La portada de los periodicos (moderado Adam)

Te encuentras en la playa tirado, parece que te hayan pasado muchas maquinas por encima de cómo te sientes. No recuerdas mucho, ni tiempo que tienes para pensar, ya que hay una multitud mirándote y otros tanto sacándote fotos. Sera que eres famoso, y tu única vestimenta, un bañador de cuadros, parece no ayudarte a salir de la situación. Por suerte para ti, una mujer de mediana edad, aunque aún algo atractiva, se adelanta de entre la muchedumbre con una sábana con la que te cubre mientras te ayuda a levantarte.

-Parece que empieza con buen pie señor, el apellido Vespertilio no saldrá de las portadas en varios días. Por suerte, no ha aparecido desnudo…. – Te habla mientras te lleva a un vehículo con el que salís del lugar.

Acabas en un edificio de varias decenas de plantas con el rotulo Vespertilio en grande en la puerta, que además consta de varios tipos trajeados y con auriculares. Si no fuera una corporación cualquiera diría que son agentes del gobierno……. Terminas en la última planta, que parece tu nueva residencia. La mujer se retira y tienes a tu disposición toda una planta entera, te han recomendado que duermas, pero no sé, igual quieres curiosear a ver si te acuerdas de algo antes de esta mañana-

Antes de abrir los ojos la sensación me supera. Cada músculo de mi cuerpo parece estar contracturado, como si se hubiera resentido de una caída por las escaleras. ¿Dónde estoy?
Parpadeo, y los flashes me ciegan, obligándome a cubrirme con la mano. Siento, sobre mi dolorida persona, la íntima tela de un bañador de cuerpo completo. Se me pega y ahonda en cada cavidad de mi cuerpo de manera incómoda.

¿Qué hago en una playa? ¿Qué hacen decenas de paparazis sacándome fotos? Estoy confuso, perplejo y aún lo estoy más cuando veo por mi periferia ocular la nueva negrura de mis cabellos.  Me cubro aún más, aislándome del mundo intrusivo por el que me veo rodeado.
Siento la suavidad de una sábana que me tapa.
- Parece que empieza con buen pie señor, el apellido Vespertilio no saldrá de las portadas en varios días. Por suerte, no ha aparecido desnudo…- susurra la voz que me insta a levantarme.
Ando cegado, lo que me hace chocar la cabeza contra la puerta del coche al entrar. Como si no tuviera bastante dolor ya.

Al cerrar la puerta, puedo ver que aquella maravilla mecánica era más larga de lo normal. Un espacio cómodo y privado de cristales tintados. Seguro que tenía un nombre que desconocía, por ahora, claro.
Mi salvadora ronda los cuarenta, antaño es harto probable que fuera una belleza, aún conserva los rasgos que la pérdida hormonal le irá arrebatando poco a poco. Todo acaba, todo muere.
-…no… entiendo todo esto.- me sujeto la sien, que zumba por el golpe.

¿Qué era lo último que recordaba? ¿Había sido toda mi vida un sueño? ¿Y si lo hubiera sido? ¿Podría…

No encuentro fuerzas para insistirle a mi acompañante, así que dormito sobre el suave cuero durante todo el camino hacia nuestro destino.
Me agita suavemente para sacarme de mi ensoñación; hemos llegado. En el corazón de Dark-Dome, se alza entre tantos otros un edificio con el nombre “Vergilio” estampado en una dorada puerta. Decenas de agentes de seguridad circulan, con el profesional nerviosismo de una operación que no puede fracasar.
Prácticamente me empujan hasta las entrañas de la montaña artificial, donde un ascensor me lleva hasta la última planta.
- Debería dormir, señor Vergilio.- dice la mujer antes de que las puertas se cierren.
Intento dar marcha atrás, pero no me muevo más rápido que el mecanismo. No en mi estado.

La planta era un lugar de lujos y obscenos despilfarros. ¿Quién necesita tantos cuadros y candelabros?  Aparentemente yo, el "señor Vergilio”. Había demasiada paz para que todo fuera un sueño.
Anduve por las estancias, envuelto en la sábana que rozaba el suelo y me cubría como una capucha improvisada. Estaba cansado, pero antes de seguir el consejo de la mujer tenía que encontrar un lugar apropiado donde caerme “muerto”. “Muerto” de cansancio, descansar. Quiero decir dormirme.

Oculto por las sábanas comprobé que yo mismo era yo, al poder mover mis pelos en una leve vibración gracias al rokushiki. ¿Hubiera sido mejor que no fuera yo mismo? Si fuera un enfermo mental, un amnésico con un pasado falso, quizás las cosas fueran mejores para mí.
Renqueando, investigué aquella planta-vivienda.

Comienzas la inspección de la planta, con la extensión que tiene vas a tardar bastante y más si quieres ser minucioso. Imagino que comienzas por la sala en la que estas, una especie de recibidor con tres puertas, un par de sofás grandes y cómodos, un par de mesas con jarrones de flores y una mesita central de cristal. No ves nada más destacable quitando las dos cámaras de seguridad de la misma. Los sofás no parecen tener nada, al igual que los jarrones, puede que las cámaras te coarten un poco, o no.

Terminado ese tiempo sales por alguna de las puertas (a tu elección) que te lleva directa a un ropero. La ingente cantidad de ropa que te encuentras es abrumadora, podrías usar un traje o conjunto de aquella al día y tardarías casi un año en usarlos todos. Si te paseas por los trajes buscando algo, llegará un momento en el que te transportes a otro momento.

Te encuentras en una sala oscura junto a otra persona, te está diciendo que es muy importante la forma en la que debes colocar todo en la mesa. Además de repetir en varias ocasiones lo alegre que esta de haberte encontrado tras tanto tiempo buscándote. El hombre es bastante mayor y lleva las típicas ropas de mayordomo.

Cuando vuelves en ti recuerdas el último mes, como ese hombre, llamado Derfla te encontró en un callejón y saltó de alegría. Luego te llevo al edificio y te conto la triste historia de cómo quedaste huérfano, un accidente de avión, en el cual nunca encontraron tu cadáver y por eso aún te buscaban. Al parecer también tienes enemigos, pues había un par de personas con muchas ganas de hacerse con tu negocio, incluso presionando a las autoridades de la isla. La hija de Derfla, Lorena, es la mujer que ahora te cuida desde la muerte de su padre en un accidente de coche la semana pasada.

Mucha información de golpe para re-procesar, ¿Seguirás explorando la casa en busca de más recuerdos? ¿Llamaras a Lorena para preguntarle cosas? ¿Te iras a dormir?

off:

Pero siquiera dispongo de una verdadera identidad en mis recuerdos; no hay nada.  Soy una carcasa vacía que camina en estas paredes llenas de lujo para abrir la puerta de una enorme habitación repleta de ropa.

Sombreros de copa, fedoras y bombines estaban en perfecto orden en sus pequeños podios. Bajo estos, los trajes perfectamente planchados se acumulaban en armarios que parecían no tener fondo. Había mocasines, abrigos de plumón e incluso un jersey caparazón… Todo estaba lleno de más ropa que la que uno estrenaría en un año.

Mis manos pasan entre las telas buscando algo… ¿pero qué? ¿Qué es lo que busco entre los abrigos rojos y las casacas negras? No lo sabía. Fue entonces cuando un recuerdo me encontró a mí.

- ¡El orden! Eso es lo más importante al colocar las cosas en al mesa-me alecciona la voz masculina con un cariño paternal-. Aún no me creo que haya aparecido. Por fin, tras tanto tiempo buscándole, finalmente ha aparecido.
La persona que me habla es un anciano de más de setenta años vestido con un impecable traje de mayordomo. ¿Quién era?

Cerré los ojos, dejándome llevar por mi nueva memoria.

Las calles de Dark-Dome era un sitio de lo más peligroso. Yonkis y maleantes se apelmazaban en los callejones repletos de jeringuillas y enfermedades venéreas. Allí estaba yo, como otro deshecho humano más al lado de un contenedor. Aquel anciano no pudo contener su júbilo cuando dio conmigo… Me rescató, llevándome a esta vida de lujos. Derfla, aquél anciano se llamaba Derfla.
¿Pero, por qué?
Me contó que era el hijo de los Vergilio, el único heredero de la familia. Se sabía que habíamos muerto, aunque el cadáver que quedaba por encontrar era el mío. Si no hubiera sido por su empeño, por su obcecada esperanza de encontrarme… yo…

No era tiempo de preguntar los condicionales, no con los enemigos cerca. Mi puesta en escena como legítimo heredero había puesto la mirilla sobre mí. Al fin y al cabo el poder trae peligros inherentes producto de envidias e intereses. Por suerte aún tengo a la hija de Derfla para protegerme… El anciano había muerto hace apenas una semana en un accidente de coche.

No siento nada por su muerte ahora que su función ha sido suplida. Eso… no es muy normal. No soy normal… Me es bastante obvio que tengo alguna clase de trastorno anti o asocial… Sin más datos no puedo inferir si se trata de uno con más influencia ambiental o genética. ¿Qué más desconozco?

¿Y por qué soy capaz de mover mis cabellos? No recuerdo… Sé que puedo moverlos, sé qué puedo hacer pero no cómo lo he desarrollado. La amnesia es un trastorno temporal o permanente que impide el acceso o conservación de la información almacenada. Conozco la definición sin recordar dónde la he leído.

Observo mi reflejo; un rostro ausente y paralizado que me mira. ¿Estoy en shock? ¿Y si el yo actual, mi yo, no es el verdadero yo? ¿Cuáles son las implicaciones de tomar fármacos comportamentales?

Sonrío a los incontables reflejos del vestidor, formando una máscara amable y tranquilizadora. El primer paso para restaurar las funciones cognitivas, tanto memorísticas como emocionales, sería el estimular los canales axónicos mediante la repetición y exposición a estímulos familiares.  Muevo mis cejas de manera asincrónica, como una ola que nace en el entrecejo. Esta capacidad, conjunto a la del pelo, tampoco parece muy normal.


Estaba buscando algo en este armario… ¿Qué era? El pijama parece la opción más lógica. Busco mi pijama para cambiarme antes de ir a dormir. Sí, eso debe ser.

Continúo por la puerta del vestidor que aún no he atravesado, lo más lógico es que dé a mi habitación.

Entras a una gran habitación que posee un par de puertas adicionales. Cama de matrimonio extra grande, calculas que podrían entrar cuatro personas en paralelo echadas en ella, con cuatro columnas en las esquinas que forman un dosel sobre la misma. El cabecero y el reposapiés son de algún metal pulido y con motivos ornamentales. Un par de mesillas de noche a los lados de la misma y varias cómodas en las paredes de la habitación. También hay un par de sillones unipersonales en una esquina con una mesita y una lámpara de pie. Una de las puertas está cerrada, en la otra un reflejo de lo que parece un espejo.

¿Dónde iras con tu bonito pijama-traje?

Hasta el pijama es una ostentación, parece el más caro traje de una gala benéfica.

Mi habitación sigue haciendo justicia a la temática de aquella vivienda. En el centro, una enorme cama para dos matrimonios con doseles de rey, un cabecero de un metal tan pulido que podría ser un espejo y un reposapiés con rosetas y motivos labrados. Dos mesillas se apostaban a cada lado del lecho, tan iguales entre sí que parecía que habían sido duplicadas por si algún día uno se levantaba con el pie, y por el lado, izquierdo; ahorrando la “tremenda tarea” de cruzar el océano de sábanas.

Las paredes de la habitación estaban repletas de cómodas, como si me hiciera falta más ropa; y en una esquina de la sala, acompañados de una lámpara de pie, un par de sillones con mesita para tomar el té incluida.
Tres puertas salían y entraban de la estancia: por la que había entrado, una cerrada y otra entreabierta que me confundió. Cuando la abrí con cuidado comprendí que no había nadie tras ella, ni tampoco que el espacio se había deformado en una singularidad, sino que el reflejo en el espejo del baño privado era mío.