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Akuma no mi
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Me desperté en una cama junto a una bella dama que había conocido la noche anterior, realmente me lo había pasado bien después de una semana de sequía y la mujer que había a mi lado, pelirroja como a mí me gustaban, dormía plácidamente con una sonrisa entre sus finos y rojos labios. La luz del Sol penetraba en la habitación a través de la ventana y me dirigí hacia ella para mirar afuera mientras cogía un puro y me lo iba fumando poco a poco, disfrutando del aroma a tabaco y el olor a rosas que provenía de la habitación. Me asomé por la ventana y me acomodé en el marco de esta, contemplando el paisaje que se mostraba ante mí, las calles de la ciudad de Towerbridge, una ciudad de estilo victoriano dividida en varios distritos. Yo había llegado a aquella isla hacía un par de días, no tenía ninguna razón en particular por estar ahí. Simplemente quería desconectar un poco y catar a las mujeres de aquella isla del North Blue.
- Buenos días,cariño. ¿Has dormido bien? Porque yo sí, gracias a tu maravillosa actuación de anoche - dijo la dama que estaba ahora detrás de mi, abrazándome por la cintura y dándome un beso húmedo en el cuello. El nombre de aquella mujer era Silvia, una bella mujer de cabellos rojos rizados como el ocaso y de ojos esmeralda. Era la propietaria de un cabaret del distrito Este y nos habíamos conocido de casualidad, yo andaba despreocupadamente por la zona hasta que el color de su pelo y su elegante vestido azul cielo me llamó la atención. "T¡ene que ser mía de una forma u otra" pensé en ese instante y así acabo siendo. Hice gala de mi mejor repertorio de seducción y acabamos en su piso, haciéndolo en cada habitación hasta en el mismo suelo.
- Estupendamente, rosa mía. Quizás deberíamos repetir nuestro "baile" de anoche en otra ocasión - me dí la vuelta y le devolví el abrazo para luego unir sus labios con los míos en un profundo y apasionado beso que duró como cosa de un minuto. Realmente me gustaba esa mujer, tenía una personalidad un poco parecida a la mía y eso realmente me gustaba. Al final nuestro deseo acabó controlando nuestros cuerpos y acabamos fusionandonos una última vez antes la despedida. Despidiéndome de ella, esta vez de verdad, agarré mis cosas y salí a la calle posando mis ojos en una maravillosa catedral que se alzaba a pocos metros de mi posición. Admirando su belleza, me dispuse a recorrer las transitadas calles sin rumbo fijo.
- Buenos días,cariño. ¿Has dormido bien? Porque yo sí, gracias a tu maravillosa actuación de anoche - dijo la dama que estaba ahora detrás de mi, abrazándome por la cintura y dándome un beso húmedo en el cuello. El nombre de aquella mujer era Silvia, una bella mujer de cabellos rojos rizados como el ocaso y de ojos esmeralda. Era la propietaria de un cabaret del distrito Este y nos habíamos conocido de casualidad, yo andaba despreocupadamente por la zona hasta que el color de su pelo y su elegante vestido azul cielo me llamó la atención. "T¡ene que ser mía de una forma u otra" pensé en ese instante y así acabo siendo. Hice gala de mi mejor repertorio de seducción y acabamos en su piso, haciéndolo en cada habitación hasta en el mismo suelo.
- Estupendamente, rosa mía. Quizás deberíamos repetir nuestro "baile" de anoche en otra ocasión - me dí la vuelta y le devolví el abrazo para luego unir sus labios con los míos en un profundo y apasionado beso que duró como cosa de un minuto. Realmente me gustaba esa mujer, tenía una personalidad un poco parecida a la mía y eso realmente me gustaba. Al final nuestro deseo acabó controlando nuestros cuerpos y acabamos fusionandonos una última vez antes la despedida. Despidiéndome de ella, esta vez de verdad, agarré mis cosas y salí a la calle posando mis ojos en una maravillosa catedral que se alzaba a pocos metros de mi posición. Admirando su belleza, me dispuse a recorrer las transitadas calles sin rumbo fijo.
Sarah Foxxx
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-Fue un viaje larguísimo -pensé para mí, atando todas las cuerdas del Belladona en el puerto. Era un día bonito, e iba a seguir siéndolo todo el día si dios quería. Rápidamente, vino Lucas corriendo con Zico encima. Una visión un tanto graciosa, puesto que ambos son de un tamaño exageradamente grande para como deberían ser. Zico montaba sobre Lucas como un vaquero del viejo oeste. Comencé a reírme, hasta que llegaron justo a mí, se subió, y ambos pusieron sus cabezas debajo de mis manos, Lucas debajo de la derecha, y Zico de la izquierda. Llevaba a Lucas a mi lado, atado con una cuerda, pues de frente venía otro perro, y al ver otros perros se vuelve demasiado pesado con las ganas de jugar.
-Buenos días -le dije con una sonrisa, al dueño del perro, que me miraba con los ojos exageradamente abiertos. Era una semigigante en un mundo de humanos, seguramente no estaban acostumbrados a ver a alguien como yo, y menos a un lémur montado en un perro que son casi de altos como el humano que llevaba al perro. Comencé a caminar lentamente, Zico jugueteaba en el pelo de Lucas, como si le diese una especie de masaje. Los miraba con total ternura, hasta que llegué a una inmensa catedral. Incluso en mi altura se veía enorme. Busqué un banco para sentarme, puesto que tenía ganas de seguir admirando aquella obra maestra.
-Madre mía -dije para mí misma viendo la altura de aquello. Veía al otro lado de la calle un chico, que hacía lo mismo que yo, estaba alejado unos cuantos metros, y otros tantos hacía atrás.
-Buenos días -le dije con una sonrisa, al dueño del perro, que me miraba con los ojos exageradamente abiertos. Era una semigigante en un mundo de humanos, seguramente no estaban acostumbrados a ver a alguien como yo, y menos a un lémur montado en un perro que son casi de altos como el humano que llevaba al perro. Comencé a caminar lentamente, Zico jugueteaba en el pelo de Lucas, como si le diese una especie de masaje. Los miraba con total ternura, hasta que llegué a una inmensa catedral. Incluso en mi altura se veía enorme. Busqué un banco para sentarme, puesto que tenía ganas de seguir admirando aquella obra maestra.
-Madre mía -dije para mí misma viendo la altura de aquello. Veía al otro lado de la calle un chico, que hacía lo mismo que yo, estaba alejado unos cuantos metros, y otros tantos hacía atrás.
- OFF ROL:
- Perdona que tardase tanto, he estado ocupada. Por cierto, Lucas es un gran danés agrandado, con lo cual mide sobre 2 metros sobre sus 4 patas, y Zico es un lemur agrandado, sobre esa medida también.
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-Realmente era una maravilla, ojala yo pueda hacer alguna obra de tal calibre en el futuro - me dije a mí mismo mientras seguía caminando calle abajo. Yo me dedicaba a la música y a la pintura, pensaba convertirme en algún gran músico o pintor pero aún me quedaba un largo camino que recorrer. Lucca, mi maestro y mentor, me había enseñado los conceptos básicos cuando era niño, además de enseñarme a como defenderme con la espada en caso de peligro ya que iba a convertirme en el próximo Don de la familia Borgia. Lo hubiera hecho... de no ser por esa rata inmunda de Mondo y sus lacayos que nos traicionaron. A día de hoy aún me pregunto si Lucca está vivo o no, deseo que aún se mantenga con vida con toda mi alma.
Con ligero malestar, saqué un puro y me lo puse en la boca. El mechero no prendía bien así que estuve intentando que la llama saliera por un rato hasya que finalmente pude encender mi querido tubito de cáncer. -Mucho mejor...- suspiré ya más aliviado. Había un par de gente caminando por la calle, la mayoría iban bien vestidos, se notaba que tenían dinero. "Dinero..." la codicia me había estado llamando desde hacía un tiempo por alguna extraña razón. Quizás sea porque tenía poco dinero encima y , en la necesidad, el pecado lo tiene más fácil para controlar al ser humano y guiarlo por una senda oscura.
Sin darme cuenta, un joven chocó contra mí. - Disculpe, señor - dijo el muchacho moreno. Era un joven cuya vestimenta no era como los de la gente de este distrito, era más como de clase media rozando la baja. Pero algo no andaba bien... me sentía más ligero, como si me faltara algo. Me llevé las manos a los bolsillos, palpándomelos para comprobar si me habían robado la cartera. Y así era. - ¡Maldito mocoso, espera !- grité a la vez que me apresuraba a seguir al muchacho por un parque en el que había una mujer grande con sus mascotas. -¡Ey por favor, para a ese ladrón!-
Con ligero malestar, saqué un puro y me lo puse en la boca. El mechero no prendía bien así que estuve intentando que la llama saliera por un rato hasya que finalmente pude encender mi querido tubito de cáncer. -Mucho mejor...- suspiré ya más aliviado. Había un par de gente caminando por la calle, la mayoría iban bien vestidos, se notaba que tenían dinero. "Dinero..." la codicia me había estado llamando desde hacía un tiempo por alguna extraña razón. Quizás sea porque tenía poco dinero encima y , en la necesidad, el pecado lo tiene más fácil para controlar al ser humano y guiarlo por una senda oscura.
Sin darme cuenta, un joven chocó contra mí. - Disculpe, señor - dijo el muchacho moreno. Era un joven cuya vestimenta no era como los de la gente de este distrito, era más como de clase media rozando la baja. Pero algo no andaba bien... me sentía más ligero, como si me faltara algo. Me llevé las manos a los bolsillos, palpándomelos para comprobar si me habían robado la cartera. Y así era. - ¡Maldito mocoso, espera !- grité a la vez que me apresuraba a seguir al muchacho por un parque en el que había una mujer grande con sus mascotas. -¡Ey por favor, para a ese ladrón!-
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Observaba aquella maravillosa obra de arte, mientras que Zico jugaba con Lucas. Sin darme cuenta, ambos se quedaron mirando hacía un lugar. Miré hacia donde miraban, y vi a un chico que chocaba contra otro. Le habían robado, pues me gritó desde una pequeña lejanía que parase al chico, mientras fijaba su vista en mí, y yo en la suya.
-¡ZICO, DETENLE! -ordené a Zico, mientras me levantaba. Lucas iba detrás de Zico, ladrando para intentar asustar a aquel chico que había robado las pertenencias de otro. Rápidamente Zico se tiró sobre aquel hombre, con la fuerza que tenía se acostó en el suelo, con el hombre agarrado de brazos y piernas, inmóvil ante el lémur.
-¡Muy bien Zico! -dije mirando a aquel hombre, lo agarré de la camiseta, levantándole en el aire, mientras Zico seguía teniéndolo inmóvil. Le registré, a la espera de que aquel chico llegase junto a nosotros.
-¿Así que te dedicas a robar eh?, permíteme buscar que es lo que has robado, y sobre todo… si estás armado de algún modo -dije buscando en sus bolsillos, mirándole para que no hiciera ninguna tontería.
-Lo siento, no volverá a ocurrir… no conmigo, pero ten cuidado, podrías acabar mal parada con otra gente… -amenazó, hasta que le di un guantazo que lo dejé inconsciente. Lo puse en un banco, atándole las manos con una cuerda que llevaba en la bolsa. En otra bolsa que llevaba metí las pertenencias del chico al que había robado, a la espera de que llegase, para enseñarle lo que llevaba, y que cogiese sus cosas.
-¡ZICO, DETENLE! -ordené a Zico, mientras me levantaba. Lucas iba detrás de Zico, ladrando para intentar asustar a aquel chico que había robado las pertenencias de otro. Rápidamente Zico se tiró sobre aquel hombre, con la fuerza que tenía se acostó en el suelo, con el hombre agarrado de brazos y piernas, inmóvil ante el lémur.
-¡Muy bien Zico! -dije mirando a aquel hombre, lo agarré de la camiseta, levantándole en el aire, mientras Zico seguía teniéndolo inmóvil. Le registré, a la espera de que aquel chico llegase junto a nosotros.
-¿Así que te dedicas a robar eh?, permíteme buscar que es lo que has robado, y sobre todo… si estás armado de algún modo -dije buscando en sus bolsillos, mirándole para que no hiciera ninguna tontería.
-Lo siento, no volverá a ocurrir… no conmigo, pero ten cuidado, podrías acabar mal parada con otra gente… -amenazó, hasta que le di un guantazo que lo dejé inconsciente. Lo puse en un banco, atándole las manos con una cuerda que llevaba en la bolsa. En otra bolsa que llevaba metí las pertenencias del chico al que había robado, a la espera de que llegase, para enseñarle lo que llevaba, y que cogiese sus cosas.
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Al parecer mis palabras habían llegado a los oídos de la mujer, ya que esta ordenó a una de sus mascotas que detuviera al escurridizo ladrón. Un lémur enorme se abalanzó sobre el muchacho, impidiéndole que escapara con mi dinero y puede que con el dinero de otras personas. La mujer agarró al zagal por el cuello de la camisa y lo elevó al ire. "Madre mía, esa mujer si que es grande" pensé mientras me acercaba corriendo a donde estaban esos dos. Empezó a buscar entre sus bolsillos, posiblemente buscando algún tipo de arma que pueda usar por sorpresa. Observé como la mujer mandó a dormir al moreno de un golpe. "Nota mental: No enfadar a esa mujer" me dije a mi mismo. Por fin llegué al lado de la mujer y lo primero que hice fue darle las gracias, al fin y al cabo, podría haberme ignorado y seguir tranquilamente con sus mascotas. - Muchas gracias por su ayuda, señorita - dije realizando una pequeña reverencia a modo de gratitud a la vez que observaba al inconsciente ladrón. Casi me daba pena por el golpe que se llevó, pero ese pensamiento desapareció cuando encontré mi cartera.
- ¿Puedo invitarla a un café con pastas? Conozco un buen sitio en los alrededores, la dueña es... amiga mía y me hace un descuento - sonreí sin mostrar los dientes como siempre hacía. La dueña de la cafetería se llamaba Sharon, la había conocido en uno de mis viajes y me dijo que si algún día venía a English Garden que fuera a visitarla a su establecimiento. "La Dolce Vita" creo que era así como se llamaba pero no estaba seguro del todo. Independientemente de la decisión de la mujer, comencé a caminar calle abajo esperando que ella me siguiese. Pasado un rato de senda caminata, me detuve en frente del recinto. En las mesas del exterior estaban sentadas damiselas vestidas con ropas lujosas hablando entre ellas mientras bebían tazas de té y comían galletas artesanas.
- ¿Puedo invitarla a un café con pastas? Conozco un buen sitio en los alrededores, la dueña es... amiga mía y me hace un descuento - sonreí sin mostrar los dientes como siempre hacía. La dueña de la cafetería se llamaba Sharon, la había conocido en uno de mis viajes y me dijo que si algún día venía a English Garden que fuera a visitarla a su establecimiento. "La Dolce Vita" creo que era así como se llamaba pero no estaba seguro del todo. Independientemente de la decisión de la mujer, comencé a caminar calle abajo esperando que ella me siguiese. Pasado un rato de senda caminata, me detuve en frente del recinto. En las mesas del exterior estaban sentadas damiselas vestidas con ropas lujosas hablando entre ellas mientras bebían tazas de té y comían galletas artesanas.
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Una vez que el chico llegó ante mi, me pareció ver que se quedó atónito de la torta que le dí al ladrón. Me sonreí, y acto seguido de atarle, le devolví las pertenencias al chico.
Me dio las gracias con una reverencia, la cual devolví de forma automática.
-No hay de que, estaba cerca, y Zico es fuerte, así que no había ningún problema -dije mientras le miraba. Me preguntó si podía invitarme a un café con pastas.
-Por supuesto, si no le incomodan 2 mascotas casi gigantes -comenté sonriendo, pues no me podía olvidar de Zico y Lucas. Me comentó que cerca hay una cafetería que es de una amiga suya. Empezó a encaminarse hacía el lugar, y yo le seguí, con Zico sujeto a mi espalda, y Lucas a mi lado, sin separarse ni un momento.
-Así que un descuento, interesante, me llamo Sarah, encantada -dije mirando al frente, mientras le seguía por aquellas calles.
Me dio las gracias con una reverencia, la cual devolví de forma automática.
-No hay de que, estaba cerca, y Zico es fuerte, así que no había ningún problema -dije mientras le miraba. Me preguntó si podía invitarme a un café con pastas.
-Por supuesto, si no le incomodan 2 mascotas casi gigantes -comenté sonriendo, pues no me podía olvidar de Zico y Lucas. Me comentó que cerca hay una cafetería que es de una amiga suya. Empezó a encaminarse hacía el lugar, y yo le seguí, con Zico sujeto a mi espalda, y Lucas a mi lado, sin separarse ni un momento.
-Así que un descuento, interesante, me llamo Sarah, encantada -dije mirando al frente, mientras le seguía por aquellas calles.
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La mujer que me acompañaba se presentó con el nombre de Sarah. "Sarah,¿eh? Creo recordar que una vez me llegué a encamar con una muchacha con ese mismo nombre, pero no me acordaba ya que fue cosa de una sola noche mientras tocaba en un bar en la ciudad principal del reino de Hallstat. Nada más llegar, le ofrecí asiento a la dama como buen caballero. A pesar de que el asiento era un poco pequeño para alguien de su tamaño. Las otras clientes empezaron a murmullar entre ellas al vernos, parecía que estaban criticando que la muchacha había traído a sus dos mascotas a un lugar como ese.
-Ni caso de las palabras de esas mujeres, no saben apreciar el cariño que pueden proporcionar las mascotas. Ahora, hagamos oídos sordos y disfrutemos de una buena tarde,¿no le parece? - dije sonriendo y quitándome las gafas de sol. Busqué con la vista a alguna camarera y, al encontrar una, llamé su atención y le indiqué que viniese a la mesa. - Buenas tardes señorita, me gustaría tomar un té rojo acompañado de unas galletas de limón. ¿Y usted que va a tomar? - pregunté a Sarah. Hecho el pedido, le pregunté a la doncella si la dueña se encontraba en el lugar.
- ¿La jefa Sharon? Oh sí, está en el almacén haciendo inventario. Espere un minuto que voy y la aviso - respondió la joven antes de partir hacia el exterior de la cafetería. Al rato, salió una hermosa mujer de pelo negro y de ojos color lima. Vestida con un elegante vestido negro azabache y caminaba hacia nosotros con un andar recto y carismático. -Oh, darling ,cuanto tiempo sin vernos. Me alegra que me hicieras caso y vinieras a mi establecimiento, no sé que habría sido de mí si nunca hubieses venido. Ese pensamiento me pone muy triste... - dijo Sharon a la vez que me besaba en los labios con un beso apasionado.
-Ni caso de las palabras de esas mujeres, no saben apreciar el cariño que pueden proporcionar las mascotas. Ahora, hagamos oídos sordos y disfrutemos de una buena tarde,¿no le parece? - dije sonriendo y quitándome las gafas de sol. Busqué con la vista a alguna camarera y, al encontrar una, llamé su atención y le indiqué que viniese a la mesa. - Buenas tardes señorita, me gustaría tomar un té rojo acompañado de unas galletas de limón. ¿Y usted que va a tomar? - pregunté a Sarah. Hecho el pedido, le pregunté a la doncella si la dueña se encontraba en el lugar.
- ¿La jefa Sharon? Oh sí, está en el almacén haciendo inventario. Espere un minuto que voy y la aviso - respondió la joven antes de partir hacia el exterior de la cafetería. Al rato, salió una hermosa mujer de pelo negro y de ojos color lima. Vestida con un elegante vestido negro azabache y caminaba hacia nosotros con un andar recto y carismático. -Oh, darling ,cuanto tiempo sin vernos. Me alegra que me hicieras caso y vinieras a mi establecimiento, no sé que habría sido de mí si nunca hubieses venido. Ese pensamiento me pone muy triste... - dijo Sharon a la vez que me besaba en los labios con un beso apasionado.
- Sharon:
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Mientras nos sentábamos, un corro de personas empezó a cuchichear sobre mí, estaba tan frustrada, que giré lentamente mi cabeza hacía ellas, y las fulminé con la vista. Haciendo así que dejasen de mirarme, y de hablar necedades.
-No es que me guste, pero tendré que vivir con ello -dije mientras el chico llamaba a una camarera. El chico pedía lo que quería tomar, y amablemente me cedió el turno.
-Yo tomaré te de rooibos con naranja, y unas pastas de fresa o manzana, cualquiera de las dos me vale -dije, mientras agradecía al moreno sin nombre.
-Por cierto, creo que aún no te has presentado -dije sonriendo de lado, mientras el chico preguntaba por la dueña, una tal Sharon. Por lo visto eran viejos conocidos.
La mujer dijo que estaba, que iría a avisarla. Desapareció dentro del recinto, y unos minutos más tarde, apareció una mujer de cabello negro, y ropas elegantes. Hablaban entre ellos, de forma bastante acalorada, en sentido de excitación diría yo, ya que la chiquilla llegó arrasando con un morreo al joven moreno que me acompañaba.
Sonreí mirando a Lucas, que el pobre los miraba extrañado, mirándolos a ellos, y luego a mí. Casi podía intuir lo que pensaba Lucas. ¿Es que no ves que sobramos tía?, seguramente pensaría eso, y en parte, también yo lo pensaba.
Pensaba en hacer un mutis por el foro, pero no sería educado, ya que el chico me quería invitar a algo, así que esperé pacientemente a que su frenesí se fuese disipando.
-No es que me guste, pero tendré que vivir con ello -dije mientras el chico llamaba a una camarera. El chico pedía lo que quería tomar, y amablemente me cedió el turno.
-Yo tomaré te de rooibos con naranja, y unas pastas de fresa o manzana, cualquiera de las dos me vale -dije, mientras agradecía al moreno sin nombre.
-Por cierto, creo que aún no te has presentado -dije sonriendo de lado, mientras el chico preguntaba por la dueña, una tal Sharon. Por lo visto eran viejos conocidos.
La mujer dijo que estaba, que iría a avisarla. Desapareció dentro del recinto, y unos minutos más tarde, apareció una mujer de cabello negro, y ropas elegantes. Hablaban entre ellos, de forma bastante acalorada, en sentido de excitación diría yo, ya que la chiquilla llegó arrasando con un morreo al joven moreno que me acompañaba.
Sonreí mirando a Lucas, que el pobre los miraba extrañado, mirándolos a ellos, y luego a mí. Casi podía intuir lo que pensaba Lucas. ¿Es que no ves que sobramos tía?, seguramente pensaría eso, y en parte, también yo lo pensaba.
Pensaba en hacer un mutis por el foro, pero no sería educado, ya que el chico me quería invitar a algo, así que esperé pacientemente a que su frenesí se fuese disipando.
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