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El cielo empezó a nublarse sin motivo aparente. Las nubes cambiaron a un color negro y la luz se fue perdiendo muy lentamente hasta que la isla quedó asolada por el mal tiempo. Muchos quedaron impresionados ante aquel hecho, pero había un motivo para todo aquello. La alada figura del enorme dragón empezó a sobrevolar el sitio de forma perfecta. Isla de los demonios, demasiado gracioso. Allí no había ser que pudiera toser a la bestia que descendía. Un enorme reptil alado de color negro, ojos rojos como la noche y una cola terminada en una cuchilla. Dicho monstruo soltó un enorme rugido al mismo tiempo que aterrizaba sobre el tejado de una posada. Mucha gente empezó a temblar al ver el enorme ser mirar a todos despacio. Algunos ya conocían a dicho ser y trataron de calmarse. El enorme monstruo detectó a Bleyd con la mirada y en poco tiempo saltó a su lado.
El monstruo cambió de forma en pleno aire, aterrizando en forma humana. Su impacto en el suelo hizo que se agrietasen un poco las losas que pisaba. Dos metros y medio de persona. Sus cabellos oscuros eran largos y pinchudos. Portaba una armadura roja de placas de titanio, a su espalda un espadón enorme hecho de kairouseki puro, unos pantalones negros y unas sandalias. Los rojizos ojos del dragón se clavaron en el miembro del Saigo Yonkaikyo que tenía en su grupo y acto seguido se sentó en la silla de en frente. El muy capullo parecía estar comiéndose una especie de helado con cuatro bolas. Echó una ligera mirada al ser rosado que viajaba con él y acto seguido soltó una pequeña carcajada siniestra.
- No te veía desde que percibí tu olor en Síderos. La guerra fue fácil, aburrida y sin rivales dignos para mí, pero debo admitir que las riquezas de Zilda han hecho que todo mereciera la pena.
Mencionó mostrando una sonrisa tétrica. Lo último que recordaba era haberse lanzado en solitario contra una estatua gigante y haberla hecho pedazos con su espadón. Por el resto, no había ser salvo Dexter que le hubiese tosido. El tremendo dragón miró con calma de nuevo a Bleyd y acto seguido se rascó un poco la cabeza mientras pensaba.
- ¿Qué haces por esta isla? Pensaba hacer una parada para ver a un cliente y noté tu presencia. Espero que no estés pensando en comerte todo el helado de este sitio. – Dijo de broma mientras reía un poco.
El monstruo cambió de forma en pleno aire, aterrizando en forma humana. Su impacto en el suelo hizo que se agrietasen un poco las losas que pisaba. Dos metros y medio de persona. Sus cabellos oscuros eran largos y pinchudos. Portaba una armadura roja de placas de titanio, a su espalda un espadón enorme hecho de kairouseki puro, unos pantalones negros y unas sandalias. Los rojizos ojos del dragón se clavaron en el miembro del Saigo Yonkaikyo que tenía en su grupo y acto seguido se sentó en la silla de en frente. El muy capullo parecía estar comiéndose una especie de helado con cuatro bolas. Echó una ligera mirada al ser rosado que viajaba con él y acto seguido soltó una pequeña carcajada siniestra.
- No te veía desde que percibí tu olor en Síderos. La guerra fue fácil, aburrida y sin rivales dignos para mí, pero debo admitir que las riquezas de Zilda han hecho que todo mereciera la pena.
Mencionó mostrando una sonrisa tétrica. Lo último que recordaba era haberse lanzado en solitario contra una estatua gigante y haberla hecho pedazos con su espadón. Por el resto, no había ser salvo Dexter que le hubiese tosido. El tremendo dragón miró con calma de nuevo a Bleyd y acto seguido se rascó un poco la cabeza mientras pensaba.
- ¿Qué haces por esta isla? Pensaba hacer una parada para ver a un cliente y noté tu presencia. Espero que no estés pensando en comerte todo el helado de este sitio. – Dijo de broma mientras reía un poco.
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Una gota de sudor bajó por la cabeza de Madara cuando el mercenario empezó a hablar sin parar sobre la historia de la isla, de hecho, mientras él hablaba tomó una copa de helado medio acabada que había en la mesa de al lado y empezó a comer con una calma sobrenatural. El sabor era melón y eso le encantaba, lástima que no fuese el de una mujer. Tampoco quería ponerse cachondo allí y pensó en otra cosa mientras escuchaba las palabras de aquella persona. El pequeño ser rosado adoraba el helado al parecer, pues ya eran dos. Algún día se lo llevaría a las sesiones de teatro de jóvenes ligeras de ropa con él. Esperaba que el bicho rosa tuviese miembro viril o algo por el estilo. Dejó de pensar en aquellas cosas y después de unos momentos miró con calma a su compañero de Kyofu.
- La verdad es que no me importa el destino de una isla habiendo tantas en situaciones peores. Igualmente, no querría tener problemas con Krauser Redfield. Ese tipo no solo fue capaz de cargarse a dos almirantes él solo, es un potente aliado de Dexter. Estamos hablando de cosas que se escapan a mi alcance, por ahora. – Respondió con un tono perezoso.
Madara ciertamente sabía que podría luchar con Krauser al mismo nivel e incluso vencerle, pero nunca lo comprobaría si no lo enfrentaba. Su cabeza era demasiado tentadora, pero no quería molestar a su colega dragón azul. Había pillado mucha confianza con él desde que robaron la ropa interior del yonkou blanco. Soltó un pequeño suspiro y continuó comiendo helado mientras disfrutaba de la conversación y el sabor. Escuchó lo siguiente que dijo Bleyd y después de tragar su alimento le respondió con sinceridad y calma.
- Ese genio me hizo la putada. Teniendo en cuenta que era cargar con el dinero o las frutas desde Síderos a Nanami… Preferí coger la pasta. Todas las frutas están en el bosque Este cerca de Zilda. No sé si caducarán o algo a este paso… Igualmente por mí puedes quedártelas todas. Actualmente tengo otros pensamientos entre manos. Debido al poder de mi fruta no envejeceré y debo volverme más fuerte.
En cuanto dijo aquello pudo ver a una pareja irse de allí, con un jodido helado de turrón a mitad de comer. Lo tomó como si fuese suyo y lo echó en el mismo sitio que el de melón. No pensaba gastar un duro pudiendo comerse las sobras. Además, la saliva de la chica estaba en aquello… Delicioso. El puto dragón era un amante de todas las mujeres y por ello le daba igual aquel tipo de cosas. Volvió a mirar a su compañero y después sonrió de forma siniestra.
- Olvídate de esa isla anda, el rey es un marine. No sé si será tan malo, pero eso ya es cosa del gobierno, no nuestra. Por el momento deberías pedir algo de carne… Aunque en el restaurante de al lado.
- La verdad es que no me importa el destino de una isla habiendo tantas en situaciones peores. Igualmente, no querría tener problemas con Krauser Redfield. Ese tipo no solo fue capaz de cargarse a dos almirantes él solo, es un potente aliado de Dexter. Estamos hablando de cosas que se escapan a mi alcance, por ahora. – Respondió con un tono perezoso.
Madara ciertamente sabía que podría luchar con Krauser al mismo nivel e incluso vencerle, pero nunca lo comprobaría si no lo enfrentaba. Su cabeza era demasiado tentadora, pero no quería molestar a su colega dragón azul. Había pillado mucha confianza con él desde que robaron la ropa interior del yonkou blanco. Soltó un pequeño suspiro y continuó comiendo helado mientras disfrutaba de la conversación y el sabor. Escuchó lo siguiente que dijo Bleyd y después de tragar su alimento le respondió con sinceridad y calma.
- Ese genio me hizo la putada. Teniendo en cuenta que era cargar con el dinero o las frutas desde Síderos a Nanami… Preferí coger la pasta. Todas las frutas están en el bosque Este cerca de Zilda. No sé si caducarán o algo a este paso… Igualmente por mí puedes quedártelas todas. Actualmente tengo otros pensamientos entre manos. Debido al poder de mi fruta no envejeceré y debo volverme más fuerte.
En cuanto dijo aquello pudo ver a una pareja irse de allí, con un jodido helado de turrón a mitad de comer. Lo tomó como si fuese suyo y lo echó en el mismo sitio que el de melón. No pensaba gastar un duro pudiendo comerse las sobras. Además, la saliva de la chica estaba en aquello… Delicioso. El puto dragón era un amante de todas las mujeres y por ello le daba igual aquel tipo de cosas. Volvió a mirar a su compañero y después sonrió de forma siniestra.
- Olvídate de esa isla anda, el rey es un marine. No sé si será tan malo, pero eso ya es cosa del gobierno, no nuestra. Por el momento deberías pedir algo de carne… Aunque en el restaurante de al lado.
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- No me trates como un jefe de oficina. Ante todo somos compañeros y aunque sea un puto ansias, yo mismo lo reconozco, pienso en los míos. Si deseas venirte conmigo a currar, eres libre. Recibirás la mitad de forma justa.
Mencionó sonriendo de forma ladeada y metiéndose todo el helado de golpe en la boca. Notó el jodido frío apoderarse de su mente y movió la cabeza varias veces. Tuvo que usar su saliva ácida para disolverlo mucho más rápido. En cuanto todo estuvo bien se levantó de aquel sitio y continuó caminando junto al otro mercenario. Su altura era impresionante, dos jodidos metros y medio se hacía notar y encima no era delgado, era musculoso. Se rascó un poco la cabeza y después de unos momentos soltó un enorme bostezo. No tenía sueño, pero sintió una enorme necesidad de hacerlo. El calor empezaba a agobiarle un poco y no sería raro que empezase a desnudarse allí mismo delante de la gente.
- Ese cliente es un consejero importante de Arabasta. Hace un año me contrató para liderar una guerra junto al Vice-Almirante Xemnas. Éramos doscientos y ellos unos dos mil. Sin embargo, terminé con todo el ejército. A cambio recibí el que hoy en día es nuestro barco… Oh espera, aun no lo viste, pues es como un puto castillo en navío. Y también me lleve 500.000.000 berries. Fue un gran trabajo, pero me llevó un año entero. – Terminó de contar mientras recordaba.
Se sentó entonces en aquel sitio y no pudo evitar mirar a la camarera deseoso. Joder, que buena estaba la cabrona, luego se quejaban de que las violaban. El dragón hizo un esfuerzo sobrehumano para no cogerla en brazos y seducirla y decidió calmarse. Entonces pudo ver que el puto bicho rosa se estaba llevando el protagonismo. La ceja del devastador se alzó levemente queriendo comerse al pequeño por cabrón. Soltó un pequeño gruñido y cuando la mujer se le acercó pidiendo lo que deseaba, el mercenario se cruzó de brazos y cerró los ojos. Era el momento de enseñar un poco de disciplina.
- Usted ha atendido a un ser cualificado como animal por así decirlo antes que a los dos humanos que había en la mesa. Además de eso, está usted en presencia de un Shichibukai y un Yonkaikyo para que se ponga a jugar como si estuviese en su casa. Tráigame el libro de reclamaciones ahora.
La chica asintió con la cabeza estando asustada y no tardó mucho. Entonces lo dio al devastador y se puso a temblar. Sabía que la iban a echar por aquello. Entonces el dragón sonrió de lado y lanzó aquel libro por los aires. A continuación, escupió un cañonazo de ácido por la boca y lo hizo escombros. Soltó una risa enorme y le señaló la lista entera.
- ¡Jajajaja! A una belleza como tú se le perdona todo, tráeme uno de cada y de paso sonríe un poco más, preciosa. – La joven salió corriendo con la cara roja a por las cosas.
Mencionó sonriendo de forma ladeada y metiéndose todo el helado de golpe en la boca. Notó el jodido frío apoderarse de su mente y movió la cabeza varias veces. Tuvo que usar su saliva ácida para disolverlo mucho más rápido. En cuanto todo estuvo bien se levantó de aquel sitio y continuó caminando junto al otro mercenario. Su altura era impresionante, dos jodidos metros y medio se hacía notar y encima no era delgado, era musculoso. Se rascó un poco la cabeza y después de unos momentos soltó un enorme bostezo. No tenía sueño, pero sintió una enorme necesidad de hacerlo. El calor empezaba a agobiarle un poco y no sería raro que empezase a desnudarse allí mismo delante de la gente.
- Ese cliente es un consejero importante de Arabasta. Hace un año me contrató para liderar una guerra junto al Vice-Almirante Xemnas. Éramos doscientos y ellos unos dos mil. Sin embargo, terminé con todo el ejército. A cambio recibí el que hoy en día es nuestro barco… Oh espera, aun no lo viste, pues es como un puto castillo en navío. Y también me lleve 500.000.000 berries. Fue un gran trabajo, pero me llevó un año entero. – Terminó de contar mientras recordaba.
Se sentó entonces en aquel sitio y no pudo evitar mirar a la camarera deseoso. Joder, que buena estaba la cabrona, luego se quejaban de que las violaban. El dragón hizo un esfuerzo sobrehumano para no cogerla en brazos y seducirla y decidió calmarse. Entonces pudo ver que el puto bicho rosa se estaba llevando el protagonismo. La ceja del devastador se alzó levemente queriendo comerse al pequeño por cabrón. Soltó un pequeño gruñido y cuando la mujer se le acercó pidiendo lo que deseaba, el mercenario se cruzó de brazos y cerró los ojos. Era el momento de enseñar un poco de disciplina.
- Usted ha atendido a un ser cualificado como animal por así decirlo antes que a los dos humanos que había en la mesa. Además de eso, está usted en presencia de un Shichibukai y un Yonkaikyo para que se ponga a jugar como si estuviese en su casa. Tráigame el libro de reclamaciones ahora.
La chica asintió con la cabeza estando asustada y no tardó mucho. Entonces lo dio al devastador y se puso a temblar. Sabía que la iban a echar por aquello. Entonces el dragón sonrió de lado y lanzó aquel libro por los aires. A continuación, escupió un cañonazo de ácido por la boca y lo hizo escombros. Soltó una risa enorme y le señaló la lista entera.
- ¡Jajajaja! A una belleza como tú se le perdona todo, tráeme uno de cada y de paso sonríe un poco más, preciosa. – La joven salió corriendo con la cara roja a por las cosas.
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- Celoso estará cuando la tenga más grande que yo. – Dijo el mercenario mientras se rascaba un poco la cabeza. Asintió a las palabras de su compañero cuando fue a por el alcohol y acto seguido soltó un pequeño bostezo.
Le vio acercarse a la barra y hablar. Esperaba que no estuviese hablando sobre su broma, o le caería el puñetazo del siglo. Madara era partidario de liarla en todos sitios mediante bromas y que quedasen de esa forma. Justo entonces se quedó mirando al enano rosa. Tomó aquella servilleta y una pequeña gota de sudor le cayó por la cabeza. Aquello no podía ser real. El puto perro mitad oveja le estaba ofreciendo algo raro. La zoofilia no iba mucho con él y aunque quería darle por detrás a Vilya ambos en forma completa, no tenía nada que ver con aquello. Soltó un pequeño suspiro y tomó la servilleta. Entonces hizo surgir ácido de su mano y la hizo historia.
- Si quieres que te quiera mucho debes hacer una cosa. Tráele chicas sexys al tío Madara o lánzale salsa picante a los ojos a Bleyd.
Dijo entonces guiñándole el ojo y señalándole un bote que había en la mesa de al lado. Si podía convencer al pequeño de que hiciese aquello se echaría unas risas increíbles. El dragón entonces alzó un momento la voz para bostezar y acto seguido activó el haki de observación para tenerlo todo controlado por los alrededores. Se rascó la barbilla y después miró al frente.
- ¡Oe oe Bleyd! ¡Tardas mucho! – Dijo cogiendo el servilletero y dándole un leve cabezazo con fuerza media, lo aboyó un poco, pero tampoco fue gran cosa a decir verdad. La culpa era de su soldado, que estaba echando la vida en venir por un poco de vino, tenía cojones la cosa.
Le vio acercarse a la barra y hablar. Esperaba que no estuviese hablando sobre su broma, o le caería el puñetazo del siglo. Madara era partidario de liarla en todos sitios mediante bromas y que quedasen de esa forma. Justo entonces se quedó mirando al enano rosa. Tomó aquella servilleta y una pequeña gota de sudor le cayó por la cabeza. Aquello no podía ser real. El puto perro mitad oveja le estaba ofreciendo algo raro. La zoofilia no iba mucho con él y aunque quería darle por detrás a Vilya ambos en forma completa, no tenía nada que ver con aquello. Soltó un pequeño suspiro y tomó la servilleta. Entonces hizo surgir ácido de su mano y la hizo historia.
- Si quieres que te quiera mucho debes hacer una cosa. Tráele chicas sexys al tío Madara o lánzale salsa picante a los ojos a Bleyd.
Dijo entonces guiñándole el ojo y señalándole un bote que había en la mesa de al lado. Si podía convencer al pequeño de que hiciese aquello se echaría unas risas increíbles. El dragón entonces alzó un momento la voz para bostezar y acto seguido activó el haki de observación para tenerlo todo controlado por los alrededores. Se rascó la barbilla y después miró al frente.
- ¡Oe oe Bleyd! ¡Tardas mucho! – Dijo cogiendo el servilletero y dándole un leve cabezazo con fuerza media, lo aboyó un poco, pero tampoco fue gran cosa a decir verdad. La culpa era de su soldado, que estaba echando la vida en venir por un poco de vino, tenía cojones la cosa.
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El dragón empezó a descojonarse al ver que el bicho rosa había hecho lo que dijo y por ello no pudo evitar chocar con el pequeño ser. Su mano era enorme al lado de aquella oveja rosa, pero admitió que lo hizo genial. Empezó a reír con más fuerza mientras se guardaba el número en el bolsillo. La cosa estaba poniéndose algo entretenida, lo que recordó que tenía algunas cosas interesantes dentro de su armadura. Entonces Bleyd se largó de nuevo. Ese hombre estaba más fuera que dentro, pero tampoco le importaba. Se puso a buscar algunos papeles y entonces los sacó por fin. Justo entonces las cosas empezaron a llegar. La mano del dragón pasó por la cabeza del bicho rosa mientras leía con calma. Entonces se dio cuenta de la mirada de la camarera y lo que hizo.
- Está pidiendo que la reviente ¿Verdad, Fluffle? – Le dijo el moreno al pequeño ser mientras su próximo polvo del día se alejaba. Esperó entonces a que llegase Bleyd.
Cuando le vio aparecer le pasó lo que parecía ser un par de papeles. La expresión de Madara pasó a ser un poco más seria, pero sin perder aquel toque de cabroncete que siempre tenía en sus rojizos ojos. Era el momento de hacer algo delicioso. La hoja hablaba sobre una tal Abdulah Seiyork. Un líder criminal de una banda de Arabasta. Él y su grupo de cabrones habían saqueado ya muchas casas y asesinado personas inocentes. El cabrón estaba valorado en veinte millones de berries. No era la gran cosa comparada con el dinero que Madara poseía, pero el trabajo siempre había que cumplirse. Entonces el dragón sonrió de forma siniestra mientras miraba a su soldado.
- Eres uno de mis generales, de modo que es hora de que empecemos a mostrar lo que valemos. No hemos relucido desde la guerra de Marijoa, al menos no en grupo. Quiero que te lleves a Ushi o Vilya, o si quieres ve con Fluffle solo. Cárgate a ese tipo y tráelo. Lo entregaré con mi cargo de Shichibukai. Tu recompensa serán los diez millones de berries. Yo no quiero nada por este encargo, tan solo ver a ese tipo muerto. No lo entregues vivo, finaliza con su vida.
En aquellos papeles ponía información como las zonas donde le habían visto por última vez y demás. Una sonrisa siniestra se formó en el rostro de Madara, el cual tomó la botella de vino y le metió un trago enorme mientras suspiraba después.
- Habrá que empezar a moverse con seriedad a partir de ahora. No podemos quedarnos atrás después de todo lo que está pasando en el mundo. Ni yonkous, ni almirantes, ni mierdas. Los Kyofu somos más que eso. – Terminó de decir seriamente mostrando unos colmillos afilados.
- Está pidiendo que la reviente ¿Verdad, Fluffle? – Le dijo el moreno al pequeño ser mientras su próximo polvo del día se alejaba. Esperó entonces a que llegase Bleyd.
Cuando le vio aparecer le pasó lo que parecía ser un par de papeles. La expresión de Madara pasó a ser un poco más seria, pero sin perder aquel toque de cabroncete que siempre tenía en sus rojizos ojos. Era el momento de hacer algo delicioso. La hoja hablaba sobre una tal Abdulah Seiyork. Un líder criminal de una banda de Arabasta. Él y su grupo de cabrones habían saqueado ya muchas casas y asesinado personas inocentes. El cabrón estaba valorado en veinte millones de berries. No era la gran cosa comparada con el dinero que Madara poseía, pero el trabajo siempre había que cumplirse. Entonces el dragón sonrió de forma siniestra mientras miraba a su soldado.
- Eres uno de mis generales, de modo que es hora de que empecemos a mostrar lo que valemos. No hemos relucido desde la guerra de Marijoa, al menos no en grupo. Quiero que te lleves a Ushi o Vilya, o si quieres ve con Fluffle solo. Cárgate a ese tipo y tráelo. Lo entregaré con mi cargo de Shichibukai. Tu recompensa serán los diez millones de berries. Yo no quiero nada por este encargo, tan solo ver a ese tipo muerto. No lo entregues vivo, finaliza con su vida.
En aquellos papeles ponía información como las zonas donde le habían visto por última vez y demás. Una sonrisa siniestra se formó en el rostro de Madara, el cual tomó la botella de vino y le metió un trago enorme mientras suspiraba después.
- Habrá que empezar a moverse con seriedad a partir de ahora. No podemos quedarnos atrás después de todo lo que está pasando en el mundo. Ni yonkous, ni almirantes, ni mierdas. Los Kyofu somos más que eso. – Terminó de decir seriamente mostrando unos colmillos afilados.
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- General es solo un cargo que tenéis los tres miembros principales de la banda. El resto están bajo mi mando y en otras divisiones, pero por el momento permanecerán en el anonimato. En tiempo en los que estemos en problemas os los presentaré, pero ellos tan solo se fían de mí.
En cuando dijo aquello, el dragón cerró los ojos despacio y soltó un suspiro. Escuchó las palabras del mercenario y alzó una ceja ¿Se estaba negando? Le mandaba una misión de confianza y encima exigía cosas. Bleyd le faltaba mucho por aprender del mundo de los mercenarios. Así no llegaría a ser como él nunca. El moreno se llevó la mano derecha a la cabeza y después soltó un suspiro negando después con la cabeza.
- Entonces mandaré a otro o la haré yo mismo. Mi cliente ha pedido la muerte de esa persona y yo siempre cumplo los contratos. Ese tipo es basura, si no quieres matarlo déjalo, ya mandaré a otro con huevos. – Terminó de decir mientras se estiraba un poco.
Entonces escuchó las siguientes palabras. Algo empezaba a ir mal ¿Qué estaba pensando Bleyd? Iba a tener que dejar las cosas claras. El dragón le miró de forma seria y entonces tosió un poco. Dexter era una especie de aliado y rival al mismo tiempo, pero tenían sus normas entre ellos. El dragón negro no se metía en los asuntos del azul y lo mismo de al revés. A lo mejor se ayudaban si había dinero de por medio, pero nada más y todo en el más oscuro de los secretos. No quería que nadie se enterase de aquello y tan solo Vilya lo sabía. El mercenario entonces miró a Bleyd con seriedad.
- [i Bleyd, Dexter es otro mundo. Voy a dejarte claras unas cositas. Somos mercenarios y tenemos que cumplir siempre con el contrato. Como líder de Kyofu, te pediré que si coges una misión la cumplas o al menos lo intentes. Está prohibido relacionarse con criminales, está prohibida la traición, está prohibido el largarse sin motivo lógico y está prohibido realizar crímenes y cosas que jodan al gobierno. [/I] – En cuanto dijo aquello clavó sus rojizos ojos en él.
El dragón alzó la mano hacia arriba y el cielo empezó a oscurecerse, pues el clima podía cambiar si él lo deseaba. El ceño del dragón se frunció levemente y a continuación le miró de forma calmada.
- Dexter es invencible para mí, pero sabe que no soy un cualquiera. Yo no me acerco a su isla y creo que él tampoco a la mía. Eso va para ti también, e incluso para Ushi y Vilya. Dejando eso de lado ¿Tomas la misión y eliminas al objetivo o no? Luego no quiero excusas de que no hay trabajo.
Esperaba que Bleyd entendiese donde estaba. Si no lo mató cuando el lobo blanco le ofreció la oferta fue porque vio un aliado jugoso, si incumplía las normas y hacía algo raro o malo, debería retomar la oferta de Drake. Soltó un suspiro y después esperó su respuesta.
En cuando dijo aquello, el dragón cerró los ojos despacio y soltó un suspiro. Escuchó las palabras del mercenario y alzó una ceja ¿Se estaba negando? Le mandaba una misión de confianza y encima exigía cosas. Bleyd le faltaba mucho por aprender del mundo de los mercenarios. Así no llegaría a ser como él nunca. El moreno se llevó la mano derecha a la cabeza y después soltó un suspiro negando después con la cabeza.
- Entonces mandaré a otro o la haré yo mismo. Mi cliente ha pedido la muerte de esa persona y yo siempre cumplo los contratos. Ese tipo es basura, si no quieres matarlo déjalo, ya mandaré a otro con huevos. – Terminó de decir mientras se estiraba un poco.
Entonces escuchó las siguientes palabras. Algo empezaba a ir mal ¿Qué estaba pensando Bleyd? Iba a tener que dejar las cosas claras. El dragón le miró de forma seria y entonces tosió un poco. Dexter era una especie de aliado y rival al mismo tiempo, pero tenían sus normas entre ellos. El dragón negro no se metía en los asuntos del azul y lo mismo de al revés. A lo mejor se ayudaban si había dinero de por medio, pero nada más y todo en el más oscuro de los secretos. No quería que nadie se enterase de aquello y tan solo Vilya lo sabía. El mercenario entonces miró a Bleyd con seriedad.
- [i Bleyd, Dexter es otro mundo. Voy a dejarte claras unas cositas. Somos mercenarios y tenemos que cumplir siempre con el contrato. Como líder de Kyofu, te pediré que si coges una misión la cumplas o al menos lo intentes. Está prohibido relacionarse con criminales, está prohibida la traición, está prohibido el largarse sin motivo lógico y está prohibido realizar crímenes y cosas que jodan al gobierno. [/I] – En cuanto dijo aquello clavó sus rojizos ojos en él.
El dragón alzó la mano hacia arriba y el cielo empezó a oscurecerse, pues el clima podía cambiar si él lo deseaba. El ceño del dragón se frunció levemente y a continuación le miró de forma calmada.
- Dexter es invencible para mí, pero sabe que no soy un cualquiera. Yo no me acerco a su isla y creo que él tampoco a la mía. Eso va para ti también, e incluso para Ushi y Vilya. Dejando eso de lado ¿Tomas la misión y eliminas al objetivo o no? Luego no quiero excusas de que no hay trabajo.
Esperaba que Bleyd entendiese donde estaba. Si no lo mató cuando el lobo blanco le ofreció la oferta fue porque vio un aliado jugoso, si incumplía las normas y hacía algo raro o malo, debería retomar la oferta de Drake. Soltó un suspiro y después esperó su respuesta.
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- Nunca dije que tenga secretos, pero si se fían de mí y no de ti, no es culpa mía. Igualmente, nadie te está insultando, no vayas de víctima ahora.
Era muy normal, pero no entendía la actitud de aquella persona. Entonces decidió irse, olvidándose de todo así de buenas y marchando ya ¿Tanta prisa tenía? Los ojos del dragón se cerraron unos segundos y mantuvo su mantra en él. Podía decirlo claramente, no se fiaba para nada de él. Esperaba que las normas no le hubiesen jodido, porque siendo miembros del gobierno irse con tíos con precio, traicionar o no joder al gobierno era demasiado lógico. La actitud de aquella persona no le hacía pensar buenas cosas. Esperaba que nadie le estuviese comiendo la cabeza o algo así, seguramente. Si algún criminal o enemigo del gobierno estaba… Quizás el propio Jin. Aquello era una locura. Bleyd era débil y el Ifrit lo mataría antes que usarlo.
Madara se llevó la mano derecha a la barbilla y observó al mercenario alejarse. Tal vez no debía haber vuelto a formar aquel grupo y debía pensar en ir en solitario. No era posible, había gente como Vilya que no tenía culpa de nada. Al pequeño hombre vaca… Joder, no estuvo en la guerra… Empezaba a pensar en algunas cosas. El dragón negro entonces tomó el comunicador y esperó a que Bleyd se hubiese ido. Lo siguiente que hizo fue pasar a la forma híbrida y alzar el vuelo con el gesto serio. Activó el caracol cuando estuvo lejos y llamó a la persona de su equipo en la que confiaba.
- Vilya, nos largamos de Galuna. Recoge tus cosas y ve preparando el barco. Tenemos que hablar sobre unos asuntos serios. Voy para allá, espérame en el puerto.
Nada más decir aquello, el enorme dragón cambió a la forma completa y empezó a volar con mucha más velocidad saliendo de aquel sitio ¿Qué había pasado en Síderos? Él estuvo ocupado cogiendo oro cuando el mercenario ejercía de pretor. Además ¿Cómo coño supo lo del genio y las frutas? Algo iba mal y pensaba averiguarlo. Si tenía que matarlo tras investigar un poco, lo haría sin pensárselo. Era el momento de usar sus contactos del gobierno mundial.
Era muy normal, pero no entendía la actitud de aquella persona. Entonces decidió irse, olvidándose de todo así de buenas y marchando ya ¿Tanta prisa tenía? Los ojos del dragón se cerraron unos segundos y mantuvo su mantra en él. Podía decirlo claramente, no se fiaba para nada de él. Esperaba que las normas no le hubiesen jodido, porque siendo miembros del gobierno irse con tíos con precio, traicionar o no joder al gobierno era demasiado lógico. La actitud de aquella persona no le hacía pensar buenas cosas. Esperaba que nadie le estuviese comiendo la cabeza o algo así, seguramente. Si algún criminal o enemigo del gobierno estaba… Quizás el propio Jin. Aquello era una locura. Bleyd era débil y el Ifrit lo mataría antes que usarlo.
Madara se llevó la mano derecha a la barbilla y observó al mercenario alejarse. Tal vez no debía haber vuelto a formar aquel grupo y debía pensar en ir en solitario. No era posible, había gente como Vilya que no tenía culpa de nada. Al pequeño hombre vaca… Joder, no estuvo en la guerra… Empezaba a pensar en algunas cosas. El dragón negro entonces tomó el comunicador y esperó a que Bleyd se hubiese ido. Lo siguiente que hizo fue pasar a la forma híbrida y alzar el vuelo con el gesto serio. Activó el caracol cuando estuvo lejos y llamó a la persona de su equipo en la que confiaba.
- Vilya, nos largamos de Galuna. Recoge tus cosas y ve preparando el barco. Tenemos que hablar sobre unos asuntos serios. Voy para allá, espérame en el puerto.
Nada más decir aquello, el enorme dragón cambió a la forma completa y empezó a volar con mucha más velocidad saliendo de aquel sitio ¿Qué había pasado en Síderos? Él estuvo ocupado cogiendo oro cuando el mercenario ejercía de pretor. Además ¿Cómo coño supo lo del genio y las frutas? Algo iba mal y pensaba averiguarlo. Si tenía que matarlo tras investigar un poco, lo haría sin pensárselo. Era el momento de usar sus contactos del gobierno mundial.
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