Moderado Kenmei Shiba. Nivel 4. ¿Querías un ascenso? Gánatelo. "Kuki-kukí"

¿Qué has hecho en tu viaje a Dark-Dome? Nada. Bueno, quizás has hecho un amigo…Quizás..., porque realmente lo que es la investigación ahí se ha quedado. A ver qué le dices a tus superiores... Bueno, no has gastado dinero (Excepto el de Adam).

Cuando te montas en aquel pequeño buque patrulla, este surca rápidamente las inmediaciones de la isla para dirigirse a su barco nodriza. En tu vida habías visto una monstruosidad mecánica de tales dimensiones.

Un navío de más de quinientos  metros de eslora, con una  envergadura de trescientos,  flota como una montaña ante tus ojos. Cuentsa al menos seis hileras de cañones, y eso que parecen cubiertas muy altas, teniendo en conjunto una altura de unos cien metros. Unidos mediante cadenas, otros barcos, no todos marines, parecen ser arrastrados por el inmenso navío.

“Cerberos“ Reza en grandes letras plateadas que destacan sobre las placas de Kairoseki que permiten a la bestia navegar por estas aguas sin "peligro". Has oído fantasear sobre esa fortaleza flotante a algún vulgar mecánico que se cree más científico del gobierno que tú. Se trata de un astillero flotante donde se recuperan restos de navíos, principalmente marines, para el reciclado de sus componentes (en especial el kairoseki), y que también sirve para la recuperación de mercancías hundidas, entre otras utilidades…

Tres descomunales grúas se disponen en la popa y los laterales del barco,  inmóviles como oscuros perros que enseñan sus dientes mientras esperan las órdenes de su dueño. Dos parecen tener caritas felices, una triste; parece que el que ha montado la "boca" de la grúa la puso al revés.

A medida que os acercáis, los marineros mandan una señal por el den-den. Entonces, se abren una de las varias exclusas laterales, permitiendo la recepción del pequeño buque dentro de la maravilla mecánica. Un muelle, con otros tantos patrulleros, se extiende en aquella sub-cubierta.

Los marineros bajan, instándote respetuosamente, lo más que pueden, a que les sigas. Balbucean algo sobre la hora de cenar, esperando que haya quedado algo que llevarse a la boca, son ya pasadas las diez al fin y al cabo.

El olor a aceite, a motores y petróleo quemado es residual pero tremendamente incómodo para alguien que no está acostumbrado. Puedes optar por usar las escaleras o el gigantesco ascensor, pero parece que los soldados prefieren subir por las escaleras.

Bien, Kenmei… ¿Qué harás? ¿Pasas de hartarte de subir escaleras? ¿Vas hacia abajo? ¿Te montas en el ascensor? ¿Bailas la sarandonga?

El barco no parecía querer despegarse de Dark Dome City, lo cual me molestaba y extrañaba a partes iguales. ¿Dónde pretendían ir? Encontré mi respuesta antes de que pudiera ir a quejarme al navegante, al ver un barco de proporciones mastodónticas llamado Cerberos. Cual animal tricéfalo que parecía alimentarse de restos de otros navíos, los sacaba con sus enormes fauces del fondo marítimo. Una enorme obra de ingeniería, sin duda alguna... aunque con una pieza del revés en una de las grúas.

Conforme nos íbamos acercando, me empezó a llegar un desagradable olor que de inmediato asocié con el petróleo. Esperaba que en el interior pudiera librarme de él gracias a algún mecanismo de ventilación, pero los marineros no parecían tan sofisticados... además de que aparentaban estar acostumbrados a semejante hedor.

Debido a la hora, de la cual no era consciente por la eterna noche que había pasado en Dark Dome City, los trabajadores se proponían cenar y me acompañaron hasta que me detuve, delante de unas escaleras.

-Un momento. -Dije, cogiendo por el hombro a uno de los que había venido conmigo en el barco. -Aquel hombre que venía conmigo... ¿Dónde está?

El hombre, de aspecto algo primitivo, me miró.
- ¿El blancucho? Se quedó en tierra, dijo que tenía cosas que limpiar.

¿Limpiar? ¿Se quedó en tierra? Mierda, estaba demasiado concentrado en otras cosas y no lo noté... Aquellos hombres continuaban su camino, subiendo las escaleras. Pude ver que podía bajar y que había un ascensor que nadie parecía querer usar. Me asomé para ver que había abajo, pero seguí a aquellos hombres e ignoré el ascensor, que si no lo usaban sería porque no llevaba a donde íbamos o estaba estropeado, quién sabe. La verdad es que estaba un poco desorientado, nunca me había montado en algo tan enorme...

Nota: La respuesta y la descripción del marine ha sido roleada por Adam de la siguiente manera:
"El hombre, recio y peludo que casi no cabe en su traje de marine te mira.
- ¿El blancucho? Se quedó en tierra, dijo que tenía cosas que limpiar. "

Te asomas por las escaleras para ver el descansillo. Hombre, hay que optimizar en espacio… Si bajas para ver qué es lo que hay en la siguiente planta, o bien si te descuelgas así por el lateral de la barandilla como un macaco, verás que la siguiente planta parece una sala  de depósitos y maquinaria.

¿Combustibles, quizá? ¿Calderas? La luz es ténue, y parece que hay personas por allí dando vueltas atendiendo a la maquinaria, pero no ves nada más desde tan lejos y con tanta escasez de luz… Pero sí escuchas durante unos instantes un tenue lamento sufrido, como de alguien enfermo que delira; un largo quejido que es interrumpido.

Qué será será…

En fin, vais subiendo escalón tras escalón, cubierta tras cubierta hasta que llegáis a la cuarta “planta”, si contamos donde has empezado como 0 y la que has “visitado” como sótano. Ves grupos de marines saliendo de una estancia de enorme de puertas abiertas. El olorcillo a comida se disfraza entre el de los combustibles quemados, pero a pesar de todo sigue siendo apetecible.

Los marines babean y se lanzan rápidamente a coger las bandejas para ser servidos en las barras del comedor. No queda mucha comida,  la cena está acabando y son muchos marines los que empiezan a levantarse de sus mesas.

Así cenan los marines, al menos los bajos rangos…
Bien, Kenmei… ¿qué harás?

Hay más salas, pasillos enteros en la descomunal base. Lo digo por si te quieres perder por ahí. Por cierto, aún queda un poco de arroz con bacalao. ¿Sigues sin querer bailar la sarandonga?

PD: Todo lo que sobreviva y sea importante en este moderado será susceptible luego de creación en NPCS y barcos. Tal que cual.

Nos vamos a comé...:

Aunque sentí curiosidad por saber qué se hacía en esa planta inferior, decidí darle prioridad a la comida y a no perder de vista a la multitud, pues acabaría quedándome sin cenar de hacerlo. Que Cerberos fuera tan grande tenía la desventaja de que el camino fuera eterno, y tras lo que parecieron horas subiendo escaleras, pude notar un leve olor a algo comestible entre tanta grasa y olores varios de la maquinaria.

Como verdaderos animales hambrientos, estos "hombres" se abalanzaban unos a otros para llevarse algo a la boca. Me acerqué y esperé en la cola, hasta que aquello avanzara me quedaba un buen rato... Malditos monos de feria. Si me ponía violento podía liar una gorda, así que decidí simplemente ignorarlos.

Cuando llegué, apenas quedaba "comida" y la "mujer", si eso podía denominarse mujer, me miró con un gesto asqueado. Aquella mala bestia, tuerta y con los estúpidos hábito de fumar y comer muchísimo más de la cuenta, me estaba analizando, intentando saber por qué no llevaba uniforme. Sin ni siquiera dirigirme la palabra, más allá de un gruñido en el que soltó humo por el cigarro que fumaba, echó en mi plato algún tipo de extraña sustancia de la que todos estaban alimentándose. Era verdaderamente repugnante... y su comida también. Me quité de su vista en cuanto tuve la oportunidad.

Comí en apenas cinco minutos mal contados, quedándome con hambre y con leves ganas de vomitar. Si me hubiera quedado más tiempo quizás ese malestar podría haber desaparecido, pero no valía la pena aguantar aquel zoo por tan poca cosa. Dejé la sala para despejarme y miré a las escaleras. Tentador... pero no tenía más ganas de andar por escaleras, menos en mi estado, por lo que decidí darme una vuelta por la "planta" en la que me encontraba. Las instalaciones eran enormes y quién sabe qué podría encontrar. Por cierto, en aquel momento me preguntaba dónde se suponía que iba a dormir, así que se lo preguntaría al primer individuo que no viera ni muy ocupado ni de aspecto repulsivo. Puede ser que hubiera algún tipo de habitación común para los trabajadores donde podría descansar.

Nota: Respuesta de la cocinera tal y como Adam me la proporcionó:
"La señora, con un parche, un cigarro en la boca y más de dos toneladas de peso de más te mira. Sus ojos recorren tu cuerpo ausente de uniforme. Rasca con el cazo los últimos restos de comida, si es que a ese mejunje se le puede llamar comida por su aspecto, y te los coloca con un sonoro "plosh" a tu plato. Gruñe, como diciéndote que ya vas listo."

El pasillo es un largo conducto vacío flanqueado por puertas que recorre, como un intestino, el cuerpo de la bestia. De vez en cuando te encuentras un pasillo transversal, y dada la homogeneidad y ausencia de letreros no tardas en perderte si empiezas a dar muchos giros.

Allí todas las personas están sucias, son robustas o bien les sobra unos cuantos cromosomas. Bestias de carga y maquinaria que seguro no saben nada de ecuaciones… O quizá sí, pero por las pintas…

Consigues encontrar un muchacho  de tez oscura, larguirucho y engominado, aunque parece grasa de motor con lo que se arregla el pelo, al que le haces tu pregunta.
- ¡ Eeeeh, ooooh! ¡A mí quí mi cueentas eeeh!- te dice juntando los dedos de la mano en un gesto repetitivo-. ¿La tua mamma no te ha dicho dionde tienes que dormire? Io no comprendo por qué estás sin el tuo uniforme. – levanta la mano amenazador, como madre que te quiere lanzar una colleja- .¡Andia tira ya para la lavianderia! Es tiodo recto y en el tercer cruce a la sinistra. Má que pare el bambino con el triaje todo llieno de rioña.

REferencias Eh oh.:

Sí, eso era un italiano persa, aquí hay gente muy rara.
Si decides ir a la lavandería, comprobarás que es una sala grande donde los trajes dan vueltas envueltos en bolsas por una especie de raíl ante la atenta mirada de un gyojin pulpo. El gyojin, con una gorra azul y enfundado en un traje impoluto de marine, ni te mirará.
- ¿Nombre y número de habitación? Vamos, vamos, que no tengo todo el día.- sus brazo-táculos están ocupados cosiendo, limpiando manchas y doblando ropa.
Por los pasillos, se empieza a escuchar el deslizar de unas ruedas no muy bien engrasadas a gran velocidad por el suelo. De no entrar en la lavandería, o de mirar hacia afuera, podrás ver una sombra negra que discurre a gran y rechinante velocidad por los pasillos.
¿Qué demonios es eso?


O a lo mejor te has quedado a comer un kebab relleno de pasta a la carbonara. No sé. Tu decides, Kenmei.

Una estructura de lo más sobria y poco funcional debido a su ausencia de elementos de referencia o guía, genial. Debería haberlo esperado, supongo, nadie que estuviera a la vista parecía tener la más mínima sofisticación, más bien son unos paletos ignorantes.

Cuando por fin encontré a alguien de aspecto mínimamente tolerable, lo abordé con mi pregunta. Recibí una de las respuestas menos satisfactorias y más decepcionantes de toda mi vida. ¿Qué mierda ha dicho? Solo me ha quedado claro que todos parecen querer que me ponga un uniforme... ¡Pues no! No me lo pongo, no soy un marine ni tengo nada en común con estos animales descerebrados.

El hombre de procedencia indeterminada prosiguió su camino y yo me quedé indignado en medio del pasillo, farfullando. De repente, pude oír el sonido de unas ruedas que chirriaban acercándose, cada vez más y más, a gran velocidad. Rápidamente me quité del medio del pasillo por si algo se acercaba y me atropellaba por estar en su camino. ¿Qué demonios es eso? ¿Alguien ha lanzado el carrito de la lavandería de una patada o qué? Justo entonces empecé a vislumbrar una extraña figura negra. Cercionándome de no cortar su trayectoria, me quedé observándola hasta que pudiera distinguir qué se acercaba a mí a tal velocidad.

La figura pasa a tu lado con la rapidez de un tren marítimo de mercancías. Aunque no has podido ver completamente a la figura, sabes que es “humano” por una única razón… te ha mirado.  Has sentido el peso de una mirada maligna y mortal.

Escuchas el frenazo que da al final del pasillo mientras se gira lentamente envuelta en una aura de oscuridad.
- Kenmei Shiba… he venido a por ti…- pronuncia con voz de ultratumba mientras extiende su dedo decrépito hacia ti. ¿Es la muerte? Tiene toda la pinta… Incluso tiene  en su mano lo que parece una enorme guadaña completamente negra.- ¡Kenmei Shiba!- grita antes de lanzarse a plena potencia hacia ti con un rápido golpe al suelo de su arma. Otra vez, el sonido de las ruedas que chirrían.

Extiende la guadaña hacia tu persona en el avance.
Rápido, no tienes mucho tiempo. ¡Va a darte!

Pero también puedes bailar la sarandonga. Tú lo que quieras.

¿Qué se suponía que era eso? Su mirada, que apenas pude vislumbrar, me hizo sentir incómodo, nervioso... Unas gotas de sudor empezaron a caer de mi frente.

Cuando se detuvo, pronunció mi nombre y mi apellido. ¡¿Pero quién era?! No había nadie que conociera que tuviera el más mínimo parecido con esta extraña figura. ¿Cómo sabía mi nombre? Decía haber venido a por mí, pero ¿para qué?

Alzando su arma, presumiblemente una guadaña completamente negra, se dirigió hacia mí repitiendo mi nombre, esta vez gritándolo. Intentando reaccionar lo más rápido posible, desenvainé mis espadas para bloquear el golpe y me agaché, para reducir los huecos en mi defensa. En cuanto se acercara lo suficiente, intentaría verle la cara y, si no sabía quién era, lo cual era lo más probable, se lo preguntaría gritando.

-¿¿Quién demonios eres tú??

Realmente no esperaba respuesta, pero ¿qué más podía hacer? Solo quedaba esperar...

La criatura impacta, pero gracias a tu bloqueo, y principalmente a que te has agachado, vuestras armas chocan y se deslizan la una sobre la otra. Tus brazos se resienten del golpe, ha sido pura fuerza bruta. ¿Iba hacia tu cabeza? Te la podría haber arrancado.

Has podido ver su rostro de pasada. Un enjuto hombre de párpados hundidos y dientes mellados, con el cabello raído y de un gris más blanco que su piel. ¿Es la muerte? No, eso es solo una leyenda… ¿verdad?
- ¡Kenmei Shiba!- vuelve a gritar mientras da la vuelta treinta metros más allá.- ¡Tu tiempo se agota! ¡He venido a por ti!

¿Es ese un presagio de muerte? ¿Se llevará tu alma? ¿Se la llevará para bailar una sarandonga? Pues mira, a lo mejor no es tan malo. Quizás sólo quiera un compañero de baile.

¿Qué harás Kenmei? El ser va a repetir la carga, puedes ver, durante el giro, que va montado en una especie de “monopatín”. Se trata de un vehículo en cuña, ligeramente alzado… como la proa de un barco seccionado al que se le han puesto ruedas. Golpea el suelo para coger el impulso.

Obvio, no me respondió, solo repitió mi nombre de nuevo. "Tu tiempo se agota"... ¿A qué se refería? Aunque no tuve mucho tiempo para reflexionar acerca de ello, no se me ocurría nada con sentido...

Volvió a intentar arremeter contra mí, y no parecía que solo bloquearlo fuera a bastar, pues podría seguir y seguir. Estaba a unos treinta metros de mí, pero no tardaría más de dos o tres segundos en llegar. Tenía que hacer algo más...

-Cual noche sin luna
te hallas perdido
y no hay forma alguna
de que salgas vivo. -Dije mientras me volvía a poner en la misma posición que antes y me preparé para bloquear. Mientras mi oponente pasara cerca mía y lo bloqueaba, intentaría clavar una de las dos espadas en su vehículo, el cual era... indefinido. Si lo conseguía, aunque solo lo rozase, pondría el negro sello sobre él, dejándolo en una eterna oscuridad de la que solo podría salir si se alejaba de su transporte. De esa forma, si se bajaba, todo cambiaría a mi favor.

Esperaba no tener que seguir luchando y que esto se solucionase de una forma racional, pero si se ponía peor... acabaría por lanzarle fuego. Estaría justificado, es defensa personal ¿no?

Cosas utilizadas::

La deliberación.:

Los segundos se hacen eternos mientras tu lengua intenta no trabarse. Sólo tienes una única oportunidad… y lo consigues en la última centésima de segundo. A lo mejor es tiempo de asistir a unas clases de rap para aprender a hablar más rápido, ¿no?

Bloqueas a la criatura, aunque, al hacerlo con una única espada, tu mano se resiente gravemente. ¿Será la verdadera, o la mecánica? Eso lo dejo a tu elección, por algo eres ambidextro. Tu otra espada, ha rozado la superficie del vehículo a su paso, suficiente para poner la extraña marca.

- ¿Qué demonios?- grita la criatura, tras lo cual escuchas un frenazo. A lo lejos, y mientras te duele la mano cantidubi, ves que la criatura mira a su alrededor con confusión espasmódica. Se baja con cuidado de la góndola-monopatín y se aleja con pasos renqueantes del vehículo hacia a ti. Parece que tiene una cojera bastante grave, y usa el apoyo del bastón para suplir a una pierna laxa y curvada. Lleva unas ropas negras y largas, una batamanta de aspecto espectral.

- ¡Kenmei Shiba!- repite, aunque ahora su aspecto es menos diabólico. Sigue siendo un tipo con cara de muerto y viejo, pero la cojera le hace parecer menos… peligroso.- ¡¿Dónde demonios te habías metido?¡ ¡El comodoro le esperaba hace tiempo!

Aw shit. A lo mejor deberías haber ido a avisar de tu llegada en vez de ir a cenar. Claro que también podrías culpar a los marines, de estómago tan vacío como su cerebro.
- ¿Y qué demonios le ha hecho a mi transporte? ¡Vamos, arréglelo, que tenemos prisa!- te apremia dando toquecitos en el suelo con su “guadaña”. Ahora puedes ver que se trata de un gancho, sin filo. Aunque quizás si te da con la puntita haría bastante pupa. Qué demonios, todo a una velocidad abismal hace daño.

Si decides subir con él, así como desactivar tu poder, te llevará con rapidez por los pasillos del barco y uego escaleras arriba (Con un simple agárrate como anticipación a los baches) canturreando una canción “veneciana”.
- Il sole mio, má que linnnda eeere…- no canta nada bien, más bien chirría como sus ruedas.
Finalmente, llegarás a una puerta doble metálica.
- El Comodoro Hades te está esperando.- dice, señalando la puerta sin atreverse a entrar-. No está de muy buen humor, no le gusta que le hagan esperar.
Tras la puerta puedes oír varios gritos de:
- ¿PERO DÓNDE ESTA ESE MALDITO CIENTÍFICO? PARA UNA MALDITA VEZ QUE MANDAN A ALGUIEN QUE DEBERÍA SER LISTO  Y NO APARECE.
- Cálmese señor, por favor.- escuchas decir a una voz femenina y suave-. Le va a subir la tensión.
También escuchas el característico sonido de un extintor. Y más gritos.

Si decides entrar, el de calor y olor a queroseno quemado te abofetearán. Una enfermera, de cabello gris, bata chamuscada y gafas de culo de botella está intentando apagar los diversos fuegos de la sala. ¿El culpable? Un hombre alto y ancho cubierto con un mantón gris en el que pone, en letras de un gris más oscuro, difícil de leer, “MARINE”. Su piel también es gris. Su pelo, es de un potente fuego naranja. También le arden los brazos a través de la curiosa tela, y salpica la habitación constantemente con su furioso deambular por la sala.

Puedes ver zonas quemadas en el despacho, por todas partes, no parece ser la primera vez que tiene uno de esos ataques.

Te suena de algo... pero, por ahora, no consigues recordar de qué.

Referencias visuales:

A duras penas pude completar mis versos, dejando a oscuras a mi oponente. Bloqueé su golpe con la espada que sujetaba con la mano derecha, que fue empujada hasta casi chocar con mi torso, resintiéndose. Solté un gruñido por el dolor, pero al menos no pudo penetrar mi defensa y no alcanzó a darme con su arma.

Me esforcé en ignorar el dolor, en la medida de lo posible, para poder concentrarme en seguir prestando atención a aquel ser. Cuando salió de la esfera de oscuridad, caminando con dificultad mientras se apoyaba en un bastón, me di cuenta de que no era tan peligroso como pareció en un primer momento.

-Ah... No tenía ni idea de que alguien me esperara. -Respondí, algo desorientado. Nadie me había dicho nada, ¿no era la obligación de los que me trajeron habérmelo dicho? Sólo hablaron de la comida... Qué asco de estúpidos trogloditas.

Aunque no me agradó que me estuviera dando órdenes, tenía que reconocer que estaba en lo cierto, si alguien me estaba esperando desde que había llegado, no podíamos perder más tiempo. -Lo siento, ahora mismo revierto lo que he hecho. -De inmediato desactivé la oscuridad, me subí con el envejecido hombre y me agarré, previendo que iba a ir a la misma velocidad (si no a más) de la que ya le había visto antes alcanzar.

Tras taladrar mis tímpanos con una desagradable canción, nos detuvimos ante unas puertas tras las que se oía a un hombre gritando... y el sonido de un extintor. ¿Qué demonios estaba ocurriendo ahí dentro? Decidí entrar para saciar mi curiosidad y para que aquel tipo... el tal "Hades", no tuviese que esperar más.

Cuando entré, lo primero que ocurrió fue que noté una temperatura sofocante y una peste a queroseno que hicieron que me detuviera en seco. Observé la escena, extrañado: un hombre de grandes proporciones ardía en ira, literalmente, y parecía haber prendido fuego a algunas zonas que alguien, presuntamente su asistenta, secretaria o similar, iba apagando con un extintor.

El marine me resultaba extrañamente familiar, pero como no supe de qué, proseguí como si fuera un completo desconocido. ¿Podría ser que lo hubiera visto por alguna instalación? Quién sabe...

Me tragué el orgullo y me disculpé, pues, al fin y al cabo, llegaba tarde, aunque no fuera mi culpa.

-Disculpe la espera, no me habían dicho que tenía que acudir a su presencia, Comodoro Hades. -Dije, acompañando lo dicho con una reverencia. Me quité la máscara, intentando mostrar un poco de respeto, y la sostuve con la mano izquierda tras mi espalda.

Cosas utilizadas:

El hombre detiene su pataleta justo antes de lanzar una bola de fuego hacia una de las paredes. Su fuego va disminuyendo paulatinamente. Parece que repite un mantra mientras recobra la compostura.

- Está bien, estoy bien. Bien, bien…- dice repeinándose la melena en llamas hasta un tono azul más tranquilo. -. Que no vuelva a repetirse.- te ordena, mientras una súbita llama roja ondea temporalmente por su ser.

Da unos largos pasos hacia a ti extendiendo los brazos en bienvenida.
- Bienvenido al Cerberus, el sondeador de fondos más grande y bien equipado de toda la marina. Yo soy Hades Tartaros, Comodoro condecorado, capitán de este navío y la división Abisal. Ella es Pépona, mi secretaria, enfermera, becaria multifunciones.
La muchacha levanta una mano a modo de saludo mientras continúa ocupada en que el fuego deje de extenderse.
- Realmente es Phersephones.
- ¡No me corrijas, Pépona! – le grita, destelleando en naranja.
Claramente este tío tiene problemas de ira.

Un segundo, Tartaros… ¿podría ser? Como científico del gobierno y persona leída recuerdas haberle visto en informes sobre investigaciones respecto al desarrollo de akumas artificiales. Ostras, hasta recuerdas su foto… Antes tenía una bonita y rizada melena blanca, por eso no lo reconocías.

- Siempre es un placer encontrarse con científicos del gobierno, gente nueva con la que poder hablar que no sean unos cerebros de chorlitos o unos… ¡ingratos que te corrigen delante de las visitas!

La que tiene que aguantar la pobre, bueno, no parece importarle.
Anda hacia su escritorio, una extraña pieza de piedra labrada (seguro que los de madera no le duraban mucho).
- Vamos, vamos, siéntese. Cuénteme qué le trae a mi navío y cuáles son sus especialidades. Su currículum para ver si le acepto en mi barco, vamos.

¿Currículum? ¿Querías trabajar aquí en primer lugar? ¿Qué le contestarás?

Mientras el hombre continuó hablando, recordé haber leído sobre él. Si no me equivocaba, aunque obviamente no me suelo equivocar, él había estado al cargo, o al menos formaba parte, de una investigación sobre las akumas artificiales. Muy interesante, estaría bien aprender algo al respecto... aunque yo ya tengo mi akuma, pero seguro que resultaría curioso e incluso productivo

Por su indudablemente inestable carácter, decidí escoger con cuidado mis palabras, para no salir ardiendo de allí. Evité decir de manera explícita que realmente no sabía qué hacía allí ni trataba de ganarme un puesto... Al menos no era mi intención inicial, pero ahora parecía atractiva.

-Lo que me trae a su navío... Yo pedí un transporte a unas instalaciones científicas y me han traído a bordo de su nave, así que quizás se pensó que podría trabajar para usted... Recientemente he estado investigando sobre un compuesto que incrementase la afinidad con el agua para permitir a cualquiera usar, temporalmente, el Gyojin Karate... Aunque... Después de los experimentos llevados a cabo, quizás fuera más sencillo hacer algo que incapacitase que los gyojin lo usaran... Aparte de la química, tengo conocimientos de cirugía y de ingeniería ciborg. Para muestra, un botón, o, en mi caso, mi brazo. -Dijo, remangándose el brazo izquierdo.

No había considerado la opción de crear, en un futuro, akumas artificiales, pero ahora que lo pensaba, sonaba realmente tentador. Si estar con este fogón andante me ayudaba, de una manera u otra, a progresar en mi carrera científica, bienvenida sea la oportunidad. Si trabajaba en el Cerberos... bueno, quizás el ambiente no fuera el mejor posible, pero al menos el que sería mi superior parecía tener algo más de seso que los primates que llenaban la instalación.

La sonrisa picuda del señor antorcha se… difumina. Una mueca de decepción aparece en su rostro, luego se masajea los ojos con los pulgares, distendiendo los párpados hacia abajo, exasperado.

- Así que no tenías ni idea de dónde venías… y no sólo eso, sino que también eres un biólogo. Podría tener un pase el hecho que estudies química… pero bueno, no sé qué demonios haces en mi barco. Tanta expectación para que me traigan a una Pépona 2.0.- mueve la mano, despidiéndote de su mesa.

Pépona, o Persephones pasa a tu lado y te da suavemente con el extintor, como instándote a que la sigas…

Si la sigues, suspirará en la puerta mientras adentro escucharás de nuevo el mantra tranquilizador del comodoro. El pobre, en vez de traerle un científico interesante te traen a ti… Bueno…
- Te enseñaré tu cuarto, o mejor dicho, el cuarto que se te había asignado si no eras una persona… del agrado de Hades. – jopé, hasta has perdido el cuarto bueno.
Te llevan a una planta de barracas, donde los cuartos van uno detrás de otro ocupados por sudorosas criaturas que intentan pavonearse ante los ojos de la única mujer, o la única mujer que parece una mujer, del barco. No son pocos los que le van llorando diciendo que se han hecho daño y que les de una curita.

Qué barco más pintoresco.

Bueno, tu habitación parece ser una de las pocas que no tienes que compartir, un pequeño cuartucho con unas tuberías que tiemblan peligrosamente asomando por la pared y circulando desde el suelo hasta el techo. A ver cómo duermes.
- Si prefieres dormir con los marines, a lo mejor te puedo buscar alguna hamaca.
Ahora no sólo tienes que preocuparte del horrible olor, también del ruido. ¿Qué llevaran esas tuberías?

Me puse la máscara, para que no notase el cabreo que se estaba empezando a forjar en mi interior. Respiré hondo e intenté no gritar cuando la joven me dio un toque con el extintor -Un segundo, aún no hemos acabado aquí. -Le dije en voz baja.

-Un momento, comodoro Hades, ¿quién dijo biología? -Pregunté, algo indignado. Él sabía de ciencias, así que no se estaba equivocando de palabra, ¿acaso no me había escuchado? -Químico, cirujano e ingeniero ciborg, nada de biólogo. De todas formas ¿qué se supone que se hace en este barco que necesite a un científico? No voy a ser, como usted dijo de su ayudante, "secretario, enfermero y becario multifunciones", pero si de verdad hay algo de carácter científico, estoy seguro de que puedo ser útil. -No me importaba lo más mínimo que me rechazase, pues tampoco era algo de gran importancia, pero no podía ser que no me escuchase. Él me ha preguntado, ahora tiene que prestarme atención.

Me acerqué a la mesa y lancé mi brazo para agarrar el extintor de Persephones, exhibiendo mi extravagante implante. Lo puse a mi lado y apoyé el brazo en él, relajando la postura para intentar aliviar la tensión en mí. -Si quiere que le demuestre algo, lo mismo podría mandarme a crear explosivos o a la enfermería, y si quiere que sus hombres tengan implantes, también soy el hombre indicado. -Después de hablar, me sentí más calmado, por lo que, con delicadeza, cogí el extintor y se lo devolví a la joven. -Toma... Solo quería enseñar lo que podía hacer. -Si después de esto, el decepcionante Hades decidía ignorarme, seguiría a la ayudante hasta donde fuese que me quería llevar.

Hablas con ímpetu. ¿Cómo se atreve a llamarte biólogo? Por favor… Claro que el coger el extintor para simplemente sostenerlo es algo que no añade mucho peso a tus palabras, pero bueno… Demuestras que tienes un brazo funcional, no supermegachachifrástico, pero funcional.

Hades escucha tus palabras mientras entrecierra los ojos y aprieta los labios. Luego te señala con ambas manos de las que salen unas pequeñas llamitas.
- Me cae bien este chico, tiene ímpetu. Eso dice mucho de una persona.

Se levanta, caminando por la estancia hasta la salida.
- Pépona, llévalo a la enfermería a ver si puede hacer algo con los casos especiales. Yo me voy a fundir un rato.
Cuando se marcha, la chica te mira de arriba abajo.
- No sabía que estaba ante un caso de orquitis. Bueno, vamos a la enfermería… supongo que me vendrás bien para desarrollar alguna prótesis.

La enfermería es un recinto grande y, por ahora, prácticamente vacío. Hay unos cuantos hombres que se agolpan en la puerta pidiendo tiritas para sus dedos magullados por martillos y poco más… Al fondo de la estancia puedes ver unas grandes máquinas, como cápsulas donde se encuentran personas “durmiendo”. ¿Qué serán?

La muchacha se entretiene primero en darles a los hombres unas tiritas de animales. Hay más gente trabajando allí, pero parece que son becarios incompetentes tomados de los grupos marine. Tienen un entrenamiento básico, pero peor sería no tener nada…
Como expuse en el post anterior, la actitud hacia la única mujer que parece una mujer del barco es de constante y pesado coqueteo.

Si preguntas qué demonios pasa con las cámaras, o si te acercas, la muchacha te contestará:
- Son cámaras hiperbáricas, no solemos usarlas porque tenemos mucho cuidado con la descompresión de los buzos, pero últimamente ha habido algún que otro accidente.

PD: Como cirujano sabes que la orquitis es una inflamación de los testículos (generalmente provocada por una infección o traumatismo). Vamos, que le has echado los huevillos al asunto.

Sonreí ampliamente al ver que le caí en gracia al enorme marine ígneo, aunque nadie podría apreciarlo con la máscara tapándome la cara. Aunque desconocía a qué se refería con "voy a fundirme un rato", me contenté con los resultados y abandoné la sala en compañía de la secretaria / becaria / ayudante... o lo que sea.

Seguí a la joven, asqueado por la actitud de aquellos seres infradesarrollados que apenas la dejaban un segundo de respiro entre borderías. Observé impresionado las instalaciones, que parecían estar bastante bien equipadas y eran de un tamaño considerable. Cuando me acerqué a las cápsulas de tratamiento... o lo que fuera aquello, Persephones tuvo el detalle de explicar qué eran exactamente. Así que cámaras hiperbáricas, oh, que curioso.

-Entonces... -Comencé como el que no quiere la cosa. -¿Prótesis? ¿Es eso en lo que te voy a ayudar? ¿Esos accidentes de los que hablas han amputado algunos miembros? -¿Qué clase de accidentes habrán tenido? No había observado ningún daño estructural externo, por lo que quizás era en alguna sala remota o no era un accidente del tipo de los que estaba imaginando. Si nada había explotado, ¿qué podría hacer que alguien pierda un miembro? ¿Alguna máquina con cuchillas, algún compuesto ácido...? Quién sabe, solo era cuestión de tiempo saberlo, pero aún así no podía evitar sentirme curioso.

La mujer sonríe, casi ríe un poco ante tu preocupación.
- Lo siento, se me ha pegado de los chicos. No, los accidentes no suelen provocar daños realmente… físicos. Bueno, de vez en cuando alguien puede perder un trozo de dedo si se coge un pellizco con los martillos. Pero lo que realmente les preocupa a la mayoría de la división es…
Se va hacia una puerta que parece dar a una sala frigorífica. ¿Tendrán ahí órganos para su trasplante? ¿ Bolsas de sangre? Bueno, bolsas de sangre hay, como en todos lados, pero lo que te llama la atención son unas cajas metálicas numeradas por un extraño código.

Te da una, reprimiendo una risa. Si la abres, podrás ver en su interior… pelo. Pelo de un color homogéneo y longitud variable, como una donación.
- Las prótesis capilares son muy solicitadas. Te sorprendería lo que puede hacer en la moral de una persona el quedarse calvo. Y bueno, cuando hay alguna que otra bocanada de fuego, casi todo el mundo acaba perdiendo el pelo.
Te van a poner a hacer pelucas, ¿En serio? ¿A ti, al gran Kenmei Shiba?  
¿Qué harás, Kenmei, ante tan absurda petición?

Las relaciones sociales no son mi fuerte, así que no entendí del todo a la chica.

-Jajajajajaja... Estás bromeando. -Dije cuando abrí la caja llena de pelo. Se estaba conteniendo la risa, eso debía indicar que era alguna clase de humor... ¿no?

-Sí, sí, puede resultar antidepresivo... pero estás de broma ¿verdad? No esperas que me ponga a implantar pelo a estos mamarrachos... -Aunque empecé la oración intentando comprender la comicidad de la situación, acabé dándome cuenta de sus verdaderas intenciones. ¿YO? ¿PONIENDO PELO? ¡Entre eso y lo de biólogo, creo que no tienen ni idea de qué significa químico! -Tu jefe consigue un químico... ¡Un científico!... ¿Y lo que quiere es que injerte cabellos? Esto es absurdo, preferiría coser sus heridas... -...o coser sus bocas, pensé. Ni por un instante habían cesado sus estúpidas intervenciones dirigidas a la joven, eran molestos y ensordecedores, ¿no podían callarse ni un minuto?

Por cierto, una caja llena de pelo es algo repugnante. ¿De dónde demonios había salido esa enorme cantidad de cabellos presumiblemente humanos? De seguro eran varias de esas cajas que había visto las que estaban llenas de pelo, no solo la que sostenía entre mis brazos.

-Teniendo en cuenta los antecedentes de carácter científico del Comodoro Hades, dudo que no haya un laboratorio a bordo, ¿no podría ir allí? Seguro que sería mucho más interesante. Si habéis estado haciendo injertos hasta ahora, es que tenéis a alguien responsable de ello que lo hace apropiadamente, no soy estrictamente necesario, no soy indispensable aquí. Si no hay un laboratorio, siempre podría hacer alguna otra tarea médica menos... degradante. -Concluí, intentando expresarme con claridad y con calma. No era culpa de ella que me hubieran asignado una tarea tan insulsa, tan nimia... Me merecía algo mejor, quería algo de mayor importancia, ¿acaso no había nada así en todo aquel gigantesco navío?

La chica se muestra tranquila e impasible ante tu… pataleta, sí, pataleta es algo apropiado.
- En primer lugar, quítate la máscara, no seas crío… En segundo, no eres indispensable en ningún sitio, no has hecho ni tu primer descubrimiento.- Ahí te ha dado. No le ha hecho mucha gracia que llames a sus compañeros mamarrachos. Ella podría hacerlo a veces, tú no.-. El comodoro ha dicho que me ayudaras, y necesito ayuda para poner los implantes. ¿Tú sabes cuantos pelos hay en una cabeza? ¿Y sabes cuantas cabezas calvas y deprimidas tengo en el barco? Si no quieres ayudar en eso, y ante la ausencia de heridas que coser… Espero que encuentres un trabajo antes de que mi informe sea tremendamente negativo…- dice con la sonrisa amable que no ha variado en ningún momento. Es un maldito monstruo.

- Yo, por mi parte, iré a realizar mis definidas funciones mientras tú buscas… algo que hacer. El tiempo corre, espero que tengas algo de lo que informar al final del día.

La chica se marcha a atender a sus “mamarrachos”. ¿Será ella la que sostiene todo el peso del barco bajo sus pequeños hombros? Es un lobo en piel de cordero, de ese tipo de personas que no te puedes fiar.

Bueno Kenmei, tienes el “día libre” aunque yo que tú entregaría algo de provecho antes de que entregue su informe.
Tú dirás dónde vas. Las cápsulas, aunque cerradas, permiten la conversación a gritos con los pacientes de su interior; los cuales solicitan de vez en cuando una revista que se descomprime rápidamente en una pequeña cámara al lado de cada cápsula. Podrías ir a la planta inferior, a las cocinas, a buscar los laboratorios , si es que hay uno, o al comodoro… o te tragas tus palabras y te pones a poner pelillos.

El barco es grande, podrías perderte fácilmente…

-Je... Jejejeje... JAJAJAJAJAJA -No pude contenerme, no esperaba que la chica fuera así en absoluto, me pilló desprevenido, lo reconozco. Admito que no estoy acostumbrado a encontrar gente como esta. Mientras seguía riéndome, accedí a quitarme la máscara.

-Ya veo, ya veo, así que esta es la forma en la que va a ser...Jajajajaja. Bueno bueno bueno, supongo que podemos estar un rato... con los pelos. Lo haré lo mejor que pueda y a ver si no nos lleva todo el día... ¿Le parece? ¿Mejor así? -Dije, intentando ser lo más servicial posible. El carácter de la chica me había causado impresión, estaba sorprendido y, hasta cierto punto... No, completamente, mi destino allí dependía de ella. Intentaría coger práctica con los implantes capilares cuanto antes para terminar pronto y poder buscar algún otro lugar de interés. Con dos personas debía ser medianamente fácil atender las necesidades de los distintos hombres con problemas de pérdida del cabello... Al fin y al cabo, ¿cuántos calvos podía haber en las instalaciones? Teniendo en cuenta que frecuentaban hacer este tipo de injertos, no podían ser demasiados.

Si acababa antes de la hora de cenar (lo que esperaba con creces), me daría un paseo por el piso más inferior (supongo que, considerando el primero que vi como el número 0, eso correspondería con el -1). Intentaría buscar algo de mi interés sin preguntar, no quería que me volviera a pasar como con el del uniforme y la lavandería...

Bueno, tras quedarte impresionado con la monstruosidad de la dama, “aceptando” su propuesta, se te hacen dos largas horas de poner pelito tras pelito a gente que no deja de quejarse y lloriquear porque les duele.  La mujer mira tu trabajo, no impecable pero mejor que la mayoría y lo acepta con una simple mirada y asentir.
No te dirige la palabra salvo para indicarte los colores de pelo que debes usar y explicarte la técnica por encima.
Al finalizar el trabajo, si es que lo haces bien, efectivamente tienes tiempo para ir hacia la planta -1. En tu camino te chocas los hombros con los muchachos que suben las escaleras, de manera constante, pesada y lenta… Deberían lavarse, muchos de ellos están manchados de alquitrán mezclado equitativamente con un sudor marrón y dulzón.

En el suelo también puedes ver esas manchas, a la par que algunas de aceite, que dejan caer mientras avanzan por las escaleras. ¿Quién limpiará esos babosos rastros?
Antes de llegar al piso menos 1, pasas por el “minipuerto” donde puedes escuchar un sonido leve de grandes burbujas. BOP; BOP; BOP.

Si sigues bajando, verás unas instalaciones altamente mecanizadas en las que ahora parece no haber nadie; unas pasarelas metálicas que se extienden a la luz de tenues luces amarillas  rodeadas de tuberías que zumban y ganchos de transporte. Ves algunos trajes pesados y cerrados en la pared, como los de desactivar explosivos o trajes de biopeligro. ¿A que vendrá todo eso? Hay unos veinte o treinta, los que ves bastante grandes… ¿habrá alguno de tu talla?

De seguir, encontrarás unas cámaras esf-ercas, depósitos cerrados con grandes válvulas en los que se oculta un líquido negro tras unos pequeños ventanales de comprobación.. Entre cada uno de ellos, hay ileras para aburrir, hay oscuras pasarelas.

Esa joven inhumana me pareció interesante, aunque las dos horas de poner pelos... Unos calvos lloricas, estúpidos y pesados, que apenas me dejaron hacer la tarea correctamente. Claro que, con mis habilidades, pude superar las dificultades sin problemas. Una vez acabé allí, y tras comunicárselo a la que supuse que era considerada mi superior al mando, Persephones, decidí bajar al piso -1.

El camino se me hizo eterno por el incesante choque con los grasientos trogloditas que poblaban las instalaciones. No solo estaban sudados, sino que además tenían unas enormes manchas de lo que supuse sería alquitrán, que, por si no fuera lo suficiente antihigiénico y asqueroso, también "adornaban" el suelo junto con otras manchas de aceite.

Aunque el sonido burbujeante que oí de camino me llamó la atención, decidí seguir un orden y continué mi camino hasta el piso de destino. En ese momento recordé las palabras de Adam: "No acabas nada". ¿Que no? Pues terminaría de ir al piso inferior y luego, si tenía la oportunidad, buscaría el origen de tan curioso sonido.

El lugar estaba desierto, era amplio y la luz tenía cierto tono amarillento que le daba un aspecto más turbio a la enorme sala. Noté la presencia de unos trajes de aislamiento o algo por el estilo, pero todos parecían ser de talla XL... Al menos, en caso extremo, sabría dónde encontrarlos.

Miré los ventanales de las cámaras que parecían encerrar un extraño líquido de color negro, algo intrigado, pero no había nadie allí para explicarme qué era aquello o qué se hacía en el lugar.

¿Habría algún tipo de anotaciones o señales que indicaran para qué servían aquellas cámaras o que explicaran qué contenían? Decidí mirar por encima un poco, echar un vistazo, por si veía algo interesante. En caso contrario, volvería sobre mis pasos, miraría con algo más de atención por si había algún traje de mi talla (por si me hiciera falta en algún momento) y subiría para identificar el origen del sonido que había escuchado antes.

-Estoy dando vueltas como un tonto por aquí porque no tienen nada señalizado, debería haber algún tipo de mapa o carteles para indicar las distintas secciones. ¿Qué demonios hace todo esto? ¿A qué se dedican aquí? Pues sin nada que lo diga y ni un solo trabajador aquí, es difícil de decir. ¿Será posible? ¿Cómo dejan esto así de vacío? Menos mal que he llegado yo y no alguien con tendencias... cleptómanas, por así decirlo. Es más, conozco a más de un científico que está más que dispuesto a sabotear el trabajo de otros... como aquellos de Underwater Terminal... Tsss, qué tontería, qué gente más irresponsable. -Murmuraba de camino al piso superior (piso nº 0), donde seguiría a mi oído para localizar de dónde provenía el leve sonido de burbujas que antes pude oír.

Vaya, yo creía que tu personaje ante unos sucios tipejos que se chocaban contra él iba a gritarles o algo más que callarse la boca… ¿aún estás amedrentado por la señorita?

En fin. El ícor negro simplemente oscila dentro de los tanques cuando vas a echarle un vistazo. PERO cuando te das la vuelta escuchas que algo se estampa desde dentro, contra el cristal. Cuando te das la vuelta hay la marca de una mano estampada, que fluye lenta y costosamente hacia abajo. ¿Qué demonios?
¿Seguirás yéndote hacia arriba?

El olor en aquella planta es mucho MUCHO más fuerte a petróleo, casi tanto como en el despacho de aquel iracundo señor.

Por cierto, al girarte hacia el sonido, si lo haces, te resbalas un poco. Quizás hubiera sido interesante el poner que tenías un poco de cuidado con los charcos por las escaleras. Oh well. Al menos no te has esnucado... aún.

Si buscas entre los trajes hay 1 de tu talla. Pero te queda un poco suelto del pecho, ¿será femenino? Huele bien. A maldad.

Si sigues hacia arriba vas a tardar un ratito en localizar el sonido entre las aguas del puerto.