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Sarah Foxxx
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Una vez más, después de ver que negaba la oferta, nos dimos la mano, y entré en mi barco, aunque por un momento, miraba atrás, y veía que delante de la pasarela dudaba.
Antes de que se fuese, me dirigí una última vez a él.
-¡Therax!, espero que encuentres lo que buscas, muchísima suerte, si algún día pasas por Villa Syrup, visítame -dije sonriendo, diciéndole adiós con la mano, pues ya estaba preparando el barco para zarpar, recogiendo la pasarela.
Una vez todo listo, lo miraba buscando un barco, una lástima que no se haya querido venir con nosotros, el farol no funcionó.
-Bueno chicos, quedamos solos de nuevo, el farol de ir a Skyllige no ha funcionado, así que volveremos a casa -dije en voz baja, para que Therax no lo oyese. Subí al timón, con Zico subido en Marec, y me dispuse a mover el timón hacía la izquierda, para ir a Villa Syrup.
Desde donde estaba, aun podía otear en el horizonte Therax, que de nuevo me despedí con la mano, sonriendo, tristemente.
Antes de que se fuese, me dirigí una última vez a él.
-¡Therax!, espero que encuentres lo que buscas, muchísima suerte, si algún día pasas por Villa Syrup, visítame -dije sonriendo, diciéndole adiós con la mano, pues ya estaba preparando el barco para zarpar, recogiendo la pasarela.
Una vez todo listo, lo miraba buscando un barco, una lástima que no se haya querido venir con nosotros, el farol no funcionó.
-Bueno chicos, quedamos solos de nuevo, el farol de ir a Skyllige no ha funcionado, así que volveremos a casa -dije en voz baja, para que Therax no lo oyese. Subí al timón, con Zico subido en Marec, y me dispuse a mover el timón hacía la izquierda, para ir a Villa Syrup.
Desde donde estaba, aun podía otear en el horizonte Therax, que de nuevo me despedí con la mano, sonriendo, tristemente.
Cuando apenas se había alejado un poco, un grito de ánimo y una despedida provocaron que se diera la vuelta. Sarah agitaba la mano en el aire y, según le pareció distinguir desde la distancia, sonreía al mismo tiempo. Therax no lo dudó y levantó la mano en señal de agradecimiento, al tiempo que Tib emitía un agudo aullido junto a él. Parecía que al cachorro le había resultado simpática la enorme mujer.
Una vez la rubia zarpó en su barco y se alejó un poco, el espadachín se dispuso a reanudar la expedición portuaria en busca de un transporte. Tal y como había planeado, comenzó acercándose a los barcos de mediano tamaño -dejando de lado los más ostentosos, ya que no podría permitirse subir a ninguno de ellos- en busca de uno que pareciera tener una tripulación poco numerosa.
Según parecía, la suerte no tenía pensado aparecérsele, de modo que en casi todos los navíos relativamente decentes había una cantidad considerable de marineros preparándolo todo para partir en cuanto fuera necesario. Los pocos que en un primer momento le resultaron esperanzadores, para su desgracia, simplemente esperaban a que los camaradas que faltaban regresasen de comer.
Al principio le molestó un poco, pero en seguida se le pasó, ya que estaba más que acostumbrado a situaciones como aquella, en las que tenía que acabar subiendo al barco con peor pinta de todo el puerto. Dando esto por hecho, se dirigió a la zona del muelle más alejada del acceso a la ciudad, donde el precio por atracar la nave era menor. Allí, navíos de todo tipo con tripulantes de lo más variado descansaban hasta que llegase la hora de soltar amarras.
De nuevo, Therax comenzó por preguntar en los barcos con mejor aspecto, por si la diosa Fortuna tenía a bien dejar de reírse de él. No parecía ser el caso, porque todos los capitanes lo despacharon rápidamente, quedando como únicas opciones dos destartaladas naves que, sorprendentemente, se mantenían a flote en el extremo más lejano de la ya de por sí periférica región del puerto.
El primero era un modesto navío que Therax, con sus más que limitados conocimientos de navegación, no supo identificar. Su capitán, un señor regordete cuyo hedor a tabaco malo se podía percibir desde el North Blue, se mostró bastante dispuesto a incluirlo entre los tripulantes a cambio de un modesto precio y su ayuda en las labores de mantenimiento. No obstante, el barco zarpaba hacia Zábalam, isla en la que había estado hacía poco y a la que no tenía pensado volver, al menos hasta dentro de un tiempo.
La segunda nave era un minúsculo barco pesquero, cuyo capitán -si se podía llamar así- era un señor mayor. La tripulación estaba formado por los nietos del primero, dos muchachos altos y fornidos que, a primera vista, no debían tener muchas luces. El hombre no parecía muy dispuesto a llevarle, por lo que le pidió más dinero que el del otro barco. Cuando los dos chavales le dijeron que zarpaban hacia Skellige, el rubio no se lo pensó y le pagó al cascarrabias cuanto le pedía. Se había quedado con una miseria, pero ya se buscaría la vida cuando llegara allí.
Ansioso por visitar la tierra por la que anduvo su imaginación durante su más tierna infancia, ayudó en todo lo posible a ultimar los preparativos y, antes de que se cumpliera la hora desde que había subido a la carcomida cubierta, se encontraba rumbo a Skellige.
Una vez la rubia zarpó en su barco y se alejó un poco, el espadachín se dispuso a reanudar la expedición portuaria en busca de un transporte. Tal y como había planeado, comenzó acercándose a los barcos de mediano tamaño -dejando de lado los más ostentosos, ya que no podría permitirse subir a ninguno de ellos- en busca de uno que pareciera tener una tripulación poco numerosa.
Según parecía, la suerte no tenía pensado aparecérsele, de modo que en casi todos los navíos relativamente decentes había una cantidad considerable de marineros preparándolo todo para partir en cuanto fuera necesario. Los pocos que en un primer momento le resultaron esperanzadores, para su desgracia, simplemente esperaban a que los camaradas que faltaban regresasen de comer.
Al principio le molestó un poco, pero en seguida se le pasó, ya que estaba más que acostumbrado a situaciones como aquella, en las que tenía que acabar subiendo al barco con peor pinta de todo el puerto. Dando esto por hecho, se dirigió a la zona del muelle más alejada del acceso a la ciudad, donde el precio por atracar la nave era menor. Allí, navíos de todo tipo con tripulantes de lo más variado descansaban hasta que llegase la hora de soltar amarras.
De nuevo, Therax comenzó por preguntar en los barcos con mejor aspecto, por si la diosa Fortuna tenía a bien dejar de reírse de él. No parecía ser el caso, porque todos los capitanes lo despacharon rápidamente, quedando como únicas opciones dos destartaladas naves que, sorprendentemente, se mantenían a flote en el extremo más lejano de la ya de por sí periférica región del puerto.
El primero era un modesto navío que Therax, con sus más que limitados conocimientos de navegación, no supo identificar. Su capitán, un señor regordete cuyo hedor a tabaco malo se podía percibir desde el North Blue, se mostró bastante dispuesto a incluirlo entre los tripulantes a cambio de un modesto precio y su ayuda en las labores de mantenimiento. No obstante, el barco zarpaba hacia Zábalam, isla en la que había estado hacía poco y a la que no tenía pensado volver, al menos hasta dentro de un tiempo.
La segunda nave era un minúsculo barco pesquero, cuyo capitán -si se podía llamar así- era un señor mayor. La tripulación estaba formado por los nietos del primero, dos muchachos altos y fornidos que, a primera vista, no debían tener muchas luces. El hombre no parecía muy dispuesto a llevarle, por lo que le pidió más dinero que el del otro barco. Cuando los dos chavales le dijeron que zarpaban hacia Skellige, el rubio no se lo pensó y le pagó al cascarrabias cuanto le pedía. Se había quedado con una miseria, pero ya se buscaría la vida cuando llegara allí.
Ansioso por visitar la tierra por la que anduvo su imaginación durante su más tierna infancia, ayudó en todo lo posible a ultimar los preparativos y, antes de que se cumpliera la hora desde que había subido a la carcomida cubierta, se encontraba rumbo a Skellige.
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