¿Tú Eras? [Zero-Eichi] [Privado]

La potente energía salía del cuerpo de Zero de forma exagerada. Un aura dorada intensa rodeaba totalmente sus brazos y piernas mientras gruñía con fuerza. Su musculatura aumentaba despacio y sus gruñidos de bestia ponían nerviosos a los demás. Estaba en mitad de una plaza de la isla frente a un hombre musculoso de piel oscura. Ambos parecían estar haciendo una especie de duelo de baloncesto. El tipo oscuro botaba el balón con fuerza frente a Zero, el cual usaba su energía para mantenerse sereno. La emoción le hacía querer convertirse. Tras él estaba la canasta. El hombre contrario medía dos metros y parecía tener toda la ventaja. Iban dieciocho a dieciocho y el ganador era el que llegase a veinte. La gente miraba emocionada ante el duelo del joven contra aquel tipo. Justo en ese momento, aquel hombre lanzó un triple con toda la intención de terminar.

Zero saltó con fuerza impactando su mano derecha en la esfera y atrapándola, cancelando el tiro de su oponente y mostrando una sonrisa fiera. Justo entonces salió corriendo a toda velocidad hacia su oponente. Ambos jugadores quedaron frente a frente, hasta que el cazador realizó un amago de irse por un lado, para finalmente botar la esfera por debajo de las piernas de su rival. El enorme hombre oscuro de tanto mareo cayó al suelo de culo, dejando a Zero libre ante la canasta. El guepardo saltó con fuerza y de un poderoso mate clavó la pelota. Reventó el tablero de atrás debido a la fuerza y tiró la canasta al suelo. La gente empezó a aplaudir emocionada y el chico entonces se giró mirando a su oponente, el cual estaba sonriendo. No tardó mucho en darle la mano y un abrazo después. De hecho, incluso intercambiaron números de Den den mushi.

- ¡Ahora pagad, putas! – Gritó Deri desde el público.

El puto gusano estaba vestido con un traje y un sombrero, estaba ocupándose de las apuestas y por lo que se veía, ganando mucho dinero. La gente le dejaba los berries a aquel insecto que miraba a su dueño con una sonrisa siniestra. Planeaba hacerse millonario a costa de la capacidad del moreno para aquel deporte. Fue entonces cuando el guepardo se acercó despacio hasta él y se quedó mirándolo con la ceja alzada. Zero vestía con su habitual chaqueta negra y su kimono de combate oscuro debajo. Llevaba su habitual pendiente y a su espalda una mochila y un bastón rojo atado.

- ¿Cuánto hemos ganado?

- Tú nada, esto es mío. – Respondió el gusano mirándole.

Las miradas de ambos se clavaron en el de en frente y eso que Deri no tenía ojos. Estaban a nada de liarse a hostias entre los dos. La tensión empezó a aumentar de forma exagerada y dos auras oscuras salieron de ellos.

- El dinero es lo mejor, pelo panocha. Puedes comprar de todo y encima te hace ser el más poderoso del mundo, ahora preséntate con educación y juro invitarte a un helado de nata y fresa, guarra.  – Dijo el gusano mirando a la persona que se había acercado hasta la posición de ellos dos.

Zero continuaba mirando el sombrero buscando alguna oportunidad de robarle el dinero a su pequeño compañero, pero aquella cosa estaba demasiado alerta mientras hablaba con el nuevo hombre que había llegado. El luchador entonces ladeó la cabeza y clavó sus oscuros ojos en aquel tipo. Lo analizó despacio y empezó a pensar. Su cara le sonaba de algo, pero no se acordaba de qué. Se rascó un poco la cabeza y después acarició despacio su pendiente. Estaba seguro de que había visto a ese tío en alguna parte. Su olor le sonaba y su aura también. Sin duda ya lo conocía de algo. El luchador entonces se colocó frente al pelirrojo y le miró de forma cautelosa.

- ¿Quién eres tú? Me suenas de algo ¿Te debo dinero? – Mencionó mirando a los lados y buscando salidas para correr si así era. Debía saber sobre aquella persona cuanto antes o no iba a poder dormir esa noche. – A mí no me suena de nada, al menos en Síderos no se encontraba cerca de nosotros. – Respondió el gusano mientras contaba el dinero.

El guepardo entonces estiró su mano hacia el chico de cabellos rojos y trató de acariciar sus cabellos despacio si le dejaba. Aquello podía parecer raro, pero hablando de un chico que tenía en realidad menos de diez años era natural. Después trataría de acariciarle los hombros, todo mientras le miraba a los ojos de forma seria, como buscando pelea. Parecía probarle, pero le estaba acariciando ¿Qué sentido había allí? Estaba claro que el chico tenía aquella mirada y no podía cambiarla. Fue entonces cuando abrió los ojos algo más de lo normal. No recordaba el nombre, pero estaba seguro de que era su antiguo compañero.

- ¡Tú eres Kenichi Amane! –  Dijo mientras le señalaba. El cabrón que tiró su balón, ah no, ese fue Jung. Él era el pollo con el que escapó de aquella isla cuando se estaban hundiendo y al final terminaron bajo agua. De hecho, lo conoció incluso antes, en una isla en la que luchó junto a él.

Zero no tardó mucho en sonreír de forma animada. Le estaba echando de menos durante tanto tiempo y debido a su aspecto no lo reconocía, aunque él parecía otra persona. Se veía un tipo con expectativas y demás. El guepardo entonces le dedicó una mirada calmada y trató de darle un abrazo.

- Te he echado de menos, compañero…

- Yo soy Deri, el gusano más sexy y poderoso del universo. Es un placer, humano. Me mola tu rollo cortes, nos vamos a llevar muy bien. No como el capullo de Alphonse, ese hombre parecía un violador del bosque antiguo.

Zero escuchó las palabras del gusano mientras trataba de contener la risa. Cierto era que aquella persona parecía sacado de los cuentos de monstruos debajo de la cama de niños pequeños, pero ya había pasado aquello por suerte. Ahora tenía delante a uno de sus compañeros. Cuando dijo lo de ahogarse en la isla fantasmal no pudo evitar agachar la cabeza. Era cierto, por eso no lo recordaba. Su propia mente le ayudaba a superar traumas rápidamente. Olvidó lo de Jung y apenas hablaba de aquello y pensó que él también había muerto. Chasqueó la lengua y después le colocó la mano en el hombro.

- Siento haberte olvidado, pero pensé que perdiste la vida también. Quise olvidaros a ambos para no recordar ese dolor, pero me alegro de que estés vivo. Además, voy a comprobar algo…

Zero activó su haki de observación y pudo ver el aura del pelirrojo. Era incluso superior a la suya. Los ojos del luchador se abrieron como platos y además se relamió. Estaba muy emocionado de que Eichi se hubiese vuelto tan fuerte, deseaba luchar con él cuanto antes. Fue entonces cuando le abordó entusiasmado mirándole de arriba abajo y dándole vueltas. Habló antes de que pensase que estaba como una cabra.

- ¿Cómo te has vuelto tan fuerte? Mi haki de observación me indica que tu poder sobrepasa al mío. Estoy deseando luchar contra ti, aunque supongo que eso no me toca a mí decidirlo.

- No hagas el tonto, desnutrido. Si luchas ahora contra él vas a terminar cansado y luego no podemos cazar. Con este dinero nos da para comer esta noche, pero seguimos durmiendo en el bosque. – Añadió el gusano con un toque serio.

Zero asintió con la cabeza y después mostró una sonrisa calmada. Era duro luchar sin comer, eso era cierto. El puto Ivan no daba señales de vida y como que pasaba de presentarse en un castillo que no era suyo en plan gorrón. Él se parecía más a su madre que a su padre en ese aspecto. Soltó un pequeño suspiro y acto seguido se quedó mirando al pelirrojo, alzó su mano mostrando el anillo de Nameless y entonces lo miró con nostalgia.

- Recuerdo lo que se sentía cuando íbamos juntos a todos lados. Dormíamos en habitaciones conjuntas, comíamos juntos, entrenábamos junto… Siento que la cagué, pero pensé que Jung esquivaría aquello… ¡Eichi-kun! ¿Te quedarás junto a nosotros? – Preguntó Zero emocionado y mirándole con una sonrisa.

Parecía ser que la cosa iba de anillos, pero a diferencia de Zero, Eichi tenía un compromiso del tipo amoroso. Eso hizo que el guepardo asintiera con la cabeza. Era una verdadera pena, aquello le había hecho sentir un dolor en el pecho. No supo lo que era, no estaba acostumbrado a los sentimientos y por ello simplemente ladeó la cabeza. Dos años más sin verle, eso iba a ser duro, sobre todo por una cosa. El chico no creía vivir tanto después de lo que tenía en mente. Tal vez por falta de alimento o por caer ante los piratas que planeaba atacar, pero estaba claro que si aquella era la última vez que le veía, le daría todo su ánimo. El moreno entonces dio unos cuantos pasos hacia él y se quedó mirándolo con una sonrisa simple. No pudo evitar estirar su mano hacia el pelirrojo.

- En dos años no te aseguro continuar con vida, mi trabajo como cazador cada vez es más difícil. De todas formas, lo entiendo. Me apena saber que aquellos días en los que compartíamos equipo murieron…

Zero empezaba a incomodarse y no entendía aquella sensación de dolor en el pecho. Era como cuando su madre desapareció ¿Aquello era lo que sentían las personas al perder a gente cercana? Supuso que así sería. El luchador acarició la cabeza de su gusano despacio, el cual parecía estar callado. Justo entonces, aquel insecto no pudo callarse la boca y tuvo que hablar en voz alta, parecía más amable con el pelirrojo que con el resto de personas.

- Él no es posible que llegue a tanto, no por su trabajo como dice. El Geodai es una enfermedad hereditaria mortal e incurable. Va matando a su usuario por dentro con el paso del tiempo y a él le ha dado más fuerte que a su padre, por lo que…

Antes de que continuase hablando, el moreno estiró su mano tapándole la boca de forma violenta. La expresión de Zero pasó a ser algo más seria, pero enseguida sonrió de nuevo mientras miraba al pelirrojo. Eso era lo último que deseaba, que alguien sintiese lástima de su condición. Zero estaba destinado a morir solo y eso lo aceptó hacía muchísimo tiempo. Nunca encajó en ningún sitio y el único se lo cargó sin querer.

- Lo vas a lograr, compañero. Su compañía siempre fue agradable, por lo que también harás feliz a tu prometida. Me alegro bastante por ti, quiero darte esto de hecho.

El chico metió la mano libre en su bolsillo y sacó un pequeño trozo de papel. Lo cortó en dos y le entregó la mitad a él, ya sabría lo que era. Justo entonces miró a otro lado mientras soltaba un pequeño suspiro.

- Hallstat es mi tierra. Quiero que me lleves allí llevado el momento, por favor. – Dijo dedicándola una sonrisa y pidiéndole aquel favor. Era una indirecta, cuando viese arder aquella cosa querría que él encontrase su cuerpo y llevase a aquella isla. – Somos amigos ¿No? – Preguntó mirándole a los ojos.

Pues ambos estaban apañados con aquellas cosas. Al menos Eichi no iba a morirse en menos de dos años o tal vez si, el moreno entonces cerró sus ojos despacio y lo siguiente que hizo fue soltar un pequeño suspiro. Bostezó a continuación al pensar que no había nada interesante que hacer en aquel preciso momento. Cogió el dinero del sombrero del gusano, el cual estaba ocupado mirando al pelirrojo de forma seria. El luchador se puso a contarlo mientras mantenía una expresión calmada. Quería racionar bien las cosas para que tuviesen suficiente dinero para hacer algo productivo. Soltó un pequeño suspiro de nuevo y después pudo ver al gusano, el cual estaba hablando con Eichi de forma seria.

- Tú no te me mueres, panocha-kun. Yo tengo tres corazones, te daré uno de ellos por el módico precio de una mirada satisfactoria y dos kilos de carne. – Su voz era demasiado grave y por ello las bromas con él eran serias.

Zero terminó de contar el dinero y después sacudió más el sombrero, dándose cuenta de que había unos berries más de la cuenta. Ese cabroncete tenía incluso monedas escondidas y seguramente las quería todas para él. Era un avaricioso de primera categoría. El luchador entonces dejó el sombrero donde estaba y tosió un poco. Se quedó mirando de nuevo al pelirrojo y mostró una expresión algo siniestra.

- Espero verte en el infierno entonces, aunque antes tengo cuentas con el gobierno mundial, quién sabe, pronto podrían hacerlos pedazos de alguna forma. – Dijo con un toque algo sádico.

Zero era cazador como tapadera, pues estaba claro que pensaba terminar eliminando a aquellos malditos insectos del sistema en cuanto pudiese. Notó entonces una agradable brisa recorrerle y acto seguido entrecerró los ojos. Quería compartir con el joven cual había sido su última presa valiosa en los últimos meses. Elevó el pulgar y entonces le habló con calma.

- Por cierto, mi último enemigo que terminó siendo mi dinero fue el famoso Peste Blanca. Ese Gyojin me pegó unos buenos calambrazos, pero ahora está en el trullo. Es gracioso ver cómo esos asesinos de los mares pasan de estar felices matando a estar besando barrotes.

Nada más decir aquello notó cómo el gusano se enroscaba en su brazo derecho. El cabrón pensaba demasiado y no pudo evitar fruncir un poco el ceño. Cualquier le decía que se bajase o que estaba gordo, el carácter de aquella cosa era demasiado arisca y mucho más con él.

El moreno cerró los ojos unos segundos mientras se relamía despacio. Estaba pensando en lo que cenar aquella noche. Tal vez un poco de pollo asado sería lo suyo para de esa forma pasarlo bien durante una de las que podía ser su última cena en días. Había que empezar a capturar a más delincuentes cuanto antes. Tenía unos cuantos en lista que podían ser bastante interesantes de atrapar. Entre ellos había un tipo llamado Yata, poco dinero, pero había que mostrar crueldad ante aquel tipo de personas. Soltó un pequeño suspiro y entonces abrió los ojos despacio clavándolos en el pelirrojo. Permaneció callados unos momentos tras escucharle y después echó una rápida mirada al gusano, el cual asintió con la cabeza despacio mientras salía por fin de su brazo.

El luchador entonces caminó hacia un lado unos momentos y cogió su mochila y su bastón rojo. Se la colocó a la espalda y después se puso delante del pelirrojo. El gusano tranquilamente hizo lo mismo, pero como no tenía mochila simplemente se irguió hasta tener la misma altura que el chico pollo. Ambos observaron al príncipe y después de unos incómodos segundos fue Zero el que alzó la voz hablando.

- Venga ¿Nos vamos? – Así de fácil ya estaba listo.

Cierto era que curraba para Ivan, pero el capullo se pasaba los meses metido en el castillo y no salía. De modo que podría estar con ambos perfectamente, pero se iría una temporada con su socio. Se ajustó bien la mochila de nuevo y después esperó a que él decidiera. El cambio fue increíble y en un tiempo record. Deri se relamió despacio mientras se enroscaba de nuevo en el brazo de su dueño, cosa que hizo al moreno fruncir el ceño. Ese cabrón necesitaba adelgazar. Encima no sabía el motivo, pero aquella cara de ser siniestro y sin escrúpulos le recordó claramente a Kaori. Esa chica que cenó con él en la capital del agua, era mona sin duda, pero Zero pensaba en otro tipo de cosas.

- Me pido el lado derecho de la cama, Deri irá a los pies. Ante todo, necesito beber un poco de leche antes de dormir como buen gatito mimoso y adorable. No pienses mal, leche de vaca…

Estaba claro que Jung siempre fue un malpensado y Eichi pese a que no lo demostró, Zero pensaba que sí. De hecho, en muchas noches dormía nervioso por si deseaban lamer sus músculos sin piedad y frotarse con él, menos mal que era un hombre listo.