Tensión Entre Compañeros. [Galia - Ryuken] [Privado] [Contenido +18]

La risa del peliplateado la hizo apretar los dientes y mostrar un brillo siniestro en sus ojos. Ese capullo estaba pasándose y ella no podía darse la vuelta por el momento. Miró al lago, el cual estaba grisáceo debido al tiempo y trató de pensar en él para relajarse y encontrar el momento para darse la vuelta. Notó que estaba mucho más tranquila y era el momento de darse la vuelta. Notó algo extraño entonces en su oreja felina, era el tacto de unos dedos acariciándola y estuvo a punto de escapársele de la boca un maullido. Miró entonces hacia atrás y se encontró de cara con él. Le miró moviendo la cola de un lado a otro con calma y esperó a ver lo que le decía. Estaba segura que algo raro.

Notó como continuaba rascándole las orejas y eso hizo que ella cerrase su ojo derecho mientras contenía sus ganas de darle una colleja. Aquello era ya pasarse, estaba jugando con sus debilidades. Ella entonces estuvo a punto de quejarse, pero él dijo aquellas palabras, fue de nuevo a quejarse y él la mandó a callar. De nuevo la había llamado hermosa y en su maldita cara, además de no dejarla protestar. De nuevo aquel tono rojizo volvió a ella, la cual le miró con el ceño fruncido y mostrando sus colmillos de forma amenazante. No se atrevió entonces a hacer nada ¿Hermosa ella? Continuaba sin creérselo y entonces cerró los ojos mientras agachaba las orejas sin darse cuenta.

- ¡Y-yami! N-no estoy de acuerdo c-con lo que dices… – Dijo mientras trataba de echarse hacia atrás, tomando su espalda con un árbol.

La vampira le miraba tragando saliva. No se atrevía a mirarle con su cara roja ¿Por qué la halagaba de aquella forma? Yami había enloquecido, lo quería mucho, pero aquello estaba traspasando sus propias barreras. No podía creer que estuviese roja como un tomate. Allí ella era la que mandaba, la vampira dominante y su dueña. Trató de ponerse seria, pero le era imposible. Su cola se movía de un lado a otro sin parar y las caricias a sus orejas tan solo la dejaban mucho más debilitada hacia él. Le miró a los ojos sudando un poco y dejó que su espalda quedase pegada al árbol.

- N-no me gustas ni nada por el estilo ¿eh? – Dijo entonces mientras su cara continuaba roja y le miraba con rostro asustados, colmillitos y moviendo la cola sin parar, de nuevo, otro dulce ataque para miradas adultas.

La vampira quería alejarse y correr, pero por otro lado, deseaba estar allí y no moverse, quería dejarse llevar y que él la controlase un poco, al final sí que iba a someterse un poco también si hacía falta, le atraía mucho.

Los mofletes de la vampira se estaban hinchando ligeramente. Los ojos de ella estaban clavados en los de él y pese a que la lluvia había parado, para ella continuaba lloviendo. No le quitaba la vista de encima y el sonrojo lentamente se fue apagando. Cuando él le dio las gracias no pudo evitar llevarse la mano a la frente y darse un leve golpe. Parecía que aquel idiota continuaba sin pillar las indirectas. Ella entonces tomó su mano y se quedó mirándole, mostrándole los colmillos y alzando la ceja derecha. Iba a tener que enseñarle todo desde cero. La cola de ella entonces se enroscó sin permiso alguno en la cintura de él y después Black le dio un leve golpe en el pecho. Parecía un poco molesta por algo, tal vez él continuaba sin pillarlo.

- A ver… Ni gracias ni nada, quiero que estés conmigo. Eres mío y debes…

Antes de decir nada llevó la mano de él a la oreja de ella e hizo que continuara rascándole, no le había dado permiso para parar. Trató de coger con su mano libre la otra mano de él y entonces con toda la osadía del mundo hizo que él le agarrase un pecho, al cabo de unos dos segundos desplazaría la mano del joven al abdomen y después al cuello para que pudiese acariciarla, por último a la mejilla, donde ella cerró los ojos despacio. Ryuken tocaba a Galia con muchísimo cariño y ella no sabía lo que era eso. Tan solo recordó aquel malo momento donde recibió daño. Le miró entonces a los ojos a ver si lo había pillado de una vez.

- Yo también quiero que tú me trates como Ryuken lo hace con Galia. No me hagas rogarte, también quiero recibir eso que los humanos llaman besos… Quiero que me acaricies y… y… – Volvió a inflar los mofletes para después mirar a otro lado con el sonrojo apareciendo de nuevo en sus mejillas.

La chica continuó con su cola enroscada en la cintura del joven de cabellos plateados, el cual parecía tener un pelo mucho mejor con la lluvia. Entonces colocó sus manos alrededor del cuello de él y tragó algo de saliva. Parecía estar algo nerviosa, como si aquel idiota le gustase. No, eso no podía ser. Ella era un alma libre, bueno… Esclava, pero… No, no sabía responder, estaba confusa mientras le miraba.

- ¡Yo también soy tu vampira! – Terminó de decir mostrando sus colmillos y mirando después a otro lado. Continuó con las manos alrededor del cuello de él y finalmente esperó a que él diese el paso.

La tigresa miraba al chico esperando de una vez que hiciera algo, ya le había dejado tocarla y las caricias a sus orejas la había vuelto a dejar algo vulnerable. Tal vez le gustaba sentirse así con él. Finalmente el joven se atrevió a dar el paso de besarla. Ella cerró los ojos dejándose y rodeando con más fuerza su cuello. Esta vez pareció espabilarse un poco más, pues sin permiso de ella se atrevió a agarrar su lengua con la suya. Ella se sonrojó un poco de nuevo y soltó un pequeño quejido en su boca. Las venitas de su frente se marcaron, como lo hubiese escuchado le hundiría el pecho de un puñetazo. Ese idiota… Le iba a electrocutar en cuanto pudiese. Aunque se sentía demasiado bien y ella se pegó más a él ¿De qué iba controlándola así? ¡Era un imbécil!

Después de unos segundos se separó de él y le miró a los ojos con una sonrisa dulce, negó con la cabeza. No podía mostrarse tan contenta y volvió a ponerse seria. Entonces ella volvió a lanzarse sobre él sin pudor alguno y le besó con intensidad. Llegó incluso a morder su labio inferior con algo de fuerza con la intención de hacerle sangrar y beber de él mientras sus manos pasaban al abdomen de él. Tendría que espabilarlo a su forma. Entonces ella se separó un poco y lo miró a los ojos de forma algo siniestra.

- Yami ¿Qué te parece si te desnudas? Así te enseñaría mejor…

- ¡Muere!

El sonido de un disparo hizo a Black abrir los ojos como platos. En su abdomen apareció un pequeño círculo rojo y acto seguido cayó al suelo con los ojos cerrados. Su herida era importante y encima no parecía sanar ¿Plata? No podía creerse que tuviese tanta mala suerte. Estando allí tirada apretó los puños debido al dolor que estaba sintiendo. Dos hombres trajeados mirándoles con malas caras. Ella desde el suelo formó una especie de estaca de hielo y lo lanzó de forma violenta contra uno, atravesándole el pecho y matándolo al momento. Tras aquello terminó tendida bocarriba sangrando por el estómago mientras temblaba un poco debido a la plata, la cual la estaba quemando.

- Y-yami… vete… – Dijo dolorida mientras notaba que el dolor continuaba y sus ojos se iban cerrando lentamente. Seguramente no iba a morir, pero necesitaba atención médica o al menos que alguien le quitase la bala plateada.

Como esperaba, el chico había asesinado a la otra persona. Le importaba poco, pero ella no quería que él recibiese un tiro. El dolor era bastante intenso y estaba perdiendo bastante sangre. Por suerte, Yami parecía tener conocimientos médicos y empezó a extraerle despacio la bala a ella. El dolor se hizo presente pero lo aguantó de la mejor forma posible. Cuando la bala estuvo fuera de su cuerpo, los tejidos empezaron a regenerarse despacio. Era una suerte poseer aquel poder. Estaba tan atenta a él que no vio llegar a esos dos, que parecían ser agentes. Incluso los miembros de la Quimera con menos precio eran buscados en todos lados. Ella soltó un pequeño quejido entonces y escuchó su voz. Abrió despacio sus ojos y pudo verlo allí. Le acarició el rostro.

- Justo cuando íbamos a pasarlo bien, aparecen estos. Parece que algo no quiere que nos unamos después de todo.

Ella se abrazó a él despacio, buscando que la cogiese en brazos. Se aferraría a su cuello y después cerraría sus ojos. Debido a que no sentía cansancio, solo debía esperar a que la herida se cerrase de una vez. Iba siendo hora de volver, allí estarían mucho más cómodos y pronto sería de noche. Una idea se le vino por la mente, no pensaba irse sin tomarlo para ella. Le miró a los ojos y después de unos segundos tragó saliva.

- Llévame a la habitación, allí terminaremos lo que hemos empezado. Después podemos… Oh, mejor ¡Duchémonos juntos primero! – Dijo con ilusión. Ella no le haría nada, pero quería ver su reacción para ver si el chico se espabilaba por sí solo, tenía esperanzas.

En cuanto llegaron de nuevo a la sala, las heridas de la vampira se habían curado, dejando tan solo un pequeño moratón en su abdomen, el cual desaparecería despacio. Ella entonces le miró de forma calmada y le indicó el baño. Su mirada era muy simple, como si estuviese hablando de una cosa muy normal.

- Vamos, entra tu primero. Desnúdate, dale al agua caliente y metete dentro. Y por cierto, me encantó como le atravesaste la espada, el sonido de su cráneo rompiéndose me recordó a una maceta rompiéndose. – Le dijo entonces empezando a reírse de forma algo exagerada. Le había resultado demasiado bueno de verdad.

Después se cruzó de brazos y esperó que fuese él quien entrase en la ducha, ella esperaría su señal después de indicarle lo que tenía que hacer. Esperaba que no se equivocase en nada, capaz era de entrar vestido y con agua fría.

Black se hallaba sentada en la cama, metiendo sus armas en sus fundas correspondientes y mirándolas. Se sentía mucho mejor de la herida y además cerró los ojos lentamente. Yami parecía haber abandonado aquella forma de vida solitaria y había accedido a estar con ella. No lo veía muy ilusionado, pero con su mirada le bastaba. Si era una persona seria, no haría nada para hacer que dejara de serlo. Él era libre. Lo imaginó nervioso allí dentro y entonces pensó en entrar por sorpresa, pero decidió esperar a que fuese él quien la llamase. Cerró la persiana de nuevo y colocó una tabla de madera de una de las mesas para tapar el Sol. Entonces fue cuando vio una especie de mano de oro hacerle el gesto. Tragó saliva y entonces asintió.

La joven entró al cuarto de baño despacio y después cerró la puerta. Se quedó mirándolo a él desnudo y entonces miró a otro lado un poco avergonzada. Si Galia podía con aquello, ella también debería poder. Había anulado ya las orejas y la cola, volviendo a su forma normal. Se quitó el sujetador muy despacio y una vez lo hizo le dio la espalda a él. Cuando se quitó el resto de la ropa no pudo evitar sentirse algo desprotegida. No sentía frío ni nada parecido, pero el mero hecho de estar así la hacía estar rara. La vampira entonces entró en la ducha con él y quedó de pie en frente. Notó el alivio del agua caliente cayendo sobre su cuerpo, el cual ahora estaba vulnerable y al descubierto.

El cuerpo de la tigresa estaba totalmente depilado, si rastro de vello en ninguna zona, tan solo en la cabeza. Ella miró a Yami a los ojos directamente, desvió ligeramente y en un acto reflejo la mirada hacia abajo. Dejó que de sus pies surgiera un poco de hielo, entonces el calor y el frío harían contacto y se formaría muchísimo vapor, el cual dejaría la sala parcialmente invisible. Así nadie los pillaría en aquello. Black pensó que tal vez a Yami no le atraían aquel tipo de cosas, pero decidió pensar que no era así. Colocó ambas manos en sus hombros y le miró despacio. Era el momento de provocarlo un poco. Clavó su rodilla derecha en el suelo de la bañera y entonces colocó sus labios en la zona abdominal de él. Dio un par de besos y fue subiendo por el torso. Terminó dejando unos cuantos en los pectorales y acto seguido un par de ellos más en el cuello. Después le miró a los ojos y dejó un suave mordisco en su mejilla.

- Ya sabes mi fuerza y resistencia, no soy de cristal. No temas hacer nada por muy brusco que sea, Yami-kun. – Dijo entonces acariciando sus cabellos.

La vampira pegó entonces su cuerpo al de él de forma exagerada, para hacer todo el contacto posible más que nada. Sintió un leve sonrojo en sus mejillas al sentir pechos contra pectorales, abdomen contra tableta, y su zona íntima a la otra. Para desentenderse de lo que hizo, clavó sus dientes en el cuello de él, empezando a beber un poco mientras acariciaba su espalda, bajando y presionando con los dedos en sus costados. Buscaba provocarlo todo lo posible y hacer que le gustase. Si no empezaba a hacer cosas él también, iba a pensar que o no lo atraía el cuerpo que tenía o directamente era algo no correspondido.

Black cerró los ojos mientras continuaba bebiendo tranquilamente, aquello debía de estar excitándole y si era así, ella notaría perfectamente que así sería. Tras unos segundos bebiendo del cuello de su pequeña víctima, pasó a morder en su hombro, en el brazo y después en el propio pecho, pero sin hacerle daño, incluso movió un poco su cuerpo contra el suyo de forma voluntaria. Le miró entonces a los ojos para ver cómo se encontraba él.

Black mostró una mirada calmada cuando se fijó en que le estaba gustando. Poco a poco parecía ir despertando en él su instinto sexual. Tal vez luego cometía el error de hacerlo adicto o algo por el estilo y él quería hacer aquello siempre, incluso en mitad de misiones, pero bueno, por ella no habría problema. Siempre que la situación no fuese grave podrían hacer de las suyas, o eso creía al menos. No se imaginaba siendo violada en la mesa de una base enemiga mientras él lanzaba estacas de oro a enemigos estando sobre ella. Aquella imagen casi le arrancó una suave carcajada, pero decidió dejar de pensar en aquellas cosas. Estaba allí con él para continuar excitándolo de la mejor forma posible. Soltó un suspiro y abrió sus ojos despacio con calma.

- ¡Kyah!

Soltó entonces un quejido de repente cuando él mordió el cuello de ella. Estando desnuda se sentía más sensible y sobre todo estando bajo el grifo. Ladeó la cabeza para darle espacio y pudiese jugar lo que quisiera. Notaba sus caricias por el cuerpo y estaba segura de que pronto de lanzaría sobre él. Entonces escuchó su pregunta, la cual la hizo mirar a otro lado con un ligero rubor. No pensaba contestarle y por suerte, no fue necesario. Notó sus labios sobre los de ella de forma intensa y no tardó en corresponderle de la misma forma. Entonces fue cuando ella rodeó su cuello y se tiró hacia abajo con él. Quedó tumbada con la espalda pegada al suelo de la ducha y con él encima, sin dejar de besarle. El agua cayendo sobre ellos era demasiado sabrosa para ser cierto. Era el momento de provocarle del todo.

La joven vampira entonces separó sus labios de él y entonces abrió los brazos un poco, quedando estos a los lados. Con las piernas trató de atraparlo por la cintura y entonces fue cuando se sonrojó bastante. Aquello que iba a decir ahora podía despertar a la bestia salvaje o quizás no provocaría nada. Ella miró a otro lado mientras estaba allí echada para él, vulnerable y completamente accesible.

- Esto es lo que desean Edward y Taito… Yami, toma lo que es tuyo. No dejes que nadie te robe lo que te pertenece, ven…

Dijo ella con un tono siniestro. La última palabra fue más bien algo pícara, pero no podía aguantar mucho más, lo deseaba demasiado. Aquel asesino debía ser suyo y de nadie más, pobre de aquel que lo mirase mal u osase meterse con él de alguna forma. Black le miró entonces a los ojos, bastante nerviosa por su posición y tratando de ocultar su mirada, pero le costaba, era como si estuviese impaciente y nerviosa al mismo tiempo. Cerró por fin los ojos y simplemente esperó.

Las palabras de Yami causaron sensación en ella. Cuando dijo que el cuerpo de ella era suyo y que nadie tenía permiso para tocarlo, eso provocó que ella tragase un poco de saliva. Se suponía que iba a ser compañeros y eso, pero aquel acto de posesividad la hizo recordar ciertas cosas. No, negó dejando de pensar en el idiota de Ivan. Él mismo dijo aquellas palabras, pero no volvería a pensar que Yami era igual a él. La vampira asintió a sus palabras algo ruborizada mientras trataba de pensar en otra cosa. El agua mojada sobre su cuerpo la hacía estar demasiado cómoda y mucho más con el chico dorado sobre ella, rozando su zona íntima y haciéndola jadear despacio mientras le miraba a los ojos.

No pudo evitar estremecerse y soltar un gemido considerable cuando él entró dentro de ella. Aquella sensación fue maravillosa y lejos de sentir lujuria, sintió algo distinto. Ahora él era de ella y ella suya. Era posible que Galia hubiese estado siendo poseída también por el vampiro, pero estaba claro a quien amaba ella y a quien amaba ahora… No, negó con la cabeza. Ella no podía darse ese lujo. Estaba muerta y él vivo, aquello la apenó muchísimo en ese momento, casi incluso la hizo entristecerse, pero decidió no joderle el momento a él. Le dedicó una sonrisa algo más dulce y entonces rodeó el cuello del chico con los brazos. No iría muy rápido, para de esa forma no hacerle disfrutarlo. Sus movimientos eran muy lentos y además no quería que aquello fuese muy frío.

- Mmm… ¿Esto es tuyo? Esto significa que ¿Soy de tu propiedad, Yami-sama? – Le dijo ella con un tono dulce mientras le daba leves besos.

Esperaba su respuesta con ansía y entonces fue cuando lo pegó más a ella con las piernas. Cerró los ojos con fuerza y se mordió un poco el labio inferior para no gemir muy fuerte, no era justo que ella fuese la primera. Le miró de nuevo mientras sus manos continuaban acariciando despacio su nuca, sin pensárselo mordió su oreja despacio y después le susurró de forma algo picara y con la voz entrecortada por los jadeos.

- ¿Me vas a poner un collar entonces, mi señor? – Claramente estaba jugando con él por lo que dijo. Esa posesividad que tuvo en tan poco tiempo le causó algo de diversión. Estaba claro que ahora no podría mirar bien a nadie que no fuese él o beber de otro. Cualquier interrogaba a un marine metiéndole mano…

Debía admitir que era la declaración más original que había visto, la joven estaba impresionada en el camuflaje tan bueno que tenían sus palabras, pero lejos de aquello, tenían un fin. Ambos juntos sin que nadie se metiese de por medio. Ella no pudo evitar relamerse despacio, pero no podía pensar mucho tiempo, era desplazaba por los movimientos del espadachín dorado y contenía los gemidos lo mejor que podía. Cuando mencionó lo del chasquido no pudo evitar ruborizarse unos segundos y mirar a otro lado. La situación podía ser muy excitante y morbosa, tal vez se dejaba poner un collar durante unos segundos. Entonces fue cuando ella rodeó el cuello de él con los brazos y soltó un quejido considerable, se notaba que había aumentado el ritmo de repente.

- Mmmm… En ese caso, adelante. Muéstrame ese collar…

Dijo mientras se mordía el labio inferior, demasiado excitada estaba ya por su culpa. No permitiría estar debajo todo el tiempo, viendo como él la dominaba y la hacía pasarlo en grande, se revolvió para quedar sobre él. Entonces colocó las manos en sus pectorales y le miró de forma algo siniestra. Sus ojos brillaron levemente y después de unos momentos se mordió el labio con algo de fuerza. Provocó algo de sangre y entonces abrió la boca. Las gotas de sangre mezcladas con saliva caían desde sus labios hasta la boca de él, quería ver su reacción ante aquello. Entonces empezó a moverse algo más de prisa sobre él, haciendo movimiento circulares con la cadera como si estuviese en una especie de baile. Con la agilidad que tenía debía estar volviéndole loco.

- Supuestamente se pueden usar varias posiciones, pero el trato es el siguiente. Tú no osas hacer nada en mi parte trasera y yo no meto una estaca de hielo por la tuya. – Le mencionó de forma pícara y amenazante.

Sabía de sobra que lo otro dolía lo suyo y no pensaba comprobarlo. Bastante bien lo estaba pasando con él ya, mucho mejor que con Ivan. El vampiro podía ser una bestia y tener mucha más velocidad y habilidad… Pero no tenía aquella mirada del chico dorado. No era tan delicioso como su Yami, estar con él le encantaba y su sola mirada de placer la hacía querer esforzarse más. Se abrazó a él estando todavía encima y empezó a darle suaves besos en el cuello y en los labios. Terminó soltando una pequeña carcajada siniestra y acto seguido pegó su frente a la de él.

- Sabes que no podrás aguantar mucho, Yami-kun… Pero aunque tú ya no puedas moverte, yo sí lo haré, así que ponte cómodo.

Ahora que tenía el collar de oro puesto, se aseguraría de quedárselo y usarlo con varios fines, entre ellos sacarlo en mitad de las misiones y enseñárselo para ponerlo algo nervioso. Sonrió de nuevo cuando él aceptó el trato y además halagó que el collar le quedaba bien. Eso provocó que ella se relamiese, había causado el efecto que deseaba y aquello tan solo haría que él terminase antes. Pensaba vencerle en aquel tema, pero tenía en mente demasiadas ideas para hacerle sufrir. Activar el agua fría, poner su cuerpo a temperatura del hielo, incluso usar la forma híbrida y acojonar… De hecho, con la completa debería ser algo más traumante para él, zoofilia pura. No haría aquello, no quería volver a Yami una persona traumada como hicieron con ella. De nuevo le dio un leve pico y continuó.

- Pero significa que ya he ganado este duelo, Yami-kun… De hecho, eres mío como bien sabes y puedo jugar contigo como desee. Probemos algunas…

Antes de que pudiese decir nada, el maldito revolucionario realizó un movimiento que la hizo soltar un gemido considerable, de hecho, pegó la frente a su pecho ocultando el rostro mientras sus manos temblaban. Será cabrón, pensó mientras jadeaba por lo bajo. Planeaba terminar con él en su próximo movimiento, el cual estaría bastante currado. Levantó la mirada pudiendo verse un sonrojo exagerado en ella. Entonces fue cuando mostró una sonrisa calmada y le miró a los ojos.

- Usar mi forma completa ahora sería divertido… Pero no voy a ser mala contigo. También puedo usar mi boca, pero ese lujo no lo tendrás hoy, no soy fácil para esas cosas. – Dijo guiñándole el ojo.

Con aquello quería despertar la rabia, la envidia y las ganas en él. Fue entonces que entonces clavó sus colmillos en su cuello despacio, activó sus orejas y su cola, la cual se enroscó en su cintura mientras le acariciaba. Empezó a dar ascensos y bajadas mucho más brutos y se abrazó a él con fuerza. Entonces una sonrisa maligna se formó en su rostro mientras bebía de él. Usaría su mejor arma, las palabras. Usó un tono de voz bastante sumiso, tan solo para dar por culo y ser la vencedora de aquello.

- Yami-sama…Se siente muy bien… – Tras decirlo volvió a morderle, pero en la otra zona del cuello, ya iba siendo hora de ir terminando con aquello. Aunque si continuaba sin ceder, debería usar armas más serias.

Mientras iba bebiendo de él, aumentó un poco la temperatura del agua del grifo con la mano, pero sin que llegase a quemar, para de esa forma hacer que su cuerpo se relajase muchísimo más. Con su mano libre se agarraba a su cintura para no salirse de él cuando realizaba sus movimientos. De nuevo gimió contra su cuello, pero la voz que usaba no era la suya, más bien una algo más adorable, en el interior, su típica sonrisa maligna estaba activada.

- “No puedes más, Yami-chan…” – Pensó entonces bebiendo y sorbiendo con más fuerza.

Ella no pudo evitar mostrar una pequeña risa al ver su mirada de enojo cubierta por el color rojo, allí en remojo, a su antojo y mirándole con ojo. Menos mal que no había insistido en el tema de la boca, bastante vergüenza le daba aquello para además ponerse de rodillas a… Negó un poco muerta de vergüenza, una cosa era someterse un poco y otra ser su sumisa y cumplir sus fantasías de forma obediente. Aquello saldría de ella tal vez en algún lugar en el que él pudiese morirse de vergüenza y ella echarse unas risas. Beber de aquello mediante un mordisco… Allí se acumulaba sangre… Pero no quería dejarlo fuera de circulación sexual de por vida. Soltó un pequeño jadeo y entonces abrió los ojos como platos al no esperárselo.

- ¡Oe! ¡Avisa antes de hacerlo dentro!

Gritó cerrando los ojos y sintiendo un escalofrío enorme. Tener aquello… Esa cosa dentro de… Su cara ahora sí que era roja. Él le dijo que era el diablo, cosa que no se tomó a mal, pero ahora sí que pensaba serlo. Se relamió despacio mientras le miraba a los ojos y después se quitó el collar de oro dejándolo a un lado.

- Maldito, ahora por tu culpa estoy llena de… ¡Te vas a enterar! Yo no he terminado todavía de jugar… – Dijo acomodándose sobre él.

Treinta jodidos minutos había estado “Haciéndolo polvo” Había usado su forma Soul para tener la resistencia de la completa y su agilidad ayudó también. Actualmente estaba saliendo de la bañera, estaba desnuda y sonriente. La vampira se secó el cuerpo con una toalla y después de unos momentos salió a la habitación. Sacó de su mochila unas braguitas rosas y se las colocó, después se puso un pantalón de pijama del mismo color y por último el sujetador, el cual era rosa también. Iba totalmente a conjunto. Sin ponerse una camiseta, entró al baño de nuevo y se acercó a la bañera para mirar cómo estaba él, o si continuaba vivo.

- ¿Yami-kun? – Preguntó con un tono demasiado dulce, como si estuviese burlándose la cabrona. Su plan era haberlo hecho pedazos.

Se había aseado correctamente antes de salir, dejando seguramente rastros de espuma sobre su querido asesino. Entonces se cruzó de brazos mirándole con su adorable y provocativo pijama. De todas formas, él ya no tendría ganas de más por el momento después de aquello y le daba igual ir así de desvestida. Tal vez se estaba equivocando y él la miraba de forma deseosa, tomándola de nuevo. No, negó con la cabeza. Era el cuerpo de un humano a fin de cuentas y si cinco minutos lo agotaron, treinta con ella a tope tuvieron que destrozarlo. Se relamió despacio y después de aquello encendió el secador.

La joven empezó a secarse el pelo despacio, notando la agradable temperatura del ambiente y cerrando sus ojos. Él estaría a allí tirado seguramente, pero le daba lo mismo. No veía nada al no reflejarse en los espejos, y de todas formas, estaba empañado, pero confiaba en ella misma para no quemarse el pelo. Cuando terminó se puso una camisa de pijama, la cual dejó abierta al tener sujetador. En ella había dibujos de ositos de peluche. A Galia le pegaba, pero a ella para nada. Mostró una expresión calmada y se estiró un poco.

Aspecto:

- ¡Yami, vete vistiendo, que es hora de irnos! ¡Esta noche tenemos una cita, así que dile a Ryuken que se duerma! ¡Eres mío hoy! – Dijo con su habitual tono sádico ya, incluso como si lo estuviese ordenando. Tenían cosas que hacer, pero aún les quedaba una hora o así para salir… Tan solo le metía prisa por dar por culo. Quería mostrarle como era el mundo cuando uno era libre y él ahora lo era. Esa noche debía serlo para ella.

Ella sabía que no podía estar tan tranquilo, no podía engañar a sus instintos de mujer, por así decirlo. Continuó a lo suyo con el secador y cerró los ojos despacio. Le vio antes de eso ponerse un pantalón, pero… ¿La ropa interior? Iría con cuidado en los roces. No quería tener que excitarse en mitad de una caminata. Soltó un pequeño bostezo y entonces se relamió. Había despertado, había luchado, sido herida, se lo había tirado y además había bebido bastante. El día había salido genial, pero ahora llegaba la noche y seguramente podrían hacer cosas divertidas en aquel sitio. Se rascó un poco la cabeza y entonces notó una temperatura ideal debido al vapor. Era una suerte que no fuese inmune a aquel tipo de cosas.

- Mejor, que se quede dormido una temporada. Quiero estar con mi presa a solas y que nadie me moleste, que para eso es mía. – Dijo refiriéndose a él con posesividad.

La vampira se dio cuenta de que la abrazó por la cintura y se pegó para recibir calor también. Ella debido al contacto se ruborizó unos leves instantes. De verdad, le estaba cogiendo demasiado cariño y aquella muestra por su parte le encantó. Entonces se dio cuenta de lo que él quería. No pudo evitar sonreír de forma maliciosa y se puso en pie, cediéndole a él la silla. Se remangó un poco y entonces le miró con tranquilidad. Sus orejas y cola desaparecieron y se relamió despacio.

- Venga, yo me ocupo de esto.

Tomó su mata de pelo con una mano y con la otra empezó a pasarle el secador despacio por el resto del cabello. Estuvo así un par de minutos, rascándole la cabeza, secándole y peinándole bien con un peine de púas que había en la zona. En cuanto hubo terminado apagó el secador y lo levantó con calma. Lo puso frente a ella y se quedó mirándole. El pelo había quedado perfecto y seguro que ahora estaba calentito. Fue entonces cuando le miró a los ojos unos segundos, pero después chasqueó la lengua desviando la mirada un poco.

- No eres guapo ni nada por el estilo, idiota.

Así de gratis, en uno de sus ataques de Tsundere. Después de aquello no pudo evitar acariciarle un poco la mejilla y después ir a lo suyo. Abrió la puerta del baño y entró en la oscura habitación. Le dio a la luz y se quedó mirando sus espadas. El puto látigo. Lo pisó de forma brusca para partirlo y las cogió con calma. Dedicó una sonrisa siniestra cuando tuvo a Zeths entre sus manos y después de unos segundos la metió de nuevo en su vaina.

¿Había ronroneado? Los ojos de ella se abrieron como platos y mostró una expresión que la hizo ver muchísimo más sorprendida, su boca estaba abierta totalmente. Entonces la vampira mostró un brillo en sus ojos, similar a estrellitas. No tardó mucho en abrazarle con fuerza y mirarle a los ojos de forma exagerada. No pensaba olvidar el sonido que había escuchado. Entonces estiró la mano hacia arriba y formó una especie de cascabel de hielo. Con una mirada que mostraba curiosidad, trató de colocárselo en su camisa. Entonces le puso ambas manos en sus hombros y siguió mirándole de aquella manera que mostraba muchas ganas de saber más sobre aquel sonido.

- ¡Mi gatito! – Dijo de forma sádica y dándole mimos con la nariz en su cuello. Se había condenado haciendo aquello delante de ella.

Entonces le preguntó sobre lo que podían hacer esa noche. Mostró una expresión calmada y después le hizo un gesto para que la siguiese hacia la parte baja de la taberna. Comenzó a bajar escaleras de forma calmada. No tardaron mucho en llegar a la zona del bar, la cual estaba bastante lleno. Ella simplemente entrecerró los ojos y miró un poco los alrededores. Justo entonces soltó un suspiro y negó con la cabeza. No era una buena zona para ella y sabía que para él tampoco lo sería. Entonces fue cuando ella le miró de manera calmada y le colocó la mano en la mejilla unos segundos. La acarició despacio y después trató de sentir el ritmo de su circulación.

- Ya he bebido demasiado de ti por hoy. De lo contrario, creo que preferiría cenar un poco de tu sangre en lugar de otra cosa, pero en fin. – Dijo mientras se sentaba en una mesa retirada donde había dos sillas.

Se sentó en una tranquilamente y después de unos segundos cerró sus ojos mientras miraba las cartas con calma. Esperaba que él se sentase en la de en frente, entonces alzaría sus piernas y las dejaría sobre las rodillas de él para estar más cómoda. Notaba miradas de todo el mundo por llevar el pijama puesto, pero le daba lo mismo. Cuando el hombre vino les miró y esperó a ver lo que deseaban pedir. La joven entrecerró los ojos y después contestó con un tono bastante calmado.

- Yo tomaré un trozo de carne de pollo, pero poco hecho. También me interesa un vaso de agua para beber y de paso un bollo con cacao. Para mi gatito lo que él quiera. – Dijo entonces mirándole a los ojos de una forma algo cabrona por así decirlo. Esperaba que se hubiese dejado el cascabel de hielo que hizo para él. Lo veía demasiado adorable. Entonces recordó los ronroneos y le miró con el camarero todavía allí. Kawaaaaaaaai…

- ¿A quién llamas así, maldito felino? – Dijo ella entonces mientras alzaba la ceja derecha y mostraba sus colmillos. Estúpido Yami.

No iba a permitir que la llamase de aquella forma, ella no tenía cambios bruscos de humor respecto a él, bueno, no los admitía. Soltó un pequeño suspiro entonces se cruzó de brazos escuchando lo que él había pedido. Puré de patatas, además de carne. Ella entonces se relamió un poco, tal vez aquello debía de estar bueno. Ella no conocía mucha comida salvo la sangre y quizá la carne. Entonces se mantuvo tranquila mientras miraba por la ventana, la hermosa noche había comenzado. Podrían viajar juntos después paseando al fresco y retirarse de aquella isla, que ella al menos no pensaba olvidar, Banaro. Soltó un suspiro de nuevo y se estiró despacio, tan solo para ver que el camarero empezó a poner las cosas sobre aquella mesa en la que ambos estaban sentados.

- Usted sí que sabe señorita, el pijama y todo. Bien cómoda, como debe ser. Encima permítame decirle que es una belleza como pocas he visto.

Aquel camarero tendría unos veinte años, ojos azules, cabellos rubios como el oro y sonrisa amable. La vampira lo miró pareciendo emocionada, pero más bien estaba observando el plato de puré que tenía en las manos. Lo dejó al lado de Ryuken y él se acercó a ella, pero se frenó al ver a la chica dejar de mirarle y observar ahora la comida. El camarero entonces sacó una rosa del bolsillo, parecía que preparaba algo. Black por su parte no se dio cuenta y miraba el puré de Yami con curiosidad. Tenía una pinta deliciosa y el olor la hacía tragar saliva. No quería admitirlo y miró a otro lado, pero después miró de reojo de nuevo. Ella quería probar aquello y ya no le bastaba con su carne poco hecha. Se relamió un poco y entonces notó a aquel tipo tomar su mano sin permiso.

- ¿Me concedería después una cita, mi bella dama? Cuando termine de cenar con su amigo, digo. – Dijo él de forma algo provocante hacia el asesino.

Una gota de sudor bajó por la cabeza de la vampira. Sabía que no podían armarla en público y menos tras el asesinato de dos agentes hacía un par de horas. Tragó saliva mirando de nuevo el puré e ignoró al payaso del camarero. Apartó la mano de él y entonces la colocó sobre la de Yami, mirándole de forma algo sádica.

- ¿Eso está bueno? – Le preguntó con curiosidad.

- Preciosa, no me ignore. Conmigo estará mejor acompañada que con su amigo… – Dijo de nuevo provocando, lo que hizo que Black frunciera el ceño controlándose al máximo. Mucha gente y testigos, continuó mirando a Yami a los ojos fijamente, aunque ya algo seria y cabreada. Estaba a nada de arrancarle la cabeza.