Un primer vistazo al East Blue [Privado][Yuu-Itkovian-Kenji][Pasado]

Aclaración:

Al joven Yuu continuaba sorprendiéndole como había podido sobrevivir tanto tiempo en un barco de la Marina sin que nadie descubriese que el uniforme de marine era robado y que él no pertenecía a esa tripulación. En cualquier caso, se sentía bien por haber llegado tan lejos.

El final del viaje sería en la Isla Orange, donde el barco ancló para hacer una puesta a punto tras salir del Grand Line. Yuu había dejado todas las pertenencias que había sacado de Water Seven en una bolsa grande, la cual había depositado en el compartimento de carga, donde casi nadie accedió durante la travesía. Lo más rápido que pudo, y a riesgo de que le vieran los soldados que se habían quedado en el barco y no habían bajado a la isla, se colgó la bolsa a su espalda y salió a paso rápido del barco, sometido a las miradas sospechosas de los que le vieron, pero que decidieron pasar de él. Yuu empezó a correr hacia el bosque hasta que perdió de vista el barco y estuvo seguro de que ningún marine curioso le hubiese seguido. – Joder… no sé ni cómo lo he conseguido. – dijo en voz alta para sí mismo, mientras dejaba la bolsa junto a un árbol, para luego quitarse el traje de la marina y ponerse su traje de una pieza. Tras esto, sacó su espada y se la colocó bien antes de partir. En la bolsa ya solo quedaba todo lo que había conseguido tras salir de Water Seven.

Una vez preparado, caminó en línea recta sin saber a dónde se dirigía. En poco tiempo, llegó a un pueblo bastante extenso, nada comparado con Water Seven, eso seguro. – Ya podríamos haber atracado en una isla mejor… en fin, algo es algo. – dijo de nuevo en voz alta para sí mismo. Siguió caminando, a la par que se quejaba del calor que hacía aquella mañana, hasta que se paró en frente de una taberna. – Necesito alcohol. – pensó, esta vez. Hizo caso a su instinto como casi siempre y se metió dentro de la taberna, sentándose inmediatamente en un taburete de la barra. – ¡Tabernero! ¡Una cerveza por aquí! – gritó al dueño del local, que se hallaba a escasos metros de él. – Marchando. – dijo el individuo, tras echarle una mirada desconfiada. Tras medio segundo o así, el hombre le trajo su cerveza, al mismo tiempo que le pedía el pago por la misma. – Eh… voy a pedir más. ¡No se preocupe! ¡Luego le pago! – dijo Yuu, mientras le mostraba su mejor sonrisa al hombre… obviamente estaba claro que no iba a pagar.

Kenji entró a la taberna con cara de indignación. -¿Y... esta es la mejor taberna de Orange Island...? Vaya...
Se acercó a una de las mesas cercanas a la barra e inspeccionó si la silla estaba lo suficientemente limpia como para sentarse. -Eh... ¿Camarero? Viendo la carta del tugurio, y por no atentar contra mi salud, pediré un vino tinto, gracias.
Fui a Orange Island de misión. Por lo que sé, hay un par de criminales rondando por estos lares, y, aunque me pregunte que habrán hecho para que el Gobierno les eche el ojo, mi deber es actuar, no preguntar.
-Su vino, señor. -Sí, bien, ahora se lo pago.
-Mmmm... No he visto carteles de se busca, ¿No se habrán equivocado de isla? Bueno, da igual. No puedo distraerme mucho
Kenji miró la botella de vino tinto y se dispuso a abrirla y servirse una copa.

No pensó que volvería tan pronto a aquella isla, pero incluso si se encontraba allí el pueblo en el cual había sido asignado era distinto al cual había visto su crianza. Las similitudes eran las esperables, las plantas que rodeaban a ese pueblucho y las nativas del suyo eran las mismas, la temperatura era similar. La diferencia principal era el aire, al ser una ciudad portuaria en la cual se encontraba, todo para fácil movimiento en caso de emergencia claro, el aire tenía aquel tono a sal que incluso con cierta distancia uno podía seguir sintiendo. Incluso con la posibilidad de ver a su familia los sentimientos del castaño no eran de felicidad sino de preocupación por la cría de oso que había adoptado. El viaje parecía haber confundido al animal quien al bajar del barco, tambaleando por el mareo, casi salió corriendo del barco no deseando volver a sentir el onduleo propio del mar. Afortunadamente para Itkovian, llevaba al animal con una correa, instrumento que no le serviría cuando el animal creciese lo suficiente como para llevarlo a él y no al revés. Por el momento el marine pudo agarrar a su mascota cual bebé y acunarlo para que se calmase. Quizás fuese el calor corporal del castaño o quizás lo cíclico de sus latidos pero el cachorro de oso se calmó lo suficiente como para que, al volverlo a bajar, no saliese corriendo sino que frotase su cabeza contra la pierna izquierda del marine.

Itkovian lucía no el típico traje de marines sino su ropaje habitual, unos pantalones de jean oscuros, una remera naranja y una campera violeta en cuyo borde una especie de pelaje con una suavidad similar a la del animal. El viento del mar le empujaba dicho borde de tal manera que ondulaba otorgándole al castaño aquellos tintes épicos propios del ropaje ondulante. ¿Qué hacía allí el joven marine? Pues el barco que lo había llevado desde la base hacia aquella isla era uno de los 2 barcos que tenía que tomarse. Según los arreglos logísticos de la marina al día siguiente vendría otro barco al cual debía subirse, después de todo había sido asignado en otra isla pero no habían en ese momento barcos que lo llevasen directamente. O mejor dicho, el barco que lo llevaría directamente iría a salir luego de 1 semana del momento en el cual había sido asignado por lo cual aquel desvío era más rápido. El dinero que le habían dado para alojamiento era el suficiente como para subsistir durante aquel día, día que era considerado de "descanso" ya que no se le había dado misión hasta el día siguiente.

La típica sorpresa de la gente de un pueblo al ver una cría de oso no era algo a lo que llegase a acostumbrarse pero alguno que otro niño se acercaba a acariciarlo y la gente comentaba cosas después de verlo. Desde su hotel los lugares más cercanos en los cuales comer, pues algo como comida terrestre era algo que ansiaba, eran una taberna y una carnicería, pero como no deseaba cocinar se dirigió al primero de estos. Todavía no dejaba solo al animal así que se vio obligado a llevarlo. Lo había intentado, demasiadas veces, pero cuando aquellos ojos de cachorro lo miraban fijamente caía derrotado y cedía ante las demandas del animal - Vamos a comer, ¿Qué te parece? - Magnum, el cachorro de oso americano, no entendió las palabras de su amo pero por la felicidad propia de las mismas pudo entender que era algo bueno y, con aquella energía propia de los cachorros, empezó a dar vueltas y saltar de la emoción.

Antes de salir agarró las 2 cosas más importantes que podía requerir. Primero la placa en la cual constaba que era un agente de la marina, pues incluso si no estaba de servicio podía usar aquella placa para demostrar a la gente su origen y conseguir aprecio y confianza por su parte. No la usaría para nada que pudiese considerarse aprovecharse claro, ideas como pedir descuento o amenazar a alguien para conseguir algo ni pasaron por su cabeza. Finalmente tomó sus 2 armas, un escudo que se colocó debajo de la campera para que pareciese que su espalda era más ancha y una espada que guardó en la funda del cinturón.

Viéndola desde cerca la taberna no le resultó un lugar caro, juzgando por las típicas imperfecciones propias de la madera cercana al mar y por alguna u otra mancha de suciedad que antes de entrar pudiese verse. Incluso afuera Magnum parecía capaz de oler que adentro había una cocina pues tiraba de la correa como si desease entrar. Itkovian se acercó a la puerta, preguntándose que habría del otro lado, si se encontraría con más marines que estuviesen en una situación similar a la suya o solo con el típico vacío de las tiendas en temporadas no turísticas. El bar no se encontraba lleno pero tampoco vacío, la gente de adentro no superaría la docena y por la edad de varios el marine pudo asumir que era gente de la zona. De una vista inicial lo que le sorprendió más que nada acerca de la gente de allí era aquella funda de una espada de uno de los clientes. Ya que solo podía ver la espalda de este desconocido, pues al estar en la barra lógicamente estaría mirando hacia el lado opuesto, no pudo decir si era o no un marine. Le iría a preguntar luego su origen pero primero lo primero.

Aquella figura imponente de casi 2 metros con espada y escudo, con aquel oso con una correa negra y un collar negro con pinches miró fijamente al mesero, dueño del local o lo que fuese y dijo 2 simples palabras - Quiero leche - claro, necesitaba alimentar al oso y este tenía un amor predilecto por la leche. Antes de fijarse que pedir y que le diesen la carta, el poder beber algo tranquilizaría a Magnum quien parecía querer oler todo lo que tuviese cerca, después de todo eran olores extraños que nunca había sentido los de una taberna.

El sabor amargo pero a la vez espléndido de aquella cerveza de barril era lo mejor que le podía pasar a Yuu en ese momento. Nada más dar un primer sorbo, el suspiro de placer se oyó por toda la taberna. Una vez estuvo satisfecho, se dedicó a observar el entorno, por si por algún caso había un marine por la zona o por si había algún objetivo potencial al cual robar. Ni una ni la otra, por el momento, así que Yuu continuó bebiendo.

Por el arco de la puerta entró un joven bastante menor que Yuu, el cual fue sometido a una vista de arriba a abajo por el pirata. – Es bastante alto… va trajeado… eso quizás sea malo. Debería cogerlo con pinzas… además, parece bastante serio el tipo. Aunque, ahora que lo pienso… esa cicatriz me recuerda a alguien, pero… hace demasiado tiempo que no le veo, dudo que sea él. – Simplemente, esperó a que este hiciese algo, para comprobar si era alguien al cual debía evitar. El muchacho se sentó a poca distancia de Yuu, y después de llamar a aquel lugar “tugurio”, cosa que el pirata hubiera calificado más como “antro de mierda”, pidió un vino tinto, lo cual provocó una ligera carcajada de parte de Yuu. – Tenemos un señorito por aquí… – pensó, pues no quería ir a más por la única razón de que, básicamente, no tenia claro quién era, y pensaba averiguarlo.

Al poco tiempo, entró otro chico por la entrada… este era aún más alto que el anterior y, curiosamente, llevaba un oso consigo. – ¿Qué cojones hace un tío con un oso en una jodida taberna? – pensó el pirata novicio para sus adentros. El tipo nuevo poseía armas a la vista, con lo que Yuu se mostró extrañado y lo colocó como posible amenaza. De primeras, él sabía que no era un espadachín de la calaña del ladrón, aunque eso tampoco le permitió saber acerca de cómo era el estilo de aquel tipo. En cualquier caso, le mantuvo vigilado como al otro.

El tipo de dos metros, al cual denominaría como tal a partir de ese momento, se acercó a la barra y pidió leche. Yuu no lo pudo evitar. – ¡¿Leche?! ¿Qué pasa, echas de menos la de tu madre? – dijo, con una gran carcajada, obviamente sin arrepentirse de cómo seguramente había empezado una pelea que podía no haber empezado perfectamente. Por supuesto, Yuu siguió bebiendo como el alcohólico empedernido que era.

Kenji dejó sus pensamientos para mirar de reojo al tipo con espada que tenía cerca de él. Desde su punto de vista, no era más que un vagabundo de esos escapado de alguna cueva lejana, pero algo en él le traía recuerdos de su ciudad natal. Dejó de pensar en eso y le echó el ojo al visitante que acababa de llegar al tugurio.
-Vaya, que tío más grande. ¿Eh...? ¿Eso es un oso...? Kenji miró al oso y levantó una ceja. -Gente común, ya no saben que hacer para intentar destacar.

Su mente no paraba de preguntarse a quién quería el Gobierno que pudiese estar en esta isla. Su plan, era mezclarse entre la muchedumbre, pasar desapercibido para ver si conseguía información. El tipo con espada que se encontraba a su lado podía ser una buena fuente, pero saber siquiera si él residía en Orange Island era imposible. Kenji echó un vistazo rápido a la gente de su alrededor.
-Pero vamos a ver... si ni siquiera sé como son físicamente estos criminales, ¿cómo voy a saber quienes son?

-¿Mmmm? Kenji se dio cuenta de que el tipo ese de tres al cuarto que tenía al lado se burló de la última persona que entró, y no pudo perder la oportunidad que tenía de meterse en una pelea y más, en un antro de mala muerte como era aquel lugar. Dio un sorbo a su copa y carraspeó. Luego, empezó a hablar tranquilamente.
Ah... Es triste ver como las personas indigentes tratan de ofender a personas -Miró al visitante de reojo- No tan indigentes.

Cogió una servilleta y se limpió la comisura del labio, dejando caer posteriormente una sonrisa orgullosa. Je... Amable caballero, ¿que tal si pide perdón a este señor y luego se calla para que pueda seguir pensando? De verdad, la gente me consume. Dejó la servilleta y tomó otro sorbo.

La mirada inquisidora del muchacho de la katana no fue algo que pasase desapercibido por el marine quien intentaba no verse afectado por la misma, después de todo solo tenía aquella reacción por el cachorro de oso. El dueño del lugar miró perplejo al oso, contemplando la miríada de posibilidades en caso de que le pidiese retirase dicho animal. En la mente de este personaje, la respuesta del muchacho se veía influenciada más que nada por el arma de su cintura. Quizás por esto fue que el dueño del local no le dijo al marine que no tenía permitido entrar con animales, o quizás fue por el incremento de los ingresos que traerían 2 nuevos clientes. Su pedido de leche podía no resultar algo normal, no esperaba que lo hiciese pero asumió que cualquiera podría entender que no se trataba de algo para él sino para su mascota. El comentario ajeno lo hizo reírse un poco pues no era del tipo de persona que tomase los insultos divertidos como tal, especialmente cuando una respuesta sería más sencilla y divertida. Se decidió por la típica forma de pensar infantil de cambiar el artículo del sujeto del comentario ajeno, lo que vulgarmente era conocido como "tu madre".

El castaño iba a responder, estaba a punto, sus labios incluso se abrieron, pero antes de que pudiese decir nada otro de los presentes había intervenido. Justo cuando iba a responder algo interesante "no, extraño a tu madre", tuvo que ser interrumpido. Itkovian no era el tipo de persona que se molestase por palabras excepto que tuviesen algún significado más allá del simple hecho de ser palabras, pero ser interrumpido era otro tema. No todo estuvo perdido, no al primer momento. El muchacho de la cicatriz solo había carraspeado, quizás para liberar tensión, o por lo menos eso creía el castaño. Pero no, tuvo que hablar, tuvo que unirse a lo que estaba quizás tornándose en una batalla. Las palabras no lo molestaron de la misma manera que no lo habían molestado antes. Lo que si lo molestó fue la mirada y el tono. Estaba siendo visto de reojo, como si no fuese nadie, y el tono ajeno también mostraba esto mismo, el mismo tono que tendría un megalómano.

Aún así Itkovian no se lanzó a los golpes pues no sería lo correcto, estaba con su mascota y primero tenía que encargarse de ella. Como si quisiese cambiar lo tenso de la situación el dueño del lugar dejó en la barra un vaso con leche. El choque de dicho vaso con la barra hizo un sonido que en el silencio de aquella incomodidad pareció resonar. El castaño agarró el vaso y, sin decir nada, se colocó de cuclillas dejando el recipiente con líquido en el suelo. Si mascota dejó de oler un asiento que estaba oliendo y se colocó mirando la leche como hipnotizado por la blancura de la misma. Magnum empezó a beber la leche con lamidas tal como los animales de su tipo hacían. Mientras esto pasaba, como para no darles importancia a los 2 extraños, Itkovian miraba hacia abajo, hacia las sombras que emanaban de ambos personajes las cuales, gracias a la ubicación de una lámpara en el techo, permitían al castaño ver sus siluetas sin tener que llegar a mirarlos a los ojos. Mejor que se olvidasen de él y que nadie pelease, era su día libre y no quería que nada malo sucediese.

Yuu se lo estaba pasando genial en aquel momento. Cerveza, insultos, humillación… ¿acaso eso no era lo mejor del mundo? Al menos para Yuu, lo era. La buena cuestión es que el joven de gran estatura le causó una buena impresión al pelinegro, al reírse de lo que este le había dicho. Le hacía gracia humillar a la gente y que huyeran llorando del lugar… pero también le gustaba mucho que llegase una persona con sentido del humor que se riera de un insulto, e incluso más si era una ofensa hacia la persona.

Yuu advirtió como el chico estaba a punto de mover los labios para contestarle, lo cual esperaba con ansias… esperaba una respuesta ingeniosa. No la pudo obtener, lastimosamente, dado que el joven del vino tinto empezó a hablarle al pirata tras un leve carraspeo. – ¿Indigente? ¿Pero qué dice el gilipollas este? – pensó, mientras esperaba a oír lo siguiente que el chico tenía que decir, lo cual fue en un tono demasiado formal para Yuu, irritando a este en sobremanera. – “De verdad… la gente me consume." – repitió el ladrón de forma burlona, escupiendo en la cara al joven con corbata mientras hablaba. – A ver… señorito. Te voy a hacer una oferta mejor… ¿vale? Mira, eres tu el que se queda callado bebiendo tu vino tinto y a los demás nos dejas en paz. Va, venga, bebe, que yo te sirvo. – dijo Yuu, al mismo tiempo que cogía la botella de vino y rellenaba la copa. Tras esto, el pelinegro puso la copa de vino en alto, encima de la cabeza de este, y vertió todo su contenido en el joven trajeado. – Que te sea leve, “amable caballero”. – dijo Yuu, mientras se volteaba hacia su cerveza y se la bebía de un trago, seguida de un gran suspiro.

El joven novato se marchó a paso rápido hacia la puerta, mientras el tabernero se daba cuenta de sus intenciones y gritaba. – ¡Hey, chico! ¡No me has pagado la cerveza! ¡Hey! ¡Vuelve aquí, cabronazo! – a lo que Yuu se reía mientras empezaba a correr por el camino de la derecha en línea recta, donde llegaría a una plaza en la que no había nadie. Allí, se giró hacia atrás y se cercioró de que no le seguía nadie por ahora. Con cuidado, se fue al banco más a la sombra de la plaza y colocó su bolsa en el suelo, para él tumbarse en el escaño con total tranquilidad. – Tirarle la copa de vino a ese tío me ha dado un subidón… genial. – dijo en voz alta para sí mismo. – Aunque… la cicatriz que tenía… joder, me recuerda a aquel tipejo. Sus maneras son las mismas, pero… dudo que sea él. Si de verdad lo fuese… seguramente le daría un buen puñetazo. De todas formas, supongo que vendrá a por mi tarde o temprano, me lo huelo. Respecto al otro… seguramente también me encuentre con él de nuevo. Mmm… ¿qué hago, me duermo? Creo que me quedaré con un ojo abierto por si acaso, y con el oído al acecho… si, eso será lo mejor. – concluyó Yuu en su pensamiento.

Kenji no se sobresaltó. Echó una mirada frívola a todo aquel se le había quedado mirando por las acciones del pelinegro que huyó. Carraspeó levemente.
-Camarero, creo que mi vino se ha acabado. ¿Por qué en vez de gritarle al pobre que se ha ido corriendo, no me sirve otra botella?
Kenji intentó mantener la seriedad, pero, lo que hizo el mandril ese le provocó una leve carcajada que intentó disimular lo mejor que pudo.
-Je... es algo que haría ese pobre diablo de Water 7. ¿Que habrá sido de él? ¿Sabrá que ahora soy del bando contrario?
La gente de su alrededor se quedó perpleja. Le habían ensuciado el traje, pero Kenji no se movió del sitio ni contestó, solo esbozó una sonrisa sonora en su rostro pálido y sereno.

-Eh... -El camarero no sabía si acercarse a Kenji o no- Su... su vino señor. La mirada de Kenji ya no era tan frívola. Las acciones de ese tipo le habían resultado graciosas e infantiles, por lo que, su rostro se había tornado un poco menos serio. -Algo me dice que voy a necesitar una tintorería, ¿hay alguna cerca? El camarero se quedó pensando, y después de pensarlo bien, contestó. -Sí, hay una al norte del pueblo, saliendo de la taberna...-Tugurio.-...Tugurio... y yendo recto entrando en el pueblo... -Gracias buen hombre. Espero que conozca a ese tipo que se ha ido corriendo, le debe su cuenta... y la mía.

-¡EH! ¡OTRO NO! Para cuando el camarero había dicho esto, Kenji ya se había ido a trote en dirección al norte del pueblo con su traje manchado de vino tinto.

Ojalá pudiese tener un día libre. Pero no. Las cosas nunca eran tan sencillas. Deseaba un poco de descanso, poder jugar con su mascota y hacer que esta se apegase más a él pero no resultó posible. Después de todo tenía tareas que cumplir, quisiera o no era un marine.

Hubiese dejado a ambos discutir, eso no era importante. Ya el tema de conversación había dejado de ser la bebida que el marine se había pedido para pasar a ser un combate verbal entre los otros 2 sujetos. Desde el momento en el cual el de la espada repitió las palabras del del vino con aquel tono molesto ya fue casi obvio que irían a luchar entre si. Por la forma en la que las sombras se movían pudo ver como el de la espada agarraba el vino del otro y se lo lanzaba al de traje. Deseando confirmar aquel extraño movimiento de las sombras Itkovian levantó la mirada. La combinación de colores de aquellos 2 le pareció similar a una obra de arte, el color rojo del vino hacía juego con el traje, excepto por el hecho de que goteaba levemente como cualquier líquido haría en aquella situación. Quizás todo hubiese podido calmarse, quizás el de la katana pudiese disculparse o algo, o quizás solo comenzaría una pelea. Pero no, el de la cerveza huyó ante lo cual el dueño del lugar gritó inútilmente que se detuviese.

La reacción del trajeado con vino no fue la esperada por el castaño, después de todo no hubo enojo sino una calma que pareció falsa, como si se desease hacer el "chico cool". Una vez que este joven preguntó acerca de una tintorería procedió a huir, tal como había hecho el anterior. Itkovian solo vio estos movimientos sin saber demasiado que hacer pues había sido tomado por sorpresa. Afortunadamente para él no había salido afectado por aquella pequeña "contienda", si es que así podía llamarse a lo que había sucedido ahí. Una vez ambos se fueron el marine se levantó de su posición de cuclillas, sosteniendo aún el vaso con leche solo que esta vez estaba vacío, el oso se la había terminado finalmente - ... Tsk... la gente de ahora... Perdona por aquello... No pierda la fe señor, ahora mismo iré a buscarlos y si los encuentro haré que le paguen los gastos de recién. Hasta entonces tenga un poco de dinero, no es suficiente para pagar las 3 bebidas pero espero que sirva para minimizar los daños de esos rufianes - el dueño del local quedó anonadado ante esta muestra de bondad de parte del marine, pues posiblemente lo había considerado como igual a aquellos 2 que huyeron.

Itkovian dejó un poco de dinero en el mostrador antes de volver a hablar - No puedo prometer nada pero soy un marine, intentaré encargarme de este problema y preservar el orden. De todos modos agradecería que hiciera la denuncia para que quedasen registrados como criminales - Terminó de decir esto antes de volver a ponerse en cuclillas y acariciar a Magnum quien lo miró fijamente mientras disfrutaba los mimos - Bueno, terminemos rápido con esto así puedo disfrutar de mi día libre. Magnum, sigue el rastro de vino - Un dato no muy conocido de los osos era que su olfato es mejor que el de los perros. Este hecho no pasaba desapercibido por el castaño quien al conseguir el animal investigó acerca de su biología. Aquel cachorro de oso olió el vino del suelo y luego miró hacia la salida al mismo tiempo que inhalaba, buscando el origen de aquel olor. El marine salió de la taberna junto a su mascota quien empezó a galopar hacia el norte, siguiendo el olor de aquel muchacho bañado en vino.

La cacería había comenzado.

Una de las mejores emociones que un pirata puede sentir… la adrenalina corriendo por sus venas cada vez que comete una maldad. Yuu soñaba con ir aspirando siempre a más, ahora era iniciar un conflicto con un tipo y no pagar una cerveza… ¿qué sería lo siguiente? – Me encantaría destrozar este pueblo… si tuviese un barco y una tripulación. ¡Pero saquearlo antes! La vida pirata no hace más que mejorar, joder, me encanta. Esto mola mucho más que la aburrida vida de ladrón de mierda en Water Seven, si señor.  – pensó, mientras le faltaba poco para dormirse. Su ojo entreabierto avistó algo, o alguien, más bien. Al ver al oso, abrió los ojos de par en par, aunque uno no se le viese, y se levantó rápidamente, para coger la bolsa.

Cuando alcanzó a mirar de nuevo, se dio cuenta de que probablemente el tipo alto ya le habría visto. Ahora viene lo bueno… ¡vamos a ello! – dijo en voz alta, y salió corriendo más hacia el norte, donde se encontró corriendo también al joven del vino, con el traje en la mano y a toda velocidad. – ¡Suerte con el traje, caballero! – dijo riéndose, a la par que le adelantaba. En su escapada, encontró a un grupo de marines delante de él, con lo cual, tuvo que ir hacia la izquierda, rumbo hacia el bosque de nuevo, allí quizás podía perder a aquel tipo de vista. Mientras corría, su pie tropezó con una piedra, con lo que se hallaba casi al punto de caerse. No era ningún problema para Yuu, por supuesto, así que puso la mano en el suelo y se impulsó hacia arriba para volver a correr hacia la dirección en la que se hallaba yendo.

Una vez llegado a la entrada del bosque, no tuvo tiempo de girarse ya que podía estar aún tras de él. – No lo oigo, pero… debe estar siguiéndome la pista. ¿Debería de esconderme o seguir corriendo? Luego de salir de esta tendría que salir de esta isla con algún botín… pero también… ¿dónde? –  se preguntó Yuu en sus adentros, mientras seguía corriendo. Llegó a una extensa pradera donde ya no habían árboles, así que se temió lo peor por lo que intuía que venía por detrás, pero él siguió corriendo.

El sentido de la justicia pesaba sobre Kenji. Él se sentía mal por no haber pagado, pero una de las dos botellas había sido desperdiciada y no quería pagar por algo que no consumió. Se acordó para que había venido. Estaba de misión y se había desviado de ella. Por el momento tenía que ir a la tintorería, despúes, iría al centro del pueblo en busca de actividad criminal. De pronto, se percató de algo en su espalda. Era el tipo del tugurio, el cual adelantó a Kenji mientras volvía a bromear de forma infantil. Kenji dejó de correr, se quedó mirando como el tipo de la espada se desviaba de su camino al ver unos Marines.

-Oh... Perfecto. Preguntaré por actividad criminal en la isla. Kenji se acercó a los Marines con la americana negra llena de vino tinto en la mano.
-Caballeros. Soy Kenji Masahiro, del Cipher Pol. El Gobierno va detrás de dos sospechosos en esta isla. ¿Han visto algo? Los Marines se sorprendieron por las pintas del joven iniciado del CP. Mientras estos hablaban, Kenji se percató de una segunda presencia. Era la bola de pelo esa que había visto en el antro. Frunció el ceño y comenzó a analizar la situación ignorando por completo la situación de los Marines.

-Veamos... ayer recibí un informe sobre dos criminales buscados por el Gobierno. No me dieron ningún tipo de información, solo que se habían visto en Orange Island y alrededores.
Dicho esto, solo yo fui asignado a la misión, subí al barco esta mañana temprano y llegué hace dos horas aquí. Nada más llegar, intento mezclarme entrando a un bareto a ver si podía conseguir algún tipo de información. De todas las personas que habían allí, solo destacaba una por la espada que llevaba y luego, la persona que entró con un oso. Lo primero que hago es meterme en una batallita de niños donde se supone que salgo perdiendo y me marcho sin pagar hacía una tintorería para que me arreglen el estropicio que el mandril ese me ha hecho. Me lo vuelvo a cruzar y veo como se escabulle para que los Marines no lo pillen. Y ahora me encuentro al oso del tipo grande aquel. Entonces por deducción, el tipo grande viene detrás del oso, y el de la espada ha hecho algo para querer evitar a la Marine.

-Ah... no he tardado nada en meterme en problemas. Debería darme prisa en ir a la tintorería. Marines, muy buen trabajo el suyo, créedme si os digo que todo lo que me habeís dicho no lo he oído, estaba pensando. Sigan su vigilacia. Kenji se fue caminando con la americana al hombro, dejando atrás a los Marines que se habían quedado perplejos ante sus aires de superioridad.

Había podido sonar algo genial cuando habló con aquel dueño de bar, por lo menos genial para los estándares del marine, pero era muy posible que todo terminase mal pues no sabía si su mascota lo estaba guiando correctamente o no. Aún así no tenía nada mejor que hacer, a decir verdad no conocía a nadie de ese pueblo y quizás siguiendo con aquello pudieran encontrar un buen restaurante o algo. Si, soñaba con un restaurante, quería comer algo, incluso si eso significaba dejar de lado su deseo de justicia, pero no, no debía rendirse, solo era un contratiempo, debía de confiar en su oso. Mientras el marine intentaba decidir cuando sería buen momento para rendirse su melancolía fue interrumpida por palabras en voz alta. Reconoció inmediatamente a quien dijo estas palabras, el criminal. No era el criminal que buscaba sino que el otro, pero no era momento de cuestionar la magia del olfato de un oso o las casualidades de la vida.

Itkovian comenzó a correr hacia el de la katana, esta acción su osito la vio como que quería empezar a jugar así que corrió junto al castaño, por algún motivo más rápido de lo que él llegó a correr. A lo lejos pudo ver al del vino, quien había hablado con un grupo de marines antes de huir corriendo, bien, aún no los perdía. El castaño siguió avanzando y cuando finalmente llegó al grupo de marines, se paró frente a ellos, hizo un saludo formal con una mano mientras la otra intentaba sostener a su mascota y sacó su placa del bolsillo para demostrar que era uno de ellos. Habló mientras trotaba en el lugar para no enfriarse y poder seguir - Buenas, soy también marine, esos 2 hicieron una pelea en un bar y huyeron sin pagar, mi oso los está rastreando, son un sujeto con una katana y uno con un traje manchado con vino. - Una vez terminó de decir esto se dio cuenta de lo ilógica que sonaba la situación, recién contemplando que esa no sería una ocurrencia normal, y siguió de largo. No llegó a darle tiempo a los marines a preguntar que era lo que ocurría, pues su mascota seguía detectando el olor a vino y por como le tiraba parecía que estaban más cerca.

Era curioso como no parecía cansarlo hacer esto, por lo menos no demasiado, el entrenamiento que le hicieron para volver un marine lo dejaba hacer este tipo de cosas. Sin embargo sabía que era más que nada por la adrenalina, y que si dejaba de correr por unos segundos se volvería a cansar. Aún así no había nada que pudiese hacer, solo tenía que confiar en su oso y seguir corriendo, la situación empezaba a resultarle divertida. El aire chocando contra su rostro, su cuerpo sintiéndose tan ligero, su mascota tan feliz por poder jugar, todas estas sensaciones le hacían ver que estaba hecho para ese trabajo. Se preguntó que ocurriría si llegase a soltar al oso, si este, al ser más rápido, podría llegar a los criminales y mantenerlos en el lugar al morderlos o algo, pero después recordó que uno tenía una katana y que podía lastimar al animal así que no lo soltó, no por el momento. A la distancia, el castaño pudo ver a aquella figura del trajeado ahora con la chaqueta en el hombro, ahí estaba su objetivo. Por la emoción del momento logró ir un poco más rápido al verlo.

Yuu se cansó de correr llegado un poco más lejos de la salida del bosque. Decidió mirar hacia atrás para ver si aquel bastardo le seguía. Al contrario de lo que Yuu había pensado, nadie le seguía, lo cual le extrañó mucho y le alivió a la par. – ¡Joder, si! – gritó Yuu tras sentirse realizado al escapar de aquel tipo. De pronto, una voz anciana habló detrás de él. – Disculpa, joven… ¿podrías… apartarte…? Tengo que… regar la planta que estás pisando. – a lo que el pirata se apartó, cortando su felicidad. – Ehm, claro, abuelo… – y fue cuando Yuu se dio cuenta. – ¿¡Pero quién eres tu!? – gritó mientras le pateaba y tiraba al suelo al anciano, para seguir pateándole. De pronto, un muchacho que rozaría los veinte años se acercó furioso al presenciar la escena, y empujó a Yuu. – Tu… ¡vuelve a tocar a mi abuelo y te las verás conmigo! – dijo, con mucha rabia. – ¿¡Eh!? ¿¡Contigo!? ¿Y qué me vas a hacer, eh? – acto seguido, el joven granjero le propinó un puñetazo que tumbó en el suelo a Yuu, cosa que había sentenciado el destino del otro.

El pirata se limpió la sangre y comprobó que su mandíbula estaba en buenas condiciones que, por suerte, lo estaba. Tanto la cara del anciano como la del otro cambiaron cuando vieron que Yuu desenvainaba su espada sin mediar palabra. Tenía claro lo que iba a hacer, y no le importaban las consecuencias. Todo aquel que no le gustase a Yuu, acabaría mal parado. El ladrón ejecutó primero al anciano con un tajo diagonal en el pecho, cosa que salpicó el terreno y a Yuu. El nieto de la víctima intentó defenderse desatado en rabia, pero no le dio tiempo a nada, pues el pirata ya le había ensartado con su espada el corazón. Sacó la espada del cuerpo de este y limpió la sangre de este con su dedo, dándole completamente lo mismo la que le había salpicado en el traje. Yuu arrancó una zanahoria del huerto y, cuando comprobó que estaba en buenas condiciones, se la comió. – Es más divertido de lo que pensaba, esto de matar gente, debería de probarlo de nuevo. – dijo Yuu, con un tono muy sádico, en voz alta.

El joven siguió caminando hasta llegar a la casa de las víctimas, donde vio por la ventana de esta a una mujer anciana, la cual Yuu supuso que sería la mujer del viejo. Abrió la puerta de una patada, asustando a la señora, que se sobresaltó y se giró rápidamente. – Buenos días, vieja. – dijo este mientras seguía comiéndose la zanahoria. – ¿Qué te iba a decir? Ah, si… me he encontrado con tu nieto y tu marido. ¿Sabes dónde están ahora? – la mujer no sabía si contestar o echar a llorar por lo que se temía que había hecho. – ?¿Es usted creyente? Seguro que sí, todos los viejos creen. Mire, pues ahora ellos dos estarán en el cielo para siempre. Pero… ¡no se preocupe! Usted puede hacer algo por mí para no reunirse con ellos… aún. Solo necesito que me diga algo. – al decir tal cosa, la anciana se echó a llorar, lo cual irritó a Yuu en demasía, por lo que se acercó a ella y la cogió del poco pelo que tenía. – Deja de llorar, coño. A ver… eres una vieja granjera, no creo que lo sepas, debería de habérselo preguntado a tu nieto, pero bueno… es lo que hay. ¿Sabrías decirme si hay algún navegante experimentado en este pueblucho? Me gustaría salir de esta isla con alguien que sepa más de lo que yo sé. – le dijo Yuu a la anciana, estirándole cada vez más del pelo. Hay… uno… en el astillero… se llama Charles Hedwig… el te podrá… ayudar. – dijo, con una voz ahogada casi sin poder respirar. – ¡Gracias, abuela! -- finalizó Yuu, para acto seguido empotrar su cabeza contra el suelo. Tras esto, Yuu emprendió de nuevo el camino hacia el pueblo, rumbo al astillero. Solo esperaba no encontrarse con ninguno de los dos tipos de hacía un rato.

Kenji prosiguió su camino hacía la tintorería. Ciertamente, ya estaba al lado, pero tenía una extraña sensación. Algo le molestaba, le irritaba, algo estaba mal.
En frente de la puerta de la tintorería, este se dispuso a abrir la puerta cuando paró en seco. Su mirada se volvió fría y severa. Encendió un cigarro de forma vacilona, sabiendo ya lo que pasaba. Alguien lo estaba siguiendo y ese alguien estaba muy cerca. Kenji estaba relajado; él sabía que tenía más fuerza que los otros ciudadanos normales, aunque la presencia de este perseguidor causa le causaba una sensación distinta. Sentía que su perseguidor tenía una fuerza muy parecida a la de él. Así que en vez de huir, esbozó una sonrisa y siguió fumando sin moverse esperando a que dicha persona le alcanzase.

-¿Mmmm? Kenji oyó llantos y gritos desde la parte profunda del bosque, pero la emoción de ver quien era capaz de igualar su poder le superaba, así que lo ignoró.
-Date prisa en aparecer, me muero de ganas por saber quien eres.
-¿Que? Las hojas de los árboles cercanos que llevaban al bosque se movían por el viento. No solo era la sensación de ser perseguido, algo iba mal aparte de eso. Intentó no pensar en ello. Dio una calada -...Je, la suerte me sonríe. Empezó a hablar fuerte para conseguir que el que iba detrás de él lo oyese. -¿Sabes? He estado esperando, desde que salí de mi ciudad natal a encontarme a alguien con unas capacidades de combate similar a las mías. Personas como tú y yo, no estamos hechas para hacer batallitas con simples rivales de pacotilla. Dio otra calada al cigarro con su rostro serio habitual.

Kenji estaba acorralado. Mientras oía los pasos de su perseguidor de cerca, analizó el terreno preparándose para una batalla, que libraría si hiciese falta.
-No estoy preparado para correr, debería de haber calentado antes...Aunque, quién sabe, quizás solo quiere pedirme la hora.
A lo lejos, vio una figura a cuatro patas, pequeña pero peluda. -Anda, la madre de Yuu. No pudo contener la risa de sus propios pensamientos y sus carcajadas se oyeron por toda la isla. -¿Eso es un oso? Oh... ¿así que me persigue el animal? Pero... esa fuerza que sentí no podía ser de esa bola de pelo. Mmmm...

Kenji acabó su cigarro y esbozó una sonrisa vacilona esperando a su combatiente.

Finalmente llegó al primero de aquellos 2 criminales, el que podía rastrear fácilmente gracias a su animal. Encontrar al segundo sería algo complicado pues no tenía olor característico pero bueno, primero tenía que concentrarse en lo primero. Mientras se acercaba, en esos últimos propias decenas de metros, pudo escuchar la voz ajena como si se dirigiese a si mismo. No entendió el motivo de aquellas palabras, "pelear" como si fuese algo divertido, como si fuese un asunto en el cual la gente no pudiese llegar a morir. Odiaba a ese tipo de persona, con ese tipo de pensamiento no dudaría en matar a inocentes, cualquier persona normal huiría ante un perseguidor, pero el querer luchar contra él indicaba que confiaba en sus habilidades. Itkovian no lo hacía, no conocía el tipo de gente ridículamente fuerte propia de aquel mundo pero, dentro de la gente normal, no se consideraba especial.

Las pocas peleas que había tenido fueron de práctica, no una real, y claro, aquello fue divertido en cierta manera. Pero con el trajeado sería diferente, no era una batalla controlada, cualquier cosa podría pasar. El castaño paró a unos 3 metros de aquel hombre, con el oso tirándole los primeros segundos hasta que se dio cuenta que su amo dejó de moverse, ante lo cual quedó esperando a su lado la orden de lanzarse hacia el trajeado - Tu... - sacó la espada de su funda con su diestra y procedió a apuntarle con la misma a la altura del cuello al trajeado. Su izquierda fue hacia el escudo de su espalda el cual empezó a desatar mientras hablaba - Rindete ahora y levanta las manos, no me obligues a usar violencia - su oponente no tenía armas así que el marine tenía una ventaja. Cualquier persona entendería esta diferencia de armas y sabría que el castaño tenía todas para ganar.

Sentía adrenalina recorrer su cuerpo. Recién allí pudo empezar a sentir el cansancio de su cuerpo. Se dio cuenta de que su respiración era agitada al igual que su mascota, aún así todavía tenía suficiente energía para aquella batalla siempre que no durase demasiado tiempo. Era extraño, antes del entrenamiento de la marina dudaba poder llegar a estar en aquel estado físico, capaz de correr bastante y no estar muriéndose del cansancio - Y si llegas a huir... te atraparé... - había pasado cierto tiempo desde que el trajeado había salido de la taberna antes de que el castaño hiciese lo mismo. Y aún así había llegado allí. El marine era más alto así que posiblemente era más rápido, y su oso era aún más rápido que él, así que en caso de que intentase huir soltaría a Magnum para atacarlo. Si, eso le pareció la mejor opción. Pero primero lo primero, ver la reacción ajena.

Yuu intentó por todos sus medios que no le viese ningún marine a plena luz del día, ya que su traje contaba con unas cuantas manchas de sangre. Decidió ir por los tejados, agachándose cada vez que veía a algún marine por las calles de la ciudad. – Tengo que llegar lo más pronto posible al puerto. – pensó mientras saltaba de tejado en tejado, cada vez más cerca de su destino. Yuu vio a los dos muchachos que se había encontrado en la taberna y al que le estaba persiguiendo, quizás apunto de empezar una pelea. – Si estos dos van a empezar algo será mejor salir de aquí cuanto antes… espero que no me hayan visto. – caviló en su cabeza mientras seguía su rumbo.

Una vez vio el primer barco, bajó de los tejados con cuidado, y empezó a buscar la casa donde se supone que viviría el navegante. Nada más vio un Charles, abrió la puerta y lo que se encontró dentro le dejaría estupefacto. – Esto… creo que me he equivocado. ¿Charles Hedwig? – dijo Yuu, tras presenciar la escena que es mejor no describir con palabras, a lo que los inquilinos le dijeron que el tal Hedwig se hallaba en la casa al lado del barco con velas rojas, y que ponía un cartel con su nombre. Acto seguido, Yuu salió afuera y miró hacia el puerto, en busca de un pequeño barco con velas rojo. Este se hallaba al final del muelle, con lo que Yuu corrió hacia él una vez se cercioró de que no había muchos marines por la zona. Entró rápidamente en la casa de Hedwig y cerró la puerta tras de sí. – ¿Mmm? ¿Quién eres tu? – dijo el objetivo, extrañado. Yuu caminó a paso rápido hacia él y le luxó el brazo. – Te necesito para salir de esta isla. Y vas a llevarme fuera de ella con tu barco. – el navegante, asustado, le replicó. – Vale, vale, joven… pero suéltame… duele. – a lo que Yuu empezó a llevarle hacia la puerta, aún luxándole el brazo. – No te soltaré hasta que lleguemos a tu barco. ¿Es ese rojo que hay al lado de tu casa? – el señor asintió con la cabeza, y Yuu le llevó fuera, donde subirían al barco ambos, soltando Yuu a este. – Rema fuera de esta isla, hacia el lugar más relevante del mar donde estamos… que por cierto, ¿dónde estamos? – dijo el pirata, con curiosidad. – Ahora mismo nos encontramos en el East Blue… – dijo este, a la par que empezaba a remar. – Bien... tu serás mi guía en este mar, por ahora. Si me fallas, morirás, tenlo en cuenta. – finalizó Yuu.

Kenji ni se inmutó ante la simple amenaza del tipo grande. Al contrario, esbozó en su rostro frívolo una sonrisa inteligente, a la par que vacilona. Ignoró la orden que este le dio de poner las manos en alto y se acercó. Tocó la punta de su espada con el dedo índice de su mano derecha y la apartó suavemente de su cuello, intentando así que el tipo grande bajase la arma.
-Cuidado con el juguete que pincha. La tensión se notaba en el ambiente. El viento azotaba las pálidas mejillas de Kenji y este, marcó un silencio. Acto seguido, volvió a hablar
-Escucha... lo único que haces es meterte en problemas, ¿una espada? ¿Con eso pretendes atacarme? Kenji se puso la chaqueta del traje aún manchada de vino y sonrío.

-Bueno...veamos si he perdido la práctica... Este encendió un cigarro y lo mantuvo en la boca mientras ponía las manos detrás de su cabeza en símbolo de rendición y se fue acercando hacía el tipo aquel hasta llegar a su oreja y susurrarle.

-Estoy de suerte... Los brazos no me sirven en batalla... Acto seguido, inició la batalla como primer atacante golpeando su rodilla de una patada para desestabilizarlo.

Bueno, le había dicho que no huyese y teóricamente no huyó, pero acercarse no era lo que esperaba realmente. Aquella situación no era para nada lo que esperaba, desde el inicio aquel día no había sido bueno y en ese momento específico el marine no podía entender si aquella captura sería concretada o no. Después de todo el ladrón sonrió. Estaba siendo apuntado por una espada, y el maldito sonrió. ¿Qué le pasaba? Quizás por lo extraño de la situación Itkovian no supo como reaccionar, no solo sonrió sino que se acercó un poco al arma cual suicida y movió su espada del cuello hacia abajo. Este acto no encontró resistencia por parte del marine pues si movía la espada hacia adelante asesinaría al ladrón y, principalmente, por que no supo como responder, solo se quedó paralizado ante la extrañeza. Las palabras del extraño lo hicieron temer un poco, aquella pinta de superioridad que había demostrado con sus palabras anteriormente y aquel comportamiento actual, todo indicaba que era alguien poderoso. Acaso... ¿Sería un usuario?

El marine tragó saliva y el del traje se colocó este para luego poner las manos detrás de su cabeza tal como le había indicado. Al volver a dar un paso todo reaccionó. Su oso sintió el espacio de privacidad propio de la correa invadido ante lo cual gruñó fuerte. Cual voz de hipnotizador este sonido hizo recobrar al castaño la movilidad de su cuerpo. Él era un marine. Él era la justicia. Él debía proteger a los inocentes. Le había prometido al dueño del local que atraparía a los criminales, y por lo menos atraparía a uno de ellos. Antes de que llegase a dar el segundo paso, aprovechando que al dar el primero había finalmente entrado al rango de la espada, el castaño dio una blandida hacia la cabeza del trajeado. Un acto de ese calibre podría matar, pero justamente por eso Itkovian usó la parte plana del arma. El golpe, en caso de no esquivarlo, le golpearía desde los labios hasta las cejas por el grosor del arma. El tener las manos detrás de la cabeza haría que no fuese demasiado fácil el bloquear a tiempo, aún así, ante un ataque tan sencillo como aquel, el movimiento predilecto de cualquiera sería agacharse, después de todo era un ataque hacia arriba.

El problema en este caso sería que Magnum no solo había gruñido, sino que con aquella viveza propia de los animales se había lanzado hacia el trajeado. En las prácticas de ataques con el oso lo había usado más que nada para atacar a 1 lugar distintivo siempre que el enemigo estuviese delante suyo. Así que el oso dio un salto hacia la entrepierna ajena en un intento de morderla. Cabe destacar que ambos ataques serían dados al mismo tiempo prácticamente. Esperaba que con eso fuese suficiente, la mordida de la mascota dejaría cierta marca, quizás cicatriz, pero no sería algo demasiado grave, y el golpe hacia la cabeza, en caso de embocar, tampoco sería mortal, así que no tenía preocupación al respecto. Para el final de ambos ataques, Itkovian tendría ya en la izquierda el escudo por lo cual si el trajeado deseaba pelear, pelearía contra el estilo que el castaño mejor sabía usar.

Kenji no pudo evitar el ataque del salvaje oso. El oso saltó hacía los testículos de Kenji pero este fue más veloz y le golpeó con la pierna al estómago del pobre animal, pero del hombre no pudo encargarse.ya que, con una espada sobre la cabeza no era muy buena idea saltar para darle una patada fuerte. Kenji se quedó mirando la caída del oso con su mirada sin vida y sin remordimientos.

-Suelta el arma. Kenji metió la mano dentro del bolsillo y sacó una tarjeta de identidad en la cual se veía una foto del pálido rostro de Kenji, junto a su nombre y su rango.
-Espero no haber perdido la práctica, con lo emocionante que es esto. Mi primer criminal, si señor. Atacar a un miembro del Gobierno es una acción estúpida y suicida. Es como atacar al mundo entero. Kenji mostró la tarjeta y dijo...

-Tú, pirata, por atacar a un miembro del Gobierno, eres detenido en nombre de la justicia y por la defensa del bien.
Kenji esperó después de esto, que el tipo grande soltase la espada, el escudo y se fuese con él en busca del grupo de Marines que había visto antes para que se lo llevasen.

Uno de los 2 ataques iba a fallar, siempre era así, pero normalmente con uno bastaba. Si hubiese cambiado la parte de la espada con la cual golpeó al trajeado esta estaría manchada de sangre y parte de la cabeza ajena había caído al suelo cortada al medio. Por suerte para ambos el ataque con la espada solo chocó contra el rostro ajeno, dejándolo un poco sangrante y haciendo que el cigarrillo cayese, pero no daños a largo plazo. Por parte del oso, este recibió una patada en el estómago que lo hizo soltar un gritito de dolor. Sin verse demasiado afectado por esto, o quizás sin querer demostrar demasiado dolor ante un enemigo, Magnum se puso detrás de las piernas de Itkovian a quien se apoyó para intentar pedir protección. Si el del traje manchado con vino esperaba que sus acciones tuviesen un resultado positivo no conocía al marine que tenía en frente. Si había algo que este odiaba era los personajes que se aprovechaban de su posición social o cargo para beneficio propio. Huir de un lugar sin pagar y, al estar a punto de ser arrestado, mostrar que es un agente del gobierno para salvarse era un acto de esa calaña.

El marine no guardó las armas y estuvo a punto de contestar cuando el tal Kenji habló nuevamente. Por como había "luchado" podía deducir que se trataba de un novato, después de todo alguien de rango alto no caería tan fácil ante aquella combinación de ataques de Itkovian y Magnum. ¿Qué sería de aquel muchacho cuando llegase a ser un rango alto? ¿Cuántos criminales se salvarían por solo unas monedas? ¿Cuánta gente tendría que sufrir por los crímenes del tal CP? El castaño no soltó su espada sino que continuó apuntándole con la misma al agente del gobierno. Lo que si, soltó el escudo y sacó del bolsillo la placa de marine que demostró que también era alguien que luchaba por la justicia. Solo que él lo hacía enserio - ¿Un maldito agente? ¿Sabes que no funciona así? - Con solo analizar lógicamente la situación cualquiera podría entender que Itkovian tendría razón con sus siguientes palabras, después de todo era algo lógico - ¿Crees que arrestarían a un marine por hacer su trabajo y buscar a un ladrón? Si hubieras mostrado la placa antes habría podido ir por el otro... - ahí si guardó la espada, ya no irían a pelear más, eso era obvio, pero aún así estaba enojado y le iba a decir unas palabras a este agente.

- No me interesa si eres un agente o algo así, según yo lo veo has roto la ley, si tus superiores saben que alguien del gobierno no respeta sus leyes te degradarán o algo. Mientras que a mi, ¿Qué me harán? Nada, solo hice mi trabajo - Era un razonamiento que cualquiera podía hacer, después de todo Itkovian no tenía conocimiento previo de la personalidad de aquel agente - Como yo lo veo tienes 2 opciones, o me das el dinero de la botella de vino para que se lo devuelva al dueño del bar o te arriesgas a represarias de tus superiores. Y creeme, no vale la pena todo el lío que se te puede armar por el precio de una botella de vino. Pero para ese hombre, para el tabernero, ese dinero puede ser mucho, puede ser la diferencia entre alimentar a su familia o que pasen hambre. Así que te pido por favor que o me des el dinero o se lo des al tabernero directamente así podemos olvidar toda esta situación... - no podía evitar sentir piedad por aquel a quien tenía que proteger, por aquel dueño de un bar, por aquellos hijos hipotéticos de este hombre, por toda la vida creada en la mente del castaño que este tabernero tendría. No se quejó demasiado acerca del tema de que por su culpa había perdido la posibilidad de cazar al otro ladrón, pero lo que buscaba era apelar al lado humano de este agente del gobierno, después de todo se suponía que estaban del mismo lado y confiaba en que el gobierno no sería tan corrupto como para contratar a alguien que no pudiese ver por la sinceridad en las palabras de un marine dedicado a su trabajo.

Off: Se me avisó que Kenji se ausentará del foro y se me permitió controlar el personaje para terminar el tema.

On: Algo de sus palabras pareció llegar al muchacho del traje manchado. No supo si aquello fue por la "amenaza" o por un deje de bondad tal como Itkovian tenía. Pero no consideró que importase en aquel momento, inclusive si lo hacía solo para ahorrarse cualquier conflicto quizás las palabras del castaño resonasen en su mente. Quizás solo por esas palabras entendería el razonamiento del marine y se volviera un buen agente del gobierno. Aquella posibilidad fue algo que hizo al justiciero sonreír y guardar sus armas. Recibió un poco de dinero por parte del trajeado en forma de compensación con respecto al robo del vino. El decir que fue con un poco de desgana pues era obvio, nadie cambiaba tan rápido, el aceptar que uno se había equivocado y dejar que su ego recibiese un golpe por el bien común era algo que no todos podían hacer tan fácilmente como él. Inclusive, en una muestra de buena fe, Itkovian hizo una reverencia ante el trajeado.

- Muchas gracias y lamento la situación. Espero que la próxima vez que nos encontremos sea como aliados - al darle la espalda y empezar a caminar el castaño pudo sentir como la adrenalina cesaba su efecto. Sus músculos le ardían, sus latidos y su respiración agitada mientras el marine solo caminaba. Su mascota también estaba así, reflejado en una respiración más agitada y en que transpiraba. Mientras que los perros jadeaban con la lengua afuera, los osos transpiraban tal como los humanos para regular su temperatura así que Magnum no sacaba la lengua mientras caminaban. Pasadas las primeras 3 cuadras del camino, el castaño decidió acariciar a su mascota y fijarse su estado. El golpe que le habían dado le había raspado un poco pero el sangrado ya había cesado así que con un poco de agua y jabón o peróxido ya estaría bien. Así que antes de ir a entregar el dinero ambos fueron al cuarto que se le había asignado y el castaño limpió la herida de su mascota y le tiró un poco de peróxido. Magnum se quejó un poco y casi mordió a su dueño por el dolor pero después de unas caricias se volvió a calmar.

Itkovian abrió la puerta de la taberna y el dueño de esta lo miró extrañado pues no esperaba que volviese, y menos con aquella sonrisa triunfal - Pude atrapar al del traje, y me dio el dinero que debía. Perdona por las molestias... -  el tabernero no supo reaccionar, se quedó quieto tartamudeando durante unos segundos. No por el dinero, el dinero no era tan importante, por el gesto. Ante aquel dueño de una taberna se encontraba un marine cansado, con parte de la ropa pegada al cuerpo por la transpiración. Podía ver que se había esforzado y eso era extraño, casi nadie se interesaba por la gente de clase baja.  Terminado aquello por fin tenían el resto del día libre. Y eso solo significaba una cosa, podían volver a hacer lo que estaban haciendo. Antes de participar en aquella persecución estaban a punto de comer. Así que solo quedaba una cosa por hacer antes de poder ir a la casa y disfrutar de una siesta - Me gustaría ordenar un poco de carne con papas para mi y un pescado para el oso. Y para beber... creo que pediré una copa de vino... -