Aki D. Arlia
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¡Qué bonito día para estar vivo! Llegaste hace dos días a Kumo, en el archipiélago Arashi. Eso no es lo mejor, si no que aun encima la marina te ha financiado la excursión, así como la estancia en un pequeño hotel. Tus superiores parecieron encantados de que fueras, extrañamente. Tienes una gran sonrisa en la cara y algo arrugado en la mano. Lo conseguiste hace tres días, ¿Recuerdas?
Bueno, igual conseguir no es la palabra. Quizás decir que voló hasta tu cara tapándote losputos ojos y haciendo que te cayeras por las escaleras sería más apropiado. Pero eh, ¡Visicitudes del destino! Tú eres feliz. Es una invitación a un resort culinario. No es muy exclusivo, van unas trescientas personas por lo que sabes, pero es una gran oportunidad. El chef Gumersindo no suele darse mucho a conocer. En verdad, es un poco raro que el ticket haya llegado tan lejos hasta donde tu estabas. Hum. ¡Pero qué importa! Es una semana rodeado de pescados y de gente cocinándolos. Dicen que el propio Gumersindo dará un par de clases y conferencias.
Pero se te está haciendo tarde, pequeño. Deberías salir de la cama de una vez y buscar el lugar del complejo. ¡Venga! ¡Arriba!
Bueno, igual conseguir no es la palabra. Quizás decir que voló hasta tu cara tapándote los
Pero se te está haciendo tarde, pequeño. Deberías salir de la cama de una vez y buscar el lugar del complejo. ¡Venga! ¡Arriba!
Leiren Evans
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No tenía la menor idea de qué estaba haciando en aquel lugar, aunque después de lo malditamente bien que había dormido aquella noche tampoco es que me fuera a quejar demasiado. Era extraño, sí, pero no pensaba quejarme. Simplemente dejé que las cosas siguieran su curso. Puede, y solo puede, que después de escuchar como veinte minutos el despertador estuviera dejando demasiado que las cosas siguieran su curso.
Con algo de prisa, aunque no por ello haciéndolo mal, me vestí, recogí mis cosas -entre las que se encontraban mis armas guardadas en dos pequeñas bolsas en la parte trasera de mi costado, un par de pergaminos colgados debajo de estas, un poco de comida seca, en esta ocasión una bolsita de frutos secos y, por supuesto, el ticket plateado- y salí de la habitación casi a prisa. Creo que me tropecé un par de veces con alguna que otra persona, pero nada que una pequeña disculpa acompañada con una sonrisa no pudiera solucionar.
—Perdone, ¿sabe dónde está...? Esto... ¿el complejo donde el chef Gumersindo está? Es la primera vez que estoy por aquí y puede que me haya perdido un poco.
Las sonrisas de niño inocentón nunca fallaban. Le había preguntado a un señor que, por cómo vestía, parecía trabajar en aquel lugar. Esperaba que el señor supiera decirme por dónde era y cómo llegar, y rezaba muy fuerte porque estuviera cerca; aunque si nos habían dado aquellas habitaciones suponía que asi era.
Si me decía el camino lo recorrería dándome algo de vidilla; si no, intentaría buscar otra persona que sí lo supiera o algún cartelito típico de "gran chef Gumersindo", que tendría que haber por algún maldito sitio. Puede que buscarlos hubiera sido una mejor idea, pero me encantaba preguntar y que pensaran que era un niño totalmente indefenso, solía ayudar a que me dijeran más de lo necesario.
Y bueno, plata y pescados. Aquel día iba a ser muy divertido.
Con algo de prisa, aunque no por ello haciéndolo mal, me vestí, recogí mis cosas -entre las que se encontraban mis armas guardadas en dos pequeñas bolsas en la parte trasera de mi costado, un par de pergaminos colgados debajo de estas, un poco de comida seca, en esta ocasión una bolsita de frutos secos y, por supuesto, el ticket plateado- y salí de la habitación casi a prisa. Creo que me tropecé un par de veces con alguna que otra persona, pero nada que una pequeña disculpa acompañada con una sonrisa no pudiera solucionar.
—Perdone, ¿sabe dónde está...? Esto... ¿el complejo donde el chef Gumersindo está? Es la primera vez que estoy por aquí y puede que me haya perdido un poco.
Las sonrisas de niño inocentón nunca fallaban. Le había preguntado a un señor que, por cómo vestía, parecía trabajar en aquel lugar. Esperaba que el señor supiera decirme por dónde era y cómo llegar, y rezaba muy fuerte porque estuviera cerca; aunque si nos habían dado aquellas habitaciones suponía que asi era.
Si me decía el camino lo recorrería dándome algo de vidilla; si no, intentaría buscar otra persona que sí lo supiera o algún cartelito típico de "gran chef Gumersindo", que tendría que haber por algún maldito sitio. Puede que buscarlos hubiera sido una mejor idea, pero me encantaba preguntar y que pensaran que era un niño totalmente indefenso, solía ayudar a que me dijeran más de lo necesario.
Y bueno, plata y pescados. Aquel día iba a ser muy divertido.
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El hombre parpadea un par de veces y te mira de arriba abajo sin disimulo antes de decirte en tono borde:
- La presentación es en el aula 32, chico.
Te da la espalda y sigue su camino, pero con otro par de sonrisas y buena voluntad consigues encontrar el ''Aula 32''. ¿Estabas en un colegio? ¿Desde cuando? En realidad al llegar ves lo que parece una enorme sala de conferencias, con una tarima al fondo y mucha gente sentada escuchando. Te cuelas y ves por primera vez al chef Gumersindo. Es imposible no reconocerle; jovencísimo, apuesto y completamente serio y concentrado. Está explicando un poco por encima las actividades de la semana. Estará dedicado a los beneficios del pescado y el marisco en la cocina. Habrá varias clases dirigidas por el, cuatro prácticas y algunos seminarios dados por otros profesionales. Solo las personas con ticket pueden participar en todo, pero por suerte eso no es un problema para ti. Está terminando su discurso cuando dice algo que te llama la atención:
- Sabemos que ha habido algunos rumores maliciosos, pero por favor no teman. Les garantizo que la seguridad del complejo, así como la suya, es completamente óptima. Buenos días.
No se habrán atrevido a mandarte con segundas intenciones sin decirte nada, ¿Verdad? Naaaah, es imposible, ¿Quién haría eso? Lo único que lograrían sería saltarse el papeleo al certificar que te mandaban a una misión y ningún marine pondría tu seguridad en peligro... por... librarse de... MIERDA. Deberías asegurarte cuanto antes. Llamar a la base, hacerte el loco y preguntar... el mundo es tuyo, chico.
- La presentación es en el aula 32, chico.
Te da la espalda y sigue su camino, pero con otro par de sonrisas y buena voluntad consigues encontrar el ''Aula 32''. ¿Estabas en un colegio? ¿Desde cuando? En realidad al llegar ves lo que parece una enorme sala de conferencias, con una tarima al fondo y mucha gente sentada escuchando. Te cuelas y ves por primera vez al chef Gumersindo. Es imposible no reconocerle; jovencísimo, apuesto y completamente serio y concentrado. Está explicando un poco por encima las actividades de la semana. Estará dedicado a los beneficios del pescado y el marisco en la cocina. Habrá varias clases dirigidas por el, cuatro prácticas y algunos seminarios dados por otros profesionales. Solo las personas con ticket pueden participar en todo, pero por suerte eso no es un problema para ti. Está terminando su discurso cuando dice algo que te llama la atención:
- Sabemos que ha habido algunos rumores maliciosos, pero por favor no teman. Les garantizo que la seguridad del complejo, así como la suya, es completamente óptima. Buenos días.
No se habrán atrevido a mandarte con segundas intenciones sin decirte nada, ¿Verdad? Naaaah, es imposible, ¿Quién haría eso? Lo único que lograrían sería saltarse el papeleo al certificar que te mandaban a una misión y ningún marine pondría tu seguridad en peligro... por... librarse de... MIERDA. Deberías asegurarte cuanto antes. Llamar a la base, hacerte el loco y preguntar... el mundo es tuyo, chico.
- Le chef:
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Sep, quizá lo más lógico hubiera sido llamar. Seep, seguramente lo que más sentido hubiera tenido era haber contactado con el cuartel y preguntar sobre el tema. Seeep, lo más probable es que sí que tuviera que preocuparme por lo menos un poco y hacer algo al respecto. Y por supuesto que iba a hacerlo: saqué la bandana, me la até en la cabeza y, con una sonrisa, me dispuse a ser el mejor cocinero de todos aquellos novatos.
Sí, obviamente iba a estar atento a cualquier cosa que pasara. Sí, claro que no iba a dejar que nadie -o al menos la mínima gente posible- sufriera daños. Pero también era verdad que había ido a aquella maldita isla de vacaciones y eso era lo que iba a hacer. Iba a disfrutar de mis malditas vacaciones, iba a disfrutar de toda la comida que pudiera prepararme y, si tenía suerte, la que pudiera prepararnos Gumersindo.
Así que nada, ahí estaba, preparado para cocinar cualquier cosa que me pidieran o para atender a cualquier cosa que nos dijera el chef. Aunque... No sé, había algo sobre aquel señor... No sé, era como si no pudiera quitarle el ojo de encima. Bueno, serían cosas mías, como de costumbre. Además, el pelo me quería sonar de algo, pero no llegaba a saber de qué.
—¡A cocinar! —dije en apenas un susurro para mí mismo.
Sí, obviamente iba a estar atento a cualquier cosa que pasara. Sí, claro que no iba a dejar que nadie -o al menos la mínima gente posible- sufriera daños. Pero también era verdad que había ido a aquella maldita isla de vacaciones y eso era lo que iba a hacer. Iba a disfrutar de mis malditas vacaciones, iba a disfrutar de toda la comida que pudiera prepararme y, si tenía suerte, la que pudiera prepararnos Gumersindo.
Así que nada, ahí estaba, preparado para cocinar cualquier cosa que me pidieran o para atender a cualquier cosa que nos dijera el chef. Aunque... No sé, había algo sobre aquel señor... No sé, era como si no pudiera quitarle el ojo de encima. Bueno, serían cosas mías, como de costumbre. Además, el pelo me quería sonar de algo, pero no llegaba a saber de qué.
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La voz del afamado chef Gumersindo se cuela por las cuatro paredes del recinto, acallando los rumores. Nombra a varias personas, y oh sorpresa, tú estás entre ellas. Te colocas a la fila con el resto de los participantes y él os guía por entre los pasillos del lugar.
De la nada, un hombre en traje negro aparece y puedes oír claramente su conversación en susurros con el chef:
-Señor, el espécimen robado ha salido ya del edificio. Las alarmas sonaron hace 8 minutos.
-Ocupaos del asunto y dejadme en paz. Vosotros lo habéis perdido, es vuestro puto problema. Si muere uno de mis alumnos es a vosotros a quien va a salpicar, maldita sea. Y ahora largo.
Unos minutos más tarde, cuando llegáis al aula de cocina, el chef es todo sonrisas. Saca un extraño pescado rosa y comienza a explicaros sus propiedades y las maneras de prepararlo. Cada uno tenéis los mismos ingredientes en vuestro puesto para seguirlo. Aunque quizás esa velada amenaza de muerte te interese más.
De la nada, un hombre en traje negro aparece y puedes oír claramente su conversación en susurros con el chef:
-Señor, el espécimen robado ha salido ya del edificio. Las alarmas sonaron hace 8 minutos.
-Ocupaos del asunto y dejadme en paz. Vosotros lo habéis perdido, es vuestro puto problema. Si muere uno de mis alumnos es a vosotros a quien va a salpicar, maldita sea. Y ahora largo.
Unos minutos más tarde, cuando llegáis al aula de cocina, el chef es todo sonrisas. Saca un extraño pescado rosa y comienza a explicaros sus propiedades y las maneras de prepararlo. Cada uno tenéis los mismos ingredientes en vuestro puesto para seguirlo. Aunque quizás esa velada amenaza de muerte te interese más.
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"Not my problem", sonaría en mi mente una y otra vez mientras esbozaba una sonrisa tan falsa como la de Arthur cuando se dirigía a Al. Una, y otra, y otra vez. Quizá me estaba mentalizando demasiado; quizá, solo quizá, estaba cogiendo costumbres nocivas de mi sensei. ¡Pero eh! Daba lo mismo, ya habíamos llegado al lugar donde se supone que nos iban a enseñar.
Tomé asiento y atendí. Cuando olí el pescado pude comprobar por qué era un gran chef: la calidad de los ingredientes era impresionante. Le miré y un pequeño flashback de la conversación de antes se pasó por mi mente. "Not my problem", me volví a decir, con la misma sonrisa falsa y con un tic cada vez más grande en el ojo. Miré el plato, miré al frente y suspiré. A la mierda.
—Buenos días, señorita —le dije a la chica que tenía en la mesa a mi lado; maravillas de tener compañeros al cocinar—. Este sitio es impresionante, ¿verdad? Aunque he estado escuchando algo de que no es seguro... Incluso el chef comentó algo antes. ¿Sabes a que se debe?
A la par que le preguntaba empecé con el plato, disimulando lo mejor posible. De no tener ninguna información clara saldría del cuarto un segundo con el pretexto de necesitar ir al baño y haría una llamada al cuartel —malditos hijos de puta— a ver por qué me habían enviado a aquel lugar; ellos sí que tenían que saber algo. Aunque prefería que fuera todo un malentendido y que no ocurriera nada. Sí, eso estaría bien. Ingenuo yo...
Tomé asiento y atendí. Cuando olí el pescado pude comprobar por qué era un gran chef: la calidad de los ingredientes era impresionante. Le miré y un pequeño flashback de la conversación de antes se pasó por mi mente. "Not my problem", me volví a decir, con la misma sonrisa falsa y con un tic cada vez más grande en el ojo. Miré el plato, miré al frente y suspiré. A la mierda.
—Buenos días, señorita —le dije a la chica que tenía en la mesa a mi lado; maravillas de tener compañeros al cocinar—. Este sitio es impresionante, ¿verdad? Aunque he estado escuchando algo de que no es seguro... Incluso el chef comentó algo antes. ¿Sabes a que se debe?
A la par que le preguntaba empecé con el plato, disimulando lo mejor posible. De no tener ninguna información clara saldría del cuarto un segundo con el pretexto de necesitar ir al baño y haría una llamada al cuartel —malditos hijos de puta— a ver por qué me habían enviado a aquel lugar; ellos sí que tenían que saber algo. Aunque prefería que fuera todo un malentendido y que no ocurriera nada. Sí, eso estaría bien. Ingenuo yo...
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La chica te mira unos segundos, antes de volver a mirar a su mesa completamente roja.
-¡¿Qué te hace pensar que yo sé algo?!- Te grita en susurros, antes de bajar la voz aún más.- La verdad... escuché como hablaban del monstruo p-ero... ¡No lo pretendía! Y además, con Gumer-chan estaremos a salvo... o eso espero.
Pasan un par de segundos y vuelve a atender a la clase, ignorándote completamente. Quizás sepa que ha hablado de más. A ti te dejan salir sin ningún problema y en cuanto llamas al cuartel te responde un señor de voz grave.
- Err... Déjame buscar por aquí.- Escuchas revoloteo de papeles, el maullar de un gato al que le han pisado la cola y una maldición antes del carraspeo que indica que el señor ha vuelto.- ¿No te avisaron? Han amenazado con volar ese congreso al tercer día y desde hace dos semanas les están robando ingredientes a punta pala. Supongo que creyeron que ya te darías por aludido. MISIFÚ, JODER, DEJA ESO. Ejem y... bueno, no te mueras. Mucha suerte.
La línea se corta. Auch.
-¡¿Qué te hace pensar que yo sé algo?!- Te grita en susurros, antes de bajar la voz aún más.- La verdad... escuché como hablaban del monstruo p-ero... ¡No lo pretendía! Y además, con Gumer-chan estaremos a salvo... o eso espero.
Pasan un par de segundos y vuelve a atender a la clase, ignorándote completamente. Quizás sepa que ha hablado de más. A ti te dejan salir sin ningún problema y en cuanto llamas al cuartel te responde un señor de voz grave.
- Err... Déjame buscar por aquí.- Escuchas revoloteo de papeles, el maullar de un gato al que le han pisado la cola y una maldición antes del carraspeo que indica que el señor ha vuelto.- ¿No te avisaron? Han amenazado con volar ese congreso al tercer día y desde hace dos semanas les están robando ingredientes a punta pala. Supongo que creyeron que ya te darías por aludido. MISIFÚ, JODER, DEJA ESO. Ejem y... bueno, no te mueras. Mucha suerte.
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