Con este van 4...[Privado][Pasado]

Parecía que había conseguido convencerlo, pero me hubiese gustado que se abstuviera de acariciar mi cabeza como si fuera un crio.

- De acuerdo, tú eres el jefe por esta vez. Espera, ¿eres un teniente? –era difícil ocultar el tono de incredulidad en mi pregunta. Miré el uniforme del marine de arriba a abajo.- No veo el beneficio en mentirme con algo así, pero comprenderás que es un poco complicado creer que tu rango no es el de un recluta. –por lo general los marines modificaban su uniforme o lo cambiaban por otro en cuanto dejaban los rangos bajos, motivo por el cual no podía comprender la razón para conservar un uniforme que no lo haría resaltar entre el resto de sus camaradas.

Al parecer había algunos minutos en espera antes de poder entrar en acción, lo cual me permitiría debatir conmigo mismo sobre el rango del marine a modo de distracción mientras esperaba la indicación de Bizvan para actuar.

- ¿Qué es lo que sabemos de él? Mencionó que se encontraba en esta isla por una misión, pero era extraño que un único recluta se viera involucrado en una misión así, aunque al tratarse de un teniente debería contar con la habilidad suficiente para hacerle frente a esta cantidad de enemigos. –la situación no se encontraba de nuestro lado y cualquiera sabría que solo 2 personas no conseguirían hacer nada contra todos esos sujetos, sin embargo ahora había una pequeña posibilidad de conseguir salir bien parado de esto, sin mencionar que podía significar una mayor cantidad de ganancias.

A lo lejos un barco podía verse acercándose a los muelles, lo cual no pasó desapercibido esta vez por mi compañero.- Descuida, no tengo intención de morir hoy, así que solo concéntrate en llevar a cabo tu misión soldado. –traté de sonar gracioso para evitar una tensión innecesaria.

El barco demoró unos pocos minutos en llegar al puerto, para luego apresurarse a replegar las velas y realizar los amarres en el muelle. Aquel que parecía ser el capitán del barco recién llegado se dirigió a charlar con uno de los hombres, mientras que el resto se apresuraba abordar el velero y al poco tiempo se les podía observar llevando cajas y otros objetos en los brazos, los cuales comenzaron a resguardar en su propio barco. La velocidad y coordinación con la cual trabajaban hacia comprender que se encontraban acostumbrados a trabajar de esa forma.

- Oye Bizvan, si vamos a hacer algo, este es el momento indicado. –con algo se suerte si realizábamos un ataque en este instante había una posibilidad de tomar por sorpresa a aquellos trasladando el cargamento y derrotar a una parte que no estaría preparada para pelear.

El momento de la acción había llegado y mi compañero se preparó seriamente para lo que estaba por ocurrir.

Al no estar familiarizado con los rangos marines no podía afirmar si el rango de “Teniente” era algo común o un rango con un nivel de autoridad elevado, pero una cosa era segura, esa armadura no era algo que se le otorgaría a un simple marine.

- Supongo que ya no puedo dudar totalmente de sus palabras. –desconocía si la marina se encargaba de brindar ese tipo de equipamientos a sus hombres, pero de ser así no parecía ser un trabajo tan malo.

El caballero recitó algo y me dirigió unas últimas palabras antes de salir disparado en dirección de los muelles. Durante unos instantes permanecí inmóvil observando la blanca figura mover su espada para cortar a los hombres descargando el cargamento. No hubo vacilación en sus movimientos y aquellos alcanzados por la hoja de su espada perecían.- Es como si estuviera viendo de nuevo a ese fantasma. –ambos marines no tenían duda en acabar con aquellos que consideraban criminales, la única diferencia fue el beneficio de la duda que aparentemente Bizvan les ofreció al esperar tanto antes de optar por ir a confrontarlos.

Tal y como Bizvan especuló, los hombres tras recuperarse de la sorpresa comenzaron a rodearlo y atacarlo. El sonido de armas de fuego comenzó a escucharse, pero en el instante que el marine se vio completamente rodeado cesaron.

- Bien, es mi turno. –estando a punto de abandonar el escondite me detuve para mirar las dagas en mis manos.- Estas cosas solo serán un estorbo. –dejé las armas blancas en el piso, ya que no podía guardarlas entre mis ropas, además de carecer de la habilidad para pelear utilizándolas.

Salí del escondite y comencé a correr directo a los enemigos que se encontraban dándome la espalda. Bizvan me indicó que de ser posible causara un ataque que llamara la atención de los hombres.- ¿Acaso me sugirió que utilizara mi Ki? –aquello sería una buena forma de tomar por sorpresa a mis oponentes, pero el consumo de energía me dejaría muy vulnerable y no me apetecía quedar tan indefenso.

Una idea se formó en mi cabeza y de manera inmediata tomé una de las armas de fuego que llevaba en la parte trasera de mi cinturón. El arma que había escogido al azar resultó ser la pistola, aunque realmente no importaba cuál de las 2 fuese, pues lo importante era el ruido que estas causaban con cada disparo.

Mi presencia pasó desapercibida por completo gracias al caballero que continuaba generando muertes como si de un huracán se tratara. Aproveché aquello para tomar el tiempo necesario para apuntar la pistola hacia uno de los hombres que intentaba buscar una abertura por la cual poder disparar el arma que sostenía en ambas manos. Sujeté la pistola con la mayor fuerza posible y jale el gatillo de manera repetida.

No tengo idea de que ocurrió, pero de todas las balas disparadas solo una impactó en la espalda de mi blanco, el resto no estoy seguro, aunque creo que unas impactaron en enemigos aún más lejanos y otras ni se acercaron. Por otro lado mi mano se encontraba dañada al encontrarse muy cerca de la corredera provocándome un corte, sin mencionar el entumecimiento causado por el retroceso.

- Mierda esta cosa es un asco, ¿qué clase de loco utiliza estas porquerías para pelear? –expresé molesto a causa del daño en mi mano. Con algo de recelo coloqué de nuevo el arma en mi cinturón.

En cuanto a llamar la atención del enemigo, cumplí con mi objetivo, pues los disparos desconcertaron a unos cuantos de los hombres, pero esto también pareció ser la gota que derramó el vaso para el capitán de uno de los barcos.

- ¡Todo se fue al carajo, que le den a David y a su mercancía! –gritó para indicar a sus hombres que se retiraran y aprovecharan el caos para escapar en su navío. A lo cual un muy pequeño grupo de hombres comenzó a correr en dirección del barco, el cual ya había comenzado a preparase para marcharse del lugar.

No me parecía gracioso ver como mi fuente de dinero trataba de escapar, por lo cual sin pensarlo dos veces comencé a correr tras de los hombres.- ¡Yo me hago cargo de estos! –grité para que el marine no se viera abrumado por la huida de uno de los criminales.

Mientras corría, algunos de los hombres que habían sido advertidos de mi presencia por los disparos trataron de detenerme y atacarme, por suerte el hecho de encontrarme en mejor condición física y no faltarme el aliento por intentar pelear contra el marine, me permitieron evitar los ataques y continuar con mi persecución.

El barco comenzaba a alejarse, lo cual me obligó a tener que saltar desde el muelle para intentar aferrarme a los relieves de la madera e intentar escalar hasta la cubierta.

Claro que no había seguridad de conseguir llegar y simplemente podía terminar flotando en el mar.

Con dificultad conseguí sostenerme de las salientes proporcionadas por unos acabados con fines decorativos en la madera. Intenté buscar un punto de apoyo con mis pies, pero el agua del mar provocaba que estos se resbalaran.- Maldición, no creía que fuera tan difícil. –mi tono de voz denotaba esfuerzo por evitar soltarme y dejar escapar al barco.- Tengo que subir sin importar como. –realicé un esfuerzo por intentar impulsarme utilizando solo los brazos.

Escuché como algo caía al agua, pero no creía que fuera nada importante y limité a solo ignorarlo.

Un sonido silbante que se acercaba con velocidad captó mi atención, pero al no poder mover mi cabeza no podía imaginar de qué podría tratarse. De manera repentina una espada se enterró unos centímetros por encima de mis manos, seguido del grito del marine pidiéndole a su madre que cuidara de un chico.- ¿De qué carajo habla, acaso está delirando a causa de una herida? –pensé con algo de intriga por aquellas palabras tan extrañas, pero de improvisto la espada comenzó a cambiar de forma hasta convertirse en un ser parecido a un hombre lobo.

Dejé escapar un pequeño grito a causa de la sorpresa y me solté, sin embargo el lobo me tomó por la muñeca evitando que cayera al mar. El lobo se presentó y aunque su voz era un tanto extraña, no parecía ser una entidad malvada.

- Primero un hombre ahogado y ahora un hombre lobo, el mundo sí que es grande y aun ni siquiera salgo de esta isla. –pensé mientras una sonrisa de emoción se formaba en mi rostro.- Y yo soy Zadeki es un placer conocerte compañero.

Con la ayuda del ser conseguí escalar hasta la cubierta del barco. En el instante que pisamos la madera fuimos descubiertos por el grupo de 5 hombres que se encontraban trabajando para hacer posible la navegación del barco.

Algo que llamó mi atención fue la presencia de una sexta persona. Se trataba una joven amarrada al mástil mayor, parecía estar realizando su mayor esfuerzo por liberarse de los amarres que la retenían, pero todo indicaba que su esfuerzo solo sería en vano, aumentando su frustración como consecuencia del fallo. Uno de sus ojos se encontraba hinchado y morado. De su nariz aún se podía ver sangre escurriendo y su labio inferior presentaba una pequeña partidura que también sangraba.

- ¡Hijo de puta, cuando me libere te arrancaré las bolas y te obligaré a comértelas! –gritó en un intento de desahogarse.

4 de los sujeto tomaron sus sables y corrieron en nuestra dirección mientras el restante comenzaba a gritar para advertir de nuestra presencia al resto de los tripulantes.

El lobo se colocó enfrente de mí, lo cual me hizo recordar el grito de Bizvan.- Che, ese marine se preocupa mucho por los demás en lugar de hacerlo por sí mismo. –mis palabras parecieron captar la atención del lobo pues este movió sus orejas, aunque no realizó ningún comentario solo se limitó enfrentarse a los enemigos.

No tenía intención de dejar pelear solo al lobo, por lo cual también me preparé para apoyarlo en el combate.

2 de los sujetos se vieron interceptados por Madre, mientras que los otros decidieron que el mejor curso de acción era acabar conmigo antes, para luego abrumar al lobo.

Sin indicios de piedad atacaron. Los ataques de estos malditos era muy distintos a los gamberros del callejón, ya que carecían de movimientos incensarios y se limitaban a dirigir las puntas de los sables a zonas vitales, haciéndome retroceder sin oportunidad de buscar una apertura donde poder atacar.

Mi respiración se hacía más agitada, no solo por hecho de encontrarme bajo continuos ataques, sino también por ser la primera vez que en verdad sentía mi vida peligrar. Un solo movimiento en falso y podría terminar con una de esas espadas atravesándome, aquello me provocaba incertidumbre que se reflejaba en mis escasos intentos por pasar a la ofensiva.

Mis enemigos notaron como mis puños temblaban y aunque no había recibido uno de sus ataques, llegaron a la conclusión que no contaba con el valor necesario para contraatacar. Dando como resultado que sus ataques incrementaran y fuesen más variados. Ya no solo realizaban estocadas o tajos, ahora también intentaban golpear y patear para entorpecerme, lo cual consiguieron.

El puño de uno de ellos consiguió conectar en mi rostro derribándome.

- ¡Muevete! –escuché gritar a la chica y por instantes giré por el piso justo antes de que el sable perforara mi cabeza.

La fuerza con la cual el hombre enterró el arma causó que esta se atorara en la cubierta.

Me coloqué de pie mientras limpiaba la sangre que salía de la comisura de mi boca. El dolor aun no se manifestaba, pero mi experiencia me indicó que solo se debía a la adrenalina que comenzaba a fluir por mi cuerpo.

- ¡Tienes un arma! ¿¡Por qué no la ocupas idiota!? –gritó enojada la chica, quizás se refería a las pistolas en la parte trasera de mi pantalón. No es como si la hubiera olvidado, es solo que ya había experimentado lo horribles que eran esas cosas y como podía incluso lastimarme a mí mismo.

- Carajo, me doy asco a mí mismo, ¿Cómo diablos pretendo viajar por el mundo y ser un cazador si estoy asustado de una pelea con un pirata? –una sonrisa amarga se formó en mi rostro.- Debo superar esto. –apreté mis puños con fuerza al punto de causarme dolor a mí mismo.- Debo vencerlos y dejar esa patética imagen atrás.

Corrí en dirección de mis enemigos, de los cuales solo uno prestó atención a mi presencia, mientras que el otro no parecía considerarme una amenaza y continuó intentando recuperar su arma.

Una sonrisa de menosprecio se podía apreciar en el rostro del sujeto que aún empuñaba su arma. Desbordando confianza se colocó en posición de combate, esperando a que me acercara para realizar su ataque.

Todo mi cuerpo se sentía más ligero, mi respiración era calmada y la inseguridad de hace unos segundos había disminuido de manera ligera. No podía afirmar si el auto desprecio me había obligado a afrontar mi temor o solo tener que enfrentarme a un solo enemigo armado había disminuido la presión psicológica sobre mí.

El corte lanzado por mi oponente no había disminuido en poder, seguía siendo el mismo oponente en todo sentido. ¿En ese caso cual era el motivo para ser capaz de esquivar e incluso conseguir realizar mi primer golpe en el estómago del hombre? La diferencia radicaba en 2 factores:
El primero y más obvio, se debía a que esta vez era una pelea uno contra uno. Cuando ambos hombres se coordinaban no dejaban un espacio en el cual poder contraatacar, pues intentar realizar un golpe o patada implicaba quedar expuesto ante el otro bastardo.
El segundo factor consistía en la pequeña semilla incrustada en mi corazón que comenzó a crecer con rapidez llamada miedo. Era verdad que durante mi entrenamiento con el maestro había peleado contra otros estudiantes e incluso hombres mayores, pero esta era la primera vez que enfrentaba a alguien que no dudaba en realizar ataques mortales con armas, para alguien sin experiencia en ese campo fue una gran sorpresa que me tomó desprevenido. Claro que hace algunas horas me había enfrentado a dos enemigos, pero ambos se encontraban desarmados y confundidos por la presencia del marine.

- Qué ingenuo, era obvio que encontraría oponentes que utilizarían todo tipo de armas. Debo recordar eso y entrenar con más esmero. –pensé mientras retrocedía para esquivar un posible ataque, aunque la sorpresa de ser golpeado causó que mi enemigo no atacara por el momento.

Esa era mi oportunidad, debía continuar presionado antes de que el otro sujeto se uniera a la pelea.

El hombre demostró tener experiencia en combate, pues de manera inmediata se recuperó y esperó los momentos oportunos para realizar sus cortes y estocadas. A pesar de encontrarme más determinado, sería estúpido arrojarme de lleno al fuego.

- Carajo, a este paso no seré capaz de derrotarlo, no queda de otra, tendré que apostar en utilizar el Ki. –no había forma de derrotarlo en un combate normal, me superaba tanto en fuerza como en habilidad, pero si utilizaba mi Ki podía acabar con esto de manera fácil, el problema era la escasa energía con la que contaba, solo podría derrotar a uno de ellos y después estaría agotado.- Espero que funcione o estoy perdido.

Respiré profundamente antes de arrojarme directo al enemigo. La espada de este se movió en respuesta de manera descendente y si quería llevar a cabo mi plan debía continuar avanzando. Solo me permití mover un poco mi cuerpo sin frenar mi avance, causándome perder un poco el equilibrio y que la punta del arma consiguiera provocarme un corte diagonal cerca de mi ojo derecho. Un fuerte ardor se desató en mi rostro, seguido de la cálida sensación de algo recorriendo mis mejillas. No podía detenerme, si había perdido mi ojo no podía interrumpir el plan, debía continuar o todo sería en vano.

Acorté la estancia entre ambos y coloqué mi palma en su pecho, para luego producir un proyectil de energía que explotó a quemarropa arrojándolo contra la barandilla del barco y rompiendo la madera haciéndolo caer al mar.

Mi cuerpo se sentía sumamente agotado y mi rostro ardía como si hubiese sido quemado. Quería dejarme caer al piso para descansar y comprobar si mi ojo había sufrido un daño irreparable, sin embargo el plan continuaba en marcha. Derrotar a ese maldito solo era la primera parte, ahora es cuando debía dar lo mejor de mí para continuar de pie y fingir que aún podía continuar peleando.

El otro hombre soltó la empuñadura del sable y dirigió su mirada llena de sorpresa hacia mí. A lo cual respondí extendiendo mi palma en su dirección con intención de ahuyentarlo.

El hombre en respuesta se arrojó a un costado, para luego correr, pero no de la manera que yo desearía. Corría directo a hacia mí con su puño listo para atacar.

- Ah, estoy jodido. –no tenía fuerzas para moverme, ese golpe me dejaría fuera de combate sin duda alguna, había perdido la apuesta y ahora pagaría por ello.

Estaba por dejarme caer de espaldas cuando vi la figura del hombre lobo interceptando de manera veloz el avance del enemigo para enfrentarse a él.

Giré mi cabeza y el piso vi los cuerpos de los que originalmente eran sus oponentes. Si continuaban con vida o no era un misterio para mí, pero sin importar cual fuera el caso, agradecí profundamente su ayuda.

- ¡Oye tú, ven aquí y ayúdame! –escuché gritar a la joven, pero no me sentía con fuerzas como para moverme.- ¿¡Qué diablos esperas!? –parecía comenzar a enojarse más a causa de estar dándole la espalda.- ¡Con un demonio, si me ayudas a vengarme te prometo que haré lo que quieras! –sus gritos comenzaban a taladrar mi cabeza, por lo cual haciendo el mayor esfuerzo posible comencé a caminar hacia el mástil para liberarla.- Eso, sabía que no eras un imbécil como esos bastardos. –su voz estaba más animada al notar mis intenciones.

La cuerda se encontraba bien amarrada, por lo cual me tomó más de lo que desearía deshacer los nudos.- Listo. –dije con un tono de voz agotado.

La joven parecía sonreír con malicia aunque era difícil distinguir a causa de lo hinchado de su rostro.- Te lo gradezco niño, ahora podré matar a ese hijo de puta, oh, de casualidad podrías darme un arma, incluso un cuchillo sería más que suficiente. –la chica parecía medir cerca de un metro y medio. Su cabello presentaba una tonalidad castaño rojizo el cual llegaba hasta sus hombros. Solo era posible ver uno de sus ojos en ese momento, pero este era castaño obscuro. El tono de su piel era ligeramente moreno y no parecía que fuese fruto de pasar horas bajo el sol. Sin duda la parte que más resaltaba era su busto, el cual no era ridículamente grande, pero en contraste con su tamaño y posiblemente su edad, era grande. Se podía decir que era una chica bien desarrollada.- Eso es raro, seguramente su rostro sería lindo y su cuerpo no pasaría por alto, ¿entonces por qué le habrían hecho tanto daño? -era obvio que esta chica no sería una subordinada indisciplinada, lo más probables es que fuese un enemigo de estos piratas y por tanto podría ser una aliada en este momento.

Recordar cómo había dejado las dagas atrás ya que no les veía utilidad casi me hace golpear mi frente con mi palma. Pensé en darle las dos pistolas que tenía, pero al buscarlas con la mano solo sentí el revolver. Fue en ese momento que recordé el sonido de algo cayendo al mar cuando intenté escalar el barco. Aquello era una lástima, pero no había nada por hacer. Tomé el revólver y se lo ofrecí, al igual que la munición extra que había conseguido.

- Esto está cargado y tenías más munición ¿por qué no la utilizaste contra ellos? –preguntó mientras colocaba las balas en uno de los bolsillos de su pantalón.

El sonido de más pisadas nos alertó a todos.

- Parece que no hay tiempo para una charla larga, por cierto mi nombre es Mayra. –la chica sostuvo el arma con firmeza y espero a ver a los piratas.

Madre se encargó del hombre desarmado, lo cual fue un alivio pues aquello significaba un enemigo menos a vencer.

La herida en mi ojo comenzó a arder con mayor fuerza. Aún podía sentir como la sangre resbalaba por mi mejilla.- ¿Qué tan malo será? –con mis dedos comencé a explorar mi herida, la cual comenzaba por encima de mi ceja y descendía de forma diagonal dañando mi parpado y un poco mi mejilla. Intenté abrir mi ojo para comprobar si mi visión se había dañado, pero la sangre entró causándome un poco de dolor, aunque por unos instantes mi visión fue borrosa.- Parece que conseguí evitar quedar tuerto, pero la sangre será una molestia durante la batalla. –claro que eso solo afectaría si mi cuerpo se encontrara en condiciones para llevar a cabo un combate, pero en este instante era solo un estorbo que necesitaba descansar un poco para ser eficiente.

Mayra pareció notar mi expresión de preocupación.- Ya lo entiendo, eso que utilizaste para derrotar a ese sujeto te ha dejado agotado. Descuida, me ayudaste así que no te preocupes, te cubriré mientras recuperas un poco el aliento. –la voz confiada de Mayra era reconfortante, además parecía estar familiarizada con el arma en su mano, no debería tener tantos problemas para defenderse.

Desde un pasillo aparecieron 4 hombres armados con sables, entre ellos se encontraba el capitán.- Con suerte estos serían todos los tripulantes.

Madre se colocó enfrente de Mayra y yo, quizás fuese mi imaginación, pero su expresión era seria y comenzó a emitir unos pequeños gruñidos. Por otra parte el rostro de Mayra se había deformado aún más por la ira, pequeños espasmo se manifestaron en todo su cuerpo y su respiración se hizo más pesada.

Un grito lleno de odio provino de la garganta de Mayra, para luego comenzar a disparar el arma sin detenerse. Las pequeñas explosiones causadas por el revólver se escucharon 5 veces, después el único sonido que se podía escuchar era el clik del percutor golpeando los casquillos vacíos. Mayra parecía estar poseída por la ira pues aunque era imposible que el arma continuara disparando, ella seguía accionando el gatillo.

El ataque de la joven únicamente dañó a uno de los hombres y no fue una herida mortal, solo consiguió perforar su hombro y en respuesta el pirata comenzó a gritar de dolor mientras colocaba su mano en el agujero para intentar detener la sangre. El resto de las balas fallaron gracias a que los enemigos se dispersaron para esquivar los proyectiles.

Tras notar que el arma se encontraba descargada los enemigos se lanzaron directo a nosotros.

Madre nuevamente fue el primero de nuestro grupo en tomar la iniciativa. El lobo humanoide intentó frenar el avance de los tres enemigos, por desgracia solo consiguió hacerle frente a dos de ellos, dejando que el capitán corriera directo hacia nosotros, pero había perdido su sable gracias a uno de los ataques del lobo.

La situación no era buena, miré a Mayra y el rostro de ella se encontraba aun furiosa, pero al menos había dejado de accionar el gatillo y en su lugar se encontraba recargando el arma. Aquello sería tranquilizador de no ser por el hecho del tiempo que le estaba tomando colocar cada una de las balas en el cilindro metálico a causa de tener que tomar cada una de su bolsillo del pantalón. Extrañamente no parecía preocupada por el hombre, de hecho parecía estar feliz de ver como sus probabilidades de acertar los disparos aumentaban. No había indicios de retroceder por parte de la joven, casi parecía ser una especie de reto para ver quien se acobardaría primero.

Al parecer la joven no conseguiría terminar de preparar el arma a tiempo y era probable que el plan del hombre fuera tomar el revólver.

- Ya está muy cerca, mierda ¡Mierda! –a Mayra no le importó la figura del alto hombre que estaba por abalanzarse sobre ella con los brazos preparados para sujetarla del cuello.

Sin poder luchar mi única reacción fue utilizar mi peso para hacer perder el equilibrio del hombre al abalanzarme primero. Ambos caímos al suelo mientras luchaba por aferrarme a él para detenerlo, incluso mordí una de sus manos con tal fuerza que un sabor metálico se esparció por el interior de mi boca. El capitán comenzó a golpear mi rostro en un intento por liberarse de mi mordida, pero solo consiguió que mi mordedura se intensificara, provocando que los golpes se volvieran desesperados y más violentos.

Podía sentir como mi conciencia comenzaba a desvanecerse.- Sin duda esta vez no terminaré bien. –el ultimo puñetazo consiguió que dejara libre la mano de mi enemigo. Mi visión era borrosa, pero aun así podía ver el daño que había provocado.- Creo que tengo carne en los dientes.

Un fuerte sonido se escuchó, para luego ver el rostro del hombre a mi lado con un agujero en su frente. Nuestros ojos hicieron contacto visual durante unos instantes, aun se podía ver un ligero brillo en ellos que poco a poco se extinguía.

Sin poder evitarlo mi conciencia llegó a su límite y me desmayé.

Mi rostro se sentía caliente y un dolor insoportable se extendía por todos lados. En mi boca aún podía saborear la sangre, aunque no podía asegurar si era mía o la del capitán.

Intenté ponerme de pie, pero una mano me detuvo.

- Es mejor que permanezcas recostado un poco más. –la voz de Mayra se podía escuchar más tranquila.

Intenté abrir mis ojos, pero el dolor del lado derecho me impidió abrir ese ojo. Por unos segundos mi visión fue borrosa, parecido a cuando uno se acaba de despertar. Cuando mi visión se adaptó fui capaz de ver el rostro hinchado de la joven. Parecía que mi cabeza descansaba sobre su muslo.

Al parecer comprendió que estaba a punto de preguntar qué había ocurrido.- Descuida, el lobo se encargó de los enemigos restantes y dijo que buscaría la forma de hacer que el barco de la vuelta.

Me relajé al escuchar eso, la tensión en mi cuerpo desapareció y en su lugar una fatiga se manifestó. No era la ausencia de Ki, se trataba de simple agotamiento a causa de lo sucedido.

Mayra colocó una de sus manos en mi mejilla para llamar mi atención, a lo cual reaccioné mirándola.- Es mi culpa que estés así, a pesar de decirte que te cubriría me vi cegada por la ira y fuiste tú quien terminó protegiéndome. –su tono de voz daba a entender que en verdad se sentía culpable.

- No le des importancia, solo no quería arriesgarme a que perdieras el arma y nos mataran con ella. –expliqué para que la chica no se sintiera culpable por el daño que había recibido. No era mi intención parecer un héroe, solo me aseguraba de evitar que ambos muriéramos.

- No, arriesgaste tu vida por una completa desconocida aun estando débil. ¿Qué hubiese hecho si él tenía una daga u otra arma culta? La muerte estuvo muy cerca de ti.

No había considerado esa posibilidad y ahora que reflexionaba había actuado de manera muy imprudente. Había corrido con la suerte de enfrentarme a un enemigo que en verdad se encontraba desarmado.

Mayra parecía estar un poco afecta al comprender que a causa de su obstinación alguien podría haber muerto o incluso ella, aunque la joven parecía darle mayor peso a la vida de otros.

- Descuida, nada grave ocurrió y lo que yo decida hacer es por mi propia voluntad, ¿de acuerdo? Solo soy un cabeza dura que cuando decide hacer algo lo hará sin pensar en las consecuencias. –dije con un tono un tanto más cómico, el cual provocó que Mayra soltara una pequeña risa.

- Ya veo, un cabeza dura… -repitió susurrando.

Decidí que era hora de colocarme de pie, a lo cual la chica protestó, sin embargo repetí eso ser un cabeza dura y al final aceptó a regañadientes dejarme levantar.

Miré a mi alrededor y noté que los tripulantes derrotados se encontraban amarrados y tumbados en el piso. A poca distancia se encontraba el cuerpo del capitán, el cual presentaba más agujeros de balas en la espalda.- No tengo idea que pudo haberle hecho para hacerla enojar a ese grado. –miré de reojo a la joven y parecía estar reflexionando seriamente sobre algo. Debido a lo que ocurrió era seguro que aquello en su mente tenía que ver con su comportamiento, por lo cual no le di mayor importancia.

Había muchas dudas que tenía con respecto a la chica. ¿Por qué se encontraba en el barco? ¿A qué se debía ese odio cegador? ¿Tenía que ver con la condición en la que se encontraba su rostro? Más preguntas comenzaban a surgir, pero no me sentía con la confianza necesaria para preguntar acerca de lo que había ocurrido.

Me acerqué a la barandilla del barco para ver qué tan lejos nos encontrábamos del puerto. La distancia no era largo como creí, pero si decidía nadar sería un tramo largo y agotador.- Ahora entiendo el motivo por el cual Madre fue a cambiar el rumbo. –para el lobo sería en extremo complicado nadar utilizando esa armadura.

El barco comenzó a girar hacia la derecha de manera lenta, indicándome que el lobo se encontraba en el timón dirigiendo el barco de regreso al puerto.

Miraba como poco a poco nos acercábamos al puerto. La brisa salada causaba que mis heridas ardieran un poco, no era muy doloroso pero si una molestia persistente que me hacía arrugar un poco el rostro.

- Oye chico. –la voz de Mayra llamó mi atención causando que me girara para mirarla. En sus manos sostenía una botella de cristal opaco y un pedazo de tela.- Ven, déjame limpiar la herida de tu ojo. –dijo mientras remojaba la tela con el contenido de la botella.

No me apetecía tocar esa herida, pero Mayra se había tomado la molestia de buscar ambos objetos.- Te lo agradezco. –caminé hasta el lugar donde se encontraba ella y le permití limpiar la sangre- ¡Auch! Pensé que era agua. –expresé con dolor al sentir un gran ardor en cuanto la tela humedecida tocó mi piel.

- Disculpa, debí advertirte que era alcohol. –expresó Mayra a la vez que continuaba limpiando con el mayor cuidado posible el área dañada.- No parece que el corte tocara el ojo, tienes mucha suerte.

- Sí, soy un idiota con mucha suerte y me gustaría que jamás se agotara. –suprimí lo mejor que podía las lágrimas que querían comenzar a salir.- Hoy fue un día bastante agitado y lo que más desearía en este momento es conseguir una cama suave y dormir durante horas. Oh, cierto, no me he presentado aún, mi nombres Zadeki. –solo hablaba en un intento por distraerme.

- Zadeki, es un nombre extraño. De acuerdo ya terminé, ahora sería recomendable buscar a un doctor para que realice un trabajo más profesional.

- Gracias de nuevo May, odiaría que se infectara o algo por el estilo.

El barco se detuvo sin problemas cerca en uno de los muelles, permitiéndonos pisar tierra firme otra vez.

El marine parecía estar esperando por nosotros y no parecía haber sufrido ni un solo rasguño o incluso haber ensuciado su blanco uniforme. A su espalda se encontraban una gran cantidad de cadáveres y la que seguramente era la sangre y diferentes trozos de carne de ellos esparcidos por el suelo.- Supongo que ya no puedo poner en duda su rango, aunque aún tengo la duda sobre cuál es la media de poder en cada uno de los rangos marines.

Mayra colocó su mano en mi hombro, parecía estar en alerta a causa de la cantidad de muertos, no podía culparla ya que era difícil determinar si el hombre de pie era un aliado o enemigo con esa escena como primera impresión.

- Yoh, Bizvan me alegro de ver que estás bien. –saludé con un tono bastante amigable para ayudar a tranquilizar a la chica.- Como podrás apreciar por nuestra parte no fue tan sencillo, pero conseguimos evitar que escaparan. –mostré una amplia sonrisa que me haría ver inmaduro.- Antes de que lo olvide, nos vimos obligados a matar el capitán en legítima defensa propia. –estaba seguro en que no había necesidad de justificar su muerte, pero preferí informarle sobre ese detalle.

Mayra parecía estar más relajada al comprender que el Marine era un aliado y alguien a quien conocía.

Un escalofrió recorrió mi espalda al ver al marine acercarse con la aguja en su mano, lo cual pareció divertir a Mayra, pues una pequeña risa provino de mi espalda, aunque no aparté mi mirada de Bizvan quien continuaba acercándose.

El marine me ofreció su ayuda, pero no sin antes advertir que sería una experiencia dolorosa y que una cicatriz me acompañaría por siempre. Aquello no me preocupaba, no era uno de esos hombres que consideraban las cicatrices como símbolo de la masculinidad o símbolos de respeto que demostraban en cuantas batallas habían participado, sin embargo cada vez que la viera recordaría lo cerca que estuve de perder un ojo.

Después de una dolorosa sutura Bizvan me dirigió unas palabras, las cuales se podían resumir en el adiós y la oportunidad de cobrar la recompensas del hombre que se encontraba inconsciente en el piso. Ya había experimentado suficientes emociones por el día de hoy, por lo cual me limité a despedirme del marine con un apretón de manos.

Me acerqué al cuerpo del hombre y noté que Mayra me seguía.

- Me parece que este es el adiós, te deseo lo mejor y de corazón. –expresé con un tono de incomodidad.

- La cosa es que aunque quisiera no puedo regresar a mi hogar.

- Oh, lamento haber dicho eso.

Mayra negó suavemente con su cabeza.- Está bien, no me siento afectada por ello. –no parecía estar mintiendo.- Es por eso que he decidido acompañarte a donde vallas, pues gracias a ti aún estoy con vida.

- Parece un plan… ¿Eh? Espera ¿Acompañarme? ¿Hablas de viajar conmigo? –Mayra sonrió de manera honesta y asintió con la cabeza.- La vedad no estoy interesado en viajar en compañía de alguien más, sin mencionar que actualmente soy lo que algunos llamarían un trotamundos o incluso un vagabundo.

- No tengo problemas con eso, ya decidí que te acompañaré porque soy una cabeza dura que hará lo que decida hacer. –Mayra sonrió de manera amable.- Ahora vamos, hay que ir a cobrar la recompensa de ese sujeto. –la joven se colocó a un costado del hombres y esperó mi ayuda para levantarlo.

No parecía que nada de lo que fuera a decir la haría cambiar de opinión.- Supongo que hoy gané un compañero. –me dije a mi mismo resignado ante lo ocurrido.