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- Bien, tómate una de estas cada ocho horas. – Un extraño científico con brazos más largos de lo normal y una típica bata blanca, estaba ofreciendo una caja con cien pastillas a un joven de cabellos pelirrojos y armadura. – Recuerda qué mínimo debes estar con el tratamiento una semana, sino deberás devolver el dinero.
- Lo sé, lo sé. Esto supuestamente son unas pastillas para aumentar la musculatura sin necesidad de entrenar. ¿No? – Dijo el joven asegurándose. - ¿No tendrá efectos secundarios?
- Para eso te hemos contratado, para verificar si tiene efectos secundarios y cuáles son. – Afirmó el doctor. – Tranquilo, estas pastillas no te matarán.
- Perfecto, entonces comenzaré a tomarlas. – Dijo para justo después tragarse la primera pastilla. – Por cierto, lo de implantar akuma no mi a un objeto… ¿Cómo va?
- Eso es un secreto, si sigues siendo un cliente habitual, tal vez… - Pero en mitad de la conversación, fue interrumpido.
- ¿Cliente? ¿No querrás decir cobaya? – Preguntó de forma sarcástica.
Asder, que era el joven que estaba en aquel laboratorio, salió de la sala para comenzar a caminar por los pasillos. Había visto un anuncio del gobierno en el cual buscaban a un sujeto para experimentar con nuevos productos para crear futuros marines más fuertes, y como necesitaba dinero, decidió aceptar aquella oferta. Primero de todo pasó un exhaustivo control médico, y vieron que más allá de unos pulmones afectados por el tabaco, no había nada malo. Pero, en el segundo examen que le hicieron, surgió una anomalía. Al parecer, el cazador, tenía la sangre de un CP desaparecido, posiblemente por ser familiar, pero… El ADN era muy parecido, por no decir idéntico. Aquello extrañó a todo el mundo, pero sabiendo de quién era hijo el pelirrojo, podían creer que fueran hermanos.
Caminaba por los pasillos pensando en su próxima aventura tras cobrar íntegramente todo el sueldo. Pero, sin que se diese cuenta, algo comenzó a cambiar en él. Su largo cabello puntiagudo y pelirrojo, parecía estar perdiendo color. ¿Se había hecho una decoloración? No, no era eso. Cada paso que daba, se hacía más claro, perdía su tono rojizo y todo hasta acabar siendo de color naranja. Sus ojos rojos color pasión, iban cambiando radicalmente. Él no podía notarlo, tan sólo creía que estaba cansado porque la vista se le hacía un pelín borrosa. El iris había cambiado por completo y ahora tenían un color azul marino. Pero aquello no era todo, sentía que la armadura le holgaba, que tal vez le venía un poco grande. ¿Había adelgazado? No, no era eso, de nuevo. Se había hecho un poco más joven, por lo que una pequeña parte de su musculatura la había perdido. Lo peor de todo es que aún no se había dado cuenta.
Llegó a una pequeña sala para descansar. Había de todo… ¡De todo! Una barra típica, americana, donde servían desde comida hasta bebida. Pero no solo eso, un sofá le llamaba la atención, en unas paredes insonorizadas. También había una televisión y… ¡Una videoconsola! Era su momento de tomar un breve descanso. Se acercó a la barra y pidió un buen batido de coco, con trocitos. Después, de camino a la sala insonorizada, pudo ver que había billares, futbolines, dianas y más juegos de ese estilo. ¡Vaya! ¡Sí que viven bien los científicos!
- Lo sé, lo sé. Esto supuestamente son unas pastillas para aumentar la musculatura sin necesidad de entrenar. ¿No? – Dijo el joven asegurándose. - ¿No tendrá efectos secundarios?
- Para eso te hemos contratado, para verificar si tiene efectos secundarios y cuáles son. – Afirmó el doctor. – Tranquilo, estas pastillas no te matarán.
- Perfecto, entonces comenzaré a tomarlas. – Dijo para justo después tragarse la primera pastilla. – Por cierto, lo de implantar akuma no mi a un objeto… ¿Cómo va?
- Eso es un secreto, si sigues siendo un cliente habitual, tal vez… - Pero en mitad de la conversación, fue interrumpido.
- ¿Cliente? ¿No querrás decir cobaya? – Preguntó de forma sarcástica.
Asder, que era el joven que estaba en aquel laboratorio, salió de la sala para comenzar a caminar por los pasillos. Había visto un anuncio del gobierno en el cual buscaban a un sujeto para experimentar con nuevos productos para crear futuros marines más fuertes, y como necesitaba dinero, decidió aceptar aquella oferta. Primero de todo pasó un exhaustivo control médico, y vieron que más allá de unos pulmones afectados por el tabaco, no había nada malo. Pero, en el segundo examen que le hicieron, surgió una anomalía. Al parecer, el cazador, tenía la sangre de un CP desaparecido, posiblemente por ser familiar, pero… El ADN era muy parecido, por no decir idéntico. Aquello extrañó a todo el mundo, pero sabiendo de quién era hijo el pelirrojo, podían creer que fueran hermanos.
Caminaba por los pasillos pensando en su próxima aventura tras cobrar íntegramente todo el sueldo. Pero, sin que se diese cuenta, algo comenzó a cambiar en él. Su largo cabello puntiagudo y pelirrojo, parecía estar perdiendo color. ¿Se había hecho una decoloración? No, no era eso. Cada paso que daba, se hacía más claro, perdía su tono rojizo y todo hasta acabar siendo de color naranja. Sus ojos rojos color pasión, iban cambiando radicalmente. Él no podía notarlo, tan sólo creía que estaba cansado porque la vista se le hacía un pelín borrosa. El iris había cambiado por completo y ahora tenían un color azul marino. Pero aquello no era todo, sentía que la armadura le holgaba, que tal vez le venía un poco grande. ¿Había adelgazado? No, no era eso, de nuevo. Se había hecho un poco más joven, por lo que una pequeña parte de su musculatura la había perdido. Lo peor de todo es que aún no se había dado cuenta.
- Aspecto actual:
Llegó a una pequeña sala para descansar. Había de todo… ¡De todo! Una barra típica, americana, donde servían desde comida hasta bebida. Pero no solo eso, un sofá le llamaba la atención, en unas paredes insonorizadas. También había una televisión y… ¡Una videoconsola! Era su momento de tomar un breve descanso. Se acercó a la barra y pidió un buen batido de coco, con trocitos. Después, de camino a la sala insonorizada, pudo ver que había billares, futbolines, dianas y más juegos de ese estilo. ¡Vaya! ¡Sí que viven bien los científicos!
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Re: Un experimento lleno de recuerdos [Asder y MultiDeDrake][Nada de Jin] {Miér 31 Mayo 2017 - 4:55}
El silencio fue interrumpido por los pasos de aquella persona. El eco que causaba era considerable, pero tampoco es como si le importase mucho el ruido que iba causando. Los que mirasen a la entrada podrían ver a un chico de estatura alta, cabellos alborotados y de color negro, al igual que sus serios ojos. Vestía con un kimono de combate de color negro, una cinta roja en la cintura y unas sandalias de madera. Portaba unos calcetines blancos, una mochila roja y un pendiente de color verde en su oreja izquierda. A su lado había una especie de criatura de color marrón arrastrándose. Parecía ser un puto gusano de tamaño enorme. No tenía ojos, pero sí una enorme boca llena de colmillos en forma de círculo. Dicha persona era mirada por los científicos de la zona con algo de respeto. Su fama de cazador no era muy buena, más bien destacaba por su puta bestialidad.
Zero Lars, el lobo rojo. Una sonrisa siniestra se formó en su rostro cuando vio a todas aquellas personas delante de sus oscuros ojos. Su compañero Deri se alzó un poco y se relamió despacio mientras reía por lo bajo. El motivo por el que aquella persona estaba allí era algo simple. Buscaba comida especial para su mascota. Eso de segundo asunto, le habían llamado y ofrecido una rica oferta. Tenía que probar su fuerza contra un nuevo material que habían descubierto hacía poco. Los marines estaban ocupados y había llamado al cazador. Según entendió, había por la zona otro. Se rascó un poco la cabeza y entonces caminó hacia uno de los hombres de aquellas batas blancas. Él no dijo nada, pues el gusano le hizo ilusión y se puso a hablar como si fuese él quien mandase.
- ¿Dónde hay que hacer la prueba de fuerza? Estaría bien que fuese un compuesto del tipo A-98, he oído que es el más moldeable a la fuerza de mi soldado.
Una gota de sudor bajó por la cabeza de Zero al escuchar a Deri y por ello se llevó la palma de la mano a la frente. El jodido gusano seguía empeñado en que era el jefe por narices. El moreno decidió no decir nada y simplemente miró al científico con seriedad. El hombre entonces tragó un poco de saliva y les informó de que llegaban muy pronto. La prueba sería en dos horas y aquello hizo al luchador soltar un suspiro. Iban a tener que pasear por aquellas instalaciones mientras tanto y buscar algo jugoso que hacer. Deri soltó una enorme carcajada y después empezó a ir por un pasillo al azar. El luchador no podía dejar sola a su mascota o se comería a todos. El cabrón se cargó medio ejército él solo en Síderos y no le hacía gracia que hiciese algo similar.
- No vayas tan de prisa, es importante mantener las formas aquí dentro. – Dijo mientras olfateaba un poco la zona. Detectó un olor que le hizo sonreír. Había gente divertida allí dentro y su potente haki de observación se lo indicó. – Interesante… – Dijo al mismo tiempo que se remangaba un poco.
Zero Lars, el lobo rojo. Una sonrisa siniestra se formó en su rostro cuando vio a todas aquellas personas delante de sus oscuros ojos. Su compañero Deri se alzó un poco y se relamió despacio mientras reía por lo bajo. El motivo por el que aquella persona estaba allí era algo simple. Buscaba comida especial para su mascota. Eso de segundo asunto, le habían llamado y ofrecido una rica oferta. Tenía que probar su fuerza contra un nuevo material que habían descubierto hacía poco. Los marines estaban ocupados y había llamado al cazador. Según entendió, había por la zona otro. Se rascó un poco la cabeza y entonces caminó hacia uno de los hombres de aquellas batas blancas. Él no dijo nada, pues el gusano le hizo ilusión y se puso a hablar como si fuese él quien mandase.
- ¿Dónde hay que hacer la prueba de fuerza? Estaría bien que fuese un compuesto del tipo A-98, he oído que es el más moldeable a la fuerza de mi soldado.
Una gota de sudor bajó por la cabeza de Zero al escuchar a Deri y por ello se llevó la palma de la mano a la frente. El jodido gusano seguía empeñado en que era el jefe por narices. El moreno decidió no decir nada y simplemente miró al científico con seriedad. El hombre entonces tragó un poco de saliva y les informó de que llegaban muy pronto. La prueba sería en dos horas y aquello hizo al luchador soltar un suspiro. Iban a tener que pasear por aquellas instalaciones mientras tanto y buscar algo jugoso que hacer. Deri soltó una enorme carcajada y después empezó a ir por un pasillo al azar. El luchador no podía dejar sola a su mascota o se comería a todos. El cabrón se cargó medio ejército él solo en Síderos y no le hacía gracia que hiciese algo similar.
- No vayas tan de prisa, es importante mantener las formas aquí dentro. – Dijo mientras olfateaba un poco la zona. Detectó un olor que le hizo sonreír. Había gente divertida allí dentro y su potente haki de observación se lo indicó. – Interesante… – Dijo al mismo tiempo que se remangaba un poco.
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Asder entró en la habitación y lo primero que vio fue a Escurri. Su fiel compañero estaba distante, se alejaba poco a poco y no se fiaba de él. Intentó cogerlo, pero se escapaba. Decidió dejarlo, tal vez no tenía un buen día y no quería mimos, así que decidió sentarse en el sofá. Marrón, de cuero… El sonido que la ropa y la armadura hacían era extraño, al rozar el cuero. El joven encendió el televisor y encendió la consola. No se sentía más fuerte, como debería suceder. Agarró el mando de la playstretion y se puso a jugar a uno de sus videojuegos favoritos: Dragon Tail Budokai Taekwondo 3. Eligió a uno de los personajes que según él era el más fuerte. Con Son Gochan comenzó a practicar los combos y sus súper ataques, como el manstenko y el kameyameta.
Habían pasado ya un par de horas, y seguía sintiéndose igual. No sabía qué hacer, ya comenzaba aburrirse bastante y al parecer Escurri seguía extraño. Entonces decidió hacer como la primera vez, acercarse poco a poco y ofrecer su mano. Su compañero la olió y, con unos ojos abiertos, comenzó a menearse de un lado a otro, mostrando una plena felicidad. Se subió al hombro de Asder y ambos salieron de la sala.
Se volvió a acercar a la barra. – Ponme una lata de sardinas, un buen batido de coco, leche de coco en un cuenco y por último unas… Me apetecen unas palomitas, un bol grande. – Se sentó tras pedir.
El camarero, con una velocidad que cualquier otro envidiaría, sirvió todo lo pedido. – Aquí tiene, sujeto de pruebas número 23. – Hablaba sobre el número que portaba colgando Asder, en un pequeño letrero.
Se puso a zampar como si no hubiese un mañana, comía y comía sin parar sin darse cuenta de su nuevo aspecto. Algunos le miraban extrañados al ver alguien tan pequeño comer tanto. Acarició la cabeza de Escurri, abrió la lata de sardinas y junto al cuenco de leche de coco, los puso en el suelo. Ambos comían con gran ansia, Escurri estaba feliz.
Habían pasado ya un par de horas, y seguía sintiéndose igual. No sabía qué hacer, ya comenzaba aburrirse bastante y al parecer Escurri seguía extraño. Entonces decidió hacer como la primera vez, acercarse poco a poco y ofrecer su mano. Su compañero la olió y, con unos ojos abiertos, comenzó a menearse de un lado a otro, mostrando una plena felicidad. Se subió al hombro de Asder y ambos salieron de la sala.
Se volvió a acercar a la barra. – Ponme una lata de sardinas, un buen batido de coco, leche de coco en un cuenco y por último unas… Me apetecen unas palomitas, un bol grande. – Se sentó tras pedir.
El camarero, con una velocidad que cualquier otro envidiaría, sirvió todo lo pedido. – Aquí tiene, sujeto de pruebas número 23. – Hablaba sobre el número que portaba colgando Asder, en un pequeño letrero.
Se puso a zampar como si no hubiese un mañana, comía y comía sin parar sin darse cuenta de su nuevo aspecto. Algunos le miraban extrañados al ver alguien tan pequeño comer tanto. Acarició la cabeza de Escurri, abrió la lata de sardinas y junto al cuenco de leche de coco, los puso en el suelo. Ambos comían con gran ansia, Escurri estaba feliz.
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Zero abrió la puerta de aquella sala con un potente rodillazo, haciéndola temblar un poco y viendo que el interior estaba vacío. Olfateó un poco la zona y supo de momento que alguien había estado allí. Pudo ver de hecho una especie de consola con un juego que le sonaba, recordó haberlo jugado algún día. El mejor sin duda era Son Roku. Soltó un pequeño suspiro y después activó el mantra de nuevo. La presencia se había movido y eso significaba que había que ir de nuevo a buscar a su objetivo. Cerró la puerta con toda la calma del planeta y después empezó a caminar por los pasillos junto a Deri. El gusano estaba muy calmado y portaba una sonrisa demasiado enfermiza para ser cierta. El olor que el moreno detectó ahora le fue demasiado familiar. Putas palomitas, eso le hizo llevarse la mano a la frente.
- Esto me trae demasiados recuerdos…
Dijo mientras avanzaba con el ceño fruncido. El gusano ladeó un poco la cabeza, pero no tardó mucho en entender a qué se refería. Él le había contado la historia de su banda hace tiempo y lo sabía todo. No tardó mucho en llegar a una especie de cafetería interna y entonces vio a un joven de cabellos naranjas comiendo palomitas. No podía ser verdad y sus ojos se abrieron algo más de lo que se habrían abierto antes. Avanzó despacio hacia él y se colocó en frente. No podía creerse aquello. La boca del luchador se abrió de forma exagerada y cayó de espaldas al suelo mientras no daba crédito.
- ¡¿Jung!?
Dijo mientras se llevaba la mano al pecho y empezaba a hiperventilar. No podía creerse que el fantasma de su primer jefe y colega, al cual aplastó con un barco sin querer estuviese allí delante. Su respiración se agitó creyendo que era un sueño y estaba en un mundo paralelo. El gusano al verlo así se alertó, se subió a la barra del bar y se quedó mirando al camarero de forma bastante seria.
- ¡Trae un médico enseguida! – Entonces se giró hacia el tío del pendiente morado y simplemente movió la cola de un lado a otro. – Mira lo que has hecho fantasma de Jung Sevilla. – Parecía indignado.
Zero entonces empezó a darse guantazos en el pecho mientras volvía un poco en sí y después activaba el haki de observación. La presencia más fuerte que el resto venía de aquella persona, pero entre el aura y el olor pudo descubrir la verdad. Puso una expresión seria y entonces caminó hacia el tío de cabellos naranjas. Le miró a los ojos y colocó la mano en la barra.
- No te esfuerces, Deri. Este hombre no es Jung. – Dijo entonces mientras miraba de forma seria a aquella persona y después se sentaba en frente. – Pideme una pizza de cuatro quesos, Deri. – El gusano asintió y miró al camarero, el cual estaba acojonado por ver un gusano que hablaba.
- Esto me trae demasiados recuerdos…
Dijo mientras avanzaba con el ceño fruncido. El gusano ladeó un poco la cabeza, pero no tardó mucho en entender a qué se refería. Él le había contado la historia de su banda hace tiempo y lo sabía todo. No tardó mucho en llegar a una especie de cafetería interna y entonces vio a un joven de cabellos naranjas comiendo palomitas. No podía ser verdad y sus ojos se abrieron algo más de lo que se habrían abierto antes. Avanzó despacio hacia él y se colocó en frente. No podía creerse aquello. La boca del luchador se abrió de forma exagerada y cayó de espaldas al suelo mientras no daba crédito.
- ¡¿Jung!?
Dijo mientras se llevaba la mano al pecho y empezaba a hiperventilar. No podía creerse que el fantasma de su primer jefe y colega, al cual aplastó con un barco sin querer estuviese allí delante. Su respiración se agitó creyendo que era un sueño y estaba en un mundo paralelo. El gusano al verlo así se alertó, se subió a la barra del bar y se quedó mirando al camarero de forma bastante seria.
- ¡Trae un médico enseguida! – Entonces se giró hacia el tío del pendiente morado y simplemente movió la cola de un lado a otro. – Mira lo que has hecho fantasma de Jung Sevilla. – Parecía indignado.
Zero entonces empezó a darse guantazos en el pecho mientras volvía un poco en sí y después activaba el haki de observación. La presencia más fuerte que el resto venía de aquella persona, pero entre el aura y el olor pudo descubrir la verdad. Puso una expresión seria y entonces caminó hacia el tío de cabellos naranjas. Le miró a los ojos y colocó la mano en la barra.
- No te esfuerces, Deri. Este hombre no es Jung. – Dijo entonces mientras miraba de forma seria a aquella persona y después se sentaba en frente. – Pideme una pizza de cuatro quesos, Deri. – El gusano asintió y miró al camarero, el cual estaba acojonado por ver un gusano que hablaba.
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Mientras el joven con ahora el cabello naranja zampaba aquellas deliciosas palomitas bañadas en mantequilla, pudo escuchar cono una puerta se abría con fuerza, como si alguien le fuese dado una patada. La gente en aquel lugar no estaba muy bien de la cabeza, eran alborotadores. Entonces alguien extraño con cabellos puntiagudos y negros se sentó frente al joven. Asder seguía comiendo palomitas, pero esta vez lentamente, mirando de reojo a aquel tipo. El moreno le miraba boquiabierto, extrañado, y Asder se sentía presionado, como si su intimidad fuera arrebatada.
Escuchó lo que dijo, un nombre. Al parecer era el mismo nombre de su primo, Jung-Su. ”¿Qué le pasa a este loco? No para de mirarme… ¿Le gusto? ¿Tengo monos en la cara?” Pensó el cazador mientras seguía con su comida. Aquel tipo se llevó la mano al pecho y comenzó a respirar con fuerza, parecía que le estaba dando un ataque al corazón. ¿A caso Asder era tan feo? O tal vez lo que pasaba era que se había enamorado a primera vista. Asder le ofreció palomitas, acercándole el bol de palomitas para intentar congeniar, pero no ligar. Pero entonces un extraño gusano se subió a la barra del bar. Escurri retrocedió del miedo y se colocó entre los brazos de su “padre”. ¡El gusano hablaba! Cuando lo hizo, Asder estaba bebiendo su leche de coco y entonces la escupió de golpe, mojando así al camarero. El gusano lo miró y le llamó Jung Sevilla… ¿Lo habían confundido con otra persona?
El moreno aquel comenzó a golpearse en el pecho como un loco o un gorila. Su rostro cambió tras fijarse en Asder detenidamente, ahora estaba más serio y se acercó hacia el joven cazador, mirándole a los ojos. Las palabras que le dijo a Deri, su gusano, hizo que Asder se sorprendiera también. ¿A caso conocían a su primo? ¿Qué había sido de aquel pequeño pervertido?
- Tal vez me hayáis confundido con Jung-Su, mi primo el pervertido. Sí que es verdad que los Lion D. tenemos rostros parecidos, pero yo soy pelirrojo y él no… - Soltó Asder mientras seguía disfrutando de aquella deliciosa comida. Escuchó la petición de aquel tipo, así que el cazador puso una cara extraña. ”Queso… Mira que hay pizzas mejores.” Pensó. – Y no sólo eso, a pesar de tener la misma edad, yo soy más alto y no tengo tanta cara de niño. No sé cómo me habéis podido confundir con el pequeño Jung… ¿Será porque él también lleva armadura? – Ahora agarró un buen montón de palomitas y se las comió de una sola tacada, abriendo su boca al máximo.
Escuchó lo que dijo, un nombre. Al parecer era el mismo nombre de su primo, Jung-Su. ”¿Qué le pasa a este loco? No para de mirarme… ¿Le gusto? ¿Tengo monos en la cara?” Pensó el cazador mientras seguía con su comida. Aquel tipo se llevó la mano al pecho y comenzó a respirar con fuerza, parecía que le estaba dando un ataque al corazón. ¿A caso Asder era tan feo? O tal vez lo que pasaba era que se había enamorado a primera vista. Asder le ofreció palomitas, acercándole el bol de palomitas para intentar congeniar, pero no ligar. Pero entonces un extraño gusano se subió a la barra del bar. Escurri retrocedió del miedo y se colocó entre los brazos de su “padre”. ¡El gusano hablaba! Cuando lo hizo, Asder estaba bebiendo su leche de coco y entonces la escupió de golpe, mojando así al camarero. El gusano lo miró y le llamó Jung Sevilla… ¿Lo habían confundido con otra persona?
El moreno aquel comenzó a golpearse en el pecho como un loco o un gorila. Su rostro cambió tras fijarse en Asder detenidamente, ahora estaba más serio y se acercó hacia el joven cazador, mirándole a los ojos. Las palabras que le dijo a Deri, su gusano, hizo que Asder se sorprendiera también. ¿A caso conocían a su primo? ¿Qué había sido de aquel pequeño pervertido?
- Tal vez me hayáis confundido con Jung-Su, mi primo el pervertido. Sí que es verdad que los Lion D. tenemos rostros parecidos, pero yo soy pelirrojo y él no… - Soltó Asder mientras seguía disfrutando de aquella deliciosa comida. Escuchó la petición de aquel tipo, así que el cazador puso una cara extraña. ”Queso… Mira que hay pizzas mejores.” Pensó. – Y no sólo eso, a pesar de tener la misma edad, yo soy más alto y no tengo tanta cara de niño. No sé cómo me habéis podido confundir con el pequeño Jung… ¿Será porque él también lleva armadura? – Ahora agarró un buen montón de palomitas y se las comió de una sola tacada, abriendo su boca al máximo.
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¿Su primo? Aquello podía ser creíble. El parecido era demasiada casualidad y un leve olor similar hizo al guepardo alzar una ceja. No era el mismo, pero sí parecido. El moreno pudo ver su pizza entonces ser traída para él y acto seguido cortó un pedazo con las manos. Se lo llevó a la boca despacio y saboreó los cuatro quesos en su paladar. La saliva se mezcló con los alimentos dejándole sentir aquel rico manjar. Tenía que pedir más de vez en cuando, pero con las prisas que llevaba siempre era un poco difícil. Se rascó un poco la cabeza intentando analizar bien la situación en su cabeza, pero entonces el puto gusano con sus inoportunos comentarios tuvo que soltarla.
- Jung-Su… ¿No fue aquel hombre que te cargaste tirándole un barco encima, Zero? – Entonces el moreno escupió el trozo de pizza a un lado.
No era posible que el cabrón hubiese dicho aquellas palabras tan comprometidas con el jodido primo al lado. Tal vez se lo tomaba muy a mal y debían liarla allí mismo, pero esperó que no fuese de esa forma. El calor era increíble allí dentro y el sudor caía por la frente del moreno de forma algo exagerada. Ahora debía ver el comportamiento del tipo que tenía delante respecto a lo que había dicho el puto gusano de los huevos, que siempre tenía que liarla o no era feliz.
- Fue un accidente, coño. – Dijo seriamente mirando al puto Deri.
El moreno mordió de nuevo la pizza y esta vez cambió su mirada a una más normal. Tal vez la reacción del tipo que tenía frente a sus ojos era algo más violenta de lo que esperaba, pero no, tenía toda la pinta de estar en su mundo. El guepardo entonces bostezó con fuerza y pidió una bebida gaseosa de limón. El sabor ácido iría perfecto con el pequeño toque picante de aquel queso azul que se hallaba en su pizza. Cuando la tuvo no tardó en beber con ganas de ella y casi se la terminó de un solo trago. Lo siguiente que hizo fue rascarse la cabeza.
- Jung-Su era el capitán de Nameless. En una misión por así decirlo, me lo cargué en un acto imbécil. – Confesó mostrando el anillo de su mano con el símbolo de la banda. Nunca se quitaba aquel recuerdo que llevaba consigo a todos lados.
- Jung-Su… ¿No fue aquel hombre que te cargaste tirándole un barco encima, Zero? – Entonces el moreno escupió el trozo de pizza a un lado.
No era posible que el cabrón hubiese dicho aquellas palabras tan comprometidas con el jodido primo al lado. Tal vez se lo tomaba muy a mal y debían liarla allí mismo, pero esperó que no fuese de esa forma. El calor era increíble allí dentro y el sudor caía por la frente del moreno de forma algo exagerada. Ahora debía ver el comportamiento del tipo que tenía delante respecto a lo que había dicho el puto gusano de los huevos, que siempre tenía que liarla o no era feliz.
- Fue un accidente, coño. – Dijo seriamente mirando al puto Deri.
El moreno mordió de nuevo la pizza y esta vez cambió su mirada a una más normal. Tal vez la reacción del tipo que tenía frente a sus ojos era algo más violenta de lo que esperaba, pero no, tenía toda la pinta de estar en su mundo. El guepardo entonces bostezó con fuerza y pidió una bebida gaseosa de limón. El sabor ácido iría perfecto con el pequeño toque picante de aquel queso azul que se hallaba en su pizza. Cuando la tuvo no tardó en beber con ganas de ella y casi se la terminó de un solo trago. Lo siguiente que hizo fue rascarse la cabeza.
- Jung-Su era el capitán de Nameless. En una misión por así decirlo, me lo cargué en un acto imbécil. – Confesó mostrando el anillo de su mano con el símbolo de la banda. Nunca se quitaba aquel recuerdo que llevaba consigo a todos lados.
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Asder seguía disfrutando de aquel manjar de los dioses, de aquel sabroso sabor a mantequilla de aquellas deliciosas palomitas calientes, recién hechas. Aquel líquido de coco era lo mejor que había probado en su vida. Entonces fue cuando escuchó algo que no le gustó nada. El gusano aquel hablaba sobre que aquel moreno había matado a su primo. ¿Era aquello verdad? Le había tirado un barco encima y ahora estaba muerto. ¿Jung-su podía morir de aquella forma? Asder frunció el ceño y dejó las palomitas y el agua de coco a un lado, para así posar su mano sobre la empuñadura de su katana. Le daba igual que fuese más fuerte que él, pero no iba a perdonar que aquel tipo hubiese matado a alguien de su familia. El cazador comenzó a desenvainar su arma, decidido a intentar cortarle el cuello a aquel tipo, pero entonces escuchó las palabras que salieron de su boca. Hablaba de un accidente. Volvió a envainar su arma, dejando escuchar un sonido al chocar la empuñadura con la vaina.
- Mmh… - Soltó mientras acariciaba la cabeza de Escurri.
El cazador siguió comiendo sus palomitas, intentando ignorar a aquel tipo y así tranquilizarse. El moreno pidió una gaseosa de limón. Al parecer le importaba poco lo que hubiese hecho, fuese un accidente o no. Nadie podría mostrar semejante indiferencia en un momento como ese. Entonces aquel tipo comenzó a hablar de la situación, de lo que había pasado. Estaba en el gremio de cazadores de su primo, así que también debía ser un cazador. Confesó que había sido él, y acto seguido mostró su anillo con el típico símbolo de Nameless, el gremio de cazadores de Jung-Su.
- Entonces tú también eres un cazador… - Dijo mientras las venas de su cuello comenzaban a hincharse. - ¿Y mi primo está muerto?
Entonces su puño derecho comenzó a arder, imbuyéndose en llamas. La furia había comenzado a apoderarse de él, así que decidió canalizar su poder hacia su katana. Desenvainó a gran velocidad con su mano derecha, mientras que con la otra posaba a Escurri en el suelo. Presa por su propia furia, lanzó un poderoso corte contra la mesa, partiéndola en dos. Estaba muy cabreado, no podía creer que su primo estuviera muerto.
- ¿Jung-Su muerto? ¿Ese idiota pervertido? ¡Jajajaja! – Dijo con una risa sarcástica. – E-Eso es imposible. ¿Verdad? Él no puede haber muerto… Era más fuerte que yo.
- Mmh… - Soltó mientras acariciaba la cabeza de Escurri.
El cazador siguió comiendo sus palomitas, intentando ignorar a aquel tipo y así tranquilizarse. El moreno pidió una gaseosa de limón. Al parecer le importaba poco lo que hubiese hecho, fuese un accidente o no. Nadie podría mostrar semejante indiferencia en un momento como ese. Entonces aquel tipo comenzó a hablar de la situación, de lo que había pasado. Estaba en el gremio de cazadores de su primo, así que también debía ser un cazador. Confesó que había sido él, y acto seguido mostró su anillo con el típico símbolo de Nameless, el gremio de cazadores de Jung-Su.
- Entonces tú también eres un cazador… - Dijo mientras las venas de su cuello comenzaban a hincharse. - ¿Y mi primo está muerto?
Entonces su puño derecho comenzó a arder, imbuyéndose en llamas. La furia había comenzado a apoderarse de él, así que decidió canalizar su poder hacia su katana. Desenvainó a gran velocidad con su mano derecha, mientras que con la otra posaba a Escurri en el suelo. Presa por su propia furia, lanzó un poderoso corte contra la mesa, partiéndola en dos. Estaba muy cabreado, no podía creer que su primo estuviera muerto.
- ¿Jung-Su muerto? ¿Ese idiota pervertido? ¡Jajajaja! – Dijo con una risa sarcástica. – E-Eso es imposible. ¿Verdad? Él no puede haber muerto… Era más fuerte que yo.
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Aquel tipo desenvainaba su arma lentamente, cosa que hizo al guepardo morder un trozo de pizza con una calma sobrehumana. Centró su haki de observación todo lo posible en aquel chico que tenía delante de sus ojos y después de unos momentos soltó un suspiro. El queso azul que había en aquella delicia era superior a sus expectativas y estaba pensando en encajarlo en el arroz de alguna forma que pudiese darle un toque mejor. Calentito y derretido podía darle un sabor realmente rico. Eran los pensamientos que el moreno tenía en aquel momento y parecían que no iban a cambiar. Era algo curioso, pero el luchador siempre buscaba sabores nuevos incluso en situaciones tensas como aquella. No creía que aquello fuese a mucho, pero empezaba a pensar que lo mismo tenía que usar sus habilidades. El gusano por su lado no le quitaba ojo de encima al chico, pero permanecía calmado.
Notó la temperatura alzarse a su lado y por ello el luchador prestó más atención. Tomó el plato con la mano derecha y lo alzó. La mesa fue cortada en dos, pero él mantuvo su pizza en un estado impecable. La poca gaseosa de limón que quedaba se quedó tirada en el suelo. Eso provocó que Zero ladease un poco la cabeza. Tal vez la situación no era la correcta y eso lo sabía él e incluso entendía el enfado de aquella persona. Masticó otro pedazo de pizza y después comprobó que el gusano se había subido a la lámpara y miraba de forma seria al tipo que se le había ido la cabeza.
- ¡No te pases, cara bizcocho! – Dijo Deri saltando al lado de Zero y mirando al chico del pelo naranja de forma seria.
El guepardo soltó un suspiro. El gusano era demasiado directo y no tenía paciencia alguna, no toleraba que nadie le molestase ni un pelo. El cazador por su parte se mantuvo calmado mirando la espada de aquella persona. Otra vez las armas de filo. Últimamente conocía a mucha gente que las usaba, pero tampoco le importó mucho. Zero entonces escuchó sus últimas palabras y después le habló con calma.
- Lamento tu pérdida, pero así fue. Murió a mis manos y me arrepiento de mi gilipollez cada día. Pensé que se apartaría cuando tiré el barco que colgaba sobre nosotros, pero la explosión terminó con él. Puedo notar tu enfado y sé que va en mi contra, pero lamentablemente no voy a permitir que me dañes. – Dijo de forma seria mientras entonces fruncía el ceño y una terrible aura morada surgía de su cuerpo. El poder de Zero era terrible para la edad que tenía.
Notó la temperatura alzarse a su lado y por ello el luchador prestó más atención. Tomó el plato con la mano derecha y lo alzó. La mesa fue cortada en dos, pero él mantuvo su pizza en un estado impecable. La poca gaseosa de limón que quedaba se quedó tirada en el suelo. Eso provocó que Zero ladease un poco la cabeza. Tal vez la situación no era la correcta y eso lo sabía él e incluso entendía el enfado de aquella persona. Masticó otro pedazo de pizza y después comprobó que el gusano se había subido a la lámpara y miraba de forma seria al tipo que se le había ido la cabeza.
- ¡No te pases, cara bizcocho! – Dijo Deri saltando al lado de Zero y mirando al chico del pelo naranja de forma seria.
El guepardo soltó un suspiro. El gusano era demasiado directo y no tenía paciencia alguna, no toleraba que nadie le molestase ni un pelo. El cazador por su parte se mantuvo calmado mirando la espada de aquella persona. Otra vez las armas de filo. Últimamente conocía a mucha gente que las usaba, pero tampoco le importó mucho. Zero entonces escuchó sus últimas palabras y después le habló con calma.
- Lamento tu pérdida, pero así fue. Murió a mis manos y me arrepiento de mi gilipollez cada día. Pensé que se apartaría cuando tiré el barco que colgaba sobre nosotros, pero la explosión terminó con él. Puedo notar tu enfado y sé que va en mi contra, pero lamentablemente no voy a permitir que me dañes. – Dijo de forma seria mientras entonces fruncía el ceño y una terrible aura morada surgía de su cuerpo. El poder de Zero era terrible para la edad que tenía.
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