada aura que encontré. Analicé el nivel de poder de los guardias, por puro reflejo, y comprobé el estado de mis compañeros. Parecían estar bien, al menos los presentes... Y entonces fue cuando caí en la cuenta de que me estaba faltando un aura.
- ¿Dónde está Yoshi? - Pregunté alarmado en voz alta. Ignorando el hecho de que Ciaran se había acomodado en el suelo, busqué con la mirada, aunque asumiendo que con lo pequeña que era no iba a encontrarla a simple vista. Volví a buscar su presencia, sin éxito, y entonces sí que me preocupé de verdad. ¿Se habría perdido de nuevo? - Chicos, ¿alguno de vosotros ha visto a Yoshi? - Pregunté, con esperanza de que alguno me diera una respuesta satisfactoria.
Ante la negativa de ellos, amplié el rango de mi Mantra tanto como pude, perdiendo en calidad de detalle pero intentando al menos captar algo familiar. Ni siquiera con los más de doscientos metros de alcance pude sentir a la novia/amante de Hayate, y eso fue la gota que colmó al vaso. No podía simplemente irme también y abandonar el grupo, menos aún cuando era el encargado de hacer que las cosas procedieran correctamente en ausencia del verdadero capitán de la banda, pero me estaba exasperando de verdad. "Se fueron a juntar el cazo y la sartén..." Pensé angustiado, comparando a la desaparecida con el otro sujeto que había decidido separarse del grupo en el mejor de los momentos. Nótese la ironía.
- ¡Tobías! - Me dirigí al hombre que menos conocía personalmente del grupo, exceptuando a Kasan. - He leído tu ficha técnica. Tengo entendido que tienes cierta habilidad para la creación de material... - Dije de forma sutil. No iba a gritar a los cuatro vientos que sabía lo de su logia de sirope. -... y que puedes solidificarlo. ¿Crees que podrías recrear el símbolo de la banda por fuera del palacio? No directamente en sus muros, claro, no vayan a tomarlo como una ofensa, pero que sea bien visible si Yoshi pasa cerca. No puedo pediros a ninguno que salgáis a buscarla en persona, pero tampoco puedo dejar las cosas como están, una elección comprometería la misión y la otra comprometería a un compañero. Creo que esto que te pido es la mejor solución, pero si tienes otra sugerencia soy todo oídos. El tiempo apremia. - Le recordé, por si acaso.
Podría haber hecho yo algo parecido también, claro, una escultura de espadas o algo así... Pero eso era mucho más arriesgado, era más probable que vieran el gesto como una declaración de guerra o algo que si simplemente aparecía una masa negra y sólida con la forma de un lobo. Así que mientras no goteara y dejase el lugar hecho un asco, el sirope era la mejor opción en mi opinión. Al menos mientras esperábamos a que finalmente nos llamaran para acudir a la audiencia con su majestad, que por primera vez en todo el día esperaba que se retrasase un poco más.
Tobías Thorn
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Cada paso que dábamos tras el emisario se me antojaba más lento que el anterior. No comprendía como nadie podía ir a esa velocidad sin desesperarse... Sino fuese porque se trataba de una misión oficial ya hubiese increpado al tipo para que aligerase el paso, pero como no quería estropear el acuerdo para el que veníamos me limité a callarme y a memorizar el camino como método para entretenerme. Me parecía mejor que el espectáculo que Gusi estaba dando... No comprendía como Bizvan permitía esas impertinencias, aunque quizás pasó algo en ese entrenamiento suyo que se me escapa y tienen algún tipo "especial" de relación. El espadachín tendría que lidiar con cosas como la de la oveja y otras locuras o perversiones similares, pero en el fondo no podía hacer otra cosa que desearles los mejor. Ya eran adultos para saber que hacer.
Mis elucubraciones sobre mis nakamas pronto volaron de mi mente cuando llegamos a nuestro aparente destino, que no era otra cosa que un espectacular edificio. Sus paredes denostaban sobriedad y el pórtico de la entrada me hizo empequeñecer durante unos instantes. El lugar me gustaba, pero el hecho de que pareciese algún lugar religioso me escamó un poco. Ya había tenido suficiente con unos fanáticos religiosos en Síderos. El interior me quedó igual de deslumbrado que el exterior, fijándome en cada detalle de la estancia. Cierto era que por puro reflejo también anoté mentalmente cada entrada o salida que podrí utilizar, así como si también había rejillas para la ventilación o cualquier otra abertura que un usuario Logia como yo pudiese usar. Todo era bastante bonito y podría haberme quedado ahí esperando hasta que nos atendiese solo observando el entorno, pero una vez los sucesos reclamaron mi atención.
Primero fue Bizvan, que tras usar un diálogo aparentemente cordial me percaté de los gestos que me había enseñado durante nuestra primera misión juntos. Al verlos enseguida comprendí la esencia del mensaje, al cual contesté de forma afirmativa tras hacer un esfuerzo por recordar la forma de reproducirlo.
- Claro Biz, toma un poco de esto - dije emulando como que buscaba algo en los bolsillos. No tenía nada que pudiese usar en ese momento, por lo que generé un poco de sirope dentro de la palma de mi mano y le extendí un poco al moreno en sus manos. Lo sentía por él, ya que de seguro que se le iban a quedar pegajosas.
Tras eso vi a Ciaran pedir algo de comer y Kim hablando con el otro peliblanco... ¿Un momento? ¿¡Y Gusi!? El muy estúpido ya se habría perdido u estaría liándola por ahí... Desde mi punto de vista esto no nos ponía en la mejor posición y por suerte el capitán pensaba igual y salió en su busca. Me hubiese encantado ir yo a buscarlo y decirle lo zopenco que es el primero, pero comprendía por qué tenía que ser el pelirrojo que buscase a todos y por qué debía ser Amaiar el que se quedase como representante del grupo. Al fin y al cabo yo soy agente del gobierno y no marine. Confiaba en su criterio, tenía buena percepción de él y de sus actos. Parecía mucho más calmado, más sereno y más templado que el otro peliblanco de la banda... O al menos hasta que lo vi sobresaltarse por la ausencia de Yoshi y de como improvisaba una pequeña señal para la rubia. No sabía si el marine se tomaría mal mi siguiente acto, pero no pude evitar hacer otra cosa que intentar esquivar la aparente "orden".
- No te preocupes Amaiar. Yoshi posee una vivre card de Kimura y podrá encontrarlo sin problemas... Mi preocupación recae más sobre Gusi - dije de forma amable al capitán.
Tampoco quería decirle que no me parecía buena idea plasmar nuestro logo cerca de ningún lugar de culto. Si eran la mitad de fanáticos que los de Bal seguro que se ofendían, aunque si era él el ofendido acataría sus órdenes. Kimura nos había dejado a su mando y él sabría como actuar con la nueva información.
- Pero si crees que debo hacer alguna señal lo haré. Se me ocurren un par de formas de hacerlo - terminé esperando su respuesta.
Mis elucubraciones sobre mis nakamas pronto volaron de mi mente cuando llegamos a nuestro aparente destino, que no era otra cosa que un espectacular edificio. Sus paredes denostaban sobriedad y el pórtico de la entrada me hizo empequeñecer durante unos instantes. El lugar me gustaba, pero el hecho de que pareciese algún lugar religioso me escamó un poco. Ya había tenido suficiente con unos fanáticos religiosos en Síderos. El interior me quedó igual de deslumbrado que el exterior, fijándome en cada detalle de la estancia. Cierto era que por puro reflejo también anoté mentalmente cada entrada o salida que podrí utilizar, así como si también había rejillas para la ventilación o cualquier otra abertura que un usuario Logia como yo pudiese usar. Todo era bastante bonito y podría haberme quedado ahí esperando hasta que nos atendiese solo observando el entorno, pero una vez los sucesos reclamaron mi atención.
Primero fue Bizvan, que tras usar un diálogo aparentemente cordial me percaté de los gestos que me había enseñado durante nuestra primera misión juntos. Al verlos enseguida comprendí la esencia del mensaje, al cual contesté de forma afirmativa tras hacer un esfuerzo por recordar la forma de reproducirlo.
- Claro Biz, toma un poco de esto - dije emulando como que buscaba algo en los bolsillos. No tenía nada que pudiese usar en ese momento, por lo que generé un poco de sirope dentro de la palma de mi mano y le extendí un poco al moreno en sus manos. Lo sentía por él, ya que de seguro que se le iban a quedar pegajosas.
Tras eso vi a Ciaran pedir algo de comer y Kim hablando con el otro peliblanco... ¿Un momento? ¿¡Y Gusi!? El muy estúpido ya se habría perdido u estaría liándola por ahí... Desde mi punto de vista esto no nos ponía en la mejor posición y por suerte el capitán pensaba igual y salió en su busca. Me hubiese encantado ir yo a buscarlo y decirle lo zopenco que es el primero, pero comprendía por qué tenía que ser el pelirrojo que buscase a todos y por qué debía ser Amaiar el que se quedase como representante del grupo. Al fin y al cabo yo soy agente del gobierno y no marine. Confiaba en su criterio, tenía buena percepción de él y de sus actos. Parecía mucho más calmado, más sereno y más templado que el otro peliblanco de la banda... O al menos hasta que lo vi sobresaltarse por la ausencia de Yoshi y de como improvisaba una pequeña señal para la rubia. No sabía si el marine se tomaría mal mi siguiente acto, pero no pude evitar hacer otra cosa que intentar esquivar la aparente "orden".
- No te preocupes Amaiar. Yoshi posee una vivre card de Kimura y podrá encontrarlo sin problemas... Mi preocupación recae más sobre Gusi - dije de forma amable al capitán.
Tampoco quería decirle que no me parecía buena idea plasmar nuestro logo cerca de ningún lugar de culto. Si eran la mitad de fanáticos que los de Bal seguro que se ofendían, aunque si era él el ofendido acataría sus órdenes. Kimura nos había dejado a su mando y él sabría como actuar con la nueva información.
- Pero si crees que debo hacer alguna señal lo haré. Se me ocurren un par de formas de hacerlo - terminé esperando su respuesta.
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Un pequeño inciso -jajá, por ser size 10-, solo para que quede constancia: voy a saltarme las normas que me de la gana del subnormal que empezó este moderado. Si es que, menudo pringáo estaba hecho... Y bueno, sin más dilación, ahí va:
- Nocturne y Gusi:
- El señor al que no paras de gritar mira hacia un lado y hace una indicación con la cabeza; luego, sigue escuchándote. Cuando haces una pausa notas que tu capitán ha entrado en el lugar y te va a hablar, no sin antes escuchar al anciano que regenta el lugar.
- No sé de qué hablas, señor, pero si lo que dices es cierto y existe otro establecimiento con el mismo nombre que el mío -señala a la pared del fondo donde hay una pequeña pancarta de "80 aniversario de OMG"- quizá esa persona me deba un par de explicaciones. Y ahora, si no le importa -os dais cuenta de que a vuestra espalda, en la puerta del local, os cierran la salida dos personas; estáis a contraluz y no veis bien, pero no parecen amigables- espero que se disculpe conmigo y me pague una indemnización por el alboroto que ha montado en mi local. O bueno, siempre podéis acompañar a los guardias a que te encarcelen para que aprendas a estar tranquilito. Oh, y no se preocupe por el pago, con diez millones me conformaré.
No habéis visto la carta, pero teniendo en cuenta lo cerca que está del palacio, lo lujosa que parece la zona en la que estáis, y lo MUY bien vestida que está la gente, os da la sensación -así, como quien no quiere la cosa- de que el anciano está siendo MUY generoso con vosotros.
Pero bueno, es un anciano, seguro que a patadas podéis salir de ahí. Aunque quizá no sea una buena idea. Pero eh, eso es cosa vuestra.
- Yoshi y Kasan:
- No ves nada mientras vuelas en un principio, pero tras un buen rato -uff, volar con ese calor empieza a cansar- ves a Kasan; su pelo es inconfundible. Está en...
Bueno, parece ser un mercadillo con tiendas al aire libre en mitad de una plaza. Hay tiendas de ropa, de comida -que tiene muy buena pinta-, objetos artesanales y muchas otras cosas.
A saber qué está haciendo por ahí, quizá podrías bajar y preguntar; aunque está solo,
quizá quieras intentar buscar al resto.
Kasan, por otro lado tú estás ahí, tranquilo, de visita turística (de vez en cuando te vienen flashbacks de "¿yo no debería estar haciendo otra cosa?... Naah." y sigues a lo tuyo).
¿ESO QUE HAS VISTO ES TARTA? Oh, y parece que alguien sentado en un banco en mitad de la plaza te está haciendo gestos para que te acerques. ¿O quizá sea a cualquier otra de las decenas de personas que hay alrededor? No sé, pero esa tarta tiene demasiada buena pinta.
- El resto de la peña:
- Ninguno siente nada con el mantra. Puede que todos sean muy buenos escondiendo sus auras o que vosotros seáis unos pringáos, quién sabe. De cualquier forma, parece que está tardando -y que va a tardar- lo mismo que tardó en llevaros hasta allá.
¡Pero eh! Cuatro señoritas -sirvientas por su estilo sencillo de vestir- vuelven con cuatro grandes bandejas llenas de aperitivos: algo de pan tostado con tres tipos de salsas, pequeñas bolitas de carne y pollo, aceitunas verdes, bastante embutido -entre lo que hay queso, jamón, chorizo, etc-, gambas, croquetas... Madre mía, eso más que un aperitivo es un puto banquete.
Así que eso, podéis comer hasta hartaros, preguntar a ver si os hacen un tour -que a esa velocidad, dios mío...- o... Bueno, podéis hacer cualquier cosa en realidad.
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Nada más poner mi hermoso trasero en el taburete de la barra, una ristra de palabrotas e insinuaciones nada agradables para un local empezaron a salir despavoridas de mi boca, descargando toda mi frustración y rabia contra el tipo al otro lado de esta. Mi ojos iban de un lado a otro, buscando algún desperfecto que hiciera que mi razonamiento fuera más estable, pero en ese momento Kimura entro por la puerta, el cual como siempre (conmigo) parecía malhumorado.
En ese momento, un hombre anciano en la posición contraria a Kimura empezó a hablar, al cual descortésmente le hice callar, poniéndome la mano en los labios y saltando de alegría a saludar a mi Capitán Kimura, el cual esperaba que me ayudará en el terrible intrincado en el que me encontraba.
-Kim, ¿qué tal? ¿Todo bien, todo correcto? Y yo que me alegro.- le dije apoyando mi mano en su hombro. Escuche atento sus palabras, mientras el viejo a mi espalda seguía hablando, pobrecito tendría déficit de atención.-Yo no me he separado del grupo...- dije mirando a mi alrededor y comprendiendo que no sabía cómo había llegado a ese lugar.-...en tal caso ellos se han separado de mí.- le sonreí amigablemente a Kim- Respecto a la misión...si, si la he leído. Muy... interesante, si.
-Jajajaja mentiroso.- susurraba Dick lo suficientemente fuerte para que Kimura lo oyera. Me lleve la mano detrás de la nuca y la froté repetidamente mientras seguía sonriendo con cara de tonto.
-La verdad señor, el informe se extravió antes de llegar a mis manos.- no era una verdad sincera, pero comentarle a Kimura que un informe oficial de la marina había sido devorado por una oveja mientras impartía mi amor por el mundo, haría que se cabreará más.
En ese momento, observé cómo dos enorme tipos se colocaban en la puerta, en un intentó en vano de no dejarnos salir.- Jajajaja, mira Kim, si esos dos salen a la vez por la puerta seguro que se quedan atascados.
-Dios, que malo. Mereces una patada en los huevos por esa broma.- gritaba Dick desde mis pantalones.-Tal vez deberías hacer caso al anciano, parece que quiere pelea.- Me volteé para comprobar de que estaba hablando Dick y me encontré al anciano al lado de un cartelito que ponía "80 aniversario del OMG". Mis ojos se abrieron como platos, mientras que de mi boca solo pudo salir un "que mamón"
-Señor, mis disculpas.- dije haciendo una reverencia.- no pensaba que este viejo y estrafalario local, el cual está casi vacío, además de tener botellas llenas de polvo y un taburete con cojera.- señale el lugar donde había estado sentado.- fuera un lugar tan prestigioso.- Alcé las manos, como si me estuvieran apuntando con un arma.- Pero dado que no quiero problemas, pagaré gustosamente mi impertinencia.- me metí la mano dentro del bolsillo, mientras hacía que buscaba algo (dado que era imposible que llevara tal cantidad de dinero encima) y saqué muy despacio el puño cerrado de mi chaqueta, alzando el dedo corazón con malas intenciones.
-¡¡¡Jajajaja, ese es mi Gusi!!!¡Déjame darle un cabezazo a ese viejo!- gritaba Dick desde mis pantalones como un demonio que me incitaba a hacer esas cosas.
En ese momento, un hombre anciano en la posición contraria a Kimura empezó a hablar, al cual descortésmente le hice callar, poniéndome la mano en los labios y saltando de alegría a saludar a mi Capitán Kimura, el cual esperaba que me ayudará en el terrible intrincado en el que me encontraba.
-Kim, ¿qué tal? ¿Todo bien, todo correcto? Y yo que me alegro.- le dije apoyando mi mano en su hombro. Escuche atento sus palabras, mientras el viejo a mi espalda seguía hablando, pobrecito tendría déficit de atención.-Yo no me he separado del grupo...- dije mirando a mi alrededor y comprendiendo que no sabía cómo había llegado a ese lugar.-...en tal caso ellos se han separado de mí.- le sonreí amigablemente a Kim- Respecto a la misión...si, si la he leído. Muy... interesante, si.
-Jajajaja mentiroso.- susurraba Dick lo suficientemente fuerte para que Kimura lo oyera. Me lleve la mano detrás de la nuca y la froté repetidamente mientras seguía sonriendo con cara de tonto.
-La verdad señor, el informe se extravió antes de llegar a mis manos.- no era una verdad sincera, pero comentarle a Kimura que un informe oficial de la marina había sido devorado por una oveja mientras impartía mi amor por el mundo, haría que se cabreará más.
En ese momento, observé cómo dos enorme tipos se colocaban en la puerta, en un intentó en vano de no dejarnos salir.- Jajajaja, mira Kim, si esos dos salen a la vez por la puerta seguro que se quedan atascados.
-Dios, que malo. Mereces una patada en los huevos por esa broma.- gritaba Dick desde mis pantalones.-Tal vez deberías hacer caso al anciano, parece que quiere pelea.- Me volteé para comprobar de que estaba hablando Dick y me encontré al anciano al lado de un cartelito que ponía "80 aniversario del OMG". Mis ojos se abrieron como platos, mientras que de mi boca solo pudo salir un "que mamón"
-Señor, mis disculpas.- dije haciendo una reverencia.- no pensaba que este viejo y estrafalario local, el cual está casi vacío, además de tener botellas llenas de polvo y un taburete con cojera.- señale el lugar donde había estado sentado.- fuera un lugar tan prestigioso.- Alcé las manos, como si me estuvieran apuntando con un arma.- Pero dado que no quiero problemas, pagaré gustosamente mi impertinencia.- me metí la mano dentro del bolsillo, mientras hacía que buscaba algo (dado que era imposible que llevara tal cantidad de dinero encima) y saqué muy despacio el puño cerrado de mi chaqueta, alzando el dedo corazón con malas intenciones.
-¡¡¡Jajajaja, ese es mi Gusi!!!¡Déjame darle un cabezazo a ese viejo!- gritaba Dick desde mis pantalones como un demonio que me incitaba a hacer esas cosas.
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Mi rostro no manifestó expresión alguna ante el comentario de mi nakama, sin embargo sabía que él había captado el mensaje (o al menos la idea de este), pues de manera natural respondió a mi pedido del ungüento, del cual nunca hablamos con anterioridad.* Bien, es bastante tranquilizador saber que puedo contar con Tobi para comunicarnos con ese medio. *a decir verdad, Gusi también parecía conocerlo, pues en mi primer encuentro con el peliblanco lo utilicé y él respondió dándome órdenes a seguir.
El CP aumentó el realismo de nuestra pequeña conversación al brindarme una sustancia, la cual esparció por mis manos. De inmediato comprendí que era esa sustancia al comenzar a sentir mis manos pegajosas.* Ahh, odio la sensación de estar pegajoso. *aunque mi rostro mostraba una sonrisa de agradecimiento, por dentro estaba haciendo pucheros de manera infantil por tener que soportar las ganas de comenzar a lamer mis manos para quitar el sirope.- Gracias compañero. –comencé a frotar mis manos para esparcir por completo el sirope.
Me di media vuelta y lo primero que llamó mi atención fue a mí alta compañera hablar con la joven criada, parecía estar pidiendo algo para comer.* Muh… La verdad me gustaría comer algo también, pero… *activé mi mantra como había planeado y me enfoqué en los guardias y la joven, sin embargo no detecté nada fuera de lo normal.* Muh… Quizás fue demasiado presuntuoso de mi parte. *esta era una advertencia para no confiar por completo en la detección que el haki brindaba.* ¿Podrán ocultar sus emociones o no hay nada que ocultar? *maldije en mi interior no poder hablar con alguno de mis compañeros sobre ese tema, ese tipo de cosas eran más sencillo de desarrollar cuando dialogabas con alguien. La imagen del CP vino a mi mente, más no me giré para mirarlo, no quería que los presentes interpretar eso como alguna clase de señal.
* Capi. ¿Por qué tenías que irte ahora?... Bueno, a decir verdad sí conozco la razón, pero el punto se entiende. *posé mi mirada sobre el Capitán Silver, no es como si no confiara en sus capacidades, yo mismo había presenciado su habilidad para dirigir marines y su poder bélico era de temer.* Aun así estoy seguro que el capi podría ganar un combate contra él. *me percaté de lo infantil de mi pensamiento y moví un poco mi cabeza.* No es momento para eso… aunque la verdad no sé qué se supone que hagamos ahora mismo…
Más jóvenes llegaron con diversos platillos, los cuales se veían deliciosos.
El CP aumentó el realismo de nuestra pequeña conversación al brindarme una sustancia, la cual esparció por mis manos. De inmediato comprendí que era esa sustancia al comenzar a sentir mis manos pegajosas.* Ahh, odio la sensación de estar pegajoso. *aunque mi rostro mostraba una sonrisa de agradecimiento, por dentro estaba haciendo pucheros de manera infantil por tener que soportar las ganas de comenzar a lamer mis manos para quitar el sirope.- Gracias compañero. –comencé a frotar mis manos para esparcir por completo el sirope.
Me di media vuelta y lo primero que llamó mi atención fue a mí alta compañera hablar con la joven criada, parecía estar pidiendo algo para comer.* Muh… La verdad me gustaría comer algo también, pero… *activé mi mantra como había planeado y me enfoqué en los guardias y la joven, sin embargo no detecté nada fuera de lo normal.* Muh… Quizás fue demasiado presuntuoso de mi parte. *esta era una advertencia para no confiar por completo en la detección que el haki brindaba.* ¿Podrán ocultar sus emociones o no hay nada que ocultar? *maldije en mi interior no poder hablar con alguno de mis compañeros sobre ese tema, ese tipo de cosas eran más sencillo de desarrollar cuando dialogabas con alguien. La imagen del CP vino a mi mente, más no me giré para mirarlo, no quería que los presentes interpretar eso como alguna clase de señal.
* Capi. ¿Por qué tenías que irte ahora?... Bueno, a decir verdad sí conozco la razón, pero el punto se entiende. *posé mi mirada sobre el Capitán Silver, no es como si no confiara en sus capacidades, yo mismo había presenciado su habilidad para dirigir marines y su poder bélico era de temer.* Aun así estoy seguro que el capi podría ganar un combate contra él. *me percaté de lo infantil de mi pensamiento y moví un poco mi cabeza.* No es momento para eso… aunque la verdad no sé qué se supone que hagamos ahora mismo…
Más jóvenes llegaron con diversos platillos, los cuales se veían deliciosos.
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- Tienes razón, compañero. - Respondí a Tobías, suspirando en un intento de calmarme. - Discúlpame, no he tenido buena noche y ando algo agitado. - Traté de sonreír. - Confiemos en ellos pues.
Aunque sonara a excusa, era parcialmente cierto. Mi agitación no venía solo de el sentimiento de paranoia que poco a poco se asentaba en mi interior, la venía arrastrando desde que me había despertado en aquellas circunstancias, creciendo lentamente a medida que veía más y más de la ciudad. Todo parecía demasiado calmado, demasiado en paz, y eso con Gusi cerca era muy raro que durase... Mi instinto me decía que la tranquilidad no se mantendría por mucho más tiempo (bueno, y la ausencia del otro peliblanco también). Debía ir pensando en buenas excusas y formas de disculparnos ante la emperatriz, en caso de que el Teniente la liase de alguna forma como acosando a alguna mujer por la calle o algo así.
Por otra parte, la paranoia tampoco es que estuviera fundada en terreno fangoso. Mi Haki no había sido capaz de leer nada fuera de lo común, y eso sí que me tenía muy escamado. Mi dominio del Mantra estaba lejos de ser perfecto, pero tenía mucha confianza en él como para llegar a creer que me faltaba entrenamiento. Que no pudiera ni siquiera analizar apropiadamente el aura de los guardias solo podía significar dos cosas: o realmente aquella isla era tan tranquila que no necesitaba defensa de alto nivel; o bien justo lo contrario, aquellas personas eran expertas ocultando sus presencias. Esperaba que fuera lo primero, pero temía que fuera lo segundo, y que nos hubieran atraído a una trampa bajo promesas vacías de treguas y alianzas. ¿Acaso no nos habían enviado allí precisamente para asegurarnos de que no lo fuera? Pues de momento las papeletas se las estaba llevando la teoría conspiratoria.
A juzgar por la tensión de Biz, él también debía estar pensando en algo parecido. Se le notaba algo más inquieto que de costumbre, aunque creo que solo alguien que lo conociera podría darse cuenta de ese detalle. Decidí no hacer comentarios al respecto, y empezar a planificar mis movimientos con cautela y sutileza.
Por si fuera poco, al cabo de un rato de incómodo silencio y espera, multitud de sirvientas habían llegado para presentar multitud de platos de aspecto francamente exquisito. Pero algo no me cuadraba... Si habían tenido tiempo de organizar todo aquello, ¿cómo es que no habían tenido tiempo de organizar ya también la reunión? Esperaban visita, por lo que no es descabellado pensar que tendrían muchos de aquellos manjares preparados de antemano, pero aun así...
- Me esperaré al almuerzo, gracias. - Comenté con una sonrisa educada a la sirvienta que se acercó a ofrecerme croquetas y embutidos. - Si pico algo ahora se me quitará el hambre.
Medias verdades, de eso iba el juego. Mi atención a partir de entonces estaría puesta en intentar leer entre líneas todo lo que se me dijera, en tratar de averiguar si me intentaban ocultar algo, al mismo tiempo que yo empleaba aquellas armas sociales también. Estábamos en un palacio, e íbamos a hablar con una emperatriz. Ya no se trataba de organización militar y Marines, estábamos en territorio de Política como diplomáticos, y por tanto debíamos actuar en consecuencia.
Así que de momento, tocaba seguir esperando pacientemente... Y siempre atento a todo, fingiendo pura curiosidad o interés turístico si algo me llamaba la atención.
Aunque sonara a excusa, era parcialmente cierto. Mi agitación no venía solo de el sentimiento de paranoia que poco a poco se asentaba en mi interior, la venía arrastrando desde que me había despertado en aquellas circunstancias, creciendo lentamente a medida que veía más y más de la ciudad. Todo parecía demasiado calmado, demasiado en paz, y eso con Gusi cerca era muy raro que durase... Mi instinto me decía que la tranquilidad no se mantendría por mucho más tiempo (bueno, y la ausencia del otro peliblanco también). Debía ir pensando en buenas excusas y formas de disculparnos ante la emperatriz, en caso de que el Teniente la liase de alguna forma como acosando a alguna mujer por la calle o algo así.
Por otra parte, la paranoia tampoco es que estuviera fundada en terreno fangoso. Mi Haki no había sido capaz de leer nada fuera de lo común, y eso sí que me tenía muy escamado. Mi dominio del Mantra estaba lejos de ser perfecto, pero tenía mucha confianza en él como para llegar a creer que me faltaba entrenamiento. Que no pudiera ni siquiera analizar apropiadamente el aura de los guardias solo podía significar dos cosas: o realmente aquella isla era tan tranquila que no necesitaba defensa de alto nivel; o bien justo lo contrario, aquellas personas eran expertas ocultando sus presencias. Esperaba que fuera lo primero, pero temía que fuera lo segundo, y que nos hubieran atraído a una trampa bajo promesas vacías de treguas y alianzas. ¿Acaso no nos habían enviado allí precisamente para asegurarnos de que no lo fuera? Pues de momento las papeletas se las estaba llevando la teoría conspiratoria.
A juzgar por la tensión de Biz, él también debía estar pensando en algo parecido. Se le notaba algo más inquieto que de costumbre, aunque creo que solo alguien que lo conociera podría darse cuenta de ese detalle. Decidí no hacer comentarios al respecto, y empezar a planificar mis movimientos con cautela y sutileza.
Por si fuera poco, al cabo de un rato de incómodo silencio y espera, multitud de sirvientas habían llegado para presentar multitud de platos de aspecto francamente exquisito. Pero algo no me cuadraba... Si habían tenido tiempo de organizar todo aquello, ¿cómo es que no habían tenido tiempo de organizar ya también la reunión? Esperaban visita, por lo que no es descabellado pensar que tendrían muchos de aquellos manjares preparados de antemano, pero aun así...
- Me esperaré al almuerzo, gracias. - Comenté con una sonrisa educada a la sirvienta que se acercó a ofrecerme croquetas y embutidos. - Si pico algo ahora se me quitará el hambre.
Medias verdades, de eso iba el juego. Mi atención a partir de entonces estaría puesta en intentar leer entre líneas todo lo que se me dijera, en tratar de averiguar si me intentaban ocultar algo, al mismo tiempo que yo empleaba aquellas armas sociales también. Estábamos en un palacio, e íbamos a hablar con una emperatriz. Ya no se trataba de organización militar y Marines, estábamos en territorio de Política como diplomáticos, y por tanto debíamos actuar en consecuencia.
Así que de momento, tocaba seguir esperando pacientemente... Y siempre atento a todo, fingiendo pura curiosidad o interés turístico si algo me llamaba la atención.
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Mi paciencia ante lo absurdo comenzaba a llegar límites insospechados. No comprendía que beneficio podrían obtener los dirigentes de la isla haciendo que el evidente ambiente de tensión fuese en aumento. Si en realidad querían acceder a que mantuviésemos un acuerdo cordial no era lógica tan tonta actitud, por lo que solo me quedaban malos pensamientos sobre la situación y eso solo conseguía acrecentar mi mal humor. Al menos el peliblanco se había mostrado comprensivo ante la idea de la señal... Que por cierto. ¿Dónde narices se meten todos? ¿Acaso no tienen sentido de la responsabilidad?... Desde luego a la última pregunta sí que sabía la respuesta y por suerte una nueva distracción hizo que no me centrase mucho en ella.
Un desfile de sirvientas llenas de aperitivos aparecieron tras la petición de Ciaran. Me sorprendió y escamó en partes iguales la rapidez con la que habían preparado aquella banalidad para mantenernos entretenidos perdiendo más tiempo, mientras que la parte importante no paraba de posponerse de forma inevitable.
- No gracias. Me he mareado un poco durante el viaje y no me entra nada - dije mintiendo con una sonrisa a una de las chicas que se acercó.
No tenía pensado tomar nada de esta gente de la cual no me fiaba ni un ápice, pero tampoco había que demostrar descortesía por mucho que ellos lo estuviesen siendo de una forma tan sutil. Tras mi declinación me mantuve apartado esperando a que por fin se mostrasen las cartas de nuestros anfitriones, aunque de vez en cuando lanzaba una mirada a la puerta de entrada esperando vislumbrar a alguno de los perdidos.
Un desfile de sirvientas llenas de aperitivos aparecieron tras la petición de Ciaran. Me sorprendió y escamó en partes iguales la rapidez con la que habían preparado aquella banalidad para mantenernos entretenidos perdiendo más tiempo, mientras que la parte importante no paraba de posponerse de forma inevitable.
- No gracias. Me he mareado un poco durante el viaje y no me entra nada - dije mintiendo con una sonrisa a una de las chicas que se acercó.
No tenía pensado tomar nada de esta gente de la cual no me fiaba ni un ápice, pero tampoco había que demostrar descortesía por mucho que ellos lo estuviesen siendo de una forma tan sutil. Tras mi declinación me mantuve apartado esperando a que por fin se mostrasen las cartas de nuestros anfitriones, aunque de vez en cuando lanzaba una mirada a la puerta de entrada esperando vislumbrar a alguno de los perdidos.
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Gusi me sorprendió por un momento, no esperaba que aceptase aquel comentario y comenzase a disculparse de esa forma tan sincera, tan humana y tan humilde como lo estaba haciendo... Y tan falsa también. Aquello me dejó bastante más malhumorado de lo que ya estaba, no solo estaba poniendo en peligro la misión, sino que además la estaba jodiendo, presuntamente sin darse cuenta. Escuché una voz animando a Gusi, diciendo que le dejara darle un cabezazo al otro. No pude evitar sentirme frustrado. ¿Por que siempre parecía que no lograba hacer nada con este hombre? Siempre me ignoraba, siempre actuaba en contra de las ordenes que le daba. Por unos instante pensé si realmente quería mantenerle como uno de mis camaradas.
-Gusi... -dije con la voz claramente enfurecida, aunque en un tono tan bajo que seguramente ni siquiera me escucharía.
Apreté los puños a la vez que materializaba dos látigos con mi energía, uno en cada mano. Lancé el de mi derecha con la intención de agarrar uno de sus tobillos, tirar de él y hacerle caer de boca contra el suelo. Ni siquiera me fije si llegó a lamer la madera, con su poder seguramente se quedaría a escasos centímetros del suelo, pero lo seguro es que no se esperaría un ataque por mi parte, aunque no planeaba hacerle ningún tipo de daño. Antes de darle tiempo a actuar comencé a hablar, me di cuenta de que me había llevado la atención del público, como si una actuación de teatro fuese.
-Ruego a todos disculpen la cabezonería e inexperiencia de mi subordinado y camarada. -me aproximé al tabernero-. Le pido disculpas personalmente en mi nombre y en el de mi hombre. Lamento lo ocurrido, y le aseguro que los daños serán recompensados, no obstante en este preciso instante no disponemos de la cantidad que usted pide. Seré claro, hemos venido en nombre de la marina, invitados por la emperatriz para discutir un tratado. Lo último que deseamos ahora son problemas, por ello entienda que será recompensado por esto una vez haya finalizado y haya podido recoger lo que pide. Pero le pido comprensión y tiempo, pues ahora mismo venimos de forma diplomática, no de compras, por lo que nuestro presupuesto escatima bastante a su petición. Con todo me hago responsable, soy Kimura Hayate, ya sabe mi nombre y a quién reclamar en caso de no obtener su compensación.
Me giré y me fui hacia Gusi, a quien miré directamente a la cara, a escasos centímetros, esperaba que entendiese la frustración y enfado que tenía en ese momento, y por supuesto esperaba que entendiese que no era el momento justo para hacer lo que estaba haciendo.
-Y ahora señor Park, por favor si es tan amable de acompañarme fuera con el resto de la tripulación... Ya ha causado bastante alboroto por aquí.
Debía mantener una postura seria y firme, si me mostraba amistoso o dejaba a entrever que no me lo tomaba tan en serio como debía, podría traer mayores problemas, y no quería fracasar en el tratado que debíamos hacer hoy aquí.
-Gusi... -dije con la voz claramente enfurecida, aunque en un tono tan bajo que seguramente ni siquiera me escucharía.
Apreté los puños a la vez que materializaba dos látigos con mi energía, uno en cada mano. Lancé el de mi derecha con la intención de agarrar uno de sus tobillos, tirar de él y hacerle caer de boca contra el suelo. Ni siquiera me fije si llegó a lamer la madera, con su poder seguramente se quedaría a escasos centímetros del suelo, pero lo seguro es que no se esperaría un ataque por mi parte, aunque no planeaba hacerle ningún tipo de daño. Antes de darle tiempo a actuar comencé a hablar, me di cuenta de que me había llevado la atención del público, como si una actuación de teatro fuese.
-Ruego a todos disculpen la cabezonería e inexperiencia de mi subordinado y camarada. -me aproximé al tabernero-. Le pido disculpas personalmente en mi nombre y en el de mi hombre. Lamento lo ocurrido, y le aseguro que los daños serán recompensados, no obstante en este preciso instante no disponemos de la cantidad que usted pide. Seré claro, hemos venido en nombre de la marina, invitados por la emperatriz para discutir un tratado. Lo último que deseamos ahora son problemas, por ello entienda que será recompensado por esto una vez haya finalizado y haya podido recoger lo que pide. Pero le pido comprensión y tiempo, pues ahora mismo venimos de forma diplomática, no de compras, por lo que nuestro presupuesto escatima bastante a su petición. Con todo me hago responsable, soy Kimura Hayate, ya sabe mi nombre y a quién reclamar en caso de no obtener su compensación.
Me giré y me fui hacia Gusi, a quien miré directamente a la cara, a escasos centímetros, esperaba que entendiese la frustración y enfado que tenía en ese momento, y por supuesto esperaba que entendiese que no era el momento justo para hacer lo que estaba haciendo.
-Y ahora señor Park, por favor si es tan amable de acompañarme fuera con el resto de la tripulación... Ya ha causado bastante alboroto por aquí.
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El estómago no me paraba de rugir, tenía mucha mucha hambre, eso me pasaba por no comer a mis horarios normales. La sirvienta sonrió y con una reverencia desapareció entre los pasillos rumbo a cumplir mi petición. Al poco rato volvió a aparecer acompañada de más sirvienta, todas cargaban unas bandejas repletas de deliciosos manjares cuyo apetitoso aroma alimentaba apetito aún más de la cuenta. Una a una fueron ofreciendo el contenido de las bandejas a cada uno de nosotros, empecé a devorar aquellos alimentos como si no hubiese visto la comida en años, lo cual me causó un poco de vergüenza debido a mi rudo comportamiento pero es que... tenía hambre y no podía luchar ni pensar con claridad con el estómago aullando constantemente.
- Muchas gracias por traernos estos aperitivos, señoritas. Mi barriga y yo lo agradecemos mucho - realicé una reverencia a modo de gratitud mientras dirigía una sonrisa de cortesía a las criadas. Hecho esto, me apresuré a continuar comiendo, ya de una forma más tranquila que antes. Justo en ese momento me dí cuenta de que habían varios miembros de la flota que no estaban presentes. El capitán Kimura, Gusi, Yoshi y Kasan ( aunque este último era un aliado más que miembro de la tripulación, aunque a todos ellos les tenía el mismo grado de afecto por igual) no estaban con nosotros disfrutando del banquete improvisado.
Después de saciarme, empecé a mirar las columnas y los muros, intentando calcular cuantos años tendrían que tener desde el momento de su construcción hasta día de hoy. Realmente no tenía nada mejor que hacer, esperar y esperar hasta que la emperatriz accediera a que entráramos al salón del trono para empezar nuestra misión diplomática y que el reino pasara a ser parte del Gobierno Mundial. Esperaba desde lo más profundo de mi corazón que no hubiera ninguna clase de corrupción en estos lares ya que, fuera a donde fuera, la mancha deplorable de la corrupción hacía acto de presencia.
- Muchas gracias por traernos estos aperitivos, señoritas. Mi barriga y yo lo agradecemos mucho - realicé una reverencia a modo de gratitud mientras dirigía una sonrisa de cortesía a las criadas. Hecho esto, me apresuré a continuar comiendo, ya de una forma más tranquila que antes. Justo en ese momento me dí cuenta de que habían varios miembros de la flota que no estaban presentes. El capitán Kimura, Gusi, Yoshi y Kasan ( aunque este último era un aliado más que miembro de la tripulación, aunque a todos ellos les tenía el mismo grado de afecto por igual) no estaban con nosotros disfrutando del banquete improvisado.
Después de saciarme, empecé a mirar las columnas y los muros, intentando calcular cuantos años tendrían que tener desde el momento de su construcción hasta día de hoy. Realmente no tenía nada mejor que hacer, esperar y esperar hasta que la emperatriz accediera a que entráramos al salón del trono para empezar nuestra misión diplomática y que el reino pasara a ser parte del Gobierno Mundial. Esperaba desde lo más profundo de mi corazón que no hubiera ninguna clase de corrupción en estos lares ya que, fuera a donde fuera, la mancha deplorable de la corrupción hacía acto de presencia.
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Luego de un rato caminando había llegado a una plaza llena de tiendas, parecía ser el mercadillo de la ciudad y seguramente tendrían lo que buscaba, algo cómodo que me refrescase la bolsa escrotal. Comencé a pasear echando un ojo a los productos que vendían, me interesaban las tiendas de ropa pero como chef me sentía atraído por los puestos de comida. Quizás era un buen momento para catar la gastronomía de la isla, igual podía coger ideas para elaborar platos propios. Primero compré la túnica blanca y el turbante que tanto estaba ansiando, tras pagarle diez mil berrys, me cambié en el probador que tenía montado el vendedor, no era más que una cortina en una esquina del puesto, pero sobraba para que no se me viera nada íntimo. Ya mucho más cómodo con el calor, seguí mis compras, compré varias piezas de repostería luego de que estas me sedujeran con su delicioso aroma. "Nota mental: El olor de la comida vende." Me quedé con esa idea pues en el futuro quería abrir mi propio restaurante.
Seguía paseando por el mercadillo mientras me comía una empanadilla de pez Gazia, un tipo de pez típico de esta isla, su sabor no se diferenciaba de las sardinas salvo por un regusto picante luego de tragar. De vez en cuando pensaba en la misión, pero en caso de que Kim me necesitase podía usar el Den Den Mushi para localizarme así que no había problema en que estuviera por aquí a mi rollo. De pronto, desde un banco de la plaza, una persona me hacía gestos, tenía una tarta bastante apetecible entre las manos. Como Agente, no era de fiar, como cocinero... Apenas tardé unos segundos en acercarme a ver que quería de mí.
- Disculpe, ¿Me hacía gestos a mí? ¿Y de donde ha comprado esa tarta? Tiene muy buena pinta-. Dije mientras salivaba. Aunque estaba algo lleno por la repostería, ver el pastel volvía a hacer gruñir a mis tripas.
Seguía paseando por el mercadillo mientras me comía una empanadilla de pez Gazia, un tipo de pez típico de esta isla, su sabor no se diferenciaba de las sardinas salvo por un regusto picante luego de tragar. De vez en cuando pensaba en la misión, pero en caso de que Kim me necesitase podía usar el Den Den Mushi para localizarme así que no había problema en que estuviera por aquí a mi rollo. De pronto, desde un banco de la plaza, una persona me hacía gestos, tenía una tarta bastante apetecible entre las manos. Como Agente, no era de fiar, como cocinero... Apenas tardé unos segundos en acercarme a ver que quería de mí.
- Disculpe, ¿Me hacía gestos a mí? ¿Y de donde ha comprado esa tarta? Tiene muy buena pinta-. Dije mientras salivaba. Aunque estaba algo lleno por la repostería, ver el pastel volvía a hacer gruñir a mis tripas.
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Aquel calor era insoportable, hasta yo tenía un máximo de grados en el que en vez de tostarme y hacer una especie de... eh... fotosíntesis comenzaba a parecer un maldito pollo asado y no me apetecía convertirme en uno, por muy ricos que estuvieran vuelta y vuelta... "Espera, si yo no como esas cosa" El calor ya me estaba empezando a provocar alucinaciones, debía encontrar a mis compañeros y refugiarme del maldito sol en cuanto antes, venga ya, no era una ciudad tan grande, no podían haberse ido tan lejos.
Tras otro rato de vuelvo sin aparentes resultados positivos me acordé de una escena, hacía muchos meses, donde Kimura me había entregado algo que había calificado como una "Vivre card", me la había dado cuando me alisté en los Crimson y nunca lo había usado, ni si quiera sabía como se usaba, solo sabía que servia para encontrarle estuviera donde estuviera.
En pleno vuelo busqué aquel extraño objeto en mi mochila pero no había rastro de él. ¿No lo había cogido? ¿Lo había dejado en el camarote? ¿Donde demonios...? Mientras seguía removiendo cosas como una loca mi pequeña armónica salió disparada de la mochila dispuesta a estrellarse contra el suelo, en un acto reflejo que no pensé más de dos nanosegundos cerré la mochila la agarré con fuerza, la puse contra mi pecho e inicié un vuelo vertiginoso para detener la caída del objeto.
A escasos metros del suelo nos encontrábamos tanto yo como la armónica cuando extendiendo la mano y en un esfuerzo que me pareció casi sobrehumano conseguí agarrar con fuerza el instrumento y volver a introducirla en la mochila rápidamente.
Fue entonces cuando divisé casi a mi lado a pocos metros de mi la melena peliblanca irreconocible del gigante de mis compañeros, Kasan, bueno no era un gigante pero desde mi altura se asemejaba mucho a ese tipo de monstruo. Aterricé en el suelo, agradecida por poder descansar un poco del vuelo y decidí acercarme a él, aunque parecía estar solo tal vez sabía donde estaban los demás, o se iba a reunir con ellos, o tenía alguna forma eficaz de localizarlos, como la que yo había perdido. Mientras me acercaba a él, este parecía que huía de mi pues más se alejaba del lugar donde se encontraba devorando todo lo que encontraba a su paso. Por fin comprobé que no estaba huyendo de mi, sino que se acercaba peligrosamente y sin medir ningún tipo de riesgo a una jugosa y deliciosa tarta... y luego era yo la niña y la infantil.
-Kasan. ¿Se puede saber que haces? ¿Donde están los demás?- Le grité al chico que ya estaba justo al lado del dulce. Me acerqué a su lado y le puse la mano en el hombro, me puse de puntillas e intentando ponerme lo más cerca posible de su oreja le susurre. -¡Pero quieres tener más cuidado! ¡en que estas pensando?- A saber que tenia esa tarta, no me trasmitía confianza, ni ese dulce, ni ese hombre y aquello era extraño pues a mi todas las personas me solían trasmitir confianza pero aún mas confianza me solían trasmitir todos los postres.
Tras otro rato de vuelvo sin aparentes resultados positivos me acordé de una escena, hacía muchos meses, donde Kimura me había entregado algo que había calificado como una "Vivre card", me la había dado cuando me alisté en los Crimson y nunca lo había usado, ni si quiera sabía como se usaba, solo sabía que servia para encontrarle estuviera donde estuviera.
En pleno vuelo busqué aquel extraño objeto en mi mochila pero no había rastro de él. ¿No lo había cogido? ¿Lo había dejado en el camarote? ¿Donde demonios...? Mientras seguía removiendo cosas como una loca mi pequeña armónica salió disparada de la mochila dispuesta a estrellarse contra el suelo, en un acto reflejo que no pensé más de dos nanosegundos cerré la mochila la agarré con fuerza, la puse contra mi pecho e inicié un vuelo vertiginoso para detener la caída del objeto.
A escasos metros del suelo nos encontrábamos tanto yo como la armónica cuando extendiendo la mano y en un esfuerzo que me pareció casi sobrehumano conseguí agarrar con fuerza el instrumento y volver a introducirla en la mochila rápidamente.
Fue entonces cuando divisé casi a mi lado a pocos metros de mi la melena peliblanca irreconocible del gigante de mis compañeros, Kasan, bueno no era un gigante pero desde mi altura se asemejaba mucho a ese tipo de monstruo. Aterricé en el suelo, agradecida por poder descansar un poco del vuelo y decidí acercarme a él, aunque parecía estar solo tal vez sabía donde estaban los demás, o se iba a reunir con ellos, o tenía alguna forma eficaz de localizarlos, como la que yo había perdido. Mientras me acercaba a él, este parecía que huía de mi pues más se alejaba del lugar donde se encontraba devorando todo lo que encontraba a su paso. Por fin comprobé que no estaba huyendo de mi, sino que se acercaba peligrosamente y sin medir ningún tipo de riesgo a una jugosa y deliciosa tarta... y luego era yo la niña y la infantil.
-Kasan. ¿Se puede saber que haces? ¿Donde están los demás?- Le grité al chico que ya estaba justo al lado del dulce. Me acerqué a su lado y le puse la mano en el hombro, me puse de puntillas e intentando ponerme lo más cerca posible de su oreja le susurre. -¡Pero quieres tener más cuidado! ¡en que estas pensando?- A saber que tenia esa tarta, no me trasmitía confianza, ni ese dulce, ni ese hombre y aquello era extraño pues a mi todas las personas me solían trasmitir confianza pero aún mas confianza me solían trasmitir todos los postres.
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