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El reino de Greenlyn, una isla recién salida de una guerra civil que ha supuesto grandes cambios a mejor en su población, sin embargo, aún tienen un problema el cual no han sabido solucionar a lo largo de su historia. La fauna de Greenlyn comprende desde alimañas tales como zorros, ciervos, lobos... Hasta seres que van mas allá de la imaginación, uno de estos seres, las Cocatrices, llevan décadas causando estragos en las granjas de los agricultores, dando caza a las vacas, cerdos y gallinas además de destrozar las cosechas. Al principio, este problema lo subsanaba el ejército, pero durante la guerra civil lo pasaron por alto. Sin nada ni nadie que controlase su población, las Cocatrices se han reproducido hasta el punto de ser consideradas una plaga.
Esta petición de control de plaga llegó hasta los oídos de Noa que no tardó en avisar a su aliado de los Crimson Wolves Kimura Hayate, la idea era sencilla, él pasaría por Ennies Lobby a recogerme con su tripulación y pondríamos rumbo a Greenlyn. Así fue como en cosa de siete días alcanzamos el puerto del Este, allí se alzaba la ciudad de Morment, el lugar que albergaba al ejercito del país. Atracamos en el muelle donde nos estaba esperando un mensajero del rey de Greenlyn.-Os estábamos esperando, seguidme, os diré en que consiste la petición.- El hombre de avanzada edad fue directo al grano, sin presentaciones ni demás pomposidades. Nos llevó a un edificio con aspecto medieval del cual colgaban las banderas de la ciudad y la del país. Una vez dentro nos llevó a ambos a un despacho donde comenzó a explicarnos la situación.
Las cocatrices han atemorizado durante demasiado tiempo a los ganaderos y agricultores de la isla, debido a la escasez de efectivos militares nos vemos en la necesidad de pedir ayuda externa para controlar esta plaga.- Luego de la petición, comenzó a darnos información sobre estos seres así como del resto de animales que habitan la isla. Para hacer más amena la misión y evitar ponernos en peligro nos entregó directamente una copia a cada uno con todos los datos, desde descripciones con fotografías hasta sus localizaciones pasando por las capacidades que presuntamente podían tener.
-Gracias buen hombre, cuando volvamos la población de Cocatrices habrá disminuido lo suficiente como para no volver a dar problemas en mucho tiempo.- Le dije al mensajero mientras guardaba la pequeña libreta que me dio entre la ropa para no perderla. Según salíamos del enclave, le comenté a Kimura sobre por donde deberíamos empezar. Por lo que había leído en el informe, todas las criaturas tenían como refugio el bosque que había en la parte Este de la isla a un par de kilómetros de Morment, sería el lugar ideal para comenzar. -¿Que te parece si comenzamos por el bosque? Aunque primero necesitaríamos provisiones.- Luego de decirle aquello saqué rápidamente la libreta, en la isla tenían como monturas a unas peculiares aves doradas, seguro que si pedíamos que nos las prestasen para ayudarles no pondrían pegas. -Disculpa, ¿Donde está el establo de los Pelícaros?- El mensajero nos había acompañado hasta la puerta y había escuchado la conversación con Kimura, se dio cuenta de que prestarnos las monturas podía ser la clave del éxito del exterminio de Cocatrices.
Esta petición de control de plaga llegó hasta los oídos de Noa que no tardó en avisar a su aliado de los Crimson Wolves Kimura Hayate, la idea era sencilla, él pasaría por Ennies Lobby a recogerme con su tripulación y pondríamos rumbo a Greenlyn. Así fue como en cosa de siete días alcanzamos el puerto del Este, allí se alzaba la ciudad de Morment, el lugar que albergaba al ejercito del país. Atracamos en el muelle donde nos estaba esperando un mensajero del rey de Greenlyn.-Os estábamos esperando, seguidme, os diré en que consiste la petición.- El hombre de avanzada edad fue directo al grano, sin presentaciones ni demás pomposidades. Nos llevó a un edificio con aspecto medieval del cual colgaban las banderas de la ciudad y la del país. Una vez dentro nos llevó a ambos a un despacho donde comenzó a explicarnos la situación.
Las cocatrices han atemorizado durante demasiado tiempo a los ganaderos y agricultores de la isla, debido a la escasez de efectivos militares nos vemos en la necesidad de pedir ayuda externa para controlar esta plaga.- Luego de la petición, comenzó a darnos información sobre estos seres así como del resto de animales que habitan la isla. Para hacer más amena la misión y evitar ponernos en peligro nos entregó directamente una copia a cada uno con todos los datos, desde descripciones con fotografías hasta sus localizaciones pasando por las capacidades que presuntamente podían tener.
- Información sobre las criaturas:
- Basilisco:
Una criatura tan poco común que se cree una leyenda incluso en Greenlyn. Viven en cuevas y lugares extremadamente húmedos. Son muy protectores con su territorio. El basilisco adulto mide unos cuatro metros. Mirarlos fijamente a los ojos, produce la muerte.
- Grifos:
Anidan en lo más alto de las montañas y, por lo general, son pacíficos y prefieren huir a combatir, aunque no son precisamente un enemigo débil. Antiguamente se les daba caza por su carne y sus plumas, hasta que la población de grifos se vio tan mermada que el rey en aquel tiempo prohibió la caza del Grifo.
- Lobos huargo:
Lobos del tamaño de caballos adultos. Su fuerza e inteligencia es lo único que los distingue de los lobos normales. Son muy raros y nunca se ha visto una manada junta, aunque se ha visto la rara instancia de un lobo huargo liderando una manada de lobos normales.
- Minotauros:
Criaturas salvajes con aspecto de toro humanoide. Rondan los bosques en solitario, en busca de comida, por lo general una dieta herbívora, aunque no descartan la caza de presas fáciles.
Existen rumores de una tribu de minotauros inteligentes en lo más profundo de los bosques del norte de Greenlyn, aunque nunca nadie ha podido encontrarlos.
- Cocatrices:
Como un basilisco en miniatura, estas bestias son más comunes. Suelen colarse en las granjas por las noches y matar a los animales que habitan esta (cerdos, vacas...). Son una plaga y lo que más odian los habitantes de Greenlyn. A diferencia de su pariente más grane, las cocatrices no pueden volar.
- Pelícaro:
La gran mayoría de estos animales están domesticados por granjeros y demás. ¿Por qué? Porque asustan a las cocatrices. Son pájaros que no pueden volar que en la madurez alcanzan los casi dos metros de alto. Son utilizados como guardianes y como despertador por las mañanas.
- El Ave Fénix:
Nadie sabe si este ave es real. Nunca nadie ha visto una de cerca. Solo han habido avistamientos y todos cuentan lo mismo. Un ave del color de sol en lo más alto del cielo, llevando consigo una larga estela de fuego. Durante generaciones han sido buscados, pero nunca encontrados.
-Gracias buen hombre, cuando volvamos la población de Cocatrices habrá disminuido lo suficiente como para no volver a dar problemas en mucho tiempo.- Le dije al mensajero mientras guardaba la pequeña libreta que me dio entre la ropa para no perderla. Según salíamos del enclave, le comenté a Kimura sobre por donde deberíamos empezar. Por lo que había leído en el informe, todas las criaturas tenían como refugio el bosque que había en la parte Este de la isla a un par de kilómetros de Morment, sería el lugar ideal para comenzar. -¿Que te parece si comenzamos por el bosque? Aunque primero necesitaríamos provisiones.- Luego de decirle aquello saqué rápidamente la libreta, en la isla tenían como monturas a unas peculiares aves doradas, seguro que si pedíamos que nos las prestasen para ayudarles no pondrían pegas. -Disculpa, ¿Donde está el establo de los Pelícaros?- El mensajero nos había acompañado hasta la puerta y había escuchado la conversación con Kimura, se dio cuenta de que prestarnos las monturas podía ser la clave del éxito del exterminio de Cocatrices.
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-¿De verdad me necesitas para cazar cuatro gallos mutantes?
Esas fueron las palabras que le dije nada más vernos en Ennies Lobby, me había dicho que viajase con los Crimson, pero al parecer estaban ocupados y me tocó ir a mí por mi cuenta dejándo a los lobos hacer sus cosas. No tenía nada más importante, y las veces que he estado con este hombre han servido de algo, esperaba que este viaje fuera tan productivo como el último.
Llegamos a la isla donde desembarcamos en el puerto y una persona amablemente nos atendió y nos dio información sobre las criaturas que había allí. El problema estaba con las cocatrices, pero el que realmente me llamó la atención fue el basilisco. Encontrarse con esa criatura sería un verdadero problema.
-Maldita sea Noa, veníamos a liberar una plaga, pero si nos topamos con esto estaremos en serios aprietos. Si ves uno cerca avisame y cierra los ojos, no hay que mirarlos fijamente, y con el Kenbunshoku podremos esquivarle y neutralizarlo si es necesario.
Salimos y me dijo si quería que comenzásemos a buscar por el bosque. Yo pensé que lo normal sería esperar a que caiga la noche, si las cocatrices atacan, estarán próximas y será más fácil cogerlas, y si además vamos viajando con los Pelícaros será todavía más complicado, ya que parece que huyen de estos animales. No obstante no quería tirarme todo el día sin hacer nada.
-Me parece bien, vayamos al bosque.
Aquellas monturas eran bastante bonitas, aunque no consideraba que fuera necesario que las cogiésemos, pero nos las ofrecieron tan amablemente y se les veía tan desesperados, que rechazar la oferta significaría decirles algo del tipo: "No gracias, iremos a nuestro aire y sin prisas, no nos importa vuestros problemas"... Y como que no era plan de hacer algo así.
Nos adentramos al bosque, esas criaturas desde luego era veloces, no podía negarlo, en menos que canta un gallo nos plantamos en el bosque, ni siquiera sabía cuánto habíamos recorrido, me desorienté por un instante, no tenía ni idea de donde estábamos. De pronto un sonido cercano me alertó, me hizo ponerme en guardia y dar un aviso a Noa para que detuviera su montura.
-¿Has escuchado eso?
Unos matojos no muy lejanos se movían, tal vez fuera un gallo, o tal vez un basilisco. Activé mi haki de observación y me mantuve alerta mientras bajaba de la montura y la sujetaba para que no huyese despavorida.
Esas fueron las palabras que le dije nada más vernos en Ennies Lobby, me había dicho que viajase con los Crimson, pero al parecer estaban ocupados y me tocó ir a mí por mi cuenta dejándo a los lobos hacer sus cosas. No tenía nada más importante, y las veces que he estado con este hombre han servido de algo, esperaba que este viaje fuera tan productivo como el último.
Llegamos a la isla donde desembarcamos en el puerto y una persona amablemente nos atendió y nos dio información sobre las criaturas que había allí. El problema estaba con las cocatrices, pero el que realmente me llamó la atención fue el basilisco. Encontrarse con esa criatura sería un verdadero problema.
-Maldita sea Noa, veníamos a liberar una plaga, pero si nos topamos con esto estaremos en serios aprietos. Si ves uno cerca avisame y cierra los ojos, no hay que mirarlos fijamente, y con el Kenbunshoku podremos esquivarle y neutralizarlo si es necesario.
Salimos y me dijo si quería que comenzásemos a buscar por el bosque. Yo pensé que lo normal sería esperar a que caiga la noche, si las cocatrices atacan, estarán próximas y será más fácil cogerlas, y si además vamos viajando con los Pelícaros será todavía más complicado, ya que parece que huyen de estos animales. No obstante no quería tirarme todo el día sin hacer nada.
-Me parece bien, vayamos al bosque.
Aquellas monturas eran bastante bonitas, aunque no consideraba que fuera necesario que las cogiésemos, pero nos las ofrecieron tan amablemente y se les veía tan desesperados, que rechazar la oferta significaría decirles algo del tipo: "No gracias, iremos a nuestro aire y sin prisas, no nos importa vuestros problemas"... Y como que no era plan de hacer algo así.
Nos adentramos al bosque, esas criaturas desde luego era veloces, no podía negarlo, en menos que canta un gallo nos plantamos en el bosque, ni siquiera sabía cuánto habíamos recorrido, me desorienté por un instante, no tenía ni idea de donde estábamos. De pronto un sonido cercano me alertó, me hizo ponerme en guardia y dar un aviso a Noa para que detuviera su montura.
-¿Has escuchado eso?
Unos matojos no muy lejanos se movían, tal vez fuera un gallo, o tal vez un basilisco. Activé mi haki de observación y me mantuve alerta mientras bajaba de la montura y la sujetaba para que no huyese despavorida.
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Al principio a Kimura no se le veía totalmente decidido para la cacería, si, eran gallinas pero más gordas, pero no quita que esta chorrada tuviera una recompensa y que encima hubiesen más criaturas interesante que cazar. Antes de comentarle nada sobre la plaga ya había escuchado rumores sobre criaturas excepcionales en Greenlyn, rumores que le interesarían a cualquier farmacéutico que se aprecie, además que podía ser divertido tener mascotas nuevas en el barco, seguro que Tobi se lo pasa genial intentando no morir mientras les enseña a sentarse. Con las provisiones ya cargadas en los Pelícaros nos apresuramos a adentrarnos en la espesura del bosque, estaba ansioso por encontrarme con algunas de esas maravillosas criaturas, cazar algún ejemplar que otro, disecarlos para obtener medicamentos... Vamos, el motivo real por el que estaba aquí. También quería ayudar a los habitantes claro... Pero si encuentro un pajarraco de estos colorados se viene para casa vamos, del tirón.
Los Pelícaros eran animales realmente ágiles y veloces, en apenas unos minutos nos habíamos plantado en la entrada del bosque, parece que valía la pena montarlos, además era una suerte que los habitantes los domesticasen y criasen como a los caballos. No pasó mucho tiempo desde que nos adentramos hasta que comenzamos a escuchar movimiento en los matorrales, al fin y al cabo las Cocatrices eran una plaga, era normal que las encontrásemos sin esfuerzo. Hayate se alertó al percibir el sonido, conociéndole, seguro que ya habría activado su Haki para detectar esa presencia, por mi parte hice lo mismo, pero su dominio sobre este arte superaba al mío sin lugar a dudas.
Según la libreta que nos dio, los pollos gigantes huían de los Pelícaros pero eso no sirve de nada si su número aumentaba a cada día que pasaba. Desmonté de la dorada ave para atar las riendas en una rama de uno de los árboles que nos rodeaban, allí se quedó la montura comiendo un poco de hierba con insectos mientras por mi parte me acercaba a los matorrales aún con el Mantra activado. A escasos metros de alcanzar el matojo presentí a cuatro seres abalanzarse sobre nosotros, gracias a la combinación del Kami-e con el Kenbushoku esquivarlos fue pan comido. Efectivamente se trataba de cuatro de esos ejemplares que debíamos exterminar. Por lo visto eran criaturas algo hostiles o al menos no dejaban de arremeter dos de ellas contra el pelirrojo, las otras dos hicieron lo propio conmigo aunque no me costó nada arrebatar sus vidas empleando el Shigan a la altura del cuelo, de esa manera cortaba las terminaciones nerviosas y solo había que esperar a que se desangrasen. -Al menos no sentirán dolor.- Dije al ver que, aunque seguían vivas no agonizaban.
- Continuemos Kimura, tenemos que hablar sobre esta expedición. Le dije mientras montaba nuevamente a Chocobo, si, me había encariñado con el Pelícaro y le había puesto nombre. - Mi idea aquí aparte de ayudar al reino de Greenlyn es cazar algunos de los ejemplares de esta libreta, había escuchado rumores sobre los seres excepcionales que habitan aquí y había pensado utilizar a algunos para hacer investigaciones médicas.- Lo que le comentaba a Kimura podía sonar cruel, pero si leías las cosas de las que eran capaces estos animales era imposible que no despertasen la curiosidad de cualquier investigador que se aprecie, a fin de cuentas, donde primero aplicaría los supuestos avances sería para facilitar las cosas a los Crimson, por otro lado, también serían mascotas que Tobias, nuestro domador podría darles el cariño que se merecían, no todo iba a ser caza furtiva.
Los Pelícaros eran animales realmente ágiles y veloces, en apenas unos minutos nos habíamos plantado en la entrada del bosque, parece que valía la pena montarlos, además era una suerte que los habitantes los domesticasen y criasen como a los caballos. No pasó mucho tiempo desde que nos adentramos hasta que comenzamos a escuchar movimiento en los matorrales, al fin y al cabo las Cocatrices eran una plaga, era normal que las encontrásemos sin esfuerzo. Hayate se alertó al percibir el sonido, conociéndole, seguro que ya habría activado su Haki para detectar esa presencia, por mi parte hice lo mismo, pero su dominio sobre este arte superaba al mío sin lugar a dudas.
Según la libreta que nos dio, los pollos gigantes huían de los Pelícaros pero eso no sirve de nada si su número aumentaba a cada día que pasaba. Desmonté de la dorada ave para atar las riendas en una rama de uno de los árboles que nos rodeaban, allí se quedó la montura comiendo un poco de hierba con insectos mientras por mi parte me acercaba a los matorrales aún con el Mantra activado. A escasos metros de alcanzar el matojo presentí a cuatro seres abalanzarse sobre nosotros, gracias a la combinación del Kami-e con el Kenbushoku esquivarlos fue pan comido. Efectivamente se trataba de cuatro de esos ejemplares que debíamos exterminar. Por lo visto eran criaturas algo hostiles o al menos no dejaban de arremeter dos de ellas contra el pelirrojo, las otras dos hicieron lo propio conmigo aunque no me costó nada arrebatar sus vidas empleando el Shigan a la altura del cuelo, de esa manera cortaba las terminaciones nerviosas y solo había que esperar a que se desangrasen. -Al menos no sentirán dolor.- Dije al ver que, aunque seguían vivas no agonizaban.
- Continuemos Kimura, tenemos que hablar sobre esta expedición. Le dije mientras montaba nuevamente a Chocobo, si, me había encariñado con el Pelícaro y le había puesto nombre. - Mi idea aquí aparte de ayudar al reino de Greenlyn es cazar algunos de los ejemplares de esta libreta, había escuchado rumores sobre los seres excepcionales que habitan aquí y había pensado utilizar a algunos para hacer investigaciones médicas.- Lo que le comentaba a Kimura podía sonar cruel, pero si leías las cosas de las que eran capaces estos animales era imposible que no despertasen la curiosidad de cualquier investigador que se aprecie, a fin de cuentas, donde primero aplicaría los supuestos avances sería para facilitar las cosas a los Crimson, por otro lado, también serían mascotas que Tobias, nuestro domador podría darles el cariño que se merecían, no todo iba a ser caza furtiva.
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Mi alerta fue correcta, Noa se acercó a dichos matojos y de pronto unos pollos agresivos mutantes saltaron de ahí para atacarle. Dos fueron a por él, mientras que otras dos me vieron a mí y fueron directamente a atacarme. Gracias a mis reflejos y mi haki de observación lo tuve sencillo, saqué las dagas gemelas Tsuinkaze y de un mismo movimiento les hice un corte en el cuello a las dos cocatrices, las cuales cayeron al suelo inertes al instante.
-Serán muchas, pero son animales salvajes al fin y al cabo. No son ningún tipo de problema.
Seguía preguntándome por qué diantres Noa me había arrastrado hasta aquí, y las palabras que dijo en ese momento me sacaron de dudas. El muy cabroncete me había mentido y utilizado para que le ayudase a ir a por estas criaturas peligrosas, y no me refería precisamente a los gallos estos. Ahora ya estábamos allí, por lo que no había vuelta atrás, pero el muy cabrón me había engañado.
-Maldito Noa. Esta me las pagarás. Más te vale compensar esto por haberme engañado de esta forma.
Sentí algo con mi mantra, envainé las dagas y saqué Igurusureiya casi en un tiempo récord, preparando ya una flecha en la cuerda. Me concentré en mi Kenbunshoku y disparé, había otra de esas cocatrices acercándose. Realmente son una plaga, están por todas partes.
-Sigamos avanzando, tenemos que encontrar donde está la mayor parte de estas criaturas, si queremos acabar con la plaga hay que eliminar el mayor número posible.
-Serán muchas, pero son animales salvajes al fin y al cabo. No son ningún tipo de problema.
Seguía preguntándome por qué diantres Noa me había arrastrado hasta aquí, y las palabras que dijo en ese momento me sacaron de dudas. El muy cabroncete me había mentido y utilizado para que le ayudase a ir a por estas criaturas peligrosas, y no me refería precisamente a los gallos estos. Ahora ya estábamos allí, por lo que no había vuelta atrás, pero el muy cabrón me había engañado.
-Maldito Noa. Esta me las pagarás. Más te vale compensar esto por haberme engañado de esta forma.
Sentí algo con mi mantra, envainé las dagas y saqué Igurusureiya casi en un tiempo récord, preparando ya una flecha en la cuerda. Me concentré en mi Kenbunshoku y disparé, había otra de esas cocatrices acercándose. Realmente son una plaga, están por todas partes.
-Sigamos avanzando, tenemos que encontrar donde está la mayor parte de estas criaturas, si queremos acabar con la plaga hay que eliminar el mayor número posible.
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¡Jajajajajaja!- Me pareció algo cómico el berrinche que Hayate se había pillado por haberle engañado un poco, a fin de cuentas seguimos haciendo una buena acción por los ciudadanos, conseguimos una recompensa suculenta, sería divertido matar alimañas y de paso yo obtenía un par de animales interesantes. Para un marine tendría que estar bien, supongo que el pelirrojo no lo veía con mis ojos, para mi eran todo beneficios, desde lo económico hasta lo profesional además de cubrir mi pasión por la sangre. Supongo que tendré que hacerle algo bonito con algo de las criaturas.
-Te haré algo bonito si conseguimos pillar al pájaro del final de la libreta.- Le dije mientras seguíamos avanzando por la frondosidad del bosque. Me sorprendía el dominio que había adquirido con sus técnicas desde nuestro entrenamiento, sin duda su ascenso estaba siendo meteórico. Avanzábamos a gran velocidad por el espesura, apenas tardamos en encontrar uno de los nidos de Cocatrices en un claro junto a una pequeña formación rocosa. Premio Kimura, parece que nos hemos adentrado bastante en su hábitat. - Dije mientras bajaba de Chocobo, me acercaba andando, sin prisa pero sin pausa mientras por el camino activaba mi armadura. No creí necesario utilizarla entera así que únicamente me equipé los guanteletes junto con las dagas.
-Que siga la caza.- Dije en voz alta justo antes de lanzarme corriendo contra las aves armas en mano. Gracias nuevamente al Mantra, la carnicería resultaba sencilla, este no era el tipo de criaturas que buscaba, pero por jerarquía animal en la isla supuse que ninguna bestia desaprovecharía comida gratis. El hedor de la sangre era intenso, las fosas nasales se resentían incluso, costaba adaptarse al mal olor. Exterminar el nido fue sencillo, pero para mi sorpresa había acertado con la predicción de los depredadores. Un grito estridente desde la parte trasera de los árboles que nos rodeaban fue la llamada para las auténticas bestias que esperaba encontrar.
De los árboles salieron uno cinco Basiliscos como los que mencionaba la libreta. Nada más ver las alas de una de las bestias cerré los ojos haciendo caso a la advertencia al pie de foto. "Una mirada a los ojos y nos vemos en el otro barrio." Aunque era el primero que quería enfrentarlos, lo cierto era que no había pensado ningún plan ni nada para ello,lo único que había tenido en cuenta era no mirarlos pero así no les podría dar caza, al menos no con los métodos tradicionales. Gracias al Mantra podía evadir los picotazos que lanzaban, era sencillo, su fuerza real era matar instantáneamente con la mirada, pero por el resto eran fácilmente predecibles. Necesitaba al menos un ejemplar vivo, pero ahora que lo pensaba, no tenía modo de apresarlos, amordazarlos ni nada por el estilo. -Necesito uno vivo compañero, ¿Alguna idea? - Le pregunté mientras seguía evadiendo los ataques de las peligrosas criaturas.
-Te haré algo bonito si conseguimos pillar al pájaro del final de la libreta.- Le dije mientras seguíamos avanzando por la frondosidad del bosque. Me sorprendía el dominio que había adquirido con sus técnicas desde nuestro entrenamiento, sin duda su ascenso estaba siendo meteórico. Avanzábamos a gran velocidad por el espesura, apenas tardamos en encontrar uno de los nidos de Cocatrices en un claro junto a una pequeña formación rocosa. Premio Kimura, parece que nos hemos adentrado bastante en su hábitat. - Dije mientras bajaba de Chocobo, me acercaba andando, sin prisa pero sin pausa mientras por el camino activaba mi armadura. No creí necesario utilizarla entera así que únicamente me equipé los guanteletes junto con las dagas.
-Que siga la caza.- Dije en voz alta justo antes de lanzarme corriendo contra las aves armas en mano. Gracias nuevamente al Mantra, la carnicería resultaba sencilla, este no era el tipo de criaturas que buscaba, pero por jerarquía animal en la isla supuse que ninguna bestia desaprovecharía comida gratis. El hedor de la sangre era intenso, las fosas nasales se resentían incluso, costaba adaptarse al mal olor. Exterminar el nido fue sencillo, pero para mi sorpresa había acertado con la predicción de los depredadores. Un grito estridente desde la parte trasera de los árboles que nos rodeaban fue la llamada para las auténticas bestias que esperaba encontrar.
De los árboles salieron uno cinco Basiliscos como los que mencionaba la libreta. Nada más ver las alas de una de las bestias cerré los ojos haciendo caso a la advertencia al pie de foto. "Una mirada a los ojos y nos vemos en el otro barrio." Aunque era el primero que quería enfrentarlos, lo cierto era que no había pensado ningún plan ni nada para ello,lo único que había tenido en cuenta era no mirarlos pero así no les podría dar caza, al menos no con los métodos tradicionales. Gracias al Mantra podía evadir los picotazos que lanzaban, era sencillo, su fuerza real era matar instantáneamente con la mirada, pero por el resto eran fácilmente predecibles. Necesitaba al menos un ejemplar vivo, pero ahora que lo pensaba, no tenía modo de apresarlos, amordazarlos ni nada por el estilo. -Necesito uno vivo compañero, ¿Alguna idea? - Le pregunté mientras seguía evadiendo los ataques de las peligrosas criaturas.
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No tardamos en encontrar uno de los nidos de aquellas criaturas, y Noa no tardó en lanzarse al ataque. Como era de esperar salí un poco por detrás de él con las dagas gemelas en las manos y golpeando a esas criaturas y esquivando los picotazos como buenamente podía. No era muy complicado y caían con demasiada facilidad. Para ser una plaga no son criaturas muy problemáticas, me sorprendía que la propia guardia de la ciudad no hiciera nada por cazarlas y reducir su población.
Una vez habían caído todas estábamos Noa y yo observando lo que habíamos montado. En parte me sentía mal por las criaturas, pero su población es tan alta que causan problemas a todo el ecosistema de la isla, por una parte y por otra. De pronto un chirrido me llamó la atención, algo más se aproximaba. Mi mantra me dijo que no era buena señal, eran cinco presencias, cinco criaturas grandes y aladas. Tal vez sea por que tenía en la cabeza que sería peligroso encontrarse con una de esas, o que les habíamos atraído con la carnicería que acabábamos de hacer, pero algo me decía que aquello eran basiliscos.
En cuanto vi aparecer un ala seguida de otro de esos chirridos cerré los ojos y me concentré en mi haki de observación. Uno de esos venía a gran velocidad hacia mí, extendí mi mano y planté un muro con mi energía, haciendo que la criatura se estrellase con algo prácticamente invisible y quedase algo aturdida. La voz de Noa me sacó un poco de mis casillas.
-¿Que quieres uno vivo cabrón? Si te quieres suicidar no cuentes conmigo camarada.
Ese que estaba aturdido lo traté de envolver en mi energía, haciendo una especie de jaula a su alrededor, volviendo que se quedara inmóvil y no tuviera el suficiente movimiento para ejercer la fuerza necesaria para romper esa jaula. Tuve que saltar hacia atrás para evitar el mordisco de otro de esos. De no ser por mi entrenado haki, ahí habría sido un bonito final para mí.
-Noa, tengo uno encerrado. O al menos eso creo, no veo nada.
Lancé una doble onda cortante en forma de equis envuelta en mi viento de kamaitachi con las dagas gemelas. El ataque iba dirigido hacia ese basilisco que me había hecho saltar, debíamos neutralizarlos a todos antes de abrir los ojos, pero el problema era lograr que no nos matasen con solo mirarlos, sobretodo al que quería vivo el señorito peliblanco.
-Eso si, búscatelas tú para taparle los ojos, no cuentes conmigo para eso. Además, ando un poco ocupado ahora mismo.
Volví a esquivar otro ataque, ese basilisco estaba herido, pero eso al parecer solo le había cabreado más.
Una vez habían caído todas estábamos Noa y yo observando lo que habíamos montado. En parte me sentía mal por las criaturas, pero su población es tan alta que causan problemas a todo el ecosistema de la isla, por una parte y por otra. De pronto un chirrido me llamó la atención, algo más se aproximaba. Mi mantra me dijo que no era buena señal, eran cinco presencias, cinco criaturas grandes y aladas. Tal vez sea por que tenía en la cabeza que sería peligroso encontrarse con una de esas, o que les habíamos atraído con la carnicería que acabábamos de hacer, pero algo me decía que aquello eran basiliscos.
En cuanto vi aparecer un ala seguida de otro de esos chirridos cerré los ojos y me concentré en mi haki de observación. Uno de esos venía a gran velocidad hacia mí, extendí mi mano y planté un muro con mi energía, haciendo que la criatura se estrellase con algo prácticamente invisible y quedase algo aturdida. La voz de Noa me sacó un poco de mis casillas.
-¿Que quieres uno vivo cabrón? Si te quieres suicidar no cuentes conmigo camarada.
Ese que estaba aturdido lo traté de envolver en mi energía, haciendo una especie de jaula a su alrededor, volviendo que se quedara inmóvil y no tuviera el suficiente movimiento para ejercer la fuerza necesaria para romper esa jaula. Tuve que saltar hacia atrás para evitar el mordisco de otro de esos. De no ser por mi entrenado haki, ahí habría sido un bonito final para mí.
-Noa, tengo uno encerrado. O al menos eso creo, no veo nada.
Lancé una doble onda cortante en forma de equis envuelta en mi viento de kamaitachi con las dagas gemelas. El ataque iba dirigido hacia ese basilisco que me había hecho saltar, debíamos neutralizarlos a todos antes de abrir los ojos, pero el problema era lograr que no nos matasen con solo mirarlos, sobretodo al que quería vivo el señorito peliblanco.
-Eso si, búscatelas tú para taparle los ojos, no cuentes conmigo para eso. Además, ando un poco ocupado ahora mismo.
Volví a esquivar otro ataque, ese basilisco estaba herido, pero eso al parecer solo le había cabreado más.
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Con su gran pericia, mi compañero marine no solo había logrado capturar uno de esos maravillosos ejemplares, o al menos eso decía, le tenía mucho aprecio a Kimura pero ni de lejos iba a abrir los ojos para ver si era cierto. Él lo garantizaba, así que me fié de su palabra. -¡Cúbreme de los otros basiliscos, yo trataré de taparle los ojos a este!- Le dije a grito pelado. De las presencias que sentía a mi alrededor, una de ellas estaba totalmente inmóvil así que debía ser ese el monstruo que había apresado. Acerqué las manos a la bestia, este no hacía mas que revolverse dentro de la jaula de mi compadre. ¡Ayy! Maldito hijo de...- No pude evitar maldecir mil veces toda su estirpe, esos picotazos dolían, luego del segundo opté por recubrir mis brazos enteros con Haki. -Te vas a enterar cabrón. Le dije confiando en que ahora no podría hacerme daño con su pico. Agarré de la cabeza al basilisco con cuidado pero firme, para no partirle el cuello pero que tampoco se escabullese entre mis dedos. Ya con la cabeza controlada, rasgué mi camisa para agarrar un trozo de tela, le até la venda de tal manera que por mucho que forcejease no se la pudiese soltar, con un nudo por detrás de la cabeza y otro por bajo del pico. -Atrapado. - Le dije al marine esperando que me dijese que tal iba él matando a los otros basiliscos.
Aunque podía sentir su presencia, prefería que Hayate me confirmase la muerte de los restantes, no quería correr riesgos teniendo en cuenta la mortalidad de su mirada, era evidente. -Vamos Kimura, dime como va la faena.- Esperaba ansioso una respuesta positiva por su parte, sobre todo para que me confirmase que seguía vivo. Sería muy reconfortante no tener que ejercer de médico por esta cacería, así que era natural que estuviera inquieto a la espera. Tocaba la cabeza del Basilisco apresado para confirmar y asegurarme de que tenía los ojos correctamente tapados, no quería que por cualquier motivo se le resbalase pues podría significar nuestra muerte.
Aunque podía sentir su presencia, prefería que Hayate me confirmase la muerte de los restantes, no quería correr riesgos teniendo en cuenta la mortalidad de su mirada, era evidente. -Vamos Kimura, dime como va la faena.- Esperaba ansioso una respuesta positiva por su parte, sobre todo para que me confirmase que seguía vivo. Sería muy reconfortante no tener que ejercer de médico por esta cacería, así que era natural que estuviera inquieto a la espera. Tocaba la cabeza del Basilisco apresado para confirmar y asegurarme de que tenía los ojos correctamente tapados, no quería que por cualquier motivo se le resbalase pues podría significar nuestra muerte.
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Cúbreme dice... ¿Quién se ha creído que soy? ¿Su guardaespaldas? Que él se arriesgase todo lo que quisiera, esas criaturas debían caer si quería sobrevivir, y había una forma de lograrlo rápidamente. Activé mi Karatsuyo, mis cabellos se tornaron de un color violáceo a la vez que mi cuerpo experimentaba una explosión de energía. Ahora tan solo debía hacer lo que estaba acostumbrado, pero en esta ocasión sin mis ojos.
Con las dagas gemelas y mi haki activado, utilicé mi bushoushoku para lanzarme directamente con ese cabrón cabreado que venía de nuevo a por mí. El corte le daría sobre la cabeza, pues se escuchó un fuerte chirrido que casi me deja sordo y de pronto dejé de sentir su presencia. Uno menos.
Pero todavía quedaban tres, y atraídos por el chirrido venían a la vez a por mí. Tan solo había una cosa que hacer. Esos seres no parecían ser demasiado duros, mis dagas los habían cortado con relativa facilidad, de modo que esto estaba hecho. Envainé las dagas y solté la cuerda que ataba a Shoidaigariki a mi espalda, esa gran guadaña. Concentré mi poder de energía de fuego y viento y con un gran grito, descargando toda mi energía, lancé una onda cortante en un gran arco hacia adelante, la cual impactó directamente contra el cuello y ala de uno de aquellos basiliscos, haciéndole sufrir una terrible tortura antes de morir desangrado y ahogado.
Me lancé lo más rápido que pude hacia los otros dos. Los sentía bien con mi haki de observación. Esquivé dos picotazos y salté, poniéndome en la espalda de uno de ellos, clavando la punta de la hoja de la guadaña en el lomo de uno de ellos. El grito alertó de mi presencia al que quedaba, el cual atacó como la fiera salvaje que es. Me aparté en el último instante soltando la guadaña, giré sobre mí mismo y cuando el pico se clavó en el lomo de su compañero, donde estaba mi guadaña hacía un momento, le segué el cuello con la propia hoja de la guadaña.
La voz de Noa sonó, al parecer había logrado taparle los ojos a ese ejemplar de Basilisco. Tan solo quedaba uno, y estaba agonizando, no tardaría en morir por sí mismo. Estaban muertos, pero prefería asegurarme de que aún muertos no serían problemas, cogí las cabezas de los que cadáveres y les clavé las dagas para sacarles los ojos, no pensaba jugármela.
-Faena acabada. Más te vale haber hecho lo mismo. Y tranquilo, aún muertos están sin ojos.
Abrí los ojos, eso si, no miré hacia el basilisco que quedaba vivo. No sabía cómo eran todavía, pero desde luego estos cuatro se habían quedado completamente ensangrentados. Casi me darían pena, si no hubieran intentado matarme.
-Asegúrate bien de que la bestia no sea capaz de mirarte. Hay que atarla, no pienso mantener esa jaula todo el tiempo que estemos aquí. ¿Y cómo piensas que nos llevemos este bicho? Demasiado grande para cargarlo.
Con las dagas gemelas y mi haki activado, utilicé mi bushoushoku para lanzarme directamente con ese cabrón cabreado que venía de nuevo a por mí. El corte le daría sobre la cabeza, pues se escuchó un fuerte chirrido que casi me deja sordo y de pronto dejé de sentir su presencia. Uno menos.
Pero todavía quedaban tres, y atraídos por el chirrido venían a la vez a por mí. Tan solo había una cosa que hacer. Esos seres no parecían ser demasiado duros, mis dagas los habían cortado con relativa facilidad, de modo que esto estaba hecho. Envainé las dagas y solté la cuerda que ataba a Shoidaigariki a mi espalda, esa gran guadaña. Concentré mi poder de energía de fuego y viento y con un gran grito, descargando toda mi energía, lancé una onda cortante en un gran arco hacia adelante, la cual impactó directamente contra el cuello y ala de uno de aquellos basiliscos, haciéndole sufrir una terrible tortura antes de morir desangrado y ahogado.
Me lancé lo más rápido que pude hacia los otros dos. Los sentía bien con mi haki de observación. Esquivé dos picotazos y salté, poniéndome en la espalda de uno de ellos, clavando la punta de la hoja de la guadaña en el lomo de uno de ellos. El grito alertó de mi presencia al que quedaba, el cual atacó como la fiera salvaje que es. Me aparté en el último instante soltando la guadaña, giré sobre mí mismo y cuando el pico se clavó en el lomo de su compañero, donde estaba mi guadaña hacía un momento, le segué el cuello con la propia hoja de la guadaña.
La voz de Noa sonó, al parecer había logrado taparle los ojos a ese ejemplar de Basilisco. Tan solo quedaba uno, y estaba agonizando, no tardaría en morir por sí mismo. Estaban muertos, pero prefería asegurarme de que aún muertos no serían problemas, cogí las cabezas de los que cadáveres y les clavé las dagas para sacarles los ojos, no pensaba jugármela.
-Faena acabada. Más te vale haber hecho lo mismo. Y tranquilo, aún muertos están sin ojos.
Abrí los ojos, eso si, no miré hacia el basilisco que quedaba vivo. No sabía cómo eran todavía, pero desde luego estos cuatro se habían quedado completamente ensangrentados. Casi me darían pena, si no hubieran intentado matarme.
-Asegúrate bien de que la bestia no sea capaz de mirarte. Hay que atarla, no pienso mantener esa jaula todo el tiempo que estemos aquí. ¿Y cómo piensas que nos llevemos este bicho? Demasiado grande para cargarlo.
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El verdugo de las criaturas por fin dio señales de vida, aunque le sentía con el Kenbushoku quería me me confirmase su estado. No solo los había matado si no que incluso había apuñado los ojos para asegurarse del todo que no había peligro, sin duda con él se podía decir eso de "hombre precavido vale por dos." Necesitaba conseguir la manera de que no escapase, mi compañero no podría mantener esa jaula toda la vida. - ¿Y si haces jaulas de madera? Al fin y al cabo aquí tenemos mucha madera, es más, podrías hacer una carreta para que las monturas. - Igual me estaba pasando abusando tanto de la confianza de Kimura, debía darle algún motivo para que me ayudase. -Venga, mientras lo haces prometo hacerte la comida mas suculenta que has probado en tu vida.- Le dije tratando de chantajearle.
-Piénsalo de este modo, al ayudar a este reino, estaremos mas cerca de que firmen una alianza con el Gobierno, todo por cazar cuatro aves. Si todo sale bien, seguro que te ganarás una recomendación para ascender.- Le dije tratando de darle una razón convincente para que hiciese las dichosas estructuras pues por la cara que estaba poniendo más bien parecía que me iba a soltar una ostia curiosa. -Sujetaré al Basilisco mientras le haces la jaula. - Dije mientras recubría las dagas con Haki, de un ágil movimiento talé tres arboles cercanos, necesitaría algo para atarlo bien y las lianas de los árboles serían perfectas. Corté un buen puñado de metros de lianas para asegurarme de que no me quedaría corto, seguidamente, le hice una señal a Kim para que lo soltase. Nada más desactivar su técnica, enrollé al basilisco con las lianas, tal y como había quedado parecía una más una fajita de comida picante más que el temido animal por lo que era conocido en Greenlyn.
-Empieza a oscurecer, sería buena idea montar aquí un campamento, voy a hacer fuego y la cena. Así no pasaremos frío y tampoco nos atacarán de noche.- Me acerqué al pelícaro para coger las provisiones, con par de ramas secas de los alrededores y ayudado de mi ámbito de fuego fue sencillo hacer una hoguera sin esfuerzo ninguno. Cogí los ingredientes necesarios para hacer un delicioso arroz con curry, en el tiempo que tardaría en diseñar lo que le había pedido seguro que tendría la cena lista. Antes de darme cuenta la cena estaba preparada. -Vamos a cenar Kim.- Le dije para que se tomase un descanso y pudiera comer tranquilamente. Sabía que era un profesional de la madera, pero era improbable que en apenas veinte minutos tuviera terminada la carreta con las jaulas.
-Piénsalo de este modo, al ayudar a este reino, estaremos mas cerca de que firmen una alianza con el Gobierno, todo por cazar cuatro aves. Si todo sale bien, seguro que te ganarás una recomendación para ascender.- Le dije tratando de darle una razón convincente para que hiciese las dichosas estructuras pues por la cara que estaba poniendo más bien parecía que me iba a soltar una ostia curiosa. -Sujetaré al Basilisco mientras le haces la jaula. - Dije mientras recubría las dagas con Haki, de un ágil movimiento talé tres arboles cercanos, necesitaría algo para atarlo bien y las lianas de los árboles serían perfectas. Corté un buen puñado de metros de lianas para asegurarme de que no me quedaría corto, seguidamente, le hice una señal a Kim para que lo soltase. Nada más desactivar su técnica, enrollé al basilisco con las lianas, tal y como había quedado parecía una más una fajita de comida picante más que el temido animal por lo que era conocido en Greenlyn.
-Empieza a oscurecer, sería buena idea montar aquí un campamento, voy a hacer fuego y la cena. Así no pasaremos frío y tampoco nos atacarán de noche.- Me acerqué al pelícaro para coger las provisiones, con par de ramas secas de los alrededores y ayudado de mi ámbito de fuego fue sencillo hacer una hoguera sin esfuerzo ninguno. Cogí los ingredientes necesarios para hacer un delicioso arroz con curry, en el tiempo que tardaría en diseñar lo que le había pedido seguro que tendría la cena lista. Antes de darme cuenta la cena estaba preparada. -Vamos a cenar Kim.- Le dije para que se tomase un descanso y pudiera comer tranquilamente. Sabía que era un profesional de la madera, pero era improbable que en apenas veinte minutos tuviera terminada la carreta con las jaulas.
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Su idea no era mala, pero no se por qué me daba la sensación que me había traído como su esclavo personal... "Kim necesito uno vivo", "Kim construyele jaulas y una carreta"... Ese maldito aprovechado. Debo reconocer que no es mala idea, pero será un completo coñazo estar todo el rato tallando la madera. No son cosas muy complicadas de fabricar, y es sencillo construir las herramientas que necesito con mi propia energía, con lo cual el proceso sería bastante más sencillo y rápido, pero no me hacía gracia que me utilizase de esa forma. Por lo menos él no se quedaba parado.
Al cabo de un rato estaba yo preparando barrotes para unirlos y conformar las celdas, estaba puliendolos cuando me dijo que había preparado la cena. Le dije que esperara un momento, en 10 minutos más ya tenía la jaula del basilisco perfectamente preparada y fui a cenar con él.
-¿Sabes? Dije que te iba a ayudar, pero a la próxima se sincero con lo que quieres en un principio. Detesto que me mientan de esa forma, y si fueras otra persona te habría dejado aquí y me habría marchado. Por suerte para tí, no puedo decirte que no cuando me pides ayuda Noa. Pero no te aproveches demasiado, piensa que no sería honesto por tu parte negarte cuando te pida ayuda en alguna ocasión -le guiñé un ojo y le miré con una sonrisa irónica, dándole a entender que esta me la pensaba cobrar.
Después de cenar continué tallando la madera, le pedí que cortara algunos tablones de los troncos, esperaba que no la rompiese demasiado, sino la carreta sería bien defectuosa y no tenía cola para pegar, tenía que valerme de mecanismos de encaje para que la estructura no se desmoronase. Y debo aclarar que finalmente me quedó muy bonita, aunque lo acabé por la mañana, no tenía ganas de trabajar a oscuras donde no se veía absolutamente nada.
-Ya lo tienes hecho, tienes suerte de que sean cosas tan sencillas, sino no habría podido hacerlas aquí en mitad de la nada.
No era del todo cierto pero tampoco es que tuviese mucho espacio para poder conformar las estructuras, si no fuera por los árboles que segó él mismo apenas habría tenido espacio. Metimos el basilisco en la jaula y esta la pusimos encima de la carreta, todavía tenía espacio para una criatura igual de grande que este bicho, esperaba que no hiciera falta más que eso.
-Bueno. ¿Seguimos?
Al cabo de un rato estaba yo preparando barrotes para unirlos y conformar las celdas, estaba puliendolos cuando me dijo que había preparado la cena. Le dije que esperara un momento, en 10 minutos más ya tenía la jaula del basilisco perfectamente preparada y fui a cenar con él.
-¿Sabes? Dije que te iba a ayudar, pero a la próxima se sincero con lo que quieres en un principio. Detesto que me mientan de esa forma, y si fueras otra persona te habría dejado aquí y me habría marchado. Por suerte para tí, no puedo decirte que no cuando me pides ayuda Noa. Pero no te aproveches demasiado, piensa que no sería honesto por tu parte negarte cuando te pida ayuda en alguna ocasión -le guiñé un ojo y le miré con una sonrisa irónica, dándole a entender que esta me la pensaba cobrar.
Después de cenar continué tallando la madera, le pedí que cortara algunos tablones de los troncos, esperaba que no la rompiese demasiado, sino la carreta sería bien defectuosa y no tenía cola para pegar, tenía que valerme de mecanismos de encaje para que la estructura no se desmoronase. Y debo aclarar que finalmente me quedó muy bonita, aunque lo acabé por la mañana, no tenía ganas de trabajar a oscuras donde no se veía absolutamente nada.
-Ya lo tienes hecho, tienes suerte de que sean cosas tan sencillas, sino no habría podido hacerlas aquí en mitad de la nada.
No era del todo cierto pero tampoco es que tuviese mucho espacio para poder conformar las estructuras, si no fuera por los árboles que segó él mismo apenas habría tenido espacio. Metimos el basilisco en la jaula y esta la pusimos encima de la carreta, todavía tenía espacio para una criatura igual de grande que este bicho, esperaba que no hiciera falta más que eso.
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Kimura me sermoneó argumentando que haberle mentido había sido un error, no era del todo mentira, solo que habían más cosas sobre la misión que solo le revelé cuando ya estábamos en plena faena. Fuera como fuese, no podía negar que romper su rutina de marine le estaba viniendo genial, tenía ya la cara cuadriculada de tanto protocolo que seguir al pie de la letra. Terminamos de cenar para un rato más tarde ir a dormir, había sido un día agotador, desembarcar, patear media isla aunque técnicamente lo hicieron los Pelícaros, atrapar al Basilisco y además ir exterminando a las Cocatrices. La misión iba por buen camino, a ese ritmo creo que a lo sumo en una semana habríamos acabado con suficientes aves de esas como para que no les diesen problemas durante algún tiempo.
A la mañana siguiente mientras el marine terminaba con el pedido que le había hecho, nos preparé el desayuno, no era bueno ponernos en camino con el estómago vacío, menos aún cuando el ruido de las tripas parecían leones muriendo de hambre. Luego de comer, Hayate terminó la faena de carpintería que le había quedado la noche anterior, para haberlo hecho sin demasiados instrumentos lo cierto era que se había quedado bastante bonito. Ya con todo preparado nos pusimos en marcha a continuar con la cacería. Ahora los Pelícaros cargaban con la carreta y el ejemplar de Basilisco así que nos movíamos bastante mas despacio pero así no se nos escaparía ninguna Cocatriz.
Durante todo ese día encontramos hasta cuatro nidos más de las aves que debíamos erradicar, pero por desgracia no encontrábamos nada más, incluso los Basiliscos que tan fácil habían aparecido tras la masacre del primer nido parecían haber huido de nosotros. -Vaya por dios, hoy parece que será un día más aburrido.- Le dije a mi compañero lamentándome por no habernos topado con otras criaturas. Según avanzábamos llegamos a la altura de un pantano, parecía ser bastante complicado atravesarlo con la carreta, pero podíamos bordearlo sin demasiados problemas. Un par de horas más tarde ya habíamos dejado atrás el lodazal para encontrarnos nuevamente con el bosque que, al poco de sumergirnos en la espesura, comenzaba a empinarse. Habíamos llegado al pie de las montañas. Por lo que tenía entendido extrapolando la información de la libreta, por aquí los habitantes ni se acercaban así que era muy probable que hubiesen muchos más nidos de Cocatrices. Además, estábamos cambiando de hábitat a la montaña, donde presuntamente era el hogar de los grifos y los huargos. Muy a mi pesar, el Ave Fénix no había dado ni señales de vida.
El día había pasado rápido, ya estaba atardeciendo, era el momento perfecto para volver a montar el campamento, cenar y descansar. -Creo que mañana tendremos mejor suerte, comenzamos la montaña, a ver si encontramos criaturas interesantes. Además, ya no deberíamos ver Basiliscos, no hay riesgo de morir a partir de ahora, al menos no de muerte directa. -Le comenté a Kimura mientras comíamos, estas bestias eran las que más nos preocupaban, al fin y al cabo el simple hecho de mirarlas implicaba la muerte súbita. -Descansemos, mañana tendremos más faena.
A la mañana siguiente mientras el marine terminaba con el pedido que le había hecho, nos preparé el desayuno, no era bueno ponernos en camino con el estómago vacío, menos aún cuando el ruido de las tripas parecían leones muriendo de hambre. Luego de comer, Hayate terminó la faena de carpintería que le había quedado la noche anterior, para haberlo hecho sin demasiados instrumentos lo cierto era que se había quedado bastante bonito. Ya con todo preparado nos pusimos en marcha a continuar con la cacería. Ahora los Pelícaros cargaban con la carreta y el ejemplar de Basilisco así que nos movíamos bastante mas despacio pero así no se nos escaparía ninguna Cocatriz.
Durante todo ese día encontramos hasta cuatro nidos más de las aves que debíamos erradicar, pero por desgracia no encontrábamos nada más, incluso los Basiliscos que tan fácil habían aparecido tras la masacre del primer nido parecían haber huido de nosotros. -Vaya por dios, hoy parece que será un día más aburrido.- Le dije a mi compañero lamentándome por no habernos topado con otras criaturas. Según avanzábamos llegamos a la altura de un pantano, parecía ser bastante complicado atravesarlo con la carreta, pero podíamos bordearlo sin demasiados problemas. Un par de horas más tarde ya habíamos dejado atrás el lodazal para encontrarnos nuevamente con el bosque que, al poco de sumergirnos en la espesura, comenzaba a empinarse. Habíamos llegado al pie de las montañas. Por lo que tenía entendido extrapolando la información de la libreta, por aquí los habitantes ni se acercaban así que era muy probable que hubiesen muchos más nidos de Cocatrices. Además, estábamos cambiando de hábitat a la montaña, donde presuntamente era el hogar de los grifos y los huargos. Muy a mi pesar, el Ave Fénix no había dado ni señales de vida.
El día había pasado rápido, ya estaba atardeciendo, era el momento perfecto para volver a montar el campamento, cenar y descansar. -Creo que mañana tendremos mejor suerte, comenzamos la montaña, a ver si encontramos criaturas interesantes. Además, ya no deberíamos ver Basiliscos, no hay riesgo de morir a partir de ahora, al menos no de muerte directa. -Le comenté a Kimura mientras comíamos, estas bestias eran las que más nos preocupaban, al fin y al cabo el simple hecho de mirarlas implicaba la muerte súbita. -Descansemos, mañana tendremos más faena.
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El día fue cuanto más aburrido, nos topamos algún que otro nido, no obstante no presentaron mayor dificultad que el primero. El día pasó terriblemente lento para mí, todo el día andando y con cuidado de que no se le vayese la venda de los ojos al bicho que transportábamos me dejaba en tensión todo el día. Parecía que Noa no era consciente del peligro que corríamos ahí con esa criatura al lado.
Finalmente llegamos a una zona donde el terreno comenzaba a tener una pequeña pendiente, estábamos acercándonos a la montaña, lo cual me dio que pensar que tal vez nos estábamos alejando demasiado como para seguir matando cocatrices, al fin y al cabo...
-Noa, hemos tardado dos días en llegar aquí, las cocatrices que hayan por aquí no van a ser ningún problema para el pueblo, deberíamos regresar e ir más alrededor de la ciudad, que será donde estarán los nidos peligrosos. Además, los pelícaros no podrán subir la cuesta con tanto peso encima.
El basilisco se retorció, lo miré de reojo, la venda no se le había caído, menos mal, ya sería lo que faltaba.
Acampamos allí esa noche, pero algo no me olía demasiado bien. Sentía que algo extraño ocurría, me sentía vigilado entre las sombras, por lo que instintivamente activé mi haki de observación. Tal y como pensé había varias presencias animales alrededor. Posiblemente sean aquellos lobos huargos. Avisé a Noa disimuladamente, se avecinaba una batalla.
Si esas criaturas estaban ahí, era por las presas fáciles, dos pelícaros y un basilisco completamente a su merced, lo tenían completamente fácil. Era momento de ponerse a pelear en igualdad de condiciones. Recordé aquella última vez que estuve entrenando con Noa, traté de desarrollar una técnica superior que no alcancé a perfeccionar por falta de tiempo, ya que nos tocó salir de allí de una forma un tanto precipitada, pero ahora era el momento, tan solo tenía que concentrarme.
Me quedé sentado con las piernas cruzadas, la espada maestra entre las manos, apoyada en las piernas y concentrado en reunir mi energía y en mi haki de observación. Necesitaba acumular la energía necesaria para poder llamar a mi amigo, tal vez en esta ocasión lograría dominar aquella técnica.
Al cabo de unos minutos estaba preparado, pero los lobos huargos todavía no aparecían. Aunque no pasó ni dos minutos más desde ese momento hasta que comenzaron a lanzarse a por las presas "fáciles". Liberé mi energía llamando al lobo, el cual salió en su segunda forma, tal y como lo esperaba. Por lo menos aquél entrenamiento sirvió de algo, mi cuerpo se acostumbró un poco a la técnica y ahora he logrado hacer esto. Ahora sabía como iba, tan solo tenía que entrenarlo.
Mi lobo se abalanzó al cuello de uno de esos huargos, eran igual de grandes, es más, mi fiel camarada se parecía bastante a ellos, el pequeño lobo se había convertido en un huargo blanco, y era precioso... A su modo.
Me lancé a apoyarle, no había demasiados enemigos, y ante el acero no tardan demasiado en caer, aunque debo reconocer que uno de ellos se abalanzó directamente contra mí y me hizo caer al suelo de espaldas, aunque la hoja de mi espada salía por detrás de su cuerpo, concretamente por el cuello. Casi logro levantarme de allí a tiempo para evitar recibir un mordisco en la cabeza, aunque mi invocación me ayudaba a evitar ser herido. Eso es un fiel camarada.
No tardaron en caer, pero algo me decía que esto tan solo era una avanzadilla.
-Noa, no me digas que de estos también quieres uno, por que ahora mismo está tan oscuro que no se si estoy atacando a un huargo o a un pelícaro...
Finalmente llegamos a una zona donde el terreno comenzaba a tener una pequeña pendiente, estábamos acercándonos a la montaña, lo cual me dio que pensar que tal vez nos estábamos alejando demasiado como para seguir matando cocatrices, al fin y al cabo...
-Noa, hemos tardado dos días en llegar aquí, las cocatrices que hayan por aquí no van a ser ningún problema para el pueblo, deberíamos regresar e ir más alrededor de la ciudad, que será donde estarán los nidos peligrosos. Además, los pelícaros no podrán subir la cuesta con tanto peso encima.
El basilisco se retorció, lo miré de reojo, la venda no se le había caído, menos mal, ya sería lo que faltaba.
Acampamos allí esa noche, pero algo no me olía demasiado bien. Sentía que algo extraño ocurría, me sentía vigilado entre las sombras, por lo que instintivamente activé mi haki de observación. Tal y como pensé había varias presencias animales alrededor. Posiblemente sean aquellos lobos huargos. Avisé a Noa disimuladamente, se avecinaba una batalla.
Si esas criaturas estaban ahí, era por las presas fáciles, dos pelícaros y un basilisco completamente a su merced, lo tenían completamente fácil. Era momento de ponerse a pelear en igualdad de condiciones. Recordé aquella última vez que estuve entrenando con Noa, traté de desarrollar una técnica superior que no alcancé a perfeccionar por falta de tiempo, ya que nos tocó salir de allí de una forma un tanto precipitada, pero ahora era el momento, tan solo tenía que concentrarme.
Me quedé sentado con las piernas cruzadas, la espada maestra entre las manos, apoyada en las piernas y concentrado en reunir mi energía y en mi haki de observación. Necesitaba acumular la energía necesaria para poder llamar a mi amigo, tal vez en esta ocasión lograría dominar aquella técnica.
Al cabo de unos minutos estaba preparado, pero los lobos huargos todavía no aparecían. Aunque no pasó ni dos minutos más desde ese momento hasta que comenzaron a lanzarse a por las presas "fáciles". Liberé mi energía llamando al lobo, el cual salió en su segunda forma, tal y como lo esperaba. Por lo menos aquél entrenamiento sirvió de algo, mi cuerpo se acostumbró un poco a la técnica y ahora he logrado hacer esto. Ahora sabía como iba, tan solo tenía que entrenarlo.
Mi lobo se abalanzó al cuello de uno de esos huargos, eran igual de grandes, es más, mi fiel camarada se parecía bastante a ellos, el pequeño lobo se había convertido en un huargo blanco, y era precioso... A su modo.
Me lancé a apoyarle, no había demasiados enemigos, y ante el acero no tardan demasiado en caer, aunque debo reconocer que uno de ellos se abalanzó directamente contra mí y me hizo caer al suelo de espaldas, aunque la hoja de mi espada salía por detrás de su cuerpo, concretamente por el cuello. Casi logro levantarme de allí a tiempo para evitar recibir un mordisco en la cabeza, aunque mi invocación me ayudaba a evitar ser herido. Eso es un fiel camarada.
No tardaron en caer, pero algo me decía que esto tan solo era una avanzadilla.
-Noa, no me digas que de estos también quieres uno, por que ahora mismo está tan oscuro que no se si estoy atacando a un huargo o a un pelícaro...
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Sentía como algo me golpeaba en el brazo, abrí los ojos lentamente aún somnoliento. -No queda más comida Kim, duérmete.- Le dije al ver que había sido él quien me había despertado. Me giré para el otro lado para cerrar nuevamente los ojos y descansar, pero unos minutos después podía sentir el aire alrededor del marine agitándose. Una mala sensación recorrió mi cuerpo haciendo que activase el Kenbushoku para comprobar los alrededores, efectivamente, algo se avecinaba y mi compañero ya estaba preparándose pasa su llegada. -Oh vaya, así que esas tenemos.- Dije en voz baja mientras poco a poco me incorporaba quedando sentado en el sitio, seguía concentrado en el Mantra para controlar a lo que estuviese por ahí.
Miraba a Kimura mientras este se concentraba en su técnica, no quería desviar su atención pero también debía prepararme para cuando nos asaltasen. Aún no había combatido con el poder de mi Akuma no Mi, sabía que tipo de poder me otorgaba y demás pero no lo había puesto a prueba todavía, quizás era el momento de ir cogiéndole el truco a la nitroglicerina. No hacía más que mirar a mi compañero, parecía que estaba preparado para entablar el combate, apenas pasaron unos minutos cuando una jauría de huargos se avalanzó contra nosotros y contra el campamento.
Antes de darme tiempo a ponerme en pie, Hayate había convocado a su particular amiguito para que nos ayudase contra los enormes lobos. El compañero de Kim era mas o menos del mismo tamaño que los huargos, solo que más feo. Ellos se encargaban de proteger la carreta con los especímenes mientras yo enfrentaba a uno de ellos en solitario, sin apenas tiempo a reaccionar se lanzó de un salto contra mi para derribarme, con las pezuñas sobre los hombros logró hacer que perdiese el equilibrio y la estabilidad para caer de espaldas, pero mientras caía tuve tiempo de colocar las manos sobre su cuello. Lo siguiente que ocurrió no sabría decir si fue intencionado o por las circunstancias, pero al agarrarlo por el pescuezo sentí como en las palmas de mis manos se generaba aquella volátil sustancia, la nitroglicerina se activó por la presión del peso cayendo sobre mí lo que originó una explosión con tanta potencia como para mandarlo por los aires con quemaduras de segundo grado y una enorme calva.
El huargo cayó por en medio del bosque a unos cuantos metros de distancia, cabía la posibilidad de que volviese pero la descarté al escucharle gemir como un cachorro al que le han pisado la cola. En el suelo me miré las manos para ver que clase de daños había recibido, por suerte, al ver venir al lobo en medio del aire, instintivamente había activado el Haki armadura, evitando así las quemaduras en mi piel. Luego de alucinar al ver de lo que era capaz apenas aprendiendo a usar la fruta, me levanté corriendo del suelo para ver como se encontraba Kimura, por suerte no había recibido más que algunas magulladuras por parte de los lobos. -Parece que habrá que montar guardia Kimura, los huargos han encontrado presas fáciles.- Le dije señalando a la carreta. Parece que nuestras capturas les atraían, supongo que tendremos que hacer algo.
-Necesito encontrar al Ave Fénix Kimura, si conseguimos capturar un ejemplar podría crear medicinas que revolucionarían el mundo tal y como lo conocemos. - Le dije intentando que se diese cuenta de que no era solo puro capricho mío el querer un ave de estas. -Tengo que pedirte un favor compañero.- Antes de terminar de hablar aparecieron otros cinco huargos más por nuestro campamento, estos parecían mucho más avispados que los otros, al menos no se habían lanzado a lo loco contra nosotros. -Parece que primero tendremos que acabar con estos.- Me crují los dedos y comencé a avanzar, me sentía confiado al haber hecho ese descubrimiento, si utilizaba el Haki sobre mis manos no sufriría los efectos de la nitroglicerina.
Eché a correr contra uno de ellos estando atento a su reacción, pues justo cuando comenzaron a moverse utilicé el Soru junto a un salto para llegar al lomo del huargo sin que este de diese cuenta. Justo en el aire con su parte trasera al descubierto, le golpeé con la palma de la mano bien abierta, el impacto junto con la nitroglicerina hicieron que esa bestia se estampase de golpe contra el suelo producto de la explosión. Por mi parte, salí volando unos cuantos metros en el aire, nada que no pudiese controlar con el Geppou. -Puedo usar las explosiones para impulsarme... Interesante.- Comentaba conmigo mismo mientras paraba en el aire con el Geppou a la vez que volvía a la carga usándolo y además, impulsándome con pequeñas explosiones. Pronto me dí cuenta de que podía moverme por el aire con mucha facilidad casi sin depender de la técnica del Rokushiki además de que lo hacía a mucha mas velocidad. Cerca de otro de los lobos, simplemente dejé de usar la akuma y el Geppou para caer encima suya, un par de Shigan a lo largo de toda la espalda y arreglado, otro que caía de manera sencilla. -¿Como vas Kim?
Miraba a Kimura mientras este se concentraba en su técnica, no quería desviar su atención pero también debía prepararme para cuando nos asaltasen. Aún no había combatido con el poder de mi Akuma no Mi, sabía que tipo de poder me otorgaba y demás pero no lo había puesto a prueba todavía, quizás era el momento de ir cogiéndole el truco a la nitroglicerina. No hacía más que mirar a mi compañero, parecía que estaba preparado para entablar el combate, apenas pasaron unos minutos cuando una jauría de huargos se avalanzó contra nosotros y contra el campamento.
Antes de darme tiempo a ponerme en pie, Hayate había convocado a su particular amiguito para que nos ayudase contra los enormes lobos. El compañero de Kim era mas o menos del mismo tamaño que los huargos, solo que más feo. Ellos se encargaban de proteger la carreta con los especímenes mientras yo enfrentaba a uno de ellos en solitario, sin apenas tiempo a reaccionar se lanzó de un salto contra mi para derribarme, con las pezuñas sobre los hombros logró hacer que perdiese el equilibrio y la estabilidad para caer de espaldas, pero mientras caía tuve tiempo de colocar las manos sobre su cuello. Lo siguiente que ocurrió no sabría decir si fue intencionado o por las circunstancias, pero al agarrarlo por el pescuezo sentí como en las palmas de mis manos se generaba aquella volátil sustancia, la nitroglicerina se activó por la presión del peso cayendo sobre mí lo que originó una explosión con tanta potencia como para mandarlo por los aires con quemaduras de segundo grado y una enorme calva.
El huargo cayó por en medio del bosque a unos cuantos metros de distancia, cabía la posibilidad de que volviese pero la descarté al escucharle gemir como un cachorro al que le han pisado la cola. En el suelo me miré las manos para ver que clase de daños había recibido, por suerte, al ver venir al lobo en medio del aire, instintivamente había activado el Haki armadura, evitando así las quemaduras en mi piel. Luego de alucinar al ver de lo que era capaz apenas aprendiendo a usar la fruta, me levanté corriendo del suelo para ver como se encontraba Kimura, por suerte no había recibido más que algunas magulladuras por parte de los lobos. -Parece que habrá que montar guardia Kimura, los huargos han encontrado presas fáciles.- Le dije señalando a la carreta. Parece que nuestras capturas les atraían, supongo que tendremos que hacer algo.
-Necesito encontrar al Ave Fénix Kimura, si conseguimos capturar un ejemplar podría crear medicinas que revolucionarían el mundo tal y como lo conocemos. - Le dije intentando que se diese cuenta de que no era solo puro capricho mío el querer un ave de estas. -Tengo que pedirte un favor compañero.- Antes de terminar de hablar aparecieron otros cinco huargos más por nuestro campamento, estos parecían mucho más avispados que los otros, al menos no se habían lanzado a lo loco contra nosotros. -Parece que primero tendremos que acabar con estos.- Me crují los dedos y comencé a avanzar, me sentía confiado al haber hecho ese descubrimiento, si utilizaba el Haki sobre mis manos no sufriría los efectos de la nitroglicerina.
Eché a correr contra uno de ellos estando atento a su reacción, pues justo cuando comenzaron a moverse utilicé el Soru junto a un salto para llegar al lomo del huargo sin que este de diese cuenta. Justo en el aire con su parte trasera al descubierto, le golpeé con la palma de la mano bien abierta, el impacto junto con la nitroglicerina hicieron que esa bestia se estampase de golpe contra el suelo producto de la explosión. Por mi parte, salí volando unos cuantos metros en el aire, nada que no pudiese controlar con el Geppou. -Puedo usar las explosiones para impulsarme... Interesante.- Comentaba conmigo mismo mientras paraba en el aire con el Geppou a la vez que volvía a la carga usándolo y además, impulsándome con pequeñas explosiones. Pronto me dí cuenta de que podía moverme por el aire con mucha facilidad casi sin depender de la técnica del Rokushiki además de que lo hacía a mucha mas velocidad. Cerca de otro de los lobos, simplemente dejé de usar la akuma y el Geppou para caer encima suya, un par de Shigan a lo largo de toda la espalda y arreglado, otro que caía de manera sencilla. -¿Como vas Kim?
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Bueno, por lo menos parece que tienen intenciones más honestas en lo que respecta a la captura del día de hoy. Si es cierto que pretende innovar en medicina con lo que consiga del fénix puede ser una gran acción el ayudarle hoy en día. Aunque ya no me quedaba otra opción, estaba metido hasta el cuello en todo esto, y tan solo quedaba continuar hacia adelante.
Cinco nuevos animales salieron cuando Noa estaba a punto de pedirme un favor. Salvado por la campana, supongo. Pero era la ocasión perfecta, mi invocación la hice desaparecer en cuanto habían caído los anteriores huargos, ahora había cinco más, y uno venía directo hacia mí, pero en esta ocasión no se lanzaba. Habrían estado observando la situación, estas criaturas aunque feroces son bastante inteligentes, saben cuando algo no es buena idea. Pero con lo que no contaba era con que apareciera mi lobo huargo y se lanzase a por él.
Así lo hice, cuanto más usaba la técnica, con mayor facilidad me encontraba a la hora de re-utilizarla. Poco a poco le estaba cogiendo el aire a la técnica, no me costaría ya demasiado dominarla, aunque todavía necesitaba estar un poco concentrado para lograr mantenerla bien. Tres huargos delante de mí, uno de mi lado y dos espadas, una en cada mano. Tres contra tres, que vengan cuando quieran.
Dos de ellos se movieron, entonces di la orden a mi compañero animal para que se lanzase a por el tercero, mientras yo me lancé a por los otros dos, no se esperaban que pudiera hacer algo así tal vez, al fin y al cabo no son criaturas muy racionales, no podían imaginarse que tendría alguien más de mi lado.
No tardaron en caer, aunque debo reconocer que me cogieron desprevenido y me hicieron un corte en el brazo derecho con sus garras. El tener que concentrarme más para que el lobo no desapareciera me hizo distraerme un poco, por suerte no era nada del otro mundo
-¿Como vas Kim?
-Míralo tú mismo. Se acabó.
Mi compañero desapareció, no notaba más presencias cercanas, se acabó. De momento. El resto de la noche pasó tranquila, aunque ya estuve alerta en todo momento, apenas ni pude dormir. Cuando amaneció decidí ponerme a practicar mi concentración y a invocar a mi compañero huargo para practicar el uso de la técnica. Era una criatura feroz, pero seguía siendo mi fiel camarada. Continué hasta que Noa se despertó, ya que no era capaz de dormir el resto de la noche.
-Hay que hacer algo Noa, el fénix estará por ahí, pero la carreta no puede avanzar, además cuanto más avancemos mayor concentración de lobos podrá haber, tal vez si la carreta se queda por aquí podríamos defenderla mejor, pero tendríamos que separarnos si tantas ganas tienes de atrapar al fénix. ¿Qué crees que podemos hacer?
Aproveché el momento y volví a sacar al huargo. Pensaba aprovechar hasta el último momento para entrenar esto. Además, sería gracioso que Noa le viese como un enemigo y se lanzase a por él, pues desaparecería antes de que llegase a atacarle.
Cinco nuevos animales salieron cuando Noa estaba a punto de pedirme un favor. Salvado por la campana, supongo. Pero era la ocasión perfecta, mi invocación la hice desaparecer en cuanto habían caído los anteriores huargos, ahora había cinco más, y uno venía directo hacia mí, pero en esta ocasión no se lanzaba. Habrían estado observando la situación, estas criaturas aunque feroces son bastante inteligentes, saben cuando algo no es buena idea. Pero con lo que no contaba era con que apareciera mi lobo huargo y se lanzase a por él.
Así lo hice, cuanto más usaba la técnica, con mayor facilidad me encontraba a la hora de re-utilizarla. Poco a poco le estaba cogiendo el aire a la técnica, no me costaría ya demasiado dominarla, aunque todavía necesitaba estar un poco concentrado para lograr mantenerla bien. Tres huargos delante de mí, uno de mi lado y dos espadas, una en cada mano. Tres contra tres, que vengan cuando quieran.
Dos de ellos se movieron, entonces di la orden a mi compañero animal para que se lanzase a por el tercero, mientras yo me lancé a por los otros dos, no se esperaban que pudiera hacer algo así tal vez, al fin y al cabo no son criaturas muy racionales, no podían imaginarse que tendría alguien más de mi lado.
No tardaron en caer, aunque debo reconocer que me cogieron desprevenido y me hicieron un corte en el brazo derecho con sus garras. El tener que concentrarme más para que el lobo no desapareciera me hizo distraerme un poco, por suerte no era nada del otro mundo
-¿Como vas Kim?
-Míralo tú mismo. Se acabó.
Mi compañero desapareció, no notaba más presencias cercanas, se acabó. De momento. El resto de la noche pasó tranquila, aunque ya estuve alerta en todo momento, apenas ni pude dormir. Cuando amaneció decidí ponerme a practicar mi concentración y a invocar a mi compañero huargo para practicar el uso de la técnica. Era una criatura feroz, pero seguía siendo mi fiel camarada. Continué hasta que Noa se despertó, ya que no era capaz de dormir el resto de la noche.
-Hay que hacer algo Noa, el fénix estará por ahí, pero la carreta no puede avanzar, además cuanto más avancemos mayor concentración de lobos podrá haber, tal vez si la carreta se queda por aquí podríamos defenderla mejor, pero tendríamos que separarnos si tantas ganas tienes de atrapar al fénix. ¿Qué crees que podemos hacer?
Aproveché el momento y volví a sacar al huargo. Pensaba aprovechar hasta el último momento para entrenar esto. Además, sería gracioso que Noa le viese como un enemigo y se lanzase a por él, pues desaparecería antes de que llegase a atacarle.
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El marine también acabó rápido con los Huargos que se le abalanzaron, justo cuando le pregunté estaba deshaciendo su invocación, no sabría decir si lo que salía de él tenía mejor aspecto que los cánidos de la isla... Al menos le hacía caso, no era agraciado pero si obediente. Por la expresión de alivio de Kimura de seguro que también se había dado cuenta gracias a su Mantra de que no quedaban más alimañas en pie. -Será mejor volver a dormirnos.- Se sugerí a Kim aún a sabiendas de que no pegaría ojo en toda la noche, le conocía ya lo suficiente para saber que la preocupación no le dejaría dormir. Para cuando desperté a la mañana siguiente mi compañero no había dormido nada, luego de desayunar, el pelirrojo hizo una sugerencia con la que no había contado. Era cierto que si quería atrapar un Fénix debería ir solo mientras él custodiaba las otras capturas que habíamos hecho.
-No puedo pedirte ese favor Kim, eres mi amigo y no sería justo que además que prácticamente te he engañado para ayudarme, encima te quedes protegiendo la carreta solo por capricho mío.- Le dije al darme cuenta de la situación real en la que nos encontrábamos, por su puesto que quería una de esas aves míticas, pero lo dicho, no podía abusar de la confianza del marine de esa manera. -Debemos encontrar otra solución o simplemente abandonar la idea de capturar al Fénix.- Me dolía decirlo pero era la cruda realidad, además, tampoco era seguro que estuviese en la cordillera.
-Mejor prosigamos con la cacería, si aparece volando siempre puedo perseguirlo en el aire. Además solo es una leyenda,
a saber si existe realmente.- Le dije al marine aunque algo apesadumbrado. Proseguimos la marcha y con ello la exterminación de la plaga que asolaba la isla, no eran ningún problema para nosotros, pero debido a la situación por la que había pasado la isla no podían mandar ni unos cuantos soldados a solucionar el problema. Necesitaban nuestra ayuda y con bastante premura.
Comenzamos a caminar bordeando el pie de la montaña acabando con las Cocatrices, no nos suponian el más mínimo reto ni al marine ni a mi, pero para nuestra sorpresa, otra especie de las que poblaban la vasta isla se acercó a darnos la bienvenida. Desde lo alto del cielo y con un chillido demasiado agudo para mis oídos, dos grifos descendieron desde las montañas para saludarnos lanzándose en picado con las garras por delante. -¡Cuidado!- Me dio tiempo a gritarle al marine, confiaba en que esquivase sin dificultad el envite, pero nunca se sabe. Si nos alcanzaban con esa potencia partirían la carreta y con ello, el Basilisco quedaría libre de las ataduras. Debíamos evitar que la dañasen.
Confié en que su objetivo fuésemos nosotros y no la criatura, con eso en mente utilicé el Geppou para alzar el vuelo, supuse que desviarían su trayectoria fijándome a mi como su objetivo. Por desgracia estaba en lo correcto, estaba en su territorio, el cielo era su hogar y el lugar donde tendrían ventaja. Ellos volaban a placer mientras que yo lo tenía que hacer a impulsos. Nada mas alzarme logré evadir la acometida con la que habrían destrozado el carruaje, pero seguía a su merced. El siguiente ataque de una de las aves me alcanzó de lleno, si no hubiese sido por el Haki armadura habría sido mi final. Con las garras me empujó hasta clavarme en la montaña, dolorido, conseguí despegar el cuerpo de la roca antes de que un segundo ataque me hubiese empalado. -Maldito pajarraco.- Le dije, estaba a su merced en el aire, tenía que pensar algo y rápido.
Solo se me ocurrió tratar de que chocase contra algo lo suficientemente duro como para dejarlo fuera de juego, pero cómo. "Y si..."- Con una ágil maniobra utilizando el Geppou y el impulso extra de la nitroglicerina, conseguí montar a lomos del grifo, inmovilizar las alas iba a ser misión imposible, pero si podía quemarlas para dejarlas inservibles. Desde ahí, agarré las alas con las manos imbuidas en Haki para, una vez bien sujeto, liberar desde las palmas de las manos nitroglicerina. Para mi sorpresa no estalló como de costumbre, pero las alas se empaparon rápidamente con la sustancia, ahora solo debía activarla para dejarlas carbonizadas. No podía crear demasiado explosivo, pero me di cuenta que era mucho mas del que había conseguido el día anterior, estaba mejorando en el uso de la fruta. -Aquí acaba tu vuelo- Le dije al ave soltándola para caer al vacío, antes de despegarme demasiado, creé una esfera de nitroglicerina en la mano para lanzársela.
El choque con el grifo hizo que la estabilidad de la sustancia se alterase y con ello que comenzase una explosión lo suficientemente potente para destrozarle las alas. Caía de manera controlada con el Geppou mientras que mi enemigo se precipitaba de cabeza contra el bosque, no sabía como acabó realmente, pero el impacto contra el suelo se escuchó incluso a más de cien metros a la redonda, seguramente el grifo murió del choque. Me giré para ver como le iban las cosas al marine, seguro que se las podía apañar pero por si acaso.
-No puedo pedirte ese favor Kim, eres mi amigo y no sería justo que además que prácticamente te he engañado para ayudarme, encima te quedes protegiendo la carreta solo por capricho mío.- Le dije al darme cuenta de la situación real en la que nos encontrábamos, por su puesto que quería una de esas aves míticas, pero lo dicho, no podía abusar de la confianza del marine de esa manera. -Debemos encontrar otra solución o simplemente abandonar la idea de capturar al Fénix.- Me dolía decirlo pero era la cruda realidad, además, tampoco era seguro que estuviese en la cordillera.
-Mejor prosigamos con la cacería, si aparece volando siempre puedo perseguirlo en el aire. Además solo es una leyenda,
a saber si existe realmente.- Le dije al marine aunque algo apesadumbrado. Proseguimos la marcha y con ello la exterminación de la plaga que asolaba la isla, no eran ningún problema para nosotros, pero debido a la situación por la que había pasado la isla no podían mandar ni unos cuantos soldados a solucionar el problema. Necesitaban nuestra ayuda y con bastante premura.
Comenzamos a caminar bordeando el pie de la montaña acabando con las Cocatrices, no nos suponian el más mínimo reto ni al marine ni a mi, pero para nuestra sorpresa, otra especie de las que poblaban la vasta isla se acercó a darnos la bienvenida. Desde lo alto del cielo y con un chillido demasiado agudo para mis oídos, dos grifos descendieron desde las montañas para saludarnos lanzándose en picado con las garras por delante. -¡Cuidado!- Me dio tiempo a gritarle al marine, confiaba en que esquivase sin dificultad el envite, pero nunca se sabe. Si nos alcanzaban con esa potencia partirían la carreta y con ello, el Basilisco quedaría libre de las ataduras. Debíamos evitar que la dañasen.
Confié en que su objetivo fuésemos nosotros y no la criatura, con eso en mente utilicé el Geppou para alzar el vuelo, supuse que desviarían su trayectoria fijándome a mi como su objetivo. Por desgracia estaba en lo correcto, estaba en su territorio, el cielo era su hogar y el lugar donde tendrían ventaja. Ellos volaban a placer mientras que yo lo tenía que hacer a impulsos. Nada mas alzarme logré evadir la acometida con la que habrían destrozado el carruaje, pero seguía a su merced. El siguiente ataque de una de las aves me alcanzó de lleno, si no hubiese sido por el Haki armadura habría sido mi final. Con las garras me empujó hasta clavarme en la montaña, dolorido, conseguí despegar el cuerpo de la roca antes de que un segundo ataque me hubiese empalado. -Maldito pajarraco.- Le dije, estaba a su merced en el aire, tenía que pensar algo y rápido.
Solo se me ocurrió tratar de que chocase contra algo lo suficientemente duro como para dejarlo fuera de juego, pero cómo. "Y si..."- Con una ágil maniobra utilizando el Geppou y el impulso extra de la nitroglicerina, conseguí montar a lomos del grifo, inmovilizar las alas iba a ser misión imposible, pero si podía quemarlas para dejarlas inservibles. Desde ahí, agarré las alas con las manos imbuidas en Haki para, una vez bien sujeto, liberar desde las palmas de las manos nitroglicerina. Para mi sorpresa no estalló como de costumbre, pero las alas se empaparon rápidamente con la sustancia, ahora solo debía activarla para dejarlas carbonizadas. No podía crear demasiado explosivo, pero me di cuenta que era mucho mas del que había conseguido el día anterior, estaba mejorando en el uso de la fruta. -Aquí acaba tu vuelo- Le dije al ave soltándola para caer al vacío, antes de despegarme demasiado, creé una esfera de nitroglicerina en la mano para lanzársela.
El choque con el grifo hizo que la estabilidad de la sustancia se alterase y con ello que comenzase una explosión lo suficientemente potente para destrozarle las alas. Caía de manera controlada con el Geppou mientras que mi enemigo se precipitaba de cabeza contra el bosque, no sabía como acabó realmente, pero el impacto contra el suelo se escuchó incluso a más de cien metros a la redonda, seguramente el grifo murió del choque. Me giré para ver como le iban las cosas al marine, seguro que se las podía apañar pero por si acaso.
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Esta isla tiene más peligros que la maldita flota de un Yonkou. Ahora nos atacaban grifos, o por lo menos eso parecía que era según la libreta que nos dieron con información sobre las criaturas. Pude ver como Noa se lanzaba con esa técnica suya que le hacía caminar por el aire. Muy útil a decir verdad, sobretodo para los usuarios. Pero ahora me encontraba con una criatura que volaba en picado hacia mí. Me subí de un salto a la jaula donde estaba el basilisco y me concentré.
Cuando estaba cerca lancé una ráfaga de viento cortante con intenciones de desestabilizar y hacer caer al grifo al suelo. Cayó pero casi me lleva por delante, el viento de Kamaitachi le dejó heridas por todo el cuerpo y la mitad de su plumaje desapareció, por consecuencia el animal estaba bastante enfurecido. Era el momento del ataque, y puesto que estaba tratando de dominar mi técnica de invocación, volví a lanzar al huargo contra el grifo.
Mi compañero se lanzó a por él, pero este de un golpe con el ala consiguió apartarlo, aunque con un chirrido bastante característico de dolor. Mi compañero es un ser de pura energía, un lobo como tal, pero las habilidades que utilizan mi energía propia hacen que esta sea tan dura como el acero, ese grifo ha pegado un aletazo a un lobo tan duro como el acero, ha conseguido apartarlo, pero en consecuencia ha perdido un ala. Mientras la criatura se duele, el huargo le ataca directamente a la otra ala. Al fin y al cabo un lobo es una criatura que ataca a las partes más vulnerables, por ello cuando vio al grifo vulnerable en el suelo fue directamente a su cuello, arrancándole una buena parte y matándolo al fin.
Al instante escuché una explosión, miré hacia arriba y pude ver a Noa cayendo. Hice desaparecer a la invocación en lo que éste llegaba al suelo. Parecía que ya lo iba controlando, ahora tan solo necesitaba un motivo para liberar a la forma más grande, si conseguía hacerlo bien sin necesitar mucho tiempo para ello, tal vez tendría la técnica dominada, no podía esperar para ver los resultados.
-Cada vez vienen más Noa. Creo que será hora de volvernos, ya hemos acabado con un buen número de cocatrices.
Debía ser el momento, tan solo esperaba no volver a encontrarnos con muchas más criaturas difíciles como los basiliscos, además que no son el único problema. Según la libreta todavía quedaba alguna criatura, no recordaba cual, pero cuando lo leí pensé que había un par de ellas con las que debería de tener cuidado.
Cuando estaba cerca lancé una ráfaga de viento cortante con intenciones de desestabilizar y hacer caer al grifo al suelo. Cayó pero casi me lleva por delante, el viento de Kamaitachi le dejó heridas por todo el cuerpo y la mitad de su plumaje desapareció, por consecuencia el animal estaba bastante enfurecido. Era el momento del ataque, y puesto que estaba tratando de dominar mi técnica de invocación, volví a lanzar al huargo contra el grifo.
Mi compañero se lanzó a por él, pero este de un golpe con el ala consiguió apartarlo, aunque con un chirrido bastante característico de dolor. Mi compañero es un ser de pura energía, un lobo como tal, pero las habilidades que utilizan mi energía propia hacen que esta sea tan dura como el acero, ese grifo ha pegado un aletazo a un lobo tan duro como el acero, ha conseguido apartarlo, pero en consecuencia ha perdido un ala. Mientras la criatura se duele, el huargo le ataca directamente a la otra ala. Al fin y al cabo un lobo es una criatura que ataca a las partes más vulnerables, por ello cuando vio al grifo vulnerable en el suelo fue directamente a su cuello, arrancándole una buena parte y matándolo al fin.
Al instante escuché una explosión, miré hacia arriba y pude ver a Noa cayendo. Hice desaparecer a la invocación en lo que éste llegaba al suelo. Parecía que ya lo iba controlando, ahora tan solo necesitaba un motivo para liberar a la forma más grande, si conseguía hacerlo bien sin necesitar mucho tiempo para ello, tal vez tendría la técnica dominada, no podía esperar para ver los resultados.
-Cada vez vienen más Noa. Creo que será hora de volvernos, ya hemos acabado con un buen número de cocatrices.
Debía ser el momento, tan solo esperaba no volver a encontrarnos con muchas más criaturas difíciles como los basiliscos, además que no son el único problema. Según la libreta todavía quedaba alguna criatura, no recordaba cual, pero cuando lo leí pensé que había un par de ellas con las que debería de tener cuidado.
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Ya habían pasado unos cuantos días desde que partimos de la ciudad para la exterminación hasta que nos encontramos con los grifos, habíamos acabado con una inmensa cantidad de cocatrices. Kimura parecía aburrido de hacer esto constantemente, pero al fin y al cabo era su tarea como marine, proteger a los ciudadanos. Luego del enfrentamiento contra las aves voladoras sugirió que volviésemos a la ciudad, la misión estaba ya completada puesto que habíamos destruido una veintena de los nidos de las criaturas. -Supongo que ya va siendo hora de volver a informar de las Cocatrices.- Le dije al pelirrojo, ya habíamos cumplido con creces la misión. -¿Que te parece si para terminar en vez de volver por el mismo camino, lo hacemos por otro diferente? De todos modos, cuantos más nidos destrocemos mejor para la isla.
Me gustaría que los habitantes de la isla no tuvieran que preocuparse en mucho tiempo por las Cocatrices. Continuamos el camino, la idea era dar un rodeo para volver, la ruta era similar a la de la ida pero con la excepción de que no nos toparíamos con pantanos ni ciénagas. El trayecto era monótono, aparecían Cocatrices, caían a nuestros pies y vuelta a empezar, pasó algún tiempo hasta que nos encontramos con algo realmente interesante. Un alarido desde las entrañas de la espesura hacía temerme lo peor, solo quedaban dos bestias por aparecer y dudo mucho que un ave gritase de esa manera, los minotauros hicieron acto de presencia.
Las ramas de los árboles se zarandeaban de lado a lado mientras algunas caían al suelo. Ahí se alzaban imponentes cuatro protectores del bosque. Aparecieron cada uno por un lado rodeando así la carreta. -Oh, más criaturas. La verdad es que si estoy deseando terminar la misión.- Le dije a Kimura con aires prepotentes. Claro que estaba preocupado, pero luego de combatir contra los Freakous en Ireos, cuatro minotauros no deberían ser nada para nosotros.
Me gustaría que los habitantes de la isla no tuvieran que preocuparse en mucho tiempo por las Cocatrices. Continuamos el camino, la idea era dar un rodeo para volver, la ruta era similar a la de la ida pero con la excepción de que no nos toparíamos con pantanos ni ciénagas. El trayecto era monótono, aparecían Cocatrices, caían a nuestros pies y vuelta a empezar, pasó algún tiempo hasta que nos encontramos con algo realmente interesante. Un alarido desde las entrañas de la espesura hacía temerme lo peor, solo quedaban dos bestias por aparecer y dudo mucho que un ave gritase de esa manera, los minotauros hicieron acto de presencia.
Las ramas de los árboles se zarandeaban de lado a lado mientras algunas caían al suelo. Ahí se alzaban imponentes cuatro protectores del bosque. Aparecieron cada uno por un lado rodeando así la carreta. -Oh, más criaturas. La verdad es que si estoy deseando terminar la misión.- Le dije a Kimura con aires prepotentes. Claro que estaba preocupado, pero luego de combatir contra los Freakous en Ireos, cuatro minotauros no deberían ser nada para nosotros.
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Parecía buena idea esa de volver a la ciudad rodeandola por otro camino, así si nos topábamos con nuevos nidos acabaríamos con ellos. Con lo que no contábamos era con la suerte que tenemos Noa y yo con criaturas peligrosas en un bosque, tal vez habría sido mejor idea volver a desandar lo andado, pues lo que nos topamos en esta ocasión fue demasiado ya. No teníamos bastante con haber estado gastando energías a porrón como para que ahora nos venga el bicho más bicho de todos los bichos.
Cuando nos quisimos dar cuenta estábamos rodeados de minotauros, había cuatro en las cuatro direcciones. Era literalmente lo que nos faltaba, con esto ya casi habíamos completado el diario, podríamos tachar las criaturas como quien lo hace en un zoo marcando que las ha visto directamente. En nuestro caso, las hemos aniquilado.
-Noa, esto no pinta nada bien. Si embisten la carreta y liberan al basilisco estaremos en un apuro.
Tan solo había una cosa que se me ocurría hacer. Lo que temía era que llegasen los minotauros, aunque por otro lado lo estaba deseando para comprobar el avance de mi técnica. Me concentré mientras nos quedábamos expectantes a lo que ocurría. Acumulé mi energía en el pecho y manos, hasta que de pronto la lancé toda de un simple bufido, liberando a la gran bestia en la que era capaz de transformarse mi propia invocación. Lo conseguí, ahí salió la criatura arrasando con todo lo que se topaba por delante, ni siquiera pude ver si avanzaba del tamaño que tenía, solo se que los árboles caían a su paso.
Me fijé en la otra criatura que tenía en mi rango de visión, esperaba que de las otras se ocupase Noa. Esta había comenzado a embestir contra la carreta directamente, debía detenerlo. Una lanza de mi energía se materializó entre mis manos, la lancé directamente junto a mi técnica Kazekaiho y mi bushou. Me lancé al ataque detrás de ella mientras desenfundaba la espada maestra y la impregnaba en mi haki, aunque estaba claro que no llegaría a la vez.
La lanza atravesó una de las piernas del minotauro y este cayó al suelo de rodillas, cuando llegué tan solo ejecuté un corte vertical ascendente y separé su cabeza del resto del cuerpo, eliminando el problema para la carreta, y obviamente para nosotros mismos. Mi invocación desapareció y entre el destrozo pude ver el cuerpo del otro minotauro completamente ensangrentado y medio destrozado. Esos dos habían acabado, pero continué alerta por si Noa estaba teniendo mayores problemas con aquellos dos.
Cuando nos quisimos dar cuenta estábamos rodeados de minotauros, había cuatro en las cuatro direcciones. Era literalmente lo que nos faltaba, con esto ya casi habíamos completado el diario, podríamos tachar las criaturas como quien lo hace en un zoo marcando que las ha visto directamente. En nuestro caso, las hemos aniquilado.
-Noa, esto no pinta nada bien. Si embisten la carreta y liberan al basilisco estaremos en un apuro.
Tan solo había una cosa que se me ocurría hacer. Lo que temía era que llegasen los minotauros, aunque por otro lado lo estaba deseando para comprobar el avance de mi técnica. Me concentré mientras nos quedábamos expectantes a lo que ocurría. Acumulé mi energía en el pecho y manos, hasta que de pronto la lancé toda de un simple bufido, liberando a la gran bestia en la que era capaz de transformarse mi propia invocación. Lo conseguí, ahí salió la criatura arrasando con todo lo que se topaba por delante, ni siquiera pude ver si avanzaba del tamaño que tenía, solo se que los árboles caían a su paso.
Me fijé en la otra criatura que tenía en mi rango de visión, esperaba que de las otras se ocupase Noa. Esta había comenzado a embestir contra la carreta directamente, debía detenerlo. Una lanza de mi energía se materializó entre mis manos, la lancé directamente junto a mi técnica Kazekaiho y mi bushou. Me lancé al ataque detrás de ella mientras desenfundaba la espada maestra y la impregnaba en mi haki, aunque estaba claro que no llegaría a la vez.
La lanza atravesó una de las piernas del minotauro y este cayó al suelo de rodillas, cuando llegué tan solo ejecuté un corte vertical ascendente y separé su cabeza del resto del cuerpo, eliminando el problema para la carreta, y obviamente para nosotros mismos. Mi invocación desapareció y entre el destrozo pude ver el cuerpo del otro minotauro completamente ensangrentado y medio destrozado. Esos dos habían acabado, pero continué alerta por si Noa estaba teniendo mayores problemas con aquellos dos.
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Akuma no mi
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El heterocromático tenía razón, si los Minotauros embestían la carreta y liberaban al Basilisco estaríamos en problemas, debíamos despacharlos antes de que se acercasen más a la carreta. Me lancé corriendo a por los dos que flanqueaban el lado izquierdo para atraer su atención, a simple vista parecían algo torpes, lentos de reflejos así como de movimiento. Para mi sorpresa eran muy ágiles, tanto así que me pillaron desprevenido acertándome un golpe en el costado. -Uff... Esto va a ser complicado.-Gimoteé al recibir el golpe, me recompuse rápidamente para bloquear el puño del otro cornudo desviando su ataque con una patada. Haciendo uso de mi fuerza bruta agarré del brazo a la criatura para lanzarla contra el otro.
Habían quedado los dos en el suelo uno encima del otro, aproveché ese momento para combinar una técnica del Rokushiki junto al poder de mi akuma. Utilicé el Shigan imbuido en haki para asegurarme de penetrar la piel del minotauro, clavé el dedo a la altura del pecho para liberar dentro suya casi dos litros de nitroglicerina, como ésta pasó directamente dentro del cuerpo de la bestia, no explotó de primeras si no que hizo de recipiente, al menos hasta que recibiese un golpe lo suficientemente fuerte para alterar la composición de la nitroglicerina y se detonase. Trataron de levantarse apoyándose el uno en el otro, ya erguidos pensé en cómo hacer explotar al cornudo sin necesidad de exponerme demasiado. Se precipitaron contra mi cargando con toda su furia, los esquivaba con algo de dificultad pero gracias al Kami-e conseguí repelerlos sin recibir daños.
Me separé un poco de ellos dando un salto hacía atrás para lanzar un Rankyaku a la "piñata", al recibir el golpe las vibraciones detonaron la nitroglicerina que ya se había repartido por su cuerpo debido al bombeo de la sangre del corazón. Todo esto hizo que el minotauro estallase en mil pedazos proyectando su cabeza hacía mis pies. El lugar estaba bañado en sangre con miembros de la bestia repartidas a lo largo de unos quince metros a la redonda. Su compañero, atónito, se quedó parado el tiempo suficiente para darme la oportunidad de acabar con su vida, acercándome a toda velocidad con el Soru di un salto para agarrarle de la cabeza a la vez que por mi propio peso lo volvía a tumbar contra el suelo, justo antes de que mis manos tocasen su cabeza, generé toda la cantidad de esa sustancia que me dio tiempo, la suficiente para romperle el cuello de la propia onda expansiva además de causarle graves daños y quemaduras.
Caí encima del cuerpo inerte de la criatura rodeado de un inmenso charco de sangre, recordé las palabras de Kimura sobre la carreta si la embestían los minotauros así que sin perder más tiempo salí corriendo a defender la carreta en caso de que mi compañero estuviese teniendo problemas con ellos. Para mi sorpresa, ambos habíamos acabado con nuestros enemigos casi a la vez. -Vayámonos Kim, esto se esta poniendo muy feo. - Le dije al escuchar gritos, aullidos y bramidos desde todas direcciones rodeándonos. -¡Corre!- Le grité a los pelícaros mientras nos subíamos a la carreta. Si mis sospechas eran ciertas, se acercaba una oleada de criaturas que harían parecer que todo lo vivido hasta ahora había sido un juego de niños, teníamos que llegar cuanto antes a la ciudad.
Habían quedado los dos en el suelo uno encima del otro, aproveché ese momento para combinar una técnica del Rokushiki junto al poder de mi akuma. Utilicé el Shigan imbuido en haki para asegurarme de penetrar la piel del minotauro, clavé el dedo a la altura del pecho para liberar dentro suya casi dos litros de nitroglicerina, como ésta pasó directamente dentro del cuerpo de la bestia, no explotó de primeras si no que hizo de recipiente, al menos hasta que recibiese un golpe lo suficientemente fuerte para alterar la composición de la nitroglicerina y se detonase. Trataron de levantarse apoyándose el uno en el otro, ya erguidos pensé en cómo hacer explotar al cornudo sin necesidad de exponerme demasiado. Se precipitaron contra mi cargando con toda su furia, los esquivaba con algo de dificultad pero gracias al Kami-e conseguí repelerlos sin recibir daños.
Me separé un poco de ellos dando un salto hacía atrás para lanzar un Rankyaku a la "piñata", al recibir el golpe las vibraciones detonaron la nitroglicerina que ya se había repartido por su cuerpo debido al bombeo de la sangre del corazón. Todo esto hizo que el minotauro estallase en mil pedazos proyectando su cabeza hacía mis pies. El lugar estaba bañado en sangre con miembros de la bestia repartidas a lo largo de unos quince metros a la redonda. Su compañero, atónito, se quedó parado el tiempo suficiente para darme la oportunidad de acabar con su vida, acercándome a toda velocidad con el Soru di un salto para agarrarle de la cabeza a la vez que por mi propio peso lo volvía a tumbar contra el suelo, justo antes de que mis manos tocasen su cabeza, generé toda la cantidad de esa sustancia que me dio tiempo, la suficiente para romperle el cuello de la propia onda expansiva además de causarle graves daños y quemaduras.
Caí encima del cuerpo inerte de la criatura rodeado de un inmenso charco de sangre, recordé las palabras de Kimura sobre la carreta si la embestían los minotauros así que sin perder más tiempo salí corriendo a defender la carreta en caso de que mi compañero estuviese teniendo problemas con ellos. Para mi sorpresa, ambos habíamos acabado con nuestros enemigos casi a la vez. -Vayámonos Kim, esto se esta poniendo muy feo. - Le dije al escuchar gritos, aullidos y bramidos desde todas direcciones rodeándonos. -¡Corre!- Le grité a los pelícaros mientras nos subíamos a la carreta. Si mis sospechas eran ciertas, se acercaba una oleada de criaturas que harían parecer que todo lo vivido hasta ahora había sido un juego de niños, teníamos que llegar cuanto antes a la ciudad.
Nocturne93
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Akuma no mi
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No se por qué, pero estos últimos días veía a Noa distinto, más "explosivo" de lo normal, y mira que hablamos de una persona capaz de volar un edificio de un simple puñetazo. Es extraño, desconocía que fuese capaz de hacer eso, pero estaba prácticamente claro que se trataba del poder de una akuma no mi. Tan solo había una pregunta. ¿Desde cuando era capaz de hacer eso? No se por qué, sentí que preguntarle directamente tan solo traería más preguntas, aunque no era momento, primero teníamos que encargarnos de salir de allí por patas, pues lo que parecía venir detrás de nosotros no era ni normal.
Corrimos todo lo que pudimos, creé una corriente de viento para ayudarnos a ganar cierta ayuda al desplazar la carreta, donde el basilisco no paraba de gruñir. No creo que tuviese hambre, cada vez que acabábamos con algún nido de cocatrices, que era a todas horas, le dábamos alguna para alimentarlo, y no hacía mucho de ello. Estábamos próximos a la ciudad, y eso me daba mala espina.
-Noa, no podemos dejar que todo eso llegue a la ciudad, y hay que proteger la carreta.
A lo lejos se podía observar el linde de la ciudad, mientras los pelícaros continuaban corriendo le di un aviso a Noa para que se diese la vuelta, no podíamos permitir que las criaturas llegasen más adelante. De modo que me di la vuelta, me concentré y lancé nuevamente aquella bestia, no sabía cuantas criaturas venían por delante, pero sabía que con eso lograría acabar con una gran mayoría, aun así la bestia no abarcaría todo el rango de amplitud por donde venían los enemigos, por lo que utilicé mi ámbito viento junto a mi técnica de viento de Kamaitachi para crear un daño en área suficiente para hacer que las criaturas voladoras cayesen y todos recibiesen daños, dejándolos heridos y preparados para que Noa pudiera acabar con ellos en un santiamén. Por desgracia no podría hacer mucho más, en un momento había gastado una gran cantidad de energía que se podría observar por la devastación que se estaba originando hacia adelante con el viento cortante.
-Todos tuyos Noa. Haz lo que mejor sabes hacer.
Corrimos todo lo que pudimos, creé una corriente de viento para ayudarnos a ganar cierta ayuda al desplazar la carreta, donde el basilisco no paraba de gruñir. No creo que tuviese hambre, cada vez que acabábamos con algún nido de cocatrices, que era a todas horas, le dábamos alguna para alimentarlo, y no hacía mucho de ello. Estábamos próximos a la ciudad, y eso me daba mala espina.
-Noa, no podemos dejar que todo eso llegue a la ciudad, y hay que proteger la carreta.
A lo lejos se podía observar el linde de la ciudad, mientras los pelícaros continuaban corriendo le di un aviso a Noa para que se diese la vuelta, no podíamos permitir que las criaturas llegasen más adelante. De modo que me di la vuelta, me concentré y lancé nuevamente aquella bestia, no sabía cuantas criaturas venían por delante, pero sabía que con eso lograría acabar con una gran mayoría, aun así la bestia no abarcaría todo el rango de amplitud por donde venían los enemigos, por lo que utilicé mi ámbito viento junto a mi técnica de viento de Kamaitachi para crear un daño en área suficiente para hacer que las criaturas voladoras cayesen y todos recibiesen daños, dejándolos heridos y preparados para que Noa pudiera acabar con ellos en un santiamén. Por desgracia no podría hacer mucho más, en un momento había gastado una gran cantidad de energía que se podría observar por la devastación que se estaba originando hacia adelante con el viento cortante.
-Todos tuyos Noa. Haz lo que mejor sabes hacer.
Kasan
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Akuma no mi
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Gracias al apoyo de Kimura logramos un poco de ventaja con respecto a la gigantesca oleada de criaturas que nos perseguían. Esos preciosos minutos hasta que llegábamos a las puertas de la ciudad fueron claves para recuperar energías para seguir utilizando la Akuma. Tenía un límite en cuanto a la cantidad de explosivo que podía crear con lo que ese tiempo fue el suficiente para recargar las pilas. Antes de alcanzar la ciudad, Hayate se volteó en la carreta para invocar nuevamente a su amiguito junto a unos poderosos vientos, gracias a esa combinación en apenas segundos había diezmado bastante a los pobladores de la isla dejándomelos en bandeja para acabar con todos con relativa facilidad. -Se que estas en la mierda Kim, pero cuida la entrada y la carreta.- Le dije a mi compañero mientras, estando en pie encima de la carreta, daba un salto hacía la horda enemiga a la vez que activaba la armadura Zoroo.
Con ayuda del Geppou me estabilicé en el aire para con un segundo salto tocar el suelo y arremeter contra todo ser viviente que tenía en frente mía. Espadón en mano, recubrí de Haki el arma para comenzar a lanzar tajos a diestro y siniestro, gracias al Bushosoku podía cortar a las criaturas como si fuesen de mantequilla. La sangre corría como si de un rio se tratase, uno tras otro caían miembros de los minotauros, pelícaros y basiliscos. Brazos, cabezas, piernas y patas decoraban el nuevo escenario carmesí. Aunque la iniciativa la había ganado claramente, no tardaron mucho en rodearme. Podía defenderme gracias al mantra y el Kami-e pero no iba a ser por siempre, tenía que acabar con todos de una sola, un único golpe. Luego de repeler varios envites encontré un hueco, una oportunidad para poner a prueba el máximo poder que podía desarrollar.
Me alcé en el aire gracias al Geppou, unos veinticinco o treinta metros aproximadamente. Dejé de utilizar los hakis para concentrarme en lo que quería hacer, alcé la mano izquierda para generar sobre esta una esfera con toda la cantidad de nitroglicerina que pudiese generar, mientras tanto cerré el puño derecho. Deje caer la esfera sobre las criaturas para, seguidamente, canalizar el Ryugetsu en la mano derecha. Liberé el poder devastador del dragón haciendo coincidir el choque con la nitroglicerina. La explosión resultante de esta combinación fue que Noa saliese por los aires hasta caer delante de Kimura en la entrada de la ciudad y un cráter de proporciones épicas delante nuestra, no había rastro de las criaturas, ni siquiera algún miembro desperdigado. Los restos habían sido carbonizados en el acto.
El marine me ayudó a levantarme a pesar de que su estado también era pésimo. Tras el enorme estruendo, el hombre que nos había encargado el exterminio de las cocatrices salió junto con una tropa de guardias. -¿Que ha ocurrido aquí?- Dijo sorprendido al ver el cráter frente a la ciudad. Al vernos tan malheridos se apresuró a llevarnos a un hospital cercano para que nos atendiesen. Varias horas mas tarde ya con las heridas tratadas y algo más enérgicos, vino a visitarnos para pedirnos explicaciones por el cráter. - Tenéis toda mi atención.- Dijo sentándose en una silla que había en la habitación para las visitas mientras que la comitiva que le acompañaba formaba un arco detrás suya con ojos acusatorios.
-Pues... Bueno, digamos que cabreamos demasiado a las cocatrices, destrozamos sus nidos pero cuando estábamos ya cerca de la ciudad de pronto nos atacaron varias decenas. Y el cráter bueno, digamos que es el lugar donde las detuvimos a tiempo antes de que llegasen hasta aquí.- Al principio la historia no parecía convencerlo mucho pero un rato después comprendió que si no hubiese sido por aquel ataque posiblemente la ciudad ahora sería un enorme nido de cocatrices. Aunque lo habíamos provocado nosotros, también es cierto que los detuvimos a tiempo, hecho que convenció al emisario de que había sido totalmente necesario. - Bueno, ese agujero no es nada que no podamos arreglar con un poco de esfuerzo de los ciudadanos, lo importante es que habéis reducido la población de esas asquerosas alimañas y que no volverás a molestarnos en un tiempo. Muchas gracias chicos, habéis conseguido completar la misión con éxito.- Decía el hombre para alegría nuestra. -Hemos cargado la carreta que trajisteis a vuestro barco junto con la recompensa de la misión, llevad cuidado con lo que habéis cazado, podríais pasarlo mal. Por cierto, no sabemos que le pasa al pelícaro que os dejamos, se niega a entrar a los establos, es más, justo está en la puerta del hospital, parece que os ha cogido cariño.- Dijo. Para mi sorpresa, Chocobo parecía haberse encariñado conmigo y quería venirse de aventuras junto a los Crimson Wolves. -Puedo...- Antes de terminar la frase me interrumpió -Por supuesto, cuando un pelícaro entabla amistad con su jinete solo puede ser montado por este, es raro que se haya encariñado en tan poco tiempo pero que se le va a hacer. Es todo tuyo.- Aquella noticia me llenó de felicidad, toda la misión había valido la pena solo por Chocobo.
Unas horas mas tarde y ya casi recuperados por completo embarcamos en Atlas, teníamos que seguir con nuestros deberes y ya habíamos perdido mucho tiempo en esta isla. Revisamos que todo estuviese en su lugar, la recompensa, el basilisco atrapado y Choc... Bueno, ese se acostumbró rápido a los Crimson, no paraba de corretear de un sitio a otro, no era capaz de enjaularlo donde Tobías, además, alegraba la vista y los ánimos correteando por cubierta, mientras no molestase al los marines seguro que le dejarían estar por aquí. Cada vez que se me acercaba me lamía la cara... Al principio era divertido, ahora ya no tiene gracia, pero bueno, ya veremos como se desarrolla esta relación en el futuro. Poníamos rumbo a alta mar en busca de nuevas aventuras.
Con ayuda del Geppou me estabilicé en el aire para con un segundo salto tocar el suelo y arremeter contra todo ser viviente que tenía en frente mía. Espadón en mano, recubrí de Haki el arma para comenzar a lanzar tajos a diestro y siniestro, gracias al Bushosoku podía cortar a las criaturas como si fuesen de mantequilla. La sangre corría como si de un rio se tratase, uno tras otro caían miembros de los minotauros, pelícaros y basiliscos. Brazos, cabezas, piernas y patas decoraban el nuevo escenario carmesí. Aunque la iniciativa la había ganado claramente, no tardaron mucho en rodearme. Podía defenderme gracias al mantra y el Kami-e pero no iba a ser por siempre, tenía que acabar con todos de una sola, un único golpe. Luego de repeler varios envites encontré un hueco, una oportunidad para poner a prueba el máximo poder que podía desarrollar.
Me alcé en el aire gracias al Geppou, unos veinticinco o treinta metros aproximadamente. Dejé de utilizar los hakis para concentrarme en lo que quería hacer, alcé la mano izquierda para generar sobre esta una esfera con toda la cantidad de nitroglicerina que pudiese generar, mientras tanto cerré el puño derecho. Deje caer la esfera sobre las criaturas para, seguidamente, canalizar el Ryugetsu en la mano derecha. Liberé el poder devastador del dragón haciendo coincidir el choque con la nitroglicerina. La explosión resultante de esta combinación fue que Noa saliese por los aires hasta caer delante de Kimura en la entrada de la ciudad y un cráter de proporciones épicas delante nuestra, no había rastro de las criaturas, ni siquiera algún miembro desperdigado. Los restos habían sido carbonizados en el acto.
El marine me ayudó a levantarme a pesar de que su estado también era pésimo. Tras el enorme estruendo, el hombre que nos había encargado el exterminio de las cocatrices salió junto con una tropa de guardias. -¿Que ha ocurrido aquí?- Dijo sorprendido al ver el cráter frente a la ciudad. Al vernos tan malheridos se apresuró a llevarnos a un hospital cercano para que nos atendiesen. Varias horas mas tarde ya con las heridas tratadas y algo más enérgicos, vino a visitarnos para pedirnos explicaciones por el cráter. - Tenéis toda mi atención.- Dijo sentándose en una silla que había en la habitación para las visitas mientras que la comitiva que le acompañaba formaba un arco detrás suya con ojos acusatorios.
-Pues... Bueno, digamos que cabreamos demasiado a las cocatrices, destrozamos sus nidos pero cuando estábamos ya cerca de la ciudad de pronto nos atacaron varias decenas. Y el cráter bueno, digamos que es el lugar donde las detuvimos a tiempo antes de que llegasen hasta aquí.- Al principio la historia no parecía convencerlo mucho pero un rato después comprendió que si no hubiese sido por aquel ataque posiblemente la ciudad ahora sería un enorme nido de cocatrices. Aunque lo habíamos provocado nosotros, también es cierto que los detuvimos a tiempo, hecho que convenció al emisario de que había sido totalmente necesario. - Bueno, ese agujero no es nada que no podamos arreglar con un poco de esfuerzo de los ciudadanos, lo importante es que habéis reducido la población de esas asquerosas alimañas y que no volverás a molestarnos en un tiempo. Muchas gracias chicos, habéis conseguido completar la misión con éxito.- Decía el hombre para alegría nuestra. -Hemos cargado la carreta que trajisteis a vuestro barco junto con la recompensa de la misión, llevad cuidado con lo que habéis cazado, podríais pasarlo mal. Por cierto, no sabemos que le pasa al pelícaro que os dejamos, se niega a entrar a los establos, es más, justo está en la puerta del hospital, parece que os ha cogido cariño.- Dijo. Para mi sorpresa, Chocobo parecía haberse encariñado conmigo y quería venirse de aventuras junto a los Crimson Wolves. -Puedo...- Antes de terminar la frase me interrumpió -Por supuesto, cuando un pelícaro entabla amistad con su jinete solo puede ser montado por este, es raro que se haya encariñado en tan poco tiempo pero que se le va a hacer. Es todo tuyo.- Aquella noticia me llenó de felicidad, toda la misión había valido la pena solo por Chocobo.
Unas horas mas tarde y ya casi recuperados por completo embarcamos en Atlas, teníamos que seguir con nuestros deberes y ya habíamos perdido mucho tiempo en esta isla. Revisamos que todo estuviese en su lugar, la recompensa, el basilisco atrapado y Choc... Bueno, ese se acostumbró rápido a los Crimson, no paraba de corretear de un sitio a otro, no era capaz de enjaularlo donde Tobías, además, alegraba la vista y los ánimos correteando por cubierta, mientras no molestase al los marines seguro que le dejarían estar por aquí. Cada vez que se me acercaba me lamía la cara... Al principio era divertido, ahora ya no tiene gracia, pero bueno, ya veremos como se desarrolla esta relación en el futuro. Poníamos rumbo a alta mar en busca de nuevas aventuras.
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