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Por fin salimos de la isla, íbamos camino a… algún lugar, ciertamente aun no sabía a donde. Eso todavía no importaba, solo quería estar a solas con él, y eso iba a ocurrir en el barco. Le miraba a los ojos, sonreía, me sentía eufórica de tener a mi lado a un chico como Noa, al menos, en este viaje, no sabía bien que ocurriría después de esto.
-Bueno, ¿adónde vamos? -pregunté sonriente, mientras avanzábamos con el barco, hacía un lugar que aún no sabíamos. Miraba el horizonte, anonadada por lo bonito que era, pero no tanto como Noa, un chico guapo como él, podría tardar poco en apoderarse de mi corazón, y de otras partes de mi cuerpo.
-Y bueno, ¿a que te dedicas?, creo que es un tema que no hemos hablado -dije sonriendo, mientras miraba sus preciosos ojos, en Plastic Beach tuve un momento medio tórrido con él, ¿tendremos otro dentro de poco?, por supuesto.
Un chico como él iba a durar poco con chicas alrededor. Es un Adonis de hombre, listo, caballeroso, todo lo que una chica quiere de un hombre. Sentada frente a él, miraba su cabello blanco, sus ojos, su boca, que creo que llevaba sonriendo desde que nos encontramos. Esa sonrisa me pone nerviosa, en el buen sentido de la palabra, me hace temblequear ante él, por lo atractivo que es el cuadro completo de lo que veo.
-Bueno, ¿adónde vamos? -pregunté sonriente, mientras avanzábamos con el barco, hacía un lugar que aún no sabíamos. Miraba el horizonte, anonadada por lo bonito que era, pero no tanto como Noa, un chico guapo como él, podría tardar poco en apoderarse de mi corazón, y de otras partes de mi cuerpo.
-Y bueno, ¿a que te dedicas?, creo que es un tema que no hemos hablado -dije sonriendo, mientras miraba sus preciosos ojos, en Plastic Beach tuve un momento medio tórrido con él, ¿tendremos otro dentro de poco?, por supuesto.
Un chico como él iba a durar poco con chicas alrededor. Es un Adonis de hombre, listo, caballeroso, todo lo que una chica quiere de un hombre. Sentada frente a él, miraba su cabello blanco, sus ojos, su boca, que creo que llevaba sonriendo desde que nos encontramos. Esa sonrisa me pone nerviosa, en el buen sentido de la palabra, me hace temblequear ante él, por lo atractivo que es el cuadro completo de lo que veo.
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Habíamos logrado dar esquinazo al guardián de la isla de plástico, en principio había puesto rumbo a Lavengre aunque no le había preguntado a Gaia sobre su rumbo, solo sabía que ella era originaria de esta isla. Supongo que no le importaría volver a iniciar su viaje, a fin y al cabo la distancia que había recorrido por ahora no suponía más que una o dos semanas navegando. -Lo cierto es que quería ir a Lavengre. ¿Me habías dicho que eras de allí cierto?- Le pregunté para confirmarlo. Mientras se desarrollaba la conversación volvió a surgir el tema de mi ocupación, supongo que no era buena idea soltarle que era un asesino del gobierno que mataba a todo lo que amenazaba la conservación de este.
-Soy chef del gobierno, me dedico a viajar buscando nuevos tipos de alimentos y formas de cocinar.- Menuda mentira le acababa de soltar, siendo sincero tampoco era mentira solo que no era mi puesto de trabajo principal. ¿Y tu? Cuéntame más sobre ti, tienes toda mi atención. - Le dije mirándola fijamente a los ojos sin poder evitar quedarme embobado como había ocurrido en el manantial de la isla. Inconscientemente, mi cuerpo se veía atraído hacia ella como si de un imán se tratase, notaba como cada vez estábamos más y más cerca el uno del otro hasta que llegó el punto en que a mitad de hablar le corté besándola apasionadamente a la vez que mesaba su cabello, acariciaba suavemente su mejilla con el reverso del dedo índice mientras recorría su cara hasta llegar a sus labios nuevamente.-Eres bellisima.
Antes de darme cuenta Gaia estaba como en aquel momento en la fuente, bajo mi cuerpo. El mar estaba totalmente calmado, ni una sola ola a la vista ni el mas mínimo movimiento sobre el pequeño navío, todo calmado excepto mi pulso que no hacía mas que acelerarse al recordar exactamente esta situación unas horas antes. En ese momento nos habían cortado el rollo pero ahora no había nada que interrumpiese ésto, esta vez podíamos dejar rienda suelta a nuestros instintos más primitivos que ambos habíamos sentido el uno por el otro. La situación iba por el camino de ser el trayecto de una isla a otra más entretenido que jamás había tenido
-Soy chef del gobierno, me dedico a viajar buscando nuevos tipos de alimentos y formas de cocinar.- Menuda mentira le acababa de soltar, siendo sincero tampoco era mentira solo que no era mi puesto de trabajo principal. ¿Y tu? Cuéntame más sobre ti, tienes toda mi atención. - Le dije mirándola fijamente a los ojos sin poder evitar quedarme embobado como había ocurrido en el manantial de la isla. Inconscientemente, mi cuerpo se veía atraído hacia ella como si de un imán se tratase, notaba como cada vez estábamos más y más cerca el uno del otro hasta que llegó el punto en que a mitad de hablar le corté besándola apasionadamente a la vez que mesaba su cabello, acariciaba suavemente su mejilla con el reverso del dedo índice mientras recorría su cara hasta llegar a sus labios nuevamente.-Eres bellisima.
Antes de darme cuenta Gaia estaba como en aquel momento en la fuente, bajo mi cuerpo. El mar estaba totalmente calmado, ni una sola ola a la vista ni el mas mínimo movimiento sobre el pequeño navío, todo calmado excepto mi pulso que no hacía mas que acelerarse al recordar exactamente esta situación unas horas antes. En ese momento nos habían cortado el rollo pero ahora no había nada que interrumpiese ésto, esta vez podíamos dejar rienda suelta a nuestros instintos más primitivos que ambos habíamos sentido el uno por el otro. La situación iba por el camino de ser el trayecto de una isla a otra más entretenido que jamás había tenido
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Me dice que va camino a Lavengre, parece que tenemos las ideas claras.
-¿Por casualidad lees la mente?, justo pensaba decirte de ir a mi casa, ya que no sé si tu tienes -dije mirando alrededor, como si sintiera una sensación extraña.
Decía que era cocinero del gobierno, no sabía si acabar de creerme eso, pero… ¿quién era yo para juzgarle?
-Así que cocinero… -dije, mirándole a los ojos, con un brillo un tanto seductor -ya me cocinaras algo -le dije, pasando mi lengua por mis labios a modo de que lo que prepara debe estar rico.
Finalmente me pregunta por mi vida.
-No tengo mucho que contar, tengo una hermana melliza, que fue igual de entrenada que yo, pero le gustaba más el mundo de la música, mi padre es un marine retirado, estás son sus chapas -le enseño las mismas, donde por un lado pone su nombre, y del otro su rango -y mi madre fue la cocinera donde ellos se conocieron, y enamoraron -dije, mirando al barco, y luego a él.
De nuevo se había quedado embobado mirándome a los ojos, como yo a el, y cuando menos lo esperaba, se abalanzó a besarme, dejándome llevar, mientras sentía de nuevo su cuerpo sobre el mío.
-Me encantas, y lo sabes, pero aquí debemos tener cuidado, de un descuido podemos irnos al fondo del mar, y que sea el fin de Noa y Gaia -dije buscándole las cosquillas por los costados, y por el vientre. Aunque me gusta que me coja desprevenida, lo prefiero en tierra.
-Aish, chico apasionado -dije mirándole a los ojos, sonriendo, con el brillo en mis ojos, en los suyos me veo reflejada, con una mirada de absoluto cariño.
-¿Por casualidad lees la mente?, justo pensaba decirte de ir a mi casa, ya que no sé si tu tienes -dije mirando alrededor, como si sintiera una sensación extraña.
Decía que era cocinero del gobierno, no sabía si acabar de creerme eso, pero… ¿quién era yo para juzgarle?
-Así que cocinero… -dije, mirándole a los ojos, con un brillo un tanto seductor -ya me cocinaras algo -le dije, pasando mi lengua por mis labios a modo de que lo que prepara debe estar rico.
Finalmente me pregunta por mi vida.
-No tengo mucho que contar, tengo una hermana melliza, que fue igual de entrenada que yo, pero le gustaba más el mundo de la música, mi padre es un marine retirado, estás son sus chapas -le enseño las mismas, donde por un lado pone su nombre, y del otro su rango -y mi madre fue la cocinera donde ellos se conocieron, y enamoraron -dije, mirando al barco, y luego a él.
De nuevo se había quedado embobado mirándome a los ojos, como yo a el, y cuando menos lo esperaba, se abalanzó a besarme, dejándome llevar, mientras sentía de nuevo su cuerpo sobre el mío.
-Me encantas, y lo sabes, pero aquí debemos tener cuidado, de un descuido podemos irnos al fondo del mar, y que sea el fin de Noa y Gaia -dije buscándole las cosquillas por los costados, y por el vientre. Aunque me gusta que me coja desprevenida, lo prefiero en tierra.
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-No te preocupes, el mar está calmado y tardaremos al menos tres días en llegar a cualquier isla.- Le dije dándole a entender que pasarían muchas horas hasta que llegásemos a tierra firme. Sin ningún tipo de amenaza a la vista y con el agua tan calmada solo era cuestión de tiempo que ambos nos entregásemos a los placeres del ser humano. Gaia comenzó a hacerme cosquillas por los costados y por el vientre, no sabía hasta que punto iba a ceder, pero estaba claro que no iba a quitarme de encima suya, no tan fácilmente. Me acerqué sutilmente a su oído para, con voz dulce, comenzar a susurrarle. - Dime, ¿Hasta que punto te gusta jugar?- Le pregunté mientras deslizaba mis dedos a lo largo de su pecho hasta llegar a la cintura pasando por encima de la ingle para seguir hasta la rodilla.
Me despegué de su oído bajando al cuello, donde comencé a darle besos y mordiscos suaves. Bajaba por todo su cuerpo parándome unos segundos en cada parte, su hombro, su pecho, su ombligo... Hasta que llegué al pantalón, con una mano bajé suavemente apenas dos o tres dedos de tela, pero la suficiente para ver su ropa interior y seguir con el juego de los mordiscos. Un poco brusco, la levante de debajo mía para con un giro colocarla encima mía mientras que yo quedaba con la espalda apoyada en la vela de la embarcación.
-Dime, ¿Que quieres hacer?- Le pregunté mirándola a los ojos profundamente, para mi aquello era un juego al que me encantaba jugar. Esperaba una respuesta suya mientras con las uñas le dejaba un par de arañazos en la espalda de manera suave, sin clavarlas, simplemente deslizándolas por su piel. "Enséñame hasta quieres que llevemos este juego." No pude evitar soltar una sonrisa pícara al pensar que iba a hacer ahora.
Me despegué de su oído bajando al cuello, donde comencé a darle besos y mordiscos suaves. Bajaba por todo su cuerpo parándome unos segundos en cada parte, su hombro, su pecho, su ombligo... Hasta que llegué al pantalón, con una mano bajé suavemente apenas dos o tres dedos de tela, pero la suficiente para ver su ropa interior y seguir con el juego de los mordiscos. Un poco brusco, la levante de debajo mía para con un giro colocarla encima mía mientras que yo quedaba con la espalda apoyada en la vela de la embarcación.
-Dime, ¿Que quieres hacer?- Le pregunté mirándola a los ojos profundamente, para mi aquello era un juego al que me encantaba jugar. Esperaba una respuesta suya mientras con las uñas le dejaba un par de arañazos en la espalda de manera suave, sin clavarlas, simplemente deslizándolas por su piel. "Enséñame hasta quieres que llevemos este juego." No pude evitar soltar una sonrisa pícara al pensar que iba a hacer ahora.
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Solo me dijo que el mar estaba calmado, y que tardaríamos en llegar. En realidad, estábamos lejos, y pasar el tiempo con este chico guapo no era mala manera de matar el tiempo, me gustaba verle sobre mí, como una pantera sobre su presa. Nos mirábamos a los ojos de forma muy sexual, y apasionada.
Se acercó a mi oído, y me susurro algo que sonó de lo más sexualizado.
-No sé, hasta donde nuestros cuerpos aguanten -dije lamiéndole la oreja, casi metiéndole la punta de la lengua dentro del oído. Según sentía él mi lengua, yo sentía su mano juguetona, bajando desde mi pecho, hasta la rodilla, haciéndome cerrar los ojos a ese dulce contacto, me estaba excitando, no sin antes hacerme tener un escalofrío por todo el cuerpo.
No contento con acariciar mi piel, también comenzó a acariciarlo con sus labios, y a saborearlo con sus dientes, bajaba dándome besos y mordiscos suaves, el mismo recorrido que horas antes inició en el estanque. Me estaba volviendo loca por momentos, hasta que se sacó de encima de mí, y me puso sobre él.
El apoyado en la vela, y yo subida en sus piernas, era algo que nunca pensé que pasaría en un barco, y con ningún chico. Después de ese cambio brusco de posiciones, me pregunta que qué quiero hacer.
-Comerle esa boquita, el cuello, la oreja, su vientre… -eso pensaba, mientras de forma inconsciente empezaba a moverme sobre él, y a la vez sentía sus uñas en mi espalda, me había arañado, de hecho, me había dejado marca. El chico sonrió de forma que me hizo temblar las piernas, una forma demasiado sexy para él, ¿Qué podía esperar de él?, es un chico guapo, sexy, y que dan ganas de comerlo a besos.
-Lo que quiero hacer es no dejar de mirarte a los ojos, y ver cuanto aguante tienes si te hago esto -dije, sonriendo ahora pícaramente, quería enloquecerle, que casi me pidiese que le hiciese mío. Comencé a besar sus labios, suavemente, llegando a su oído, metiendo mi lengua muy despacio, y poco a poco, bajé a su cuello, jugaba entre uno y otro lado, mientras mis manos se movían dentro de su camiseta, acariciándole, y mi cuerpo se movía sobre él, tentando a lo que tenía entre las piernas a clavarse en mi cuerpo.
Se acercó a mi oído, y me susurro algo que sonó de lo más sexualizado.
-No sé, hasta donde nuestros cuerpos aguanten -dije lamiéndole la oreja, casi metiéndole la punta de la lengua dentro del oído. Según sentía él mi lengua, yo sentía su mano juguetona, bajando desde mi pecho, hasta la rodilla, haciéndome cerrar los ojos a ese dulce contacto, me estaba excitando, no sin antes hacerme tener un escalofrío por todo el cuerpo.
No contento con acariciar mi piel, también comenzó a acariciarlo con sus labios, y a saborearlo con sus dientes, bajaba dándome besos y mordiscos suaves, el mismo recorrido que horas antes inició en el estanque. Me estaba volviendo loca por momentos, hasta que se sacó de encima de mí, y me puso sobre él.
El apoyado en la vela, y yo subida en sus piernas, era algo que nunca pensé que pasaría en un barco, y con ningún chico. Después de ese cambio brusco de posiciones, me pregunta que qué quiero hacer.
-Comerle esa boquita, el cuello, la oreja, su vientre… -eso pensaba, mientras de forma inconsciente empezaba a moverme sobre él, y a la vez sentía sus uñas en mi espalda, me había arañado, de hecho, me había dejado marca. El chico sonrió de forma que me hizo temblar las piernas, una forma demasiado sexy para él, ¿Qué podía esperar de él?, es un chico guapo, sexy, y que dan ganas de comerlo a besos.
-Lo que quiero hacer es no dejar de mirarte a los ojos, y ver cuanto aguante tienes si te hago esto -dije, sonriendo ahora pícaramente, quería enloquecerle, que casi me pidiese que le hiciese mío. Comencé a besar sus labios, suavemente, llegando a su oído, metiendo mi lengua muy despacio, y poco a poco, bajé a su cuello, jugaba entre uno y otro lado, mientras mis manos se movían dentro de su camiseta, acariciándole, y mi cuerpo se movía sobre él, tentando a lo que tenía entre las piernas a clavarse en mi cuerpo.
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Luego de preguntarle comenzó a lamerme la oreja, conseguía erizar toda mi piel con tanta facilidad... Comenzó a juguetear por dentro de mi ropa, primero por la camisa y luego rondando el pantalón, se deslizaba por todo mi cuerpo sin compasión ninguna, al final llegó ese momento en que dejé de pensar con la cabeza para simplemente dejarme llevar por la pasión. Saqué las manos de entre su camiseta para, de un tirón, desabrocharle la chaqueta. Puse mis manos cobre su cintura para quitarle toda la ropa de la parte superior de su cuerpo, dejándola únicamente con el sujetador.
Metí la cabeza en su pecho para, suavemente, deslizar mi lengua por sus senos. Me separé luego de su busto y me quité la camiseta, aquí empezaba a sobrar ropa por todas partes. Tal y como estaba sentada encima mía, podía meter la mano en su pantalón, le había desabrochado la cremallera y el botón hacía unos minutos. Comencé a acariciar su pubis por encima de la ropa interior, pasados unos segundo la acerqué salvajemente a mi boca para besarla con pasión. Más pronto de lo que me podía imaginar, notaba como su ropa interior se humedecía a la vez que le cambiaba el color de la cara, estaba colorada.
-¿Estas bien?- Le pregunté a susurros en el oído. Estaba deseando escucharla gemir, hacerla mía en ese bote, hacerla gozar de placer. Saqué la mano de dentro de su pantalón para agarrarla del trasero y acercarla aún más a mi, piel con piel. No pude evitar sonreír y morderme el labio a la vez al verla en esa situación, me encantaba tenerla encima mía.
Metí la cabeza en su pecho para, suavemente, deslizar mi lengua por sus senos. Me separé luego de su busto y me quité la camiseta, aquí empezaba a sobrar ropa por todas partes. Tal y como estaba sentada encima mía, podía meter la mano en su pantalón, le había desabrochado la cremallera y el botón hacía unos minutos. Comencé a acariciar su pubis por encima de la ropa interior, pasados unos segundo la acerqué salvajemente a mi boca para besarla con pasión. Más pronto de lo que me podía imaginar, notaba como su ropa interior se humedecía a la vez que le cambiaba el color de la cara, estaba colorada.
-¿Estas bien?- Le pregunté a susurros en el oído. Estaba deseando escucharla gemir, hacerla mía en ese bote, hacerla gozar de placer. Saqué la mano de dentro de su pantalón para agarrarla del trasero y acercarla aún más a mi, piel con piel. No pude evitar sonreír y morderme el labio a la vez al verla en esa situación, me encantaba tenerla encima mía.
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Éramos puro fuego, estábamos por quemar la madera de aquel barco como siguiésemos así, él estaba caliente, pero no podía negar que yo también lo estaba. Cuando sintió mi lengua por su oreja, yo sentí bajo mis manos como su piel se ponía de gallina, sonreía aun con mi lengua por su piel.
Se dejó llevar, igual que yo, sacó sus manos de dentro de mi camiseta, ¡no!, ¿Por qué?, yo no quería que las sacara, pero… mi sorpresa fue cuando vi cómo me abría la chaqueta de un tirón. Con la ``sorpresa´´ de aquel tirón, me sonreí, y a la vez me impresioné. Al igual que yo, su mirada era totalmente cubierta de llamas de pasión y lujuria.
Después del susodicho tirón, puso sus manos en mi cintura, ese contacto tan directo, piel con piel, me hizo estremecer, cerré los ojos, sintiendo sus manos, mi piel sentía que poco a poco tenía menos ropa, efectivamente, me estaba desnudando, mientras que yo tenía los ojos cerrados, y notaba como me despojaba de mi ropa, dejándome así con el sujetador solo.
No me dio tiempo a abrir los ojos, y ya le notaba entre mis pechos, lamiéndolos con su lengua, ya me tenía enloquecida, di un pequeño gemido, muy leve, no sabía incluso si lo llegó a oír. Abrí los ojos, y esta vez, lo que veía era completamente enloquecedor, se había quitado la camiseta, yo sonreí satisfecha al verle sin camiseta.
Hice un amago de beso, pero cuando iba a hacer eso, noté como metía su mano por mi pantalón, acariciándome la zona púbica. Era todo pasión, porque de nuevo, y con un pequeño gemido al sentirlo, me agarró y me acerco a el de forma salvaje e incontrolablemente apasionado, para besarme como nunca me habían besado. Cerré los ojos, y comencé a gimotear vagamente, abrazándome a su cuello, todo lo de alrededor no existía, solo él y yo. Me puse como un tomate, a la par que notaba mojada mi prenda intima, y entonces… me hablo de forma provocativa por medio de susurros.
-Sí, estoy… bien -me entrecortaba mientras gimoteaba, no recordaba sensaciones como las de este momento, gemía, pero a él aun no lo había oído. Sacó su mano de dentro de mi pantalón, para esta vez agarrarme del culo, y acercarme más aun a él. Me quedé mirándole a los ojos, y le vi sonreír mientras se mordía los labios, una imagen tremendamente erótica, y no menos sexy.
-Ahora vas a saber lo que es bueno, por hacerme chorrear, te parecerá bonito -le dije echándole la lengua, la cual aproveché cerca de su boca para abrirla, y juguetear con su lengua mientras le besaba. Me levanté, y sobre él, comencé a quitarme las botas, y el pantalón, quedándome completamente desnuda sobre él.
De la misma forma, y mirándole a los ojos con una sonrisa de lado, y de vez en cuando mordiéndome los labios, me agaché, para quitarle a él sus pantalones, no sin antes hacer que sintiera las caricias de mis manos por su piel, desde las mejillas, bajando por los hombros, fuertes y duros, por los pectorales, sus abdominales, su cintura, cadera, vientre, hasta que le dejé sin ropa.
Una vez ambos sin ropa, me senté, mirándole a los ojos, le acerqué a mi bruscamente para besarle, mientras comenzaba a rozar mis partes íntimas con las suyas, me sentía gemir en su boca, esta vez a alto tono, no me guardaba ni un solo gemido, abrazada a él, comenzaba a sentir el cielo. En cuanto me pareció que ya era casi inevitable, seguía besándole, con mi mano izquierda rodeando su cuello, abrazada a él, y la mano derecha, obviamente masturbándole lentamente, para poco a poco ir introduciendo lentamente, su erección dentro de mí, quería sentirle de una vez, e iba a ser ya.
Entraba poco a poco, no me quedaba más remedio que cerrar los ojos, morderme los labios, echar la cabeza para atrás, y gemir. Estaba deseando escucharle cantar sus gemidos a él también, así que me empecé a mover un poco más rápido, con la esperanza de oírle de una vez.
-Espero que te guste... amor -dije entre pequeños gemidos, y sonidos de choque suaves entre nuestros cuerpos.
Se dejó llevar, igual que yo, sacó sus manos de dentro de mi camiseta, ¡no!, ¿Por qué?, yo no quería que las sacara, pero… mi sorpresa fue cuando vi cómo me abría la chaqueta de un tirón. Con la ``sorpresa´´ de aquel tirón, me sonreí, y a la vez me impresioné. Al igual que yo, su mirada era totalmente cubierta de llamas de pasión y lujuria.
Después del susodicho tirón, puso sus manos en mi cintura, ese contacto tan directo, piel con piel, me hizo estremecer, cerré los ojos, sintiendo sus manos, mi piel sentía que poco a poco tenía menos ropa, efectivamente, me estaba desnudando, mientras que yo tenía los ojos cerrados, y notaba como me despojaba de mi ropa, dejándome así con el sujetador solo.
No me dio tiempo a abrir los ojos, y ya le notaba entre mis pechos, lamiéndolos con su lengua, ya me tenía enloquecida, di un pequeño gemido, muy leve, no sabía incluso si lo llegó a oír. Abrí los ojos, y esta vez, lo que veía era completamente enloquecedor, se había quitado la camiseta, yo sonreí satisfecha al verle sin camiseta.
Hice un amago de beso, pero cuando iba a hacer eso, noté como metía su mano por mi pantalón, acariciándome la zona púbica. Era todo pasión, porque de nuevo, y con un pequeño gemido al sentirlo, me agarró y me acerco a el de forma salvaje e incontrolablemente apasionado, para besarme como nunca me habían besado. Cerré los ojos, y comencé a gimotear vagamente, abrazándome a su cuello, todo lo de alrededor no existía, solo él y yo. Me puse como un tomate, a la par que notaba mojada mi prenda intima, y entonces… me hablo de forma provocativa por medio de susurros.
-Sí, estoy… bien -me entrecortaba mientras gimoteaba, no recordaba sensaciones como las de este momento, gemía, pero a él aun no lo había oído. Sacó su mano de dentro de mi pantalón, para esta vez agarrarme del culo, y acercarme más aun a él. Me quedé mirándole a los ojos, y le vi sonreír mientras se mordía los labios, una imagen tremendamente erótica, y no menos sexy.
-Ahora vas a saber lo que es bueno, por hacerme chorrear, te parecerá bonito -le dije echándole la lengua, la cual aproveché cerca de su boca para abrirla, y juguetear con su lengua mientras le besaba. Me levanté, y sobre él, comencé a quitarme las botas, y el pantalón, quedándome completamente desnuda sobre él.
De la misma forma, y mirándole a los ojos con una sonrisa de lado, y de vez en cuando mordiéndome los labios, me agaché, para quitarle a él sus pantalones, no sin antes hacer que sintiera las caricias de mis manos por su piel, desde las mejillas, bajando por los hombros, fuertes y duros, por los pectorales, sus abdominales, su cintura, cadera, vientre, hasta que le dejé sin ropa.
Una vez ambos sin ropa, me senté, mirándole a los ojos, le acerqué a mi bruscamente para besarle, mientras comenzaba a rozar mis partes íntimas con las suyas, me sentía gemir en su boca, esta vez a alto tono, no me guardaba ni un solo gemido, abrazada a él, comenzaba a sentir el cielo. En cuanto me pareció que ya era casi inevitable, seguía besándole, con mi mano izquierda rodeando su cuello, abrazada a él, y la mano derecha, obviamente masturbándole lentamente, para poco a poco ir introduciendo lentamente, su erección dentro de mí, quería sentirle de una vez, e iba a ser ya.
Entraba poco a poco, no me quedaba más remedio que cerrar los ojos, morderme los labios, echar la cabeza para atrás, y gemir. Estaba deseando escucharle cantar sus gemidos a él también, así que me empecé a mover un poco más rápido, con la esperanza de oírle de una vez.
-Espero que te guste... amor -dije entre pequeños gemidos, y sonidos de choque suaves entre nuestros cuerpos.
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