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Los tiros se escuchaban por aquellas calles de una forma bastante exagerada. Al menos unos cinco o seis rifles abrían fuego sin parar. Una silueta se pudo ver entonces sobre uno de los tejados. Se trataba de un hombre de unos dos metros de altura, el cual corría a toda velocidad. Eran las siete de la mañana y el cielo estaba nublado. No parecía haber mucha gente fuera, pero aquello era mejor para él. Una cuadrilla entera de marines continuaba corriendo sin parar mientras abría fuego contra el asesino. Krauser Redfield, Oficial de la rebelión y líder de la Quimera. El demonio de la niebla vestía tan solo con un pantalón de color gris y unas sandalias de madera. En su espalda podía verse una enorme funda negra y en la cintura una funda de una pistola. Dicho hombre saltó del tejado al suelo y aterrizó de forma perfecta.
- ¡Manos arriba, Redfield! – Gritaron entonces sus perseguidores.
- ¡Levantar las manos no solucionará nada, idiotas! – Respondió con sarcasmo.
Los tiros continuaron dirigiéndose hacia él e incluso algunas balas impactaron en su cuerpo. Como si de un fantasma fuese, le atravesaron dejando rastros de niebla en su cuerpo. Él soltó un pequeño suspiro y después continuó corriendo. Los reclutas de la marina no podían continuar siguiéndole, su velocidad y resistencia era muchísimo más elevada que la de ellos. Al cabo de unos minutos, el ex almirante llegó a una plaza en la que había varias sillas y meses, un bar al parecer. Se quedó mirando a los camareros preparar los inicios y él simplemente soltó un pequeño suspiro. Convirtiéndose en una pequeña ola de niebla, se dispersó. Su funda oscura flotaba en el aire como si tuviese vida propia y entonces se colocó dentro del bar.
El asesino se sentó en una mesa del final y soltó un suspiro. Llevaba como siempre aquellos vendajes en la boca que le hacían parecer alguien raro, pero le daba lo mismo. Allí sentado no había llamado la atención de nadie por el momento. Tras unos momentos el camarero pudo verle y se acercó sonriéndole de forma amable. Era un tipo mayor de unos setenta años y por suerte no le reconoció.
- ¿Qué va a tomar, señor?
- Un cola cao por favor, bien caliente. De momento no voy a tomar mucho más. – Mencionó observando desde la ventana como iba todo en el exterior.
El tipo asintió con la cabeza y empezó a caminar hacia la barra. Todo parecía en orden y la marina continuaba buscándole fuera, lástima que no iban a encontrarle. Mantuvo su haki de observación activado para tener una idea de todo lo que había a su alrededor, era la mejor forma de vigilar su propio bienestar.
- ¡Manos arriba, Redfield! – Gritaron entonces sus perseguidores.
- ¡Levantar las manos no solucionará nada, idiotas! – Respondió con sarcasmo.
Los tiros continuaron dirigiéndose hacia él e incluso algunas balas impactaron en su cuerpo. Como si de un fantasma fuese, le atravesaron dejando rastros de niebla en su cuerpo. Él soltó un pequeño suspiro y después continuó corriendo. Los reclutas de la marina no podían continuar siguiéndole, su velocidad y resistencia era muchísimo más elevada que la de ellos. Al cabo de unos minutos, el ex almirante llegó a una plaza en la que había varias sillas y meses, un bar al parecer. Se quedó mirando a los camareros preparar los inicios y él simplemente soltó un pequeño suspiro. Convirtiéndose en una pequeña ola de niebla, se dispersó. Su funda oscura flotaba en el aire como si tuviese vida propia y entonces se colocó dentro del bar.
El asesino se sentó en una mesa del final y soltó un suspiro. Llevaba como siempre aquellos vendajes en la boca que le hacían parecer alguien raro, pero le daba lo mismo. Allí sentado no había llamado la atención de nadie por el momento. Tras unos momentos el camarero pudo verle y se acercó sonriéndole de forma amable. Era un tipo mayor de unos setenta años y por suerte no le reconoció.
- ¿Qué va a tomar, señor?
- Un cola cao por favor, bien caliente. De momento no voy a tomar mucho más. – Mencionó observando desde la ventana como iba todo en el exterior.
El tipo asintió con la cabeza y empezó a caminar hacia la barra. Todo parecía en orden y la marina continuaba buscándole fuera, lástima que no iban a encontrarle. Mantuvo su haki de observación activado para tener una idea de todo lo que había a su alrededor, era la mejor forma de vigilar su propio bienestar.
Tennessee "Kid" Cooper
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Nuestro particular vaquero despertó gracias a los rayos de sol que le impactaron directo en la cara mientras este dormía en una calle de una ciudad que, a no ser que la bebida de ayer a la noche le hubiese hecho pasar malas jugadas, pertenecía al North Blue. Resignado, se levantó lentamente de la acera donde estaba tumbado y tras un par de estiramientos para calentar su cuerpo, recogió su sombrero que usó a modo de almohada.
Llevaba días buscando algún contacto o base que le llevase al ejército revolucionario, pero estos siendo fieles a su fama eran escurridizos cual serpientes, normal que ni el Gobierno Mundial pudiese erradicarlos totalmente. Aunque eso dificultaba mucho la búsqueda a Tennessee, el joven no se iba a dar por vencido tan fácilmente después de habérselo prometido a su madre.
De repente unos fuertes sonidos que semejaban disparos llamaron su atención a al vez que agravaban aún más el dolor de cabeza que sentía fruto de la resaca. Fuese lo que fuese aquel revuelo tenía pinta de interesante por lo que se acercó a ver.
Sorprendido vio que se había metido en medio de una persecución entre un hombre y los marines, pero no cualquier tipo de hombre si su oídos no le fallaban, se trataba el afamado Krauser K. Redfield. Aquel musculoso individuo era una leyenda viviente: Antiguo almirante y actual cabeza revolucionaria al mando de la temida división La Venganza de la Quimera, incluso había rumores de que podía ni ser humano. Aunque los rumores siempre tienden a exagerar, el revolucionario parecía ser lo suficientemente poderoso como para tomarse con humor el ser cazado a muerte por un escuadrón entero de marines, dejando simplemente que las balas le atravesasen como si nada.
-¿Así que lo del Demonio de la Niebla era de forma literal eh? Debió haber comido una Logia, su fuerza debe ser inmensa- pensó Tenneesse mientras veía como el fugitivo retomaba la huida, aprovechando su velocidad para huir fácilmente de sus perseguidores.
Pero él no era un marine debilucho y no iba a dejar escapar corriendo a la que quizás fuese su única oportunidad de ingresar en el ejército revolucionario, por lo que comenzó a perseguir a la figura por una calle paralela para que los marines no se diesen cuenta de sus intenciones. Aunque nunca se había quejado de sus dotes atléticas, estas eran bastante inferiores a su contraparte, pero por suerte fue capaz de seguirle el ritmo lo suficiente como para ver como un montón de niebla se introducía en un bar.
Recuperando el aliento se acercó lentamente a la entrada y se ajustó la camisa a la vez que intentaba ordenar un poco el descontrol que tenía por cabello para posteriormente volver a colocarse su icónico sombrero vaquero (las apariencias siempre cuentan) e introducirse en el bar.
Tras entrar echó una pequeña ojeada al local: era pequeño y acogedor, con muy pocas mesas ocupadas y un larga barra donde el que parecía el gerente preparaba un colacao. Pero lo jugoso del lugar era el fondo de este, donde Krauser se hallaba sentado como si nada. Aunque pensándolo bien, pocas cosas podrían preocupar a alguien tan fuerte como él.
Con pasos confiados se aproximó a la mesa:
-Buenas compañero, ¿el asiento está libre?- preguntó más como mera formalidad, ya que sin esperar respuesta alguna se sentó. Sonriente esperó a que el camarero se acercase con el colacao, el cual depositó enfrente de su compañero.
-Me gustaría un whiskey por favor, de los fuertes a poder ser- dijo Cooper mientras le guiñaba el ojo al camarero, el cual un poco sorprendido asintió mientras volvía ala barra. Normal que se quedase extrañado, ¿quién demonios pedía alcohol a las 7 de la madrugada? Pero Tenneesse Kid Cooper era así, para él la mejor forma de sobreponer una resaca era volver a emborracharse.
Un silencio incómodo que parecía no importar al vaquero se mantuvo hasta que el encargado volvió a la mesa y le proporcionó la bebida al joven. Tras olerlo ligeramente le dio un suave trago y comenzó a hablar:
-Bueno socio, creo que dos hombres que comparten una bebida, aunque sea colacao deben de presentarse. Mi nombre es Tenneesse "Kid" Cooper, y si la resaca no me jodió demasiado la cabeza yo diría que eres Krauser K Redfield. Tranquilo, tu identidad está segura conmigo, pero me gustaría hacer negocios contigo.- de repente Kid se sacó el sombrero y lo dejó reposar en medio de la mesa mientras su expresión se tornaba seria.
-Tú y yo tenemos algo en común, queremos acabar con esos capullos del Gobierno Mundial, tú tienes los medios para hacerlo pero necesitas ayuda, y yo quiero pero no tengo medios. Supongo que ya sabrás por donde van los tiros, por favor señor, déjeme echar una mano a la Revolución. Soy un tirador nato y un par de manos extra nunca vienen mal, ¿Que dices?
Llevaba días buscando algún contacto o base que le llevase al ejército revolucionario, pero estos siendo fieles a su fama eran escurridizos cual serpientes, normal que ni el Gobierno Mundial pudiese erradicarlos totalmente. Aunque eso dificultaba mucho la búsqueda a Tennessee, el joven no se iba a dar por vencido tan fácilmente después de habérselo prometido a su madre.
De repente unos fuertes sonidos que semejaban disparos llamaron su atención a al vez que agravaban aún más el dolor de cabeza que sentía fruto de la resaca. Fuese lo que fuese aquel revuelo tenía pinta de interesante por lo que se acercó a ver.
Sorprendido vio que se había metido en medio de una persecución entre un hombre y los marines, pero no cualquier tipo de hombre si su oídos no le fallaban, se trataba el afamado Krauser K. Redfield. Aquel musculoso individuo era una leyenda viviente: Antiguo almirante y actual cabeza revolucionaria al mando de la temida división La Venganza de la Quimera, incluso había rumores de que podía ni ser humano. Aunque los rumores siempre tienden a exagerar, el revolucionario parecía ser lo suficientemente poderoso como para tomarse con humor el ser cazado a muerte por un escuadrón entero de marines, dejando simplemente que las balas le atravesasen como si nada.
-¿Así que lo del Demonio de la Niebla era de forma literal eh? Debió haber comido una Logia, su fuerza debe ser inmensa- pensó Tenneesse mientras veía como el fugitivo retomaba la huida, aprovechando su velocidad para huir fácilmente de sus perseguidores.
Pero él no era un marine debilucho y no iba a dejar escapar corriendo a la que quizás fuese su única oportunidad de ingresar en el ejército revolucionario, por lo que comenzó a perseguir a la figura por una calle paralela para que los marines no se diesen cuenta de sus intenciones. Aunque nunca se había quejado de sus dotes atléticas, estas eran bastante inferiores a su contraparte, pero por suerte fue capaz de seguirle el ritmo lo suficiente como para ver como un montón de niebla se introducía en un bar.
Recuperando el aliento se acercó lentamente a la entrada y se ajustó la camisa a la vez que intentaba ordenar un poco el descontrol que tenía por cabello para posteriormente volver a colocarse su icónico sombrero vaquero (las apariencias siempre cuentan) e introducirse en el bar.
Tras entrar echó una pequeña ojeada al local: era pequeño y acogedor, con muy pocas mesas ocupadas y un larga barra donde el que parecía el gerente preparaba un colacao. Pero lo jugoso del lugar era el fondo de este, donde Krauser se hallaba sentado como si nada. Aunque pensándolo bien, pocas cosas podrían preocupar a alguien tan fuerte como él.
Con pasos confiados se aproximó a la mesa:
-Buenas compañero, ¿el asiento está libre?- preguntó más como mera formalidad, ya que sin esperar respuesta alguna se sentó. Sonriente esperó a que el camarero se acercase con el colacao, el cual depositó enfrente de su compañero.
-Me gustaría un whiskey por favor, de los fuertes a poder ser- dijo Cooper mientras le guiñaba el ojo al camarero, el cual un poco sorprendido asintió mientras volvía ala barra. Normal que se quedase extrañado, ¿quién demonios pedía alcohol a las 7 de la madrugada? Pero Tenneesse Kid Cooper era así, para él la mejor forma de sobreponer una resaca era volver a emborracharse.
Un silencio incómodo que parecía no importar al vaquero se mantuvo hasta que el encargado volvió a la mesa y le proporcionó la bebida al joven. Tras olerlo ligeramente le dio un suave trago y comenzó a hablar:
-Bueno socio, creo que dos hombres que comparten una bebida, aunque sea colacao deben de presentarse. Mi nombre es Tenneesse "Kid" Cooper, y si la resaca no me jodió demasiado la cabeza yo diría que eres Krauser K Redfield. Tranquilo, tu identidad está segura conmigo, pero me gustaría hacer negocios contigo.- de repente Kid se sacó el sombrero y lo dejó reposar en medio de la mesa mientras su expresión se tornaba seria.
-Tú y yo tenemos algo en común, queremos acabar con esos capullos del Gobierno Mundial, tú tienes los medios para hacerlo pero necesitas ayuda, y yo quiero pero no tengo medios. Supongo que ya sabrás por donde van los tiros, por favor señor, déjeme echar una mano a la Revolución. Soy un tirador nato y un par de manos extra nunca vienen mal, ¿Que dices?
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El mantra del demonio detectó una presencia acercarse despacio al bar. Tenía que ser un cliente habitual para entrar en ese horario o un trabajador que buscaba empezar bien el día. También cabía la posibilidad de que fuese un marine investigando. El demonio de la niebla cerró los ojos despacio y empezó a escuchar los pasos de aquella persona acercarse. Su aura no era gran cosa, tal vez destacaba por encima de alguien normal. Sus pardos ojos se abrieron despacio y pudo ver a un tipo con una especie de sombrero vaquero. Le pidió si podía sentarse, a lo que Krauser asintió con la cabeza con normal tranquilidad. No veía motivo por el que no pudiese hacerlo, el bar no era suyo. Finalmente, el camarero dejó su bebida allí. Pudo escuchar el pedido de aquella persona, había que tener narices. Cada cual era libre de hacer lo que desease con su cuerpo, por lo que no iba a quejarse.
- Nunca escondí mi identidad, es más divertido que todo el mundo sepa a quien se enfrenta, compañero. – Dijo dándole un leve trago a su cola cao.
Sus siguientes palabras hicieron al Oficial alzar la ceja. Lo de necesitar ayuda era un poco relativo, pero no negaría que era verdad. Aunque una ayuda proporcionada por un solo hombre… Qué cojones, un hombre podía decidir una batalla, era coherente. Esperaba que lo de beber no fuese un hábito muy repetitivo. No quería tener que escuchar a nadie cantar canciones extrañas en mitad de una misión de espionaje. El ex almirante entonces metió la mano en su bolsillo sacando una pequeña libreta negra, en la que ponía “Quimera” en la portada con letras rojas. La abrió despacio y empezó a pasar páginas. Finalmente llegó a una hoja en blanco y apuntó el nombre que había dicho.
- No todos tienen los cojones de presentarse frente a mí a la hora de mi cola cao para decirme eso, supongo que podemos hacer algo. Lo primero de todo, hay muchas divisiones dentro de la rebelión, pero ya que has acudido a mí, tomaré el hecho de que deseas el ingreso en la Quimera.
Hizo una pausa para beber de nuevo, relamiéndose después y mostrando unos dientes afilados como los de un tiburón. Apuntó algunas cosas más y después de unos leves instantes fijó su mirada en la bebida alcohólica del chico. No le prohibiría beber, pero seguramente le indicaría algunas cosillas.
- La Quimera es una familia, formada por tres categorías: Demonios, Espadas y Colmillos. Los primeros viajan siempre conmigo y nos ocupamos del tema chungo, los espadas se basan en espionaje y los terceros en misiones de ejecuciones. Necesito que me digas en cual estás interesado. También me gustaría saber todo sobre ti. Indícame tus sueños, lo que mejor se te da, lo que peor y demás.
Como si se tratase de un examen, el demonio de la niebla le observó tranquilamente con el lápiz en la mano dispuesto a esperar sus palabras para ir apuntando datos. Estaba seguro de que aquel tío se iba a llevar genial con Osuka, el segundo al mando. De todas formas, sería gracioso ver al pequeño Edward feliz por no ser el más reciente. Tosió un poco y después añadió una última cosa.
- Por cierto, lo de beber… ¿Es muy continuo? Sé que tendrás dos dedos de luces para no hacerlo en misiones oficiales, pero tenemos un crío que está instruyéndose y no quiero verlo imitar nuestros vicios. Aún está en la época de la masturbación.
- Nunca escondí mi identidad, es más divertido que todo el mundo sepa a quien se enfrenta, compañero. – Dijo dándole un leve trago a su cola cao.
Sus siguientes palabras hicieron al Oficial alzar la ceja. Lo de necesitar ayuda era un poco relativo, pero no negaría que era verdad. Aunque una ayuda proporcionada por un solo hombre… Qué cojones, un hombre podía decidir una batalla, era coherente. Esperaba que lo de beber no fuese un hábito muy repetitivo. No quería tener que escuchar a nadie cantar canciones extrañas en mitad de una misión de espionaje. El ex almirante entonces metió la mano en su bolsillo sacando una pequeña libreta negra, en la que ponía “Quimera” en la portada con letras rojas. La abrió despacio y empezó a pasar páginas. Finalmente llegó a una hoja en blanco y apuntó el nombre que había dicho.
- No todos tienen los cojones de presentarse frente a mí a la hora de mi cola cao para decirme eso, supongo que podemos hacer algo. Lo primero de todo, hay muchas divisiones dentro de la rebelión, pero ya que has acudido a mí, tomaré el hecho de que deseas el ingreso en la Quimera.
Hizo una pausa para beber de nuevo, relamiéndose después y mostrando unos dientes afilados como los de un tiburón. Apuntó algunas cosas más y después de unos leves instantes fijó su mirada en la bebida alcohólica del chico. No le prohibiría beber, pero seguramente le indicaría algunas cosillas.
- La Quimera es una familia, formada por tres categorías: Demonios, Espadas y Colmillos. Los primeros viajan siempre conmigo y nos ocupamos del tema chungo, los espadas se basan en espionaje y los terceros en misiones de ejecuciones. Necesito que me digas en cual estás interesado. También me gustaría saber todo sobre ti. Indícame tus sueños, lo que mejor se te da, lo que peor y demás.
Como si se tratase de un examen, el demonio de la niebla le observó tranquilamente con el lápiz en la mano dispuesto a esperar sus palabras para ir apuntando datos. Estaba seguro de que aquel tío se iba a llevar genial con Osuka, el segundo al mando. De todas formas, sería gracioso ver al pequeño Edward feliz por no ser el más reciente. Tosió un poco y después añadió una última cosa.
- Por cierto, lo de beber… ¿Es muy continuo? Sé que tendrás dos dedos de luces para no hacerlo en misiones oficiales, pero tenemos un crío que está instruyéndose y no quiero verlo imitar nuestros vicios. Aún está en la época de la masturbación.
Mordred Pendragon
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El ligero olor a podrido me despertó. Me encontraba tumbada al lado de un cubo de basura en un callejón oscuro, me había pasado durmiendo toda la noche ahí. No tenía donde ir pues me faltaba dinero para adquirir una habitación y esto era una de las soluciones más simples, dormir al raso. - Tch,¿cómo he acabado así? Yo era un caballero de élite no me merezco esto - protesté a la vez que le daba una patada al cubo, estaba bastante furioso. Yo quería algo digno de mi anterior título. Algo como una habitación con vistas al mar o que al menos no tuviese algo que contaminaba el aire con olor a muerto. Ah, cierto. Me encontraba en una de las islas del North Blue llamada Skyros, famosa por el hecho de que la familia real se preocupaba de verdad por sus súbditos. - Já, eso es algo realmente inusual en la gente de sangre azul pero supongo que eso los hacen unos buenos gobernadores - pensé en voz alta a la vez que estaba recogiendo mi espada plateada y mi yelmo.
No tenía nada que hacer en ese momento, así que opté por gastarme los berries que me quedaban en un poco de comida y bebida para aguantar bien el día. Después, me limitaría a hacer trabajillos para la gente de a pie a cambio de algunas monedas o comida. Empecé a andar sin rumbo fijo por las calles de la ciudad, contemplando los distintos edificios y a las gentes que pasaban por allí. En cierto modo me recordaba a Draconia, la capital del reino de Londinium, sólo que la ciudad de mi patria era un poco más grande además de tener unas murallas de piedra enormes. La última vez que había estado ahí había sido cuando los miembros del ejército revolucionario me liberaron de las mazmorras de palacio. En pago a su rescate, decidí unirme a ellos ya que yo siempre pagaba mis deudas... aparte de que no tenía un mejor sitio a donde ir.
Aligeré el paso hasta alcanzar el primer bar que vi, era hora de alimentar a mi cuerpo. La gente del interior me observó de forma extraña, ya que iba con mi armadura y mi yelmo puestos. "Quizás piensen que soy de la guardia o algo" me senté en una silla próxima a la barra y el camarero estaba mirándome, frotándose las manos de forma nerviosa. - ¿En qué puedo ayudarle,señor? - preguntó el camarero temeroso. Me había llamado señor... un error fatal. - ¡No me llames señor, maldito! - grité muy molesta. Me quité el yelmo y me acerqué a su cara. - No vuelvas a llamarme así,¿estamos? Ahora ponme unos huevos con bacon y un jugo de naranja. ¡Venga! - me senté otra vez en mi asiento y el hombre, muy asustado, fue raudo a preparar el pedido.
La gente se me quedó mirando, yo simplemente los ignoré. No estaba de humor y no quería empezar a liarme a tortas, antes quería comer un poco. Mi pedido llegó rápido y el hombre evitó mi mirada. -Toma estas monedas, anda. Tienes suerte de que tu comida esté buena - hablé con la boca llena mientras puse las pocas monedas que me quedaban sobre la barra. En pocos minutos, devoré mi plato hasta que solo quedaron unas cuantas migas. De pronto, mi vista se posó en dos hombres que estaban hablando a pocas mesas de distancia. - Ese hombre es... No puede ser - me dije a mí mismo. Cabía la posibilidad de que el hombre que portaba unas vendas fuese el legendario revolucionario Krauser. Esta era una ocasión perfecta para hablar con él y que me acogiese como su soldado.
Me levanté de mi asiento de forma precipitada y avancé rápidamente hacia donde estaban el tipo que se parecía a Krauser y un hombre con look de vaquero. - Disculpe buen señor,¿es usted el famoso revolucionario Krauser Redfield? Mi nombre es Mordred y de ser cierta su identidad, me honraría que me reclutase para su causa. Es usted un héroe en el reino de Cymru, situado en una isla del Nuevo Mundo llamada Britannia. Aparte me gustaría añadir que también soy parte de la revolución -
No tenía nada que hacer en ese momento, así que opté por gastarme los berries que me quedaban en un poco de comida y bebida para aguantar bien el día. Después, me limitaría a hacer trabajillos para la gente de a pie a cambio de algunas monedas o comida. Empecé a andar sin rumbo fijo por las calles de la ciudad, contemplando los distintos edificios y a las gentes que pasaban por allí. En cierto modo me recordaba a Draconia, la capital del reino de Londinium, sólo que la ciudad de mi patria era un poco más grande además de tener unas murallas de piedra enormes. La última vez que había estado ahí había sido cuando los miembros del ejército revolucionario me liberaron de las mazmorras de palacio. En pago a su rescate, decidí unirme a ellos ya que yo siempre pagaba mis deudas... aparte de que no tenía un mejor sitio a donde ir.
Aligeré el paso hasta alcanzar el primer bar que vi, era hora de alimentar a mi cuerpo. La gente del interior me observó de forma extraña, ya que iba con mi armadura y mi yelmo puestos. "Quizás piensen que soy de la guardia o algo" me senté en una silla próxima a la barra y el camarero estaba mirándome, frotándose las manos de forma nerviosa. - ¿En qué puedo ayudarle,señor? - preguntó el camarero temeroso. Me había llamado señor... un error fatal. - ¡No me llames señor, maldito! - grité muy molesta. Me quité el yelmo y me acerqué a su cara. - No vuelvas a llamarme así,¿estamos? Ahora ponme unos huevos con bacon y un jugo de naranja. ¡Venga! - me senté otra vez en mi asiento y el hombre, muy asustado, fue raudo a preparar el pedido.
La gente se me quedó mirando, yo simplemente los ignoré. No estaba de humor y no quería empezar a liarme a tortas, antes quería comer un poco. Mi pedido llegó rápido y el hombre evitó mi mirada. -Toma estas monedas, anda. Tienes suerte de que tu comida esté buena - hablé con la boca llena mientras puse las pocas monedas que me quedaban sobre la barra. En pocos minutos, devoré mi plato hasta que solo quedaron unas cuantas migas. De pronto, mi vista se posó en dos hombres que estaban hablando a pocas mesas de distancia. - Ese hombre es... No puede ser - me dije a mí mismo. Cabía la posibilidad de que el hombre que portaba unas vendas fuese el legendario revolucionario Krauser. Esta era una ocasión perfecta para hablar con él y que me acogiese como su soldado.
Me levanté de mi asiento de forma precipitada y avancé rápidamente hacia donde estaban el tipo que se parecía a Krauser y un hombre con look de vaquero. - Disculpe buen señor,¿es usted el famoso revolucionario Krauser Redfield? Mi nombre es Mordred y de ser cierta su identidad, me honraría que me reclutase para su causa. Es usted un héroe en el reino de Cymru, situado en una isla del Nuevo Mundo llamada Britannia. Aparte me gustaría añadir que también soy parte de la revolución -
Tennessee "Kid" Cooper
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El vaquero tenía que admitir que Krauser tenía cojones, el hombre prefería ir buscando pelea allá por donde pasaba. Era una estrategia que Cooper no usaría, pero el joven tampoco era un asesino de élite con un nivel de poder de un almirante cuya fuerza le permitía enfrentarse a casi cualquier adversario, por lo que su modo de actuar tampoco era tan descabellado.
Las palabras de Kid palabras parecieron sorprenderle, lo que no sabía era si para bien o para mal, por lo que cuando vio como metía la mano en el bolsillo discretamente puso la suya en su revólver por si acaso, poco podría hacer contra el hombre, pero se negaba a morir sin pelear en un bar cualquiera ( Y menos sin estar borracho). Por suerte, la mano del vaquero se alejó rápidamente de la pistola al ver como el demonio depositaba en la mesa una pequeña libreta donde se leía "Quimera". Posteriormente vio emocionado como apuntaban su nombre en ella ¿Eso significaba que estaba dentro? ¿Tan fácil?
Con tanta emoción contenida, casi se olvidó de escuchar la información de Krauser, pero por suerte al final fue capaz:
-Bueno, sonando pretencioso, me va lo grande así que si no hay problema me gustaría ayudarte directamente como un demonio. Aún así, soy bastante bueno en la infiltración por lo que si necesitas que alguien te eche una mano desde dentro de alguna otra organización, puedes contar conmigo jefe. Sobre mis sueños, desde pequeño me consideraron un bastardo que no iba a llegar a nada, todos salvo mi madre. Creo que le debo que tenga un mundo mejor donde vivir, no solo ella si no todos aquellos que ,como mi familia, nos vimos pisoteados por los fuertes toda nuestra vida. Sobre lo que mejor se me da, creo que tú y yo nos fiamos más de las acciones que de las palabras, así que atento a esto- dijo sonriente mientras cogía un palillo de la mesa y sin apenas mirar lo lanzó hacia una diana colgada al otro extremo de la habitación, dando de pleno en su centro.
-Ahora imagínate eso pero con un revólver y contra los malos, un show bastante atractivo si se me permite decirlo.
De repente sacó un pitillo de su bolsillo y lo prendió con una cerilla que guardaba en su manga para introducirlo en su boca.
-Sobre mis defectos, lamento decir que soy un esclavo de los placeres comandante. Quítame la bebida, el tabaco y las mujeres y no soy nadie. Pero tranquilo, cuando hay que ponerse serio sé lo que hay que hacer, y si usted prohíbe relaciones entre miembros lo tendré en cuenta señor. Sobre el niño pajero, aunque creo que peores cosas ha visto si se ha unido a vosotros, procuraré no beber a su alrededor, aunque que conste que la edad de la masturbación creo que no acaba jefe- dijo mientras le guiñaba un ojo y expulsaba una suave bocanada de humo.
Lamentablemente, la tranquilidad que transmitía el bar fue rota cuando una extraña figura cubierta de pies a cabeza con una armadura de estilo caballeresco atravesó las puertas. Extrañado Tenneesse se fijó en su comportamiento, y aún más sorprendido quedó al observar el rostro de la mujer tras el yelmo.
Tal como actuaba, tenía pinta de problemática, por lo que sería mejor no acercarse. Pero como siempre, el destino tenía otros planes, y la irascible camarera se acercó a pasos rápidos y firmes hasta la mesa de ambos revolucionarios. Al parecer a Krauser le había tocado un 2x1 hoy. ¿Cúantas posibilidades había de que dos nuevos reclutas le pidiesen unirse en un lapso de tan solo media hora?
-Buenas encanto, siento decirte que la cola para entrar está por detrás de mi. Pero seguro que nuestro encantador nuevo jefe no tendrá problema en inscribirnos a los dos mientras compartimos un trago, ¿no jefe? comentó mientras volvía a colocarse el sombrero sobre su cabeza.
Si todo seguía tal como parecía, por fin iba a poder hacer algo de valor. Adiós deambular solo y borracho sin meta ninguna, ya podría combatir mano a mano con la Revolución. Y no solo sería un miembro cualquiera, sería si tiene suerte un "demonio" de La Venganza de la Quimera, los hombres principales de alguien con tanta relevancia como puede ser Krauser.
Cuentan numerosas historias sobre esta división y sus épicas hazañas, y él tenía la oportunidad de participar en ellas. No podía imaginarse el orgullo que sentiría su madre cuando escuchase que aquel problemático chaval soñador se había vuelto un hombre formal.
Pero ahora tenía que centrarse en la actualidad, sobretodo en el nuevo invitado de la mesa. Seguramente la había cagado con el minicumplido que le había echado llamándole encanto, pero era algo instintivo de Kid, da igual cuantas palizas recibiese; eso no iba a cambiar. Aunque rezaba por no haber causado tensión entre los dos, no quería que el primer compañero revolucionario que conociese ya tuviese ganas de matarle sin apenas conocerse. Eso le recordaba que había echado a perder sus modales, por lo que se volvió a levantar y puso su sombrero en la posición del corazón mientras realizaba una ligera reverencia:
-Siento mis modales, mi nombre es Tenneesse "Kid" Cooper, si necesita algo ya sabe a donde acudir señorita- dijo mientras una sonrisa torcida aparecía en su rostro. Esto último quizás había sido la gota que colmaba el vaso, pero en defensa de Cooper, las rubias eran su debilidad (Y las que no son rubias también)
Las palabras de Kid palabras parecieron sorprenderle, lo que no sabía era si para bien o para mal, por lo que cuando vio como metía la mano en el bolsillo discretamente puso la suya en su revólver por si acaso, poco podría hacer contra el hombre, pero se negaba a morir sin pelear en un bar cualquiera ( Y menos sin estar borracho). Por suerte, la mano del vaquero se alejó rápidamente de la pistola al ver como el demonio depositaba en la mesa una pequeña libreta donde se leía "Quimera". Posteriormente vio emocionado como apuntaban su nombre en ella ¿Eso significaba que estaba dentro? ¿Tan fácil?
Con tanta emoción contenida, casi se olvidó de escuchar la información de Krauser, pero por suerte al final fue capaz:
-Bueno, sonando pretencioso, me va lo grande así que si no hay problema me gustaría ayudarte directamente como un demonio. Aún así, soy bastante bueno en la infiltración por lo que si necesitas que alguien te eche una mano desde dentro de alguna otra organización, puedes contar conmigo jefe. Sobre mis sueños, desde pequeño me consideraron un bastardo que no iba a llegar a nada, todos salvo mi madre. Creo que le debo que tenga un mundo mejor donde vivir, no solo ella si no todos aquellos que ,como mi familia, nos vimos pisoteados por los fuertes toda nuestra vida. Sobre lo que mejor se me da, creo que tú y yo nos fiamos más de las acciones que de las palabras, así que atento a esto- dijo sonriente mientras cogía un palillo de la mesa y sin apenas mirar lo lanzó hacia una diana colgada al otro extremo de la habitación, dando de pleno en su centro.
-Ahora imagínate eso pero con un revólver y contra los malos, un show bastante atractivo si se me permite decirlo.
De repente sacó un pitillo de su bolsillo y lo prendió con una cerilla que guardaba en su manga para introducirlo en su boca.
-Sobre mis defectos, lamento decir que soy un esclavo de los placeres comandante. Quítame la bebida, el tabaco y las mujeres y no soy nadie. Pero tranquilo, cuando hay que ponerse serio sé lo que hay que hacer, y si usted prohíbe relaciones entre miembros lo tendré en cuenta señor. Sobre el niño pajero, aunque creo que peores cosas ha visto si se ha unido a vosotros, procuraré no beber a su alrededor, aunque que conste que la edad de la masturbación creo que no acaba jefe- dijo mientras le guiñaba un ojo y expulsaba una suave bocanada de humo.
Lamentablemente, la tranquilidad que transmitía el bar fue rota cuando una extraña figura cubierta de pies a cabeza con una armadura de estilo caballeresco atravesó las puertas. Extrañado Tenneesse se fijó en su comportamiento, y aún más sorprendido quedó al observar el rostro de la mujer tras el yelmo.
Tal como actuaba, tenía pinta de problemática, por lo que sería mejor no acercarse. Pero como siempre, el destino tenía otros planes, y la irascible camarera se acercó a pasos rápidos y firmes hasta la mesa de ambos revolucionarios. Al parecer a Krauser le había tocado un 2x1 hoy. ¿Cúantas posibilidades había de que dos nuevos reclutas le pidiesen unirse en un lapso de tan solo media hora?
-Buenas encanto, siento decirte que la cola para entrar está por detrás de mi. Pero seguro que nuestro encantador nuevo jefe no tendrá problema en inscribirnos a los dos mientras compartimos un trago, ¿no jefe? comentó mientras volvía a colocarse el sombrero sobre su cabeza.
Si todo seguía tal como parecía, por fin iba a poder hacer algo de valor. Adiós deambular solo y borracho sin meta ninguna, ya podría combatir mano a mano con la Revolución. Y no solo sería un miembro cualquiera, sería si tiene suerte un "demonio" de La Venganza de la Quimera, los hombres principales de alguien con tanta relevancia como puede ser Krauser.
Cuentan numerosas historias sobre esta división y sus épicas hazañas, y él tenía la oportunidad de participar en ellas. No podía imaginarse el orgullo que sentiría su madre cuando escuchase que aquel problemático chaval soñador se había vuelto un hombre formal.
Pero ahora tenía que centrarse en la actualidad, sobretodo en el nuevo invitado de la mesa. Seguramente la había cagado con el minicumplido que le había echado llamándole encanto, pero era algo instintivo de Kid, da igual cuantas palizas recibiese; eso no iba a cambiar. Aunque rezaba por no haber causado tensión entre los dos, no quería que el primer compañero revolucionario que conociese ya tuviese ganas de matarle sin apenas conocerse. Eso le recordaba que había echado a perder sus modales, por lo que se volvió a levantar y puso su sombrero en la posición del corazón mientras realizaba una ligera reverencia:
-Siento mis modales, mi nombre es Tenneesse "Kid" Cooper, si necesita algo ya sabe a donde acudir señorita- dijo mientras una sonrisa torcida aparecía en su rostro. Esto último quizás había sido la gota que colmaba el vaso, pero en defensa de Cooper, las rubias eran su debilidad (Y las que no son rubias también)
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- Las relaciones no están prohibidas, colega. Mi mujer es uno de los demonios, pero a ella no la verás nunca con nosotros. Su posición es algo complicada al estar infiltrada en el gobierno y solo nos vemos en ocasiones rebuscadas. Si te gusta alguna chavala del equipo y ella a ti, viva el amor. – Dijo dándole otro sorbo a su bebida.
Estaba claro que Krauser era muy permisivo con sus hombres y no les iba a negar nada amoroso en la vida, eran libres de hacer lo que deseasen. Al mismo tiempo que escuchaba a Cooper pudo ver a una persona en la barra. Parecía un caballero a simple vista, aunque con un humor similar al suyo cuando Osuka llegaba tarde a los entrenamientos. Mostró una sonrisa irónica y después continuó hablando con aquel chico. Si quería un puesto de demonio lo veía perfecto, total, Espadas había solo uno y Colmillos dos. Todo estaba llenándose de la división más difícil, pero a él le parecía perfecto. Cuando el vaquero dijo lo de la masturbación, el asesino cerró la libreta.
- Bienvenido.
Le había encantado el comentario. Justo en ese momento pudo notar la presencia de aquella muchacha acercarse. Pudo darse cuenta de que los poderes de aquellos dos eran parecidos, un nivel muy similar. No pudo evitar clavar sus ojos en los de la chica de forma calmada. Estaba atento al comentario que hizo Cooper. Si ella se ofendía lo veía normal y si no lo hacía, también. Ni él mismo entendía a las mujeres. Por Dios, su chica era una marine y lo había violado en las duchas del cuartel hacía ya unos tres años. Rio un poco por lo bajo al recordar aquello y después abrió de nuevo la librea. Tuvo la suerte de hacerlo por la misma página que tenía ya usando, por lo que simplemente se quedó mirándola de nuevo.
- Soy yo, aunque lo de famoso no me lo esperaba. Supongo que esto es lo que pasa cuando te quitas la camiseta frente a más de medio millón de personas, amenazas al gobierno mundial en su cara y te vas montado en un dragón azul. – Hermosa historia, putos ataques a Impel Down…
El revolucionario entonces cerró la libreta, qué cojones. Ella ya era parte del ejército y solo quería irse con él a su división. Decidió fiarse de ellos. El palillo del vaquero a la diana fue maravilloso, ya sabía quién iba a apagar la luz cuando estuviesen todos sentados. En cuando a la rubia con mal genio, no podía quejarse. Él empezó en la marina partiendo piratas en dos y bañándose en sus tripas, estaba muy loco hace años. Tosió un poco y después se quedó mirando a la joven.
- Misma pregunta que nuestro tirador. Demonio con los liantes principales, Espada junto al General Dranser o Colmillo ejecutando nobles y asesinos expertos del Cipher Pol, cabe decir que los Demonios hacen también eso, pero algo menos bestias, preferimos reírnos. – Mencionó con calma.
El demonio de la niebla se bebió el cola cao del tirón y acto seguido se quedó mirándolos con calma. Sacó de su bolsillo un Den den mushi que dejó a un lado y después un pequeño hilo de piano, una de sus armas favoritas. Se acomodó un poco y empezó a hablar con calma. Quería presentarles a quienes iban a ser sus compañeros.
- En los demonios tenemos a vuestro segundo al mando, Osuka. Un tipo con barba que le gusta la fiesta y comer galletas. Edward, el pequeñín, le gusta esforzarse. Valya, una Gyojin con la mala costumbre de envenenar. Mi mujer, si sabe que he dicho su nombre me parte la cara, no será nombrada aquí. Negro, nadie sabe sobre él salvo yo, un tipo que solo veréis en situaciones grandes como una guerra.
Lo siguiente que hizo fue colocarse de nuevo sus vendajes, pues había terminado de beberse su deliciosa bebida. A lo mejor más tarde se pedía un tazón de arroz o algo por el estilo.
- El único de la categoría espada es el Oficial General Silver D. Dranser. Tiene un rango más que yo y es uno de los cinco hombres que dirigen la rebelión. Es el líder de dicha división y siempre va con doce animales, el tío del circo le llamo. Los Colmillos solo hay dos, Ryuken, un chico que se pasa el día callado y con ataques de bipolaridad. Dicen que es buena gente cuando Galia le sonríe. Y pasamos a la última, Galia. Media división babea por ella, pero la chica no tiene culpa. Es una vampira, no por fruta, de raza. Nadie sabe como pero pasaron cosas… Suele ir a su bola y siempre quiere ayudar a todos, se dice que ella y Ryuken tienen algo. Bueno, creo que esto es todo sobre los miembros.
Krauser les hizo una señal para que le siguieran y empezó a caminar hacia la calle tranquilamente. En cuanto llegaron a la plaza miró a su alrededor, la marina no continuaba por allí de momento. Se quedó mirándolos entonces con una expresión calmada.
- ¿Alguna pregunta?
Estaba claro que Krauser era muy permisivo con sus hombres y no les iba a negar nada amoroso en la vida, eran libres de hacer lo que deseasen. Al mismo tiempo que escuchaba a Cooper pudo ver a una persona en la barra. Parecía un caballero a simple vista, aunque con un humor similar al suyo cuando Osuka llegaba tarde a los entrenamientos. Mostró una sonrisa irónica y después continuó hablando con aquel chico. Si quería un puesto de demonio lo veía perfecto, total, Espadas había solo uno y Colmillos dos. Todo estaba llenándose de la división más difícil, pero a él le parecía perfecto. Cuando el vaquero dijo lo de la masturbación, el asesino cerró la libreta.
- Bienvenido.
Le había encantado el comentario. Justo en ese momento pudo notar la presencia de aquella muchacha acercarse. Pudo darse cuenta de que los poderes de aquellos dos eran parecidos, un nivel muy similar. No pudo evitar clavar sus ojos en los de la chica de forma calmada. Estaba atento al comentario que hizo Cooper. Si ella se ofendía lo veía normal y si no lo hacía, también. Ni él mismo entendía a las mujeres. Por Dios, su chica era una marine y lo había violado en las duchas del cuartel hacía ya unos tres años. Rio un poco por lo bajo al recordar aquello y después abrió de nuevo la librea. Tuvo la suerte de hacerlo por la misma página que tenía ya usando, por lo que simplemente se quedó mirándola de nuevo.
- Soy yo, aunque lo de famoso no me lo esperaba. Supongo que esto es lo que pasa cuando te quitas la camiseta frente a más de medio millón de personas, amenazas al gobierno mundial en su cara y te vas montado en un dragón azul. – Hermosa historia, putos ataques a Impel Down…
El revolucionario entonces cerró la libreta, qué cojones. Ella ya era parte del ejército y solo quería irse con él a su división. Decidió fiarse de ellos. El palillo del vaquero a la diana fue maravilloso, ya sabía quién iba a apagar la luz cuando estuviesen todos sentados. En cuando a la rubia con mal genio, no podía quejarse. Él empezó en la marina partiendo piratas en dos y bañándose en sus tripas, estaba muy loco hace años. Tosió un poco y después se quedó mirando a la joven.
- Misma pregunta que nuestro tirador. Demonio con los liantes principales, Espada junto al General Dranser o Colmillo ejecutando nobles y asesinos expertos del Cipher Pol, cabe decir que los Demonios hacen también eso, pero algo menos bestias, preferimos reírnos. – Mencionó con calma.
El demonio de la niebla se bebió el cola cao del tirón y acto seguido se quedó mirándolos con calma. Sacó de su bolsillo un Den den mushi que dejó a un lado y después un pequeño hilo de piano, una de sus armas favoritas. Se acomodó un poco y empezó a hablar con calma. Quería presentarles a quienes iban a ser sus compañeros.
- En los demonios tenemos a vuestro segundo al mando, Osuka. Un tipo con barba que le gusta la fiesta y comer galletas. Edward, el pequeñín, le gusta esforzarse. Valya, una Gyojin con la mala costumbre de envenenar. Mi mujer, si sabe que he dicho su nombre me parte la cara, no será nombrada aquí. Negro, nadie sabe sobre él salvo yo, un tipo que solo veréis en situaciones grandes como una guerra.
Lo siguiente que hizo fue colocarse de nuevo sus vendajes, pues había terminado de beberse su deliciosa bebida. A lo mejor más tarde se pedía un tazón de arroz o algo por el estilo.
- El único de la categoría espada es el Oficial General Silver D. Dranser. Tiene un rango más que yo y es uno de los cinco hombres que dirigen la rebelión. Es el líder de dicha división y siempre va con doce animales, el tío del circo le llamo. Los Colmillos solo hay dos, Ryuken, un chico que se pasa el día callado y con ataques de bipolaridad. Dicen que es buena gente cuando Galia le sonríe. Y pasamos a la última, Galia. Media división babea por ella, pero la chica no tiene culpa. Es una vampira, no por fruta, de raza. Nadie sabe como pero pasaron cosas… Suele ir a su bola y siempre quiere ayudar a todos, se dice que ella y Ryuken tienen algo. Bueno, creo que esto es todo sobre los miembros.
Krauser les hizo una señal para que le siguieran y empezó a caminar hacia la calle tranquilamente. En cuanto llegaron a la plaza miró a su alrededor, la marina no continuaba por allí de momento. Se quedó mirándolos entonces con una expresión calmada.
- ¿Alguna pregunta?
Mordred Pendragon
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Mi cara se empezaba a poner roja de la ira, el vaquero se había dirigido a mí como "encanto". Creo que aquel hombre no valoraba mucho su rostro para hablarme de esa forma porque aunque tenía ganas de golpearle, me aguanté las ganas para no darle a Krauser una mala imagen de mí. El hombre se presentó como Tennesee "Kid" Cooper. Lo miré con un marcado instinto asesino en mis ojos esmeralda y decidí dirigirle la palabra. - Ya que vamos a ser compañeros, permíteme aclararte una cosa. Mi nombre es Mordred y una de las cosas que más me desagradan es que la gente se refiera a mí tanto como hombre o como mujer. Si fueses el enemigo o alguien ajeno a la revolución ahora mismo te abriría en canal pero, como no es el caso, simplemente te haré una advertencia amistosa. Así que... llámame solo Mordred o Mo-san, nada de señorita o encanto. Si puedes evitar el decir este tipo de cosas entonces nos llevaremos bien - terminé de decir mientras centraba mi atención en Krauser el cual había admitido su identidad.
Mi nuevo líder me planteó la posibilidad de unirme a una de las tres categorías de la división: Demonios, Espadas y Colmillos. Debido a mi afán de luchar, el puesto de Colmillo me parecía muy tentador. - Me gusta la idea de tener que encargarme de gente poderosa, sí lo he decidido, me gustaría postular para el tútulo de Colmillo, señor - comenté mientras me imaginaba combatiendo contra nobles y miembros del gobierno. Krauser sacó un Den Den Mushi y una especie de hilo, dejándolos en la superficie de la mesa. Al parecer iba a habalarnos sobre los demás miembros. Agarré una silla que había cerca y me senté, poniendo los cinco sentidos en la explicación de parte del Demonio de la Niebla.
En los demonios habían un par de personas entre ellas el segundo al mando llamado Osuka, en los espadas sólo un hombre que era uno de los Oficiales Generales cuyo nombre era Silver D. Dranser que también es considerado toda leyenda en Cmyru. Y en cuanto a los colmillos, sólo habían dos personas. Bueno, ahora eran tres contándome a mí. En cuanto el oficial Redfield terminó de hablar sobre los miembros, nos indicó al vaquero y a mí que le siguiéramos al exterior donde nos preguntó si teníamos alguna duda. - Yo tengo una - dije levantando la mano y sonriendo. - ¿Cuando empezamos? -
Mi nuevo líder me planteó la posibilidad de unirme a una de las tres categorías de la división: Demonios, Espadas y Colmillos. Debido a mi afán de luchar, el puesto de Colmillo me parecía muy tentador. - Me gusta la idea de tener que encargarme de gente poderosa, sí lo he decidido, me gustaría postular para el tútulo de Colmillo, señor - comenté mientras me imaginaba combatiendo contra nobles y miembros del gobierno. Krauser sacó un Den Den Mushi y una especie de hilo, dejándolos en la superficie de la mesa. Al parecer iba a habalarnos sobre los demás miembros. Agarré una silla que había cerca y me senté, poniendo los cinco sentidos en la explicación de parte del Demonio de la Niebla.
En los demonios habían un par de personas entre ellas el segundo al mando llamado Osuka, en los espadas sólo un hombre que era uno de los Oficiales Generales cuyo nombre era Silver D. Dranser que también es considerado toda leyenda en Cmyru. Y en cuanto a los colmillos, sólo habían dos personas. Bueno, ahora eran tres contándome a mí. En cuanto el oficial Redfield terminó de hablar sobre los miembros, nos indicó al vaquero y a mí que le siguiéramos al exterior donde nos preguntó si teníamos alguna duda. - Yo tengo una - dije levantando la mano y sonriendo. - ¿Cuando empezamos? -
Tennessee "Kid" Cooper
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-El matrimonio parece ser una trampa que ni el más habilidoso revolucionario es capaz de evadir, aunque me alegro que seas capaz de compaginar la lucha con el amor, eso demuestra que los tienes bien puestos capitán. Y bien dicho, haz el amor y no la guerra- comentó en tono humorístico mientras que el/la tal Mordred le echaba una "bronca" debido a su piropo; sin duda la mirada asesina que le dirigió había contribuido a que dejase de jugar a chinchar al novato.
-Mil perdones Mo-san, hay veces que no puede evitar sacar el romántico que hay dentro de mi- bromeó mientras ajustaba el sombrero en su cabeza.
Atento vio como Krauser volvía a preguntar la escuadra donde quería participar, y un poco decepcionado vio como Moldred había escogido Colmillo. Era una pena no poder compartir equipo con aquel interesante caballero, pero algo le decía que sus destinos se iban a cruzar más de una vez durante sus luchas por la libertad junto al ejército revolucionario.
De repente el comandante posó sobre la mesa un Den Den Mushi y un hilo que en manos hábiles podría ser letal, quizás quería empezar el entrenamiento físico a lo duro, pero por suerte no fue así. En vez de eso comenzó a hablar sobre los diversos integrantes que formaban Las Quimeras, sin duda todos parecían ser personas extravagantes, eso le gustaba.
-Sobre el escuadrón sin fallo alguno jefe, tendré que invitar a un par de rondas a tu segundo a ver si es tan fiestero como comentas. Del que se masturba ya me hablaste, y siempre quise saber si las leyendas sobre la belleza de las Gyojin eran ciertas,
por lo que estoy ansioso por conocer a esa tritón. Claramente me meteré en mis asuntos, la identidad de ese Negro y su mujer están a salvo.
Tras atender a los nombres de sus compañeros, poca atención prestó al resto pues no le interesaban. Pero al instante su mente dio un cambio radical cuando escuchó las palabras clave: "Chica por la cual babean todos"
-Bueno jefe, tendrás que presentarme a esa tal Galia, nunca viene mal una donación de sangre, tú ya me entiendes; solo espero que aquel tío bipolar que comentaste no me intente asesinar- declaró Kid en un tono de don juan mientras un sonrojo aparecía en su rostro. Como era de esperarse, la Revolución y sus miembros eran de todo menos aburridos.
Tras hablar sobre los miembros, Krauser ya con vendas en la boca nos hizo un gesto para que le acompañásemos y le seguimos hasta fuera, donde nos dio la oportunidad para realizar una última pregunta antes de emprender nuestro viaje.
-Solo una jefe, ¿Quién paga la cuenta? Porque yo estoy pelado-declaró el vaquero mientras una sonrisa traviesa aparecía en su rostro. Su aventura como revolucionario por fin iba a empezar
-Mil perdones Mo-san, hay veces que no puede evitar sacar el romántico que hay dentro de mi- bromeó mientras ajustaba el sombrero en su cabeza.
Atento vio como Krauser volvía a preguntar la escuadra donde quería participar, y un poco decepcionado vio como Moldred había escogido Colmillo. Era una pena no poder compartir equipo con aquel interesante caballero, pero algo le decía que sus destinos se iban a cruzar más de una vez durante sus luchas por la libertad junto al ejército revolucionario.
De repente el comandante posó sobre la mesa un Den Den Mushi y un hilo que en manos hábiles podría ser letal, quizás quería empezar el entrenamiento físico a lo duro, pero por suerte no fue así. En vez de eso comenzó a hablar sobre los diversos integrantes que formaban Las Quimeras, sin duda todos parecían ser personas extravagantes, eso le gustaba.
-Sobre el escuadrón sin fallo alguno jefe, tendré que invitar a un par de rondas a tu segundo a ver si es tan fiestero como comentas. Del que se masturba ya me hablaste, y siempre quise saber si las leyendas sobre la belleza de las Gyojin eran ciertas,
por lo que estoy ansioso por conocer a esa tritón. Claramente me meteré en mis asuntos, la identidad de ese Negro y su mujer están a salvo.
Tras atender a los nombres de sus compañeros, poca atención prestó al resto pues no le interesaban. Pero al instante su mente dio un cambio radical cuando escuchó las palabras clave: "Chica por la cual babean todos"
-Bueno jefe, tendrás que presentarme a esa tal Galia, nunca viene mal una donación de sangre, tú ya me entiendes; solo espero que aquel tío bipolar que comentaste no me intente asesinar- declaró Kid en un tono de don juan mientras un sonrojo aparecía en su rostro. Como era de esperarse, la Revolución y sus miembros eran de todo menos aburridos.
Tras hablar sobre los miembros, Krauser ya con vendas en la boca nos hizo un gesto para que le acompañásemos y le seguimos hasta fuera, donde nos dio la oportunidad para realizar una última pregunta antes de emprender nuestro viaje.
-Solo una jefe, ¿Quién paga la cuenta? Porque yo estoy pelado-declaró el vaquero mientras una sonrisa traviesa aparecía en su rostro. Su aventura como revolucionario por fin iba a empezar
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¿La cuenta? El cabrón se había pedido una bebida alcohólica y tenía la osadía de decir lo de la cuenta. Si no llevaba dinero ¿Quién iba a pagarla si él no hubiese aceptado nada? Dios, mío. El demonio alzó la ceja mirándole y después empezó a reír por lo bajo. Ese tío era la polla. Krauser sacó un par de monedas más y se las dio a uno de los camareros de fuera. Las palabras de ellos ya estaban siendo procesadas en su mente. Colmillo Plateado y Demonio Cobrizo listos. Su mirada era calmada y estuvo a punto de contestar la pregunta de Mordred, pero entonces su haki de observación le advirtió de lo que estaba a punto de liarse. Unas quince presencias se estaban acercando y todas en grupo. Putos marines. El demonio entonces caminó un poco más al centro de la plaza para no meter en líos a los del bar.
- Chicos, está a punto de liarse. Yo tengo por norma no matar a los marines, pero vosotros sois libres de hacer lo que deseéis. Yo prefiero cargarme a los putos agentes del gobierno, son la verdadera mierda. Esta gente solo cumple órdenes de ellos al fin y al cabo. – Mencionó al mismo tiempo que entrecerraba los ojos.
El Oficial entonces llevó la mano derecha al mango de su arma y desenvainó un increíble espadón de casi dos metros. Su hoja brillaba en un tono oscuro y parecía tener vida propia. El arma más poderosa de la rebelión, Kurotora. Aquella espada indestructible hecha de kairouseki y con el poder de bebe la sangre enemiga y darla a su dueño en forma de energía. Krauser sonrió de forma calmada mientras la clavaba a su lado y realizaba algunos gestos con las manos, como si estuviese haciendo posturas de ninjutsu. Por las calles empezaron a surgir marines armados con espadas y rifles. Entre ellos hubo uno que destacó bastante sobre el resto. Medía cuatro putos metros, un semigigante. En su espalda portaba una capa en la que ponía claramente “Comodoro”. Un puesto realmente alto. Era un tipo calvo con cara de mala leche, músculos exagerados y un garrote negro de pinchos. Krauser entonces sonrió.
- Yo me ocupo de bola de villar. Primera misión de la rebelión, llegar a la base con vida. Este será el primer acto, derrotar esta patrulla.
En cuando dijo aquello, el demonio de la niebla tomó su espadón y salió disparado a una velocidad sorprendente a por el enorme medio gigante. Aquel tipo trató de aplastarle con su garrote, pero el asesino bloqueó el golpe con la zona ancha de su arma, saltando después con impulso y pateándole la cara con su pie derecho. El enorme marine retrocedió gritando como un poseso, se veía enfurecido. Ambos empezando a intercambiar tajos violentos, las dos armas chocaban y sus miradas parecían serias. Krauser ya había empezado el combate y el resto de reclutas, unos catorce… Sus dos nuevos compañeros deberían probar sus habilidades con ellos.
- Chicos, está a punto de liarse. Yo tengo por norma no matar a los marines, pero vosotros sois libres de hacer lo que deseéis. Yo prefiero cargarme a los putos agentes del gobierno, son la verdadera mierda. Esta gente solo cumple órdenes de ellos al fin y al cabo. – Mencionó al mismo tiempo que entrecerraba los ojos.
El Oficial entonces llevó la mano derecha al mango de su arma y desenvainó un increíble espadón de casi dos metros. Su hoja brillaba en un tono oscuro y parecía tener vida propia. El arma más poderosa de la rebelión, Kurotora. Aquella espada indestructible hecha de kairouseki y con el poder de bebe la sangre enemiga y darla a su dueño en forma de energía. Krauser sonrió de forma calmada mientras la clavaba a su lado y realizaba algunos gestos con las manos, como si estuviese haciendo posturas de ninjutsu. Por las calles empezaron a surgir marines armados con espadas y rifles. Entre ellos hubo uno que destacó bastante sobre el resto. Medía cuatro putos metros, un semigigante. En su espalda portaba una capa en la que ponía claramente “Comodoro”. Un puesto realmente alto. Era un tipo calvo con cara de mala leche, músculos exagerados y un garrote negro de pinchos. Krauser entonces sonrió.
- Yo me ocupo de bola de villar. Primera misión de la rebelión, llegar a la base con vida. Este será el primer acto, derrotar esta patrulla.
En cuando dijo aquello, el demonio de la niebla tomó su espadón y salió disparado a una velocidad sorprendente a por el enorme medio gigante. Aquel tipo trató de aplastarle con su garrote, pero el asesino bloqueó el golpe con la zona ancha de su arma, saltando después con impulso y pateándole la cara con su pie derecho. El enorme marine retrocedió gritando como un poseso, se veía enfurecido. Ambos empezando a intercambiar tajos violentos, las dos armas chocaban y sus miradas parecían serias. Krauser ya había empezado el combate y el resto de reclutas, unos catorce… Sus dos nuevos compañeros deberían probar sus habilidades con ellos.
Tennessee "Kid" Cooper
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Era unirse a la Rebelión y al instante aparecer una tropa armada hasta los dientes lista para arrestarte, lo mítico. 14 tipos sin contar al grandullón que se había pedido el jefe, parecía un trabajo fácil contando que se los podían repartir entre Mordred y él. Aunque no dudaba de las habilidades de su compañero, tenía que admitir que la ventaja numérica era para los marines. Tendría que ingeniárselas para hacerles bajar la guardia e intentar reducir su número en un solo ataque o en una lucha prolongada tenían las de perder.
Una sonrisa se formó en su cara mientras un plan le venía a su cabeza, era simple, pero si funcionaba podían quitarse de encima a muchos de sus enemigos en un abrir y cerrar de ojos.
Poniendo cara seria levantó las manos y lentamente avanzó hacia los marines que le apuntaban con sus rifles:
-¡Me rindo, solo soy un rehén más. Por favor, ayudadme- dijo mientras se posicionaba a escasos pasos de 7 marines que le apuntaban en fila, mientras la otra mitad no dejaba de prestar atención al otro revolucionario. Mientras todo esto sucedía, Kid fue acercando discretamente su mano derecha en el interior de su poncho, en dirección a su pistola.
Sorprendidos, estos bajaron levemente las armas debido a su estupefacción:
-¿E-n serio ?- preguntó nerviosamente uno
-Claro que no idiota- se burló Cooper mientras aprovechaba la sorpresa de sus captores para sacar rápidamente su arma y disparar 7 balas a toda velocidad hacia sus agresores, tal como si fuese un duelo; su especialidad. Calculó las trayectorias para que impactasen en piernas o brazos, por lo que esperaba no herir de muerte a ninguno de ellos.
Justo al instante de disparar, el vaquero rodó rápidamente hasta posicionarse detrás de una mesa, que tumbándola le serviría como cobertura en caso de que sus enemigos devolviesen el fuego. Mientras apoyaba la espalda en dicha mesa echó un vistazo a la batalla de alrededor:
Mordred aún no había actuado, mientras los colosales golpes entre el semigigante y su comandante resonaban en el aire. Si su chaqueta no mentía, aquel grandullón era un comodoro, por lo que si no fuese por Krauser, los dos reclutas tendrían que haber puesto pies en polvorosa antes de iniciar el combate. Su atención recayó ahora en el de armadura, tenía ganas de ver los ases en la manga que guardaba aquel pintoresco caballero.
Una sonrisa se formó en su cara mientras un plan le venía a su cabeza, era simple, pero si funcionaba podían quitarse de encima a muchos de sus enemigos en un abrir y cerrar de ojos.
Poniendo cara seria levantó las manos y lentamente avanzó hacia los marines que le apuntaban con sus rifles:
-¡Me rindo, solo soy un rehén más. Por favor, ayudadme- dijo mientras se posicionaba a escasos pasos de 7 marines que le apuntaban en fila, mientras la otra mitad no dejaba de prestar atención al otro revolucionario. Mientras todo esto sucedía, Kid fue acercando discretamente su mano derecha en el interior de su poncho, en dirección a su pistola.
Sorprendidos, estos bajaron levemente las armas debido a su estupefacción:
-¿E-n serio ?- preguntó nerviosamente uno
-Claro que no idiota- se burló Cooper mientras aprovechaba la sorpresa de sus captores para sacar rápidamente su arma y disparar 7 balas a toda velocidad hacia sus agresores, tal como si fuese un duelo; su especialidad. Calculó las trayectorias para que impactasen en piernas o brazos, por lo que esperaba no herir de muerte a ninguno de ellos.
Justo al instante de disparar, el vaquero rodó rápidamente hasta posicionarse detrás de una mesa, que tumbándola le serviría como cobertura en caso de que sus enemigos devolviesen el fuego. Mientras apoyaba la espalda en dicha mesa echó un vistazo a la batalla de alrededor:
Mordred aún no había actuado, mientras los colosales golpes entre el semigigante y su comandante resonaban en el aire. Si su chaqueta no mentía, aquel grandullón era un comodoro, por lo que si no fuese por Krauser, los dos reclutas tendrían que haber puesto pies en polvorosa antes de iniciar el combate. Su atención recayó ahora en el de armadura, tenía ganas de ver los ases en la manga que guardaba aquel pintoresco caballero.
Mordred Pendragon
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De la nada surgieron un pequeño grupo de miembros de la Marina comandados por un gran tipo que iba armado con un garrote. El jefe nos dijo que éramos libres de hacer lo que quisiéramos con los reclutas, ya que él no mataba marines. A pleno ojo, había como 14 reclutas armados con armas de filo y de fuego dispuestos a capturarnos o matarnos. - Entendido señor, ¡déjanos a estos a nosotros! - exclamé mientras me ponía el yelmo y desenvainaba mi espada preparándome para el asalto. Estábamos en desventaja pero como éramos dos, lo más sensato era repartirnos los reclutas tocando 7 para cada uno. Mientras el cowboy disparaba a la mitad de los reclutas y después se refugió detrás de una mesa a modo de cobertura, yo avanzaba hacia mi parte de los enemigos dispuesta a no dejar ninguno en pie.
- Veamos, escoria. ¿Quién será el primero en perder la cabeza? - pregunté con un tono amenazador. Entre los soldados había un par de jóvenes inexpertos que apenas sabían cómo usar un rifle o una espada de forma correcta. Pero no sentí pena por ellos, después de todo, si apuntabas a alguien con un rifle tenías que estar preparado para el combate e incluso la muerte. Me limité a caminar hacia ellos con total indiferencia. -¡Alto, no se mueva más señorita! - exclamó uno de los soldados apuntándome con un rifle. Otro que cometía el craso error de hablarme de esa forma... y no valoraba en absoluto su propia vida. Empecé a temblar de ira, apunto de lanzarme contra aquel joven recluta. -¡Prepárate para tu castigo!- me lancé contra el marine, espada en alto y luego le apuñalé en el pecho, haciendo que tanto mi espada como el suelo se tiñeran de sangre.
Los demás reaccionaron asustados y me apuntaron con sus armas dudando de sí disparar o no. "Encima dudan de si atacar o no" pensaba mientras aún tenía la espada clavada en el cuerpo de uno de los enemigos. Uno de ellos se atrevió a disparar pero, como ya sabía que alguno lo haría, usé a su compañero como escudo humano. Aproveché el momento en que sus seis compañeros miraban el cuerpo inerte de su amigo caer al suelo para atacarles por sorpresa, propinando múltiples cortes a sus cuerpos. Alguno que otro perdió un brazo pero era lo que les esperaba por alistarse en la Marina. La muerte siempre estaba presente. Al derrotar a mi parte de los enemigos, me quité el yelmo y me dispuse a observar el combate de Krauser contra el gigantón. Realmente ver como luchaba el famoso demonio de la niebla no era algo que podías ver todos los días.
- Veamos, escoria. ¿Quién será el primero en perder la cabeza? - pregunté con un tono amenazador. Entre los soldados había un par de jóvenes inexpertos que apenas sabían cómo usar un rifle o una espada de forma correcta. Pero no sentí pena por ellos, después de todo, si apuntabas a alguien con un rifle tenías que estar preparado para el combate e incluso la muerte. Me limité a caminar hacia ellos con total indiferencia. -¡Alto, no se mueva más señorita! - exclamó uno de los soldados apuntándome con un rifle. Otro que cometía el craso error de hablarme de esa forma... y no valoraba en absoluto su propia vida. Empecé a temblar de ira, apunto de lanzarme contra aquel joven recluta. -¡Prepárate para tu castigo!- me lancé contra el marine, espada en alto y luego le apuñalé en el pecho, haciendo que tanto mi espada como el suelo se tiñeran de sangre.
Los demás reaccionaron asustados y me apuntaron con sus armas dudando de sí disparar o no. "Encima dudan de si atacar o no" pensaba mientras aún tenía la espada clavada en el cuerpo de uno de los enemigos. Uno de ellos se atrevió a disparar pero, como ya sabía que alguno lo haría, usé a su compañero como escudo humano. Aproveché el momento en que sus seis compañeros miraban el cuerpo inerte de su amigo caer al suelo para atacarles por sorpresa, propinando múltiples cortes a sus cuerpos. Alguno que otro perdió un brazo pero era lo que les esperaba por alistarse en la Marina. La muerte siempre estaba presente. Al derrotar a mi parte de los enemigos, me quité el yelmo y me dispuse a observar el combate de Krauser contra el gigantón. Realmente ver como luchaba el famoso demonio de la niebla no era algo que podías ver todos los días.
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Akuma no mi
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Los nuevos chicos parecían estar desenvolviéndose perfectamente en la batalla contra los marines. Era una verdadera lástima que la rubia se dedicase a cargarse a sus oponentes, pero cada cual tenía su método. No pudo evitar soltar un pequeño suspiro y centrarse en el combate que él mismo estaba teniendo contra aquel tipo. Clavó su mirada en él y entonces continuó impactando cortes contra su garrote. Al cabo de unos segundos cortó el arma de su oponente, el cual frunció el ceño y después formó una especie de martillo hecho de una especie de energía azulada. El demonio de la niebla sonrió de forma calmada y ocultó su espadón dentro de su funda. No veía necesidad de usar aquella preciosidad contra algo tan vulgar como canalización.
- Dame un poco de caña entonces, colega. – Dijo el revolucionario con una sonrisa arrogante mientras estiraba un poco los brazos a los lados.
El enorme marine cabreado trató de hacerlo pedazos contra el suelo. Krauser formó un enorme puño de niebla sobre su mano. Dicho poder era un metro de grande por lo menos. Impactó los nudillos contra aquella arma de energía, era como si la niebla se hubiese hecho sólida y dura. Los ojos del alto cargo se abrieron como platos al comprobar que su ataque había fracasado. El demonio de la niebla mostró una sonrisa calmada y entonces continuó lanzando golpes con el enorme puño de niebla. Más de la mitad lograron dar en el torso de aquel tipo, el cual empezó a gritar de rabia. Aquella persona formó un nuevo martillo, pero este tomó un color negro metálico. Trató entonces de aplastar de nuevo al revolucionario con él usando su fuerza.
- Ese haki no puede compararse al mío.
Dijo simplemente Krauser mientras metía su antebrazo de por medio y bloqueaba el ataque. La piel de su brazo se había vuelto morada oscura, activando su propio haki de armadura. Fue en ese momento cuando lanzó un puñetazo el estómago de su oponente, haciéndole escupir saliva y retorcerse. Aprovechó y en ese momento elevó su pierna derecha mientras saltaba. Impactó con su pie en el rostro de su enemigo, tirándolo de espaldas al suelo y dándolo por derrotado. El Comodoro no debía ser tonto y sabría que levantarse podría ser la muerte para él. Justo entonces Redfield bostezó y caminó despacio hacia donde estaban sus hombres.
- Ya veo que los las habéis apañado muy bien. La próxima vez lo haréis, pero mientras jugáis al póker al mismo tiempo. Es divertido evitar que te maten mientras vigilas que tus compañero no te miren las cartas. – No era ironía.
El diablo entonces les hizo una señal para que le siguieran y empezó a trotar a paso rápido por uno de los callejones. Sabía que el alto cargo estaba vivo y seguramente iría tras ellos en cuando recuperase su estado. Eso hizo al demonio soltar un bostezo.
- Dame un poco de caña entonces, colega. – Dijo el revolucionario con una sonrisa arrogante mientras estiraba un poco los brazos a los lados.
El enorme marine cabreado trató de hacerlo pedazos contra el suelo. Krauser formó un enorme puño de niebla sobre su mano. Dicho poder era un metro de grande por lo menos. Impactó los nudillos contra aquella arma de energía, era como si la niebla se hubiese hecho sólida y dura. Los ojos del alto cargo se abrieron como platos al comprobar que su ataque había fracasado. El demonio de la niebla mostró una sonrisa calmada y entonces continuó lanzando golpes con el enorme puño de niebla. Más de la mitad lograron dar en el torso de aquel tipo, el cual empezó a gritar de rabia. Aquella persona formó un nuevo martillo, pero este tomó un color negro metálico. Trató entonces de aplastar de nuevo al revolucionario con él usando su fuerza.
- Ese haki no puede compararse al mío.
Dijo simplemente Krauser mientras metía su antebrazo de por medio y bloqueaba el ataque. La piel de su brazo se había vuelto morada oscura, activando su propio haki de armadura. Fue en ese momento cuando lanzó un puñetazo el estómago de su oponente, haciéndole escupir saliva y retorcerse. Aprovechó y en ese momento elevó su pierna derecha mientras saltaba. Impactó con su pie en el rostro de su enemigo, tirándolo de espaldas al suelo y dándolo por derrotado. El Comodoro no debía ser tonto y sabría que levantarse podría ser la muerte para él. Justo entonces Redfield bostezó y caminó despacio hacia donde estaban sus hombres.
- Ya veo que los las habéis apañado muy bien. La próxima vez lo haréis, pero mientras jugáis al póker al mismo tiempo. Es divertido evitar que te maten mientras vigilas que tus compañero no te miren las cartas. – No era ironía.
El diablo entonces les hizo una señal para que le siguieran y empezó a trotar a paso rápido por uno de los callejones. Sabía que el alto cargo estaba vivo y seguramente iría tras ellos en cuando recuperase su estado. Eso hizo al demonio soltar un bostezo.
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Fingiendo indiferencia, Kid comenzó a pensar en lo débil que era en comparación a sus compañeros. Ambos expertos espadachines, y por lo menos uno de ellos en posesión de una fruta Logia, uno de los tipos más raros y letales de Akuma No Mi. Iba a tener que entrenar mucho y perfeccionar su estilo si quería no ser un lastre en la división. Aunque sus habilidades se complementaban, dos espadachines especializados en combate mano a mano y luego un tirador bueno a media-larga distancia.
Algo en el cual se debería fijar era en el Haki que había usado Krauser, una técnica que si se trabaja puede ser letal tanto para usuarios de fruta como que no, quizás en un futuro le pediría a su superior que le iniciase en esa técnica tan útil. No obstante había dos tipos de Haki: el de armadura que habían usado ambos combatientes y el de observación, el que sería más óptimo para mejorar la puntería natural que ya de por si tenía el vaquero.
Parecía que el combate había acabado, y Krauser ni tan siquiera parecía haberse cansando. Con un leve vistazo, Cooper notó como había dejado al gigantón con vida, un gesto noble pero que nos daría problemas si no huíamos rápido de la zona antes de que el comodoro volviera en si y pidiese refuerzos.
Divertido escuchó las indicaciones de Redfield, y sonriente le contestó:
-¿Cartas, sangre y balas? Le metes un buen par de mujeres y una botella de whiskey y estaría en el paraíso jefe. Pero creo que ahora deberíamos poner pies en polvorosa antes de que el grandote se despierte de la paliza que le has metido-
Krauser ya se había dado cuenta de la situación, y con un gesto indicó que le siguieran a paso raudo. Parecía que iban a abandonar la isla rumbo a sabe Dios donde, pero seguramente hacia la base revolucionaria asignada a su equipo. Hacía poco que había escuchado que una afamada y gran isla que en verdad era un barco había sido conquistada por los Quimera, pero dudaba que su base actual fuese allí; un lugar demasiado obvio pero a la vez fortificado, tenía pinta de ser la estructura ideal para alguien peleón como su nuevo jefe.
Tenía ganas de conocer al resto de los miembros, si tenían un nivel de poder semejante a su líder sin duda se habían ganado a pulso el sobrenombre de "Demonios". Normal que tuviesen tal nivel de fuerza, media marina debe estar buscando al máximo traidor de su bando y a sus compinches
Algo en el cual se debería fijar era en el Haki que había usado Krauser, una técnica que si se trabaja puede ser letal tanto para usuarios de fruta como que no, quizás en un futuro le pediría a su superior que le iniciase en esa técnica tan útil. No obstante había dos tipos de Haki: el de armadura que habían usado ambos combatientes y el de observación, el que sería más óptimo para mejorar la puntería natural que ya de por si tenía el vaquero.
Parecía que el combate había acabado, y Krauser ni tan siquiera parecía haberse cansando. Con un leve vistazo, Cooper notó como había dejado al gigantón con vida, un gesto noble pero que nos daría problemas si no huíamos rápido de la zona antes de que el comodoro volviera en si y pidiese refuerzos.
Divertido escuchó las indicaciones de Redfield, y sonriente le contestó:
-¿Cartas, sangre y balas? Le metes un buen par de mujeres y una botella de whiskey y estaría en el paraíso jefe. Pero creo que ahora deberíamos poner pies en polvorosa antes de que el grandote se despierte de la paliza que le has metido-
Krauser ya se había dado cuenta de la situación, y con un gesto indicó que le siguieran a paso raudo. Parecía que iban a abandonar la isla rumbo a sabe Dios donde, pero seguramente hacia la base revolucionaria asignada a su equipo. Hacía poco que había escuchado que una afamada y gran isla que en verdad era un barco había sido conquistada por los Quimera, pero dudaba que su base actual fuese allí; un lugar demasiado obvio pero a la vez fortificado, tenía pinta de ser la estructura ideal para alguien peleón como su nuevo jefe.
Tenía ganas de conocer al resto de los miembros, si tenían un nivel de poder semejante a su líder sin duda se habían ganado a pulso el sobrenombre de "Demonios". Normal que tuviesen tal nivel de fuerza, media marina debe estar buscando al máximo traidor de su bando y a sus compinches
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Usé mi espada para apoyarme mientras contemplaba como Krauser barría el suelo con el comodoro de la Marina. Realmente no se había esforzado lo más mínimo, hasta alguien débil como yo podía sentir que el demonio de la niebla era realmente una persona poderosa. "No me gustaría nada tenerlo como enemigo" pensé a la vez que el combate estaba llegando a su fin. El jefe era usuario de frutas y también usaba haki, esto último no me sorprendió ya que en mi isla había gente que usaba el haki. Como los sucios bastardos de los caballeros de mi padre o mi propio padre. De hecho, incluso los caballeros de más bajo rango también lo sabían usar sin ningún problema. El comodoro cayó al suelo después de recibir un duro golpe por parte del demonio, dejándolo incapacitado para seguir luchando. Si yo hubiera estado en su posición, seguramente le hubiese matado para evitar que nos diese más problemas más tarde pero, bueno, cada cual es libre de hacer lo que desee con sus rivales.
Con los reclutas marines derrotados y el grandullón que los lideraba fuera de combate, Krauser vino caminando de forma tranquila y relajada hacia nosotros. Nos dijo que la próxima vez nos iba a ir mejor y luego nos indicó que le siguiéramos por un callejón que había en la zona. ¿Estábamos escapando? Eso parecía. No era mi estilo el abandonar el campo de batalla pero supongo que si lo decía alguien como Krauser había que hacerle caso. - ¿Adonde vamos ahora? - pregunté mientras seguía al demonio de la niebla a paso ligero. ¿Íbamos a abandonar la isla e ir a la base o estábamos yendo a algún lugar de isla para darle esquinazo a los posibles marines que nos estaban intentando dar caza? No sabía la respuesta pero algo me decía que pronto la respuesta se iba a contestar sola. Siguiendo a mis compañeros, comencé a pensar sobre los demás miembros de la división. Me preguntaba si eran tan fuertes como el propio Krauser o serían más débiles, esperaba que fueran gente poderosa con la que entrenar para hacerme más y más fuerte. El nuevo Colmillo Plateado tenía que ser alguien que pudiera enfrentarse sin problemas a gente de alto nivel, no quería quedarme atrás y convertirme en una persona dependiente.
Con los reclutas marines derrotados y el grandullón que los lideraba fuera de combate, Krauser vino caminando de forma tranquila y relajada hacia nosotros. Nos dijo que la próxima vez nos iba a ir mejor y luego nos indicó que le siguiéramos por un callejón que había en la zona. ¿Estábamos escapando? Eso parecía. No era mi estilo el abandonar el campo de batalla pero supongo que si lo decía alguien como Krauser había que hacerle caso. - ¿Adonde vamos ahora? - pregunté mientras seguía al demonio de la niebla a paso ligero. ¿Íbamos a abandonar la isla e ir a la base o estábamos yendo a algún lugar de isla para darle esquinazo a los posibles marines que nos estaban intentando dar caza? No sabía la respuesta pero algo me decía que pronto la respuesta se iba a contestar sola. Siguiendo a mis compañeros, comencé a pensar sobre los demás miembros de la división. Me preguntaba si eran tan fuertes como el propio Krauser o serían más débiles, esperaba que fueran gente poderosa con la que entrenar para hacerme más y más fuerte. El nuevo Colmillo Plateado tenía que ser alguien que pudiera enfrentarse sin problemas a gente de alto nivel, no quería quedarme atrás y convertirme en una persona dependiente.
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Iba a ser problemático el hecho de que ese comodoro estaría avisando a los refuerzos y lo último que deseaba era tener allí a un par de vice-almirante. Esos cabrones no eran nada débiles e incluso a él le costaría luchar con dos de ellos al mismo tiempo. Debía sacar a los nuevos de aquel sitio cuanto antes. Entrecerró los ojos despacio y continuó avanzando por el callejón a toda velocidad. Los nuevos le seguían y eso era bueno, esperaba que no se diesen la vuelta a luchar. El demonio odiaba luchar contra sus antiguos camaradas, tan solo disfrutaba luchando a muerte contra los miembros principales del gobierno mundial, esos eran los verdaderos cabrones que debía morir.
- Nos largamos a la base. Esto pronto será un hervidero de marines y agentes. Sinceramente, no me gustaría enfrentar a un Almirante con vosotros aquí.
No tardaron mucho en llegar al puerto. El muelle estaba en perfecto estado y allí había una especie de bote amarrado con cadenas y con un pequeño motor incorporado. El asesino saltó y esperó al resto, después usó su mano imbuida en una especie de energía blanca para cortar las cadenas. El poder cortante del demonio era increíble. Krauser entonces tiró de la palanca principal y el motor de aquel bote-lancha se activó. El vehículo comenzó a alejarse de la isla a toda velocidad. La mirada del asesino se clavó en los barcos que iban apareciendo por el final del horizonte. Esos cabrones venían con ganas, pero ya era demasiado tarde para que pillasen a los rebeldes.
- Pensad que esta vida no es fácil. Si no hubiese dejado este pequeño bote trucado aquí, habría sido algo realmente difícil huir. Esconderse está descartado debido al haki de observación enemigo y luchar contra alguien poderoso es jugarse la vida.
Una vez que dijo aquello cerró los ojos despacio y pegó la espalda a uno de los lados. El vehículo continuó avanzando a toda velocidad rumbo hacia el Sur. Era el momento de dejarlos en la isla de Dranser y después indicarles todo lo demás.
- Las tres bases principales son Baltigo, Thriller Bark y Saint Reia, que es donde vamos ahora. Podéis ir a cualquiera, pero la segunda estará muy vacía, tan solo yo y unos cuantos más. La primera es la más poblada y a la que nos dirigimos algo más tranquila. Por el momento podéis descansar.
- Nos largamos a la base. Esto pronto será un hervidero de marines y agentes. Sinceramente, no me gustaría enfrentar a un Almirante con vosotros aquí.
No tardaron mucho en llegar al puerto. El muelle estaba en perfecto estado y allí había una especie de bote amarrado con cadenas y con un pequeño motor incorporado. El asesino saltó y esperó al resto, después usó su mano imbuida en una especie de energía blanca para cortar las cadenas. El poder cortante del demonio era increíble. Krauser entonces tiró de la palanca principal y el motor de aquel bote-lancha se activó. El vehículo comenzó a alejarse de la isla a toda velocidad. La mirada del asesino se clavó en los barcos que iban apareciendo por el final del horizonte. Esos cabrones venían con ganas, pero ya era demasiado tarde para que pillasen a los rebeldes.
- Pensad que esta vida no es fácil. Si no hubiese dejado este pequeño bote trucado aquí, habría sido algo realmente difícil huir. Esconderse está descartado debido al haki de observación enemigo y luchar contra alguien poderoso es jugarse la vida.
Una vez que dijo aquello cerró los ojos despacio y pegó la espalda a uno de los lados. El vehículo continuó avanzando a toda velocidad rumbo hacia el Sur. Era el momento de dejarlos en la isla de Dranser y después indicarles todo lo demás.
- Las tres bases principales son Baltigo, Thriller Bark y Saint Reia, que es donde vamos ahora. Podéis ir a cualquiera, pero la segunda estará muy vacía, tan solo yo y unos cuantos más. La primera es la más poblada y a la que nos dirigimos algo más tranquila. Por el momento podéis descansar.
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Solo la mención de enfrentarse a un almirante hizo que a Kid le subiese un hormigueo por el cuerpo, tal como dijo Krauser, en un combate entre dos bestias de tal nivel Mondred y él serían meros espectadores, o peor aún; estorbos. Se alegraba que a pesar de la personalidad temeraria que este había mostrado en el café, el revolucionario sabía cuando tenía las de perder, "Una retirada a tiempo es una victoria" es un dicho que se podría aplicar a la situación actual.
Su breve carrera finalizó en el puerto de la ciudad, perfectamente cuidado y lleno de diversos barcos. Krauser saltó hacia un pequeño bote motorizado que se hallaba encadenado al puerto, casi desapercibido entre los grandes barcos de los nobles de la ciudad. Después de que ambos reclutas se hubiesen introducido en la embarcación, el demonio imbuyó su mano de una energía extraña de color blanco la cual utilizó para cortar sin problema alguno la cadena que le retenía. Al parecer Redfield tenía más de un as bajo la manga, entre esas técnicas desconocidas, su haki, la fruta logia y sus habilidades con la espada, no era de extrañar que el hombre hubiese sido capaz de ostentar el puesto de Almirante.
Mientras encendía el motor, Cooper se posicionó en la parte de atrás del vehículo, pistola en mano, en caso de que necesitasen cobertura a la hora de la huida. Por suerte su intervención no fue necesaria, y los fugitivos fueron capaces de escapar a toda velocidad sin problema alguno, quedando sus perseguidores en meras manchas a lo lejos en cuestión de un par de minutos.
Tal como dijo su superior, si no hubiese sido por el pequeño truco de tener un plan de escape, el destino del trío revolucionario podría haber sido muy distinto, da igual cuan fuerte fuese el hombre con los vendajes, los tres se hallaban aislados mientras que la Marina en cuestión de minutos podría convocar a mitad de sus fuerzas; o algo peor: la terrible Buster Call. Solo la mención de aquello le daba escalofríos al vaquero, de pequeño había escuchado rumores sobre lo letal que era, arrasando una isla entera sin piedad alguna. Por actos así, el segar vidas humanas solo para cumplir con sus objetivos, el Gobierno Mundial y sus subordinados le daban asco.
Los pensamientos del joven fueron interrumpidos por las palabras de Krauser, nuestro destino era Sant Reia, había oído el nombre de aquella isla pero nunca se hubiese imaginado que una base del Ejército se hallaba en ella. Las otras dos eran más famosas, Báltigo desde hace ya décadas fue la isla principal de los Revolucionarios, y hace escasos días llegaron las noticias de como La Venganza de la Quimera, con Krauser al mando, habían tomado el colosal navío/isla conocido como Thriller Bark.
-Siento ser pesado jefe, pero al llegar ahí ¿qué haremos al llegar? Lo del pueblo solo hizo que me entrase el gusanillo de más- comentó mientras, siguiendo el consejo del ex-Almirante, Tenneesse guardó la pistola y se sentó en la parte de atrás de la embarcación. Tras eso, lanzó al mar el pitillo casi extinto que tenía en la boca y apoyó su espalda en el bote.
-Supongo que aún quedará un buen trecho para llegar, así que tenemos tiempo para hablar sin balas de por medio. De ti jefe ya sé bastante por los periódicos, pero fijo que te pasaron mil y una anécdotas. Pero para mi Mo-san eres una incógnita, ¿en qué isla se sigue llevando el estilo medieval? Eso es muy de hace un par de siglos- bromeó mientras sacaba una pequeña petaca con whiskey que había guardado en el bolsillo.
-Miradnos: Un vaquero, un caballero y un loco con vendas. Parece el comienzo de un chiste o de al menos una buena historia- dijo mientras daba un largo trago de la petaca.
Su breve carrera finalizó en el puerto de la ciudad, perfectamente cuidado y lleno de diversos barcos. Krauser saltó hacia un pequeño bote motorizado que se hallaba encadenado al puerto, casi desapercibido entre los grandes barcos de los nobles de la ciudad. Después de que ambos reclutas se hubiesen introducido en la embarcación, el demonio imbuyó su mano de una energía extraña de color blanco la cual utilizó para cortar sin problema alguno la cadena que le retenía. Al parecer Redfield tenía más de un as bajo la manga, entre esas técnicas desconocidas, su haki, la fruta logia y sus habilidades con la espada, no era de extrañar que el hombre hubiese sido capaz de ostentar el puesto de Almirante.
Mientras encendía el motor, Cooper se posicionó en la parte de atrás del vehículo, pistola en mano, en caso de que necesitasen cobertura a la hora de la huida. Por suerte su intervención no fue necesaria, y los fugitivos fueron capaces de escapar a toda velocidad sin problema alguno, quedando sus perseguidores en meras manchas a lo lejos en cuestión de un par de minutos.
Tal como dijo su superior, si no hubiese sido por el pequeño truco de tener un plan de escape, el destino del trío revolucionario podría haber sido muy distinto, da igual cuan fuerte fuese el hombre con los vendajes, los tres se hallaban aislados mientras que la Marina en cuestión de minutos podría convocar a mitad de sus fuerzas; o algo peor: la terrible Buster Call. Solo la mención de aquello le daba escalofríos al vaquero, de pequeño había escuchado rumores sobre lo letal que era, arrasando una isla entera sin piedad alguna. Por actos así, el segar vidas humanas solo para cumplir con sus objetivos, el Gobierno Mundial y sus subordinados le daban asco.
Los pensamientos del joven fueron interrumpidos por las palabras de Krauser, nuestro destino era Sant Reia, había oído el nombre de aquella isla pero nunca se hubiese imaginado que una base del Ejército se hallaba en ella. Las otras dos eran más famosas, Báltigo desde hace ya décadas fue la isla principal de los Revolucionarios, y hace escasos días llegaron las noticias de como La Venganza de la Quimera, con Krauser al mando, habían tomado el colosal navío/isla conocido como Thriller Bark.
-Siento ser pesado jefe, pero al llegar ahí ¿qué haremos al llegar? Lo del pueblo solo hizo que me entrase el gusanillo de más- comentó mientras, siguiendo el consejo del ex-Almirante, Tenneesse guardó la pistola y se sentó en la parte de atrás de la embarcación. Tras eso, lanzó al mar el pitillo casi extinto que tenía en la boca y apoyó su espalda en el bote.
-Supongo que aún quedará un buen trecho para llegar, así que tenemos tiempo para hablar sin balas de por medio. De ti jefe ya sé bastante por los periódicos, pero fijo que te pasaron mil y una anécdotas. Pero para mi Mo-san eres una incógnita, ¿en qué isla se sigue llevando el estilo medieval? Eso es muy de hace un par de siglos- bromeó mientras sacaba una pequeña petaca con whiskey que había guardado en el bolsillo.
-Miradnos: Un vaquero, un caballero y un loco con vendas. Parece el comienzo de un chiste o de al menos una buena historia- dijo mientras daba un largo trago de la petaca.
Mordred Pendragon
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Recorrimos las calles de la ciudad a toda prisa ya que Krauser temía de que el grandullón de antes llamase a los refuerzos. Aunque yo amaba meterme en grandes peleas, hasta alguien como yo sabía que no podría hacer nada contra un vicealmirante y mucho menos contra un almirante. -Tch, odio huir pero supongo que no queda más remedio esta vez- dije con un tono molesto mientras continuaba siguiendo a mis compañeros hasta alcanzar el puerto de la ciudad, lugar donde nos subimos a un bote que pertenecía a Krauser. Este cortó las cadenas usando una especie de extraña energía y luego accionó la palanca para encender el motor de nuestro medio de escape.
Nada más subirnos el vaquero y yo, comenzamos nuestra huida navegando a toda prisa dejando la isla y a nuestros perseguidores atrás en cuestión de pocos minutos. Los marines no habían tardado en traer refuerzos a la isla, ya que pude ver desde la distancia como unos cuantos barcos estaban intentando alcanzarnos. Pero era inútil, ya estábamos lo bastante alejados como para que nos pudieran perseguir o disparar alguna bala de cañón. Dejé mi yelmo sobre mis piernas y estiré los brazos, finalmente podía descansar un rato. Nuestro nuevo jefe nos habló sobre las bases revolucionarias disponibles. Báltigo, la base principal del ejército revolucionario. Thriller Bark, que no sabía nada sobre ella. Y Saint Reia, que ya había estado ahí antes para unirme oficialmente a la Revolución después de que me rescataran de mi cautiverio.
Bostecé un poco, realmente no había dormido bien desde hacía un par de días y, con sólo pensar en que íbamos a la base de Saint Reia, la idea de tirarme a la cama y dormir durante horas me agradaba mucho. Kid me sacó de mis ensoñaciones preguntándome sobre mi isla natal. - Pues verás- comencé a decir adoptando una pose de orgullo - Provengo de una isla del Nuevo Mundo llamada Britannia, tierra de caballeros y bárbaros. Y yo, Mordred Draconis , soy el único y verdadero heredero al trono del reino de Londinium. Fui parte de una revolución para destronar a mi padre pero... fracasamos y nos tomaron prisioneros a unos pocos. Ya que a la mayoría los ejecutaron por alta traición. Por eso algún día volveré a la tierra que me vio nacer y tomaré lo que es mio por derecho- terminé de hablar apretando el puño y mirando al horizonte.
Nada más subirnos el vaquero y yo, comenzamos nuestra huida navegando a toda prisa dejando la isla y a nuestros perseguidores atrás en cuestión de pocos minutos. Los marines no habían tardado en traer refuerzos a la isla, ya que pude ver desde la distancia como unos cuantos barcos estaban intentando alcanzarnos. Pero era inútil, ya estábamos lo bastante alejados como para que nos pudieran perseguir o disparar alguna bala de cañón. Dejé mi yelmo sobre mis piernas y estiré los brazos, finalmente podía descansar un rato. Nuestro nuevo jefe nos habló sobre las bases revolucionarias disponibles. Báltigo, la base principal del ejército revolucionario. Thriller Bark, que no sabía nada sobre ella. Y Saint Reia, que ya había estado ahí antes para unirme oficialmente a la Revolución después de que me rescataran de mi cautiverio.
Bostecé un poco, realmente no había dormido bien desde hacía un par de días y, con sólo pensar en que íbamos a la base de Saint Reia, la idea de tirarme a la cama y dormir durante horas me agradaba mucho. Kid me sacó de mis ensoñaciones preguntándome sobre mi isla natal. - Pues verás- comencé a decir adoptando una pose de orgullo - Provengo de una isla del Nuevo Mundo llamada Britannia, tierra de caballeros y bárbaros. Y yo, Mordred Draconis , soy el único y verdadero heredero al trono del reino de Londinium. Fui parte de una revolución para destronar a mi padre pero... fracasamos y nos tomaron prisioneros a unos pocos. Ya que a la mayoría los ejecutaron por alta traición. Por eso algún día volveré a la tierra que me vio nacer y tomaré lo que es mio por derecho- terminé de hablar apretando el puño y mirando al horizonte.
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Krauser se rascaba la cabeza con calma mientras escuchaba a aquellas dos personas hablar. Su mirada se centró en lo que hizo Kid. Tiró aquel pequeño resto de su cigarro al mar. El demonio de la niebla llevó la mano a la rodillera y sacó su Beretta 92. Aquella pistola de combate especial del asesino, el cual apuntó hacia el agua y apretó el gatillo. El sonido apenas fue imperceptible, pues él mismo se ocupó de mejorarla para no hacer mucho ruido. El resto de la colilla quedó hecho cenizas que se fundieron con el mar. Después de aquello ocultó su arma de nuevo en la rodillera y se mantuvo calmado. Miró con calma a sus dos soldados y se llevó la mano a la barbilla mientras se explicaba.
- Si yo continuase en la marina ya os habría rastreado hasta la base. Esas cosas por muy pequeñas que sean las quiero rotas. No os hacéis ni una idea de las habilidades que tienen algunos cabrones y sin necesidad de frutas especiales. – Una vez dijo aquello se estiró un poco para estar más cómodo. – Yo soy uno de esos cabrones.
Fue entonces cuando escuchó las palabras del chico del sombrero y de la mujer de mala leche. Un dúo bastante curioso si era sincero. Parecían ilusionados con aquello y él se ocuparía de motivarles, tenía muchas formas, aunque la mayoría eran entrenamientos muy duros. Dirigió su mirada hacia Kid y le respondió con una calma asombrosa.
- Antes de que ese chiste continúe te diré lo que haremos al llegar. Seguramente os asigne a una vaca a la que ordeñar, pero eso después de mostraros la base. Sería bueno que contactaseis con el resto de demonios o colmillos y os relacionarais. Os daré luego los números de todos.
El asesino entonces cerró los ojos despacio y escuchó lo que dijo la chica rubia acerca de su isla. Ya sabía que ella no le gustaba ser llamada mujer, por lo que usaría frases refiriéndose como “tú” y de esa forma no habría problema alguno. La miró a los ojos fijamente durante unos segundos y después tosió un poco.
- Ahora tienes una familia. No soy solo tu líder, puedes considerarme un hermano mayor para lo que necesites. Cualquier cosa, atacar una isla de opresores, reclamar un trono que es tuyo o lo que sea, ahí estaré a tu lado y con la espada en mano. No te preocupes por nada, mis sueños son cumplir los sueños de mis hombres. Y eso también va por ti. – Dijo señalando al vaquero. Después de aquello cerró de nuevo los ojos, esperaría a llegar a la base.
- Si yo continuase en la marina ya os habría rastreado hasta la base. Esas cosas por muy pequeñas que sean las quiero rotas. No os hacéis ni una idea de las habilidades que tienen algunos cabrones y sin necesidad de frutas especiales. – Una vez dijo aquello se estiró un poco para estar más cómodo. – Yo soy uno de esos cabrones.
Fue entonces cuando escuchó las palabras del chico del sombrero y de la mujer de mala leche. Un dúo bastante curioso si era sincero. Parecían ilusionados con aquello y él se ocuparía de motivarles, tenía muchas formas, aunque la mayoría eran entrenamientos muy duros. Dirigió su mirada hacia Kid y le respondió con una calma asombrosa.
- Antes de que ese chiste continúe te diré lo que haremos al llegar. Seguramente os asigne a una vaca a la que ordeñar, pero eso después de mostraros la base. Sería bueno que contactaseis con el resto de demonios o colmillos y os relacionarais. Os daré luego los números de todos.
El asesino entonces cerró los ojos despacio y escuchó lo que dijo la chica rubia acerca de su isla. Ya sabía que ella no le gustaba ser llamada mujer, por lo que usaría frases refiriéndose como “tú” y de esa forma no habría problema alguno. La miró a los ojos fijamente durante unos segundos y después tosió un poco.
- Ahora tienes una familia. No soy solo tu líder, puedes considerarme un hermano mayor para lo que necesites. Cualquier cosa, atacar una isla de opresores, reclamar un trono que es tuyo o lo que sea, ahí estaré a tu lado y con la espada en mano. No te preocupes por nada, mis sueños son cumplir los sueños de mis hombres. Y eso también va por ti. – Dijo señalando al vaquero. Después de aquello cerró de nuevo los ojos, esperaría a llegar a la base.
Tennessee "Kid" Cooper
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Según lo que parecía Kid no era el único pasajero con buena puntería, tendría que apuntar buen dominio de las armas de fuego a la larga lista de motivos por los cuales no era sabio meterse con Krauser "El Deminio de la Niebla" (El primero de ellos ya era el apodo). Pero la verdad es que su superior tenía razón, se había relajado y por su mal hábito de fumar podrían haberles pillado fácilmente.
-Tienes razón jefe, cometí un error tonto que no volverá a suceder. Me alegra saber que hay un cabrón perspicaz menos en el otro bando para cazarnos, no creo que Mondred y yo llegásemos muy lejos por nuestra cuenta por ahora- dijo el vaquero mientras cogía su sombrero y lo bajaba de su cabeza en señal de disculpa.
Por suerte el asesino parecía no haber perdido el humor después de su combate contra el comodoro, y menos mal, llegaba a ser otro y quizás por su chistecito Kid hubiese acabado en el fondo del mar. Tenía que admitir que se estaba apresurando, Roma no se construyó en dos días, no podía esperar empezar a colaborar de forma activa con el escuadrón el mismo día de llegar. Le sentará bien descansar y estar un par de días conociendo a las Quimeras de las que tanto había oído hablar.
-Con que me des el número de esa tal Galia que robó el corazón de media base me sirve jefe, tengo ganas de ver si su fama es merecida- bromeó el joven mientras se volvía a colocar el sombrero y ponía una sonrisa pícara la cual desapareció tras oír la brutal historia de Mondred.
-Siento decir que no me suena de nada esa isla, pero no creo que me convenga visitarla. Lamento que hayas tenido que soportar eso, sé lo que es tener un padre capullo. Puede que el mío no fuese capaz de decapitar gente, pero ese bastardo también se las traía- comentó seriamente para después escuchar las palabras reconfortantes de Redfield.
Le agradaba ver cuanto le importaban dos reclutas al Demonio, así que ni tan siquiera se podría imaginar el aprecio y compañerismo que debería tener con todos los miembros de su equipo. Fuera del aspecto de maníaco vendado que tenía, Krauser K. Redfield era un buen hombre que se preocupaba por los suyos, algo el cual le tranquilizaba.
-Mi historia poco se puede comparar a la de un ex-Almirante y de un príncipe desterrado, tan solo soy un cualquiera que quiere aportar su granito de arena en pos de un mundo mejor para mi madre. Con tal de que un día pueda regresar orgulloso al hogar y ver el rostro orgulloso de la mujer que dio todo por mi me vale.-
Tras su pequeño monólogo, Tenneesse empezó a notar los primeros frutos de ingerir tanto alcohol sumado a las continuas vibraciones de la lancha, teniendo que rápidamente asomarse a un extremo del bote y vomitar la escasa comida que había ingerido en los últimos días.
-Genial, primer día y ya vomitó delante de un superior. Cada vez te superas más chico- pensó irónicamente Kid mientras se limpiaba con el guante la boca y finalmente se recostaba en el suelo con el sombrero tapándole la cara, listo para dormir hasta llegar a su destino.
-Tienes razón jefe, cometí un error tonto que no volverá a suceder. Me alegra saber que hay un cabrón perspicaz menos en el otro bando para cazarnos, no creo que Mondred y yo llegásemos muy lejos por nuestra cuenta por ahora- dijo el vaquero mientras cogía su sombrero y lo bajaba de su cabeza en señal de disculpa.
Por suerte el asesino parecía no haber perdido el humor después de su combate contra el comodoro, y menos mal, llegaba a ser otro y quizás por su chistecito Kid hubiese acabado en el fondo del mar. Tenía que admitir que se estaba apresurando, Roma no se construyó en dos días, no podía esperar empezar a colaborar de forma activa con el escuadrón el mismo día de llegar. Le sentará bien descansar y estar un par de días conociendo a las Quimeras de las que tanto había oído hablar.
-Con que me des el número de esa tal Galia que robó el corazón de media base me sirve jefe, tengo ganas de ver si su fama es merecida- bromeó el joven mientras se volvía a colocar el sombrero y ponía una sonrisa pícara la cual desapareció tras oír la brutal historia de Mondred.
-Siento decir que no me suena de nada esa isla, pero no creo que me convenga visitarla. Lamento que hayas tenido que soportar eso, sé lo que es tener un padre capullo. Puede que el mío no fuese capaz de decapitar gente, pero ese bastardo también se las traía- comentó seriamente para después escuchar las palabras reconfortantes de Redfield.
Le agradaba ver cuanto le importaban dos reclutas al Demonio, así que ni tan siquiera se podría imaginar el aprecio y compañerismo que debería tener con todos los miembros de su equipo. Fuera del aspecto de maníaco vendado que tenía, Krauser K. Redfield era un buen hombre que se preocupaba por los suyos, algo el cual le tranquilizaba.
-Mi historia poco se puede comparar a la de un ex-Almirante y de un príncipe desterrado, tan solo soy un cualquiera que quiere aportar su granito de arena en pos de un mundo mejor para mi madre. Con tal de que un día pueda regresar orgulloso al hogar y ver el rostro orgulloso de la mujer que dio todo por mi me vale.-
Tras su pequeño monólogo, Tenneesse empezó a notar los primeros frutos de ingerir tanto alcohol sumado a las continuas vibraciones de la lancha, teniendo que rápidamente asomarse a un extremo del bote y vomitar la escasa comida que había ingerido en los últimos días.
-Genial, primer día y ya vomitó delante de un superior. Cada vez te superas más chico- pensó irónicamente Kid mientras se limpiaba con el guante la boca y finalmente se recostaba en el suelo con el sombrero tapándole la cara, listo para dormir hasta llegar a su destino.
Mordred Pendragon
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Tras contar la historia de mi vida hasta ahora, esperé a escuchar lo que decían los demás. Siempre era bueno escuchar lo que tenían que decir las otras personas, claro está si eran opiniones buenas. Pero , sin embargo, las palabras de Redfield llenaron mi pecho de orgullo y alegría. Era un hombre que se preocupaba por los suyos , no solo por sus estados , sino también por sus sueños y ambiciones en sus vidas. No sé por qué pero me pareció que mi nuevo jefe tenía madera de rey. Ya que un verdadero rey se preocupaba por sus súbditos. - Muchas gracias por sus palabras jefe , sus palabras me han alegrado lo que queda de día - dije sonriendo de forma jovial por primera vez en muchos días. Luego posé mi vista en mi compañero que también había oído sobre mi pasado, esperando a ver que tenía que decir al respecto.
El vaquero se compadeció de mí por tener un padre nefasto, alegando que su padre había sido un progenitor nefasto. Aparte de que solo quería un mundo mejor para su madre, solo con esas palabras se había ganado un poco de respeto por mi parte. - Me has sorprendido, te he juzgado mal y lo lamento. Empecemos de nuevo, vaquero - dije mientras le extendía la mano dirigiéndole una sonrisa afable. De pronto, Kid comenzó a echar la pota. Con un rostro de preocupación, me acerqué a él y le pregunté si se encontraba bien. Obviamente la pregunta sobraba, pero ahora veía con otros ojos al cowboy , con ojos de compañero en las muchas aventuras que estaban por venir.
Me senté y me quedé mirando el firmamento, absorto en mis pensamientos sobre los nuevos compañeros que quedaban conocer y sobre las misiones que realizaríamos juntos contra el Gobierno. "Espero que algún día me haga lo suficientemente fuerte como para poder derrotar a mi padre" pensé a la vez que mis párpados empezaban a bajar hasta finalmente rendirme al abrazo de Morfeo.
El vaquero se compadeció de mí por tener un padre nefasto, alegando que su padre había sido un progenitor nefasto. Aparte de que solo quería un mundo mejor para su madre, solo con esas palabras se había ganado un poco de respeto por mi parte. - Me has sorprendido, te he juzgado mal y lo lamento. Empecemos de nuevo, vaquero - dije mientras le extendía la mano dirigiéndole una sonrisa afable. De pronto, Kid comenzó a echar la pota. Con un rostro de preocupación, me acerqué a él y le pregunté si se encontraba bien. Obviamente la pregunta sobraba, pero ahora veía con otros ojos al cowboy , con ojos de compañero en las muchas aventuras que estaban por venir.
Me senté y me quedé mirando el firmamento, absorto en mis pensamientos sobre los nuevos compañeros que quedaban conocer y sobre las misiones que realizaríamos juntos contra el Gobierno. "Espero que algún día me haga lo suficientemente fuerte como para poder derrotar a mi padre" pensé a la vez que mis párpados empezaban a bajar hasta finalmente rendirme al abrazo de Morfeo.
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