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Nueva Esperanza, una isla desconocida para mí, aunque he pasado muchas veces por delante de ella, nunca me ha coincidido parar, hasta hoy. Atraco mi barco, y me bajo de él, respirando profundamente, el aire entraba abriendo mis pulmones, un aire casi puro.
Empecé a caminar, quería conocer aquel lugar, me llamaba enormemente la atención, parecía todo muchísimo más avanzado que en Villa Syrup, o al menos eso me pareció. Saludaba a los transeúntes, que se me quedaban mirando por mi gran altura, cosa normal, pues no creo que vean a menudo a una mujer de casi 5 metros.
Encontré un banco, donde me senté, con cierto miedo a romperlo, aunque parecía de mi tamaño. La gente seguía mirándome de forma extraña, ya empezaba a dudar que tuviese algo en mi cara, o algo por el estilo. Un niño vino a junto mía.
- Hola, eres una mujer muy grande -me dijo sin reparo alguno. Era un niño de unos 5 años, de cabello corto y rubio, de mayor seguramente sería un conquistador.
- Si pequeño, soy una mujer muy grande, pero no me temas, no te haré daño -dije sonriendo, mientras ya notaba al pequeño que se subía por mi pierna para jugar. Ciertamente no era lo habitual, pero no me molestaba, siempre y cuando no me hiciesen daño.
- ¿Le importa que juguemos sobre usted? -me pregunto el niño, que estaba de pie sobre mi pierna.
- No pequeño, pero intentad no lastimarme, si no queréis que os coma -dije bromeando, haciéndole cosquillas con uno de mis dedos en su costado. El pequeño se reía por las cosquillas, y me miraba sin miedo, y yo a el con ternura.
Empecé a caminar, quería conocer aquel lugar, me llamaba enormemente la atención, parecía todo muchísimo más avanzado que en Villa Syrup, o al menos eso me pareció. Saludaba a los transeúntes, que se me quedaban mirando por mi gran altura, cosa normal, pues no creo que vean a menudo a una mujer de casi 5 metros.
Encontré un banco, donde me senté, con cierto miedo a romperlo, aunque parecía de mi tamaño. La gente seguía mirándome de forma extraña, ya empezaba a dudar que tuviese algo en mi cara, o algo por el estilo. Un niño vino a junto mía.
- Hola, eres una mujer muy grande -me dijo sin reparo alguno. Era un niño de unos 5 años, de cabello corto y rubio, de mayor seguramente sería un conquistador.
- Si pequeño, soy una mujer muy grande, pero no me temas, no te haré daño -dije sonriendo, mientras ya notaba al pequeño que se subía por mi pierna para jugar. Ciertamente no era lo habitual, pero no me molestaba, siempre y cuando no me hiciesen daño.
- ¿Le importa que juguemos sobre usted? -me pregunto el niño, que estaba de pie sobre mi pierna.
- No pequeño, pero intentad no lastimarme, si no queréis que os coma -dije bromeando, haciéndole cosquillas con uno de mis dedos en su costado. El pequeño se reía por las cosquillas, y me miraba sin miedo, y yo a el con ternura.
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Nunca había visto nada como aquella isla, parecía que por una vez el ser humano había conseguido hacer algo útil y hasta impresionante, aunque claro era una zona demasiado despejada, demasiado limpia y que tenia una pinta demasiado buena y legal para mi gusta, bueno que podía esperar de una isla que se encontraba bajo el control del gobierno mundial y en la que sin duda alguna tendrían un montón de interés en ella. Más me valía tener un poco de cuidado si no quería acabar metida en algún día, aunque bueno, tal vez eso era lo que quería, meterme en algún lío, al fin y al cabo no puedo negar que me iba demasiado la marcha, era muy divertida.
Al igual que el gobierno mundial yo también tenia bastante interés en aquella isla, ya no por mis interese habituales de mujeres, hombres, alcohol y dinero (Que al ser científicos prestigiosos seguro que guardaban millones debajo del colchón, un muy buen botín) si no por las leyendas que había escuchado sobre las maravillas tecnológicas que se importaban de aquella isla y un arreglo en mis armas y jugetitos siempre venía bien.
Pero como he dicho antes no quería precipitarme así que lo primero era estudiar los alrededores. En esto me encontraba cuando al pasar por una plaza llena de césped, con un ambiente luminoso a más no poder y con multitud de cristales tanto en el suelo como en las casa, es más comprobé que si mirabas en las zonas donde no había verde a través del suelo se podía contemplar el mar que permanecía muy alejado de nosotros, la verdad es que como se dedicaba a flotar aquella isla también había despertado mucho mi interés.
A parte de aquellas maravillas de la tecnología lo que más destacaba en la plaza era una mujer, destacaba incluso más que yo y que una mujer destacara más que yo, con mi funda de violín, mis cuidados cabellos rojos, mi enorme sombrero, mis vestidos negros que me daban un aspecto de bruja de cualquier cuento y mis taconazos de espantos era raro, muy muy raro y no me terminaba de gustar.
Ahora bien, también hay que decir que la mujer jugaba con ventaja dado que era muy grande, inmensamente grande, tras un ligero vistazo no me quedó duda alguna de que se trataba de una giganta. Había visto alguna que otra a lo largo de mi vida y sabía lo bien que se pagaban en los círculos donde yo me movía, eran codiciadas por su rareza y sus dotes. La quería, la quería y mucho, ella podía ganarse una pasta y yo, podía ganar mucho más de lo que podía imaginar.
Sin pensármelo dos veces me acerqué a ella y me fijé en que un pequeño mocoso estaba encima suyo, oh por favor que no fuera suyo, no soportaba a las madres, se ponían muy pesadas y no solían aceptar el trabajo que yo las ofrecía, muchas veces no sabía a quien tenia más asco si a los hijos o a las madres. Aunque por otro lado verla tan sonriente y feliz con el mocoso era una buena señal, significaba que no era peligrosa, no me gustaba ver a gigantes cabreados.
A su lado parecía pequeña, muy pequeña y no me gustaba en absoluto. Al pasar por su lado en un descuido dejé caer mi pipa de madera a sus pies, casi hasta la dí en uno de los dedos, era imposible que no lo viera. Seguí caminando a paso lento, procurando no alejarme mucho, se podía considerar la primera prueba, ella solo vería a una mujer a la que se le ha caído un objeto al suelo sin querer y sin que la propia mujer se diese cuenta, me interesaba bastante como reaccionaría.
Al igual que el gobierno mundial yo también tenia bastante interés en aquella isla, ya no por mis interese habituales de mujeres, hombres, alcohol y dinero (Que al ser científicos prestigiosos seguro que guardaban millones debajo del colchón, un muy buen botín) si no por las leyendas que había escuchado sobre las maravillas tecnológicas que se importaban de aquella isla y un arreglo en mis armas y jugetitos siempre venía bien.
Pero como he dicho antes no quería precipitarme así que lo primero era estudiar los alrededores. En esto me encontraba cuando al pasar por una plaza llena de césped, con un ambiente luminoso a más no poder y con multitud de cristales tanto en el suelo como en las casa, es más comprobé que si mirabas en las zonas donde no había verde a través del suelo se podía contemplar el mar que permanecía muy alejado de nosotros, la verdad es que como se dedicaba a flotar aquella isla también había despertado mucho mi interés.
A parte de aquellas maravillas de la tecnología lo que más destacaba en la plaza era una mujer, destacaba incluso más que yo y que una mujer destacara más que yo, con mi funda de violín, mis cuidados cabellos rojos, mi enorme sombrero, mis vestidos negros que me daban un aspecto de bruja de cualquier cuento y mis taconazos de espantos era raro, muy muy raro y no me terminaba de gustar.
Ahora bien, también hay que decir que la mujer jugaba con ventaja dado que era muy grande, inmensamente grande, tras un ligero vistazo no me quedó duda alguna de que se trataba de una giganta. Había visto alguna que otra a lo largo de mi vida y sabía lo bien que se pagaban en los círculos donde yo me movía, eran codiciadas por su rareza y sus dotes. La quería, la quería y mucho, ella podía ganarse una pasta y yo, podía ganar mucho más de lo que podía imaginar.
Sin pensármelo dos veces me acerqué a ella y me fijé en que un pequeño mocoso estaba encima suyo, oh por favor que no fuera suyo, no soportaba a las madres, se ponían muy pesadas y no solían aceptar el trabajo que yo las ofrecía, muchas veces no sabía a quien tenia más asco si a los hijos o a las madres. Aunque por otro lado verla tan sonriente y feliz con el mocoso era una buena señal, significaba que no era peligrosa, no me gustaba ver a gigantes cabreados.
A su lado parecía pequeña, muy pequeña y no me gustaba en absoluto. Al pasar por su lado en un descuido dejé caer mi pipa de madera a sus pies, casi hasta la dí en uno de los dedos, era imposible que no lo viera. Seguí caminando a paso lento, procurando no alejarme mucho, se podía considerar la primera prueba, ella solo vería a una mujer a la que se le ha caído un objeto al suelo sin querer y sin que la propia mujer se diese cuenta, me interesaba bastante como reaccionaría.
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Re: Una amistad en una isla desconocida (Sarah - Vyane) [Pasado / Privado] {Vie 30 Jun 2017 - 13:02}
Mientras el pequeño jugaba sobre mí, sonreía como una boba, pues me gustaban los críos, aunque no pensaba en tener uno. A lo lejos me fijé en una mujer, de pelo rojo, y ropa negra.
-¿Quien era? -pensé para mí, hasta que uno de los pequeños se me agarró al cuello para poder bajar por mi brazo.
Cuando me di cuenta, pasó por mi lado la mujer, casi parecía una hormiga. Seguía notando al enano jugar por encima mio, y al cabo de un momento, noté que algo se me caía en el pie.
Miré para abajo, y vi algo de madera, y justo la muchacha de pelo rojo pasando muy cerca de mi, agarré el objeto de madera y me dirigí a la chica.
-Perdone señorita, ¿es suyo? -le pregunté, con el objeto en mi mano, y a una altura que pudiese cogerlo de mi mano. Me quedé mirándola un instante, una chica bastante arreglada, pelo rojo, ropa negra, tacones altos, ¿sería una bruja?.
-¿Quien era? -pensé para mí, hasta que uno de los pequeños se me agarró al cuello para poder bajar por mi brazo.
Cuando me di cuenta, pasó por mi lado la mujer, casi parecía una hormiga. Seguía notando al enano jugar por encima mio, y al cabo de un momento, noté que algo se me caía en el pie.
Miré para abajo, y vi algo de madera, y justo la muchacha de pelo rojo pasando muy cerca de mi, agarré el objeto de madera y me dirigí a la chica.
-Perdone señorita, ¿es suyo? -le pregunté, con el objeto en mi mano, y a una altura que pudiese cogerlo de mi mano. Me quedé mirándola un instante, una chica bastante arreglada, pelo rojo, ropa negra, tacones altos, ¿sería una bruja?.
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Como había planeado segundos después de que mi pipa rozara el pie de la gigante la joven ya se había levantado y había procurado llamarme la atención. De pies enfrente de mi era todavía más impresionante, no recordaba tal enormidad en los gigantes, ¡Por favor! ¿Me estaba volviendo ya senil? No, imposible, aún recordaba todas las marcas de alcohol que había bebido a lo largo de mi vida, aún me encontraba a salvo de aquellas perdidas de memorias tan propias de las señoras mayores y yo, podía ser todo lo señora del mundo, pero de mayor no tenía nada, superior si, vieja nunca.
-¡Ay! Se me ha debido de caer- Murmuré apurada, aquella gigante era bastante amigable, perfecto no era una misión arriesgada aunque la verdad es que prefería no enfadarla demasiado, al menos por ahora, por un tema de seguridad. -Que despiste, es mi pipa favorita, muchas gracias
La dediqué la mejor de mis sonrisas, una mezcla entre seductora, coqueta y la persona más simpática e inocente del mundo, lo que me había costado aprender a sonreir de aquella forma no lo sabía nadie, aunque estaba bien amortizado me había salvado de demasiadas cárceles.
-Déjame que te recompense.- Acerqué mi mano a al suya para recoger mi pipa, la cual me tendía amablemente. La guardé de nuevo en su sitio y proseguí hablando. -¿Puede hacer algo por ti?- Me ofrecí, aunque realmente mis intenciones eran algo diferentes, quería saber a que se dedicaba aquella mujer, cuales eran sus inquietudes, sus deseos, su personalidad y si me podía servir para lo que quería o no. Si todo salía bien podría ganar mucha pasta, aquella chica no sabía apreciar el don que le había dado la naturaleza, aunque bueno por sus ropas cualquiera lo diría.
Mientras esperaba su respuesta aproveché el pequeño lapsus de tiempo para examinarla de nuevo, el niño aún colgaba de ella cosa que me ponía los pelos de punta y me daban ganas de exterminar a todos los mocosos del mundo, por que me miraba con unos ojos muy grandes y curiosos, más le valía que no me mirara mucho más. Dejando de lado al pequeño parásito la gigante era perfecta, poseía un cuerpo digno de diosas y sabía resaltarlo bastante bien, aunque sinceramente aquel estilo estaba demasiado pasado, aunque al menos a ella la quedaba bien, no atentaba contra todos mis principios a la hora de vestir, ya era un comienzo. Su pelo rubio casi blanquecino y su piel morena la daban un aspecto exótico (Obviando claro, su gran altura) que siempre era un incentivo muy atractivo.
En definitiva, era perfecta. Solo faltaba saber como era en cuanto a personalidad se trataba y ya decidiría libremente, aunque la verdad es que no me gustaba aquel trato tan amistoso con los niños, era algo que detestaba profundamente, pero bueno en esta vida nadie es perfecto, excepto yo, por supuesto.
-¡Ay! Se me ha debido de caer- Murmuré apurada, aquella gigante era bastante amigable, perfecto no era una misión arriesgada aunque la verdad es que prefería no enfadarla demasiado, al menos por ahora, por un tema de seguridad. -Que despiste, es mi pipa favorita, muchas gracias
La dediqué la mejor de mis sonrisas, una mezcla entre seductora, coqueta y la persona más simpática e inocente del mundo, lo que me había costado aprender a sonreir de aquella forma no lo sabía nadie, aunque estaba bien amortizado me había salvado de demasiadas cárceles.
-Déjame que te recompense.- Acerqué mi mano a al suya para recoger mi pipa, la cual me tendía amablemente. La guardé de nuevo en su sitio y proseguí hablando. -¿Puede hacer algo por ti?- Me ofrecí, aunque realmente mis intenciones eran algo diferentes, quería saber a que se dedicaba aquella mujer, cuales eran sus inquietudes, sus deseos, su personalidad y si me podía servir para lo que quería o no. Si todo salía bien podría ganar mucha pasta, aquella chica no sabía apreciar el don que le había dado la naturaleza, aunque bueno por sus ropas cualquiera lo diría.
Mientras esperaba su respuesta aproveché el pequeño lapsus de tiempo para examinarla de nuevo, el niño aún colgaba de ella cosa que me ponía los pelos de punta y me daban ganas de exterminar a todos los mocosos del mundo, por que me miraba con unos ojos muy grandes y curiosos, más le valía que no me mirara mucho más. Dejando de lado al pequeño parásito la gigante era perfecta, poseía un cuerpo digno de diosas y sabía resaltarlo bastante bien, aunque sinceramente aquel estilo estaba demasiado pasado, aunque al menos a ella la quedaba bien, no atentaba contra todos mis principios a la hora de vestir, ya era un comienzo. Su pelo rubio casi blanquecino y su piel morena la daban un aspecto exótico (Obviando claro, su gran altura) que siempre era un incentivo muy atractivo.
En definitiva, era perfecta. Solo faltaba saber como era en cuanto a personalidad se trataba y ya decidiría libremente, aunque la verdad es que no me gustaba aquel trato tan amistoso con los niños, era algo que detestaba profundamente, pero bueno en esta vida nadie es perfecto, excepto yo, por supuesto.
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La chica me dio las gracias por devolverle la pipa, me dejaba un poco extrañada su forma de actuar, parecía que coqueteaba conmigo, pero era evidente que no era el caso. Que se la ha debido caer, y un cuerno, lo hizo a propósito seguro, quiere algo de mí, y no se bien el que.
-Hola, no ha sido nada, dime, ¿qué puedo hacer por ti? -dije directamente, quedándome sentada frente a ella como un indio. El pequeño seguía jugando encima mío.
-¿Cómo podrías compensarme? -le pregunté, pues quería saber primero que me podría ofrecer y luego ya me pensaría que hacer.
-Chico, para por favor, es suficiente por hoy -le dije, poniendo mi brazo a modo de tobogán para que se bajase, todo esto dicho de forma suave y dulce.
El niño de forma alegre se bajó por mi brazo, y me dio las gracias por dejarle jugar.
A la mujer parecía que le molestaba el pequeño, así que era mejor que se fuese, no querría tener que enfrentarme a ella por un niño. Me miraba de forma que le parecía una diosa, pero… ¿Por qué?, ¿que planeaba esta chica?
-Por cierto, mis modales se han quedado en el barco, me llamo Sarah -le dije con una reverencia de cabeza, intentando ser lo más agradable posible.
-Hola, no ha sido nada, dime, ¿qué puedo hacer por ti? -dije directamente, quedándome sentada frente a ella como un indio. El pequeño seguía jugando encima mío.
-¿Cómo podrías compensarme? -le pregunté, pues quería saber primero que me podría ofrecer y luego ya me pensaría que hacer.
-Chico, para por favor, es suficiente por hoy -le dije, poniendo mi brazo a modo de tobogán para que se bajase, todo esto dicho de forma suave y dulce.
El niño de forma alegre se bajó por mi brazo, y me dio las gracias por dejarle jugar.
A la mujer parecía que le molestaba el pequeño, así que era mejor que se fuese, no querría tener que enfrentarme a ella por un niño. Me miraba de forma que le parecía una diosa, pero… ¿Por qué?, ¿que planeaba esta chica?
-Por cierto, mis modales se han quedado en el barco, me llamo Sarah -le dije con una reverencia de cabeza, intentando ser lo más agradable posible.
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La chica se mostraba complaciente, parecía que sospechaba algo de mi comportamiento pero aún así no parecía molesta o agresiva, supongo que la curiosidad mató al gato.
Me dijo que no había sido nada y que si podía ella hacer algo por mi ¿No había sido a caso lo que yo la había preguntado? Aquella muchacha era algo extraña pero cada vez que hablaba más con ella me daba cuenta de que no era para nada peligrosa, es más parecía bastante sociable y amigable a decir verdad, una persona extrovertida, muy distinta a otros gigantes con los que me había topado.
En un acto de comprensión hacía mi se sentó en el suelo para disminuir la diferencia de altura y que la conversación fuese más cómoda, la verdad es que lo agradecí pues ya me estaba empezando a dar una torticulis de tanto mirar para arriba y no era cuestión el transformarme para poder volar a su altura y llamar la atención de todo el mundo, ya la llamaba lo suficiente como para encima permitirme esos lujos. También en otro acto de buena fe hacía mi persona mandó a paseo al niño que estaba jugando en ella, no entendía como era capaz de tolerar aquello, yo por mi parte me mostraría bastante inflexible en ese aspecto.
Parecía que quería tantearme, me preguntó que podía hacer por ella, que la podía ofrecer a lo que reír de buena gana, me hacía mucha gracia aquel tipo de comentario. -Puede ofrecerte lo que quieras, no por nada muchos me llaman bruja.- Si, la verdad es que me encantaba aquel apodo que se me había atribuido con miedo o con desprecio, me encantaba presentarme así y que se me reconociera como tal, aunque la verdad es que para mi gusto aquel título hasta se quedaba corto.
Ella se presento de una manera más tradicional, con su nombre, Sarah y mencionando un barco. ¿Pirata? ¿Marine? ¿Cazadora? ¿Revolucionaria tal vez? Había demasiadas opciones y aquella información no me aclaraba nada, solo que tenía un barco. Si se trataba de un marine o trabajaba para el gobierno debía de andarme con cuidado.
-Encantada Sarah.- De momento no la diría mi nombre hasta que no estuviera segura al cien por cien de que no corría ningún tipo de peligro, mejor prevenir que curar.- Y dime, ¿Que te ha traído a ti y a tu barco a esta isla?- Aquel me parecía un buen tema de conversación y ademas así podía salir de dudas, dependiendo de su respuesta podría ubicarla con más facilidad como amiga o enemiga y podría darme pistas sobre a que se dedicaba, algo clave para mis propósitos.
Me dijo que no había sido nada y que si podía ella hacer algo por mi ¿No había sido a caso lo que yo la había preguntado? Aquella muchacha era algo extraña pero cada vez que hablaba más con ella me daba cuenta de que no era para nada peligrosa, es más parecía bastante sociable y amigable a decir verdad, una persona extrovertida, muy distinta a otros gigantes con los que me había topado.
En un acto de comprensión hacía mi se sentó en el suelo para disminuir la diferencia de altura y que la conversación fuese más cómoda, la verdad es que lo agradecí pues ya me estaba empezando a dar una torticulis de tanto mirar para arriba y no era cuestión el transformarme para poder volar a su altura y llamar la atención de todo el mundo, ya la llamaba lo suficiente como para encima permitirme esos lujos. También en otro acto de buena fe hacía mi persona mandó a paseo al niño que estaba jugando en ella, no entendía como era capaz de tolerar aquello, yo por mi parte me mostraría bastante inflexible en ese aspecto.
Parecía que quería tantearme, me preguntó que podía hacer por ella, que la podía ofrecer a lo que reír de buena gana, me hacía mucha gracia aquel tipo de comentario. -Puede ofrecerte lo que quieras, no por nada muchos me llaman bruja.- Si, la verdad es que me encantaba aquel apodo que se me había atribuido con miedo o con desprecio, me encantaba presentarme así y que se me reconociera como tal, aunque la verdad es que para mi gusto aquel título hasta se quedaba corto.
Ella se presento de una manera más tradicional, con su nombre, Sarah y mencionando un barco. ¿Pirata? ¿Marine? ¿Cazadora? ¿Revolucionaria tal vez? Había demasiadas opciones y aquella información no me aclaraba nada, solo que tenía un barco. Si se trataba de un marine o trabajaba para el gobierno debía de andarme con cuidado.
-Encantada Sarah.- De momento no la diría mi nombre hasta que no estuviera segura al cien por cien de que no corría ningún tipo de peligro, mejor prevenir que curar.- Y dime, ¿Que te ha traído a ti y a tu barco a esta isla?- Aquel me parecía un buen tema de conversación y ademas así podía salir de dudas, dependiendo de su respuesta podría ubicarla con más facilidad como amiga o enemiga y podría darme pistas sobre a que se dedicaba, algo clave para mis propósitos.
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Que chica tan extraña, ¿querrá de mí como para dejar caer una pipa a modo de llamado de atención? Quizás lo que busca es mi tamaño y fuerza, cosa que no vería tan extraño. Soy una semigigante con carácter, pero claramente, ella no lo sabe. A veces soy buena, y a otras muy mala, según como tenga el día, o cuanto me hinchen las narices.
En cuanto me senté, sentí que la chica me estaba agradeciendo con la mirada que lo hubiese hecho, es cierto que es complicado hablar con un semigigante cuando está de pie, por eso mismo me senté.
Curiosamente, después de preguntarle que qué me podía ofrecer, la chica se rio, no comprendía si de mí, si por la pregunta, o por qué, así que simplemente, me quedé mirándola, observando lo que decía, y, sobre todo, como lo decía.
-Así que una bruja, interesante, igualmente me gustaría saber que cosas ofreces, que me digas que eres una bruja no significa nada exacto, puedes crear un caldero, pero igual no puedes hacerte crecer para estar a mi altura -dije, respondiendo de alguna forma al comentario de que podría hacer cualquier cosa.
Después de un rato de espera, me preguntó que hacía aquí con mi barco.
-Pues nada concreto, soy una… -me quedé callada un momento, mirando a mi alrededor, y me agaché a la altura de su cabeza -pirata -dije en voz lo más baja que podía, para que la mujer me oyese, pero los demás no -que ha venido aquí a dar una vuelta, y a conocer este lugar un poco -dije mientras volvía a mi posición normal.
-¿Y tú?, ¿Qué haces por aquí? -le pregunté, apoyando mi codo derecho en mi pierna, y mi cabeza en la misma mano, mirando a la muchacha elegantemente vestida de negro.
En cuanto me senté, sentí que la chica me estaba agradeciendo con la mirada que lo hubiese hecho, es cierto que es complicado hablar con un semigigante cuando está de pie, por eso mismo me senté.
Curiosamente, después de preguntarle que qué me podía ofrecer, la chica se rio, no comprendía si de mí, si por la pregunta, o por qué, así que simplemente, me quedé mirándola, observando lo que decía, y, sobre todo, como lo decía.
-Así que una bruja, interesante, igualmente me gustaría saber que cosas ofreces, que me digas que eres una bruja no significa nada exacto, puedes crear un caldero, pero igual no puedes hacerte crecer para estar a mi altura -dije, respondiendo de alguna forma al comentario de que podría hacer cualquier cosa.
Después de un rato de espera, me preguntó que hacía aquí con mi barco.
-Pues nada concreto, soy una… -me quedé callada un momento, mirando a mi alrededor, y me agaché a la altura de su cabeza -pirata -dije en voz lo más baja que podía, para que la mujer me oyese, pero los demás no -que ha venido aquí a dar una vuelta, y a conocer este lugar un poco -dije mientras volvía a mi posición normal.
-¿Y tú?, ¿Qué haces por aquí? -le pregunté, apoyando mi codo derecho en mi pierna, y mi cabeza en la misma mano, mirando a la muchacha elegantemente vestida de negro.
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