!Bienvenido, nakama! [Privado] [Hikaru - Itkovian - Al - Keith]

El despertador había sonado hacía unas dos horas, pero la rubia continuaba durmiendo felizmente en su cama. Con su mano derecha buscaba a su dragón, pero al parecer no estaba. Entonces recordó el motivo. En un acto rastrero aprovechando su posición de capitana, le había mandado a hacer el papeleo de la brigada. Tenía trabajo para horas, pero él era un experto en aquello o eso creía. Se colocó en pie muy despacio y después de unos momentos se dio cuenta de que no llevaba nada puesto. Igualmente, no había nadie en la habitación. La joven se rascó unos momentos la cabeza y después de unos segundos buscó su ropa por los alrededores. Una sonrisa se formó en su rostro al ver que Keith se había dejado su camisa negra. Se colocó un sujetador blanco y después se la puso por encima. La abrochó y mostró una expresión siniestra. Después se puso unos pantalones oscuros, unas sandalias y por último su gorra marine blanca, que no pegaba ni con cola con el resto del atuendo.

- ¿Qué hora es? – Se preguntó mirando entonces el reloj. Las siete de la tarde, tampoco había dormido tanto y como tenía cinco días libres, le daba lo mismo.

Salió de su camarote tras peinarse un poco y después cerró la puerta con llave. No quería que nadie viese el enorme desorden que había en la pequeña sala. No tardó mucho en salir hacia la cafetería que más le gustaba. Era la misma en la que conoció a Alice y por supuesto, donde se dio a conocer como la capitana de aquel sitio. Se rascó unos momentos la mejilla y vio que había muy poca gente. Se sentó en la barra como de costumbre y se quedó mirando al hombre que atendía. Era un tipo alto de casi dos metros, cabellos canosos y ojos azules. Habitualmente era un poco serio con ella, pero desde que se había ganado el apodo del demonio dorado injustamente, toda la marina temía un poco a la rubia. Ella no era mala gente, pero golpeó al tipo correcto en el momento equivocado.

- Un vaso de leche con cuatro tostadas, tomate, mantequilla, atún y queso fundido. – Pidió con una sonrisa amigable en todo momento y con un tono de voz bastante alto.

La poca gente que había agachó la cabeza como si con ellos no fuese la cosa. Pocos se acercaban ahora a ella. Había pasado de la idiota sin cabeza al demonio sádico. Seguro que tenía peor fama que Misa. Igualmente, fue un tema que le dio lo mismo. El pensar que iba a desayunar como una campeona la hizo sonreír de nuevo. Adoraba comer y eso se notaba con mucha facilidad. Se llevó ambas manos a las mejillas y después de unos segundos empezó a reír de forma alegre como una cría. Amaba enviarle el papeleo a Keith, que delicia.

Su vida no había cambiado tanto tras consumir aquella fruta extraña. Había esperado algo distinto, una sensación de vitalidad permanente producto de la akuma o algo así, pero no, no se sentía distinto. Su cuerpo no había cambiado de medida exagerada, no tenía que controlarse para no volverse un elemento, no tenía que reprimir cierto impulso animal, nada. Quizás podría decirse que su  sentido de la justicia se había afinado, o que tendría menos miedo en situaciones peligrosas, pero no, después de todo su personalidad parecía ser complementaria a esto. Su oso no lo miraba distinto, aquel cachorro seguía identificándolo como amo, seguía disfrutando de sus caricias, seguía despertándolo con aquellos lamidos propios de un perro. No, lo único que le pareció haber cambiado además de los poderes propios de la akuma era que ya no podía darse baños de inversión y mucho menos nadar.

Luego de bastante "meditación" y cierto intento de usar las habilidades despertadas decidió hacer lo único que podía hacer en un intento de entender mejor el cambio que su cuerpo había sufrido, buscar a otro. Las frutas del diablo podían ser raras, de eso no había duda, nunca había conocido a alguien que llegase a consumir una, pero eso no implicaba que el resto del mundo también desconociese a ese tipo de gente. El estar en una base marine fue algo que lo ayudó, después de todo la presencia de gran cantidad de miembros de la organización implicaba la presencia de usuarios. No hacía falta conocer demasiado acerca del mundo para saber que entre los altos rangos de la marina habían de ellos, pero no podía llegar a pedir una reunión con un almirante siendo él un recluta así que solo quedaba otra opción. Encontrar a alguien de rango no demasiado alto que hubiese consumido una akuma y que no estuviese demasiado ocupado.

Tuvo que preguntar durante un rato, después de todo la mayor parte de los usuarios de akumas estaban haciendo algo productivo ya fuera estar en el GL o estaban demasiado ocupados como para poder hablar con un simple recluta. Sin embargo, luego de quien sabe cuanto tiempo, el castaño logró encontrar a la persona que buscaba, o por lo menos le dijeron de esta. Un usuario de rango Sargento se encontraba en aquella base. Junto al nombre de este desconocido, un tal "Hikari Surfer", fue el dato de que frecuentaba una cafetería en particular. Según los mapas de la base aquel lugar se encontraba no demasiado lejos de su posición por lo cual fue hacia allí dispuesto a preguntar acerca del usuario. En su cabeza ya se lo podía imaginar como un hombre de 2 metros, una masa de músculos con una capa de la marina ondeando por el viento, con unos ojos brillantes y rojos y un cuerpo capaz de lanzar fuegos, rayos, lo que sea.

A diferencia de esta imagen mental, Itkovian solo era un recluta, llevando el típico traje marine con mangas largas pero no aquella gorra con la palabra "marine" escrito. Ya había terminado su práctica de aquel día por lo cual no estaba obligado a usar el ropaje de la organización, sin embargo estaba en una base y había cierta presión social. Con respecto a sus armas, llevaba el escudo atado a su espalda y su espada en una funda colgando del lado derecho de su pantalón. Su oso seguiría dormido quizás, y si para ese momento había despertado tenía bebida y comida así que no se preocupaba por él demasiado. Cuando volviese a su dormitorio tendría que darle algo de comer, después de todo le tenía que hacer ver que no siempre podía estar junto a él y que estar solo durante ratos no era tan malo.

Llegó a un bar casi sin gente, y a simple vista no vio a ninguna persona que le resultase tan intimidante como esperaba. Supuso que ninguno de ellos era el tal "Hikari" así que fue a la barra y le preguntó al mesero, hombre poco más alto que él - Disculpe, ¿Sabe dónde podría encontrar a un tal Hikari Surfer? - El hombre detrás de la barra señaló hacia al lado de Itkovian, hacia una mujer vestida completamente de negro y una gorra de marine blanca - ¿Wut?... - paralizado por la realización de que la persona a quien buscaba era una mujer, rota su visión de este mastodonte ultrapoderoso, el castaño no tuvo idea que decir así que se quedó mirando por unos segundos a la usuaria.

La leche estaba fresquita, justo como le gustaba a la rubia. Además, los polvos de cacao que le había echado aquel tipo le venían genial y les daba un sabor muchísimo más rico. El azúcar también tenía la cantidad justa y aunque no era cocinera, sabía de sobra lo que le gustaba. Probó primero la tostada de tomate y notó el delicioso sabor recorrer su boca totalmente. Hinchó las mejillas y ser las acarició despacio. Parecía una niña pequeña haciendo aquello, pero no se arrepentía para nada. Tras unos cuantos mordiscos no pudo evitar cambiar de tostada y pasar a morder la de mantequilla. Le gustó, pero como la de tomate por ahora no había ninguna. Aunque teniendo en cuenta que solo había probado dos, le daría una oportunidad al par que le faltaba. La que ganase tendría el honor de ser su desayuno cada mañana junto a la leche.

No tardó en llegar una extraña persona, la cual se puso a su lado y empezó a hablar con el camarero. Escuchó a una tal Hikari, por lo que pasó olímpicamente del tema y siguió a lo suyo. Tenía que revisar sus objetivos y uno de ellos era reunir de una vez a los cuatro miembros de la flota. El primero lo tenía esclavizado con el papeleo y bien a gusto. Katharina ni idea de dónde podía estar, Corinna seguro que cazando moscas y Kaori no había vuelto a dar señales de vida. La vida como líder de una flota era bastante dura y por ello debía hacerse a la idea de o bien currar más, o seguir explotando a Keith. La segundo opción era demasiado perfecta, pero no quería cargar con mucho estrés a la única persona que la aguantaba todo el día. Debía darle un premio por aquello.

- ¿Quién es esa? Os equivocáis de persona. – Dijo ella con un tono perezoso mientras mordía de nuevo la tostada de tomate con ganas.

- Bueno… Hikaru Surfer, y mañana la ascienden, así que de sargento ya le queda muy poco. – Mencionó aquel hombre de la barra mirando al nuevo.

La rubia asintió a las palabras de aquel tipo y después clavó su inocente mirada en la persona que estaba frente a sus ojos. La verdad, no se esperaba que alguien que no fuese el dragón la estuviese buscando para algo. Ladeó su cabeza y volvió a morder su desayuno. Tras un trago al vaso de leche se cruzó de brazos y después le dedicó una amable sonrisa al chico nuevo.

- ¿Para qué me buscabais? En cuanto a mi nombre, es Hikaru. Intenta no olvidarlo. – Dijo entonces hinchando los mofletes un poco.

Lo siguiente que hizo la joven fue tenderle el plato de la tostada de atún al chico por si deseaba probarla. El resto eran suyas, pues para los temas de las comidas era muy celosa. Amaba comer y no perdería el rico sabor de la tostada de tomate por nadie. Eso le dio una idea, ya sabía a quién iba a mandar a comprar una tostadora.

Una vez una sueño se rompe solo queda un vacío, vacío que uno debe llenar con lo que se encuentre cerca. En este caso, la idea de aquel mastodonte usuario de akuma fue reemplazada por aquella mujer, ciertamente infantil. El sueño de un posible maestro volvía a florecer, esta vez con mayor incertidumbre, pero no quería esperanzarse. Aún así, era sargento, y no solo eso, quizás llegasen incluso a ascenderla, así que quizás fuese más poderoso que esta persona imaginaria inexistente. Una vez la parálisis inicial terminó Itkovian analizó tanto a la mujer como a su alrededor. Un vaso con leche chocolatada y unas 4 tostadas, posiblemente una merienda. Intentó recordar lo poco que sabía de comida, como cualquier hijo de granjero algunas pautas básicas permanecían en su mente. El pan otorgaba una energía luego de unos minutos de consumirlo, si alguien se alimentaba de esto en una merienda indicaba que estaba por realizar un entrenamiento vespertino. Estas tostadas tenían distintos elementos cada una, cada una de un grupo distinto aportando energía variada, quizás para un entrenamiento generalizado y no especializado. Claro que no tenía forma de saber que recién se había despertado y que ese era el desayuno, pero bueno, uno no siempre deduce lo correcto.

La mujer, antes de aclarar el malentendido con el nombre, bebió de la leche y mordió una tostada, ¿Acaso un gesto que indicaba que no deseaba ser molestada? No, luego de aquello se cruzó de brazos y le sonrió con aquella sonrisa típica de alguien sincero. Finalmente, una vez aclarado el tema del nombre, pareció ser tiempo del castaño a explicarse. Había estado un rato caminando mientras buscaba entre las diversas personas y todavía no le llegaba la sensación de hambre propia del enfriamiento del cuerpo - No gracias... - hizo el típico saludo marine, con la mano derecha extendida sobre la frente - Mi nombre es Itkovian Otanthalian, recluta marine y usuario de la Eiyū Eiyū no mi - terminada la presentación bajó su diestra dejando de hacer el saludo marine y siguió hablando. Se había identificado con la naturalidad propia de alguien que había practicado aquello frente a un espejo. Tenía cierto miedo de ser rechazado su pedido pero la única forma de lograr algo era intentarlo.

Soltó un suspiro antes de volver a hablar - Soy un nuevo usuario de Akuma, y escuché que usted también es usuaria, así que quería pedirle ayuda al respecto - Recién ahí se le ocurrió que podía no ser igual. El manejar una mano era algo instintivo, el manejar una pierna era algo instintivo, con una akuma uno tenía que acostumbrarse. Y quizás el acostumbrarse a manejar las habilidades de 2 usuarios fuese distinto, o quizás hubiesen ciertas similitudes, ciertas emociones que pudiesen ayudar a controlar aquellos extraños poderes - No se... No encuentro la forma de explicarlo... Pero no me siento distinto... No se como usar el poder, no se si debería sentirme raro, si más fuerte o que... - no podía explicarse bien y lo sabía, podía apreciarse su desesperación justo en esta manera de hablar, en su incapacidad de plasmar sus sentimientos en simples palabras. Dicho de otra manera, una más resumida - Necesito ser más fuerte... - Normalmente cuando alguien decía esa frase un aura oscura de venganza lo rodeaba o algo, pero en el caso del castaño su rostro fue más de preocupación que de odio o algo así. Necesitaba volverse más fuerte para poder salvar más vidas, no por un deseo egoísta de venganza, pero incluso si llegaba a decir eso dudaba que alguien pudiese creerle. Después de todo no sería la primera persona buscando unirse a la marina para cumplir una venganza.

Rechazar comida de Hikaru ya era algo turbio para empezar, pues eso le recordaba a cierto capullo que no aceptaba sus ofrecimientos. Igualmente, eso tampoco era tan importante. Escuchó algo de que era usuario de una fruta con nombre que no pudo entender bien. Algo le decía que aquel nombre era similar a una urraca del Sur, pero dejó mejor eso para más adelante. Continuó escuchándole presentarse y ella simplemente continuó alimentándose de su tostada de forma feliz. La de tomate no terminó mucho en ser devorada y eso la molestó mucho, pues era la mejor. Tal vez debía pedirse otra, pero por el momento escucharía a aquella persona que tenía frente a sus ojos. Itko le llamaría, pues el resto del nombre era muy largo y del apellido ya ni se acordaba. De todas formas, en el rostro de ella podía verse una sonrisa amable en todo momento.

- Eso depende del tipo de fruta. La mía no es algo de lo que esté muy orgullosa, pues reflejo todo el daño que me hacen, o los ataques. Es algo cruel para entrenar, pero no es algo que yo active. Simplemente es pasivo o estiró la mano al frente. No creo poder ayudarte en eso. – Mencionó terminándose el vaso de leche.

Se colocó en pie y se quedó mirándole. La camisa negra le quedaba grande al no ser suya y eso hacía que sus mangas sobrasen y su pecho se notase más. Lo de ser más fuerte podía arreglarse, pero le era muy raro que alguien acudiese a ella por algo así. No era precisamente la persona más poderosa del mundo y mucho menos de la marina. Ella misma era la alumna de Xemnas y aprendía de él. Entonces fue cuando se le ocurrió decirle directamente su opinión con toda la sinceridad del mundo.

- Yo soy fuerte, pero debido a que trabajo con gente que quiero. Soy la capitana de Inmortals, y tengo bajo mi mando a cuatro personas que considero mi familia. Entre todos somos poderosos, pero al estar unidos. Eso es lo único que yo puedo decirte. Si quieres ser fuerte debes encontrar compañeros con los que luchar y que estén dispuestos a luchar por ti, como tú por ellos.

Se notaba que hablaba de forma seria, pero sonriendo en todo momento. Hizo una breve pausa y mordió la tostada de mantequilla. Masticó delante de él y después de tragarse el pan alzó el puño de forma animada.

- El otro método es que entrenes y practiques mucho. Mi poder de fruta por ejemplo es algo segundario, ya que yo uso principalmente mi espada y técnicas especiales. El misterio de la akuma es algo que solo tú podrías aprender, el resto ya es más sencillo.

Una vez terminó de decir aquello se mantuvo callada y mirándole con una sonrisa. No parecía ser mala persona y la rubia tan solo esperaba no ser muy pesada con sus palabras.

Ella podía creer no ser capaz de enseñarle al castaño acerca de sus nuevas habilidades, pero quizás si pudiera. Uno solo tenía que buscar lo suficiente, e Itkovian era alguien con una naturaleza de detective. Lo principal era que la fruta le había dado poderes "pasivos". Entonces la fruta tenía cierta capacidad de juicio. Si tuvo que especificar "ataques", entonces la fruta tenía cierta denominación para tocar que la hiciera ataque. Y si su fruta actuaba con un cierto juicio, pero la fruta no tenía juicio al no tener conciencia, era la conciencia del usuario. Si ella podía comer algo o tomar algo, sin reflejarlo, entonces no se aceptaba la ingesta como un "ataque". Y si ella era capaz de controlar la fruta con algo tan sencillo y natural como sensación de peligro, entonces lo único que se necesitaba para poder manejar los poderes de aquella akuma era dejarse llevar y ser uno mismo. Quizás Itkovian había estado pensando en que sentiría algo distinto, en intentar forzar a los poderes que habría de adquirido al comerla, cuando realmente lo único que tenía que hacer era relajarse y ser él mismo y la fruta complementaría su ser.

Cuando terminó con esta conjetura acerca de sus nuevos poderes se dio cuenta de que la mujer se había levantado y que le estaba hablando nuevamente. Supuestamente era capitana de una banda de marines y, aunque el nombre podía tener cierto recuerdo histórico, habría preferido que le dijese el número de flota. Después de todo incluso si alguien no conocía a aquella división, con el número podía buscarlo en los registros de la marina si requería datos. Ella parecía alguien demasiado relajada, como si no conociese la verdad del mundo o, como si copiase al castaño en el no demostrar tristeza ni nada ante gente a quien tuviese que "ayudar" para que no temiesen. Ella podía considerar su propia akuma como algo secundario, y quizás fuese así, pero hasta verla luchar no podía decir. Si no tenía que defenderse gracias a sus habilidades entonces no tendría que concentrarse en la defensa y podría tener un estilo mucho más ofensivo, así que la akuma habría influido directamente en ella. O quizás luchase de manera balanceada y la akuma serviría para los errores que su oponente aprovechase donde quizás podría considerarse sería secundario su uso.

- Interesante... - si, tal como ocurría casi siempre, lo único que llegaba a tener era asunciones. Y las confirmaría, en este caso con un entrenamiento si es que ella se lo permitía. Por el momento ignoraría lo de luchar junto a gente, después de todo su principal compañero aún era muy joven y tenía prácticas junto a él de vez en cuando - En ese caso deberé pedirle, si no es mucha molestia, que me conceda unos minutos de su tiempo para un entrenamiento. Quizás si veo como utiliza la akuma pueda inspirarme o quizás en el contexto de una pelea pueda desarrollarme mejor con la mía. Que creo que tengo cierta idea que deseo probar y me serviría mucho una batalla de entrenamiento para eso - y si, requería que fuese contra ella principalmente por la diferencia de habilidad que debía de haber entre ambos gracias al rango. Por lo poco que había podido deducir requeriría pensar en ganar, así que requería una pared, algo que no pudiese superar y que forzase su deseo de victoria. Después de todo, si su teoría era correcta, la akuma sería controlada gracias a las emociones y el pensamiento envés de con la naturalidad propia de las extremidades tal como había esperado antes.

Hikaru alzó una ceja cuando le escuchó decir aquellas palabras. No pudo evitar mostrar un gesto serio, pues se negaba. Ella odiaba los entrenamientos del tipo batalla. Podía tolerar hacer pesas o deporte, pero luchar era algo que asqueaba. Compañeros haciéndose heridas… Eso era algo que por su parte no soportaba. Tal vez por ello nunca había combatido contra su segunda al mando o contra Keith. La rubia cerró sus ojos unos segundos y después los abrió de nuevo clavándolos en los de aquella persona. Estaba segura de que si quería descubrir los poderes de su fruta habría otro tipo de métodos distintos a pelear. Cogió la tostada de queso fundido y le dio un leve mordisco. La saboreó durante unos segundos y finalmente negó con la cabeza en señal de que no estaba de acuerdo.

- Una de mis normas es no entrenar contra compañeros en batalla. Para puedes buscar a otro marine. Yo peleo usando mis espadas y no quiero cortarte… Yo no uso mi akuma, ya te dije que es pasiva y no tienes pinta de usar pistolas. Yo te ofrezco entrenar contigo, no contra ti. Hay muchos métodos donde dos personas del mismo equipo no tienen que darse puñetazos o cortarte. Mis armas también son especiales y un mal movimiento por mi parte podría dejarte una quemadura de por vida o cegarte. Me quemo que no voy a luchar contigo.

Sus palabras habían sido bastante serias. La rubia mordió de nuevo su tostada con calma y saboreó el sabor del queso en su boca. Era delicioso, pero no tanto como el tomate. Esperaba que no le diese ardor después de mezclar ambas cosas. La chica entonces se abrochó un poco más las mangas de la camisa de Keith y después colocó ambos brazos en jarra. Su expresión volvió a ser la amable y dulce de siempre.

- Si has venido buscándome has tenido que escuchar hablar de mí y solo hay dos maneras. Kineko, la estúpida chica inocente que no mata una mosca o el demonio dorado, la violenta marine que va partiendo bocas. Ninguna es cierta. Tal vez tengo un poco más de la primera, pero en las batallas algo de la segunda. Inmortals es una flota bastante conocida ya y sus métodos son así. Luchar contra criminales en equipo ayuda a mejorar. Yo no voy a luchar contigo, solo lucho contra amenazas para los civiles o que atenten contra mi seguridad.

Esperaba que ahora el chico no la atacase para tener dicha pelea, o directamente tendría que ponerse seria. Activó su haki de observación y mantuvo su inocente mirada sobre él. Terminó de comerse la tostada de queso fundido y después de unos momentos soltó una pequeña risa.

- Después de lo que te he dicho ¿Qué has decidido? – Terminó de decir con un tono amable.

- Chico, atacándola solo lograrías herirte tú mismo. Puede reflejar todo daño recibido y eso la convierte en un peligro andante. – Dijo el camarero entre risas.

¿No entrenar? Daba igual si era o no contra compañeros pero el luchar contra alguien daba experiencia. Uno podía ser perfecto realizando una estocada hacia la mano de un maniquí, pero en un combate real donde no se podía concentrar únicamente en dar este ataque no serviría de nada. Con que el otro combatiente moviese la mano o atacase primero ya no servía para nada todo el entrenamiento que la persona había previamente hecho. Si refería que no entrenaba con aliados pero aún era rango dentro de todo alto significaba que luchaba contra piratas lo suficiente como para adquirir la experiencia que normalmente se adquiriría con estos entrenamientos. Le sorprendió un poco el comentario acerca de las armas propias de la mujer, después de todo no tenían que usar esas armas específicas, los reclutas entrenaban con armas de madera y no dudaba que en el gimnasio de aquella base hubiese ese tipo de armas. Después de todo, si todos entrenasen con armas reales nadie llegaría siquiera a recluta por que morirían o perderían extremidades en el entrenamiento previo.

Y realmente no había escuchado nada de Hikaru, solo que era una usuario de akuma, después de todo lo que preguntó fue si había un usuario y le respondieron con un nombre y ubicación más que con características de la persona. Como para confirmar esta teoría respecto a la falta de entrenamiento de combate entre aliados ella mencionó que se luchaba justamente con los aliados de la banda contra criminales, así que estaba en lo correcto, debían de, envés de entrenar, luchar contra enemigos para hacer un entrenamiento "real". El castaño se puso a pensar en sus posibilidades, necesitaba un muro y lo más probable era que no fuera a conseguirlo con ella pues no deseaba pelear. Pero tampoco deseaba que toda su búsqueda hubiese sido en vano así que no veía demasiadas opciones. Escuchó el comentario del camarero y se encogió de hombros, la simple idea de atacarla no había pasado por su mente - Atacar a un superior... en una taberna con marines... solo por que no desea entrenar conmigo... Inclusive si no tuviese akuma no lo haría por que me despedirían por agredir a un superior -

Terminado de decir esto decidió responder a la pregunta de la sargento que, aunque había sido dicha antes, no respondió pues el comentario del mesero le molestó un poco. Volvió a mirar a los ojos a aquella mujer, era de rango alto y nadie llegaba así sin motivo alguno - Está bien, usted eres la experta, yo solo soy un recluta. Hikaru Surfer, ¿Me haría el honor de entrenar junto a mi? - podía ser que no llegase a descubrir los poderes de su Akuma pero eso no implicaba nada. Ese no era todo el poder que podía tener, después de todo había vivido toda su vida sin ella. ¿Por que elegir cambiar ahora? Entendería los poderes de la fruta cuando llegase el momento, pero no tenía que apurarse, sino solo se ofuscaría y bloquearía y no podría hacer nada bien. Lo mejor en esos casos era distraerse con otra cosa, descubriría sus habilidades cuando llegase el momento.

Ahora que le había convencido de que el entrenamiento fuese conjunto, la rubia le dedicó una sonrisa amable y le hizo un gesto con la mano para que la siguiese. No era darle un honor a nadie, ella era una persona muy humilde. La joven se quedó pensativa unos momentos y fue entonces cuando cogió el Den den mushi de su bolsillo. Empezó a marcar un número y después de unos momentos se mantuvo a la espera. Estaba segura de que alguien que estaría de papeleo hasta arriba cogería el teléfono. El pobre debía estar agotado, pero podría compensárselo después de alguna forma. En cuanto escuchó su voz le habló con un tono dulce y amigable, como de costumbre.

- Keith-kun, Voy a entrenar un poco en el gimnasio cinco con un nuevo recluta. En unas tres horas… ¿Vendrías a recogerme? ¡Podemos ir al Baratie! – Dijo ilusionada.

Cuando recibió una respuesta afirmativa por su parte le dio las gracias y después colgó. Le hizo una señal al chico para que la siguiera y empezó a salir de la cafetería. El dueño sabía que cuando ella se iba sin pagar debía ponerlo en la cuenta del dragón. Ella mostró una sonrisa acordándose mientras salía, pero no pasaba nada, que lo pagase él. No tardó mucho en llegar a la entrada del enorme gimnasio. Empujó despacio la puerta y encendió la luz. El sitio era enorme y famoso por haber sido el lugar donde entrenaban otros hombres poderosos de la marina. La joven entonces se quitó las sandalias y colocó sus pies descalzos por las alfombrillas azules. Había máquinas, pesas y sacos colgando. No tardó mucho en dirigir una mirada calmada hacia aquella persona.

- Bueno ¿Qué deseas entrenar? Algún haki, técnica, tu forma física, algo psicológico. En este gimnasio vienen los mejores. Yo me adaptaré a tu estilo, pero no daré todo, algo me dice que esta noche me espera más entrenamiento. – Una gota de sudor cayó por su cabeza al mismo tiempo que decía aquello.

El dragón después del atracón querría quemar calorías y ella estaba en mitad. Algo le decía que terminaría de nuevo en el colchón con él y un leve sonrojo apareció en sus mejillas. Negó con la cabeza y después tomó una enorme bocanada de aire. Desenfundó sus dos espadas al mismo tiempo y entrecerró los ojos. Una de ellas tomó unas llamas blancas que le envolvieron y la otra se recubrió de un aura que transmitía frío. El fuego y el hielo, cada poder en una mano. Sonrió de forma amigable y después esperó la respuesta del chico nuevo.

- Adelante.

Su superior tuvo que hacer una llamada a alguien, llamada que el castaño decidió ignorar completamente pues no era del tipo de persona que escuchaba conversaciones ajenas mientras fuera visto. Una vez aquella llamada terminó la sargento le señaló que la acompañase, cosa que Itkovian hizo. Por algún motivo el mesero no inquirió sobre la falta de pago de la tal Hikaru, demostrando la frecuencia de la misma en el lugar. El recluta tomó nota mental de aquello, ese parecía ser un buen lugar para encontrarla en caso de que tuviese aquella necesidad. La caminata hacia el lugar donde entrenarían fue una callada, pues el castaño se encontraba pensando acerca de cómo sería el entrenamiento y ella no lo sacó de esta meditación con alguna pregunta. El lugar donde irían a entrenar era el gimnasio del lugar, el cual por algún motivo estaba sin gente y con la luz apagada. No era demasiado tarde como para que no hubiese nadie y la puerta la abrió sin llave así que algo debió de haber pasado. Quizás la gente estuviera en el otro gimnasio y no fuese a aquel por algún motivo. Intentó recordar pero no sabía mucho de aquella base. Decidió preguntar después acerca de allí pero por el momento pensó en que en el otro debía de haber una clase a la cual todos asistían o algo.

La sargento le preguntó que era lo que deseaba entrenar, el castaño solo podría responder con que deseaba una lucha para aumentar su experiencia en combates y probar si el uso de sentimientos forzaba a la akuma, pero ella se había negado a eso previamente. Técnicas... si requería volverse más fuerte le convendría poder entrenar una técnica, y si ella sabía alguna quizás podría enseñársela al castaño. Ambos utilizaban como armas espadas así que era probable que ella conociese algo que involucrase el uso del arma tal como el castaño podía hacer. Iba a responder pero la rubia desenvainó sus espadas. Una de estas se prendió con un fuego blanco mientras que la otra parecía emitir el típico vaho de una exhalación cuando hacía frío. Itkovian estuvo a punto de preguntar acerca de por que no utilizaba espadas de madera y peleaba así, pero bueno, asumía que ella sabía lo que hacía, después de todo uno no llegaba tener cierto rango en la marina sin hacerlo. El recluta no desenvainó su espada sino que quedó sin armas en las manos para indicar que ella se estaba apresurando.

- Desearía aprender una técnica... - sintió que con eso faltaba pero realmente no tenía idea acerca de técnicas como para decir algo. La única similitud que veía entre sus posibles estilos de combate era que ambos utilizaban una espada, pero igual, era completamente distinto. Aún así, dudaba que entrenar su "forma física" sirviese de algo cuando aún hacía el entrenamiento marine y no veía a este fallar sino que todavía notaba ciertos "cambios" en su cuerpo a medida que pasaban los días - Da igual cual... ambos tenemos espadas así que si sabes alguna que involucre solo una espada agradecería me la enseñes. Sino pues lo que desees entrenar - había elegido aquello por que era lo más rápido, los efectos de aprender una técnica podían sentirse al momento, después de todo el cambio de poder hacer y no hacer dicha técnica eran un antes y un después en cuestiones de habilidades. Necesitaba mejorar rápido, no sabía cuanto tiempo se quedaría en aquella base, podía ser llamado por una misión en unos días así que cualquier entrenamiento a largo plazo no tendría sentido.

Hikaru ladeó la cabeza cuando él dijo lo de aprender una técnica. Las que ella disponía no podían aprenderse sin la línea de sangre de los Surfer o había que nacer con la formación correcta. Era una situación difícil, pero no podía hacer nada en ese tema. Él quería un combate y ella no era ese tipo de persona. Soltó un pequeño suspiro y se dio cuenta de una cosa que había en el gimnasio. Ladeó su cabeza y caminó despacio. Eran unos petos de combate que parecían ser bastante útiles. Tal vez un pequeño tanteo con las armas de aquella forma… Le daría la pequeña oportunidad. Si no empezaba a espabilarse en aquel tema nunca podría ayudar a los suyos.

- Aissh muy bien, te daré un pequeño combate. Pero está prohibido atacar de pecho para arriba. No quiero que nadie pierda un ojo. – Dijo suspirando y negando un poco con la cabeza.

Le señaló los petos de hierro para que se pusiera uno. Ella hizo lo mismo y se puso uno, pero al ver que le apretaba en su pecho se lo quitó. No lo necesitaba para nada, por lo que prescindiría de él. Se rascó un poco la cabeza y después de aquello se quedó mirándole. Sus espadas ya estaban lista y sabía de la buena calidad que tenían. Además, sus habilidades de canalización la harían estar a salvo de todos sus ataques. Sus hakis también serían de mucha utilidad, por lo que activó el de observación y lo centró en él. Esperaba no recibir mucho daño, pues su propia estrategia era dejarse dañar para que su rival se jodiese a sí mismo. Pero ya se imaginaba la cara del dragón al ver cortes en su piel. Una gota de sudor le bajó por la cabeza y negó bastante con la cabeza.

- Trata de despertar o saber los poderes de tu fruta en los siguientes asaltos, después nada de luchar más entre compañeros. Considéralo un pequeño favor para ayudarte. – Mencionó soltando un pequeño suspiro.

Hikaru pegó su espalda a un saco de arena y después alzó ambas espadas. Mantuvo la de fuego en su izquierda y la fría en la derecha. De esa forma atacaría más con ella y no lo marcaría con quemaduras. Aunque teniendo un peto de hierro… Bueno, sus piernas y brazos quedaban libres y ahí sería donde ella atacaría. Entrecerró los ojos despacio y después de unos momentos dio un paso hacia al frente. Su mirada se tornó seria y el ambiente se tensó un poco. No le hacía nada de gracia, pero no le quedaba otra para ayudar al chico. No poseía técnicas que pudiese enseñar, por lo que…

Su sorpresa fue mucha cuando, envés de una técnica, la práctica sería de combate. Era distinto pelear contra reclutas que contra alguien con experiencia. En la posibilidad de una lucha contra un enemigo básico le serviría el entrenamiento de los reclutas pues todavía no era una lucha peligrosa. Sin embargo la experiencia para pelear contra alguien con, justamente, experiencia, era algo que le faltaba. Antes sus peleas las había ganado con movimientos básicos, las blandidas de sus enemigos habían sido abiertas, dándole tiempo de reacción. El luchar contra alguien que pudiese economizar sus movimientos, que tuviese cierta soltura en los mismos, eso era lo que buscaba. Y esperaba encontrarlo en aquella mujer llamada Hikari, después de todo era alguien de rango sargento y con haki así que cierta experiencia debería de tener. El recluta agarró el peto de hierro y contempló como al usarlo su agilidad disminuiría, como necesitaría más energía para poder luchar correctamente y como debería basarse su estilo más que nada en la defensa que en el esquive al usarlo. El liberarse del peso luego le podría dar un boost de agilidad, pero para eso necesitaba que la lucha durase lo suficiente como para que pudiese acostumbrarse al uso del peto de hierro.

Así que tuvo una duda que necesitó responderse a si mismo antes de aceptar el usar aquella defensa. ¿Resistiría lo suficiente como para que tuviese sentido utilizarlo? Una sonrisa prístina en el rostro del castaño, su corazón latió con aquella intensidad propia de un enamorado, su respiración frenó completamente. Su diestra agarró el peto y por el simple peso de este sintió como le tiraba un poco la espalda - No me mates demasiado... - esa fue la primera vez que trató a la sargento de "tu" envés de "usted". Terminó de colocarse el peto con aquella metodicidad propia de alguien que ya había hecho dicha acción varias veces y cerró sus ojos para sentir el peso. Dio un paso hacia atrás y notó como le resultaba más difícil hacerlo, dio un pequeño salto, pues la altura de estos se veía mermada por los petos. Al caer la parte de cuero del peto, la parte interior, raspó contra sus hombros y cuello pero, al ser de cuero, la sensación fue casi agradable. El castaño se miró los pies y bajó las manos hacia estos, doblando la columna un poco pero no pudiendo mucho por la armadura. El volver a enderezarse le costó un poco más de lo que esperaba. No empezaría a luchar sin tener idea de como había cambiado su cuerpo por la presencia de aquella armadura y con eso había estirado un poco.

- ¿No quieres estirar? La gente siempre se olvida pero recuerdo una vez que no estiré y me terminó agarrando un tirón en medio de una pelea... - él tenía que estirar incluso si ella no lo hacía por culpa del peto. El tener aquel peso haría que sus movimientos se volviesen más "duros" y el estirar contrarrestaba esto en cierta medida. Levantó ambos brazos hacia arriba con las manos abiertas intentando tocar el techo, irguió su espalda y estiró sus piernas para poder levantarse más. Ya su espalda parecía empezar a acostumbrarse al peso, resultándole más cómodo que antes la presencia del peto. Sacó su espada de la funda de su cintura y el escudo con la izquierda. El peso de ambas armas le molestaba un poco pero se acostumbraría luego de unos momentos, las venas de sus brazos propiamente dichos se marcaban con aquel típico color azul de alguien que hacía ejercicio - Uff... bien... creo que ya me estoy acostumbrando a este peso... - Apenas se estaba acostumbrando, cuando luchase se daría cuenta de como sus capacidades físicas se habían visto mermadas por el pedazo de armadura, pero bueno, para eso debía de empezar la pelea.

Finalmente Itkovian prestó atención a la marine con las 2 espadas de elementos antagónicos y luego hacia arriba de ella, la cadena que mantenía a la bolsa de arena en el aire - Te atacaría pero mi espada quedaría clavada en la bolsa de boxeo, cosa que aprovecharías para ir por mi lado derecho y atacarme ya que no podría usar mi escudo por tener la mano derecha apuntando hacia adelante. Ahí debería soltar mi espada para esquivar tu siguiente ataque con suerte, y después de eso no podría ganar... - La posición inicial de cualquier batalla era importante, y el querer ya empezar a aprovecharse tan rápido era algo que demostraba experiencia por parte de la rubia. Debido a esto el castaño volvió a esbozar una sonrisa. Aquel era el momento en el cual se harían los héroes, el entrenamiento, ningún poder vendría hacia él solo por quedarse parado, allí era donde iría a mejorarse, aquel sería el momento más importante del día, de la semana, aquel sería el momento que lo salvaría de una posible muerte.

Hizo una leve reverencia ante aquella rubia, apenas pudiendo bajar su espalda debido al peto. La miró a los ojos manteniendo dicha sonrisa, una gota de sudor surgiendo de su frente y comenzando a bajar esta - Damas primero - Pierna izquierda delante de la derecha con un cuerpo rotado hacia este último lado. Brazo del escudo doblado un poco de tal manera que el escudo llegase a cubrirle el brazo hasta caso el hombro. Sus piernas un poco dobladas, no demasiado, solo lo suficiente como para poder impulsarse hacia un lado para esquivar el primer ataque inicial. Su brazo derecho esperando quieto, casi sin tensarse, con la espada perpendicular al suelo lista para una estocada. Si hubiera tenido el arma apuntando hacia abajo se demostraría su predilección por blandidas, pero el tenerla hacia adelante, un poco más cerca de la rubia que la espada por la longitud propia de la espada, demostraría su deseo a contra-atacar. El inicio de una pelea era el momento más importante, quizás la posición inicial del castaño también indicase algo, un movimiento que desease que ella hiciese.

La rubia notó algo incómodo en su pecho cuando vio a aquella persona ponerse a estirar. Era similar a cuando la miraba mucha gente al mismo tiempo. No tardó mucho en escuchar sus palabras sobre estiramientos y una gota de sudor bajó por su cabeza. Ella no pensaba estirar para un entrenamiento en el que ni se iba a mover del sitio, o al menos no mucho. Continuó mirándole unos momentos y no tardó mucho en dar un pequeño suspiro. Se rascó la cabeza un poco y después miró a los lados. Debía asegurarse de que nadie más la veía entrenar un combate. No quería a gente detrás de ella pidiéndole cosas similares. Infló los mofletes pensando en que se había dejado la tostada de sobrasada sin comer. Menos mal que estaba en la cuenta del dragón. Era lo mejor de ser la capitana de una flota de la marina.

El chico empezó a hablar explicándole el motivo por el que no atacaba. Decía no sé qué sobre espadas y sobre un saco de la cadena o de su escudo y demás. Lo mejor fue lo de esquivar sus ataques. Teniendo en cuenta que ella atacaba con fintas, dudaba mucho que pudiese, pero igualmente aquello era muy raro. Justo entonces vio su posición, similar a la de un cangrejo. El sudor caía por su frente y la chica no sabía dónde meterse ¿Aquello era verdad? ¿Seguía dormida? Él había dado por hechos los ataques que ella usara, cuando planeaba lanzarlo de una onda, pero bueno.

- No…

La chica estaba flipando literalmente. Entonces fue cuando dijo lo de que las damas debían empezar y eso hizo que los mofletes de la rubia se hinchasen de forma un poco exagerada. No entendía el motivo de lo que estaba sucediendo allí.

- No tampoco. Tú has venido a mí para un combate, tú eres la persona que deseaba entrenar conmigo, por lo que eres tú quien debe atacar… Pero he de decirte que has fallado en todo lo que has supuesto. De todas formas…

No pudo terminar su frase. Una tostada salió volando de la nada hacia el marine. Ni ella misma se había dado cuenta, pero reconoció ese color naranja. Era su rica sobrasada. Se relamió de forma inocente y se dispuso a seguir el objeto, pero entonces pensó que lo mejor sería ver quién fue el causante. Al ver a aquella persona no pudo evitar ponerse un poco nerviosa. Hizo un gesto militar llevando la mano derecha a su frente y se puso firma. De hecho, sus espadas cayeron a sus pies.

- ¡Sargento Hikaru Surfer Presentándose, señor!

Se trataba del maestro de Xemnas, Al Naión-san. El respeto que le tenía a aquella persona era enorme y no tardó mucho en sentir un escalofrío en la espalda. Se mantuvo callada esperando un “descansen” o algo así, pero según su sensei, él era una persona muy amable. Pero joder, había lanzado una tostada al nuevo… ¡Oh! Quería darle de comer y que tuviese energías. Al era genial. Se agachó para recoger sus espadas y las metió en sus vainas. Algo le decía que el entrenamiento iba a pausarse un poco. Muchas cosas pasaban al mismo tiempo y una de ellas fue ver a Keith entrar. El dragón debía de estar con sus cosas. De hecho, le dijo que la recogiese en tres horas. Se acercó hasta él y le dedicó una sonrisa dulce.

- Keith, te dije que vinieras en tres horas ¿Ya has terminado todo el papeleo? ¿Incluido el que dejé en el primer cajón del congelador cuando escondí el helado de menta? – Tal vez se olvidó de decirle que allí había veinte folios más a rellenar, pero ya se lo estaba diciendo en ese momento.

Dijera lo que dijera, le daría una suave caricia en la mejilla y después caminaría de nuevo hasta el vice-almirante que había llegado hasta el gimnasio número cinco.

- Buenas tardes, Al-san ¿Qué le trae por aquí? – Preguntó con educación y sonriendo en todo momento, con bastante inocencia de hecho.

Mientras estaba estirando una voz ajena a la de Hikari habló, y mientras el castaño giraba su rostro para poder contemplar quien era el dueño de esta voz, una tostada chocó contra su rostro. Gracias a esas propiedades físicas increíbles de la sobrada la tostada se mantuvo pegada al rostro del recluta durante el suficiente tiempo como para que este pudiese recobrar la compostura, guardar su espada y agarrar la tostada. Casi por instinto se lamió los labios al mismo tiempo que admiraba la tostada. Era deliciosa. Nunca había probado nada similar, casi desconociendo el uso de embutidos en su dieta normal. Ajeno a la situación, ignorando su rostro manchado, le dio un bocado a aquella tostada y la combinación de ambos sabores fue gloriosa, despertando un haki en aquel preciso momento que se volvió a dormir una vez tragó.

- Recluta Itkovian Otanthalian presentándose, señor! - El recluta realizó su propio saludo militar, reconociendo inmediatamente al hombre por los carteles y las noticias, era uno de los vicealmirantes. Qué le había lanzado una tostada. Pero era una tostada rica. Itkovian le volvió a dar un bocado a la tostada y se dio cuenta de que sabía a Justicia, tal como se esperaría de algo tocado por un vicealmirante (que no se lavó las manos). Cuando la rubia se fue a hablar con el sujeto cuya relación quizás podría ser noviazgo o quizás una familia muy unida el recluta guardó su escudo y se sacó el peto de acero, pues al parecer ya la habían venido a buscar. Le dio un nuevo bocado a la tostada y se preguntó si se la tenía que terminar o no pero ya no quedaba más, pues mientras se preguntaba eso instintivamente volvió a morder la tostada.

Recién cuando la tostada desapareció misteriosamente el marine se dio cuenta la presencia de un vicealmirante. Era un vicealmirante, lo más cercano a un almirante, uno de los bastiones de la marina. De alguna manera el recluta no soltó un gritito de fangirl, quizás por que la presencia ajena le generó tan golpe que apenas podía moverse. Gracias a esas habilidades propias de alguien pobre, el castaño recobró la compostura al momento en el que predijo como sacarle dinero a la situación. De uno de sus bolsillos Itkovian sacó un marcador que tenía allí junto a un mapa para no perderse en aquella base -  Naion-senpai, por favor firme mi escudo - Le daría el marcador y su escudo para que firmase este último. No sabía a cuánto podría venderlo, pero era un vicealmirante, quizás con eso alcanzase para comprarle botitas a su cachorro de oso, le quedarían geniales.

Hikaru asintió a las palabras del Vice-almirante mientras notaba la mano de su dragón en el cabello. Debía admitir que se relajó mucho al sentirle, pero ahora le esperaba entrenar contra una marine y teniendo además a alguien como Al mirando. Soltó un pequeño suspiro y después vio lo que pasaba. El señor cangrejo estaba echándose una foto con el marine de mayor rango, seguramente para besarla más adelante. Se notaba que el chico se había enamorado de él, pero eso a ella le daba lo mismo. El hecho de que Keith la llevase a comer y que le dijera que se relajase la hizo sentirse un poco mejor. Tanto si recibía daño como si acertaba sus golpes, el chico iba a terminar herido. Su fruta era demasiado cruel en esos aspectos, pero formaba parte de ella y debía asumirla. Soltó un enorme suspiro y tras unos momentos miró al dragón a los ojos.

- Muy bien, espero no ser muy dura con él. No me gusta luchar contra gente inocente, pero supongo que no me queda otra que hacerlo. – Susurró para después darle un abrazo al chico.

Tras unos segundos se separó de él y caminó hasta la pista. Colocó de nuevo su espalda pegada al saco de arena anterior y después alzó ambas espadas. La de la derecha ardía con fuerza en aquellas llamas blancas, mientras que la otra hacía manar frío. Su mirada se centró en el chico cangrejo y además centró su haki de observación en él. Estaba ansiosa por ver si él iría a dañar o a hacer alguna especie de ataque leve. También estaría atenta para ver lo que usaba, pues si iba con un escudo terminaría usando un ataque veloz. Algo le decía que ella sería muy superior en cuanto a velocidad, agilidad y uso de la espada. De hecho, pensó que lo mejor sería terminar rápido para no hacerle mucho daño. Forzaría a que él se rindiese y luego se disculparía.

Cangrejo-kun debía ser peligroso, pues estaba siendo observado por su amor, Al. Estaba segura de que él quería impresionar al maestro de su sensei, aunque eso a ella le daba un poco igual. No estaba cómoda con aquella prueba y después de unos momentos tomó aire, expulsándolo después con fuerza miró hacia el chico. Dio unos pasos hacia delante dejando el saco atrás para que esta vez no tuviese queja y se quedó mirándole fijamente. Esperaría a que estuviese preparado. Una vez él le confirmase a ella que estaba listo correría hacia él a trote suave. Su haki estaba centrado totalmente en él y no tardó en activar el de armadura. La rubia mostró una mirada seria y en cuando estuvo delante de su objetivo, atenta a cualquier movimiento que pudiese hacer, empezó su ataque. Lanzó tres cortes a su máxima velocidad posible. Con la espada en llamas atacó a la rodilla izquierda de su rival y a su costado del mismo lado. Con la del frío trató de darle un golpe en el rostro con la zona ancha para no cortarle y congelarle de paso la nariz, tratando de paso con el poder de su haki armadura tirarlo al suelo. Le diese o no, la joven dio algunos pasos hacia atrás y miró a su contrincante.

- Recuerda, si atacas de pecho para arriba asegúrate de que no sea mortal. Esto es un entrenamiento y no una batalla. – Por eso mismo ella en la cara le había atacado con la zona ancha del arma.

Se había asegurado también de emplear suficiente fuerza como para traspasar el escudo si lo usaba, o al menos intentarlo, pues sus espadas tenían la calidad de una Ryo Wazamano. Vamos, que la joven trató de usar su mejor capacidad con las espadas para terminar lo antes posible. Por el momento esperó reacción de su oponente mientras lo miraba.

- Estilo dorado…

Esperaba poder vender el escudo firmado y comprarse uno más caro, pero lo que obtuvo fue algo mejor. El vicealmirante se colocó junto al castaño y se sacó una de aquellas fotos que los jóvenes de hoy en día llamaban "chelfis" o algo de ese estilo. De por si una foto con alguien de alto rango en la marina era algo emocionalmente precioso, pero cuando esta fue firmada, poniendo incluso el nombre del recluta allí, pues los sueños de Itkovian se hicieron realidad. Incluso se olvidó de que al haber firmado una foto y no el escudo no podría venderlo, pero bueno, estaría enmarcado en su cuarto y justo le faltaban cosas que enmarcar. De hecho habría seguido feliz con la foto (y huido para ponerla a salvo y quizás hacer más cosas prohibidas en algunos países) pero tuvo que "pelear" contra la rubia. Y claro que "pelear" sería una masacre, después de todo la diferencia de habilidades entre alguien entrenado con posiblemente años de experiencia y un sujeto que hace unos meses apenas entró a la marina era tan grande como el ego del almirante de la flota.

Aún con todas las de perder, pues era obvio que iba a perder, el castaño lo intentó, después de todo ella no iba a matarlo, ¿No? El recluta preparó sus armas para el intento de pelea, e incluso creyó que quizás podría llegar a hacer algo. Se colocó en la misma posición de antes intentando bloquear la mayor parte de su cuerpo ya sea al haberse girado a un lado o con el escudo y esperó que ella atacase para poder contra-atacar. Primero ella trotó hacia él. Todo bien hasta ese momento. Luego el rostro de la rubia se puso serio y en el siguiente momento el rostro del castaño se sintió frío. Bueno, no su rostro completamente sino su nariz. Y también esta le dolía. ¿Y desde cuando su escudo tenía huecos? ¿Y desde cuando su brazo izquierdo le sangraba? ¿Y su pierna izquierda estaba quemada? ¿Y desde cuando estaba en el piso? Terminado el shock del momento  - Auch... - se quejó como si no es diese cuenta el dolor, pero al quejarse se dio cuenta de que le había cortado y quemado y congelado y que al caer se había dado el huesito dulce y bueno, el dolor - ***** **** **** **** **** **** ***** ***** **** **** ***** - debido a que Itkovian es niño de corazón, me veo obligado a censurar sus palabras, pero bueno, estas fueron tales como las que haría alguien en su situación, así que queda a la imaginación del lector.

Entre sus insultos a la abuelita de Hikaru, por algún motivo extraño, su pierna empezó a brillar y le dolió menos, pero el resto de su cuerpo no le dejó de doler así que no se dio cuenta - ... - terminó de insultar para respirar y se dio cuenta de como la parte quemada de su pierna brillaba gracias al poder, recién desvelado, de su akuma - Cool... - Quién habría dicho que solo hacía falta golpearlo para que pudiese descubrir los poderes de su fruta. Inclusive con la curación, la herida no parecía curarse, después de todo  apenas podía curar heridas leves y eso era mínimo una quemadura de segundo grado - Emmm... ¿Ayuda?... - ni intentó levantarse por que bueno, tenía una de sus piernas quemadas y sabía que le dolería mucho al moverse. Por un lado deseaba, con todo sentido, demandar a la que le había hecho el daño, pero por otro lado había logrado desvelar uno de los poderes de su akuma. Así que dentro de todo había cumplido lo que había querido hacer en esa situación. Pero bueno, primero lo importante, con su brazo útil Itkovian sacó la foto de su bolsillo y la tiró hacia un lado para que no se manchase con su sangre.