Napolean
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Era una tarde normal y corriente en la villa de Shimotsuki, el hogar de los mejores herreros y los más habilidosos espadachines de todo el mar del este. Había sido un día cálido y seco, sin apenas una brisa de aire fresco, aunque eso estaba por cambiar. Nuevamente, el joven cadete revolucionario había conseguido una misión, cuyos detalles le daría un oficial que le esperaba en la taberna del cangrejo de hierro, uno de los lugares más cotizados de toda la isla. En cuanto el barco estacionó en el puerto, el revolucionario bajó con las pocas pertenencias que necesitaba para dicha empresa y se abrió camino hacia la cantina.
El camino fue largo, pero placentero. Era una villa muy acogedora, con muchos niños y ancianos por las calles. Las casas eran todas de una única planta, dos en algunos negocios. Pese a ser una isla tan famosa, no parecía que hubiera mucho turismo, algo que se podía contemplar en el estado de la calzada y la poca cantidad de hostales y tabernas, habiendo muy pocos lugares de ocio. Pasados treinta minutos llegó a la puerta de la taberna. Respiró hondo, resignado porque le volvía a tocar hacer una misión para novatos y entró.
Al entrar, además del dueño, solo estaba él. Fue directo a la barra y se sentó.
—Una copa de vino dulce, por favor. Pajarete si pudiera ser –pidió el revolucionario, antes de apoyarse en la barra mirando hacia la puerta.
“Espero que no tarde mucho”
El camino fue largo, pero placentero. Era una villa muy acogedora, con muchos niños y ancianos por las calles. Las casas eran todas de una única planta, dos en algunos negocios. Pese a ser una isla tan famosa, no parecía que hubiera mucho turismo, algo que se podía contemplar en el estado de la calzada y la poca cantidad de hostales y tabernas, habiendo muy pocos lugares de ocio. Pasados treinta minutos llegó a la puerta de la taberna. Respiró hondo, resignado porque le volvía a tocar hacer una misión para novatos y entró.
Al entrar, además del dueño, solo estaba él. Fue directo a la barra y se sentó.
—Una copa de vino dulce, por favor. Pajarete si pudiera ser –pidió el revolucionario, antes de apoyarse en la barra mirando hacia la puerta.
“Espero que no tarde mucho”
Osuka Sumisu
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Pero madre mía, ¿eso es una IaIto modelo Uesugi 730? Y eso una puta Ninjato Hattori D20?
Osu estaba en el cielo de las espadas. Shimotsuki no parecía ser un lugar donde la gente entrenase, también había espadachines experimentados por la zona y portaban maravillas hechas de acero. El revolucionario al ser alguien que tenía cierto arte en la herrería, todo aquello le emocionaba mucho ver aquellas obras de arte.
- A ver Osu, concentrare. Cuanto termines de lidiar con el nuevo podrás deleitarte con lo que quieras. -se dijo a sí mismo e inmediatamente, sacó una libreta pequeña del bolsillo. Dentro había un resumen del soldado con el que se tenía que encontrar, además de una foto-. Vamos a ver… Genji a secas… 25 años? Con esas pintas parece más joven.
Habían quedado con un integrante de la revolución que llevaba poco tiempo entre las filas y aun podía estar un poco verde. Por otra parte, al demonio plateado le gustaba supervisar a los novatos. Le recordaba cuando el paso por lo mismo y era entrenado por Krauser. Esta vez sería el superior, aunque no con unos dientes como para joderte la existencia si te muerdes la lengua, como cierto Oficial.
Llegó a la taberna donde habían quedado los dos. Al entrar estaba casi vacío, a exceptuar al tabernero y un cliente. Dicho cliente era Genji, y narices, era extremadamente alto e incluso llegaba a la altura de Osu, que era injusto ya que Krau le sacaba mínimo una cabeza. Se puso de espaldas en la barra mientras usaba sus codos para apoyarse en esta. Antes de hablarle, le echo un vistazo de arriba abajo con la mirada. Del bolsillo se sacó una pequeña golosina; un caramelo del tamaño de una canica enganchado a un palo, y tras quitarle la envoltura, se le metió en la boca y disfruto del sabor a sandía que tenía.
- Vaya, ¿aún no has comenzado la misión y ya lo estás celebrando? -pregunto mientras el palito del caramelo pululaban por la boca. El alcohol era bueno para aliviar algunas necesidades, pero hacerlo antes de cometer algo que podría matarte no era tan buena idea-. Sargento Sumisu, de la división Quimera. Aunque me gusta mas que me llamen Osu.
Osu estaba en el cielo de las espadas. Shimotsuki no parecía ser un lugar donde la gente entrenase, también había espadachines experimentados por la zona y portaban maravillas hechas de acero. El revolucionario al ser alguien que tenía cierto arte en la herrería, todo aquello le emocionaba mucho ver aquellas obras de arte.
- A ver Osu, concentrare. Cuanto termines de lidiar con el nuevo podrás deleitarte con lo que quieras. -se dijo a sí mismo e inmediatamente, sacó una libreta pequeña del bolsillo. Dentro había un resumen del soldado con el que se tenía que encontrar, además de una foto-. Vamos a ver… Genji a secas… 25 años? Con esas pintas parece más joven.
Habían quedado con un integrante de la revolución que llevaba poco tiempo entre las filas y aun podía estar un poco verde. Por otra parte, al demonio plateado le gustaba supervisar a los novatos. Le recordaba cuando el paso por lo mismo y era entrenado por Krauser. Esta vez sería el superior, aunque no con unos dientes como para joderte la existencia si te muerdes la lengua, como cierto Oficial.
Llegó a la taberna donde habían quedado los dos. Al entrar estaba casi vacío, a exceptuar al tabernero y un cliente. Dicho cliente era Genji, y narices, era extremadamente alto e incluso llegaba a la altura de Osu, que era injusto ya que Krau le sacaba mínimo una cabeza. Se puso de espaldas en la barra mientras usaba sus codos para apoyarse en esta. Antes de hablarle, le echo un vistazo de arriba abajo con la mirada. Del bolsillo se sacó una pequeña golosina; un caramelo del tamaño de una canica enganchado a un palo, y tras quitarle la envoltura, se le metió en la boca y disfruto del sabor a sandía que tenía.
- Vaya, ¿aún no has comenzado la misión y ya lo estás celebrando? -pregunto mientras el palito del caramelo pululaban por la boca. El alcohol era bueno para aliviar algunas necesidades, pero hacerlo antes de cometer algo que podría matarte no era tan buena idea-. Sargento Sumisu, de la división Quimera. Aunque me gusta mas que me llamen Osu.
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