Explorando nuevos horizontes [Privado] [Yuu-Yun-Itkovian] [Pasado]

El sol azotaba en el rostro de Yuu y del navegante aquel día tan caluroso. – Llevamos navegando un buen rato… y no veo ninguna isla. ¿Estamos yendo en buena dirección? – le preguntó el pirata al que supuso que era un experto. – En teoría… debemos de estar cerca de una… no creo que falte mucho. Deberías de ir a proa… quizá alcanzas a ver algo. – le aconsejó el hombre, a lo que Yuu hizo caso y se puso en la parte delantera la pequeña embarcación. Al principio no vio nada, pero pasados varios minutos, divisó un cúmulo de tierra a lo lejos. – ¡Ajá! ¿Ahora es cuándo se dice tierra a la vista? – dijo Yuu, emocionado como un niño pequeño. No fue lo mismo que con el barco de la Marina, esto era distinto, esto era como… si él mismo hubiera conseguido aquello, al fin y al cabo, tanto el barco como el navegante le pertenecían desde que salieron del astillero. – Bien… dime si estamos en el lado de la isla donde hay playa. – insistió el navegante Hedwig. Yuu miró de nuevo hacia la isla, y esta vez, más cerca de ella, pudo divisar un montón de arena allí. – Si… esta es la zona correcta. De puta madre. – dijo Yuu, con una sonrisa de felicidad en su cara. – Perfecto… entonces llegaremos en breves instantes. – agregó Hedwig, que ya había asumido que tendría que seguir a Yuu hasta que este ya no le necesitara.

El pequeño barco ingresó en la orilla, y Yuu bajó inmediatamente, riendo y dando saltos de alegría. – ¡Me pregunto qué es lo que nos deparará esta isla! – dijo en voz alta el joven pirata. – No creo que haya demasiado…  y además, creo que en esta inhóspita isla no vamos a estar solos… pero no me hagas mucho caso. – dijo el otro, a pesar de que Yuu se hallaba ignorándole. Una vez bajo de la nube que tenía en su cabeza, Yuu empezó a hablar. – Vamos a explorar la isla. Tú, te vienes conmigo. No quiero arriesgarme a que te escapes, la verdad. – dijo este, mientras empezaba a avanzar hacia el bosque, dejando atrás al hombre, que se levantaría y seguiría al pirata.

Cuando empezaron a adentrarse cada vez más en la profundidad del bosque… el navegante se dio cuenta de algo importante, y decidió comentarlo con el pirata. – Esto… si me permites hacerte una pregunta… ¿qué esperas encontrar en esta isla? – tras esta pregunta, Yuu se paró a pensar durante unos segundos, pues le había pillado completamente desprevenido. – ¿Qué espero encontrar…? La verdad es que no lo sé… ¡pero algo encontraré! De todas formas, no me lo vuelvas a repetir, o… – dijo Yuu, para acto seguido girarse y pasar su dedo por el cuello, en forma de amenaza. El navegante sabía que él lo necesitaba, de todas formas, era un tipo demasiado pacífico y tranquilo, que no se asustaría con una amenaza de tal calibre. En cualquier caso, ambos continuaron en línea recta sin un rumbo fijado, llegando hasta un pequeño claro que contaba con un riachuelo. Allí, Yuu se puso en cuclillas para beber un poco de agua que, al parecer, era potable. El navegante hizo lo mismo, pues se hallaba tan sediento como el joven Yuu. Tras esto, ambos se sentaron en una roca, alejados entre sí. El pirata, por su lado, sacó una manzana que había robado del barco de la Marina de su bolsa, y empezó a comer.

Después de quien sabe cuanto logró llegar a la isla donde debía cumplir una misión. El simple hecho de haberse tenido que tomar 2 barcos hizo que, al finalmente llegar, soltase un suspiro de relajación. Inclusive si recién ahí todo comenzaba, inclusive si la misión podía significar su muerte, se calmaba en que estaría en tierra durante unos días. No era que odiase los barcos, pero desde que había consumido esa fruta extraña no podía nadar, así que un cierto miedo hacia el agua era normal. Su oso por motivos parecidos tuvo una reacción similar, solo que corrió hacia el pedazo de tierra más cercana una vez abandonaron el puerto y se revolcó en esta con una mirada de felicidad propia de un animal. Nuevamente la marina le había alquilado previamente una habitación en una posada donde dejó las pocas cosas que llevaba, una maleta con cierta ropa y elementos básicos de higiene. No tenía tiempo límite para la misión, pero si luego de unos días no podía cumplirla entonces avisaría y tendría que volverse con las manos vacías.

¿Qué misión? Pues según información otorgad a la marina por medios que no le fueron comunicadas al joven domador un grupo de bandidos había tomado aquella isla como base. Nanami era prácticamente un paraíso boscoso, así que ocultarse allí sería algo sencillo para cualquier grupo. Si eligieron a Itkovian para aquella misión posiblemente se debió por su historial, había pasado la mayor parte de su infancia y adolescencia en un bosque, o por lo menos en su tiempo libre. Y, principalmente, tenía un oso de mascota. Si el olfato de los perros era algo superior al de los humanos el olfato de los osos hacía ver al de los perros como ellos al de los humanos. O bueno, quizás no tanto, pero la exageración de aquella frase era algo que le gustaba al castaño quien a veces la decía cuando le preguntaban acerca de Magnum, su cachorro de oso negro. Así que no solo era él alguien con cierto conocimiento acerca de los bosques sino que también su mascota era rastreadora. Utilizando un mapa de la isla podría recorrerla en unos días, aprovechando el olfato de Magnum para encontrar a los criminales escondidos en el bosque.

En un principio la búsqueda sería por agua. No se necesitaba ser un experto en la supervivencia para saber que se necesitaba agua por lo cual cualquier grupo de gente que se ocultase requeriría estar cerca de un gran cuerpo de agua. El océano que rodeaba a la isla no podía beberse así que solo quedaba una cosa, un río o un lago. Luego de preguntar en aquel pueblo le señalaron en el mapa una línea azul con rayas correspondiente a un pequeño riachuelo que desembocaba en un claro. Entonces empezaría por aquel lugar, después de todo era la parte de aquel riachuelo que se encontraba más cerca de la costa. Marine y oso salieron en búsqueda de bandidos, el castaño con su espada y escudo y el oso con su collar negro con pinches plateados que le quedaba completamente genial.

El ropaje del castaño no era el de un marine, después de todo su misión era simplemente averiguar la ubicación de los bandidos y reportarla, no pelear contra ellos. Si usaba el ropaje blanco y azul destacaría mucho en la naturaleza así que decidió vestirse con pantalones y remera de color entre verde  y marrón para que hubiese cierta posibilidad de que a simple vista lo confundiesen con parte de la flora local. El viaje tardaría unos minutos hasta el claro, tiempo que el castaño aprovechó para examinar la flora del lugar, era bastante parecida a la de su isla natal, después de todo seguían en el East Blue. Bien, aquello le hacía sentir en casa, inclusive cuando se acercaba a una posible muerte.

Mientras Yuu se encontraba comiéndose aquella manzana, el navegante Hedwig no paraba de mirar hacia todos lados, temeroso de lo que pudiese estar observándolos. En un principio, no había nadie, pero su instinto le decía que si. Pasados unos minutos, este vio aparecer a alguien de repente, el cual se puso a beber agua. Quizás ese hombre podría salvarle de Yuu, o quizás podría matarlo, por lo que no hizo movimiento alguno y se quedó paralizado en su sitio, esperando que o el pirata o la otra persona se dieran cuenta de la situación en la que se hallaban. El pelinegro estaba pensando en lo suyo, y no prestaba atención a nada de su alrededor. – Esa fruta… ¿debería comérmela? Sé que el frutero aquel me dijo que la tomase solo si estaba preparado para asumir el cambio en mi vida que eso conllevaba, pero... ¿a qué se refería? ¿Esta mierda da poderes mágicos por lo visto? ¿Quizás es... oh, dios mío...? ¿¡Será droga!? Si es droga no quiero comérmela, pero... la tentación de saber qué es lo que tiene esta fruta de mágico me hierve completamente la sangre. Creo que no tardaré mucho en comérmela, la intriga sobre esta condenada me está matando.  – se preguntó el ladrón, refiriéndose a la fruta mágica que tenia en su bolsa. El navegante, al ver que este no se daba cuenta de nada, le tiró una pequeña piedra que le golpeó en la pierna, cosa que despertó al muchacho de su trance, alzándose enfadado y con ganas de matar al que le había traído hasta allí. – ¿¡Pero qué cojones haces, malpari…? – fue entonces cuando Yuu divisó a la figura humana que se hallaba a unos metros.

Por su cabeza pasaron diversas posibilidades, entre matarlo, capturarlo o acercarse amigablemente. Ninguna de las tres le convencía demasiado, por lo cual decidió acercarse a él y, como lo más seguro sería que tras su grito este se hubiera dado cuenta de su presencia, empezó a gritarle al mismo tiempo que avanzaba. – ¡Eh! ¡Tu! ¿Quién demonios eres? – preguntó en voz alta al hombre, a la par que ponía su mano derecha en la empuñadura de su espada, preparado para lo que sea que le esperase. Tras esto, empezó a analizar al hombre de arriba a abajo. – Este chaval... parece muy joven. ¿Qué cojones hace aquí solo en medio del puto bosque? – preguntó Yuu para sus adentros.

Normalmente la búsqueda de animales en el bosque era siguiendo rastros, aquella vez era como el primer movimiento en el buscaminas, solo una prueba de un posible punto de inicio para empezar. Si no estuviera en una misión el castaño habría bajado la guardia hasta llegar al claro, pero como se encontraba en sus tareas de marine mantenía el oído atento. Un crujir de una rama, el graznido de algún pájaro, cualquier cosa que le indicase que no se encontraba solo allí. Solo además de su mascota, claro, quien disfrutaba oliendo y caminando cerca de Itkovian, sin desaparecer de la vista de este pero jugando un poco. Si había un grupo de hojas apiladas las perseguía, si veía un movimiento de un conejo o animal pequeño lo perseguía, todo para divertirse en un lugar parecido a su hogar. Pasados unos minutos finalmente la densidad de árboles pareció disminuir, y al mirar hacia adelante el castaño podía ver como estos se terminaban a unas pocas decenas de metros. Allí estaría el claro. La verdadera misión comenzaba.

Itkovian miró a Magnum y le sacó el collar, después de todo ver a un oso salvaje en aquel lugar sería normal, a diferencia de uno con accesorios. Colocando su dedo índice sobre sus labios el castaño le indicó a su mascota que no hiciera ruido, y luego apuntando al suelo que se sentase. Antes que acceder al claro directamente tendría que ver que no hubiese nadie desde allí. Como si aquella idea diese comienzo a algo, el distintivo sonido de palabras. Primero un grito con un tono que le parecía familiar, luego unas palabras más calmadas pero que en el silencio del lugar resonaron como campanas de iglesia. El marine se escondió detrás de un arbusto, observando la situación desde aquella posición. Ambas personas parecían distraídas por lo cual era probable que no lo notasen. ¿Serían los bandidos? ¿Habría sido tan fácil la misión? Por si las dudas el castaño miró hacia atrás. Después de todo aquel era el momento de la película en la cual un cuarto bandido se escabullía detrás suyo y lo golpeaba con algo para desmayarlo.

Afortunadamente para el marine eso no era una película así que nada pasó así que siguió con su espionaje. Por las 2 únicas frases que logró escuchar o eran hermanos o no tenían nada que ver y el de la voz más calmada intentaba molestar al otro. ¿Acaso sería aquello un robo? ¿Otro bandido no relacionado con la banda que estaba buscando había venido a robarle a los otros? Por lo poco que sabía no tenía idea quien era el bueno y quien el malo, si es que alguno fuera el bueno claro. El tercero de ellos estaba más lejos y parecía no desear meterse en el posible combate, o en la reunión familiar. Los otros 2 estaban distraídos pero de aquel tercero tendría que cuidarse, quizás fuese un guardia y estaría prestando atención ante los posibles invasores. Pero de ser así había un desconocido en aquel grupo de 3 así que como guardia habría fallado su deber... Si, definitivamente le faltaban datos. El castaño continuó con su vigilancia esperando a que todo se aclarase y supiese que hacer, aunque realmente no entendía mucho lo que ocurría. Pero bueno, tenía la libertad de ser un tercero no envuelto en el problema e iría a aprovecharse de eso, después de todo darse a conocer podía hacer que fuese asesinado, no había apuro.

Yuu pudo observar como el muchacho se giraba hacia él y abría la boca. Sus palabras dejaron desconcertado al pirata, el cual empezó a darle cuerda a su mente, procesando demasiadas cosas al mismo tiempo. – ¿Se puede saber qué dice este imbécil? ¿Es gilipollas o que le pasa? Espera… ¿no lo dirá en serio, no? No puede ser, si lo dice en serio, joder, esto es chungo. ¡Espera, Yuu! No puede decirlo en serio. ¡No puede decirlo en serio! Claro que no, no le conoces, Yuu, ni siquiera conoces a tu madre… ¡Claro! Este tipo me está timando. Pero… ¿me estará timando para atacarme? Si es así… tengo que pensar algo inteligente. ¡Algo para acabar con él! Aunque… creo que me estoy complicando la vida. De todas formas… joder, estoy indeciso. ¡¿Por qué me pasa a mi esto aquí y ahora? Joder. – pensó el pirata, muy confuso. De pronto, decidió actuar, por lo que se abalanzó contra él y le abrazó. – ¡Joder! ¡Hermano, eres tú! – y luego se dio cuenta, de nuevo, de que estaba muy confundido por una situación que no sabía si era seria o demasiado cómica. En cualquier caso, se alejó gritando. – ¡¿Cómo coño voy a ser tu hermano si ni siquiera tengo familia, gilipollas?! – concluyó Yuu, transformando la confusión completamente en enfado.

El joven pelinegro le miró a los ojos fijamente y desenvainó un trozo de su espada lentamente. – Me has cabreado… o me dices quién eres o… ¡te las verás conmigo! – amenazó al que tenía delante, al mismo tiempo que el navegante se acercaba por detrás. – Hola, buenas. Este señor me tiene secuestrado, por favor, ayúdeme, sea quien sea usted. – dijo este, cosa que solo hizo más que enfurecer a Yuu. – Y ahora el otro… ¡¿Pero te quieres estar calladito ahí detrás?! Joder, qué forma de molestar. ¡A ver, tú! Ignora a este imbécil y respondeme de una vez, eh… ¡niño! – en realidad, el pirata quería reírse en ese momento, y de hecho, empezó a reír, a la par que su enfado se iba. Yuu no era bipolar… solo era un tipo muy expresivo, que cambiaba de humor con el mínimo estímulo. – ¡Sálvame, por favor! – volvió a insistir el navegante. El pirata desenvainó su espada y amenazó a este con cortarle en pedazos si no se callaba. Naturalmente, se calló.

Bien, definitivamente eran hermanos. Claro que lo eran, después de todo se abrazaron entre si como si hubiesen sido hermanos que se encontraban por primera vez en años. Conmovedora imagen que se rompió al instante siguiente cuando el de la katana se alejó gritando que ni siquiera tenía familia y que se había enojado y que irían a pelear. La situación se volvió más tensa y complicada en el momento en el cual el tercero se acercó y pidió ayuda pues el de la katana lo había secuestrado. Bien, ya sabía quien era un miembro de los bandidos. ¿Acaso el otro sería aliado suyo? No le habían dicho que enviaban a otro marine pero quizás lo habían hecho para que, en el posible caso de que capturasen a uno, la operación no hubiese fallado y ese uno no pudiese revelar información del otro. Debido a la distancia que había entre Itkovian y el tercer muchacho este no hizo nada, si aparecía y corría hacia el navegante no haría suficiente tiempo y el de la katana le podría cortar el cuello fácilmente. Si, debía de esperar, todavía no era el momento para actuar.

El movimiento de aquel "salvador" fue uno que el castaño no habría aceptado. Muy peligroso, podía llegar a desestabilizarlo y lo que quisiera pero al caer quizás cortaría al rehén que debía de salvar. Sin desear ver el resultado de aquel intercambio el castaño buscó en el suelo una piedra no muy grande encontrándola junto a su lado. Si se la arrojaba a la víctima llamaría su atención, y como el ladrón estaría distraído por la pelea la víctima podría llegar a correr hacia el marine, una vez este se mostrase. Con aquella cierta distancia y distracción la víctima llegaría a ponerse detrás del castaño y este confiaba en sus habilidades para defender al muchacho. No era el mismo método tan directo del otro salvador, pero era la mejor forma que se le había ocurrido y que implicaba menos posibilidades de muerte del rehén.

La distancia aproximada entre Itkovian y el rehén era de unos 10 metros, así que tardaría unos 2 o 3 segundos en, corriendo, llegar hasta aquel muchacho. Si este corría hacia él al mismo tiempo entonces casi no habría tiempo de reacción por el secuestrador. Bien, ese sería su plan. Pero primero a esperar al momento indicado.

Mientras Yuu seguía mirando al navegante sin prestarle atención al que ahora sería su contrincante, los movimientos de este último hicieron que el navegante moldease una pequeña sonrisa que alertó al pirata. Tras unos instantes, pudo notar como su pie se elevaba en el aire forzado por otra fuerza, perdiendo el equilibrio durante unos segundos. – ¡Agh! ¡Hijo de puta! – – pensó el ladrón, para luego posar suna de sus manos en el suelo, e impulsar sus dos piernas hacia arriba, buscando formar la posición del pino. Acto seguido, se impulsó hacia atrás y dio una voltereta en el aire para finalmente volver a recobrar el equilibrio.

Sin pensarlo mucho más, Yuu corrió hacia el navegante, para posicionarse detrás de él y poner su espada en su cuello, y con su otra mano luxándole el brazo izquierdo. – ¿Pensabas que sería tan fácil dejarme indefenso? Sigue soñando, chaval. En fin, no quería usar a este hombre como rehén en un principio, pero joder, me has obligado. A ver, o te tranquilizas o acabo con él. ¿Quién demonios eres? – insistió Yuu tras ver la posibilidad de que estuviera interesado en su navegante. Para más seguridad, el pelinegro retrocedió unos cuantos metros, principalmente, para que el otro no hiciese nada que pudiese lamentar.

La adrenalina del momento hizo que el bombeo de Yuu se acelerase. En su cabeza empezó a ver las posibilidades que tenía contra aquel tipo que, de momento, no sabía lo que podía llegar a hacer. Por suerte para el ladrón, el muchacho tampoco sabía hasta lo que este podía llegar. Si se acercaba e intentaba algo raro, o veía u oía algo que no le gustase, dejaría inconsciente al navegante y empezaría la pelea contra el joven.

Tsk, parecía que todavía no iría a actuar. Podría considerarse aburrido ser un sniper, pero no lo hacía por la diversión, lo hacía por la vida de aquel civil que se había visto secuestrado por aquel malvado ladrón de la katana. El movimiento de este al caer fue, por decir poco, ridículamente majestuoso. Y eso en una batalla podía implicar fácilmente la muerte. Solo que su oponente no aprovechó para realizar un segundo ataque dejando al de la katana apoyarse en el suelo con ambas manos y dar una voltereta en el aire para luego caer y colocarse detrás del civil. Nuevamente, un movimiento innecesario. No dudaba Itkovian que de estar allí podría encargarse del acróbata si este no intentaba huir, pero el rehén hacía toda la situación más complicada. El muchacho del arma retrocedió unos 4 metros, acercándose sin saberlo a la posición del marine. 6 metros no era nada, aquella distancia podía hacerla en unos 2 segundos, solo tenía que esperar al momento exacto.

Al ver como el "salvador" comenzaba a caminar hacia el rehén el castaño decidió que aquel era el mejor momento. Salió por un lado del arbusto detrás del cual se ocultaba para no hacer ruido al chocar su cuerpo con las hojas de este. Al estar sobre un claro el suelo era casi perfecto. Las pocas hojas que había estaban bastante cerca de los árboles y separadas lo suficiente como para que hubiese cierto camino desde la posición de Itkovian hasta la de su oponente. Al comenzar a hablar, la atención del de la katana estaría en el "salvador". El marine dejó de respirar para que no pudiera ser detectado por los sonidos de su respiración y dio pasos largos y rápidos hacia adelante con su espada en mano. Cabe destacar que eran de mañana y que, como se encontraban respectivamente al norte y sur Yun y Yuu, las sombras apuntarían hacia un costado, no revelando la presencia del castaño hasta el momento exacto.

Itkovian caminaría encorvado para ocultar su tamaño, observando la espalda del de la katana, de tal modo que el "salvador" de nombre desconocido no pudiese ya que tanto el bandido como el rehén bloquearían su vista. Al momento en el cual Yun se encontrase diciendo que la presencia del de la katana podía complicar las cosas, o sea antes de su ataque, el castaño estaría detrás de Yuu si es que este no se había dado cuenta de su presencia. Y allí, desde esa posición privilegiada, lo intentaría golpear en la cabeza con el mango de su espada para desmayarlo por el golpe y salvar al rehén. No iría a matarlo clavándole la espada ni nada de eso pues no se consideraba alguien igual al bandido. La justicia no requería algo como asesinar para efectuarse, sino no había opción de redimirse y una justicia sin posibilidad de redención solo era venganza.

Yuu estaba atento a cualquier estímulo que le hiciese ver que le iban a atacar, con lo que, al ver cómo el muchacho se iba acercando, este no pensó demasiado en su siguiente movimiento, pero decidió ejecutar lo que primero se le viniese a la mente. Hizo como si le cortara el cuello, devolviendo su brazo y su espada a un lado suyo, para acto seguido lanzarlo contra su enemigo de una patada en la espada, soltándolo antes del brazo. Esto crearía una pequeña distracción para su oponente o simplemente un obstáculo que esquivar. En cualquier caso, Yuu empezó a correr en zig zag en diagonal hacia su derecha, con la espada en su mano derecha.

Una vez alcanzó a estar unos dos metros hacia la derecha del muchacho, el pelinegro corrió hacia este de nuevo en zig zag, esta vez, al llegar delante de él, propinó un tajo hacia abajo en diagonal hacia la izquierda, cosa que sería un completo engaño para confundir a su oponente, pues tras esto Yuu simularía un tropiezo y se caería, realizando un barrido con su pierna izquierda para hacer caer a su enemigo, como él había hecho en momentos anteriores. – Hablas demasiado. – finalizó Yuu, tras hacer el barrido. Si su enemigo conseguía evitar su ataque, Yuu retrocedería un metro. Si este era exitoso, intentaría acabar con él de un espadazo. Por supuesto, el joven pirata no se dio cuenta de que había una cuarta presencia, pues estaba centrado en acabar con el otro.

El castaño salió de su escondite listo para atacar al de la katana, pero antes de que pudiese dar su golpe este volvió a moverse, cosa que hizo que el marine detuviese su golpe y bajase el arma. Había estado cerca pero no lo suficiente. El ladrón empujó al civil quien fue golpeado por el "salvador" falso quien de salvador no tenía nada. Y este golpe lo hizo caer frente a donde se encontraba el castaño quien aprovechó para concentrarse en eso más que en la pelea. Como marine su obligación era tanto detener a los infractores como salvar a los civiles, después de todo cualquier cosa que hacía como marine iba para poder salvar gente. Guardó la espada y se colocó de cuclillas frente al navegente, dejando de ver la pelea un instante para concentrarse en este hombre. Ni un grito de dolor lo cual implicaba que estaba inconsciente, pero su pecho subía y bajaba por lo cual vivo se encontraba. Bien, no había muerto y podía ser salvado, eso era lo único importante.

Itkovian volvió su vista a la pelea, el de la katana se estaba acercando al otro mediante zig zag, lo cual no tenía mucho sentido considerando la ausencia de armas de mayor rango a la katana. Bien, no sabía luchar bien con aquella arma, eso serviría para cuando Itkovian tuviese que parar la pelea. Pero primero lo primero, el civil. El marine levantó a este hombre, colocándolo sobre su hombro cual saco de patatas. Podía ser rara esta forma de llevar a alguien pero era efectiva y estaba inconsciente así que poco iría a quejarse. Le sorprendió la falta de peso de este, en comparación con los otros marines, seres musculosos, este navegante era escuálido y, al haber sido secuestrado y eso perdió unos kilos. Quizás por eso, o quizás por la fuerza adquirida por tanto entrenamiento por parte del recluta, el peso del rehén le pareció bastante bajo.

Sin darse la vuelta, observando siempre la pelea para no ser atacado por la espalda o algo, Itkovian empezó a retroceder cargando el civil. Lo dejaría con su mascota y luego se iría a otro lado, pero lo primero era lo primero, salir del claro con el rehén. Por algún motivo ninguno de los 2 luchadores parecía prestarle atención, concentrándose en la lucha entre ambos, aún así el castaño no se daría la vuelta por si las dudas. Deseaba ya poder unirse al combate y detener a ambos, detestaba aquel conflicto innecesario y haría lo posible para detenerlo encarcelando tanto al secuestrador como al otro, quien para ese momento debido a todos los comentarios y la actitud para Itkovian no era nada más ni nada menos que uno de los bandidos a los que había ido a buscar.

Realmente Yuu había acometido aquellos movimientos en zig-zag para despistar a su oponente, pero esto no tuvo efecto y esta acción dio tiempo a este para ponerse en posición defensiva una vez llegó el pelinegro hasta él. Lo que iba a ser un engaño con la espada, resultó en desastre al ser parado por el oponente, dando lugar a un ataque de este hacia la sus costillas, acción que hizo que Yuu se estremeciera durante unos segundos, para luego atacar con un duro cabezazo a la cabeza del otro. Tras esto, el pelinegro corrió unos cuantos metros hacia su derecha, esta vez recto, pues no le habían funcionado los movimientos anteriores. Rápidamente, se dio la vuelta con las dos manos firmes en la empuñadura de su espada, en posición de defensa.

Yuu se dio cuenta de algo mientras miraba detrás de su oponente. – ¿Dónde mierdas se ha metido el imbécil este? Como haya intentado escapar… le cortaré la garganta. – pensó este, no sin parar de mirar a su enemigo. – Venga… ven si te atreves. – vaciló el pirata. Acto seguido, se preparó para su defensa, girando su pie derecho hacia un lado y poniendo la empuñadura de su espada en su boca. Yuu estaba preparado para cualquier ataque que aquel ejecutase.

El navegante inconsciente estaba a salvo, eso era lo único importante. Para el momento en el cual el de la katana se dio cuenta de la ausencia del rehén este ya se encontraba fuera del claro, detrás de aquella protección propia de los arbustos y árboles. Con eso ya tenía completa libertad, lo cual significaba que podía volver a la lucha. Pudo volver a tiempo suficiente como ambos estaban quietos sin hacer nada, por que claro, tenían el síndrome de personaje de animé que tiene que parar una pelea para hablar. Ojalá hubiera tenido Itkovian una pistola para poder hacer un disparo con balas de goma y terminar con aquello, pero sus armas ese día consistían en un escudo y una espada, así que poco podía hacer al respecto. Al estar prestando atención a esta "pelea", el castaño no pudo llegar a escuchar ni observar a los encapuchados. Si lo hubiera hecho posiblemente habría pensado en lo que cualquier persona normal pensaría. ¿Por qué usar capuchas si uno estaba en medio del bosque? La respuesta habría venido a su mente casi al instante. Eran villanos, pero en el fondo eran buenos y querían ser detenidos. Si uno mataba o dejaba inconsciente a uno le podría robar la capucha, y con esa capucha podría acercarse al lugar de los malos sin ser identificado como alguien ajeno a la operación, por lo menos hasta llegar a estar lo suficientemente cerca del guardia de la puerta como para atacarlo.

Lo extraño de la situación, además de la presencia de capuchas claro, fue que aquel salvador falso que atacó al civil dijo que tenía que cumplir con un deber. ¿Qué deber? ¿Qué podía hacer alguien allí además de.... Era un marine aliado? Sabía que existían marines que no trataban bien a los civiles y siempre podía decir que el civil estaba muerto cuando llegó... Así que era de esos marines... Pero ahí tenía a un secuestrador, a un posible bandido, y aún así quería irse... Extraño... Faltaban datos y odiaba que aquello sucediese. Afortunadamente para Itkovian el salvador falso salió corriendo del claro, y cualquier persona que corra en un bosque dejaría huellas o marcas, ya sea hojas rotas o pasos en barro. Luego podría seguirlo para ver a donde había ido si es que no hacía demasiada distancia entre ellos al seguir corriendo por quien sabe cuanto tiempo.

Pasando de este ser al de la katana, todavía Itkovian no se presentaría ante él. Si lo hacía perdía la oportunidad de un ataque sorpresa. Lo importante era la seguridad del civil y si el secuestrador decidía seguir al falso salvador pues mejor para el castaño quien podía seguir a ambos. Nadie que perseguía se acordaba de cuidar sus pasos, excepto él claro, por que al pensar en esto se dio la vuelta y no vio a ningún enemigo aparecer mágicamente detrás suyo. Esperando a ver que hacía el de la katana, Itkovian siguió detrás de aquel arbusto. Por algún motivo no había sido descubierto por el momento a pesar de haber entrado al lugar y agarrado a un personaje, pero bueno, mal por ellos al no tener conciencia de su alrededor en las peleas.

La batalla, sin duda, no se inclinaba en favor del pirata. Su contrincante era fuerte pero, aun así, el joven pelinegro no se iba a rendir tan fácilmente, y menos tras haber sido provocado. Una cosa estaba clara también, ni uno ni el otro estaban dando lo mejor de sí mismos, y eso afectó al ritmo de la pelea, la cual terminaría con el abandono del contrincante del pirata. En la mente de Yuu, luego de que su enemigo decidiese aplazar el combate, este aún seguía. Nada más oír como el muchacho se despedía de él y corría hacia el bosque, el ladrón corrió a por su bolsa, que la había dejado en la roca, colgándosela durante la carrera, y volteándose rápidamente para ir por el camino por el que aquel había huido instantes antes. – Si se piensa que escapará… lo lleva claro, el cabrón. ¡A mi nadie me desafía! – dijo en su cabeza, sin darse cuenta tampoco de que su navegante había desaparecido del mapa, puesto que a Yuu le era muy complicado fijarse en dos cosas al mismo tiempo, y menos si tenía aún la adrenalina bombeando su corazón a tanta velocidad.

El pirata se abrió paso entre los matorrales y siguió con la persecución, yendo en línea recta por el mismo camino que había tomado su enemigo. Si se paraba a buscar huellas en el suelo, probablemente  perdería tiempo, por lo tanto no consideró en siquiera hacerlo. Mientras corría, llegó a una cabaña en medio del bosque, concretamente en el lado opuesto al que su enemigo se encontraba, aunque él no era consciente de ello. – ¿Una cabaña? ¿Aquí, en medio de la nada? ¿Pero qué cojones? – dijo para sus adentros, para luego acercarse a la ventana y ver a cinco sujetos, todos vestidos de forma similar. No vio al muchacho que estaba persiguiendo, al estar escondido al otro lado de la puerta que se hallaba en línea recta desde la ventana.

Sin miedo, entró por la ventana, llamando la atención de todos ellos. En sus tiempos en Water Seven, Yuu habría tenido más cuidado y hubiera optado por el sigilo, pero ahora la emoción del momento le permitía actuar de la forma tan despreocupada en la que se hallaba actuando. – Hola, chicos. ¿Habéis visto a un tipo así, un poco más bajito que yo por aquí?  Es que, bueno, estábamos combatiendo y… – dijo este, antes de ser interrumpido por uno de los hombres que allí se hallaban reunidos. – ¿Quién coño eres tú? Vosotros dos, ¿habéis visto a este tipo antes? – preguntó este a los dos encapuchados que su enemigo había estado siguiendo. – Si… era el que estaba luchando con el otro tipo. No es peligroso, por lo que vimos. Es bastante torpe. – dijo uno de los dos, con un tono vacilante en sus últimas palabras, causando que la vena de la cabeza de Yuu se le hinchara un poco. – No soy peligroso… soy bastante torpe… muy bien, chicos. Como veo que no le habéis visto y que me habéis llamado torpe… creo que me voy a enfadar. Aunque antes de nada… ¿quién coño sois? – inquirió el pirata. – No es de tu incum… – intentó decir el que primero había hablado, pero fue interrumpido debido a que sus cuerdas vocales acababan de ser atravesadas por la espada del pelinegro, pues este se hallaba a escasos metros  y sus otros cuatro compañeros no podrían con él. – No es de mi incumbencia, ya veo. – vaciló este, para acto seguido dar una patada lateral en el costado al hombre que atacó al pirata tras la muerte del otro. Insertó su espada en el corazón de este, como si de un alfiler se tratase, para que este no cayera al suelo, y luego extraerla para atraerlo hacia él y propinar de nuevo una patada para lanzar el cuerpo sin vida hacia uno de los sujetos.

Cuando quedaron ya solo tres de los cinco, estos hicieron un triángulo alrededor de Yuu, rodeándole, y decidieron ponerse en posición defensiva. Dos de ellos llevaban las manos desnudas, mientras que otro, el que se hallaba detrás del pirata, contaba con una pequeña daga, con lo que era el más peligroso de los tres. – ¿Veis como os equivocabais? Me da que no he demostrado mucha torpeza, eh, ¿gilipollas? – vaciló a los tres, los cuales rompieron su posición y se dirigieron a atacarle. Con una pierna estirada, se agachó y ejecutó un barrido de 360º que hizo perder el equilibrio al trío de bandidos. Al mismo tiempo, y una vez estuvo encarado al tipo de la daga, cogió a este de los ropajes y luego de arrastrarlo hasta la ventana, lo lanzó por ella, yendo él también por esta, para asestarle un espadazo en el cráneo. Una muerte, sin duda, rápida e indolora, pero eficaz. Como Yuu veía innecesario volver a por los dos que se había dejado, corrió hacia un arbusto y, desde ahí, decidió observar el interior de la cabaña desde la lejanía.

A pesar de que Itkovian también era un novato en cuestión de peleas, su entrenamiento en la marina le había ayudado a todo lo de aquella índole. A diferencia de los 2 desconocidos que ni se fijaron hacia atrás, el castaño casi constantemente miraba hacia detrás para ver si estaba siendo seguido o no. El que había secuestrado al civil huyó hacia el lado del falso salvador. Allí el castaño dudó sobre si había sido visto por este y que el huir de este último solo había sido para atraer al secuestrador y que el marine pudiese escapar con el rehén. A pesar de que a Itkovian le gustaría hacer eso, escapar y dejar a aquellos 2 con su pelea, tenía una misión y no se arriesgaría a perderla por culpa de un civil. Itkovian alzó nuevamente a este hombre e hizo un silbido que, algún conocedor del área podría identificar como uno no proveniente de las aves de la isla. Ante este silbido Magnum vino corriendo hacia el marine quien volvió a dejar al rehén sentado con la espalda contra un árbol. Sacó el mapa que había usado, marcó un punto al hacerle un agujero al mapa con una ramita y luego marcó otro punto en el mismo mapa. El primer punto era el lugar donde se encontraban, el segundo era el pueblo del cual había salido. Esperaba que con eso fuese suficiente para que el navegante pudiese ubicarse y volver a la sociedad - Magnum, quédate con este hombre. Ya vengo - Lo principal era que el animal pudiese cuidarlo hasta que el castaño volviese o hasta que despertase, lo que llegase a ocurrir primero.

Seguir el rastro de Yuu fue más sencillo de lo que esperaba. Principalmente por que ninguno de los presentes había tenido en claro como moverse en un bosque. Primero los encapuchados dejaron marcas de pisadas o ramas rotas, luego el falso salvador, luego el secuestrador. El camino no giró mucho, casi siempre una línea recta marcada por una rama rota por aquí, una pisada por allá, marcas de novatos que el castaño en este caso en particular también hacía. Después de todo independientemente de sus capacidades ya había un rastro y cualquiera que llegase a seguirlo lo encontraría tarde o temprano. No supo cuanto tiempo trotó, pues correr haría perder demasiada energía y no sería rentable teniendo que luchar posteriormente. Pero después de un rato logró llegar a la cabaña. De la misma manera que antes, se escondió detrás de un arbusto y observó, no deseando aparecer ante nadie, después de todo la misión era observar. Se sorprendió de la presencia de una cabaña por la falta de sentido propia de una. Los bandidos debían de ser novatos, pues además de dejar marcas estaban en un lugar obviamente visible. Podría argumentar más acerca de lo idiota de aquellos bandidos por el hecho de haber visto a gente con armas y no ir hacia lugares distintos sino huir hacia la guarida. Y, al llegar a la guarida, no hacer que sus aliados agarrasen armas lo cual resultó en la muerte de varios de ellos, pero bueno, llegó tarde así que no pudo ver esto y preguntarse por que seguían habiendo bandidos si todos eran tan idiotas como aquellos.

Probablemente la cabaña fuese una habitada por alguien de vez en cuando, en temporada de cacería. Posiblemente hubiera un camino que llevase hacia un pueblo si uno lograba encontrarlo. Eso era lo más probable, construir una cabaña no era sencillo y simples bandidos no la habrían podido construir. Movimiento captó su visión, alguien fuera de la cabaña corriendo hacia un arbusto y escondiéndose detrás de este. Al ver la katana de este hombre y poder finalmente ver su rostro, pues antes habían estado de espaldas, el castaño reconoció cierta familiaridad pero no pudo recordar de quien se trataba. Al ver como otra persona salía de allí, el "falso salvador" y el bandido muerto Itkovian concluyó que esos 2 habían concretado su misión por él. ¿Por qué? Ni idea, se habían estado peleando pero habían cooperado para derrotar a villanos. No quedaba mucho por hacer allí, por la sangre y la falta de ruidos dentro de la cabaña pudo suponer que todos los presentes estarían muertos excepto aquellos 2. Así que solo faltaba una cosa. Itkovian caminó con cuidado de no pisar una hoja ni dejar marcas de pisadas hasta unos 2 metros detrás de donde el de la katana se encontraba - Has secuestrado a un civil... Saca tu espada... - con aquellas palabras reveló lo suficiente. En la diestra su espada, en la izquierda su escudo, el marine esperó a que aquel bandido sacase su espada y luchase por su vida - Ríndete... No deseo pelear... - comentó finalmente aquel marine, demostrando que no era del tipo de persona que gozaba con el dolor ajeno.

Con su único glóbulo ocular visible, el pirata pudo observar como el muchacho con el que, minutos atrás, había tenido una pequeña reyerta, acababa con los últimos bandidos que en aquella cabaña se encontraban. Al parecer, al no dar con su otro enemigo, que en este caso era Yuu, decidió marcharse del lugar. En cuanto al ladrón, decidió hacer lo mismo que aquel muchacho, pero algo le impidió durante unos instantes cambiar su posición. Una voz se escuchó detrás del joven, con un tono que le resultaba un tanto familiar, pero que no conseguía adivinar quién era dicha persona. El hombre, tras decirle que sacase la espada, le dijo que se rindiera, pues no pretendía buscar pelea. Ante la contradicción del chico, el pirata esbozó una sonrisa.

– Que te follen.

Tras insultarle, se impulsó rápidamente con la pierna derecha, creando una pequeña nube de polvo que posiblemente cegase al rival. Su plan era despistarle y volver a la balsa, pero en caso de que le alcanzase, tendría que enfrentarse a aquel hombre que, por ahora, no sabía a ciencia cierta quién podría ser ni de lo que sería capaz. Con el fin de retrasarlo más, y aprovechando su  gran movilidad, a pesar de notar el cansancio en su cuerpo, saltó al interior de la caseta impulsándose en el cuerpo sin vida que yacía bajo la ventana de la cabaña. Una vez dentro, siguió corriendo hasta salir por la puerta, metiéndose de nuevo en el interior del bosque. Yuu era consiente de que no sabía el camino de vuelta hacia el barco, por eso decidió seguir al otro chico que seguramente se dirigiría a la costa. ¿Cómo le seguiría si ni siquiera sabía por dónde había salido? Era una cosa que también desconocía, pero… si no lo encontraba, simplemente iría en línea recta en busca de la costa.

Lamentablemente, no consiguió encontrar ni mucho menos alcanzar al muchacho y, por supuesto, no tenía tiempo de ponerse a buscar pisadas ni nada, con lo que continuó en línea recta como había planeado. Con suerte, su posible perseguidor se agotaría si corriese, aunque no sería el agotamiento que el joven Yuu tenía encima… lo cual le dificultaría combatir si este le encontrase. En cualquier caso, al final llegó a la costa, ni él sabía cómo. Allí no vio a nadie, o al menos no se fijó, pues empezó a correr hacia la izquierda de su posición, que era donde él suponía que había dejado la balsa. No tardaría mucho en encontrarla.

Por fin todo llegaba a su final, por fin tenía un tiempo a solas con el secuestrador para luchar contra este y ganarle y arrestarlo. Aún así no había aprovechado su oportunidad de atacarlo por la espalda al estar distraído, en la situación anterior su intento había sido distinto, ahí había más gente y no quería arriesgarse a pelear contra ambos. En aquella oportunidad el marine simplemente le habló como idiota, esperando que tuviese honor, hecho que llegó a molestar en un futuro no muy lejano al joven recluta. Durante el instante en el cual el pirata sonrió sin hablar, el castaño ya supo que no se iría a rendir, nadie que estuviese por rendirse sonreiría de aquella manera. Aún así no hizo nada, dejó que le hablase incluso sin actuar aunque perfectamente habría podido de atacarlo mientras era insultado. Siempre había considerado hablar antes de hacer algo en una batalla como el comportamiento más idiota de todos. Aún así no se aprovechó de esto para atacarlo, solo adelantar su brazo y dar un paso hacia adelante para clavarle la espada. Sería un instante, moriría antes de terminar de hablar, pero no.

Viendo el intento de bomba de humo el castaño pensó en lo banal de aquello, en como sería más sencillo tirarle tierra al rostro y listo. El marine solo se quedó viendo aquello, sin moverse, como ajeno a la situación. Vio como este huía hacia la casa para intentar bloquear la visión entre ambos. Bastante buen truco realmente, incluso luego de salir podría tenderle una emboscada al castaño en el momento en el que entrase o saliese de la casa. Pero no, aquel joven de la katana siguió huyendo y Itkovian no intentó perseguirlo. Observó su huida y cuando dejó de verlo el simple ruido de sus pasos era suficiente para que el castaño supiese que seguía huyendo. Una vez el sonido finalmente desapareció el recluta vio ambas armas en sus manos, giró su rostro y vio la sangre de aquel pirata de fuera de la casa y volvió a ver sus armas. Se imaginó estas bañadas en sangre, se imaginó sus manos bañadas en sangre y se preguntó como era que había gente que podía hacer eso.

- ... - Itkovian guardó sus armas en sus respectivas fundas después de haber agitado su cabeza para sacarse esa idea de encima. Se acercó al cuerpo de aquel pirata, observándolo detenidamente, preguntándose si habrá tenido familia, si habría habido alguien que llorase su muerte. Al estar tan cerca de la casa pudo ver a través de la ventana rota casi como si estuviese dentro de la propia cabaña. Más gente muerta, algunos con sangre, otros sin, pero todos quietos, tan inmóviles - ¿Esto es una misión completada?... - se preguntó para si mismo - No pude matarlo... - se quejó en una voz arrepentida. El silencio luego de sus palabras le hizo ver la ausencia de civilización en el lugar. 5 vidas habían sido terminadas en aquel  bosque. Itkovian miró los cuerpos, su corazón latiendo a tales intervalos que parecía que se le fuese a salir del pecho. De su frente cayeron unas gotas de sudor y su boca se volvió seca -   En las historias es tan fácil... El héroe mata al monstruo y todo es felicidad... Y el héroe nunca es atormentado por la gente a la que mató... nunca se pregunta qué fue de sus víctimas... Y aún así no me pude mover... -

Sabía que tenía que acostumbrarse a matar siendo un marine, pero simplemente no podía. Vio  los charcos de sangre de los muertos y sintió ganas de vomitar, pero pudo mantener la compostura lo suficiente como para salir de la cabaña. El aire frío chocó contra su rostro y le otorgó cierto deje de calma - Tengo que hacerlo... - dijo con una voz seria mientras cerraba tanto sus puños que los nudillos se le volvieron blancos - La próxima vez deberé hacerlo... - volvió a hablar, esta vez con una voz menos segura que antes - La próxima vez lo haré... - esta vez con más fuerza, como si creyese en lo que decía - Si, soy un Marine. Ellos son criminales, saben que les va a ocurrir pero actúan igual. No es mi culpa, solo soy el que debe hacerlo, pero la culpa es de ellos, yo solo soy la justicia... - empezó a caminar hacia el claro, tenía que buscar a su mascota y llevar al hombre a salvo. Sus dudas se perderían al momento de ver el rostro feliz de Magnum, momento en el cual lo abrazaría fuerte y le haría mimos por casi un cuarto de hora. Casi había muerto, el ver a algo que lo hacía feliz, alguien que iría a extrañarlo, e imaginárselo esperándolo durante días fue demasiado para él y empezó a llorar.