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Alice Branwen
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Alice ladeó su cabeza, sin entender a lo que se refería. Lo de propiedad la había ofendido un poco, y casi la hizo tener otro relapso, pero en eso recordó lo sucedido anteriormente.. La albina se calmó instantáneamente y le dedicó una dulce sonrisa, aunque no podía verla. Mientras fuera ella y la tuviera cerca siempre, todo saldría bien. A lo mejor incluso podría superar su miedo y tendrían mas juegos como el que quiso hacer Hinori antes que la peliblanca recordara cosas de su pasado. Era su preciosa novia, después de todo. A ella le dejaría hacer todo lo que quisiera con ella. Confiaba cien por ciento en Hinori, aunque eso no quería decir que no fuera a devolverle el favor otro día. El beso que vino a continuación terminó por confirmar su decisión. Si, ya no había nada de que preocuparse. Pasó su lengua y sin permiso empezó a saborear la lengua de su preciosa. Igual de deliciosa que siempre, aunque a estas alturas dudaba que fuera a cambiar de opinión.
– Hyaaaah! – gimió la albina.
Hinori, sin piedad alguna, empezó a presionar los senos de la joven. Eso provocó que Alice dejara salir varios sonidos sonoros, parecidos al de un gemido, pero más adorable. Un puchero se formó en su rostro al ver que su novia había cesado con aquello y se había puesto de pie. Y eso que lo estaba disfrutando... "Curioso", pensó mientras ladeaba su cabeza. ¿Tanto tiempo había pasado? Se volvió de noche sin que pudiera darse cuenta. Supuso que el tiempo pasaba rápido divirtiéndose y teniendo compañía, más si se trataba su dulce novia... aunque estaba seriamente cuestionando que fuera solo dulce. En serio, ¿quien hubiera pensado que pudiera ser tan dominante? Antes que pudiera darse cuenta, la albina sintió que Hinori la abrazaba por detrás. Tragó un poco en seco al sentir los generosos atributos de su novia en la espalda.
Al sentir que masajeaba sus pechos de nuevo, la albina nuevamente dejó salir esos adorables gemidos. Luego de lo sucedido, era como si un interruptor se hubiera prendido en su mente. Todo lo que hacía era de sumisa ahora, pero por primera vez no le molestaba. Era más, quería que Hinori siguiera con todo esto. Cada caricia hacía aumentar la intensidad de los sonidos que hacía la albina, incluso empezó a ronronear en alguna ocasión. Abrió su boca y dejó salir su lengua al sentir los apretones en sus pezones y caricias en su entrepierna. No era la primera vez que su novia hacía cosas como esta, pero por alguna razón le estaban afectando más de lo normal.
– Soy tuya – susurró débilmente la joven mientras tragaba saliva. – Tómame como se te de la gana, Hino-chan – suplicó desesperadamente.
– Hyaaaah! – gimió la albina.
Hinori, sin piedad alguna, empezó a presionar los senos de la joven. Eso provocó que Alice dejara salir varios sonidos sonoros, parecidos al de un gemido, pero más adorable. Un puchero se formó en su rostro al ver que su novia había cesado con aquello y se había puesto de pie. Y eso que lo estaba disfrutando... "Curioso", pensó mientras ladeaba su cabeza. ¿Tanto tiempo había pasado? Se volvió de noche sin que pudiera darse cuenta. Supuso que el tiempo pasaba rápido divirtiéndose y teniendo compañía, más si se trataba su dulce novia... aunque estaba seriamente cuestionando que fuera solo dulce. En serio, ¿quien hubiera pensado que pudiera ser tan dominante? Antes que pudiera darse cuenta, la albina sintió que Hinori la abrazaba por detrás. Tragó un poco en seco al sentir los generosos atributos de su novia en la espalda.
Al sentir que masajeaba sus pechos de nuevo, la albina nuevamente dejó salir esos adorables gemidos. Luego de lo sucedido, era como si un interruptor se hubiera prendido en su mente. Todo lo que hacía era de sumisa ahora, pero por primera vez no le molestaba. Era más, quería que Hinori siguiera con todo esto. Cada caricia hacía aumentar la intensidad de los sonidos que hacía la albina, incluso empezó a ronronear en alguna ocasión. Abrió su boca y dejó salir su lengua al sentir los apretones en sus pezones y caricias en su entrepierna. No era la primera vez que su novia hacía cosas como esta, pero por alguna razón le estaban afectando más de lo normal.
– Soy tuya – susurró débilmente la joven mientras tragaba saliva. – Tómame como se te de la gana, Hino-chan – suplicó desesperadamente.
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El escuchar las palabras de su osita en aquel plan sumiso hizo que Hinori soltase un enorme suspiro de placer. El mero hecho de poder hacer a la albina su pequeña presa la excitó de una forma increíble. Su amada, ahora podría gozar de todo lo que le tenía preparado. Hinori entonces cuando ella dijo que tenía vía libre asintió con la cabeza. Le dio un leve beso en la mejilla y después continuó frotando sus labios inferiores con aquella mano. Con la otra apretaba sus pechos por turnos y no tardó mucho son lamer de nuevo su oreja. Estaba pasándolo en grande con aquello. Notó la humedad de la joven y no pudo evitar reír un poco por lo bajo mientras suspiraba.
- Vaya vaya. Cielo, estás demasiado mojada. Quien iba a decírtelo… De ser una agente, orgullosa, libre… Ahora eres mí…
Hizo el amago de llamarla esclava, pero sabía que eso era una mentira y que ella podía tomarlo incluso de forma dolorosa. La morena sacó la lengua y se maldijo así misma por ser así de morbosa con ella, por lo que después terminó su frase.
- Mi vida, eso eres… Ahora déjame darte todo mi amor.
Le dijo de forma más suave para después tumbarla bocarriba. Separó las piernas de su amante y después de unos segundos acercó su rostro a aquella zona intimida. Pasó su lengua muy despacio por aquellos labios tan dulces y mojados. El sabor la hizo sonreír y profundizó un poco más, llegando a introducir parte de su lengua en el interior de ella. Degustó, devoró, probó y se satisfizo durante unos diez minutos. Tras haber comido algo más de ella, subió despacio por la pubis y besó su abdomen. Volvió a subir besando sus senos y dejando leves mordidas en ellos, para después besar sus labios. La miró en aquella oscuridad y acarició sus cabellos.
- Ahora que lo pienso, llegado el momento de que me embaraces… Algo me dice que lo vas a disfrutar muchísimo, pequeña traviesa… Aunque yo también lo haré. – Dijo de forma pícara imaginándose la situación, cosa que la hizo tragar saliva, se había excitado pensando en la situación. – Que hermosa te verías siendo chico, amor mío, te amaría de cualquier forma. – Dijo riendo, incluso la amaba como osa.
Sintió una enorme necesidad de ser también mimada y por ello bajó su mano de nuevo hasta su zona intimida, ya perfectamente lubricada. Introdujo en ella despacio tres dedos y avanzó hasta lo más profundo posible, después susurró en su oído despacio mientras notaba cierto picor y temblor en su propia zona prohibida.
- Cielo… Yo también necesito un poco de caña…
Le daba mucha cosa pedirle aquello después de su ataque dominante, pero amaba que Alice también la tratase de forma sumisa a ella también, por lo que se lo pidió. Esperaba con ansia que su ahora dueña… Por unos minutos… La premiase y complaciese.
- Vaya vaya. Cielo, estás demasiado mojada. Quien iba a decírtelo… De ser una agente, orgullosa, libre… Ahora eres mí…
Hizo el amago de llamarla esclava, pero sabía que eso era una mentira y que ella podía tomarlo incluso de forma dolorosa. La morena sacó la lengua y se maldijo así misma por ser así de morbosa con ella, por lo que después terminó su frase.
- Mi vida, eso eres… Ahora déjame darte todo mi amor.
Le dijo de forma más suave para después tumbarla bocarriba. Separó las piernas de su amante y después de unos segundos acercó su rostro a aquella zona intimida. Pasó su lengua muy despacio por aquellos labios tan dulces y mojados. El sabor la hizo sonreír y profundizó un poco más, llegando a introducir parte de su lengua en el interior de ella. Degustó, devoró, probó y se satisfizo durante unos diez minutos. Tras haber comido algo más de ella, subió despacio por la pubis y besó su abdomen. Volvió a subir besando sus senos y dejando leves mordidas en ellos, para después besar sus labios. La miró en aquella oscuridad y acarició sus cabellos.
- Ahora que lo pienso, llegado el momento de que me embaraces… Algo me dice que lo vas a disfrutar muchísimo, pequeña traviesa… Aunque yo también lo haré. – Dijo de forma pícara imaginándose la situación, cosa que la hizo tragar saliva, se había excitado pensando en la situación. – Que hermosa te verías siendo chico, amor mío, te amaría de cualquier forma. – Dijo riendo, incluso la amaba como osa.
Sintió una enorme necesidad de ser también mimada y por ello bajó su mano de nuevo hasta su zona intimida, ya perfectamente lubricada. Introdujo en ella despacio tres dedos y avanzó hasta lo más profundo posible, después susurró en su oído despacio mientras notaba cierto picor y temblor en su propia zona prohibida.
- Cielo… Yo también necesito un poco de caña…
Le daba mucha cosa pedirle aquello después de su ataque dominante, pero amaba que Alice también la tratase de forma sumisa a ella también, por lo que se lo pidió. Esperaba con ansia que su ahora dueña… Por unos minutos… La premiase y complaciese.
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Ah, que placer. La albina estaba demasiado excitada debido a las caricias que hacía su novia. Estar usando sus pechos y su intimidad la puso en un estado cercano al séptimo cielo. Pese a su pasado, extrañamente le estaba gustando ser sumisa ahora. Aun así, dudaba que fuera ser así con otra persona. Solo Hinori tendría el placer de verla en este estado, nadie más. Seguía gimiendo y disfrutando de aquello, hasta que escuchó las palabras de la pelinegra. Abrió un ojo, mostrándose algo confusa al notar que había tomado una pausa mientras hablaba. ¿Por qué hizo eso? Ladeó su cabeza hacia un lado, sin entender del todo... pese a que ya no le importó al terminar. Mostró una dulce sonrisa cuando escuchó eso y asintió sin dudarlo. Alice también pensaba eso de Hinori, tal vez más. Aunque... ¿Qué podría ser intenso que un "mi vida"? Eso la peliblanca no tenía idea. No pudo seguir pensando en eso, sin embargo. Su novia la tomó y la tumbó boca arriba en la cama. Se ruborizó intensamente, a sabiendas de lo que haría ahora la pirata. Se estremecía debido a la excitación, e inconscientemente cerró sus ojos.
Con sus manos, tomó la cabeza de Hinori y la hundió más entre sus piernas. Mantenía sus ojos cerrados y algo de saliva caía por la comisura de sus labios. Que delicia era sentir su lengua en aquella zona, cada vez yendo más profundo. Estuvieron así durante unos diez minutos hasta que la pelinegra se encontró satisfecha de tanto alimentarse. Luego sintió sus labios en sus senos, para pasar a los suyos propios. Era raro saborearse a sí misma, pero no le disgustaba. Se relamió y miró intensamente a su amante, pese a que ésta no podía verla debido a la oscuridad. Escuchó sus palabras y no pudo evitar relamerse, para luego abrazarla. Mucho rato siendo sumisa, ahora era su turno de actuar.
– ¿Quién no lo estaría? Empujándote con esa anatomía y verte gritar de placer... Sería el fetiche máximo para mí, y creo que puedo convencerte de hacer otras... cosas – susurró de forma seductora en el oído de la pirata.
Miró hacia los lados buscando algo, pero se le hacía difícil hacerlo en la oscuridad. Suspiró finalmente y se encogió de hombros. Tendría que hacerlo por su propia cuenta... y tenía la posición perfecta. Si mal no recordaba, ninguna de las dos la había usado. Aplicado algo de fuerza, giró el cuerpo de Hinori, dejándola boca abajo, pero con su delicioso trasero en el aire. Se relamió de nuevo e introdujo tres dedos de una. Como siempre, usaba el Kempo para hacerlo con la máxima velocidad posible. Tras unos pocos minutos, abandonó los dedos y empezó a utilizar la lengua para esa zona. Su mano la dejó para algo más... práctico. Metió un solo dedo en el otro agujero de la joven y jugó allí, aunque sin llegar hasta el fondo. Sabía lo doloroso e incómodo que podía ser eso cuando no estabas acostumbrada, así que lo dejo hasta ahí a menos que su amante le pidiera más.
– Delicioso – ronroneó Alice, para luego besar intensamente a Hinori. Jugó con su lengua despiadadamente, sin importarle que estuvieran compartiendo fluidos entre las dos. Aunque ahora que se daba cuenta... era mucho más excitante así.
Con sus manos, tomó la cabeza de Hinori y la hundió más entre sus piernas. Mantenía sus ojos cerrados y algo de saliva caía por la comisura de sus labios. Que delicia era sentir su lengua en aquella zona, cada vez yendo más profundo. Estuvieron así durante unos diez minutos hasta que la pelinegra se encontró satisfecha de tanto alimentarse. Luego sintió sus labios en sus senos, para pasar a los suyos propios. Era raro saborearse a sí misma, pero no le disgustaba. Se relamió y miró intensamente a su amante, pese a que ésta no podía verla debido a la oscuridad. Escuchó sus palabras y no pudo evitar relamerse, para luego abrazarla. Mucho rato siendo sumisa, ahora era su turno de actuar.
– ¿Quién no lo estaría? Empujándote con esa anatomía y verte gritar de placer... Sería el fetiche máximo para mí, y creo que puedo convencerte de hacer otras... cosas – susurró de forma seductora en el oído de la pirata.
Miró hacia los lados buscando algo, pero se le hacía difícil hacerlo en la oscuridad. Suspiró finalmente y se encogió de hombros. Tendría que hacerlo por su propia cuenta... y tenía la posición perfecta. Si mal no recordaba, ninguna de las dos la había usado. Aplicado algo de fuerza, giró el cuerpo de Hinori, dejándola boca abajo, pero con su delicioso trasero en el aire. Se relamió de nuevo e introdujo tres dedos de una. Como siempre, usaba el Kempo para hacerlo con la máxima velocidad posible. Tras unos pocos minutos, abandonó los dedos y empezó a utilizar la lengua para esa zona. Su mano la dejó para algo más... práctico. Metió un solo dedo en el otro agujero de la joven y jugó allí, aunque sin llegar hasta el fondo. Sabía lo doloroso e incómodo que podía ser eso cuando no estabas acostumbrada, así que lo dejo hasta ahí a menos que su amante le pidiera más.
– Delicioso – ronroneó Alice, para luego besar intensamente a Hinori. Jugó con su lengua despiadadamente, sin importarle que estuvieran compartiendo fluidos entre las dos. Aunque ahora que se daba cuenta... era mucho más excitante así.
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Aquellas palabras en su oído hicieron a Hinori tragar algo de saliva. No sabía a lo que se refería la osita con otras cosas, pero estaba segura de que si eran hechas por ella le gustarían bastante. Ahora se encontraba expuesta a su peliblanca y daba gracias por el alimento, pues ella había comido muy bien. Ahora solo faltaba ver lo que planeaba su amante por hacer. La oscuridad hacia todo mucho más excitante, pues el mero hecho de escuchar su voz en la oreja ya la estaba poniendo algo más nerviosa de lo normal. No pudo evitar relamerse inconscientemente y después de unos momentos una enorme y tonta sonrisa se formó en su rostro. Era el momento de que los papeles se invirtieran un poco, o eso creía al menos, ya que Alice parecía bastante seductora en su forma de actuar.
- Alice…
Fue lo único que pudo susurrar cuando quedó en aquella postura. Cuando la albina volvió a entrar en su intimidad con sus tres dedos centrales, ella soltó un gemido que en la oscuridad pudo parecer más excitante. Cerró los ojos dejándose hacer y notando los mimos de su chica de nuevo. Eran sencillamente deliciosos. Incluso cuando empezó a usar su lengua se sintió bastante bien. Finalmente, la chica fue directa a su trasero y aquello la hizo tragar algo de saliva. Se estuvo quieta y trató de relajarse, pero cuando entró con el dedo no pudo evitar soltar un leve quejido. Así quería expresarle que era algo incómodo para ella. Antes de hablar notó los labios de ella de nuevo y los besó con ganas. Sabía que aquel sabor venía de ella misma, pero no le importaba nada. Estar con la albina la hacía feliz. Tras separarse del beso pegó su cuerpo al de ella y después la abrazó.
- Cielo, por ahí no… Que dicen que duele mucho. Prefiero continuar con tus mimos de esta forma. – Susurró riendo y pegándola más a ella.
La morena de nuevo se echó sobre ella quedando encima y cerró los ojos despacio. La besó como si de su propiedad fuese y después de unos momentos atrapó la lengua de su amante con sus labios. Empezó a tirar levemente de ella mientras sorbía y colocaba sus manos en los hombros de ella. Trataba de hacerla reír de aquella forma. Entonces llevó sus manos al trasero de la albina y sin pensarlo le dio en este un azote considerable. Soltó su lengua y empezó a reír de forma cariñosa. Le dio otro azote de nuevo y luego otro para después morderle la oreja de forma juguetona y continuar aquella delicia con ella.
- ¿Qué cosas quieres hacer conmigo, Alice-chan? – Preguntó de forma inocente, pero con picardía al mismo tiempo.
- Alice…
Fue lo único que pudo susurrar cuando quedó en aquella postura. Cuando la albina volvió a entrar en su intimidad con sus tres dedos centrales, ella soltó un gemido que en la oscuridad pudo parecer más excitante. Cerró los ojos dejándose hacer y notando los mimos de su chica de nuevo. Eran sencillamente deliciosos. Incluso cuando empezó a usar su lengua se sintió bastante bien. Finalmente, la chica fue directa a su trasero y aquello la hizo tragar algo de saliva. Se estuvo quieta y trató de relajarse, pero cuando entró con el dedo no pudo evitar soltar un leve quejido. Así quería expresarle que era algo incómodo para ella. Antes de hablar notó los labios de ella de nuevo y los besó con ganas. Sabía que aquel sabor venía de ella misma, pero no le importaba nada. Estar con la albina la hacía feliz. Tras separarse del beso pegó su cuerpo al de ella y después la abrazó.
- Cielo, por ahí no… Que dicen que duele mucho. Prefiero continuar con tus mimos de esta forma. – Susurró riendo y pegándola más a ella.
La morena de nuevo se echó sobre ella quedando encima y cerró los ojos despacio. La besó como si de su propiedad fuese y después de unos momentos atrapó la lengua de su amante con sus labios. Empezó a tirar levemente de ella mientras sorbía y colocaba sus manos en los hombros de ella. Trataba de hacerla reír de aquella forma. Entonces llevó sus manos al trasero de la albina y sin pensarlo le dio en este un azote considerable. Soltó su lengua y empezó a reír de forma cariñosa. Le dio otro azote de nuevo y luego otro para después morderle la oreja de forma juguetona y continuar aquella delicia con ella.
- ¿Qué cosas quieres hacer conmigo, Alice-chan? – Preguntó de forma inocente, pero con picardía al mismo tiempo.
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Alice simplemente asintió, dejando se jugar en ese sector. Si le dolía, entonces no seguiría haciéndolo. La quería demasiado como para lastimarla en medio de sus instintos lujuriosos. Antes que pudiera proseguir, la albina se nuevamente se vio debajo de su amante, a lo que simplemente sonrío. Su resistencia estaba llegando al límite, pero aun así quería seguir hasta el final. Quería quedarse dormida al mismo tiempo junto a ella, después de todo. Antes que pudiera seguir pensando en ello, Hinori nuevamente depositó sus labios en los de ella. En esos dos días enteros que habían pasado, la agente ya perdió la cuenta de cuantas veces había probado esos deliciosos labios. Pese a eso, no se cansaría nunca. Era como una droga o adicción. El solo hecho no hacerlo cada minuto, provocaría en ella un síndrome de abstinencia. Por supuesto, solo era una comparación. No le daría eso... probablemente. Pensar que no podría disfrutar de estar junto a ella por uno o dos años... Alice no pudo evitar estremecerse. De todas formas, tenían toda la semana para ellas y definitivamente las aprovecharía al máximo. Saldría con su novia y la pasarían en grande.
Suspiró un poco y se dio cuenta que no estaba respondiendo al beso como debería, situación que remediaría ahora mismo. Tomó la cabeza de su pelinegra y la juntó más con la suya, profundizando más aquel gesto amoroso. Jugaba con su lengua, aunque esta vez de forma lenta. Ya había disfrutado demasiado usando su Kempou, así que ahora lo haría con normalidad. Al cabo de unos minutos tuvo que separarse debido a la falta de aire, para luego mirar dulcemente a su novia. Por supuesto, debido a la falta de luz, ella no podía ver eso, ocasionando que un puchero se formara en su rostro. Lo que daría porque fuera de día para que pudiera ver su rostro y cuerpo. Amaba la noche, pero ahora se encontraba con este inconveniente... Bueno, no todo podía ser bueno en esta vida.
– No lo haré si te hace daño, entonces – declaró finalmente.
Ahogó un grito al sentir el azote en su trasero. Parecía que alguien estaba en modo juguetón esa noche. Escuchó sus palabras y sonrío mientras acariciaba su cuerpo. Sus movimientos era más lentos de lo normal, demostrando que estaba agotando sus últimas reservas de energía. Pese a eso, quería seguir despierta hasta el final. No dijo nada, tan solo besó ambas mejillas para luego ir a su cuello. Allí se mantuvo durante algún tiempo, asegurándose de dejar una buena marca para demostrar que ella era suya y de nadie más.
– Mimarte, eso quiero... Y que ambas nos durmamos al mismo tiempo – dijo alegremente la joven. Por si acaso vio el reloj que había en la mea y ambas cejas se elevaron al mismo tiempo. – ¿Cinco horas? En verdad tenemos harta resistencia y durabilidad – río Alice un poco.
Suspiró un poco y se dio cuenta que no estaba respondiendo al beso como debería, situación que remediaría ahora mismo. Tomó la cabeza de su pelinegra y la juntó más con la suya, profundizando más aquel gesto amoroso. Jugaba con su lengua, aunque esta vez de forma lenta. Ya había disfrutado demasiado usando su Kempou, así que ahora lo haría con normalidad. Al cabo de unos minutos tuvo que separarse debido a la falta de aire, para luego mirar dulcemente a su novia. Por supuesto, debido a la falta de luz, ella no podía ver eso, ocasionando que un puchero se formara en su rostro. Lo que daría porque fuera de día para que pudiera ver su rostro y cuerpo. Amaba la noche, pero ahora se encontraba con este inconveniente... Bueno, no todo podía ser bueno en esta vida.
– No lo haré si te hace daño, entonces – declaró finalmente.
Ahogó un grito al sentir el azote en su trasero. Parecía que alguien estaba en modo juguetón esa noche. Escuchó sus palabras y sonrío mientras acariciaba su cuerpo. Sus movimientos era más lentos de lo normal, demostrando que estaba agotando sus últimas reservas de energía. Pese a eso, quería seguir despierta hasta el final. No dijo nada, tan solo besó ambas mejillas para luego ir a su cuello. Allí se mantuvo durante algún tiempo, asegurándose de dejar una buena marca para demostrar que ella era suya y de nadie más.
– Mimarte, eso quiero... Y que ambas nos durmamos al mismo tiempo – dijo alegremente la joven. Por si acaso vio el reloj que había en la mea y ambas cejas se elevaron al mismo tiempo. – ¿Cinco horas? En verdad tenemos harta resistencia y durabilidad – río Alice un poco.
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Hinori soltó una pequeña risa cuando ella le dijo que debían dormir al mismo tiempo. Si era eso lo que deseaba se lo daría perfectamente. Ella también se encontraba muy cansada por todo lo sucedido. Los juegos sexuales de ambas parecían no terminar nunca y era normal que estuvieran hechas polvo, y echando polvos también. Se relamió despacio y permaneció pegada a ella. Notó el beso en su cuello y entonces soltó un pequeño jadeo. Después de eso la miró al o los ojos y la besó de nuevo con todo su cariño. La sensación de poder hacerla suya de nuevo era demasiado tentadora. Le mordió varias veces en la nariz y después hizo lo de siempre, pero al revés. Ella quedó tumbada bocarriba y dejó a la albina encima. Apoyó la cabeza de ella en sus pechos desnudos y cerró los ojos.
- Buenas noches, amor mío. – Dijo con cariño mientras dejaba sus manos en la espalda de ella. Se aseguró de darle dos buenas almohadas y ahora podrían dormir juntas.
A la mañana siguiente, los ojos perlados de Hinori se abrieron. Se quedó mirando a su pequeña y después de unos segundos se levantó despacio. Dejó a su ser celestial allí tumbada y la tapó. Después de aquello le dedicó una dulce sonrisa y se vistió. Lo siguiente que hizo fue abrigarse más de la cuenta y le preparó el desayuno. Un vaso de leche calentito con algunas tostadas con tomate, mantequilla y un pastel de chocolate con nueces. Tras aquello se dirigió hacia el exterior y una vez estuvo allí se puso a entrenar. Había tomado la decisión de hacer su haki armadura algo más poderoso y por ello empezó a golpear árboles con las palmas de sus manos. El dolor era notorio, pero aquello le daba lo mismo a la luchadora.
- Necesito todo el poder posible para protegerla…
Se tiró al suelo tras unos segundos y comenzó a hacer flexiones, después abdominales y finalmente cardio. Estuvo un par de horas así, atacando al aire y golpeándose un poco de vez en cuando. Su meta era ser mucho más fuerte, para de esa forma que nadie le pusiese una mano encima a su albina. Cualquiera que se atreviera a atacarla, a insultarla o a mirarla mal terminaría presa de sus puños. Ella parecía cansada, pues debido al sexo de la noche anterior y a dos horas de entrenamiento, su cuerpo no daba más de sí. Sin embargo, cansada se entrenaba muchísimo mejor al forzar todos sus músculos. Siguió a lo suyo con una expresión de agotamiento y jadeando bastante.
- No pararé hasta lograrlo…
- Buenas noches, amor mío. – Dijo con cariño mientras dejaba sus manos en la espalda de ella. Se aseguró de darle dos buenas almohadas y ahora podrían dormir juntas.
A la mañana siguiente, los ojos perlados de Hinori se abrieron. Se quedó mirando a su pequeña y después de unos segundos se levantó despacio. Dejó a su ser celestial allí tumbada y la tapó. Después de aquello le dedicó una dulce sonrisa y se vistió. Lo siguiente que hizo fue abrigarse más de la cuenta y le preparó el desayuno. Un vaso de leche calentito con algunas tostadas con tomate, mantequilla y un pastel de chocolate con nueces. Tras aquello se dirigió hacia el exterior y una vez estuvo allí se puso a entrenar. Había tomado la decisión de hacer su haki armadura algo más poderoso y por ello empezó a golpear árboles con las palmas de sus manos. El dolor era notorio, pero aquello le daba lo mismo a la luchadora.
- Necesito todo el poder posible para protegerla…
Se tiró al suelo tras unos segundos y comenzó a hacer flexiones, después abdominales y finalmente cardio. Estuvo un par de horas así, atacando al aire y golpeándose un poco de vez en cuando. Su meta era ser mucho más fuerte, para de esa forma que nadie le pusiese una mano encima a su albina. Cualquiera que se atreviera a atacarla, a insultarla o a mirarla mal terminaría presa de sus puños. Ella parecía cansada, pues debido al sexo de la noche anterior y a dos horas de entrenamiento, su cuerpo no daba más de sí. Sin embargo, cansada se entrenaba muchísimo mejor al forzar todos sus músculos. Siguió a lo suyo con una expresión de agotamiento y jadeando bastante.
- No pararé hasta lograrlo…
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Un puchero se formó en sus labios al escuchar eso. Pese a que lo había oído varias veces, la risa de Hinori seguía parenciéndole lo más hermoso y tierno del mundo. Si no estuviera tan cansada, la albina habría tomado nuevamente a su novia como suya. Suspiró entonces y se encogió de hombros. Supuso que daba igual ahora. Al fin y al cabo, quedaban cinco días todavía. Considerando que, con algo de suerte, no podían mantener sus manos quietas por más de cinco minutos seguidos... Algo le decía que todas las noches seguirían siendo una repetición de lo de hoy, lo que estaba perfectamente bien. Hacer lo mismo todos los días, en más de una ocasión... Un escalofrío recorrió el cuerpo de la peliblanca al pensar en ello. Se había convertido en toda una pervertida por culpa de su novia y no le importaba en lo más mínimo, aunque solo actuaría así con ella. Solo la pelinegra tendría derecho a ver a la verdadera Alice oculta detrás de la fachada y nadie más. Ni siquiera Kasai, Taiga o Xemnas tendrían ese privilegio. Quería algo único para compartir con Hinori y eso sería lo suyo. Algo poco, pero era lo que tenía.
– Buenas noches, mi princesa – declaró mientras bostezaba.
Se acomodó lo más que pudo y vio que Hinori estaba usando sus pechos como almohada. Una tierna sonrisa se formó en sus labios y rodeó el cuerpo de su amante con los brazos. No sin antes cubrirse con las sabanas. Cerró sus ojos y cayó en menos de cinco segundos en los brazos de Morfeo. Nuevamente pasaría una noche sin pesadillas y eso la alegraba bastante. La pelinegra alejaba cualquier sentimiento negativo que pudiera tener la albina. Al día siguiente, Alice frunció el ceño al notar algo distinto. Lentamente abrió sus ojos y se estiró. Al estar lúcida completamente, se dio cuenta que cierta persona faltaba a su lado. Sus ojos de abrieron de par en par, y pánico se apoderó de sus orbes. ¿Dónde estaba Hinori? Alarmada, se levantó de la cama y empezó a buscar por el departamento frenéticamente.
Primero revisó el baño, luego el salón y el comedor, pero no había rastro alguno de su amante. No pudo evitar llevarse las manos a la cara y negar repetidamente con la cabeza. ¿Acaso todo fue un sueño y un producto de su imaginación? No... fue demasiado real, aparte su imaginación no podía ser tan cruel. Se paró del suelo y se dio cuenta de algo que pasó por alto antes. En la mesa se encontraban restos de un pastel de chocolate y Alice se acercó lentamente. Se llevó un bocado a la boca y instintivamente cerró sus ojos, saboreando el postre. Ese sabor... era igual al de su "imaginación", por lo que eso quería decir...
"Todo fue real", pensó con alegría. Nuevamente con sus energías renovadas, empezó a buscar a Hinori de nuevo. Finalmente la encontró en el exterior, entrenando. Sin poder evitarlo, usó el Soru y la abrazó con fuerza.
– Hey – dijo con falsa indignación, al tiempo que inflaba sus mejillas. – No te vayas sin avisar, que casi me dio pánico – frotó su mejilla con la suya, suspirando debido a la suavidad.
– Buenas noches, mi princesa – declaró mientras bostezaba.
Se acomodó lo más que pudo y vio que Hinori estaba usando sus pechos como almohada. Una tierna sonrisa se formó en sus labios y rodeó el cuerpo de su amante con los brazos. No sin antes cubrirse con las sabanas. Cerró sus ojos y cayó en menos de cinco segundos en los brazos de Morfeo. Nuevamente pasaría una noche sin pesadillas y eso la alegraba bastante. La pelinegra alejaba cualquier sentimiento negativo que pudiera tener la albina. Al día siguiente, Alice frunció el ceño al notar algo distinto. Lentamente abrió sus ojos y se estiró. Al estar lúcida completamente, se dio cuenta que cierta persona faltaba a su lado. Sus ojos de abrieron de par en par, y pánico se apoderó de sus orbes. ¿Dónde estaba Hinori? Alarmada, se levantó de la cama y empezó a buscar por el departamento frenéticamente.
Primero revisó el baño, luego el salón y el comedor, pero no había rastro alguno de su amante. No pudo evitar llevarse las manos a la cara y negar repetidamente con la cabeza. ¿Acaso todo fue un sueño y un producto de su imaginación? No... fue demasiado real, aparte su imaginación no podía ser tan cruel. Se paró del suelo y se dio cuenta de algo que pasó por alto antes. En la mesa se encontraban restos de un pastel de chocolate y Alice se acercó lentamente. Se llevó un bocado a la boca y instintivamente cerró sus ojos, saboreando el postre. Ese sabor... era igual al de su "imaginación", por lo que eso quería decir...
"Todo fue real", pensó con alegría. Nuevamente con sus energías renovadas, empezó a buscar a Hinori de nuevo. Finalmente la encontró en el exterior, entrenando. Sin poder evitarlo, usó el Soru y la abrazó con fuerza.
– Hey – dijo con falsa indignación, al tiempo que inflaba sus mejillas. – No te vayas sin avisar, que casi me dio pánico – frotó su mejilla con la suya, suspirando debido a la suavidad.
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Los golpes de Hinori continuaron en pleno aire, formando ondas de choque hacia el frente y cansando sus músculos de los bíceps. Después volvería a golpear troncos o rocas enormes que no pudiese destrozar. Cerró los ojos unos segundos concentrándose y después de unos momentos hizo una voltereta hacia atrás. Le apetecía ver si era capaz y evidentemente, podía hacerlo con una facilidad asombrosa. Estaba segura de que pronto iba a completar su objetivo de la mejor forma posible. Se relamió despacio y soltó una pequeña risa. Tras unos momentos más entrenando se pasó la mano por la frente para retirar el sudor. Se preguntaba si su pequeña se había levantado ya. Le había preparado comida, por lo que no habría problema de eso. Se rascó la nuca unos segundos y después se giró.
Nada más hacerlo notó un impacto que casi la tiró al suelo, pero se mantuvo firme y con los ojos bastante abiertos. Se dio cuenta de que se trataba de su chica. La abrazó de vuelta y sonrió de forma dulce mientras hundía la nariz en sus cabellos y la olía. Que sensación tan agradable. Era la cosa más bonita y linda del mundo. Sonrió escuchando sus palabras y después empezó a reírse bastante. Estaba entrenando en la puerta del lugar para que ella misma la hubiese visto si se asomaba por la ventana. Su osita era demasiado asustadiza, otro motivo más para amarla el triple.
- ¡Hahahahaha! ¡Hahahahaha! Lo siento mucho mi amor, pero te vi dormida tan feliz que me daba mucha pena despertarte solo para decirte que iba a fuera. La próxima vez te dejo una nota encima de la cama ¿vale? – Mencionó dándole un beso en los labios.
Lo siguiente que hizo fue separarse de ella, pero tan solo para poner los brazos en jarra y mirarla. Puso una mirada un poco indignada, haciéndola saber que estaba algo molesta, pero aquella sonrisa tan engreída de Hinori le daba un aire tan “malote” que se notaba que estaba imitando a una mala persona.
- ¿Por qué mi tesoro sale de casa sin mi permiso? Deberías volver a la cama y esperar tu castigo. Aunque… ¡Te tomo aquí mismo si hace falta! – Dijo entre risas y abrazándola de forma dulce. – ¡Hahahahaha! ¡Hahahahaha!
Hinori estaba muy feliz y reía a la mínima. Hubo un momento en el que le pasó la lengua a su albina por la mejilla y después por la barbilla jugando entre risas. Después de unos momentos la cogió en brazos y la miró a los ojos despacio. Se acercó rozando sus labios con los de ella, pero en el momento del beso se separó dejándola en el suelo.
- Antes suplícame un poco…
Nada más hacerlo notó un impacto que casi la tiró al suelo, pero se mantuvo firme y con los ojos bastante abiertos. Se dio cuenta de que se trataba de su chica. La abrazó de vuelta y sonrió de forma dulce mientras hundía la nariz en sus cabellos y la olía. Que sensación tan agradable. Era la cosa más bonita y linda del mundo. Sonrió escuchando sus palabras y después empezó a reírse bastante. Estaba entrenando en la puerta del lugar para que ella misma la hubiese visto si se asomaba por la ventana. Su osita era demasiado asustadiza, otro motivo más para amarla el triple.
- ¡Hahahahaha! ¡Hahahahaha! Lo siento mucho mi amor, pero te vi dormida tan feliz que me daba mucha pena despertarte solo para decirte que iba a fuera. La próxima vez te dejo una nota encima de la cama ¿vale? – Mencionó dándole un beso en los labios.
Lo siguiente que hizo fue separarse de ella, pero tan solo para poner los brazos en jarra y mirarla. Puso una mirada un poco indignada, haciéndola saber que estaba algo molesta, pero aquella sonrisa tan engreída de Hinori le daba un aire tan “malote” que se notaba que estaba imitando a una mala persona.
- ¿Por qué mi tesoro sale de casa sin mi permiso? Deberías volver a la cama y esperar tu castigo. Aunque… ¡Te tomo aquí mismo si hace falta! – Dijo entre risas y abrazándola de forma dulce. – ¡Hahahahaha! ¡Hahahahaha!
Hinori estaba muy feliz y reía a la mínima. Hubo un momento en el que le pasó la lengua a su albina por la mejilla y después por la barbilla jugando entre risas. Después de unos momentos la cogió en brazos y la miró a los ojos despacio. Se acercó rozando sus labios con los de ella, pero en el momento del beso se separó dejándola en el suelo.
- Antes suplícame un poco…
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Ocultó completamente su mirada en el hombro de la pelinegra. Su cara estaba demasiado roja y podía jurar que vapor salía de sus oídos. Ella estaba alarmada y preocupada, ¿y Hinori osaba a reírse? No, no importaba que esa risa fuera tan adorable, hermosa, adictiva... Alice infló sus sonrosadas mejillas y se quejó mentalmente. Cinco segundos, eso fue lo que alcanzó a estar enfadada con ella. Realmente, no podía estar así con ella. Jamás podría estar enojada con ella seriamente. Era su ángel, y su cara era demasiado adorable como para hacerlo. El beso que recibió fue la guinda de la torta e hizo que olvidara todo lo sucedido. Lo importante era que todo fue real y eso la aliviaba mucho. No sabía que hubiera hecho si resultada ser un fragmento de su imaginación, pero juraba que podría ser una locura. Ya no importaba ya, ya la tenía en sus brazos y no la dejaría ir. Fue en eso que se dio cuenta del estado de la pelinegra y ladeó su cabeza hacia un lado. ¿Estaba entrenando? No pudo evitar negar con la cabeza, al tiempo que se reía de ella misma. Debía dejar de reaccionar así por culpa de su imaginación y sensibilidad.
Se vio separada del cuerpo de su amada e instintivamente levantó los brazos para cubrirse la cara. Seguía teniendo toda la cara roja debido a esa adorable risa y no podía controlarlo. La vergüenza lo superaba en este momento. Tanto como por el gesto de su ángel que por ella misma por reaccionar de esa forma tan tonta... aunque al ver la pésima imitación que hacía su novia, se calmó y llevó las manos a su boca para que no se le escapara una risa, pero se le hacía difícil. Finalmente no pudo evitarlo y dejó escapar una carcajada que duró algunos segundos. Se limpió una lágrima que se le había escapado debido a la risa y le sonrío dulcemente a su novia.
– Porque estaba preocupada – respondió mientras inflaba sus mejillas por algunos segundos. – Pensé que todo había sido un sueño y fue una mala pasada de mi imaginación, pero ya no importa.
Se acercó nuevamente hacia ella y esta vez fue la albina quien inició el beso. Fue uno suave y sin segunda intención... En parte. Igual movió un poco su lengua y labios, pero no lo suficiente. Se separó y le sonrío cálidamente a su novia.
– Buenos días, mi amor – finalmente dijo lo que quería soltar desde hace ya tres días.
Pasado algunos minutos se encontraba en el suelo y Hinori pedía que suplicara. Alice ladeó su cabeza hacia un lado y una sonrisa perversa se formó en sus labios. Se levantó del suelo y le dio la espalda.
– Lo siento, pero quiero irme a duchar – caminó hacia la entrada, moviendo exageradamente su trasero y cadera delante de los ojos de su pelinegro. – Aunque si quieres puedes venir conmigo, hehehehehe – finalizó de forma sugerente y pervertida, para luego ir al baño usando el Soru.
Se vio separada del cuerpo de su amada e instintivamente levantó los brazos para cubrirse la cara. Seguía teniendo toda la cara roja debido a esa adorable risa y no podía controlarlo. La vergüenza lo superaba en este momento. Tanto como por el gesto de su ángel que por ella misma por reaccionar de esa forma tan tonta... aunque al ver la pésima imitación que hacía su novia, se calmó y llevó las manos a su boca para que no se le escapara una risa, pero se le hacía difícil. Finalmente no pudo evitarlo y dejó escapar una carcajada que duró algunos segundos. Se limpió una lágrima que se le había escapado debido a la risa y le sonrío dulcemente a su novia.
– Porque estaba preocupada – respondió mientras inflaba sus mejillas por algunos segundos. – Pensé que todo había sido un sueño y fue una mala pasada de mi imaginación, pero ya no importa.
Se acercó nuevamente hacia ella y esta vez fue la albina quien inició el beso. Fue uno suave y sin segunda intención... En parte. Igual movió un poco su lengua y labios, pero no lo suficiente. Se separó y le sonrío cálidamente a su novia.
– Buenos días, mi amor – finalmente dijo lo que quería soltar desde hace ya tres días.
Pasado algunos minutos se encontraba en el suelo y Hinori pedía que suplicara. Alice ladeó su cabeza hacia un lado y una sonrisa perversa se formó en sus labios. Se levantó del suelo y le dio la espalda.
– Lo siento, pero quiero irme a duchar – caminó hacia la entrada, moviendo exageradamente su trasero y cadera delante de los ojos de su pelinegro. – Aunque si quieres puedes venir conmigo, hehehehehe – finalizó de forma sugerente y pervertida, para luego ir al baño usando el Soru.
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La risa de Alice era hermosa. La mente de la morena solo la veía suplicando y gimiendo en ese momento. Era la chica más linda del mundo y aquella forma de reírse era lo más delicioso. Soltó un suspiro similar al de una colegiala enamorada y colocó la mano en la mejilla derecha. Ese pelo blanco, esos ojos azules, esa piel pálida. Tal vez podía entrenar el haki armadura violándola también. Los esfuerzos físicos estaban allí y eso la hizo mostrar una enrome sonrisa. Negó un poco y después siguió mirándola. Ahora solo faltaba que… Los ojos de Hinori se abrieron como platos cuando recibió aquel beso en sus labios. Había sido muy dulce y simple, pero demasiado bello y hermoso.
- B-buenos días, mi vida. – Dijo tímidamente con las manos en sus mejillas.
Entonces ella empezó a caminar despacio alejándose hacia la ducha y diciendo aquellas palabras. No era justo que hubiese actuado de aquella forma. Ladeó la cabeza y se quitó la sudadera mientras avanzaba tras ella con una mirada similar a un depredador salvaje.
- No sabes lo que has hecho…
Cinco horas más tarde…
Hinori salió de nuevo al exterior arrastrándose. Su rostro estaba enrojecido y su cuerpo entero temblaba. Había ido de sobrada y Alice la había violado en el baño de una forma en la que no pudo defenderse. Quedó tumbada en la nieve mirando hacia arriba vestida con una camiseta roja de manga larga y cerrando las piernas. Cerró los ojos agotada y mirando hacia la puerta por si su osa en celo salía a agarrarla de las piernas o algo parecido. Se colocó en pie y tragó saliva despacio.
- N-no te tengo miedo… ¡A-aparece si eres capaz, Alice-chan! – Gritó clavando una rodilla en el suelo y jadeando.
Nadie sabía lo que había pasado en la bañera, pero Alice la había inutilizado totalmente. Temblaba mirando y esperando que su amorcito no tuviese ganas de más. No se veía capaz de combatirla, ese día estaba muy motivada al parecer. Justo entonces se acercó a la puerta y entró en la casa despacio mientras miraba un poco a su alrededor.
- N-no me atraparás de nuevo…
Bueno, entró rogando indirectamente porque ella la atrapase de nuevo. Miró a la zona del baño, pero allí no había nadie, solo toallas y mucha agua. La luchadora entonces alzó una ceja. Lo único que debía hacer era activar el haki de observación y sabría su ubicación. Entonces lo activó con una sonrisa amable.
- B-buenos días, mi vida. – Dijo tímidamente con las manos en sus mejillas.
Entonces ella empezó a caminar despacio alejándose hacia la ducha y diciendo aquellas palabras. No era justo que hubiese actuado de aquella forma. Ladeó la cabeza y se quitó la sudadera mientras avanzaba tras ella con una mirada similar a un depredador salvaje.
- No sabes lo que has hecho…
Cinco horas más tarde…
Hinori salió de nuevo al exterior arrastrándose. Su rostro estaba enrojecido y su cuerpo entero temblaba. Había ido de sobrada y Alice la había violado en el baño de una forma en la que no pudo defenderse. Quedó tumbada en la nieve mirando hacia arriba vestida con una camiseta roja de manga larga y cerrando las piernas. Cerró los ojos agotada y mirando hacia la puerta por si su osa en celo salía a agarrarla de las piernas o algo parecido. Se colocó en pie y tragó saliva despacio.
- N-no te tengo miedo… ¡A-aparece si eres capaz, Alice-chan! – Gritó clavando una rodilla en el suelo y jadeando.
Nadie sabía lo que había pasado en la bañera, pero Alice la había inutilizado totalmente. Temblaba mirando y esperando que su amorcito no tuviese ganas de más. No se veía capaz de combatirla, ese día estaba muy motivada al parecer. Justo entonces se acercó a la puerta y entró en la casa despacio mientras miraba un poco a su alrededor.
- N-no me atraparás de nuevo…
Bueno, entró rogando indirectamente porque ella la atrapase de nuevo. Miró a la zona del baño, pero allí no había nadie, solo toallas y mucha agua. La luchadora entonces alzó una ceja. Lo único que debía hacer era activar el haki de observación y sabría su ubicación. Entonces lo activó con una sonrisa amable.
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Alice silbaba inocentemente mientras se escabullía por el departamento. Se sentía mucho mejor que el día de ayer, por lo que no se la dejó nada de fácil a Hinori en esa ocasión. Luego de mucho esfuerzo y por un despiste de su amada, la joven terminó dominando por completo el asalto de hace cinco horas. El solo pensar en como gemía y pedía a gritos que le diera más, hacía que un escalofrío de placer recorriera la espalda de la joven. La verdad era que había perdido la cuenta de cuantas veces lo habían hecho desde que empezaron la relación, pero no le incomodaba. Deseaba a Hinori más por cada día que pasaba y se le estaba haciendo un poco complicado controlando, sobre todo porque las hormonas las tenía completamente revolucionadas. Pensar que tendría que estar alejado de ella y su amor por uno o dos años... Se estremecía de solo pensarlo. Lo que si sabía, era que se aguantaría hasta que la volviera a ver. Resistiría el impulso de no tocarse para tirársela intensamente la próxima vez que se vieran las caras. Yo podía saborear el momento, ocasionando que la albina se relamiera un poco. Estaba colada por ella y no le daba pudo alguno en mostrarlo abiertamente en público, pero sabía que tenían que tener cuidado. Solo un error y todo se iría a la mierda.
"No, no debo pensar así", pensó mientras negaba con la cabeza. No dejaría que la descubrieran y le hicieran algo a su pequeña. Antes muerta que dejar que se diera una situación así. Suspiró un poco y ladeó su cabeza al oír la dulce voz de su amada. Por el alcance, supuso que venía desde afuera. Una sonrisa de suficiencia se formó en su rostro y río un poco, pero luego se tapó su cara con ambas manos. Según pudo entender, la joven quedó un poco tocada luego de su último... enfrentamiento, y estaba mirando hacia todos lados por si aparecía de la nada para repetir una vez más lo mismo. Se relamió un poco, pero tuvo que contenerse las ganas por el momento. Por mucho que quisiera tirársela sin piedad durante todo el día, necesitaban descansos. Aparte el día aún era joven y podrían hacer algo productivo... Como lo que estaba haciendo antes.
– Un, dos. Alice viene por ti – cantó la joven.
Se escuchó por todo el departamento, y recordó cierto problema que tenía. Había intentado sonar amenazadora e intimidante con ese pequeño canto sugerente, pero su voz era naturalmente divina, por lo que... Todo lo que cantara saldría suave, hermoso, tierno, etcétera. Se quejó un poco por lo bajo y negó con la cabeza. Su voz era muy útil para algunas cosas, pero le impedía sonar amenazante por eso mismo. "Bueno, no tengo otra", pensó mientras sonreía un poco. Aparte, Hinori podría ubicar su posición de inmediato gracias al haki, así que daba un poco lo mismo.
– ¡Estoy aquí! – anunció por detrás mientras reía dulcemente e intentaba abrazar a su novia por la espalda.
Pese a la posición, no había nada de sugerente en sus acciones. Tan solo quería estar un rato abrazada a su amada sin tener relaciones... aunque no se quejaba en lo más mínimo, pero tampoco quería algo basado en solo eso...
"No, no debo pensar así", pensó mientras negaba con la cabeza. No dejaría que la descubrieran y le hicieran algo a su pequeña. Antes muerta que dejar que se diera una situación así. Suspiró un poco y ladeó su cabeza al oír la dulce voz de su amada. Por el alcance, supuso que venía desde afuera. Una sonrisa de suficiencia se formó en su rostro y río un poco, pero luego se tapó su cara con ambas manos. Según pudo entender, la joven quedó un poco tocada luego de su último... enfrentamiento, y estaba mirando hacia todos lados por si aparecía de la nada para repetir una vez más lo mismo. Se relamió un poco, pero tuvo que contenerse las ganas por el momento. Por mucho que quisiera tirársela sin piedad durante todo el día, necesitaban descansos. Aparte el día aún era joven y podrían hacer algo productivo... Como lo que estaba haciendo antes.
– Un, dos. Alice viene por ti – cantó la joven.
Se escuchó por todo el departamento, y recordó cierto problema que tenía. Había intentado sonar amenazadora e intimidante con ese pequeño canto sugerente, pero su voz era naturalmente divina, por lo que... Todo lo que cantara saldría suave, hermoso, tierno, etcétera. Se quejó un poco por lo bajo y negó con la cabeza. Su voz era muy útil para algunas cosas, pero le impedía sonar amenazante por eso mismo. "Bueno, no tengo otra", pensó mientras sonreía un poco. Aparte, Hinori podría ubicar su posición de inmediato gracias al haki, así que daba un poco lo mismo.
– ¡Estoy aquí! – anunció por detrás mientras reía dulcemente e intentaba abrazar a su novia por la espalda.
Pese a la posición, no había nada de sugerente en sus acciones. Tan solo quería estar un rato abrazada a su amada sin tener relaciones... aunque no se quejaba en lo más mínimo, pero tampoco quería algo basado en solo eso...
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Su forma de cantar fue demasiado dulce como para dar miedo, era un sueño hecho realidad que la atrapase. Esperó el momento adecuado y mostró una sonrisa amable. Estaba segura que como en toda película de terror, sería abrazada por la espalda. Así fue. Notó el abrazo y soltó una carcajada mientras se daba la vuelta y miraba a su chica. Fue demasiado, su predicción, el intento de dar miedo, su dulzura… Hinori se giró y la besó en los labios de forma dulce, dejando un lametón en ellos antes de separarse. Lo siguiente que hizo no pudo evitarlo. Recordó el pequeño intento de ella y de repente Hinori se sentó en el sillón. Agachó la cabeza despacio y empezó a temblar.
- ¡Hahahahahahahahaha! ¡Hahahahahahahahaha! ¡Hahahahahahaha!
Sus risas llegaban por toda la sala y era debido a aquella canción de su hermosa chica, a su belleza y lo feliz que estaba. Continuó riéndose con fuerza mientras unas lágrimas recorrían sus ojos de lo que estaba temblando. Era increíble que su risa pudiese durar tanto. Se estaba descojonando literalmente. Se tiró al suelo y empezó a reír de nuevo con ambas manos en el estómago. Iba a tardar bastante en parar aquello, pues se lo estaba pasando en grande con Alice.
Dos días después…
Hinori había pasado los últimos dos días entrenando el maldito haki. No solo había estado mejorándolo desde que llegó usando su resistencia en los frenéticos polvos con Alice, el hecho de los golpes y peleas solitarias contra las montañas cada mañana contaban. En aquel momento se hallaba luchando contra el acantilado de la isla. Estaba volando mientras lanzaba puñetazos contra él y gritaba con fuerza. Llevaba ya unas dos horas y su resistencia parecía ser tan buena como para hacerla aguantar. En la orilla había dejado a su chica. Le había comprado una sudadera igual a la de ella para ir a juego, pero con capucha que traía orejitas. Le había montado un picnic y le había preparado unos treinta pasteles para que estuviese entretenida.
Al cabo de una media hora más bajó hasta ella agotada y clavó una rodilla en el suelo. Iba muy abrigada debido al frío y después de unos momentos clavó la mirada en su chica, la cual debía estar alimentándose felizmente de todo lo que había preparado.
- Ya queda poco, cielo. Pronto habré mejorado tanto mi haki que podré reventar icebergs de un solo golpe. ¿Qué estás haciendo? – Preguntó ilusionada mientras la observaba.
Quedaban tres días solamente y los aprovecharía con ellos al máximo, por lo que esa noche sería la última que entrenaría todo su potencial. Ya dominaba el poder de sus alas y sentía que su haki ya casi estaba listo. Se relamió despacio guiñándole un ojo a la albina y después de unos momentos esperó su respuesta mientras se sentaba a su lado. Pegó su cabeza al hombro de ella y empezó a abrazarla de forma mimosa.
- Mi osita…
- ¡Hahahahahahahahaha! ¡Hahahahahahahahaha! ¡Hahahahahahaha!
Sus risas llegaban por toda la sala y era debido a aquella canción de su hermosa chica, a su belleza y lo feliz que estaba. Continuó riéndose con fuerza mientras unas lágrimas recorrían sus ojos de lo que estaba temblando. Era increíble que su risa pudiese durar tanto. Se estaba descojonando literalmente. Se tiró al suelo y empezó a reír de nuevo con ambas manos en el estómago. Iba a tardar bastante en parar aquello, pues se lo estaba pasando en grande con Alice.
Dos días después…
Hinori había pasado los últimos dos días entrenando el maldito haki. No solo había estado mejorándolo desde que llegó usando su resistencia en los frenéticos polvos con Alice, el hecho de los golpes y peleas solitarias contra las montañas cada mañana contaban. En aquel momento se hallaba luchando contra el acantilado de la isla. Estaba volando mientras lanzaba puñetazos contra él y gritaba con fuerza. Llevaba ya unas dos horas y su resistencia parecía ser tan buena como para hacerla aguantar. En la orilla había dejado a su chica. Le había comprado una sudadera igual a la de ella para ir a juego, pero con capucha que traía orejitas. Le había montado un picnic y le había preparado unos treinta pasteles para que estuviese entretenida.
Al cabo de una media hora más bajó hasta ella agotada y clavó una rodilla en el suelo. Iba muy abrigada debido al frío y después de unos momentos clavó la mirada en su chica, la cual debía estar alimentándose felizmente de todo lo que había preparado.
- Ya queda poco, cielo. Pronto habré mejorado tanto mi haki que podré reventar icebergs de un solo golpe. ¿Qué estás haciendo? – Preguntó ilusionada mientras la observaba.
Quedaban tres días solamente y los aprovecharía con ellos al máximo, por lo que esa noche sería la última que entrenaría todo su potencial. Ya dominaba el poder de sus alas y sentía que su haki ya casi estaba listo. Se relamió despacio guiñándole un ojo a la albina y después de unos momentos esperó su respuesta mientras se sentaba a su lado. Pegó su cabeza al hombro de ella y empezó a abrazarla de forma mimosa.
- Mi osita…
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Se sonrojó violentamente al oír esa hermosa carcajada. Pese a que ya la había oído varias veces, seguía siendo lo más hermoso y tierno que había oído en su vida. Al cabo de unos segundos, el sonrojo se apaciguó un poco y una dulce sonrisa se formó en su rostro. Verla así de feliz... realmente la llenaba de energía para seguir haciéndolo. Fue en ese momento en el que hizo una promesa: iba a proteger eso para siempre. No quería ver a Hinori triste, no mientras ella pudiera evitarlo. La mimaría como debía ser y la consentiría en todo... Bueno, casi todo. Ella debía mantener una imagen de dominante, después de todo, aunque eso no importaba demasiado. Mientras ambas pudieran demostrarse cuanto se querían, el resto vendría solo. Finalmente no pudo contenerse más y dejó escapar una sonora carcajada.
– ¡Jajajajajajaj! ¡Jajajajajajajajaja! –
No podía evitarlo. La tierna risa de Hinori era demasiada contagiosa, más cuando era una carcajada que no parecía querer detenerse. Pensó que estarían así un buen rato, pero no le importaba demasiado. Eso sí... en cuanto terminaran, se la tiraría de nuevo. Culpa de ella por excitarla solo con hacer eso...
Dos días después...
Alice bebía tranquilamente se su té helado mientras veía a Hinori entrenar. Cada cierto tiempo se relamía lentamente mientras veía con hambre a su pequeña, pero luego negaba con la cabeza. Sabía de sobra que su novia quería terminar con ese entrenamiento primero, por lo que no podía hacer nada por el momento. "Pero joder...", pensó mientras inflaba sus mejillas. No era justo en lo más mínimo. Viéndola así, flexionando sus brazos y piernas mientras el sudor caía por su cara y cuello... Un escalofrío de placer recorrió su espalda mientras se cerraba de piernas. Incluso estando lejos y con ropa abrigada, la pelinegra podía dejarla en ese estado... Realmente, ella la tenía loca hasta por las orejas.
Salió de sus pensamientos al ver que Hinori tomaba una pausa y se acercaba hacia ella. Sonrío y ocultó perfectamente su excitación gracias a la habilidad de camuflar sus emociones. Comió uno de los pasteles que le había preparado su amada y escuchó sus palabras. Silbó un poco y ocultó su cabello con la capucha de orejas que le había comprado Hinori.
– Nada, solo comiéndote y observándote entrenar – y tratando de no violarte, agregó eso en su mente.
Sintió el abrazo y sintió una calidez invadir su pecho. Cogió una toalla que había traído y limpió delicadamente los restos de sudor en el rostro de Hinori. Al terminar, asintió con satisfacción y juntó su mejilla con la de ella.
– Mi ángel – ronroneó levemente la albina.
– ¡Jajajajajajaj! ¡Jajajajajajajajaja! –
No podía evitarlo. La tierna risa de Hinori era demasiada contagiosa, más cuando era una carcajada que no parecía querer detenerse. Pensó que estarían así un buen rato, pero no le importaba demasiado. Eso sí... en cuanto terminaran, se la tiraría de nuevo. Culpa de ella por excitarla solo con hacer eso...
Dos días después...
Alice bebía tranquilamente se su té helado mientras veía a Hinori entrenar. Cada cierto tiempo se relamía lentamente mientras veía con hambre a su pequeña, pero luego negaba con la cabeza. Sabía de sobra que su novia quería terminar con ese entrenamiento primero, por lo que no podía hacer nada por el momento. "Pero joder...", pensó mientras inflaba sus mejillas. No era justo en lo más mínimo. Viéndola así, flexionando sus brazos y piernas mientras el sudor caía por su cara y cuello... Un escalofrío de placer recorrió su espalda mientras se cerraba de piernas. Incluso estando lejos y con ropa abrigada, la pelinegra podía dejarla en ese estado... Realmente, ella la tenía loca hasta por las orejas.
Salió de sus pensamientos al ver que Hinori tomaba una pausa y se acercaba hacia ella. Sonrío y ocultó perfectamente su excitación gracias a la habilidad de camuflar sus emociones. Comió uno de los pasteles que le había preparado su amada y escuchó sus palabras. Silbó un poco y ocultó su cabello con la capucha de orejas que le había comprado Hinori.
– Nada, solo comiéndote y observándote entrenar – y tratando de no violarte, agregó eso en su mente.
Sintió el abrazo y sintió una calidez invadir su pecho. Cogió una toalla que había traído y limpió delicadamente los restos de sudor en el rostro de Hinori. Al terminar, asintió con satisfacción y juntó su mejilla con la de ella.
– Mi ángel – ronroneó levemente la albina.
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La capucha con orejitas le sentaba genial a la albina. Hinori no pudo evitar mostrar una sonrisa al observarla un poco mejor. Estaba demasiado mona y no pudo evitar soltar un suspiro de gusto. Se moría de ganas de volver a tomarla, pero debía centrarse en su entrenamiento. Notó entonces la toalla usada por la albina, durante aquel acto la morena se calló. Un sonrojo invadió sus mejillas y simplemente se dejó hacer despacio. Aquella muestra de cariño tan perfecta hizo a la morena mirar fijamente a Alice a los ojos. Cuando ella juntó sus mejillas y dijo aquello, la luchadora rodeó su cintura con los brazos. La miró a los ojos y no pudo evitar susurrarle despacio.
- Eres lo mejor que te ha pasado en la vida. De hecho, ya no creo poder vivir sin ti, Alice. Conocerte me ha dado la felicidad. – Tras aquellas palabras unió sus labios con los de ella durante algunos segundos al mismo tiempo que cerraba los ojos.
Se separó después y entonces se colocó en pie. Después de sacarle la lengua a ella volvió a ponerse en el suelo a hacer abdominales. El sudor caía por su frente al cabo de los minutos y su rostro mostraba concentración ante todo. Quería continuar motivada para poder hacer a su pequeña la persona más feliz del mundo. Para ello debía hacerse invencible, pues si le pasaba algo Alice lo pasaría mal. Estuvo así un par de horas, mejorando su cuerpo, chocando los puños contra las rocas y haciéndose daño a base de placajes contra el acantilado.
Tras aquellas dos horas se acercó de nuevo a su pequeña. Clavó una rodilla en el suelo y la tomó del brazo. Se echó sobre ella y colocó una pierna a cada lado de su cintura. Tomó sus manos y bajó sus labios hasta los de la albina. La besó despacio y dejó que su sudor cayese sobre el rostro de ella. Le dedicó una sonrisa llena de amor y cariño.
- Siento haberte hecho esperar, princesa. Si no te importa, necesito descansar un poco, por lo que me gustaría mucho hacerlo sobre ti…
Dicho aquello la abrazó y cerró los ojos. Dejó su rostro pegado al cuello de ella y al cabo de unos minutos comenzó a roncar suavemente. Se había quedado dormida debido al cansancio de tanto entrenamiento. Sus manos rodearon a la albina y sus piernas la tenían abrazada. Estaban abrigadas, por lo que frío no pasarían. Hinori había elegido un buen día, pues no hacía tanto frío aunque estuviesen allí. Al cabo de unos segundos ella susurró en sueños.
- Siempre estaré a tu lado…
- Eres lo mejor que te ha pasado en la vida. De hecho, ya no creo poder vivir sin ti, Alice. Conocerte me ha dado la felicidad. – Tras aquellas palabras unió sus labios con los de ella durante algunos segundos al mismo tiempo que cerraba los ojos.
Se separó después y entonces se colocó en pie. Después de sacarle la lengua a ella volvió a ponerse en el suelo a hacer abdominales. El sudor caía por su frente al cabo de los minutos y su rostro mostraba concentración ante todo. Quería continuar motivada para poder hacer a su pequeña la persona más feliz del mundo. Para ello debía hacerse invencible, pues si le pasaba algo Alice lo pasaría mal. Estuvo así un par de horas, mejorando su cuerpo, chocando los puños contra las rocas y haciéndose daño a base de placajes contra el acantilado.
Tras aquellas dos horas se acercó de nuevo a su pequeña. Clavó una rodilla en el suelo y la tomó del brazo. Se echó sobre ella y colocó una pierna a cada lado de su cintura. Tomó sus manos y bajó sus labios hasta los de la albina. La besó despacio y dejó que su sudor cayese sobre el rostro de ella. Le dedicó una sonrisa llena de amor y cariño.
- Siento haberte hecho esperar, princesa. Si no te importa, necesito descansar un poco, por lo que me gustaría mucho hacerlo sobre ti…
Dicho aquello la abrazó y cerró los ojos. Dejó su rostro pegado al cuello de ella y al cabo de unos minutos comenzó a roncar suavemente. Se había quedado dormida debido al cansancio de tanto entrenamiento. Sus manos rodearon a la albina y sus piernas la tenían abrazada. Estaban abrigadas, por lo que frío no pasarían. Hinori había elegido un buen día, pues no hacía tanto frío aunque estuviesen allí. Al cabo de unos segundos ella susurró en sueños.
- Siempre estaré a tu lado…
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Sintió como Hinori la rodeaba con sus brazos y sonrío dulcemente, para luego corresponder de igual manera el gesto. Escuchó sus palabras y cerró por algunos segundos sus ojos, intentando contener el llanto que amenazaba por salirse. Varios días habían pasado, pero seguía siendo la misma chiquilla que se ponía muy emocional por algunas palabras lindas por parte de su novia. El hecho que la hubiera conocido justa en esta isla... era irónico y a la vez sorprendente. No pudo evitar reírse debido a eso y abrazó con algo más de fuerza a su novia. Era su persona mas preciada, y pasado los dos años y resolviera todos sus asuntos pendientes... Se aseguraría de nunca separarse de ella. Una melancólica sonrisa se formó en su rostro, pensando un poco en el pasado. Realmente, nunca pensó que podría encontrar la felicidad. Simplemente, luego de todo lo sucedido... Era lo más improbable que podía sucederle. Así que se resignó a tener una vida monótona dentro del CP, trabajando día a día para cumplir el sueño de Irene y su madre. Luego de conocer a Hinori, fue como si... una llama que creía perdida se hubiera vuelto a activar dentro de ella. Volvía a ser la misma Alice de siempre, incluso mejorada y mucho más alegre que antes.
– Digo lo mismo – respondió la joven mientras acariciaba su mejilla, luego de esas dos horas en las que estuvo entrenando. – Nunca pensé que encontraría la felicidad, la verdad. Me resigné a vivir una vida monótona, incluso estuve a punto de caer en la desesperación y oscuridad en un momento de debilidad – le reveló uno de sus últimos secretos. – Parecía una muerta en vida, y si bien me iba recuperando... No fui hasta que te conocí que mis inseguridades y desesperación se esfumaron, como si nunca hubieran estado dentro de mi. Finalmente conseguí lo que es la felicidad con estar al lado tuyo... Y no pienso dejar que te marches de mi lado cuando nos volvamos a reunir – dijo con determinación. – Te amo con toda mi alma, y te juro que te haré feliz hasta el fin de nuestros días... Es una promesa – finalizó, para luego besar dulcemente sus labios.
Sintió como su amada la besaba de nuevo, y Alice respondió gustosamente al beso. Su mente pervertida nuevamente provocó que se excitara al recibir parte de su sudor en la cara, pero logró controlarse a tiempo. Era un momento demasiado emotivo como para pasarlo a carnal ahora. Ya abría tiempo luego para volver a hacer el amor con ella. Escuchó sus palabras y acarició su cabello. Aún sonreía, y sus ojos estaban un poco aguados debido a la felicidad que estaba sintiendo ahora.
– Por siempre y para siempre – susurró, para luego besar su frente. – Descansa, pequeña – se despidió momentáneamente, para luego atraerla más a su cuerpo mientras cerraba sus ojos para descansar. Si... ahora todo estaría bien...
– Digo lo mismo – respondió la joven mientras acariciaba su mejilla, luego de esas dos horas en las que estuvo entrenando. – Nunca pensé que encontraría la felicidad, la verdad. Me resigné a vivir una vida monótona, incluso estuve a punto de caer en la desesperación y oscuridad en un momento de debilidad – le reveló uno de sus últimos secretos. – Parecía una muerta en vida, y si bien me iba recuperando... No fui hasta que te conocí que mis inseguridades y desesperación se esfumaron, como si nunca hubieran estado dentro de mi. Finalmente conseguí lo que es la felicidad con estar al lado tuyo... Y no pienso dejar que te marches de mi lado cuando nos volvamos a reunir – dijo con determinación. – Te amo con toda mi alma, y te juro que te haré feliz hasta el fin de nuestros días... Es una promesa – finalizó, para luego besar dulcemente sus labios.
Sintió como su amada la besaba de nuevo, y Alice respondió gustosamente al beso. Su mente pervertida nuevamente provocó que se excitara al recibir parte de su sudor en la cara, pero logró controlarse a tiempo. Era un momento demasiado emotivo como para pasarlo a carnal ahora. Ya abría tiempo luego para volver a hacer el amor con ella. Escuchó sus palabras y acarició su cabello. Aún sonreía, y sus ojos estaban un poco aguados debido a la felicidad que estaba sintiendo ahora.
– Por siempre y para siempre – susurró, para luego besar su frente. – Descansa, pequeña – se despidió momentáneamente, para luego atraerla más a su cuerpo mientras cerraba sus ojos para descansar. Si... ahora todo estaría bien...
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