La división científica por la justicia se reúne [Priv. Pas. DCJ]

Mientras el navío entraba por una cueva, observé la escarpada costa con hileras de armas que impedía el atraque normal a la isla que había perdido su nombre y que ahora solo era el "Laboratorio 021". El oscuro pasaje se unió con otros dos en lo que supuse que era el centro de la isla, y el único sitio por el cual subir a la superficie. ¿El motivo de que me encontrara allí? Habían aceptado mi solicitud de ingreso a la DCJ, la recién creada división científica por la justicia. Supongo que eso de "Buscando mentes brillantes" captó mi atención con facilidad. Ahora, los miembros de la misma, procedíamos a reunirnos para conocernos en esta isla.

Yo había planeado llegar una hora antes de lo acordado, pues desconocía la isla y me gustaba la idea de poder echarle un vistazo antes de que llegaran mis compañeros, pero entre que el barco zarpó un poco tarde y que tuvimos una avería en el camino que nos detuvo una media hora, apenas quedaban quince minutos para el encuentro... Supongo que la visita a las instalaciones tendría que hacerla después. Farfullando, me bajé del barco. Mi tiempo es muy valioso, mira que hacérmelo perder así... Con un mantenimiento en condiciones nos hubiéramos ahorrado media hora, y con un poco de profesionalidad y eficiencia, lo que se perdió en el momento de partir... No se puede pedir perfección a unos monos, qué se le va a hacer.

Pasé por la espiral hasta llegar a la superficie, donde encontré el puesto de mando, repleto de guardias de seguridad. Entre el personal y los medios para impedir que nadie ajeno se introduzca en la isla, la seguridad era realmente impresionante. Ahora que estaba allí, supuse que lo mejor era esperar, al fin y al cabo, todos los que entraran tendrían que pasar por aquí. Un hombre del cuerpo de seguridad se me acercó, probablemente por mi máscara, por lo que me la quité y me identifiqué.

Me senté y dejé la máscara en mi regazo. Esperaba que mis compañeros fueran puntuales. ¿Qué tenía para identificarlos? Sabía que la chica tenía un color inusual de cabello, y el fundador traería puesta una máscara... Así que solo faltaba esperar. Saqué un pequeño libro de uno de mis bolsillos interiores y empecé a leer, mientras que, de vez en cuando, dedicaba un vistazo a los que llegaban para comprobar si eran o no las personas a la que esperaba.

La información sobre los reptiles del mar de Oeste era cada vez más interesante. Había algunos bastante venenosos y como buena científica especializada en veneno, debía ir cuanto antes a realizar ciertas investigaciones. Tenía cierta ilusión por comenzar con aquel proyecto, pero por el momento tenía otras cosas que hacer en aquel sitio del Norte. En esos precisos momentos, se hallaba tumbada en la cama de su camarote, vestida únicamente con un sujetador y un pantalón negro largo. Su mirada estaba clavada en una especie de libro que hablaba sobre la fauna de una isla del Grand Line. Se encontraba bastante cómoda y eso no era ningún secreto. No había más que mirarla a la cara. Aquella expresión de calma era increíble. Soltó un suspiro y terminó de cerrar aquel libro que estaba leyendo. Se estiró un poco y lo siguiente que hizo fue soltar un enorme bostezo.

La pelirroja se puso en pie y se colocó una camiseta negra de tirantes por encima. Se puso también sus sandalias de madera dejando ver sus pies y después se ató su espada a la cintura, metida en su vaina. Llevaba el pelo suelto como de costumbre y debía admitir que hacía un calor horrible. La joven caminó hasta el pequeño lavabo del camarote y se puso de rodillas en la ducha. Activó el agua fría y dejó que aquel líquido invadiese tan solo su cabeza. Notó un alivio increíble y tras unos diez minutos allí debajo se colocó en pie. Sin secarse ni siquiera el pelo, abrió la puerta que daba a fuera y avanzó por los pasillos del barco. Cuando llegó a cubierta se dio cuenta de que ya habían llegado al laboratorio. Corvo debía de haber dejado todo listo para aquella división científica que planeaba montar. La joven tomó algo de aire y empezó a caminar despacio por la zona.

- Milena Slicerin.

Dijo simplemente al llegar al puesto de mando principal. Nadie quiso hacerle preguntas, pues por el color de su cabello, de sus ojos y por su tono autoritario ya sabían que era ella. Nadie quería problemas con Milena, pues muchos sabían que continuaba trabajando para el gran Alex Cooper, alias el doctor cuervo. Ella no lo negaba y estaba muy cómoda realizando misiones para él. Desde aquel día en el coliseo cogió muchísima confianza con él y lo tenía como si fuese su maestro. Se cruzó de brazos y se sentó en una silla mientras soltaba un suspiro. Lo siguiente que hizo fue desenvainar su espada legendaria, Eros. Cualquiera que se cortase con ella caería en el poder de las hormonas y perdería su cabeza por la pelirroja, deseándola de forma exagerada. Ella miró su arma con calma y sacó del bolsillo una piedra de afilar. Comenzó sacándole filo a su preciosa espada mientras mantenía sus ojos entrecerrados.

Era hora de reunir gente para formar una división y hacer llegar la justicia a más gente aún. Una de las personas que más me interesaba era Milena, investigadora de sustancias nocivas y grandes ideas. Sus métodos eran directos y no le importaba hacer lo necesario, o, al menos eso creía yo de ella. El otro era un miembro reciente de brillante trayectoria, Kemmei, que además resultaba ser médico lo que sería ideal. Curiosamente los dos habían sido capaces de ascender antes que yo, aunque poco importaba, mi campo era más complicado y no me quejaría. Antes de partir de la isla mansión mande diversas peticiones y permisos al laboratorio donde nos reuniríamos.

Partí embutido en una de mis creaciones, capaz de viajar a grandes profundidades submarinas y ocho horas de autonomía de aire. No era momento de pruebas, por lo que la mayor parte del viaje la hice a ras del agua. Cerca de la isla me sumergí hasta unos cincuenta metros, profundidad más que probada para el traje ya. Transmití los códigos que me habían hecho llegar desde el laboratorio para no ser considerado un enemigo por las defensas. Gracias a los planos salí de debajo del agua cerca del puesto de mando, levantando gran cantidad de agua pulverizada. Siempre había querido hacer una entrada así.

Tras la salida solo tuve que maniobrar un poco para aterrizar en una de las pasarelas adyacentes al control, en el que parecían esperarme ya mis dos compañeros. La armadura casi no entraba por las puertas, era algo mayor que las demás a causa de los tanques de oxígeno y el grosor para soportar la presión. Me quite la máscara de la armadura al entrar al centro, por comodidad no llevaba la otra debajo.

-Hola Milena, tú debes ser Kemmei, un placer. Bien, tengo reservado un laboratorio en el sótano 4, es de los más seguros y de los pocos que tienen circuito cerrado de cámaras y seguridad, lo que me pareció lo más apropiado para tratar los temas que nos ocupan hoy. Por aquí, por favor. – Me giré para guiarlos, por el camino les escucharía si me preguntaban algo o no. No era mucho lo que debíamos hacer, montarnos en un ascensor, bajar, y poner mi ojo en un sitio y listo.

Aunque en ese momento no estaba mirando a la gente de la sala, no hizo falta que lo hiciese para saber que acababa de llegar Milena Slicerin, la chica que, de ahora en adelante, sería mi compañera. Nada más llegar, se identificó en voz alta, interrumpiendo así mi lectura, aunque no podía quejarme, pues ya sabía que iba a ocurrir. Al fin y al cabo, la DCJ tiene prioridad por encima de mi lectura sobre nuevos tipos de implantes ciborg, y eso estaba claro.

Ella se sentó y empezó a afilar su arma, una espada. Hum, interesante, otro científico espadachín, ya somos dos. Me levanté para intentar entablar conversación y presentarme, quizás si hubiera tenido puesta la máscara ella se hubiera dado cuenta y me habría hablado. Antes de que pudiera abrir la boca, una gran cantidad de agua pareció levantarse como por arte de magia.

-¿Qué demonios? -Dije mientras daba un paso atrás, sorprendido. De la masa acuática salió una figura humana, aunque con una armadura que impedía reconocer al individuo. Sin embargo, a mí no me hacía falta verle la cara (entre otras razones porque no lo conocía) para reconocer al que de seguro sería Corvo, el fundador de la DCJ.

El susodicho, saludándonos a ambos, nos informó de su reserva del sótano 4, sus características, etc. Me gustó su forma de hablar, iba directo al grano y lo seguí en cuanto terminó, al fin estaría con gente distinta, superior, genios. Su armadura era impresionante y tenía curiosidad por saber qué podía hacer, ¿tendría algún inconveniente en contármelo antes de que estuviéramos en privado? Esperaba que no.

-Un placer conoceros a ambos. Menuda entrada, señor... Corvo, ¿verdad? ¿Puedo preguntarle qué funciones tiene esa armadura? Parece muy útil, seguro que tiene muchos mecanismos ocultos... ¿Por casualidad no tendrá usted alguna parte ciborg? -Tuvieran o no mis compañeros algo de ciborg, esperaba que mis conocimientos pudieran serles de ayuda... Dicho de otra manera, esperaba que estuvieran dispuestos a hacerse modificaciones y, si lo estaban, me esforzaría en darles lo mejor posible.

No sabía en qué se especializaban mis compañeros, pero Corvo tenía toda la pinta de ser, por lo menos, mecánico y quizás físico. Si Milena tenía otras áreas del conocimiento, creo que formamos un equipo bastante completo y con miembros muy distintos entre ellos, con grandes capacidades. Quizás (probablemente) colaborando podamos llegar lejos... aunque supongo que eso es, en conclusión, la finalidad de esta división.

Milena continuó afilando tranquilamente su espada mientras pensaba en sus cosas. El ruido de algo saliendo del agua la hizo simplemente cerrar los ojos. Algunos hombres se asombraron, pero ella ya se imaginó lo que pasaría. Si no era un ataque sería algún tipo vehículo o quizás un pobre rey marino que se había perdido. Ella soltó un pequeño suspiro y continuó con sus cosas. Terminó de afilar bien aquella arma legendaria y la introdujo en la funda de su arma. A continuación, se colocó en pie y miró con seriedad a Corvo salir de aquella cosa. Saludó con la mano al escucharle pronunciar su nombre y simplemente introdujo ambas manos en los bolsillos. No había mucha necesidad de hacer nada más por el momento. Tendría que ver si algo serio ocurría o si había algo que le interesase. La científica entonces se puso en pie y comenzó a caminar.

Su compañero parecía haber alquilado un laboratorio allí abajo y a saber de lo que deseaba hablar. Ella se mantenía en su postura habitual, seria, con andares lentos y con mucha cautela. Los dos hombres no tardaron mucho en comenzar a hablar sobre el vehículo y partes ciborgs. Eso a ella le daba igual, pues estaba centrada en el tema de los organismos vivos, las sustancias tóxicas y habilidades especiales de animales. Al mismo tiempo que caminaba, su mirada se fijaba tan solo en el frente. Llevó la mano derecha por unos segundos a su espada y la acarició despacio por encima. Siempre le gustaba tratar bien a sus armas y aquella era bastante especial. La había encontrado durante la guerra tras perder la suya y le había tomado mucho cariño debido a sus habilidades especiales para joder a los hombres. Notó entonces su comunicador sonar y eso hizo que ladease la cabeza.

La pelirroja cogió aquel objeto despacio y descolgó el auricular, colocándoselo en la oreja para escuchar ella sola la conversación. Tal y como sospechó era algo privado. Parecía ser un mensaje de Taiga, el cual necesitaba ayuda para preparar una tortilla. Una venita se marcó en la frente de la espadachín y sin decir nada colgó. Guardó aquel comunicador y después de unos momentos volvió a avanzar algo más rápido para ponerse a la par de aquellas dos personas. No dijo por el momento ninguna palabra, pues no vio necesario hacerlo. Esperaba con ansias llegar al laboratorio de una vez y escuchar todo. Tal vez había cosas interesantes que poder hacer en aquella sala. La sola idea de tener que pedir otra presa al gobierno para experimentar la ponía bastante perezosa. Sabía que podía lograrlo, pero tampoco era para estar todos los días pidiendo criminales a punto de morir.

Se subió un poco el pantalón y encajó bien sus pies en las sandalias. Quería estar lo más cómoda posible en aquel sitio y no pensaba vestir con la aburrida y habitual bata blanca. Ella se consideraba una guerrera además de una científica, pues su poder con la espada era increíble. El dominio que tenía también de la gravedad jugaba mucho a su favor y podía hacer cosas realmente interesantes. Lo siguiente que hizo fue contener un bostezo y siguió avanzando junto a ellos con una calma increíble. Su silencio era exagerado y podía dar la sensación de que ni siquiera estaba allí.

Como esperaba Milena parecía en su mundo durante el trayecto, como si no estuviera allí. Si no la conociera de antes diría que tenía poco o ningún interés en el proyecto. Al contrario que el joven científico, este ahora mismo estaba interesado en la armadura, sus funciones y en si poseía partes ciborg. Mientras descendíamos en el ascensor le comenté por encima de que disponía la APCI III, o era la IV, bueno da igual, una era para grandes alturas y la otra para grandes profundidades.

-Veras, funciona por una pila de hidrógeno alimentado por un tanque en el interior, tiene oxígeno para varias horas y está diseñada específicamente para resistir grandes profundidades marinas. Este viaje lo he usado para hacer varias pruebas adicionales a las ya realizadas. Con respecto a partes ciborg me temo que no poseo, y de momento no me interesan. Sin embargo, muchos de mis proyectos requieren de gente con esos conocimientos para distintas piezas y componentes.

Llegados al sótano me dispuse a colocar mi ojo en el mecanismo de apertura. Esperaba que fuera rápido, no quería esperar más para las sorpresas que les tenía aguardando dentro. La de Milena fue fácil, pues se cogieron especímenes ha hecho. Kemmei por otro lado, no le conocía y tuve que investigar bastante, y gastar unos cuantos favores en saber que investigaba. En cuanto las puertas se abrieron se empezaron a encender las luces de ese lugar. Un gran complejo con un tanque de agua en un lateral y una cabina de plomo en el otro. Además, de un montón de cachivaches, microscopios y los drones. Había traído tres teslas y la unidad nueva.

-Bien, lo primero expresaros mi alegría por haber conseguido dar este primer paso formando esta división. Esto no queda así, tengo muchas en el futuro y en lo que podemos conseguir juntos, así como, en conseguir hacer crecer la división y rellenar algunos campos que tenemos, por llamarlo así, olvidados. Como sabéis no solo es la justicia lo que nos ha reunido, sino nuestra hambre de conocimiento y ganas de descubrir cosas nuevas. Con ello en mente he preparado unas sorpresas. Milena, en el tanque encontraras criaturas marinas que suelen habitar a unos 2.000 metros, no salen en ninguno de los libros que he consultado y son todas tuyas para que investigues si tienen toxinas y que tal son. No tengo presos para ti, pero espero que con unos cuantos animales de granja te apañes al principio. Kemmei, he sabido de tus gustos por la química y tu sorpresa va por ahí. Creo que buscabas sustancias tóxicas basadas en el hidrógeno, y por ello tenemos aquí una cámara que permite el manejo de sustancias tóxicas, radioactivas y demás sin peligro. Además de mucho hidrógeno para hacer pruebas. Por mi parte, trabajaré en nuevos isótopos de hidrógeno, y he de admitir que puede que necesite de tu consejo en su búsqueda Kemmei. ¿Qué os parece todo chicos?

Mientras Corvo me respondía, Milena se separaba debido a una llamada. El rostro de la joven aparentaba que no tenía el más mínimo interés en nada. Quizás no le importaban las áreas en cuestión... o quizás era su cara de siempre, quién sabe.

La respuesta de Corvo no fue del todo satisfactoria, pues resultaba que no quería hacerse ninguna modificación ciborg, una pena, pero al menos valoraba mis habilidades y decía que ya tenía algunos proyectos en los que me necesitaría. Sonreí, mostrando mi interés. Qué clase de proyectos eran no lo sabía, pero ya tenía ganas de empezar. No cabía duda alguna de que unirme a la DCJ había sido una gran idea, y eso quedaría aún más claro cuando viera la sorpresa que Corvo me tenía reservada.

Cuando terminó su "presentación", yo estaba... digamos que algo entusiasmado, aunque no recordaba haber buscado "sustancias tóxicas basadas en el hidrógeno". ¿Se estaría refiriendo a la toxina para inhibir el gyojin Karate? Bueno, tenía relación con el agua, así que, hasta cierto punto... Hidrógeno, sí, qué más da. No iba a ser yo el que desaprovechase la oportunidad que mi compañero me presentaba.

-¡Perfecto! -Dije alzando las manos y acabando con un pequeño aplauso. -Por mí podemos empezar en cualquier momento, no todos los días tengo esta oportunidad... Pero antes... -Me giré a Milena, pues era de ella de la que tenía menos información, pero el mensaje iba a ambos. -¿Cuáles son vuestras áreas de investigación? Como Corvo ha dicho, habrá algunas ciencias que no toquemos ninguno, pero creo que no sé lo suficiente de vosotros. ¿Debo suponer que Milena es bióloga y le interesan los venenos, quizás por ser también química? -Aunque no estaba enfadado por ello, si que me resultaba un poco molesto estar en inferioridad a Corvo en lo que a conocimiento se refiere, él parecía saber cosas de nosotros, pero yo era la primera vez que los veía y eran apenas unos desconocidos.

Una vez nos pusiéramos manos a la obra, le preguntaría a Corvo si disponíamos de alguna manera de provocar descargas dentro de la cámara una vez estuviera llena de hidrógeno, para forzar reacciones e inducir al intercambio de electrones entre moléculas.

Los rojizos ojos de la pelirroja estaban clavados en aquellos seres marinos tan raros. Tendría algo bonito que hacer y por ello no tardó en acariciar un poco el mango de su espada. Esperaría a que todos empezasen antes de liarla con su katana. Tenía ya unos buenos planos en los que centrarse sobre aquellos seres de las profundidades. La chica entrecerró los ojos despacio y escuchó las palabras de ellos. Mostró una sonrisa calmada mientras se estiraba un poco y desenvainaba su espada, realizando un sonido metálico con ella. Lo siguiente que hizo fue alzar la mano y uno de aquellos peces empezó a dirigirse al fondo, siendo aplastado por su propio peso, después lo hizo levitar hasta sacarlo del tanque y dejarlo en el suelo. De un rápido corte que apenas podría verse si uno no tenía buena vista le cortó la cabeza. Se giró entonces hacia Corvo.

- Que bien me conoces.

Dijo sonriéndole de forma sádica. Entonces escuchó las palabras del nuevo y asintió con la cabeza. Los venenos eran lo que mejor se le daba y pese a no tener armas relacionadas con ellos, amaba investigarlos y usarlos en experimentos con la sangre. La pelirroja entonces ignoró el pez muerto y caminó hasta el chico nuevo. Estiró la espada hacia él sin intención hostil y simplemente le habló.

- Déjame tu mano, te mostraré un poco de mis habilidades y no te dañaran. – Si el joven accedía, la chica le haría en la palma de la mano un corte muy pequeño y despacio, para que viera que no había peligro. Después de eso le daría la espalda y caminaría hacia el pez.

Su espada tenía el poderoso efecto de tres diales de feromonas combinados en uno solo y si él se había dejado ahora sentiría el deseo por ella y unas ganas terribles de hacer perversiones. Mostró una sonrisa siniestra y se puso a mirar el pez. Era demasiado traviesa. También mostraría a Corvo el poder de su nueva espada y mataría dos pájaros de un tiro. Esperando aquello se puso a mirar mientras el ser marino que tenía frente a ella, el cual estaba muerto. Parecía tener unas espinas negras en el vientre y eso la hizo alzar una ceja. Seguro que el veneno estaba en esa zona.

Usando el poder de su gravedad lo hizo levitar hasta colocarlo sobre una mesa. Después se colocó unos guantes y sacó un pequeño cuchillo de uno de los cajones. Era el momento de quitar las espinas. Mientras tanto continuaba atenta a su compañero para ver si la cosa iba como planeaba y se divertía un poco. En el fondo le encantaba dar por culo. Eros, la espada de la pasión, así la llamaba. Hacía a sus enemigos derretirse por ella, pero no la usaba con gente muy poderosa por miedo a que las cosas se complicasen. Soltó una pequeña risa siniestra y miró fijamente a su compañero unos segundos.

No esperaba menos de mi la pelirroja, nada más llegar se puso a jugar con los animalitos del estanque. Su poder había aumentado y consiguió llevar hasta el fondo a uno de aquellos seres y luego sacarlo del estanque sin ningún esfuerzo. Eso me hizo pensar bastante, y en algún momento pediría ayuda a la joven con algún proyecto. Se me ocurrió al verla usar su akuma, puede que los enemigos tengan armas de efectos parecidos, así que debería mejorar mis creaciones ara soportarlo. De todas formas, eso sería más adelante, ahora tenía otras cosas entre manos.

Milena, sin embargo, tenía otra cosa para mostrarme, una nueva katana con la que corto al recién llegado. Al principio pensé que probaría si esos animales tenían veneno con el corte, pero era algo más tórrido. El muchacho, ahora parecía embelesado con la científica, no solo embelesado, si hubiera podido estaba seguro que se la hubiera tirado allí mismo. Había visto los diales de feromonas, y leído algunos estudios, pero el arma de mi compañera era mucho más potente. Aunque yo seguía necesitando concentrado a Kemmei, él era el experto en química.

-Una adquisición interesante, recuérdame que no te enfade por otro motivo más Milena. ¿Es algo hormonal o más estilo sumisión total? Quiero decir, te hará caso en todo lo que le pidas o es más bien una reacción hormonal hiperaguda. De cualquier forma, me gustaría que lo devolvieras a su estado normal, necesito su guía en un asunto de química. Más bien, en un asunto de combustible, necesito hacer el hidrógeno más potente.

Sin duda la pelirroja ahora mucho más letal que antes, y eso que antes ya lo era. Su comportamiento no había cambiado demasiado, pero algo había diferente en ella. Cuando tuvieran un momento a solas le preguntaría, como líder de la división era su deber asegurarse de que todos los miembros estuvieran lo mejor posible. y, de pasarles algo, ayudarles en la medida de lo posible a solucionarlo.

La sádica chica (detalle que llamó mi atención) se puso a "juguetear" con el generoso regalo de Corvo. Respondió a mi pregunta asintiendo y se acercó para demostrarme algo. Sacó su espada, lo cual me hizo desconfiar al principio, pero dijo que no me dañaría y, bueno, no pensaba que estuviera mintiendo, para qué me iban a querer reclutar si me matan al primer día.

Miré por un segundo a Corvo, que parecía más bien curioso que preocupado, y luego accedí a recibir el corte. Justo en el instante en que su hoja perforó mi piel, empecé a notar una extraña sensación.

-¡¿Q-qué...?! -Exclamé, mirándome la herida. Entonces, cuando alcé la vista para mirar a mi compañera, algo en mi interior dio un vuelco. Mi cuerpo parecía no querer obedecerme, mis ojos se habían quedado fijos en ella y me era imposible apartar la vista. Una especie de felicidad me desbordaba y me temblaban los brazos.

Ni siquiera sabía que estaba diciendo Corvo, yo solo tenía ojos para Milena y todos mis sentidos estaban puestos en ella. Lentamente di un par de pasos mientras, embriagado por el efecto de su extraña espada, seguí observando cada uno de sus movimientos... Cómo se ponía los guantes, abría un cajón, sacaba un cuchillo... Entonces se rió y se me quedó mirando. Sentí un calor subir por mi cuerpo y de seguro me sonrojé, el efecto era muy potente.

-Mi-Milena... Yo... eh -Las palabras apenas me salían, ¿pero que pretendía decir? Mi cerebro no estaba bajo mis órdenes, no eran mis palabras, hablaba mi cuerpo, intentando expresar sus... deseos mundanales. Mi voluntad no era lo suficientemente fuerte. Aunque estaba intentando controlarme, nada parecía tener efecto. Me estaba repitiendo una y otra vez: "¡Para, estate quieto!", pero no funcionaba. Mis únicas esperanzas eran que ella pudiera anularlo o que el efecto se desvaneciera con el tiempo...

¡No! ¡Debía ser yo el que me impusiera sobre mi cuerpo! ¡Tenía que fortalecer mi voluntad, aunque no fuese en ese justo instante, pero no podía permitir que esto se repitiese!

No pudo evitar mostrar una sonrisa siniestra al ver el efecto de su espada legendaria en aquella persona, la cual parecía un enamorado de la vida. La pelirroja entonces le miró a los ojos con una tranquilidad enorme y de un cuchillazo cortó una de las aletas del enorme pez. Por el momento iría haciendo pedazos el pez a medida que observaba lo que pasaba con los efectos de Eros sobre la persona que tenía frente a sus ojos. Escucharle balbucear estaba siendo incluso gracioso, pero entonces oyó lo que Corvo le dijo. La científica entonces ladeó su cabeza un poco y miró de forma calmada al líder.

- La espada tiene el poder de inyectar a quien corta una sustancia tres veces superior a un dial de feromonas. Parece que el efecto desaparece si ataco a mi objetivo, pero en unos minutos volverá a ser él. No empezaré con mal pie, de modo que no le agrediré. – Mencionó la espadachín mientras sonreía de forma un poco engreída. – No sé si un caldero de agua fría funcionará, pero por probar…

La joven entonces tomó un pequeño envase y haciéndolo levitar lo introdujo en el estanque, después lo sacó y lo cogió con la mano. El agua estaba bastante fría como era normal, tal vez volví a su pequeño compañero a la realidad. Se lo pasó al moreno y le indicó que se lo echase. Lo siguiente que hizo ella fue estirar su mano hacia un lado y formar una especie de aura eléctrica verdosa, se relamió y usó sus propias uñas para cortar la cabeza del pez a una velocidad increíble. Continuó unos momentos más haciendo sus cosas con el animal y después fue sacando varios tubos. Vio algunas muestras de sangre de varios tipos y eso la hizo sonreír. Le iban a servir bastante.

- Bueno, supongo que antes de nada debería terminar con el resto.

Milena alzó la mano haciendo que los peces del fondo subieran hacia arriba. Entonces los atrajo de nuevo hacia ella y de dos rápidos movimientos partió a todos en dos. Dejó las mitades inferiores en las mesas y las superiores las dejó en el estanque, el cual fue volviéndose rojo. El veneno estaba en las espinas de abajo, no quería el resto. Tomó una de aquellas cabronas y la apretó dejando salir una pequeña gota amarilla que cayó sobre un poco de sangre del tipo A+. Usó entonces la lente aumentada y pudo ver aquella cosa devorar los glóbulos rojos en cuestión de segundos.

- Que hijos de puta. Estos cabroncetes son más peligrosos que una cobra real. Me temo que voy a pedir una espada imbuida en esta sustancia. – El rostro que puso tras decir aquello fue de pura maldad. – Adoro los venenos. – Susurró para sí misma al mismo tiempo que continuaba a lo suyo.

Kemmei seguía tratando de conquistar a la científica, sin mucho resultado, pues ella seguía a lo suyo. El cubo de agua que reposaba en mi mano para probar si funcionaba o no. Por lo que había me explicado Milena, no creía que lo fuera hacer, pero el cubazo podría funcionar de novatada, y siempre estaba la posibilidad de que funcionara. Me acerqué despacio hasta el enamorado químicamente, echándoselo por encima cuando estuve pegado a él. En principio no pareció tener efecto sobre el joven, como era de esperar.

-Esto no parece funcionar Milena, lo tendrás por aquí mirándote un poco más parece ser. Kemmei, sé que me oyes, te espero en la otra parte del laboratorio cuando puedas venir, mientras, trata de que no te mate por intentar tocarle zonas indebidas. – Dicho lo cual me giré y me fui en dirección a los reactores del lado contario a la científica de los venenos. Esperaba que el científico me hubiera escuchado, o al menos que Milena me lo mandara cuando se pasara el efecto de su espada.

Al llegar abrí las válvulas de las bombonas de gas para que este llenara los conductos, listo para ser liberado al activarse las válvulas. Encendí un mechero Bunsen para ver la pureza del gas que nos habían proporcionado, si no era necesario no usaría el mío. La llama me indicaba que era en más de noventa por ciento hidrógeno, por lo que serviría de sobra a nuestro propósitos. Encendí el resto de equipos, además de llamar al asistente robótico para poner las notas que ya tenía en el proyector y empezar a hacer algo mientras llegaba mi colega. Había leído algo de cómo conseguirlo, pero había partes que no entendía por mi falta de conocimientos en esa materia concreta, en cuanto llegara Kemmei le preguntaría por el tema.

El agua fría me "bajó los humos", pero no lo suficiente. La simple mención de las "zonas indebidas" de Milena hizo que mis piernas dieran un par de pasos más. Frustrado y decepcionado con mi cuerpo, intenté oponerme... Debía haber algo que pudiera hacer. Entonces metí la mano derecha en uno de los bolsillos interiores de mi haori y, como apenas podía dirigirla bien, simplemente apreté contra mi pecho el bolsillo, intentando causarme algún daño cortándome con la daga que llevaba dentro.

Conseguí abrirme un par de tajos de unos 3 cm y, con ello y el placer que me causaban, conseguí paliar un poco los efectos de la sustancia que corría por mis venas. Sin embargo, tenía que hacer algo más si no quería buscarme problemas. Desenvainé una sola espada con las dos manos para asegurarme de que no se me cayera y ¡ZAS! La clavé en el suelo atravesándome la punta del zapato sin rozarme los dedos del pie.  Realmente, con la poca precisión con la que podía controlar mis movimientos, podía haberme cortado las uñas a más altura de lo debido y después tendría que hacerme dedos nuevos, pero por suerte no fue así.

Ahora no podía avanzar, aunque mi cuerpo seguía tirando de mí. Entonces, con mucha dificultad, conseguí apartar durante unos instantes mi mirada de ella y vi lo que Corvo estaba proyectando. De inmediato volví a perderme en sus curvas. Escucharla decir "adoro los venenos" con esa cara de malicia fue demasiado y acabé partiendo el zapato. Mi mente estaba puesta en la química, mi cuerpo... no tanto.

Con el tirón que desgarró el zapato caí al suelo y el golpe volvió a afectar a la condición impuesta por la sustancia, pero seguí gateando un poco por el suelo hasta acercarme a ella. Mi mano se empezó a extender mientras me decía una y otra vez a mí mismo: -"Vas a perder esa mano".

Conseguí hablar, intentando que Corvo me oyera y pudiera ayudarme si no era demasiado tarde. Si no, al menos captaría la atención de la pelirroja y ella quizás podría darme el último empujoncito fuera de esta... penosa escena. -¡Así que deuterio, ¿eh?! ¡Si no hay problemas con la radiación, lanza neutrones!

Lanzar neutrones a los átomos de hidrógeno es la única forma de crear deuterio, aunque gasta mucha energía y produce no solo pocos resultados sino mucha radiación. La única otra forma de obtener moléculas del isótopo de hidrógeno era separando las que por naturaleza se encuentran entre las de hidrógeno normal, pero hablamos de una proporción muy pequeña que pensé que no satisfaría a mi compañero.

Fuera como fuera, cuando pudiera estar a su lado en condiciones más favorables le comentaría todo esto.

La pelirroja no podía evitar mirar a su lascivo compañero, el cual parecía deseas ponerla a cuatro patas allí mismo y tomarla contra el estanque. Aquello no le haría gracia a nadie y no quería a un Eichi salvaje pisando cráneos por la zona. Soltó un suspiro y se arrepintió de lo que hizo. No debió haber probado un arma así contra un compañero, no lo jodía a él, también así misma. Tragó saliva pensando en qué poder hacer y después se le ocurrió algo. Ella misma le daría un daño leve para que se le pasase. Después se disculparía, o mejor, quizás antes. La pelirroja entonces dejó los venenos un momento y se acercó a él.

- Perdona, compañero. Terminaré con tu sufrimiento ahora, no quiero que Corvo-san se enfade. – Dijo guiñándole el ojo al líder. Milena entonces trató de darle un leve golpe en la entrepierna con la vaina de su espada al chico. Si lo lograba el efecto se esfumaría. – No me guardes rencor, a cambio os traigo algo de comer. – Terminó de decir con una sonrisa.

¿Había sonreído? Oh, pensar en Eichi celoso había sido la causa de ello. Ella dejó un momento la sala de los peces y caminó hasta una habitación donde había una nevera y varios cajones con comida. Corvo había pensado bien en todo. Abrió el frigorífico más grande y sacó unas cuantas cosas. No encendería los fuegos para quemar nada. No le había pedido a su chico que la enseñase por el momento. Terminó de preparar unas cosas y al cabo de unos diez minutos llegó con una bandeja. La dejó en una de las mesas. Estaba llena de sándwiches de atún, pavo, queso y salchichas calentadas en el microondas. También había algunas patatas de sabor a bacón y unas magdalenas. Al lado tres vasos de plástico y una botella de batido de fresa.

Una vez hizo aquello volvió a caminar hacia los peces y siguió haciendo pruebas y muestras. Su objetivo sería el de averiguar si algún tipo de grupo sanguíneo podría hacer al resto inmunes o resistentes. Si lo lograba estaría descubriendo algo fabuloso. Mostró una expresión siniestra y sacó su libreta empezando a apuntar unas cuentas formulas. Entre ellas había varios colores que solo ella sabía lo que eran. Había aprendido a hacer sus propios códigos para que nadie leyese lo que no le pertenecía. Soltó una carcajada sádica y después se cruzó de brazos.

- Ya veo, de modo que el grupo O es el mejor para este caso. Es muy escaso, pero supongo que tal vez si clono… Mmmm… Oh. – En su mente ya estaba procesando cosas raras con prisioneros de la prisión de máxima seguridad.

Se acercó de nuevo a la mesa dejando de lado su investigación y se sirvió un vaso. Bebió del batido despacio y después cogió un sándwich de atún con sal mientras pensaba en unas cuantas cosas. Finalmente, dirigió una mirada calmada a los otros dos.

- ¿Cómo vais por ahí?

Así que un bombardeo de neutrones sería lo necesario, menos mal que teníamos el equipo necesario para contener la radiación que decía mi compañero que se generaría. Además de eso puede ver como Milena se disculpaba con Kemmei mientras me guiñaba un ojo y sonreía. Creo que era la primera vez que la veía sonreír. De cualquier forma, pareció que la muchacha estaba arrepentida y dijo que iría por algo de comer. Era buena idea, aunque yo aún tendría un poco de trabajo calibrando los aparatos. Comprobaría que todos estuvieran en buen estado antes de comenzar nada, no quisiera que mis compañeros salieran lastimados por un fallo técnico.

Con ayuda del robot asistente, el cual me mostraba las especificaciones y parámetros de seguridad de la maquina pude hacer una comprobación completa de la misma. En cuanto vi que todo estaba bien introduje una muestra de mi propio hidrógeno en ella para comenzar con el bombardeo de neutrones. Si todo iba bien, podría comenzar a sentir el cambio en los mismo y luego aplicarlo a mis entrenamientos de cambio de estado. Y lo más importante, tendría muestras de deuterio para utilizar en prototipo de reactor de fusión que estaba desarrollando.

Cuando la pelirroja volvió nos preguntó desde la mesa que tal íbamos. No del todo mal, además, podía acercarme hasta la mesa y seguir sintiendo el gas dentro de la máquina, aunque cada vez quedaba menos del mismo. El rendimiento de la reacción parecía ser bastante bajo, pero de momento no necesitaba más. con las muestras pequeñas sería más fácil el manejo del reactor.

-Gracias Milena. -Le dije mientras me sentaba al a mesa y cogía algo para picar. - Cuando acabemos aquí será momento de hacer algo más grande. Dentro de unos meses necesitaré de vuestra ayuda. Quiero convertirme en el director de la isla Mansión. Seguramente necesitaremos completar difíciles tareas para lograrlo y para ello quiero contar con los mejores, es decir, vosotros.

Finalmente, tras una disculpa que tardaría en aceptar, la chica me dio el último empujón que necesitaba para salir del "trance". Que se fuera a por comida fue una buena decisión, tenerla fuera de mi vista ayudó a mi recuperación final y, cuando se me pasó el dolor en... las caderas, me levanté poco a poco, apoyándome con los brazos en el borde de la mesa donde se encontraban los trozos del pez venenoso.

Gruñí un poco y me llevé la mano a la cara, masajeándola un poco para aliviar mi propio enfado. Di unos pocos pasos hasta donde estaba Corvo y me detuve a observar la escena. Aunque era más un experimento de física que de química, no se puede negar que ambos campos están íntimamente relacionados en los ámbitos atómico y molecular.

-Ahora que estoy en, digamos, mejores condiciones, puedo comentarte lo que quería sobre el deuterio. Hasta que seas capaz de crearlo por tí mismo, la unica manera que conozco de crear deuterio es lo que estamos haciendo, aunque el gasto como ves es enorme, al igual que la radiación que produce. La única otra opción para conseguirlo es extraer el poco que existe de forma natural, pero hablamos de proporciones igualmente irrisorias y necesitaríamos un método para separalo de los átomos normales de hidrógeno.

Cuando la pelirroja llegó, yo ya estaba mucho más relajado, quizás en parte por lo mucho que me gusta hablar de las ciencias, así que no le guardaba rencor alguno y me acercaba a su comida. -Tiene buena pinta, gracias.

Iba a mencionarle que la elección del batido me parecía inadecuada, pero Corvo sacó un tema de lo más interesante que borró aquella idea de mi mente. -Difíciles tareas... ¿Como qué? -Pregunté, sentándome a su lado y mirándolo sin probar bocado aún.

El atún estaba perfecto y el toque salado le quedaba genial. Mientras comía tranquilamente escuchaba las palabras de aquellos dos. El plan de ser el director de aquella isla podía ser divertido. Corvo tal vez podía ocuparse solo, pero si iba con ella y el otro chico todo sería mucho más fácil. Incluso si había que usar algo de fuerza ella podría ocuparse sola perfectamente de aquel problema. Sus rojizos ojos ahora estaban fijos en la mesa, mirando el batido sin razón aparente. El poder de la gravedad era algo impresionante. En sus manos se había convertido en una cosa increíblemente mortal. Ella sabía usarlo con cabeza, o de lo contrario habría hundido cada isla que hubiese pisado. Una sonrisa algo macabra se formó en su rostro, pero después negó con la cabeza.

- Supongo que hace tiempo que desconozco esa palabra. Si hay que luchar me ocuparé de cualquiera que se meta por medio. Si hay que hacer algo biológico me ocuparé y si es algo nuclear estáis vosotros. No creo que cueste mucho.

Su tono había sido bastante relajado, pero una leve sombra se había formado en su rostro. Era como si estuviese deseando comenzar con aquello de una vez, pero por el momento deberían terminar la investigación que estaban desarrollando en aquel sitio. Bebió de nuevo de su vaso y tras unos segundos mordió de nuevo su sándwich. Lo mordió terminando de comérselo y después se relamió las migas de los labios despacio. Cerró sus ojos unos leves segundos y tras aquello miró de nuevo a ambos fijamente.

- Unos meses serán más que suficiente para mejorar más mis habilidades. De hecho, estoy tan segura de que podríamos partir en cinco minutos y el resultado sería el mismo, pero eso lo dejo en manos del jefe. – Terminó de añadir con un tono calmado e introduciendo ambas manos en los bolsillos.

Miró al nuevo fijamente con aquella tétrica sonrisa que poseía y después de nuevo al líder. La pelirroja se notaba demasiado confiada y en alguna que otra ocasión podía llegar a dar miedo. Ella siempre tenía una norma. Si había que luchar, todos debían alejarse de ella cien metros mínimo o de lo contrario los mataría sin querer. Acarició unos segundos la funda de su katana y después dirigió la mirada hacia los peces que había sobre la mesa. El estudio ya casi había terminado y tan solo debía comprobar una última cosa.

La idea pareció entusiasmar a mis dos compañeros. Uno preguntó acerca de las posibles tareas a las que deberíamos enfrentarnos. La otra, comentó que estaba preparada para la lucha y que cualquier cosa de tipo biológico estaría resuelta en sus manos. La verdad es que entre los tres abarcábamos casi todos los ámbitos de la ciencia y la mecánica, incluso la parte médica estaba cubierta. Milena incluso estaba lista para partir en cinco minutos, aunque eso sería muy precipitado, teníamos cosas por terminar aún en el laboratorio. De todas formas, había un par de cosas que debía hacer antes de plantear ir a la Mansión a obtener el mando sobre la isla.

-Veras Kemmei, para que me dejen a cargo de dicha isla, y conmigo toda la división, tendremos que demostrar ser capaces de dirigirla y protegerla frente a los enemigos. Con vistas a eso, las pruebas pueden ser desde simulaciones de ataque, fugas en los laboratorios, hasta cosas simple de la gestión diaria de las instalaciones. Milena, agradezco tu entusiasmo, pero demos preparar muchas cosas antes. De hecho, si puedes crear algún tipo de droga somnífera en estos meses sería de gran utilidad. La podríamos usar en las posibles simulaciones de combate. Por tu parte Shiba, ¿podrías buscar algún agente químico microbicida de dispersión aérea? Si puede ser lo menos nocivo que se pueda para humanos. Bien, deberíamos volver al trabajo.

Dicho eso, terminaría de comer y volvería hasta el laboratorio. Necesitaba muestras del deuterio y el hidrógeno que había introducido estaba casi agotado. Me llevé una tremenda decepción, apenas un décimo del mismo había cambiado de estado. Necesitaba hacer pruebas para aumentar la eficacia, una de ellas aumentar el ratio de bombardeo de neutrones. No sabía se sería peligroso hacerlo, pero en los manuales no encontré ninguna referencia en contra. Por lo tanto, aumente en un veinticinco por ciento la cantidad de neutrones que la maquina lanzaba a la nueva muestra de gas, que era similar en cantidad a la anterior.

Una vez oída la respuesta de Corvo, mientras me hacía con uno de los sándwiches, miré a Milena. Ella tendría que crear una droga somnífera y yo un microbicida que pudiera transmitirse por el aire sin ser perjudicial para los humanos. Yo casi que prefería hacer el somnífero, pero como tampoco quería dar a entender que no era capaz de hacer lo que me habían pedido, no me quejé.

Me levanté cuando acabé y me fui a ver cómo progresaban las intentos de obtener deuterio. Pude ver claramente que Corvo no estaba muy entusiasmado con los resultados, pero las cifras no eran tan malas, de hecho, habían superado con creces mi suposición previa. -¡No está tan mal! Con un poco más que subamos la producción será suficiente, solo necesitamos que seas capaz de crearlo por ti mismo. Una sugerencia, vamos a subir un poco la temperatura, creo que así será más fácil que los neutrones cumplan su cometido. -Dije, observando cuidadosamente los medidores de temperatura y radiación para no superar los máximos que las instalaciones podían permitir. El laboratorio tenía una capacidad y una maquinaria extraordinaria, se notaba que era de los más sofisticados, si no el que más, de todos los que tenía el gobierno a su disposición.

Como vi que mi compañero se las podía apañar perfectamente sin mi supervisión, me dirigí a una mesa de trabajo vacía y me puse a pensar sobre mi futuro proyecto. ¿Había algo en lo que pudiera basarme para crear el microbicida? Entonces pensé en el veneno de Celen'Ogon que había conseguido hace poco. La verdad es que, en estado puro, era bastante dañino para los humanos, al menos si entraba en el torrente sanguíneo, pero quizás podría usarlo como base para el compuesto que tenía en mente.

Saqué un pequeño tubo de ensayo cerrado que llevaba encima con una muestra del mismo. -Nunca se viene demasiado preparado. -Musité. Entonces me puse a observarlo con un microscopio y, al cabo de unos segundos, me acerqué donde Milena. -¿Te importa que me lleve un trozo del último pez que hayas matado? Necesito una muestra de tejido vivo, con suerte quedará alguno ¿no? -Pregunté, hablando algo rápido para perder el menor tiempo posible, pues con cada segundo más y más células de esos trozos de carne estarían muriendo.

El hecho de crear un somnífero le era demasiado sencillo. De hecho, ella prefería usar su poder en los tíos que le pusieran a prueba y ya, pero si el líder quería eso, le daría uno. Ella misma conocía cientos de especies con toxinas de aquel tipo y por ello no estaba nada nerviosa. Se quedó mirando los peces que estaba usando y soltó un leve suspiro. Tal vez una abeja de la isla Satán en la que estuvo investigando podría hallar algo interesante. Se llevó la mano derecha a la barbilla y entonces se le vino aquel insecto a la mente. Definitivamente, la abeja iba a ser el perfecto espécimen. Ella misma haría las dosis para dormir a una persona de estatura alta, para que fueran bastante eficaces. Incluso, quizás doble cantidad. Soltó un leve suspiro y entonces se estiró.

- Llévate todo lo que quieras, yo con esto he terminado. – Dijo usando su katana para cortar una última espina.

Sus rojizos ojos se clavaron en ella y después de unos momentos se mostró decidida. Probó una última muestra con el grupo A- y parecía ser que él único inmune era el 0. Debería pedir ayuda a cierta persona pelirroja para crear anticuerpos que combatieran el veneno de aquel maldito pez, del que por el momento no había antídoto. Finalmente, ella había terminado su parte y ahora solo faltaba que le trajeran un par de abejas de la isla Satán. Caminó hasta Corvo y le miró de forma relajada.

- He terminado mi proyecto. Si deseas ese somnífero necesito que me traigan cuatro abejas emperador de la isla Satán. Son del tamaño de un perro mediano, por lo que tengan cuidado de no destrozarlos durante el viaje. Los quiero vivos. – Dicho aquello la científica empezó a caminar hacia los baños, cogiendo primero su mochila. – Me voy a dar una ducha.

Con su trabajo terminado era libre de ponerse cuanto antes con el proyecto del somnífero. Nada más cruzar la puerta del baño echó el cerrojo y se quitó la ropa, quedando totalmente desnuda. Se miró por unos segundos en el espejo y mostró una sonrisa. Alzó el puño y de sus labios se formó una sonrisa bastante más amplia que la anterior. Entró a la bañera y le dio al agua caliente. Notar aquel líquido caliente en su cuerpo la hizo soltar un enorme suspiro de gusto. Después continuaría con sus cosas, pero necesitaba unos minutos de relajación.

Pasados unos diez minutos volvió a la sala de trabajo. Vestía un albornoz blanco bastante cerrado que no dejaba ver nada de ella, incluso llegaba a los tobillos. Por dentro iba en ropa interior. Estando perfectamente cubierta dejó su espada a su lado y se sentó en una mesa vacía. Tomó unos informes en blanco y cogió un bolígrafo. Era el momento de ponerse a rellenar las cosas sobre su descubrimiento para seguir mejorando sus ámbitos en el veneno y llevándose triunfos. Estaba bastante feliz por algún motivo.

- Que gustito da ducharse cada seis horas más o menos. – Susurró ella mientras continuaba rellenando aquel formulario. Entonces se dio cuenta de que no recordaba el nombre de los malditos peces. – ¡Corvo-san! ¿Cómo se llamaban científicamente estos peces? – Se había olvidado totalmente.

En cuanto le respondiese continuaría escribiendo su proyecto con toda la calma del mundo, relajada y con un batido de fresa a su lado derecho. A veces pensaba que tenía un trabajo genial y ahora en aquella división en la que podía estar cómoda mucho mejor. Se relamió despacio y empezó a reír despacio. Moría de ganas de entregar sus avances y de paso entrenar un poco con su katana.

Debía seguir trabajando en ello, con la ayuda de Kemmei subí la temperatura de la cámara hasta la que él me había indicado. Era momento de ver los resultados, pero no solo eso, yo también probaría a generar mi propio deuterio. No sería tarea fácil, pero después de ver los resultados y saber la forma como había cambiado el hidrógeno, puesto que lo estuve sintiendo todo el rato dentro de la cámara, esperaba resultados alentadores. Cuando mi compañero se marchó me puse con esta ardua tarea. Requería de casi toda mi atención, ya que quería emular la sensación proveniente de la cámara y en el gas que creaba fuera de la misma.

Este entrenamiento no era peligroso para mis compañeros, puesto que mi forma de generarlo no era por bombardeo radioactivo, sino por mi propia generación, además que el deuterio no era un isotopo radioactivo de por sí. Cada pocos minutos hacía una pausa para reducir la concentración de hidrógeno en la sala, metiéndolo en las bombonas de almacenamiento o dentro de los depósitos de los robots. Puede que el isotopo en sí no fuera peligroso, pero las concentraciones altas de mi gas eran susceptibles de estallar, por lo que debía andarme con ojo y mantenerlas dentro de los limites seguros. La sensación de estar avanzando llegó al rato, cuando pude sentir una perturbación en el gas, algo parecido a cuando pude generar el hidrógeno líquido. La diferencia con aquel momento era sutil, pero me alegré mucho de estar consiguiendo uno de mis objetivos a largo plazo.

Tuve que parar durante unos momentos, Milena me estaba preguntando por el nombre de aquellos peces abisales. Estaba seguro de tenerlo apuntado por algún lado, la cuestión era donde. Salí de la sala de pruebas para buscar en la mesa el nombre de aquel ser marino. Tardé un par de minutos en dar con él.

-Se llama Nuda eschirichtii, no hay muchos por el alto coste que tiene cogerlos al vivir a gran profundidad. Por cierto, ¿me pediste algo hace un rato? Estaba bastante concentrado en el deuterio y no me enteré muy bien.

Mi compañera accedió sin problemas a la petición, así que sin más demora cogí la muestra que necesitaba. Puesto que tenía donde elegir, cogí dos muestras, una de la zona del abdomen y el estómago, donde supuse que habría muchas más bacterias, y otra de la boca, en la encía, la lengua y los dientes seguro encontraba también una buena cantidad de especímenes que me servirían para las pruebas.

Milena fue a ducharse y Corvo prosiguió con los experimentos a temperaturas más elevadas, lo cual debería aumentar la productividad, aunque desconocía si sería lo suficiente, al fin y al cabo hay muchas cosas aún por descubrir con respecto a las logias y las Akuma no Mi en general. Puesto que soy químico, las logias son las que más me llaman la atención y las que más entran en mis áreas de investigación, por lo que me encantaría investigarlas, sobre todo ahora que se me presentaba la oportunidad con este compañero que era usuario de una bastante interesante.

Empecé a hacer disoluciones y mezclas con poca concentración del veneno de Celen'Ogon, pues la intención era que no fuera perjudicial para los humanos. Al principio parecía que estaban demasiado diluidas, por lo que lo único que conseguía era paralizar temporalmente a las bacterias, sin penetrar tanto como para dañar el ADN ni dañando la pared celular lo suficiente como para destruirla por completo. Por mucho que intentaba encontrar el equilibrio aumentando la concentración muy poco a poco, acabé produciendo el efecto inverso, destruyendo también la membrana nuclear de las células del animal y causando su muerte inmediata.

Entonces llegué a la conclusión de que debía añadir algo a las dosis de concentración baja, aquellas que no habían logrado matar a las bacterias, para que acabaran con ellas sin destruir las células animales. Necesitaba un veneno más débil con el que pudiera controlar mejor los efectos, aunque también habría que ver qué reacción causaba la mezcla de ambos venenos.

Cuando la pelirroja salió de la ducha y, tras hacerle una pregunta a Corvo, nos quedamos a solas, me acerqué para hacerle una pregunta al respecto, pues al fin y al cabo había dicho que lo suyo eran los venenos. -Milena, ¿no tendrás por ahí por casualidad algún veneno débil o alguna resina o sustancia que cumpla la función linfática? Cualquiera de las dos cosas me valdría. -Era consciente de que la pregunta la había formulado de una manera algo confusa, pero confiaba no solo en que sería entendida sino en que tendría una respuesta favorable, o al menos sabría de algo que podríamos pedirle a Corvo cuando volviese.

Fuera como fuese, Corvo entró de nuevo en el laboratorio diciendo el nombre del pez descuartizado y preguntando qué había pedido Milena antes. Si no obtenía lo que quería, lo añadiría a la "lista de la compra", por lo que esperaría a que ella hablase y entonces, si tenía que pedir algo, lo haría.

Después de apuntar con éxito el nombre de aquellos peces tan raros, la pelirroja soltó un suspiro y se estiró para descansar. Había terminado su trabajo bastante más rápido, pero eso era debido a que ella se especializaba en algo bastante más rápido. Aunque gracias a su fruta y su conocimiento de los venenos pudo terminar antes de lo esperado. Bebió de nuevo de su delicioso batido de fresa y después de unos momentos se estiró. Escuchó las palabras de Corvo y alzó una ceja. Siempre recordaba lo que pedía y por ello se lo podría recordar sin ningún problema. Sonrió y alzó el dedo pulgar hacia él.

- Voy a hacerte el somnífero más efectivo y útil que conozco. Necesito cuatro abejas emperador de la isla de Satán. Las quiero vivas y en perfecto estado. Entonces tendrás en tu poder ese somnífero en menos de una hora.

Cogió su mochila negra con la mano al escuchar entonces las palabras del otro chico. Era normal que el veneno de aquellos peces no le hubiese funcionado. Ella por suerte llevaba unos tubos de venenos más relajados por así decirlo. Sacó un tuvo rojo, otro verde y uno morado.

- El rojo es el más suave, el verde algo más fuerte y el morado tiene un cincuenta por ciento de probabilidad de muerte en humanos. Puedes usar los tres, yo tengo mucho más en mi nevera especial.

Una vez terminó la explicación se estiró un poco y terminó de beberse el batido de fresa que tenía a medias. Ahora tan solo debería esperar a que ellos terminasen con sus deberes de una vez. Lo siguiente podría ser mucho más divertido. Una pequeña sonrisa siniestra se formó en su rostro y no tardó en mirar a ambos de una forma que inspiraba tensión.

- A parte de científicos somos personas. Digo yo que después del curro podemos ir por ahí a comer, entrenar habilidades de combate o incluso molestar a los marines.

Milena no solo era una científica, siempre fue la guardaespaldas del Doctor Cooper. Una espadachín peligrosa y con técnicas y habilidades muy peligrosas. La chica entonces sin esperar respuesta miró a los dos de nuevo y se cruzó de brazos. Quería escuchar una respuesta que la hiciera feliz, aunque en cuanto terminase aquel día se iría rápidamente con Eichi. A no ser que debiera hacer algo para continuar con la misión, lo que haría en menos de un minuto. Ahora esperaría a ver lo que harían ellos respecto a lo que les había dicho.

Mis compañeros parecían bastante animados y parecían estar llevándose bastante bien, lo que sin duda ayudaría a que todo en la división funcionara correctamente. Milena me repitió lo que necesitaba para los somníferos que le había pedido que hiciera. Los animales por los que preguntó no me sonaban de nada, pero claro, mi campo no era la zoología, ni nunca me había interesado demasiado por ella. La conversación continuó mientras seguía pensando en el nombre de las abejas, para finalmente concluir que lo mejor sería preguntar al departamento de zoología de esa instalación. La sección de animales ocupaba una amplia zona, teniendo laboratorios y zonas interconectadas entre ellas en todos los niveles. Además, estas zonas tenían sistemas propios de cierre de emergencia al contener seres vivos que podrían llegar a ser un auténtico quebradero de cabeza de liberarse.

-Puede que tengan aquí en los animalarios, esos tíos poseen especies de todo tipo. De hecho, toda el ala suroeste está dedicada a ellos. Cuando salgamos de aquí me pasaré a preguntar por las abejas, si no, imagino que tendremos que ir de caza. – Solté una risotada. – Por supuesto compañera, de hecho, podríamos ir a la cafetería del ala norte, en el piso dos. Me han dicho que hacen una comida exquisita y que tienen bebidas de los cuatro Blue. – Un mensaje llegado hasta mi asistente robótico por la mensajería interna del recinto me aparto de la conversación. Al parecer, una de las “herramientas” que más me interesaban para demostrar al gobierno mi competencia, podía llegar a realizarla en la isla Nueva esperanza. Los científicos e ingenieros que podían complementar mis diseños bases para la realización de esas fortalezas flotantes estaban allí reunidos desde hacía unos días. – Chicos, creo que ya tengo mi siguiente destino, nueva esperanza. Allí está la última pieza necesaria, aparte de vuestras colaboraciones, para que tener todas las variables cubiertas para que el gobierno nos ceda el control de la isla La mansión.

-¡Fantástico! Muchas gracias. -Exclamé, sorprendido ante la gran variedad de opciones que mi compañera me acababa de dar. Mientras ella se terminaba su batido, yo seguí con mis pruebas, aumentando poco a poco la potencia de la mezcla diluida de toxinas para que fuera lo suficiente como para eliminar a los microbios más resistentes sin ser dañino para los humanos. Al principio, las bacterias apenas reaccionaban, pero poco a poco pude observar cómo algunas iban muriendo con el aumento de potencia de las sucesivas dosis.

-Bueno, bueno, esto va teniendo otro color. -Dije en voz alta para que mis compañeros me oyeran. Está feo que yo lo diga, pero soy capaz de hacer varias cosas a la vez, así que no había perdido detalle de la conversación. -Si esperáis unos minutos termino esto antes de ir a comer, o si lo preferís comemos,  vamos al animalario y luego volvemos, para que así Milena tenga algo que hacer. -Detuve un momento mis experimentos, que había continuado durante lo que llevaba de conversación, y miré a Corvo. -Por cierto, ¿habría algún inconveniente si, ya sea ahora o en nueva esperanza, desarrollara algo para uso propio? Es que no suelo tener instalaciones tan bien preparadas y... tengo varias ideas que no he llegado a llevar a cabo.

Después de ese inciso, seguí mis experimentos mientras escuchaba las respuestas y/o posibles deliberaciones acerca de lo que había dicho, quizás me daba tiempo a terminar. La verdad es que me agradaba la idea de que tuviéramos una isla entera para nosotros, además de que el nombre la hacía parecer bastante grandiosa. "La mansión"... ¿Cómo sería? Bueno, y ya puestos a preguntar, "Nueva esperanza" también sonaba interesante, ¿qué nos estaría esperando allí? ¿Qué planes tenía Corvo para la organización? En ese momento tuve un capricho.

-Corvo, ¿por casualidad no podrías hacerme un ayudante robótico? O quizás... quizás con mis conocimientos sobre ingeniería ciborg podríamos hacer algo interesante. Estaba pensando que un tercer brazo pudiera venirnos bien, pero se aceptan sugerencias.