Después de 4 años (Minathy-Drake) (Privado)

Un bote pequeño y desgastado se acercaba al sofisticado puerto de la ciudad.
Dentro, una mujer de largo cabello negro se restregaba los ojos tratando de permanecer despierta.

Llevaba demasiado tiempo en el bote y entre el sol y el cansancio acumulado apenas podía mantener los ojos abiertos. Pero no confiaba en dormirse, con su suerte el bote abanearía y caería al agua muriendo ahogada.

Tenía el pelo negro y rojo mas largo que nunca y ya comenzaba a ser incomodo sentirlo rozar sus rodillas cada vez que daba un paso.

Su piel estaba pálida, pero después de tanto tiempo encerrada era normal.
Ni siquiera sabía cuanto tiempo había pasado, parecía una autentica eternidad.

Recordaba haber estado paseando tranquilamente tomándose un respiro de los peques cuando de la nada sintió una picada en el cuello y cayó redonda, para cuando despertó estaba en una habitación enana, con rejas en las ventanas y la puerta y sus amadas armas habían desaparecido.

Sacudió la cabeza alejando los malos recuerdos. Lo único que necesitaba ahora, era llegar a casa, ver a sus pequeños y a su marido y tomarse unos días de descanso. Luego recuperaría el peso perdido y la forma física y averiguaría a quien más tenia que cargarse.

No era una mujer violenta, pero que unos estúpidos hijos de puta la secuestraran, y la alejaran de su familia por una eternidad, cabrearía hasta un santo, así que a la primera oportunidad uso a esos desgraciados de afilador para sus garras.

Una sacudida le indicó que el bote había tocado el muelle.

Con cuidado sacó sus cosas y se las echó al hombro en una mochila raida, se aseguro de que sus katanas estuvieran en su sitio y saltó al muelle con más agilidad de la que se creía capaz en su estado.

Se estiró para destensar los músculos agarrotados. Y miró a su alrededor, esperaba poder encontrar a alguien que pudiera guiarla a la isla donde vivia con Su lobo y sus hijos, había tratado de encontrarla pero no había forma, no tenía brújula y además debía reconocer que su sentido de la orientación era mas inexistente que los unicornios voladores.

Necesitaba llegar cuanto antes, todo lo que quería era reunirse con su familia y abrazarlos hasta que se cayeran su brazos.

Se acomodó como pudo la ropa, se la había robado a uno de los hombres que se cargó al escapar,le quedaba tan grande que la camisa le llegaba a la mitad del muslo y no había forma de que los pantalones se mantuvieran en su sitio así que simplemente desistió y los tiro al mar un par de días antes cuando se canso de andar resubiendolos y tropezando.

La gente se la quedaba mirando, no era muy normal ver a una joven en esas fachas por aquellos lugares, por no hablar de que todavía tenia heridas a medio cerrar por los brazos y alguna que otra en las piernas, afortunadamente, solo arañazos y algunos hematomas.

Ignorando olímpicamente a las personas que la miraban, caminó por las calles en busca de una posada donde poder comer algo y descansar un par de horas antes de buscar a alguien que pudiera guiarla a casa.

Una sonrisa se formó en el rostro del lobo. Drake miraba a los abusones de aquella posada con una calma impresionante. Ese día vestía con una camiseta blanca de manga corta, dejando sus brazos bien curtidos casi al descubierto. Tenía un pantalón negro y unas botas. Su melena estaba empapada, pues había terminado de ducharse. Su ojo derecho era de color rojo, mientras que el izquierdo era verde. El poder de su demonio interior estaba perfectamente controlado y ahora que volvía a ser tan joven, tenía mucho que mejorar para estar a la altura de los demás luchadores. En fin, nuestro querido luchador se había metido en otro de sus líos. Se había comido un trozo de pollo que encontró en la mesa y resultaba de ser de un matón que había ido al baño. Ahora, sus cuatro hombres y él se habían enfadado y le miraban con rabia. Vestían con trajes azules y corbatas rojas.

- Ya os dije que fue un accidente, puedo comprarte otro trozo de pollo, amigo. Vamos, no os pongáis tan agresivos conmigo.

Antes de que pudiera convencerlos, dos de ellos corrieron hacia el chico con dos porras en sus manos. Estando ya cerca de él, trataron de pegarle con fuerza en el pecho al mismo tiempo. Los dos objetos impactaron en sus pectorales y para sorpresa de ellos, se partieron. Los ojos de los matones se abrieron como platos al no creerlo. Drake entonces impactó su pierna en el torso de uno de ellos, mandándolo a volar. El cuerpo atravesó una pared y terminó alejándose unos veinte metros. El otro matón entonces trató de correr, pero la mano del joven lo agarró de la cabeza. Lo miró a los ojos con una expresión seria y entonces lo lanzó hacia el techo. Provocó un enorme agujero por el que empezaron a caer los escombros. El resto de hombres al ver semejante espectáculo salieron corriendo como gallinas. Tras unos momentos, el lobo mostró una sonrisa engreída y se sentó en la barra.

- Decidle a la marina que he estado aquí. Ellos cubrirán los gastos de las reparaciones por ser ataque de un criminal. – Le dijo al camarero mientras se estiraba un poco.

- Muy bien, gracias. Espero que no llueva, o tendré un problema por el agujero del techo. Mientras tanto toma esto, es por echar a esos idiotas. – Mencionó el hombre poniéndole un plato de arroz con pollo.

Drake le dedicó una sonrisa amable por su generosidad y no tardó en darle las gracias. Tal vez ahora podía alimentarse mejor que con el simple muslo que se comió. Se relamió despacio y empezó a comer con un tenedor de forma bastante lenta. Fue en ese momento cuando su olfato reaccionó. Ladeó un momento la cabeza y miró hacia la puerta.

- Este olor…

Minathy caminaba tranquila,tenía que haber una taberna o una posada por algún lado.

Su estomago soltó un gruñido que casi parecía un león furioso. Tenía hambre y su lengua raspaba de lo seca que estaba por la sed.

Divisó una posada al fondo de la calle y se dirigió hacia allí, Con suerte las pocas monedas que había reunido de los secuestradores bastarían para comer algo y pasar la noche hasta encontrar algún guía por la mañana.

Maldecía su pésimo sentido de la orientación, había estado segura que iba en la dirección correcta, pero nada, se había topado con varios islotes pequeños y una isla nevada, pero ni rastro de su querida isla.

Solo esperaba no tardar mucho más, quería reunirse con Drake cuanto antes y comerse a besos a sus peques, ¿como estaría Zero? Seguro tan fuerte como su padre, su pequeño cazador siempre quiso ser como el lobo en cuestión de fuerza, afortunadamente tenía más sentido común.

Estaba a punto de entrar a la taberna cuando un estruendo la alertó, apenas tubo medio segundo para reaccionar.

Inclinó el cuerpo un poco hacia atrás cuando un cuerpo desmadejado atravesó la pared llevándose con él parte del muro y se estampó contra la pared del otro lado.

- ¿que demonios…? Y se supone que aquí son todos civilizados…

Ignoró al tipo y de nuevo fue a abrir la puerta cuando otro estruendo sonó y tubo que dar un salto hacia un lado para esquivar otro cuerpo volador que cayo desde arriba acompañado de tejas y piedra.

-vale, esto ya es pasarse, me gusta la lluvia, pero no de cuerpos, gracias.

Dijo mirando al cielo. Se acercó al tipo y le dio unos golpecitos con la punta del pie. El tipo hizo un sonido de dolor y volvió a quedar inconsciente.

-Mira, soy medico y mi deber es ayudar, pero me muero de hambre, así que… comeré algo y volveré a ver si sigues vivo, tu no te muevas.

Dijo la morena señalándolo con un dedo como si realmente el tipo pudiera oírla en su estado de medio muerto.

Caminó hacia la puerta y esperó un segundo por si las moscas, no fuera a caer otro cuerpo de alguna parte, cuando se aseguró de que no pasaría abrió la puerta y entró.

Lo primero que sintió fue un rico aroma a comida, después, otro olor sobresalió.

-Eh, este olor yo lo conozco…

Entró como un vendaval, mirando a todas partes tratando de encontrar a la persona que olía tan familiar.

El plato que Drake continuaba devorando tenía un sabor delicioso. Sin duda el pollo le daba un toque genial, pero él siempre amaría más las hamburguesas o los jabalíes que se comía cuando el daba por cazar. Últimamente se comía todo lo que pillaba, salvo la verdura. Esa cabrona de color verde o roja debía morir entre terribles sufrimientos. Terminó de comerse el arroz entero y se colocó en pie al mismo tiempo que cerraba ambos ojos y activaba el haki de observación a la máxima potencia posible. Todo para él se paró, como si el tiempo hubiese pasado a otra dimensión. Olfateó un poco más y detectó a su objetivo. Se giró cuanto antes y entonces pudo ver a aquella persona que había entrado a la taberna.

De un salto cambió a su forma completa. El enorme lobo blanco intimidó al camarero, el cual se echó un poco hacia atrás por la impresión. La bestia clavó sus dorados ojos en la persona que había acabado de entrar. Una melena muy larga por lo que veía. Sus pintas algo peor de lo que esperaba, su olor indicaba cosas que no gustaban al luchador ¿Sangre? Olía ese aroma con rabia. El animal se colocó frente a la mujer y poco a poco fue volviendo a la forma humana. Su altura era superior, por lo que quedó mirando un poco hacia abajo con una expresión seria. Cuatro años… Quizás más. Ambos ojos de Drake pasaron a ser totalmente verdes y después mostró una expresión seria. No terminaba de creérselo, pero su olor y mantra eran los mismos que recordaba con tanta felicidad.

- ¿Peque? – Preguntó con un tono de voz preocupado.

Estiró su mano derecha hacia ella y la colocó en su mejilla sin permiso alguno. La acarició por unos momentos y por primera vez el rostro del chico lobo mostraba una expresión nostálgica. Él siempre pensó que ella le abandonó por algún motivo que desconocía y esperaba que aquel encuentro no fuera accidentado. Si él molestaba quería saberlo. Sus ojos se entrecerraron un poco y continuó mirándola triste. Entonces sin hacer preguntas rugió con fuerza y la tomó en brazos como si de su cachorro fuese. Subió las escaleras sin decir nada y la llevó a una habitación que había alquilado ya. La dejó suavemente en la cama y caminó despacio hasta el cuarto de baño. Una vez allí puso el agua caliente en la bañera y preparó los botes de gel adecuados. Dejó sobre el váter su propia camiseta blanca, la chaqueta negra de cuero y un pantalón largo oscuro que también tenía por allí. Todo era ropa suya. Salió del baño después de aquello.

- Entra, por favor. Date una ducha y… – No pudo terminar la frase, continuaba sin saber si ella estaba molesto con él por algún motivo. – Yo mientras… Voy a pedirte algo de comer. – Terminó de decirle rascándose un poco la nuca.

Minathy respiró hondo cuando el familiar aroma se hizo más fuerte y miró a todos lados, hasta que divisó al que solo podía ser su marido levantándose de un salto.

Le observó cambiar a su forma completa y rió cuando el camarero y varios de los clientes se pusieron blancos y retrocedieron aterrados.

Cuando llegó a ella estuvo a punto de dejarse caer de rodillas para abrazarle aliviada. pero temía que que si lo hacía estaría demasiado cansada para levantarse así que sintió alivio cuando recuperó su forma normal.

Había algo extraño, juraría que algo fallaba, algo había cambiado, pero su cerebro estaba demasiado agotado para dar con ello ahora mismo... ¿había bajado de peso? le notaba más pequeño. aún así seguía siendo más alto que ella.

Oír su voz llamándola por el apodo cariñoso que siempre usaba con ella y la caricia en su mejilla le reconfortó más que cualquier café, pero no le gustó nada la expresión triste en su cara, Drake siempre debía sonreír, nunca estar triste y menos delante de ella.

No le dio tiempo para hablar, simplemente la cogió en brazos con un fuerte rugido y se la llevó escaleras arriba.

No es como si fuera a quejarse, siempre le había gustado eso, y ahora mismo era como el paraíso.

Descansó la cabeza en su hombro todo el trayecto, demasiado ocupada respirando ese agradable aroma como para decir nada.

Llegaron a una habitación y la dejo suavemente sobre la cama y se dirigió a preparar el baño.

El lobo le pidió que se metiera a bañar mientras él iba a por algo de comer, parecía incomodo y le recordó a aquellos momentos en los que recién se conocían, cuando el lobo blanco se ponía nervioso a su alrededor.

Por muy tierno que le pareciera, no era lo que quería ahora, hacía demasiado que la habían privado de su familia y no iba a esperar un minuto para tener a su marido a su alcance.

Con mucha fuerza de voluntad y un esfuerzo casi titánico se levantó de la cómoda cama y camino despacio hasta el castaño con la intención de abrazarlo.

-La verdad, preferiría un buen abrazo, comida y ducha, en ese orden a ser posible.
frotó a cara en su hombro y no pudo evitar ronronear suavemente.

-Si me meto a la bañera ahora caigo redonda, y no queremos que me duerma tan pronto, hay mucho que contar.

Trató de aferrarse a él con todas sus fuerzas, en este momento no eran muchas, pero iban a tener que cortarle los brazos antes de que lo soltara otra vez.

Había encontrado a su chico, la comida y en baño podían esperar.

Cuando el lobo estaba a punto de bajar las escaleras sintió el tacto de la chica. Le estaba abrazando y eso hizo que abriese los ojos de forma exagerada. Soltó un pequeño suspiro de alegría y entonces giró su cabeza un poco para mirarla. La abrazó de vuelta y cerró los ojos mientras escuchaba sus palabras. La quería demasiado, muy demasiado, muy muy demasiado. Al sentir el ronroneo la tomó en brazos y se sentó en la cama. Dejó la espalda de ella en sus rodillas y la miró a los ojos con cariño. Pasó su mano por la mejilla de la chica de nuevo y después asintió. Estaba tan hermosa como siempre. Pese a todo lo sucio que tenía encima, para él era como una Diosa. Es más, era su Diosa.

- Pensé que me habías abandonado… Zero está muy preocupado y ninguno hemos parado de buscarte en todo este tiempo. ¿Qué te ha pasado? – Preguntó algo preocupado mientras la observaba.

Sintió el delicioso olor de la chica cerca de él y no tardó en abrir la boca todo lo posible. Se moría de ganas por besarla, morderla, abrazarla, darle cariño, hacerla sentir la persona más feliz del mundo. Todo aquello podía haber acabado, pues él temía que ella ya no sintiese nada por él. Encima había vuelto a tener una edad bastante joven y ella se veía un poquito más mayor que él. Sus ojos verdes, sus mechas, su mirada, su cara. Era un ángel. El lobo entonces juntó su frente a la de ella. La miró fijamente y después de unos momentos cerró sus ojos despacio. Notaba el aliento de ella bastante cerca.

- Mina-chan… ¿Me sigues amando…? – Preguntó algo asustado.

En un momento rozó casi sus labios con los de ella, pero se notaba que no quería molestarla y quedó en un roce. La miró de nuevo a los ojos y acarició sus cabellos despacio con la mano libre. Cogió entonces el Den den mushi que había pegado a la pared. Incluso una taberna así tenía un servicio de habitaciones.

- Traed ahora mismo los cinco mejores platos de todo el local. Acompañadlos con botellas de agua fresca y algunos refrescos con gas. – Colgó entonces y después la volvió a mirar a los ojos.

El lobo la pegó algo más a él y quedó de nuevo con su frente unida a la de ella. La miraba como si fuese el mayor tesoro del mundo, como si hubiese entrado en trance. Toda su chulería, mala leche y agresividad habían desaparecido. Parecía un cachorrito suplicando caricias, esperando aquellas palabras que deseaba oír con todas sus fuerzas.

Minathy se acomodo cuando la dejó de nuevo en la cama y sonrió cuando se inclino para acariciarle la mejilla con cariño. Soñar con estos momentos era prácticamente lo único que la mantuvo cuerda encerrada en aquella celda de mierda.

No era la posición más cómoda, pero no iba a quejarse, le pasó los brazos por el cuello jugando con su cabello. Había extrañado tanto el simplemente pasar los dedos por el suave pelo castaño.

-Siento haberos preocupado, no fue intencionado, tuve un percance con unos esclavistas, es una larga historia pero ya estoy de vuelta, no pienso ir a ninguna parte. No sabes cuanto te he extrañado.

Se acurrucó buscando el calor y la comodidad de su chico.

-Claro que te amo, lobito tonto, no sabes Lo mucho que he soñado con poder verte otra vez.

Le acaricio el cuello con la nariz recreándose en el tacto de su piel y el rico aroma y le abrazó fuerte, definitivamente estaba en casa ahora.

-Soy yo o estas más... joven.

Le pasó la mano por toda la cara. hacía demasiado tiempo, pero juraría que su marido estaba realmente más joven. le recordaba a cuando se conocieron.

Quería quedarse así para siempre a ser posible. Refunfuño cuando Drake se apartó para hablar por teléfono. Lo de comer sonaba realmente bien, pero prefería acurrucarse un rato más.

En cuanto colgó el teléfono volvió a acomodarse contra el, era como una adicta en busca de su droga, había pasado mucho tiempo en abstinencia y ahora iba a meterse una dosis tamaño industrial.

-Quiero que me cuentes que has echo en este tiempo...de echo, ¿cuanto tiempo ha pasado exactamente? perdí la cuenta con el paso de los meses.

La morena dio un suspiro y se acurrucó dispuesta a explicarle lo sucedido, no podía permitir que el castaño pensara siquiera en la posibilidad de que ella le hubiera abandonado por su propia voluntad.

-Supongo que cometí un error garrafal y bajé la guardia, creo que me lanzaron un dardo tranquilizante o algo así, para cuando desperté estaba en una celda, supongo que pensaron que sería buena mercancía, pero en cuanto quisieron sacarme de la celda...bueno, descubrieron lo que es una pantera cabreada, así que básicamente me mantenían encerrada y comenzaron a drogar mi comida, pasé la mayor parte del tiempo ahí dentro, me cambiaron de celda varias veces, creo que querían subastarme o algo, pero a los clientes no debía hacerles gracia que intentara arrancarles la cabeza a zarpazos así que.... no se si un novato cometió un error en la dosis o si simplemente cocinaron mal la comida y enfermé, el caso es que hace unos días vomite la comida antes de que la droga entrara en el torrente sanguíneo y para cuando vinieron a traerme la cena estaba más consciente de lo que les gustaría, no debieron hacerme enfadar, nadie me aleja de mis bebes.

Frunció el ceño al recordarlo, pero enseguida alejó los malos pensamientos, ahora estaba con su lobito y no quería amargar el reencuentro.

Estaba empezando a ronronear de nuevo frotando la cara en su hombro y cuello cuando llamaron a la puerta.

Gruñó dejando salir los colmillos.

-te juro que como no sea importante voy a comerme a ese imbécil.

La bestia soltó un suspiro de alivio cuando la joven dijo que le amaba. La abrazó con más mimo que anteriormente y cerró los ojos disfrutando de sus caricias. Escuchó sus palabras sobre su juventud y no pudo evitar mostrar una pequeña expresión divertida. Así era y todo debido a aquella cabrona de cabellos blancos. Menos mal que había exterminado de una vez a los Heraldos y ya nunca podrían volver. Acarició despacio la cabeza de su mujer mientras le venía a la mente la escena de isla nevada y destrozada. No pudo evitar mostrar una pequeña y después lamerle la mejilla a ella de forma cariñosa. Le estuvo rascando su cabeza despacio hasta que escuchó la historia.

Por unos momentos los ojos del chico se cerraron. Sus cabellos se movieron despacio y la sala entera empezó a temblar. Una terrible energía azul recorrió sus pelos y su cuerpo, haciendo también una presión que casi agrieta el techo y el suelo debido a su haki del rey. Abrió los ojos tratando de calmarse y aquello terminó. Si estaban muertos y su chica allí, todo iba bien. La miró a los ojos de forma dulce y entonces escuchó las pegadas en la puerta.

- Déjenlo dentro y después pueden irse.

El camarero de antes entró disculpándose y dejando el carrito con toda la comida. El lobo le sonrió de forma amable y cuando cerró la puerta observó de nuevo a su mujer. La miró con una expresión seria y después le acarició la mejilla.

- Durante uno de mis entrenamientos, Derian fue asesinado. Fue traicionado por Alex, el doctor que considero un hermano… El tío de cloro. El rey anterior de los cazadores lo mató, justo cuando yo no estaba. Serví a su hija menos durante unos meses, que guarrilla la niña… Pero decidí que mi tiempo como defensor de los Markov había pasado. Dejé a Zero en mi lugar como guardián de la isla y no ha tardado nada en hacerse respetar allí.

Hizo una pausa para levantarse y caminar hacia la comida. Cogió el agua y le sirvió un vaso hasta arriba a la pantera. También dejó el carrito pegado a ella para cuando terminase de hablarle pudiese comer todo lo que desease.

- Zero se ocupa de toda la protección y no le falta poder. Se ha vuelto un cazador muy fuerte. Entonces fue cuando yo me uní a un viejo amigo y ahora soy el segundo al mando del próximo emperador pirata. Me separé dos años para terminar mi entrenamiento y fui atacado por una mujer… Su poder me hizo volver a ser joven. Destrozaron nuestra isla, pero ya están muertos. Terminé de entrenar y vine hacia aquí a descansar un poco. Entonces detecté tu olor…

El lobo no esperó más. La cogió en brazos de nuevo y sin pensarlo unió sus labios a los de su mujer. La besó de forma intensa y sin cortarse ni un solo pelo. Saboreó sus labios, su saliva, su lengua, todo de ella. La pegó a su cuerpo y la abrazó de forma protectora. Tras unos segundos se separó y le dedicó una dulce mirada.

- Ahora come, amor mío. – Dijo con un tono amable.

Minathy gruñó al chico que entró con la comida. El pobre hombre trago saliva ante la mirada de pocos amigos que le dedicó, La morena dio un suspiro y se calmó, El camarero no tenía la culpa de nada, él solo estaba haciendo su trabajo, aunque a ella no la hacía ninguna gracia que interrumpieran su sesión de mimos.

Hacía demasiado que no sentía las manos de su marido en su piel y renunciar a ellas, aunque solo fuera unos instantes, ahora que las sentía de nuevo era un esfuerzo que no estaba muy dispuesta a hacer.

El joven dejó el carrito con la comida y en cuanto el lobo le indicó que podía irse salió de la habitación con viento fresco. Minathy sonrió, vaya que aún podía intimidar cuando le tocaban las narices. Tal vez no estuviera en su mejor momento después de tanto tiempo de confinamiento, pero parecía que su mirada aún mostraba una fiera a medio despertar cuando quería.

-Pobrecillo, creo que le he asustado, le pediré disculpas en otro momento.

Se acomodó en la cama y suspiró cuando el castaño se acercó de nuevo, acariciándole la mejilla. Ella se dejó hacer, inclinando la cara en la mano que la mimaba. Era algo que siempre había amado de Drake, el lobo era un acérrimo defensor del contacto físico, siempre tocándola de alguna manera.

Le escuchó contarle su historia y sintió un peso en el corazón cuando le habló de la muerte de Derian y la traición de Alex. Ella no los conocía demasiado. Los había visto en la boda y poco más, pero sabía del afecto que Drake les tenía. Su marido adoraba a Derian como a un padre.

-Oh, cielo, lo siento mucho, siento no haber estado para ti en ese momento.

Lo abrazó con cariño acariciándole la cabeza y el cuello y le dio un beso tierno en el pelo.

Realmente sentía no haber estado al lado de su chico en esos momentos, conociéndolo, el lobo se habría culpado por no haber estado ahí al momento en que le arrebataron a su Jefe y amigo, y saber que Alex, al que Drake consideraba un verdadero hermano, había sido el traidor que lo causo...seguramente el castaño había estado destrozado y ella no había podido estar para apoyarlo.

Sintió rabia, rabia contra los que había matado a alguien tan importante para él, rabia contra Alex por traicionar la confianza de quien le amaba como un hermano y rabia contra los infelices que la habían mantenido encerrada lejos de Drake cuando más la necesitaba.

Siguió escuchando la historia, Frunció el ceño cuando le habló del ataque en la isla, de como esa bruja a la que si no estuviera muerta ella misma arrancaría las uñas con unos alicates, le había hecho rejuvenecer.

No es que le molestara, Drake era Drake en cualquier forma, aunque se sentía extraño verse mayor que él por unos cuantos años, no es como si le importara una mierda.

Luego el lobo le habló de Zero y el orgullo le llenó el pecho como si fuera un globo. Su pequeño era tan fuerte y decidido como su padre.

-Siempre supe que nuestro niño sería alguien grande, es tan fuerte y terco como su padre. Debería ir a hacerle una visita en cuanto me recupere un poco, no quiero que siga preocupado.

El lobo blanco la cogió en brazos, abrazándola con tanto cariño que casi le saltan las lagrimas, cuando la besó, le siguió el beso como si lo necesitara más que el aire, perdiéndose en el sabor que había extrañado tanto.

Cuando por fin se separaron, se sentó de mala gana, tenía hambre y su estomago reclamaba comida con fuertes gruñidos, pero sabía que no podía comer como una bestia o vomitaría. Había estado demasiado tiempo encerrada y aunque la alimentaban con regularidad, la comida era pobre en grasas y proteínas y en raciones más bien pequeñas, así que si cargaba demasiado su estomago este no toleraría tanto de golpe y se enfermaría.

Se bebió el baso de agua a sorbos pequeños para que no le sentara mal, se sirvió un poco de asado de carne con vegetales y se llevó el plato a la cama. No estaba dispuesta a separarse por demasiado tiempo. Era como si su piel doliera por sentir la de su esposo y ella no iba a llevarle la contraria a su propio cuerpo.

Se sentó en las piernas del castaño y empezó a comer lentamente.

-Está delicioso.

Drake negó con la cabeza al escuchar las palabras de su pequeña. Le dio un leve beso en la frente e indicó con la mirada que no pasaba nada. Lo había pasado realmente mal, pero tuvo la suerte de que tener a Kedra a su lado. En aquella isla convivieron tres meses y juntos superaron sus problemas. Ahora se llevaban como buenos hermanos después de todo. Ahora a saber dónde estaba el cadejo negro. La vio servirse un plato y de nuevo volvió a su rodilla. Él pegó su espalda a la pared quedando sentado en la cama y le colocó a ella una mano en la espalda para hacer de silla. Así podría comer con bastante comodidad. Él la miraba en todo momento de forma agradable. Era la única que le hacía sentirse tan feliz y vivo al mismo tiempo.

A medida que la joven se alimentaba, él colocó su nariz en el pelo de ella y fue dándole leves besos en la cabeza. Con su mano libre acariciaba sus piernas despacio y de vez en cuando le daba alguna que otra caricia en el abdomen. Llegó un momento en el que le cogió el tenedor con su permiso y pinchó en algo de carne. Después la miró a los ojos y le dedicó una sonrisa dulce. Planeaba algo que podía ser algo cursi, pero por Dios, Drake era el emperador de las cursiladas. Le dio un suave lametón en la mejilla y después le guiñó el ojo.

- Abre la boca amor mío.

Si se dejaba introduciría el tenedor despacio en la boca de ella y la dejaría morder a gusto para llevarse el alimento. Después de eso continuaría él dándole de comer sin permiso alguno. Le gustaba mimarla muchísimo y ahora le esperaban sesiones enormes. Una vez terminó de alimentar a su preciosa mujer se colocó en pie con ella en brazos. La miró a los ojos y dejó los platos despacio en la mesa. Le dedicó una mirada amable y caminó hacia el cuarto de baño con ella. Una vez allí activó el agua temblada de la ducha y la colocó en el suelo. Lo siguiente que hizo fue mirarla de nuevo y colocar su mano despacio en la barbilla de ella. Aquellos ojos que siempre le habían encantado. No pudo evitar de nuevo darle un suave beso en sus deliciosos labios y después de aquello se apartó un poco.

- Si no te importa voy a ducharme contigo, mi vida. – Le dijo de forma divertida.

Sin esperar respuesta alguna el lobo se quitó la camiseta y sudadera. Su cuerpo ya no era una masa enorme, pero continuaba con una musculatura digna de alguien de su poder. Se bajó los pantalones y la ropa interior y entonces se sentó en la bañera. Ocupaba toda ella, pero le hizo a su mujer un gesto para que se sentara sobre él. De esa forma, a los dos les caería el agua y estarían frente a frente, como a él le gustaba tenerla siempre.

- ¡Lobito quiere abrazo!

La morena mordisqueó la comida despació, apoyándose en Drake como si fuera su silla favorita y disfrutó de los besos que el lobo le daba en la cabeza, casi tenia ganas de ronronear, ¿que más podía pedir? tenía comida un asiento calentito y mimos de una sola vez, era una pantera feliz.

Cuando noto la mano del castaño acariciando sus piernas y su abdomen literalmente ronroneó, con ganas de lanzar la comida por la ventana y dedicarse a otros menesteres, sin embargo, su estomago no parecía de acuerdo.

Se debatía entre hacer caso a su estomago o a su libido cuando Drake le quitó el tenedor, ofreciéndole un mordisco de carne, Sonrió enternecida, Ese lobito jamás dejaría de ser el más cursi sobre la faz de la tierra, y no es como si lo quisiera de otra manera.

Felizmente hizo caso a su estomago y a su marido y dejó que la alimentara lentamente. Ella nunca había sido muy dada a las cursiladas, pero por algún motivo le gustaban cuando venían de él, aunque a veces pudiera resultar un poquito vergonzoso.

Cuando terminó de llenar su estomago le detuvo de tomar otro pinchazo de comida con el tenedor.

- Si como un solo bocado más, explotaré cielo.

Se sujeto de los fuertes hombros cuando la levantó y colocó los plato en la mesa antes de llevarla al baño y abrir el agua antes de dejarla suavemente en el suelo. No pudo evitar sonreír al ver como seguía manejándola como si fuera una muñeca. normalmente protestaría y rezongaría por que la bajara, aunque en el fondo los dos sabían que le encantaba cuando la cargaba a todas partes, ya era una costumbre no admitirlo y provocarlo. Pero esta vez estaba demasiado cansada y le había extrañado demasiado para protestar ni un poquito.

El castaño le dijo que se bañaría con ella, como si le pidiera permiso, rodó los ojos negando con la cabeza.

- Como si realmente fuera a permitirlo de otra manera, me temo que ahora que por fin te tengo de nuevo voy a tardar un buen tiempo en ser capaz de soltarte, considérame tu nueva garrapata cielo, por que pienso aferrarme a ti y no habrá forma de despegarme hasta que este completamente saciada.

Vio como se quitaba la ropa y se metía a la bañera, definitivamente seguía teniendo un  cuerpazo, aunque se sentía algo raro verlo en esa forma adolescente de nuevo, se sentía un poco asaltacunas comiéndoselo con la mirada, pero sinceramente no le importaba lo suficiente como para dejar de hacerlo. Era su marido despues de todo, y era un poco mayor que ella aunque no lo pareciera, y sinceramente si no fuera así le importaría un comino.

Él se sentó ocupando toda la bañera y le abrió los brazos pidiéndole que entrara de aquella forma tan tierna e infantil.

Echó la cabeza hacia atrás soltando una pequeña carcajada.

- nunca cambiarás cariño, sigues siendo un niño mimado.

Se burló con una sonrisa y le sacó la legua antes de quitarse la pobre y casi rota camisa por la cabeza, tenía demasiadas ganas de reunirse con él en el agua caliente como para ponerse a quitar botones.

Uno de esas malditas cosas se enredo en su cabello dándole un tirón.

-Aaauch, duele. puto botón y puto pelo.

Trató de desenredarlo, quedando por unos momento con la prenda colgando de la cabeza, inclinándola a un lado para que no le tirara más del pelo. con un gruñido fue quitando el mechón enredado.

Cuando logró desenredarlo tiró la camisa lejos con un gruñido y fulminándola con la mirada, como si estuviera viva y la hubiera molestado a propósito, esa cosa se había llevado todo el romanticismo del momento.

No contenta con matar a la cosa inanimada con la mirada la pateó un par de veces hasta relegarla a un gurruño de tela vieja contra una esquina.

se giró para ver al castaño en la bañera y con un resoplido se apartó el pelo enmarañado de la cara.

- ¿Dónde ibamos? a si, sigues siendo un niño mimado.

Como si no hubiera pasado nada, caminó a la bañera y como pudo en el mínimo espacio que dejaba el castaño se metió dentro y se colocó para sentarse en sus piernas de frente.

Ronroneó fuerte cuando sintió el agua caliente relajándole los cansados musculo y se acurrucó, apoyando la frente en su hombro y frotandolo como si fuera un gatito buscando acomodarse para dormir.

- Esto ya esta mucho mejor.