Nailah
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Nailah miró el mapa varias y repetidas veces, incluso le dio varias vueltas. Chasqueó la lengua y posó las manos en la cadera sin soltar el mapa. Todo a su alrededor era un desierto de rocas. El aire apenas se notaba y si había alguna ligera brisa era muy caliente y la temperatura... demasiado elevada. La morena pasó la mano por la frente quitándose parte del sudor y respiró pesadamente por no saber entender el mapa. Conocía el lugar por las historias que había escuchado en la taberna del viejo Vic. Un lugar alejado de la civilización, perdido en el mar del norte y lleno de mil secretos.
Hay grandes historias que relatan como valientes piratas huyeron por culpa de la ley y terminaron resguardándose en un lugar así hasta acabar perdiendo toda su cordura por culpa de la soledad. Nailah recordaba bien todas y cada una de las historias y en cuanto había atracado en esta isla esperaba ver esqueletos de los piratas, pero sorprendentemente todo estaba impecable. No había ni un solo rastro que indicara que los humanos llegaron hasta la isla Verano.
La morena ató su pequeño bote con una estaca contra la arena. El barco en el que había venido se encontraba en alta mar y estos nunca se arriesgaban a seguir sus instintos. ¡Peor para ellos! Pensaba, más tesoros para ella, si es que lograba encontrarlos. Guardó el mapa en su mochilita y miró hacia ambos lados para saber por donde podría empezar su búsqueda. Tampoco quería adentrarse sola pues su sentido de la orientación era nulo.
Obtener el mapa de la isla Verano le había costado muchos berries y otro tanto de la información sobre el pirata Edward Black muchos más. Escuchó historias sobre él y fue el primero en terminar loco. Definitivamente, daría con él. Nailah resopló y en cuanto estuvo a punto de ponerse en marcha escuchó unos pasos y se dio la vuelta.
Hay grandes historias que relatan como valientes piratas huyeron por culpa de la ley y terminaron resguardándose en un lugar así hasta acabar perdiendo toda su cordura por culpa de la soledad. Nailah recordaba bien todas y cada una de las historias y en cuanto había atracado en esta isla esperaba ver esqueletos de los piratas, pero sorprendentemente todo estaba impecable. No había ni un solo rastro que indicara que los humanos llegaron hasta la isla Verano.
La morena ató su pequeño bote con una estaca contra la arena. El barco en el que había venido se encontraba en alta mar y estos nunca se arriesgaban a seguir sus instintos. ¡Peor para ellos! Pensaba, más tesoros para ella, si es que lograba encontrarlos. Guardó el mapa en su mochilita y miró hacia ambos lados para saber por donde podría empezar su búsqueda. Tampoco quería adentrarse sola pues su sentido de la orientación era nulo.
Obtener el mapa de la isla Verano le había costado muchos berries y otro tanto de la información sobre el pirata Edward Black muchos más. Escuchó historias sobre él y fue el primero en terminar loco. Definitivamente, daría con él. Nailah resopló y en cuanto estuvo a punto de ponerse en marcha escuchó unos pasos y se dio la vuelta.
Yumiko Mei
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Llevaba unos días viajando de polizón en un barco pirata, la idea era verificar que es lo que estaban buscando y hacia donde se dirigían. Tenía cierto renombre en el mundo, pero mi cara no era tan conocida, así que mientras no dijese mi nombre verdadero podría seguir de incógnito. En el barco había unos diez hombres de tripulación y una chica, a parte de mí. Durante la mayor parte del trayecto me quedé en un lado del barco, vigilando el mar. Cuando veía que me miraban mal, me iba al camarote de abajo, las sospechas no fueron muy altas puesto que el capitán estaba medio bebido y ni se había fijado en mi persona.
Viajamos unos dos días y dimos con una isla, la joven chica bajó del barco, así que decidí seguirla. Cogió un bote, pero se fue tan deprisa que no pude subir a este, además no quería aumentar las sospechas. Tomé la vía difícil y fui nadando, eso sí, después de quitarme el vestido y guardarlo en un bolso, junto al resto de mis pertenencias y mi arco. Tras eso salí nadando mientras los hombres del barco me miraban y no paraban de reírse y gritar - ¡Guapa! - Era muy vergonzoso, pero no quedaban botes en el barco.
Alcancé la isla, me puse el vestido y caminé unos cuantos metros hasta dar con la joven chica, tenía el pelo mojado, pero eso no duraría mucho, teniendo en cuenta que el sol calentaba con mucha fuerza. La joven tenía pelo castaño y medía casi lo mismo que yo, eso haría perfecta la conversación, pensé. Una vez me encontré a su lado ya me había puesto el bolso bien y había vuelto en mí, pues el agua estaba bastante fría. La chica estaba mirando un mapa, cuando lo cerró y guardó en su mochila. Di un paso adelante y se giró.
-Perdón por interrumpirte, pero me gustaría visitar la isla también, ¿puedo acompañarte?- Pregunté con una sonrisa, la joven me inspiraba cierta curiosidad, aunque no sabía del todo si se trataba de una pirata o no, pero no tenía recuerdos de ningún cartel de su cara. Mostraba una pecas muy particulares que habría recordado de seguro si las hubiese visto anteriormente, pensé.
Tras decir lo anterior esperé la respuesta y me fijé en que la isla estaba totalmente deshabitada, no parecía haber un solo alma, al menos no de momento. Activé mi haki de observación y seguía sin detectar ningún movimiento, ni siquiera pájaros o animales grandes, simplemente vacío, desierto.
Viajamos unos dos días y dimos con una isla, la joven chica bajó del barco, así que decidí seguirla. Cogió un bote, pero se fue tan deprisa que no pude subir a este, además no quería aumentar las sospechas. Tomé la vía difícil y fui nadando, eso sí, después de quitarme el vestido y guardarlo en un bolso, junto al resto de mis pertenencias y mi arco. Tras eso salí nadando mientras los hombres del barco me miraban y no paraban de reírse y gritar - ¡Guapa! - Era muy vergonzoso, pero no quedaban botes en el barco.
Alcancé la isla, me puse el vestido y caminé unos cuantos metros hasta dar con la joven chica, tenía el pelo mojado, pero eso no duraría mucho, teniendo en cuenta que el sol calentaba con mucha fuerza. La joven tenía pelo castaño y medía casi lo mismo que yo, eso haría perfecta la conversación, pensé. Una vez me encontré a su lado ya me había puesto el bolso bien y había vuelto en mí, pues el agua estaba bastante fría. La chica estaba mirando un mapa, cuando lo cerró y guardó en su mochila. Di un paso adelante y se giró.
-Perdón por interrumpirte, pero me gustaría visitar la isla también, ¿puedo acompañarte?- Pregunté con una sonrisa, la joven me inspiraba cierta curiosidad, aunque no sabía del todo si se trataba de una pirata o no, pero no tenía recuerdos de ningún cartel de su cara. Mostraba una pecas muy particulares que habría recordado de seguro si las hubiese visto anteriormente, pensé.
Tras decir lo anterior esperé la respuesta y me fijé en que la isla estaba totalmente deshabitada, no parecía haber un solo alma, al menos no de momento. Activé mi haki de observación y seguía sin detectar ningún movimiento, ni siquiera pájaros o animales grandes, simplemente vacío, desierto.
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La morena la miró de arriba abajo. Era una de las chicas que había en el barco, pero nunca tuvo un momento para mantener contacto con ella. Supuso que sería introvertida y tan solo se dedicaba a hacer su trabajo. En cambio Nailah, era todo lo contrario, se emborrachaba con los tripulantes como si fuera uno de los hombres del capitán e incluso sus comportamientos no eran muy formales al ser una chica. Arqueó las cejas en cuanto la vio frente a ella, con gran parte de las ropas mojadas y la larga cabellera dorada igual.
No hizo falta que se moviera del sitio pues la otra muchacha se acercó. Parecía muy contenta por las expresiones de su rostro y la morena no sabía si eso sería bueno. Esta le pidió permiso para ir acompañarla. Nailah se llevó la mano a la barbilla y lo pensó durante unos segundos, pero finalmente se encogió de hombros y aceptó. Siempre venía bien algo de ayuda a no ser que le quisiera arrebatar todo su tesoro, si es que lo llegaba a encontrar.
-Soy Nailah, ¿y tú? - inquirió con curiosidad mirándola de arriba abajo. - ¿Sabes... orientarte? Esto es un lugar muy grande y no me apetece perderme y acabar loca como muchos piratas. Mi sentido de la orientación es nulo.
Si, nulo, muy nulo. Tan nulo que aunque tuviera una flecha de neón indicándole el camino acabaría perdiéndose. Llevó la mano a la cabeza y apartó varios mechones de la frente, esperando la respuesta de la rubia. Les esperaba un largo trayecto, pero si continuaban rectas sería difícil perderse.
El sol cada vez calentaba con más fuerza sobre las dunas de aquel desierto. Completamente deshabitado, ni siquiera pájaros o algún animal proveniente de clima merodeaba por allí. Un tanto extraño todo, pero eso no le iba a impedir ir en busca de su tesoro. Tan solo debía esperar por la muchacha y sus ansias de aventura se harían aun más grandes.
No hizo falta que se moviera del sitio pues la otra muchacha se acercó. Parecía muy contenta por las expresiones de su rostro y la morena no sabía si eso sería bueno. Esta le pidió permiso para ir acompañarla. Nailah se llevó la mano a la barbilla y lo pensó durante unos segundos, pero finalmente se encogió de hombros y aceptó. Siempre venía bien algo de ayuda a no ser que le quisiera arrebatar todo su tesoro, si es que lo llegaba a encontrar.
-Soy Nailah, ¿y tú? - inquirió con curiosidad mirándola de arriba abajo. - ¿Sabes... orientarte? Esto es un lugar muy grande y no me apetece perderme y acabar loca como muchos piratas. Mi sentido de la orientación es nulo.
Si, nulo, muy nulo. Tan nulo que aunque tuviera una flecha de neón indicándole el camino acabaría perdiéndose. Llevó la mano a la cabeza y apartó varios mechones de la frente, esperando la respuesta de la rubia. Les esperaba un largo trayecto, pero si continuaban rectas sería difícil perderse.
El sol cada vez calentaba con más fuerza sobre las dunas de aquel desierto. Completamente deshabitado, ni siquiera pájaros o algún animal proveniente de clima merodeaba por allí. Un tanto extraño todo, pero eso no le iba a impedir ir en busca de su tesoro. Tan solo debía esperar por la muchacha y sus ansias de aventura se harían aun más grandes.
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La joven morena no se quedó tan sorprendida como esperaba, se llevó la mano a la barbilla y se quedó pensando durante unos momentos, para después aceptar mi oferta de acompañarle. Sonreí al oír eso y seguí caminando a su lado. Esta se presentó como Nailah, así que yo también debía empezar con buen píe, pero solo daría mi nombre, pues si diese ambas quizás ya me conociese. Era algo conocida en el mundo, no mucho, pero mi nombre estaba ligado con la cacería de criminales, si ella era una eso sería un problema.
-Me llamo Yumiko, pero puedes llamarme Yumi.- Respondí ante su pregunta, poco después pregunto si tenía orientación, pues ella carecía de eso.- Se usar un mapa y no me suelo perder, menos si hay un desierto como este. No nos perderemos.- Dije sonriendo de forma inocente. En mi interior se escuchaba una voz diciendo, "Dos chicas en una isla desierta y sin ninguna provisión. ¿Qué es lo peor que podría pasar?".
No sabía si iría a buscar algún tesoro u otra cosa, pero le seguiría, de momento no parecía una persona malvada, su alma era bastante cálida, algo que no me esperaba, teniendo en cuenta que se había comportado como un hombre en el barco, bebiendo y emborrachandose con la tripulación como si fuese una más, posiblemente lo fuese, pensé. Le ayudaría con lo que pudiese, quizás así haría más amigas, que nunca vendrían de más. En este mundo lo más importante era tener contactos y en todas partes, ya fuesen criminales, burócratas, nobles o ciudadanos, cuantos más contactos se tenían más poderoso sería uno, pensé mientras caminaba junto a la joven.
-¿Cuánto tiempo llevas viajando con esa tripulación? No pareces ser parte de ellos, pero sin embargo te comportas como tal.- Dije con mirada pensativa, no sabía si ya había empezado con mal píe la conversación al curiosear sobre cosas que no me incumbían, pero esperaba que respondiera con sinceridad y sin agresividad.
Por el camino se podían ver cuatro cosas, arena, piedra, plantas casi muertas y un acantilado, a parte del relieve visible de la isla, esto era lo único que destacaba, el acantilado. Supuse que sería lo más lógico usar ese acantilado como punto de referencia, así que miré al barco un par de veces y después al acantilado, con eso y sabiendo la posición del sol sería relativamente fácil volver a la playa con el bote.
-Espero que no nos dejen solas por aquí, no parece haber comida.- Bromeé, había que hacer algún chiste malo para romper el hielo, pensé sin poder evitar esbozar una sonrisa.
-Me llamo Yumiko, pero puedes llamarme Yumi.- Respondí ante su pregunta, poco después pregunto si tenía orientación, pues ella carecía de eso.- Se usar un mapa y no me suelo perder, menos si hay un desierto como este. No nos perderemos.- Dije sonriendo de forma inocente. En mi interior se escuchaba una voz diciendo, "Dos chicas en una isla desierta y sin ninguna provisión. ¿Qué es lo peor que podría pasar?".
No sabía si iría a buscar algún tesoro u otra cosa, pero le seguiría, de momento no parecía una persona malvada, su alma era bastante cálida, algo que no me esperaba, teniendo en cuenta que se había comportado como un hombre en el barco, bebiendo y emborrachandose con la tripulación como si fuese una más, posiblemente lo fuese, pensé. Le ayudaría con lo que pudiese, quizás así haría más amigas, que nunca vendrían de más. En este mundo lo más importante era tener contactos y en todas partes, ya fuesen criminales, burócratas, nobles o ciudadanos, cuantos más contactos se tenían más poderoso sería uno, pensé mientras caminaba junto a la joven.
-¿Cuánto tiempo llevas viajando con esa tripulación? No pareces ser parte de ellos, pero sin embargo te comportas como tal.- Dije con mirada pensativa, no sabía si ya había empezado con mal píe la conversación al curiosear sobre cosas que no me incumbían, pero esperaba que respondiera con sinceridad y sin agresividad.
Por el camino se podían ver cuatro cosas, arena, piedra, plantas casi muertas y un acantilado, a parte del relieve visible de la isla, esto era lo único que destacaba, el acantilado. Supuse que sería lo más lógico usar ese acantilado como punto de referencia, así que miré al barco un par de veces y después al acantilado, con eso y sabiendo la posición del sol sería relativamente fácil volver a la playa con el bote.
-Espero que no nos dejen solas por aquí, no parece haber comida.- Bromeé, había que hacer algún chiste malo para romper el hielo, pensé sin poder evitar esbozar una sonrisa.
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