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Después de Sideros me encontraba sin división, la mía había desaparecido, muchos de los miembros habían cambiado o estaban desaparecidos. Como recluta raso al servicio de cualquiera de los superiores que nos requiriera para sus destacamentos se estaba bien, pero buscaba algo más especializado, algo donde poder destacar más. como estaba ahora destacaba entre mis compañeros, pero jamás llegaría a la élite si no conseguí unirme a combatientes fuertes y más entrenados, a alguna de esas divisiones especiales. Mi último encargo había llegado de manos de un mensajero muy jovencito, tanto que no estaba segura de que formara parte de la marina aún.
“Diríjase a Kabushi y espere ordenes, una superior se reunirá allí con usted con las instrucciones. Esta es una gran oportunidad para usted, mantenga la calma y cumpla con su objetivo, estaremos al tanto de todo lo que suceda en la isla, buena suerte.”
Al fin, una misión que parecía importante, y con algo de rango alto. Estaba nerviosa, mi última superior no tenía demasiado rango, y el vice-almirante Danio parecía una excepción dentro de lo que es la jerarquía de la marina, aunque no era precisamente alguien al que me gustaría molestar tras verlo actuar en la Atlántida.
Recogí mi macuto del baúl y salí hacia el puerto para coger el buque marine que me llevaría hasta la isla de los escarabajos. No estaba lejos de mi isla natal, y habíamos escuchado historias acerca de ella, ahora podría comprobar la veracidad de las mismas. Aunque siendo una misión importante lo mismo hasta era cierto que estaba dominada por animales gigantes y gente que los dominaba. Aunque el mayor interés era su trato a la madera, algo digno de ver sin lugar a dudas si las historias eran verdad.
“Diríjase a Kabushi y espere ordenes, una superior se reunirá allí con usted con las instrucciones. Esta es una gran oportunidad para usted, mantenga la calma y cumpla con su objetivo, estaremos al tanto de todo lo que suceda en la isla, buena suerte.”
Al fin, una misión que parecía importante, y con algo de rango alto. Estaba nerviosa, mi última superior no tenía demasiado rango, y el vice-almirante Danio parecía una excepción dentro de lo que es la jerarquía de la marina, aunque no era precisamente alguien al que me gustaría molestar tras verlo actuar en la Atlántida.
Recogí mi macuto del baúl y salí hacia el puerto para coger el buque marine que me llevaría hasta la isla de los escarabajos. No estaba lejos de mi isla natal, y habíamos escuchado historias acerca de ella, ahora podría comprobar la veracidad de las mismas. Aunque siendo una misión importante lo mismo hasta era cierto que estaba dominada por animales gigantes y gente que los dominaba. Aunque el mayor interés era su trato a la madera, algo digno de ver sin lugar a dudas si las historias eran verdad.
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Un bostezo se escapó de la boca de la joven. Hikaru miraba el mar desde el muelle, sentada y con los ojos entrecerrados por el aburrimiento. Había estado hacía unos minutos en el interior de aquella isla con un tal Alphonse y ya se había liado de narices. No creía que pudiese pasar nada más raro en el día que ya llevaba. Soltó un increíble bostezo mucho mayor que el anterior y después se rascó un poco la barbilla. Estaba claro que ahora tendría que esperar a una persona que le habían dicho que iba hacia allá. Estaba totalmente sola en el puerto, con las piernas en el agua y la mirada perdida.
La chica vestía con una camiseta negra enorme, la cual le quedaba muy grande. Unos pantalones cortes que le llegaban a las rodillas y unas sandalias de madera. En su espalda podía verse una mochila marrón y en su cintura las vainas de sus espadas. No sabía dónde podían estar sus hombres. El barco ya no estaba y Keith a saber dónde se había metido. Kaori traicionó la banda sin motivo y Katharina estaría ocupada con sus cosas. Todo estaba volviéndose realmente aburrido para la chica que se hallaba allí sentada mirando al mar. A lo mejor podía ponerse a pescar.
Entonces cayó en la cuenta de que no tenía caña alguna y eso la hizo desesperarse. Lo siguiente que hizo fue abrir su mochila y sacar un papel plateado que empezó a desliar despacio. No tardó mucho en sacar un bocadillo que parecía tener dentro albóndigas con tomate y un poco de atún. Se relamió despacio ante la idea de saborearlo como nunca y clavó sus dientes en él. Era increíblemente bueno y por ello soltó un pequeño gemidito de gusto. Tal vez debía comprar más de aquellas cosas para continuar siendo la marine más feliz del mundo.
- ¡Delicioso!
Gritó entonces con ilusión. Estaba clarísimo que pronto llegaría el barco para recogerla y traer a la marine con la que tenía una especie de cita por así decirlo. Estaba un poco nerviosa, pero entonces decidió relajarse y tomó un poco de aire. Se relamió despacio y miró al frente con calma y tranquilidad. Finalmente pudo ver el navío acercarse.
La chica vestía con una camiseta negra enorme, la cual le quedaba muy grande. Unos pantalones cortes que le llegaban a las rodillas y unas sandalias de madera. En su espalda podía verse una mochila marrón y en su cintura las vainas de sus espadas. No sabía dónde podían estar sus hombres. El barco ya no estaba y Keith a saber dónde se había metido. Kaori traicionó la banda sin motivo y Katharina estaría ocupada con sus cosas. Todo estaba volviéndose realmente aburrido para la chica que se hallaba allí sentada mirando al mar. A lo mejor podía ponerse a pescar.
Entonces cayó en la cuenta de que no tenía caña alguna y eso la hizo desesperarse. Lo siguiente que hizo fue abrir su mochila y sacar un papel plateado que empezó a desliar despacio. No tardó mucho en sacar un bocadillo que parecía tener dentro albóndigas con tomate y un poco de atún. Se relamió despacio ante la idea de saborearlo como nunca y clavó sus dientes en él. Era increíblemente bueno y por ello soltó un pequeño gemidito de gusto. Tal vez debía comprar más de aquellas cosas para continuar siendo la marine más feliz del mundo.
- ¡Delicioso!
Gritó entonces con ilusión. Estaba clarísimo que pronto llegaría el barco para recogerla y traer a la marine con la que tenía una especie de cita por así decirlo. Estaba un poco nerviosa, pero entonces decidió relajarse y tomó un poco de aire. Se relamió despacio y miró al frente con calma y tranquilidad. Finalmente pudo ver el navío acercarse.
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El barco estaba a punto de atracar en aquella isla, se veía tan misteriosa como esperaba desde el principio, pero la decepciono mucho ver solo una persona en el puerto sentada. Las leyendas hablaban de grandes artesanos en esa isla, pero su visión era de un lugar desierto, a excepción de la que debía ser su superior. ¿Acaso de aquello iba la misión?, un pueblo entero desaparecido, o quizás fuese un secuestro a gran escala. Las posibilidades empezaron a arremolinarse en su cabeza, junto con montones de datos acerca de esos escenarios de los libros que estrategia. Solo saco una cosa clara, si era algo de rehenes la cosa sería muy jodida.
Mientras el barco atracaba baje por mis armas y mochila. Para cuando el barco terminó de moverse y los marines empezaron a colocar la pasarela ya estaba lista para ser la primera en bajar a tierra y dirigirme hacía la chica del muelle, que parecía estar degustando algún tipo de comida. En cuanto estuve a su lado le hice el saludo militar y comencé a hablar.
-Me llamo Corinna señora, es un placer estar a sus órdenes para lo que disponga. Debo decir que es un honor trabajar con alguien de su graduación. - Había hecho los deberes y me había enterado del rango de la joven que tenía delante. – Si pudiera decirme de que trata nuestra asignación estaría más que agradecida señora. – Le dije poniendo las manos enlazadas en la espalda, justo por debajo de la mochila y entre el escudo que descansaba en mi espalda y la misma.
La actividad del puerto aumento un poco con la llegada del buque de la marina, pero quedaba muy lejos de la que se podía esperar de un puerto de aquel tamaño, incluso con la actividad del puerto destinado a extranjeros de la Atlántida, que era mucho menor en tamaño y en tránsito debido a nuestro semi-aislamiento del exterior.
Mientras el barco atracaba baje por mis armas y mochila. Para cuando el barco terminó de moverse y los marines empezaron a colocar la pasarela ya estaba lista para ser la primera en bajar a tierra y dirigirme hacía la chica del muelle, que parecía estar degustando algún tipo de comida. En cuanto estuve a su lado le hice el saludo militar y comencé a hablar.
-Me llamo Corinna señora, es un placer estar a sus órdenes para lo que disponga. Debo decir que es un honor trabajar con alguien de su graduación. - Había hecho los deberes y me había enterado del rango de la joven que tenía delante. – Si pudiera decirme de que trata nuestra asignación estaría más que agradecida señora. – Le dije poniendo las manos enlazadas en la espalda, justo por debajo de la mochila y entre el escudo que descansaba en mi espalda y la misma.
La actividad del puerto aumento un poco con la llegada del buque de la marina, pero quedaba muy lejos de la que se podía esperar de un puerto de aquel tamaño, incluso con la actividad del puerto destinado a extranjeros de la Atlántida, que era mucho menor en tamaño y en tránsito debido a nuestro semi-aislamiento del exterior.
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Una gotita de sudor bajó por la cabeza de la rubia cuando escuchó las palabras de aquella marine que se había presentado frente a sus ojos. La estaba llamando señora y eso hizo que la pobre espadachín abriera la boca un poco más de lo normal. No tenía ni veinte años y aquella forma de llamarla la hacía sentir una de las personas más viejas del mundo. La pobre chica hinchó los mofletes al máximo y después de unos momentos volvió a morder su delicioso bocadillo. El tomate quedó en sus comisuras y después de unos momentos tragó todo el contenido que tenía en la boca.
- No me llames Señora, jooo. Puedes llamarme Hikaru o Kineko. – Dijo de forma animada. El último nombre se lo habían puesto los marines.
Escuchó lo que dijo y entonces quedó un poco confusa. Ella no sabía nada de ninguna misión, pero entonces recordó aquel informe que tenía en la mochila y el cual no había leído. Lo sacó despacio y se puso a mirarlo de arriba abajo con una expresión perezosa. No entendía mucho, pero después de unos momentos se hizo una ligera idea. Soltó de nuevo un bostezo y se colocó en pie despacio. Lo siguiente que hizo fue observar a la chica que tenía delante de sus ojos.
- Según estos informes hay una especie de dúo conocido como “El toro y el caballo” que se dedican al abuso de personas mayores y niños. Se conocen por estos nombres por la musculatura de uno y la velocidad del otro.
En cuanto terminó de decir aquello trató de extender el bocadillo hacia ella para que pudiese comer albóndigas con tomate. Estaban muy ricas y le hacía un poco de ilusión que ella también degustase el rico alimento que acababa de ingerir. Se quedó callada a la espera de ver lo que hacía ella y después le dedicó una sonrisa dulce, como de costumbre solía hacer, pues ella no se ponía seria con nadie que no fuese un asesino en serie o algo así.
- No me llames Señora, jooo. Puedes llamarme Hikaru o Kineko. – Dijo de forma animada. El último nombre se lo habían puesto los marines.
Escuchó lo que dijo y entonces quedó un poco confusa. Ella no sabía nada de ninguna misión, pero entonces recordó aquel informe que tenía en la mochila y el cual no había leído. Lo sacó despacio y se puso a mirarlo de arriba abajo con una expresión perezosa. No entendía mucho, pero después de unos momentos se hizo una ligera idea. Soltó de nuevo un bostezo y se colocó en pie despacio. Lo siguiente que hizo fue observar a la chica que tenía delante de sus ojos.
- Según estos informes hay una especie de dúo conocido como “El toro y el caballo” que se dedican al abuso de personas mayores y niños. Se conocen por estos nombres por la musculatura de uno y la velocidad del otro.
En cuanto terminó de decir aquello trató de extender el bocadillo hacia ella para que pudiese comer albóndigas con tomate. Estaban muy ricas y le hacía un poco de ilusión que ella también degustase el rico alimento que acababa de ingerir. Se quedó callada a la espera de ver lo que hacía ella y después le dedicó una sonrisa dulce, como de costumbre solía hacer, pues ella no se ponía seria con nadie que no fuese un asesino en serie o algo así.
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La marine pareció sentirse ofendida con el apelativo de señora, o al menos le pareció a la recluta que pasaba al verla aumentar el tamaño de sus mofletes. No recordaba que fuera del ámbito militar aquel apelativo se usaba para gente de edad avanzada y no solo para los superiores. Apuntaría esa observación, pero necesitaría más datos en el futuro para poder usar los términos de forma correcta. Aceptó el bocadillo que le tendía su superior, no había comido mucho desde que partieran de la base, en los barcos la comida no era demasiado buena, y en trayectos cortos trataba de evitarla.
Escuchó a la sargento hablarle acerca de los tipos a por los que habían venido. Por suerte no era un secuestro, lo que la hizo que soltara un suspiro de alivio. Le resultaba más fácil pensar la estrategia y cualquier cosa derivada de un enfrentamiento abierto sin civiles que metiendo inocentes de por medio. Aun así, si se dedicaban a abusar de gente, lo más prudente sería ir por ellos cuando no estuvieran cerca de nadie. Esto era por evitar que los usaran de escudo o como carta para escapar de ellas sin ser detenidos. Le dio un bocado al aperitivo que le habían dado.
-Entendido Hikari, si no es indiscreción señora, cual prefiere para usted si debemos pelear, ¿Al caballo o al otro? – Era una pregunta algo boba, pero la respuesta le diría algo del carácter de la sargento y de sus habilidades, si elegía el rápido, significaría que también lo era o que se inclinaba más por la agilidad. De escoger el fuerte, implicaría que estaría más especializada en resistencia o fuerza, al menos eso era lo que pensaba la recluta.
Escuchó a la sargento hablarle acerca de los tipos a por los que habían venido. Por suerte no era un secuestro, lo que la hizo que soltara un suspiro de alivio. Le resultaba más fácil pensar la estrategia y cualquier cosa derivada de un enfrentamiento abierto sin civiles que metiendo inocentes de por medio. Aun así, si se dedicaban a abusar de gente, lo más prudente sería ir por ellos cuando no estuvieran cerca de nadie. Esto era por evitar que los usaran de escudo o como carta para escapar de ellas sin ser detenidos. Le dio un bocado al aperitivo que le habían dado.
-Entendido Hikari, si no es indiscreción señora, cual prefiere para usted si debemos pelear, ¿Al caballo o al otro? – Era una pregunta algo boba, pero la respuesta le diría algo del carácter de la sargento y de sus habilidades, si elegía el rápido, significaría que también lo era o que se inclinaba más por la agilidad. De escoger el fuerte, implicaría que estaría más especializada en resistencia o fuerza, al menos eso era lo que pensaba la recluta.
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- No soy señora, y es Hikaru.
Dijo sonriéndole de forma dulce al ver que se había equivocado con su nombre y había vuelto a llamarla de aquella manera que la hacía sentir vieja. Se quedó pensativa con la pregunta que le hizo sobre a quién prefería y se quedó un poco pensativa. No sabía cómo eran físicamente, pero si se parecían a los animales por los que eran nombrados se hacía una ligera idea. Uno sería un tipo con mala leche y mucha fuerza, mientras que el otro sería quizás un hombre delgado y con mucha velocidad. Entonces si podía elegir tenía muy claro a quien pensaba escoger para entregar.
- Pues si me dejas elegir me quedo con el caballito, de esa forma podré hacer un duelo de velocidad y agilidad con él. – Lo siguiente que hizo fue estirarse un poco y mirar si las fundas de sus espadas.
Estaba algo emocionada, pero después de unos momentos se dio cuenta de que todo iba a terminar en violencia. Entonces volvió a suspirar de nuevo mientras pensaba en algunas cosas. Se rascó un poco la cabeza y acto seguido miró a la chica que tenía delante de sus ojos.
- En Inmortals no es ilegal matar al enemigo, pero yo agradecería muchísimo que no se hiciera, pues odio las muertes innecesarias. Cosa que la segunda al mando no suele respetar, pero bueno. No todo el mundo es perfecto.
Dijo la rubia mientras empezaba a caminar hacia el interior de la isla de nuevo. Ya se la conocía de memoria y eso era debido a que había estado horas antes dando vueltas. Había visto madera e insectos y poco más. También estuvo contemplando a locos con cámaras decir que las películas eran hermosas y tonterías de ese estilo. Ella entonces empezó a sentir una pereza enorme y sintió ganas de dormir.
- Echarse una siesta debe ser algo no muy bueno ahora, pero supongo que después de la misión podemos hacer guerras de almohadas.
Dijo sonriéndole de forma dulce al ver que se había equivocado con su nombre y había vuelto a llamarla de aquella manera que la hacía sentir vieja. Se quedó pensativa con la pregunta que le hizo sobre a quién prefería y se quedó un poco pensativa. No sabía cómo eran físicamente, pero si se parecían a los animales por los que eran nombrados se hacía una ligera idea. Uno sería un tipo con mala leche y mucha fuerza, mientras que el otro sería quizás un hombre delgado y con mucha velocidad. Entonces si podía elegir tenía muy claro a quien pensaba escoger para entregar.
- Pues si me dejas elegir me quedo con el caballito, de esa forma podré hacer un duelo de velocidad y agilidad con él. – Lo siguiente que hizo fue estirarse un poco y mirar si las fundas de sus espadas.
Estaba algo emocionada, pero después de unos momentos se dio cuenta de que todo iba a terminar en violencia. Entonces volvió a suspirar de nuevo mientras pensaba en algunas cosas. Se rascó un poco la cabeza y acto seguido miró a la chica que tenía delante de sus ojos.
- En Inmortals no es ilegal matar al enemigo, pero yo agradecería muchísimo que no se hiciera, pues odio las muertes innecesarias. Cosa que la segunda al mando no suele respetar, pero bueno. No todo el mundo es perfecto.
Dijo la rubia mientras empezaba a caminar hacia el interior de la isla de nuevo. Ya se la conocía de memoria y eso era debido a que había estado horas antes dando vueltas. Había visto madera e insectos y poco más. También estuvo contemplando a locos con cámaras decir que las películas eran hermosas y tonterías de ese estilo. Ella entonces empezó a sentir una pereza enorme y sintió ganas de dormir.
- Echarse una siesta debe ser algo no muy bueno ahora, pero supongo que después de la misión podemos hacer guerras de almohadas.
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-Perdóneme Hikaru, es la falta de costumbre. No suelo fallar con los nombres nuevos. – Era raro en ella fallar en esas cosas, puede que los nervios ante esta misión le pasaran una mala jugada, debía concentrarse antes de seguir, un error en combate podía ser fatal. Tras esta disculpa escucho decir a la marine que prefería el caballo y los motivos, que parecían coincidir con los que ella tenía en mente. – Inmortals imagino que será su división, actualmente no pertenezco a ninguna, la anterior se desintegró tras la guerra de Sideros y desde entonces ayudo en misiones a las divisiones importantes. - Le dije tras escuchar lo de la división, matar a un enemigo nunca le había importado demasiado siempre que estuviera armada y no se rindiera, pero si la sargento prefería que vivieran, lo intentaría con todas sus fuerzas. – Entendido Hikaru, trataré de que sobreviva mi adversario.
Camino detrás de la chica esperando que ella supiera a donde se dirigían, pues no se conocía la isla, aunque estar rodeada de tantos arboles le gustaba, cierto sentimiento de pena la invadía, Hypolita estaba en la Atlántida esperándola, no la había traído por temor a que uno de esos escarabajos gigantes de los que tanto se hablaba se la pudiera comer. El sitio era ideal para entrenar con la madera, aunque aún no podía controlar ni nada la natural.
-¿Qué son las guerras de almohadas? ¿Algún tipo de mote puesto a alguna antigua guerra? Tampoco entiendo su relación con la siesta. -Terminé diciendo ante el comentario de la Marine.
Camino detrás de la chica esperando que ella supiera a donde se dirigían, pues no se conocía la isla, aunque estar rodeada de tantos arboles le gustaba, cierto sentimiento de pena la invadía, Hypolita estaba en la Atlántida esperándola, no la había traído por temor a que uno de esos escarabajos gigantes de los que tanto se hablaba se la pudiera comer. El sitio era ideal para entrenar con la madera, aunque aún no podía controlar ni nada la natural.
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La joven caminaba tranquilamente con una enorme sonrisa en su rostro. Silbaba esperando encontrar a aquellos tipos, pero esta vez estaba dirigiéndose por un camino algo más raro. Sabía que por la dirección del pueblo no había nada, pues venía casualmente de allí. Había oído de un bosque algo más oscuro por las inmediaciones y por allí podrían tener mejores oportunidades de encontrar a sus enemigos. El caballo y el toro, no dejaba de sacarse sus nombres de la cabeza y llegó a imaginarse si había un pato o un cerdo también. Entonces escuchó las palabras de su acompañante y le dedicó una sonrisa amigable mientras levantaba el pulgar en alto.
- ¡Puedes venirte con nosotros! ¡Hehehehehe!
Una invitación un poco rara, pero Hikaru era directa y feliz al mismo tiempo y eso también lo mostraba en su forma de hablar a los demás. Se preguntó si ella de verdad desconocía las guerras de almohadas y por ello se quedó un poco pensativa. Se rascó la cabeza y entonces buscó una manera rápida para decírselo. La más simple que podía.
- Donde ponemos la cabeza para dormir, eso son las almohadas o cojines. Pues ambas debemos estar con poca ropa y darnos golpes suaves con ellas mientras reímos. – Trató de decir lo mejor posible mientras mostraba una sonrisa dulce.
Continuó avanzando mientras observa el paisaje, el cual se hacía más oscuro. Los árboles cambiaban sus hojas verdosas por unas más oscuras y el agua de los riachuelos pasó de ser limpia a algo más oscura. Era como si estuviesen entrando en una parte del bosque algo más siniestra. Ella continuó sonriendo y no tardó mucho en ver un poco de humo, como si estuviesen haciendo una hoguera en pleno día. Se extrañó un poco y se quedó mirando a la otra chica.
- Tampoco hace tanto frío…
- ¡Puedes venirte con nosotros! ¡Hehehehehe!
Una invitación un poco rara, pero Hikaru era directa y feliz al mismo tiempo y eso también lo mostraba en su forma de hablar a los demás. Se preguntó si ella de verdad desconocía las guerras de almohadas y por ello se quedó un poco pensativa. Se rascó la cabeza y entonces buscó una manera rápida para decírselo. La más simple que podía.
- Donde ponemos la cabeza para dormir, eso son las almohadas o cojines. Pues ambas debemos estar con poca ropa y darnos golpes suaves con ellas mientras reímos. – Trató de decir lo mejor posible mientras mostraba una sonrisa dulce.
Continuó avanzando mientras observa el paisaje, el cual se hacía más oscuro. Los árboles cambiaban sus hojas verdosas por unas más oscuras y el agua de los riachuelos pasó de ser limpia a algo más oscura. Era como si estuviesen entrando en una parte del bosque algo más siniestra. Ella continuó sonriendo y no tardó mucho en ver un poco de humo, como si estuviesen haciendo una hoguera en pleno día. Se extrañó un poco y se quedó mirando a la otra chica.
- Tampoco hace tanto frío…
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¿Me acababa de invitar a una división así por sí? Aquella chica era muy diferente a todo lo que había encontrado hasta ese momento. Más allá de eso, era diferente a todo lo que tenía en mente que fueran las fuerzas militares de cualquier lugar. Incluso sus ideas para hacer en el tiempo libre lo eran. Puede que todo aquello fuera una prueba para ver mis aptitudes, o como reaccionaba ante tales comportamientos, pero al ser mi superior tampoco podía hacer demasiado.
Me sorprendió la explicación de la “pelea de almohadas”, sin duda ya sabía de antes que era una almohada no era una troglodita, pero el concepto de esa pelea amistosa me intrigaba. Que la gente se juntara con poca ropa, ese objeto para dormir y luego se pusieran a darse golpes suaves con los mismos era algo que no llegaba a entender demasiado bien. ¿Era algo así como una especie de ritual social? ¿Era un entrenamiento ligero disimulado? En cualquier caso, lo mejor para saberlo sería aceptar la invitación y probarlo.
El paisaje fue cambiando según avanzamos, todo se volvía más oscuro cuanto más nos adentrábamos en el bosque y más cerrado se volvía el mismo. No tendríamos problemas por la luz hasta que anocheciera, pero era curioso ver cuanto podía reducirse cuanto más tupidas eran las copas de los árboles. La sargento me comentó algo acerca de no hacer tanto frio, tarde unos segundos en saber a qué se refería. Al frente, el humo hacía acto de presencia, lo cual sin duda era algo extraño, a menos que estuvieran cocinando.
-Puede ser un campamento Hikaru, he visto humos parecidos en la Atlántida cuando se asaban grandes animales para los festejos. Es posible que se trate del campamento de los hombres que buscamos, o puede ser un campamento de simples cazadores. ¿Qué quieres que hagamos, salida frontal u observación de la situación?
Me sorprendió la explicación de la “pelea de almohadas”, sin duda ya sabía de antes que era una almohada no era una troglodita, pero el concepto de esa pelea amistosa me intrigaba. Que la gente se juntara con poca ropa, ese objeto para dormir y luego se pusieran a darse golpes suaves con los mismos era algo que no llegaba a entender demasiado bien. ¿Era algo así como una especie de ritual social? ¿Era un entrenamiento ligero disimulado? En cualquier caso, lo mejor para saberlo sería aceptar la invitación y probarlo.
El paisaje fue cambiando según avanzamos, todo se volvía más oscuro cuanto más nos adentrábamos en el bosque y más cerrado se volvía el mismo. No tendríamos problemas por la luz hasta que anocheciera, pero era curioso ver cuanto podía reducirse cuanto más tupidas eran las copas de los árboles. La sargento me comentó algo acerca de no hacer tanto frio, tarde unos segundos en saber a qué se refería. Al frente, el humo hacía acto de presencia, lo cual sin duda era algo extraño, a menos que estuvieran cocinando.
-Puede ser un campamento Hikaru, he visto humos parecidos en la Atlántida cuando se asaban grandes animales para los festejos. Es posible que se trate del campamento de los hombres que buscamos, o puede ser un campamento de simples cazadores. ¿Qué quieres que hagamos, salida frontal u observación de la situación?
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Hikaru asintió a las palabras de su compañera y con un gesto de la cabeza le ordenó que la siguiera. La joven empezó a trotar un poco mientras mantenía una sonrisa amable en todo momento. El lugar parecía bastante tétrico a decir verdad, pero tampoco es que la molestase mucho. El agua cada vez tomaba un color raro, como rojizo… Aquello hizo que la joven ladease la cabeza y aumentase el ritmo un poco más. Un olor raro apareció en el ambiente, como de carne chamuscada. No tardó mucho en llegar a la zona donde estaba el fuego. Cuando vio aquello se frenó en seco y abrió los ojos como platos.
Los hombres conocidos como el toro y el caballo estaban sentados en un par de sillas. En el fuego había dos ancianos atravesados con lanzas y medio quemados ya. En el suelo una pila de unos doce cadáveres, entre ellos algunos niños. El río de aquella zona estaba lleno de animales muertos. Aquellos dos hombres eran un tipo rubio de dos metros, fornido y con unos cuernos de acero pegados a su cráneo, mientras que el otro era delgado, con melena larga azulada y ojos marrones. Ambos vestían con dos corazas negras. La joven no podía creerse lo que estaba viendo, aquellas personas inocentes asesinadas de aquella forma.
- Por qué… Por… ¡¿Por qué tanta crueldad?!
Gritó entonces con los ojos un poco humedecidos y temblando un poco. Sentía miedo, no por ellos, pero por las reacciones de las familias de aquella gente. Los dos hombres se giraron mirando a las dos marines y no tardaron en tomar sus armas entre risas. La rubia empezó a apretar los puños mosqueada y desenvainó sus dos katanas especiales al mismo tiempo. Una emitía un aura helada y la otra llamas blancas que parecían estar a altas temperaturas.
- No soy una asesina como vosotros… No voy a mataros… ¡Pero os vais a pudrir en la cárcel! – Gritó de nuevo con algunas lágrimas resbalando por sus mejillas.
Eran unos auténticos cabrones. Ella odiaba las muertes y no soportaba ver las consecuencias que ellas atraían. Aquella masacre hizo a la joven sentir algo más de odio por los criminales. Tuvo que pegarse un poco a su compañera para sentir su tacto y no olvidarse que no estaba sola.
Los hombres conocidos como el toro y el caballo estaban sentados en un par de sillas. En el fuego había dos ancianos atravesados con lanzas y medio quemados ya. En el suelo una pila de unos doce cadáveres, entre ellos algunos niños. El río de aquella zona estaba lleno de animales muertos. Aquellos dos hombres eran un tipo rubio de dos metros, fornido y con unos cuernos de acero pegados a su cráneo, mientras que el otro era delgado, con melena larga azulada y ojos marrones. Ambos vestían con dos corazas negras. La joven no podía creerse lo que estaba viendo, aquellas personas inocentes asesinadas de aquella forma.
- Por qué… Por… ¡¿Por qué tanta crueldad?!
Gritó entonces con los ojos un poco humedecidos y temblando un poco. Sentía miedo, no por ellos, pero por las reacciones de las familias de aquella gente. Los dos hombres se giraron mirando a las dos marines y no tardaron en tomar sus armas entre risas. La rubia empezó a apretar los puños mosqueada y desenvainó sus dos katanas especiales al mismo tiempo. Una emitía un aura helada y la otra llamas blancas que parecían estar a altas temperaturas.
- No soy una asesina como vosotros… No voy a mataros… ¡Pero os vais a pudrir en la cárcel! – Gritó de nuevo con algunas lágrimas resbalando por sus mejillas.
Eran unos auténticos cabrones. Ella odiaba las muertes y no soportaba ver las consecuencias que ellas atraían. Aquella masacre hizo a la joven sentir algo más de odio por los criminales. Tuvo que pegarse un poco a su compañera para sentir su tacto y no olvidarse que no estaba sola.
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Aquello cada vez tenía peor pinta, el agua estaba teñida de sangre y muerte, algo que no había visto desde la última incursión pirata al bosque de la isla. Mataron a media aldea sin contar la cantidad de animales de granja que murieron por la sed de destrucción de unos pocos. Los ríos estuvieron teñidos de rojo durante varias semanas ras la matanza. Lo que ahora olía y veía me transportaba a aquel lugar, pero no parecía tener la misma magnitud. Una ira antigua comenzó a surgir dentro de mí, algo que sería difícil de controlar si aquello resultaba ser algo similar.
En efecto, la escena era grotesca, casi tanto o más que la de mi memoria. Al menos los otros tenían una motivación, estos dos tipos habían matado por gusto, los animales se pudrían en la orilla del rio, los aldeanos se amontonaban cerca del fuego, y lo que parecían dos ancianos se tostaban al fuego como si fueran jabalíes. Una arcada subió por mi garganta ante la escena. Como podían comerse a humanos, aquello no era casi ni natural, y menos a niños.
-Hikaru, no puedo prometer que mi oponente salga con vida, y menos tras ver esto. – Acerté a decir a la sargento. Estaba controlando bastante bien la ira que me recorría hasta que comenzaron a reírse como posesos. – Discúlpame, ya le contaré más adelante los motivos sargento, pero ese hombre no sobrevivirá a hoy.
Apenas había terminado de decir aquella frase cuando lancé la lanza contra el que debía ser el caballo. A continuación, generé otra lanza en la mano y salí corriendo directa a por ese hombre, me daba igual haberle dado o no, solo quería distraerle y dejar el arma cerca suyo. Pronto dejaría de reírse atravesado por multitud de lanzas o espinas de madera.
En efecto, la escena era grotesca, casi tanto o más que la de mi memoria. Al menos los otros tenían una motivación, estos dos tipos habían matado por gusto, los animales se pudrían en la orilla del rio, los aldeanos se amontonaban cerca del fuego, y lo que parecían dos ancianos se tostaban al fuego como si fueran jabalíes. Una arcada subió por mi garganta ante la escena. Como podían comerse a humanos, aquello no era casi ni natural, y menos a niños.
-Hikaru, no puedo prometer que mi oponente salga con vida, y menos tras ver esto. – Acerté a decir a la sargento. Estaba controlando bastante bien la ira que me recorría hasta que comenzaron a reírse como posesos. – Discúlpame, ya le contaré más adelante los motivos sargento, pero ese hombre no sobrevivirá a hoy.
Apenas había terminado de decir aquella frase cuando lancé la lanza contra el que debía ser el caballo. A continuación, generé otra lanza en la mano y salí corriendo directa a por ese hombre, me daba igual haberle dado o no, solo quería distraerle y dejar el arma cerca suyo. Pronto dejaría de reírse atravesado por multitud de lanzas o espinas de madera.
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Corinna finalmente fue por el caballo en lugar del toro como habían dicho, a ella le tocaba la bestia. Ella mencionó que iba a ir a matar y por ello la rubia miró a otro lado un poco seria. No quería que hubiese muertes, pero no podía obligar a nadie a no hacerlas. Chasqueó la lengua y miró de forma seria a su objetivo. Alzó ambas espadas esperando a que aquel tipo fuese por ella. El enorme rubio con cuernos en el cráneo portaba una especie de martillo de batalla redondo. Corrió a por la chica mientras soltaba amenazas varias. Ella se mantuvo quieta y en el último momento se desplazó hacia un lado evitando el golpe y lanzó un recto y único corte con Surha. La espada atravesó su brazo y además le quemó. El tipo soltó un grito de dolor y después de aquello impactó su puño en la joven.
La marine salió disparada hacia la orilla del río y quedó allí tirada con los ojos cerrados. Le dolía bastante el pecho por el impacto y se retorció un poco mientras jadeaba. Tener los senos tan grandes era a veces una desventaja. El tipo pareció sentir el efecto también, pero en menor medida. Ella misma había reducido los daños gracias al poder de su fruta. Se colocó en pie despacio y observó a aquella persona acercarse de nuevo a ella. Con un rápido movimiento alzó la espada y lanzó un corte ascendente, el cual cortó uno de los cuernos de aquel tipo. El ceño del rubio se frunció y entonces la tomó del cuello con su mano. La joven notó su respiración cortarse de golpe y empezó a mover las piernas con algo de miedo. Estaba ahogándose, reaccionó a tiempo y con Ucher cortó el brazo entero de su objetivo.
Mientras que él cayó de espaldas al suelo empezando a gritar, ella tosió en el suelo mientras jadeaba un poco. Miró al toro, el cual parecía mosqueado. Un aura de llamas rodeó aquel tipo, el cual rugió con fuerza y empezó a aumentar la musculatura de su cuerpo. Las técnicas de canalización era un incordio, pero ella también tenía. Entrecerró los ojos despacio y alzó ambas espadas mientras tomaba aire. Miró de reojo si a su compañera le estaba yendo bien el combate. Después clavó su mirada en la de aquel criminal rubio de gran tamaño y frunció el ceño.
- Esto no va a durar mucho más, te venceré en mi siguiente movimiento.
Dijo ella mientras entrecerraba los ojos y pensaba en su técnica secreta. No la había usado por el momento, pero llegaba el momento de estrenarla con aquella persona que tenía delante de sus ojos. Se tomó con calma la canalización y esperó unos segundos.
La marine salió disparada hacia la orilla del río y quedó allí tirada con los ojos cerrados. Le dolía bastante el pecho por el impacto y se retorció un poco mientras jadeaba. Tener los senos tan grandes era a veces una desventaja. El tipo pareció sentir el efecto también, pero en menor medida. Ella misma había reducido los daños gracias al poder de su fruta. Se colocó en pie despacio y observó a aquella persona acercarse de nuevo a ella. Con un rápido movimiento alzó la espada y lanzó un corte ascendente, el cual cortó uno de los cuernos de aquel tipo. El ceño del rubio se frunció y entonces la tomó del cuello con su mano. La joven notó su respiración cortarse de golpe y empezó a mover las piernas con algo de miedo. Estaba ahogándose, reaccionó a tiempo y con Ucher cortó el brazo entero de su objetivo.
Mientras que él cayó de espaldas al suelo empezando a gritar, ella tosió en el suelo mientras jadeaba un poco. Miró al toro, el cual parecía mosqueado. Un aura de llamas rodeó aquel tipo, el cual rugió con fuerza y empezó a aumentar la musculatura de su cuerpo. Las técnicas de canalización era un incordio, pero ella también tenía. Entrecerró los ojos despacio y alzó ambas espadas mientras tomaba aire. Miró de reojo si a su compañera le estaba yendo bien el combate. Después clavó su mirada en la de aquel criminal rubio de gran tamaño y frunció el ceño.
- Esto no va a durar mucho más, te venceré en mi siguiente movimiento.
Dijo ella mientras entrecerraba los ojos y pensaba en su técnica secreta. No la había usado por el momento, pero llegaba el momento de estrenarla con aquella persona que tenía delante de sus ojos. Se tomó con calma la canalización y esperó unos segundos.
Corinna Athenais
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Como esperaba esquivó la lanza con facilidad, clavándose la misma unos metros por detrás del Caballo. Poniendo delante de mí el escudo, como había aprendido durante la instrucción lancé una estocada con mi arma hacía delante. Trataría de acosarlo con estos movimientos de lanza para que retrocediera hasta la posición de la otra lanza. Mi plan tenía un defecto, no había previsto que fuera un hombre tan ágil. Parecía esquivar todos mis ataques sin apenas esfuerzo, además de sin moverse un solo centímetro de donde se encontraba. Aquel tipo seguía sin parar de reírse, y eso cada vez me enfurecía más y más.
Tenía que hacer algo diferente, algo que no esperara. En ese momento me fije en algo, su patrón para esquivar parecía ser el mismo, y se me encendió la bombilla. En el siguiente ataque con la lanza usaría el escudo como arma también, dirigiendo el mismo hacía donde ese tipo había esquivado anteriormente. La idea resultó, el impacto con el escudo le pilló desprevenido y calló de bruces contra el suelo. Aún estaba lejos del arma que había lanzado así que lo acose con más ataques para que tuviera que retroceder. Podía haber usado la técnica con el golpe del escudo, pero no había querido arriesgarme.
En cuanto lancé el primer ataque el malhechor dio un salto hacia atrás, parecía que lo había vuelto a subestimar, aunque el a mí también pues quedo encima de la lanza. No conforme con eso, y haciendo alarde de una chulería impresionante la cogió y apunto hacía mí. Ese error le costaría mucho, incluso puede que la vida. Intentó repetir los ataques que yo le había lanzado a él, pero con torpeza, aunque mucho más rápidos y fuertes que los míos. En una pausa de las defensas con el escudo hice salir estacas de un metro de la lanza que portaba aquel monstruo. Varias de ellas consiguieron atravesar el costado del hombre, que grito de dolor a la vez que separaba el arma, arrancándose las espinas.
No estaba muerto, y parecía que ahora él estaba más furioso que yo y no se daría por vencido. Por lo que tendría que seguir combatiendo. Su heridas parecían bastante graves y no era probable que aguantara mucho más en el combate.
Tenía que hacer algo diferente, algo que no esperara. En ese momento me fije en algo, su patrón para esquivar parecía ser el mismo, y se me encendió la bombilla. En el siguiente ataque con la lanza usaría el escudo como arma también, dirigiendo el mismo hacía donde ese tipo había esquivado anteriormente. La idea resultó, el impacto con el escudo le pilló desprevenido y calló de bruces contra el suelo. Aún estaba lejos del arma que había lanzado así que lo acose con más ataques para que tuviera que retroceder. Podía haber usado la técnica con el golpe del escudo, pero no había querido arriesgarme.
En cuanto lancé el primer ataque el malhechor dio un salto hacia atrás, parecía que lo había vuelto a subestimar, aunque el a mí también pues quedo encima de la lanza. No conforme con eso, y haciendo alarde de una chulería impresionante la cogió y apunto hacía mí. Ese error le costaría mucho, incluso puede que la vida. Intentó repetir los ataques que yo le había lanzado a él, pero con torpeza, aunque mucho más rápidos y fuertes que los míos. En una pausa de las defensas con el escudo hice salir estacas de un metro de la lanza que portaba aquel monstruo. Varias de ellas consiguieron atravesar el costado del hombre, que grito de dolor a la vez que separaba el arma, arrancándose las espinas.
No estaba muerto, y parecía que ahora él estaba más furioso que yo y no se daría por vencido. Por lo que tendría que seguir combatiendo. Su heridas parecían bastante graves y no era probable que aguantara mucho más en el combate.
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Por fin había canalizado la suficiente energía en su katana Surha. La joven se colocó en pie y miró a su rival de forma seria. Cuando el rubio corrió hacia ella no tardó mucho en empezar a lanzar pinchazos al aire con su katana. Una especie de pétalos surgieron de su arma rumbo a aquel imbécil. Fueron un total de cinco. Dos impactaron en sus rodillas, otro en el pecho y los dos últimas en la mano derecha del toro. El arma del criminal cayó al suelo y ella aprovechó. Salió disparada hacia su oponente y una vez a su lado le lanzó un golpe al rostro. Le pegó con la zona ancha en toda la boca y lo tiró de espaldas al suelo.
- ¡Se terminó!
La rubia le empezó a dar golpes con la hoja de su arma hasta que le quitó el casco a la fuerza. Tras ver que dejó de moverse comprobó que estaba vivo y así era. Lo había dejado inconsciente. La marine clavó una rodilla en el suelo y lo siguiente que hizo fue llamar a la marina. En cuanto informó de lo ocurrido en apenas nueve segundos, la chica trotó hasta donde estaban luchando la otra chica y el tipo conocido como el caballo. Tragó saliva al ver las estacas de madera, aquella técnica había sido increíble. Entonces permaneció cerca, pero sin meterse. Ocultó su espada en la funda y después miró a su compañera.
- ¿Necesitas ayuda?
Sabía del honor que tenían algunas personas y lo último que quería era ofenderla a ella, que le caía bastante bien. Se mantuvo callada en cuando dijo aquello y llevó su mirada hacia el criminal. No tenía compasión con ellos dos, pero no había matado nunca y no pensaba hacerlo esa vez. No era necesario y mientras la vida de Corinna no peligrase, ella no iba a atravesar a nadie con su espada. Se mantuvo calmada unos instantes y se quedó cada vez más cerca. Evitaría permanecer muy pegada a la batalla. Como mucho unos cuatro metros estaría bien. Deseaba seguir viendo las habilidades de aquella chica con lanza que estaba siendo su acompañante.
- ¡Se terminó!
La rubia le empezó a dar golpes con la hoja de su arma hasta que le quitó el casco a la fuerza. Tras ver que dejó de moverse comprobó que estaba vivo y así era. Lo había dejado inconsciente. La marine clavó una rodilla en el suelo y lo siguiente que hizo fue llamar a la marina. En cuanto informó de lo ocurrido en apenas nueve segundos, la chica trotó hasta donde estaban luchando la otra chica y el tipo conocido como el caballo. Tragó saliva al ver las estacas de madera, aquella técnica había sido increíble. Entonces permaneció cerca, pero sin meterse. Ocultó su espada en la funda y después miró a su compañera.
- ¿Necesitas ayuda?
Sabía del honor que tenían algunas personas y lo último que quería era ofenderla a ella, que le caía bastante bien. Se mantuvo callada en cuando dijo aquello y llevó su mirada hacia el criminal. No tenía compasión con ellos dos, pero no había matado nunca y no pensaba hacerlo esa vez. No era necesario y mientras la vida de Corinna no peligrase, ella no iba a atravesar a nadie con su espada. Se mantuvo calmada unos instantes y se quedó cada vez más cerca. Evitaría permanecer muy pegada a la batalla. Como mucho unos cuatro metros estaría bien. Deseaba seguir viendo las habilidades de aquella chica con lanza que estaba siendo su acompañante.
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El hombre tosió algo de sangre, eso era bueno, significaba que no podía quedarle mucho y que se seguía con la lucha era muy probable que muriera por el esfuerzo. La verdad, prefería que siguiera y acabar con él yo misma a que se muriera plácidamente desangrado. La otra marine parecía haber acabado ya con su enemigo y me ofrecía ayuda para acabar con el mío. No era necesario, pero era bueno saber que tenía un respaldo en caso de que las cosas se torcieran, así ese malnacido no podría escapar de allí.
-No será necesario, aparentemente ya está acabado, pero mantente atenta por si tiene algún as bajo la manga. – Le dije a mi compañera mientras me aproximaba al enemigo. – tu castigo por todo este mal es la muerte, no puedo perdonarte haber acabado así con la vida de animales y humanos. Más aún, no puedo perdonarte haberlos dejado tirados, pudriéndose y envenenado la naturaleza.
Con esas últimas palabras baje mi lanza en dirección al pecho de mi adversario. Este se alejó saltando hacía atrás mientras volvía a toser sangre. Parecía no querer rendirse como había esperado. Levantó la cabeza mientras se rodeaba de un aura anaranjada y comenzó a correr contra mí. Era probable que fuera una técnica fuerte, por lo que usé el muro de madera, sacando por la abertura que tenía el mismo la lanza. El choque fue bestial, el muro que tenía la resistencia del acero se fragmentó y lanzo pedazos en todas las direcciones, a cambio el caballo estaba ensartado en lanza. Al parecer fue un último ataque suicida, intentado llevarme con él al infierno.
-Lo siento sargento, era algo que debía de hacerse por todo el mal, la muerte y el dolor causado por este hombre. Creo que podemos irnos ya de este lugar de muerte, la seguiré.
-No será necesario, aparentemente ya está acabado, pero mantente atenta por si tiene algún as bajo la manga. – Le dije a mi compañera mientras me aproximaba al enemigo. – tu castigo por todo este mal es la muerte, no puedo perdonarte haber acabado así con la vida de animales y humanos. Más aún, no puedo perdonarte haberlos dejado tirados, pudriéndose y envenenado la naturaleza.
Con esas últimas palabras baje mi lanza en dirección al pecho de mi adversario. Este se alejó saltando hacía atrás mientras volvía a toser sangre. Parecía no querer rendirse como había esperado. Levantó la cabeza mientras se rodeaba de un aura anaranjada y comenzó a correr contra mí. Era probable que fuera una técnica fuerte, por lo que usé el muro de madera, sacando por la abertura que tenía el mismo la lanza. El choque fue bestial, el muro que tenía la resistencia del acero se fragmentó y lanzo pedazos en todas las direcciones, a cambio el caballo estaba ensartado en lanza. Al parecer fue un último ataque suicida, intentado llevarme con él al infierno.
-Lo siento sargento, era algo que debía de hacerse por todo el mal, la muerte y el dolor causado por este hombre. Creo que podemos irnos ya de este lugar de muerte, la seguiré.
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